Martes 18 de Agosto de 2020


Los delirios de los delirantes en los tiempos de la peste ...


Helen Hester


En 2015 el colectivo feminista internacional Laboria Cuboniks lanzó su manifiesto “Xenofeminismo: una política para la alienación” con una apuesta central: si el mundo actual (y el futuro) está vertebrado por la tecnología, hay que lograr que esa tecnología sea feminista. Una de las seis fundadoras de ese colectivo fue la filósofa británica Helen Hester. Años más tarde publicó su propio Xenofeminismo, donde profundiza en algunas de sus investigaciones vinculadas a las tecnologías digitales, la reproducción social y las políticas del cuidado.

 

En el último tiempo Hester estuvo trabajando junto a su pareja Nick Srnicek en el cruce entre tecnología, trabajo y la crisis de los cuidados. Srnicek es otra celebridad intelectual tech, reconocido por su publicación Capitalismo de plataformas, en el que hace una radiografía de la llamada economía colaborativa o economía de plataformas.


Nosotrxs entendemos la crisis del trabajo y la crisis de los cuidados como dos caras de una misma moneda”, explica Hester en una de las conferencias que suelen dar en conjunto. “Nuestra propuesta de modelo post-trabajo incluye tres puntos esenciales: la automatización del trabajo doméstico, una reducción de nuestros estándares sobre el ámbito doméstico –tener una casa limpia, pasar tiempo con nuestrxs hijxs, ser hospitalarixs con nuestrxs invitadxs…– que nos permita distribuir el tiempo según nuestra voluntad y, por último, repensar la organización de la vivienda”, dice mientras su pareja la mira desde la primera fila con su hijo. El estudio de Hester y Srnicek plantea revisar la organización del espacio doméstico: una de las ideas es la formación de comunidades donde los cuidados sean compartidos sin distinción de género.


Srecko Horvat

Necesitamos tecnología descentralizada, lo contrario nos hace perder capacidad de maniobra y nos lleva a una sociedad de la vigilancia”, dice el filósofo croata Srecko Horvat, uno de los intelectuales y activistas más jóvenes y destacados de la nueva izquierda europea. Es discípulo de Zizek y cofundador de DIEM25, un movimiento paneuropeo de demócratas, unidos bajo la conclusión de que la Unión Europea sólo sobrevivirá si se transforma radicalmente.


Con nuestras casas, coches y vidas conectadas a una misma red, la nueva vigilancia de las corporaciones será total. “Todos estos campos de inversión e innovación exponencial están transformando nuestro mundo de una manera tan profunda que, dentro de poco, todas las vertientes de nuestra vida quedarán integradas en una red o estructura digital y global”, dice en uno de sus ensayos.


Y las consecuencias de esta situación las llama servidumbre maquínica. “Es un concepto que tomo prestado del filósofo italiano Maurizio Lazzarato y que tiene que ver con un temor que muchos tenemos: la tecnología nos está llevando a una nueva forma de totalitarismo. Hablo de servidumbre porque estamos en una situación en la que ya ni siquiera sabemos que no somos libres. La mayoría de la gente no es consciente de lo inmersa que está en distintos tipos de tecnologías y de cómo eso modula su existencia”, dijo en una entrevista reciente.


Su último libro, Poesía del futuro, reúne una serie de artículos que plantean la necesidad de  cambiar el sistema para salvar a una civilización que va camino al apocalipsis y desprendernos de ideas obsoletas como las fronteras, las identidades nacionales o el liberalismo económico. Durante el aislamiento, estuvo haciendo por Zoom una serie de entrevistas sobre la “nueva normalidad” a celebridades que van desde Noam Chomsky a Pamela Anderson y Gael García Bernal.

( http://revistaanfibia.com/cronica/dilema-la-filosofia-tech-pensar-mundo-mejor-explotar-al-humano-nunca/ )


MANO A MANO ENTRE NOSOTROS

EL VIRUS Y LAS TORRES GEMELAS

El Siglo XXI se inauguró con un atentado de falsa bandera perpetrado por el imperio en el corazón financiero del planeta. El evento se transmitió en vivo y en directo y eligió al edificio más alto del mundo como blanco, las Torres Gemelas, que portaban el emblemático nombre de Centro Mundial de Comercio.


La retaliación que siguió al asesinato masivo de aquellos 3000 ciudadanos norteamericanos, consistió en atacar un país con servicios e infraestructura casi medievales como Afganistán, donde se presumía estaban los terroristas de Nueva York.


En una sucesión criminal, se invadió Irak, estado sospechado de poseer armas de destrucción masiva. Resultado: el genocidio de un millón de personas, tal como lo reveló Julian Assange.


Inmediatamente se creó un ejército de fanáticos terroristas, el Estado Islámico, invención en la que colaboraron otros estados como la entidad sionista.


Su proyecto de fundar un califato en Medio Oriente, destruyendo estados como Irak, Libia y Siria trajo como consecuencia la implantación de una falsa guerra civil en este último país, con el resultado de medio millón de víctimas y millones de refugiados que desencadenaron una catástrofe humanitaria sin precedentes.


En este derrotero de sangre y muerte, las ejecuciones de hombres de estado se parecieron a la justicia del Lejano Oeste –Saddam Hussein, ahorcado-, o incluso a la de tiempos en los que ni siquiera imperaba el ojo por ojo –Muamar Gaddaffi, violado y linchado por una turba en la vía pública-.


Este sintético recorrido nos muestra que para la última versión del imperio, todo exceso y crueldad es posible, pero también toda maquinación política destinada a engañar a la humanidad al tiempo de aterrorizarla.


¿Por qué entonces provoca burla y rechazo la sospecha sobre el origen del virus?


En ninguna línea de este ensayo subestimamos su letalidad, ni afirmamos que efectivamente se trató de una invención, pero consideramos la duda como un ejercicio necesario para elaborar algunas hipótesis sobre la cuestión.


Una de ellas es la posibilidad de que el imperio, en su versión más inasible, el “deep state”, efectivamente haya diseñado un virus. Si esto fue lo que ocurrió, sus alcances y sentido  posiblemente escaparán a nuestro entendimiento durante décadas.


También podría tratarse, tal como insinuó el informe de la RAI sobre la cuestión, de una operación montada en China. Difícil saberlo, el ajedrez de contrainteligencia de un mundo que se dirige a la multipolaridad, moverá peones y alfiles sobre el tablero del espionaje de manera casi inescrutable.


