Domingo 27 de setiembre de 2020


            ·"Ese otro abrazo" Norma Bessoute

I

En una de las exposiciones de la Internacional Progresista, el fin de semana pasado, uno de sus mentores, ese monumento a la lucidez que es el lingüista Noam Chomsky, puso así los términos: “Internacionalismo o extinción”. Es en rigor la premisa que tanto comprendemos y conocemos, “nadie se salva solo”, aplicada a la geopolítica. Corren riesgo, dijo, las especies y entre ellas la nuestra, el planeta y la humanidad. Retomó, de algún modo, el discurso prepandémico, que asomaba aquí y allá, en voces científicas, nórdicas, originarias, adolescentes y adultas, que en los meses previos habían llegado a la agenda mundial, con la razonabilidad que les daban en esos mismos meses varias catástrofes, naturales e inducidas. Aunque la verdadera razón del drama del cambio climático es que el capitalismo no le permite a la naturaleza manejar sus equilibrios, y la fuerza a sequías, inundaciones, incendios, extinciones en cadena. Las mujeres, los pueblos y la naturaleza estaban reaccionando al maltrato cuando llegó este virus.


La pandemia ha enrarecido y empeorado sustancialmente el clima social del mundo, destruyendo aparatos económicos y dando excusas para la profundización del malestar general de las audiencias, ya instadas a desequilibrarse por completo. Primero las alienaron y ahora las empujan al acto, lanzando a mucha gente a las calles en protestas bizarras, como las subjetividades que afloran.


Se abandonan las formas, la lógica, la piedad, la racionalidad, el sentido común, el instinto de supervivencia. Se abandonan los Estados de Derecho, de varias maneras pero en todas sustentadas en una necesidad visceral e incomprensible propia de una etapa emocional en la que, por niños o por ancianos, se han dejado de controlar los esfínteres. Trump dijo esta semana que “los demócratas preparan un fraude” y que “no está seguro de entregar el poder si pierde”. Biden no lo podía creer: “¿En qué país vivimos?”, se azoró. En ése, Biden.


Se propone violencia, se liberan hormonas a través de un odio que es desviado de sus verdaderos destinatarios y recaen en la “pérdida de las libertades” que al mismo tiempo que se reclaman se le niegan sistemáticamente a cualquiera que no piense como ellos, como los antigénero que han comenzado su cruzada contra los feminismos. Se disimula. En la Argentina, así como en España y algunos otros países, la “protesta contra el virus” --¿cómo se puede “protestar” contra la existencia de un virus?-- es claramente opositora y tiene sus referentes, sus impulsores, sus cínicos y sus bardos mediocres. Quieren destruir el Estado de Derecho porque el macrismo ha logrado que para esos sectores todo lo que no sea macrismo sea una amenaza tan vieja y racista que la vieja figura del aluvión zoológico la contiene.


¿Aluvión zoológico? Uno los vio el fin de semana pasado rodear el Sanatorio Antártida, donde hay médicos y enfermeros extenuados y podridos de que les nieguen el dolor por el que pasan todos los días y el dolor de las muertes en soledad afectiva que presencian. La policía de la ciudad los dejó expresarse. No porque en esta ciudad haya libertad de expresión. No todos pueden expresarse. Es selectivo. La derecha cree que todo es suyo, que ha nacido con derechos mientras otros nacieron para perderlos.

Es que las nacionalidades caen junto con los Estados de Derecho. Los destruyen los transnacionalistas, esos que van mudándose de país en país para evadir impuestos, los que no salen a la calle ni creen que la pandemia no existe. La usan con fines políticos, que es distinto. Por eso les parece que hace sentido abrazar una bandera argentina mientras se reclaman dólares. El peso es para pobres.

Con los que antes eran anticuarentena y ahora son visiblemente fascistas, como en todo el mundo, donde brotan como neonazis, falangistas o supremacistas, hay que cuidarse de las provocaciones. Son su negocio. Los han mandado a desatar el caos. Quizá ellos ni lo sepan. Quizás sólo estén atrapados en esa sensación de revulsión que les sale de las vísceras cuando hablan de peronismo.


