Lunes 3 de agosto de 2020

I

Intentando prognosis imposibles …


En estos tiempos de pandemia hemos asistido al florecimiento de diversas teorías, conjeturas y análisis sobre “el día después de mañana” , y qué es lo que podemos esperar luego de que este suceso llegue a su fin. Esta no pretende ser una más sino, por el contrario, resaltar lo complejo -y casi imposible- de realizar una prognosis certera sobre el porvenir del sistema. No podemos saber qué va a pasar de acá en adelante. No sabemos si la crisis económica, consecuencia de este impasse de meses, va a resolverse con más Estado o con más mercado, más allá de lo cuestionable o no que sea esa dicotomía.


¿qué podemos esperar en los próximos años? ¿Surgirán nuevas formas de Estado? ¿Es esta pandemia un golpe mortal al capitalismo, como asegura Slavoj Žižek? ¿O es, más bien, una inyección de adrenalina para volver a encauzar la acumulación por nuevos senderos, como señala Byung Chul Han?


1- El período de entreguerras:


pasaron casi quince años entre la crisis de los años treinta del siglo pasado y el establecimiento de un sistema que volviera a hacer viable la acumulación capitalista. En el medio recesiones, ensayos y la guerra más grande que la humanidad haya visto. Recién luego fue posible reordenar el sistema capitalista bajo un nuevo modelo hegemónico de acumulación. Para ilustrar esto mejor podemos recurrir al lenguaje de la Escuela de la Regulación, y a uno de sus referentes: Robert Boyer. Este autor nos recuerda que: “todas las configuraciones de la acumulación no desembocan necesariamente en un régimen dotado de estabilidad dinámica. A este respecto, el período entre las dos guerras es esclarecedor” (2004:66). Esto es, las prácticas de un determinado régimen de acumulación (en este caso, el fordismo) no necesariamente devienen en configuraciones viables en el tiempo, requieren de un “ajuste” mediante un modo de regulación compatible con esas transformaciones. Este “ajuste” llegó con el final de la Segunda Guerra Mundial.


Sin embargo, no conviene caer en un análisis teleológico de los procesos sociales, por el contrario, la realidad es más compleja y da cuenta de los múltiples intentos, idas, vueltas y ensayos antes de que se logre consolidar un modo de desarrollo que logre una estabilidad relativa durante algún período de tiempo determinado. Retomando esta idea, “no fueron ni Keynes ni Roosevelt quienes «inventaron la salida a la crisis de los treinta», sino que el modo de regulación que se estabilizó después de la Segunda Guerra Mundial logró combinar diversas innovaciones políticas e institucionales que, en ese contexto, lograron resolver de manera temporal —y variable, según los distintos países— las contradicciones que reveló el régimen de acumulación intensivo” (Lipietz, 1986, citado en Ormaechea, Sidler & Almada, 2019:20). De esta manera, las formas institucionales y de regulación no se crean para resolver un problema determinado, sino que se desarrollan porque, de hecho, funcionan. Hay una diferencia. Esto dota de un carácter más aleatorio, y por ello conflictivo, a cualquier período de reorganización sistémica.

Además no todas las respuestas estatales son las mismas, sino que existe una enorme diversidad en cómo se está afrontando la pandemia.


Esto nos recuerda el papel de las estructuras y las herencias políticas que señalan Margaret Weir y Theda Skocpol (1993) como elementos fundamentales para comprender por qué países como Suecia, Estados Unidos y Gran Bretaña tomaron decisiones tan diferentes en el período de entreguerras para salir de la Gran Depresión. Sólo después de la Segunda Guerra fue posible coordinar los esfuerzos bajo el Plan Marshall para reconstruir media Europa. Es decir, la respuesta keynesiana no fue automática ni instantánea, sino el resultado de procesos de lucha, negociación, y –de nuevo- idas y vueltas.


