Sábado 22 de agosto de 2020


El Ministerio de Salud informó esta mañana 65 nuevos fallecimientos por coronavirus en el país, lo que elevó a 6.795 la cifra de muertos desde marzo pasado, con una tasa de mortalidad de 148 personas cada millón de habitantes y un índice de letalidad de 2% sobre los casos confirmados.


En el reporte oficial se indicó, además, que fueron 8.159 los positivos de Covid-19 que se reportaron ayer en la Argentina y 329.043 el total de infectados hasta el momento, con una incidencia de 725 casos por cada 100.000.

Por otro lado, se informó que el promedio diario de casos en la última semana es de 6.658 infectados y que todas las provincias registraron positivos en los últimos 14 días, mientras que el total de altas en todo el país es de 245.781 personas..

Al encabezar el reporte diario que emite la autoridad sanitaria, la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti, señaló que mas del 20% de los casos reportados ayer se dieron por fuera del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y que son 15 las provincias que registran transmisión comunitaria.


La funcionaria dijo que "sigue estable la situación de las personas internadas en terapia intensiva", que actualmente tiene 1.853 pacientes, y que la ocupación total a nivel nacional es de alrededor del 58 por ciento.


Por otra parte, la viceministra de Salud contó que ayer se realizó la quinta etapa de testeos serológicos en terminales de transporte, que ayer fueron 400 en Constitución, de los cuales 21 fueron positivos, y explicó que "si los comparamos con la primer etapa que la positividad era de 0.6, la del mes pasado fue de 2.5 y ayer dio 5,3, vemos que poco más de un mes se duplicó".

"La semana que viene lo haremos en Retiro y en Once para tomar decisiones con eso datos", aclaró Vizzotti.


Y luego contó que ayer el ministro de Salud, Ginés González García, encabezó una videoconferencia con autoridades de China y de la industria farmacéutica que está desarrollando una vacuna en ese país, y se anunció que "la Argentina va a ser parte de la fase 3 de ensayos clínicos".


Finalmente, Vizzotti dijo que también "se trabaja en el acceso oportuno y equitativo para que la vacunas o tratamiento llegue a la población de más riesgo lo antes posible" y por ellos "seguimos trabajando con los laboratorio y organismo internacionales".

"Hasta que tengamos un vacuna o tratamiento debemos cuidarnos, trabajar en las medida de prevención y redoblar los esfuerzos", concluyó.


Del total, 1.853 personas, que cursan la enfermedad en unidades críticas en todo el país, el 76,6% de ellos lo hacen en establecimientos de la Ciudad y de la Provincia de Buenos Aires, un 4,6% en Córdoba y 3,7% en Mendoza, según se indicó en el reporte.

La ocupación de camas de cuidados intensivos, más allá de la dolencia que explique la internación del paciente, a nivel nacional promedia el 58%, mientras que en el AMBA llega al 67,1%.

Desde el último reporte emitido, se registraron 65 nuevas muertes. 45 hombres y 20 mujeres, de los cuales 41 son residentes de la provincia de Buenos Aires; 2 de CABA; 14 de Jujuy; 3 de Salta; 2 de Santa Fe; 2 de Río Negro y 1 de Mendoza.


Ayer fueron realizadas 21.032 nuevas muestras y desde el inicio del brote se realizaron 1.073.719 pruebas diagnósticas para esta enfermedad, lo que equivale a 23.662,3 muestras por millón de habitantes.

(https://www.ambito.com/informacion-general/coronavirus/confirmaron-65-nuevas-muertes-y-son-6795-los-fallecidos-todo-el-pais-n5126937 )


Argentina vive en un mismo territorio diversas batallas. Hemos seguido en estas páginas los conflictos sociales y políticos más importantes. Nuestro pueblo es plural, es coral, aunque esto no les guste a los fundamentalistas de los discursos únicos. La puja entre un modelo de desarrollo sustentado en el trabajo nacional, con fortalecimiento del mercado interno, expansión de derechos y soberanía educativa, científica y tecnológica, puja contra el modelo de libre mercado sustentado en la apertura indiscriminada de importaciones, la desregulación del capital financiero y la hegemonía de una producción basada en la exportación de granos para alimentar animales, viene de décadas y sigue vigente.


