Domingo 12 de setiembre de 2020


Noam Chomsky es considerado uno de los más grandes intelectuales estadounidenses y mundiales. Gran observador de escenarios mundiales, con acceso a las mejores fuentes, sobre todo, del MIT donde fue profesor durante muchos años y nos da constantes advertencias. Algunos que siempre vuelven en sus conferencias y entrevistas son el riesgo de una guerra nuclear, más peligrosa, según él, que el calentamiento global y el Covid-19.

 

Habla de esto conociendo dentro de la política belicista de la política exterior estadounidense y la personalidad de Trump. No se cansa de advertir: está tan loco, arrogante y autosuficiente que puede iniciar una guerra nuclear (probablemente contra China), sin ser consciente de que podría significar el fin de la especie humana y de él mismo. Según Chomskly debemos prepararnos para días dramáticos de humanidad y de vida, si seguimos el rumbo de las cosas hasta ahora llevadas por un capitalismo feroz y un neoliberalismo ilimitado El trágico futuro de la especie humana está en nuestras manos, porque como advirtió el gran el cosmólogo Carl Sagan hemos construido el principio de la autodestrucción. Si no somos lo suficientemente sabios y lo suficientemente cuidadosos con la naturaleza y entre nosotros, podemos “comenzar nuestra destrucción y la de la diversidad de la vida” (Carta de la Tierra, Preámbulo c). Chomsky tiene un aprecio especial por Brasil. Estuvo muchas veces con nosotros y al final de su vida, a los 91 años, lo acompaña un brasileño sumamente solícito . LBoff


Noam Chomsky: “La supervivencia de la democracia está en juego”

11/09/2020 entrevista


El pensador americano definió a las elecciones presidenciales de noviembre próximo en su país como “las más importantes en la historia de la humanidad” y habló del deterioro de la democracia y la catástrofe medioambiental en una entrevista exclusiva con Télam.

Por Bernarda Llorente, entrevista exclusiva


El lingüista y politólogo estadounidense Noam Chomsky , uno de los intelectuales más elocuentes para leer los escenarios complejos que se articulan por debajo de la pandemia que hoy paraliza al mundo, sostiene que estamos ante una confluencia crítica generada por el deterioro de la democracia, la inminencia de una catástrofe medioambiental y la amenaza de una guerra nuclear: la evolución de ese panorama depende de las próximas elecciones en su país, a las que define en una entrevista exclusiva con la Presidenta de Télam como “las más importantes no sólo en la historia de Estados Unidos sino también en la historia de la humanidad”.


A los 91 años, el brillante pensador y autor de obras como “El nuevo orden mundial (y el viejo)” o “Poder y terror” mantiene la potencia de su voz disidente y antibelicista que a lo largo de más de sesenta años lo llevó a compatibilizar sus aportes académicos con intervenciones públicas que le han valido represalias de los sucesivos gobiernos de su país, como ser detenido por condenar la guerra de Vietnam, figurar en la lista negra del ex presidente Richard Nixon o recibir duros cuestionamientos por denunciar la guerra sucia de Ronald Reagan.


Acusado a veces de “antiamericano” por la dureza de sus críticas, Chomsky tiene un rol activo en causas colectivas -hace pocos meses firmó junto a 150 intelectuales un manifiesto donde alertan sobre el riesgo de la censura a los contenidos que no se ajustan a los parámetros impuestos por la corrección política- sin dejar de atizar sus cruzadas personales: el combate a las multinacionales, al neoliberalismo y al actual presidente Donald Trump, a quien caracteriza en una entrevista con Télam , vía Zoom desde su casa en Tucson (Arizona), como “una especie de dictador de pacotilla que ha creado en Washington un pantano de corrupción”.


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Entrevista exclusiva a Noam Chomsky


Dr. Chomsky, mientras una parte importante de la humanidad pareciera centrada en el impacto del Coronavirus y sus consecuencias, usted redobla la apuesta y advierte que la sobrevivencia de nuestra especie humana es lo que verdaderamente está en peligro.


Debemos reconocer que este es un momento histórico notable. Estamos en medio de una confluencia de crisis existenciales: la de la catástrofe medioambiental, la de la guerra nuclear, la crisis del deterioro de la democracia, que es el único medio para combatir estas crisis. Y, además, las crisis de pandemias. El Covid-19 en particular -del que saldremos- tendrá un costo innecesario, terrible. Pero no será el último. Hemos tenido mucha suerte hasta ahora porque las repetidas epidemias de coronavirus que hemos vivido lograron contenerse. El Ébola, por ejemplo, fue altamente letal pero no demasiado contagioso. El SARS es muy contagioso, pero no muy letal. La próxima pandemia que se presente podría ser ambas: altamente contagiosa y altamente letal. Entonces nos enfrentaremos a algo así como la Peste Negra del siglo XIV. Podemos prevenirlo, pero hay que hacerlo.


¿Por qué tenemos una pandemia hoy?


Es una pregunta importante para hacer. Tuvimos la epidemia de SARS en 2003, un virus muy similar. Los científicos advirtieron que vendrían otros, que debíamos prepararnos y sabíamos cómo hacerlo: aislar los virus, planificar cómo desarrollar una vacuna, fortalecer un sistema de prevención de pandemias. Todo está bastante claro. Pero no basta con tener la información, alguien tiene que hacerlo. Las grandes empresas farmacéuticas tienen los recursos, los laboratorios, etc. No lo hacen, sin embargo, porque hay algo que se llama Capitalismo. El capitalismo dicta que siempre intentes aumentar tus ganancias. No gastas dinero en algo que podría suceder dentro de diez años y en lo que no se ganará mucho dinero, de todos modos. Tienes la vacuna, la gente la usa, se acabó. Las compañías farmacéuticas invierten en cosas que puedan seguir vendiendo mañana.



¿Tal vez las crisis están mostrando la necesidad de que el Estado retome su protagonismo?


El gobierno tiene recursos inagotables, laboratorios maravillosos, pero no puede hacerlo por algo llamado neoliberalismo. Como lo expresó Ronald Reagan en su discurso inaugural, “el gobierno es el problema, no la solución”. Esto significa que las decisiones tienen que pasar de las manos del gobierno al poder privado. ¿La razón? Ellos creen que el gobierno es una institución defectuosa porque responde a la población, al menos en parte, y ese es un problema grave. No podemos permitirlo. Por tanto para ellos es necesario trasladar las decisiones a tiranías privadas que no rinden cuentas al público en absoluto. Se llama “libertad” en el discurso orwelliano contemporáneo. Volviendo a la pandemia, significa que el gobierno no pudo intervenir, porque nunca pensaron en la gente. Así que no hubo esfuerzos para desarrollar la vacuna y así sucesivamente. No obstante, hubo algunos avances.


