Jueves 20 de Agosto de 2020


En medio de esta pandemia crucial muchas teorías y corrientes de opinión de los grandes autores contemporáneos merecen ser revisadas y resignificadas desde la coyuntura. Es el caso del gran Foucault y sus tesis sobre las relaciones de poder. Más que ingresar en la complejidad de su discurso teórico, me interesa lo que se ha divulgado del mismo. Para Foucault en las sociedades modernas el Poder ya no es represivo. La hipótesis represiva propia de la sociedad disciplinaria ha mutado en un nuevo orden donde el poder es productivo y genera nuevas formas de sujeción donde proliferan distintas tecnologías del yo y producciones de saber.


De este modo Foucault da cuenta de una transformación histórica con respecto al Poder: el tránsito de la sociedad disciplinaria a la sociedad de control. En la sociedad de control el poder se vuelve casi imperceptible porque los propios sujetos se subordinan al control sin necesidad de que el Soberano lo imponga. A través de diferentes dispositivos, el sujeto ha quedado evaluado, clasificado, localizado, calculado y enrolado en un régimen biopolítico de control de su propia vida. En este aspecto, a Foucault no se le escapa que la denominada sociedad de control es un antecedente del neoliberalismo. Todo se prepara para que los sujetos aseguren su vida a partir de un control reticular que opera en diversos registros. Si nos quedáramos con este desarrollo, la cuarentena y todos los ejercicios de su aplicación serían un ejemplo consumado de la sociedad de control. Tal vez por esta razón un reputado filósofo perteneciente a la tradición foucultiana, Agamben, quiso ver en la cuarentena una imposición de la biopolítica.


La cuestión esencial aquí es que la cuarentena responde a una ética del cuidado y a los imperativos de renuncia a favor del bien común y no a la biopolítica de la sociedad de control. Señalemos al pasar que en el último Foucault encontramos interesantes reflexiones sobre el cuidado de sí en el mundo griego. Sin embargo hoy en día, en medio de esta Pandemia, el cuidado de lo Común donde habitamos ha provocado un cortocircuito en la tesis de Foucault. No es un asunto de control del Poder sino de una prueba donde la especie humana deberá mostrar su capacidad para contener y sublimar la pulsión de muerte que la habita de un modo constitutivo. Se trata de los grandes motivos de la solidaridad en lucha con las pulsiones narcisistas que siempre buscan en el uso de la ley su plusvalía de goce desconociendo las consecuencias mortíferas de su acción. Las desigualdades sociales desplegadas por el capitalismo se corresponden siempre con este aspecto tanático de la subjetividad.


Si hay una dimensión donde se revela la crisis de la hipótesis de la sociedad de control es en la aparición estremecedora y sintomática de los libertarios actuales que marchan por el mundo. Días pasados en Madrid, tal como ocurrió después en Buenos Aires, se reunió mucha gente anticuarentena. Es un verdadero insulto a la tradición de la palabra Libertaria escuchar semejante repertorio delirante en la boca de esos energúmenos que si les llegara a pasar tener que marchar sobre los cadáveres, seguirían insistiendo en que nos están matando las mascarillas o con los microchips de los móviles (celulares). Es la versión delirante y paranoica de la denominada sociedad de control.


Inesperadamente para la hipótesis de la sociedad de control el trayecto final del delirio de los nuevos libertarios queda alojado en el receptáculo megalómano de la derecha ultraderechizada .Es el deseo de matar y no de morir el que parece primar y esto no ha sido pensado en la tesis de Foucault.

Hay también una pequeña corriente de intelectuales anarquistas o neoanarquistas que también traducen la Pandemia como una horrible imposición del Poder a la que nos sometemos como borregos. Esta es más bien un actitud estética y como los respeto, espero que se cuiden y cuiden a los otros.

