Miércoles 9 de Setiembre de 2020



Un grupo de intelectuales y periodistas publicaron un manifiesto de opinión interesante para reflexionar.


Un capitalismo que brutaliza la condición humana


Nos encontramos ante una situación inédita: el mundo atraviesa una crisis sistémica cuyas consecuencias dramáticas emergen como fractura expuesta por la pandemia. Mientras la economía de nuestro país ha sido devastada por el neoliberalismo, la peste desnudó la desigualdad, la pobreza y la miseria en una sociedad arrasada por el paradigma antihumanista de la plus ganancia del poder económico concentrado y la opulencia obscena de la minoría que habita el vértice superior de la pirámide social. La política seguida por el gobierno de Macri destrozó a la economía real y amordazó al país a una deuda externa imposible de solventar. La pandemia agudizó la situación, develando al mismo tiempo la brutal desigualdad económica y social y el creciente poder monopólico de un grupo reducido de grandes empresas en sectores claves de la economía, profundamente insertadas en la financiarización. Pero, el dislocamiento económico, político, social y cultural de la sociedad producto del capitalismo financiero global y local es tan grave que, paradójicamente, abre una hendija que permite la imaginación, la ilusión y la aventura de intentar construir otra perspectiva de vida, con otra organización de la economía y la política, luego de la crueldad que quedó evidenciada por la irrupción del Covid-19.


La situación mundial que hoy sufrimos trasciende a las crisis cíclicas que ha tenido el desarrollo capitalista a lo largo del tiempo, y no puede ser reducida a su aspecto económico y/o financiero, pues alcanza al funcionamiento de las instituciones políticas y culturales y se extiende al terreno de la geopolítica.


Asimismo, es una crisis que no puede ser “purgada para empezar de nuevo”. Lo que hoy está en juego es mucho más que la destrucción -de valor, de bienes y activos, de riqueza acumulada, de excedente producido, de empleo e incluso de vidas humanas- por guerras, fenómenos que típicamente han ocurrido en todas las grandes crisis mundiales. El quiebre que hoy enfrentamos engendra situaciones catastróficas para todo tipo de vida en el planeta y es consecuencia de la propia dinámica del orden social que hoy impera en el mundo. Es pues una crisis económica y financiera pero también climática como consecuencia de la depredación del medio ambiente y del clima. Es, además, una crisis de supervivencia donde la posibilidad de aniquilamiento de la humanidad como consecuencia de la irresponsabilidad medioambiental, de una guerra nuclear, bacteriológica o tecnológica, está a la orden del día. Es pues, una crisis civilizatoria que plantea la necesidad de un nuevo orden mundial y social.


En estas circunstancias, pensar un cambio de paradigma en nuestro país implica abordar una drástica y radical redistribución del ingreso y de la riqueza que, acompañada de cambios en la matriz productiva, permitirán encaminarnos hacia a una sociedad de iguales. Estos cambios requerirán de un desarrollo tecnológico propio y autónomo cuyo objetivo no sea cerrar la brecha con el centro. Una meta imposible sin la construcción de una vida digna, que elimine la pobreza, alimente la cultura y estimule la creatividad en la producción de nuevos bienes, con el propósito de abandonar el hiperconsumo degradante y desenfrenado del paradigma de vida de la monopolización de la riqueza y la financiarización, con el que comenzó el siglo XXI.



Hoy impera en el mundo una forma de organización social basada en un capitalismo global monopólico y financiarizado, con centro en los Estados Unidos. Argentina habita la periferia de éste, con una tendencia al deterioro permanente, incentivada por distintos gobiernos neoliberales desde mediados de los 70 del siglo pasado.


Este régimen se ha extendido a lo largo y a lo ancho del planeta, subordinando, subsumiendo y normalizando a un estándar único a países con distintas culturas e instituciones. Este sistema maximiza ganancias y rentas por su control total sobre la vida económica, política y cultural, incluyendo en esto último a la producción de información, de ideas y hasta de sentido común. Por lo tanto, no estamos simplemente frente a un modelo financiero, industrial o mercantil; estas son fases por las que el capitalismo ha pasado a lo largo del tiempo. Hoy estas fases están contenidas en un proceso degradado, que parasita la vida humana, crea pobreza extrema, marginalidad y exclusión, a la vez que desarrolla un estilo de vida que destruye vorazmente las tradiciones culturales construidas en milenios y brutaliza la condición humana.

 

Liberalismo o democracia


Hoy la necesidad de romper las cadenas de la democracia liberal es acuciante. Este sistema político es un dispositivo que vela por la aristocratización del poder: la esfera política es reducida al mínimo y predomina, escindido de la misma, el reino de la economía, naturalizada su condición mercantil y privada. Gritan los grandes empresarios del club oligárquico AEA que los que deben organizar y llevar a cabo la producción son los sujetos privados, y pretenden prohibir la socialización de bienes esenciales y estratégicos. Han hecho retroceder al gobierno respecto de la expropiación de Vicentín, holding empresario que hizo un desquicio económico y perjudicó a una región del país, a productores, a sus proveedores y a la banca pública. Los empresarios de la AEA defienden a capa y espada a sus dueños y enfrentan a quienes critican repudiables y torcidas conductas empresariales, porque ubican a la gran propiedad privada de medios de producción por encima de cualquier valoración sobre el orden jurídico. Ellos han sido históricamente golpistas porque ese concepto de propiedad lo han entendido -y lo entienden- por encima de la Constitución y la democracia.


Desde que la sociedad puso fin al Terrorismo de Estado, los sectores más poderosos de la economía han acechado a los gobiernos que se sucedieron en democracia buscando imponer sus intereses específicos por encima del interés general de la Nación. Durante el gobierno de Macri, han salido a la luz a través de la violación sistemática al Estado de Derecho, el armado de causas mediático judiciales para destruir a la oposición y los grandes negociados económicos. Esta aventura macrista ha sido un episodio más de la estrategia del lawfare impulsada por los Estados Unidos para poner fin a los nacionalismos populares latinoamericanos, así queda expuesto en las causas de espionaje ilegal que tramitan en diferentes juzgados y eso explica la oposición salvaje del macrismo al proyecto de reforma judicial en curso. Este proyecto intenta poner fin a la estructura endogámica, corroída y oligárquica del Poder Judicial, un paso de fundamental importancia para empezar a saldar una deuda que todavía tiene nuestra democracia. Es necesario bregar por la creación de nuevos canales institucionales que permitan la participación popular en las decisiones que se toman y en el control del mandato de los que ejercen funciones en todos los territorios: desde el barrio y la empresa, a los municipios, las provincias y el Estado Nacional.



Llegó la hora en que democracia y liberalismo encontraron un punto de ruptura, que siempre estuvo latente. No hay democracia con soberanía limitada de la voluntad general de la ciudadanía. No hay democracia sin participación popular en la toma de decisiones. No hay democracia si se la limita a ser el reducto de un pequeño sector que controla la vida económica. Estos son los desafíos que enfrenta el gobierno nacional en un contexto donde los sectores económicos más poderosos y el macrismo intentan restituir el reinado del neoliberalismo.


Este sistema promueve la escisión entre las esferas de la economía y política para otorgar preeminencia a la propiedad privada concentrada sobre la vida misma, y su éxito mediático se expresa en el fanatismo de quienes organizan movilizaciones que atacan las disposiciones dictadas en defensa de la salud de la población. La violencia política y simbólica de los medios de comunicación hegemónicos constituye la punta de lanza del dispositivo con el que el liberalismo y su actual diseño neo persiguen la destrucción de la democracia; una demolición que opera mediante su vaciamiento para convertirla en una cáscara que contenga un dispositivo social opuesto al sentido que la define: gobierno de y para el pueblo, mandato y participación popular, autonomía ciudadana en la definición del presente y el futuro de la vida comunitaria. Ese liberalismo neo, cuando percibe el quiebre de la cáscara que falsifica el poder popular, esencia de la democracia, siempre tiene a mano los mecanismos necesarios para derribar gobiernos. Como lo hicieron en Brasil y Bolivia, y cuando no pueden lograrlo, como les ocurre en Venezuela, intentan violar la soberanía nacional mediante intervenciones externas que no excluyen la propia invasión militar.


