Miércoles 11 de marzo de 2020

Solo un cordón policial, de muy pocos metros, dividía a ambos sectores. Así, quedaba expuesta "la grieta". "Seguro vienen de Europa y tienen el Coronavirus", gritaban los encolumnados en Entre Ríos para el lado de la calle Hipólito Yrigoyen, de la organización Tupac Amaru. El Partido Piquetero y la CTA Autónoma también acompañaron la movilización. "Vinieron todos en colectivo, por el chori y la coca", gritaban los "autoconvocados", que estaban sobre la misma avenida, pero para el lado de Rivadavia.


Sobre la movilización de los militantes de Juntos por el Cambio, el dirigente de la Tupac Amaru, Alejandro "Coco" Garfagnini, opinó: "Es la misma gente que pide la libertad para los genocidas, que está en contra del aborto, que está a favor de que los jueces sigan teniendo privilegios".

Dos manifestaciones confluyeron frente al Congreso de la Nación para pronunciarse a favor y en contra del proyecto de intervención al Poder Judicial de Jujuy. De un lado pedían "libertad de Milagro Sala", del otro aseguraban "defender la República". Ambas tenían el foco de atención puesto en lo que pasaba en el Salón Arturo Illia de la Cámara alta, donde los senadores trabajaban en el proyecto.

"Es muy notorio, cada declaración de (Gerardo) Morales demuestra que la Justicia es un apéndice de él, maneja los resortes de los jueces. Un proyecto de estas características pone un manto al estado de derecho", señaló el dirigente de la Tupac Amaru. 

Tal como lo había adelantado, la ex ministra de Seguridad y actual presidenta del PRO, Patricia Bullrich, fue a la movilización y definió al proyecto del senador Guillermo Snopek como una "extorsión". 

"Estoy acá para que no avasallen Poder Judicial de Jujuy", remarcó. “Esto viola todos los principios constitucionales. Estamos acá apoyando a Morales ante este atropello que es un atropello a toda la Justicia argentina. La sociedad nos ha dado un mandato de defensa de las instituciones y lo vamos a cumplir”, agregó la ex funcionaria de Mauricio Macri.
 
El titular del Superior Tribunal fue denunciado por una ex funcionaria por delitos sexuales. El mismo juez, según audios telefónicos, admitió que la líder de la agrupación Tupac Amaru está presa por motivos políticos. Una comisión del Senado tratará el proyecto para intervenir el Poder Judicial. El gobernador Morales se defiende políticamente.

Pasados cuatro años y tres meses desde que la provincia de Jujuy está al mando del gobernador radical-cambiemita Gerardo Morales, en las últimas semanas estallaron gravísimos conflictos que involucran al aparato judicial diseñado a fines de 2015, en principio para encarcelar y mantener presa a Milagro Sala, y del cual se va conociendo paulatinamente su trastienda más tenebrosa.

A las denuncias por corrupción política y violencia en el ejercicio del poder que trascendieron a partir de 2016,  el pasado fin de semana se sumó una acusación por “violación” contra el presidente del Superior Tribunal de Justicia, Pablo Baca, quien fue diputado radical hasta el día en que asumió como juez. La víctima es Ana Juárez Orieta, una ex funcionaria provincial del área de Estadísticas y hermana de una legisladora provincial.

Según se supo ahora, la mujer denunciante es la misma que lo había grabado a Baca el año pasado en conversaciones telefónicas privadas, que ella misma entregó después al portal de noticias El Cohete a la Luna para ser difundidas. En esas grabaciones, el titular de la corte jujeña reconoce que Milagro Sala está presa “porque es un problema para el gobierno”. 

Poco después de revelarse la información, el senador nacional por el justicialismo de Jujuy Guillermo Snopek presentó en la Cámara que integra un proyecto para disponer la “intervención federal” del Poder Judicial de su provincia.
La difusión de los audios dejó al descubierto la corrupción política del gobierno provincial, el Poder Judicial local y el Ministerio Público de la Acusación (jefatura de las fiscalías). Pero a la extrema gravedad de la trama oculta revelada, después se agregaron las acusaciones por presuntos hechos criminales del presidente del máximo tribunal de la provincia.

Delitos sexuales

Ana Juárez Orieta, ex directora de Estadísticas y Censos de la provincia, presentó la denuncia en la comisaría de la Mujer de la capital jujeña el viernes 28 de febrero. En la jornada siguiente su testimonio fue grabado periodísticamente y un día después, el pasado domingo, se hizo público.