Pero es una obligación ética, más allá de las críticas que van y vienen con los gobiernos, admitir que en este mundo, donde la frontera entre los vivos y los muertos se ha desplazado seriamente, las categorías que nos permitían una cierta inteligibilidad de la realidad, como tantas otras cosas, han empezado a crujir en sus fundamentos.

( https://www.pagina12.com.ar/286290-cuarentena-y-sociedad-de-control )


Una de las ciudades que se hicieron eco el lunes pasado de la convocatoria opositora contra la cuarentena fue Tandil, donde un grupo de personas se concentró en la Plaza Independencia, en el corazón de esa ciudad bonaerense, y donde llamó la atención la presencia de Jorge Gentile, el jefe de Infectología del Hospital Municipal Ramón Santamarina.


El médico es uno de los que firman el parte diario del Sistema Integral de Salud Pública, a través del cual se notifica la cantidad de contagiados de coronavirus en la propia Tandil, que está en la Fase 5 de la cuarentena, y que hasta ahora registró 21 contagiados, ocho en pleno tránsito de la enfermedad, y otros 25 en estudio.


Gentile declaró luego a una radio local que había ido "por convicción", dado que "hay libertades en juego" detrás de la reforma judicial. "Al aire libre las posibilidades de mantener contacto estrecho con otra persona son ínfimas", se defendió en Radio Tandil.


La presencia de Gentile no pasó desapercibida entre el personal de salud, y varios usuarios de las redes sociales subrayaron la incongruencia de firmar informes médicos que afirman "no nos descuidemos ni un instante" con su presencia en una concentración en plena cuarentena.

( https://www.pagina12.com.ar/286222-el-jefe-de-infectologia-del-hospital-de-tandil-fue-a-la-marc )


La anécdota no es en si misma sino en la percepción de que representa algo mas que una de las tantas actitudes incoherentes en las que solemos caer los individuos humanos, cuándo quedamos atrapados en roles sociales y comunitarios, respecto a la idea de libertad individual y del pensamiento propio. Uno tiende a sospechar que hubieron muchos “Gentile” en las expresiones anti-cuarentena, como con incoherencias ocupadas por otros significantes y significados, cuándo se trata de cualquier manifestación que tensa esa idea de lo individual respecto de la ubicación social que la realidad nos impone.


Por coherencia definimos la relación lógica entre dos cosas o entre las partes o elementos de algo de modo que no se produce contradicción ni oposición entre ellas; o la cualidad de la persona coherente o que actúa en consecuencia con sus ideas o con lo que expresa.


La palabra proviene del latín cohaerentia, y designa la cualidad de lo que presenta una conexión o relación interna y global de sus distintas partes entre sí. ... También hay un verbo con la misma raíz que es hesitar (vacilar), del latín haesitare (estar detenido y como pegado a un sitio sin saber como avanzar). cohaerentia. Compuesto de cum, "con"; haerens (haerentis), "que está adherido" y el sufijo formador de sustantivos abstractos -ia.


Es decir que denomina el “objeto” abstracto que mantiene la adherencia entre partes respecto de otro entendido como totalidad. En este caso la totalidad es el individuo y la coherencia refiere a la adherencia de sus actos respecto a su rol institucional y social. Siendo quién firma los partes diarios de casos, participa de un marcha que sostiene que supuestamente allí hay trampa, mentira o cuestiones mal manejadas. Hubiese habido coherencia allí si en su rol institucional sostuviese críticas y ejercitará el democrático ejercicio de expresar sus antagonismos, claro que como su rol es “cientifico” y requiere conocimiento, allí no puede entrar la especulación de las ideas políticas, ideológicas o de defensa de privilegios de clase o de beneficios individuales y egoístas.


El poder de la coherencia


La confianza se ha convertido en el factor más importante, debido a tanta manipulación de la información y conversión de las ideas en mercancía apetecible para negocio y no se gana de la noche a la mañana. No se trata de ganar credibilidad con grandes inversiones en publicidad o en ocupar espacios mediáticos o en producir algún gesto o acto que promueva que las miradas e intereses y curiosidad se vuelquen hacia uno, sino de construir relaciones sólidas con aquellos con quienes compartimos interéses a partir de acciones claras, éticas y coherentes con los valores y objetivos que decimos sostener y que intentamos plasmar en nuestras conductas.


