Sábado 5 de setiembre de 2020




En estos días de la peste se demanda pensar y actuar en función del entorno, interpretar los principales cambios globales que están en marcha, proyectar las implicaciones de estos cambios para las actividades en la comunidad, en el sector rural y urbano en general y para las actividades de las organizaciones en particular en relación a la toma de decisiones en busca del desarrollo local sostenible. Se tiene teoría y discurso sobre el tema del cambio, sin embargo, la acción es diferente a la teoría que se tiene en mente. En la actualidad, se debate sobre temas, modelos, estrategias, relacionadas con el desarrollo local. De una forma u otra, casi todos los que opinan están involucrados en acciones que se desarrollan en los municipios para alcanzar dicho fin. Medite y ponga en práctica de inmediato la siguiente lección aprendida, “Si buscas resultados diferentes, si buscas transformación, si buscas construir Municipio Inteligente por un Desarrollo Local Sostenible, no sigas haciendo lo mismo, cambia de comportamientos, actitudes y prácticas”. Para ello, se traza como objetivo, sistematizar fundamentos teóricos y metodológicos que sustentan el modelo de municipio inteligente por un Desarrollo local sostenible en relación al modelo tradicional que se manifiesta en la realidad local. ¿Es esto posible sin afectar intereses de grupos concentrados y mentalidades impuestas en todas las dimensiones dónde las tomas de decisiones afectan rumbos y sentidos de pertenencia local y participación inclusiva de los vecinos y actores locales?


Las agendas dictadas por el Capital financiero y sus organismos de crédito transnacional y gobernanza global, cuyo centro institucional se supone Naciones Unidas (ONU), vienen hace años intentando instalar la agenda de desarrollo 2030, con relativos y desiguales resultados, propios de la desigualdad en el mundo.


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Richard Florida es cofundador y editor general de CityLab y editor senior de The Atlantic. Es profesor universitario en la Escuela de Ciudades de la Universidad de Toronto y en la Escuela de Administración Rotman, y un distinguido miembro del Instituto de Bienes Raíces Schack de la Universidad de Nueva York. Es autor de los libros The Great Reset: How New Ways of Living and Working Drive Post-Crash Prosperity (2010) y The New Urban Crisis (2017), entre otros libros.

Este artículo fue publicado previamente en la revista CityLab. Se traduce y se reproduce por gentileza de sus editores y de su autor.

¿Son las ciudades los grandes motores de la innovación, los modelos de progreso económico y social que celebran los optimistas, o son las zonas de desigualdad y división de clases que denuncian los pesimistas? La realidad es que son ambas cosas.

Imagina que pudieras viajar en el tiempo hasta 1975, tomar a un neoyorquino al azar de la calle y dejarlo suelto en la ciudad hoy mismo.

La Nueva York que él conocía era un lugar en fuerte declive económico. La gente, los empleos y la industria huían a los suburbios. Sucia, peligrosa y violenta, Nueva York estaba al borde de la bancarrota. ¿Qué haría ese mismo neoyorquino en la ciudad de hoy?


 

No tendría ningún problema en encontrar su camino. El Bronx aún estaría arriba, el Battery Park abajo, y la Estatua de la Libertad continuaría presidiendo el puerto. La mayoría de los grandes puntos de la ciudad -los edificios Empire State y Chrysler, Rockefeller y Lincoln Center- tendrían el mismo aspecto. Las calles aún estarían atascadas de tráfico. Podría tomar los mismos subterráneos a través de Manhattan y hasta los bordes de Brooklyn, Queens y el Bronx, el tren PATH a Nueva Jersey, y el New Jersey Transit y el Metro North hacia los suburbios exteriores.

Pero muchas otras cosas habrían cambiado dramáticamente. Lamentablemente, las Torres Gemelas, totalmente nuevas en su época, habrían desaparecido. El reconstruido distrito financiero de la ciudad estaría repleto no sólo de gente de negocios, sino también de familias acomodadas que habrían hecho sus hogares en los suburbios en los años setenta. Cerca, en lo que una vez fue un terreno baldío de escombros y muelles caídos, un largo parque verde con un sendero para bicicletas corría a lo largo del río Hudson a lo largo de todo Manhattan. Times Square aún tendría sus luces y vallas publicitarias parpadeantes, pero donde antes había teatros sórdidos y sex-shops, encontraría una versión urbana de Disneylandia repleta de turistas, algunos de los cuales se relajaban en las mecedoras colocadas allí para su disfrute. Donde alguna vez deambulaban los artistas de Soho y los hippies y punks del West Village y del East Village, encontraría restaurantes, cafés y bares de lujo llenos de banqueros de inversión, técnicos, turistas y más que una celebridad ocasional.

Las plantas de procesamiento de carne, los almacenes industriales y los bares de gays del Distrito Meatpacking que antes funcionaban, habrían desaparecido; en su lugar, un parque lineal construido encima de la línea ferroviaria elevada y abandonada del vecindario se llenaría de gente. A lo largo de su extensión habría nuevos y brillantes condominios y torres de oficinas, un flamante Whitney Museum, hoteles boutique y tiendas de lujo. La cercana fábrica de galletas Nabisco se habría convertido en un patio de comidas de alto nivel, y el gigantesco edificio de la vieja Autoridad Portuaria se habría llenado de técnicos que trabajan para Google, una de las muchas empresas de alta tecnología del barrio. Cruzando el East River o el Hudson, vería las fábricas, las viviendas en ruinas y las casas en hilera de Brooklyn, Hoboken y Jersey City transformadas en vecindarios donde viven, trabajan y juegan jóvenes profesionales y familias. Podría caminar por las calles por la noche sin preocuparse por el crimen.

Pero a pesar de lo limpia y bien equipada que estaría la ciudad en la superficie, también sentiría las tensiones hirviendo a fuego lento en su interior. Vivir allí sería mucho menos económico para un trabajador como él que en 1975. Los departamentos que se habían vendido por U$50,000 en su día, ahora estarían alcanzando millones; otros que podría haber alquilado por U$500 al mes ahora costarían U$5,000, U$10,000, o más. Vería brillantes torres que se elevaban a lo largo de la hilera de edificios multimillonarios de la calle 57, muchas de ellas casi completamente oscuras y sin vida por la noche. Oiría a la gente quejarse de la creciente desigualdad, del aumento del “uno por ciento” y de cómo la ciudad se había vuelto cada vez más inaccesible para la clase media.

En medio del dinero y los turistas, vería grandes extensiones de desventajas persistentes frente a los nuevos bastiones de la riqueza. Se daría cuenta de que la pobreza y los problemas sociales, como la delincuencia y el consumo de drogas, que habían asolado la ciudad en su día, se habían trasladado a lo que solían ser suburbios de clase media. Podría sorprenderse al enterarse del retorno de un demócrata a la alcaldía en 2014, después de dos décadas de gobierno de los republicanos, uno de ellos un multimillonario que ejerció el cargo durante tres mandatos completos. Se sorprendería aún más al descubrir que el nuevo alcalde, un ex activista comunitario de Brooklyn, consiguió su triunfo haciendo campaña contra la transformación de Nueva York en dos ciudades: una rica y otra pobre. El modo en el que todo esto sucedió -“la historia de dos ciudades”, como dijo el nuevo alcalde- sería en gran medida la historia de lo que se había perdido en esos cuarenta años.

He vivido en las ciudades y sus alrededores y las he observado de cerca durante toda mi vida, y he sido urbanista académico durante más de tres décadas. He visto ciudades que declinan y mueren, y las he visto volver a la vida. Pero nada de eso me preparó para lo que enfrentamos hoy. Justo cuando parecía que nuestras ciudades estaban dando un vuelco, cuando la gente y los puestos de trabajo volvían a ellas, una serie de nuevos retos urbanos -desde el aumento de la desigualdad hasta la vivienda cada vez más inasequible- empezaron a salir a la luz. Al parecer, de la noche a la mañana, el tan esperado renacimiento urbano se ha convertido en un nuevo tipo de crisis urbana.

Aunque muchos comentaristas han identificado y lidiado con elementos de esta crisis, pocos aprecian lo profunda que es y lo sistémica que se ha vuelto. Una enorme brecha intelectual divide a los principales expertos urbanos en dos campos distintos: los optimistas urbanos y los pesimistas urbanos. Cada grupo describe realidades importantes del urbanismo de hoy y, sin embargo, la unilateralidad de sus perspectivas nos ha impedido captar todas las dimensiones de la crisis urbana actual para que podamos encontrar una salida.

Los optimistas urbanos se centran en el impresionante renacimiento de las ciudades y el poder de la urbanización para mejorar la condición humana. Para estos pensadores (yo mismo entre ellos, hasta no hace mucho tiempo), las ciudades son más ricas, seguras, limpias y saludables que nunca, y la urbanización es una fuente inagotable de mejora. El mundo, dicen, sería un lugar mejor si los Estados-nación tuvieran menos poder, y las ciudades y sus alcaldes tuvieran más.

En marcado contraste, los pesimistas urbanos ven las ciudades modernas como si estuvieran esculpidas en áreas doradas y virtualmente cerradas para el consumo notable de los super-ricos, pero con grandes extensiones de pobreza y desventajas para las masas. La revitalización urbana, en opinión de los pesimistas, es impulsada por capitalistas rapaces que se benefician de la reconstrucción de algunos barrios y de la destrucción de otros. La urbanización global está siendo impuesta al mundo por un orden capitalista neoliberal implacable, y su característica definitoria no es el progreso y el desarrollo económico, sino los barrios marginales, junto con una crisis económica, humanitaria y ecológica de proporciones asombrosas.


 

La gentrificación y la desigualdad son el resultado directo de la recolonización de la ciudad por parte de los ricos y los favorecidos.

Así que, ¿cómo es la situación? ¿Son las ciudades los grandes motores de la innovación, los modelos de progreso económico y social que celebran los optimistas, o son las zonas de desigualdad y división de clases que denuncian los pesimistas? La realidad es que son ambas cosas. El urbanismo es una fuerza económica tan poderosa como dicen los optimistas, y al mismo tiempo es tan desgarrador y productor de desigualdad como afirman los pesimistas. Como el capitalismo mismo, es paradójico y contradictorio. Comprender la crisis urbana actual requiere tomar en serio tanto a los pesimistas urbanos como a los optimistas urbanos. En mi intento de lidiar con ello, he tratado de sacar provecho de las mejores y más importantes contribuciones de cada uno de los grupos.

¿Qué es exactamente la Nueva Crisis Urbana?

Durante los últimos cinco años he centrado mi investigación y mi energía intelectual en definir la nueva crisis urbana. Trabajando con mi equipo de investigación, desarrollé nuevos datos sobre el alcance y las fuentes de la desigualdad urbana, el grado de segregación económica, las causas y dimensiones clave del aburguesamiento, las ciudades y los vecindarios en los que se están asentando los super-ricos del mundo, los desafíos que plantea la concentración de nuevas empresas de alta tecnología en las ciudades y la supuesta disminución de la creatividad artística y musical a medida que las ciudades se han vuelto más caras.

