Miércoles 2 de setiembre de 2020

(1era Entrega)



América Latina en el concierto de Naciones Unidas

 


El último informe publicado por Naciones Unidas sobre el Impacto del Covid19 en América Latina en julio del corriente año afirma, con datos estadísticos tomados de la Comisión Económica para América latina (CEPAL), que “ Partes de América Latina y el Caribe se han convertido en zonas críticas de la pandemia de COVID-19, exacerbada por estructuras de protección social débiles, sistemas de salud fragmentados y profundas desigualdades. El COVID-19 provocará en la región la peor recesión de los últimos 100 años y se estima que generará una contracción del 9,1% del producto interno bruto (PIB) regional en 2020. Esto podría aumentar el número de personas en situación de pobreza en América Latina en 45 millones (hasta llegar a un total de 230 millones de personas) y el número de personas en situación de extrema pobreza en 28 millones (llegando a un total de 96 millones de personas), poniéndolas en riesgo de desnutrición.”

En el Resumen Ejecutivo , el informe sostiene que: “En una región que experimentó un número significativo de crisis políticas y protestas en 2019, el aumento de las desigualdades, la exclusión y la discriminación en el contexto de la pandemia afectará negativamente el goce de los derechos humanos y los avances democráticos; situación que, de no atenderse, podría eventualmente derivar en malestar social y disturbios. Antes de la pandemia, el modelo de desarrollo de la región ya enfrentaba graves limitaciones estructurales: elevados niveles de desigualdad, limitaciones de las balanzas de pagos y exportaciones concentradas en sectores de baja tecnología, lo que se manifestaba en crisis cambiarias y de deuda recurrentes, bajo crecimiento, altos niveles de informalidad y de pobreza, vulnerabilidad al cambio climático y a los desastres naturales y pérdida de biodiversidad. Los indicadores sociales negativos se veían —y siguen viéndose— agravados por las tasas extremadamente altas de homicidios y de violencia de género, incluido el feminicidio.

La recuperación posterior a la pandemia debería ser una oportunidad para transformar el modelo de desarrollo de América Latina y el Caribe y, al mismo tiempo, fortalecer la democracia, salvaguardar los derechos humanos y mantener la paz, en consonancia con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Los costos de la desigualdad en la región se han vuelto insostenibles. La respuesta exige encontrar un nuevo equilibrio entre el papel del Estado, el mercado y la sociedad civil, poner el énfasis en la transparencia, lograr un mayor grado de rendición de cuentas y niveles más altos de inclusión para consolidar la democracia, fortaleciendo el Estado de derecho y protegiendo y promoviendo los derechos humanos.

Deben abordarse las causas profundas de la desigualdad, la inestabilidad política y los desplazamientos. Estas medidas, a su vez, exigen el establecimiento de pactos sociales para dotarlas de legitimidad y apoyo, un firme compromiso de lucha contra la corrupción y la delincuencia organizada, así como una presencia efectiva, responsable y eficaz del Estado en todo el territorio. Los logros alcanzados en la consolidación de la paz durante los últimos tres decenios deben preservarse y profundizarse.

La igualdad es la clave para el control eficaz de la pandemia y para una recuperación económica sostenible en América Latina y el Caribe. A corto plazo, la igualdad ayuda a sostener los ingresos y la demanda agregada. La atención prestada a la inclusión social contrarresta el aumento de la xenofobia y la estigmatización de los grupos marginados. La activa contribución de la juventud debe ser reconocida, apoyada y aprovechada, ya que cerca del 17% de la población de América Latina y el Caribe tiene entre 15 y 24 años de edad (Naciones Unidas, World Population Prospects 2019: https://population.un.org/wpp/.).

En la recuperación económica, la igualdad es fundamental para impulsar el crecimiento y la productividad de manera tanto directa —mediante el acceso a la educación, la alimentación, la salud y las oportunidades para todas las personas— como indirecta, evitando la concentración del poder económico y político que limita, captura y distorsiona las políticas públicas. En América Latina y el Caribe, recons-truir mejor implica reconstruir con igualdad.

La igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres deben estar en el núcleo de la respuesta. Las mujeres se han visto desproporcionadamente afectadas por la pandemia; trabajan mayormente en el sector informal y en los sectores más perjudicados, su capacidad para absorber choques económicos es menor y se hacen cargo de mayores demandas de cuidado en el hogar, al tiempo que se ven más expuestas al aumento de la violencia en una región que ya mostraba tasas elevadas de violencia de género.

La respuesta al COVID-19 debería acercarnos a la visión de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en cuatro dimensiones clave sustentadas firmemente en los derechos humanos:

>Dimensión social: basada en la igualdad y la protección social universal, independientemente del sexo o el género, la edad, la raza, el origen étnico, el idioma, la religión, la condición jurídica o el estatus migratorio, o de cualquier otra situación o circunstancia personal.

>Dimensión económica: basada en la creación de empleos decentes, sostenida por una mayor capacidad tecnológica local.

>Dimensión ambiental: basada en la protección de la naturaleza y el medio ambiente para las generaciones presentes y futuras.

>Dimensión política: basada en la democracia, el estado de derecho, la transparencia, la igualdad de género, la prevención de conflictos y la rendición de cuentas, así como en la participación y el acceso de la sociedad civil y las comunidades locales a la información en todas las fases de la formulación, la aplicación y la evaluación de las políticas públicas.”



Luego formula una serie de recomendaciones para instrumentar en las políticas de Estado: “Recomendaciones a corto plazo:

>Considerar la exploración de mecanismos para proporcionar a todas las personas que viven en la pobreza ingresos básicos de emergencia. Esto puede incluir la posibilidad de proveer el equivalente al umbral nacional de pobreza( La CEPAL estima que, en promedio para la región, la línea de pobreza es de aproximadamente 140 dólares por mes.). A fin de abordar la inseguridad alimentaria y la malnutrición, estas medidas podrían complementarse, cuando fuera necesario, con bonos contra el hambre para quienes viven en la extrema pobreza( La CEPAL estima que, en promedio para la región, la línea de extrema pobreza es de aproximadamente 67 dólares por mes.).

>Debería garantizarse el pleno acceso de todos quienes lo necesiten a la asistencia económica y humanitaria y a los servicios básicos, especialmente a los trabajadores del sector informal, las mujeres, los jóvenes y las personas que se encuentran en las situaciones más vulnerables: los niños y las niñas, las personas mayores, los afrodescendientes, los pueblos indígenas, las personas con discapacidad, las personas LGBTI, los desplazados internos, los migrantes, los refugiados y las minorías, así como las mujeres que han sufrido violencia infligida por su pareja, violencia sexual u otras formas de violencia de género.

>Aplicar medidas dirigidas a preservar las aptitudes y las capacidades productivas y de gestión, para que la producción pueda responder cuando se recupere la demanda, como subsidios de emergencia para las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES), especialmente para cubrir los costos laborales. Las políticas deberían facilitar la igualdad de acceso a las tecnologías, herramientas y plataformas de la información y las comunicaciones (TIC). En el caso de las empresas más grandes, el apoyo financiero podría proporcionarse con condicionalidades, como proteger el empleo, invertir en investigación y desarrollo (I+D), realizar inversiones verdes y abstenerse de distribuir dividendos entre los accionistas. cobertura y la calidad de la infraestructura de transporte no motorizado y los sistemas de transporte público, incluida la electrificación de la movilidad urbana.

>Las políticas industriales y tecnológicas pueden desempeñar un papel crucial en el nuevo modelo de desarrollo, que incluye el impulso a los sectores con cero emisiones de carbono. La importancia de esas políticas para la resiliencia y el crecimiento ha aumentado en las circunstancias actuales, especialmente en el caso de las tecnologías digitales. La cooperación entre los gobiernos nacionales, las universidades y otros actores del ámbito de la ciencia y la tecnología, así como las inversiones en investigación y desarrollo, pueden reforzarse para desarrollar las capacidades nacionales y garantizar que todas las personas tengan derecho a beneficiarse de la ciencia y sus aplicaciones.