Las organizaciones tienen la obligación de darle valor real a los códigos de ética y buenas prácticas, exigiendo su implementación en cada una de las acciones, solo así se construye la verdadera coherencia. Las conductas individuales hacen a las conductas institucionales como las resoluciones de las instituciones definen de variadas maneras las conductas individuales de sus miembros. En las sociedades en general, estas relaciones que son mas que evidentes en grupos e instituciones, se diluyen en tanto diversidades mas amplias y muchas veces que sostienen ideas y objetivos que entran en tensión y conflictos, por lo que se hace imprescindible el imperio de leyes y formas de que estas sean pasibles de cumplirse, para evitar que los conflictos y las tensiones se resuelvan de los mejores modos, evitando violencia y muerte.

Justamente esa congruencia entre lo que se hace y se dice, se ha visto seriamente fisurada por esta época debido a que algunos representantes de sectores importantes de la vida política y social, que deberían ser ejemplo de transparencia y buen comportamiento, transmiten mensajes que están intoxicando la credibilidad de quienes actúan bien y con rectitud. El neoliberalismo en tanto supremacía del “tener dinero”, produce que toda ética y toda conducta, todo decir y toda expresión, pierda coherencia cuándo sin mencionarlo aparecen los intereses económicos y financieros por encima de todo otro orden de valor que supone otro tipo de conductas o expresiones.


El problema lo evidencian de manera clara los académicos de la pedagogía social cuando explica la cultura nociva del atajo, la cual le permite a algunos llegar más rápido, pero pasando por encima de muchos sin medir la consecuencias. Estas malas decisiones están deteriorando las imagenes de líderes y referentes, produciendo sociedades mas anárquicas y que sostienen cierta colectividad, fundada en valores poco claros, inconexos e incoherentes en tanto y en cuánto no pueden sostener claramente y de modo explícito que se trata de defender las diferencias de ingresos en dinero y de posibilidades económicas que cada quién defiende desde el lugar en el que se encuentra para generar esos ingresos, y que se colocan como necesarios para cualquier valor o confianza que se pretenda generar.


Séneca, nació aproximadamente en el año 4 a. C., en la Hispania romana, en la ciudad hoy llamada Córdoba. Fue filósofo, ensayista, dramaturgo, funcionario público y consejero imperial. Es uno de los principales autores el estoicismo romano, pero en su vida no encontraremos lo que, de acuerdo con los estereotipos, pensaríamos que es la vida sencilla y reflexiva del pensador estoico: la vida de Séneca fue bastante movida y llena de altibajos; el dinero y el poder no le fueron nada indiferentes.


A este pensador estoico lo encontramos realizando intrigas para que se le nombre consejero del emperador. Cayó finalmente en desgracia con Nerón quien lo obligó a suicidarse. Y Séneca, a quien le gustaba publicitarse como una especie de nuevo Sócrates, quiso suicidarse como el maestro ateniense, en paz y rodeado de amigos. Eso salió un poco mal porque se cortó las venas pero no se moría; tomó cicuta como Sócrates, y tampoco; hasta que finalmente se asfixió en un baño de vapor.


Por considerar que su vida es contraria a su filosofía, Séneca ha sido visto como un incoherente, como un hipócrita. La pregunta importante es: ¿y qué?


Dice Emily Wilson:

... muchas de las actitudes que se promueven en su obra son completamente incompatibles con lo que sabemos de su historia de vida… La pregunta realmente interesante no es por qué Seneca no practicaba lo que predicaba, sino por qué predicaba lo que predicaba, teniendo especialmente en cuenta la vida que terminó llevando”.