Las derechas en el mundo le abrieron las puertas a la posverdad, las empresas y consultoras a la utilización de las fake news como instrumento de guerra y demolición de los adversarios, ya no es la práctica tradicional de la mentira o la demagogia en política. Es la concepción de una guerra contra el adversario donde todo vale. En la visión inmediata el adversario son los dirigentes políticos, sociales, intelectuales que se oponen al poder, y en fondo es la transformación de la subjetividad de la sociedad. Valores, sentidos, memorias, están bajo ataque.


Con ese telón de fondo se abrió una caja de Pandora donde emergió una derecha irracional que se extiende en el mundo. Como sociedad y estado enfrentamos una propuesta en crecimiento que imagina el futuro desde el medioevo. Utilizan la tecnología, autos o camionetas ultramodernas, manejan tienen empresas de comunicación y trolls, pero su programa, convicciones y valores son propias del oscurantismo.


Escudados en los pliegos de la posmodernidad y sobre todo en la relatividad de todas las verdades y que no hay hechos y solo interpretaciones, este tipo de derecha utiliza el relativismo extremo para sembrar sus “verdades absolutas” y ganan lugar en el pensamiento masivo.  Enfrentan el pensamiento científico, banalizan el estudio riguroso, son adictos a creer en las conspiraciones más estúpidas. La degradación de los medios y de muchos periodistas les permiten tener ventanas públicas.


La pandemia, el desconocimiento de cómo vencer al virus, la burocratización de la OMS, los errores de los gobiernos, el aislamiento, y sobre todo la incertidumbre fueron ingredientes que favorecieron el crecimiento de estas “mil tribus” y que políticos de la derecha en gobiernos o en la oposición utilizan sin saber o a conciencia que el monstruo se puede devorar a las sociedades democráticas.


La movilización del Pro del lunes 17 de agosto no debe ser minimizada. Y tampoco es un fenómeno solo nacional. Con solo ver las movilizaciones o argumentos de este tipo de grupos en todas partes y en países tan disimiles, muestran que es un error no ver el huevo de la serpiente.


Claro que se puede minimizar el papel de Patricia Bullrich o Fernando Iglesias, son personajes dañinos, pero de reparto en esta historia. La ex ministra de seguridad de Macri y presidenta del Pro sabe que necesita esta hiperactividad para dar batalla interna frente a los candidatos fuertes que tiene ese espacio. Apoyada en Macri que la necesita, ella se convierte en imprescindible para ser parte. No para encabezar,porque presentarse como representante del irracionalismo es su fuerza y su debilidad a la vez.


Volvamos al enfoque principal.  La confluencia en el país y en el mundo de cofradías diversas, incluso contradictorias, marcan un movimiento en crecimiento. En muchos países, médicos, científicos y expertos tratan de explicar con fundamentos, investigaciones, datos, diversos temas tratando de desmontar la ignorancia y las posiciones de quienes aprovechando las ventanas mediáticas abiertas y las redes afirman “verdades” sin fundamento o que en otra época eran patrimonio de publicaciones muy amarillas que solo trabajaban para una clientela reducida.


A pesar de ello y conociéndose la muerte de un niño por haber tomado esa sustancia, igual en la marcha esos carteles se exhibían en nombre de la libertad. Increíble. Me llamó mucho la atención que en el sitio web ( https://bit.ly/31bTEV8 )   de la OMS que apunta a derribar mitos hubiera un título que dice: DEMOSTRADO: Añadir pimiento picante a la sopa u otras comidas NO previene ni cura la COVID-19. La contracara de esta respuesta es que entonces en muchos lugares del mundo se estuvo sosteniendo esto para que sea desmentido. Y otro que dice: Las redes 5G de telefonía móvil NO propagan la COVID-19.



