Lunes 31 de Agosto de 2020

 

 La Danse Macabre, Guy Marchant. París,1486

I

Estuve enferma. Durante siete noches, dormí despierta. Un pájaro azul se posó en mi cama y una muerte con la cara derretida como una vela me miró un segundo para no asustarme. La vi, en la mitad de la noche, con su toga negra y sus ojos huecos, mirando mi cuerpo doblado de dolor.

Durante ocho noches, dejé de ver a mi hijo. Al atardecer, tomando la luz que caía sobre las plantas, enhebré perlas de besos para cuidarlo y hacerle saber que mi amor estaba, constante, como las olas del mar que se alejan para que el agua pueda mantener su movimiento.

Tuve miedo. Recé una oración inventada por mí. Le pedí a mi padre que viniera y su recuerdo de hombre sereno y constante, sostuvo mi mano.

Recordé su pecho hundido por el asma, en esas noches de húmedo verano. Su mano temblorosa hasta que el Decadrón hacía efecto. Su corazón sosteniendo un equilibrio frágil y titubeante.

Todo el cuerpo aturdido de dolor y la cabeza buscando la frescura de un paño húmedo en la frente. Sin fiebre, transité por una pesadilla de síntomas imprecisos y, en el tercer día de aislamiento, salí.

Manejando a hacerme el test de la pandemia.  Una fila de autos y una carpa a lo lejos. Máscaras, ventanas cerradas, el aislamiento del auto, los médicos cubiertos hasta lo posible para salvaguardar sus vidas. Nuestra manceba calma, esperando no ser el infortunio hecho estadística.

Un hisopo penetró en la fosa nasal izquierda y mi cuerpo se elevó tratando de llegar al final del dolor. Miré de nuevos a los trabajadores de la salud. Esa nueva rutina de gestos apurados, diligentes y el virus como una nube tóxica, bajando sobre nuestra espesa realidad. Una mezcla de agradecimiento y tristeza nubló mi mirada. Manejé entre lágrimas de fragilidad.

En una esquina, una mujer de pelo corto y pantalón sucio, arrastraba sus trastos y sus pasos. Yo iba de regreso a mi hogar, pese al malestar, al dolor de cuerpo, a mi intemperie. Ella había adaptado su cuerpo a la incertidumbre. Un rumbo interminable.   

Luchar contra la muerte cansa, cuando uno toma conciencia de ello. Tomar conciencia del dolor, de lo inestable de nuestra existencia, atravesando la densidad grasosa de esta epidemia. 

Esa noche, sentí el techo descender hasta mis ojos. Mi cuerpo respiraba, pero el aire, por momentos, dejaba de oxigenar mis sentidos. Recordé las caminatas con mi hijo, el aire de mar llegando a mi rostro, mis piernas diligentes ahora temblando en la mitad de la noche, temerosas al dolor hecho puntada que me dejaría a medio camino de un vaso de agua. Estar sola, físicamente sola, es un ejercicio de valor obligado. Una lo sostiene cuando piensa que está ayudando a que los otros no se enfermen.

Seis días fue la espera y llegó el resultado. Negativo.

 

El entierro de las víctimas de la peste en Tournai. Detalle de una miniatura de «Las Crónicas de Gilles Li Muisis» (1272-1352), abad de San Martín de los Justos (Bibliothèque Royale de Belgique, MS 13076-77, f. 24v)

 

Me vestí y salí a ver la sonrisa de mi hijo. Estaba disfrutando su desayuno y al verme fue a buscar sus zapatos para venir conmigo. Para él quizás el tiempo tenga un reloj diferente. Nunca lo sabré. He aprendido a aceptar el hermoso misterio de lo que no se conoce. Saber que la razón no todo lo puede, es una caricia de humildad a nuestra existencia.

Aunque aún débil y dolorida, con un paquete de grisines caseros horneados por su padre, fuimos con mi hijo a sentir el sol. Lo miré caminar, ir y venir entre un grupo de niñitos que jugaban. Bajé mi barbijo para oler una rosa. Mi cuerpo no tuvo que seguir ningún camino doloroso sino acurrucarse al mullido de una aroma dulce y tierno. La piel de un bebé. La luz resaltaba el verde del pasto. Las nubes eran en el cielo trenes de viajes olvidados. El aire, la vida.