                  "Matías y el lobo" Norma Bessouet

Ellos creen que son rebeldes. Que se manifiestan como patriotas frente al avance del enemigo imaginario, mientras se contagian y contagian a otros el virus que dicen que no existe y ya provocó más de 15.000 muertos. Les resbalan los muertos. Son lógicos en una guerra, y ellos son los soldados del nuevo tipo de guerra que exporta Washington: la del enfrentamiento civil.


Desde nuestra ventana, los vemos disciplinados como los alumnos obedientes de The Wall, seres sin discernimiento a los que, quizá si se les muerte un ser querido, reaccionarán cuando sea tarde. En los países de Estados fuertes de Oriente y Occidente, la libertad de expresión tiene distintos límites, en algunos casi todos los que se pueden poner. Pero en ninguno conocido se ha visto a manifestantes anticuarentena bloqueando un hospital cuando ya no hay cuarentena, hostigando, perturbando, amenazando a enfermos y médicos. En ninguna otra ciudad se ha visto a la policía verter sangre de enfermeras por reclamar ser consideradas personal sanitario y no administrativo. Sólo en CABA. Esta ciudad tiene ese rictus de la vileza, que toma muchas formas posibles pero que siempre se origina en el gesto del fuerte que va a la caza del débil. Un rictus anterior a la ética.

( https://www.pagina12.com.ar/294723-anticuarentenas-el-desequilibrio-y-los-desequilibrados )


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II


Mientras que los jueces Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y German Castelli apuestan a la intervención de la Corte Suprema de Justicia para saber si pueden aferrarse a los cargos que Mauricio Macri les otorgó por decreto o si deben regresar, tal como determinó el Consejo de la Magistratura y el Senado de la Nación, a sus tribunales originales, el presidente Alberto Fernández fue claro al explicar que este viernes que "no hubo un solo juez removido", que "no se le saca la causa a ningún juez" y que "se respetó el principio de juez natural a rajatabla".


"Los que se quejan son los que siempre han manipulado a los jueces y sienten que pierden el poder de manipular. ¿Qué está discutiendo la Corte? ¿Cuál es la disyuntiva que tiene el presidente de la Corte, que tiene tanto ahínco? ¿Qué está buscando?", aseguró el mandatario en diálogo con Radio 10, tras afirmar: "Si fuera un canalla, me haría el distraído y todas las vacantes las llenaría con aquellos simpáticos para mí, pero no es lo que hay que hacer: hay que poner jueces probos y capaces".


En ese sentido, apuntó que "para nombrar a un juez, uno tiene que dar un concurso y antes de que el Poder Ejecutivo resuelva, lo que tiene que hacer es pedirle al Senado que esté de acuerdo y estos tres jueces nunca fueron al Senado", en referencia a Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y German Castelli.


La situación de los tres jueces


Presentaron amparos ante el fuero Contencioso Administrativo y recurrieron a la Corte pidiendo que interviniera por “per saltum” y dejara sin efecto la decisión del Consejo de la Magistratura y del Senado.


                   "El flautista de Hammelin" Norma Bessouet

La jueza que entendió en el amparo, María Alejandra Biotti, rechazó la pretensión y los jueces deberían volver a sus tribunales de origen. A la espera de una resolución de la Corte, los magistrados presentaron ante la Cámara de Casación Penal un pedido de licencias que fue desestimado.

Pero esta semana, el presidente de la Corte Suprema, Carlos Rosenkrantz, convocó a un "acuerdo extraordinario" para el próximo martes con el propósito de tratar los recursos presentados.


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III


Alberto, el cepo y el corralito


En la misma entrevista, el presidente fue consultado por la situación del dólar y de la especulación sobre un posible “corralito”, como sucedió en 2001 y en 2002. “No hay nada de eso, no estamos vislumbrando nada de eso, ni creo en nada de eso. Como tampoco creo en el cepo. El cepo lo heredé, no lo dispuse yo”, explicó antes de tildar a Macri de irresponsable por dejar que cayeran tanto las reservar del Banco Central durante la campaña presidencial del año pasado. “Ganamos las PASO y al día siguiente el que era presidente le echó la culpa enfurecido a los argentinos y desde ahí hasta a elección final hizo un festival de dispendio de reservas, de u$s23.000 millones y nos dejó ene Banco Central alrededor de u$s10.000 para hacer frente a todo lo que venía. Nos dejó en default, con deuda con organismos internacionales y con u$s10.000 millones, pero le hicimos frente a todo. Le pagamos a los organismos internacionales de crédito, logramos u acuerdo con los acreedores, pero nos agarró la pandemia en el medio y la economía se deprimió como en todo el mundo, y la acumulación de dólares fue virtualmente casi nula”.


