Miércoles 11 de marzo de 2020
Solo un cordón policial, de muy pocos metros, dividía a ambos
sectores. Así, quedaba expuesta "la grieta". "Seguro
vienen de Europa y tienen el Coronavirus", gritaban los
encolumnados en Entre Ríos para el lado de la calle Hipólito
Yrigoyen, de la organización Tupac Amaru. El Partido Piquetero
y la CTA Autónoma también acompañaron la movilización. "Vinieron
todos en colectivo, por el chori y la coca", gritaban los
"autoconvocados", que estaban sobre la misma avenida, pero
para el lado de Rivadavia.
Sobre la movilización de los militantes de Juntos por el Cambio,
el dirigente de la Tupac Amaru, Alejandro "Coco"
Garfagnini, opinó: "Es la misma gente que pide la libertad para
los genocidas, que está en contra del aborto, que está a favor de
que los jueces sigan teniendo privilegios".
Dos manifestaciones confluyeron frente al Congreso de la Nación
para pronunciarse a favor y en contra del proyecto de intervención
al Poder Judicial de Jujuy. De un lado pedían "libertad de
Milagro Sala", del otro aseguraban "defender la
República". Ambas tenían el foco de atención puesto en lo que
pasaba en el Salón Arturo Illia de la Cámara alta, donde los
senadores trabajaban en el proyecto.
"Es muy notorio, cada declaración de (Gerardo) Morales
demuestra que la Justicia es un apéndice de él, maneja los resortes
de los jueces. Un proyecto de estas características pone un manto al
estado de derecho", señaló el dirigente de la Tupac Amaru.
Tal como lo había adelantado, la ex ministra de Seguridad y
actual presidenta del PRO, Patricia Bullrich, fue a la movilización
y definió al proyecto del senador Guillermo Snopek como una
"extorsión".
"Estoy acá para que no avasallen Poder
Judicial de Jujuy", remarcó. “Esto viola todos los principios
constitucionales. Estamos acá apoyando a Morales ante este atropello
que es un atropello a toda la Justicia argentina. La sociedad nos ha
dado un mandato de defensa de las instituciones y lo vamos a
cumplir”, agregó la ex funcionaria de Mauricio Macri.
El titular del Superior Tribunal fue denunciado por una ex
funcionaria por delitos sexuales. El mismo juez, según audios
telefónicos, admitió que la líder de la agrupación Tupac Amaru
está presa por motivos políticos. Una comisión del Senado tratará
el proyecto para intervenir el Poder Judicial. El gobernador Morales
se defiende políticamente.
Pasados cuatro años y tres meses desde que la provincia de Jujuy
está al mando del gobernador radical-cambiemita Gerardo Morales, en
las últimas semanas estallaron gravísimos conflictos que involucran
al aparato judicial diseñado a fines de 2015, en principio para
encarcelar y mantener presa a Milagro Sala, y del cual se va
conociendo paulatinamente su trastienda más tenebrosa.
A
las denuncias por corrupción política y violencia en el ejercicio
del poder que trascendieron
a partir de 2016, el pasado fin de semana se sumó una
acusación por “violación” contra el presidente del Superior
Tribunal de Justicia, Pablo Baca, quien fue diputado radical hasta el
día en que asumió como juez. La víctima es Ana Juárez Orieta, una
ex funcionaria provincial del área de Estadísticas y hermana de una
legisladora provincial.
Según
se supo ahora, la mujer denunciante es la misma que lo había grabado
a Baca el año pasado en conversaciones telefónicas privadas, que
ella misma entregó después al portal de noticias El Cohete a la
Luna para ser difundidas. En esas grabaciones, el titular de la corte
jujeña reconoce que Milagro
Sala está presa “porque es un problema para el gobierno”.
Poco
después de revelarse la información, el senador nacional por el
justicialismo de Jujuy Guillermo Snopek presentó en la Cámara que
integra un proyecto para disponer la “intervención federal” del
Poder Judicial de su provincia.
La difusión de los audios dejó al descubierto la corrupción
política del gobierno provincial, el Poder Judicial local y el
Ministerio Público de la Acusación (jefatura de las fiscalías).
Pero a la extrema gravedad de la trama oculta revelada, después se
agregaron las acusaciones por presuntos hechos criminales del
presidente del máximo tribunal de la provincia.
Delitos
sexuales
Ana Juárez Orieta, ex directora de Estadísticas y Censos de la
provincia, presentó la denuncia en la comisaría de la Mujer de la
capital jujeña el viernes 28 de febrero. En la jornada siguiente su
testimonio fue grabado periodísticamente y un día después, el
pasado domingo, se hizo público.
Según la información allí revelada, “la violación ocurrió
en agosto 2019 en el estudio jurídico de Baca, quien entre 2016 y
2018 mantuvo una relación de pareja” con Juárez Orieta. “Cuando
ella puso fin a la relación, porque él seguía casado y se tornó
cada vez más violento, comenzó a amenazarla”, puntualiza el medio
informativo digital.
