Viernes 27 de marzo de 2020

La pandemia somete a las sociedades del planeta a enfrentarse a sus propias contradicciones. Como metáfora viva de cuánta confusión anida en los debates para solo sostener a una minoría privilegiada en la cúspide de las decisiones en torno a la globalización, los poderes intermedios asumen el rol de devolver el sentido primero de la vida. La buena salud y evitar el mayor número de muertes resulta hoy mas importante que el libre mercado, la libre empresa y las teorías libertarias que colocan al Estado en roles subsidiarios y reducido a administrar aquellos aspectos que no resultan rentables para algunos.

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El viejo continente se transforma en el paradigma de las tensiones así irresueltas.  
 
Europa en cámara lenta. Paradojas mundiales

De nuevo las fronteras nacionales
  • El precio futuro del desempleo
  • La salud, bien público o una mercancía más
  • Trabajar en casa, un sofisma
Con casi 10 mil infectados por el COVID 19 y cerca de un centenar de decesos contabilizados hasta el último jueves de marzo, Suiza sigue esperando en los próximos días un pico nacional de la pandemia. Nunca antes visto en su historia del último siglo -ni aun durante la 2da Guerra Mundial-, el país funciona hoy en cámara lenta.

Escuelas, colegios y universidades clausurada. Casi todos los comercios -salvo supermercados, panaderías, carnicerías y quioscos- cerrados desde mitad de marzo. Una parte significativa de la industria y la construcción en desempleo parcial. El turismo totalmente congelado. Transporte público, con menos de la mitad de su flota. Aeropuertos con actividad diezmada. Ambiente surrealista, solo apenas mitigado por la primavera que acaba de comenzar.

Situación bastante similar a la de la mayoría de los países europeos. Continente que soporta una invasión silenciosa, sin armas de guerra, pero de resultados devastadores para los seres humanos, la economía y la estabilidad social. Región particularmente dramática el norte de Italia, sumida desde un par de semanas a una tragedia de dimensiones dantescas. 

Salud pública, bien social o mercancía 

Y junto a la pandemia, la explosión de numerosas paradojas que envuelven tanto a Europa como al planeta entero. 

Potencias mundiales, como Italia y Francia, cuentan hoy con estructuras hospitalarias muchas veces destartaladas y que ya estaban al borde del colapso antes mismo de la epidemia: carencias de máscaras para el personal médico o paramédico; insuficientes reactivos para chequear a la gente; e incluso, falta de desinfectante para las manos, esencial para confrontar el avance de la enfermedad. 

Radiografía que, con matices, se extiende a otros de los países del continente. Aspecto dramático: la insuficiente cantidad de respiradores mecánicos, esenciales en las estaciones de cuidados intensivos, para los pacientes que como producto de las neumonías graves se debaten entre la vida y la muerte. Y tras esas carencias la concepción sistémica preponderante, que considera a la salud pública como un “gasto”, y viene promoviendo desde años la privatización del sector con sus consecuencias visiblemente nefastas. 

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Pesadilla particular, por ejemplo, en Francia, que desde 2010 con Sarkozy empezó a protagonizar una privatización acelerada de la salud, con consecuencias inimaginables para el sistema sanitario. 2019 había sido ya un año de intensas movilizaciones de los trabajadores del sector. Iniciadas en marzo, fueron aumentando en potencia hasta que el 15 de noviembre miles de profesionales del sector salieron a la calle en todo el país convocados por el Colectivo Inter-Hospitales.

Personal de 268 establecimientos de salud apoyaron la protesta, fundamentalmente centrada en las deficientes condiciones de trabajo en el área, los bajos salarios, y la saturación de las salas de emergencia, insuficientes para la demanda en ese momento cuando todavía no se hablaba de pandemia. 

Ante la crisis, la vuelta a las fronteras 

La sacrosanta “libre circulación de personas”, a la base misma del Estado continental europeo, desapareció aceleradamente, en pocos días, cuando el tránsito de país a país fue cayendo como piezas de un gran dominó.


 Ante la desesperación de asegurar, prioritariamente, la atención sanitaria de sus propios habitantes, muchas de las 26 naciones fueron reinstalando sus antiguas fronteras. Las previas al 14 de junio de 1985, cuando se firmó el Acuerdo de Schengen, con la idea de levantar una muralla migratoria que protegiera el continente, sobre todo, de las crecientes migraciones del sur y del este.

Tratado que, en ejecución desde 1995, regía el libre movimiento al interior del Espacio del mismo nombre, es decir, del conjunto del continente, donde viven más de 400 millones de habitantes. Ante la crisis, de nuevo, el ¡sálvese quien pueda…y como pueda! 

Las víctimas del desempleo

Ante la crisis sanitaria, sus imponderables, miedos estructurales reales o ficticios, ya se anticipa la tendencia a una explosión descontrolada del desempleo. Y se empieza a dibujar el rostro de quiénes pagarán el precio principal de los corolarios coronavirales. 

Un estudio que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) presentó el miércoles 18 de marzo en su sede de Ginebra pronostica, en el peor de los escenarios, 24,7 millones de desempleados producto de la actual situación sanitaria mundial (https://www.ilo.org/global/topics/coronavirus/impacts-and-responses/WCMS_739398/lang–es/index.htm)

El COVID-19 y el mundo del trabajo: consecuencias y respuestas”, enfatiza que el impacto podría ser más pesado que lo que se vivió durante la crisis del 2008-2009, que implicó 22 millones de desempleada-os adicionales. 

La OIT anticipa un aumento exponencial del subempleo y enormes pérdidas de ingresos para los trabajadores. Las eventuales pérdidas podrían ubicarse entre 860.000 millones y 3,4 billones de dólares estadounidenses cuando concluya el 2020. La pandemia “tendrá un efecto devastador para los trabajadores que ya se encuentran cerca o por debajo del umbral de la pobreza”.

Entre 8,8 y 35 millones de personas más, caerán en la situación de pobreza a nivel mundial. Principales afectados: las mujeres, los migrantes y, en particular en los países en desarrollo, los trabajadores por cuenta propia. 

