Jueves
5 de marzo de 2020
Un
poco en serio ...
Aunque
viene de la sociología a Sol Montero la apasionan el misterio de los
liderazgos, el secreto de la representación y la construcción de
escenas políticas. Tal vez por esa pasión no se siente plenamente
socióloga, lingüista o politóloga: los trabajos de Emilio de
Ípola, Eliseo Verón, Ernesto Laclau u Oswald Ducrot la convencieron
de que aquellos fenómenos no pueden ser abordados desde una única
disciplina. Hay algo de lo simbólico, de lo performativo, de la
construcción de un orden, de la puesta en escena de lo político que
se ve mejor desde una
rotonda de disciplinas.
En
este reportaje
Montero habla del análisis del discurso y lo pone en movimiento:
explica los desplazamientos discursivos recientes, conceptualiza una
narrativa de generaciones, se refiere a la tentación de la Argentina
torcuatista
y a su anhelo de un peronismo en clave progresista.
Para pensar la política, ¿por
qué es importante analizar los discursos? O dicho de otro modo, ¿de
qué le sirve a la política el análisis de discursos?
Como toda disciplina, a veces el
análisis del discurso puede volverse muy técnico y proveer solo un
set de herramientas. Pero a mí me gusta pensarlo, más que como algo
instrumental, como un prisma, un punto de vista, un posicionamiento
epistemológico. El análisis del discurso desde sus inicios se
pregunta por la eficacia material de los discursos. Es decir que no
hay un plano verdadero y empírico, que sería “la realidad”, y
otro más ideal, volátil e inaprehensible que sería el de los
discursos, sino que los discursos son materiales y se cristalizan en
los cuerpos, en las leyes, en las prácticas. No hay práctica social
que no sea discursiva. Esto hoy parece una verdad de perogrullo pero
no lo es tanto cuando vemos hasta qué punto se usa el argumento del
“relato” versus la “verdad de las cosas”.
La idea de relato o de ficción
como mentira.
Claro. Después está la cuestión
del sujeto que habla, que según el análisis del discurso no es
totalmente libre ni dueño de sí: está determinado, primero por la
lengua y después por las ideologías, el inconsciente y la historia.
No habla solo, como si fuera un Adán: su palabra está atravesada
por capas de voces que lo preceden y lo rodean: la polifonía es
constitutiva y la memoria está inscrita en el lenguaje. Por último,
la idea de que las palabras son inherentemente argumentativas: ellas
vehiculizan, sin que lo decidamos, sentidos argumentativos, lugares
comunes y elementos dóxicos que nos atraviesan a nuestro pesar. Para
desactivar esos discursos cristalizados podemos desplegar estrategias
polémicas que son muy elaboradas y poner sus sentidos en disputa,
pero, nuevamente, esos sentidos nos constriñen de una u otra forma.
En
una nota sostuviste que vivimos en la era de la relatocracia.
Decís que “es imposible escapar al relato, por más que el propio
discurso se figure como absolutamente fiel a los ‘hechos’”.
¿Por qué?
Primero, porque la dimensión
narrativa es constitutiva de la experiencia humana y hace a la
identidad. Crecemos escuchando historias (familiares, literarias,
míticas) que le dan un sentido temporo-espacial a nuestro paso por
el mundo.Y después por lo que decía antes, que no hay una dimensión
“de los hechos” que tenga predominancia ontológica por sobre la
dimensión discursiva. Es al revés: lo discursivo da forma y sentido
a la experiencia. Por ejemplo, en ese spot de Macri donde él decía
“esto no es relato, esto es cemento, es duro y rugoso” hay toda
una representación discursiva según la cual el cemento es duro y
por lo tanto verdadero, y eso se funda en mini-historias de gente que
aprecia y se beneficia del cemento y las obras, como una especie de
argumento por el ejemplo. Esa acumulacion de microhistorias
proporciona toda una trama narrativa acerca de, por caso, la
superioridad de la infraestructura por sobre otras dimensiones de la
vida política. Lo que me parece sintomático y gracioso es que, como
la lengua domina, en la idea de que el cemento es “rugoso” hay
una especie de reconocimiento inconsciente de que incluso lo más
“concreto” tiene pliegues y grietas…
¿Hubo un desplazamiento en el
discurso del kirchnerismo?