El presidente y la situación del ex diputado Ameri


Tras la renuncia del que fuera representante de Salta en la Cámara de Diputados, por una conducta impropia de dicha cámara, el presidente respaldó la decisión del conjunto de legisladores que votó por suspenderlo para revisar su accionar (aunque horas más tarde, presentó la renuncia). "Pasó algo grave y la política no debe pasarlo por alto


               "Ausencia" Norma Bessouet

Un diputado es un representante del pueblo. Lo que no puede pasar, es que no pase nada, porque sino en la política todo nos iguala", consideró.

( https://www.tiempoar.com.ar/nota/los-que-se-quejan-son-los-que-siempre-han-manipulado-a-los-jueces-y-sienten-que-pierden-el-poder-de-manipular )

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IV

Si la humanidad no reacciona vendrán más virus letales

POR BERNARDA LLORENTE

El teólogo, filósofo y antropólogo Leonardo Boff, considerado uno de los mayores artífices de la Teología de la Liberación latinoamericana y conocido por sus aportes a los derechos humanos, asegura que el coronavirus es una secuela del modo de producción capitalista, "que ha avanzado sobre los bosques en razón del agro-negocio destruyendo parte del hábitat de los virus" y advierte en una entrevista exclusiva con la presidenta de Télam: Si la humanidad no reacciona vendrán más virus letales.

Hace casi medio siglo que Boff (Santa Catarina, 1938) se convirtió en uno de los emblemas de la Teología de la Liberación, una corriente revolucionaria dentro la Iglesia Católica latinoamericana cuyos alcances detalló en su libro "Iglesia: carisma y poder", que le valió algunos desencuentros con el Vaticano pero no frenó nunca su compromiso con organizaciones sociales como el movimiento de los Sin-Tierra y las Comunidades Eclesiales de Base, pese a que renunció a sus actividades como sacerdote en 1992.

En paralelo, este doctor en Teología y Filosofía por la Universidad de Munich (Alemania) ha dado lugar a una portentosa obra académica que se compone de un centenar de títulos como "La dignidad de la Tierra", "El águila y la gallina", "El cuidado necesario" y "América Latina: de la conquista a la nueva evangelización", centrada en tópicos como la marginación social, la ecología y la física cuántica.

"La pandemia es un contraataque de la madre Tierra contra un tipo de humanidad que la sigue amenazando, destruyendo. Esta humanidad ha creado muchos valores, pero también la posibilidad de autodestrucción", destaca Boff en una entrevista con Télam a través de Zoom que permite apreciar cómo su silueta se recorta sobre una deslumbrante biblioteca que atesora 30.000 volúmenes. "De ellos 104 escribí yo", acota con entusiasmo.


              "Un Trecho del camino" Abigail De Andrade

Se ve con bastante preocupación la situación de Brasil en medio de una América Latina con muchos problemas en su calidad democrática. ¿Se puede hablar de ciertas amenazas en la región y el mundo sobre el funcionamiento de las instituciones democráticas y el Estado de derecho? ¿Cuál es el alcance de esta crisis de valores?


Hay una tendencia en ciertas partes del mundo que es el ascenso de la derecha. Empieza por Estados Unidos, sigue por Filipinas, Hungría, y también en América Latina, particularmente en Brasil en donde tenemos un presidente sumamente autoritario, que en todo momento amenaza con golpes de estado, no aprecia las leyes ni la democracia, y utiliza un lenguaje de brutalidad, de odio, de difamación. La crisis por la que atravesamos es política, social, económica; no hay valores, se predica la mentira y el odio. Internet y las redes sociales están repletas de violencia, de ataques ofensivos. Este es el lenguaje que genera desde el Estado el propio presidente.


- Por momentos Bolsonaro aparece como el émulo de Trump, como su "mejor alumno". En el lenguaje provocador, en el desprecio al medio ambiente, en su aproximación al coronavirus y sus políticas frente a la pandemia. Usted ha escrito mucho acerca del coronavirus y plantea que los gobiernos de derecha son negacionistas y con poca sensibilidad social, mientras que los gobiernos de diferentes matices políticos se preocupan por la salud pública y por asistir a los sectores más vulnerables. ¿A qué corresponde esta división política e ideológica tan antagónica en momentos en los que la humanidad enfrenta semejantes riesgos?