En la noche y corté una manzana en cuatro rodajas, la bañé con miel y prendí una vela. El ruido de mi hijo disfrutando de la simpleza de ese postre.

Estar vivo. Un festejo.

Adriana Briff, autora del relato, es educadora en la escuela Arroyo, de San Carlos, California, tiene una licenciatura en Comunicación Social de la Facultad de Ciencias Políticas, de la Universidad Nacional de Rosario. Madre de Dante, un joven autista de 20 años, Adriana disfruta en escribir crónicas diarias sobre crimen, literatura o noticias sobre salud pública que ella ha titulado "Fotos con palabras". Sus textos pueden verse en Facebook. También ha publicado además de la Revista Urbanave, en Brando, del Diario Nación, en Rosario12 y en el diario digital Hispanic.la,, de EEUU.

(https://www.revistaurbanave.online/minicronicadecuarentena )

Miles de historias, muchas sin el final feliz, recorren el planeta en estos tiempos de la peste … sin embargo no son pocos los que hablan de conspiraciones, mentiras y acuerdos mundiales para promover otro orden.


Grabado del curso de Belsunce en el momento del episodio de la peste .

 

No tenemos ni el conocimiento, ni las posibilidades de acceder a formas y herramientas que nos den plenas seguridades … solo tenemos historias y experiencia.


La historia es contada por el Buda aparentemente después de que un discípulo estuviera impaciente de escuchar del maestro las respuestas a las "catorce preguntas sin respuesta", las cuales tenían que ver con cuestiones altamente metafísicas (como la eternidad del mundo, la vida después de la muerte, etcétera):

Hubo una vez un hombre que fue herido por una flecha envenenada. Sus familiares y amigos le querían procurar un médico, pero el hombre enfermo se negaba, diciendo que antes quería saber el nombre del hombre que lo había herido, la casta a la que pertenecía y su lugar de origen. Quería saber también si este hombre era alto, fuerte, tenía la tez clara u oscura y también requería saber con qué tipo de arco le había disparado, y si la cuerda del arco estaba hecha de bambú, de cáñamo o de seda. Decía que quería saber si la pluma de la flecha provenía de un  halcón, de un buitre o de un pavo real... Y preguntándose si el arco que había sido usado para dispararle era un arco común, uno curvo o uno de adelfa y todo tipo de información similar, el hombre murió sin saber las respuestas.

Las experiencias las aportan los familiares de los fallecidos, los que internados lograron recuperarse, los que pasaron por alguna situación como la narrada al principio y salieron y pudieron contarla.

Las teorías de la conspiración abundan en estos momentos, lo cual no es una sorpresa. A diferencia de las miles de predicciones y escenarios cataclísmicos que suelen hacer los fanáticos de las teorías de conspiración, en estos momentos parece haber realmente una crisis, un momento de transformación y caos paradigmático. Algunos creen ver sus "profecías" cumplidas. Sin embargo, por más radical que nos parezca, no se trata el fin del mundo, sino de algo que ha ocurrido y seguirá ocurriendo en  la historia de la humanidad. Albert Camus, en su novela La peste, escribe: "Ha habido innumerables pestes y guerras en la historia, y sin embargo siempre sorprenden al ser humano".


El arte budista en el templo de estilo de pintura Pública de Tailandia

 

No es imposible que el coronavirus esté siendo utilizado para manipular el mercado financiero o que incluso haya sido orquestado por algún oscuro potentado. Uno puede imaginar innumerables posibilidades especulativas .Dicho eso, no hay ninguna evidencia concluyente y no resulta muy probable. La impresión que deja la realidad es que nadie tiene el control y el ser humano ilusoriamente cree que puede controlar la naturaleza en su conjunto, cuando no puede ni controlar su vida cotidiana. Pero lo importante, en todo caso, no es eso, lo importante es que el pensamiento conspiracional es impráctico y poco inteligente.

Generalmente sólo es nocivo para aquel que lo practica en su trinchera, pero en algunos casos puede tener influencia en la sociedad y afectar el estado mental colectivo.