En el último gobierno de
Cristina Kirchner se habló de un “vamos por todo” y ahora se
repite como mantra “es con todos”.
Veo desplazamientos muy grandes
en el campo del kirchnerismo/peronismo, que se da en varios planos.
Hay un movimiento gramsciano en esta etapa inicial del Frente de
Todos que muestra un reconocimiento de que hay que articular y ganar
adhesiones persuadiendo, sin imponer verdades o adoctrinar.
Persuadir no es sumar argumentos
mecánicamente, es escuchar al otro e incorporar sus puntos de vista,
conocer bien al adversario, masticar y deglutir sus visiones.
¿Dónde ves eso?
En el plano de la consideración
del adversario: al menos en la campaña, el Frente de Todos desde las
cúpulas dejó de pensar al otro en términos esencialistas y
morales: ya no se trata de señalar e incluso denunciar al adversario
por ser quien es. Es adversario aquel que no se sume a esta
estrategia agregativa, y ciertos sectores concentrados (sectores
financieros, capital transnacional) cuyos intereses son
estructuralmente contrarios el modelo de desarrollo que se intenta
pensar. Y en el programa de Alberto Fernández aparece un modelo
alternativo, superador pero alternativo: no se presenta como la única
opción posible, escapa al discurso antipolítico de que “no hay
alternativa”.
Hablaste
de persuadir y de incorporar puntos de vista. ¿Y los conflictos?
No desdeñan su existencia, pero
son pensados como cuestiones a procesar institucionalmente, no como
fracturas eternas e irreconciliables. Y en la lectura de la sociedad
creo que también hay desplazamientos: el Frente de Todos no busca
dirigirse a una sociedad politizada, con ideas preconcebidas y ya
sabidas sobre cuáles son las batallas a dar, ni pretende pensar en
un pueblo-uno poseedor de la alegría y la verdad, sino que le habla
a una sociedad dañada, resiliente y plural. En el relato del pasado
veo un gran cambio también: se pasó de la impronta setentista a una
valoración de la experiencia democrática de los 80 y a una
relectura de los 90, que el peronismo se debe. Veo (quizás también
espero) un (nuevo) proceso de renovación del peronismo en clave
progresista. Ahora: la pregunta es ¿por qué esta vez habría de
salir bien?
¿Hubo un desplazamiento en el
discurso del macrismo? Pasaron del “sí se puede” obamista al
conocido “vamos a volver”.
Dentro del macrismo no veo
desplazamientos significativos, más allá de los cambios en las
estrategias de campaña, que sí fueron visibles y forzados por las
circunstancias (pasaron de querer ganar a querer seguir existiendo
como fuerza representativa). Pero no hubo un cambio en el modo en que
conciben a la sociedad y al adversario, y creo que eso en parte
explica su derrota: la política y las sociedades no se pueden tratar
como una receta de cocina. Polarización, grieta, moralización y
exclusión del adversario del campo de lo legítimo, exaltación de
la alegría infundamentada, rechazo a lo público y al Estado, miedo
al otro, desprecio al pobre, al excluido, al inmigrante.
La misma receta en 2015 y en
2019. Yo creo que no es que haya cambiado la sociedad, las
preferencias están bastante estructuradas como demuestran los
especialistas en comportamiento electoral: cambiaron las
circunstancias y prioridades (económicas en primer lugar) y cambió
el peronismo, al menos por ahora. Si el peronismo logra despegarse de
ese hombre de paja que se ha construido sobre él, a veces con
fundamentos (el de ser una fuerza corrupta, personalista,
autoritaria) quizás logre estabilizarse e incluso captar adherentes
del centro.
En
otra nota hablaste de una “narrativa de generaciones” ¿Qué
sería eso?
El
kirchnerismo se construyó a sí mismo en gran medida como una
continuación viva de la generación de los militantes setentistas,
de esa “generación diezmada” de la que hablaba Néstor. Eso es
un modo de construir narrativamente la propia identidad política: la
lectura sobre el pasado podría anclar en distintos linajes y el
kirchnerismo en sus inicios eligió ese. Despues Cristina intentó
construir otras cronologías. Como muestra Camila Perochena en su
tesis, elaboró una lectura del pasado de más largo alcance. Y como
muestra Irene Gindin, también en su tesis, propuso un nuevo marco de
referencia generacional: la “generación del Bicentenario”, los
jóvenes y los que se pueden llamar plenamente kirchneristas.