Creo que hay una visión reduccionista del tema. Se pone el foco en la medicina, la técnica, los insumos, la búsqueda frenética de una vacuna. Pero es necesario darle un contexto al virus.
El Covid-19 cayó como un rayo, sobre el capitalismo neoliberal. Todos los mantras que tenía como el lucro, la especulación financiera, los niveles extremos de concentración, la competencia, el individualismo, el consumismo, el Estado mínimo, la privación de los espacios comunes, han sido inútiles. Este modo de producción capitalista ha afectado profundamente la naturaleza, ha avanzado sobre los bosques en razón del agro-negocio destruyendo parte del hábitat de los virus. La Tierra es un súper organismo vivo, que articula lo físico y lo ecológico para mantener su equilibrio. A mi juicio, la pandemia es un contraataque de la madre Tierra contra un tipo de humanidad que la sigue amenazando, destruyendo. Como dice El Papa: nunca hemos maltratado y dañado la casa común como los últimos siglos. Entonces, la tierra reacciona: el zika, el ébola, el chikungunya. El cambio es que ahora el planeta entero está afectado. Es una señal. O la humanidad reacciona o vendrán más virus letales, en una suerte de guerra que no tenemos chance de ganar. Ella nos puede destruir y seguir adelante sin seres humanos.


- Más allá de su descripción preocupante y casi aterradora, parecen no haber demasiadas reacciones. Ante el desastre del Amazonas, Bolsonaro insiste en que Brasil tiene un modelo de preservación ambiental y que los incendios forestales son "normales". El tema preocupa al mundo por las consecuencias de la destrucción de cientos de miles de hectáreas producto de la extensión de las fronteras agrícolas y mineras.


Sí, hay que tener un cuidado especial con el Amazonas. Es un espacio compartido por 9 países, pero el 60% está en Brasil. Científicos y pensadores alertan que los climas de la tierra van a depender de cómo tratemos ese bosque húmedo, ya que equilibra al resto. Tiene la mayor biodiversidad y es la reserva de agua más grande del mundo: un bien escaso, natural, vital, insustituible, pero con el cual se hacen grandes negocios. Bolsonaro, incluso, ha acordado con Trump que algunas empresas estadounidenses exploten la parte amazónica, invadiendo reservas de pueblos originarios, en función de explotar la minería, la extracción de madera, de oro y de otros metales raros. Es un modo de producción capitalista que daña, deforesta y contamina los ríos, especialmente con mercurio. La Tierra no pertenece a nadie, nos pertenece a todos. El Amazonas no es sólo de Brasil, Bolivia, Ecuador o Venezuela. Esos países tienen la administración, pero no son los dueños.


- ¿Cree que la experiencia del Covid nos hará reflexionar?


La humanidad ha mostrado reacciones, sino ya estaría perdida. No nos salvara el lucro sino apostar por la vida. Por la cooperación frente a la competencia. Por la interdependencia ante el individualismo. El cuidado de la Tierra en vez de su destrucción. La sociedad organizada antepuesta a la lógica del mercado. Un Estado fuerte para atender las necesidades de su pueblo.

El mundo está retomando la superproducción, poluyendo el agua, el aire. A eso no podemos volver, porque la Tierra no aguanta. Tenemos que hacer una reconversión ecológica; no sentirnos dueños y maestros de la naturaleza, sino parte ella.


- Usted hablaba de una recuperación ética, ¿Cómo se reconstruye la ética en esta sociedad?


Hay que crear condiciones para que la vida sea protegida, defendida y tratar siempre humanamente a los seres humanos. Los últimos datos de bancos suizos nos dieron hace unas semanas que el 1% de la humanidad posee el 45% de la riqueza de todo el mundo; el 50% de la humanidad tiene sólo 1% de esa riqueza. Por detrás de esos números está la tragedia de enfermedades y muerte de millones.