2- La crisis de los años setenta:


Este es otro período histórico que nos puede servir de ejemplo para asir, con mayor cariño y responsabilidad, la incertidumbre. No hubo que esperar a la crisis del petróleo, ya a fines de la década del sesenta comienzan las crisis fiscales de los estados (O’Connor, 1973), las caídas de las tasas de ganancia y las protestas de los esquivados por el sistema de beneficios fordista-keynesiano (Harvey, 1998). Sin embargo, casi dos décadas le tomó al neoliberalismo imponerse, forjar una nueva forma de Estado y volver a asegurar las tasas de ganancia para la reproducción del sistema. Los triunfos de Margaret Thatcher en Gran Bretaña (1979) y Ronald Reagan en Estados Unidos (1980) no marcan tanto un comienzo sino el paso de propuestas y argumentos pertenecientes a una minoría concentrada, a proyectos políticos de mayoría (Harvey, 2005). Volver sentido común la racionalidad neoliberal, llevó tiempo. No debemos olvidar que, desde la crisis de los setenta hasta el Consenso de Washington (momento máximo de la introducción de las reformas neoliberales en los Estados), pasaron la crisis de la deuda en América Latina, la década perdida de los años ochenta, la deslocalización de la producción hacia países de la periferia y la financiarización de la economía, apoyada en la infraestructura de los sistemas de información y comunicaciones. Ninguno de estos procesos pasó sin conflicto, resistencia y lucha, sino que fueron el resultado de una correlación de fuerzas, en un momento y lugar determinado.


Como destaca Harvey, respecto a otro contexto histórico pero que puede servirnos hoy: “en este contexto de confusión debemos entender los intentos sumamente diversificados, dentro de diferentes Estados nacionales, de establecer arreglos políticos, institucionales y sociales capaces de resolver las incapacidades crónicas del capitalismo para regular las condiciones esenciales de su reproducción” (Harvey, 1998:152). Por lo tanto, asistiremos, muy probablemente, a varios intentos de reacomodamiento en el tiempo que se avecina.


Con esto quiero decir una cosa: los cambios y las transformaciones no son automáticas, llevan años, décadas, y hoy, simplemente, nadie sabe qué va a pasar luego de esta pandemia global. Es verosímil que frente a nosotrxs se abra un nuevo espacio de reconfiguraciones, pero por quién será aprovechado o qué fuerzas lograrán sacar ventaja es todavía un misterio. Tenemos algunas pistas, claro. Las movilizaciones recientes en América Latina frente a los intentos de una nueva ola de ajustes estructurales, el movimiento de mujeres, que se presenta como el más dinámico en términos de disputa política, o la organización de la economía popular con lógicas diferentes a las del mercado, todas ellas son claves para lo que viene. Pero también las respuestas conservadoras aquí y en el centro, que no se hacen esperar y ganan fuerza mediante estrategias democráticas, y no tanto.


Lo cierto es que muchas veces fue firmada la sentencia de muerte del capitalismo, y aquí lo tenemos, más concentrado y desigual que nunca. Más aún, los momentos de crisis siempre han sido excelentes períodos para aumentar la concentración y centralización del capital. Por lo tanto, concluir que la pandemia del coronavirus es, por sí mismo, un golpe letal al capitalismo o, por el contrario, una inyección de nuevo combustible para una diversa regeneración, es un error que se basa en, como señala Antonio Gramsci, confundir dos órdenes: movimientos orgánicos y fenómenos de coyuntura (Gramsci, 2014). Los primeros son relativamente permanentes, mientras que los segundos se presentan como ocasionales o por accidente. Claro que los segundos también dependen y se inscriben en los primeros, pero los orgánicos “producen una crítica histórico-social” (Gramsci, 2014:411), que se extiende más allá de los accionares personales de los dirigentes. El desafío es identificar y potenciar el nexo dialéctico entre ambos.


Intentar explicar transformaciones sistémicas solamente a partir de hechos coyunturales es un error común en la historia. Pero si esto es grave para el análisis histórico, mucho peor es, para Gramsci, si lo aplicamos al análisis político del presente, porque ello nos lleva a errar los diagnósticos y las prácticas. El voluntarismo se diluye en el largo plazo. Esto no significa que la pandemia global no vaya a generar ninguna transformación, sólo nos llama a recordar que es posible que se abra un período de cambio, y que cualquier modificación viene de la mano de la activación de las fuerzas sociales y de la correlación de fuerzas construidas en los últimos años. Nada es automático, las batallas se libran. Volviendo a los apuntes de Lione, es momento de pensar qué responsabilidades políticas tenemos y sostenemos, y hacia dónde las queremos dirigir. Depende de ellas activar el nexo dialéctico entre coyuntura y organicidad del sistema, y que la nueva reconfiguración saliente sea una más favorable a quienes sufren la opresión y no a la incesante acumulación de capital.

