Domingo 1 de marzo de 2020



A lo largo de sus cuatro años de gestión económica, la alianza Cambiemos no hizo más que errar una y otra vez sus proyecciones, basadas en los manuales neoliberales. Los brotes verdes, la luz al final del túnel, el segundo semestre e incluso un surrealista tercer semestre fueron sus más populares pronósticos, pero hubo otros menos mediáticos, relativos al empleo, el PBI o las exportaciones, que también exhibieron un rotundo fracaso.





Uno de ellos estaba vinculado a la proyección de ganar competitividad, un eufemismo que en la lógica macrista significaba reducción salarial para así aumentar las exportaciones. Por eso, una de las primeras medidas tomadas por el macrismo fue una fuerte devaluación que redujo 6 puntos los salarios en 2016. Pese a ello, durante aquel 2016 las exportaciones se mantuvieron virtualmente estancadas, pues según el Indec nuestro país exportó bienes y servicios por 57.737 millones, solo 1,7 por ciento más que en 2015. 

Sin embargo, la recesión que introdujo al país la caída de la demanda interna implicó una baja del 6,9 por ciento en las importaciones (55.610 millones de dólares), lo que de todas formas implicó un superavit anual de 2128 millones de dólares, un resultado modesto si se tiene en cuenta que entre 1999 y 2015 el superavit fue la constante y solo hubo un año de déficit.
Frente al claro fracaso en su política para alentar las exportaciones por la rebaja salarial, en un mundo que a diferencia de los noventa se cierra al comercio exterior, y atendiendo a que el 2017 era un año electoral, el gobierno giró su rumbo en 180 grados en diversos aspectos. En el caso del dólar, se apeló al atraso cambiario como en los últimos años del kirchnerismo pero sin regular las importaciones, a diferencia de lo que se hizo entre 2011 y 2015.

El enorme costo, no percibido por la sociedad debido al frenético ritmo de endeudamiento, fue que mientras las ventas al exterior se mantuvieron estables, las importaciones aumentaron en un impactante 19,7 por ciento interanual, llegando a los 66.899 millones de dólares, lo que implicó el mayor déficit desde 1994, es decir 8471 millones de dólares. El triunfo electoral en las legislativas de 2017 y el lubricado financiamiento para saldar los saldos negativos en el frente fiscal y el comercio exterior llevó a Cambiemos a proyectar la posibilidad de sostener este modelo en el tiempo para fortalecer su hegemonía política, lo que en los hechos propició que, sumada a la sequía del campo, el primer semestre de 2018 fuera el peor de la historia argentina en el comercio exterior, con un déficit de 5101 millones de dólares. 



Para entonces, los mercados financieros globales, a los que la alianza Cambiemos había sellado el destino de los argentinos, ya habían dejado de confiar en un gobierno que no solo había hecho añicos todas sus proyecciones macroeconómicas de equilibrio fiscal, balanza comercial, crecimiento y baja de la inflación a un dígito, sino que, fundamentalmente, usaba sus préstamos de forma descontrolada, con el solo objetivo de sostenerse en el poder y propiciar la fuga de divisas por parte de las élites. 



El resultado fue la repentina falta de financiamiento para sus experimentos macroeconómicos y la consiguiente cesión del timón de la economía al FMI, lo que en los hechos demostraba su incompetencia para conducir el destino económico de los argentinos. A partir de ese momento, el gobierno se transformó en un gestor de un verdadero programa neoliberal impuesto por el FMI, que como bien es sabido persigue un shock estabilizatorio de la macroeconomía a costa de minar los derechos del grueso de la población. Si bien también allí fallaron varias proyecciones, para fines de 2018 la suba del tipo de cambio de un ciento por ciento sumado a la profunda recesión que se generó a partir de mediados de ese año se tradujo en la esperable disminución del déficit comercial, que cerró 2018 con un rojo de 3823 millones de dólares, es decir un 54 por ciento menos que el de 2017. Como era de esperar, dicho déficit se transformó en superavit al año siguiente, el mayor desde 2009, ya que totalizó 15.990 millones de dólares. Y es que en base al programa del FMI, la aguda recesión llevó a que las importaciones registraran una baja del 20 por ciento. En cambio, los salarios perdieron cerca de 12 puntos aquel 2019 pero las exportaciones solo subieron un 5,4 por ciento y mayormente por el fin de la sequía y las ventas de productos primarios, que aumentaron un 25 por ciento.





Dicho resultado se ajusta a los esquemas de los denominados “ciclos cortos” o de “stop & go” vinculados a los tradicionales programas de estabilización del FMI, que incluían fuertes devaluaciones que propiciaban una transferencia de recursos de obreros y pymes al campo y grandes industriales exportadores. La mejora en la balanza comercial se explica por la caída de importaciones debido al menor poder de compra de trabajadores y pequeños empresarios, así como mayores ventas al exterior debido a la mejora en los términos de intercambio, fundamentalmente para el sector concentrado agroexportador.



Así, uno de los pocos logros de la alianza Cambiemos fue obtenido no solo pese al fuerte sufrimiento que imprimió a la población, sino debido en gran medida a la cesión del manejo económico al FMI, abandonando todo proyecto de sustentabilidad social y política. Se trata, igualmente, de una plataforma de despegue que si es acompañada por la crucial reestructuración de la deuda que está llevando a cabo el gobierno, podrá acompañar un nuevo período de crecimiento en base a un programa que sí cumpla con sus proyecciones.




Las patas del poder real

A pocas horas del inicio de temporada oficial en el Congreso Nacional donde el presidente de “todes les argentines” expondrá frente a las distintas representaciones políticas expresadas en ambas cámaras parlamentarias los lineamientos principales de las políticas públicas y las ejecuciones administrativas a su cargo para el año corriente, uno de los aspectos que definirá su posibilidad de responder al mandato popular que se expresó en las urnas el pasado Octubre, dependerá de la capacidad para desarticular esta trama siniestra del lawfare nacional.



Los sectores monópolicos de la economía con fuerte capacidad de extorsión

Los sectores financieros y bancarios transnacionales, especulativos, socios de negocios extranjeros.

Los sectores de la justicia extorsionados o susceptibles del juego de lobbystas mediáticos o presiones mafiosas o cuasi-mafiosas

Y el poder de los medios como corporaciones al servicio y parte del financierismo sostenido por Wall Street, las agencias de inteligencia nacionales y extranjeras y los fondos buitres y de inversiones que alimentan el negocio de tales entramados transnacionales y corporativos que, pese a que la forma de nombrarlos e identificarlos parece grandilocuente, expresa sin embargo, una realidad de minorías capaces de imponer condiciones a las grandes mayorías.



Tierra y alimentos



El hambre y la pobreza en un país como el nuestro, con una extensión territorial formidable y recursos que exceden en mucho las necesidades, solo es explicable a partir del sometimiento a un sistema pensado para otros y por otros en detrimento del bien vivir de la mayoría de los Argentinos y el desarrollo equilibrado del país

El patrón de distribución inicial de la propiedad rural argentina fue muy concentrado. En la región pampeana, la mayor parte de las tierras quedaron en manos de unas pocas familias terratenientes. Con el tiempo, la concurrencia de distintos factores (políticas oficiales que fomentaron el acceso a la propiedad por parte de los arrendatarios, subdivisión hereditaria) generó un tibio proceso desconcentrador que afectó el histórico latifundio ganadero. De todas maneras, la mayor parte de la tierra permaneció en poder de los terratenientes. Otras naciones (Estados Unidos, Canadá) impulsaron un modelo de desarrollo agrario asentado en una distribución más equitativa de la superficie productiva.



El coeficiente de Gini –que normalmente es utilizado para medir la desigualdad de los ingresos– también puede calcular el grado de concentración de la propiedad rural. El indicador varía entre 0 (equidad absoluta) y 1 (concentración total). La Organización de la Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) desarrolló una base de datos que contiene información —discriminada nacionalmente— sobre ese coeficiente. El continente latinoamericano se encuentra entre las regiones del mundo con mayor concentración de la tierra. Los coeficientes de México, Chile y Paraguay superan el valor de 0,90. En los casos de Costa Rica, Colombia, Venezuela, Brasil, El Salvador y Panamá los valores oscilan entre 0,79 y 0,85. En el caso argentino, el indicador es 0,83 denotando una elevada concentración en la propiedad de la tierra.

La importancia de la concentración dominial mantiene su vigencia porque los propietarios (produciendo en campos propios o ajenos o arrendando sus campos) se siguen apropiando de una importante porción de la renta agraria. La porción de la renta capturada mediante el arrendamiento de inmuebles rurales es relevante. El alquiler de los campos suele representar del 36 al 40 por ciento del total de las erogaciones de un productor. En países donde la tierra está bien distribuida, la renta fortalece una clase media rural; en donde está distribuida à la Argentina, es un factor más de concentración de la riqueza, impulsando comportamientos rentistas.




En medio del conflicto con el mal llamado campo, allá por 2008, se sostenía: “ Al mismo ritmo sostenido del crecimiento de los precios internacionales de los granos en los ya largos 120 días de conflicto, los representantes del campo privilegiado han ido sumando argumentos para cuestionar los Derechos de Exportación móviles de cuatro cultivos clave. Estudiar el extraordinario proceso que vive el sector agropecuario permite ir eludiendo esas sucesivas trampas al conocimiento, siendo una de ellas la que identifica a las vulgarmente denominadas retenciones como una medida que fomenta la concentración de la tierra. Como en tantas otras peculiares alianzas que se han podido observar en esta disputa, han coincidido en esa idea uno de los reyes de la soja en tierras arrendadas, Gustavo Grobocopatel, y el titular de la Federación Agraria Argentina, Eduardo Buzzi. Así, ambos agregan una cuota más a la confusión de una población rehén de una crisis que no termina de entender. En los últimos quince años, el proceso de transformación en la forma de organización y de desarrollo técnico-productivo del campo ha provocado una acelerada concentración de la producción y no así la de la tierra. Esta ya se encontraba históricamente en pocas manos y no fue precisamente por la existencia de retenciones a las exportaciones.



En la producción agraria se produjo una revolución tecnológica, que en la región pampeana empezó a verificarse desde mediados de la década del noventa, basada en la siembra directa y las semillas transgénicas. Este nuevo patrón productivo generó una fuerte caída de los costos, una reorganización de los modos de cultivar y el surgimiento de nuevos actores económicos en el sector. Este cambio tecnológico demanda mucho menos trabajo manual y mucho más capital. Se necesitan millonarias inversiones en maquinaria para siembra directa, que son distintas a las tradicionales. Por eso mismo surgieron contratistas –la mayoría son además medianos o grandes productores– que van por los predios con sus maquinarias a realizar el trabajo, que en la agricultura tradicional podía llevar de uno a dos meses, según la extensión, y hoy se realiza en uno o dos días. A la vez, los transgénicos exigen la utilización creciente de agroquímicos, como herbicidas y fertilizantes, que elevan el rendimiento por hectárea. El profesor Horacio Giberti, uno de los mayores especialistas en política agropecuaria, explica en una entrevista realizada por Isaac Grober, miembro del Consejo Editorial de la Asociación Civil-Cultural Tesis 11, que “en la agricultura tradicional el chacarero araba, sembraba, lo que le demandaba un mes de trabajo en una chacra corriente y luego hacía algunos trabajos culturales, como en el caso del maíz, o ninguno, como en el trigo. No había defensa del cultivo, en el sentido de que no se aplicaban herbicidas, ni fertilizantes, de manera que el chacarero veía crecer bien o mal el cultivo. Luego venía el período de cosecha, lo que implicaba la cosecha en sí misma, el transporte y la comercialización. Ese era el trabajo, de tres a cuatro meses relativamente duros”. Hoy, la realidad es muy diferente. Con la soja, el trabajo es de un par de jornadas, y en muchos casos es subcontratando la labor.





Esa transformación productiva se desarrolló con un Estado que abandonó su tarea de intervención para ordenar esa revolución tecnológica y para brindar asistencia técnica a los pequeños productores. En ese contexto, aparecen los fondos de siembra –pools– que tienen el capital suficiente para comprar y aplicar ese nuevo paquete tecnológico en economías de escala. Pero son los tradicionales grandes propietarios de tierras más que los pools los que han avanzado en concentrar cada vez más la producción en sus manos. Y esto fue así porque los chacareros que no pudieron acceder a ese nuevo paradigma productivo-tecnológico les resulta mucho más rentable alquilar la tierra que trabajarla. Entonces, lo que se ha verificado es una enorme concentración de la producción sobre tierras arrendadas, lo que ha provocado una profunda alteración de la estructura económica y social del campo. 