¿Se refiere a las políticas del presidente Obama y su propuesta de seguro médico? Cuánto devastó Trump de ese legado?


La administración Obama puso en funcionamiento un plan de respuesta ante una pandemia que era bastante esperable que estallara. Hubo investigaciones conjuntas entre científicos estadounidenses y chinos para tratar de identificar coronavirus en cuevas de China e intentar secuenciar los genomas. Se ejecutaron programas de demostración para ver qué pasaría si el virus se propagaba. Todos estas iniciativas sucedieron hasta enero de 2017. Si bien no eran suficientes, al menos eran algo.

A los primeros días de asumir, Trump desmanteló estos proyectos. Todos los años ha intentado retirar los fondos. La última vez fue en febrero de 2020. Cuando la pandemia se desata, el presidente recorta los gastos relacionadas con la salud pública, incluidos los del Centro para el Control de Enfermedades. Como resultado, Estados Unidos estaba singularmente mal preparado cuando golpeó la pandemia. Ha habido todo tipo de incompetencia y malicia en relación a su manejo.

Lo que aparecen como serios desatinos del presidente Trump ha contado, en realidad, con respaldos institucionales sólidos.

El Congreso Republicano ha aprobado cientos de esfuerzos legislativos para acabar con la ley de atención asequible, la ley de Obama, y no dejar nada en su lugar. La ley algo avanzó. No se acerca a lo que tienen otros países, pero al menos fue un adelanto y quieren matarla, porque para ellos ,no debería existir nada fuera del mercado. Si puedes sobrevivir bien o si no mal. Se llama “Libertario”, lo que es una broma de mal gusto. Es totalitario. Te están diciendo que si eres lo suficientemente rico para sobrevivir, genial; si no lo eres, mala suerte. Eso se está manifestando en la crisis del COVID-19. Hay mucha gente que se niega a hacerse la prueba porque es demasiado cara. Me refiero a que técnicamente el gobierno paga pero luego la gente recibe copagos que su compañía de seguros no pagará. Los ciudadanos de los Estados Unidos son el cuatro por ciento de la población mundial y el 25 por ciento de los casos. No hay mejoría. De hecho, está empeorando. Yo no he salido de mi casa en cuatro meses.

Estamos en medio de una confluencia de crisis existenciales: la de la catástrofe medioambiental, la de la guerra nuclear, la crisis del deterioro de la democracia.”


¿Hay un momento en que estas ideas tomaron mayor fuerza?


Echa un vistazo a los hospitales, especialmente desde Reagan. Los programas neoliberales de Reagan fueron realmente duros con la población en general. Los hospitales funcionan con un modelo comercial, deben ser eficientes, solo tienen los recursos a utilizarse en una situación normal. Se asemejan a una línea de montaje en la empresa Ford Motors. Con los recursos justos. Cuando se presenta cualquier situación excepcional, el desastre es total. De hecho, este modelo de negocio Reaganiano tuvo un efecto en todo el mundo. Esas son las batallas que se libran internamente en Estados Unidos, pero lo mismo está sucediendo en todas partes. Los movimientos populares están tratando de moverse hacia una sociedad viable y habitable. Y la pregunta es ¿quién va a ganar?


¿Como revertirse algunas de estas políticas frente a tantas urgencias?


Por supuesto que es mucho lo que puede hacerse, pero hay que superar barreras serias. Hay que superar la lógica capitalista, hay que superar la plaga neoliberal y hay que superar el liderazgo malévolo; tres barreras principales. No va a ser fácil, pero no es imposible. Las otras crisis: calentamiento global, guerra nuclear, deterioro de la democracia, sabemos cómo afrontarlas y es imprescindible hacerlo. No queda mucho tiempo.


¿En este contexto, ¿El resultado electoral del próximo 3 de noviembre puede ser la bisagra para superar o agravar las distintas crisis que viene enumerado y describiendo?


Claro, las elecciones de 2020 son probablemente las más importantes que ocurran no sólo en la historia de Estados Unidos sino también en la historia de la humanidad, por una razón que no se discute y que es en sí misma asombrosa. Es la pregunta más importante que hoy enfrenta la humanidad y, de no se responderse pronto, podría significar el fin de la vida humana organizada en la Tierra. Se trata de la catástrofe medioambiental que se avecina. No está lejos, no se puede retrasar y debemos decidir si la vamos a enfrentar. Este es el tema principal que está en juego en la elección. El presidente Trump y su partido han dejado muy claro que quieren acelerar la carrera hacia el desastre. Quizás sea una señal de que la especie humana es simplemente inviable, si no puedes lidiar con un problema como este. Y no es el único. La segunda cuestión crucial que enfrentan los seres humanos -y que tampoco se menciona- es la creciente amenaza de guerra nuclear. Es muy alta, mayor que durante la Guerra Fría según los principales expertos en el tema, y sigue elevándose considerablemente. Tenemos que preguntarnos en qué tipo de sociedad vivimos. Qué clase de especie somos si no estamos dispuestos a parar estos desastres.


¿Cuál es la razón para que estos temas tan vitales y urgentes no sean la prioridad en la agenda política estadounidense? 

 


Estados Unidos es un país muy libre, más que cualquier otro en el mundo. Por otro lado, es la más empresarial de las democracias occidentales. Los empresarios estadounidenses tienen una elevada conciencia de clase. Son marxistas hasta la médula, en una especie de marxismo vulgar invertido. Libran conscientemente una guerra de clases, sin descanso, sin retroceder, sin detenerse nunca. Y hay resultados.

Las instituciones financieras son tan poderosas que no permiten resolver estos temas porque para ellos no son un problema. La población lo quiere, pero cada vez que se hace algo las instituciones financieras vienen y lo aplastan. Bueno, ¿por qué deberían existir? ¿Por qué deberíamos tener el 40 por ciento de las ganancias en Estados Unidos en manos de instituciones depredadoras, que no hacen nada por la economía y probablemente la perjudican? ¿Por qué deberíamos tener una industria de combustibles fósiles, que cumplió su función en las primeras etapas del desarrollo capitalista, pero ahora es una institución que se dedica a matar personas y destruir la vida en la Tierra? ¿Por qué conservarla? ¿Por qué no hay un rechazo masivo? Ni siquiera sería tan caro actualmente con el precio del petróleo a la baja. Por mucho menos gasto del que se dedica a otras cosas, el gobierno podría acabar con la industria de los combustibles fósiles. Por qué no tapar los pozos que tienen fugas de metano o avanzar hacia una energía sostenible?. Son tareas factibles, pero antes que nada deben elevarse al nivel de conciencia.