Agrega que “en agosto pasado la citó en su estudio con el
pretexto de entregarle unos papeles comprometedores para el fiscal de
Acusación, Lello Sánchez”, y allí fue perpetrada la violación.
Posteriormente, “Baca la amenazó con mandarla presa o hacerla
aparecer flotando en el río”.
La transcripción completa del testimonio de la mujer, así como
el audio de la entrevista con la periodista Alejandra Dandan (que
dura casi una hora) donde la víctima cuenta todos los detalles en
forma desgarradora, fueron publicados en forma exclusiva por El
Cohete a la Luna.
Una vez difundida la gravísima denuncia, Baca negó los hechos y
lanzó acusaciones políticas contra la mujer. En un comunicado, dijo
que “la denuncia falsa que Juárez Orieta formula en mi contra es
el resultado de las denuncias que realicé previamente. (Ella), luego
de participar de una operación política ilícita, decidió cubrirse
a través de la extorsión. Como no cedí, echó mano a una calumnia
infame”.
“Se me endilga un delito repugnante con el solo fin de consumar
la maniobra política y destruirme personal, social y familiarmente”,
dice el comunicado mediante el cual el presidente del Superior
Tribunal jujeño negó haber perpetrado la violación.
Frente al cúmulo de evidencias, el gobernador Morales se
abroquela en la defensa del aparato judicial, con el apoyo de otros
sectores de Juntos por el Cambio (JpC) y de los medios de
comunicación porteños aliados de la coalición
radical-macrista-carrioísta. Este miércoles (04/03), el mandatario
jujeño encabezó una marcha buscando fortalecerse políticamente.
El tema central con que el gobierno de Jujuy y sus aliados reúnen
el apoyo de una parte de la población local, predominantemente de
sectores de piel blanca y de clases medias o altas, es el odio y la
estigmatización contra Milagro Sala. Todos los discursos giran en
torno de exigir que la líder de la organización Tupac Amaru
continúe presa porque, según afirman, es una “delincuente”.
Morales llegó incluso a ponerse en un lugar de víctima heroica
para sostener y potencialmente suicida para llevar su posición al
extremo. Luego de la marcha del miércoles, dijo que “antes de
indultar” a Milagro, si así se lo exigieran, “que me peguen un
tiro en la cabeza”.
El gobernador de Jujuy incorporó de ese modo una retórica con
elementos de necrofilia -es decir de cierta atracción por la muerte
o por alguno de sus aspectos-. Hasta el momento, la única figura de
la derecha política que ejerce desde hace más de una década ese
tipo de violencia en las palabras es Elisa Carrió, quien se ha
referido infinidad de veces a “muertos”, “armas”, “matar”,
“morir”, etc.
El gobernador se reunió con parlamentarios de la oposición. En
declaraciones a la prensa aseguró que tiene "buenas relaciones"
con el presidente Alberto Fernández y acusa al "ultrakirchnerismo"
por el proyecto de intervención.
La presentación del proyecto de ley – impulsado por el
senador Guillermo Snopek, referente del peronismo jujeño- que
declara la intervención federal al Poder Judicial de la provincia
gobernada por Gerardo Morales desató un conflicto con la oposición.
Tras una reunión con senadores y diputados de Juntos por el
Cambio este martes 10 de marzo en el Congreso, Morales pidió una
audiencia con el presidente Alberto Fernández para que clarifique su
postura respecto al tema.
Luego del encuentro, en declaraciones con la prensa acreditada, el
mandatario provincial señaló: “El lunes pasado hablé con él
(Alberto Fernández) y le pregunté si había una decisión del
gobierno nacional de impulsar la intervención y me dijo que no, lo
que le creo porque hasta acá con el presidente lo que me dice sí es
sí, lo que no es no, estamos cultivando una relación más allá de
las diferencias”.
“Pero Snopek dice que recibió orden de Cristina Fernández de
Kirchner y Oscar Parrilli. Además Julio De Vido dice que hay que
intervenir el poder judicial para liberar a Milagro Sala, así que
tengo la convicción de que hay un sector del ultrakirchnerismo que
está impulsando el tema”.
El senador nacional del Frente de Todos Guillermo Snopek denunció
hoy que en Jujuy "se arman causas penales para infundir miedo y
quebrar voluntades políticas", al justificar el pedido de
intervención del Poder Judicial de la provincia, durante un debate
de la reunión de la comisión de Asuntos Constitucionales del
Senado.
Snopek afirmó que "hace una falta una intervención quirúrgica" en el Poder Judicial de Jujuy y calificó "como un verdadero escándalo" el hecho de que el gobernador, Gerardo Morales, haya impuesto "una mayoría automática" afín a su gobierno en la Suprema Corte de Justicia de la provincia.