Si asumimos que el problema es global, de todos (y lo es, por ello es una "pandemia"), entonces podemos cada quien identificarnos con el hombre herido. Querer determinar en momentos críticos asuntos abstrusos e inesenciales es gastar la energía y dificultar el proceso de sanación y resolución del conflicto. En este caso lo fundamental es conocer cabalmente la axiología del virus, desarrollar vacunas y métodos de prevención y crear espacios conducentes a la calma, la reflexión e incluso a la reingeniería de los modelos económicos y sociales. Por supuesto, esto no implica dejar de estudiar los fenómenos políticos y sociales que vivimos, pero hay una enorme diferencia entre buscar causas y perseguir teorías de conspiración y propagar información especulativa en Internet. De hecho, este tipo de información, como hemos aprendido en las últimas décadas, es otro virus (media virus, es el término acuñado por Douglas Rushkoff).

El texto budista nos invita a pensar que es más "grave" querer buscar el culpable que estar herido. Desde esta perspectiva estar envenenados o enfermos por una flecha -cuyo arquero nos es desconocido, como el virus- no es demasiado grave. El mundo es impermanente, la realidad de este mundo es que todo está cambiando. Resistirse a este cambio no sólo es la fuente del sufrimiento actual sino la semilla del futuro sufrimiento y la marca de una mente afligida e ignorante -verdaderamente patológica-, la cual perpetuará el sufrimiento. Buscar un culpable en la vida alguien externo en quien depositar nuestra propia responsabilidad- nos evita dedicarnos a sanar y a estar presentes en un momento que requiere toda nuestra atención, en dado caso para curarnos, pero también para soltar y liberarnos de nuestros apegos y aflicciones.

Más importante que lo que sucede es cómo actuamos, pues no podemos controlar los sucesos que ocurren pero sí nuestra actitud y respuesta a ellos. Buscar culpables y albergar sombríos pensamientos obsesivos sobre "manos invisibles" moviendo los hilos nos distrae de la posibilidad de actuar con responsabilidad y compasión. O incluso de la posibilidad que el momento ofrece -en lugar de perseguir oscuros hilos en Internet- de entrar en un estado contemplativo, de silencio o reflexión, para aprovechar su particularidad y consonancia. Antes que pensar en si el virus diseñado por la CIA, en los planes de control de población de Bill Gates (u otros miembros de la élite) o en reptiles extraterrestres, piensa en el estado de tu mente cuando consumes ese tipo de información y en lo que puedes aportar en este momento a lo que Marco Aurelio llama la "humanidad", el espíritu humano que está más allá de la guerra o la peste.

‘Historia Urgente del Arte en Colombia’ también rescata la obra de importantes pintoras colombianas como Débora Arango.

  El coronavirus no será seguramente un golpe mortal para la sociedad. Quizá no estamos heridos con una flecha envenenada como la de la historia. Pero es indudable que se trata de una fuerte prueba, de un serio aviso y de un momento crucial en la historia de la humanidad (en relación al cual el coronavirus no es más que otro síntoma, seguramente el más agudo hasta la fecha). Una gran cantidad de personas morirán y la vida de muchos más cambiará de manera importante.

Esto es algo lamentable e inquietante, aunque al mismo tiempo es parte de la realidad, realidad que solemos olvidar en el confort de la modernidad.

(https://pijamasurf.com/2020/03/la_parabola_budista_de_la_flecha_o_por_que_es_estupido_pensar_en_teorias_de_la_conspiracion_en_este_momento/?fbclid=IwAR3c-Gx2aTlRIQXI3d2j6xlTmmKfT4YhLbbVIKK5n2vtnQaVpOvmB8fICu8 )

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II

La resolución que declara como servicio público a la provisión de internet, TV paga y telefonía móvil es para los medios opositores otro motivo en su lucha contra el Gobierno. Mientras los discursos contra la reforma judicial repiten consignas y descalificaciones que se arrastran por semanas, se suma ahora la voz de las corporaciones de la telecomunicación en títulos, crónicas y opiniones.

La marcha anti todo del lunes 17, fogoneada directa e indirectamente por el aceitado dispositivo de propaganda política, envalentonó a columnistas que se atreven a deslizar el deseo de un clima de “fin de época”, con figuras tales como fracaso, “último tren” para Alberto Fernández y la hipótesis de una “explosión” que está al caer.

Tanto entusiasmo puede salirse de control: el viernes el columnista Miri, de Clarín, dice que la marcha del lunes se vio en “decenas de ciudades”. En la siguiente página las ciudades ya son ¡¡200!!, según el columnista González.