En este sentido, se observa el surgimiento de nuevos tipos de activismo político sumados a las protestas masivas, con una intensa participación de los jóvenes, o fenómenos como el movimiento Black Lives Matter. ¿Qué significa la aparición de estos nuevos factores y actores en la política estadounidense?


Es muy significativo. Black Lives Matter después del asesinato de George Floyd no se parece a nada en la historia de Estados Unidos, literalmente. Nunca ha habido un movimiento social que se haya desarrollado a tal escala con un enorme respaldo popular. Dos tercios de la población lo apoyaron, eso es más que lo que Martin Luther King logró en pleno apogeo. Es solidaridad entre negros y blancos, marchando del brazo, buscando temas importantes que abordar; no solo los ataques policiales contra los negros -que ya es bastante escandaloso- sino también problemas mucho más profundos. Si bien es un cambio notable en la sociedad estadounidense no es un fenómeno aislado. Es uno de los muchos signos de una conciencia creciente acerca de los problemas más enraizados y complejos. Han transcurrido 400 años desde que trajeron esclavos a los Estados Unidos; 400 años de continua violencia y opresión sin tregua hasta el presente, con un lúgubre legado. Y finalmente se está considerando con bastante seriedad. Hace un par de meses el New York Times publicó una serie muy significativa llamada “1619” (fecha del comienzo del trafico de esclavos), en la cual se exponía los crímenes atroces de la esclavitud y la post esclavitud hasta el presente. Hace unos años hubiera sido inimaginable, ni siquiera se le hubiera ocurrido a alguien hacerla.


¿Cuánto influye el racismo y antirracismo en las próximas elecciones del 3 de noviembre?


Está teniendo un efecto sustancial. Para la administración Trump, para el Partido Republicano, es la pieza absolutamente central de su campaña. Hacen hincapié abiertamente sobre la supremacía blanca. El tema central es mostrar una América cristiana blanca en peligro; mientras disminuye su número y crece sobre ella la amenaza de personas de color, de minorías, de sectores con ideas progresistas, hay que preservar la América cristiana supremacista, blanca y racista. Ese es el tema abierto de la campaña. Nunca ha existido nada parecido. He visto corrientes subterráneas de este tipo a lo largo de la historia de Estados Unidos, pero nada tan abiertamente racista. No es solo la campaña, son los tweets, los comentarios, cada declaración que está haciendo Trump es una incitación a la supremacía blanca, al odio blanco. Su base son ahora los evangélicos, ese 25 por ciento de la población que es republicana, rural, tradicional, conservadora, cristiana blanca. 

 


Hoy se refleja en el clima social un nivel de polarización que no se veía desde hace décadas. Una parte importante esta movilizada con cuestionamientos profundos. ¿Las protestas pueden ser el motor del cambio?


Si, es posible con un activismo popular comprometido. Es el tipo de cosas que se están viendo en las calles después del asesinato de Floyd. Ese tipo de movilización intergeneracional y multiétnica puede generar cambios. De hecho, ha llevado a todos los cambios positivos que han tenido lugar a lo largo de la historia: abolición de la esclavitud, derechos de la mujer, oposición a la agresión, lo que sea; siempre ha venido del mismo lugar y eso puede pasar ahora. Pero hay que hacerlo. Todo lo que hemos mencionado tiene soluciones que no son utópicas, están al alcance. Es necesario que alguien recoja la pelota y corra con ella. Algunas de las formas de hacerlo es manifestarse en las calles u ocupando oficinas del Congreso, como lo hizo el grupo de jóvenes Sunrise Movement con la oficina de Nancy Pelosi. Bueno, obtuvieron apoyo de los representantes jóvenes elegidos en la ola de Sanders, especialmente Alexandria Ocasio-Cortez, y se logró poner un New Deal Verde en la agenda legislativa por primera vez. Ese es un prerrequisito para la supervivencia, la enorme oposición en los centros de poder, la industria de combustibles fósiles, las industrias financieras, los bancos, etc. Es el tipo de cosas que ofrecen esperanza de una supervivencia y una vida digna. Se puede hacer, pero no ocurre por sí solo.


¿Como juega el Partido Demócratas en este nuevo escenario político y con un panorama electoral en el que lleva ventaja pero puede ser imprevisible?


Los movimientos populares son tremendamente significativos, también al interior del Partido Demócrata. Cuál se impondrá? El partido de la base popular, que es una especie de socialdemócrata, o el de los clintonistas, orientado hacia los donantes, particularmente los más ricos. La oposición demócrata está dividida entre estas dos tendencias y sus diferencias se plasman en muchos temas importantes. Uno, por ejemplo, el cambio climático. Joe Biden y Kamala Harris, los nominados a la presidencia y vicepresidencia, pedían el fin de los subsidios para las empresas de combustibles fósiles, demanda explicitada en la plataforma electoral de 2016. La idea de que el gobierno subsidie a las empresas que se comprometen a destruir la vida en la Tierra está más allá de las palabras. Y no solo en los Estados Unidos, sucede en todo el mundo. El Partido Demócrata, dirigido por burócratas seguidores de Clinton, la eliminó del programa, ante el riesgo de que estas empresas dejarán de contribuir a la campaña.


¿Cuán profundas son las diferencias entre el ala más “progresista” y la “burocracia recaudadora”, como usted llama a los seguidores de Clinton?


Echa un vistazo a la campaña de Sanders. Las posiciones de Bernie son condenadas en un espectro amplio, incluso por liberales que dicen: “son agradables, son buenas, pero el país no está preparado para ellas”. Repasemos el programa para el que el país “no está preparado”. Sanders tiene dos propuestas principales: una es la atención médica universal. ¿Se te ocurre algún país que no tenga salud universal? No, existe en todas partes. Entonces, lo que se afirma en todo el espectro mediático es que es demasiado radical decir que Estados Unidos podría llegar al nivel de cualquier otro país avanzado, incluso al de los países pobres. “Es imposible. No podemos llegar tan alto ”.

El otro programa es la educación superior gratuita. Está en todas partes; en los países capitalistas más avanzados, aquellos con mayores récords y logros: Alemania, Finlandia, Francia, dondequiera que mires hay educación superior gratuita. Los países pobres también la tienen. Pero suena como algo demasiado radical para los estadounidenses. Para los clintonistas -burócratas, conservadores, preocupados por los donantes ricos – estas propuestas no se pueden permitir. Para la base popular son fundamentales; desean elevarse al nivel del resto del mundo.