El autor Joel Sidler es Licenciado en Ciencia Política por la UNL y becario doctoral en el IHuCSo (CONICET-UNL).

( https://www.revistapolitikon.com.ar/que-esperar-manana-limites-para-pensar-las-transformaciones-sistemicas-post-covid-19/ )


Justicia social o justicia penal


La multiplicidad de mutaciones individuales y sociales que tienen lugar –y más aún tendrán- en razón de la pandemia, nos interroga acerca de la dirección real de los cambios y su significación, tanto más frente a instancias de indispensables reformas institucionales, que en los días que corren suman disputas no pocas veces lejanas a afrontar la responsabilidad sobre el país que transitamos y su destino.


Es difícil abrigar dudas acerca de que la crisis sanitaria y económica impacta – y tanto más lo hará- en la ruptura de lazos sociales: los femicidios y violencias familiares testimonian ese grave deterioro. Pero sin dudas experimentará sus mayores consecuencias de fragmentación entre aquellos sectores más desfavorecidos, a partir de innegables condiciones estructurales de anomia y falta de inclusión.


Estos nuevos riesgos parecen indicar un escenario impredecible, más aun en la población donde la exclusión fue adquiriendo los caracteres y proporciones de catástrofe, desde que se derrumbaron los diques alguna vez levantados para proveer seguridad física, salud, educación, trabajo. El acoso del Covid-19 dejó al descubierto el proceso de desigualación padecido desde hace más de medio siglo, profundizado en los últimos años.


Aunque en nada contribuye para mitigar esta situación de estrago la repulsiva retórica de invitación al aniquilamiento ante la desposesión de bienes. Frente a este temerario discurso mortífero –propio en cualquier identificación política- la evitación del derramamiento de sangre y la preservación de las vidas humanas constituye el único mandato moralmente aceptable.


Desde luego que en este contexto de apelaciones a la desintegración y hasta a la autodestrucción, el llamado apremiante  es a  incluir reacciones sociopolíticas más amplias, reformulando planteos desde la obligación de estado en favor de la justicia social antes del  refugio rudimentario de la justicia penal.


Ello conduce a una comprensión más diversa y de mayor extensión, donde la  atención sobre la cuestión criminal no aparezca colonizada por la protección de la propiedad –y aún la integridad- con motivo de delitos callejeros. Esta deriva, además de resultar una justificación finita e insuficiente, tampoco tiene nada de ingenua.


Porque la dinámica y transformación en las que deben inscribirse las respuestas no pueden dejar afuera del radar de atención aquello que guarda un impacto inmenso en todos los niveles de la vida social: los megafraudes financieros y los atentados contra el ambiente, derivados de una globalización patológica en la actual versión del financierismo predatorio. Claro que la nota distintiva respecto de los tradicionales delitos de los desposeídos radica en la condición social de los infractores, mientras también muchos de los daños producidos afectan prácticamente a poblaciones completas y, claro quede, resienten en mayor medida a aquellos privados de sus derechos básicos.

  Esta victimización constituye siempre una experiencia colectiva y no individual, y las acciones contra tamaña delincuencia –encarnada por corporaciones y conglomerados transnacionales- deben implicar estrategias significativamente distintas, con el desarrollo de nuevas estructuras, junto a un enfoque más diversificado que comprometa a amplios sectores de la ciudadanía, tanto más a los damnificados.


Todo ello remite invariablemente a la política- siempre es bueno repasar a  Locke- y, por supuesto, su legitimidad. La formulación de un pacto social nuevo, más allá de los límites de aquel conocido y también agotado, que indique la inclusión de población excedente, señala el rumbo del camino trazado hace exactamente cinco años por Francisco en su encíclica “Laudato si”, cuando advertía que no hay dos crisis separadas, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental, lamentablemente profundizada y extendida. 