La humanidad corre el riesgo de autodestrucción, tiene ya armas químicas nucleares que de nada valen contra el coronavirus, pero que pueden destruir de 15 formas diferentes toda la vida en la Tierra. Esa civilización que nació en el siglo XVII y que trajo grandes beneficios, simultáneamente ha creado su autodestrucción. Y ahora la inteligencia artificial, con sus mil millones de algoritmos, es independiente de nosotros y toma decisiones sin preguntarnos. Esa humanidad ha creado muchos valores, pero también la posibilidad de autodestrucción. Sin determinados valores éticos no vamos a subsistir.


LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN TIENE MÁS SENTIDO QUE NUNCA


A cincuenta años de la creación de la Teología de la Liberación, el movimiento que en sus inicios sacudió a la Iglesia Católica con su mensaje centrado en poner fin a las injusticias en todo el mundo, su ideario sobrevive hoy como una teología popular en los movimientos sociales "de los negros, de las mujeres, de los derechos humanos", asegura el teólogo Leonardo Boff, uno de sus artífices, quien además vaticina: "La humanidad va a despertar de su conciencia adormecida".


- A medio siglo de la fundación de la Teología de la Liberación, de la cual usted fue uno de sus fundadores ¿Cómo se resignifica aquella corriente?


Lo esencial es entender el eje central: contra la pobreza y a favor de la justicia social. Los pobres han aumentado en todo el mundo y también en Brasil; hoy más que nunca esa teología tiene sentido. Antes era una teología que se hacía entre estudiosos y académicos, en la universidad. Ahora se resignificó en los movimientos sociales: es una teología popular, de los negros, de las mujeres, de los derechos humanos. Muchos de ellos tienen como referencia teórica y espiritual a la teología de la liberación, al tiempo que ellos mismos la producen. Muchos estudian griego y latín para poder leer la Biblia en su lengua original, porque sospechan que los traductores no dicen toda la verdad.

En cada reunión del Foro Social Mundial hacemos dos días de encuentro con miles de personas de América Latina, Filipinas, Corea del Sur, de Asia, de Europa, Estados Unidos. Ahí discutimos la teología de la liberación siempre en la búsqueda de la justicia social. Esa es la base para una paz duradera. Y los fuertes no somos ni Gustavo Gutiérrez, ni Fray Bentos ni yo; son esos grupos que llevan adelante el pensamiento y la inspiración.


- ¿Cómo se traduce hoy esta doctrina en acción o en proyecto político?


Hay dos o tres proyectos globales que pueden tener sentido y pueden mejorar la situación de las personas. El primero es el eco-socialismo, que no es el socialismo tradicional, sino el que incorpora el momento ecológico, el que postula un pacto social mundial. Para trabajar contra el virus debemos trabajar juntos: es el tiempo de construir la Tierra como la casa común, el único lugar en donde todos nos encontremos. Una acción que piense los problemas globales con soluciones globales. El eco-socialismo es un proyecto real y puede ser realizado.

Tal vez esa sea una utopía ahora, pero tiene algo profundamente verdadero y humano, que es buscar la armonía entre todos. En la familia, en la sociedad, con la naturaleza; una economía no de la acumulación, sino de la subsistencia. Y que todos estén incluidos. La humanidad va a despertar de su conciencia adormecida.


- Todo su planteo –fundamentalmente el ético- parecen cada vez más ajenos a Bolsonaro y sus políticas de gobierno.


Estamos en un momento inédito en la historia de Brasil. Tenemos un presidente que es un negador y no acepta el coronavirus. Ni siquiera ha nombrado un ministro de salud. Hoy somos el tercer país en cantidad de infectados -superan los 4,5 millones- y el segundo en muertes (casi 150.000) Mientras que Bolsonaro miente, crea fake news y posee un alto grado de inhumanidad e insensibilidad. Nunca se ha solidarizado con las familias de las víctimas y repite riendo que todos nos vamos a morir. Pero no dijo la forma y esa es una forma brutal. En el Amazonas el Covid ha matado a cientos y ha afectado 37 etnias -algunas de ellas con muy pocos habitantes- que de continuar podría significar un genocidio. Estamos en una situación muy mala en Brasil, muy desesperante, hay hambre y muchas muertes en las villas miseria. Es un país, en términos políticos, totalmente diezmado.


- ¿Quienes son los sectores que hoy continúan apoyándolo tras el controvertido año y medio de gestión?