Los medios utilizados para imponer una política de dominación y subsunción de la subjetividad fueron diversos y dirigidos a los sectores sociales enajenados de sus necesidades e intereses. En años recientes, mientras eran destruidos cotidianamente los derechos alcanzados durante los gobiernos kirchneristas, se desplegaban a través de diferentes discursos, mecanismos de inhibición y cercenamiento a las potencias del pensamiento, destructivos de la aptitud de apropiación de las experiencias vividas durante los años de gobiernos nacionales y populares. El neoliberalismo degradó al sujeto humano a sujeto de consumo, originando una brecha social con quien no tiene trabajo, o lo tiene precario. Muchas personas no perciben salarios suficientes para una vida digna y necesitan endeudarse para el vivir cotidiano. La ideología, los medios y los modos productivos construyen una subjetividad que hace sentir al sujeto subsumido por el sistema como el único responsable de lo que le acontece. Asume la situación a la que es arrojado como una consecuencia de su demérito. Así, la meritocracia y el individualismo encuentran un rumbo común. Y la propiedad privada absoluta e ilimitada su justificación sin Historia. Es el triunfo del neo liberalismo sobre la democracia.


La pandemia y el imperio de las finanzas


La economía neoliberal de la financiarización fue un factor determinante en los resultados desastrosos alcanzados en el área de la salud de la potencia mundial, con las cifras más elevadas de contagios y muertes. En Estados Unidos, el “cuidado preferencial de la economía” fracasó en el campo de las finanzas y el trabajo: en el segundo trimestre del año registró una caída del 32,9% del PBI (respecto al mismo período de 2019), lleva más de 45 millones de personas desocupadas y una alta proporción de la población debajo de la línea de la pobreza. Lo acaecido en ese país muestra con claridad el efecto negativo de las políticas generadas por el Banco Mundial en los servicios sanitarios, las que impactaron en el deterioro de su eficacia y provocaron una grave inequidad de acceso. En Latinoamérica, se desplegaron modelos imitativos al de Estados Unidos, que también se aprobaron en las Naciones Unidas. Es la prueba que demuestra que la financiarización no sólo invade las finanzas, sino que penetra en la salud, la educación y en todas las instituciones, mediante la acción y presión del Banco Mundial y el FMI, ya que sus políticas están coordinadas y comandadas desde el Tesoro norteamericano. Tampoco el BID excluyó del pregón las reformas de los sistemas sanitarios y otros que significaron un retroceso de la atención de los derechos económicos, sociales y culturales, violando el Pacto de la ONU que exige la progresividad en su cumplimiento.



En los ´90, la atención focalizada y la autogestión hospitalaria promovida desde los Estados condujeron a un progresivo desfinanciamiento de la Salud Pública con pérdidas de servicios indispensables y empobrecimiento de la calidad asistencial. Luego, hacia el año 2012, se incrementaron los sistemas de aseguramiento para las coberturas de salud y se creó un dispositivo con atractivo nombre: Cobertura Universal de Salud (CUS). Se desplegó el establecimiento de mercados plurales para regular la cobertura y el acceso médico, separando y acotando la función del Estado y permitiendo la intermediación financiera y la presencia de prestadores en asociaciones público privadas. Colombia fue el sitio de implantación inicial, seguido por Chile -que ya había producido cambios en el mismo sentido desde 1981 con el gobierno de Pinochet- y Perú. Argentina, inicialmente, si bien participó en las reuniones, no lo aplicó en la misma intensidad que los países mencionados.


Así, se fueron instalando progresivamente durante 20 años cambios tendientes a descentralizar el sistema sanitario con pérdida del papel del Estado Nacional y su transferencia a las provincias, así como crecientes y regresivas transformaciones promotoras de autogestión, tercerizaciones y seguros de salud. Las consecuencias fueron devastadoras: en la mayoría de los países se desfinanciaron los sistemas y servicios de Salud Pública, provocando su ineficacia, ineficiencia, deterioro y pérdida de capacidades colectivas para la población.


Argentina recibió la llegada de la pandemia con una ventaja y una política pública de gran valor. Por un lado, el Covid-19 llegó con considerable retraso, lo cual permitió tomar muchas medidas basadas en las experiencias vividas en el hemisferio Norte y, por otro lado, la invasión de la peste ocurrió con un gobierno nacional y popular recientemente ganador de elecciones presidenciales, el cual decidió priorizar el cuidado de la salud y salvar al mayor número posible de ciudadanas y ciudadanos ante la fuerte letalidad que el virus mostró en todo el planeta.


Los impactos del coronavirus no fueron iguales en todo el mundo. Aquellos países, aun los más desarrollados de Europa, con servicios muy deteriorados por las políticas neoliberales enunciadas, afrontaron impactos disímiles, según hayan implementado medidas de distanciamiento, cuarentenas, suspensión de clases en forma precoz, privilegiándolas a la preservación de las rentas y ganancias de los monopolios, o si, su comportamiento priorizó la continuidad de la actividad económica y sólo tomaron medidas cuando el número de fallecidos ya era enorme. En América del Sur sucedió algo similar, los países del Pacífico (Colombia, Perú, Ecuador y Chile) optaron por una conjeturada priorización del funcionamiento de la economía, cuidando los intereses de los grupos económicos concentrados, cuando debieron emplear las medidas preventivas -a excepción de Perú, que lo hizo desde el inicio, pero los resultados fueron igualmente desastrosos, probablemente por la precariedad de los servicios sociales y las condiciones de vida popular previas a la pandemia-. Estos países presentan una dramática cantidad de fallecimientos y contagios, y sus economías entraron en crisis profundas. Brasil es un caso aparte, porque disponiendo de un sistema de salud público padece los resultados más negativos, a raíz de un gobierno que ignoró la peste y sacrificó vidas por cientos de miles para no lesionar en nivel alguno los beneficios de la burguesía brasileña, revelando la tragedia expuesta de una sociedad enferma de racismo, clasismo y sexismo.


Es evidente que la salud pública fue el primer blanco impactado mundialmente por el Covid-19. Pero, es indiscutible que la patogenicidad del virus se complementó con políticas sanitarias y económicas antipopulares, mercantilizadas y debilitadas que desarticularon los servicios de salud y causaron un daño cuya envergadura nunca fue vista en los últimos 100 años.

 

La emergencia nacional


Vivimos una situación de emergencia nacional única en la historia del país. Mientras la pandemia avanza, una estructura de poder formada a lo largo de décadas de historia argentina intenta desestabilizar al gobierno surgido de las elecciones del 2019. Este tiene la legitimidad que le da el voto ciudadano para concretar un proyecto nacional y popular para poner fin al hambre, la exclusión y la fragmentación, reponiendo el objetivo de la igualdad como clave de su política. Una de las transformaciones centrales que se ha propuesto es llevar a cabo una reforma judicial que garantice el pleno funcionamiento del Estado de Derecho, sin privilegios y con justicia social, así como la ampliación y los cambios en la legislación que concurran a la construcción y vigencia de una sociedad humanista, solidaria e integrada en el marco de una república democrática, con plena participación popular, sólo posible con la reconquista y el alcance de una verdadera y definitiva independencia nacional.



La pandemia ha expuesto los niveles de desigualdad con los que convive la sociedad argentina y las severas consecuencias sociales que provoca la injusta concentración de la riqueza, dejando en evidencia la polarización extrema de ingresos, los elevados niveles de informalidad y precariedad, las necesidades insatisfechas de los barrios populares, la brecha inadmisible en las condiciones habitacionales y la inequidad en el acceso a una tecnología indispensable, que hoy debería ser masiva, pero permanece reservada a los sectores de ingresos medios y altos. Así, el virus desnuda el generalizado incumplimiento de los derechos económicos, sociales y culturales, consagrados por la Constitución Nacional que incluye el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y, también, de los derechos incluidos en el artículo 14 bis.


El momento, extremadamente crítico, exhibe la desatención de los sectores vulnerabilizados por décadas de financiarización capitalista, llevada al límite por parte del último gobierno neoliberal. Su continuidad no se ha interrumpido en las cuestiones que decide el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, ni en otras comarcas gobernadas por Cambiemos, como la provincia de Jujuy, que ha desmanejado la pandemia en beneficio de una burguesía local de tradición represiva y explotadora, como lo son los Blaquier y el Ingenio Ledesma, mientras mantiene presa ilegalmente a la lideresa social Milagro Sala.


Nuestro país, y el mundo, necesitan un debate profundo orientado a discutir la función social de la propiedad privada y su carácter relativo, que combata el exceso de concentración de riqueza y que siente las bases de una sociedad emancipada, justa e igualitaria, desarrollando también formas de propiedad colectiva, cooperativa y comunitaria, entre ellas la de los pueblos originarios, que enriquezcan las opciones de vida económica a disposición para organizar la vida productiva. El reingreso del Estado en la vida económica, en la propiedad de recursos y empresas estratégicas, y en la prestación de servicios esenciales es urgente. Su rol en la pandemia fue determinante para contenerla, mientras el sector privado, aun el más poderoso, sólo reclamaba ayuda –oponiéndose a un imprescindible y justo impuesto a las grandes fortunas-, a veces, con el mezquino y avaro interés de no perder nada por parte de los que detentan miles de millones de dólares ahorrados en el país, o fugados en el exterior. Pero el debate no se agota abordando sólo la titularidad de la propiedad sino en la discusión que garantice la efectiva participación popular en su ejercicio y/o control.