>Las políticas deberían promover una mayor participación significativa de las mujeres y los jóvenes y eliminar las barreras de género en los sectores tecnológicamente más avanzados y emergentes, en particular, los sectores de tecnología, suministros médicos y productos farmacéuticos.”

En su desarrollo, el informe expresa: “La pandemia ha servido de recordatorio sobre la importancia de los servicios y necesidades básicas. Es preciso hacer todo lo posible por fortalecer la regulación y lograr un acceso universal efectivo al agua potable, el aire limpio, el saneamiento y la vivienda adecuada. Se trata de inversiones para lograr una recuperación significativa. A corto plazo, deberían adoptarse medidas de mitigación para reforzar estos derechos básicos.

Para una recuperación mejor tras la pandemia será necesaria la participación de toda la sociedad, y se requerirá transparencia, rendición de cuentas y asociaciones y diálogos entre los múltiples actores interesados.

Es clave la protección efectiva de las personas defensoras del medio ambiente, así como de los derechos de las comunidades de territorios que están siendo invadidos por actividades extractivas depredadoras.

La lucha contra la crisis no debería hacerse a costa de relajar las normas de protección del medio ambiente o de la protección de los derechos humanos.”


En sus conclusiones termina diciendo: “Para asegurar la recuperación económica de los países, se precisan sistemas integrales e inclusivos de bienestar y protección social, así como reforzar las políticas industriales y tecnológicas para crear puestos de trabajo decente y de alta productividad y las capacidades necesarias para el crecimiento, la sostenibilidad y la resiliencia. Asimismo, se requiere un nuevo planteamiento del sistema tributario, para asegurar su progresividad y combatir la evasión y la elusión de impuestos. Es necesario fortalecer la democracia, la rendición de cuentas y el estado de derecho, así como la presencia del Estado, incluso en las zonas controladas por grupos armados y organizaciones delictivas. En el ámbito internacional, la contrapartida de este nuevo modelo de desarrollo es un multilateralismo revitalizado, sustentado en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.”

(https://www.un.org/sites/un2.un.org/files/sg_policy_brief_covid_lac_spanish.pdf )


£££££££££££££££££££££££££££££££££££££££££££££

La vacuna de Oxford contra COVID-19: qué sabemos sobre su seguridad y eficacia


Si se aprueba su utilización, la vacuna desarrollada por el consorcio liderado por la Universidad de Oxford y la empresa farmacéutica AstraZeneca será probablemente una de las primeras en distribuirse para la profilaxis contra COVID-19.


 

Pero, ¿sabemos si es segura, qué efectos secundarios puede causar y, en caso de ser eficaz, cómo nos va a proteger?

Empecemos por el principio. La vacuna ChAdOx1 nCoV-19, desarrollada por la Universidad de Oxford, está constituida por virus que afectan a chimpancés y han sido modificados para que se parezcan al SARS-CoV-2 (tienen un componente de su envuelta, la proteína S). Así, cuando esta vacuna se inocula en nuestro cuerpo, el sistema inmunitario reacciona como si fuera el coronavirus, solo que sin el más mínimo riesgo de desarrollar la enfermedad.

La táctica no es nueva: muchas de las vacunas que recibimos en nuestra infancia funcionan del mismo modo. El resultado es que el organismo se prepara para que, si llegamos a contraer la infección, no produzca la enfermedad. O en todo caso, si hay algún efecto, que sea el más leve posible. Por decirlo de otra manera, le “presentamos” al SARS-CoV-2 para que no le resulte un completo desconocido.

Con la vacunación no sólo conseguimos evitar la enfermedad, sino que además contribuimos entre todos a que el virus no se transmita. Nos protegemos nosotros y protegemos a los demás. Un ejemplo claro de que la estrategia funciona lo encontramos en la reciente erradicación de la polio en África.

Seguridad y eficacia en animales de experimentación

Antes de comenzar los ensayos en humanos, la fase preclínica incluye obligatoriamente probar la vacuna en primates no humanos, normalmente monos macacos. Son el mejor modelo porque su sistema inmune es muy parecido al nuestro y padecen la infección de forma similar. Además, una vez vacunados se les infecta deliberadamente para analizar si la vacuna funciona.