Podrá despertar sonrisas, pero existió una campaña que abarcó medios “serios”, portales de noticias y redes donde se afirmaba que con la vacuna para el covid-19 se busca implantar a la población un nanochip con cada dosis del medicamento. El objetivo, según esas voces, sería ‘controlar’ a la población con fines políticos y económicos. Detrás de este plan macabro estarían los magnates George Soros y Bill Gates; así, la vacuna para enfrentar al nuevo coronavirus tendría un ‘chip’ con nanotecnología de ADN que controlaría la actividad cerebral.


La marcha del 17 mostró nacionalistas violentos, junto a gente pacífica quienes creen que los Fernández sostienen a vagos, pero apoyan a un expresidente que habla desde Europa en otro capítulo de lo que el turco Asís denominó el domador de reposeras.


Mientras médicas y médicos, las enfermeras y enfermeros, los trabajadores esenciales se juegan la vida y 800.000 familias en el mundo lloran a sus muertos. Ven un comunismo triunfante desde China que elaboró este macabro plan de dominación.

Son violentos, pero no solo por las agresiones físicas sino porque creen en la hoguera. Están convencidos que la denuncia es la prueba y siempre están solícitos a atacar a los que piensan por si mismos y cuestionan su credo irracional.


Políticos y dirigentes estatales oportunistas del mundo se apoyan en esta realidad para empujar conspiraciones irreales para tratar de ganar votos. El presidente Trump sostiene ahora, como nuestros medios hegemónicos y cofradía diversa sobre Argentina, que EE. UU. si gana Joe Biden se convertirá en Venezuela. Imposible. No solo por el desarrollo tan diferente de los dos países, por lo diferente de sus fuerzas políticas y sociales, por la experiencia histórica de los dos pueblos, uno prepotente e imperialista y el otro liberador, sino porque quien es el candidato demócrata. Pero hay “clientela” en Norteamérica en este movimiento para las barbaridades. Como la hubo y la hay en nuestro país.


Por supuesto que los medios inciden ¿pero se puede achacar todo el proceso social a ellos? Por supuesto que la manipulación existe y la colonización de la subjetividad colectiva también. Sin embargo, cada vez que se ignoraron estos procesos profundos en los pueblos,con el tiempo se produjeron catástrofes.  Le Pen, Donald Trump, Matteo Salvini, VOX, Bolsonaro, son responsables, pero también expresión de una realidad.


En nuestro espacio nacional hay muchos que creen que en estos tiempos para conservar el apoyo popular hay que asumir el discurso de la derecha. Que la pelea de verdad se da por el centro.


Sostienen que otra línea de pensamiento puede ser justa, pero en la práctica reniega de la lucha por el poder. Algunos, desde posiciones testimoniales extremas y distanciadas del principio de realidad ayudan a esta visión de giro hacia el centro es decir a la derecha. Cada vez que el movimiento nacional compró el discurso y el programa de la derecha fue una catástrofe para los argentinos.


¿Cómo hacer entonces, ya no con la derecha tradicional sino con el medioevo? Necesita de una respuesta que se construye colectivamente. En la historia, cuando las fuerzas democráticas no vieron el huevo de la serpiente acontecieron tiempos oscuros.


Hay que ser intransigente con la violencia, tanto la física como la hoguera. Hay que ser intransigente frente a las propuestas anticientíficas, no para adherir al discurso cientificistas hegemónico, sino para dar batalla contra la ignorancia, contra la discriminación, contra nacionalismos de ultraderecha aliados a neoliberales admiradores de los genocidas. Contra los que dicen estar contra “la ideología de género” para seguir siendo misóginos y garantizar la desigualdad y el machismo.


Seguramente si nos acompañara hoy Enrique Santos Discépolo volvería a escribir aquel tangazo de 1934: Cambalache. Y nos ayudaría para conversar y debatir, más y mejor con nuestro pueblo. Y darle la potencia que da a nuestros argumentos dialogar entre pares.