Según la información allí revelada, “la violación ocurrió en agosto 2019 en el estudio jurídico de Baca, quien entre 2016 y 2018 mantuvo una relación de pareja” con Juárez Orieta. “Cuando ella puso fin a la relación, porque él seguía casado y se tornó cada vez más violento, comenzó a amenazarla”, puntualiza el medio informativo digital.

Agrega que “en agosto pasado la citó en su estudio con el pretexto de entregarle unos papeles comprometedores para el fiscal de Acusación, Lello Sánchez”, y allí fue perpetrada la violación. Posteriormente, “Baca la amenazó con mandarla presa o hacerla aparecer flotando en el río”.

La transcripción completa del testimonio de la mujer, así como el audio de la entrevista con la periodista Alejandra Dandan (que dura casi una hora) donde la víctima cuenta todos los detalles en forma desgarradora, fueron publicados en forma exclusiva por El Cohete a la Luna. 

Una vez difundida la gravísima denuncia, Baca negó los hechos y lanzó acusaciones políticas contra la mujer. En un comunicado, dijo que “la denuncia falsa que Juárez Orieta formula en mi contra es el resultado de las denuncias que realicé previamente. (Ella), luego de participar de una operación política ilícita, decidió cubrirse a través de la extorsión. Como no cedí, echó mano a una calumnia infame”.
Se me endilga un delito repugnante con el solo fin de consumar la maniobra política y destruirme personal, social y familiarmente”, dice el comunicado mediante el cual el presidente del Superior Tribunal jujeño negó haber perpetrado la violación. 

Morales y los medios porteños aliados


Frente al cúmulo de evidencias, el gobernador Morales se abroquela en la defensa del aparato judicial, con el apoyo de otros sectores de Juntos por el Cambio (JpC) y de los medios de comunicación porteños aliados de la coalición radical-macrista-carrioísta. Este miércoles (04/03), el mandatario jujeño encabezó una marcha buscando fortalecerse políticamente.

El tema central con que el gobierno de Jujuy y sus aliados reúnen el apoyo de una parte de la población local, predominantemente de sectores de piel blanca y de clases medias o altas, es el odio y la estigmatización contra Milagro Sala. Todos los discursos giran en torno de exigir que la líder de la organización Tupac Amaru continúe presa porque, según afirman, es una “delincuente”.

Morales llegó incluso a ponerse en un lugar de víctima heroica para sostener y potencialmente suicida para llevar su posición al extremo. Luego de la marcha del miércoles, dijo que “antes de indultar” a Milagro, si así se lo exigieran, “que me peguen un tiro en la cabeza”. 

El gobernador de Jujuy incorporó de ese modo una retórica con elementos de necrofilia -es decir de cierta atracción por la muerte o por alguno de sus aspectos-. Hasta el momento, la única figura de la derecha política que ejerce desde hace más de una década ese tipo de violencia en las palabras es Elisa Carrió, quien se ha referido infinidad de veces a “muertos”, “armas”, “matar”, “morir”, etc. 
 
El gobernador se reunió con parlamentarios de la oposición. En declaraciones a la prensa aseguró que tiene "buenas relaciones" con el presidente Alberto Fernández y acusa al "ultrakirchnerismo" por el proyecto de intervención.  

La presentación del proyecto de  ley – impulsado por el senador Guillermo Snopek, referente del peronismo jujeño- que declara la intervención federal al Poder Judicial de la provincia gobernada por Gerardo Morales desató un conflicto con la oposición.

Tras una reunión con senadores y diputados de Juntos por el Cambio este martes 10 de marzo en el Congreso, Morales pidió una audiencia con el presidente Alberto Fernández para que clarifique su postura respecto al tema.

Luego del encuentro, en declaraciones con la prensa acreditada, el mandatario provincial señaló: “El lunes pasado hablé con él (Alberto Fernández) y le pregunté si había una decisión del gobierno nacional de impulsar la intervención y me dijo que no, lo que le creo porque hasta acá con el presidente lo que me dice sí es sí, lo que no es no, estamos cultivando una relación más allá de las diferencias”.
Pero Snopek dice que recibió orden de Cristina Fernández de Kirchner y Oscar Parrilli. Además Julio De Vido dice que hay que intervenir el poder judicial para liberar a Milagro Sala, así que tengo la convicción de que hay un sector del ultrakirchnerismo que está impulsando el tema”.

El senador nacional del Frente de Todos Guillermo Snopek denunció hoy que en Jujuy "se arman causas penales para infundir miedo y quebrar voluntades políticas", al justificar el pedido de intervención del Poder Judicial de la provincia, durante un debate de la reunión de la comisión de Asuntos Constitucionales del Senado.