Hay cerca de 3 mil militares que ocupan puestos en el gobierno. Los principales ministros lo son, en actividad o retirados. Ellos lo sostienen a Bolsonaro: él es un militar, tiene cabeza de militar. Dice “yo no sé gobernar, yo sé matar, porque eso lo aprendí en el ejército”. A mi juicio, las instituciones civiles, incluso la Suprema Corte y el Ministerio Público Fiscal, no funcionan bien. Funcionan para quienes están insertos en ese proyecto neoliberal, que sustentan las oligarquías y las élites brasileñas. 1172 millonarios en Brasil controlan más de la mitad del PBI y eso lo sostiene Bolsonaro. Transitamos por un desastre económico, con una pobreza inmensa, con 14 millones de desempleados y 40 millones de personas que viven en la informalidad. El ministro Guedes está aplicando todo lo que aprendió: privatizar, disminuir salarios, achicar el Estado. Es la escuela para la cual la pobreza es apenas un problema técnico, no ético; el pobre es pobre porque perdió en la competencia, es culpable de su pobreza.

                    "La hora del Pan" Abigail De Andrade
 

- Más allá de su ortodoxia, en medio de esta crisis, Bolsonaro tomó algunas medidas sociales, repartió algo de dinero y logró menguar cierto descontento.


Bolsonaro ha utilizado una estrategia vergonzosa, ha tomado algunos de los programas sociales de Lula: la canasta básica, “Mi casa mi vida” , “Luz para todos”… los tomó cambiando el nombre. No es nada nuevo. Y quería garantizar 200 reales al mes a los pobres, como seguridad de vida; pero el parlamento consiguió que sean 600. Si fueran 200 sería una verdadera mortandad para el pueblo. Con eso subió un poco su imagen, con ciertas política públicas de los gobiernos de Lula y Dilma.


- Usted hablaba de la culpabilización a las propias víctimas de su situación, el fracaso plasmado en la pobreza. Semejante creencia es predicada por algunas corrientes evangélicas que han sido muy importantes en el triunfo y sostenimiento de Bolsonaro. ¿Lo continuan siendo?


Esas iglesias pentecostales predican el esfuerzo y la prosperidad material. Por eso solo utilizan el antiguo testamento y el valor de la riqueza. Jesús no entra. Para nosotros los católicos ellos son verdaderos lobos con piel de oveja. Utilizan a las personas y dañan al pueblo. Nosotros tenemos que conquistar esas personas para los valores del evangelio, el evangelio de la solidaridad, del amor incondicional, de la cooperación, de la fraternidad, de abrirse al otro. Ellos manejan mucho el concepto de castigo eterno. Sustentan a Bolsonaro en esa predica extremamente materialista, que nada tiene que ver con la Biblia ni con el Nuevo Testamento, sino que es un mercado religioso para enriquecer a los pastores a costa de la fe de los pobres. El pueblo brasileño es muy religioso, muy místico.


- Usted escribió un libro acerca de la bio-civilización. ¿En que consiste?


Es una civilización en la que la vida está en el centro, en toda su diversidad, y la economía, la política y la cultura están en función de ella. El reto es cómo pasar de un modo de producción material -que es finito y prácticamente estamos viendo el final- a un tipo de producción de capital humano e infinito. Construido de amor, de solidaridad, de fraternidad, de apertura al otro, de aceptación de la diferencia. Tenemos que pasar del reino de la necesidad al reino de la libertad; eso sería la bio-civilización. El futuro de la humanidad será en una civilización donde se aprecie la vida como valor supremo, que la evolución nos ha entregado. Hasta ahora destruimos, creamos el ser humano como la gran amenaza de la vida. Incluso algunos científicos dicen que hemos creado el necro-seno, la muerte masiva de vida. Porque estamos ya dentro de la sexta extinción masiva, pero ahora es más acelerada. Cada año desaparecen entre 700 y 100 mil especies de seres vivos. Y puede ocurrir que dentro de esas especies esté el ser humano.


- En las antípodas de este futuro, al volver al presente, vemos a Bolsonaro y sus hijos impulsando milicias (grupos de civiles armados que lo apoyan) ¿Han logrado convertirse en una verdadera amenaza?