Una última alternativa es que el virus sea simplemente eso, un virus, ayudado por infraestructuras deficientes y un tránsito de pasajeros de uno a otro continente jamás conocido por la humanidad.


En cualquiera de los tres casos, inducido o no, las consecuencias del  virus serán reales, determinarán ganadores y perdedores y entronizarán nuevos poderes fácticos en el planeta.


En términos locales, la pandemia nos azotó a tres meses del mayor endeudamiento de nuestra historia, efectuado por un capital parasitario que dejó a su paso un record de pobreza y activó sus propios mecanismos de impunidad para seguir influyendo, a través de poderes fácticos –medios hegemónicos, capitales agrofinancieros- en la coyuntura actual.


Por eso, al introducirnos en este apartado, consideramos imprescindible hacerlo desde una perspectiva nacional, teniendo en cuenta cuáles eran las condiciones en las que los argentinos nos debatíamos previo a la pandemia, y cómo podremos afrontar el futuro de acuerdo con nuestras debilidades y fortalezas.

UN RECUENTO NECESARIO

Hasta aquí, hemos ofrecido un repaso sobre las narrativas, que nos permitieron transitar por los entresijos de los discursos, las intenciones del poder y navegar los imaginarios sociales que terminan cementando un relato naturalizado del evento.


En la segunda parte, retratamos a los poderes fácticos caracterizados como “salvadores”. “filántropos”, o “esperanzas” para la humanidad, entre ellos, los laboratorios, la OMS y Bill Gates. Estamos convencidos de que si no se conocen sus respectivos “prontuarios” y la trascendencia que adquirieron en la emergencia, será difícil visualizar a través de qué vías transcurrirá la gestión de la crisis y quiénes se encaramarán como los grandes beneficiarios después de concluida.


Finalmente, a través de la lectura de Byung Chul Han, Slavoj Zizek, Giorgio Agamben y Alexsandr Duguin, confrontamos cuatro voces autorizadas, complementando sus visiones y hasta en algún caso, permitiéndonos realizar observaciones propias sobre sus dichos relacionados con la pandemia.


Ahora, es tiempo de atar algunos hilos sueltos, aportar nuevos datos y, como ya quedó dicho, arrimar una mirada nacional al asunto.


Empecemos con una cuestión que fue tratada incidentalmente en el primer apartado de este trabajo: la libertad, su supresión transitoria y sus consecuencias.


O JUREMOS CON GLORIA MORIR


Tres veces se repite la palabra libertad en el himno, y “La marcha de San Lorenzo” nos recuerda que el sargento Cabral entregó su vida por la “libertad naciente de medio continente”. En un país fundado por liberales, no debería menoscabarse su valor, aunque la emergencia imponga momentáneamente la suspensión de las libertades básicas, la de tránsito, la de trabajo y hasta la más elemental de todas: la que nos asegura que nada ni nadie podrá encerrarnos contra nuestra voluntad.


El asunto no es menor, no solo porque la libertad forma parte del relato mitológico argentino, sino porque además, el mundo se debate en la actualidad entre dos tácticas ideológicas en las que la libertad es un elemento central.


En efecto, Steve Banon y George Soros antagonizan a través de dos modelos que pretenden colonizar los sistemas políticos, desde focalizaciones distintas que, no obstante, ponen en el centro a la libertad.


En el caso del plutócrata húngaro, se trata de la elección libérrima de identidades que fragmentan cualquier posibilidad de articulación comunitaria ( Es conocida la promoción y financiamiento con que Soros y sus ONG`s sostienen la ideología de género, pero también, aunque no tan difundidas, las iniciativas que el magnate húngaro lleva adelante para alentar el libre tránsito de grandes conglomerados de migrantes. Como se ve, ambas modalidades involucran la libertad como concepto central.) mientras que para el norteamericano, el uso de la  libertad  incluye la desobediencia al poder estatal y la consecuente negación del monopolio de la fuerza por parte del estado mediante la libre portación de armas.


De manera que tanto por “izquierda” como por “derecha”, se bate el parche del deseo individual como motor de la historia, lo que da lugar a expresiones que glorifican este modo de vida desde una u otra perspectiva.


En nuestro país, la prédica quedó en manos de la derecha macrista y de los libertarios, ese espacio difuso en el que los que se reivindican como liberales exaltan el poder de las corporaciones y los monopolios. Lo concreto es que esos discursos atraen y encarnan en parte de la ciudadanía, y por lo tanto sería una torpeza abandonar el cuidado y encomio de las libertades individuales a los que solo las reivindican en abstracto.


Por otra parte, la relación del peronismo con la libertad es compleja, sobre todo en lo discursivo. Ningún movimiento sufrió más el recorte de las libertades –persecuciones, fusilamientos, torturas, desapariciones, exilio y censura- que las bases peronistas, pero al mismo tiempo, los excesos autoritarios de sus dos primeros gobiernos facilitaron que el “país burgués” insista en su autoritarismo cada vez que regresa al poder, incluso en una versión un tanto desleída como la que hoy gobierna el país.


De manera que los medios hegemónicos agitan una vez más el fantasma del meneado autoritarismo peronista, basados en el recorte de libertades que obligadamente surgieron con la pandemia.


¿Cuál ha sido la respuesta de la gestión Fernández a estos cuestionamientos?


En uno de sus mensajes de cuarentena, el presidente hizo una reflexión a nuestro juicio equívoca, cuando mencionó que “sin  vida, no hay libertad”. Entendemos que en la emergencia y desde su función de jefe de estado, apelar a la responsabilidad y al cuidado social es correcto, pero aquí pretendemos ahondar en el aspecto discursivo y en el modo en el que el imaginario colectivo procesa esta sentencia.


Como recordábamos párrafos arriba, el sargento Cabral es exaltado en la “Marcha de San Lorenzo”, por inmolarse y preservar así la libertad de medio continente, una noción de moral heroica que no es ajena a la tradición de luchas populares. Arturo Jauretche, por su parte,  la reivindica en su poema “El paso de los libres” que evoca la intentona yrigoyenista para devolver a su líder al poder: “En cambio murió Ramón, jugado a risa la herida, cuando es grande la ocasión, lo de menos es la vida”.