La propiedad de la tierra sigue tanto o más concentrada que antes, fenómeno que no tiene nada que ver con el actual proceso de concentración de la producción. Y obviamente, ni en una ni en otra concentración, los derechos de exportación tienen influencia directa. El economista Eduardo Basualdo que está trabajando en este tema desde hace años y en la actualidad lidera un estudio al respecto en el área de Economía y Tecnología de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), destaca que en la zona pampeana el 86,4 por ciento de la producción agrícola sigue en las mismas manos que hace un siglo y que esas familias y grupos tradicionales la realizan más de la mitad en sus tierras y el resto en otras que ellos mismos arriendan, que suman a las propias para mejorar la escala de producción.



Este complejo proceso permite acercarse a la comprensión de la actuación de la Federación Agraria en el conflicto, que ha desorientado a quienes todavía consideran que sigue siendo una entidad que defiende a los pequeños productores arrendatarios. La transformación productiva por la aplicación del paquete tecnológico siembra directa-semillas transgénicas alteró la estructura económica y social en el campo. Giberti ilustra que “el clásico chacarero arrendatario, la imagen tradicional del socio de la Federación Agraria, prácticamente desapareció porque muchos se transformaron en propietarios. Esa entidad era para los arrendatarios modestos una institución necesaria porque a través de su departamento legal les proporcionaba el apoyo jurídico necesario en su lucha contractual y legal con el propietario. Al transformarse en dueños, esos socios ya no tienen la necesidad de ese servicio”. Y muchos pasaron a ser arrendadores de los pools o de los grandes propietarios de tierras, lo que explica la indiferencia que manifestaron al proyecto de Ley de Arrendamiento y sólo se preocupen por la defensa de la renta sojera, que es la que le brinda el alquiler de sus tierras. Por eso Giberti señala que “ese cambio de estructura social hace que el chacarero típico de hoy tenga enfoques muy distintos del de antaño. Es un pequeño propietario, a lo mejor más conservador que el mediano o grande”. La FAA se ha convertido en una entidad que representa fundamentalmente a pequeños propietarios que no trabajan la tierra, sino que la alquilan para vivir de rentas. Como el arrendatario –pools y grandes dueños de tierras– apela al alza de los derechos de exportación para bajar la retribución del alquiler, esos pequeños productores rentistas se rebelan.



Una de las tantas paradojas del actual conflicto es que la forma de intervención de la Federación Agraria puede acelerar el proceso de concentración, no ya de la producción que se define con el modelo siembra directa-semillas transgénicas, sino el de la tierra. Las arengas dramáticas, exageradas y alejadas de la realidad respecto de la posibilidad de quiebra de los productores por una imprescindible medida de intervención de política económica pueden provocar un clima de confusión y desánimo entre pequeños productores. Estos, atrapados en una lógica de crisis que no es tal, pueden terminar convencidos de que el mejor negocio es vender sus campos pese a las fabulosas perspectivas de la actividad. Como se sabe, las crisis son el factor disparador de la concentración y centralización del capital.




Los valiosos aportes de Giberti y Basualdo, rigurosos y alejados de los intereses sectoriales en disputa, son fuentes donde deberían volver a abrevar dirigentes sociales, políticos y gremiales que durante años han luchado por la dignidad de los trabajadores y de los excluidos de un modelo injusto. De esa forma podrán recuperar la brújula y volver a identificar, como lo han sabido hacer en otros momentos, quiénes son los representantes e integrantes del poder económico emergente del nuevo siglo.

Fuente: Alfredo Zaiat en Página/12 – 12.07.2008



En la actualidad:

DISTRIBUCION DE LA TIERRA

Según el “Censo Nacional Agropecuario de 2002, el 2% de las explotaciones agropecuarias argentinas controlan el 50% de la tierra del país, mientras que el 57% de las explotaciones agropecuarias controlan apenas el 3% del recurso”. (International Land Coalition-La tierra un recurso en disputa-mayo 2015) 

 “Cabe aclarar que, asimismo, los censos agropecuarios subestiman la concentración de la propiedad de la tierra ya que la unidad censal es el establecimiento o la explotación agropecuaria, lo que implica que no pueda identificarse a los productores que posean más de una explotación”. (MAGyP-Florencia Gómez Galizzi y Eduardo L. Polcan-2011) 


 “El Censo Nacional Agropecuario del año 2002 determinó que de los 174.508.564 de hectáreas agropecuarias de todo el país, 74.000.003 estaban en poder de tan sólo 4.000 dueños. Son las propiedades que van desde las 5.000 has en adelante. 

Esto implica que el 1,3% de los propietarios (sobre un total de casi 300.000) poseen el 43% de la superficie; y que de las 297.425 explotaciones existentes en el país, 246.947 tenían menos de 500 hectáreas; lo cual significa que las propiedades que excedían las 500 hectáreas eran 50.478; y que habían desaparecido 104.000 productores (con relación al censo de 1998). Estableció además que la superficie media para la explotación agropecuaria en la Argentina era de 470 hectáreas frente a las 180 de EE UU y a las 50 de Europa. En EE UU, sólo en los Estados de Nueva México, Nevada, Wyoming y Arizona, hay ranchos que alcanzan las 2.000 hectáreas. En Argentina los mega emprendimientos oscilan entre las 350.000 y 600.000 hectáreas”. (FIDA-La problemática de la tierra en argentina-agosto de 2011)

“…en la Argentina,…el promedio de las fincas en el 1% superior es de más de 22.000 hectáreas. 

“América Latina es la región del mundo más desigual en cuanto a la distribución de la tierra. El coeficiente de Gini para la tierra -un indicador entre 0 y 1 donde 1 representa la máxima desigualdad- es de 0,79 para el conjunto de la región, siendo 0,85 en América del Sur y 0,75 en América Central. Se trata de niveles de concentración muy superiores a los observados en Europa (0,57), África (0,56) o Asia (0,55)”. 
 

“…los datos comparados de los CNA (Censos Nacionales Agropecuarios) de 1988 y 2002 indican que hubo una reorganización en la estructura agraria argentina, con una disminución de 82,824 productores en el estrato de menos de 500 ha (lo cual representa 5 millones de ha) y un aumento de 2 mil productores en los estratos de entre 500 a 5,000 ha (lo que representa 4 millones más de hectáreas). Por su parte, la escala superior de más de 5 mil ha se encuentra prácticamente inalterada; es decir, mantiene la misma cantidad de empresas agropecuarias (EAP) y la misma cantidad de superficie (Sili y Soumoulou 2011: 52). Ahora bien, desde el punto de vista de las regiones, aquellas que se vieron más influenciadas por estos cambios en los estratos de menos de 500 ha fueron la región Pampeana (54,000 productores menos) y el NEA (11,500 productores menos). En cambio, la región que más productores ganó en la categoría de explotaciones de entre 500 y 5,000 ha fue la Patagonia, con 1,525 productores adicionales, y las que menos crecieron en este segmento fueron el NOA y Cuyo”.
 

La tenencia de la tierra en Argentina se ha ido concentrando en pocas manos. Actualmente (publicado en mayo 2015), existen menos explotaciones agropecuarias que hace 2 décadas y solo 4 mil propietarios poseen el 50% de la tierra productiva del país”. 


 • Terratenientes

Oxfam también presentó hace semanas otro informe sobre el reparto de la tierra en América latina, donde evidenció que solo 1% de las fincas acapara más de la mitad de la superficie productiva, es decir, que este 1% concentra más tierra que el 99% restante.

En el país, el 0,94% de los dueños de las grandes extensiones productivas maneja el 33,89% del total del territorio argentino. El 99,06% restante controla apenas el 66,11%.

Se trata de explotaciones agropecuarias que tienen en promedio más de 2.000 hectáreas (equivalentes a 4.000 canchas de fútbol), aunque en países del Cono Sur están muy por encima de este tamaño: por ejemplo en la Argentina, donde el promedio de las fincas en el 1% superior es de más de 22.000 hectáreas.

El director de Oxfam para América Latina y el Caribe, Simon Ticehurst, reconoció que las cifras son "alarmantes" y estimó que "solo llevarán a una agudización de la violencia y a retrocesos democráticos", porque esta situación "no ofrece un camino para el desarrollo sostenible, ni para los países, ni para las poblaciones".

La entidad responsabiliza a las dirigencias políticas por la creciente concentración en pocas manos, incluso, las extranjeras. "La mayoría de los gobiernos de la región, independientemente de su color político, han mantenido la apuesta por el extractivismo -un modelo productivo basado en la extracción y explotación de los recursos naturales para obtener grandes volúmenes de materias primas- como el principal motor de sus economías", evaluó el reporte. Los combustibles fósiles, metales, madera, carne y vegetales representan juntas más de la mitad de las exportaciones totales en la mayoría de países de la región.

En el extremo opuesto a las grandes fincas se encuentra la pequeña propiedad, un sector mayoritario al que pertenecen cuatro de cada cinco explotaciones agropecuarias en la región, destacó la organización sin fines de lucro. En base a los censos agropecuarios en 16 países de la región, Oxfam determinó que las pequeñas fincas utilizan menos del 13% de la tierra productiva total, con una superficie promedio de 9 hectáreas en América del Sur y 1,3 hectáreas en América Central.

En la Argentina existen 246.947 Unidades Productivas Agropecuarias (UPA) registradas, que ocupan 23,2 millones de hectáreas. Las UPA nacionales computan 94 hectáreas cada una, lo que implica una extensión diez veces mayor al promedio de sus vecinos cercanos. El 83% de esas UPA solo abarca al 13,3% del total de tierras lucrativas del país. "En países como Argentina o Uruguay, el tamaño promedio de la pequeña propiedad está cercano a las cien hectáreas, lo que se consideraría gran propiedad en países centroamericanos donde en promedio las fincas pequeñas apenas oscilan entre una y tres hectáreas", sostuvo el trabajo.

La Argentina es miembro destacado de las "repúblicas unidas de la soja", que también integran Brasil, Paraguay, Bolivia y Uruguay, por orden de importancia. Según Oxfam, estos países producen más de la mitad de la soja consumida en todo el mundo. "Entre 1990 y 2014, triplicaron el área de cultivo y quintuplicaron la producción hasta alcanzar conjuntamente más de 150 millones de toneladas en 60 millones de hectáreas, una extensión más grande que la superficie de Paraguay y Uruguay juntos", señaló.

Si bien remarcan que los modelos agroexportadores pueden impulsar el crecimiento económico, mejorar los servicios públicos y favorece la inversión social, también advierten que la dependencia de los sectores extractivos implica riesgos importantes, asociados a la volatilidad en los mercados internacionales y elevados costos ambientales y sociales. ( https://www.ambito.com/politica/se-profundiza-la-concentracion-la-tierra-la-argentina-apenas-1-acapara-33-del-territorio-n3969517 )


(Publicación de 9/2011) “…grupos argentinos poseen grandes extensiones de tierra: Amalia Lacroze de Fortabat, 220.000 has; el grupo Grobocopatel, 170.000 has (reconoce como propias 15.000, al resto, como arrendadas…); el grupo Bemberg (ex dueños de la cervecería Quilmes), 143.000; Whertein, 100.000; la familia Blaquier 45.000; Adecoagro (como socio aparece Soros), 200.000 has; Victorio Gualtieri (vinculado al ex Presidente Eduardo Duhalde y con causas penales) 20.000 has en el delta entrerriano. Deben mencionarse además a los grupos IRSA y El Tejar. Según el Censo Nacional Aropecuario del año 2002, de las 35 familias tradicionales que en el Censo de 1913 concentraban la mayor parte de las tierras, 30 seguían siendo grandes propietarios; destacándose los Anchorena con 40.000 has y los Gómez Alzaga con 60.000”.  

De todo la anterior resulta claramente un alto grado de concentración de la tierra y además tendencia en ese sentido, lo cual expulsa permanentemente de la producción a pequeños y medianos propietarios y otorga a la oligarquía terrateniente un gran poder económico, mediático, judicial y político, que ha jugado siempre de manera retrógrada para los intereses populares y en particular para el impulso a un desarrollo industrial.




Más de 12,5 millones de hectáreas se encuentran en manos de extranjeros, de las cuales casi dos son de firmas radicadas en paraísos fiscales. Mientras el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner buscó limitar el desembarco de foráneos, Cambiemos hizo modificaciones para atraer inversiones y decidió “liberar las tranqueras” territoriales.



Ese árbol lo plantó mi abuelo”, dice Artemio Quintriqueo, el miembro más anciano de la comunidad Pu Lof que lleva su nombre en un rincón del Parque Nacional Nahuel Huapi. Señala con el dedo a un ejemplar en el medio de las coníferas patagónicas, indistinguible en el bosque. Pero él está seguro, es ese. Y eso, para él, es evidencia suficiente para reclamar ese lote como propio.