Pandemia con países bloqueados

Paradoja recientemente denunciada por la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra.  Se extiende la pandemia; casi 3 mil millones de personas se encuentran bajo medidas de confinamiento en el mundo y, a pesar de esta realidad dramática, continúan los bloqueos contra algunas naciones, complicándoles la llegada de medicamentos, productos sanitarios, reactivos etc.


Ejemplo concreto en el concierto latinoamericano: las sanciones vigentes contra Cuba y Venezuela. “Las sanciones sectoriales de amplio espectro que aplican a países que enfrentan la pandemia de coronavirus, como Cuba y Venezuela, deben ser reevaluadas de manera urgente”, aseguró Michele Bachelet el martes 24 de marzo ( 
https://news.un.org/es/story/2020/03/1471652)

Según la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, estos castigos podrían tener una repercusión negativa sobre el sector salud y los derechos humanos. Es fundamental que se evite “el colapso de los sistemas sanitarios nacionales, teniendo en cuenta la explosiva repercusión que eso podría tener en términos de muerte, sufrimiento y ampliación el contagio” afirmó Bachelet desde Ginebra.

Paradoja doble si se piensa que centenares de médicos cubanos se están desplazando en los últimos días en brigadas profesionales de solidaridad a diversos rincones del planeta, entre los cuales Italia, Centroamérica y próximamente, incluso a Argentina.

El trabajo a domicilio, un sofisma

En muchos países, patrones y Estados, recetan el trabajo a domicilio (“home office”) como respuesta a la crisis sanitaria y para asegurar que no se paralice el funcionamiento del sistema. 

Sin embargo, según las propias Naciones Unidas, existen actualmente en el planeta 1.800 millones de personas sin vivienda, en tanto el 25 % de la población urbana vive en asentamientos ilegales. Imposible imaginar, por ejemplo, ni confinamiento, ni aislamiento habitacional, ni mucho menos trabajo a domicilio en muchos de los países del África subsahariana, donde predominan las viviendas modestas y el trabajo informal.

Cifras y porcentajes, coincidentes, en términos generales, con los sectores carenciados en situación de pobreza, de miseria extrema, o que arañan algunas de esas categorías.

Consecuencias paradójicas de una situación dramática no prevista hace solo 2 o 3 meses: los miles de muertes (y centenas de miles de enfermos), así como las expresiones con rostro humano de un modelo planetario hegemónico, injusto y antisocial. + (PE)

El primer semestre del 2020 será horrible y no hay dudas sobre eso. Las diferencias solo radican en cuán horrible será. Para evitar entrar en tierras misteriosas y peligrosas, será clave que se encuentre, y pronto, la dosis justa entre las medidas sanitarias, por un lado y las estimulantes, por el otro. O que aparezca la bendita vacuna.

  Ahora es el mundo el que espera su “segundo semestre”


Según el último reporte del Instituto Internacional de Finanzas (IIF), uno de los think tanks que mejor está analizando el coroncrash, la economía global derrapará 1,5% en 2020. Lo más grave es que, hace quince días, esperaba una expansión de 1,6%. Y hay riesgos a la baja. “Todavía nos estamos poniendo al día con la intensificación de la pandemia del Covid-19, que se ve exacerbada por la guerra de precios de la Opep y el estrés crediticio”, dijeron hoyen un reporte. Hoy, también, el FMI dijo que la caída puede ser más pronunciada que en 2009, pero que avizoran una recuperación en 2021.

Los números del primer trimestre son calamitosos y los del 2020 no son peores porque, como Alfonso Prat-Gay en 2016, esperan un “segundo semestre” mejor. En inglés, una “V-shaped recovery”. Piña histórica y recuperación a tasas más que chinas, en lenguaje tuitero.
 
El IIF señala a Argentina como uno de los más golpeados. En gran medida, porque ya venía magullado. Según el reporte, el PIB caería hasta 3,1%. Aunque ya hay proyecciones peores, como las de Fernando Marull & Asociados, que estima (si, además, hay default), una caída de la economía de 6%.
 
Entre los países relevados por el IIF, Argentina va a ser el que más se contrae. El ranking sigue así: México y Estados Unidos, -2,8%; Japón, -2,6%; Sudáfrica, -2,5%; Brasil, -1,8% y Rusia, -1,3%.

El “buen” dato es que Asia estará en verde, aunque lejos de las tasas de otros años. China crecerá 2,8% (casi una recesión, según sus estándares); India avanzará 2,9% e Indonesia, 2,7%. Esto, además, es algo que ya empezó a ocurrir, y no es una hipótesis econométrica. Varios reportes indican que Asia, la locomotora mundial del Siglo XXI, empezó a levantar las persianas en los últimos días. Todavía falta para ese estadio en Europa, pero podría no estar lejos. El último eslabón de la cadena sería América. Esperemos que el impacto sea bajo y la pesadilla termina antes del segundo semestre.


Para colmo de males, las posibilidades que ofrece la digitalización y la automatización se presta a peores “epidemias” de finales mas catastróficos para el sistema en decadencia …

La pandemia por el Corona virus ha aumentado el riesgo de ataque cibernético. Un informe presentado por el Foro Económico Mundial ha advertido que, con el mundo luchando para contener el brote de coronavirus, un ciberataque podría causar una devastación muy real.

En el contexto sin precedentes de hoy, un ataque cibernético que priva a las organizaciones o familias de acceso a sus dispositivos, los datos o Internet podría ser devastador e incluso mortal 'explicó el Foro Económico Mundial en un comunicado , y agregó:' En el peor de los casos, una base amplia de ciberataques podrían causar fallos generalizados de infraestructura que tienen las comunidades o ciudades enteras fuera de línea, que obstruyen los proveedores de salud, sistemas y redes públicas “.

Una emergencia como esto también podría hacer que las personas bajan sus defensas, abriendo la puerta a los delincuentes. “En una situación de crisis, sobre todo si es prolongada, la gente tiende a cometer errores que no habrían hecho de otra manera,” explicó el Foro Económico Mundial. “En línea, cometer un error en términos de “ en qué enlace se hace clic o que de su confianza con sus datos puede costar muy caro.”