Combinando mi propio interés de larga data en el desarrollo económico urbano con las ideas de los sociólogos urbanos sobre los efectos corrosivos de la pobreza concentrada, mapeé las nuevas y profundas divisiones que aíslan a las clases en vecindarios separados y rastreé el crecimiento de la pobreza y las desventajas económicas en los suburbios. Profundicé en los numerosos desafíos a los que se enfrentan las ciudades en rápido crecimiento de las economías emergentes del mundo, donde la urbanización no está logrando estimular el mismo tipo de crecimiento económico y el aumento de los niveles de vida que en las naciones avanzadas.

La nueva crisis urbana es diferente a la de los años sesenta y setenta. Aquella crisis se definió por el abandono económico de las ciudades y la pérdida de su función económica. Formada por la desindustrialización y la huida de los blancos, su sello era un hueco en el centro de la ciudad, un fenómeno que los teóricos y políticos urbanos llamaban el “el agujero en el donut”. A medida que las ciudades perdían sus industrias principales, se convertían en lugares de pobreza creciente y persistente: sus viviendas se deterioraban; la delincuencia y la violencia aumentaban; y los problemas sociales, incluidos el uso indebido de drogas, el embarazo adolescente y la mortalidad infantil, aumentaban. A medida que las economías urbanas se erosionaban y los ingresos fiscales declinaban, las ciudades se volvieron cada vez más dependientes del apoyo financiero del gobierno federal. Muchos de estos problemas permanecen con nosotros hasta el día de hoy.

Pero la Nueva Crisis Urbana va aún más lejos y es más abarca más aspectos que su predecesora. Aunque dos de sus características principales -la creciente desigualdad y el aumento de los precios de la vivienda- se discuten con mayor frecuencia en relación con el aumento y la reactivación de centros urbanos como Nueva York, Londres y San Francisco, la crisis también golpea duramente a las ciudades en declive del Cinturón Oxidado y a las ciudades en expansión del Cinturón del Sol con economías insostenibles impulsadas por la energía, el turismo y los bienes raíces. Otras características fundamentales -segregación económica y racial, desigualdad espacial, pobreza arraigada- se están volviendo tan comunes en los suburbios como en las ciudades. Desde este punto de vista, la Nueva Crisis Urbana es también una crisis de los suburbios, de la urbanización misma y del capitalismo contemporáneo en gran escala.

Las cinco dimensiones de la Nueva Crisis Urbana

Primero: Existe una profunda y creciente brecha económica entre un pequeño número de ciudades superestrella, como Nueva York, Londres, Hong Kong, Los Ángeles y París, junto con centros líderes en tecnología y conocimiento, como el Área de la Bahía de San Francisco, Washington DC, Boston, Seattle y otras ciudades de todo el mundo. Estos “lugares superestrella” tienen una participación desproporcionada en las principales industrias de alto valor del mundo, la innovación de alta tecnología y las startups. Por poner sólo un ejemplo: solo seis áreas metropolitanas -el Área de la Bahía de San Francisco, Nueva York, Boston, Washington DC, San Diego y Londres- atraen casi la mitad de toda la inversión en capital de riesgo de alta tecnología en todo el mundo. El surgimiento de este urbanismo en el que el ganador se lo lleva todo crea un nuevo tipo de desigualdad entre las ciudades, con un abismo económico cada vez mayor entre los ganadores y la larga lista de otras ciudades que han perdido su posición económica como resultado de la globalización, la desindustrialización y otros factores.


 

La segunda dimensión es la crisis de éxito que aflige a estas mismas “ciudades superestrella”. Estos ganadores se enfrentan a precios de la vivienda extraordinariamente altos y cada vez más inasequibles y a niveles asombrosos de desigualdad. En estos lugares, la gentrificación se ha convertido en lo que algunos han llamado “plutocratización”. Algunos de sus barrios urbanos más vibrantes e innovadores se están convirtiendo en “distritos trofeo”, donde los súper-ricos del mundo depositan su dinero en inversiones de vivienda de alto nivel en lugar de en lugares donde vivir. No son solo los músicos, artistas y creativos los que están siendo expulsados: un número creciente de trabajadores del conocimiento económicamente aventajados están viendo cómo su dinero es consumido por los altos precios de la vivienda en estas ciudades, y han empezado a temer que sus propios hijos nunca podrán pagar el precio de entrada en ellas. Pero son los obreros y los trabajadores de servicios, junto con los pobres y los desfavorecidos, los que se enfrentan a las consecuencias económicas más graves. Estos grupos están siendo expulsados de las ciudades superestrella, y se les están negando las oportunidades económicas, los servicios y las comodidades, y la movilidad ascendente que estos lugares tienen para ofrecer. Es difícil mantener una economía urbana funcional cuando los maestros, enfermeras, trabajadores de hospitales, policías, bomberos y trabajadores de restaurantes y servicios ya no pueden permitirse el lujo de vivir a una distancia razonable de sus lugares de trabajo.

La tercera dimensión, mucho más amplia, y en muchos sentidos más problemática de la Nueva Crisis Urbana, es la creciente desigualdad, segregación y clasificación que está teniendo lugar en prácticamente todas las ciudades y áreas metropolitanas, tanto para ganadores como para perdedores. Si el “hoyo en el donut” expresó la crisis urbana de los años 60 y 70, la Nueva Crisis Urbana está marcada por la desaparición de la clase media, que antes era grande, y de sus vecindarios estables, que fueron la encarnación física del sueño americano. Entre 1970 y 2012, la proporción de familias estadounidenses que vivían en barrios de clase media disminuyó de 65 a 40 por ciento, mientras que la proporción de familias que vivían en barrios pobres o acomodados creció sustancialmente. Durante la última década y media, nueve de cada diez áreas metropolitanas de Estados Unidos han visto cómo sus clases medias se reducían. A medida que el centro se ha ido vaciando, los vecindarios de todo Estados Unidos se están dividiendo en grandes áreas de desventaja concentrada y áreas mucho más pequeñas de afluencia concentrada. En lugar de la antigua división de clases entre ciudades pobres y suburbios ricos, ha surgido un nuevo patrón: una metrópoli de Patchwork en la que pequeñas áreas de privilegio y grandes franjas de angustia y pobreza se entrecruzan por igual entre la ciudad y los suburbios.

La cuarta dimensión de la Nueva Crisis Urbana es la creciente crisis de los suburbios, donde la pobreza, la inseguridad y el crimen están aumentando, y la segregación económica y racial se está profundizando. Olvidemos esas viejas imágenes de la vida suburbana de clase media. Hoy en día hay más gente pobre en los suburbios que en las ciudades: 17 millones contra 13,5 millones. Y las filas de los pobres suburbanos están creciendo mucho más rápido que en las ciudades, en un asombroso 66 por ciento entre 2000 y 2013, en comparación con el 29 por ciento en las zonas urbanas. Parte de esta pobreza suburbana está siendo importada de las ciudades a medida que las familias desplazadas buscan lugares más asequibles para vivir. Pero gran parte de ella también es de cosecha propia: cada vez más personas que alguna vez fueron miembros de la clase media han acabado fuera de ella, ya sea como resultado de la pérdida de empleo o del aumento de los precios de la vivienda. Los suburbios han sido durante mucho tiempo el hogar de las comunidades más ricas de Estados Unidos, pero ahora sus desigualdades rivalizan cada vez más con las de las ciudades.

La quinta y última dimensión de la Nueva Crisis Urbana es la crisis de la urbanización en el mundo en desarrollo. Los optimistas urbanos creen que la urbanización traerá en última instancia el crecimiento económico, el aumento del nivel de vida y el crecimiento de la clase media en estos lugares, tal como ocurrió en Estados Unidos, Europa, Japón y, más recientemente, China. Después de todo, las ciudades han impulsado históricamente el desarrollo de las economías nacionales. Pero esta conexión entre la urbanización y el aumento del nivel de vida se ha roto en muchas de las zonas de urbanización más rápida del mundo. Estamos asistiendo al surgimiento de un fenómeno preocupante de urbanización sin crecimiento, en el que las personas llegan rápidamente a las zonas en un vertiginoso proceso de urbanización del mundo en desarrollo, pero ven poca o ninguna mejora en sus niveles de vida. Más de 800 millones de personas -dos veces y media la población total de Estados Unidos- viven en condiciones de pobreza extrema y en condiciones deficientes en barrios marginales y villas miseria, y su número seguirá aumentando a medida que aumente la población urbana del mundo.

Aunque la Nueva Crisis Urbana tiene múltiples manifestaciones, está moldeada por la contradicción fundamental provocada por la concentración urbana. Esta fuerza de agrupación tiene las dos caras de Jano: junto con sus atributos positivos, también tiene atributos negativos significativos.

Por un lado, la concentración de la industria, la actividad económica y las personas con talento y ambición en las ciudades son ahora el motor básico de la innovación y el crecimiento económico. Ya no son los recursos naturales o incluso las grandes empresas las que impulsan el progreso económico, sino la capacidad de las ciudades para agrupar y concentrar a las personas con talento, permitiéndoles combinar y recombinar sus ideas y esfuerzos, lo que aumenta enormemente la innovación y la productividad.

De ese fermento surgen los nuevos inventos y las empresas emprendedoras que impulsan la prosperidad. La magnitud en que la actividad económica se ha concentrado en las ciudades y áreas metropolitanas del mundo es asombrosa. Los cincuenta metros más grandes del mundo albergan sólo el 7 por ciento de la población total del mundo, pero generan el 40 por ciento de la actividad económica mundial. Sólo cuarenta megaregiones -constelaciones de ciudades como el corredor Boston-Nueva York-Washington- representan aproximadamente dos tercios de la producción económica mundial y más del 85 por ciento de su innovación, mientras que solo albergan al 18 por ciento de su población. La cantidad de actividad económica que se concentra en pequeños espacios urbanos dentro de las principales ciudades es aún más sorprendente. Solo una pequeña parte del centro de San Francisco, por ejemplo, atrae miles de millones de dólares en capital de riesgo al año, más que cualquier nación del planeta, excepto los Estados Unidos. Por eso creo que es más útil referirse al capitalismo contemporáneo como capitalismo del conocimiento urbanizado que a capitalismo basado en el conocimiento.

Por otro lado, aunque la concentración urbana impulsa el crecimiento, también crea profundas divisiones en nuestras ciudades y en nuestra sociedad. No todo puede agruparse en el mismo espacio limitado. Algunas cosas, en última instancia, desplazan a otras. Esta es la esencia del nexo entre el suelo urbano -producto de la concentración extrema de la actividad económica en partes muy limitadas de un número muy limitado de ciudades y de la competencia cada vez más feroz por ellas-. Como en la mayor parte de las cosas de la vida, los ganadores de la competencia por el espacio urbano son los que tienen más dinero para gastar. Como los ricos y favorecidos regresan a las ciudades, colonizan los mejores lugares. Todos los demás son apiñados en las restantes zonas desfavorecidas de la ciudad o empujados más lejos en los suburbios. Esta competencia, a su vez, configura una paradoja económica relacionada: la paradoja de la tierra. Hay cantidades aparentemente interminables de tierra en todo el mundo, pero no la suficiente donde más se necesita.