Snopek afirmó que "hace una falta una intervención quirúrgica" en el Poder Judicial de Jujuy y calificó "como un verdadero escándalo" el hecho de que el gobernador, Gerardo Morales, haya impuesto "una mayoría automática" afín a su gobierno en la Suprema Corte de Justicia de la provincia.

"Fue difícil presentar este proyecto pero es un último recurso. La situación en Jujuy es muchísimo más grave que la situación de la Justicia a nivel nacional", declaró el senador por esa provincia del norte argentino, al argumentar su pedido de intervención durante la audiencia de la comisión de Asuntos Constitucionales del Senado.

Snopek consideró que existe en la provincia "un direccionamiento de la Justicia con fines políticos" y denunció que "se arman causas penales para infundir miedo y quebrar la voluntad política, ya que se viola sistemáticamente la ley mediante arbitrariedades en los concursos y en el sistema de subrogancias".

El senador sostuvo que desde 2015 hasta la actualidad "se acumularon una serie de hechos de inusitada gravedad y no se han corregido estas agresiones a las normas y a las instituciones de Jujuy".

"Lo mejor hubiera sido que los poderes de Jujuy resuelvan esta situación pero no se dio y por esa razón este tema debe ser tratado por el Senado", señaló.

Denunció entre las supuestas irregularidades que observa en el Poder Judicial de Jujuy la designación de cargos en el Superior Tribunal de Justicia con "militantes" del partido del gobernador.

Corría la primera semana de noviembre de 2013. Yo aun lloraba emocionada cuando leía el fallo de la Corte en la causa Clarín que había salido el 29 de octubre. La política peronista aun intentaba recuperarse del bofetón que habían significado las elecciones legislativas del 27 de octubre, en las que Sergio Massa, que para esa fecha era algo así como la gran esperanza blanca del poder, había obtenido una importante cantidad de voto en la provincia de Buenos Aires.
A propósito del fallo sobre la constitucionalidad de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, firmado ese 29 de octubre, se había producido una curiosa situación. El entonces presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, había acordado a través de su equipo de prensa una serie de entrevistas para explicar el fallo en cuestión. Debo aclarar que el fallo no había sido el que los medios más concentrados de la Argentina esperaban. Y estaban indignados.

La historia la contó en la revista Noticias María Bourdin, entonces directora del Centro de Información Judicial de la Corte Suprema (CIJ). Este fue el relato

Noticias: La mencionaron Jorge Lanata y Marcelo Longobardi. ¿Qué pasó detrás de escena?

María Bourdin: Pasó lo habitual para cualquiera que hace un trabajo de prensa. El día que sale el fallo de la Ley de Medios, habíamos decidido que Lorenzetti saliera a explicarlo. En este caso, habíamos decidido que hablara en La Red, Continental y Mitre.

Noticias: ¿Con qué periodistas?

Bourdin: Con María O’Donnell, Luis Novaresio y Marcelo Longobardi. Entendíamos lo importante que era este fallo para los medios, en general. Primero hice un intento para avisarle que nos interesaba salir en el programa de Longobardi. Pensé que se iba a abalanzar sobre la nota. Lo hice a través de una persona muy cercana a él y a mí.

Noticias: ¿A través de quién?

Bourdin: Daniel Hadad. A la noche, cuando ya había arreglado con La Red y Continental, hice un último intento con su producción y no me contestaron.

Noticias: ¿Por qué aparece Lanata en esta historia?

Bourdin: En el pase que hace Longobardi al programa de Lanata. Lanata dice que no me conocía. Para nosotros, ya es algo que pasó. Lorenzetti salió al aire en La Red y Continental con normalidad, y no habló en Mitre. Para mí, se terminó. El condimento personal que le agregué está más vinculado a mi historia que a la figura de Lorenzetti. Yo me formé en el Grupo Clarín. Hice la maestría en periodismo ahí, gané la beca “Nuevos Periodistas”, trabajé en el cierre, en Arquitectura, en todo lo que se le ocurra…

Noticias: Usted dice que terminó ahí, pero después tuiteó que no lo entrevistaban a Lorenzetti en Mitre.

Bourdin: Sí. Me había sorprendido la decisión de no querer sacar al aire al presidente de la Corte Suprema.