Casi habiendo terminado su primer mandato, ¿Qué cree que ha significado la presidencia de Trump para la democracia estadounidense?


Abrís los periódicos casi todos los días, por ejemplo, en el New York Times, y ves un titular que dice “¿Es este el fin de la democracia estadounidense?”, “¿Es esta la última elección estadounidense?”. No son teorías conspirativas marginales. La supervivencia de la democracia está en juego. La democracia no se basa solo en reglas y leyes. Se basa en la buena fe y la confianza. La democracia moderna más antigua, Gran Bretaña, tiene 350 años, su constitución se puede escribir en una pequeña tarjeta, es una oración o dos. Y ha existido gracias a la buena fe y la confianza. Cuando Boris Johnson prorrogó el Parlamento, para poder aprobar su versión del Brexit, hubo un gran alboroto en Inglaterra y la Corte Suprema reaccionó. Eso no sucedería en Estados Unidos con la Corte que tenemos. Lo que está haciendo Trump es mucho más extremo. El Poder Ejecutivo ha sido casi totalmente depurado de cualquier voz crítica o incluso independiente. Quienes quedan son sólo aduladores, como Mike Pompeo o Mike Pence.

Constitucionalmente, los nombramientos realizados por el presidente deben ser ratificados por el Congreso, por el Senado. No está sucediendo. Ni siquiera los envía para su confirmación. Simplemente los nombra en un puesto temporal. Trump ha creado en Washington un pantano de corrupción. Es como una especie de dictador de pacotilla.



Trump ha creado en Washington un pantano de corrupción, es como una especie de dictador de pacotilla”, asegura Chomsky.

¿En la era Trump no solo se redujeron derechos, también se vio afectada la calidad institucional de una democracia que aparecía como “ejemplar”? ¿Qué queda de la democracia?


No demasiado. Hay mucho de qué culpar a los demócratas. Mucho. Pero lo que está pasando en el Partido Republicano nunca ocurrió en la historia de la Democracia Parlamentaria, bajo el liderazgo de un dictador de pacotilla. El Senado en manos de Mitch McConnell, cómplice cercano del Presidente, simplemente se niega a actuar. No hace nada más que aprobar leyes para enriquecer a la porción del electorado súper rico de Trump: recortes de impuestos, exenciones corporativas, etc. También se dedica a copar de lleno el poder judicial, con abogados jóvenes de ultraderecha que permanecerán por más de una generación y podrán bloquear cualquier legislación que se aleje de sus posiciones extremadamente reaccionarias. Este es el Senado. El Poder Ejecutivo se acabó.


Como ha señalado muy claramente, en Estados Unidos conviven un gobierno que se va corriendo cada vez más a la extrema derecha del espectro político, con enormes movimientos políticos de participación masiva en medio de esta profunda crisis de salud, que ha agudizado muchas de las contradicciones subyacentes. En ese contexto, ¿Cómo imagina el mundo post-covid-19?


Quienes produjeron la crisis en la que estamos ahora (la pandemia, el calentamiento global -que es mucho más grave-, la amenaza de una guerra nuclear, la destrucción de los procesos democráticos, básicamente todo el programa neoliberal) están luchando sin descanso para asegurarse que el sistema que crearon, del que se han beneficiado, persista de una forma aún más dura, con mayor vigilancia y control. Una tendencia mundial que se ejemplifica en la política exterior de Trump. No es fácil encontrar demasiada coherencia en el caos de la administración actual, aunque destacan algunas ítems. En asuntos internacionales la intención descrita abiertamente por Steve Bannon (uno de los principales estrategas de Trump en los primeros años) ha sido crear una internacional reaccionaria; una internacional de los Estados más derechistas del mundo, dirigida por la Casa Blanca. Eso significa en Medio Oriente alentar las dictaduras familiares del Golfo, MBS [Mohammad bin Salman, príncipe de Arabia Saudita] y el resto. O apoyar la peor dictadura en la historia de Egipto, (Trump la llama su dictadura favorita), o que Israel se haya movido muy a la derecha. En el hemisferio occidental, respaldar países como el Brasil de Bolsonaro o a otras figuras de ultraderecha. Moviéndonos más hacia el este tenemos la India de Modi, que intenta desmantelar la democracia secular. El grupo gobernante radical hindú es su candidato preferido. En Europa, Victor Orban de Hungría, quien atenta contra el sistema democrático y además de otros ejemplos que abundan por el mundo. Básicamente, una iniciativa internacional reaccionaria de la Casa Blanca.

Se trata de una estrategia global que se combina a nivel nacional con los programas neoliberales que han perjudicado gravemente a la población y han beneficiado enormemente a una minoría minúscula. Persistirán en una forma aún más dura, esa es una tendencia internacional.


¿Que alternativas hay frente a esto? ¿Cuál sería la respuesta?


En todo el Planeta hay fuerzas populares que dicen “ese no es el mundo que queremos”, “ese no es un mundo en el que la gente pueda vivir una vida digna, en el que la sociedad pueda sobrevivir, en el que habrá políticas dirigidas a las necesidades no lucrativas”. Se están reuniendo de hecho. En unos días se realizará el primer encuentro de La Internacional Progresista. Fue fundada por la gente de Bernie Sanders en los Estados Unidos, Young 25 en Europa con la gente de Varoufakis (ex ministro de economía de Grecia), un movimiento europeo transnacional que está tratando de preservar lo que es valioso en la Unión Europea y superar sus serias fallas. Tienen candidatos en el Parlamento Europeo y han traído voces del Sur Global. La primera reunión tendrá lugar en Islandia, el Primer Ministro es miembro de la organización. Eso representa otra fuerza en distintos lugares del mundo. Representa una especie de guerra de clases a escala internacional, enfrentando riesgos que nunca han existido en la historia de la humanidad. Son colosales. Se trata literalmente de la supervivencia de la humanidad. Esa es la situación que tenemos ahora mismo, no se puede hacer una predicción.

El líder demócrata Bernie Sanders promueve la conformación de una Internacional Progresista.

Si sabemos muy bien cómo actuarán las fuerzas reaccionarias. Tienen recursos económicos, poder estatal, tienen programas, están comprometidos. La pregunta es cómo reaccionará la población general del mundo. Tienen opciones, tienen posibilidades, tienen números. La pregunta es si pueden montar una fuerza contraria que de alguna manera permita a la humanidad escapar de la actual confluencia de crisis que enfrentamos.

Nunca ha habido un movimiento social que se haya desarrollado a tal escala con un enorme respaldo popular como el Black Lives Matter.”