Es una paradoja que un gobierno apoyado por entusiastas apologistas de la militancia setentista, que llevó al paroxismo la noción de sacrificio personal, nos aleccione desde la figura paternal de Fernández sobre la inconveniencia de privilegiar la libertad o  promueva una cautela que podría tildarse de burguesa frente a la pandemia.


Se insiste, creemos que la apelación puede ser la indicada, pero al mismo tiempo, se le sigue cediendo a una derecha que chilla por los presuntos desbordes autoritarios de la gestión Fernández –Vicentín, reforma judicial-, la defensa de las libertades individuales.


El oficialismo, como muchos de los intelectuales orgánicos que lo apoyan, fueron remisos a considerar que efectivamente las libertades se restringieron con la cuarentena, que esto es un estado de excepción, y que admitirlo tal vez sea la mejor manera de comenzar a procesar el sentido de esa situación.


Las manifestaciones opositoras, ya desde el primer gobierno de Cristina Fernández, se caracterizaron por una épica que resalta el valor de la libertad y una estética que reivindica cierto desparpajo como respuesta a un poder que se conceptúa como tiránico. Importa poco si se trata de  una impostura, sino de que de esa manera se ven a sí mismos quienes se manifiestan contra un gobierno de signo peronista.


La experiencia histórica dejará su huella, y sería conveniente –más allá de la emergencia de la pandemia-, atender el concepto de libertad, problematizarlo y, sobre todo, apropiárselo en nombre de valores nacionales, populares y revolucionarios.


Observando la situación mundial, se puede apreciar que la libertad se ha convertido en eje de protestas, reivindicaciones  y polémicas, en parte por la manipulación que los poderes fácticos han hecho de la ciudadanía. Desde las “revoluciones de colores”, preámbulos de golpes de estado en distintas partes del planeta, a las marchas gerenciadas por la ideología de género o las protestas antirracistas en Europa y Estados Unidos, la libertad se convirtió en leit motiv estético y motor desestabilizador.


No nos parece entonces ocioso discutir este concepto, cuando en Estados Unidos, para poner un ejemplo, se pone en entredicho el poder del estado desde posiciones completamente disímiles: en Michigan, civiles armados defienden sus libertades amenazadas por la pandemia, y en Capitol Hill se constituye una zona libre, casi una parodia de comuna, que reivindica su autogobierno. Que estos movimientos se hagan por la derecha y por la izquierda del espectro ideológico, nos habla de lo complejo y en parte inasible que resulta hoy el concepto de libertad.


En definitiva, la noción estaba en juego antes de la pandemia, definida como goce individualista, apropiada por la cultura de un capital financiero trasnacional que promueve la satisfacción inmediata. Ahora bien, la pandemia y sus restricciones a la libertad, trazaron una huella en la subjetividad. Cómo la procesará cada individuo, qué rédito sacará el poder de esta experiencia y cómo manipulará al conjunto, son elementos a tener en cuenta, sobre todo, si los medios hegemónicos siguen insistiendo en nuestro país con el sonsonete del ogro peronista que devora las libertades individuales.


Como ya señalamos en otras páginas de este trabajo, se desautorizó a los llamados “anticuarentena” tildándolos de delirantes o advirtiendo una cerril oposición a cualquier medida que tome este gobierno. Es posible que muchos de ellos, intoxicados de un discurso mediático que revisita el gorilismo con nuevo ropaje, respondan a ese perfil, pero no todo anticuarentena es antiperonista, asumió una pose ideológica de moda o se ha empachado de lecturas conspiranoicas. La desconfianza hacia los poderes fácticos y los personajes que los encarnan, revela un malestar al que habrá que atender, aunque más no sea para desactivarlos como potencial núcleo duro de protestas opositoras.( En este sentido, resulta significativa la bandera portada por un grupo de ellos en una de las manifestaciones ocurridas en el Obelisco, en la que se podía leer la frase “Soros o Perón”. La antítesis es emblemática de nuestra historia política, porque nos remite a “Braden o Perón”, la opción que prohijó el primer triunfo del general Perón en 1946.)


PERDEDORES Y GANADORES


Antes de seguir con nuestro apartado nacional, es conveniente revisar qué ha ocurrido con la economía del mundo, de la que obviamente no somos ajenos.


Trascurridos seis meses, se tiene certeza de quiénes han salido favorecidos y quiénes son los perdedores de la crisis.


Con una caída de la economía mundial que según los cálculos más optimistas llegaría al 3,1 y otros más realistas sitúan en un 5%, los desempleados y empobrecidos se contarán por cientos de millones, en tanto los nuevos megamillonarios concentrarán la riqueza en unas pocas manos. Los que tenían la vaca atada, paradójicamente han perdido 553.000 millones de dólares en los primeros meses de la pandemia, pero aquellos vinculados con los negocios virtuales, se han convertido en los nuevos patrones de la economía mundial. Entre éstos se cuentan Apple, Zoom, Microsoft, Amazon, Netflix y Glovo; todas plataformas digitales o soportes de éstas. ( “Desde la última semana de marzo, cuando la pandemia derivó en crac bursátil, hasta fines de mayo, la cotización conjunta de esas grandes empresas tecnológicas subió en unos 810.000 millones de dólares” Fuente: Sputnik, recogida por “Motor económico” de Alfredo Zaiat.)


Su ascenso se vincula con el uso obligado de los servicios que ofrecen, y  con las modalidades de consumo que definitivamente ha impuesto el Coronavirus.


Una persona atravesada por esta época puede teletrabajar desde su casa, pedir su comida a Glovo, donde le ofrecerán los servicios de un “personal shopper”,( Se calcula que durante la pandemia, este puesto aumentó en su demanda un 600%.) que elegirá sus productos en las góndolas del supermercado, para que los ya conocidos ciclistas se los acerquen; luego, ya con el plato dispuesto sobre la propia mesa de trabajo, se conectará a Netflix ( “Netflex anunció el 22 de abril pasado que registró 16 millones de usuarios nuevos entre enero y abril”- Fuente: Sputnik, recogida por “Motro económico” de Alfredo Zaiat.) para ver una oferta inabarcable de películas y series. Y si necesita algo de calor humano, podrá practicar sexting antes de irse a dormir.