En esta nueva era del capitalismo del conocimiento urbanizado, el lugar y la clase se combinan para reforzar y reproducir las ventajas socioeconómicas. Los de arriba se ubican en comunidades que les proporcionan un acceso privilegiado a las mejores escuelas, los mejores servicios y las mejores oportunidades económicas, mientras que los demás reciben los barrios sobrantes, que tienen versiones inferiores de todas esas cosas y por lo tanto ofrecen menos oportunidades para avanzar en la vida. Los ricos, que viven en un número relativamente pequeño de ciudades aventajadas, y un número aún menor de vecindarios aventajados dentro de ellas, capturan una parte desproporcionada de las ganancias económicas para sí mismos y sus descendientes.


 

La impresionante victoria de Trump y los republicanos significa que durante al menos los próximos cuatro años tendremos una escasa inversión federal en nuestras ciudades y poca o ninguna inversión en viviendas asequibles. Si bien la administración Trump se ha comprometido a gastar más en infraestructura, sus prioridades serán probablemente las rutas y los puentes en lugar del tránsito. Alguna combinación de gobierno local, organizaciones sin fines de lucro y fundaciones filantrópicas tendrá que tratar de llenar los vacíos que resultan de la inacción republicana y los profundos recortes que probablemente se harán en la ya deshilachada red de seguridad social de Estados Unidos, que afectará duramente a las personas y vecindarios desfavorecidos. Ahora más que nunca, los alcaldes y los funcionarios locales tendrán que tomar la iniciativa en materia de transporte público, vivienda asequible, pobreza y otras cuestiones urbanas urgentes.

En última instancia, el urbanismo para todo lo que se requiere para avanzar debe tomar forma en torno a siete pilares clave:

  • Reformar la zonificación y los códigos de construcción, así como las políticas fiscales, para asegurar que la fuerza del agrupamiento trabaje en beneficio de todos.

  • Invertir en la infraestructura necesaria para estimular la densidad y la agrupación y limitar la expansión costosa e ineficiente.

  • Construir viviendas de alquiler más asequibles en lugares céntricos.

  • Expandir la clase media convirtiendo los trabajos de servicio de bajos salarios en trabajos de apoyo familiar.

  • Abordar directamente la pobreza concentrada invirtiendo en personas y lugares

  • Participar en un esfuerzo global para construir ciudades más fuertes y prósperas en partes del mundo emergente que se están urbanizando rápidamente.

  • Empoderar a las comunidades y permitir a los líderes locales fortalecer sus propias economías y hacer frente a los desafíos de la nueva crisis urbana.

( https://nuevarevistasocialista.com/portfolio/enfrentando-la-nueva-crisis-urbana/ )


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Releía textos de hace algunos años y siguen teniendo la misma vigencia en tanto necesidad y urgencia de retomar senderos diferentes … caminos propios y no adoptados. Constituirnos desde un lenguaje que nos nombre a nosotros mismos y a los desarrollos que queremos generar.


NARRARNOS A NOSOTROS MISMOS.


Las palabras se constituyen en universos mas amplios que aquellos expresados por las teorías de la lingüística tradicional  o el psicoanálisis. Mas bien surgen de la inconsciencia como instancia dialógica entre lo humano y lo existente, como consciencia de un diálogo también inconsciente y subconsciente. un diálogo de percepciones y estimulaciones meméticas múltiples y complejas que refiere al todo del que formamos vitalmente parte.


Estos días de la peste nos permite reconocernos en cuanto discurso ajeno apoyamos nuestros saberes y nuestra comprensión del mundo y de nosotros mismos como continente, como Estados y como pueblos de esos estados, habitantes de una tierra aún no del todo destruída pese a los esfuerzos del Capital transnacional por apropiarse de recursos y de la voluntad y el trabajo de los nuestros.


Quienes intentamos desde la palabra, solemos caer en aquello de que son ellas las que salen a nuestro encuentro y que no hay mayor mérito del escriba, sino más bien del impacto que su orden, o desorden, produce en quien lee o recibe. Es una simple alegoría que desdibuja el ego exacerbado de muchos humanos por sus propias creaciones, ya referidas a cualquier ámbito y quehacer de la vida, en este caso referido al arte de producir escritos.

Sin embargo, el lenguaje tiene tanta vida propia como la que le imbuye aquel que las ordena, elije, le atribuye valor, sentidos, direcciones y significados posibles más allá de los significantes que, como universo de interpretación, permite que nos entendamos por su mediación.

Esto es tan así, incluso más allá de la distinción entre los contenidos semióticos (de los que como significado pretende transmitir), Semánticos ( de su estructuración lógica como lenguaje), a sus estructuraciones psíquicas (lenguaje psíquico) y sus construcciones históricas (etimológicas), sino más bien en sintonía con un universo menos estructurado y consciente. Un mundo que, sin embargo, se nos ofrece campo fértil para nuevas experimentaciones y racionalizaciones, el de la percepción a través de los sentidos y las emociones, conscientes o inconscientes en universos posibles de interpretación.

Superados los limites formales, fenomenológicos o esencialistas, entender el lenguaje como un espacio informe, atemporal, que los incluya en concepciones comunes, digamos meméticas, como intercambio de flujos que interactúan a diferentes niveles y dimensiones para constituirnos seres espacialmente ubicados, históricos y temporalmente situados, en esos intercambios entre lo existente (natural o creacional), lo imaginado, lo simbólico y lo perceptivo emocional como parte del andamiaje que, no solo hace posible la razón consciente y autoconsciente, ya como posibilidad, ya como mediación instrumental o constitutiva, sino como parte propia de la autoconstrucción de identidades y formas de reconocer el mundo en tanto existentes en un mundo fuera del posible de ser percibido y alcanzado por la conciencia y que sin embargo, ametralla de información a nuestro cerebro y nuestra mente a través de todo aquello que no alcanzamos a descubrir, nombrar, concientizar y que entonces discurre en un submundo de frontera entre el saber, el intuir y la ignorancia absoluta.

Estamos en esos submundos que la literatura metaforiza en obras excepcionales de su creación como imaginario no existente en el mundo concreto, pero tan reales como la psiquis que es capaz de imaginarlos. Desde guerras intergalácticas con miles de civilizaciones que habitan planetas imaginarios o, tal vez reminiscencias de pasados o memorias imposibles de imaginar cómo nuestras, concretas, pragmática e históricas memorias. Universos capaces de encontrarse dentro de roperos, o estaciones, de trenes capaces de salirse de sus rieles y volar, que transportan a otras dimensiones cuyas columnas podemos atravesar para que aparezcan la magia y la revelación fabulada de realidades que, de otra manera, serían insoportables de comprender y elaborar por nuestra capacidad consciente que se protege de su razón mecánica e insensible a través de estos artilugios. O mundos maravillosos dentro o a través de los espejos reales que nos devuelven la distorsión de lo propio y sin embargo contiene todo un universo “loco” de razones sin razón.

Luckas, Asimov, Rowling, Lewis, solo algunos de los que juegan con los márgenes. Que dan razón al lenguaje como metáfora viva más allá de la voluntad e intención del genio individual que las articula en algún relato que impacta los imaginarios colectivos y se transforman en obras mundialmente leídas y que identifican los universos más, allá de lo permitido, que el lenguaje en su propia vitalidad es capaz de imprimir a los humanos, trascendiendo sus propias autolimitaciones y los Corsets o encierros que la educación, la tradición y la historia mal enseñada y aprendida nos transfiere como imposibilidad.

Hay que distinguir esos hilos delgado que separan la sutileza de la metáfora y el lenguaje como sublenguaje, desvelador de aquello que se nos oculta, del delirio irracional y sin sentido de combinar palabras al azar y que signifiquen nada más allá de alguna afiebrada mente enfermiza que descubre encriptaciones como quién ve diseños en una pared despintada y corroída por el paso del tiempo, y que las descubre creyéndose genio, desconociendo que es un mecanismo común a cualquier cerebro, asemejar sin formes y asociarlas a formas ya conocidas e imágenes mentales de estas. Precisamente porque es la prueba cruel que nuestra capacidad consciente nos supone torturante, al contemplar la verdadera esencia de nuestro genio, que no es individual sino colectiva y no es humana sino producto de la relación que genera mediaciones entre nuestras capacidades y los estímulos que se generan constantemente en el universo para relacionarlo todo con todo, aún y a pesar de nuestra conciencia.

En América Latina, surgen percepciones nuevas en tanto ocultamiento de siglos de historias ancestrales, de colectivos igualmente humanos que no hacían distinciones entre razones y percepciones, sentimientos, emociones o acciones. Se identificaban con universos y cosmovisiones más vitales en múltiples sentidos. Replicaban los ciclos de la vida en sus sistemas de conocimiento. La tierra era madre y el sol era padre. El otro, siempre hermano, aunque como buenos hermanos hubiese guerra y hasta en ocasiones replicara la muerte intencionada del relato bíblico de Caín y Abel, pero que estas tierras desconocieron en su capacidad de destrucción hasta que la barbarie civilizatoria de Europa llegara con sus perros montados por hierro y sus espadas afiladas y sus flechas de fuego.

Al mundo de seres míticos que poblaron las civilizaciones al oriente y al occidente nuestro que son espejos de los espejos que nos mostraron ellos y en los que equivocadamente aprendimos a mirarnos y aún hoy seguimos mirándonos, existieron referencias explicitas e implícitas, siempre distorsionadas de nuestras existencias americanas.

En los relatos y los cuentos se pierden en el tiempo las metáforas referidas a viajeros que nunca han sabido distinguir entre lo cierto y lo imaginado, lo percibido, lo emocional y lo que dicen los sueños. Todos los lenguajes en un solo lenguaje que articula una visión liquida y diversa de lo que existe y nosotros en ella. Desde los amores no autorizados que se inmortalizan en pájaros, hasta los hijos de dioses que la madre o el padre forjaron para identificar al líder a la machi o al Cacique, que conducirán al colectivo hacia su destino mejor.


 

Estos otros no tenían firmas de autor … diferencia significativa por aquello de que las palabras, los lenguajes, no tienen dueño. No son el resultado de unos pocos elegidos sino construcciones de todos para ponernos de acuerdo y decidir los modos y distribuir deberes, derechos y construir formas para vivir la vida y sostenerla como humana frente a tanta deshumanización intencionada de otros humanos que se creen dueños de algo, que no sea lo que deciden para sí mismos, más allá de lo que el limitado tiempo de su existencia vital en el entramado existentes a la hora de su nacimiento, le permite, hasta el final mortal que a todos nos iguala.

Que de real y que de imaginario o qué de ambas, útiles para construir el ideario que señale el camino por el que andarán nuestros pies descalzos, recuperando la razón sensible de sentirnos parte de la tierra y no creernos dueños pues solo la pisamos, dependerá el futuro nuestro, de nuestros hijos y de toda la humanidad en esta tierra. Dependerá de cada uno de nosotros Y de cuanto seamos capaces de relatar dejándonos atravesar por esos memes, esas palabras, esos lenguajes que como metáforas vivas que se producen en todos lados, nos invitan a constituir universos mágicos y posibles, más colectivos y más dignos, más sensibles y emotivos, más humanizados que desdibujen márgenes e incluya a todo lo posible y lo imposible y constituya a nuevo los imaginarios colectivos.