Históricamente, los grupos de poder han condicionado a los gobiernos en democracia y han operado con tres pinzas: inflación, corridas cambiarias y fuga de capitales. Cuando no lo han podido lograr apelaron al golpe militar, al golpe “institucional” o al terrorismo de Estado. Esto ha sido permanente a lo largo de décadas y llega hasta el presente. Estos grupos económicos, extranjeros y nacionales no tienen raigambre ni sentido nacional, están ensamblados en un esquema de prebendas y regulaciones que les ha permitido sustituir inversiones por subsidios, obtener beneficios impositivos de todo tipo, remisión indiscriminada de ganancias, y si el panorama político local o internacional se complica, vaciamiento de empresas y fuga indiscriminada de capitales. El punto de referencia de estos grupos económicos concentrados ha sido, desde hace mucho tiempo, un puñado de grandes corporaciones multinacionales que dominan cadenas de valor global, en las que el país está insertado desde eslabones relativamente débiles, y el mercado financiero internacional, los grandes bancos y los fondos especulativos. Aliados a ellos, en un modelo de país reprimarizado, se confabulan ahora para profundizar un modelo elitista y dependiente, para beneficio de los grandes exportadores de granos y los grandes productores agropecuarios de la pampa húmeda a los que ahora intentan sumarse las grandes corporaciones privadas involucradas en la producción y exportacion de gas y petróleo no convencional y convencional.

 

El odio ataca a la vida

Desde diciembre de 2019, este modelo neoliberal se ha activado para resistir cualquier intento del gobierno de cambiar el
statu quo.



En el ámbito de la economía, la política del gobierno ha sido atacada con presiones inflacionarias (especialmente en el rubro alimentos) a pesar de tarifas congeladas, control cambiario y salarios no recuperados. A esto se suma el bloqueo de la banca privada al otorgamiento de crédito al consumo y a las pymes, a pesar de los estímulos dados por el BCRA para reactivar la economía, y presiones que han promovido un arreglo de la deuda con los acreedores privados con la misma actitud genuflexa con que se les pagó a los buitres. El gobierno, sin embargo, resistió consiguiendo plazo y mejoras de tasas que le darán aire a su gestión. Con estas maniobras los grupos económicos más poderosos han intentado impedir que el gobierno ponga algún límite a su capacidad de formar precios y de apropiarse de mayores ingresos y rentas. También han tratado de impedir que el gobierno asumiera una actitud de firmeza frente al capital rentístico internacional.


Próximamente, en la difícil negociación con el FMI, las presiones locales y extranjeras para imponer reformas previsionales y laborales que significarían más de siete décadas de retroceso social, deberán ser resistidas por el gobierno del Frente de Toda/os, que necesitará de la movilización popular masiva para imponer su convicción de progreso social, mientras también tendrá que sostenerse intransigente en su negativa a apretones fiscales que impedirían la mejora del gasto social, los salarios, el empleo y el nivel de actividad económica.


En lo judicial, han resistido los intentos de cambios, bloqueando información, cajoneando causas que puedan perjudicar al macrismo, enlazando estructuras paraestatales de persecución política e ideológica, imponiendo decisiones sobre los otros poderes del Estado impidiendo el ejercicio del gobierno, como la inaudita orden de una jueza de limitar una sesión del Senado y la impertinente medida de un juez desconociendo un DNU -es decir, un decreto del Poder Ejecutivo con rango y fuerza de Ley-, sin cuestionar su constitucionalidad, que disponía la intervención de Vicentín. El establishment obstruye, así, todo intento de reforma judicial, argumentando una supuesta impunidad de los sectores políticos que imprimen una amenaza a sus intereses.



En el ámbito de las comunicaciones, los medios concentrados distorsionan y ocultan información e invisibilizan la magnitud del deterioro social resultante de la gestión de Cambiemos.


Continuando las operaciones periodísticas de la era de Macri, han fomentado el odio social hacia Cristina Fernández de Kirchner y el peronismo, y han hecho lo imposible por naturalizar la miseria heredada en el país. Las pocas manos que controlan los principales grupos de la comunicación privada comercial, hegemonizan la información mediática en un sistema de medios que, además de estar altamente concentrado, está profundamente mercantilizado, ya que las normativas de radiodifusión -con excepción del período kirchnerista, que establecía la posibilidad de un desarrollo equitativo entre el sector privado comercial, el sector privado sin fines de lucro y el Estado- privilegiaron el desarrollo del sector privado comercial, denostaron y desarmaron los medios públicos y favorecieron la extranjerización, desnacionalización y conformación de multimedios con base preeminentemente porteña.


En el ámbito político, desde el mes de diciembre, el macrismo ha intentado bloquear prácticamente todas las iniciativas legislativas del gobierno de Alberto Fernández, pasando además a la “acción directa” al impulsar con “productores auto convocados”, y otros sectores de la población, a movilizaciones contrarias a los aumentos a las retenciones a las exportaciones agropecuarias, obstruyendo el intento oficial de intervenir a Vicentín y atacando las medidas de aislamiento que la pandemia impone.


Llegaron al extremo de utilizar la figura del Libertador José de San Martín, desvirtuando su ideario y su inquebrantable combate por la independencia nacional, valiéndose de un banderazo que apuntaba contra el pueblo y la Nación Argentina. No solo los próceres son enviados a la casa de remates donde sus frases son dadas vuelta y convertidas en su contrario. La libertad se pronuncia solo para perderla más fácilmente, el sentido libertario se esgrime para hacernos saber que debemos quedar en manos de los oligopolios y empresas que controlan nuestras comunicaciones, el llamado a proclamar que cualquier trabajo puede hacerse sin peligro participa del irresponsable cálculo del costo en vidas que está en manos de cualquier gerente de las grandes empresas, la postulación de valores primigenios como el trabajo se realiza en un vacío que ignora el contagio y manipula la justa ansiedad que tenemos por retomar actividades laborales productivas y creativas.


Cuando escucharon decir primero la vida para recrear la economía, traducen como primero la economía para enseñar que es necesario seguir despreciando cuidados, protecciones y acompañamientos a los desprotegidos, que no son actos que se midan en el balance comercial. El afán de golpear en la oscuridad al gobierno democrático, pero usando palabras egregias aunque burdamente mezcladas con pensamientos delirantes, mesiánicos, mágicos y oscurantistas, no debe provocar la risa de los meramente racionalistas. Debemos responder con la razón, pero una razón sustantiva y crítica que, conociendo la historia, debe saber que en esos bocinazos de “rebeldía cheta” pueden esconderse los signos renovados de un intento severo por destruir las instituciones representativas tan trabajosamente recuperadas y defendidas por la mayoría democrática de la población. Que por eso mismo guarda en su corazón los deseos de grandes transformaciones en el país, que sabrá expresar en el momento oportuno. La amenaza tiene la gravedad que requiere la formulación y efectiva comunicación de un Proyecto, por parte del gobierno popular, destinado a movilizar la adhesión, el apoyo y la movilización que a la vez que fortalezca las definiciones y decisiones que desarmen las estructuras neoliberales heredadas, disipen esa intimidación.



Frente a esto, el Decreto de Necesidad y Urgencia sancionado por el Poder Ejecutivo que declaró servicio público y esencial a la telefonía móvil y fija, internet y la TV paga constituye un paso de gran importancia para contener la ofensiva de los poderes concentrados y avanza en el otorgamiento de más derechos a la ciudadanía al poner al alcance del conjunto de la población bienes y servicios que resultan esenciales a la vida humana. Muestra que el gobierno está dispuesto a utilizar los resortes del Estado e intervenir en los mercados monopólicos para regularlos, y reconoce que el acceso al internet y las telecomunicaciones son un derecho humano y por lo tanto accesible a toda la población.


Se aproximan meses difíciles para el gobierno en los que se multiplicaran los esfuerzos del macrismo por trabar el funcionamiento del Congreso. Asimismo, la multiplicación de anuncios agoreros sobre anarquía, ríos de sangre y golpes de Estado no deben ser banalizados. Muestran que los grupos económicos concentrados, el macrismo y la mafia enquistada en las instituciones políticas y judiciales harán lo indecible para impedir las transformaciones significativas que se necesitan para encaminarnos hacia la inclusión social y la independencia nacional. Ante esto, el principal recurso que tiene el gobierno es la organización y movilización del pueblo y la participación de sus organizaciones. Esto otorgará legitimidad y fuerza al gobierno, no solo ante las negociaciones con el FMI sino también ante los poderes fácticos que intentan desestabilizarlo para reproducir la actual estructura de poder.