También hablás de una
“generación del 83”
Pienso que Alberto no se siente
representado por esas generaciones: él es de la generación del 83,
allí empezó su vida política, y en muchos momentos ha manifestado
su deuda con la herencia alfonsinista. Luego pasó por el peronismo
renovador, por el duhaldismo y después por el kirchnerismo pre-2008.
El hilo que, creo, se traza entre todas esas experiencias es el del
pragmatismo político, el de una fuerza que puede y sabe articular
intereses y tomar decisiones en momentos de crisis terminal, menos
ideológico y más preocupado por recomponer. En el 83, en el 89, en
el 2003, en esos tres momentos que Alberto señala en su relato sobre
el pasado, fue necesario recomponer la democracia misma, el orden
económico, la autoridad presidencial, los lazos sociales.
En
las elecciones el noventa por ciento del electorado se repartió
entre dos opciones. Eso provocó que se hable de la probable
emergencia de un bipartidismo fuerte alla
Di Tella. Teniendo en cuenta el contexto económico internacional, el
contexto político regional y la composición del Frente de Todos,
¿no es apresurada esta partida de nacimiento de la Argentina
torcuatista?
Creo
que los analistas hace varios años que vienen celebrando que al fin
llegó la Argentina
torcuatista,
como si quisiéramos dejar de ser una anomalía y estabilizarnos
finalmente en un sistema bipartidario con dos polos, uno de
centroderecha –que por fin adquirió forma partidaria– y uno de
centroizquierda, que sería el peronismo, ya depurado de componentes
más ortodoxos. Pero hay dos cosas. Cuando Torcuato escribió ese
artículo hablaba del aspecto ideológico y sociológico de los
polos. Desde lo que fue nuestra experiencia de centroderecha lo
ideológico puede verse claro: los clivajes son populismo versus
República, transparencia versus corrupción, libertad versus
autoritarismo. ¿Pero en lo sociológico a quién representaría
Cambiemos? Tiene un 40% de votos de los cuales gran parte son
ideológicos, como muestra Mario Riorda, porque sociológicamente no
ha sabido atender a los intereses de ningún sector, ni de la
industria nacional, ni de los sindicatos, ni de los movimientos
sociales. Tiene al agro y a los sectores financieros, pero es un
sector estrecho (aunque poderoso).
Di Tella anhelaba la existencia
de un tipo de derecha democrática y liberal.
Pero ahora vemos que en el mundo,
y en Latinoamérica, las derechas son cada vez menos liberales y
democráticas, de modo que vale la pena preguntarse si es tan
deseable que haya un 40% de población ideologizada y enojada
buscando expresión electoral. Por eso digo que el desafío del
Frente de Todos es fortalecer ese polo de centroizquierda disputando
el repertorio liberal y republicano (y no renegando de esa dicotomía
con la que el adversario intenta mapear la situación), ubicarse en
el centro y minar a esa derecha que puede, si se sube a la ola
mundial, ser poco democrática. Claro que para eso tendrá que ceder,
probablemente las batallas sean más moderadas y menos épicas que en
otras épocas, pero cuando lo que está en juego es el orden social y
político, cualquier orden es mejor que el desorden absoluto, como
diría Hobbes.
Peronismo
y progresismo fueron durante las décadas de 1980 y 1990 por caminos
separados. Durante el kirchnerismo el progresismo se bifurcó y una
parte de ese campo apoyó a Cristina Kirchner. Sin embargo, la
relación entre ambas identidades sigue en discusión. ¿No hay una
contradicción en ese anhelo de un peronismo progresista?
Volviendo al principio, Emilio de
Ípola y Juan Carlos Portantiero escribieron en 1981 un texto muy
honesto en el que planteaban, desde otro prisma, esto de la posible
relación entre populismo y socialismo democrático. Para ellos no
había continuidad posible, por el carácter organicista,
personalista y estadocéntrico del peronismo. Ellos hablaban de aquel
peronismo y de un socialismo en ciernes. Con los años lo que
conocemos como socialdemocracia, que carece de bordes identitarios
precisos, ese progresismo que tuvo su pico de popularidad a fines de
los 90 como expresión del antimenemismo del que hablan Eduardo
Minutella y Noel Álvarez en su libro, se volvió bastante
antipopular o antipopulista, hizo énfasis en el antipersonalismo, en
la transparencia, en valores plenamente liberales.