Mapa de Medios

 

Los poderes que se expresan a través de Clarín, Infobae y La Nación, y el gran conglomerado de redactores que copian y pegan y de conductores radiales y televisivos que repiten líneas a la mañana, a la tarde y a la noche, luchan para no ceder un centímetro en su capacidad de manipulación del Poder Judicial.

Según parece, el diseño operativo consiste en combatir mediáticamente la reforma, movilizar a su platea a las calles, a riesgo de contagiarse el COVID-19, y luego reclamar un resultado: que el Presidente retire el proyecto de reforma, para lo cual funcionó también el pronunciamiento de Juntos por el Cambio, a esta altura un ya indisimulable furgón de cola de los diseños editoriales.

El objetivo fue visible desde el momento mismo en que el Gobierno puso en marcha los mecanismos políticos para avanzar con la reforma prometida en la campaña electoral de 2019. La mención de las acciones mediáticas de presión y manipulación entre los motivos por los cuales los jueces pueden recurrir al Consejo de la Magistratura, incluida en el dictamen aprobado en el Senado, fue presentada como una novedad apocalíptica, pese a que ni siquiera es una novedad.

Tal vez el columnista de Infobae Roman Letjman haya descripto sin querer, en su nota del domingo 23 de agosto, la secuencia que sus colegas de Clarín y La Nación tienen orden de censurar. En efecto, recuerda que el 4 de agosto, cuando la ministra Losardo expuso ante los senadores, el agregado sobre las presiones mediáticas fue anunciado por Oscar Parrilli. De hecho Infobae había informado al respecto, en la nota de ese día.

Pero ahora una larga lista de redactores de Clarín y La Nación relatan que Parrilli, por “orden de Ella”, introdujo clandestinamente la referencia. La nota de Letjman que desnuda esta mentira afirma además -sin fuente alguna- que Fernández ordenó quitar este agregado, pero no fue su día de suerte: apenas había asomado el sol y el Presidente dijo por Radio 10 que no es un elemento que altere el sentido de su propuesta.

En fin, esta disputa por el poder pone una vez más a Morales Solá, de La Nación, en el difícil papel de reivindicar a la justicia federal y llegar al extremo de escribir que no necesita cambios. Pareciera que el edificio de Comodoro Pus fuera su propia casa.

Es un extremo osado, pero no el único: el viernes en internet, La Nación exhibió una secuencia temible de títulos en su primera pantalla. El opositor Sanz preguntando “cuánto tiempo más demora esto en explotar”. A su lado, el columnista Suppo preguntando si el Presidente “dejó pasar el ¿último? tren”. Y a su lado, la columnista Di Marco preguntando si Cristina Kirchner tiene plan B “si fracasa Alberto Fernández”. Lectores memoriosos, y con una muy justificada sensibilidad, llegaron a sentir que este diseño editorial y propagandístico tiene poco que envidiarle a la sucesión de títulos del vespertino La Razón en los días previos al 24 de marzo de 1976, que terminó en el despreciable “Todo está dicho”. Aunque las condiciones sean tan diferentes.

También es extrema, y a la vez patética, la labor que asumió Kirschbaum, el jefe de redacción de Clarín, cuando embiste la decisión presidencial de declarar servicio público a la provisión de internet, TV paga y telefonía móvil: escribe en el papel de cajero del empresario para el que trabaja, pero como esto no es propio del “periodismo” busca y busca, hasta llegar a una sentencia desopilante: esa decisión del Presidente fue la respuesta al “impacto de la protesta opositora” del lunes 17.

La reacción de estos medios es una sencilla respuesta a las tribulaciones académicas y jurídicas sobre la necesidad de que las empresas de comunicación no pertenezcan a conglomerados de intereses múltiples, porque sus periodistas, aún los iluminados y premiados, terminan actuando como redactores de comunicados corporativos. Es el papel que reasume, por su lado, la soldadesca de las grandes empresas del sector, con Giúdici, Crettaz y Morandini como voces que, eso sí, no flaquean en la propalación de consignas que vienen repitiendo al menos desde 2009, cuando comenzó el tratamiento parlamentario de la Ley de Servicios Audiovisuales.

Es gente que no se priva de nada. Clarín publicó el jueves 20 una columna en la que Susana Decibe, gran destructora del sistema educativo argentino, se da el lujo de reivindicar el plan de “reformas” de los 90, que es uno de los objetivos de fondo de las oligarquías de toda calaña para la post pandemia.