¿Qué tipo de liderazgos políticos se requiere en estas circunstancias? ¿Cuales imagina emergiendo de esta pandemia?


Ahora mismo es difícil ser particularmente optimistas al respecto, pero sabemos qué tipo de liderazgo político nos gustaría que saliera. La cuestión es si podemos hacer que asuman. Tomemos la Internacional Progresista. Creo que gente como Bernie Sanders y Yanis Varoufakis y otros asociados con su movimiento, AOC [Alexandria Ocasio-Cortez] en los Estados Unidos, y algunos otros con este perfil, serían el tipo de líderes políticos que podrían lidiar con estas grandes crisis. No solos, por supuesto. Los líderes políticos no pueden hacer nada [solos]. Primero necesitan un apoyo popular masivo. Y luego tienen que romper el poder que poseen las instituciones y que controlan la sociedad. Hay que recordar que vivimos en mundos de Estado-Capitalismo y cada país tiene una forma u otra de Estado-Capitalismo. Eso significa una concentración extrema de poder en instituciones privadas con enorme voluntad y poder enorme y que suelen tener una gran influencia en todo lo que sucede. Eso tiene que ser eliminado.

Dr. Chomsky, una pregunta final. En lo que respecta a América Latina, en la cual vemos esta batalla entre gobiernos más progresistas y gobiernos de derecha o extrema derecha como es el caso del Brasil de Bolsonaro. ¿Qué mensaje le gustaría transmitir a la Región en este momento? Brasil envía mensajes muy claros. El Banco Mundial, que no es una organización particularmente de izquierda, hizo un análisis detallado de la economía en 2016, un par de años después de que Lula dejará el cargo. Calificaron los años de Lula como una década dorada en la historia de Brasil, con fuertes reducciones de la pobreza, incorporación de gran parte de las poblaciones que habían sido marginadas, inclusión, grandes avances en el desarrollo social. Dijeron que fue una década dorada, nada comparable. En ese momento Brasil fue probablemente el país más admirado del mundo, estaba en foros internacionales, era una voz para el Sur Global, estaba uniendo a Sudamérica. Lula era probablemente la figura política más respetada del mundo. ¿Qué es ahora? Brasil es simplemente objeto del desprecio y el ridículo del mundo, dirigido por un payaso virulento, una persona que apoya la dictadura militar, que busca destruir. La devastación de la selva amazónica aumentó aproximadamente el 30% sólo en el último año. Acabemos con todo, enriquezcamos aún más a los ricos, matemos a quien no nos guste, dejemos que la pandemia continúe. Es el gobierno quizás más reaccionario en la historia de Brasil. Un objeto de burla en todo el mundo. Bueno, esas son lecciones. Contamos con un plazo de diez años. La lección es que tienes el futuro en tus manos. Puedes hacerlo de una manera, puedes hacerlo de otra manera. No hay forma de predecirlo. Eso es Brasil, se podría aplicar lo mismo a los demás.


Dr. Chomsky, gracias una vez más por todo.


Bernarda Llorente. Presidenta de Télam.

( https://leonardoboff.org/2020/09/12/noam-chomsky-la-supervivencia-de-la-vida-y-de-la-democracia-esta-en-juego/ )


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La semana pasada fue una de las más atareadas desde el inicio del nuevo gobierno. En pocos días se sucedieron las noticias de que Argentina había logrado la participación de casi el 99% de sus acreedores en el canje de deuda, que técnicamente había salido del default, que se había colocado otro satélite en órbita y que el riesgo país estaba en baja. Es decir, por un lado fue una semana con algunas noticias buenas para el gobierno de Alberto Fernández, necesitado de las mismas en el contexto de la gris, inexorable pandemia del COVID y la cuarentena, en donde no hay buenas noticias.


En este contexto, mentes inquisitivas se pueden preguntar por el timing de la protesta de la policía bonaerense que el miércoles pasado terminó con escenas de policías armados frente a la puerta de la Residencia Presidencial de Olivos. No es, claro está, que le falten razones a los miembros de la fuerza de seguridad provincial para estar insatisfechos: sus sueldos son bajos y, como resaltaron varios, el parate comercial y deportivo causado por la cuarentena eliminó el complemento salarial (que no debería tener necesidad de existir, aclaramos) de los adicionales.



Estos datos son indudables; sin embargo, existen algunos matices llamativos. Primero, las protestas de las fuerzas de seguridad no son frecuentes y no parecen estar necesariamente determinadas por la situación económica inmediata. Es decir, no necesariamente hay más protestas en años económicamente malos: los acuartelamientos y cortes de ruta de Gendarmería y Prefectura (por citar un caso cercano) en 2013 no se dieron en un contexto de crisis económica. Por otra parte, si uno escuchaba las demandas de aquellos agentes autoconstituidos en representantes de sus compañeros (lo cual es, para mí, siempre la mejor conducta: creerle a las personas lo que dicen), aparecían otros elementos de tipo político coyuntural: se escucharon desde apoyos a Chocobar hasta reclamos por la libertad de Lázaro Báez.


Es cierto también que, al menos mirando los hechos por TV, no se notó un grado muy alto de organicidad ni de planificación en nada de lo sucedido; no apareció una única voz a negociar, las demandas no estaban claramente enunciadas, y la decisión de manifestarse en Olivos parecía más fruto de un impulso (¡vamos a Olivos con los patrulleros, compañeros!) que de un plan. Todo esto no quita, sin embargo, la gravedad del episodio, que debe ser un llamado de atención para este gobierno, y para todos los que le sigan.


En este momento histórico, las fuerzas de seguridad civil latinoamericanas se han convertido en un actor con capacidad de generar amenazas a la gobernabilidad democrática en la región. Cuarenta años de política democrática y la ausencia de hipótesis de conflicto reales “achicaron” real y simbólicamente el rol de las fuerzas armadas del continente. La policía bonaerense tiene más efectivos que el Ejército Argentino; la Ciudad de Buenos Aires es una de las ciudades del mundo con más policías por habitante.


La alta prevalencia del delito (América Latina es la región con la mayor incidencia de delitos violentos del mundo), la securitización del discurso público y la fragmentación y polarización espacial social que generó la necesidad de contar con una fuerza de seguridad que operara como “guardafrontera” entre los barrios ricos y sus vecinos los barrios pobres terminaron generando fuerzas de seguridad ciudadana de gran tamaño, militarizadas, acostumbradas a formas de policiamiento violento, con lazos estrechos con el delito, y aún así mal remuneradas y muy poco prestigiadas. Estas policías han mostrado la capacidad de ser un actor movilizado que puede poner gobiernos en vilo (lo hicieron en Bolivia, en Ecuador); sin embargo, no es un actor político capaz de actuar unificadamente como lo eran las FFAA de hace 40 años. Aún al menos.