Este panorama, activado por la pandemia, nos ofrece algunas certezas, que de aquí en más deberían volverse datos a tener en cuenta. Contabilizamos estos cuatro aspectos como factores centrales a la hora de hacer cualquier tipo de análisis sobre cómo encarar la crisis:


  • Más pobres: Un ejército de nuevos desocupados y empobrecidos puebla el planeta. Desconocemos si el virus ha sido manufacturado para luego determinar una pandemia que, con sus restricciones a la libertad de tránsito y de trabajo, provocó una crisis sin precedentes, mayor que la Depresión de los ´30; el caso es que ese es el nuevo paisaje del mundo, que entre otras cosas traerá consigo un aumento de la violencia y el malestar social.

 

  • Concentración de riqueza en manos de megamillonarios dueños de corporaciones digitales: paralelamente a la creación de nuevos pobres o de la caída acentuada de los que ya estaban desfavorecidos, se produce un ascenso de nuevos millonarios, con una marcada influencia en las decisiones políticas del planeta. Por caso, Amazon no solo es una plataforma que vende productos y produce películas, sino un gigantesco almacén de datos estatales, entre los que se guardan archivos de la CIA.(“Sus servers guardan documentación de grandes corporaciones, como también de la CIA, la agencia de inteligencia estadounidense. Según la lista anual publicada or Forbes, que calcula los patrimonios de los empresarios más importantes del mundo basándose en propiedades, dinero en el banco y acciones entre otros, Bezos (propietario de Amazon) ocupa el lugar más alto del ranking con un estimado de 131.000 millones de dólares”. Fuente: Sputnik, recogido por “Motor económico” de Alfredo Zaiat.) Netflix no es únicamente ese cine universal que cada habitante del planeta con un televisor y una membresía de la compañía podrá disfrutar, sino un fabuloso aparato de propaganda que promueve agresivas campañas pro aborto en los Estados Unidos contra aquellos estados que se niegan a legislarlo. Los contenidos de Netflix respetan los cupos de personajes rigurosamente seleccionados según la ideología de género, componiendo un nuevo tipo de villano entre sus estereotipos: el varón heterosexual, que viene a reemplazar a los malvados orientales o a los criminales nazis.


  • La globalización cultural ha triunfado: aunque Aleksandr Duguin afirme que la globalización ha sido enterrada, esta cultural global se yergue triunfal sobre la faz de la tierra. No solo implica consumos que han sido descriptos párrafos arriba, sino modalidades de trabajo en las que campea la explotación a destajo. El concepto de “sociedad del cansancio” esbozado por Byung Chul Han, que hemos relativizado en otras páginas aquí adquiere carácter de acertada ilustración: los ciclistas de Glovo son la representación fiel, con su autoexplotación (jornadas de doce horas que deben hacerse a toda velocidad para cumplir la entrega de pedidos con los que sacar una diferencia a favor). La globalización ha triunfado asimismo en la estandarización del consumo: hoy el planeta entero puede ver series como “La casa de papel”, trascendiendo diferencias culturales y aplastando identidades específicas. Este fenómeno cabalgaba sobre el mundo en forma previa, pero la emergencia lo cementó definitivamente.


  • El disciplinamiento social es una realidad: el estado de alarma y prevención deja a la mano de cualquier poder fáctico la posibilidad de recurrir a la reaparición de este virus en forma de rebrote o mutación, o de alguna nueva afección que nuevamente encierre a porciones enormes de la población mundial en sus casas. El recurso, con origen en un virus manufacturado o no, provocado por un protocolo direccionado para promover el disciplinamiento de gran parte de la humanidad o no, ya forma parte de una táctica más de las guerras híbridas. Miles de millones se pueden inmovilizar con solo activar el recuerdo de esta crisis y la amenaza de una futura. La aceptación de un estado policial, la resignada cesión de los propios datos personales para ser preservados en pro de nuestra salud, forma parte de un proceso de ingeniería social que los especialistas en la teoría del caos controlado no dejarán pasar. La nuestra no es una advertencia alarmista, sino la observación objetiva de un fenómeno que  está a la mano de los ingenieros sociales.


Estas cuatro certezas no deben considerarse una exageración del “pesimismo de la razón”, sino un diagnóstico que deberá analizarse y, en caso de que este statu quo se pretenda imponer en toda la línea, combatirlo con el “optimismo de la voluntad”.


Lo cierto es que si no se admite en principio la realidad, mal podremos después modificarla.


¿POR QUÉ NOS QUIEREN ENCERRADOS?


Lo mencionamos en páginas precedentes, cuando nombramos analistas que se preguntaban sobre la aparente zoncera que significa que el capital sacrifique el consumo, motor y sentido de su existencia, encerrando a miles de millones de personas en sus casas. La apreciación es atendible, pero aquí, continuando algunos de los apuntes ya realizados, acercamos una posible hipótesis.


Como ya hemos visto, la crisis perfiló definitivamente una forma de consumo de sesgo puramente individualista. A diferencia de otros sistemas políticos y sociales en los que la continuidad entre tecnología, ritualización y cultura política requería de grandes masas que escenificaban estos consumos culturales y se celebraban a sí mismas, la nueva hegemonía parece expresarse a través de un acotado ámbito privado; después de todo, la permanente promoción de identidades fragmentadas nos habla de esto: minorías creadas artificialmente, que reivindican su existencia entre el orgullo y la victimización, son la expresión de un poder que domina a través del aislamiento entre los individuos, separados por sus propias problemáticas específicas, para de ese modo impedirles, precisamente, una articulación comunitaria.( “Ese esquema se reproduce en veganos, ambientalistas, etc. Todos en realidad son grupos extremos montados sobre algo cierto pero recubierto de mentiras que con sus radicalizaciones rompen con otros grupos, por ello es imposible con esta multiplicidad de grupos construir algo, son reivindicaciones parciales individuales, confrontativas, que no pueden conciliar una agenda” Marcelo Ramírez, en comunicación con el autor.)


Para visualizar esto que podría ser un cambio de paradigma cultural y tecnológico, tomaremos el concepto de espectáculo en el Siglo XX. Entonces, los cines fueron gigantescos auditorios que no solo contenían multitudes, sino que además cumplían con un sentido ritual. Por algo los frentes de aquellas salas tenían una arquitectura monumental, que todavía puede observarse en viejas y abandonadas estructuras del Conurbano  o en edificios como los del viejo Ópera o el Gran Rex, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


La monumentalidad era común a las pantallas y a las estrellas que se admiraba a través de ellas. Ese star system creaba las categorías inalcanzables de ídolos y divas. Regímenes autoritarios, tributarios de la modernidad con la que irrumpieron las masas en la historia, hicieron del cine un instrumento de propaganda, concluyendo así la tríada tecnología-ritualización-cultura política.