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 A su vez, los ingenieros y los políticos dicen: para que el nervio no duela son necesarios tantos estrictos metros cuadrados de sol, y tantos gramos de mentiras poéticas, de mentiras sociales, de narcóticos psicológicos, de mentiras noveladas, de esperanzas para dentro de un siglo… y el Cuerpo, el Hombre, la Verdad, sufren…, sufren, porque mediante el aburrimiento tienen la sensación de que existen como el diente podrido existe para nuestra sensibilidad cuando el aire toca el nervio. »

Para no sufrir habría que olvidarse del cuerpo; y el hombre se olvida del cuerpo cuando su espíritu vive intensamente; cuando su sensibilidad, trabajando fuertemente, hace que vea en su cuerpo la verdad inferior que puede servir a la verdad superior. Aparentemente estaría en contradicción con lo que decía antes, pero no es así. Nuestra civilización se ha particularizado en hacer del cuerpo el fin, en vez del medio, y tanto lo han hecho fin, que el hombre siente su cuerpo y el dolor de su cuerpo, que es el aburrimiento. »El remedio que ofrecen los intelectuales, el Conocimiento, es estúpido. Si usted conociera ahora todos los secretos de la mecánica o de la ingeniería y de la química, no sería un adarme más feliz de lo que es ahora. Porque esas ciencias no son las verdades de nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo tiene otras verdades. Es en sí una verdad. Y la verdad, la verdad es el río que corre, la piedra que cae. El postulado de Newton… es la mentira. Aunque fuera verdad; ponga que el postulado de Newton es verdad. El postulado no es la piedra. Esa diferencia entre el objeto y la definición es la que hace inútil para nuestra vida las verdades o las mentiras de la ciencia. ¿Me comprende usted?

Los Lanzallamas” Norberto Arlt.



LAS PALABRAS Y SU SENTIDO OCULTO Y OCULTADO



Se suele decir que el ser humano es un animal de costumbre y como tal, se adapta a situaciones y “normaliza” relaciones, naturalizándolas, haciéndolas comunes y parte irremediable de su experiencia y de su realidad cotidiana. Muchas veces sin demasiada reflexión y otras con mucho de resignación. Sin embargo, casi a diario, nos inundan titulares acerca de la crisis política, la crisis educativa, la crisis financiera, la crisis económica, la crisis moral, la crisis en las familias, la crisis social, la crisis del presupuesto, la crisis de las universidades, la crisis de la ciencia, la crisis psicológica, la crisis de los paradigmas, la crisis del capitalismo, la crisis de la modernidad, la crisis del cine, del teatro, de la radio, de los diarios o la gráfica o de los medios de comunicación en general.

En definitiva, parecería ser que nuestras “adaptaciones” se hayan permanentemente en crisis. Vivimos en medio de una “Crisis de la crisis”.

La crisis (derivado del griego krísis 'decisión', del verbo kríno 'yo decido, separo, juzgo), designa el momento en que se produce un cambio muy marcado en algo o en una situación: en una enfermedad, en la naturaleza, en la vida de una persona, en la vida de una comunidad.

Nuestra palabra “crisis” viene del griego, donde encontramos exactamente el mismo término (“κρίσις”): con el significado de “separación”, “distinción”, “elección”, “discernimiento”, “disputa”, “decisión”, “juicio”, “resolución”, “sentencia”. El verbo correspondiente a este sustantivo es “κρίνω” (“krino”), que significa “separar”, “distinguir”, “escoger”, “preferir”, “decidir”, “juzgar”, “acusar”, “explicar”, “interpretar”, “resolver”.




En principio, esta palabra no tiene un significado negativo. La crisis es el momento en que la rutina ha dejado de servirnos como guía y necesitamos optar por un camino y renunciar a otro. Naturalmente, esta decisión ha de hacerse de un modo prudente, teniendo en cuenta las consecuencias de cada alternativa. Por eso es necesario elegir con criterio, otra palabra griega que aparece en este contexto (“κριτήριον”, “criterion”) con el significado de “tribunal de justicia”. Como es obvio ningún tribunal debe dictaminar al buen tuntún y aquel capaz de juzgar con conocimiento y criterio, el que sabe tomar la decisión correcta, es el crítico (“κριτικός”, “capaz de juzgar”).



Etimológicamente al menos, crisis es todo lo contrario a aceptar un destino inevitable. El tiempo de la crisis es el de la decisión, la inteligencia y la valentía. Ante una crisis social o política, la decisión sobre el camino a tomar depende de quien tenga el poder y la capacidad de convencer a los demás. En Islandia, por ejemplo, la opción ha sido juzgar a los banqueros, cambiar la constitución y empezar a valorar más el tiempo libre y las relaciones personales en lugar del consumo basado en el crédito.

 

Pasar por una crisis: dificultad, situación momentáneamente mala de una persona, grupo o empresa. En economía: mala situación económica. En medicina, la forma prefijada crino-(del griego kríno ‘yo separo’, ‘yo decido’) forma compuestos como endocrinología, en biología ‘estudio de las secreciones internas’, crinología ‘estudio de las glándulas y sus secreciones’.

El verbo kríno ‘yo decido, separo, juzgo’, es el juicio formado sobre una cosa después de examinarla cuidadosamente.

Se suele decir que toda crisis es una oportunidad para un cambio de rumbo, citando a Winston Churchill: «Toda crisis es mitad un fracaso y mitad una oportunidad». Es un fracaso porque el mundo se nos viene abajo, perdemos la creencia o la confianza en un marco de seguridades al que hasta ahora nos habíamos atenido. Lo que nos obliga a repensar, juzgar de nuevo la situación para hacernos una idea clara de lo que pasa. La pérdida de la seguridad o de la confianza en el funcionamiento de las cosas hasta ahora provoca una decepción. Esta decepción lleva a la búsqueda de los culpables de la nueva situación, lo que provoca “indignación”. Al final, no queda más remedio que repensar la nueva situación (griego kríno ‘juzgo, separo, decido’) e intentar revertirla o corregirla.

Ahora ¿Qué sucede cuando la crisis es una constante permanente?



Crítico proviene también del latín criticus, y este del griego kritikós ‘que juzga’, ‘que decide’. Una situación crítica es una situación en la que hay que tomar una decisión para revertirla.

Un crítico es el que juzga sobre la bondad, verdad y belleza de las cosas.

Un aristarco es un crítico entendido en el tema, pero excesivamente severo, por alusión al famoso crítico griego Aristarco.

Un criticastro es el que ejerce la crítica sin estar capacitado para ello.

Un criticón el que ejerce la crítica indiscriminadamente, hallándolo todo mal.



LA Crítica en Sociología



Un somero recorrido por las sociologías más o menos contemporáneas de la crisis permitirá corroborar y especificar que la crisis permanente es un recurso retorico de los poderes “Invisibles” para denostar a los poderes visibles que intentan frenar el ejercicio de su poder.

En efecto, parecen orientarse en dos direcciones dominantes. La primera las aboca a la guerra de los adjetivos, es decir, a enzarzarse en una disputa epistémico-académica sobre si la crisis que se analiza responde a un tipo preciso o a una combinación de varios. Si es lo primero, la batalla se libra por ubicar la crisis en el propio campo disciplinar (lo social versus lo económico, lo político, lo personal, lo cultural, lo mediático, etc.); una vez ahí ubicada, la tarea consiste en mostrar de qué modo lo social (que difiere de lo económico, cultural, etc.) explica la génesis, desarrollo y eventuales destinos de la crisis. Si es lo segundo, entonces se distinguirán las distintas crisis (de nuevo: económica, cultural, de la personalidad, etc.) que se anudan en la crisis, para a continuación analizar la específica coyuntura que conforman y abogar por una perspectiva multidisciplinar que permita un intercambio virtuoso de aportaciones entre disciplinas diferenciadas. La otra deriva, que viene ya de los tiempos de Saint-Simon (¿cómo se pasa del sistema industrial al “catecismo” de los industriales?), podemos definirla, en los términos de un justamente famoso trabajo de Lockwood, como el problema de las relaciones entre la crisis sistémica y la crisis social. Las distintas líneas de la tradición sociológica se podrían ordenar según se centren mayormente en el aspecto sistémico o en el aspecto social o, como posibilidad más rica, en la relación entre ambos. Combinada con la problemática de si las crisis son epidérmicas, cíclicas o cesurial-revolucionarias, la distinción entre lo sistémico y lo social domina gran parte de las discusiones sobre las crisis en los dos siglos de literatura sociológica. No entraré en ese territorio de indagación. Poniendo entre paréntesis el interés por los adjetivos que pueden cualificarlo, lo que interesa es el término o sustantivo en sí mismo; más allá de que la crisis sea personal, social, económica, cultural, mediática o de los precios, sea sistémica o social o social-sistémica, lo que interesa por lo pronto es qué se signifi ca cuando se utiliza ese concepto.

En toda teorización, se escinde los comportamientos de los actores sociales, del ejercicio del poder enmascarado en la disputa por algo a obtener o herramientas que “poseídas” sugieren su ejercicio.

Morin (1976 y 1995) propone una crisología –es él el padre del término- que dé cuenta de su objeto en el marco del paradigma de la complejidad. Conectado con la tradición MarxFreud, presenta la crisis como reveladora (de lo que estaba oculto o se quería velar) y realizadora (de potencialidades inscritas, pero reprimidas). Más allá, y al hilo de vaivenes y matices constantes que pretenden abarcarlo todo, se limita a sostener que el concepto de crisis anuda (o aporta un espacio de encuentro entre) perturbaciones, desórdenes, incertidumbres, bloqueos de mecanismos de mantenimiento y desbloqueo de mecanismos de contención de posibilidades inhibidas. Este es el núcleo de su propuesta que, más que resolver, confirma lo que ya sabíamos sobre lo propio de la crisis, es decir, el anudamiento de esos (y otros) fenómenos que desbordan la normalidad cotidiana.




Cercano a esa corriente se sitúa el trabajo de Starn (1971) publicado en Past & Present sobre la significación del concepto de crisis en historiografía desde Tucídides hasta el siglo pasado, artículo breve, pero denso e influyente. Los trabajos de Koselleck y Starn se han desarrollado de forma independiente, o con escasísimas referencias cruzadas. Partiendo de ambos, la muy relevante indagación de Janet Roitman (2014) aborda, en el campo de las discusiones académicas y de expertos (básicamente anglosajones) sobre la crisis económica de 2008-2010, el mismo objetivo de reconstrucción de la semántica de la crisis que Koselleck y Starn realizan en su larga indagación desde los griegos hasta la actualidad. Son de un enorme interés pues en ellos encontramos el objetivo perseguido: una crisología propiamente dicha, que se orienta hacia el problema de la narración.