En este contexto, los conflictos entre los gobiernos provinciales argentinos (que son de quienes dependen las policías) y las fuerzas de seguridad civil no son nuevas. En la provincia de Buenos Aires, en Santa Cruz, en Córdoba, en Neuquén se produjeron manifestaciones o acuartelamientos en el pasado. Nunca, sin embargo, había ido un conjunto de hombres armados a protestar directamente contra un presidente, rodeando una residencia federal.


La imagen de civiles armados en las puertas de Olivos fue, tal vez, más de lo que el arco político pudo tolerar y terminó empujando al repudio casi generalizado. La Unión Cívica Radical expresó su rechazo a la movilización (aunque su solidaridad con el reclamo), así como el interbloque de Cambiemos en el Senado. Hubieron, sin embargo, dos silencios notables: ni Mauricio Macri ni María Eugenia Vidal dijeron nada.



Frente a esto, Alberto Fernández respondió haciendo algo que hasta ahora se había negado a hacer: trazar una línea antagonística. Anunció que los fondos que Mauricio Macri había transferido por decreto a la Ciudad de Buenos Aires para el financiamiento de la policía de la Ciudad serían retransferidos (también por decreto) a la PBA para hacer frente a mejoras en la paga y el equipamiento policial. Hizo este anuncio rodeado de intendentes de la PBA y con el apoyo, documento mediante, de 19 gobernadores.


Por supuesto, Horacio Rodríguez Larreta no se quedó quieto. Al día siguiente anunció que iría a la justicia para defender los intereses de la Ciudad de Buenos Aires, en una puesta en escena que pareció por momentos el lanzamiento de su candidatura presidencial.

Esta semana prueba dos cosas. La primera es que en Argentina el conflicto te sigue y te pisa los talones: gobernar no es evitar el conflicto sino, en el mejor de los casos, poder elegir qué conflicto y con quién. El conflicto te lo tiran por la cabeza.


La segunda es que el gobierno decidió realizar una apuesta riesgosa: identificar a Cambiemos con porteño y recostarse en el sentido de grievance (desagrado) que las provincias (o al menos aquellas que son la base electoral de su coalición, el NEA, NOA, Patagonia y la PBA) tienen hacia la ciudad del puerto. Esta estrategia tiene sentido: uno de los mayores éxitos del PRO fue poder escapar a su perfil vecinalista y construirse simbólicamente como representación identitaria de la “Argentina del cinturón central” de Santa Fe, Córdoba y Mendoza. Ahora volverá a ser porteño. Además, Rodríguez Larreta venía hasta ahora recogiendo lo mejor de dos mundos: recibía elogios por su perfil moderado y acuerdista, y le pegaba al gobierno cuando le convenía. No es tanto que el gobierno lo haya “subido al ring”, como reconocer que ya estaba metido en él, en shorts y con los guantes puestos.


También tiene, por supuesto, riesgos. No es casual que los dos presidentes no peronistas luego de Alfonsín hayan saltado a ese sitial desde la intendencia de la Ciudad de Buenos Aires. Con plata propia, con gestión, con buenos números, Rodríguez Larreta tiene ahora la posibilidad de encarnar la oposición al gobierno de Alberto Fernández, empezar a repartir piñas y, con un poco de suerte, ser así el tercer jefe de gobierno porteño en llegar a la presidencia.


¿Qué opinará Mauricio Macri? Un enigma, salvo por el hecho de que horas después eligió hacerse ver en una conversación con el intendente de Pinamar, Martín Yeza, aún cuando debería estar en aislamiento a la vuelta de Francia. Cual un frenemy, en pocas horas desvió la conversación hacia su persona.

( https://www.cenital.com/ )

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La muerte acecha agazapada en la banalidad sin gloria de la vida cotidiana y un mundo de violencia política se filtra por los poros sociales, arrasando todo lo que encuentra a su paso. En este devenir caótico, se vislumbra el fuego arrasador del miedo. Un miedo cuyas raíces se ensartan en los orígenes del tiempo. El miedo ha sido desde siempre una fuerza contradictoria, un arma de doble filo pasible de ser utilizada para imponer la voluntad de unos pocos sobre los muchos. Esto aparece hoy a la luz del día.



El carácter asimétrico de las relaciones de poder engendra conflictos que, si no se contienen, pueden amenazar la continuidad de la vida social. El miedo expresa una tensión dramática entre la capacidad humana de reflexión y su posible implosión emotiva ante un peligro inminente. Ya en tiempos de los griegos, Aristóteles advertía que solo superando los miedos los seres humanos podían ser libres. Con el correr del tiempo, las guerras y la expansión de los imperios otorgarían gran relevancia a la utilización del miedo para reproducir relaciones de poder a escala cada vez más amplia.

En 1933, Franklin D. Roosevelt convocaba a su pueblo a dejar atrás “el terror sin nombre, irracional e injustificable que paraliza los esfuerzos” y a tener en cuenta que “solo hay que tener miedo al miedo mismo” (discurso inaugural, 1933 ) Poco tiempo después, el filósofo Bertrand Russell advertía sobre el poder maléfico del miedo al reconocer que nadie – ni un individuo, ni una multitud, ni una nación— pueden pensar racionalmente cuando actúan bajo el influjo de un gran miedo (Unpopular Essays, 1996 ).


Por ese entonces el nazismo y el fascismo convertían al miedo y al odio racial en el eje de un mecanismo infernal de propaganda que buscaba anular la reflexión y la capacidad de disenso encausando compulsivamente la obediencia a un régimen que promocionaba una brutal concentración del poder político y económico.

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Si bien estos movimientos políticos fueron derrotados, los principios de la propaganda totalitaria lejos de desaparecer están hoy cada vez más naturalizados y presentes de un modo subliminal en la vida cotidiana. En un contexto de enorme concentración del poder en todos los órdenes de la vida social y de severa crisis institucional, los medios de comunicación altamente concentrados y los monopolios que controlan las redes sociales y el acceso a internet diseminan mentiras y medias verdades y promueven el comportamiento de rebaño para fomentar el consumo sin límites y controlar el disenso. Para ello, anulan la reflexión e inculcan el miedo al “otro”, que por su mera existencia amenaza la identidad, el territorio y los bienes propios. A este mundo del “sálvese quien pueda” llegó la pandemia y apresuró los tiempos del descalabro. Las pujas entre las corporaciones y entre las élites políticas por acaparar una cuota mayor de poder mientras la economía se derrumba y las instituciones se quiebran genera el escenario donde resuena el rumor de la protesta social.