Los grandes rituales del Siglo XX, las celebraciones de carácter universal, siempre tuvieron ese carácter masificado; Copas del Mundo de Fútbol, Juegos Olímpicos, Ferias Mundiales, son algunas de sus manifestaciones.


Hoy hasta la representación del viejo star system ha desaparecido, reemplazada por una constelación de estrellas de las redes sociales que paradójicamente son masivas para públicos segmentados y completamente desconocidas para otros tantos millones.

La celebración narcisística –puedo ser un personaje masivo con un video de Youtube- ensimisma al sujeto y lo aísla, aunque se encuentre “conectado” con millones.


La reproducción también se ha empequeñecido: de la pantalla del Cinerama a la del celular.


Advertimos que la nuestra, más que una hipótesis, es una tentativa de explicación. No sabemos qué ocurrirá después de la pandemia con celebraciones masivas como el fútbol o de qué manera podrían modificarse rituales como las fiestas electrónicas o los boliches, pero cabe la posibilidad de que, si el virus persiste o reaparece periódicamente, esos ritos inicien un lento declive.


En ese sentido, la cuarentena mundial, de un modo planificado o casual, quizás haya echado la primera palada sobre la tumba de esta cultura. El consumo se convertiría así en una celebración puramente individual, un ritual privado, y el vínculo con el otro existiría de un modo predominante a través de la pantalla.


¿Habrá sido entonces esta modalidad una estrategia del capital que se acopló a la crisis o una consecuencia de un cambio de paradigma que ya venía ocurriendo? No lo sabemos, simplemente aportamos esta perspectiva.


De lo que no pueden quedarnos dudas, así como de las cuatro certezas descriptas párrafos arriba, es de que el evento crítico es un “bocatto di cardinale” para cualquier ingeniero social. Los teóricos del caos controlado sin duda habrán tomado nota, sino es que lo alentaron desde las sombras.


El caos controlado sostiene, como ya apuntamos en la primera parte de este trabajo, que todo sistema experimentará tarde o temprano, un estado caótico que determinará a su vez un nuevo orden. Los teóricos, mayoritariamente norteamericanos (Leo Strauss, Zbigniew Brzezinski, Steve Mann, Thomas Barnett) se complacen en promoverlo a través de guerras híbridas y –como ya lo hemos señalado- mediante la implantación de nuevas subjetividades, ancladas en la fragmentación identitaria.


Este es un dato que no se puede obviar, como que su análisis opuesto, La doctrina del shock, de Naomi Klein, nos indica que luego de cada evento traumático, el poder hegemónico ha implantado un cambio que de otro modo la voluntad general no habría aceptado. Pecaríamos de ingenuos si no advirtiéramos que esta emergencia traerá aparejados movimientos de ingeniería social que la teoría del caos alienta y sobre los que la doctrina del shock nos previene.


Lo cierto es que después de aceptar la magnitud de la crisis y las asechanzas, es necesario sugerir algún tipo de camino para superarlas, lo que al fin y al cabo es un ejercicio del mencionado “optimismo de la voluntad”.


Lo haremos, tal como reza el título de este opúsculo, en celeste y blanco.


LA PANDEMIA MACRI Y LOS MEDIOS


A los tres meses de asumir el gobierno, la pandemia alcanzó a la gestión de Alberto Fernández. Ocurrió en medio de un panorama regional complejo. En octubre, mes de su elección, ocurrió un golpe de estado en Bolivia, junto a protestas callejeras en Chile y Ecuador, que, a juzgar por las medidas tomadas a posteriori, no parecen haberse resuelto en favor de las masas populares que las protagonizaron.


La situación se parece mucho a la que tuvo que afrontar el general Perón en su tercera presidencia: gobiernos ilegítimos y dictaduras rodean a un país que, pese a la cantinela de los medios hegemónicos, conserva sus instituciones a pleno.


Pero la pandemia se inició por aquí cuatro años antes. La gestión Macri aumentó la pobreza y produjo el mayor endeudamiento de la historia, concentrando la riqueza en unas pocas manos.


La crisis no debería diluir la responsabilidad de aquel gobierno entreguista. No puede soslayarse que un trimestre antes de decretar la cuarentena, Argentina no tenía ministerio de Salud. En este sentido, se vuelve imprescindible recordar aquel status del país y esa situación de abandono y carencia.


El andamiaje comunicacional, que este gobierno no afectó, y con el que celebra transitorios acuerdos de paz (entrevistas a periodistas de los grupos hegemónicos, entremezcladas con algunas ofrecidas a medios más afines, más pasos atrás cada vez que los primeros ponen el grito en el cielo por algún desliz que juzgan autoritario) hace difícil esa tarea pedagógica de separar las dificultades producto de la crisis, de la destrucción sistemática ejecutada durante cuatro años como plan de saqueo.


Por el contrario, a fin de manipular el humor social, la lupa hegemónica sobre cada acto de la gestión convoca a la rabia ciudadana, que una vez manifestada, hace vacilar al gobierno sobre sus propias medidas. Así ocurrió en el caso de la posible expropiación de la empresa Vicentín, duramente resistida a partir del cacareo unánime de los medios asociados al negocio agrofinanciero.


Esa mezcla de ejercicio timorato del poder y de corrección política, afín al estilo del presidente, no parece haber dado resultados o al menos asegura que cada decisión favorable al interés nacional y popular será considerada por los poderes fácticos como una afrenta, que una parte de la población manipulada por éstos, asociará a la “corrupción K” y al mentado “autoritarismo peronista”.


De manera que se vuelve necesaria una red de medios activa, dispuesta a la defensa de los intereses populares, que la gestión Fernández debería sostener para que su entramado se vuelva eficaz; a ese armado deberían concurrir también los medios públicos, hoy con un discurso deslavado  e insustancial.


Los mal llamados “medios alternativos” o populares son parte integral de esa red, pero a la manera de barcazas sueltas ofrecen poca resistencia contra los portaaviones de los medios hegemónicos. Se impone entonces coordinarlas como una flotilla ágil, que a la manera de una guerrilla comunicacional una los puntos de la información y la reflexión para mantener a la sociedad activa y en defensa de sus intereses.