"Fue difícil presentar este proyecto pero es un último recurso. La situación en Jujuy es muchísimo más grave que la situación de la Justicia a nivel nacional", declaró el senador por esa provincia del norte argentino, al argumentar su pedido de intervención durante la audiencia de la comisión de Asuntos Constitucionales del Senado.
Snopek consideró que existe en la provincia "un direccionamiento de la Justicia con fines políticos" y denunció que "se arman causas penales para infundir miedo y quebrar la voluntad política, ya que se viola sistemáticamente la ley mediante arbitrariedades en los concursos y en el sistema de subrogancias".
El senador sostuvo que desde 2015 hasta la actualidad "se acumularon una serie de hechos de inusitada gravedad y no se han corregido estas agresiones a las normas y a las instituciones de Jujuy".
"Lo mejor hubiera sido que los poderes de Jujuy resuelvan esta situación pero no se dio y por esa razón este tema debe ser tratado por el Senado", señaló.
Denunció entre las supuestas irregularidades que observa en el Poder Judicial de Jujuy la designación de cargos en el Superior Tribunal de Justicia con "militantes" del partido del gobernador.
Snopek afirmó que "hace una falta una intervención quirúrgica" en el Poder Judicial de Jujuy y calificó "como un verdadero escándalo" el hecho de que el gobernador, Gerardo Morales, haya impuesto "una mayoría automática" afín a su gobierno en la Suprema Corte de Justicia de la provincia.
"Fue difícil presentar este proyecto pero es un último recurso. La situación en Jujuy es muchísimo más grave que la situación de la Justicia a nivel nacional", declaró el senador por esa provincia del norte argentino, al argumentar su pedido de intervención durante la audiencia de la comisión de Asuntos Constitucionales del Senado.
Snopek consideró que existe en la provincia "un direccionamiento de la Justicia con fines políticos" y denunció que "se arman causas penales para infundir miedo y quebrar la voluntad política, ya que se viola sistemáticamente la ley mediante arbitrariedades en los concursos y en el sistema de subrogancias".
El senador sostuvo que desde 2015 hasta la actualidad "se acumularon una serie de hechos de inusitada gravedad y no se han corregido estas agresiones a las normas y a las instituciones de Jujuy".
"Lo mejor hubiera sido que los poderes de Jujuy resuelvan esta situación pero no se dio y por esa razón este tema debe ser tratado por el Senado", señaló.
Denunció entre las supuestas irregularidades que observa en el Poder Judicial de Jujuy la designación de cargos en el Superior Tribunal de Justicia con "militantes" del partido del gobernador.
Corría la primera semana de noviembre de 2013. Yo aun lloraba
emocionada cuando leía el fallo de la Corte en la causa Clarín que
había salido el 29 de octubre. La política peronista aun intentaba
recuperarse del bofetón que habían significado las elecciones
legislativas del 27 de octubre, en las que Sergio Massa, que para esa
fecha era algo así como la gran esperanza blanca del poder, había
obtenido una importante cantidad de voto en la provincia de Buenos
Aires.
A propósito del fallo sobre la constitucionalidad de la Ley de
Servicios de Comunicación Audiovisual, firmado ese 29 de octubre, se
había producido una curiosa situación. El entonces presidente de la
Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, había acordado a través de su
equipo de prensa una serie de entrevistas para explicar el fallo en
cuestión. Debo aclarar que el fallo no había sido el que los medios
más concentrados de la Argentina esperaban. Y estaban indignados.
La
historia la contó en la revista Noticias María Bourdin, entonces
directora del Centro de Información Judicial de la Corte Suprema
(CIJ). Este fue el relato
Noticias:
La mencionaron Jorge Lanata y Marcelo Longobardi. ¿Qué pasó detrás
de escena?
María
Bourdin:
Pasó lo habitual para cualquiera que hace un trabajo de prensa. El
día que sale el fallo de la Ley de Medios, habíamos decidido que
Lorenzetti saliera a explicarlo. En este caso, habíamos decidido que
hablara en La Red, Continental y Mitre.
Noticias:
¿Con qué periodistas?
Bourdin:
Con María O’Donnell, Luis Novaresio y Marcelo Longobardi.
Entendíamos lo importante que era este fallo para los medios, en
general. Primero hice un intento para avisarle que nos interesaba
salir en el programa de Longobardi. Pensé que se iba a abalanzar
sobre la nota. Lo hice a través de una persona muy cercana a él y a
mí.
Noticias:
¿A través de quién?
Bourdin:
Daniel Hadad. A la noche, cuando ya había arreglado con La Red y
Continental, hice un último intento con su producción y no me
contestaron.
Noticias:
¿Por qué aparece Lanata en esta historia?
Bourdin:
En el pase que hace Longobardi al programa de Lanata. Lanata dice que
no me conocía. Para nosotros, ya es algo que pasó. Lorenzetti salió
al aire en La Red y Continental con normalidad, y no habló en Mitre.