En este contexto, el Foro Económico Mundial (World Economic Forum, WEF) organismo que expresa a los poderosos de este mundo, ha publicado en los últimos tiempos una guía para el “reseteo” del capitalismo en esta nueva fase (The Great Reset weforum.org). Según esta visión, la pandemia ha apresurado la marcha hacia “la cuarta revolución industrial”, un nuevo orden mundial dominado por las corporaciones que controlan las tecnologías de punta y el ciberespacio. En este mundo que se avizora, las corporaciones tienden a sustituir a los Estados nacionales y el control sobre la inteligencia artificial será la llave que permitirá dominar la vida humana, los recursos naturales, los mercados y la geopolítica.

 



Elecciones, miedo e inteligencia artificial


En los Estados Unidos cunde el clima de incertidumbre respecto al resultado de las elecciones y se instala con fuerza la posibilidad de una severa crisis institucional. Según las encuestas, los republicanos votarán presencialmente el día de las elecciones mientras que los demócratas lo harán por correo. Esto determinará una afluencia inicial de votos republicanos que daría la apariencia de un triunfo electoral de Trump al cierre de las elecciones. Sin embargo, a medida que lleguen los votos por correo y transcurra el escrutinio, el triunfo se esfumará generando una tensión creciente marcada por un alto riesgo de protestas callejeras en todo el país (zerohedge.com 28 8 2020, summitnews.com 1 9 2020). Esto último ha sido advertido por el titular de Facebook, Mark Zuckerberg, quien conjuntamente con las corporaciones que controlan las redes sociales y el acceso a la información en Internet arbitrarán el resultado electoral, bloqueando todo lo que consideren disruptivo (zerohedge.com 8 9 2020).


Paralelamente, el Transition Integrity Program (TIP), un grupo constituido por representantes del establishment del partido Demócrata y prominentes ex funcionarios republicanos que apoyan la elección de Biden, ha realizado una serie de ejercicios de simulación (war games) destinados a prever escenarios electorales posibles. Curiosamente, todos estos ejercicios muestran que si no gana Biden el resultado será una crisis constitucional. Los ejercicios prevén 11 semanas entre las elecciones y la inauguración del nuevo Presidente en las que Trump utilizará todos los organismos del Estado (correo, legisladores, agencias federales y militares) para no entregar el poder, mientras los demócratas utilizaran al Poder Judicial y a las manifestaciones callejeras para obligar a Trump a entregar el gobierno (bostonglobe.com 26 7 2020, zerohedge.com 6 9 2020).


La conformación del TIP arroja luz sobre el significado político de estas predicciones. Si bien este organismo guarda secreto sobre sus adherentes, sus fundadores y actuales directivos permiten vislumbrar los intereses que promueven. Dos de ellos son ex funcionarios del Pentágono y de una fundación privada, la Open Society Foundation dirigida por George Soros y vinculada a las revoluciones de colores que en su momento tuvieron activa participación en la ruptura de la Union Soviética y en la diseminación de Estados fallidos en distintos lugares del mundo. A ellos se suma otro directivo miembro de un grupo de corporaciones tecnológicas liderado por el titular del fondo de inversión Blackstone quien conjuntamente con Eric Schmidt, ex CEO de Google y actual titular de National Security Commission on AI, desarrolla una activa campaña para establecer estructuras de gobernanza compartidas entre líderes y empresarios norteamericanos y chinos y vinculadas al uso futuro de AI. Para este grupo, si el gobierno norteamericano no se involucra, las corporaciones tecnológicas lo harán por su cuenta (unlimitedhangout.com 22 8 2020, epic.org may 2019).


Así, la campaña política de los demócratas es empujada por grandes intereses económicos y políticos enfrentados a Trump. Estos sectores ven a la protesta social como un instrumento para promover un cambio de gobierno, y por ende de política exterior. Trump, a su vez, promueve el control de la protesta social con represión de las tropas federales y enfrentamientos de grupos armados. Paralelamente, aumenta la ofensiva contra China definiéndola como una inminente amenaza a la seguridad nacional. En los últimos tiempos ha tratado de implicar a Biden con los intereses chinos asegurando que “si Biden gana China se apropia de este país” y que es necesario “desacoplar a la economía norteamericana de la economía china” e “impedir que el Ejército chino se financie con dinero norteamericano”. Al mismo tiempo ha amenazado con terminar los contratos federales de las corporaciones que no desacoplen sus inversiones de la economía china (zerohedge.com 7 9 2020).


Así, por distintas vías los dos partidos políticos utilizan al miedo para azuzar la fidelidad de sus votantes. Paralelamente, entre mayo y agosto 48 de las 50 grandes ciudades norteamericanas han sido teatro de protestas asociadas a BLM (Black Lives Matter ) a las que se han sumado otros motivos económicos y relacionados con la pandemia. El 92% de las manifestaciones asociadas a este grupo político han sido pacificas y sin registro de violencia alguno (acleddata.com summer 2020).


Violencia, miedo y erosión de las instituciones

 



Esta semana la violencia desatada desde hace meses contra el gobierno nacional por el macrismo llego a un punto álgido. Distintos episodios apuntaron directamente a la vigencia de la Constitución y a la autoridad de los Poderes de la República. Mientras los legisladores de JxC conspiraban para seguir trabando el funcionamiento legislativo en los próximos meses, sus militantes se apiñaron a las puertas de un barrio cerrado e impidieron violentamente la prisión domiciliaria de Lázaro Báez decretada horas antes por el Poder Judicial.


Esto fue la introducción a una semana conmocionada por la sublevación de algunos contingentes de la policía provincial en pos de reclamos salariales y de condiciones de trabajo largamente postergados. En forma anárquica, vistiendo uniforme y ostentando armas y equipo policial, rodearon la residencia del gobernador en la provincia para cercar al día siguiente al Presidente en su residencia. Esta sublevación fue anunciada días antes en un programa televisivo por una ex integrante del Ministerio de Seguridad de Macri. A pesar de ello, tomó por sorpresa a las autoridades nacionales y provinciales, incluyendo al ministro de Seguridad de la provincia. En la revuelta se destacó la participación de policías exonerados y jubilados y la injerencia de algunos dirigentes vinculados a JxC.