Alejandro W. Slokar Profesor Titular UBA/UNLP

Fuente Original: https://www.perfil.com/noticias/opinion/alejandro-slokar-justicia-social-o-justicia-penal.phtml

(http://justicialegitima.org/opinion/justicia-social-o-justicia-penal-132.html)


Entre Noticias Falsas y Censura


Como ya se ha escrito en el pasado, una de las consecuencias de la epidemia de coronavirus que aún se está extendiendo ha sido el nacimiento de "comités de verificación" sobre la realidad o no de las noticias sobre el virus de la pandemia: medicamentos y remedios milagrosos, número de infectados, enfermos, de muertos, teorías sobre el origen del virus, etc.


El riesgo es que si un sistema social y político, especialmente una democracia, siente la necesidad de la certificación de las noticias por parte de comités de expertos, que también están certificados por este sistema, esta democracia, terminan silenciando cada posible voz de disidencia, cualquier posible opinión diferente de la narrativa actual.


¿Por qué limitarse al virus cuando se puede ir mucho más lejos?


De hecho, si es demasiado fácil señalar con un dedo acusador y disfrutar con una burlona de alguien (tal vez en busca de una pequeña notoriedad que lo aleje por un tiempo de su existencia cotidiana banal) que comienza a hablar de reptilianos que viven en una Tierra hueca o balbuceos sobre una Tierra plana, ¿cuánto más difícil es contrarrestar las mentiras de los poderosos, ya sean personas del gobierno o de alguna corporación formidable?


No es una pregunta formulada por primera vez y los intentos de encontrar respuestas adecuadas han inaugurado una línea de estudios particularmente fructífera. Enrica Perucchietti [ https://www.ibs.it/libri/autori/enrica-perucchietti  ], mujer italiana de gran sensibilidad y cultura, escritora y ensayista, acordó responder algunas preguntas sobre este mismo tema.


P) ¿Qué es una noticia falsa (fake news)?


R) Es una expresión en inglés que indica noticias erróneas, falsas, contenidas en artículos y programas de radio y televisión que presentan información inventada y engañosa, creada para desinformar y hacer artificios virales. Las noticias falsas y los engaños se propagan porque se apoderan de la imaginación y porque el usuario promedio no profundiza en las noticias, se detiene a leer solo el título y la anticipación y corre a compartirlo porque, en la era de la post-verdad, se lee lo que "resuena" con nuestro pensamiento y, por lo tanto, se quiere que lo que se está leyendo sea verdad. De buena fe los periodistas tienen que cometer errores porque tienen cada vez menos tiempo para dedicarse a verificar las fuentes y, por lo tanto, es fácil que se difundan las noticias falsas. La atracción por los chismes, las insinuaciones, el fondo picante o áspero, el morbo, siempre se ha apoderado de la imaginación y permite el contagio de noticias incluso descaradamente falsas. Luego, parte de la información general se falsifica deliberadamente río arriba, dando lugar a la propaganda del régimen. De hecho, los medios de comunicación han difundido, y continúan haciéndolo a lo largo de los años, innumerables noticias falsas (piense, por ejemplo, en las notorias armas de destrucción masiva iraquíes que luego resultaron inexistentes), por lo que recurrieron a formas sofisticadas de manipulación. que podríamos comparar con la propaganda de guerra. En mi libro "Fake News", documenté innumerables casos de engaños difundidos por los principales medios de comunicación, algunos de los cuales han pasado a la historia y todavía se cree que son ciertos. Porque si, por un lado, la web está llena de noticias absurdas, por otro lado, la televisión, la radio y los periódicos se hacen eco de ellas como una caja de resonancia que sigue la línea del gobierno, y de esta forma manipula la opinión pública a través del miedo y las emociones que se transmiten para golpear la imaginación y el "vientre" de las personas.


La sensación es que la verdad de los hechos es cada vez más débil, incluso virtual e ilusoria, y que, por lo tanto, los ciudadanos cada vez más confundidos y desconcertados deben confiar en un organismo gubernamental autodeclarado que sea confiable para ser informado de una manera correcta, siendo cautelosos a cualquier información "alternativa" proveniente, por ejemplo, de la web.