Los pasos que parecería dar el gobierno en este sentido, lejos están de esta concepción: se insiste en buscar el apoyo empresarial que cambie el signo de medios otrora opositores sin que eso redunde en una comunicación eficaz.( La gestión actual no parece haber tomado nota del fracaso de la administración kirchnerista en este sentido. Dejar en manos de empresarios ajenos al negocio de la comunicación multimedios como los que componían Radio del Plata y 360TV, o Radio América, CN23 y Tiempo argentino, derivaron no solo en un fracaso periodístico, sino en un desastre económico. Hoy, los canales que formaban parte de esos consorcios, han quedado en manos de grupos evangelistas y se emiten en dúplex por la TDA.)


DEL LABERINTO SE SALE POR ARRIBA


La pandemia no le dejó al gobierno demasiadas alternativas. Si la idea de Alberto Fernández era la de molestar lo menos posible a los poderes fácticos, la magnitud de la crisis lo obliga a una gestión audaz.


Se sugiere que con la post pandemia se promoverá una renta básica universal, que, según trascendidos, abarcaría unas tres millones de personas. Si se procede así, se trataría de un contrasentido: la IFE, anticipo de este tipo de medida, alcanzó según datos oficiales, a diez millones de personas, de manera que llamar “universal” a un ingreso que contendrá a tan solo un tercio de aquellos que lo recibieron en la emergencia, no solo es faltar a la verdad, sino desvirtuar un instrumento redistributivo que podría ser clave en el consumo interno y el despegue productivo.


La medida amerita una discusión profunda y decisiones audaces, ya que, similar a la AUH, o a la implantación de regímenes previsionales durante el kirchnerismo, podría tener una incidencia central en el aspecto económico, social y político.


La crisis, como hemos visto, ha dejado en el mundo ganadores y perdedores, que aquí se reiteran; grupos como Techint extorsionan con salarios a la baja o cierre de plantas, configurando una virtual flexibilización laboral. De este modo, las condiciones del trabajo se ven amenazadas en la post pandemia. La resistencia no solo dependerá en este caso de las medidas que tome el gobierno, sino que requerirán de una atenta vigilancia de los sectores populares encolumnados en el movimiento obrero.


Otro aspecto a tener en cuenta será el de la inseguridad. Aunque estadísticamente configura un tema menor, en la sensibilidad popular, a menudo fogoneada por los grandes medios, ocupa un lugar central.


Con la crisis, delitos menores como el robo de objetos de cobre o bronce (picaportes de casas, números de identificación de domicilios, etc.) se combinan con otros de inusual violencia. Sobre éstos últimos cabalgará el descontento social, que, como ya se ha dicho, atizado por los medios, convierte a la inseguridad en tema de agenda política.


La magnitud de la crisis no deja margen a medidas timoratas o medias tintas. El evento, histórico, excepcional, habilita a la gestión Fernández a un shock político. Que la ciudadanía lo agradezca y las corporaciones lo resistan, será una consecuencia lógica de los intereses que se tocarán y de los sectores que serán beneficiados. Lo que debería tener en claro este gobierno es que defecciones o mensajes ambiguos acompañados de medidas tibias lo alejarán cada vez más de su base electoral.


En este apartado, como se habrá apreciado, nos permitimos dar una serie de sugerencias, generales, incompletas, convencidos de que en estos temas de urgencia política abundan los especialistas que sabrán ofrecer análisis medulares y diagnósticos precisos. Lo hemos hecho solo con cierto afán orientativo, y para que el andamiaje teórico que sostiene a todo el trabajo, ancle de alguna manera en observaciones más terrenas.


Pero el tronco conceptual de este trabajo, más allá de la información vertida en su segundo apartado, han sido algunas hipótesis vinculadas a lo cultural. A ese especio retornamos para ponerle fin a este aporte.


ES EL PERONISMO, ESTÚPIDO

La democratización del goce”, le llama Daniel Santoro a la celebración que significó la irrupción del peronismo en la sociedad argentina, una fiesta en la que el consumo de bienes y servicios inaccesibles para la mayoría de nuestros compatriotas, dio carta de ciudadanía real a los eternos marginados del sistema.


Ese goce, que no espera un paraíso socialista ni siente culpa por asumirse capitalista, deja una huella en la sociedad argentina: para consumir, para ir al encuentro de la mercancía, hay que ser visible, y para hacerlo, se irrumpe en el mercado, corporizado en lugares concretos.


Así, Mar del Plata será para inicios de los cincuenta un punto de encuentro de las masas populares con ese consumo y con ese goce. Sus cuerpos, que producen asco a sectores oligárquicos, ( “Accedimos al pedido de la Madre Superiora y fuimos a comer con las otras presas del patio (…) Eran feas y negras. Después del almuerzo, se apretujaron para mirarnos de cerca. Con mucho respeto, algunas nos tocaron los brazos como para contagiarse de nuestro destino (…) Algunas de nuestras compañeras estableció la costumbre de abrazarnos: eso es espantoso, un verdadero sacrificio por el olor que despiden”). Testimonio de Adela Grondona, extaído del libro El grito sagrado, que reproduce Norberto Galasso en su biografía de Perón. se mostrarán, orgullosos, chillones, felices.“Hombres y mujeres de todas las edades, de las más variada gama de siluetas y tipos, y con abundante superávit de oscura pigmentación, fisgoneadores e impertinentes, llegaban a los modestos pueblos del interior (…) haciendo alarde de sus desnudeces y excrecencias adánicas que para peor de todos los males, eran la contrapartida de la estética, la belleza y el sentido del pudor con que la naturaleza suele adornar a la criatura humana” Reynadl Pastor, Frente al totalitarismo peronista, reproducido por Norberto Galasso en su biografía de Perón.


El plebeyismo, que es un signo de identidad en la cultura nacional, irrumpe con nuevos bríos, y el señor feudal Patrón Costas afirmará que lo que no soporta de la herencia peronista es esa insensata costumbre que le ha quedado a la peonada de mirar a los ojos al patrón.


Desde entonces, y en particular cuando el 17 de octubre la muchedumbre ingresa a la plaza y a la historia, lo que se inscribe en los márgenes del “país burgués” es ese contacto material de los cuerpos con un lugar que les era ajeno. Las patas en la fuente son, de esa manera, el símbolo central de aquella jornada.


Evita besa “hasta a los leprosos”, dirá el propio Perón de su mujer, y así nos acerca una idea de lo que los cuerpos y la cercanía significaron para el peronismo.