Aunque en su obra “ The Greatest Empire: A Life of Seneca”, Wilson sostiene que lo que verdaderamente importa no es la coherencia sino las ideas, en estos tiempos de Pandemía precisamente nos devuelve a la conciencia que las ideas, más cuándo se formulan para que otros las cumplan y no quienes las expresamos como correctas, producen esa crisis de confianza en organizaciones e instituciones, que en tiempos como estos, nos exponen mas peligrosamente a un virus que apenas estamos conociendo y que nos enfrente a la mas temible debilidad de todas, la de demostrarnos que nuestras formas de hacer las cosas no son en nada coherentes con los valores que decimos profesar y que las mentadas libertades individuales y valores republicanos no son mas que hipocresías con las que los incoherentes disfrazan posiciones de poder y privilegio frente a una sociedad confundida y enferma. Lo único que importa es el dinero y cualquier teoría que esbozamos encubre el deseo de ganar mas dinero y con el, el poder que se supone se obtiene para vivir la vida que deseamos.


La anécdota opuesta de la que tomamos como referencia la vida de Séneca, la da Diógenes de Sinope: el filósofo griego que vivía en la indigencia


Residía en una tinaja, comía junto a los perros y hacía todas sus necesidades en público. Hoy en día, «el síndrome de Diógenes» designa un trastorno del comportamiento que se caracteriza por el total abandono personal y por la acumulación de grandes cantidades de basura y desperdicios domésticos


Antes de partir a la conquista de Asia, Alejandro Magno se detuvo en Corinto y pidió conocer «al filósofo que vivía con los perros», o al menos eso cuenta una leyenda de larga tradición. El joven macedonio quedó asombrado con Diógenes de Sinope, pues no se parecía a ningún sabio que el joven macedonio, educado por Aristóteles, hubiera conocido o imaginado nunca: dormía en una tinaja y se rodeaba las veinticuatro horas del día por una jauría de perros. Alejandro entabló conversación con el entonces anciano y, horrorizado por las condiciones en las que vivía, le preguntó si podía hacer algo para mejorar su situación. «Sí, apartarte, que me estás tapando el Sol», contestó el filósofo de malas maneras al que era ya el dueño de Grecia. No en vano, según la leyenda, el macedonio no solo aceptó el desplante sin enfadarse, sino que le mostró su máxima admiración: «De no ser Alejandro, yo habría deseado ser Diógenes».


Perteneciente a la escuela cínica, que consideraba que la civilización y su forma de vida era un mal en sí mismo, Diógenes de Sinope llevó hasta el extremo las ideas del fundador de esta filosofía, Antístenes. Lejos de lo que hoy se entiende por cinismo (tendencia a no creer en la sinceridad o bondad humana y a expresar esta actitud mediante la ironía y el sarcasmo), las ideas de Antístenes buscaban alcanzar la felicidad deshaciéndose de todo lo superfluo. Así, este discípulo directo de Sócrates se retiró a las afueras de Atenas para vivir bajo sus propias leyes, sin obedecer a las convenciones sociales. No obstante, fue su aventajado discípulo, Diógenes, quien hizo célebre su obra a través de la indigencia más absoluta.


Poco se sabe sobre la infancia de Diógenes, nacido en la colonia griega de Sínope (en la actual Turquía) en el 412 a. C, salvo que era hijo de un banquero llamado Hicesias. Ambos se dedicaban a fabricar monedas falsas, algunos historiadores han sostenido que con fines políticos y no por lucro personal, hasta que fueron desterrados por esta causa a Atenas. Los arqueólogos, de hecho, han podido corroborar el episodio a través del gran número de monedas falsificadas con la firma de Hicesias, el oficial que las acuñó, encontradas en el lugar de nacimiento del filósofo.