Para mí, se terminó. El condimento personal que le agregué está
más vinculado a mi historia que a la figura de Lorenzetti. Yo me
formé en el Grupo Clarín. Hice la maestría en periodismo ahí,
gané la beca “Nuevos Periodistas”, trabajé en el cierre, en
Arquitectura, en todo lo que se le ocurra…
Noticias: Usted
dice que terminó ahí, pero después tuiteó que no lo entrevistaban
a Lorenzetti en Mitre.
Bourdin:
Sí. Me había sorprendido la decisión de no querer sacar al aire al
presidente de la Corte Suprema.
La revista Noticias también entrevistó a Jorge Lanata a
propósito del penoso episodio, y el conductor señaló al respecto:
«La Corte no puede, por una cuestión de multilateralidad,
entrevistarse con una de las partes sin que esté la otra, y esas
audiencias tienen que ser públicas. Entonces, si la Corte lo vio a
Zannini, ¿estaba Magnetto en la reunión?
—Pero la Corte también ha tenido reuniones con Magnetto.
—Lo que yo estoy diciendo es que tienen que estar las dos partes
juntas.
—¿Usted no quiso sacar al aire a Lorenzetti?
—Obvio, yo no lo voy a sacar. No me interesa discutir con él.
—¿Por qué? ¿No tiene ninguna pregunta para hacerle a
Lorenzetti?
—Sí, pero creo que va a mentirme, ¿para qué se las voy a
hacer?
—Usted impulsó el «Queremos Preguntar». ¿Cree que toda la
gente a la que le vamos a preguntar nos va a decir la verdad?
—(…)
Ahora Lorenzetti quiere hablar, yo me pasé la vida llamándolo y no
salió al aire. Entonces, no es que yo no quiero hablar con
Lorenzetti: no quiero darle en este momento 52 puntos de share
para que diga su versión de las cosas.
Bienvenido al periodismo que decide callar una versión de los
hechos porque no le gusta. Por cierto, eso no es periodismo. Eso es
operar. Es decir, solo admitir y difundir una versión y callar las
demás. Cuando pasa eso no se informa, se desinforma. Y voy a
reiterar que cuando pasan esas cosas, la víctima no es solo quien
sufre la censura, sino también todos los ciudadanos, que ven
cercenado su derecho de acceso a la información, una de las caras de
la libertad de expresión. Porque como señalara hace casi 35 años
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en la Opinión
Consultiva 5/85: “En su dimensión social la libertad de expresión
es un medio para el intercambio de ideas e informaciones y para la
comunicación masiva entre los seres humanos. Así como comprende el
derecho de cada uno a tratar de comunicar a los otros sus propios
puntos de vista implica también el derecho de todos a conocer
opiniones y noticias. Para el ciudadano común tiene tanta
importancia el conocimiento de la opinión ajena o de la información
de que disponen otros como el derecho a difundir la propia”.
Pero verán que para nuestro periodismo, la libertad de expresión
es solo su derecho a hablar, mas no a que hablen los demás. Al menos
no los que hablen con opiniones diferentes a las de ellos.
Quiero reflexionar sobre el enorme poder que tienen los medios de
comunicación y cómo impacta ese poder en un poder de la República
que se llama Poder Judicial. Hemos visto cómo un medio puede incluso
decidir callar al presidente del organismo máximo del Poder
Judicial. Esto es la Corte Suprema. Pero ese acto de censura, si bien
no tiene consecuencias sobre el medio que lo dispone ni sobre el
periodista que lo ejecuta, sí tiene consecuencias sobre todos
nosotros, los que no accedemos a la información, porque un medio
decide que no accedamos.
Les
voy a dar un ejemplo más reciente e incluso más dramático. El
domingo pasado, El
Cohete a la Luna
publicó una entrevista donde una mujer contaba la violación que
había sufrido por parte del presidente del Superior Tribunal de
Justicia de Jujuy. Ningún medio de los que responden a la famoso
circulo rojo reprodujo la noticia. Y la razón es bastante sencilla
de explicar. El acusado de violación era diputado provincial de
Jujuy a finales del 2015. Apenas asumió, el gobernador Gerardo
Morales ordenó ampliar el número de miembros del Superior Tribunal
de Justicia de Jujuy, que, para los neófitos, es la Corte Suprema
provincial. Pablo Baca era uno de los legisladores de la Unión
Cívica Radical que votó ese aumento de miembros. Voto que fue por
demás provechoso, sobre todo para el propio Baca, quien luego fue
promovido por el propio Morales como miembro de ese Superior
Tribunal. Lo que llamaríamos una prodigiosa carrera judicial.