La tesis de Koselleck es que el concepto de crisis se sitúa en el centro de la Modernidad, convirtiéndose en su “signatura estructural” (Koselleck, 2007: 258) y adquiriendo alta complejidad semántica en el marco de su linaje clásico. Por un lado, atento a su origen médico, crisis va a suponer siempre la aparición de una situación o coyuntura urgente de cambio que, en principio, no puede ser duradera (aunque pueda ser recurrente) y se encamina hacia un final; por otro lado, va a hacer referencia siempre a la relevancia pragmática de lo que se juega en esa situación (la verdad, la salvación, la moral, el derecho, la vida, el bienestar, etc.); además, se subraya la incertidumbre que domina la situación y sus posibles resultados; por último, hay siempre una llamada a la acción en forma de decisión que ha de ser adoptada en condiciones de urgencia, incertidumbre y pragmáticamente cruciales. Según Koselleck, a lo largo del XIX la idea de la crisis acaba apareciendo en tres variantes: ya sea para hacer referencia al juego de una inestabilidad permanente/ recurrente, ya para significar la transición entre mundos separados por diferencias significativas, ya para anunciar la gran transformación final que en forma de Salvación o Condena acabará con el desosiego; también, como es lógico, es posible encontrar alguna combinación de los tres planos. La línea que va de Starn (1971) a Shank (2008) es, en principio, más escueta en sus aportaciones. Dejando aparte sus exhibiciones de erudición, la propuesta fundamental consiste en subrayar el carácter metafórico y retórico del concepto tal como se configura en la obra de Tucídides y recoge la tradición que llega hasta nuestros días. Por un lado, se trata de una metáfora médica que enfatiza la enfermedad y permite que el historiador se presente y legitime como el frío científico que observa los asuntos de los humanos. Por el otro, pone en marcha una trama narrativa que los trágicos habían desarrollado cumplidamente y Tucídides había incorporado a su relato sobre las guerras entre los griegos. Por esa trama acabamos desembocando en el acontecimiento decisivo que cierra y resuelve el drama, aportando la verdadera significación de lo ocurrido y narrado.

 

LA CRISIS PERMANENTE EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

 

Se está imponiendo un nuevo factor de cambio provocado por la convergencia digital que está cambiando radicalmente a los medios de comunicación. Maurizio Carlotti, vicepresidente de Antena 3 TV, explicó en los cursos de verano que la Universidad Complutense en Madrid, organiza en El Escorial que hay una serie de factores que están cambiando “irreversiblemente nuestra manera de vivir, pero que también son un reto para la televisión en tiempos de crisis”.

Estos cambios fundamentales pueden dividirse en cinco cambios profundos sobre los pilares básicos de la vida cotidiana.

1. Un cambio sin precedentes de semiología

Estamos en el amanecer de una época audiovisual. La palabra escrita está dejando espacio a otra forma de comunicar que es la audiovisual. Leer respecto al ver es mucho más time expensive”, aseguró Carlotti. Para los jóvenes ahora “la página web es una imagen. Y ellos no son capaces de consumir una página a la vez, porque para ellos la lectura es una secuencia de diapositivas. Además, la imagen no necesita mediadores. Sale del productor de la imagen y llega al consumidor, y en el medio puede no haber nada”. “La prensa gratuita, que empresarialmente ha sido un fracaso dramático, editorialmente ha sabido entender e interpretar este cambio semiológico que estamos viviendo”.

2. El cambio del tiempo

Hoy yo haré más cosas que en una semana entera hace 15 años porque la tecnología digital me dota de aparatos y redes que me permiten vivir a una velocidad diferente”, comentó Carlotti. “Vamos a una velocidad impresionante, pero no solamente en términos de productividad. Aunque, ¿es sano o no? No lo sé. Es evidente que cuando se reclama más perspectiva, alguien me tiene que explicar cómo se puede mantener una perspectiva si las cosas van a esta velocidad”.

Yo tengo serias dudas de que el telediario de las nueve lo podamos seguir haciendo como lo estamos haciendo”, añadió. “Estamos invitando a cenar a gente que a la hora de la invitación ya ha cenado ¿ A las 9 qué le contamos que no sepa? La aceleración es tal que es imposible que le contemos algo que no sepa”. Ahora, una noticia se consume antes de que pueda ser fijada en una página del periódico porque otra noticia tapa la original. Esta velocidad nos hace vivir online. Somos prisioneros del presente, un presente que se renueva constantemente”.

3. El concepto del espacio

En la época digital el aquí no tiene ningún sentido. Estamos conectados en tiempo real en cualquier lugar del mundo”.

4. El mundo de la conexión digital se rige en base a que parece que todo es gratis

Se ha afirmado la idea de que todo lo digital se puede conseguir sin pagar. Pero el problema no es el precio. Desgraciadamente, poniendo en discusión el precio se acaba poniendo en discusión el valor de las cosas”. Y añadió: “Si pudiéramos no pagar yo sería el primero. Pero esto implica no tanto que las cosas no tengan precio, sino que acaban por no tener valor. Las cosas tienen un valor intrínseco, lo reconozcamos o no. Las cosas que universalmente se consideran sin valor, desaparecen, salen de las vidas de las personas”.

5. Cómo se sedimenta el conocimiento

En la época digital todo es trazable”, afirmó Carlotti. “Todo deja rastro, todo queda. Es una paradoja porque la comprensión del tiempo nos obliga a un presente permanente y, al mismo tiempo, se sedimenta el pasado como nunca había ocurrido. Esta manera de sedimentar la memoria altera el proceso de conocimiento. Hoy no hace falta tener la memoria, la memoria te la regala el sistema de las conexiones digitales”.

Según el vicepresidente de Antena 3, “en la era digital el tema no son las respuestas, están todas, el tema son las preguntas. A ver cómo eres capaz de preguntar. Esto cambia el concepto de cultura. Hoy no se olvida una coma de lo que se escribe, porque cuando se produce información, cultura, ciencia por vía digital, se queda todo. El sistema de ampliar nuestros conocimientos no se basará en el almacén, sino en la fantasía de saber cruzar bases de datos de almacenes diferentes”.

Carlotti reconoció ante los estudiantes que en el mundo del periodismo y los medios de comunicación es cierto “que estamos viviendo una época en la que nos parece que todo va mal, que se están cayendo pilares históricos de la profesión”. Pero también aseguró que “la profesión del periodista va a ser una profesión del futuro, porque tendrá que recuperar sus orígenes profesionales, uno tiene que buscar noticias. El que sepa buscar noticias probablemente se forrará, porque será una empresa en sí mismo, empresario de su propia capacidad profesional”.


 

Yo creo que el problema de la prensa es que llega tarde”, afirmó Carlotti. “Esto aguanta solamente porque las horas en las que el proceso del periódico se realiza son horas en las que la mayoría de nosotros está durmiendo”. Además, considera que tiene un problema de canon comunicativo y con el hecho de que sea esencial contar con un intermediario. “La respuesta son las tabletas, que a mí me parecen una vía obligada”, aseguró. “Permiten al productor de un periódico estar a tiempo, le permiten ser audiovisual, y no tienen intermediario. El obstáculo es la gratuidad, porque cuesta convencer a la gente de pagar mucho menos que el precio que se pagaba en la edición física”.

El modelo de internet, aparte de unas cuantas cosas, era la publicidad. El verdadero límite que le veo yo al negocio implícito de la red es que todavía no está claro dónde está el business”, afirmó.

Pero frente a los riesgos y los peligros que están provocando estos cambios, sí hay medios que resisten: “los que tienen un clarísimo modelo de negocio”, como la televisión. “Está vacunada de todas estas transformaciones. No tiene un problema del cambio de la dimensión del tiempo, porque es online, ni en el espacio, porque no tiene una sede física, llega a cualquier lugar. Es audiovisual por definición, es gratis y podría sufrir la trazabilidad pero procuramos que el producto televisivo se queme al 80 o 90% con la primera emisión”.

La sostenibilidad económica en cualquier campo es fundamental donde haga falta sostener un gasto”, afirmó Carlotti. “Si el bienestar de la gente se pudiera conseguir sólo escribiendo en una Constitución todo lo que queremos tener estaríamos todos como papas. El problema es que cualquier derecho que conlleve un gasto hay que procurar que se pueda mantener”. Según explicó Carlotti, “la libertad es un derecho, porque no supone un gasto. Todo lo que supone un gasto hay que garantizarlo por el sistema de la financiación. Y lo mismo ocurre con los medios. Si el sistema general en el que se mueven los medios no garantiza la sostenibilidad, antes o después el sistema se irá abajo”.

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La crisis permanente como recurso discursivo

 

La crisis permanente es hoy un recurso retorico de la dominación y alienación de las ciudadanías y de sus percepciones acerca de la realidad, utilizado por las corporaciones al servicio del Capitalismo que poseen el dominio corporativo de los medios audiovisuales  de mayor alcance e impacto a nivel global.



En general, en occidente, las relaciones entre el mensaje y su transmisión mercantilizada por lo medios masivos de comunicación adquieren un carácter específico que se sustenta en una teoría sociológica: La Sociología es una ciencia social en crisis permanente (Gouldner, 1970: Alcxander, 1989; Giddens y otros, 1987), lo que la obliga a redefinirse sin cesar va buscar nuevos caminos cuando no cauces. O bien intenta penetrar en campos antes no explorados. o consigue asociarse con otras ciencias afines para elaborar nuevos modelos multi o interdisciplinares, o bien intenta defender en la palestra científica nuevas hipótesis sobre la realidad social como una forma de enriquecer su vigorosa tradición teórica y empírica. La metodología Psicosociológica y Sociológica cualitativa, que ha tenido un extenso y brillante desarrollo en su aplicación a diversos aspectos y objetos de la comunicación social sigue siendo el fundamento —en asocíacion con otras metodologías como la linguística y el psicoanálisis— del análisis de contenido de los mensajes, tanto de los creados en situación (grupo de discusión, entrevista) como de los mensajes elaborados con fines persuasores y transmitidos por los medios de comunicación. El análisis de los mensajes, en especial el de los medios de comunicación hegemónicos (la prensa, la televisión y el cine) tiene un gran interés como diagnóstico tanto de la situación sociocultural en que vivimos («el espíritu del tiempo de que hablaba E. Morín) como del estado de la sociedad de consumo dirigida por la publicidad»

 

 

¿Crisis permanente o conflicto permanente? La confusión intencionada.

 

El conflicto presupone una crisis. Pero las palabras marcan diferencias. El conflicto se define en una colisión, disputa, enfrentamiento, pelea, oposición o lucha entre personas o aplicado también en una nación o país. Hostilidad y enemistad armado. Aprieto, problema en una situación desdichado e infortunado, también de difícil salida. Dilema, enigma, problema, cuestión o pregunta materia de controversia. (en psicología) convivencia de tendencia contradictoria de la persona capaz de generar malestar o ansiedad.

Etimológicamente conflicto proviene del vocablo latino Conflictus que quiere decir chocar contra, lucha, colisión, turbar, combate, confrontación, de ahí que su sentido sea bastante amplio.

El conflicto presenta, además, un carácter natural, pues pertenece al hombre, nace con la vida en sociedad y reside en cada uno de nosotros.