Es decir, la intención es desacreditar la verdad, como explica Alain de Benoist, presentándola como una "gran historia" que ya no se puede creer. Todo se vuelve "relativo", virtual si fuera solo para que los gobiernos y los "profesionales de la información" supervisaran la "verdad". Los investigadores a contracorriente, que se colocan fuera de esta esfera, son calificados como poco confiables y falsos, especialmente si su objetivo es mostrar otro "lado" de la historia o denunciar lo que los gobiernos quieren ocultar.


Estoy de acuerdo con mi amigo Marcello Foa, quien editó el prefacio de mi libro, cuando en su libro "Gli stregoni della notizia Atto II" [https://www.ibs.it/stregoni-della-notizia-atto-secondo-libro-marcello-foa/e/9788862506793?inventoryId=94041126 ] escribe que la controversia sobre las noticias falsas y la post-verdad no tienen como objetivo garantizar una mejor información, sino que una información que está certificada: solo las noticias con una etiqueta serán consideradas como tales. Todos los demás pueden incluso ser expulsados de la web y, con el pretexto de ser noticias falsas, será posible ocultar las páginas sociales de pensadores incómodos o blogueros no convencionales, introduciendo efectivamente la censura.


P) ¿Por qué los gobiernos y las corporaciones tienen intereses específicos en las noticias falsas, incluso en tiempos de paz y, por lo tanto, no tienen escrúpulos en usarlas?


R) Porque, por un lado, las noticias falsas siempre se han combinado con propaganda y, por otro, porque en los últimos tres años han sido un Caballo de Troya, es decir, el pretexto para proponer la introducción de leyes liberticidas y el establecimiento de comisiones y grupos de trabajo sobre censura. En otras palabras, se están convirtiendo en una elección para desahogar la libertad de información y pensamiento e introducir una forma de psicoreate orwelliano [Orwell, 1984 https://en.wikipedia.org/wiki/Nineteen_Eighty-Four  ]. 

P) La pandemia aún en curso ha traído consigo "comités de verificación" para todas las noticias y una censura no tan velada incluso en Internet. ¿Es la solución ahora una cura peor que el mal? 

R) Creo que sí y que es inaceptable. La batalla principal contra las noticias falsas, aprovechando la emergencia de salud actual, ha llevado al establecimiento de un bien-pensar orwelliano y parece volver a proponer una nueva forma de macartismo 2.0

[]https://en.wikipedia.org/wiki/McCarthyism): esta es una caza de brujas articulada que tiene el objetivo de reprimir la disidencia. Explota la propagación de engaños en la web para llevar a la aprobación de una censura de la red y, en general, de información alternativa, llegando a especular sobre la introducción de sanciones. Este grupo de trabajo, como todas las iniciativas similares que lo precedieron y que seguirán, tiene el objetivo de no garantizar una mejor información, sino la creación de información certificada acompañada de censura: solo las noticias con la etiqueta se considerarán OK. Todos los demás pueden incluso ser expulsados de la web y, con el pretexto de ser noticias falsas, será posible ocultar páginas sociales, sitios y blogs de pensadores incómodos, introduciendo efectivamente la censura.


El riesgo de legitimar un nuevo Ministerio de la Verdad que supervisa lo que es verdadero y lo que no lo es y que silencia las opiniones "disidentes" se vuelve concreto, así como el riesgo de que esto conduzca a la introducción progresiva de una forma de psicoreate orwelliano.


P) Jacques Attali y su "nuevo mundo". ¿Crees que el futuro de Occidente es una homologación sistémica definitiva en el ciclo "nacer, trabajar, consumir y morir"?