Además, pasar más tiempo en línea podría aumentar los riesgos a los que se enfrentan los usuarios de Internet. “Sin darse cuenta de Internet comportamiento de riesgo aumenta con más tiempo en línea”, dijo el Foro Económico Mundial. “Por ejemplo, los usuarios podrían caer por el acceso 'libre' a sitios web desconocidos o programas pirateados, abriendo la puerta a la probable malware y ataques.”

Debbie Gordon, CEO de Cyber ​​se y especialista en ciberseguridad en la nube, se hizo eco de la advertencia del Foro Económico Mundial. "Ahora más que nunca, la gente tiene que ser aún más conscientes de correos electrónicos, de phishing, especialmente los que se refieren a COVID-19 en cualquier forma o manera si se trata de una cura, informes de casos, o en realidad cualquier cosa que haría que la gente muy curiosa," le dijo a Fox News, por correo electrónico.

Las empresas también tienen que estar alerta, de acuerdo con Gordon. "A medida que las empresas se centran en conseguir tecnología y los sistemas de seguridad a la velocidad para los trabajadores remotos, no pueden quitar los ojos de la pelota", explicó. "Las empresas tienen que ser aún más proactivo en la detección de amenazas y mirando a anomalías en sus sistemas dados que los hackers son conscientes de que las personas están luchando y pueden tener su atención se centró en otro lugar."

Ya ha habido evidencia de las amenazas que suponen cyberattackers durante la crisis coronavirus. Como los EE.UU. intensificaron sus esfuerzos para controlar el brote, un ataque cibernético recientemente golpeó el Departamento de Salud y Servicios Humanos.

A partir del viernes por la tarde, por lo menos 265,495 casos de coronavirus han sido diagnosticados en todo el mundo, 16.018 de los cuales se encuentran en los EE.UU. La enfermedad ha sido responsable de al menos 11.147 muertes en todo el mundo, incluyendo a 210 personas en los EE.UU.
James Rogers en Twitter  @jamesjrogers

La recesión económica producto de los 4 años de gobierno macrista, la deuda externa y la fuga de capitales que vivimos durante dos años, el nivel de desocupación, trabajo super-explotado en negro, la pobreza y la indigencia, el debilitamiento planificado del Estado y la pandemia del coronavirus, deben ser analizados en su conjunto. 

La evidencia del daño producido por las políticas de la desigualdad, la meritocracia individualista, de proteger y estimular desde el estado la maximización de la ganancias de los poderosos y ricos y a la vez la baja en sus impuestos y la presión sobre las capas medias, los trabajadores, productores y profesionales, crea una nueva agenda de debate público y de masas.

La humanidad desde hace décadas vive en el marco de un capitalismo salvaje, neoliberal, un capitalismo de catástrofe, no en el sentido de que vivimos una etapa terminal del mismo, sino por el contrario que la catástrofe es su forma vital de existencia.

No es cierto que la pandemia y el agravamiento ataca por igual a todos. Cuando miramos las estadísticas del mundo sobre quiénes son las víctimas mortales, quiénes son los afectados, dónde se nota más la debilidad de los sistemas de salud, está claro que los pobres, los desprotegidos, los marginados del sistema constituyen la mayoría de las víctimas.

Al capitalismo realmente existente no le interesan los muertos, no le interesan los sistemas de salud colapsados o los que pueden colapsar ahora en el hemisferio sur. Le interesa la maximización de las ganancias.  Unas empresas sucumbirán, otras se verán resentidas, pero en la esencia del propio sistema está que otras corporaciones o las mismas con inversiones en otros rubros, elevarán sus ganancias sobre la base de la catástrofe humanitaria.

Este proceso de ganadores y perdedores no es nuevo, no se debe a la pandemia. ¿O acaso el cambio climático que producen sobre todo las grandes corporaciones de los países mas desarrollados lo sufre por igual toda la humanidad? Se podrá con razón sostener que la agresión a la tierra es un ataque o suicidio de toda la especie. Sin embargo, los estragos que produce ese cambio climático no son iguales para los pobres de Nueva Orleans con el Katrina, o los tornados e inundaciones en muchas partes del mundo, ni la desertificación por deforestación en nuestro país. La contaminación del agua es gravísima para inmensas poblaciones, no lo es para los Ceos, accionistas o dueños de las grandes corporaciones que las contaminan.

El debate sobre la mesa pública muestra que “la mano invisible del mercado” no puede asignar correctamente los recursos y se necesita de un Estado democrático capaz de organizar, proteger e impulsar a la sociedad.  El papel del estado es crucial para contar con un sistema de salud público gratuito y eficaz, capaz de atender por igual a todos los ciudadanos.  Necesitamos un Estado democrático con capacidad de organizar la seguridad comunitaria tanto en tiempos de tranquilidad como en estos que vivimos, sin vulnerar derechos sino protegiéndolos. La educación pública y gratuita desde el preescolar hasta las universidades, muestra en tiempos de crisis y pandemia que no es solo el desarrollo de la educación sino también junto con el trabajo, una forma de organización inteligente de la sociedad. Los momentos que vivimos muestran a las claras la necesidad de respaldar a la escuela, a los maestros, a los profesores.

Una de las características del debate actual se manifiesta en que muchas empresas pequeñas, medianas y grandes solicitan la intervención del Estado porque si no sucumbirán (en la mayor parte de los casos puede ser cierto, otras se aprovecharán). Seguramente una gran parte de esos empresarios apoyaron las ideas de que el Estado tenía que achicarse, que debía cobrar menos impuestos y retenciones, que el Estado siempre es sinónimo de ineficiencia y, sobre todo, sostuvieron que no debía meterse en la economía. Ahora, cuando la ola de la crisis y la pandemia los puede tapar reclaman medidas al Estado para que los proteja, no deje que quiebren y el argumento es que si las empresas caen se perjudica todo el país. Es un buen argumento. Pero también debe llevar a la idea que el Estado es necesario para proteger a los que fueron expulsados del sistema por las políticas de ajuste, de capitalismo salvaje, de meritocracia darwiniana. Y que las políticas de transferencia de recursos materiales y culturales a las principales víctimas, son políticas justas y no formas de mantener vagos como tantas veces sustentaron.