 

El acto cultural emancipado


Las maniobras mencionadas atacan a la línea de flotación del proyecto oficial que tiene por principales objetivos erradicar el hambre e incluir socialmente. Pero, así como en los planos desplegados, nos preguntamos también por la cuestión cultural. Su abordaje en materia de política pública no surge luego de consultar los demás aspectos determinantes, tanto económicos como sociales. Si no que está antes, durante y después de ellos, como figura silenciosa y rostro indeclarado del lenguaje público, íntimo o confesional. Pero como la cultura no es solo el subsuelo enraizado e impalpable en que vivimos, sino que se plasma en obras, precisa establecerse una relación de intercambio creativo con las instituciones del Estado.


Por eso son válidas las observaciones críticas que hoy se hacen, en torno de que a pesar de las imposibilidades reinantes, a causa de una medida sanitaria global necesaria y sostenida en el “privilegio de la vida”, no se han encontrado vías más creativas para a su vez proceder a un “privilegio del acto cultural emancipado”. Llamamos así al que surge de un parpadeo donde en un momento es válido que el Estado lo contemple con su sostén, y en otro ocurre un emergente creativo de total autonomía donde la institución pública que fuese, aun considerándose sostén de cualquier actividad cultural, se exime de valerse de ella, como si refrendara tal o cual énfasis benevolente del Estado. Ante la obra, el Estado que puede haberla sostenido, calla, observa y aprende de lo que ella significa cuando va más allá de las costumbres, normas y lógicas establecidas.


La cuestión de las industrias culturales es un factor dominante en un panorama donde antes solo parecía existir el desafío de la vinculación entre intelectuales y la clase popular-nacional, en relación con qué recursos de la lengua van a ser empleados. No solo para la comunicación, sino para evitar un comunicacionismo abrumador que congela la lengua nacional en rituales y algoritmos inconscientes, cuyo control último pertenece a las fábricas mundiales de simbologías del entretenimiento, y cuya contracara son las nuevas formas de control social.



El viejo debate entre culturas populares y obras surgidas de los géneros artísticos firmadas por autores identificados por su alta sensibilidad hacia los secretos y peligros de la época se mantiene tímidamente, así como las opciones aparentemente contrarias de construcción de centros de cultura populares o la organización de espectáculos públicos masivos. No hay lugar en estas disyuntivas para que se acentúe una dimensión en detrimento de la otra. Pero tampoco se trata de buscar equilibrios a cargo de especialistas mediáticos sino de la multiplicidad de niveles en que se realiza la pertenencia entre la vida popular y las grandes obras de la cultura.


Más importante que continuar con esta polémica, es saber que todas las posibilidades culturales están inmersas en los flujos tumultuosos de la lengua nacional, cruzada por todas clases de intervenciones, ante las que ella reacciona y se reconstituye permanentemente. En este océano lingüístico actúan los grandes medios de comunicación masivos, produciendo un efecto de aplanamiento -como se ha dicho-, porque en ellos se actúa en general con un alto control de la inteligibilidad de los discursos, cualquiera sea la argumentación que se busque. En verdad, las argumentaciones ya pertenecen a un mundo anterior, que debe ser repuesto inteligentemente, pues su reemplazo por una semiología industrializada de gestos, escenografías, conflictos guionados y personajes que “estallan” ante los dichos de otro contrincante, llevan a toda una sociedad a abandonar progresivamente los instrumentos necesarios para la autorreflexión y la elaboración de espectadores libres, capaces de discernir una opción válida ante cualquier conflicto detectable como parte de un interés cultural surgido genuinamente y no por inducción del mercado de los llamados “consumos culturales”.


Como los mencionados “consumos” entran en un mercado discursivo, al que podríamos denominar mercado de entes y objetos simbólicos preconstituidos, se trata de que toda emisión de cultura pública, sobre todo en la televisión masiva, no siga un único canon disponible para la recepción de los discursos, con fuerte incautación de sentimientos primordiales del espectador, con la permanencia de la regla general de comprensión básica ya trazada para todas las audiencias por los “gerentes de contenido”, que actúan con leyes de oferta y demanda que de seguir vigentes con su característico absolutismo, nunca más habrá un Borges, un Jauretche, un Cortázar, un Marechal, un Ginastera o un Berni.


¿Una política cultural debe intervenir en estos aspectos de la redefinición de las acciones colectivas individuales en una democracia? La intervención estatal, en el aspecto de los canales públicos, debe realizarse sin afectar ningunas de las libertades clásicas de la información, el secreto de las fuentes y la autonomía en el uso de cualquiera de los parámetros de difusión, pero, en cambio, sí es necesario observar cómo dilema, debate y cuestión inmediatamente política, el momento en que los medios se transforman en grandes alianzas corporativas con intereses empresariales de gran escala, siendo precisamente los medios de comunicación una de esas escalas, en la medida que el mercado de los símbolos den consumo -fuertemente entrelazados con el consumo mismo-, hacen un solo bloque con las grandes empresas alimentarias, industriales y comunicaciones. Construyen en efecto un solo bloque productivo de usos inmediatistas del arte y la lengua, del entretenimiento sutil y las informaciones manipuladas, que falsifican tanto la comunicación como la reproducción de la vida. Por eso es tan necesario que los medios públicos se destinen a equilibrar estas desigualdades trágicas que producen los oligopolios culturales, lanzando desafíos dignos del gran arte popular y clásico.

 

Crear, debatir, construir


Existen distintos espacios, grupos, organizaciones, movimientos que hoy (como en las distintas etapas por las que atravesó nuestro país, la región y el mundo) discuten y se organizan en torno al momento actual y sus consecuencias. Existen ámbitos de encuentro por medios remotos para sortear las restricciones de la pandemia y hay valiosos escritos ya difundidos por varios colectivos. Pensamos que es importante la reflexión y la potencia de los esfuerzos que conjuntamente puedan articular pensamiento y acción, en un debate franco y en una discusión profunda. Como un aporte más, aquí caracterizamos, opinamos y nos pronunciamos sobre algunos problemas estructurales que encuadran la situación que hoy vivimos. Es una invitación para que en este momento que atravesamos, la reflexión y discusión sistemática permita crear, imaginar y construir un lugar de iguales donde vivir, sobre la base de los desafíos producidos por los cambios ocurridos en el mundo, y la forma en que estos afectan a nuestro país, tanto en el presente como en el mundo de la post pandemia que se avecina.


Por la Patria de la igualdad

Septiembre de 2020.


Mónica Peralta Ramos
Guillermo Wierzba
Horacio González
Úrsula Asta
Ana Berezin
Jimmy Herrera
Magdalena Rua
Silvio Schneck
Jorge Testero
Ricardo Gene
Marisa Duarte


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2017. Un altivo Marcos Peña brama ante el flamante kirchnerismo opositor: “¡Háganse cargo de algo, alguna vez!”. 2020, Alberto Fernández presenta como avances algunas medidas de gobierno, con el mismo mensaje, aunque con un tono más conciliador. En ambos casos, la esencia es la misma: que otros asuman el costo político de algunas de ellas.

 



La responsabilidad es de todos”, repiten alrededor algunos de sus colaboradores, que no hablan precisamente de la situación epidemiológica. Por primera vez desde el estallido de la pandemia de coronavirus en el país, se refieren a otros dramones argentinos, ya estructurales, sin usar al virus como argumento para la parálisis generalizada. El último anuncio sobre la continuidad del aislamiento recayó sobre provincias y municipios: que la cuarentena la administren ellos, aunque con el aval de Cafiero y la amenaza del “botón rojo” en la mano.


Presidencia Corona. Pasado el primer semestre, el gobierno trajo a la discusión varios temas extrapandemia: deuda, reforma, obra pública. La vida real se ocupó de hacer notar otros dos, como la caída del consumo y el crecimiento de la inseguridad en el Gran Buenos Aires. En las últimas semanas, la toma de tierras. Los anuncios de Nación se hicieron eco de todo ello. En algunos casos, por necesidad propia de mostrar acciones de gobierno, pero también para disimular la inercia de las autoridades locales, expertas comentaristas de la realidad pero torpes a la hora de planear y ejecutar cualquier medida de corto plazo en el terreno. Con menos margen de maniobra y señales que muestran una caída en la imagen pública -no por el manejo de la pandemia sino por el corso a contramano en que se convirtieron los últimos proyectos de ley enviados al Congreso-, el Presidente elige empoderar  otros sectores y, de paso, trasladar responsabilidades. Una cosa es estar “predestinado a construir desde las cenizas”, como dijo en una entrevista de TV, y otra es ser testigo inerte de gobernadores y ministros que todavía no se ponen en marcha.