Pese a la ansiedad que inevitablemente genera un conflicto de cualquier tipo, no se justifica la connotación negativa que suele acompañar al concepto, porque conflicto es asimilable a movilidad, avance, motor de conductas nuevas.




La existencia del conflicto es inevitable; pero no es negativo, lo equivocado está en su abordaje, pues puede generar, en caso de desatención, una escalada que converja en la violencia o en la sensación amarga de la injusticia.

Sobre su definición, Rubin y Bianchi explican que un conflicto es una situación en la que dos o más partes perciben que en todo o en parte tienen intereses divergentes. Incluso Rubin puntualiza y define al conflicto no como divergencia de intereses, sino como la percepción de una divergencia de intereses.

Para Alvarez y Highton, en cambio, el término abarca los trasfondos psicológicos de la confrontación física misma e incluso ahora se utiliza con tanta amplitud que se encuentra en peligro de perder su sentido específico. Por ello es preciso adoptar un significado restrictivo en el sentido de reducirlo a "una relación entre partes en la que ambas procuran la obtención de objetivos que son, pueden ser, o parecen ser para alguna de ellas, o para las dos, incompatibles".

"En la Enciclopedia Internacional de Ciencias Sociales encontramos la definición propuesta por Robert C. North, quien plantea que un conflicto surge "cuando dos o más personas o grupos buscan poseer el mismo objeto, ocupar el mismo espacio con la misma posición exclusiva, jugar papeles incompatibles, mantener metas incompatibles o emprender medios mutuamente incompatibles de lograr sus propósitos" .

Pablo Ortiz Tirado explica que en la mayoría de conceptos sobre el conflicto se pueden advertir los siguientes elementos:

El conflicto incluye intereses opuestos entre personas, grupos o colectivos humanos en una situación de suma cero. Estos intereses opuestos deben ser reconocidos para que exista el conflicto.

El conflicto involucra la creencia, por cada parte, de que la otra obstaculizará (o ya ha obstaculizado) sus intereses.

El conflicto es un proceso, surge de relaciones existentes entre individuos o grupos y refleja sus interacciones anteriores y el contexto en que se dieron.

El conflicto implica acciones de una o ambas partes, que de hecho obstaculizan los objetivos de la otra.

En el conflicto juega un papel preponderante la cultura, la ideología y la axiología, pues estos elementos determinan la conducta de las partes, ya sean individuales, o colectivas; siendo muchas veces necesario apelar de estas variables para una solución eficaz de un problema.

Casi todos los autores que abordan la problemática de conflicto han considerado que "para llegar a la solución de un conflicto es fundamental que las partes tengan conciencia de la existencia del mismo".

Si una de las partes o las dos partes niegan la existencia del conflicto, no se puede poner en funcionamiento la estrategia de resolución, hay que hacer un trabajo previo para que la o las partes abandonen la postura de negar la situación conflictiva.



He aquí la confusión intencionada de los medios de comunicación, en tanto nombran como sinónimos acepciones que no lo son. Lo que es permanente es el conflicto, porque permanentemente hay tensiones entre las formas diferentes de pensar, decir, hacer, sentir entre los seres humanos, sus grupos e instituciones y los resultados que como forma social dentro de un sistema, adoptan sus resoluciones casi siempre en el ejercicio del poder y pocas veces en el ejercicio del consenso y acuerdo.



La crisis implicaría la etapa final del conflicto donde, visualizadas y expuestas las posiciones, se exige la decisión y la resolución de ese conflicto. Ese es el engaño. Cuando la resolución no es resolución sino permanencia de la tensión, subsistencia del conflicto, siempre el que pierde deja latente la posibilidad de volver a ganar, Siempre el que ha cedido poder, mantiene latente en el discurso y en la afirmación de que el conflicto no ha sido resuelto, la posibilidad de volver.

En el relato neoliberal, esto es clave para sus intereses en tanto, por la voracidad y las situaciones límites a las que lleva el ejercicio del poder que no admite relato alternativo y que no genera conflicto en tanto todo lo que responde a sus respuestas y preguntas es delirio y equivocación. Cuando las situaciones sociales provocadas son insostenibles, admite el surgimiento de resoluciones pero que reaparecen en la crisis siguiente, legitimando la posibilidad del regreso a los mismos ejercicios que condujeron a la crisis anterior.



Como profecía autocumplida, el relato de la crisis permanente redunda en la permanente rueda de crisis cíclica que el neoliberalismo propone para, desde el ejercicio de poder no visualizado, dominar los poderes visibles que lo confrontan. Porque el verdadero conflicto nunca aparece, aparece la crisis explicada en “mentiras” que esconden el conflicto real.



En las sociedades actuales donde, en general, predomina el individuo a partir de las aceptaciones pasivas de la propiedad privada, la competencia y el esfuerzo personal para alcanzar algo, como dinamizadores de las relaciones y la acumulación de algún tipo de poder para imponerse o conservar lo logrado, el individuo tiende siempre a minimizar y escoger los conflictos de manera poco racionales. Por ende dar importancia a los altercados domésticos, pequeños o a aquellos que nos involucran fuertemente desde lo afectivo y las emociones. Constantemente prevalece las mentalidades y decisiones que ocasionan alteraciones o desafían algún aspecto de lo que creemos o nos han enseñado a creer que somos a partir de los procesos de individuación que nos signan, ya desde el género, la raza , la religión, la cultura, la pertenencia a algún grupo específico, el rol y la conservación de la familia. Todo lo que nos constituye y nos signa como individuos y que creemos ser, fruto de míticas ilusiones de libertad, de errados conceptos de “personalidad”, de “determinismos” por el zodíaco, la genética, el destino…o sencillamente porque “Yo soy así”.



El conflicto define al conjunto de dos o más hipotéticas situaciones que son excluyentes: esto quiere decir que no pueden darse en forma simultánea. Por lo tanto, cuando surge un conflicto, se produce un enfrentamiento, una pelea, una lucha o una discusión entre las partes intervinientes donde alguna intenta imponerse a la otra u otras.



Hay conflictos que se ven y se viven como tales y hay otros que se niegan, se alejan, se inventan excusas y “realidades” que las borran de la existencia. Generalmente, por eso de que esos extremadamente individuales, son aquellas que nos afectan sensible y directamente las que más hacemos frente, pero esa falta de comprensión de que no somos lo que creemos ser nos lleva a encerrarnos en esos “personajes” que nos construimos para nosotros mismos. Y afrontar como valientes quijotes nuestras quiméricas batallas contra molinos de viento, sin entender que esos personajes, no se acercan ni por asomo a lo que realmente somos cada uno. Estas redes hacen más patéticas y enfatizan estas cuestiones, pero al mismo tiempo nos enfrentan con claridad a esta realidad. ¿Somos los avatares que elegimos  para mostrarnos en nuestros perfiles, las ideas que posteamos y que muchas veces siquiera alcanzamos a entender?



La Retórica



La retórica del conflicto y de la crisis permanente, ningunea los factores de poder que sostienen tales estados de cosas. Hacia abajo el tendal de héroes y mártires que se debatieron y se debaten por alcanzar algún ideal que merezca la pena ser vivido, que valga el dolor y la muerte si fuese necesario, que contenga, aunque sea de a ratos, esos momentos de calmas entre “guerras”, de treguas en medio de las balaceras, de fiesta en el cementerio, de partos en las funerarias grises de los entierros y en las cámaras oscuras de las torturas y los torturados gimiendo.



Los personajes que fueron ejemplares en su conducta hasta el final. Su actitud ante la vida, la sociedad, las injusticias, etc fue para ellos lo más importante en sus vidas. Fueron vidas marcadas por la coherencia, el compromiso y el buscar en cada momento la actitud correcta a aplicar en cada momento histórico o situación socio-política concreta. Cuando, hoy sumidos en la desesperación, buscamos referentes en los que identificarnos, echamos de menos a personajes como ellos. Estos hombres se dedicaron en cuerpo y alma a luchar por un mundo mejor de manera casi obsesiva. El precio que pagaron fue alto. Pero hicieron lo correcto.

Carlos Mugica, Rodolfo Walsh, Ernesto Guevara, John William Cooke, Felipe Vallese, Francisco "Paco” Urondo, Agustín Tosco y tantos otros, sin nombres famosos ni recordados en los libros de historia que forman parte de la historia sin nombre de los actores del pueblo. Los 30 mil desaparecidos, Mariano Ferreira, Kosteky y Santillan, los 35 que entregaron su sangre en la revuelta del 2001, los ignotos que murieron luchando en las fábricas, universidades, barrios pobres y pueblos humildes de nuestra geografía nacional, latinoamericana y Caribeña.

Menos dramático, la cotidianeidad devela a millones que militan la vida en el “aguante” cotidiano. Que pelean sus luchas y dirimen sus crisis en medio de cuanta mentira les aliene y cuanta ignorancia elegida o no elegida nuble su capacidad inteligente. Es que se trata de acostumbrarse al conflicto para que este no termine y siga siendo retórica que alimente el poder oculto de quienes hacen negocio:  el negocio de la crisis permanente.

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Ayer, el Indec informó que la actividad industrial apenas rebotó 2,1% mensual en julio. En mayo, había sido de 12,3% y 16,5% en junio. Lógicamente, con la excepción de la bendecidas (sustancias y productos químicos, por un lado y productos de tabaco, por el otro), 14 de los 16 capítulos del Indice de Producción Manufacturero (IPIM) están debajo de sus niveles de 2019. En promedio, 6,9% abajo, pero con algunos sectores como automotores y otros equipos de transporte, 22,8% abajo o textiles, prendas de vestir, cuero y calzado, -28,2%.



Según un relevamiento especial realizado por el Indec a más de 1.700 locales manufactureros, 51% operó con normalidad en julio, mientras que 49% operó parcialmente o no tuvo actividad productiva. El 49% que no pudo operar con normalidad está compuesto por 45% que operó parcialmente y 4% que estuvo sin actividad productiva.




La encuesta cualitativa demostró que las perspectivas no son buenas. Consultado sobre la demanda interna en el próximo trimestre (agosto-noviembre), 47% de los industriales del panel del Indec dijeron que disminuirá, 31,9% la avizoran sin cambios y apenas 21,1% cree que aumentará. Sobre la demanda externa (exportaciones), 42,5% cree que disminuirá, 40,4% que se mantendrá estable y apenas 17,1% la imagina en ascenso. No es casual que solo 7,5% estime que aumentará su dotación de personal, 74,6% diga que no variará y 17,9% que se reducirá.



Consultados sobre el uso de la capacidad instalada, 37% la imagina en descenso en el mismo periodo, 47,8% estancada y solo 15,2% en ascenso. “La industria, por su parte, aún se ubica 9% por debajo de los niveles prepandemia, con los subrubros recuperándose en distintas velocidades”, dijeron desde LCG.



La construcción, analizada a través del Indicador Sintético de la Actividad de la Construcción (ISAC), está casi en el mismo nivel de la prepandemia de febrero, según LCG. Sin embargo, sigue muy debajo (-12,9%) del nivel de julio de 2019, porque el segundo semestre del año pasado había sido muy negativo. Contra junio, rebotó 6,8% mensual, tras haber volado 113% en mayo y 37,5% en junio.