Quintriqueo es una comunidad mapuche reconocida por la Ley de Comunidades Indígenas 26.160. Pero a unos 80 kilómetros, en Villa Mascardi, otro grupo irrumpió de forma violenta para reclamar cinco hectáreas en un predio que está a nombre de la familia estadounidense Grehan, en un conflicto que quebró la paz del lugar. Hacia el sur, por la ruta 40, un grupo de vecinos realizó el año pasado la marcha por la “soberanía al Lago Escondido”. Fue para reclamar por senderos públicos dentro del predio que pertenece al empresario inglés Joseph Lewis. A escasos kilómetros, en Chubut, murió ahogado Santiago Maldonado durante un operativo de la Gendarmería. El joven estaba allí en apoyo a la causa mapuche, que reclama tierras dentro de la estancia Leleque, de los empresarios italianos Benetton.


La Argentina tiene 266.711.077 hectáreas de tierras rurales con posibilidad de explotación agropecuaria, ganadera, vitivinícola o minera. Es 15 veces la superficie total de Uruguay, nueve veces la superficie de Italia o cinco veces la superficie de España. De acuerdo con datos del Registro Nacional de Tierras Rurales (RNTR) -dependiente del Ministerio de Justicia de la Nación-, un 5,57% de ese territorio rural argentino hoy está en manos de extranjeros. Son 12.520.826 hectáreas, equivalentes, por ejemplo, a casi la mitad de la provincia de Misiones o a 622 veces la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



De acuerdo con el libro Tierras SA, de los periodistas Andrés Klipphan y Daniel Enz, entre los grandes terratenientes argentinos hay extranjeros como Luciano Benetton y Joseph Lewis, pero también conocidas figuras locales. Entre ellos, “ex ministros de Economía, como Pedro Pou y Roque Fernández; ex gobernadores, como Ramón Puerta; estrellas del deporte, como Gabriel Batistuta y Manu Ginóbili; y ricos y famosos, como Marcelo Tinelli y Huberto Roviralta”.


Otros propietarios de la tierra argentina, en cambio, son ignotos. Sus nombres se ocultan detrás de sociedades offshore, empresas de papel que muchas veces le otorgan el beneficio del anonimato a sus verdaderos dueños. En el país, casi dos millones de hectáreas están en manos de firmas radicadas en paraísos fiscales, según los datos provistos por el Registro Nacional de Tierras Rurales ante un pedido de información pública que cursó Chequeado. Es más que la suma de las superficies de Liechtenstein, Bahamas, Islas Caimán, Barbados y las Islas Vírgenes Británicas, cinco de los más afamados enclaves offshore.






La cantidad y la calidad del territorio que puede venderse a personas o empresas extranjeras quedó regulada por la Ley 26.737, que estipuló el Régimen de Protección al Dominio Nacional sobre la Propiedad, Posesión o Tenencia de las Tierras Rurales. Sancionada en diciembre de 2011 e impulsada por el kirchnerismo para frenar “la extranjerización de nuestra tierra”, esa norma estableció, entre otros puntos, un límite de mil hectáreas a un titular extranjero en la denominada zona agrícola núcleo (que está ubicada en el norte bonaerense, el sur de Santa Fe y el sur de Córdoba) o las equivalencias de cada provincia.



La ley fija topes. Las tierras en manos de extranjeros no pueden superar el 15% a nivel nacional, provincial y departamental. Por nacionalidad, a su vez, no puede superar el 30% de ese 15 por ciento. O sea, una misma nacionalidad no puede tener más del 4,5% de las tierras de un departamento, de una provincia o del país.

La normativa no afectó los derechos adquiridos. Si una empresa o una persona extranjera poseían tierras por fuera de los límites impuestos por la Ley 26.737, el Estado argentino no pudo retrotraer la situación, porque hubiera sido inconstitucional, explicaron desde el RNTR. Hoy hay 50 distritos en “offside”, que superan los límites que impone la ley, de acuerdo con documentos provistos por dicho organismo.




Según el Registro de Tierras Rurales, creado por la Ley Nacional 26.737, aproximadamente 62 millones de hectáreas de la República Argentina (35% del territorio Nacional) figura como propiedad de 1.250 terratenientes (0,1% de los propietarios privados). Esta proporción aumenta cuando nos referimos específicamente a la Patagonia Argentina.



Más de 12,5 millones de hectáreas se encuentran en manos de extranjeros, de las cuales casi dos son de firmas radicadas en paraísos fiscales. Mientras el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner buscó limitar el desembarco de foráneos, Cambiemos hizo modificaciones para atraer inversiones y decidió “liberar las tranqueras” territoriales.



Ese árbol lo plantó mi abuelo”, dice Artemio Quintriqueo, el miembro más anciano de la comunidad Pu Lof que lleva su nombre en un rincón del Parque Nacional Nahuel Huapi. Señala con el dedo a un ejemplar en el medio de las coníferas patagónicas, indistinguible en el bosque. Pero él está seguro, es ese. Y eso, para él, es evidencia suficiente para reclamar ese lote como propio.



Quintriqueo es una comunidad mapuche reconocida por la Ley de Comunidades Indígenas 26.160. Pero a unos 80 kilómetros, en Villa Mascardi, otro grupo irrumpió de forma violenta para reclamar cinco hectáreas en un predio que está a nombre de la familia estadounidense Grehan, en un conflicto que quebró la paz del lugar. Hacia el sur, por la ruta 40, un grupo de vecinos realizó el año pasado la marcha por la “soberanía al Lago Escondido”. Fue para reclamar por senderos públicos dentro del predio que pertenece al empresario inglés Joseph Lewis. A escasos kilómetros, en Chubut, murió ahogado Santiago Maldonado durante un operativo de la Gendarmería. El joven estaba allí en apoyo a la causa mapuche, que reclama tierras dentro de la estancia Leleque, de los empresarios italianos Benetton.


La Argentina tiene 266.711.077 hectáreas de tierras rurales con posibilidad de explotación agropecuaria, ganadera, vitivinícola o minera. Es 15 veces la superficie total de Uruguay, nueve veces la superficie de Italia o cinco veces la superficie de España. De acuerdo con datos del Registro Nacional de Tierras Rurales (RNTR) -dependiente del Ministerio de Justicia de la Nación-, un 5,57% de ese territorio rural argentino hoy está en manos de extranjeros. Son 12.520.826 hectáreas, equivalentes, por ejemplo, a casi la mitad de la provincia de Misiones o a 622 veces la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



De acuerdo con el libro Tierras SA, de los periodistas Andrés Klipphan y Daniel Enz, entre los grandes terratenientes argentinos hay extranjeros como Luciano Benetton y Joseph Lewis, pero también conocidas figuras locales. Entre ellos, “ex ministros de Economía, como Pedro Pou y Roque Fernández; ex gobernadores, como Ramón Puerta; estrellas del deporte, como Gabriel Batistuta y Manu Ginóbili; y ricos y famosos, como Marcelo Tinelli y Huberto Roviralta”.


Otros propietarios de la tierra argentina, en cambio, son ignotos. Sus nombres se ocultan detrás de sociedades offshore, empresas de papel que muchas veces le otorgan el beneficio del anonimato a sus verdaderos dueños. En el país, casi dos millones de hectáreas están en manos de firmas radicadas en paraísos fiscales, según los datos provistos por el Registro Nacional de Tierras Rurales ante un pedido de información pública que cursó Chequeado. Es más que la suma de las superficies de Liechtenstein, Bahamas, Islas Caimán, Barbados y las Islas Vírgenes Británicas, cinco de los más afamados enclaves offshore.





La cantidad y la calidad del territorio que puede venderse a personas o empresas extranjeras quedó regulada por la Ley 26.737, que estipuló el Régimen de Protección al Dominio Nacional sobre la Propiedad, Posesión o Tenencia de las Tierras Rurales. Sancionada en diciembre de 2011 e impulsada por el kirchnerismo para frenar “la extranjerización de nuestra tierra”, esa norma estableció, entre otros puntos, un límite de mil hectáreas a un titular extranjero en la denominada zona agrícola núcleo (que está ubicada en el norte bonaerense, el sur de Santa Fe y el sur de Córdoba) o las equivalencias de cada provincia.



La ley fija topes. Las tierras en manos de extranjeros no pueden superar el 15% a nivel nacional, provincial y departamental. Por nacionalidad, a su vez, no puede superar el 30% de ese 15 por ciento. O sea, una misma nacionalidad no puede tener más del 4,5% de las tierras de un departamento, de una provincia o del país.

La normativa no afectó los derechos adquiridos. Si una empresa o una persona extranjera poseían tierras por fuera de los límites impuestos por la Ley 26.737, el Estado argentino no pudo retrotraer la situación, porque hubiera sido inconstitucional, explicaron desde el RNTR. Hoy hay 50 distritos en “offside”, que superan los límites que impone la ley, de acuerdo con documentos provistos por dicho organismo.

https://www.chequeado.com/investigacion/quienes-son-los-duenos-de-las-tierras-en-la-argentina/



En los últimos 30 años, la pobreza siempre afectó a 25 por ciento o más de la población del país. La pobreza deriva en múltiples vulneraciones de derechos de las personas que la padecen y además impide un desarrollo social y económico sustentable del país en su conjunto. En consecuencia, se trata de uno de los principales desafíos del país. A menudo se piensa en la pobreza como una situación homogénea, que afecta a quienes se encuentran en ella de igual modo. Sin embargo, hay múltiples formas de vivir esta situación en la Argentina. Atender a esa diversidad es fundamental para diseñar e implementar políticas públicas específicas para cada escenario.



Hay una dimensión temporal que es preciso tener en cuenta. Alrededor del 28 por ciento de las personas en situación de pobreza la empezaron a experimentar en los últimos dos años, como consecuencia de la recesión económica, la espiral inflacionaria, la destrucción de puestos de trabajo y la pérdida de poder adquisitivo de los salarios. En el caso de estos “nuevos pobres”, la respuesta del Estado debe estar orientada a la promoción de medidas económicas y laborales que permitan generar puestos de trabajo decente y cubrir así sus necesidades de consumo. Aquí, el crecimiento económico juega un rol fundamental, dado que viene acompañado de oportunidades de empleo para esta clase media empobrecida.



No obstante, existe otro grupo de personas que padece la pobreza de forma crónica. Es el 10 por ciento de la población con menores probabilidades de salir de esta situación de vulnerabilidad, incluso en períodos de alto crecimiento económico. Las respuestas de política pública son diferentes en este caso. Primero, porque según un estudio de CIPPEC, PNUD y CEDLAS, esta población está inserta en el mercado laboral. Sin embargo, ocupan puestos de trabajo de baja calidad, informales, con remuneraciones esporádicas y sin acceso a la protección social. Las intervenciones públicas deben, entonces, estar orientadas a la mejora de la calidad de esos empleos, mediante políticas de fiscalización y formalización laboral. Segundo, porque las brechas de género en la participación laboral se amplían respecto de la población no pobre. Esto es producto de las mayores responsabilidades de cuidado y la ausencia de servicios de crianza, enseñanza y cuidado para los niños más pequeños. 




El rol del Estado es el de generar espacios en donde los niños puedan estimularse y vincularlos con ofertas de finalización de la educación obligatoria y formación laboral para sus padres y madres. Finalmente, las políticas deben tener en cuenta la sobrerrepresentación de niños y adolescentes entre las personas que padecen pobreza crónica: son más de la mitad de ese grupo. Las medidas públicas deben contemplar la garantía de ingresos adecuados a las familias con niños, mediante el fortalecimiento de las asignaciones familiares, sobre todo la Asignación Universal por Hijo (AUH). A la vez, es preciso avanzar en una estrategia contra la malnutrición infantil, que incluye la desnutrición pero también el sobrepeso y la obesidad. En consecuencia, es fundamental que el Plan de Lucha contra el Hambre que lanzó el gobierno se convierta, paulatinamente, en una política de garantía alimentaria que contemple lineamientos nutricionales adecuados.

Otra dimensión fundamental a considerar en una estrategia integral contra la pobreza es la territorial. La experiencia del vivir en la pobreza no es la misma en cualquier lugar, dado que cada jurisdicción tiene una estructura de población y de oportunidades económicas diferente. El éxito de las políticas mencionadas antes depende, en buena medida, de cómo se implementen en los territorios. Para ello, es clave contar con un mapeo preciso de la incidencia de la pobreza (y más aún, de los diferentes tipos de pobreza) en cada provincia y departamento, para así poder tomar decisiones informadas sobre qué áreas priorizar y con qué batería de medidas.