Con la llegada de Néstor
Kirchner hubo un aggiornamiento del peronismo.
Si, en clave progre, con
antecedente en el Peronismo Renovador y en la experiencia del Frente
Amplio. Y después, el kirchnerismo, sobre todo tras 2008, tomó una
deriva semejante a la que veían De Ípola y Portantiero a inicios de
los 80. Yo coincido en que el peronismo tiene un afán totalizante,
es polimorfo, contiene muchas fuerzas en tensión y tiende a expulsar
al adversario o genera situaciones de fuerte polarización política.
Pero no diría que ese es un rasgo inmutable sino histórico que
tiene que ver también con las reacciones que genera, con los
intereses que toca, con las preguntas que le hace a la sociedad. ¿Es
justo que haya niños que no accedan a derechos elementales, es
razonable que los jubilados no puedan comprar sus remedios, es
aceptable que la mitad de los niños sean pobres? Son preguntas
insoportables, nadie con mínimo sentido de justicia puede vivir con
eso sin hacerse cargo.
¿Cambiemos hizo preguntas
insoportables?
Cambiemos,
sin ser peronista y autoproclamándose republicano, al final generó
más adversidad y polarización que el kirchnerismo en su última
etapa, sin siquiera hacerle preguntas interesantes a la sociedad –o
al menos las abandonó rápido–. Es como la corriente artística de
l’art
pour l’art:
la grieta por la grieta, sin fin ulterior, sin función social.
Las
experiencias progresistas que mencionaste fueron más influyentes en
el plano cultural que en el político o económico. Teniendo en
cuenta la frágil situación económica que va a recibir Fernández,
me gustaría que respondas la pregunta que te hacés sobre el
peronismo en clave progresista: ¿por qué podría salir bien?
Quizás ha sido cultural en su
expresión y en sus exponentes nacionales, sobre todo en los años
90. Pero creo que hay toda una filosofía política del progresismo,
que tiene que ver con no abandonar el ideal de libertad y articularlo
con la igualdad. El kirchnerismo ha tenido fases muy progresistas en
ese sentido, en las que ha ampliado derechos sociales o civiles. Y
también es cierto que mejorar las condiciones de vida de la
población libera del yugo de la necesidad: tener una casa propia o
un salario en blanco dignifica y da libertad, además de igualar. Hay
toda un ala del actual Frente de Todos de raigambre progre, por sus
valores no solo culturales sino políticos. Pero convive con otra
ala, más ortodoxa, más verticalista, más hegemonista.
Entonces, ¿cómo imaginas a esta
nueva versión del peronismo?
Como
a esos domadores de caballos movedizos e impredecibles que se ven en
el Festival de Jesús María. Sabe poner orden, lo valora, sabe
capear tormentas y además transforma la realidad. Está esa
amalgama, orden y progresismo le llama Martín Rodríguez, ¿no? El
peronismo es y fue siempre transformador en el plano de la igualdad
(de ahí su tendencia unanimista). Lo que muchas veces va en
detrimento de la libertad, porque para crear equidad a alguien hay
que sacarle. Articular esos dos valores es complejo y requiere de la
voluntad de muchas fuerzas. No es magia, aunque tiene un elemento
mágico que reside en la creencia,
en la confianza
que esas fuerzas tengan por ejemplo en el líder. Yo creo que la
experiencia fallida de Cambiemos puede ser aleccionadora, y el miedo
a los escenarios posibles de mayor autoritarismo también.
De
la tragedia se emerge riendo ...
“Ser objeto de negociación no
es, sin duda, para un sujeto humano, una situación insólita, pese a
la verborrea sobre la dignidad humana y los Derechos del Hombre. Cada
quién, en cualquier instante y en todos los niveles, es negociable,
ya que cualquier aprehensión un tanto seria de la estructura social
nos revela el intercambio. El intercambio en cuestión es intercambio
de individuos, es decir, los soportes sociales que son, además, lo
que se llama sujetos, y en su caso al por mayor, por paquetes a los
mismos sujetos, con todo lo que ello entraña de derechos sagrados a
la autonomía, según dicen. Todos saben que la política es
negociar, y en su caso al por mayor, por paquetes, a los mismos
sujetos, llamados ciudadanos, por cientos de miles. La situación no
tenía pues, a este respecto, nada de excepcional, si se descarta que
el hecho de ser negociado por colega, y hasta alumnos, como lo llamé
antes, recibe a veces, visto desde fuera otro nombre.