Los investigadores de Oxford encontraron anticuerpos contra SARS-CoV-2 a las dos semanas de inocular a los animales la vacuna y no se encontraron en los que no la habían recibido, utilizados como control. Los animales que habían recibido doble dosis tenían más anticuerpos y no observaron efectos adversos en ninguno de los dos grupos.También detectaron aumento de interferón como señal de una buena respuesta inmune celular (células T). Estos efectos son los que se pretenden conseguir en una vacuna.

Sin embargo, después de infectarles con SARS-CoV-2, todos los animales presentaban virus en las vías respiratorias, aunque ninguno de ellos padeció neumonía (según los análisis de sus pulmones), ni afecciones en otros órganos.

La conclusión fue que la vacuna parece segura, sin efectos adversos, pero no evitó la proliferación del virus en los animales (se infectaron y podían transmitirlo), aunque redujo significativamente la enfermedad.


Eficacia y seguridad de la vacuna ChAdOx1 nCoV-19 en animales y en la fase I/II en humanos desarrollada por la Universidad de Oxford. Mercedes Jiménez

Pero, ¿funciona en humanos?

Recientemente se han publicado los resultados de los primeros estudios en humanos (fases I y II). En los ensayos, se inyectó a 543 personas sanas (18 a 55 años) la vacuna contra SARS-CoV-2, y a 534 personas una vacuna diferente (meningococo, que produce otra enfermedad). ¿Por qué meningococo? Porque comparar resultados con algo conocido y de probada eficacia proporciona una información muy valiosa para testar tratamientos nuevos.

A continuación se analizó el nivel de anticuerpos en la sangre de los individuos vacunados mediante test serológicos (ELISA) a los 28 días de la vacunación. Lo que se detectó fue un claro aumento de anticuerpos con respecto al nivel antes de la vacunación. Al inyectar una segunda dosis, el nivel de anticuerpos siguió creciendo, y además se comprobó que reaccionaban contra el virus SARS-CoV-2 (lo neutralizaban). También se observó que a los 14 días aumentaban los linfocitos de memoria (Células T maduras), como en los monos.

¿Y qué hay de su seguridad?

Para analizar las reacciones a la vacuna se administró a parte de los individuos paracetamol antes de la vacunación. Los síntomas observados descritos en la figura son los habituales que muestran la mayoría de otras vacunas que han demostrado ser seguras para multitud de enfermedades.

La máxima intensidad de los síntomas se manifestó un día después de la vacunación. Y desaparecieron por completo antes de los 7 días. Aunque alguna reacción mostró características severas, en ningún caso se necesitó hospitalización. En cuanto a la segunda dosis también produjo algún efecto, pero siempre más leve.

El seguimiento exhaustivo de la salud de los participantes se extenderá por un año. Es una de las razones por las que se tarda en aprobar definitivamente una vacuna o medicamento: para comprobar la seguridad y eficacia de la vacuna a largo plazo.

Pero aún falta…

Los investigadores constatan que se necesitan más pruebas con más personas con diferentes características de edad (niños y ancianos), salud, etc. antes de estar seguros de que la vacuna es eficaz. De hecho, ya se está preparando la fase siguiente, que comprende la vacunación de miles de individuos en Brasil, Sudáfrica y Reino Unido.

¿Por qué en esos países? Porque la vacunación en regiones donde actualmente es más fácil adquirir la enfermedad permitirá obtener los datos necesarios para completar la experimentación. Los resultados y conclusiones de estos estudios serán los que determinen si la vacuna se utilizará para la profilaxis de la COVID-19.

Transparencia y veracidad

Lo que parece indiscutible es que la publicación en revistas científicas sobre cómo se están desarrollando medicamentos y vacunas es un requisito imprescindible. Principalmente porque implica que estos resultados son revisados minuciosamente por otros investigadores para detectar cualquier fallo u omisión, otorgando el nivel de veracidad que caracteriza al avance de la ciencia.