En resumen, solamente una estrategia bien informada, correctamente diferenciada según las características de la pobreza, y adecuadamente implementada en el territorio podrá perforar el piso del 25 por ciento sobre el que se erige la pobreza en la Argentina hace 30 años, explica José Florito, Coordinador del programa de Protección Social de CIPPEC. ( https://www.pagina12.com.ar/242707-bajo-supervision-del-estado
 



El Hambre nunca tiene que ver con la producción de alimentos, siempre con la distribución de la riqueza. Monseñor Helder Cámara (1909-1999), en un viejo libro se preguntaba: ¿de qué sirve la carne colgada en el gancho de la carnicería sino tengo plata para comprarla? El caso Argentino es el más paradigmático de todos en este sentido.



La causa madre de todas las inequidades alimentarias argentina es el modelo de producción agrícola que nos asignó la globalización y que definimos como: “monocultivo inducido, con concentración de tierras y rentas”. El principal rol de la agricultura en tiempos del neoliberalismo no es producir alimentos para la mesa familiar, sino excedentes exportables. Para eso el macrismo bajó salarios y jubilaciones. Menos consumo interno, más saldos exportables. Las tierras se reorientan casi exclusivamente a cultivos de exportación, como la soja, que se exporta el 97 por ciento de lo que se cosecha. 
 

Este modelo le arrebató a la ganadería alrededor de 10.000.000 de hectáreas en la pampa húmeda, y deforestó cerca de 7.000.000 de hectáreas de bosque en los últimos 20 años. Donde estaban las vacas se sembró y donde estaba el monte natural se trasladó la ganadería y soja. Esto significo el fin del consumo de cercanía, por lo que desaparecieron cerca de 200000 explotaciones. 



La chacra mixta y los cordones periurbanos que eran los históricos proveedores del consumo de cercanía, ya no existen. Ahora los alimentos viajan miles de km. Este modelo productivo produjo tres consecuencias graves a considerar que impactan de lleno en el costo de los alimentos y que la derecha inteligentemente invisibilizó en el debate político, y el campo nacional y popular por negligencia se lo permitió: 



a) La concentración de tierras y rentas. La plataforma donde se producen los alimentos es el suelo y si el suelo esta concentrado en pocas manos (latifundio) alguien paga demás por esa concentración, ¿más que obvio, no? 



b) Los monopolios alimentarios integrados verticalmente. Esto funciona así: el suelo, más la producción del suelo, más la elaboración de lo que produce el suelo, más el transporte, y la venta de todo “eso” se concentra en una misma y sola mano. Es lo que se llama integración vertical agroalimentaria, léase: Paladini, AGD, Los Grobo, etc. Un modo de producir letal, que hiere a la democracia y a los bolsillos populares por igual. 



c) La irracionalidad logística de la producción de alimentos es total e increíble, y formadora de precio. Todo el proceso antes descripto se hace en camión y con costos dolarizados. Veamos algunos ejemplos: la leche recorre 1000km promedio para llegar a la mesa de los argentinos, la carne alrededor de 500km; todo el pollo y el huevo que consume el NEA y el NOA se “fabrican” en Entre Ríos- Bs As-Sta. Fe, o sea que recorren 1000 km para llegar a los consumidores. 



El 95 por ciento de la cosecha se trasporta en camión, para lo cual necesitamos 5 millones de viajes, mas otro millón para trasladar la hacienda (bovina, porcina, lanar etc.).Todo va y viene por carreteras, miles de Km, todo a base de gas oíl e insumos dolarizados. Ni hablar de la polución que genera, ni de los accidentes viales que están directamente relacionados con esta superpoblación de vehículos. La Argentina tiene los costos de logística más altos de la región, un 33 por ciento de su PBI. El 35 por ciento promedio del precio de un producto es movimiento, y el 50 por ciento de esos costos están dolarizados. Si los alimentos recorren miles de Km para llegar a los consumidores y todo es de modo carretero y en dólares, y los salarios son en pesos; allí, sin duda hay un problema grave, que tiene que ver con la accesibilidad a los alimentos. ¿O no?



La lucha contra el hambre debe incluir necesariamente un cambio rotundo de la matriz productiva. No es solo poner dinero en una tarjeta para la compra de alimentos. Si nos quedamos ahí, corremos el riesgo de que en vez de solucionar el hambre que padecen millones de compatriotas, solo vamos a mejorar los balances de Coto, La Serenísima etc. Los monopolios son parte del problema en la lucha contra el hambre, no de la solución.



¿Que proponemos?: Volver al consumo de cercanía; ¿cómo?, fácil, pero difícil. Crear una secretaria de Estado que se ocupe de la promoción de la agroecología, que verifique e impulse la reconversión productivas de las franjas periurbanas prohibidas de fumigar. De allí debe volver a salir el abasto de las ciudades y pueblos. Reformar la carta orgánica del INTA y darle lugar a otros tipos y modos de producciones, ¿porque tiene que tener la M.E. el monopolio de la representación de los productores en el directorio del INTA? Nada de esto se hace de la noche a la mañana, todo lleva su tiempo, pero en algún momento hay que empezar antes de que sea demasiado tarde. El camino es el del Movimiento Arraigo y la experiencia de San Antonio de Areco durante la gestión de Paco Durañona. Es por allí no por otro lado, escribe Pedro Peretti, Ex director de Federación Agraria Argentina (FAA) .   




"Sin tierra para el productor no puede haber lucha contra el hambre." El coordinador nacional de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), Nahuel Levaggi, lo dice con la claridad de las decenas de "verdurazos" que visibilizaron la ausencia de políticas públicas para la agricultura familiar durante el macrismo; con la contundencia de las 14 mil familias productoras que representan en todo el país un camino hacia la agroecología y con la certeza de los almacenes y colonias agrícolas, que ya demuestran que ese camino es posible. Lo que resta para la UTT es el avance de la Ley de Acceso a la Tierra, que volverán a presentar en marzo, tras cuatro años de impulsarla sin suerte en el Parlamento y con la esperanza de poder hacerla realidad con el inicio del primer año legislativo tras el cambio de Gobierno.



La propuesta de la UTT tiene dos ejes centrales: la creación de una línea de créditos blandos accesibles a los productores de la agricultura familiar, algo así como un "Procrear agropecuario", y el acesso a tierras fiscales para la creación de colonias agroecológicas, una experiencia colectiva que la organización de la agricultura familiar ya hizo realidad en seis localidades a lo largo del país, produciendo verduras agroecológicas y potenciando otras lógicas de comercialización.


2,5 % de la tierra explotada. El modelo extensivo con la aplicación del paquete agroquímico en manos de pocos propietarios es la regla.  


"Comer en la Argentina es caro porque tenemos un modelo de producción dolarizado en tarifas, insumos, combustible y renta de la tierra. Todo está dolarizado menos nuestros salarios.  



Para garantizar que haya alimentos de buena calidad y a precios bajos, el acceso a la tierra es lo primero; sumado al fomento de la agroecología y los mercados de cercanía.  Si se combate el hambre solo con tarjetas alimentarias, el esquema de producción se mantiene y la renta queda en las mismas manos", describe Levaggi.



La opción por la agricultura familiar no hizo mella en la gestión de Juntos por el Cambio, que puso al frente a la cartera de Agroindustria, al ex presidente de la Sociedad Rural, Miguel Etchevehere, y liquidó todas las líneas de trabajo, de diálogo y beneficios para la agricultura familiar. El contexto parece ser otro con el gobierno del Frente de Todos.


Justicia




El primer intento del kirchnerimo por acotar las jubilaciones de privilegio de jueces y diplomáticos resultó derrotado. Fue en mayo de 2012, cuando el entonces titular de la Anses, Diego Bossio, se presentó en el Congreso para advertir que esos sistemas previsionales generaban una desigualdad mayúscula con el resto de los jubilados y provocaban un desequilibrio fiscal cada vez más importante. La jubilación media de los jueces en ese momento se ubicaba en 22.077 pesos, contra los 2.233 pesos del haber medio del régimen general. La diferencia era prácticamente de 10 veces. El lobby de la corporación judicial, sin mayores grietas entre progresistas y reaccionarios, logró en aquella ocasión torcerle el brazo al gobierno y la iniciativa quedó en la nada. Fue una victoria muy redituable para los sectores que defienden la desigualdad social.

Ocho años después, cuando el Frente de Todos vuelve a la carga con el tema, la distancia entre los haberes de los jueces y el resto de los jubilados se ha estirado de 10 a 14 veces. Los primeros pasaron a ganar 293.107 pesos como ingreso medio (la jubilación se multiplicó por 13 en esos ocho años), mientras que los del régimen general quedaron en 20.575 pesos (la suba fue por 9 en relación a 2012). La ampliación de esa brecha de manera tan notable demuestra que efectivamente era necesaria la reforma de las jubilaciones de privilegio en 2012 para evitar que la desigualdad se siguiera agigantando. Si la ley se hubiese aprobado aquel año y los jueces hubieran conservado la distancia de ganar “solo” diez veces más que la jubilación media general, entonces en este momento cobrarían 205.750 pesos de jubilación, no los 293.107 pesos que perciben en realidad. Son unas 200 pizzas que se apropiaron los jueces, en términos de Prat Gay.
Esta evolución regresiva debería motivar alguna clase de autocrítica por parte de quienes se opusieron a la reforma de los regímenes de privilegio a principios de la década pasada. Pero el caso expone cuánto cuesta arrancar avances en materia distributiva.

Ni siquiera la cuestión fiscal movilizó a economistas y sectores de la oposición en este debate. No se puso énfasis en el exceso del gasto público para pagar las jubilaciones de jueces y diplomáticos, ni en ninguno de los otros dogmas neoliberales que se usan habitualmente para cortar derechos a las mayorías populares. A Juntos por el Cambio en esta ocasión lo sensibiliza no afectar derechos adquiridos. Esa es su preocupación principal, que se mantengan los beneficios extraordinarios para los jueces y diplomáticos por el mayor tiempo posible. Es una actitud loable. Garantizar derechos, aunque sean privilegios para unos pocos en un escenario de emergencia social. Por eso el PRO, la UCR y la Coalición Cívica reclaman la inclusión de un artículo que diga taxativamente que ningún integrante del sistema judicial perderá los derechos adquiridos. Esa defensa conmovedora contrasta con el desprecio que mostró el gobierno de Mauricio Macri en relación a los derechos adquiridos de la inmensa mayoría de los argentinos durante su gestión.

El régimen de jubilaciones especiales para los jueces ocasionó un déficit al Estado de 9.914 millones de pesos el año pasado, ya que los aportes de los beneficiarios de esa caja no alcanzaron a cubrir los gastos que ocasiona pagar haberes tan altos, de 293 mil pesos en promedio en diciembre último. Esos 9.914 millones de pesos que tuvieron que detraerse del presupuesto general para tapar el agujero de los jueces hubieran alcanzado para pagar 704 mil jubilaciones mínimas del sistema público de reparto (de 14.068 pesos en diciembre). En este punto también se observa lo grave que fue no haber aprobado la reforma de las jubilaciones de privilegio en 2012. En aquel año, el déficit del sistema previsional judicial resultó de 433 millones de pesos, lo que equivalía a 257 mil jubilaciones mínimas de 1687 pesos. Es decir, el impacto en términos distributivos creció exponencialmente los últimos ocho años. Se pasó de utilizar los recursos equivalentes a 257 mil jubilaciones mínimas en 2012 para pagarles más a los jueces a 704 mil haberes mínimos en 2019.



El Ministerio de Trabajo proyectó una agudización del problema hacia adelante si no se acotan los privilegios de los magistrados y demás miembros del Poder Judicial. En 30 años, estimó, el déficit fiscal que se produciría por sostener sus jubilaciones pasaría de los 9914 millones de pesos de 2019 a 27.937 millones.

Más allá de la cuestión presupuestaria, los jueces tampoco encuentran auxilio en otro argumento usual de los sectores conservadores para defender sus intereses: la comparación con “el mundo”. Argentina debe hacer lo que se hace en el mundo, dicen, en referencia a los países centrales de Occidente. En ese sentido, la legislación comparada les juega en contra. En España, país de referencia para la estructura jurídica argentina en materia previsional, no existe un régimen especial para los jueces. El tope de ingresos es de 2600 euros mensuales, según destacó la diputada Mirta Tundis en la sesión de la Cámara baja. En Brasil, ya analizando la situación en la región, tampoco existe un régimen especial para el Poder Judicial. En Colombia los jueces se jubilan dentro del régimen general, y las prestaciones no pueden superar el equivalente a 25 salarios mínimos. En México los jueces están incluidos en el sistema previsional del conjunto de los trabajadores del Estado. En Uruguay sí se aplica un sistema especial, con 70 años como edad mínima para el retiro.