Pero si la verdad del sujeto, aún
cuándo se halla en la posición del amo, no está en el mismo sino,
como lo demuestra el análisis, en un objeto por naturaleza velado,
hacer surgir este objeto es, propiamente, el elemento de lo cómico
puro.
Creo oportuno señalar esta
dimensión, y justamente desde donde puedo dar testimonio de ella, ya
que, después de todo, quizá podría llegar a ser, en semejante
ocasión objeto de una indebida reserva, de una especie de pudor, de
que alguien diera fe de ella desde fuera. Desde dentro, puedo
decirles que esta dimensión es cabalmente legítima, que puede
vivírsela, desde el punto de vista analítico, y aún, a partir del
momento en que se la percibe, de una manera que permite sobreponerse
a ella -a saber, desde el ángulo del humor que, aquí, no es más
que el reconocimiento de lo cómico.”
(
Lacán Seminario 11 La excomunión.
http://www.bibliopsi.org/docs/lacan/Seminario-11-Los-Cuatro-Conceptos-Fundamentales-Del-Psicoanalisis-Paidos-BN.pdf
)
El
texto de Lacan en su conferencia es, al comienzo, autoreferencial
respecto a su expulsión de la comunidad psicoanalítica de la que
formaba parte y en cuyo marco y nombre impartía sus clases.
Dicha
expulsión le hace re-veer y re-plantear los porque y para que de la
praxis psicoanalítica y de su propia interpretación de los aportes
de Freud de los que obviamente se fue alejando produciendo su
excomunión como el mismo autoproclama.
Hay
allí en ese seminario 11 toda una praxis que entrevera su propia
experiencia como sujeto analítico
respecto de su praxis, pero que ademas, lo hace dentro de un marco
institucional que le impone limites y le obliga a negociar sus
interpretaciones.
De
allí rescata la dimensión política dentro de sus interpretaciones…
De
lo tragi-cómico en el discurso …
Volvió
Macri … y dijo: “ “Para mí, algo mucho más peligroso que el
coronavirus es el populismo. El populismo lleva a hipotecar el
futuro. Compromete no solo el desarrollo sino el futuro básico de
las comunidades. Además, ha desarrollado un sistema de decir que
ellos son los que representan al pueblo”.
Como
si fuera poco,
llegó a decir que los gobiernos populistas “necesitan gobernar sin
contrapesos para poder imponer todas las arbitrariedades que niegan
los avances del mundo y de la tecnología”.
Fue
en Guatemala, donde el Ingeniero participó del encuentro
“Centroamérica, dramas y oportunidades, desafíos y soluciones”.
Durante su ponencia, Macri se
refirió a las tecnologías y a la lucha contra el populismo y “el
relativismo moral, donde todo da lo mismo”. “Destruye la cultura
del trabajo y respeto a la ley”
vociferó Macri.
Olvidándose
de los alamantes indicadores con los que finalizó su gobierno,
Macri se preguntó:
“¿Por
qué fracasan los países?, ¿por qué tienen éxito los países?
Porque se animan a la disrupción tecnológica, se animan a la
competencia, a la transparencia. Todos son valores que tienen que
estar y para eso nos tenemos que unir”.
Además,
intentó
instalar la añeja idea de que “las sociedades progresan cuando son
meritocráticas”
y aburrió con un discurso gastado y reminiscente de las dictaduras
cívico-militares:
“Nos quieren hacer creer que tiene el mismo derecho el delincuente
que la víctima”.
( https://elagora.digital/macri-populismo-coronavirus/#.XmDWD-mvG0l )
( https://elagora.digital/macri-populismo-coronavirus/#.XmDWD-mvG0l )
La
lógica de sus argumentos es transferir sus propias cargas. La
hipoteca la genera una deuda desorbitada e impagable adquirida para
especular y no para sentar bases de ningún desarrollo a futuro.