El trabajo en la defensa de la famiglia judicial y, ahora, de los multimillonarios de las telecomunicaciones, dejó casi en triste soledad a Carlos Pagni en su lucha contra el anuncio de la fabricación en la Argentina de la vacuna contra el COVID-19. Él, que había acusado al Gobierno de inacción y negligencia mientras otros países avanzaban, debió copiar lo ya dicho en días anteriores en La Nación y Clarín y sembrar confusas sospechas sobre las empresas vinculadas al proyecto.

Pero, buscando siempre un rasgo que lo distinga de la manada editorial, puso a La Nación en una función impensada: reivindica el modelo de fabricación de la vacuna anunciado por Brasil porque allí el Estado tiene más protagonismo que en la Argentina. ¡La Nación reclama estatismo! Menudo sobresalto.


“Del Canto al Engaño” exhibición Pitu Álvarez, presentado por  Moraima Art Gallery (Barcelona) en enero pasado.

ilustraciones  seleccionadas en el VI Iberoamericano de Ilustración Catálogo organizado por SM Fundación , El Ilustradero y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara .

 

Aunque tal vez no tan grande como el que habrá padecido el fiscal Stornelli, el que está acusado de maniobras ilegales al influjo de ciertos poderes, por no decir Clarín. Es que La Nación publicó el viernes este título de tapa: “Otro abogado aportó datos sobre la banda del fiscal”. Pero se refería a otro fiscal, no a Stornelli, que sigue gozando de una envidiable protección del periodismo independiente.

( https://www.comunanet.com.ar/despliegue-editorial-para-defender-otro-negocio/)

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III

El gran circo de los “cambios” y de las “premuras”

Hábitos, costumbres y tradiciones (tan aparentemente intocables en tiempos de "normalidad") fueron "descarrilados" por la fuerza descomunal de la crisis sanitaria, hasta hoy, más grande de la historia, provocada por el capitalismo.

Bodas, cumpleaños, bautizos, exequias... ritos, procesiones o heredades a cuál más, se suspendieron, se modificaron o se postergaron bajo los designios del Covid-19 y toda la parafernalia desatada por la irracionalidad del capitalismo y de sus "mass media".

Aquellos que, abrazados a sus dogmas, juraron jamás faltar a los ritos de su elección, se quedaron sin su misa y sin homilía. Todas las rutinas se trastocaron. "Cambió", provisionalmente, la catarata de estereotipos matutinos ejecutados (a veces con orgullo) por padres e hijos al emprender el día y precipitarse hacia la jornada laboral o escolar. "Cambió", en apariencia, el rito de la higiene y la vestimenta, el peinado, el perfume y el saludo. "Cambió", momentáneamente, el "ritmo" de la calle, del transporte y la supervivencia entre enjambres de automóviles, trenes y motocicletas. "Cambió" el smog y la polución sonora. Así sea por una temporada. ¿Cambió todo para que nada cambie?

Ahí donde hubo cuarentena, obligatoria o voluntaria, hubo "cambios" para gustos y disgustos. Toda la estructura cultural burguesa sufrió un cimbronazo enorme. La rutina monstruosa, fabricada para estandarizar la explotación de la mano de obra, con sus jaurías de engaños y sus lavados de cerebro cotidianos, se fisuró sensiblemente. Quedó a la vista el esperpento descarnado del capitalismo y sus muy pocos dueños usureros. Como en el "Mago de Oz". Eso explica la "infodemia" desatada para remendar las fisuras del sistema y evitarle visibilidad al sujeto social transformador. Que no vea el desastre (del que es cómplice involuntario) contra sí mismo. Que no se note el despojo y que siga pareciendo progreso. Por eso les urge "volver a la normalidad".



Todo lo enunciado como invencible, tartamudeó zarandeado por el "virus" (de origen accidental o experimental ¿algún día lo sabremos?) Todo lo que nos vendieron como inamovible se doblegó en la suma de los contagios y los decesos. Lo sólido se disuelve. Las "grandes verdades" del establishment resultaron ser paparruchadas de tecnócratas que, donde juraban que había "carencia de recursos", aparecieron mágicamente con carretadas de asistencialismo. Estado subsidiario de emergencia, antes de que se les escape de las manos el "control" social y se les esfume el "estado de derecho" burgués. Sólo el miedo al contagio contuvo a las masas. Todo lo demás quedó al desnudo. Nuevamente. Y se desató un vendaval "renovado" de falacias.