El Indice Construya (proxy de la construcción privada) de agosto, publicado ayer, mostró una baja de 11,3% con respecto a julio. “Así, agosto marcó una corrección sobre el récord de julio, que se había visto influenciado por la recomposición de stocks de los distribuidores y por las compras especulativas incentivadas por la relación dólar/peso, luego de varios meses con grandes restricciones asociadas a la cuarentena. En un contexto de normalización de las actividades, el sector aún está buscando cuál será la demanda real de insumos”, dijeron desde el Grupo Construya, que elabora su indicador en base a la demanda de materiales.



Los resultados obtenidos por la encuesta cualitativa de la construcción, realizada a grandes empresas del sector, muestran expectativas desfavorables con respecto al nivel de actividad esperado para el período agosto-octubre, tanto se dediquen a realizar principalmente obras privadas o públicas. En efecto, 43,4% de las empresas que realizan obras privadas prevé que el nivel de actividad del sector disminuirá durante los próximos tres meses, mientras que 37% estimó que no cambiará y 19,6%, que aumentará. Los que estimaron una baja del nivel de actividad durante los próximos tres meses la atribuyeron fundamentalmente a la caída de la actividad económica (34,9%), a los atrasos en la cadena de pagos (18,9%) y a otras causas (16%) específicamente por la emergencia sanitaria de público conocimiento. Entre las empresas dedicadas fundamentalmente a la obra pública, 44,3% opinó que el nivel de la actividad disminuirá durante el período agosto-octubre mientras que 37,1% cree que no cambiará y 18,6%, que aumentará. Quienes estimaron una baja la atribuyen a la caída de la actividad económica (30,6%), a los atrasos en la cadena de pagos (22,1%) y a la inestabilidad de los precios (13,8%), entre otras causas”, aportó el Indec.



Por tratarse de una actividad intensiva en mano de obra y por sus eslabonamientos hacia atrás, la industria de la construcción puede jugar un rol vital en la recuperación del empleo y en la reactivación económica. No sólo es importante por su rol en la creación directa de empleo sino también por su capacidad de traccionar la actividad y la ocupación en las industrias proveedoras de insumos”, señaló un informe de la Universidad de Belgrano, publicado el miércoles.



Lamentablemente, de seguir relegándose a la construcción privada en la agenda de apertura e incentivos oficiales, el enorme grado de colaboración de esta industria en la imprescindible reactivación de la economía pos pandemia, quedará seriamente afectado”, señalaron desde el portal Reporte Inmobiliario en alusión a la lentitud con la que se reactivaron las obras en AMBA, con algunas zonas, como el conurbano bonaerense, casi paralizadas. Los expertos agregan que el sector también arrastraba problemas previos a la pandemia.



La evolución de ambos sectores continuará sujeta a la decisión de flexibilizar y permitir la reapertura de los sectores y a la situación sanitaria. En particular, debido a la recuperación de los últimos meses y bases de comparación más altas, los siguientes meses podrían mostrar una moderación en el crecimiento o incluso frenar las variaciones positivas. En particular, no esperamos que la industria recupere los niveles prepandemia.  De cara al futuro, la decisión del Gobierno de reactivar los créditos a la construcción e hipotecarios podría ser un aliciente para la reactivación del sector de la construcción, que podría traccionar a algunos sectores industriales a través de la demanda de insumos”, dijeron desde LCG.

Creemos que tanto la construcción como la industria recuperarán mayor dinamismo una vez que el panorama macroeconómico se estabilice y las restricciones producto de la pandemia finalicen. Los principales drivers favorables en el futuro serían el bajo nivel de los costos en dólares, tasas de interés reales bajas y un renovado impulso a la obra pública en el caso de la construcción y créditos blandos a las pymes que se plantea desde el Gobierno como motor de la recuperación pospandemia en el caso de la industria”, dijeron desde ACM.

( https://eleconomista.com.ar/2020-09-tras-el-efecto-reapertura-la-recuperacion-de-la-actividad-se-estabiliza/ )


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Bruno Susani es Doctor en Ciencias Económicas de la Université de Paris. Autor de La economía oligárquica de Macri, Ediciones CICCUS Buenos Aires 2019. Escribió hace unos días el siguiente artículo publicado en Pagina 12 ( https://www.pagina12.com.ar/288019-la-pandemia-acelero-el-ciclo-de-la-desmundializacion )

En el último capítulo de La Teoría General, Keynes explicó que “si las naciones pudieran aprender a alcanzar y mantener el pleno empleo usando únicamente la política económica interna, ningún país tendría un motivo poderoso para imponer a los otros países sus productos y rechazar los de sus vecinos”.


Esta cita muestra que, como siempre, Keynes se extirpa del corset de la simplicidad del modelo explicativo sobre las presuntas ventajas del intercambio integrándolo en la dimensión macroeconómica. Y cuando se comprende la relación entre el comercio internacional y la realidad económica interna de cada país los presuntos misterios y ventajas del impacto del comercio exterior se desvanecen.



Al final de los años '80 y hasta la Gran Recesion provocada por la especulación financiera en Estados Unidos en 2008, se observa un rápido crecimiento de las exportaciones no solo en valores absolutos, sino también de la proporción de éstas respecto a la riqueza global (PIB), lo cual significana que una parte creciente de lo producido al interior de algunos países se destinaba a otros espacios geográficos. 

La medición de este crecimiento fue, en parte, errónea puesto que las cadenas de valor hacían que, por ejemplo, las exportaciones de componentes electrónicos de algunos países hacia China aparezcan luego contadas como exportaciones chinas del producto terminado; vale decir se contaba dos veces.


A partir de 2009 esas cadenas de valor se orientaron a la baja, salvo en 2011 y 2012, y esa tendencia se aceleró en los años siguientes hasta la severa y brusca caída con la pandemia de la codiv-19.


Mundialización


El concepto de mundialización surgió como explicación de esta evolución del comercio y fue descripto por los economistas ortodoxos como una tendencia “natural”, debido al progreso de las comunicaciones, Internet, los transportes.


Los más osados sugirieron que el grado de mundialización podía medirse a través de la variación de dicha relación. Y algunos fueron mucho más allá puesto que se atrevieron a sostener que era el aumento del comercio el que arrastraba el crecimiento de la economía mundial tomando como paradigma la economía china.


Los intercambios económicos fascinan a funcionarios y economistas, y son importantes para un país dado que en el cálculo del PIB, las exportaciones se suman mientras que las importaciones se restan. Lo que se exporta es trabajo y empleo contenido en los bienes y servicios, pero lo que se importa es desempleo cuando se compra en el exterior lo que podría producirse en el propio país.


Si no existen otros condicionantes, políticos, sanitarios, el precio del bien es la variable más importante en el intercambio y es por esto que la Organización Mundial del Comercio (OMC) y economistas ortodoxos han adoptado como modelo explicativo de la manera en que se desarrolla el comercio el principio de las “ventajas absolutas”. Estas fueron expuestas por Adam Smith en el Libro IV de su obra Sobre la Naturaleza y el Origen de la Riqueza de las Naciones.


En ese texto se afirma que "el comportamiento de un buen padre de familia es de no tratar de hacer en su casa por sí mismo lo que le costará menos de comprar afuera”. Pero para poder importar el prudente padre de familia de Smith, que es el rey, debe poder vender algo para pagar lo que compra y,  como lo señala Keynes, quizás tenga que limitar sus costos -“hambrear a su propia familia”- para disminuir el precio de los productos para vender y así obtener los medios para poder comprar lo que desea.


Esto puede hacerse de manera visible o con disimulo, pueden limitarse los salarios o el acceso a la salud o la educación, y practicar el dumping social. Pero en la actualidad, los que importan y los que exportan y recogen los beneficios son los individuos y las empresas y no “el país”, como dicen los modelos.


Vale decir que el producto de las ventas puede volver al país o no, si quienes realizan las operaciones lo desean o los gobiernos lo imponen. Se recuerda en ese sentido el 17 de noviembre 2017 cuando Macri firmó un decreto por el cual las empresas exportadoras tenían un plazo de 10 años (antes 3 meses) para repatriar las divisas obtenidas. Esta medida hizo disminuir la entrada de dólares, precipitó el pedido del crédito al FMI y fue una de las medidas que provocaron la crisis financiera de 2018.

Smith trató de mostrar y convencer, lo que olvidan de explicar demasiado seguido los profesores de Comercio Internacional, que permitiendo que entren a precios módicos, sin aranceles, los alimentos desde Francia, eso permitiría de abaratar el valor de los salarios y favorecer a los burgueses urbanos, perjudicando a los aristócratas terratenientes.


Vale decir que, como señala Keynes, el objetivo del comercio no es sólo comprar un bien inexistente en un espacio económico determinado, sino modificar los parámetros macroeconómicos al interior de cada espacio o país. Esto permite mostrar que, en el intercambio, hay quienes ganan y quienes pierden ya que la consecuencia de la apertura del comercio provocará una ganancia para aquellos productores que pueden exportar y expandir su producción y una perdida para los que proveen bienes que serán sometidos a una concurrencia que es, en general, desleal puesto que el comercio hay dumping y subsidios que abaratan el producto. 

La historia y la actualidad muestran que la fuerza de los exportadores está además ligada a la dominación política, y que sin ésta no hay una perennización de la corriente exportadora.


Apertura


La globalización fue promovida en las instancias internacionales mediante una incitación a una “apertura de los mercados”, como “garantía de la paz” que favoreció en primer lugar a los flujos financieros especulativos y a la provisión a menor precio de bienes para el consumo de los trabajadores con objetivos similares a los imaginados por Adam Smith. 

Vía la importación a precios más bajos se incrementaba la capacidad adquisitiva de los salarios pero se creaba desempleo. Luego se pasó a una nueva etapa, a través de la transferencia de capitales y tecnología, que en el modelo de Smith no está contemplada, que fue la instalación de los procesos de producción de textiles, indumentaria, farmacéuticos, construcción naval, química pesada, metalurgia hacia ciertos países emergentes.


Esto produjo, en los años '90, en los países avanzados y también en Argentina, la desindustrializacion.


En la optimización de las cadenas de creación de valor cada empresa definía para disminuir el costo en un espacio geográfico particular donde se realizaba la operación específica sobre cada producto. Pero a partir de la primera década del siglo se observó lo que se llamó el “estancamiento secular”.


Los países avanzados ya no crecían más a pesar de tasas de ganancias importantes y la consolidación de masivas transferencias de ingresos de los sectores medios y populares hacia el “top 1%” (superricos). 

La ortodoxia afirma que el comercio mundial enriquecía los países pero, por el contrario, su expansión empobreció vastos sectores sociales, multiplicó los llamados trabajadores pobres, los “perdedores de la mundialización”. 