Este es nuestro tiempo, no lo elegimos, pero sí depende de nosotros elegir si queremos dar las batallas por un país y un mundo mejor. Como dice Silvio: Me vienen a convidar a arrepentirme … Me vienen a convidar a tanta mierda…Yo quiero seguir jugando a lo perdido…Yo quiero ser a la zurda más que diestro…Yo quiero hacer un congreso del unido…Yo quiero rezar a fondo un «hijo nuestro»

(https://www.revistalabarraca.com.ar/medioevo-y-oportunismo/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=medioevo-y-oportunismo )


Cada fase de desarrollo (Retomando el concepto de Brailovsky y Foguelman, 2004, se entiende aquí por fase de desarrollo a un periodo de tiempo que se caracteriza por cierta forma de ocupación del territorio, de determinadas relaciones sociales de producción, de conocimientos y tecnologías, y de conflictos sociales. Esta herramienta conceptual nos permite comprender los fenómenos sociales de determinado tiempo histórico en un espacio específico, pues sostenemos que las políticas económicas, sociales, culturales, ambientales, territoriales o de población poseen una fuerte coherencia en cada uno de los periodos de tiempo durante los cuales perdura un modelo de país. La interrelación existente entre los fenómenos sociales de cada fase es lo que la define como tal.) del capitalismo argentino dejó marcas territoriales en la configuración de la Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA),


La RMBA es un conglomerado urbano mayor que el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), conformada por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los 40 partidos de la Provincia de Buenos Aires. Según el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010, la población de la RMBA conformaba el 37% de la población del país. Más adelante se caracteriza la región.


El territorio se configuró como soporte material para su despliegue, pero atravesado por relaciones de poder, dominio y apropiación entre diversos actores que produjeron y reprodujeron el espacio.


Las fases de desarrollo capitalistas que se pueden identificar en Argentina (de manera analítica) son: los primeros años de conformación del Estado argentino y la inserción del país

en la división internacional del trabajo (1810-1930), la industrialización sustitutiva de importaciones y el estado de bienestar (1930-1976), el neoliberalismo de la modernización periférica (desde 1976 hasta 2001) (Brailovsky y Foguelman, 2004) y el neodesarrollismo extractivista (desde 2001) (López y Vértiz, 2012; Féliz y López, 2010; Svampa, 2011).



Tal como argumentaba Harvey (2000), el capitalismo, como modo de producción, logró sobrevivir a sus diversas crisis, en parte, a partir del uso del espacio como estrategia de recreación de las relaciones sociales que lo sustentan. Así, el control sobre la producción y la apropiación del territorio y las relaciones

espaciales tiene una importancia estratégica para el control de otros medios de producción.


En los procesos de reconfiguración del capitalismo, tanto el Estado (garante de las relaciones de producción capitalistas) como el mercado y la sociedad disputan un rol directriz en el proceso de producción y reestructuración urbana del territorio. Pero a lo largo de la historia de Argentina, fue el mercado, a través de distintos promotores urbanos privados, el que guio los diversos y sucesivos procesos de construcción territorial de la RMBA, y lo hizo –fiel a su naturaleza– desde una lógica de maximización de la ganancia (Herzer y Pírez, 1994; Abramo, 2003; Rodríguez, 2005),

( Estos autores identifican tres lógicas de producción de ciudad:

la lógica del mercado, que posibilita el acceso al suelo y a la vivienda desde un intercambio mercantil y la generación de ganancia a partir de negocios con el suelo; la lógica estatal,

la cual, a través de la normativa urbana y la ejecución de políticas habitacionales, resuelve o agudiza el problema de la falta de

vivienda y la accesibilidad a la ciudad de los sectores populares; y

la lógica de la necesidad de aquellos actores sociales que no resuelven sus necesidades de hábitat a través del mercado

o las políticas estatales, y que recurren a otras estrategias de acceso al suelo y/o a la vivienda (algunas de éstas son las ocupaciones directas de tierras o inmuebles privados o públicos vacantes o en desuso) a partir de usos especulativos del suelo y su valor económico. Esta dinámica convirtió al suelo urbano en una mercancía escasa y costosa, y las consecuencias a escala territorial se expresaron en marginación, degradación y desequilibrios del espacio urbano (Sánchez, 2012, p. 3).


Huellas de la reestructuración capitalista. Un análisis de la transformación urbana de la Región. Metropolitana de Buenos Aires, Argentina”

María Cecilia Zapata - Universidad de Buenos Aires, Instituto de Investigaciones Gino Germani / Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.