La crisis sanitaria actual está permitiendo dar a conocer a todo el mundo los entresijos de cada una de las investigaciones de nuevas vacunas para poder adquirir un criterio sobre las mismas. La sociedad, de repente, se ha interesado en temas científicos sobre los que hace escasos meses no entendía, como por ejemplo el funcionamiento del sistema inmunitario.

Hay que resaltar que esto es positivo y excepcional. Es más, supone un avance importantísimo para acercar la investigación científica a toda la sociedad, que es a quien va dirigida. En temas tan importantes como la salud, y en concreto las vacunas, se debe conocer cómo funcionan y lo seguras que son. Una de las responsabilidades de los científicos es que esta información llegue a toda la sociedad, de forma que el miedo irracional a las vacunas no gane terreno.

( https://theconversation.com/la-vacuna-de-oxford-contra-covid-19-que-sabemos-sobre-su-seguridad-y-eficacia-145193 )


£££££££££££££££££££££££££££££££££££££££££££££

Sanando las fracturas de la economía global

Gita Bhatt es directora de comunicaciones de políticas y editora en jefe de la Finance & Development revista . Tiene una experiencia multifacética en comunicaciones, con más de 20 años de experiencia profesional, incluso en medios y asuntos públicos. Durante 2009-11, trabajó en el Banco de la Reserva de India como Asesora del Gobernador. Tiene una Maestría en Ciencias de la London School of Economics y una Licenciatura en Economía y Filosofía de la Universidad George Washington.



El siguiente texto es publicado en el Blog del Fondo monetario Internacional en idioma inglés ( https://blogs.imf.org/2020/09/01/healing-the-fractures-of-the-global-economy/?utm_medium=email&utm_source=govdelivery )


A medida que el mundo busca comprender la nueva normalidad, nos enfrentamos a muchas incógnitas. ¿Volverán los trabajos? ¿Cómo viajaremos de nuevo? ¿Cómo será la recuperación? Mucho sigue siendo un signo de interrogación. De hecho, vivimos en los tiempos más “inconmensurables”, escribe Geoffrey Okamoto del FMI , lo que dificulta cuantificar la alta incertidumbre y el riesgo.

Lo que sí sabemos es que la era de COVID-19 ha expuesto y ampliado dolorosamente las divisiones económicas y sociales existentes y ha creado otras nuevas. Ha acentuado las disparidades entre los trabajadores, especialmente los jóvenes, las mujeres y los menos educados. Ha agravado las debilidades de los sistemas de salud pública, la precariedad del trabajo y la brecha digital. Ha desafiado a los gobiernos, que ahora enfrentan mayores necesidades de gasto y deudas cada vez mayores. Y ha sacado a la luz el tema de la injusticia racial .

Sin embargo, esta crisis y las líneas de falla que está exponiendo son llamamientos inspiradores para repensar nuestras prioridades y reconsiderar la estructura misma de la economía mundial hacia un futuro más equitativo, adaptable y sostenible, más resistente.

Es probable que el mundo de la pospandemia se transforme de manera importante. Si la crisis provoca un reinicio radical de nuestra vida económica y social con políticas que inviertan en las personas y reflejen un sentido compartido de nuestro destino como seres humanos, tanto mejor. El mundo emergerá resistente de este capítulo oscuro. En palabras del compositor Leonard Cohen, "Hay una grieta en todo, así es como entra la luz".

Es evidente que el mundo esta cambiando. Por temor o por que han aprendido y recuperado algo de conciencia (uno no lo puede saber a ciencia cierta pero conserva una reservada esperanza respecto a que genuinamente se haya comprendido que el sistema Capitalista neoliberal debe cambiar), los discursos de los organismos multilaterales y de los Bancos multilaterales han cambiado su postura. Fluctúan entre la moderación y las búsqueda de alternativas que, aunque no se vislumbran demasiado profundas o dispuestas a ir a las causas originales, que son sus propios intereses y los Capitales que permiten sus funcionamientos, distan mucho de las defensas neoliberales de ajustes y programas de contracción económica, reducción del gasto publico y minimizar las acciones de los Estados en la Economía de mercado.