R) Sí, un individuo completamente despersonalizado, vaciado, lleno de la visión y los mantras del sistema, una marioneta fácil de controlar, manipular y hetero-direccionada. Es la teoría básica que desarrollé con Gianluca Marletta en "Governo Globale", "La Fabbrica della Manipolazione" y en "Unisex", a saber, que el globalismo explotó e indujo la despersonalización del individuo para hacer que la gente estuviera anestesiada, en estado líquido incluso en su identidad sexual, para poder manipularlos y controlarlos mejor. El distanciamiento social, que evoca la Liga Anti-Sexual de la memoria orwelliana, y más en general la política de odio, miedo y soledad a la que hemos estado sometidos durante meses, sigue el intento de destruir los cuerpos intermedios (familia, compañeros, amigos, etc.) haciendo que las personas estén cada vez más solas, desconcertadas y asustadas, presas de sus emociones y más fácilmente plagiadas. Para Attali, las futuras generaciones serán "diseñadas", nacerán en fábricas dentro del útero artificial y el sexo se liberará del amor y de una relación sentimental estable. En resumen, la eugenesia abarcará la ectogénesis, la clonación e incluso el poliamor. En "Lexicon for the future", Attali llegó al extremo de imaginar que un hombre en el futuro se convertirá en madre, es decir, dará a luz a un bebé por su cuenta, "llevando el embrión al vientre o haciendo que se desarrolle en un útero no humano".


Lo que para muchos es distopía, para otros, quienes tienen el poder, es en cambio un futuro hacia el cual volar con las alas extendidas, como el joven Ícaro. Excepto que arrastrado por las "alas" del entusiasmo tecnológico, corremos el riesgo de aplastar a todos.


P) ¿No hay un orgullo incurable, un pecado imperdonable de hỳbris, al creer que TODO el mundo se convertirá en "nuevo"?


R) Use específicamente el ejemplo de Ícaro. Porque el "titanismo" (y más generalmente la hỳbris) es una característica fundamental para enmarcar el futuro que nos espera y el transhumanismo, la visión básica de la mayoría de los arquitectos del globalismo. Los griegos hablaron de este antiguo pecado de la omnipotencia que, como explico en "Cyberman", el mito del progreso y la investigación en el campo post-humano parece haber desaparecido hoy: el acto de arrogancia entendido como exceder el límite permitido que inevitablemente conduce a la derrota y a la catástrofe.


La impresión es que hoy el hombre trata deliberadamente de humillar lo divino y la naturaleza al colocarse en contra de ellos con orgullo, sin pensar en las posibles consecuencias (o quizás quienes están detrás de este proyecto lo saben muy bien y corren a toda velocidad hacia un tecno-utopía). Es como si estuviéramos en manos del joven Ícaro atraído por el anhelo por el infinito o seducido por el canto de las sirenas de la técnica.

Aquí surge la obsesión del Hombre, arrebatarle a la Naturaleza el privilegio de crear para convertirse en creador, de hacer su propio universo, de superar los límites impuestos por su propia especie y ser Dios mismo. En cambio, deberíamos detenernos y reflexionar sobre los límites que se cruzan, examinando todas las posibles consecuencias de la aventura pionera en la que la Big Tech nos está arrastrando. Consecuencias que seguramente afectarán a las generaciones futuras que los arquitectos del globalismo quieren plasmar en el modelo distópico de "The Brave New World" de Aldous Huxley, que de hecho parece extraordinariamente similar a las visiones reportadas por Attali: las generaciones futuras serán "diseñadas", ellos nacerán en fábricas dentro del útero artificial y el sexo se liberará del amor y de una relación sentimental estable. En resumen, la eugenesia abarcará la ectogénesis, la clonación e incluso el poliamor.


P) ¿Cómo fue posible que los italianos aceptaran todas las imposiciones del gobierno en los últimos seis meses?


R) Porque la población ha estado aterrorizada por la teoría del shock. El miedo es solo una de las muchas piezas en el proceso de manipulación social que adopta el poder para llevar a cabo políticas que de otro modo serían impopulares, pero que la percepción del terror convierte en legitima. En un estado de miedo, de hecho, la opinión pública se siente desorientada, perdida y necesita orientación hasta el punto de someterse pasivamente a una autoridad y aceptar pasivamente cualquier propuesta o intervención desde arriba. En los últimos meses hemos sido sometidos a terrorismo terapéutico, a una verdadera criminología de la salud, como coautor de "Coronavirus. Il nemico invisibile", lo define el abogado Luca D’Auria, en el cual los medios de comunicación mantuvieron y continúan manteniendo la opinión pública bajo constante temor con el boletín de los muertos y con pronósticos catastróficos.