Esto ocurrió tanto en Estados Unidos, que es un país con un importante déficit de la balanza de pagos, puesto que en el periodo 1980 (Reagan) y 2010 el ingreso medio en valores constantes del 50 por ciento de las personas que ganan menos disminuyó. También en Alemania que en 2016 tenía un excedente de la balanza comercial equivalente al PIB de Bélgica, pero donde casi el 20 por ciento de la población gana menos del 60 por ciento de la mediana del ingreso y es considerada como pobre. 

Como lo indica Keynes en el texto mencionado, para ser más “competitivo” cada país se autoimpone -o el FMI le aplica- programas de austeridad. Así se puede observar que el comercio, con el neoliberalismo, no enriquece sino que empobrece a la mayoría de las naciones.


Ruptura

La crisis del 2008 produjo la primera ruptura importante en el cuento de hadas y se impusieron cambios institucionales en la Reunión del G20 en Londres, en abril del 2009. Los Estados Unidos con el apoyo de Argentina, Brasil, China y México propusieron reforzar la vigilancia de la legalidad de las transferencias financieras especulativas, en particular de los productos derivados, a través del GAFI, lo cual provocó una caída del 40 por ciento de las mismas. 


En lo que concierne la industria y los servicios, como se indicas más arriba, la ralentización de las exportaciones es una evidencia estadística y hay que explicar su origen.


La relocalización o reinteriorizacion parcial de los procesos de producción de bienes o de servicios, incluso de la industria del software, se dio en tres fases: 


1. Se desarrolló a partir del 2008 con una dinámica económica propia en los países avanzados debido a la caída de la demanda, el incremento de los precios de los productos importados por el alza de los costos salariales en los países emergentes, las perdidas ligadas a la falta de controles de calidad, el incremento de los costos del transporte y en el caso europeo las nuevas regulaciones ecológicas que pueden interpretarse como una barrera no arancelaria. Además la progresiva sustitución de las importaciones de energía que llevó a los Estados Unidos al autoabastecimiento petrolero. 


2. Antes de la pandemia hubo un cambio en la posición de Estados Unidos, y de Trump en particular, con la promoción del “America primero”, que instauró un proteccionismo de facto y específico para cada producto para favorecer las empresas estadounidenses frente a las importaciones, como el caso del acero y el aluminio. Pero también, en la aeronáutica, el queso parmesano, los tomates en lata, el champagne, el whisky o el jerez. La Argentina conoce bien el caso de la carne vacuna y los limones. Más importante para el futuro es el ensayo de trabar toda “desamericanizacion” de las tecnologías de punta. Esto va desde la sobreimposición a las exportaciones de Airbus, o la tecnología 5G en la prohibición de aplicaciones chinas.


3. Se despliega en la actualidad con la pandemia: los países avanzados descubrieron que eran dependientes de importaciones y que esto era una fragilidad de sus economías que costaba muy cara. La imposibilidad de disponer de barbijos o de medicamentos banales, como el paracetamol, ya que se habían desmantelado sectores enteros de producción y el aprovisionamiento dependía de las importaciones, provocó un cambio abrupto en la evaluación de las supuestas bondades de la mundialización. 

No es la primera vez, puesto que Francia e Italia habían llegado a un acuerdo para mantener la industria de construcción naval nacionalizando las empresas, lo mismo pasó con las compañías de aviación, o la nacionalización de facto de la industria ferroviaria de material rodante. En la urgencia, el Estado francés acaba de programar el gasto de 10 mil millones de euros y Alemania, España, Italia y Gran Bretaña han tomado medidas similares para reinternalización de algunos procesos de producción de bienes semiestratégicos, como el aluminio, aceros especiales o la alimentación.


Pero varias empresas escaldadas por el “América Primero” han comenzado a tomar otras precauciones, como Samsung que acaba de anunciar el desplazamiento de usinas de China a Vietnam ante la eventualidad de la aplicación de aranceles políticos.


Los procesos económicos reflejan las relaciones y tensiones sociales y políticas imperantes. La observación de la evolución actual muestran que se ha abierto un lento pero inexorable ciclo de cambios y de turbulencias en las relaciones económicas internacionales.


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En el mundo: 25.884.895 casos confirmados y 859.130 muertes. Ayer se confirmaron 279.338 casos nuevos (OMS).

durante las últimas 24 horas se registraron 262 muertes y 10.684 nuevos casos positivos por coronavirus. Con estos datos, el total de infectados en todo el país asciende a 461.882 y las víctimas fatales suman 9.623.

Del total de esos casos, 1.205 (0,3%) son importados, 103.049 (22,3%) son contactos estrechos de casos confirmados, 289.005 (62,6%) son casos de circulación comunitaria y el resto se encuentra en investigación epidemiológica.


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El gobierno nacional rechazó la apertura de terrazas y patios gastronómicos en la Ciudad: sólo podrán ofrecer servicio en la vereda. Santa Fe y Mendoza evalúan volver atrás ante aumento de contagios. San Luis y otras seis localidades de la provincia vuelven a fase 1. El gobernador de Jujuy dijo que la provincia está al borde del colapso. Evalúan la posibilidad del regreso a fase 1 en varias zonas del país. El presidente había dicho antes de ayer que “puede haber botón rojo”.


Chile supera los 400.000 casos y extiende el estado de emergencia. Brasil supera los 4 millones de casos. México es el país con más trabajadores de la salud fallecidos por la pandemia, según Amnistía Internacional. En Colombia confirmaron 13 casos de coronavirus en el Congreso luego de una sesión presencial. Ecuador flexibiliza algunas medidas como el toque de queda.


Por temor a un rebrote, Corea del Sur endurece sus medidas en medio de cuestionamientos a la cuarentena. Treinta ciudades de Israel ingresan en confinamiento y el 10 de septiembre se decidirá si se extiende a todo el país. Francia supera por segundo día consecutivo los 7.000 infectados. Madrid impondrá medidas más restrictivas para evitar aglomeración en reuniones sociales. Un estudio en Suecia confirmó que solo el 7% de la población tiene inmunidad contra el virus.


Si estás teniendo un momento difícil en tu trabajo pensá en Kumar Gaurav, el último médico que queda en un hospital del noroeste indio que camina dentro del hospital escoltado por guardias para que no lo aborden las familias. India es el tercer país con más casos detrás de EEUU y Brasil y ayer superó los 80.000 en un día.


>En la ciudad de Bhagalpur, al noreste de india, un hospital cuenta con un solo doctor en pie. Se trata de Kumar Gaurav, un médico voluntario que decidió quedarse entre decenas de pacientes porque muchos de sus colegas se enfermaron y otros se rehusaron a trabajar. Lo curioso es que debe movilizarse por el hospital escoltado por guardias, pues siendo el último médico, tiene toda la presión de las familias sobre sus hombros. Esta situación se enmarca en la creciente tendencia de contagios por el nuevo coronavirus del país asiático, que ronda los cuatro millones de casos.


( https://www.france24.com/es/asia-pac%C3%ADfico/20200903-india-ultimo-medico-hospital-pandemia-covid-19 ) <


Pfizer cree que a fines de octubre podría saber si su vacuna es exitosa y, en ese caso, presentarla para su aprobación.


Fauci y otros especialistas advierten que esto que vivimos es el ingreso a una era de pandemias. 

( https://www.cenital.com/. )



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Entre los términos científicos para explicar los diferentes aspectos de la pandemia que nos tiene encerrados y temerosos, se ha comenzado a difundir el concepto de inmunidad de rebaño (o inmunidad de grupo) como una posible solución para detener la expansión del contagio con el virus SARS-CoV-2, nombre técnico del coronavirus responsable de la pandemia. Es la estrategia de emergencia ante la imposibilidad de realizar una campaña masiva de vacunación, dado que esa vacuna aún está lejos en el horizonte, o por lo menos inalcanzable para miles de millones de seres humanos en el planeta.


La inmunidad de rebaño, de acuerdo con un artículo publicado por los doctores Esperanza Gómez-Lucía y José Antonio Ruiz-Santa-Quitería, ambos investigadores del departamento de Sanidad Animal de la Universidad Complutense de Madrid, “se da cuando un número suficiente de individuos están protegidos frente a una determinada infección y actúan como cortafuegos impidiendo que el agente alcance a los que no están protegidos.”. Es decir, para que la estrategia funcione sin la aplicación de una vacuna –lo cual sería ideal- deben haberse contagiado de la enfermedad suficientes personas. Para más claridad, la mayoría de la población. Esto tendría el efecto de desarrollar una barrera inmunológica capaz de proteger a los más vulnerables; sin embargo para que esto suceda también debe haber transcurrido un largo tiempo, sobre todo en países que han aplicado y mantenido severas medidas de restricción.


Otra de las condiciones indispensables para garantizar el éxito de esta aparente solución de carácter colectivo, es poseer una infraestructura sanitaria sólida y eficiente capaz de atender los numerosos casos que se van a producir a partir de la apertura de las restricciones impuestas desde el inicio de la pandemia. Es decir, cuando todo el mundo comience a recuperar la dinámica normal de escuelas abiertas, restaurantes, bares, cines, centros de trabajo y demás, los contagios se multiplicarán de manera exponencial bajo la consigna de la inmunidad de rebaño, llegando con especial dureza a los segmentos de población susceptibles a sufrir la enfermedad con todos sus devastadores efectos: niñez desnutrida (alrededor del 50 por ciento de la población infantil en algunos países centroamericanos), adultos mayores con enfermedades crónicas, personas carentes de seguridad social y de medios para costear la atención hospitalaria.


En países cuya infraestructura y servicio sanitario han sufrido los embates de sistemas políticos y económicos opuestos a satisfacer las necesidades de la población con el objetivo de privilegiar a sectores empresariales de enorme poder, se carece de los recursos mínimos para aplicar una estrategia de tan elevado riesgo para las mayorías. De acuerdo con el documento mencionado, en el caso del Covid19, la inmunidad de rebaño se alcanza cuando el 70 por ciento de la población está protegida y, como indican sus autores, “la inmunidad de grupo, para ser eficaz, necesita que haya un único hospedador (en este caso las personas), que la infección se transmita de persona a persona (sin intermediación de vectores) y que la transmisión o vacunación induzca una inmunidad sólida. En el caso de SARS-CoV-2 no hay suficientes datos como para entender aún la epidemiología de la infección, y además el grado de inmunidad adquirido tras la infección está por determinar.”

En países como los nuestros, con gobernantes opuestos a apoyarse en la ciencia, no se puede hablar de “inmunidad de rebaño” sino de algo mucho más real y específico: el “sálvese quien pueda” de los incapaces.

 

El “sálvese quien pueda”, la consigna de los corruptos.


El escrito pertenece a Carolina Vásquez Araya, Periodista, editora y columnista.

( https://iberoamericasocial.com/entre-ovejas-te-veas/?utm_source=mailpoet&utm_medium=email&utm_campaign=las-publicaciones-de-esta-semana-en-iberoamerica-social )



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Cuida y cuidate. Es la única forma en estos tiempos de la peste. Solo la solidaridad y el cuidado mutuo logrará superar esta negra etapa de la historia para que en el mañana sea solo un mal recuerdo.



Daniel Roberto Távora Mac Cormack

 

Imágenes: Pintor surrealista Italo Argentino Vito Campanella





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