Agua va. Hay dos iniciativas del oficialismo moderado para descentralizar la toma de decisiones desde Buenos Aires: el mapa de capitales alternas y el Acuerdo Federal de la Hidrovía Paraguay-Paraná. Con el primero, forma el “gabinete federal”, integrado por 30 ciudades de todo el país que funcionarían como “segundas capitales” a nivel político, sedes de reuniones de gabinete nacional y, en el plan más ambicioso, locación para ministerios o secretarías que se mudarían definitivamente de Buenos Aires. Punto para el ministro del Interior, Wado de Pedro, en la relación con las provincias. Inversión extra en el Presupuesto nacional.


Con el segundo, atiende un viejo reclamo del agro y el empresariado del mundo logístico e involucra de manera directa a Entre Ríos, Santa Fe, Chaco, Buenos Aires, Formosa, Misiones y Corrientes en la administración de la cuenca del Paraná. Así, apunta a varios objetivos: descongestionar el Puerto de Buenos Aires (en eterna competencia con el de Montevideo), promover el transporte fluvial tanto para  la circulación interna de mercancías como para las exportaciones, pero también reacomodar las piezas en Transporte. La empresa estatal que se hará cargo de esto se radicará en Rosario, con una participación de 49% para las provincias y un 51% para el Estado Nacional, que guardaría esa mayoría para destrabar cualquier conflicto que surja. Mientras algunos miran la concesión de la empresa belga Jan de Nul (a prorrogar) en torno al dragado de la cuenca del Paraná, otros se preocupan por la reacción posible de Hugo Moyano, Señor de los camiones, que hasta hoy son el principal modo de transporte de cargas de esa zona.  Hasta ahora, es aliado y uno de los pocos sindicalistas que visita al Presidente en Olivos. Hasta ahora… Si deja de serlo, no será sólo Buenos Aires quien reciba sus embates.


Salvavidas. Comparada con el virus, la inseguridad volvió a ser EL tema en la provincia de Buenos Aires. La resonancia mediática de las entraderas y los homicidios en ocasión de robos reafirma la incapacidad de la Bonaerense de hacerse cargo de esa problemática en las condiciones actuales de la fuerza: a los crecientes casos de violencia institucional se suma los reclamos cada vez más impacientes de los intendentes al gobernador Axel Kicillof. El histrionismo del ministro Sergio Berni tampoco basta para ocultar los escasos resultados de la gestión provincial, mientras sigue sumando recelo tras el fuego cruzado con los movimientos sociales. Aunque el Presidente respaldó a ambos en el lanzamiento del nuevo Plan de Seguridad, involucró a otras áreas de gobierno para terciar con los jefes comunales más complicados y volvió a apostar por el plan de la ministra de Seguridad Sabina Frederic: prevención y más intervención de fuerzas federales hasta que “la policía de la Provincia repunte”.


Tema aparte el de la toma de tierras, donde ni siquiera en el gabinete nacional se ponen de acuerdo en el abordaje con el que encarar las usurpaciones. Para Frederic, aunque se trate de un delito, la esencia de la problemática es “habitacional”. Para su par en Desarrollo Territorial y Hábitat, María Eugenia Bielsa, la necesidad no oculta “las situaciones delictivas”. Entre ambas posiciones, Kicillof intenta contener la situación con los movimientos sociales y pone en marcha un plan para construir ocho mil viviendas: 5700 son de la gestión Cambiemos y no están terminadas, 2300 se construirán desde cero, en un plazo de 18 meses. Habrá techo pero recién en marzo de 2022.


Háganse cargo”, con otros modales, parece ser el mensaje presidencial en esta segunda parte del año para los planteos de varios niveles del Poder Ejecutivo aunque también ante el escandaloso show del Legislativo, que está lejos de calmarse en la previa al debate de la reforma judicial y el Presupuesto en Diputados. Dios debería atender en muchos otros lados además de Buenos Aires, y Alberto empieza a hartarse de tomar algunas llamadas en Olivos que, para su entorno íntimo, deberían atenderse mucho antes y en otro lugar.

https://www.msn.com/es-ar/news/newsargentina/h%C3%A1ganse-cargo-las-respuestas-de-alberto-en-la-pandemia-sin-fin/ar-BB18LEX3?ocid=NL_ESAR_A1_20200908_1_2&bep_ref=1&bep_csid=21902


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Los hechos se suceden en cascada. Dificil es prescindir de algunas consideraciones que los relacionan. En el mismo día en el que en Ecuador y en Bolivia confirman las proscripciones a Evo Morales y a Rafael Correa para presentarse en las elecciones que en pocos meses se celebraran en ambos países del continente, en estas tierras aparece la protesta policial (Esa misma que intento en sendos momentos de sus gobiernos, desestabilizar las presidencias de ambos presidentes ahora proscritos)



Desde el plan Cóndor en las dictaduras, difícil es prescindir de relacionar hechos similares con acciones motivadas en las intervenciones imperiales de los EEUU. Hoy tienen un “chivo expiatorio” con el que no contaban entonces … las redes sociales y las noticias en internet, viralizan rápidamente lo que ocurre en lugares tan distantes pero al parecer tan cercanos en las historias comunes.


Ya sucedió la semana pasada con la toma de tierras, ocurrió con las acciones represivas que se llevaron las vidas de dos niñas Argentina en el Paraguay, por el accionar represivo contra cooperativas agrarias, Sucedió en Ecuador con la toma de viviendas urbanas y en México con asuntos de la misma índole.


Frente a la Defensa de la corporación Judicial expuesta hace unos días por Edward Prado, actual embajador del Gobierno de Trump en Argentina, el senador Oscar Parrilli acusó al embajador de Estados Unidos Edward Prado de "inmiscuirse" en los asuntos internos del país y haber trabajado para Mauricio Macri, en un duro alegato en el que atacó sin miramientos al presidente de ese país Donald Trump y hasta opinó del proceso electoral


"Este embajador de Trump en la Argentina hizo mucho daño. Lo mejor que debería hacer es callarse la boca y no inmiscuirse en los asuntos internos de la Argentina. Esta representando a un presidente, como Trump, que ha apoyado la violencia policial, que apoya a los civiles que masacran en manifestaciones, que han matado gente; que ha acusado a los demócratas de que van a hacer fraude y ha calificado a la liga de básquet más importante del mundo como una organización política", sostuvo, durante una cuestión de privilegio que pidió en el Senado.

 "Se ha caracterizado ese presidente Trump por una política racista, por una política anti-derechos humanos en todo el mundo, no respetándola y que lo último que ha terminado de hacer, ha descubierto que Estados Unidos está lleno de terroristas, porque ha dicho que los opositores son terroristas", se despachó. 

El planteo fue porque durante un debate en el colegio de abogados sobre el impacto de la pandemia y la influencia del coronavirus en el futuro de las sociedades, definida como "opositora" por Parrilli, Prado hizo una protección corporativa de los jueces. Consideró "indispensable que el sistema de justicia sea transparente, independiente y justo. En Estados Unidos el pueblo tiene más confianza en el poder judicial que en los otros poderes del gobierno". 

"Hay varias razones. Los tribunales son abiertos al público, cualquier persona puede escuchar a los testigos y las pruebas y el pueblo participa de los jurados. Los jueces toman decisiones sin tener represalias y en menos de un año. Todo se hace electrónicamente. Estamos viendo la necesidad de un sistema de tecnología en la Justicia en esta etapa de pandemia". 

"Las personas que no respetan el sistema hacen que todo el sistema se vea mal. Los abogados tienen la responsabilidad de defender a ese juez, aunque no estén de acuerdo con el fallo. Atacar a un juez es atacar a todo el sistema judicial", señaló Pardo en ese mitin. 

Para Parrilli "Prado se ha sentido muy cómodo con el gobierno de Macri, y sin duda lo ha apoyado, habría que ver si no formaba parte de esa mesa judicial en la cual se definía la estrategia judicial. Me llama la atención que desconozca que, fruto de esa Justicia que vino a ayudar, la Argentina terminó denunciada en Naciones Unidas".

"Ahora se olvida que el anterior gobierno ayudaba, pidió más de 30 juicios políticos a jueces solo por el hecho de no coincidir con sus fallos, no hablamos de causas de delitos de corrupción: causas civiles, contencioso administrativo, causas laborales", le recordó. 