Decepcionado por la superficialidad de los atenieses y sus rigores sociales, el joven filósofo conoció a Antístenes –un discípulo de Sócrates que, según Platón, estaba presente durante su suicidio–. Diógenes tomó al pie de la letra las enseñanzas de su maestro, entregándose a una vida de extrema austeridad con la pretensión de poner en evidencia la vanidad y artificiosidad de la conducta humana. Así estableció su vivienda en una tinaja, que solo abandonaba para dormir en los pórticos de los templos, se vistió con una humilde capa y comenzó a caminar descalzo sin importarle la estación del año. Sin embargo, según cuenta el mito sobre su vida, para el griego nada era lo suficientemente humilde y siempre encontraba nuevas formas de reducir su dependencia por lo material. En una ocasión, vio como un niño bebía agua con las manos en una fuente: «Este muchacho –dijo– me ha enseñado que todavía tengo cosas superfluas», y tiró su escudilla (un recipiente semiesférico usado para trasladar líquidos). También se despojó de su plato al ver que a otro niño, al rompérsele el suyo, puso las lentejas que comía en la concavidad de un trozo de pan.


La actitud de Diógenes, no en vano, podía pasar en ocasiones por la de un provocador obsceno o la de un elemento subversivo. Además de hacer sus necesidades a la vista pública, como prueba de que ninguna actividad humana es tan vergonzosa como para requerir privacidad, se masturbó en el Ágora, la principal y más transitada plaza de Atenas, sin más explicación que «¡Ojalá, frotándome el vientre, el hambre se extinguiera de una manera tan dócil!». Y, entre las numerosas anécdotas sobre su vida, también destaca por ofensiva la actitud que padeció un adinerado hombre que tuvo la osadía de invitarle a un banquete en su lujosa mansión con la única prohibición de que no escupiera en su casa. Diógenes hizo unas cuantas gárgaras para aclararse la garganta y le escupió directamente a la cara, alegando que no había encontrado otro lugar más sucio donde desahogarse.

( https://www.abc.es/internacional/20150121/abci-diogenes-sinope-filosofo-historia-201411211847.html)


Occidente a elevado la conciencia individual por encima de las verdaderas posibilidades humanas, por tanto debe encubrir cuánto de aquello que es visto como “meritocracia” y logro individual es en realidad el resultado de las relaciones sostenidas por un “orden social” que hace que unos pocos disfruten de maneras desmedidas del esfuerzo de muchos… Este encubrimiento no pudo haberse logrado sin la fragmentación que primero en el medioevo cristiano impuso Europa en aquella concepción que separa el alma del cuerpo e inventa el espíritu como aquel que cohesiona en los grupal y en la sumisión al poder respecto a una idea de “salvación del alma” después de la muerte y de esclavitud del cuerpo que será liberado para Dios, con la muerte, y que fue trasplantada a otros territorios en su etapa colonial y que produjo las revoluciones industriales que encubrían el cambio de paso de amo en esas relaciones esclavas, pero con un giro con el que engañaban a los esclavos convenciéndolos que el pase de granjero a obrero era liberador. Esto lo lográn por medio de la móneda legal. El sueldo, la ganancia del trabajador, pasa a convertirse en el símbolo de la salida de esa esclavitud … cuándo se trato simplemente de un cambio de amo. El dueño de la tierra cedió la posesión de las fuerzas de trabajo al inventor y empresario que con nuevas máquinas y tecnologías impondría el nuevo orden … el del Capital ...que en su primera etapa era representada por la propiedad de las máquinas y los objetos de producción, y la moneda representaba el dinero obtenido por ello … hasta que en la etapa neoliberal se invirtieron los roles y el capital paso a depender de la concentración monetaria y esta a su vez de formas de dinero que sorteaban las limitaciones legales que impedían precisamente lo que finalmente sucedió … el dinero por encima de todo.


Los Sénecas y Diógenes de hoy siguen señalando donde está la verdadera grieta de las sociedades neoliberales … una pandemia enferma y mata a ambos por igual … ahora si hay un solo respirador, ¿A quién atendemos a Séneca o a Diógenes? La grieta es la grieta pero a ambos lados no somos tan iguales.


Daniel Roberto Távora Mac Cormack




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