Las milicias han ocupado prácticamente la mitad del territorio de Río de Janeiro, y son ellos a quienes sostiene Bolsonaro y su familia. Los grandes grupos de droga están articulados a nivel país, no sólo en Río, también en San Pablo y en el nordeste. Es un poder paralelo y la policía no sabe ni puede enfrentarlos porque están mejor armados que ella. El gobernador de Río de Janeiro, (Wilson) Witzel, es un criminal, autoriza a las milicias, decreta la muerte de las personas. Por día matan en las favelas un promedio de 4 o 5 jóvenes negros, por el simple hecho de ser negros. Dicen que pertenecen a la droga, o van a entrar a la droga y los exterminan.

- Antes de terminar, ¿Cómo ve el futuro de Bolsonaro?


A mi juicio, si tuviéramos una Corte Suprema con consciencia, debería destituir al presidente. Hay 50 pedidos de Impeachment en el parlamento, que no votan porque el presidente del Congreso hace su propia política y quiere ser candidato. Yo me imagino que en poco tiempo muchos miles saldrán a las calles para defender sus vidas, para comer. Escucho a muchas personas con quienes trabajo decir: “yo puedo soportar el hambre, pero no puedo tolerar que mis hijos pasen hambre. cuando mis hijos no pueden dormir por hambre. Tenemos que revelarnos para salvar nuestras vidas”. Entonces creo que Bolsonaro o será destituido, o recibirá un Impeachment, o va a renunciar; lo mejor sería que renunciara porque no tiene ninguna capacidad para gobernar a más de 200 millones de habitantes.


- Leonardo, veo su biblioteca y además de hermosa es impresionante. ¿Tiene idea de cuántos ejemplares la componen?


Son 30 mil más o menos. De ellos yo escribí 104 .
( https://www.telam.com.ar/informes-especiales/33-leonardo-boff )


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V


En la década de 1970, el filósofo francés Michel Foucault analizó cómo se habían transformado las formas de gestionar la vida individual y social en occidente, con lo cual, desarrolló tres conceptos que han sido especialmente populares e influyentes en las ciencias sociales durante las últimas décadas: Biopolítica, Biopoder y Gubernamentalidad.


En términos generales, la Biopolítica es el conjunto de cálculos y tácticas que intervienen sobre una población mediante la gestión de la vida. Es un concepto que nos han aportado una forma de comprender cómo se ha generado la organización y el gobierno de nuestras sociedades hacia promover unos modos de vida, y no otros; especialmente desde el fin del régimen de la soberanía.


Biopolítica: la gestión y el poder sobre la vida


Michel Foucault explicó que durante la Edad Media, y hasta aproximadamente los inicios del siglo XVIII, la gestión de las sociedades estaba dominada por el paradigma de la soberanía. En este paradigma, ‘el arte de gobernar’ estaba centrado en la figura del soberano; y su autoridad se ejercía principalmente a partir de la gestión de un territorio.


Por ende, el soberano tenía también la autoridad de imponer leyes o castigos, así como de dar muerte a los habitantes de ese territorio que no acataran sus normas. De ahí que, según Foucault, el poder del régimen de la soberanía operaba mediante la siguiente fórmula: “hacer morir, dejar vivir”.


No obstante, es partir del XVIII, con la entrada de las tecnologías liberales de gobierno, entre otras cosas, cuando la vida dejó de estar sometida a las decisiones de la figura del soberano para incorporarse en el centro de la gestión política de una nueva autoridad: el Estado. En esta nueva gestión, la intención ya no es sustraer la vida, sino producirla, regularla, hacerla eficiente.

Así, el poder de las tecnologías liberales de gobierno, nos dice Foucault, ocurre mediante la operación inversa a la del régimen de la soberanía: “hacer vivir, dejar morir”; cuestión que se manifiesta a través de la gestión de la vida como una forma de gobernar y de organizar a las poblaciones. Foucault llamó a esto el Biopoder, incluso bautizó a esta época como “la era de biopoder”.

Fue entonces cuando el filósofo dejó de oponer ‘soberanía’ a ‘biopolítica’, y traslada sus estudios hacia la conversión de la ‘soberanía’ al ‘gobierno’. Aquí, pone especial atención a cómo es que ocurre ese ‘gobierno’ y qué lugar ocupa ‘la vida’ (bios) en él. Por ejemplo, mediante el análisis de las las normas sobre la salud, la higiene, la natalidad o la raza.