Y sostuvo que sus declaraciones "atentan contra las relaciones de respeto que Alberto Fernández ha definido hace pocos días con el gobierno de Estados Unidos, iguales a las que tuvimos con el gobierno de Néstor Kirchner y su gobierno (el de Cristina), donde más allá de las diferencias que tuvimos, que fueron importantes, nunca llegamos a una situación de este tipo".

"Yo recuerdo que Bush tuvo gestos favorables a la Argentina cuando en 2005 se encontraba en una dificultad importante para el arreglo con los acreedores. Lo más grave es que este embajador, que vino en mayo del 2018, cuando vino aquí dijo que venía 'para ayudar a mejorar la Justicia argentina'. Agravian los dichos de este embajador al pueblo", culminó.

( https://www.lapoliticaonline.com/nota/129038-parrilli-acuso-a-trump-de-avalar-la-violencia-policial-y-a-civiles-que-han-matado-gente/ )


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Como Eric Sadin sigue la tradición de los filósofos franceses del siglo XX, no le escapa al debate político-cultural pero, mucho menos, a las frases provocativas: “Francis Fukuyama se equivocó: el fin de la historia no habría advenido luego de la caída del Muro de Berlín en 1989 y del triunfo planetario del liberalismo político y económico, sino que se consumaría hoy en favor de la generalización del uso de la inteligencia artificial”, plantea en su último libro, La inteligencia artificial o el desafío del siglo, publicado recientemente en la Argentina por el sello Caja Negra. 



A partir de trabajos como La humanidad aumentada y La silicolonización del mundo, Sadin ganó terreno entre los pensadores distópicos del siglo XXI, a la vez que puso en palabras y en tiempo presente, desde una perspectiva fenomenológica, lo que millones de televidentes apreciaron como una advertencia en la serie Black Mirror: el advenimiento de cambios radicales en el modo de construcción de "lo real". Estas modificaciones, señala el filósofo, son subsidiarias de transformaciones evidenciadas en el estatuto de las tecnologías digitales, que pasaron de ser "prótesis acumulativas" a erigirse en entidades capaces de "enunciar la verdad" a partir de la interpretación automatizada de situaciones. La tecnología se vuelve, así, "antropomórfica", concretando en el siglo XXI lo que Simone Weil, filósofa y activista del siglo XX había sabido ver en La condición obrera: “las cosas desempeñan el rol de los hombres y los hombres desempeñan el rol de las cosas; es la raíz del mal”.


Sadin entiende el poder de seducción que ejerce la inteligencia artificial. Analiza sus trucos y su herramienta coactiva más eficaz: a partir de los nuevos avances de la tecnología patentada en Silicon Valley, la IA es capaz de establecer diagnósticos (sobre las cuestiones más diversas, desde la ciencia médica hasta la intimidad del individuo) más precisos que la inteligencia humana, porque dispone de un manejo y de una correlación de datos imposible de igualar, en tiempo real, por el hombre de carne y hueso. En ese sentido, el filósofo francés denuncia "la propagación de un antihumanismo radical", cada vez que el tecno-liberalismo, a través de una neo-lengua gerencial, busca “reducir ciertos elementos de lo real a códigos binarios excluyendo una infinidad de dimensiones que nuestra sensibilidad sí puede capturar y que escapan al principio de una modelización matemática”.


El autor pone sobre el papel argumentos que linkean con el imaginario sartreano, aunque obviamente traducido a otro contexto: “De ahora en más, esperamos de los procesadores que nos gobiernen con maestría, que nos liberen del fardo que soportamos desde el alba de los tiempos y que sin embargo constituía hasta hace poco la sal de la vida y nuestra relación con el mundo: el hecho de tener que pronunciarnos a cada instante y generar un compromiso; en síntesis, el hecho de poner en juego nuestra responsabilidad”. Y sigue: “Lo que se juega es la negación de nuestra vulnerabilidad, esa fragilidad constitutiva de nuestra humanidad que le hace decir a Aristóteles que 'una vida tan vulnerable, sin embargo, es la mejor'”. 

En su genealogía de la verdad, Sadin cita a Nietzsche. Dice que el autor de El origen de la tragedia ya señalaba que la voluntad de "hacer sentido con todo" se derivaba de una negación de la complejidad irreductible que gobierna la vida. Nietzsche relacionaba esta negación con la locura. La relativización de esa noción de Verdad, que rastrea en Foucault, en Derrida ("La verdad: es en su nombre maldito que nos hemos perdido”) y en Baudrillard (“la verdad es aquello de lo que hay que liberarse lo más pronto posible y pasarle el problema a otro”) encuentra hoy un nuevo cambio de paradigma, que le restituye la potestad perdida.

En este nuevo régimen de verdad, sostiene el filósofo, ya no sirven las categorías posmodernas impuestas en las últimas décadas del siglo XX.  “No se trata tanto de 'control' y recolección abusiva de 'datos personales' sino de una conformación bastante distinta cuyo objetivo no es vigilar sino influir sobre los comportamientos”, escribe.  A este "Leviatán algorítmico" no se lo puede enfrentar como a los viejos dispositivos de poder institucionales, ya que “nunca lo podemos tener frente a nosotros, a fin de que, con total lucidez, podamos saber de qué se trata, porque nunca nos muestra la totalidad de su rostro y huye indefinidamente, libre así de ejercer, al abrigo de cualquier forma de oposición consecuente, sus plenos poderes”.

Sadin alerta también contra la inminente instauración de un "Estado plataforma". Una institución política que operaría en retirada, según su visión, "para que todo funcione como un procesador que regularía la actividad pública". El nuevo ethos económico se legitima a través de una falsa idea de "eficacia" que permea sobre la administración automatizada de las conductas, a través de las aplicaciones. A todo esto la política se pega un tiro en el pie: “El designio consensuado social-liberal no hace sino satisfacer la ambición ultraliberal que ve en dicha automatización la oportunidad histórica de reducir las prerrogativas del Estado, percibido como un vector de perturbación del orden espontáneo del mercado”. El Estado que tiene más cerca es el que conduce Emmanuel Macron, líder que pretende instituir “una nación que piensa y actúa como si fuera una start-up”. La mayoría de los funcionarios actuales se desempeñan, dice, como "community managers". 


El autor no es optimista, como puede apreciarse en estas líneas. Porque inclusive en las manifestaciones de descontento actuales percibe la reproducción de esa matriz filosófica: “todas estas comunidades no saben ver más allá de la idea fija de la protección de la vida privada tan emblemática del egoísmo generalizado de la época: jamás se preocupan por los modos de organización inducidos por los sistemas, por el utilitarismo creciente, por las lógicas de poder que se están implementando. No: están obnubiladas únicamente por la preocupación por la preservación de los datos personales. La libertad se restringe a una dimensión estrictamente individual, pero se defiende en el seno de una 'causa común'”.



Aunque desencantado, Sadin vuelve a Foucault para exigir de la gente una "intolerancia activa" que enfrente, en este caso, la deshumanización radical producida por el tecno liberalismo.


Defender lo real se convierte en el nuevo nombre singular de la principal lucha política de nuestro tiempo”, concluye, tratando de contagiar a los lectores un entusiasmo que evidentemente no le sobra.


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Integrar una “comunidad” implica objetivos similares, intereses parecidos, afinidades. ¿Cómo superar el abismo entre, por ejemplo, quienes exhibieron jocosamente su reunión en la nieve neuquina y aquellos a los que el aislamiento preventivo no les permite hacer la diaria?


Supongamos que la Argentina es el producto de la imaginación de las personas que viven en ella.


Benedict Anderson sostuvo que una nación es una comunidad construida socialmente. Nuestra dificultad reside en que hay momentos en que “comunidad” suena a mucho.


Porque comunidad implica no solo a un conjunto más o menos amplio de personas que comparten un mismo suelo, sino que tienen un común algo más que un paisaje, un clima y una misma temporalidad. Los integrantes de una comunidad participan de objetivos similares, tienen intereses parecidos; sus modos de vida particulares lucen afinidades.


El uso de la misma lengua es condición importante en el establecimiento del principio de comunidad. Aunque no podemos dejar de observar que existen diferencias notables y no solo porque algun@s hablantes la tienen más larga, más filosa, más ingenua o más componedora que otr@s. No. Compartimos tiempo y espacio con quienes poseen una lengua más rica o más pobre que sus prójim@s. En este segundo grupo tampoco son tod@s iguales.