Se
adjudica para si una representación moral de la que se sabe carece,
para constituirse en representante de la meritocracia del trabajo,
cuándo es precisamente el amo de los trabajadores en tanto
empresario que gana con el esfuerzo del trabajador.
Y
dentro de esa pretendida superioridad moral, obviamente establece las
dimensiones superiores e inferiores que convierte a las personas en
mejores o peores, víctimas o delincuentes, en tanto se sometan o no
se sometan a esa moralidad meritocrática que hace a algunos dueños
de la empresa y otros meros trabajadores a su servicio.
Los
inmorales son los que no adhieren a las leyes que aseguran y
garantizan tal estado de cosas. Es tan inmoral un ladrón como un
populista garantista de los derechos humanos. De esa manera habilita
el lawfare y la persecución ideológica que, además, insiste en
atribuir como carga negativa a los populistas argumentando que son
ellos y no su propio discurso, el que pretende una única mirada
respecto a la dirección y el sentido de las acciones colectivas, de
la política, la económia y de como se nutren estas de los
desarrollos científicos y tecnológicos.
Al
otro lado de la grieta …
“Voy
a ser implacable, esto tiene que parar, fundamentalmente porque no
tiene lógica que los precios sigan subiendo. Y vamos a ser
inflexibles con este tema", aseguró este miércoles el
presidente Alberto Fernández en un discurso ante empresarios de
distintos sectores en el almuerzo organizado por el Consejo
Interamericano de Comercio y Producción (Cicyp).
El
mandatario ofreció una extensa exposición que abarcó la
industrialización del país, generación de empleo, retenciones y
deuda. Hizo una convocatoria a un consejo económico, llamando a
todos los sectores a colaborar con la recuperación. “Tenemos
muchos elementos para crecer, tenemos el campo, tenemos la industria,
tenemos Vaca Muerta, tenemos el sector gasífero, tenemos el sector
petrolero”, ejemplificó.
De todos modos, aclaró que no
hará lugar a especulaciones en materia de precios. “Hemos ayudado
a toda la producción a empezar a recuperarse, lo hicimos frenando
las tarifas de luz y de gas y los aumentos de combustibles, abriendo
el crédito nuevamente; no es posible que con todo eso los precios
sigan subiendo”, dijo.
En el encuentro había
empresarios del sector agropecuario, industria, servicios, comercio,
bancos, mercados bursátiles, entre otros. La presencia de Alberto
era esperada en ese ámbito.
Empresarios
Si bien con algunos sectores
venía trabajando directamente, como con la cadena alimenticia –algo
que hizo notar en su discurso- o con los industriales enrolados en la
UIA, aguardaban algunas definiciones para el sector. El primer guiño
fue para el titular de la UIA, Miguel Acevedo, quien cumplía años.
“Feliz cumpleaños, Miguel querido, feliz cumpleaños, de verdad”.
En el encuentro estuvieron Daniel
Funes de Rioja, presidente del Cycip; Acevedo, de la UIA; Daniel
Pellegrina, de la Sociedad Rural Argentina; Eduardo Eurnekian de la
Cámara Argentina de Comercio; Julio Crivelli, de la Cámara
Argentina de la Construcción; Adelmo Gabbi, de la Bolsa de Comercio
porteña; Javier Bolzico, de la Asociación de Bancos Argentinos y
Eduardo Macchiavello, de la Cámara Industrial de Laboratorios
Farmacéuticos Argentinos, entre otros.
Fernández hizo una breve
introducción que dejó en claro hacia dónde iría su exposición,
al referirse a un interés que debería coincidir con el del público.
“Estoy hablando con gente que valoran mucho más la producción que
la especulación, que en verdad, lo que necesitan son reglas claras
para invertir, para dar trabajo, para producir, para exportar y para
ganar dinero, que es lo que hacen los empresarios y eso está muy
bien”, aseguró.
Aclaró que por la senda que se
iba con la anterior gestión pasaba exactamente lo contrario. “Había
una política donde claramente la especulación financiera era mucho
más importante”, afirmó .