Los mismos conceptos que involucran al Poder Judicial se pueden aplicar para los jubilados del Servicio Exterior. En su caso, el haber medio era de 27.560 pesos en 2012, en tanto que en la actualidad alcanza a 335.934 pesos. Es decir que la jubilación de los diplomáticos se multiplicó más de 12 veces, contra 9 veces de la jubilación media del régimen general. En consecuencia, en 2012 su ingreso era equivalente a 12 haberes medios del sistema de reparto (de 2233 pesos), mientras que ahora son más de 16 veces (con una jubilación media general de 20.575 pesos).

Frente a tanta desigualdad, la voluntad política que muestra el gobierno de Alberto Fernández para retomar una antigua disputa de su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, refleja la continuidad de los procesos políticos. Algo similar se observa en relación al debate por la suba de retenciones para la soja. Son disputas que exigen una fuerte unidad del campo popular para poder avanzar. Es de esperar que esta vez sea una lección aprendida.

El licenciado en Periodismo y Comunicación Social en la Universidad Nacional de La Plata, Julián Maradeo, dio detalles de "Lobby: como se construye el (verdadero) poder detrás del poder", su último trabajo junto a Ignacio Damiani donde exponen la matriz de intereses que dominan la Argentina y que conocemos como lobby: la Iglesia, los sindicatos, las corporaciones empresarial y financiera, la política y el poder judicial.

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La justicia argentina es opaca y está lejos del control de la ciudadanía", explicó el periodista cuyas investigaciones vinculadas a las estrategias de comunicación de los movimientos sociales, el integrismo católico, las cárceles bonaerenses y Jaime Perriaux, entre otros, fueron publicadas en Página 12, Tiempo Argentino, La Izquierda Diario y Revista Ajo.

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La mayoría de los políticos prefieren acordar antes que ir a fondo", señaló.

Según Maradeo, la causa de los cuadernos de la corrupción "
es trascendental más allá de lo que pueda llegar a afectar políticamente porque afectó la reputación corporativa de muchas empresas argentinas".
( http://infobrisas.com/nota.php?id=18942 )

Los diputados que responden exclusivamente a Roberto Lavagna no dieron quorum en la escandalosa sesión donde se aprobó el nuevo régimen de jubilaciones especiales. Se trata de un sector que supo ayudar al gobierno nacional en otros temas como las leyes de emergencia. Pero esta vez, a pesar de que el propio Lavagna había advertido sobre “recortar privilegios”, la actitud cambió. Por un lado, se habla de un mensaje a Sergio Massa por excluirlos de la comisión que debatió el tema jubilatorio. Por otro, había hecho mella en la bancada del exministro de Economía las presiones del lobby de los jueces. La cuestión será determinante para el oficialismo cuando se discuta la reforma judicial.

Sí contaron con los cordobeses que integran el interbloque del lavagnismo, pero que no responden directamente al economista.

Y resultó muy extraño que después apareciera Alejandro ‘Topo’ Rodríguez a votar junto con el oficialismo a pesar de que al principio tampoco dio el presente.
La ausencia de los lavagnistas fue un mensaje para Sergio Massa, que los habría excluido de las negociaciones por la norma y de la comisión que debatió los cambios al régimen jubilatorio de jueces y diplomáticos.

El bloque de Lavagna emitió un comunicado oficial al respecto donde dijo: "Nuestro interbloque (Federal) ha sido absolutamente excluido de este debate, privándosenos incluso de participar de la Comisión de Previsión Social, que por composición del cuerpo nos corresponde. La modificación al sistema previsional del Poder Judicial es un tema emblemático, en el que era absolutamente necesario la búsqueda de acuerdos y consensos".



Además, detallaron que "el sistema previsional ha sufrido los vaivenes de las coyunturas políticas. Aún recordamos el recorte del 13% al que apeló el gobierno de (Fernando) De la Rúa, cuando tenía como ministra a la señora (Patricia) Bullrich, o el brutal asalto al bolsillo de los jubilados del gobierno de (Mauricio) Macri cuando cambió la fórmula, o el reciente decreto del Poder Ejecutivo".

"Es un tema estratégico, que debe ser verificado de manera integral y fundamentalmente considerando que se trata del sistema previsional con lo que significa previsionar en la vida de las personas. Volvemos a exigir la necesidad de que el oficialismo considere los resultados electorales de las pasadas elecciones, fundamentalmente en lo que hace a su propia composición a efectos de adoptar las actitudes de respeto y consideración que merecemos todos los representantes del pueblo", insistieron.

Esa bancada también estuvo bajo presión del lobby judicial que operó para hacer naufragar el proyecto oficial sobre las jubilaciones…y que casi logra que no se haga la sesión.

La actitud de los lavagnistas anticipa cómo podrían actuar cuando aterrice en el Congreso la reforma judicial que incuba Alberto Fernández.

Los lavagnistas ‘puros’ son los integrantes del bloque denominado Consenso Federal Graciela Camaño, Jorge Sarghini y Alejandro ‘Topo’ Rodríguez. A ellos se suman los del bloque Justicialista Eduardo ‘Bali’ Bucca y Andrés Zottos. El interbloque lo completan cordobeses y progresistas como Enrique Estévez y Luis Contigiani.
Son los que no dieron quórum, excepto por los cordobeses.
Aunque el ‘Topo’ bajó más tarde a la sesión y votó a favor del proyecto del Gobierno.

Otro dato: antes de la sesión, el bloque de Lavagna, conducido por Bucca, y el de Schiaretti no condicionaron su apoyo al proyecto a la negociación con los gobernadores. 

 

Pero algunos diputados plantearon diferencias. Zottos firmó el dictamen y planteó la necesidad de incluir en el debate los pasivos provinciales para con Anses y el Tesoro Nacional.
Fue uno de los que después no dieron quorum.

Antes de la sesión, el ‘Topo’ había dicho: "Estamos estudiando el proyecto. Requiere análisis de expertos en lo legal, previsional y financiero. Ambos regímenes especiales necesitan ser modernizados y actualizados. Me parece lamentable que el método que quieran imponer en la Cámara sea el del ‘arreo’. Así no van a llegar a ningún lado”.
Fue uno de los que después votó a favor.

¿Y qué dijo Lavagna al respecto de la ley? El 25/2 en una entrevista con Radio Con Vos dijo que “hay que recortar privilegios”.
Consultado por el proyecto del Frente de Todos, resaltó que el cambio en la fórmula jubilatoria “era inevitable” a pesar de la polémica generada.

Decir que nada se puede tocar es demagógico. Hay que pensar en los que menos tienen y tratar de recortar privilegios. En el mundo en general, los sistemas jubilatorios están quebrados y hay que animarse a enfrentar el problema”, dijo.

El Senado comenzará a debatir la próxima semana, en un plenario de comisiones que será convocado para el miércoles o el jueves, el proyecto de ley de reforma de las jubilaciones de privilegio de la justicia y el servicio exterior que ya cuenta con media sanción de Diputados.

La decisión fue adoptada en una reunión de la comisión de Trabajo y Previsión Social que ayer quedó formalmente constituida, y será presidida por el legislador del Frente de Todos, Daniel Lovera.

En ese marco, el titular de la comisión de Trabajo informó que coordinará con las autoridades de la comisión de Presupuesto, que encabeza el peronista cordobés Carlos Caserio, la convocatoria al plenario para debatir el proyecto impulsado por el Poder Ejecutivo.

A horas del discurso del presidente Alberto Fernandez con el que quedaronan oficialmente inauguradas las sesiones en el Congreso de la Nación, donde se espera que Alberto Fernández adelante reformas en el poder judicial, el ex juez Luis Federico Arias opinó sobre las funciones de los magistrados. “El poder judicial no tiene vinculación con la sociedad. Los jueces no sienten la necesidad de legitimarse frente a la sociedad”, expresó Arias y sostuvo que es necesario que haya mayor diversidad y representación dentro de la justicia. “Si un juez tiene que enfrentarse con grandes poderes para defender el derecho de la gente no lo va a hacer. Prefiere no pelearse con las corporaciones que lo sostienen en el poder”, manifestó. Ante esta situación, Arias sostuvo que el gran desafío es tener audiencias públicas para cada postulante a juez o fiscal. “Un intendente dura cuatro años en su cargo, un juez toda la vida”. 


Sobre la discusión de la reforma de las jubilaciones de privilegio de jueces y fiscales Arias consideró que no está mal que los jueces y fiscales ganen bien, pero tiene que haber límites por una cuestión de justicia distributiva. “No puede haber diferencias tan elevadas”, expresó el ex juez y sostuvo que de igual manera existe una generalización en cuanto a los jueces dado que no todos cobran igual. “Hay mucha demonización y mucho mito con respecto a los jueces. Miran al poder judicial como si todos los jueces fueran de Comodoro Py”. 

Medios de comunicación

WarnerMedia es una compañía conformada como resultado de la adquisición de Time Warner por parte de AT&T. Esta operación fue anunciada en 2016 pero fue materializada dos años más tarde, luego de verse demorada por el rechazo de Donald Trump, presidente de Estados Unidos. En Argentina WarnerMedia cuenta con la propiedad de las señales  de TV paga Cartoon Network, Boomerang, Space, TNT, TNT Series, Warner Channel, TBS, TCM, CNN, I-Sat, Much Music, Tooncast, truTV, HTV. Turner Broadcasting System es la división que opera la mayoría de estos canales, mientras que Home Box Office está a cargo de Cinemax y las señales premium, como HBO y Max Prime. La presencia de WarnerMedia en el campo info-comunicacional es mucho más amplia que la televisión. Entre otros activos, posee estudios cinematográficos, la Warner Bros, DC Comics y CNN Radio.
AT&T es además dueña de DirecTV, que tiene a su vez la mitad del paquete accionario de Torneos, uno de los propietarios de la señal TyC Sports (el otro propietario de este canal es el Grupo Clarín). De este modo AT&T tiene en su posesión el 25% de la señal deportiva.
ViacomCBS es uno de los grupos mediáticos más importantes en la televisión argentina. En 2016 compró Telefe a la española Telefónica por un monto de U$S 345 millones. Junto con en esa señal de aire adquirió otras ocho emisoras de diferentes puntos del país: Canal 7 de Neuquén, Canal 8 de Mar del Plata, Canal 5 de Rosario, Canal 8 de Córdoba, Canal 11 de salta, Canal 9 de Bahía Blanca, Canal 8 de Tucumán y Canal 13 de Santa Fe. ViacomCBS cuenta además con la propiedad de Nickelodeon, Nick Jr, MTV, Comedy Central, Paramount y VH1.

Viacom fue creada en 1973 como una división de la CBS, de la cual debió ser escindida por una imposición de la Federal Communications Commission de Estados Unidos. No obstante CBS fue adquirida por Viacom en 1999. En 2006 ambas compañías comenzaron a funcionar en dos divisiones distintas, aunque tenían al mismo accionista mayoritario, National Amusements. Finalmente a fines de 2019 se concretó la fusión de las operaciones de Viacom y CBS, formando ViacomCBS. En diciembre de ese año este conglomerado mediático compró el 49% de Miramax, el estudio cinematográfico fundado por Harvey Weinstein. La actuación de Viacom en el cine no se limita a la propiedad de Paramount Pictures y su participación en Miramax, sino que controla además la cadena de cine Showcase, que llegó a la Argentina en 1997. 


Otros actores de la TV paga son NBCUniversal (Studio Universal, Universal Channel, SyFy, E! Entertainment), Discovery Communications (Discovery Channel, Discovery Kids, ID Investigación, Discovery Home & Health, Animal Planet, Golf Channel, Discovery Turbo, TLC) y AMC Networks (AMC, El Gourmet, Europa Europa, Mas Chic, Film & Arts). Sony Pictures Entertainment es propietaria de las señales Sony y AXN, pero además participa como una de las dueñas en el canal Lifetime, en sociedad con A&E Networks.

A&E Networks, que posee las señales A&E y History, se encuentra bajo la propiedad, en partes iguales, de The Walt Disney Company y Hearst. Disney y Hearst además están asociados en ESPN, donde la primera compañía cuenta con el 80% de su control y la segunda con el restante 20%. Disney no solo ejerce el control de ESPN sino también de Fox Sports, tras adquirir los principales activos de 21st Century Fox. Si bien Rupert Murdoch retuvo la propiedad de Fox Sports en Estados Unidos, vendió la operación de esta red orientada a la programación deportiva en América Latina. De este modo, Disney es propietaria de Fox Sports en Argentina pero no en Estados Unidos. En la transacción con 21st Century Fox, Disney además se hizo con el control de las señales Cinecanal, FX, FXM, Fox, Fox Life y BabyTV, sumándose no solo a ESPN sino también a Disney Channel, Disney XD y Disney Jr.