La pandemia ha dejado al descubierto profundas divisiones, pero no es demasiado tarde para cambiar curso

COVID-19 no ha sido un virus de igualdad de oportunidades: persigue a personas con mala salud y cuya vida cotidiana los expone a un mayor contacto con los demás. Y esto significa que persigue desproporcionadamente a los pobres, especialmente a los pobres países y en economías avanzadas como los Estados Unidos donde el acceso a la atención médica no está garantizada. Una de las razones por las que Estados Unidos ha ha sido afectado con el mayor número de casos y muertes (al menos como esto va a imprenta) es porque tiene una salud promedio entre las más pobres estándares de las principales economías desarrolladas, ejemplificados por la baja esperanza de vida (más bajo ahora que hace siete años) y los niveles más altos de disparidades de salud.

En todo el mundo, existen marcadas diferencias en la forma en que la pandemia ha sido gestionado, tanto en términos de cuán exitosos han sido los países en mantener la salud de sus ciudadanos y la economía y en la magnitud de la desigualdades en exhibición. Hay muchas razones para estas diferencias: estado preexistente de la asistencia sanitaria y desigualdades sanitarias; un pais preparación y resiliencia de la economía; la calidad del publico respuesta, incluida la confianza en la ciencia y la experiencia; la confianza de los ciudadanos en orientación gubernamental; y cómo los ciudadanos equilibraron sus "libertades" individuales hacer lo que quisieran con su respeto por los demás, reconociendo que su acciones generaron externalidades. Los investigadores pasarán años analizando el fuerza de varios efectos.

Sin embargo, dos países ilustran las posibles lecciones que surgirán. Si el Estados Unidos representa un extremo, tal vez Nueva Zelanda representa el otro. Es un país en el que el gobierno competente se basó en la ciencia y experiencia para tomar decisiones, un país donde hay un alto nivel de solidaridad social: los ciudadanos reconocen que su comportamiento afecta a los demás, y confianza, incluida la confianza en el gobierno. Nueva Zelanda ha logrado traer la enfermedad bajo control y está trabajando para reasignar algunos recursos infrautilizados para construir el tipo de economía que debería marcar el mundo pospandémico: una que sea más verde y más basada en el conocimiento, incluso mayor igualdad, confianza y solidaridad. Hay una dinámica natural en trabajo. Estos atributos positivos pueden basarse entre sí. Asimismo, hay pueden ser atributos adversos y destructivos que pesan sobre una sociedad, a menos inclusividad y más polarización.

Desafortunadamente, tan mala como había sido la desigualdad antes de la pandemia y con fuerza, ya que la pandemia ha expuesto las desigualdades en nuestra sociedad, el El mundo pospandémico podría experimentar desigualdades aún mayores a menos que los gobiernos hacen algo. La razón es simple: COVID-19 no desaparecerá con rapidez. Y el miedo a otra pandemia persistirá. Ahora es mas probable que tanto el sector público como el privado asuman los riesgos de corazón. Y eso significa ciertas actividades, ciertos bienes y servicios, y ciertos procesos de producción se considerarán más riesgosos y costosos. Mientras los robots contraen virus, se administran más fácilmente. Entonces es probable que los robots, cuando sea posible, al menos en el margen, reemplazarán a los humanos. El "zoom" sustituirá, al menos en el margen, a los viajes en avión. los pandemia amplía la amenaza de la automatización a los trabajadores poco calificados, trabajadores de servicios de persona a persona que la literatura hasta ahora ha visto como menos afectados, por ejemplo, en educación y salud. Todo esto significará que la demanda de ciertos tipos de mano de obra disminuirá. Este cambio casi seguramente aumentará la desigualdad, acelerando, de alguna manera, las tendencias ya en su lugar. 