El legado macrista, la recesión, desocupación y ahora la pandemia, pegarán más fuerte donde haya mas desigualdad. El riesgo mayor está en los conurbanos de todas las grandes ciudades del país.  El enfrentamiento a la pandemia no puede tener un sesgo clasista. La mirada y el esfuerzo principal debe estar puesto en estos conurbanos donde junto a la pobreza y necesidades no cubiertas hay un inmenso hacinamiento y precariedad de viviendas y condiciones mínimas de salubridad. El aislamiento social no es igual para quien tiene casa, departamento,etc, que para quienes tienen negada esa posibilidad. El estado macrista y neoliberal es un Estado que abandona a las personas, a los abuelos, a los pibes pobres, a las familias. El Estado democrático tiene que poner el ojo, la pasión y los recursos, porque allí se juega también el éxito de la política contra la curva en pico de la pandemia. Pero también porque allí se construye igualdad para toda la sociedad.

Y aquí otro debate quizás menos visible para los sectores medios y es el papel de la organización en los barrios, aquellos que en otras épocas se daban en las sociedades de fomento o en las manzaneras y que ahora tienen como centro a los movimientos sociales. Tan descalificados por muchos, es clave la alianza entre el Estado y ellos para poder concretar un camino creativo en el enfrentamiento de la pandemia en los barrios. La sociedad podrá aplanar la curva, salvar vidas, proteger a los más débiles con la máxima organización.Una sociedad organizada es aquella donde participa activamente el pueblo.

El gobierno se fortalece
La actitud de Alberto Fernández a medida que avanzó la crisis fue la necesaria. Ante el griterío de muchos que solo veían una conspiración internacional en la pandemia, el presidente escuchó a los expertos y científicos y se puso al frente de las mejores medidas que se podían tomar al momento. Las experiencias negativas de Italia y España sirvieron para tomar las medidas en tiempo y forma. Rompió así cierta lentitud del gobierno que nos preocupaba a todos.

Alberto creció como presidente de todos, con capacidad de decisión. Y eso lo hizo crecer entre sus votantes y entre los que no lo votaron.

¿Cómo enfrentar la pandemia que seguramente se extenderá geográficamente y en el tiempo? ¿Cómo enfrentar la parálisis económica? ¿Cómo renegociar la deuda cuando estamos obligados al default? ¿Cómo reorganizar la educación y el trabajo en los meses que vienen?

El respaldo y legitimidad presidencial son claves para los tiempos difíciles que vienen en los próximos días y quizás meses.

En tiempos como el actual el mundo se está repensando. El gobierno se tiene que hacer fuerte en sus razones, que la crisis y la pandemia legitiman para replantear el tema de la deuda externa. Después de estos meses de parálisis y coronavirus se van a necesitar todos los recursos para encender la economía, el trabajo, la educación, todos los recursos para reparar y reconstruir. No alcanza para esa reactivación parches justos e indispensables de inyección moderada de recursos en el mercado interno. Se necesita insuflar a la economía nacional, su mercado interno, su producción, al bolsillo de los trabajadores y jubilados, en la obra pública y privada, en las pymes y empresas, grandes recursos. Una política gradualista no alcanza. Esa inversión en la deuda interna y en crear condiciones de salida del país, necesita como condición subordinar el pago a los acreedores externos a nuestro desarrollo. Y eso implica no comenzar a pagar la deuda externa por mas de 5 o 6 años.

Pago que deberá solo autorizarse una vez auditada la deuda, investigada su legitimidad y las responsabilidades políticas, civiles y penales de quienes la tomaron para fugarla.

Resulta como mínimo extraño que en el marco de una crisis mundial, una recesión en marcha en todas partes, el FMI venga al país a tratar de cobrar sus créditos. El mundo tiene que discutir cuáles son las medidas para paliar primero y resolver luego la catástrofe social y económica.

El debate cultural sobre la comunidad en tiempos de pandemia

Enfrentar la pandemia como sociedad es dar la batalla contra el legado cultural del egoísmo y la meritocracia salvaje. El ideal triunfante culturalmente en el mundo fue,  después de las derrotas de los grandes relatos socialistas, socialdemócratas y comunistas y en nuestro país de la comunidad organizada del peronismo, el de una sociedad de todos contra todos, del hombre como lobo del hombre. Un ser apartado, en “cuarentena”. La transformación comunicacional, el peso elefantiásico de las redes, de un ser una computadora, un ser un celular, ayuda a la extensión vivencial de ese ideal.

Yo soy por mí y solo por mí” es una mentira, pero ha triunfado para gran parte de la población.  Como antítesis aparece otra idea de la contracultura libertaria y comunitaria: “soy porque somos”.  Es decir que podemos realizarnos, ganar derechos, cubrir necesidades, divertirnos, gozar, en una sociedad que gane esas capacidades. Y que en la degradación, en la violencia, en expropiación de derechos y justicia social, no hay paz individual, ni desarrollo individual.

Con raíces históricas en debilidades y conflictos en la conformación de nuestro ser nacional, el Macrismo y el neoliberalismo exacerbaron las tendencias egoístas, de un darwinismo social donde solo merece “salvarse” el más fuerte, donde la solidaridad es una utopía y el éxito es disfrutable en el medio del fracaso de los demás.

Aquí hay que buscar las razones profundas del porqué en medio de las recomendaciones sobre cómo evitar el pico incontrolable de la pandemia, tantos argentinos se fueron de vacaciones llevando el virus a poblaciones que no lo tenían, u otros tantos creen que hay alguna rebeldía reivindicable en no cumplir la cuarentena. La batalla cultural no será simple. No enfrentamos la ignorancia. Si no, otra comprensión de la sociedad y de la humanidad. Enfrentamos valores que parecieron exitosos, desde los valores de los perdedores, de las víctimas, de los olvidados. No es simple y el triunfo no está a la vuelta de la esquina. Pero es imprescindible dar la batalla del espíritu.