The Walt Disney Company es posiblemente el conglomerado más importante en la distribución cinematográfica en Argentina, ya que a través de su filial Buena Vista suele contar con los títulos más taquilleros.

Las empresas mediáticas más importantes de la televisión argentina controladas a su vez por accionistas argentinos son el Grupo Clarín y el Grupo América.

A través de ARTEAR, Clarín tiene bajo su propiedad las señales de aire Canal 13 del Área Metropolitana de Buenos Aires (El Trece), Canal 7 de Bahía Blanca, Canal 12 de Córdoba (El Doce) y Canal 6 de Bariloche. ARTEAR además está a cargo de la representación comercial de señales que no les pertenece: Canal 10 de Tucumán, Canal 9 de Resistencia, Canal 10 de Río Negro, Canal 10 de Mar del Plata y Canal 9 de Paraná (Nueve Litoral). Estos dos últimos son propiedad del Grupo Neomedia.

Las señales de TV paga cuyo dueño es Clarín/ARTEAR son TN, Metro, Magazine, Volver, Canal (á), Quiero y America Sports. Este grupo además es accionista del Canal Rural, a través de la firma Inversora de Eventos. Clarín cuenta también con una participación minoritaria en el Canal 9 de Mendoza, a través del diario Los Andes. El Grupo Clarín cuenta además con la posesión del diario Clarín, La Voz, Olé, Radio Mitre, la cableoperadora Cablevision y la empresa de telefonía Telecom, entre muchos otros activos.

El Grupo América es dueño de LS86 América TV. Las otas señales televisivas de aire bajo su propiedad son Canal 7 de Mendoza, Canal 6 de San Rafael, Canal 8 de San Juan y Canal 10 de Junín. En TV paga posee A24. El Grupo América cuenta además con emisoras de radio en diferentes parte del país, como La Red, Radio Nihuil, FM Blue, entre otras.

La señal de cable con mayor audiencia de 2019 fue C5N, de Indalo. Esta compañía es propietaria además de CN23, aunque su programación es totalmente controlada por la Iglesia Universal del Reino de Dios.

Otras empresas de medios en Argentina con canales de televisión son Telecentro (Canal 26, Telemax), Grupo Olmos (Crónica, CM Canal de la Música), Perfil (Net TV), La Nación (LN+), Kuarzo (KZO). En la televisión abierta tradicional, algunas empresas licenciatarias son Albavisión (Canal 9 del AMBA), Imperio Televisión (Canal 13 de Río Cuarto) y Radio Visión Jujuy (Canal 7 de Jujuy).



Las grillas de los servicios de TV paga están ocupadas principalmente por señales pertenecientes a grupos de origen extranjero (y particularmente de capital estadounidense), y de hecho el canal de aire con mayor rating, Telefe, está bajo control de una compañía norteamericana. La extranjerización es una de las características esenciales de la televisión argentina, donde la concentración mediática tiene a WarnerMedia, Viacom y Disney como sus actores más importantes. Junto a ellos, el Grupo Clarín está posicionado como el grupo de origen argentino más influyente en el sistema mediático, incluyendo el sector televisivo.

Los mapas de medios son útiles pero no son la fuente de la sabiduría. Según cómo estén hechos, sirven mucho para algunos objetivos y muy poco para otros. Como toda cartografía es útil para ubicarse en el espacio, trazar relaciones, vínculos y distancias. Muestran cantidad de empresas de medios y su nivel de diversificación por rubros tradicionales pero dicen poco sobre su relevancia ante las audiencias o su peso específico económico. Por eso, no son útiles para basar en ellos deducciones tajantes sobre cuestiones que seguimos evaluando como claves como si Internet nunca hubiera ocurrido y como si las fronteras entre lo que fueron los mass media y lo que son los new media no fuesen crecientemente inestables y porosas. En tanto estructuras estáticas, los mapas son además una foto de un instante en un ámbito técnico y cultural que se caracteriza por su acelerado dinamismo.

Los medios masivos de comunicación en Argentina, entendidos por supuesto como aquellas tradicionales industrias culturales de la radiodifusión y la prensa gráfica, fueron afectados en las últimas dos décadas por la caída de los niveles de audiencia y por la fragmentación del público, la globalización de la cultura y la política, y la formación de conglomerados nacionales e internacionales de medios, entretenimiento, telecomunicaciones y tecnología, ámbitos que convergen hacia un mismo mercado. En ese contexto, el mapa de medios nacional presenta regionalismos destacados: grupos de escala provincial -diversificados o no- suelen dominar la escena en cuanto a la relevancia informativa a escala local (Ick en Santiago del Estero, Radiovisión en Jujuy, Aldrey Iglesias en Mar del Plata o Cadena 3 en Córdoba, por ejemplo), que no consideraremos en este recorrido, en el que nos centraremos en un panorama general sobre los llamados “medios nacionales” -aquellos cuyo alcance, total o parcialmente, se extiende a todo el territorio-.

En las tres décadas y media que transcurrieron desde la recuperación de la democracia en 1983 hubo distintos momentos en la configuración de la industria mediática. Hasta 1989, una presencia mayoritaria estatal en la radiodifusión -especialmente en la televisión-, una oferta deliberadamente acotada de contenidos y una gran vitalidad de la prensa gráfica que se fortaleció con la recuperación de mayores niveles de la libertad de expresión y de prensa. En esos años aún regía la prohibición de la propiedad cruzada entre esos dos tipos de medios, quien tenía diarios no podía tener televisión ni radio. A partir de 1989, con el nuevo gobierno peronista de Carlos Menem, regresaron los capitales privados al sector audiovisual, que habían sido expulsados por otra peronista, María Estela Martínez de Perón, en 1974, y la derogación de aquella prohibición permitió nuevamente la formación de conglomerados de la comunicación.

En un mismo punto arrancaron el grupo Clarín y el grupo Atlántida, entre otros que accedieron a señales de televisión abierta al participar de los procesos de licitación de los canales. Hacia finales de la década de los 90 dos grandes grupos rivalizaban en casi todos los segmentos del mercado de los contenidos y la TV por cable (que ya era un tipo de medio especialmente relevante por su penetración y rentabilidad): Clarín y Citicorp Equity Investment (CEI), que funcionó en sociedad con Telefónica de España. Para esta época empieza a ser nuevamente relevante la presencia de capitales extranjeros en el sector -ya lo habían sido a mediados de los 60- y la consolidación de conglomerados diversificados.

El estallido económico de 2001 y la profunda crisis económica, social y política del país impactó en la configuración del sector: muchos de los actores extranjeros comenzaban a retirarse y una regulación sancionada por entonces impidió que las empresas nacionales en default -como el resto del país- quedasen bajo control de sus acreedores externos.

En 2003, cuando Néstor Kirchner llegó a la presidencia de la Nación el grupo Clarín había logrado sortear con éxito la turbulencia política y económica de los años previos -y salvo por la venta de sus activos en la telefonía móvil del interior del país- conservaba todas sus empresas y había renegociado exitosamente su abultada deuda en dólares. El grupo Uno (años después rebautizado como grupo América por el nombre de su señal de TV) se presentaba como el segundo grupo diversificado con intereses en televisión abierta, radio, prensa gráfica en el interior del país y televisión por cable. Había dos grandes editoriales de revistas, Perfil y Atlántida, y Telefónica conservaba su presencia en televisión con Telefe -cosa que ocurrió hasta 2016- y Canal 9, y en radio con AM Continental, que se aprestaba a vender al grupo español Prisa, donde la empresa telco tuvo participación en los últimos años. 

 

Aunque rápidamente se enfrentó con algunos medios -como la editorial Perfil, editora del semanario homónimo y de la revista de actualidad Noticias- y el diario La Nación, Kirchner buscó el favor de los medios nacionales para los que hasta entonces había sido apenas el gobernador de una lejana y despoblada provincia de Santa Cruz. En diciembre de 2007, aprobó la extensión de las licencias de los canales de TV abierta y antes había autorizado la fusión de las dos principales empresas de TV paga del país, Cablevisión y Multicanal, que quedaron bajo control del grupo Clarín -que por entonces ya expresaba su intención de avanzar hacia el negocio de las telecomunicaciones, proyecto que había tenido que postergar años antes-. El año señalado como quiebre fue 2008, cuando el kirchnerismo enfrenta una fuerte protesta agropecuaria cuya cobertura mediática disgusta al partido gobernante.

Durante la década kirchnerista, por las políticas gubernamentales, la aceleración de la transformación tecnológica, la masificación de los nuevos medios sociales y el cambio de hábitos de consumo de las audiencias, comenzaron a verse cambios en el mapa general de los medios. El kirchnerismo alentó -y financió con fondos públicos- la creación de empresas de medios afines a su partido, cuyos mayores exponentes fueron los grupos Veintitrés, Indalo y Electroingeniería, que adquirieron medios y productoras de contenidos existentes y fundaron nuevas. A la vez, a través de cambios regulatorios, como la ley audiovisual de 2009 y la ley de telecomunicaciones de 2014, o de presiones administrativas (a través de la entonces Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual-Afsca, la Comisión
Nacional de Valores-CNV y la Secretaría de Comercio Interior, entre otros organismos), económicas (por ejemplo, con la prohibición de que las cadenas de retail pauten avisos en diarios y la discriminación en el reparto de la publicidad oficial), fiscales (con inspecciones especiales de la AFIP), judiciales (con el impulso de la causa Papel Prensa) o mediáticas (hostigamiento desde la pantalla de la TV Pública o a través de medios adictos) intentó perjudicar a las empresas de medios tradicionales. La tendencia a la conformación de medios adictos se aceleró a partir de 2011 durante el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner, que también profundizó el despliegue de medios y subsidios públicos, y un aumento sin antecedentes en los fondos destinados a la publicidad oficial, repartida además de manera discrecional como confirmó la Corte Suprema en sus sucesivos fallos Perfil, Artear y La Cornisa. En ese período el empresario Daniel Hadad había logrado conformar una empresa audiovisual y digital muy relevante, el grupo Infobae, cuyos activos de radio y televisión terminó vendiendo a Indalo en 2012. Otra empresa que consolida su presencia en el país es Albavisión, de capitales mexicanos, que adquiere Canal 9 y algunas emisoras FM en Buenos Aires. Durante el kirchnerismo también florecieron decenas de nuevos medios públicos, en particular en radio y televisión universitaria, provincial y municipal, destacándose las señales oficiales de Santa Fe y Mendoza, fruto de las autorizaciones previstas en la ley de medios de 2009. La legislación siguió frenando artificialmente durante esos años la competencia en televisión por cable y el despliegue de redes fijas y móviles que mejoraran la conectividad del país, que se deterioró y afectó las comunicaciones interpersonales. 

 

En las elecciones de presidenciales de 2015 triunfó el frente Cambiemos y llevó a la presidencia Mauricio Macri, algo inesperado para buena parte del sistema político y mediático. Uno de los mayores grupos de medios paraestatales kirchneristas, el grupo Veintitrés, implosionó pocos meses después: su señal de noticias, sus diarios y revistas y sus emisoras de radio se descontinuaron, desaparecieron o entraron en grave crisis y para mediados de 2016 ya no existían. El diario Página 12 -el más beneficiado con publicidad oficial durante el gobierno anterior- cambió de propietarios, quedando en manos de un sindicato vinculado al kirchnerismo. A finales de ese mismo año, Telefónica se desprendía del único medio tradicional que conservaba en propiedad en todo el mundo, la red de TV abierta Telefe (que también había sido uno de los canales que mayor cantidad de publicidad oficial recibió durante el kirchnerismo). Los ámbitos de la gráfica y la radio fueron los más afectados por el cambio de época y la acumulación de debilidades estructurales en los modelos de negocios y las plantas de trabajadores que no fueron atendidas por los empresarios mientras duró la bonanza de los recursos públicos en los años previos.

El nuevo gobierno sostiene que reducirá los recursos públicos destinados a publicidad oficial federal -que superan largamente los 100 millones de dólares anuales desde hace varios años-, lo que podría acelerar la transformación del ecosistema mediático, que ya está en marcha, con nuevos cierres y cambios de manos. La administración Macri derogó artículos clave de las leyes de medios de 2009 y Argentina Digital de 2014, cerró todos los planes de adecuación de distintas empresas a las normas derogadas, confirmó las licencias otorgadas por la gestión anterior a medios audiovisuales comunitarios -que siguen accediendo a fondos de fomento- y otorgó a la Editorial Perfil dos señales de TV abierta digital, una FM y una AM en Buenos Aires, que habían sido negadas a esa empresa por el gobierno anterior. Además, alentó la llegada de capitales extranjeros al sector audiovisual, particularmente el desembarco de Viacom en Telefé, de Turner y Fox en la compra de los derechos de televisación del fútbol -y el lanzamiento de nuevas señales- y el lanzamiento de una versión local de CNN, cadena de noticias que emite algunas horas de programación desde Buenos Aires. A la vez, la nueva gestión mantiene la oferta de medios públicos que heredó del kirchnerismo. Aunque algunos sindicatos subrayan como excepcional la pérdida de empleos en el ámbito de los medios tradicionales las únicas cifras oficiales disponibles señalan que esa pérdida de puestos de trabajo en la edición de publicaciones y emisiones comenzó en 2008 y siguió a un ritmo anual de 1000 empleos menos cada año hasta 2017. Una tasa de retracción similar a la que muestran mercados desarrollados como los Estados Unidos, lo que muestra que la transformación estructural de la comunicación es un fenómeno global, más allá de que pueda tener particularidades nacionales.