Estudios Demográficos y Urbanos, vol. 35, núm. 3 (105), sept.-dic., 2020, pp. 663-694http://dx.doi.org/10.24201/edu.v35i3.1892 

(https://estudiosdemograficosyurbanos.colmex.mx/index.php/edu/article/view/1892/pdf )


Cuando Cristina presentó “Sinceramente”, recordó el Pacto Social de Perón y José Ber Gelbard. Nos hacen falta empresarios como él, que piensen en el desarrollo del país. Un ejemplo actual es Hugo Sigman, del laboratorio mAbxience, que fabricará la vacuna contra el coronavirus.


El 25 de octubre de 2010 presentamos en el Parlamento el proyecto de ley que proponía el 16 de agosto de cada año como el “Día del Empresario Nacional”. La fecha elegida, por supuesto, no fue al azar: un 16 de agosto de 1953 se fundó la Confederación General Económica (CGE). En los fundamentos del proyecto decíamos que “el empresario nacional apuesta siempre al país, reinvirtiendo, arriesgando su capital, dando trabajo y aportando con sus impuestos, para que nuestra sociedad avance en un sendero de desarrollo”. Agregábamos que “en Argentina, el desarrollo de los empresarios nacionales se ha basado en la existencia de un fuerte mercado interno, asentado en la existencia de trabajo bien remunerado, asignaciones sociales adecuadas y políticas públicas de fuerte intervención estatal”. Luego de pasar por las distintas instancias parlamentarias, la ley fue sancionada el 17 de diciembre de 2014.


El cofundador y primer presidente de la Confederación General Económica, José Ber Gelbard, definió su concepción de la relación entre obreros y empresarios afirmando: “Nosotros no hemos de lograr salarios altos si no logramos una alta productividad. La productividad no debe significar en ningún modo volver al cañaveral o a la fazenda donde trabajaban con el látigo, ni tampoco debe significar una tortura moral o física para el obrero. Debe significar una producción concordante con lo que se le paga y adecuada a su propio esfuerzo”.


¿Por qué la reivindicación de los empresarios nacionales? Básicamente, porque el desarrollo de sus empresas puede no estar en contradicción ni en conflicto con el mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores y trabajadoras. Ambos, empresas nacionales y trabajadores, tienden a confluir en intereses comunes: el desarrollo de un fuerte mercado interno, trabajo bien remunerado, asignaciones sociales adecuadas, negociaciones paritarias, mejoras en jubilaciones y pensiones e instrumentos como la Asignación Universal por Hijo. Estas políticas, que amplían la demanda y, por lo tanto, generan condiciones para el aumento de la producción y el desarrollo de las empresas, requieren de una fuerte intervención estatal y de la creación de sólidos marcos regulatorios. Por lo cual, esa confluencia de tres actores —empresarios nacionales, trabajadores organizados y Estado— forma las bases de un modelo de crecimiento con la gente adentro.

 

Cuando Ber Gelbard estuvo al frente del Ministerio de Economía entre mayo de 1973 y octubre de 1974, implementó el denominado Plan Trienal para la Reconstrucción y la Liberación Nacional. El programa expresaba, justamente, una política de concertación entre los trabajadores organizados, el Estado y los empresarios, que perseguía la mejora de la calidad de vida de los sectores populares y el traslado del mayor dinamismo de la economía desde los monopolios extranjeros hacia el conjunto del sector productivo nacional, el Estado y los empresarios locales.


El programa, entre muchas otras medidas, establecía un incremento de salarios a partir del primero de junio de 1973, un aumento de las asignaciones familiares y de las jubilaciones y un alza diferencial de las tarifas de bienes y servicios suministrados por el sector público, que recaía sobre los sectores con mayor capacidad económica. A partir de allí, y previa reducción de los precios de una serie de productos de la canasta familiar, se estableció el congelamiento general de precios y salarios hasta el 1 de junio de 1975 como una medida claramente redistributiva.