Argentina está enferma no solo de hambre y la pandemia. El desafió es construir esos valores sociales respetando la pluralidad, la diversidad…

En fin…, de nuevo… hasta el cansancio… soy porque somos

Byung-Chul Han reflexiono sobre coronavirus, la emergencia viral y el Estado policial digital: por qué la revolución será humana.

El filósofo surcoreano -autor de La sociedad del cansancio o Psicopolítica, entre otras obras- piensa en este artículo publicado en el diario El País, de España, las implicancias de la pandemia a nivel global. Cómo los países asiáticos están gestionando la crisis de una forma más eficiente que Occidente. El rol de las fronteras en tiempos de big data. El pánico financiero. El peligro del régimen digital. Del aislamiento y la individualización a cómo repensar un sentimiento colectivo. 
 
El coronavirus está poniendo a prueba nuestro sistema. Al parecer Asia tiene mejor controlada la pandemia que Europa. En Hong Kong, Taiwán y Singapur hay muy pocos infectados. En Taiwán se registran 108 casos y en Hong Kong 193. En Alemania, por el contrario, tras un período de tiempo mucho más breve hay ya 15.320 casos confirmados, y en España 19.980 (datos del 20 de marzo). También Corea del Sur ha superado ya la peor fase, lo mismo que Japón. Incluso China, el país de origen de la pandemia, la tiene ya bastante controlada. Pero ni en Taiwán ni en Corea se ha decretado la prohibición de salir de casa ni se han cerrado las tiendas y los restaurantes. Entre tanto ha comenzado un éxodo de asiáticos que salen de Europa. Chinos y coreanos quieren regresar a sus países, porque ahí se sienten más seguros. Los precios de los vuelos se han multiplicado. Ya apenas se pueden conseguir billetes de vuelo para China o Corea. 
 
Europa está fracasando. 

Las cifras de infectados aumentan exponencialmente. Parece que Europa no puede controlar la pandemia. En Italia mueren a diario cientos de personas. Quitan los respiradores a los pacientes ancianos para ayudar a los jóvenes. Pero también cabe observar sobreactuaciones inútiles. Los cierres de fronteras son evidentemente una expresión desesperada de soberanía. Nos sentimos de vuelta en la época de la soberanía. El soberano es quien decide sobre el estado de excepción. Es soberano quien cierra fronteras. Pero eso es una huera exhibición de soberanía que no sirve de nada. Serviría de mucha más ayuda cooperar intensamente dentro de la Eurozona que cerrar fronteras a lo loco. Entre tanto también Europa ha decretado la prohibición de entrada a extranjeros: un acto totalmente absurdo en vista del hecho de que Europa es precisamente adonde nadie quiere venir. Como mucho, sería más sensato decretar la prohibición de salidas de europeos, para proteger al mundo de Europa. Después de todo, Europa es en estos momentos el epicentro de la pandemia. 
 
En comparación con Europa, ¿qué ventajas ofrece el sistema de Asia que resulten eficientes para combatir la pandemia? Estados asiáticos como Japón, Corea, China, Hong Kong, Taiwán o Singapur tienen una mentalidad autoritaria, que les viene de su tradición cultural (confucianismo). Las personas son menos renuentes y más obedientes que en Europa. También confían más en el Estado. Y no solo en China, sino también en Corea o en Japón la vida cotidiana está organizada mucho más estrictamente que en Europa. Sobre todo, para enfrentarse al virus los asiáticos apuestan fuertemente por la vigilancia digital. Sospechan que en el big data podría encerrarse un potencial enorme para defenderse de la pandemia. Se podría decir que en Asia las epidemias no las combaten solo los virólogos y epidemiólogos, sino sobre todo también los informáticos y los especialistas en macrodatos. Un cambio de paradigma del que Europa todavía no se ha enterado. Los apologetas de la vigilancia digital proclamarían que el big data salva vidas humanas.

La conciencia crítica ante la vigilancia digital es en Asia prácticamente inexistente. Apenas se habla ya de protección de datos, incluso en Estados liberales como Japón y Corea. Nadie se enoja por el frenesí de las autoridades para recopilar datos. Entre tanto China ha introducido un sistema de crédito social inimaginable para los europeos, que permite una valoración o una evaluación exhaustiva de los ciudadanos. Cada ciudadano debe ser evaluado consecuentemente en su conducta social. En China no hay ningún momento de la vida cotidiana que no esté sometido a observación. Se controla cada clic, cada compra, cada contacto, cada actividad en las redes sociales. A quien cruza con el semáforo en rojo, a quien tiene trato con críticos del régimen o a quien pone comentarios críticos en las redes sociales le quitan puntos. Entonces la vida puede llegar a ser muy peligrosa. Por el contrario, a quien compra por Internet alimentos sanos o lee periódicos afines al régimen le dan puntos. Quien tiene suficientes puntos obtiene un visado de viaje o créditos baratos. Por el contrario, quien cae por debajo de un determinado número de puntos podría perder su trabajo. En China es posible esta vigilancia social porque se produce un irrestricto intercambio de datos entre los proveedores de Internet y de telefonía móvil y las autoridades. Prácticamente no existe la protección de datos. En el vocabulario de los chinos no aparece el término “esfera privada”. 
 
En China hay 200 millones de cámaras de vigilancia, muchas de ellas provistas de una técnica muy eficiente de reconocimiento facial. Captan incluso los lunares en el rostro. No es posible escapar de la cámara de vigilancia. Estas cámaras dotadas de inteligencia artificial pueden observar y evaluar a todo ciudadano en los espacios públicos, en las tiendas, en las calles, en las estaciones y en los aeropuertos. 
 