Todo este panorama coincide con la expansión de servicios de contenidos a demanda vía Internet, como Netflix o Spotify, y la masificación de las redes sociales, que por primera vez en tres décadas le ponen presión a la TV por cable, que muestra los primeros indicios de pérdida de abonados y a la TV abierta, cuyo rating acumulado cae año tras año.

Habrá que seguir observando y cartografiando los sectores, las empresas y las audiencias si se quiere entender hacia dónde vamos. Y no alcanzará sólo con un mapa.



 José Crettaz secretario de Fopea, director de las licenciaturas en Ciencias de la Comunicación y Gestión de Medios y Entretenimiento de la Fundación UADE y coordinador general del Centro de Estudios sobre la Convergencia de las Comunicaciones (ConverCom).

Teniendo en cuenta que la crisis que transitan las empresas de medios en el mundo, y también en la Argentina, modifica el ecosistema mediático, este artículo analiza la situación desde la perspectiva local y el rol de FOPEA en este escenario.


La industria de los medios a nivel mundial está transitando una fuerte crisis estructural desde hace 10 años. La debacle financiera que se inició en el año 2008, y que impactó especialmente a los Estados Unidos y Europa fue la punta del ovillo para que los medios -ahora con enfoque multiplataforma-, comenzaran a revisar sus modelos de negocios y sus modelos organizacionales que heredaron de una industria de medios, mayoritariamente gráfica.

Los reportes de la época indican que entre 2008 y 2009, en Estados Unidos unos 35.000 periodistas quedaron sin trabajo a raíz de despidos por reducción de planta o cierre de medios, algunos de ellos centenarios. Sólo a modo de ejemplo, en España, entre 2008 y 2016 cerraron 375 medios de comunicación y perdieron su empleo cerca de 12.000 periodistas. Una realidad nada lejana a lo que ocurre en otros países de Europa.

Pero la crisis financiera y económica global no fue el único motivo por el que los medios hicieron este feroz ajuste, las transformaciones tecnológicas a partir de la fuerte penetración de Internet impactaron de lleno en la industria de los medios de comunicación tradicionales. Por un lado, cambiaron los hábitos de consumo de los contenidos noticiosos por parte de las audiencias dispersando su atención a través de múltiples plataformas digitales –muchas de ellas no dedicadas a contenidos informativos- y por otro lado, también se requirió un cambio en la producción de contenidos.

En este sentido, con la incorporación de nuevas plataformas de distribución existe la necesidad de introducir nuevas habilidades a la producción de contenidos en los medios, antes exclusivamente gráficos o audiovisuales; ahora híbridos y diferentes con la suma de nuevas herramientas y modos de publicar los contenidos. Adicionalmente, gran parte de los medios de comunicación qno acompañaron este proceso de transformación capacitando a sus periodistas y ahora pretenden generar adaptaciones impetuosas y cambios drásticos. Aún así, estos cambios son inexorables y los periodistas que no fueron parte de estos procesos de transición con el acompañamiento de los medios, o que no se prepararon de forma personal, hoy se ven afectados de forma ineludible.

Lo cierto es que este complejo escenario demoró algunos años en reflejarse por completo en la Argentina. Una razón tuvo que ver con la brecha tecnológica, ya que en nuestro país el acceso a Internet y la adopción de nuevos dispositivos de conectividad no se generó con tanta velocidad como en otras regiones y eso permitió que los medios tradicionales mantuvieran durante muchos años el liderazgo ante las audiencias.

Y como segundo factor determinante para que este proceso de reestructuración impacte hoy en la Argentina, y no años antes, se hace obligatorio mencionar el reparto inusitado de publicidad oficial, que el Estado -en sus diferentes niveles y sectores-,  efectivizó desde 2003 hasta fines de 2015 beneficiando especialmente a medios afines al Gobierno de turno. Más aún, gran parte de estos medios fueron creados especialmente como parte de una estrategia de comunicación oficialista que funcionó como usina informativa de los temas de interés de dichos gobiernos. Este factor ayudó a sostener medios de forma artificial en un contexto adverso a nivel global.

Los efectos negativos del reparto discrecional de pauta oficial

En el marco del contexto señalado, el periodismo argentino atraviesa una crisis laboral como nunca ha visto en su historia. Y que responde a causas exógenas como los cambios producidos a nivel mundial por las transformaciones tecnológicas que tienen su prinicipal impacto en los medios gráficos por las alteraciones en los patrones de consumo del público a través del uso de Internet. Pero también su realidad laboral fue afectada por cuestiones endógenas, que se dieron en forma casi excluyente en nuestro país.

En este panorama ha calado en forma particularmente profunda la implosión provocada por la desarticulación de la burbuja artificial de la publicidad oficial. Este fenómeno que caracterizó a los gobiernos kirchneristas que durante años alimentaron a fuerza de recursos públicos la existencia y proliferación de medios afines a su pensamiento, con un sesgo discriminatorio hacia aquellos que no compartían su ideología y que eran críticos de su gestión, desapareció o se redujo en forma abrupta con el cambio de administración en la Casa Rosada, el 10 de diciembre de 2015.
Esa herramienta se utilizó sin ningún criterio de transparencia y lógica para comunicar a una mayor cantidad de ciudadanos las campañas públicas del Estado, favoreciendo en particular a grupos empresarios que sólo les interesó el dinero, sin preocuparse por el ejercicio del periodismo. Ese modelo nacional se replicó también en gobiernos provinciales y municipales (de diferentes partidos políticos) como una forma de mantener empresas privadas de medios afines a sus administraciones.

La falta de un compromiso serio con el fomento del periodismo profesional por parte de ciertos empresarios de medios (sobre todo los advenedizos que sólo buscaron un rédito económico o fomentar otros tipos de intereses -políticos, de influencia, o lo que fuera-, con una mirada cortoplacista) fue determinante en el deterioro de la calidad de la información y también en la credibilidad de la sociedad en la prensa, principal sostén de su existencia. Lo mismo ocurrió en muchos casos en los medios públicos (nacionales, provinciales y municipales) que fueron interpretados por las autoridades de turno como simples órganos de publicidad encubierta. Es decir como medios gubernamentales, en lugar de medios públicos. 

El caso del Grupo 23

El caso más emblemático en el ámbito privado, por dimensiones y características, fue el del denominado «Grupo 23» en el que confluían las radios América, Splendid, Vorterix y Rock&Pop, la señal de noticias CN23, los diarios Tiempo Argentino, El Argentino -en su versión nacional y sus ediciones locales-, Buenos Aires Económico y Diagonales -La Plata-, el sitio de noticias Infonews, el semanario Miradas al Sur y las revistas Veintitrés, 7 Días, Newsweek, Forbes, AutoBild, Lonely Planet, Cielos Argentinos, entre otros.

El grupo, cuyos dueños visibles eran Sergio Szpolski y Matías Garfunkel, primero fue desprendiéndose de algunos de esos medios -incluso antes de la derrota del kirchnerismo- y después, con el cambio de gobierno, directamente abandonó las empresas dejando prácticamente en la calle a 800 trabajadores de prensa. En algunos casos los periodistas crearon cooperativas de trabajo para poder subsistir (como por ejemplo en Tiempo Argentino e Infonews) y en otros aún hoy están a la espera de una solución.

Pero este caso tuvo otras particularidades que lo volvieron aún más emblemático: los empresarios en cuestión no tenían prácticamente ninguna experiencia en medios, creaban nuevos emprendimientos aparentemente por el simple hecho de tener más «ventanillas» por donde recibir publicidad oficial y, pese a que la mayor parte de sus ganancias provenían del Estado, no tributaban al fisco ni hacian los aportes previsionales de sus trabajadores siendo que sí le hacían sus descuentos en cada salario. Esta situación fue denunciada por los trabajadores pero las autoridades públicas nada hicieron al respecto, pese a que el propio Estado era uno de los damnificados, además de todos los empleados.

El Grupo 23, el que más dinero recibió de publicidad oficial durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, llegó a facturar unos 814 millones de pesos sólo entre 2009 y 2015, cifra que llegaría hasta los 2.000 millones si se computa desde 2003. Sin embargo, ni siquiera ofreció pagar las indemnizaciones correspondientes cuando abandonó a los cientos de trabajadores a finales de 2015.

Este caso es el más emblemático pero no fue el único. El mismo patrón se repitió en varios otros a lo largo y ancho de la Argentina. Por ejemplo, en el diario La Mañana de Córdoba se conjugaron condiciones similares afectando a decenas de trabajadores.

La situación actual en la Argentina


Como se detalla en este informe la combinación de diferentes causas, externas e internas, desencadenó la peor crisis de los medios vivida en la Argentina y que impacta de forma directa en el trabajo de los periodistas.

Por supuesto que anteriormente, se pueden señalar otros ajustes realizados por las empresas de medios que han perjudicado de forma sustancial la calidad del trabajo de los periodistas.
Durante la década del ’90, se extendió con la crisis de 2001 y se profundizó en los últimos años, la precarización laboral y el achicamiento de ingresos obligó a los periodistas a conseguir diferentes empleos para garantizar parámetros mínimos de supervivencia.

El multiempleo se generó por el cambio de las reglas laborales que se dieron en los medios, donde la exclusividad pasó a un segundo plano junto a la garantía de que con un solo trabajo el periodista podía sobrevivir con cierta dignidad. Los medios comenzaron a utilizar cada vez más mecanismos de contratación a través de la facturación de los trabajadores como si fueran simples proveedores de servicios, pese a que se pudiese demostrar una continuidad y permanencia laboral encubierta.

Otra modalidad, que se dio particularmente en las radios, fue la de reducir cada vez más sus plantas de trabajadores formales, vendiendo los espacios a periodistas que debían conseguir publicidad para poder tener sus programas, con todo lo que eso implica. Esa práctica se extendió a medios ya instalados como también a nuevos, a lo largo de todo el territorio argentino. Y no fue exclusivo de las radios, también ganó terreno en la televisión.

En el caso de la TV ha tenido sus propias dificultades en cuanto a la cuestión laboral de los periodistas. En un informe presentado por Foro de Periodismo Argentino (FOPEA), en noviembre de 2015, sobre el «Estado de situación del periodismo televisivo en la Ciudad de Buenos Aires»[1] se identificaron varias de esas problemáticas que, a su vez, se replican y multiplican en todo el país. Desde la cobertura de los denominados «chivos» o «Sale o sale» (porque no había posibilidad de no hacerlo), en muchos casos como publicidad encubierta de políticos o empresas que eran presentados como informes periodísticos, hasta la utilización cada vez más extendida de cámaras sin cronistas, son sólo algunas de las cuestiones que emergieron en ese diganóstico y que afectaron la calidad y la cantidad de trabajo de los periodistas.

Todo este panorama se agravó no sólo por el multiempleo de los periodistas sino también por la multitareas. Los periodistas se vieron obligados cada vez con mayor frecuencia a realizar más tareas, a veces netamente periodísticas y otras que no, para poder mantener sus empleos. En los mejores casos esas tareas extras fueron reconocidas en los salarios pero en la mayoría de las experiencias eso no ocurrió. O sea, se tuvo que cumplir con más funciones por el mismo salario. Lo que afecta nuevamente la calidad de su trabajo y las fuentes laborales para otros colegas.

Lamentablemente este panorama se acentuó con el paso de los años y se mantiene hasta la actualidad.

El Monitoreo sobre la Propiedad de Medios en Argentina es una investigación que revela la composición accionaria y los negocios de diversos grupos mediáticos. La investigación, realizada por el diario cooperativo Tiempo junto a Reporteros Sin Fronteras, describe los efectos de la concentración mediática: el rol del Grupo Clarín, el principal ganador durante el macrismo, la opacidad de los dueños de los medios, la destrucción provocada durante los últimos 3 años. Y el significado del periodismo autogestivo y cooperativo.