El hacerse con el control tanto del Superior Tribunal como de
ciertas fiscalías estratégicas significó para Gerardo Morales la
posibilidad de pasar de gobernador a supremo visir, marajá y zar de
la Puna. Porque le permitió tener la más absoluta injerencia en el
Poder Judicial de la provincia que gobierna. Y mantener
arbitrariamente presa a su principal opositora política, Milagro
Sala.
Es extraño y trágico también que Pablo Baca, una de las piezas
que ha permitido mantener en prisión a Milagro Sala, una mujer, hoy
esté acusado de violar a otra mujer. Frente a la silenciosa
indiferencia de los medios de comunicación y de buena parte de la
política.
Hoy es 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Y cuando lea
las grandilocuentes notas de los medios que responden al círculo
rojo, relativas a las luchas feministas, los derechos de la mujer y
su reivindicación, le pido que tomen nota que cada uno de esos
medios ESTÁ INVISIBILIZANDO UNA DENUNCIA DE VIOLACIÓN que, claro,
tiene impacto político, pero que más allá de ello, implica una
desprotección de la víctima. Pareciera que hay violadores buenos, o
violaciones que no son tan graves o que no importan.
En el Senado de la Nación tenemos un caso similar, en términos
de impacto político. Un senador del peronismo, José Alperovich,
también está acusado de violación. Los medios le dieron amplia
difusión al tema. De hecho, fue portada de diarios. Ese señor
acusado de violación actualmente está de licencia. Y fueron sus
propias colegas, las senadoras mujeres, quienes activaron el
protocolo de defensa de la víctima. Diferencias que hay que hacer
notar. Porque importan.
Escribo esto con espanto. No puedo creer el silencio de los
grandes medios respecto a la denuncia de la mujer de Jujuy. Me parece
vergonzante. Y me pregunto qué les dirán los gerentes de línea
editorial a los cientos de mujeres periodistas que callan la denuncia
de violación en Jujuy.
Pero más aun, me pregunto qué pensarán en su fuero intimo esas
mujeres periodistas que callan. ¿Les dará vergüenza aparecer ante
las cámaras o firmar sus notas con la noción de aquello que callan?
¿Justificarán silenciar esa denuncia creyendo que ese silencio es
parte de su aporte a algún sector político? ¿Qué dirán entre
ellas en los camarines y vestidores de los canales de televisión?
¿Serán conscientes que podrían ser ellas las que un día denuncien
una violación y sus colegas quienes la invisibilicen?
Tengo la sensación horrible de que detrás de tanto pañuelo
verde que se muestra en TV, hay una dosis enorme de cinismo e
hipocresía. La situación de abuso, aun sutil, es algo que hemos
pasado la mayoría de las mujeres argentinas. Sea un profesor
desubicado, un desconocido en la vía pública, un jefe idiota y
machirulo, un familiar más o menos cercano, un ex novio o un ex
marido.
Yo no tengo que refrescar en la memoria de ninguna mujer de este
país las situaciones de abuso que sufrimos solo por ser mujeres.
Pero sí me veo en la obligación, que me apena, me avergüenza y me
enoja de recordar que los derechos de las mujeres, que la dignidad de
las mujeres, es innegociable. No importa en qué medio trabajás, ni
de qué partido sos, ni qué conviene. Si nosotras no nos defendemos
entre nosotras… ¿en serio creen que el patriarcado va a caer? Si
nosotras, que conocemos en primera persona de qué se trata esa
historia de humillaciones y situaciones incomodas nos callamos,
¿quién va a hablar por nosotras?
Cuando normalizamos el silencio, normalizamos nuestro propio yugo.
Hay infinidad de opciones para no callar sin defender o atacar a
nadie. Podés explicar la presunción de inocencia. De la que también
gozan quienes son denunciados por violación. Podés decir que no
creés en la denuncia y que la misma está orientada políticamente.
Lo que no podés es callarte solo porque el acusado es alguien
poderoso. O porque el acusado tiene relevancia política.
Les voy a contar que hace un tiempo, casi dos años, acusaron a un
dirigente de mi espacio político, Jorge Romero, de haber encerrado a
una militante en un baño y haber intentado obligarla a hacerle sexo
oral. El dirigente en cuestión salió a dar explicaciones. “Soy un
varón criado en una sociedad patriarcal. (…) puedo ver que en el
pasado tuve prácticas machistas que en ese momento parecían
naturales”.
Dije entonces y sigo pensando lo mismo, que la sociedad patriarcal
no es la excusa absolutoria para los abusos. Está perfecto que cada
hombre que cometa un abuso, si su conciencia así se lo indica, se
disculpe, asuma su error y dé las explicaciones que pudieren
corresponder. O si cree que es inocente de la acusación, la niegue y
explique.
Lo inadmisible, lo degradante, lo horrible, es que las mujeres
callemos cuando una víctima hace pública su situación, porque al
hacerla pública busca la protección que sólo da salir del ámbito
privado y exponerse al escrutinio, no siempre humano ni piadoso, de
la opinión de muchos.