Toda la infraestructura para la vigilancia digital ha resultado ser ahora sumamente eficaz para contener la epidemia. Cuando alguien sale de la estación de Pekín es captado automáticamente por una cámara que mide su temperatura corporal. Si la temperatura es preocupante todas las personas que iban sentadas en el mismo vagón reciben una notificación en sus teléfonos móviles. No en vano el sistema sabe quién iba sentado dónde en el tren. Las redes sociales cuentan que incluso se están usando drones para controlar las cuarentenas. Si uno rompe clandestinamente la cuarentena un dron se dirige volando a él y le ordena regresar a su vivienda. Quizá incluso le imprima una multa y se la deje caer volando, quién sabe. Una situación que para los europeos sería distópica, pero a la que, por lo visto, no se ofrece resistencia en China. 
 
Ni en China ni en otros Estados asiáticos como Corea del Sur, Hong Kong, Singapur, Taiwán o Japón existe una conciencia crítica ante la vigilancia digital o el big data. La digitalización directamente los embriaga. Eso obedece también a un motivo cultural. En Asia impera el colectivismo. No hay un individualismo acentuado. No es lo mismo el individualismo que el egoísmo, que por supuesto también está muy propagado en Asia. 
 
Al parecer el big data resulta más eficaz para combatir el virus que los absurdos cierres de fronteras que en estos momentos se están efectuando en Europa. Sin embargo, a causa de la protección de datos no es posible en Europa un combate digital del virus comparable al asiático. Los proveedores chinos de telefonía móvil y de Internet comparten los datos sensibles de sus clientes con los servicios de seguridad y con los ministerios de salud. El Estado sabe por tanto dónde estoy, con quién me encuentro, qué hago, qué busco, en qué pienso, qué como, qué compro, adónde me dirijo. Es posible que en el futuro el Estado controle también la temperatura corporal, el peso, el nivel de azúcar en la sangre, etc. Una biopolítica digital que acompaña a la psicopolítica digital que controla activamente a las personas. 
 
En Wuhan se han formado miles de equipos de investigación digitales que buscan posibles infectados basándose solo en datos técnicos. Basándose únicamente en análisis de macrodatos averiguan quiénes son potenciales infectados, quiénes tienen que seguir siendo observados y eventualmente ser aislados en cuarentena. También por cuanto respecta a la pandemia el futuro está en la digitalización. A la vista de la epidemia quizá deberíamos redefinir incluso la soberanía. Es soberano quien dispone de datos. Cuando Europa proclama el estado de alarma o cierra fronteras sigue aferrada a viejos modelos de soberanía. 
 
No solo en China, sino también en otros países asiáticos la vigilancia digital se emplea a fondo para contener la epidemia. En Taiwán el Estado envía simultáneamente a todos los ciudadanos un SMS para localizar a las personas que han tenido contacto con infectados o para informar acerca de los lugares y edificios donde ha habido personas contagiadas. Ya en una fase muy temprana, Taiwán empleó una conexión de diversos datos para localizar a posibles infectados en función de los viajes que hubieran hecho. Quien se aproxima en Corea a un edificio en el que ha estado un infectado recibe a través de la Corona-app”una señal de alarma. Todos los lugares donde ha habido infectados están registrados en la aplicación. No se tiene muy en cuenta la protección de datos ni la esfera privada. En todos los edificios de Corea hay instaladas cámaras de vigilancia en cada piso, en cada oficina o en cada tienda. Es prácticamente imposible moverse en espacios públicos sin ser filmado por una cámara de vídeo. Con los datos del teléfono móvil y del material filmado por vídeo se puede crear el perfil de movimiento completo de un infectado. Se publican los movimientos de todos los infectados. Puede suceder que se destapen amoríos secretos. En las oficinas del ministerio de salud coreano hay unas personas llamadas “tracker” que día y noche no hacen otra cosa que mirar el material filmado por vídeo para completar el perfil del movimiento de los infectados y localizar a las personas que han tenido contacto con ellos. 
 
Una diferencia llamativa entre Asia y Europa son sobre todo las mascarillas protectoras. En Corea no hay prácticamente nadie que vaya por ahí sin mascarillas respiratorias especiales capaces de filtrar el aire de virus. No son las habituales mascarillas quirúrgicas, sino unas mascarillas protectoras especiales con filtros, que también llevan los médicos que tratan a los infectados. Durante las últimas semanas, el tema prioritario en Corea era el suministro de mascarillas para la población. Delante de las farmacias se formaban colas enormes. Los políticos eran valorados en función de la rapidez con la que las suministraban a toda la población. Se construyeron a toda prisa nuevas máquinas para su fabricación. De momento parece que el suministro funciona bien. Hay incluso una aplicación que informa de en qué farmacia cercana se pueden conseguir aún mascarillas. Creo que las mascarillas protectoras, de las que se ha suministrado en Asia a toda la población, han contribuido de forma decisiva a contener la epidemia. 

  
Los coreanos llevan mascarillas protectoras antivirus incluso en los puestos de trabajo. Hasta los políticos hacen sus apariciones públicas solo con mascarillas protectoras. También el presidente coreano la lleva para dar ejemplo, incluso en las conferencias de prensa. En Corea lo ponen verde a uno si no lleva mascarilla. Por el contrario, en Europa se dice a menudo que no sirven de mucho, lo cual es un disparate. ¿Por qué llevan entonces los médicos las mascarillas protectoras? Pero hay que cambiarse de mascarilla con suficiente frecuencia, porque cuando se humedecen pierden su función filtrante. No obstante, los coreanos ya han desarrollado una “mascarilla para el coronavirus” hecha de nano-filtros que incluso se puede lavar. Se dice que puede proteger a las personas del virus durante un mes. En realidad es muy buena solución mientras no haya vacunas ni medicamentos. En Europa, por el contrario, incluso los médicos tienen que viajar a Rusia para conseguirlas. Macron ha mandado confiscar mascarillas para distribuirlas entre el personal sanitario. Pero lo que recibieron luego fueron mascarillas normales sin filtro con la indicación de que bastarían para proteger del coronavirus, lo cual es una mentira. Europa está fracasando. ¿De qué sirve cerrar tiendas y restaurantes si las personas se siguen aglomerando en el metro o en el autobús durante las horas punta? ¿Cómo guardar ahí la distancia necesaria? Hasta en los supermercados resulta casi imposible. En una situación así, las mascarillas protectoras salvarían realmente vidas humanas. Está surgiendo una sociedad de dos clases. Quien tiene coche propio se expone a menos riesgo. Incluso las mascarillas normales servirían de mucho si las llevaran los infectados, porque entonces no lanzarían los virus afuera. 
 