( https://psicologiaymente.com/cultura/biopolitica )


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VI

En los ultimos días dos hechos sacudieron el ambiente político Argentino en referencia con la biopolítica y las cuestiones de genero. Los Cruces entre Alberto Fernandez y la Corte Suprema de justicia respecto a la “Ley Micaela” y la renuncia exigida al diputado nacional por Salta, Juan Emilio Ameri, luego de protagonizar una escena sexual con su pareja durante la sesión de la Cámara baja.


             "Autoretrato" Abigail De Andrade

Las libertades individuales no siempre se sostienen en sus absolutos neoliberales, y el gris entre lo privado y lo publico parece menos gris cuándo se trata de privacidad o exposición de las libertades individuales exhibidas de modos eticamente deplorables o no aceptados por el común.

Mas allá de los débates especificos de estos asuntos, hay una cuestión general que surca toda cuestión respecto a esas tensiones entre lo publico y lo privado, lo personal y lo común, lo individual y lo social que pasa por un criterio de pensamiento … transversalmente surcan estas tensiones las disputas públcias entre lo que es del orden político y lo que es del orden de las libertades individuales o de las cuestiones éticas y morales que no deben ser de “orden público” sino sujetas a las consciencias individuales de las personas.

Lo que resulta paradojal es que no se utilicen los mismos criterios para otros asuntos que tambien refiere a la ética individual y no a la política o la gestión de lo publico o de conductas que tienen que ver con el orden social y colectivo … el ejemplo mas elocuente es el referido a los temas mediatizados en ese ambiguo e indefinido gris de “la corrupción” con la cual se ha perseguido determinada concepción política y económica mas allá de que se confunde con las conductas individuales y que, al mismo tiempo, la concepción política y biopolítica del neoliberalismo con el cual esas otras políticas se confrontan, no son valoradas y pensadas del mismo modo. Parecería ser que solo hay corrupción en los gobiernos que intentan “equilibrar” o “confrontar” con aquellos neoliberales que producen mucho de los males y los conflictos que carecterizan estos tiempos.

Si lo “individual” es biopolítico … la corrupción es política. Ahora bien, ¿Es conducta individual o comportamiento sujeto a una forma de hacer política? La respuesta a la luz de las “judicializaciones” refiere mas a la posibilidad que, bajo cualquier idea política, permite a individuos hacer uso privado de instrumentos de política pública independientemente de las ideas o ideología que nutren la justificación o el juicio de tales acciones.

El patriarcado recorre la misma lógica … Las mentalidades neoliberales parecen carecer de la capacidad para distinguir una de otra … y pretende asociar corrupción con política, pero no las conductas que devienen de las formas patriarcales de concebir el orden social y las relaciones sexuales y respecto del genero de las personas…

Toda transversalidad escapa a la simplista y superficial forma de concebir el mundo que aplica el neoliberalismo a la hora de sostener el imperio de la Realidad (Definida por el poder del Capital y del privilegio acumulado) por encima de cualquier intento de justicia y equilibrio en las relaciones entre sujetos y entre individuos y sociedad.

Las conductas individuales no siempre son coherentes con sus posturas ideológicas y sus apoyos partidarios e ideas políticas.

La ética es política … pero no siempre es coherente con la posición política respecto al orden de lo publico. Esto es … ética individual y política corporativa encuentran allí sus paradojas irreductibles pero que definen su carácter en torno al ejercicio del poder … que en tanto ejercicio, convalida cualquier incoherencia.


Daniel Roberto Távora Mac Cormack

Imágenes:

Norma Bessouet (1947-), argentina, pintora que ha creado un universo de bellas, poéticas y sugerentes imágenes surrealistas cargadas de contenidos simbólico. Los miedos, lo reprimido, la angustia, transitan su obra en-vueltas en atmósferas singulares. Con una alta preparación en el dibujo y el uso del color, sus pinturas son una expresión de una rico imaginario que la ubica en una línea próxima a la de Leonor Fini o Remedios Varo.


Abigail de Andrade (1864-1890), brasileña. Abigail, pintora talentosa, interrumpida su evolución por su muerte a edad temprana, radicada en París después de un escándalo por ser la amante de su casado profesor Agostini  del que tiene a su hija, realiza una obra escasa en piezas. En un estilo realista, de buen dibujo. destreza en el color y la composición, se destaca en los paisajes y las escenas de costumbres.




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