La
constitución de humanidad en cada uno de nosotros solo es posible
mediante el lenguaje. “Lo humano” se expresa por, en y desde el
lenguaje en tanto la posibilidad de expresar en la conciencia el
sentido de las diferencias, distinciones y disquisiciones
que hace cada quién respecto de “otros” consignando las
diferencias y similitudes, los acuerdos y los disensos que definen
las posiciones, ideas, interpretaciones y acciones respecto de la
realidad.
El silencio hace a la palabra y la palabra hace al lenguaje, como
parte de sus herramientas … podríamos entonces comprender que sin
silencio no se distinguiría ninguna palabra y sin palabras cualquier
otra posibilidad de lenguaje sería insuficiente a la conciencia para
signar sentidos y diferencias capaces de producir razón consciente,
inteligencia humana, capacidad de enseñar y aprender, recordar,
sostener en el tiempo valores, proyectos; transformar, crear …
Ahora bien, el silencio permite distinguir la palabra, pero
también puede ocultarla, esconderla, callarla. He aquí que en los
actos, la palabra completa su sentido como lenguaje. En otros tiempos
quién “faltaba a la palabra” era merecedor del peor de los
castigos, porque la palabra hacia a la persona … “lo humano” se
define en la palabra y la persona se reconoce en ella y es reconocida
por la palabra que le es propia. Faucault desarrolla un trabajo
teórico excepcional respecto a como, en la palabra, los sujetos se
reconocen como individuos en el contrato social que establecen
respecto a un orden o valoración que, construyendo subjetividades e
intersubjetividades, producen el orden jurídico y punitivo de las
comunidades. Los dos elementos que se entrelazan allí son palabra y
poder.
La palabra es en “sí” un poder en tanto la posibilidad de
darle sentido al mundo, a las relaciones y a las propias decisiones y
acciones en la realidad. Pero además, confiere a las otras
posibilidades humanas el carácter de legitimidad que es necesario
para que esa acción no sea resistida, violentada, negada.
Cuándo la interpretación de la realidad produce segmentación y
“grieta”, la palabra pierde allí su eficacia como elemento
dinamizador de un contrato social y se vuelve, por el contrario, un
“arma de guerra” o “herramienta de poder”.
El tan viejo y trillado “divide y reinarás” solo es posible
mediante la palabra que signe y signifique las diferencias que no son
relevantes para el poder, como relevantes para quienes son sometidos
por el poder, enfrentándose entre sí en esas divisiones, e
impidiendo ver que el problema es el poder que manipula esas mismas
divisiones para sostener sus privilegios y dominar los escenarios en
la realidad.
Detrás de la “grieta” que se dibuja en el conflicto por el
Poder Judicial Jujeño, se encubren negocios y privilegios de la
familia Morales (Inmobiliarios), a los que obviamente las acciones
comunitarias de Milagro Sala y la agrupación que ayudó a potenciar
y lideró, se constituyó como obstáculo e impedimento.
Hay otra “grieta” mas ancestral que es aquella que Milagro
cabalmente representa … Mujer, indígena, pobre, líder popular, la
antítesis perfecta del Patriarcado, colonial, Capitalista,
neoliberal. En ella se sintetiza la verdadera “grieta”. Esa que no
expresa las dos manifestaciones que separó ayer el cordón policial
en el Congreso.
I.
Cuando Tupac Amaru va al matadero no va solo. Además del
pregonero que lo señala como tirano y traidor, lo acompañan quienes
harán cumplir el dictamen.
Inmutable, también lo secunda una turba silenciosa.
Cuando cae el sable sobre el cuello del nieto de Huaina Capac,
cuenta Galeano, la multitud indígena tronó: “¡Que nos maten a
todos!”.
Es historia conocida, y olvidada, que el conquistador cumplió a
pie y juntilla con ese pedido.
Tras haber sufrido por generaciones la desdicha y la humillación,
durante la década pasada miles de jujeños tendrán casa propia,
comida, salud y educación en su barrio. Esos mismos disfrutarán
hasta de una pileta de dimensiones colosales en una de las provincias
que más feriados tiene (los hay en honor de la Pacha Mama, en fecha
de carnaval, el día de las almas, los días de Pascua) porque, entre
otras buenas razones que detienen la rueda de la extracción de
sangre y plusvalía del capital, sabe honrar alguito el goce como lo
ha hecho el peronismo del cual Milagro Sala es uno de los ejemplos
más fieles y por ende revulsivos.
Lo hecho, que es mucho como se ve, ha sido gracias a ese
torbellino impetuoso llamado Milagro, una mujer que no descansa un
minuto.
Como retribución, esos miles de jujeños le pagaron con la
ingratitud de los campesinos bolivianos para con el Che, la misma de
no pocas mujeres para con Evita, uno y otra sus referentes, además
de Tupac Amaru.