En los países europeos casi nadie lleva mascarilla. Hay algunos que las llevan, pero son asiáticos. Mis paisanos residentes en Europa se quejan de que los miran con extrañeza cuando las llevan. Tras esto hay una diferencia cultural. En Europa impera un individualismo que trae aparejada la costumbre de llevar la cara descubierta. Los únicos que van enmascarados son los criminales. Pero ahora, viendo imágenes de Corea, me he acostumbrado tanto a ver personas enmascaradas que la faz descubierta de mis conciudadanos europeos me resulta casi obscena. También a mí me gustaría llevar mascarilla protectora, pero aquí ya no se encuentran. 
 
En el pasado, la fabricación de mascarillas, igual que la de tantos otros productos, se externalizó a China. Por eso ahora en Europa no se consiguen mascarillas. Los Estados asiáticos están tratando de proveer a toda la población de mascarillas protectoras. En China, cuando también ahí empezaron a ser escasas, incluso reequiparon fábricas para producir mascarillas. En Europa ni siquiera el personal sanitario las consigue. Mientras las personas se sigan aglomerando en los autobuses o en los metros para ir al trabajo sin mascarillas protectoras, la prohibición de salir de casa lógicamente no servirá de mucho. ¿Cómo se puede guardar la distancia necesaria en los autobuses o en el metro en las horas punta? Y una enseñanza que deberíamos sacar de la pandemia debería ser la conveniencia de volver a traer a Europa la producción de determinados productos, como mascarillas protectoras o productos medicinales y farmacéuticos. 
 
A pesar de todo el riesgo, que no se debe minimizar, el pánico que ha desatado la pandemia de coronavirus es desproporcionado. Ni siquiera la “gripe española”, que fue mucho más letal, tuvo efectos tan devastadores sobre la economía. ¿A qué se debe en realidad esto? ¿Por qué el mundo reacciona con un pánico tan desmesurado a un virus? Emmanuel Macron habla incluso de guerra y del enemigo invisible que tenemos que derrotar. ¿Nos hallamos ante un regreso del enemigo? La “gripe española” se desencadenó en plena Primera Guerra Mundial. En aquel momento todo el mundo estaba rodeado de enemigos. Nadie habría asociado la epidemia con una guerra o con un enemigo. Pero hoy vivimos en una sociedad totalmente distinta. 
 
En realidad hemos estado viviendo durante mucho tiempo sin enemigos. La guerra fría terminó hace mucho. Últimamente incluso el terrorismo islámico parecía haberse desplazado a zonas lejanas. Hace exactamente diez años sostuve en mi ensayo La sociedad del cansanciola tesis de que vivimos en una época en la que ha perdido su vigencia el paradigma inmunológico, que se basa en la negatividad del enemigo. Como en los tiempos de la guerra fría, la sociedad organizada inmunológicamente se caracteriza por vivir rodeada de fronteras y de vallas, que impiden la circulación acelerada de mercancías y de capital. La globalización suprime todos estos umbrales inmunitarios para dar vía libre al capital. Incluso la promiscuidad y la permisividad generalizadas, que hoy se propagan por todos los ámbitos vitales, eliminan la negatividad del desconocido o del enemigo. Los peligros no acechan hoy desde la negatividad del enemigo, sino desde el exceso de positividad, que se expresa como exceso de rendimiento, exceso de producción y exceso de comunicación. La negatividad del enemigo no tiene cabida en nuestra sociedad ilimitadamente permisiva. La represión a cargo de otros deja paso a la depresión, la explotación por otros deja paso a la autoexplotación voluntaria y a la autooptimización. En la sociedad del rendimiento uno guerrea sobre todo contra sí mismo. 
 
Umbrales inmunológicos y cierre de fronteras.

Pues bien, en medio de esta sociedad tan debilitada inmunológicamente a causa del capitalismo global irrumpe de pronto el virus. Llenos de pánico, volvemos a erigir umbrales inmunológicos y a cerrar fronteras. El enemigo ha vuelto. Ya no guerreamos contra nosotros mismos, sino contra el enemigo invisible que viene de fuera. El pánico desmedido en vista del virus es una reacción inmunitaria social, e incluso global, al nuevo enemigo. La reacción inmunitaria es tan violenta porque hemos vivido durante mucho tiempo en una sociedad sin enemigos, en una sociedad de la positividad, y ahora el virus se percibe como un terror permanente.


Pero hay otro motivo para el tremendo pánico. De nuevo tiene que ver con la digitalización. La digitalización elimina la realidad. La realidad se experimenta gracias a la resistencia que ofrece, y que también puede resultar dolorosa. La digitalización, toda la cultura del “me gusta”, suprime la negatividad de la resistencia. Y en la época posfáctica de las fake newsy los deepfakessurge una apatía hacia la realidad. Así pues, aquí es un virus real, y no un virus de ordenador, el que causa una conmoción. La realidad, la resistencia, vuelve a hacerse notar en forma de un virus enemigo. La violenta y exagerada reacción de pánico al virus se explica en función de esta conmoción por la realidad. 
 
La reacción pánica de los mercados financieros a la epidemia 

Es además la expresión de aquel pánico que ya es inherente a ellos. Las convulsiones extremas en la economía mundial hacen que esta sea muy vulnerable. A pesar de la curva constantemente creciente del índice bursátil, la arriesgada política monetaria de los bancos emisores ha generado en los últimos años un pánico reprimido que estaba aguardando al estallido. Probablemente el virus no sea más que la pequeña gota que ha colmado el vaso. Lo que se refleja en el pánico del mercado financiero no es tanto el miedo al virus cuanto el miedo a sí mismo. El crash se podría haber producido también sin el virus. Quizá el virus solo sea el preludio de un crash mucho mayor.