P) En particular, ¿por qué crees que personas como Giulio Tarro [https://it.wikipedia.org/wiki/Giulio_Tarro] o Giorgio Agamben [https://en.wikipedia.org/wiki/Giorgio_Agamben] han sido atacadas con tanta fuerza por la gran prensa?


R) Debido a que eran "disidentes", inmediatamente se manifestaron críticos a los problemas al cuestionar la narrativa oficial. Esto no está permitido: los mastines del pensamiento único se encargan de traer de vuelta al redil las ovejas negras que se atreven a estar en desacuerdo. Especialmente aquellos que muestran una visión documentada, compleja y articulada de la realidad. La dictadura del pensamiento único se vierte en el boicot de los medios y la persecución en línea de algunos pensadores si se sienten incómodos. No se debe hablar de ciertos temas para no ofender a algunas minorías que parecen haber tomado el pensamiento crítico como rehén. Aquellos que se lo permitan deben cortar unas correas textiles, bordar la "H" inicial de Herejes y coserla a su ropa. Después de todo, incluso la brujería cuando era perseguido se asimilaba a la herejía.


P) ¿Estamos experimentando la materialización del principio de la rana hervida de Chomsky [https://en.wikipedia.org/wiki/Noam_Chomsky ]?


R) Exactamente, hemos sido "educados", adoctrinados y manipulados paso a paso durante décadas y en los últimos meses, con el pretexto de la emergencia de salud, las semillas de esa manipulación gradual y suave han salido a la luz.


P) ¿Hay esperanza para Italia o estamos irremediablemente condenados a ser un país de ancianos y con jóvenes sin futuro y débiles, hasta nuestra desaparición definitiva como nación?


R) Dependerá si seguimos mostrándonos temerosos, asustados, pasivos y predispuestos a obedecer sin crítica la autoridad.


P) ¿Qué podemos hacer para convertirnos en "lo que fuimos"?


R) Como ya dije en Fake News, el periodismo seguirá siendo fundamental para orientarnos en el mar de fuentes y noticias que amenaza con abrumarnos todos los días, pero también debemos estar aprendiendo a perfeccionar nuestras habilidades de discernimiento y sentido crítico, si se trata de información que proviene de los principales medios de comunicación o de la red. Debemos ser los primeros en inmunizarnos contra los engaños y las noticias falsas, ya sea que provengan del sistema o de sitios web que lo hagan. No podemos depender pasiva y acríticamente de una autoridad o seguir con ciega obediencia las noticias que nos transmiten los medios certificados. También debemos ser conscientes de que estamos inmersos en la propaganda y que, si no queremos encontrarnos en una sociedad distópica como las imaginadas por ensayistas y novelistas visionarios, todavía estamos a tiempo de "despertar" y recuperar la posesión de nuestro futuro, sabiendo eso, todavía citando a Orwell, «ver lo que está delante de nuestra nariz requiere un esfuerzo constante». La libertad, como la verdad, también requiere un compromiso constante. Y hoy ambos están en riesgo. Porque estamos desorientados por el miedo y nublados por la emoción.

( https://www.geopolitica.ru/es/news/noticias-falsas-y-realidad-cuando-mentir-es-conveniente-para-los-poderosos )


La Locura de las formas


El Telégrafo. El periodista ecuatoriano Jonathan Carrera se pronunció este domingo 2 de agosto de 2020 sobre su estado de salud, tras ser hospitalizado por covid-19. Familiares y amigos del comunicador habían solicitado ayuda por el grave estado en el que se encontraba. “Todo duele y asusta”, escribió Carrera en su cuenta de Twitter. El conocido reportero de crónica roja está internado en el Hospital IESS Sur de Quito, por coronavirus y un cuadro de diabetes. En su publicación agradeció la gestión de sus allegados para viralizar su necesidad de ayuda y recibir pronta atención.