La revista Noticias también entrevistó a Jorge Lanata a propósito del penoso episodio, y el conductor señaló al respecto: «La Corte no puede, por una cuestión de multilateralidad, entrevistarse con una de las partes sin que esté la otra, y esas audiencias tienen que ser públicas. Entonces, si la Corte lo vio a Zannini, ¿estaba Magnetto en la reunión?

Pero la Corte también ha tenido reuniones con Magnetto.

Lo que yo estoy diciendo es que tienen que estar las dos partes juntas.
 
¿Usted no quiso sacar al aire a Lorenzetti?

Obvio, yo no lo voy a sacar. No me interesa discutir con él.

¿Por qué? ¿No tiene ninguna pregunta para hacerle a Lorenzetti?

Sí, pero creo que va a mentirme, ¿para qué se las voy a hacer?

Usted impulsó el «Queremos Preguntar». ¿Cree que toda la gente a la que le vamos a preguntar nos va a decir la verdad?

(…) Ahora Lorenzetti quiere hablar, yo me pasé la vida llamándolo y no salió al aire. Entonces, no es que yo no quiero hablar con Lorenzetti: no quiero darle en este momento 52 puntos de share para que diga su versión de las cosas.

Bienvenido al periodismo que decide callar una versión de los hechos porque no le gusta. Por cierto, eso no es periodismo. Eso es operar. Es decir, solo admitir y difundir una versión y callar las demás. Cuando pasa eso no se informa, se desinforma. Y voy a reiterar que cuando pasan esas cosas, la víctima no es solo quien sufre la censura, sino también todos los ciudadanos, que ven cercenado su derecho de acceso a la información, una de las caras de la libertad de expresión. Porque como señalara hace casi 35 años la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en la Opinión Consultiva 5/85: “En su dimensión social la libertad de expresión es un medio para el intercambio de ideas e informaciones y para la comunicación masiva entre los seres humanos. Así como comprende el derecho de cada uno a tratar de comunicar a los otros sus propios puntos de vista implica también el derecho de todos a conocer opiniones y noticias. Para el ciudadano común tiene tanta importancia el conocimiento de la opinión ajena o de la información de que disponen otros como el derecho a difundir la propia”.

Pero verán que para nuestro periodismo, la libertad de expresión es solo su derecho a hablar, mas no a que hablen los demás. Al menos no los que hablen con opiniones diferentes a las de ellos.

Quiero reflexionar sobre el enorme poder que tienen los medios de comunicación y cómo impacta ese poder en un poder de la República que se llama Poder Judicial. Hemos visto cómo un medio puede incluso decidir callar al presidente del organismo máximo del Poder Judicial. Esto es la Corte Suprema. Pero ese acto de censura, si bien no tiene consecuencias sobre el medio que lo dispone ni sobre el periodista que lo ejecuta, sí tiene consecuencias sobre todos nosotros, los que no accedemos a la información, porque un medio decide que no accedamos.

Les voy a dar un ejemplo más reciente e incluso más dramático. El domingo pasado, El Cohete a la Luna publicó una entrevista donde una mujer contaba la violación que había sufrido por parte del presidente del Superior Tribunal de Justicia de Jujuy. Ningún medio de los que responden a la famoso circulo rojo reprodujo la noticia. Y la razón es bastante sencilla de explicar. El acusado de violación era diputado provincial de Jujuy a finales del 2015. Apenas asumió, el gobernador Gerardo Morales ordenó ampliar el número de miembros del Superior Tribunal de Justicia de Jujuy, que, para los neófitos, es la Corte Suprema provincial. Pablo Baca era uno de los legisladores de la Unión Cívica Radical que votó ese aumento de miembros. Voto que fue por demás provechoso, sobre todo para el propio Baca, quien luego fue promovido por el propio Morales como miembro de ese Superior Tribunal. Lo que llamaríamos una prodigiosa carrera judicial.

El hacerse con el control tanto del Superior Tribunal como de ciertas fiscalías estratégicas significó para Gerardo Morales la posibilidad de pasar de gobernador a supremo visir, marajá y zar de la Puna. Porque le permitió tener la más absoluta injerencia en el Poder Judicial de la provincia que gobierna. Y mantener arbitrariamente presa a su principal opositora política, Milagro Sala.

Es extraño y trágico también que Pablo Baca, una de las piezas que ha permitido mantener en prisión a Milagro Sala, una mujer, hoy esté acusado de violar a otra mujer. Frente a la silenciosa indiferencia de los medios de comunicación y de buena parte de la política.