Žižek afirma que el virus ha asestado al capitalismo un golpe mortal, y evoca un oscuro comunismo. Cree incluso que el virus podría hacer caer el régimen chino. Žižek se equivoca. Nada de eso sucederá. China podrá vender ahora su Estado policial digital como un modelo de éxito contra la pandemia. China exhibirá la superioridad de su sistema aún con más orgullo. Y tras la pandemia, el capitalismo continuará aún con más pujanza. Y los turistas seguirán pisoteando el planeta. El virus no puede reemplazar a la razón. Es posible que incluso nos llegue además a Occidente el Estado policial digital al estilo chino. Como ya ha dicho Naomi Klein, la conmoción es un momento propicio que permite establecer un nuevo sistema de gobierno. También la instauración del neoliberalismo vino precedida a menudo de crisis que causaron conmociones. Es lo que sucedió en Corea o en Grecia. Ojalá que tras la conmoción que ha causado este virus no llegue a Europa un régimen policial digital como el chino. Si llegara a suceder eso, como teme Giorgio Agamben, el estado de excepción pasaría a ser la situación normal. Entonces el virus habría logrado lo que ni siquiera el terrorismo islámico consiguió del todo. 
 
El virus no vencerá al capitalismo. La revolución viral no llegará a producirse. Ningún virus es capaz de hacer la revolución. El virus nos aísla e individualiza. No genera ningún sentimiento colectivo fuerte. De algún modo, cada uno se preocupa solo de su propia supervivencia. La solidaridad consistente en guardar distancias mutuas no es una solidaridad que permita soñar con una sociedad distinta, más pacífica, más justa. No podemos dejar la revolución en manos del virus. Confiemos en que tras el virus venga una revolución humana. Somos NOSOTROS, PERSONAS dotadas de RAZÓN, quienes tenemos que repensar y restringir radicalmente el capitalismo destructivo, y también nuestra ilimitada y destructiva movilidad, para salvarnos a nosotros, para salvar el clima y nuestro bello planeta.

Byung-Chul Han es un filósofo y ensayista surcoreano que imparte clases en la Universidad de las Artes de Berlín. Autor, entre otras obras, de ‘La sociedad del cansancio’, publicó hace un año ‘Loa a la tierra’, en la editorial Herder.

El gobierno nacional conformó una mesa de trabajo interministerial para asistir a los argentinos en el exterior, y planificar "de manera gradual y segura" sus regresos ante la ampliación al cierre de fronteras, puertos, aeropuertos y pasos internacionales que comenzó a regir este viernes, de acuerdo con lo dispuesto por el Decreto 313/2020 firmado por el presidente Alberto Fernández.

Así lo informó Presidencia a través de un comunicado en el que señaló que se le dará "prioridad" a personas en situaciones de riesgos de salud "en los eventuales vuelos especiales de carácter humanitario".

Allí, se explica que una mesa de trabajo interministerial "analizará caso por caso la asistencia, permanencia y regreso de los ciudadanos argentinos que aún se encuentran en el exterior y desean retornar!, y se consigna que, de esta manera, "el Ejecutivo planifica de manera gradual y segura la vuelta de los ciudadanos argentinos a través de todos sus pasos fronterizos".

En ese marco, se señala que "la Cancillería y el Ministerio del Interior, a través de la Dirección Nacional de Migraciones, conformaron un registro de las personas en situaciones de riesgo de salud, a quienes se dará prioridad en los eventuales vuelos especiales de carácter humanitario".


En el marco de este operativo, el Ministerio de Salud de la Nación será el "encargado de determinar, en base a las condiciones de riesgo médico y sanitario, las prioridades para su retorno".

Asimismo, se indicó que "la cartera de Transporte, a través de la aerolínea de bandera, Aerolíneas Argentinas, dispondrá de las medidas logísticas para traer al país a las personas exceptuadas del decreto 313/2020, que dispuso el cierre de fronteras".

Al hacer referencia a los fundamentos de la decisión de ampliar el cierre de fronteras que se encontraba vigente, la Presidencia consignó que, "en un trabajo conjunto, la Cancillería y los Ministerios de Interior, de Transporte, Seguridad y de Salud evaluaron el riesgo que representa el ingreso de argentinos procedentes de países con alta circulación de Covid-19, ya que los mismos tienen una alta posibilidad de portar el virus y convertirse en una fuente disparadora de la curva de contagios".

"El decreto que dispuso el cierre de fronteras destaca -prosigue el texto- que el objetivo principal del Gobierno es preservar la salud de sus 44 millones de habitantes y, al mismo tiempo, organizar el regreso al país de quienes están en el exterior, sin que ello intervenga con la estrategia sanitaria que se viene llevando adelante desde el inicio de la pandemia".

Un ejemplo mas (… Y van …) de que el Estado se torna imprescindible allí dónde el negocio privado pierde humanidad y sensibilidad y privilegia los números y resultados económicos a los servicios comunitarios y productivos que realiza en función de las necesidades de las comunidades humanas en el planeta.
Muchos de los Argentinos varados en el exterior que ahora reclaman la intervención del Estado y aplauden al personal de Aerolineas Argentinas en los vuelos en los que se les permitió regresar al país, son los mismos que cuestionarion la estatización y el gasto que supuso y sostenían la no necesidad de contar con una aerolíneas de bandera … Como sucede casi siempre, los defensores del libre comercio y el negocio privado, dejan de serlo cuándo las necesidades colectivas les abarcan e incluyen y se imponen a sus intereses mezquinos y avaros.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack

Imagenes: 
(1) Juan Manual Blandes fue un pintor uruguayo, residente en Buenos Aires y retrató la epidemia por medio de esta obra. En ella, se aprecia a los médicos José Roque Pérez y Manuel Argerich (ambos víctimas de la epidemia) en el inquilinato de la calle Balcarce 384, observando a una joven mujer muerta por la fiebre amarilla. Se destaca la sensibilidad del autor al incorporar al hijo o hija de la mujer, al lado del cadáver de su madre.
Desde Centro Metodista de Estudios Wesleyanos
(2) Ilustración de Federico Raiman en el Tweet de Soledad Ferrari
( https://twitter.com/FerrariSole1/status/1240468840015896578 )



 

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