Si, como se dice, "la verdad nos hará libres"... se entiende por qué se la persigue, se la desfigura y se la prostituye tan febrilmente en las mazmorras ideológicas de las oligarquías. Las tácticas y estrategias de las falacias mediáticas se han perfeccionado y se producen en serie desde los laboratorios de guerra psicológica mejor disfrazados. Algunos se llaman "noticieros". Y nos mienten, a mañana tarde y noche, bajo el cobijo, incluso, de empresas y gobiernos en países "democráticos". Hay que ponerle punto final a eso.

Falta a la verdad el periodismo que se solaza en las consecuencias y no explica las causas.

Falta a la verdad el periodismo que superpone su opinión al devenir de los hechos.

Falta a la verdad el periodismo que se alía a las agendas de los poderosos en contra de los débiles.

Falta a la verdad el periodismo que engorda calumnias para granjearse dinero y/o simpatías.

Falta a la verdad el periodismo que empeñado en halagar intereses de cúpula e ignorar testimonios de los pueblos.

Falta a la verdad el periodismo que se rinde a la "obediencia debida" ante injusticias editoriales.

Falta a la verdad el periodismo que pone al capital por encima de los seres humanos.

Falta a la verdad el periodismo que pierde solidaridad con las luchas emancipadoras de los pueblos.

Falta a la verdad el periodismo que no denuncia los intereses del saqueo de recursos naturales de los pueblos.

Falta a la verdad el periodismo que hace indiferente ante la explotación de los trabajadores en todo el mundo.

  Estamos infestados con retahílas de afirmaciones imprecisas, con sustento paupérrimo y próximas a la calumnia, referidas a la situación actual del mundo y de la pandemia. La verdad sometida a un bloqueo económico demencial, sometida a sanciones ideológicas imperiales y algarabías demagógicas en defensa de la "libertad de expresión" burguesa. En los noticieros de todo tipo, han fabricado infamias descomunales que nada le envidian a los peores libelos de Miami. Ningún rigor informativo, encuestas adquiridas en fuentes de derecha y un "tonito" de superioridad que parece haber olvidado la situación de emergencia a que está siendo sometida la humanidad por culpa del capitalismo. ¿Alguien lo duda?.

Ese "periodismo de guerra" también de pandemia debe repudiarse. Ya se prepara el clan de los monopolios mundiales, están en el horno cientos de "Fake News" nuevas. Las tendremos temprano con el desayuno. Es muy probable que a los directores o directoras de noticias les guste la usurpación y la injerencia, sea de donde sea, que ayuden voluntariosamente a profundizar la agresión imperial contra la especie humana y que les importe un bledo el respeto a la soberanía de los pueblos y no la intervención en la vida política de cada país, aunque lo disfracen como "noticias internacionales".


 

En la fase actual de la pandemia (si alguien sabe cuál es que avise) la "información" copia los formatos de una prensa que en nada hace justicia a las mejores tradiciones periodísticas. Todo lo contrario, las envilece. No seamos cómplices. Quizá no sea mucho lo que pueda hacerse con unas líneas de protesta y denuncia pero mucho se hace no permitiendo que gane el silencio. Ni la impunidad. No debemos aceptar la impudicia oligarca cuando exhibe falacias peligrosas como si fueran verdades atesorables. Somos los indicados, e indicadas, para darle un lugar a la denuncia. Tenerlo en cuenta, comentarlo y compartirlo. Desterrar los vicios históricos y las deficiencias en nuestros modos y medios de producción informativa. Que no nos gane el silencio.

Mentiras y medios - Fuente Rebelión.

Dr. Fernando Buen Abad Domínguez, Director del Instituto de Cultura y Comunicación y Centro Sean MacBride, Universidad Nacional de Lanús. Miembro de la Red en Defensa de la Humanidad. Miembro de la Internacional Progresista. Miembro de REDS (Red de Estudios para el Desarrollo Social.

( http://www.bitacora.com.uy/auc.aspx?11613,7 )


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IV

¡Cuando podamos salir!