Hoy es 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Y cuando lea las grandilocuentes notas de los medios que responden al círculo rojo, relativas a las luchas feministas, los derechos de la mujer y su reivindicación, le pido que tomen nota que cada uno de esos medios ESTÁ INVISIBILIZANDO UNA DENUNCIA DE VIOLACIÓN que, claro, tiene impacto político, pero que más allá de ello, implica una desprotección de la víctima. Pareciera que hay violadores buenos, o violaciones que no son tan graves o que no importan.

En el Senado de la Nación tenemos un caso similar, en términos de impacto político. Un senador del peronismo, José Alperovich, también está acusado de violación. Los medios le dieron amplia difusión al tema. De hecho, fue portada de diarios. Ese señor acusado de violación actualmente está de licencia. Y fueron sus propias colegas, las senadoras mujeres, quienes activaron el protocolo de defensa de la víctima. Diferencias que hay que hacer notar. Porque importan.

Escribo esto con espanto. No puedo creer el silencio de los grandes medios respecto a la denuncia de la mujer de Jujuy. Me parece vergonzante. Y me pregunto qué les dirán los gerentes de línea editorial a los cientos de mujeres periodistas que callan la denuncia de violación en Jujuy.

Pero más aun, me pregunto qué pensarán en su fuero intimo esas mujeres periodistas que callan. ¿Les dará vergüenza aparecer ante las cámaras o firmar sus notas con la noción de aquello que callan? ¿Justificarán silenciar esa denuncia creyendo que ese silencio es parte de su aporte a algún sector político? ¿Qué dirán entre ellas en los camarines y vestidores de los canales de televisión? ¿Serán conscientes que podrían ser ellas las que un día denuncien una violación y sus colegas quienes la invisibilicen?

Tengo la sensación horrible de que detrás de tanto pañuelo verde que se muestra en TV, hay una dosis enorme de cinismo e hipocresía. La situación de abuso, aun sutil, es algo que hemos pasado la mayoría de las mujeres argentinas. Sea un profesor desubicado, un desconocido en la vía pública, un jefe idiota y machirulo, un familiar más o menos cercano, un ex novio o un ex marido.

Yo no tengo que refrescar en la memoria de ninguna mujer de este país las situaciones de abuso que sufrimos solo por ser mujeres. Pero sí me veo en la obligación, que me apena, me avergüenza y me enoja de recordar que los derechos de las mujeres, que la dignidad de las mujeres, es innegociable. No importa en qué medio trabajás, ni de qué partido sos, ni qué conviene. Si nosotras no nos defendemos entre nosotras… ¿en serio creen que el patriarcado va a caer? Si nosotras, que conocemos en primera persona de qué se trata esa historia de humillaciones y situaciones incomodas nos callamos, ¿quién va a hablar por nosotras?

Cuando normalizamos el silencio, normalizamos nuestro propio yugo. Hay infinidad de opciones para no callar sin defender o atacar a nadie. Podés explicar la presunción de inocencia. De la que también gozan quienes son denunciados por violación. Podés decir que no creés en la denuncia y que la misma está orientada políticamente. Lo que no podés es callarte solo porque el acusado es alguien poderoso. O porque el acusado tiene relevancia política.

Les voy a contar que hace un tiempo, casi dos años, acusaron a un dirigente de mi espacio político, Jorge Romero, de haber encerrado a una militante en un baño y haber intentado obligarla a hacerle sexo oral. El dirigente en cuestión salió a dar explicaciones. “Soy un varón criado en una sociedad patriarcal. (…) puedo ver que en el pasado tuve prácticas machistas que en ese momento parecían naturales”.

Dije entonces y sigo pensando lo mismo, que la sociedad patriarcal no es la excusa absolutoria para los abusos. Está perfecto que cada hombre que cometa un abuso, si su conciencia así se lo indica, se disculpe, asuma su error y dé las explicaciones que pudieren corresponder. O si cree que es inocente de la acusación, la niegue y explique.

Lo inadmisible, lo degradante, lo horrible, es que las mujeres callemos cuando una víctima hace pública su situación, porque al hacerla pública busca la protección que sólo da salir del ámbito privado y exponerse al escrutinio, no siempre humano ni piadoso, de la opinión de muchos.

La constitución de humanidad en cada uno de nosotros solo es posible mediante el lenguaje. “Lo humano” se expresa por, en y desde el lenguaje en tanto la posibilidad de expresar en la conciencia el sentido de las diferencias, distinciones y disquisiciones que hace cada quién respecto de “otros” consignando las diferencias y similitudes, los acuerdos y los disensos que definen las posiciones, ideas, interpretaciones y acciones respecto de la realidad.