 

Nueva economía, nuevas reglas


La respuesta fácil es acelerar la mejora de las habilidades y la formación junto con el mercado laboral cambiante. Pero hay buenas razones para creer que estos pasos solo no será suficiente. Será necesario un programa integral para reducir la desigualdad de ingresos. El programa debe reconocer primero que el modelo de equilibrio competitivo (mediante el cual los productores maximizan las ganancias, los consumidores maximizar la utilidad, y los precios se determinan en mercados competitivos que equiparar demanda y oferta) que ha dominado el pensamiento de los economistas durante más más de un siglo no ofrece una buena imagen de la economía actual, especialmente cuando se trata de comprender el crecimiento de la desigualdad, o incluso crecimiento impulsado por la innovación. Tenemos una economía plagada de poder de mercado y explotación. Las reglas del juego son importantes. Debilitamiento de las limitaciones poder corporativo; minimizar el poder de negociación de los trabajadores; y erosionando reglas que rigen la explotación de consumidores, prestatarios, estudiantes y Todos los trabajadores han trabajado juntos para crear una economía de peor desempeño. marcado por una mayor búsqueda de rentas y una mayor desigualdad.

Necesitamos una reescritura integral de las reglas de la economía. por Por ejemplo, necesitamos políticas monetarias que se centren más en garantizar una empleo de todos los grupos y no solo en inflación; leyes de quiebras que están mejor equilibrados, reemplazando aquellos que se volvieron demasiado favorables a los acreedores y proporcionó muy poca responsabilidad a los banqueros que participaron en actividades predatorias préstamo; y leyes de gobierno corporativo que reconocen la importancia de todos partes interesadas, no solo accionistas. Las reglas que gobiernan la globalización deben hacer algo más que servir a los intereses corporativos; trabajadores y medio ambiente tienen que estar protegidos. La legislación laboral debe hacer un mejor trabajo proteger a los trabajadores y brindar un mayor margen para la acción colectiva.

Pero todo esto, al menos a corto plazo, no creará la igualdad y solidaridad que necesitamos. Necesitaremos mejorar no solo el mercado distribución de la renta, sino también cómo la redistribuimos. Perversamente, algunos países con el mayor grado de desigualdad de ingresos de mercado, como el Estados Unidos, en realidad tienen sistemas fiscales regresivos donde los que más ganan pagan una menor proporción de sus ingresos en impuestos que los trabajadores que se encuentran más abajo en la escala.

Durante la última década, el FMI ha reconocido la importancia de la igualdad en promover un buen desempeño económico (incluido el crecimiento y la estabilidad). Los mercados por sí mismos no prestan atención a los impactos más amplios que surgen de decisiones descentralizadas que conducen a un endeudamiento excesivo en monedas denominadas en moneda extranjera o desigualdad excesiva. Durante el reinado de neoliberalismo, no se prestó atención a cómo las políticas (como el capital y liberalización del mercado financiero) contribuyó a una mayor volatilidad y desigualdad, ni a cómo cambian otras políticas, como el cambio de de beneficios definidos a planes de jubilación (o pensión) de contribución definida, o de pensiones públicas a privadas, condujo a una mayor inseguridad individual, ya que así como a una mayor volatilidad macroeconómica, al debilitar la economía estabilizadores automáticos.

Las reglas ahora están dando forma a muchos aspectos de las respuestas de las economías al COVID-19. En algunos países, las reglas fomentaron la miopía y las desigualdades, dos características de las sociedades que no han manejado bien COVID-19. Aquellos los países estaban inadecuadamente preparados para la pandemia; ellos construyeron global cadenas de suministro que no eran lo suficientemente resistentes. Cuando golpeó COVID-19, por Por ejemplo, las empresas estadounidenses ni siquiera podían proporcionar suficientes suministros de simples cosas como máscaras y guantes, y mucho menos productos más complicados como pruebas y ventiladores. 

 

Dimensiones internacionales 
 



COVID-19 ha expuesto y exacerbado las desigualdades entre países al igual que tiene dentro de los países. Las economías menos desarrolladas tienen peor salud condiciones, los sistemas de salud que están menos preparados para hacer frente a la pandemia y personas que viven en condiciones que las hacen más vulnerables a contagio, y simplemente no tienen los recursos que avanzaron las economías tienen que responder a las consecuencias económicas.

La pandemia no se controlará hasta que se controle en todas partes, y la La recesión económica no se controlará hasta que haya una sólida recuperación mundial. Por eso es una cuestión de interés personal, además de humanitaria preocupación: que las economías desarrolladas proporcionen la asistencia las economías en desarrollo y los mercados emergentes necesitan. Sin ella, el global La pandemia persistirá más de lo que lo haría de otra manera, las desigualdades globales crecerá y habrá divergencia global.