El mapa de los medios de comunicación y sus ramas en la Argentina actual dibuja altos niveles de concentración, si se toma como referencia la participación de las cuatro principales empresas en cada una de las industrias. El nivel de concentración es mucho mayor si se considera que varios de los grupos mediáticos líderes en una de las ramas (prensa online, por ejemplo) son también dominantes en el resto (tv, radio, prensa gráfica). La concentración en la Argentina es además geográfica, puesto que las principales usinas de información y entretenimiento están localizadas en la zona metropolitana de Buenos Aires”.

Esa una de las conclusiones del Primer Monitoreo sobre la Propiedad de Medios en Argentina, un proyecto de investigación desarrollado por el diario cooperativo Tiempo Argentino y Reporteros sin Fronteras, con apoyo de la Fundación Ebert Stiftung.

El informe, resultado de un trabajo de cinco meses (http://argentina.mom-rsf.org/es/), relevó 22 grupos de comunicación. Se detalla la composición accionaria de los medios, sus negocios paralelos y quiénes son sus dueños, además de una serie de datos respecto a la industria periodística que pueden sintetizarse en imágenes bien concretas:
    • El trabajo señala que es “imposible recrear” cómo es el mercado nacional de audiencias audioviduales, debido a que las mediciones de radio y TV están concentradas en una sola empresa, Kantar Ibope Media, cuyos datos “sólo son accesibles a través de lo que las empresas de radio y televisión, muchas veces a través de otros medios pertenecientes al mismo grupo, informan”.
    • Sólo en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), datos de 2017, los cuatro principales grupos televisivos concentran el 56,7 por ciento de audiencia, según se supone. Otro dato monopólico y centralista: “Clarín concentra el 22,6 de las audiencias, pero el 60 por ciento de los contenidos de canales locales de grandes urbes son contenidos repetidos que se distribuyen desde Buenos Aires”.
    • La prensa gráfica perdió “influencia directa por la disminución dramática” de la venta de ejemplares diarios, pero sigue marcando agenda. “La concentración de los diarios impresos es mayor aún que la de la TV: los cuatro grupos económicos a los que pertenecen los periódicos con mayor circulación del país concentran el 74,18% de las ventas. Sólo el Grupo Clarín domina el 43% del mercado”.
    • En radio, su arquitectura tecnológica permite una convivencia entre emisoras, pero la concentración es también alta: los principales grupos (Clarín, Indalo y Prisa/Albavisión) concentran el 53 %.
    • Entre la actual situación de concentración y de crisis de la industria, con más de 3500 despidos y retiros voluntarios desde la asunción de Cambiemos en 2015, surge la experiencia de medios recuperados y cooperativos en la creación de contenidos a través de nuevas y creativas formas de organización. 



El proyecto de Monitoreo sobre la Propiedad de los Medios (que utiliza la sigla MOM, por Media Ownership Monitor) analizó la situación de 14 canales y señales de televisión, 14 emisoras de radio, 10 diarios impresos y 14 sitios web de noticias. “Es imposible abordar la concentración de los medios y de los flujos informativos en Argentina sin detenerse en el Grupo Clarín”, apunta, y lo subraya como el principal beneficiario de la distribución de publicidad oficial por parte del Estado, además del principal beneficiario por la orientación política de comunicaciones de Cambiemos, que posibilitó –entre otras cosas- la fusión entre Cablevisión y Fintech (cable y telefonía celular) en medio de la desregulación de la Ley de Medios.
La investigación aporta también una línea de tiempo que permite entender una lectura histórica, social y económica del desarrollo de los medios y las audiencias en Argentina, además del contexto legal en el que se fueron desenvolviendo las políticas en materia de comunicación.

La falla del mercado


La presentación de los resultados del Proyecto MOM se realizó en el Anexo de la Cámara de Diputados. El director de Reporteros Sin Fronteras España, Alfonso Armada, abrió el seminario. “La libertad de información es imprescindible para la democracia”, apuntó. Si bien remarcó que  “la democracia no puede existir sin la existencia de medios independientes, sean públicos o privados”, destacó que, durante el último tiempo, hubo un “crecimiento exponencial” de nuevos medios que van desde iniciativas digitales hasta cooperativas, “vías interesantes” para que otras voces contribuyan al debate político.

La representante de la Fundación Ebert, Dorte Wollrad, subrayó que los medios son fundamentales en medio de la “crisis de la democracia y de la representación” de esta época.

Finalmente, el presidente de la Cooperativa Por Más Tiempo, Federico Amigo, destacó el camino sin patrón recorrido junto a sus compañerxs. “Estamos a pocos días de cumplir tres años. Estar acá tiene que ver con una valoración del camino recorrido por esta gestión llevada adelante por sus trabajadores. Hay un reconocimiento: no nos caímos del mapa. Tiempo es una cooperativa que está integrada por 90 socios, que son sus dueños. Hoy los medios autogestivos tenemos un rol clave”.
Luego, previo a la presentación de los resultados de la investigación, el director de MOM, Olaf Steenfadt, destacó que este es el decimonoveno informe que han producido en el mundo, con más de 100 mil visitas en la web.
Lo que vemos es que existe una falla del mercado, en el que hoy en día los medios dejaron de ser un negocio rentable. Toda esta precariedad abre la puerta a malos actores, que se conjuga con la llegada de la revolución digital y la tecnología, que cambió el paradigma de nuestra profesión”.
Steenfadt recuerda que, en el esquema tradicional de los medios, la creación de contenido era la pieza clave que podría ampliar su difusión gracias a la tecnología. “Pero hoy vivimos en una era en la que el contenido parece estar al servicio de la tecnología, y no al revés”. En ese sentido, apuntó, el informe permite conocer los intereses económicos y políticos detrás de los medios de comunicación.

Durante la presentación, el equipo marcó el caso de la propiedad de América TV, porque tiene una compleja estructura societaria. El 40 por ciento pertenece a Claudio Belocopitt, dueño del 76 por ciento de Swiss Medical. “Pero el entramado del canal es una especie de mamuschka con sociedades que poseen otras sociedades que, a su vez, son dueñas de las otras. En ese esquema, es imposible saber las acciones de los otros propietarios, la familia Vila y José Luis Manzano”.



Esa situación revela la opacidad de muchas de las empresas de medios en Argentina. El investigador, docente y experto en concentración, Martín Becerra, fue otro de los que formó parte del equipo de investigación. “Obtuvimos información sobre el Grupo Clarín porque es una empresa que cotiza en bolsa, y entonces la información es pública, a diferencia de otros grupos que están más vedados”. Becerra contó que pidieron informes al Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom), que tiene la obligación legal de exigir esa información a las empresas. “Nos contestaron que no tienen el registro”.

El equipo hizo hincapié en cómo el Estado fue desarmando el marco legal del Enacom a través de decretos desregulatorios: “Hoy es una entidad gubernamentalizada por decreto, que se contradice con todas las leyes regulatorias. Fue invitada a esta presentación. Esperamos que vengan”.

El patriarcado mediático

El informe también destina un apartado llamado La deuda con las mujeres, en el que analiza el impacto del movimiento feminista en la estructura de los medios. Más allá de destacar que hay un cambio en el lenguaje en cómo se presentan determinadas noticias fruto de la lucha en las calles, y otro tipo de presencia en los contenidos, al analizar la estructura de propiedad de los 52 medios pertenecientes a los 22 grupos, surgió que “no hay ninguna mujer que sea accionista mayoritaria o detente el control efectivo en las sociedades propietarias de los principales medios de comunicación del país”. Y en los máximos escalafones, los cargos son ejercidos por hombres en el 88,5 por ciento de los casos. De los 52 medios, sólo hay seis mujeres ocupando cargos de CEO y gerente de contenidos. Más datos:
  • El 71 por ciento de las trabajadoras de prensa dijo que tiene un jefe varón.
  • El 76 por ciento de los integrantes de la mesa directiva de sus medios son varones.
  • Sólo 27 por ciento de las notas informativas de radio, televisión y diarios son reportadas por mujeres.
El factor Macri

La investigación revela que la llegada de Cambiemos al poder en 2015 provocó cambios profundos en el panorama de medios argentinos. Los principales efectos pueden sintetizarse en estos puntos:
  • El Grupo Clarín se fusionó con Telecom para generar uno de los tres grupos empresariales más grandes de la economía argentina y el más poderoso de la historia de las comunicaciones locales.
  • Más de 2700 trabajadores fueron despedidos o tomaron retiros voluntarios en Buenos Aires, según datos del Sindicato de Prensa de ese distrito;
  • El sistema de medios y producción de contenidos estatal perdió más de la mitad de las audiencias con las que contaba hasta 2015 y fue el sector mediático que más trabajadores despidió;
  • 45 periodistas fueron heridos en coberturas callejeras por la Policía y otros 13 resultaron heridos por el accionar represivo de las fuerzas de seguridad;
  • Durante 2016 y 2017 se discriminó a medios opositores en la distribución de publicidad oficial, aunque eso se revirtió en 2018 y los montos se redujeron, así como la discrecionalidad en su reparto”.
El futuro es presente

Otro de los “hallazgos” que presenta el informe es el presente de los medios autogestivos, “con una mirada de la comunicación como un derecho, independiente de los grandes poderes económicos y alejada de la batalla mainstream por los clicks y la mercancía de la información”. Allí se encuentran los medios recuperados por sus trabajadores. Entre 2016 y 2018 se crearon ocho, como Tiempo Argentino o Pulso,  lo que duplicó la cantidad existente hasta ese momento). “Es un espejo de otro hallazgo del informe, que es la crisis de los medios”, explicó el periodista Gerardo Aranguren. “Desde la asunción de Macri, cerraron alrededor de 30 empresas de medios. Eso significó alrededor de 3500 trabajadores de prensa entre despidos y retiros voluntarios. La contracara son los medios recuperados. Estos medios no reducen sus costos, sino todo lo contrario”.

El informe destaca la experiencia de las revistas culturales (131 censadas en el último informe de AReCIA –la Asociación de Revistas Culturales e Independientes de Argentina- pero la cifra supera las 300), radios comunitarias (215 en funcionamiento) y emisoras de TV comunitarias (10 en todo el país). “Yo creo que es una alternativa real, un camino concreto de poder brindar a todos y a todas la posibilidad de tener el derecho de acceder a información fidedigna. Los medios autogestionados brindan esta posibilidad frente a un discurso único de las empresas de medios concentradas”, destaca en el informe Julio Delgado, presidente de la cooperativa que edita el diario El Independiente en La Rioja. “La lucha es despareja porque la diferencia de escala y recursos lo hace muy difícil. Nuestras inversiones son lentas y van detrás de los ritmos de las tecnologías porque priorizamos a los trabajadores”.

En este punto, la investigación precisa que la crisis actual del país impacta en los costos de producción de los medios, tal como reflejó AReCIA en su declaración de emergencia en 2018 (https://www.lavaca.org/notas/las-publicaciones-autogestivas-en-emergencia-una-declaracion-urgente-y-5-propuestas-para-equilibrar-la-balanza/).

En ese sentido, el trabajo retoma la palabra de Natalia Vinelli, directora de Barricada TV y titular de la Coordinadora Nacional de Televisoras Alternativas: “Una de las barreras que impide que el sector pueda desarrollarse es la concentración. De propiedad, de línea editorial, de mercado, de audiencia. Concentración que impide la diversidad de fuentes, pluralidad de voces, que circulen otras miradas de mundo. Es difícil pensar que medios chicos podamos ser un contrapeso, pero tenemos que pelear para ocupar ese espacio que no debería ser una pelea solo de los medios comunitarios sino de toda la sociedad.


Sobre el conglomerado que integra AReCIA el informe cita a Franco Ciancaglini, editor de la Revista Mu, quien destaca “el espíritu de la autogestión y la independencia de los sectores comerciales del poder” de esas publicaciones. Y otra diferencia, el rol de los trabajadores: “A estos medios comerciales tan grandes los veo muy camaleónicos, pero claramente el factor de ajuste son los trabajadores y ahí hay una diferencia abismal con los medios autogestivos, que parten de la voz de los trabajadores y de la construcción de cada una de esas personas que las integran”. Allí está la base de otra propuesta que plantea Vinelli en el informe: “El gran desafío es alcanzar audiencias masivas y poder poner en circulación otras miradas del mundo”.

La equidad en la distribución de los esfuerzos y del acceso a los bienes y servicios que tales esfuerzos producen, el servicio de justicia y el derecho a la información constituyen eslabones claves a la hora de sostener relaciones democráticas sanas e inclusivas y disminuir violencias y conflictos. El privilegio de unos pocos no puede destruir el buen vivir de muchos...

Que Dios y la Patria nos demande … sino hacemos lo que debemos hacer como pueblo: Presionar a nuestros representantes para que nos representen a nosotros y no a las minorías, por mas poder que ejerzan.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack


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