El silencio hace a la palabra y la palabra hace al lenguaje, como parte de sus herramientas … podríamos entonces comprender que sin silencio no se distinguiría ninguna palabra y sin palabras cualquier otra posibilidad de lenguaje sería insuficiente a la conciencia para signar sentidos y diferencias capaces de producir razón consciente, inteligencia humana, capacidad de enseñar y aprender, recordar, sostener en el tiempo valores, proyectos; transformar, crear …

Ahora bien, el silencio permite distinguir la palabra, pero también puede ocultarla, esconderla, callarla. He aquí que en los actos, la palabra completa su sentido como lenguaje. En otros tiempos quién “faltaba a la palabra” era merecedor del peor de los castigos, porque la palabra hacia a la persona … “lo humano” se define en la palabra y la persona se reconoce en ella y es reconocida por la palabra que le es propia. Faucault desarrolla un trabajo teórico excepcional respecto a como, en la palabra, los sujetos se reconocen como individuos en el contrato social que establecen respecto a un orden o valoración que, construyendo subjetividades e intersubjetividades, producen el orden jurídico y punitivo de las comunidades. Los dos elementos que se entrelazan allí son palabra y poder.

La palabra es en “sí” un poder en tanto la posibilidad de darle sentido al mundo, a las relaciones y a las propias decisiones y acciones en la realidad. Pero además, confiere a las otras posibilidades humanas el carácter de legitimidad que es necesario para que esa acción no sea resistida, violentada, negada.

Cuándo la interpretación de la realidad produce segmentación y “grieta”, la palabra pierde allí su eficacia como elemento dinamizador de un contrato social y se vuelve, por el contrario, un “arma de guerra” o “herramienta de poder”.

El tan viejo y trillado “divide y reinarás” solo es posible mediante la palabra que signe y signifique las diferencias que no son relevantes para el poder, como relevantes para quienes son sometidos por el poder, enfrentándose entre sí en esas divisiones, e impidiendo ver que el problema es el poder que manipula esas mismas divisiones para sostener sus privilegios y dominar los escenarios en la realidad.

Detrás de la “grieta” que se dibuja en el conflicto por el Poder Judicial Jujeño, se encubren negocios y privilegios de la familia Morales (Inmobiliarios), a los que obviamente las acciones comunitarias de Milagro Sala y la agrupación que ayudó a potenciar y lideró, se constituyó como obstáculo e impedimento.

Hay otra “grieta” mas ancestral que es aquella que Milagro cabalmente representa … Mujer, indígena, pobre, líder popular, la antítesis perfecta del Patriarcado, colonial, Capitalista, neoliberal. En ella se sintetiza la verdadera “grieta”. Esa que no expresa las dos manifestaciones que separó ayer el cordón policial en el Congreso.

I.
Cuando Tupac Amaru va al matadero no va solo. Además del pregonero que lo señala como tirano y traidor, lo acompañan quienes harán cumplir el dictamen.

Inmutable, también lo secunda una turba silenciosa.

Cuando cae el sable sobre el cuello del nieto de Huaina Capac, cuenta Galeano, la multitud indígena tronó: “¡Que nos maten a todos!”.

Es historia conocida, y olvidada, que el conquistador cumplió a pie y juntilla con ese pedido.

Tras haber sufrido por generaciones la desdicha y la humillación, durante la década pasada miles de jujeños tendrán casa propia, comida, salud y educación en su barrio. Esos mismos disfrutarán hasta de una pileta de dimensiones colosales en una de las provincias que más feriados tiene (los hay en honor de la Pacha Mama, en fecha de carnaval, el día de las almas, los días de Pascua) porque, entre otras buenas razones que detienen la rueda de la extracción de sangre y plusvalía del capital, sabe honrar alguito el goce como lo ha hecho el peronismo del cual Milagro Sala es uno de los ejemplos más fieles y por ende revulsivos.

Lo hecho, que es mucho como se ve, ha sido gracias a ese torbellino impetuoso llamado Milagro, una mujer que no descansa un minuto.
Como retribución, esos miles de jujeños le pagaron con la ingratitud de los campesinos bolivianos para con el Che, la misma de no pocas mujeres para con Evita, uno y otra sus referentes, además de Tupac Amaru.

Cuando a Milagro la llevan al calabozo, después de ser juzgada por quienes solo tienen odio de clase, racial, de género y mucho ánimo de revancha, al igual que cuando la trasladaron a su domicilio –cambia la forma, no el fondo: lleva encerrada la totalidad del anterior gobierno, varios meses de éste y contando–, derredor no hay grito de multitud alguna, salvo un nutrido puñado de artículos de Horacio Verbitsky y la petición hecha ante un tribunal internacional, que no son otra cosa que quejidos sordos, papeles al viento tapados por la posverdad, uno de los puntales de la posdemocracia.