Si bien el Grupo de los Veinte anunció que utilizaría todos los instrumentos disponible para proporcionar este tipo de ayuda, la ayuda hasta ahora ha sido insuficiente. En particular, un instrumento utilizado en 2009 y fácilmente disponible no se ha empleado: una emisión de $ 500 mil millones en Special Derechos de giro (DEG). Hasta el momento, no ha sido posible superar la falta de entusiasmo de Estados Unidos o India. La provisión de DEG sería de enorme ayuda para las economías en desarrollo y los países emergentes mercados, con poco o ningún costo para los contribuyentes de las economías desarrolladas. Eso Sería incluso mejor si esas economías contribuyeran con sus DEG a un fideicomiso fondo para ser utilizado por las economías en desarrollo para satisfacer las exigencias del pandemia.

Asimismo, las reglas del juego no solo afectan el desempeño económico y desigualdades dentro de los países, pero también entre países, y en este arena las reglas y normas que gobiernan la globalización son fundamentales. Algunos los países parecen comprometidos con el "nacionalismo de las vacunas". Otros, como Costa Rica, están haciendo lo que pueden para asegurar que todos los conocimientos relevantes para abordar COVID-19 se usa para todo el mundo, de manera análoga a cómo la gripe La vacuna se actualiza todos los años.

Es probable que la pandemia provoque una serie de crisis de deuda. Bajo interés tasas combinadas con mercados financieros en economías avanzadas que impulsan los préstamos y el endeudamiento derrochador en las economías de mercados emergentes y en desarrollo dejó a varios países con más deuda de la que pueden pagar, dada la magnitud de la recesión inducida por la pandemia. Acreedores internacionales, especialmente los acreedores privados, ya deberían saber que no puede exprimir agua de piedra. Habrá una reestructuración de la deuda. La única pregunta es si será ordenado o desordenado.

Si bien la pandemia ha revelado las enormes divisiones entre los países del mundo, es probable que la pandemia aumente las disparidades, dejando cicatrices duraderas, a menos que haya una mayor demostración de solidaridad mundial y nacional. Instituciones internacionales, como el FMI, han proporcionado liderazgo global, actuando de manera ejemplar. En algunos países también ha habido un liderazgo que les ha permitido abordar la pandemia y sus consecuencias económicas, incluidas las desigualdades que de lo contrario habría surgido. Pero por dramáticos que hayan sido los éxitos en en algunos lugares, igualmente dramáticos son los fracasos en otros lugares. Y esos gobiernos que han fallado internamente han obstaculizado la necesaria respuesta. A medida que la evidencia de los resultados dispares se vuelva clara, con suerte habrá un cambio de rumbo. Es probable que la pandemia nos acompañe durante un tiempo y sus consecuencias económicas durante mucho más tiempo. Todavía no es demasiado tarde para tal cambio de rumbo.

El texto precedente fue escrito por JOSEPH STIGLITZ, profesor en la Universidad de Columbia y Premio Nobel Memorial de Ciencias Económicas. (2001)

( https://www.imf.org/external/pubs/ft/fandd/2020/09/COVID19-and-global-inequality-joseph-stiglitz.htm )



Una nueva globalidad emergerá de esta crisis de la globalización. Quizá no como la utopía deseada por quienes conocemos injusticias y limites del Capitalismo neoliberal, pero será algo si permite disminuir los sufrimientos y padecimientos que innecesariamente afectan a buena parte de la humanidad, de nuestra América Latina y de nuestro pueblo en esta querida Tierra de plata, La Argentina …

Daniel Roberto Távora Mac Cormack

Imágenes

(1) "Barco en Reparación" Benito Quinquela Martín (Argentina)
(2) "Caín en los estados unidos" David Siqueiros (México)
(3)  Sin Título  Ana Teresa Fernández (Mexico) 
(4) " prontuario nº" Milred Burton (Argentina) 
(5) "La Guerra" Pascual Di Bianco (Argentina) 

Comentarios

Entradas populares de este blog