Jugar con fuego
Luego ofreció la primera y única
metáfora que se permitió, como una manera de despegarse de lo que
fue el cúmulo de imágenes que utilizaba el macrismo para explicar
lo inexplicable. “Esta vez frenamos el colectivo al borde del
precipicio, (pero) no juguemos más con fuego, hagamos las cosas
bien", fueron las palabras del jefe de Estado que antecedieron
al primer pedido del mediodía.
"Cuando yo hago hincapié,
ante gente de la empresa, ante empresarios, ante el sector que mejor
está en la sociedad, en el sentido de que está en una posición más
cómoda que los otros, lo hago porque nosotros todos no podemos vivir
en una sociedad donde vemos que el hambre va consumiendo a vastos
sectores y seguir impávidos como si eso no ocurriera”, sostuvo en
línea con su mirada de repartir esfuerzos entre los que más pueden.
Rápidamente pasó del pedido al
agradecimiento y disparó la primera tanda de aplauso durante su
alocución. “Mis primeras palabras son de gratitud, porque en esa
mesa, la COPAL y algunos empresarios se han involucrado directamente
y los sectores del campo se han involucrado para terminar con el
hambre en la Argentina. Lo que le pido a todos es que no dejen de
involucrarse”, afirmó Fernández.
Deuda
“El nivel de endeudamiento que
tenemos condiciona mucho nuestro desarrollo. Este año debemos pagar
43 mil millones de dólares dee capital, además de 14 mil
millones de intereses. Increíble, incomprensible, inadmisible que
esto haya pasado”, se quejó.
Prometió
terminar “de una vez y para siempre con el endeudamiento como
solución de los problemas fiscales que tiene la Argentina”.
Reiteró que el problema, además de la cantidad emitida, es el corto
tiempo de repago al que se comprometió el macrismo al tomar fondos
en el exterior. Ahora el país enfrenta un proceso de
reestructuración que ya cuenta con el aval del Fondo.
“Lo que hice en mis primeros
meses es explicarle al mundo la insostenibilidad de la deuda y el
mundo lo entendió y el que primero lo entendió fue el Fondo
Monetario Internacional, que hizo propio aquello que nosotros
veníamos repitiendo”, resaltó.
“Ahora bien, nosotros con el
consenso de las naciones podremos ir resolviendo los problemas de la
deuda, pero después queda el desafío de crecer, que ese es nuestro
desafío, no es el desafío de los otros, y para eso nosotros estamos
trabajando”, aclaró.
Esto le dio el pie para volver a
pedir apoyo al sector empresario, entre solicitudes, amenazas y
agradecimiento. “Valoro mucho que las asociaciones del campo hayan
aceptado y tomado a bien la propuesta que hicimos cuando les pedimos
que uno de 25 cultivos suban las retenciones, y les hemos demostrado
que dialogando podemos hacer las cosas bien”, sentenció.
“Ningún país puede avanzar
peleándose entre todos, ninguno, tiene que haber un punto de
equilibrio donde todos se sientan que ganan”, agregó.
A la industria le reiteró que
será implacable contra los abusos especulativos y les pidió
responsabilidad. “El sector alimenticio tiene que hacer una
revisión de lo que está pasando, nosotros hemos ayudado a toda la
producción a empezar a recuperarse, lo hicimos frenando las tarifas
de luz y de gas; lo hicimos frenando el aumento de combustibles; lo
hicimos abriendo el crédito nuevamente del Banco Nación y del Banco
Provincia: no es posible que con todo eso los precios sigan
subiendo”, apuntó Alberto Fernández.
Se trata entonces de política,
se trata de negociar … el asunto es si las negociaciones discurren
en los relatos que se imponen a si mismos como “amos” o si alguno
interpreta el decir callado del pueblo y de las voces de aquellos a
quienes se intenta “excomulgar”.
Daniel Roberto Távora Mac
Cormack
PD: Las ilustraciones que
acompañan el presente texto son del Artista y escultor Eduardo
Azuaje. Su presentación “Sin cordero de Dios”, nos invita a
explorar las dimensiones insospechadas de la muerte, entendidas como
una consecuencia directa de la violencia en sus diversos estados,
naturalezas y manifestaciones en las sociedades contemporáneas. La
muerte ha sido materia de estudio y preocupación desde el mismo
momento que ha tenido conciencia de su existencia, de comprender que
la extinción forma parte de la condición humana de que somos seres
finitos. “seres para la muerte” , como diría Heidegger.
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