Y no solo aquellos que irrumpían gozosos en las pizzerías y obligaban a las clases medias altas a comprar manuales de buenos modales como una forma de distinción, sino también los que después del ´55 sufrirán persecución y muerte. Los cuerpos de los fusilados del ´56, la voz de Hugo Del Carril traspasando los muros de Devoto para cantar la “marchita”, los primeros caídos en acciones guerrilleras, los caños y los actos relámpago. Todas estas instancias involucran cuerpos, cercanía, materialidad, exactamente lo opuesto a la distancia y virtualidad que propone la posmodernidad y que la pandemia pretende imponer definitivamente.


No es una enumeración anecdótica: desde la vajilla checa con que un pibe comía en la Fundación Evita, esa máquina de coser entregada por la Abanderada, Rucci protegiendo con su paraguas al General, el cuerpo martirizado de Norma Arrostito, las multitudes liberando presos, los sometidos a  tormentos por la dictadura; cada imagen confirma que con el peronismo y la “democratización del goce” que trae consigo, los cuerpos irrumpen en la sociedad argentina.


El propio kirchnerismo revivió la tradición en la celebración multitudinaria del Bicentenario y en el acceso popular a Tecnópolis, las marchas en apoyo al gobierno y las muchedumbres festejando cada 25 de mayo como fecha propia. ( El velatorio de Néstor Kirchner fue, como los de Perón y Evita, otro ritual que encadenó un hito más de la épica peronista.)


El peronismo, parafraseando a Cooke, es un hecho erótico en el país burgués, y en nombre de esa impronta, al quedar asociado con el distanciamiento y el encierro obligado, corre el riesgo de mutilar su propia naturaleza.


Reactivar la economía y privilegiar a los sectores desfavorecidos deberían ser, sin duda, ejes centrales de la post pandemia; pero este aspecto, profundamente cultural, no puede desatenderse.


Es necesario ganar el espacio público como punto de encuentro, celebración y ágora. Que la superación de la enfermedad se festeje en las plazas, en los anfiteatros, en las calles, que los cuerpos vuelvan a encontrarse para intercambiar, jugar, celebrar.


El peronismo no puede quedar asociado a un cuidado maníaco obsesivo, a la distancia social, a la pérdida del abrazo y del grito.


Frases como “ya nada será igual”, “transitaremos una nueva normalidad”, “todo ha cambiado para siempre”, huelen a derrotismo y naturalización del desastre. El pueblo argentino está dispuesto una vez más a poner las patas en la fuente, y el gobierno de los Fernández, como siempre lo hizo el peronismo, deberá allanarle el camino hasta la Plaza.

( http://laseñalmedios.com.ar/2020/08/14/pandemia-en-blanco-y-celeste-una-mirada-argentina-a-la-crisis-mundial/ )


En el aniversario de la muerte del general San Martín, una parte de la oposición fogonea a marchar en defensa de “la república” rompiendo con la cuarentena y las medidas sanitarias dispuestas por el gobierno para evitar el aumento de contagios por coronavirus. A pesar de que médicos y especialistas advierten sobre la peligrosidad de movilizar, los contagios y las muertes crecen día a día y el sistema sanitario está cerca del colapso, estos sectores desoyen las recomendaciones y las medidas de cuidado arriesgando sus propias vidas y las de toda la sociedad para manifestarse con argumentos “delirantes” contra un supuesto “atropello a las instituciones” por parte del gobierno.


Los psicoanalistas Jorge Alemán, Nora Merlín y Horacio Gargano Nos ayudan a entender un fenómeno mundial donde toda racionalidad fue dejada de lado y la derecha ha clausurado cualquier tipo de intercambio y debate en pos de desgastar a los gobiernos progresistas destruyendo lo político. Los tres psicoanalistas coinciden que estas marchas anticuarentena son nuevas formas de golpes de estado inscriptas dentro de un sistema democrático que tratan de instaurar un orden autoritario, delirante y neoliberal.


Jorge Alemán: "Estas marchas que se repiten en distintos lugares del mundo tienen como novedad que son marchas conjugadas desde el delirio y el odio. No responden a ninguna reivindicación específica u objetiva sino que tienen un carácter destituyente y lógicamente golpista, no en el sentido tradicional del golpe militar sino en el sentido del desconocimiento de la ley y de la democracia. Las premisas de las marchas desconocen todas las evidencias que afectan al común de la sociedad y preparan un tipo de orden autoritario delirante".


Nora Merlin: "Hoy va a marchar el frente anticuarentena. Este sector social representa el triunfo de la cultura neoliberal. Están aglutinados por un odio muy trabajado en los años macristas que lo articularon alrededor del fantasma de robo kirchnerista. Esto produjo una paranoia generalizada en una parte de lo social fundamentada en una omnipotencia muy peligrosa del “yo puedo hacer lo que quiero”. Desoyen a los expertos de salud y a sus compatriotas. Constituyen un verdadero peligro. Es una forma de terrorismo en sus dos caras. Es sacrificial y es homicida. Está fundamentado en una idea de libertad y cuerpo individual que nada tiene que ver con la salud pública".


Horacio Gargano: "Me pregunto adónde marchan estas marchas. Toda esta muchedumbre cooptada, alienada por los trolls y arengada por ese coro de voces mediáticas, que empuja a la pasión del odio y a un goce no regulado en función de la pulsión de destrucción. Esto implicaría ir quizás contra mi propia vida y la de los otros. Repudiar la noción de comunidad, la búsqueda de una verdad a través de un debate político. Todo eso es sustituido por un goce expresado en un sujeto tomado por un delirio mortífero que a fuerza de solipsismos está negando al otro, al semejante. La propia construcción política se dirige a una forma sutil de golpismo que debemos denunciar".

( https://www.pagina12.com.ar/285656-adonde-marchan-los-anticuarentena-argumentos-delirantes-para )


El rumbo lo marca Tu cuenta Bancaria

(Dime tu saldo y te diré quién eres y que haces)

 

El neolilberalismo no es una idea en si mismo, una forma, una manera en el que el Capital distribuye sus inequidades y su poder, sino mas bien un ejercicio … Como todo poder, es un hacer que contiene ideas y formas de concebir las ideas y los hacéres, de modo que se justifiquen frente a los “otros”. Lo hace mediante un disfraz de cordura, cuándo en realidad se trata de una ilusión delirante que se argumenta y estructura en una lógica lineal y superficial que intenta justificar el dinero en las cuentas bancarias, dónde se asienta la posibilidad de gastar con las tarjetas de Crédito y débito y simular dinero donde no lo hay.