Cuando a Milagro la llevan al calabozo, después de ser juzgada
por quienes solo tienen odio de clase, racial, de género y mucho
ánimo de revancha, al igual que cuando la trasladaron a su domicilio
–cambia la forma, no el fondo: lleva encerrada la totalidad del
anterior gobierno, varios meses de éste y contando–, derredor no
hay grito de multitud alguna, salvo un nutrido puñado de artículos
de Horacio Verbitsky y la petición hecha ante un tribunal
internacional, que no son otra cosa que quejidos sordos, papeles al
viento tapados por la posverdad, uno de los puntales de la
posdemocracia.
No hay grito, sino silencio.
Sonoro como es todo silencio ante una injusticia.
Ese silencio le saca una autocrítica a Milagro, que es más bien
un puñal aún clavado. “Fallamos en la formación de cuadros”,
reconoce.
Ese silencio la atormenta porque es el del esclavo feliz que elige
no pelear por la igualdad de derechos con el opresor, tan siquiera
por el derecho a la subsistencia. Es el apogeo de esa “nueva
servidumbre del hombre librado en la era del capitalismo total”,
para decirlo con palabras de Dufour.
Ese silencio la avergüenza. No solo a ella, por supuesto.
Pero hay otro que la enorgullece y que acaso indique un camino
imposible pero aconsejable.
II.
Fui
a Jujuy a visitar a esa
mujer
que todo lo dio “sin pedir vuelto”, como hizo Fidel según
Galeano.
Le llevé unos libros, el que escribí sobre Cambiemos y otros que
me dio mi amigo y editor Ariel Pennisi: uno sobre el movimiento
piquetero, otro sobre la insurgencia latinoamericana en la década
del ’60, otros sobre el colectivo insumiso de nuestro tiempo, los
feminismos.
No fue difícil dar con ella ni ingresar a su casa. Para esto
último, alcanzó con mostrar el DNI a dos policías de civil que
vigilan la manzana día y noche; sabido es que a alguien tan
peligroso como ella –la única que pudo construir no ya un Estado
paralelo, como le achacan, sino otra concepción de Estado, que es su
legado– hay que tenerlo vigilado 24/7.
Al entrar, me quedé mirando las paredes atiborradas de fotos
enmarcadas, de condecoraciones por su labor social, y sobre todo, de
pinturas alegóricas y adornos que señalan, en su cantidad, que lo
hecho en la Tupac en pos de recuperar la identidad indígena
(reimplantaron rituales, erigieron templos, marcharon por la
devolución de tierras a sus verdaderos dueños) no era “de pico”
sino que forma parte de su vida desde que su abuela le enseñó las
raíces negadas en su familia.
Como esas estrellas de Hollywood que no aparecen en el filme sino
cuando ya han pasado varias secuencias, Milagro se hacía esperar.
Si bien las secuencias iniciales de ese filme que para nosotros
sería más que emotivo habían empezado antes del ingreso, al
hacerlo se sucedieron otras en las que charlamos de temas de
actualidad un buen rato con un actor secundario pero que milita como
si fuera principal, su marido, Raúl Noro.
Finalmente ella llegó y se puso a la cabecera de la mesa. A lado
y lado estamos tres jóvenes provenientes de Gessell que conforman un
grupo de investigación y bregan porque se lea a Rodolfo Kush —donde
sea pero que se lea—, mi compañera, con quien le hicimos una breve
entrevista, un militante ya veterano casualmente también seguidor de
la obra de Kush y dos jóvenes que, por el color de su piel y las
facciones de sus rostros, ella reconoció como hermanos, los miró
con un cariño especial y terminó por ofrecerles alojamiento así
“hablamos a la noche”, donde realmente terminaría esa película
ya sin nosotros, los verdaderos actores secundarios como se verá.
Hablamos
de su situación, que es igual y muy distinta a la de otros
encarcelados durante “el tercer gobierno radical de Macri” como
llama a este período Jorge Asís. También sobre Kush, que ni aún
viviendo en Maimará logró que se lea su obra en la mismísima
universidad de Jujuy, un intelectual a quien paradójicamente Milagro
no conoce siendo acaso una de las pocas personas que lo honra al
instar a su comunidad a recuperar la identidad perdida y al hacer que
todos y cada uno de nosotros advirtamos que estamos en deuda con
nuestra tierra, creamos o no en la Pacha Mama, como nos reitera en la
entrevista en la que habló de sus “abuelos”, los antepasados, y
hasta del cine que le gusta, el minúsculo cine que nos deja ver cómo
era el reino de este mundo antes de que llegue el conquistador, cine
del Imperio – bien se ve, “en las grietas está Dios que acecha”:
Apocalipto,
Mohana
y Coco
son
filmes que ella no se cansa de ver, nos contaba, y recomienda cada
vez que puede sobre todo a los más jóvenes.