No hay grito, sino silencio.

Sonoro como es todo silencio ante una injusticia.
Ese silencio le saca una autocrítica a Milagro, que es más bien un puñal aún clavado. “Fallamos en la formación de cuadros”, reconoce.
Ese silencio la atormenta porque es el del esclavo feliz que elige no pelear por la igualdad de derechos con el opresor, tan siquiera por el derecho a la subsistencia. Es el apogeo de esa “nueva servidumbre del hombre librado en la era del capitalismo total”, para decirlo con palabras de Dufour.

Ese silencio la avergüenza. No solo a ella, por supuesto.
Pero hay otro que la enorgullece y que acaso indique un camino imposible pero aconsejable.
 
II.
Fui a Jujuy a visitar a esa mujer que todo lo dio “sin pedir vuelto”, como hizo Fidel según Galeano.

Le llevé unos libros, el que escribí sobre Cambiemos y otros que me dio mi amigo y editor Ariel Pennisi: uno sobre el movimiento piquetero, otro sobre la insurgencia latinoamericana en la década del ’60, otros sobre el colectivo insumiso de nuestro tiempo, los feminismos.

No fue difícil dar con ella ni ingresar a su casa. Para esto último, alcanzó con mostrar el DNI a dos policías de civil que vigilan la manzana día y noche; sabido es que a alguien tan peligroso como ella –la única que pudo construir no ya un Estado paralelo, como le achacan, sino otra concepción de Estado, que es su legado– hay que tenerlo vigilado 24/7.

Al entrar, me quedé mirando las paredes atiborradas de fotos enmarcadas, de condecoraciones por su labor social, y sobre todo, de pinturas alegóricas y adornos que señalan, en su cantidad, que lo hecho en la Tupac en pos de recuperar la identidad indígena (reimplantaron rituales, erigieron templos, marcharon por la devolución de tierras a sus verdaderos dueños) no era “de pico” sino que forma parte de su vida desde que su abuela le enseñó las raíces negadas en su familia.

Como esas estrellas de Hollywood que no aparecen en el filme sino cuando ya han pasado varias secuencias, Milagro se hacía esperar.
Si bien las secuencias iniciales de ese filme que para nosotros sería más que emotivo habían empezado antes del ingreso, al hacerlo se sucedieron otras en las que charlamos de temas de actualidad un buen rato con un actor secundario pero que milita como si fuera principal, su marido, Raúl Noro.

Finalmente ella llegó y se puso a la cabecera de la mesa. A lado y lado estamos tres jóvenes provenientes de Gessell que conforman un grupo de investigación y bregan porque se lea a Rodolfo Kush —donde sea pero que se lea—, mi compañera, con quien le hicimos una breve entrevista, un militante ya veterano casualmente también seguidor de la obra de Kush y dos jóvenes que, por el color de su piel y las facciones de sus rostros, ella reconoció como hermanos, los miró con un cariño especial y terminó por ofrecerles alojamiento así “hablamos a la noche”, donde realmente terminaría esa película ya sin nosotros, los verdaderos actores secundarios como se verá.

Hablamos de su situación, que es igual y muy distinta a la de otros encarcelados durante “el tercer gobierno radical de Macri” como llama a este período Jorge Asís. También sobre Kush, que ni aún viviendo en Maimará logró que se lea su obra en la mismísima universidad de Jujuy, un intelectual a quien paradójicamente Milagro no conoce siendo acaso una de las pocas personas que lo honra al instar a su comunidad a recuperar la identidad perdida y al hacer que todos y cada uno de nosotros advirtamos que estamos en deuda con nuestra tierra, creamos o no en la Pacha Mama, como nos reitera en la entrevista en la que habló de sus “abuelos”, los antepasados, y hasta del cine que le gusta, el minúsculo cine que nos deja ver cómo era el reino de este mundo antes de que llegue el conquistador, cine del Imperio – bien se ve, “en las grietas está Dios que acecha”: Apocalipto, Mohana y Coco son filmes que ella no se cansa de ver, nos contaba, y recomienda cada vez que puede sobre todo a los más jóvenes.