Están los que no tuvieron ocasión de cultivar la lengua, pues su existencia debió privilegiar otras urgencias, y también los que escogen no hacerlo por pura pereza intelectual; son los que se contentan con un vocabulario estrecho porque piensan que sus doscientas palabras les alcanzan para todo. Ya tenemos allí elementos que ponen en crisis o debilitan el concepto de “comunidad”.


Anderson fue un estudioso que pensó el nacionalismo desde las categorías del materialismo histórico. A su juicio, la creación de la imprenta posibilitó el surgimiento del sentido de pertenencia a un grupo determinado, porque la lengua en común agrupaba a una comunidad de lectores. Pero eso no homogeneiza a quienes deciden leer a Cortázar y quienes, de mala gana, leen apenas las etiquetas para elegir qué vino compran en el mercado de los chinos.


Hoy el imaginario de los argentinos está tironeado por visiones mediáticas en pugna. Ese conjunto de medios es mucho más omnipresente que los primeros textos impresos en la época de Gutenberg. Pero igual, detengámonos en las primeras planas de los periódicos, que hoy ya no se leen en papel, sino en la pantalla de computadoras, tabletas o teléfonos celulares. Lo que nos asalta la vista no son ligeros matices que distinguen a un grupo de otro. Los contenidos publicados presentan diferencias bestiales, colosales, como si se refiriesen a mundos distintos.



Con el detalle para nada menor de que los medios más poderosos, esos que se llama “hegemónicos”, comparten entre sí criterios, perspectivas y perfil ideológico.


Ignoro si al común de los lectores les ocurre lo mismo, pero a quienes ejercemos el periodismo y la comunicación desde hace años (o a algunos de nosotros, para ser justos) nos da un poquito de vergüenza ajena leer titulares idénticos en los diarios de mayor venta. Y no una vez, que –bueno– podría suceder… No, es un hecho a repetición. No es que sean títulos parecidos. No. Son idénticos. Exactamente iguales. Es como si los criterios, perspectivas y perfil ideológico que tienen en común los empujara a compartir también el estilo.


En las aulas de periodismo, allá lejos y hace tiempo, había profesores que nos decían “lo adecuado es leer el diario que piensa distinto a nosotros”. La idea es que ese ejercicio sometiera a prueba de resistencia nuestras convicciones, fortaleciera nuestro discurso y también nos permitiese conocer las lógicas y los argumentos de nuestros adversarios.


Hoy parece haberse impuesto la consigna de que solo se lee aquello que confirma nuestros pareceres. El lector tradicional de un diario centenario o el que desde hace décadas lee el de la corneta, deben vérselas en figurillas ahora para justificar por qué eligen uno o el otro. Porque escriben a coro. Casi como si los respectivos secretarios de redacción se llamaran por teléfono antes de la hora de cierre y articularan la edición de la mañana siguiente.

En frente hay otros medios atomizados y atómicos, que también suelen ser leídos por el público convencido. Y el esquema se reitera en radios y canales de televisión.


En estas condiciones, ¿cuál es la trazabilidad de una construcción de comunidades imaginadas?


¿Cómo conciliar criterios entre quienes piden a diario mano dura contra el delito y quienes buscan reducirlo mediante políticas públicas inclusivas y contenedoras?


¿De qué manera se puede superar el abismo entre quienes exhibieron jocosamente su reunión en la nieve neuquina y aquellos a los que el aislamiento preventivo no les permite hacer la diaria? 

¿Cuál es el punto de equilibrio entre el cansancio social que provoca el Covid-19 y la necesidad de protegernos entre todos? Qué difícil se hace cuando unos le asignan responsabilidades a la pandemia y otros solo descargan culpas en la cuarentena…


La acción mediática bien podría ser el cemento social que solidifique el sentido de comunidad. Pero es muy difícil que lo sea cuando en grandísima medida elige enterrar el cuchillo en heridas que le interesa profundizar. Quizás esa preocupación excluyente sea la razón por la que acontecimientos de enorme significación apenas aparecen o son decididamente ignorados.


Nos gustaría mencionar dos:

El primero es la renegociación de la deuda externa alcanzada con un 99% de los acreedores privados. Después que algunos voceros del establishment aseguraran enfática y gozosamente que el país no podría evitar el default, ¿cómo no se justipreció adecuadamente una operación que logró un ahorro de alrededor de 32.000 millones de dólares? 

El segundo es el reciente lanzamiento y puesta en órbita del satélite más avanzado en la historia argentina. ¿Por qué no vimos el mismo despliegue mediático que cuando alguna diva del subdesarrollo anuncia que se va del país? El satélite en cuestión obtendrá mapas, medirá la humedad del suelo, generará información primordial para el desarrollo agropecuario, como pueden ser las enfermedades de los cultivos o la disponibilidad de agua para riego; detectará riesgo de inundaciones o de incendios. Llama poderosamente la atención que algunos sectores que con tanto ahínco defienden controles y represión, aquí se hagan los distraídos ante una tecnología que permitirá rastrear a barcos pesqueros extranjeros que saquean nuestras aguas territoriales



Esta ceguera voluntaria nos lleva a volver sobre lo que Hannah Arendt definió como la «banalidad del mal». No hace falta ser un cretino ni mucho menos la encarnación del mal; es suficiente con que nuestra despreocupación valide los actos reprochables. “Ejercimos un periodismo de guerra” se sinceró un jerarca de uno de los medios más poderosos de la Argentina y no pasó de ser una frase más, rimbombante tal vez pero descriptiva de un ejercicio descalificador de la verdad e impugnador de las posibilidades de mancomunarnos para construir imaginativamente una nación. Así nos va.


Ricardo Haye es Docente-Investigador de la Universidad Nacional del Comahue, autor del texto precedente publicado en: http://vaconfirma.com.ar/?articulos/id_12009/contra-la-posibilidad-de-imaginar-comunidad


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Mientras en la Argentina ya se superaron los 500.000 contagios y en el día de ayer se registraron 278 muertes por la pandemia que afecta al planeta, grupos de policías Bonaerenses siguen protestando en demanda de mejoras salariales y mejores condiciones de trabajo, pese a que la ministra de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, Teresa García, anticipó que "en las próximas horas" el Ejecutivo que encabeza Axel Kicillof hará anuncios con respecto a cómo serán los aumentos salariales que recibirán los efectivos policiales del distrito, y le pidió "responsabilidad" a los dirigentes de la oposición en relación a este tema.

"En las próximas horas se anunciarán cómo serán los aumentos. Hay reclamos de diversos sectores como retirados y efectivos en actividad. Trabajamos todo el día para hacer una propuesta que abarque a todos los sectores. Mañana estaremos en condiciones de decir cómo será el anuncio y qué va a consistir", señaló García.

La funcionaria admitió que hay un reclamo "justo", sobre todo en el contexto del trabajo que hizo la Policía durante la pandemia de coronavirus.

"La Policía se expuso a los contagios durante la pandemia y eso lo vamos a reconocer. Pero nos parece que estas manifestaciones de protestan generan que se incrementen los contagios", señaló García.




( https://www.telam.com.ar/notas/202009/511875-teresa-garcia-afirmo-que-en-las-proximas-horas-se-anunciaran-los-aumentos-para-la-policia.html )


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El anuncio de un redimensionamiento de las fuerzas de seguridad en la provincia de Buenos Aires resultó un buen momento para la demanda salarial uniformada. Si van a invertir tanto dinero en armas, móviles, equipamiento y contratación de personal, tomen en cuenta a los activos, plantearon los delegados de un sector del océano azul. Es preciso añadir que con la pandemia se quedaron sin ingresos extra de carácter legal: partidos, recitales, festivales. Y el temor se proyecta hacia el futuro, pues un barajar y dar de nuevo en la Agencia Federal de Inteligencia y en la Justicia Federal, también los dejaría sin vueltos en actividades reñidas con la ley.

Ese es el fundamento público y sindical de la algarada. Es interesante por motivos que ya veremos. Sin embargo, en el interior del mayor ejército interno del continente se mueven –sótanos de la democracia- otros intereses. Los mismos usufructúan demandas más razonables que legítimas y operan para brindar cauce político opositor a todo lo que sucede. Esos espacios oscuros tienen tres grandes referencias externas, los agentes de inteligencia que están dando batalla por su supervivencia, algunos dirigentes de Juntos por el Cambio y los representantes de grandes empresas que difunden su voz a través de los medios de comunicación concentrados. En ocasiones, se trata de las mismas personas encarnando espacios confluyentes.