Milagro
no viste como Tupac Amaru, tampoco con el colorido que hace brillar a
sus “abuelos” hasta el día de hoy. “Esta es ropa prestada”,
dice como pidiéndoles perdón, señalando su remera y pantalón
deportivos. Poco importa cómo viste; el pasado habla en ella como
puede, con retazos venidos de la cultura guaraní, mapuche y coya. En
su hablar entrecruza miradas de diferentes pueblos, no solo del suyo,
como si en esa hibridación dijera “no importa mi
cultura sino la nuestra, que es la sepultada”; de ahí que cuando
responde a una pregunta nunca usa el “yo” sino habla de
“nosotros”, aludiendo a esa “comunidad organizada” –así
llamó a lo hecho aludiendo a un libro que le regaló el mayor de
este grupo— que no ha dejado de honrar un solo día.
Esa
mujer
es mala palabra. Lo es para los dueños de la tierra y sus gendarmes
políticos y judiciales, lo es para la clase media que la ve como
alguien molesto y perjudicial al orden (vaya si lo es), lo es para el
peronismo provincial (y no solo ése, habida cuenta de cómo quedó
olvidada sin muchas visitas del partido, incluido el Presidente de la
Nación, hasta hoy ausente sin aviso) y para la izquierda a la que no
le basta lo hecho por el pobrerío ni que cite al Che más que a
Perón ni que en los tanques de agua de los barrios hechos por la
Tupac se imponga, al lado de Evita y del caudillo de la mayor
rebelión contra los españoles, la imagen del Che.
III.
El silencio de quienes fueron beneficiados por su labor, el
silencio del Estado (ese que no pidió perdón a los pueblos
originarios como sí supo pedir ante el terrorismo de Estado), el
silencio del progresismo incluso (una prueba más de que reina la
“Argentina blanca”, sobre todo en el progresismo) contrasta con
una mujer que no se calla ante nada ni nadie.
Milagro no especula con la palabra como no lo hizo con su acción.
No puede medir esa furia que se traduce en mala palabra. Cuentan que
sus arengas en marchas y protestas solían ser acompañadas por
estruendosas puteadas (“¡Vamos, hijos de puta!” era menos uno de
sus “hits” que un índice de su ira), lo cual generaba no poco
resquemor en la propia tropa, sobre todo de las personas mayores, y
esparcía el rumor –¿indicio de futura traición?— de que “la
Milagro es demasiado mal hablada”.
Signo de autenticidad (no es de los políticos que adecúan su
lenguaje según el asesor de imagen; no podría modular un “¿Tajahí?”
para adaptar a cada región) y de una ira que lejos está de
apaciguarse, esa incontinencia la acompaña. En la charla que
mantuvimos, cada dos o tres frases salía de su boca esa bronca hecha
verbo que llamamos puteada, que nunca en ella personalizada, valga
aclarar, porque, como buena líder que es, Milagro piensa en procesos
no en personas.
El silencio que reivindica, del que aprende y nos exige aprender
es el que estaba presente, pero no lo notábamos, en la charla que
tuvimos.
Esa mañana hablamos y hablamos durante más de dos horas. Los dos
jóvenes que ella había invitado a que se quedaran hasta el día
siguiente nada dijeron en toda la charla. Nada. Solo miraban y uno de
ellos mascaba hoja de coca.
En un momento de la entrevista Milagro dice:
Los
gringos tienen que aprender a respetar nuestras ceremonias como
nosotros los respetamos a ellos. El gringo siempre te pide respeto.
Viene, te avasalla y te pide respeto. Siempre se cree que son más
sabios que los hermanos que viven en las comunidades. Miralo a él
[con la cabeza señala a uno de los jóvenes], él no te habla. ¿Y
sabés por qué no te habla? No porque sea un ignorante, no porque
sea un zonzo que no sabe. Sino porque el silencio es parte de la
sabiduría de los pueblos originarios. Escucharlo, mirarlo al otro. Y
decir lo justo y lo necesario. Y no más.
Quienes allí estábamos, incluso los que leímos y creemos que
entendemos a Rodolfo Kush, nos miramos avergonzados. “Hablamos de
más”, dijimos bajando los hombros.
El silencio al que alude, que no es el que precede a la reflexión
y menos el que señala lo inefable, es el silencio que cobija esa
sabiduría que es la memoria de las generaciones.
En tiempos del turbocapitalismo en fase zombie hacerse cargo de un
pasado que entraña el lazo comunitario tanto como una espiritualidad
perdida es un anatema, es meter un freno intolerable y hacer saltar
por los aires la cultura del instante en que vivimos.
La propuesta es imposible. Va mucho más allá de “formar
cuadros”. Implica un desafío radical: volver a mirar al otro y
pensar en comunidad.
Milagro sabe que es una batalla perdida. Sabe de esas batallas,
que son las únicas que vale la pena dar.
Daniel Roberto Távora Mac Cormack
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