Milagro no viste como Tupac Amaru, tampoco con el colorido que hace brillar a sus “abuelos” hasta el día de hoy. “Esta es ropa prestada”, dice como pidiéndoles perdón, señalando su remera y pantalón deportivos. Poco importa cómo viste; el pasado habla en ella como puede, con retazos venidos de la cultura guaraní, mapuche y coya. En su hablar entrecruza miradas de diferentes pueblos, no solo del suyo, como si en esa hibridación dijera “no importa mi cultura sino la nuestra, que es la sepultada”; de ahí que cuando responde a una pregunta nunca usa el “yo” sino habla de “nosotros”, aludiendo a esa “comunidad organizada” –así llamó a lo hecho aludiendo a un libro que le regaló el mayor de este grupo— que no ha dejado de honrar un solo día.


Esa mujer es mala palabra. Lo es para los dueños de la tierra y sus gendarmes políticos y judiciales, lo es para la clase media que la ve como alguien molesto y perjudicial al orden (vaya si lo es), lo es para el peronismo provincial (y no solo ése, habida cuenta de cómo quedó olvidada sin muchas visitas del partido, incluido el Presidente de la Nación, hasta hoy ausente sin aviso) y para la izquierda a la que no le basta lo hecho por el pobrerío ni que cite al Che más que a Perón ni que en los tanques de agua de los barrios hechos por la Tupac se imponga, al lado de Evita y del caudillo de la mayor rebelión contra los españoles, la imagen del Che.
 
III.
El silencio de quienes fueron beneficiados por su labor, el silencio del Estado (ese que no pidió perdón a los pueblos originarios como sí supo pedir ante el terrorismo de Estado), el silencio del progresismo incluso (una prueba más de que reina la “Argentina blanca”, sobre todo en el progresismo) contrasta con una mujer que no se calla ante nada ni nadie.

Milagro no especula con la palabra como no lo hizo con su acción. No puede medir esa furia que se traduce en mala palabra. Cuentan que sus arengas en marchas y protestas solían ser acompañadas por estruendosas puteadas (“¡Vamos, hijos de puta!” era menos uno de sus “hits” que un índice de su ira), lo cual generaba no poco resquemor en la propia tropa, sobre todo de las personas mayores, y esparcía el rumor –¿indicio de futura traición?— de que “la Milagro es demasiado mal hablada”.

Signo de autenticidad (no es de los políticos que adecúan su lenguaje según el asesor de imagen; no podría modular un “¿Tajahí?” para adaptar a cada región) y de una ira que lejos está de apaciguarse, esa incontinencia la acompaña. En la charla que mantuvimos, cada dos o tres frases salía de su boca esa bronca hecha verbo que llamamos puteada, que nunca en ella personalizada, valga aclarar, porque, como buena líder que es, Milagro piensa en procesos no en personas.

El silencio que reivindica, del que aprende y nos exige aprender es el que estaba presente, pero no lo notábamos, en la charla que tuvimos.

Esa mañana hablamos y hablamos durante más de dos horas. Los dos jóvenes que ella había invitado a que se quedaran hasta el día siguiente nada dijeron en toda la charla. Nada. Solo miraban y uno de ellos mascaba hoja de coca.

En un momento de la entrevista Milagro dice:
Los gringos tienen que aprender a respetar nuestras ceremonias como nosotros los respetamos a ellos. El gringo siempre te pide respeto. Viene, te avasalla y te pide respeto. Siempre se cree que son más sabios que los hermanos que viven en las comunidades. Miralo a él [con la cabeza señala a uno de los jóvenes], él no te habla. ¿Y sabés por qué no te habla? No porque sea un ignorante, no porque sea un zonzo que no sabe. Sino porque el silencio es parte de la sabiduría de los pueblos originarios. Escucharlo, mirarlo al otro. Y decir lo justo y lo necesario. Y no más. 
 
Quienes allí estábamos, incluso los que leímos y creemos que entendemos a Rodolfo Kush, nos miramos avergonzados. “Hablamos de más”, dijimos bajando los hombros.

El silencio al que alude, que no es el que precede a la reflexión y menos el que señala lo inefable, es el silencio que cobija esa sabiduría que es la memoria de las generaciones.




En tiempos del turbocapitalismo en fase zombie hacerse cargo de un pasado que entraña el lazo comunitario tanto como una espiritualidad perdida es un anatema, es meter un freno intolerable y hacer saltar por los aires la cultura del instante en que vivimos.
La propuesta es imposible. Va mucho más allá de “formar cuadros”. Implica un desafío radical: volver a mirar al otro y pensar en comunidad.

Milagro sabe que es una batalla perdida. Sabe de esas batallas, que son las únicas que vale la pena dar.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack


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