El silencio atronador de Macri, otros dirigentes de JxC, y todas las organizaciones que nuclean a los grandes empresarios, muestra que esto recién empieza. El uso de la violencia contra las instituciones se ha naturalizado y hasta Rodríguez Larreta dejo pasar más de 8 horas para expresar su repudio a la asonada policial. Sus últimas demandas de flexibilización de la cuarentena no fueron aceptadas en su totalidad por el Presidente. Sin embargo, la afluencia masiva a bares y lugares públicos de la Capital muestran que el gobierno nacional ha perdido la capacidad de apretar el botón rojo largamente demandado por una comunidad medica desbordada por una situación sanitaria cada vez más estresada. Nadie sabe lo que puede ocurrir si esta colapsa.


La revuelta policial fue desactivada concediendo buena parte de los reclamos y el compromiso de que no habría sanciones para los involucrados. La jugada de quitarle a la Capital un punto de los dineros del Tesoro Nacional direccionados hacia ella por decreto de Macri en el 2016 y la decisión de dirigir ahora estos dineros hacia un fondo de fortalecimiento fiscal de la provincia de Buenos Aires, permitió descomprimir el conflicto policial. Sin embargo, este episodio ha dejado al desnudo la vulnerabilidad de las máximas autoridades de la Nación y de la provincia de Buenos Aires y no ha solucionado el problema básico de la ruptura de la cadena de mandos en una fuerza que dispone de cien mil efectivos y está desde hace mucho tiempo comprometida por la corrupción, el abuso de autoridad, el gatillo fácil y la desaparición de personas. Esto debería de alertar sobre la posibilidad de un estallido semejante en otros sectores vinculados a la seguridad y la defensa nacional.


Estos sucesos ocurrieron en una semana en que jueces adictos al macrismo han demostrado su poder bloqueando la causa de los peajes que involucra a Macri y a sus funcionarios. Al mismo tiempo, el BCRA ha perdido en solo dos semanas de agosto cerca de 600 millones de dólares de sus magras reservas tratando de contener la presión sobre el tipo de cambio. En este contexto, la falta de una clara política de comunicación por parte del gobierno nacional y la ausencia de participación de los representantes de los sectores más vulnerables en las decisiones que les conciernen contribuyen a crear el caldo de cultivo para la desestabilización del gobierno.

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La cantidad de personas fallecidas en el mundo por coronavirus llegó a casi 921 mil casos en menos de un año y los contagiados son más de 28,7 millones. Según estadísticas reportadas hoy por la universidad estadounidense Johns Hopkins.


En total, la propagación de la enfermedad afectó a 28.787.808 personas a nivel global, con 920.795 decesos, y pudieron recuperarse por lo menos 19.475.263 pacientes.


En Estados Unidos, la pandemia de Covid-19 generó 193.705 víctimas fatales, con 6.486.401 casos positivos confirmados hasta el momento. Por su parte, India, en el segundo lugar del ranking mundial, tiene 4.754.356 personas contagiadas y 78.586 decesos. Brasil, tercer país del mundo en cantidad de contagios, suma 131.210 fallecidos y 4.315.687 pacientes infectados en total.


Solo el día sábado se registraron 4.806 nuevas muertes y 284.827 contagios a nivel mundial. Los países que más fallecidos aumentaron según los últimos balances oficiales son India con 1.114, Brasil con 814 y Estados Unidos 523.



Rusia, que figura en el cuarto puesto, tuvo desde el inicio 1.059.024 contagios y 18.517 decesos. Y Perú, el país sudamericano más complicado después de Brasil, aparece con 716.670 casos y 30.470 víctimas fatales, de acuerdo con los datos oficiales del estudio estadounidense.


Desde el último reporte emitido, se registraron 44 nuevas muertes. Al momento la cantidad de personas fallecidas por Covid-19 es 11.307.


Los fallecidos fueron 27 hombres: 11 residentes en la provincia de Buenos Aires, 6 residentes en la Ciudad de Buenos Aires (CABA), 2 residentes en la provincia de Chaco, 3 residentes en la provincia de Jujuy, 2 residentes en la provincia de Neuquén, 1 residente en la provincia de Río Negro, 1 residente en la provincia de Santiago del Estero, 1 residente en la provincia de Salta. Y falecieron 17 mujeres: 3 residentes en la provincia de Buenos Aires, 7 residentes en la ciudad de Buenos Aires (CABA), 2 residentes en la provincia de Jujuy, 1 residente en la provincia de Neuquén, 2 residentes en la provincia de Río Negro, 1 residente en la provincia de Salta y la restante en la provincia de Santa Fe.


El total acumulado de personas confirmadas es de 546.481. Ya se recuperaron 419.513🟡 Total de personas con infección en curso115.661.


A la fecha, el total de altas es de 419.513 personas. Ayer fueron realizados 26.254 testeos y desde el inicio del brote se realizaron 1.540.101 pruebas diagnósticas para esta enfermedad, lo que equivale a 33.940,3 muestras por millón de habitantes. El número de casos descartados hasta ayer es de 847.244 (por laboratorio y por criterio clínico/ epidemiológico).


La compleja y dificultosa realidad que nos toca atravesar poniendo al descubierto situaciones de injusticias y desigualdades previas a la crisis sanitaria global (Hay que comenzar a llamar a los problemas por lo que verdaderamente producen como problemas … y no a una determina contingencia que, bajo excusa, la colocamos como causa. Esto no es la pandemia sino el problema de la precariedad de los sistemas de salud que no están preparados para atender a todos), nos provoca a pensar y re-pensarnos en las formas y modos de como constituimos organización social y los valores e ideas desde las cuales concebimos el orden y el desarrollo individual y colectivo.


La nueva realidad no puede ser sostenida desde la idea de “convivir con el virus” si no esta asegurada la atención universal accesible para todos, para respiradores y medicamentos, medios y técnicas sanitarias que impidan, no solo el contagio, y la posibilidad de efectivizar las medidas de cuidado, sino el tratamiento en casos de ser requeridos, y los espacios de internación y equipamiento adecuados para intentar evitar el mayor número de fallecimientos.


El Sistema actual, en su afán por sobrevivir, intenta imponer un criterio de “encubierta selección Natural”, que no es mas que el resultado de la escasez de los recursos sanitarios esenciales necesarios para que ningún contagiado que precise atención sanitaria intensiva, pierda su vida por falta de elementos. A Estos no los mata el virus, ni son muertos producto de una pandemia sino producto de un Sistema que no ha sido diseñado para brindar salud a todos, sino y solo en arás de la renta y el negocio, según el sistema concibe la existencia humana.


Obviamente que los que esto proponen, son aquellos que tienen asegurados para si, la atención “privilegiada” en tanto no universal, en caso de que las necesiten.


La vida humana vale mas que la de un sistema que sostiene privilegios de unos pocos por encima del bien vivir de muchos.


Daniel Roberto Távora Mac Cormack




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