En este escenario, el Pacto Social era la expresión de un acuerdo general de políticas públicas entre el Estado, la CGT y la CGE. En 1973, según afirma María Seoane, biógrafa de Gelbard, “la CGE se transformó en el nucleamiento empresario más importante del país con tres confederaciones, cincuenta federaciones, dos mil cámaras asociadas y 1.300.000 afiliados. Y Gelbard fue el ministro de Economía que llevó la participación de los trabajadores en la riqueza nacional al 52 por ciento del PBI, la cifra más alta en la historia del capitalismo en América Latina y en buena parte del mundo occidental”.


Ese modelo de desarrollo nacional se diseñó a partir de un Estado que debía conducir la creación de industrias estratégicas, la firma de acuerdos de promoción industrial para el desarrollo de las provincias argentinas, políticas en común con distintos países de la región y el impulso de una reforma financiera para garantizar los niveles de inversión productiva.


En mayo de 2019, cuando Cristina Fernández de Kirchner presentó su publicación “Sinceramente” en la Feria del Libro, afirmó: “Me acuerdo del Pacto Social de Perón y José Ber Gelbard, un gran dirigente empresario. Nos hacen falta dirigentes empresarios de esa magnitud, que piensen a la empresa como instrumento de desarrollo del país y no sólo de desarrollo personal, que está bueno, porque para eso sos empresario y querés ganar plata, pero tenés que entender que para que tu empresa sea más grande y gane más plata tienen que ganar todos y tienen que comer todas, si no es muy difícil”.


La reivindicación de la figura de Ber Gelbard es una fuerte definición política: supone la defensa de ese modelo de país sostenido en ese acuerdo entre el empresariado nacional, las y los trabajadores y el Estado para, mediante altos salarios y alta productividad, dinamizar el mercado interno y el consumo y, al final de la rueda, generar las ganancias de esa misma clase empresaria.


En agosto de 2016, la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios (APYME) señalaba: “en la actualidad el conjunto de las Pymes y el entramado productivo nacional están en riesgo. No nos encontramos ante un problema de ensayo y error, sino ante un proyecto de desmantelamiento de los avances logrados por el conjunto de los argentinos durante los últimos años en materia de soberanía económica, reconstrucción productiva y redistribución equitativa tras la crisis de 2001 y 2002”.


Pese a los intentos de destrucción del entramado productivo y del desarrollo científico técnico por parte del gobierno anterior, los empresarios nacionales persisten en sus emprendimientos vinculados al interés nacional.


Un ejemplo actual es la empresa biotecnológica mAbxience, integrante del Grupo INSUD del empresario Hugo Sigman, que anunció la fabricación en Argentina de la sustancia activa de la potencial vacuna contra el COVID 19. Los empresarios nacionales, junto a las y los trabajadores y el Estado, son indispensables para volver a poner a la Argentina de pie.

( http://vaconfirma.com.ar/?articulos_seccion_719/id_11884/un-proyecto-de-desarrollo-nacional )


En un mundo globalizado y globalizante la pandemia impuso una relentización de los procesos de intercambios productivos que pone en revisión los modelos de desarrollo urbano y humano que el neoliberalismo viene imponiendo. Las cuestiones ecológicas, las megaconcentraciones urbanas, las megaproducciones y transnacionalización de procesos y prestación de servicios, la tecnificación y la teconología digital, generan nuevas realidades que deben ser reflexionadas en sus impactos y en las brechas que replican entre desarrollados y subdesarrollados, y los mecanismos coloniales y para coloniales que subsisten en el diseño geopolítico de las realidades actuales.


La carrera por la producción de vacunas no es ajena a estas dinámicas sino y por el contrario, se encuentran merced a estos intereses en pugna entre Estados que propician desarrollos y aquellos que sostienen el imperio del mercado por sobre el derecho a la vida y la salud.


Es central las definiciones que vayamos sosteniendo en las políticas públicas de los Estados Nacionales y de las comunidades humanas en el planeta, no solo mientras dure la crisis sanitaria sino para definir las “nuevas normalidades” y nuevos programas de desarrollos que superen las desigualdades e injusticias que en la actualidad imperan en las relaciones internacionales.


Daniel Roberto Távora Mac Cormack





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