La gente comía choripanes y sánguches de bondiola con huevo frito a las nueve de la mañana del diez de diciembre de 2019 en los alrededores de la Plaza de Mayo. En unas horas el lugar será un hervidero de gente eufórica, pero a las nueve de la mañana los más ansiosos estaban sentados en el cordón de la vereda o se apoyaban contra las paredes cerca de la parrilla ambulante con su pedazo de carne entre dos panes. No podían esperar para sacarse las ganas. Querían ser los primeros en comer un chori en la Plaza de Mayo el primer día en que el peronismo volvía a tomar la sartén por el mango después de cuatro años.


Algunas horas después, ya con el bastón presidencial en manos de Alberto Fernández, todo será algarabía y reventarse la garganta a gritos y meterse en las fuentes de agua de lapla plaza saltar y gritar y festejar. Porque veníamos de cuatro años de un mal sueño, de aguantarnos las ganas.


Pero la gente comía con alegría y desahogo su sánguche de carne y huevo frito a la hora del desayuno en diciembre bajo un sol que ya empezaba a pegar duro. Querían ser los primeros choriplaneros, haciendo gala de esa maravillosa cualidad que tiene el peronismo – tan bien explicado por Pedro Saborido en el programa de Felipe Pigna para Radio Nacional (https://www.youtube.com/watch?v=P776OgBO-00) – de apropiarse de las injurias que le lanza la contra y hacerlas bandera. Ahí estaban los choriplaneros, después de cuatro años.


En estos días de encierro, en los que muchos vamos solo de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, vino muchas veces a mi cabeza aquella escena del día de la asunción de Alberto Fernández. Así estamos muchos. Esperando poder salir, hacernos escuchar, movilizarnos, abrazarnos. Nos diferenciamos ahora y nos diferenciaremos entonces. Porque para nosotros la vida vale, la nuestra y la de ellos. Por eso no salimos. Porque decidimos cuidarnos y cuidarlos, sin victimizarnos.


¡Ah, Pero cuando podamos salir! Cuando podamos salir vamos a reventar las plazas, porque estamos esperando a poder salir para comernos todos los choripanes del mundo y tomarnos toda la cerveza del universo y nos vamos a abrazar y vamos a ser felices, como solo se puede ser en los días peronistas. Y van a ver que distintos somos.

Sebastián Pujol.

( https://revistamarfil.com/2020/08/18/cuando-podamos-salir/ )


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Aunque nada volverá a ser igual … intentaremos seguir siendo los mismos que hemos sido. Las paradojas y contradicciones son propias de lo humano, del mismo modo que la posibilidad de descubrirlas en propios y extraños y de alguna manera intentar la difícil virtud de buscar alguna coherencia entre lo que se dice, se hace, se piensa …


En estos tiempos de la peste, algunas cosas emergen claras … la irracionalidad del vértigo con el que corremos detrás del viento del consumo y del trabajo inútil. Si algo nos ha dejado de evidente es que vivimos en una sociedad superflua … de trabajos innecesarios, actividades especulativas totalmente triviales (Salvo por el hecho de que nos proporcionan el dinero necesario para nuestros gustos, deseos y satisfacción. Comer aún sin hambre … producir toneladas de basura … sucumbir al ocio para nada creativo que supone consumir todo producto que otros imaginan y producen).


Los esenciales no son tantos, y para colmo son los que peores retribuciones reciben … y agregamos como esenciales a quienes nos mantienen en nuestras burbujas del confort de nuestras casas, o en el conformismo agonizante del de nuestras carencias, según el caso. ¿Que haríamos confinados, sin la tele, el celular o la internet? Probablemente suicidarnos en masa o salir a matar … o comer hasta morir reventados en la cama o deprimirnos y llorar hasta dormirnos y volver a depertarnos para volver a llorar.


Los tiempos de la risa solo lo sostienen las idioteces que replican en la tele o en la radio o los memes que se viralizan por las redes sociales … como espectadores de un acuario pero al revés … nosotros somos los pescados haciendo globitos detrás de la pared …


Tal vez y solo tal vez … cuándo despertemos de esta pesadilla y podamos volver a abrazarnos, a besarnos, a compartir un asadito con un buen vino, o las pizzas y empanadas con una birra espumante … podamos completar la experiencia de darnos cuenta de que se trata vivir.


Daniel Roberto Távora Mac Cormack





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