Se llora feo, se llora solo’, el relato de Jonathan Carrera sobre su contagio



La “hiper información” no significa mejor información en tanto no se generen, socialicen y produzcan los instrumentos y las técnicas conductuales y de razonamiento necesarias para procesarlas y producir resultados positivos en las sociedades y agrupamientos humanes del planeta.


No se trata de adaptar los pensamientos o de censurar la “libertad”, sino de someter el propio ejercicio de la libertad a la responsabilidad de producir efectos positivos para uno y los que se relacionan con uno en los diferentes espacios virtuales o reales donde con mayor o menor impacto, ejercemos nuestra individual influencia o formamos parte de grupos o instituciones que definen así su constitución grupal, institucional, territorial o de la índole que fuere.


Vivimos en tiempos dónde lo que se esta desmoronando es la confianza que se había depositado en un orden que da claramente señales de agotamiento y decadencia. El sistema Capitalista en su forma neoliberal no da respuestas satisfactorias a muchos de los problemas que se perciben como tales, en la humanidad. Nunca resultaron útiles la soluciones que planteaban regresos a pasaros mejores, que en realidad nunca fueron tan mejores … Tampoco resultan suficientes las respuestas que patean hacia delante los problemas como si el tiempo por si solo sea capaz de corregir las dificultades que la misma humanidad en sus formas de relacionarse y construir la realidad, produce. El vive hoy como si fuese el último día es la distopía consumada de la resignación que solo nos lleva a mayores problemas y padecimientos.


Se trata pues, entonces, de formular hipótesis que se construyan colectivamente, de modos inclusivos, complejos, dotando a los individuos y a las comunidades de mayores y mejores herramientas de participación y ejercicio de una democracia genuina, responsable, que entienda que lo individual no es posible sin un entorno social y comunitario que lo potencie y alimente del mismo modo que ninguna comunidad ofrece mejores condiciones de vida sino alimenta a los individuos que la componen y le hace participe libre y voluntario de tal comunidad.


Superar la idea de causa/consecuencia que es el mejor escenario para relaciones de dominación y pasar a constituirnos individuos responsables de la libertad que ejercemos y que voluntariamente limitamos para potenciar la libertad de otros y constituir así comunidades libres.


Comenzar a distinguir la locura de las formas actuales neoliberales, para idear equilibrios que nos permitan disminuir desigualdades y hacer mas justo el reparto de esfuerzos y de riquezas obtenidas, teniendo en cuenta además que habitamos una tierra finita, con recursos finitos (No escasos sino que deben ser equilibradamente y sosteniblemente administrados para que alcancen para todes sin destruir sus fuentes o capacidad de regeneración).


Reconstruir la confianza en las instituciones del Estado depende de todos, no solo de los actores de la política, en tanto y en cuánto, solo la participación en las decisiones comunitarias nos da la libertad necesaria para ejercer responsablemente los limites a aquellos que intentan sostener privilegios, ejercer violencia de algún tipo o dominar a otros en el intento por aprobecharse de desconocimientos o capacidades diferentes.


La locura es seguir alimentando las formas neoliberales que producen mas males sociales y sostienen concentraciones exageradas de dinero y de poder alterando los equilibrios humanos y del planeta… Locura en tanto incapacidad de distinguir la realidad tal y como se manifiesta … Locura en tanto aferramiento a ilusiones que no se verifican en relaciones positivas con otros … Locura en tanto individualismo asesino o suicida que no distingue ética alguna, aunque se inventa, narcisista y ególatra, meritocracias que, como castillos de naipes, caen ante el primer soplido de algún intento común.


¿Porque el Estado? Porque hay que distinguir entre las formas y los contenidos y el Estado es una forma instituida que al igual que el mercado, su transformación en otra cosa no se da ni es posible de un día para otro o por el simple paso del tiempo, sino por la decisión participativa de quienes deciden vivir de otro modo y aceptar democráticamente los limites y los conflictos que tales decisiones generarán, considerando que es la democracia la que permite minimizar conflictos y evitar guerras, violencias y padecimientos mayores … cuándo los miedos son mas fuertes que el amor y están lejos de transformarse en Odios …


Daniel Roberto Távora Mac Cormack



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