Así, los objetivos primarios derivan hacia otros que son insertados en la reyerta laboral. Uno de ellos es la pertinaz búsqueda de la división entre el Frente Renovador y el Frente para la Victoria, venas que insuflan sangre al Frente de Todos. La consolidación del cuarteto Alberto – Cristina – Massa – Máximo en el mes reciente configuró un alerta para el poder oligárquico en la Argentina, que atisba un futuro éxito electoral del peronismo. El importante nivel de popularidad del jefe de Estado, el lanzamiento de medidas activas destinadas a diseñar un 2021 más atractivo que este año de riesgo y el respaldo social a las acciones sanitarias gubernamentales son base de esos indicadores y sostén de la esperanza popular.

En provincia de Buenos Aires, el esquema bifronte que contiene a las organizaciones con tinte centroizquierdista surgidas en el seno del kirchnerismo y a los sectores hay que agarrar un fierro y entrar a dar y dar que son convocados por el estilo de Sergio Berni, permite proyectar una elección distrital en la cual todo se jugará en la interna y la combinación satisfactoria de ambos núcleos contará con la aquiescencia del gobernador Axel Kicillof y de la dirigente peronista Cristina Fernández de Kirchner. Entre ambas vertientes no queda espacio para opciones a izquierda y derecha porque condensan una parte mayoritaria de la opinión pública en la región. Por eso la acción de los poderes oscuros golpea allí y pretende transformar esa táctica de contención en un enfrentamiento agudo.

Al interior del espacio macrista la división se viene desplegando aceleradamente. Mientras un sector coordinado por Grindetti busca armar relaciones de supervivencia con el gobierno provincial, otro impulsado por Marcos Peña intenta golpear todo lo que existe para debilitar al oficialismo. Los gestos reservados recientes de Mauricio Macri para ensamblar su tropa y convencerlos de atemperar esa división cuestionando por lo que fuera a Kicillof han dado resultados parciales. Una parte de los alineados en el primer segmento diagnostican que por mucho que se esfuercen las grandes empresas, esa aceptación colectiva y la habilidad histórica del peronismo para nuclear propios y ajenos hace prever una catástrofe electoral liberal de proporciones. Se asientan en los sondeos: Macri es el político con peor imagen del país.

Un retiro parcial de las calles de la policía bonaerense facilitaría las movidas provocadoras que se vienen incentivando. La idea de servicios y empresarios antinacionales es que la gente se pelee en las calles para evidenciar desgobierno y debilidad oficial. Hicieron sus ensayos en el Obelisco y, de común acuerdo con un sector del Servicio Penitenciario Nacional, jueces corrompidos y canales de televisión, los potenciaron con un traslado anunciado, a deshora y con lumpenes alquilados más ese puñado de medio pelo alto que nunca falta, en el Caso Lázaro Baez. El hecho, que denota una grave violación a las disposiciones del Poder Judicial, sirvió para impactar a la interventora del SPF, María Laura Garrigós de Rébori, quien para no admitir sus dificultades para poner en caja la entidad, encima tuvo que poner la cara y despegarla de responsabilidades.


 

El SPF, los jueces corrompidos, los vecinos indignados, los lúmpenes alquilados y los medios concentrados estimaron inadmisible que una persona que no evade impuestos, no posee cuentas offshore ni participa en el narcotráfico habite en el maravilloso country Aires del Pilar. El tema de los alquilados es más profundo de lo que se piensa: una gran cantidad de dinero originado en las empresas antinacionales es canalizado con ese objetivo sobre el Partido Libertario que orienta el economista Javier Milei, quien ha encontrado una veta meritocrática para reunir recursos. Aunque en el imaginario de los promotores se encuentre la sombra de aquellas Ligas Patrióticas, el autoproclamado vocero del liberalismo anárquico recaba sus adhesiones violentistas en el mundo del hampa. Sus adeptos instruyen a esos marginales para que apedreen e insulten aquello que huela a peronismo.

Los cuidados sociales ante la pandemia vienen evitando las concentraciones masivas del movimiento obrero organizado y los movimientos sociales, que junto a las agrupaciones políticas nacional populares barrerían de un soplido semejantes pretensiones de atemorizar ciudadanos trabajadores y pensantes en las calles. Los cuidados innecesarios del gobierno nacional ante no sabemos qué cosa vienen evitando insuflar vida a los medios públicos y potenciar a los medios populares. Entre ambas ausencias de distinto tono, la voz que se extiende sobre la sociedad es la de una minoría sobre representada a través de la comunicación tradicional y las redes sociales. Y se adentra como una puñalada en una franja militante que admite el relato que la sitúa como minoría en un período de amplia aceptación colectiva para las banderas históricas del pueblo argentino.

El planteo original, que como vimos tiene rasgos sindicales orientados a mejorar la vida laboral de los policías, merece atención. Los cuatro años de ajuste que derivaron en recesión y la parálisis impuesta por la cuarentena afectó a todas las personas que dependen de su empleo, incluido el personal policial en sintonía con el conjunto de los estatales. La eventual asociación gremial policial que está surgiendo tiene antecedentes que pueden sorprender a algunos: dos entidades semejantes surgidas del personal de las Fuerzas Armadas y de los vigiladores privados –es decir, presuntamente maleables a las intrigas de los agentes de inteligencia- hoy se sitúan entre las fajas más combativas del movimiento obrero, despliegan una vida institucional normal y respaldan las iniciativas más firmes del gobierno. El poder absorbente del movimiento obrero argentino se revela intenso y persistente.

Por otro lado, es ostensible que los corto circuitos entre el gobierno provincial, Sergio Berni y los intendentes ha jugado un rol en este conflicto. La falta de articulación del joven mandatario y los gestos intempestivos de su funcionario han contribuido a que los jefes comunales dejaran hacer a las fuerzas que, en sus zonas de influencia, han operado para la politización de la demanda azul. La gestión viene absorbiendo de tal modo –seguramente comprensible- al gobernador, que dejó de lado su labor cautivante que lo llevó a transitar todo el territorio bonaerense y a dialogar con dirigentes, empresarios, sindicalistas, y construir una fuerza que fomentó su victoria. Como los golpes en su contra son también contra el proto candidato Berni, y por añadidura contra la vicepresidenta, el desajuste damnifica y exige una rectificación inmediata.

La carta de triunfo del gobierno en esta situación radica en la inteligencia común de Alberto y Cristina. Ambos saben que cualquier despegue o intento de descargar culpas perjudica su poder político presente y lima sus perspectivas electorales futuras. Para una resolución de todo litigio hay varios caminos sintetizados en dos opciones: la represiva y la negociada. En ambos casos, astucia y firmeza necesitan enlazarse.

Veremos cuál es la escogida por la conducción del Estado.

( http://laseñalmedios.com.ar/2020/09/08/una-presion-varios-objetivos/)


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El Justo reclamo policial no es mas importante que el que pudieren hacer docentes y personal médico y auxiliares de la salud pública o cualquier otro sector del país que ve reducido sus ingresos en estos tiempos excepcionales. No todos tienen conocimiento y cultura política como para entender que ademas de los justos reclamos … siempre hay “además” y en estos momentos esos “condimentos agregados” a cualquier acción por justa que parezca, torna gris oscuro la intención y la oportunidad de la acción.


A nadie escapa que durante cuatro años no había habido reclamos … es particularmente llamativo que la policía se acuerde de sus magros salarios y malas condiciones para prestar el servicio para el que se prepararón, toda vez que gobiernos populares menos adeptos a la “mano dura” y a la “represión” en general, llegan a lugares de gobierno y decisión.


Daniel Roberto Távora Mac Cormack

 

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Ernesto Deira Premio Konex 1982: Pintura Expresionista

Nació el 26/07/1928. Premio Konex 1982. Inició sus estudios en el taller de Leopoldo Torres Agüero (1954) y los continúo en el de Leopoldo Presas (PK) (1956). Como miembro del grupo Nueva Figuración participó de las muestras de la Galería Peuser (1961) y del Museo Nacional de Bellas Artes (1963). Invitado al IV Guggenheim International Award (1964). Fue Profesor de la Universidad Cornell de Ithaca (EE.UU., 1966). Obtuvo la Beca Fulbright (1965). Entre otros, recibió el premio del Primer Salón de Artistas Jóvenes de América Latina (EE.UU., 1965) y el Premio Palanza (1967). Realizó numerosas muestras individuales y colectivas en Río de Janeiro, Bruselas, Madrid, París, Chartres y Venecia. En 1981 la Galería Degli Uffici incluyó un Autorretrato dentro de su colección. Su obra Adán y Eva nº 2 (1963) formó parte de la II Muestra Konex 100 Obras Maestras - 100 Pintores Argentinos (exposición antológica de la pintura argentina) en el MNBA (1994). Falleció el 01/07/1986.



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