Cualquier movimiento de cualquier índole puede ser rastreado a partir del dinero que lo posibilita ...y he aquí la clave en síntesis … el resumén de las posturas y los lenguajes que articulan los discursos que se asientan en los “esfuerzos individuales” “meritocráticos” y de “propiedad privada” en detrimento de cualquier esfuerzo que se pretenda cooperativo y que distribuya de modos equitativos esfuerzos y riquezas producidas.


El “ganar más” es un “derecho” y no entender de dónde surge ese “mas” una necesidad para sostener el delirio que permita el ejercicio sin culpa de alimentar la cadena de números sin respaldo en productos de bienes o riquezas (dinero) y de emisión de moneda que se aleja de las leyes que sostienen su valor y su capacidad para actuar o representar al dinero. Se transforma así en el fetiche del siglo XXI, Dios esencial del sistema neoliberal. Cualquier concepto que impacte como categoría general que intenta explicar algo de la realidad, debe entenderse desde contestar la pregunta ¿ De donde obtienes el dinero para vivir, que es lo que define tu modo de pensar la vida?


El asunto es tan básico, claro, como insoportable de describir en sus relaciones en tanto nos veremos siempre en el punto dónde el dinero se transforma en apropiación de trabajo o esfuerzo u objetos producidos por otros y el desequilibrio en los valores de intercambio que producen ganadores y perdedores en cualquier transacción, mercado o economía de la que se trate.


¿Como es que quien hace nuestra casa viva en una Villa sin las condiciones mínimas y los servicios básicos con los que nosotros contamos en nuestros hogares? Es la pregunta casi obvia que la clase medía que accede a su vivienda nunca realiza, cuándo contrata a los trabajadores que harán paredes y reboques, instalaciones y mobiliarios de su “propiedad”.


La “ilusión” del dinero como representación del “esfuerzo” y “mérito” personal es el mal del neoliberalismo … y no hay forma de transformar la sociedad sino se entiende que el dinero representa otra cosa y que la moneda debe ser un instrumento de equilibrio de posibilidades y no de “seguro de propiedad” para sostener las diferencias, concentraciones e inequidades que hacen que las minorías dominen a las mayorías en las diferentes dimensiones de la realidad…


Separar las acciones, pensamientos y discursos de las personas, de las propias expresiones de su realización, y de los objetos materiales o ideales que se constituyen en sus representaciones, es una tarea extremadamente complicada en tanto y en cuánto, el proceso de enseñanza/aprendizaje es producido de modo inverso … son los resultados los que expresan como causa y le dan a la razón, argumentos para “creer” que producen y no son producidas por las relaciones humanas históricas. Se ofrecen como consecuencias, las causas y determinantes de aquello que las producen y que no son mas que personas del pasado que constituyeron formas de relacionarse pero que transfirieron los relatos que las justificaban entonces, sin dar cuentas de las tensiones que las suscitaron de modos de que sepamos de dónde venimos, porque actuamos como actuamos y podamos elegir libremente el futuro que decidamos entre todos.


El Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, en su libro “El Precio de la Desigualdad“, expone la mentira de la “meritocracia” y la teoría del “esfuerzo personal”, señalando que el 90% de los que nacen pobres mueren pobres por más esfuerzo o mérito que hagan, mientras que el 90% de los que nacen ricos mueren ricos, independientemente de que hagan o no mérito para ello. En entrevista para CTXT señaló:

 

La desigualdad constituye el principal foco de atención de su trabajo. Sus tres últimos libros y su tesis doctoral hablan de ella. ¿Por qué debería preocuparnos?


Hay muchas y poderosas razones morales. En los últimos diez años la investigación ha empezado a poner de manifiesto lo negativa que resulta la desigualdad para la sociedad. Resulta mala incluso para los de arriba, que se convierten en personas diferentes -más endiosadas- gracias a ella. Como economista, me centro en estudiar por qué la desigualdad es mala para el rendimiento económico.


¿A qué se refiere cuando dice que la economía en su conjunto paga un alto precio por la desigualdad?


Crece más despacio y de manera menos sostenible. Incluso al 1% más pudiente debería preocuparle la desigualdad, por su propio interés. El periodo posterior a la segunda Guerra Mundial fue el de más rápido crecimiento económico y el de crecimiento más igualitario. Existe un un amplio consenso en torno a que ambos hechos estaban relacionados. Es decir, que fue el periodo de crecimiento económico más rápido precisamente porque las ganancias se compartieron.


Eso parece desacreditar la teoría del derroche económico…

Exacto. El ‘Trickle-down economics,’ o la economía del derroche, claramente no funciona. Nadie en su sano juicio defiende ya esos postulados. La pregunta es: ¿Cómo de mala es la desigualdad para la economía? Obviamente depende de su magnitud y de cómo se genera. Esto incluye la desigualdad creada por el poder monopolístico, o la desigualdad generada cuando los de abajo no tienen acceso a la educación, y por tanto la sociedad no utiliza todo el potencial de sus recursos humanos. Este tipo de desigualdades, características de Estados Unidos y, cada vez más, de Europa, constituyen un lastre para la economía.

 

En la introducción a The Great Divide escribe que, incluso desde niño, sentía que Estados Unidos no era la tierra de oportunidades que prometía ser. Explica también que el sueño americano se ha convertido en un mito, y que los motivos de la desigualdad son políticos.

( https://www.resumenlatinoamericano.org/2018/05/25/premio-nobel-de-economia-el-90-de-los-que-nacen-pobres-mueren-pobres-por-mas-esfuerzo-que-hagan-la-mentira-de-la-meritocracia-y-la-teoria-del-esfuerzo-personal/ )


Todo relato puede entenderse si logramos determinar esta cuestión fundante ¿Que haces para acrecentar o disminuir los saldos de tu cuenta bancaria?


¿Dónde invierten los grandes Capitales? ¿Como se financia tal o cual organización? ¿De dónde obtienen sus ingresos los que participan de tal o cual foro? Allí encontrarás la síntesis de sus relatos, ideas y posiciones individuales respecto a si mismos y a la sociedad en la que participan …


Daniel Roberto Távora Mac Cormack

Imágenes: Benito Quinquela Martín

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