Domingo 29 de marzo de 2020

Toda crisis en tanto impacto abrupto y violento sobre una realidad que estaba relativamente en calma, produce cambios que modifican la vida de las personas y las sociedades para siempre. En la relativización de los tiempos anteriores a la pandemia, se nos invitó a creer y pensar que vivíamos en crisis permanentes y en inestabilidades e incertidumbres cotidianas y constantes, cosa que es cierta, relativamente … la verdadera estructura de poder no se conmovió demasiado … las crisis reales son aquellas que afectan la realidad de forma determinante modificando las maneras de pensar y pensarse en ellas de las personas y colectivos que las producen.

 
Confundimos hitos contingentes con crisis. Las primeras son instantes, fotos que producen ciertos movimientos en aquello que parecía quieto … lo segundo produce que nada permanezca quieto. Este es un concepto que nos permite distinguir entre crisis relativas, contingentes con aquellas que modifican estructuras y sus secuelas se signan posteriormente modificando el estilo de vida y las formas de interpretación individual y colectiva de esas, nuestras vidas.

Durante el siglo pasado hubo solo dos crisis reales que sentaron las bases para las modificaciones que siguieron:

1.- La crisis del 30
2.- La crisis del petroleo a comienzo de los 70.

Durante este siglo solo una … la de finales del 2007. Su síntesis es esta crisis global de la globalización provocada entre otras cuestiones, por la pandemia del Covid-19.

La crisis de 1930 lo cambió todo”, dice el último reporte de Delphos. “El mundo pasó a ser otro luego de la misma. Y creemos que esta crisis también imprimirá un fuerte cambio en los patrones de consumo e inversión globales, y el relacionamiento entre los distintos países del mundo. Creemos que este es el desenlace más probable suponiendo que en términos generales se mantienen las reglas actuales del sistema capitalista occidental”, agregaron y aclaran que dejan de lado “el escenario de un cambio de régimen total, dado que el mismo tiene una muy baja probabilidad”.

Básicamente, dicen, vienen tres grandes shocks.

Globalización.
El proceso de integración y globalización será uno de los grandes afectados luego de que esta crisis vaya menguando. Las cadenas de valor globales, el turismo como industria cada vez más relevante, y el transporte y la logística como eslabones centrales del proceso productivo global seguramente pasarán a tener una nueva configuración. Países que habían logrado reconvertirse luego de la industrialización asiática hacia sectores de servicios podrían verse afectados en el “nuevo mundo”. Europa parece ser el principal perjudicado dada su falta de crecimiento y dinamismo del mercado doméstico, la dependencia de las exportaciones y el fuerte peso del sector turismo. La presencia “virtual” se impondrá finalmente, haciendo que viajes de negocios, educación presencial y visitas familiares reduzcan su intensidad.
 
Productividad y eficiencia.


La maximización de las utilidades empresariales llevaron al mundo a un nivel de eficiencia y productividad inédito. La concentración de la producción en pocos países, las economías de escala y especialización, y la integración de cadenas de valor globales posibilitaron una expansión formidable de los márgenes de ganancias.
Para las empresas todo esto implica menores ganancias, lo cual deberá ser asimilado por los mercados financieros en inferiores ratios de valuación. Una mayor diversificación geográfica o la superposición de cadenas de valor a nivel global podrían incrementar el nivel de inversiones y reducir el “cash” disponible para los accionistas. Asia podría dejar de ser el protagonista único en el campo de la manufactura global, apareciendo una oportunidad única para otras regiones del mundo. La re-industrialización norteamericana y europea podrían ser un nuevo elemento a considerar en el “nuevo” mundo.


Monetización global.

Aprendiendo las lecciones que dejó la crisis del ‘30, los banqueros centrales globales y los políticos se lanzaron a la arena de la asistencia fiscal y monetaria al sector privado afectado por la crisis. En EE.UU. hablamos de US$ 6,5 billones entre la Fed y el Tesoro, una dosis inédita de ayuda que seguramente lo cambiará todo. ¿Lograrán evitar la depresión y delfación de los  ‘30? El patrón oro jugó un rol en aquel entonces limitando el accionar de los bancos centrales, al igual que una ideología menos intervencionista. Los tiempos han cambiado y ahora los políticos se disponen a evitar el quiebre del sistema capitalista occidental asistiendo a consumidores y empresas por dos frentes: el fiscal, poniéndoles dinero para las necesidades de corto plazo, y el monetario, para que no se corte el financiamiento. En los ’30, este último factor fue determinante para sumergir a la economía en una profunda crisis depresiva/deflacionaria. Esta vez, al igual que en 2008, todo indica que las autoridades podrían ganar la batalla. Los precios de los activos deberían “inflarse” medidos en “fiat currencies”, lo cual no necesariamente implica que suban cuando se los exprese en otros activos u oro. Es decir, con los gobiernos “all in” se gana la batalla contra la depresión/deflación emitiendo lo que sea necesario para que la cadena financiera no colapse, y con ella el régimen político/económico actual.



El precio a pagar es el de monedas que perderán su valor frente a las “cosas”, entre las cuales deberían estar el oro, la plata y las acciones de empresas que puedan sobrevivir por el bajo endeudamiento. Hasta el petróleo debería subir medido en dólares, obvio que luego de la debacle de demanda actual, estimada en 20 millones de barriles por día. Las mayores dudas aparecen para el largo plazo, ante un eventual quiebre del dominio mundial del dólar. Vale la pena repetir algunas de las dudas que expresa Ray Dalio en relación a un posible fin de período hegemónico del “imperio” norteamericano. Son período largos y altamente intensos, asociados a enormes grados de inestabilidad, pero que implican grandes cambios económicos, sociales y políticos.


Con la llegada del otoño y el cumplimiento de los 100 días desde que asumió la presidencia, marzo ha sido el mes más intenso del gobierno de Alberto Fernández. Las medidas adoptadas para contener la expansión del virus gozan de un extendido consenso. Es difícil precisar si la imagen del Presidente flanqueado por el líder de la oposición y alcalde porteño y por el gobernador kirchnerista de la provincia de Buenos Aires es la causa o el efecto de esa aprobación colectiva. “Ustedes ya saben cómo pensamos, pero todos los días bendecimos que en esta crisis el Presidente sea Alberto Fernández”, escribió una conocida vecina de San Isidro en un WhatsApp comunitario. Hay también mediciones menos impresionistas del mismo fenómeno: 7 de cada 10 votantes de Maurizio Macrì están de acuerdo o muy de acuerdo con la forma en que se está manejando el gobierno nacional. Fernández está haciendo equilibrio sobre una cuerda floja y por ahora se desplaza con un garbo y una calma que sorprendió a muchos y satisfizo a casi todos.


También es difícil medir si este porcentaje, que excede del 90% en el total de la población, refleja una coincidencia razonada con las medidas que el gobierno adoptó o la tranquilidad de ver a alguien al mando en el momento de mayor incertidumbre que se recuerde, y no solo en escala nacional. Varios medios de Europa y Estados Unidos han puesto al Presidente argentino como ejemplo por su respuesta a la crisis. Por último, es inevitable preguntarse si ese apoyo se mantendrá en el tiempo y si se extenderá a todos los aspectos de la gestión oficial.

Entre la economía y la vida


La comparación con otros países es ilustrativa. Mientras el Presidente argentino reitera que, entre la vida y la economía, elige la vida, su colega de Estados Unidos plantea que la cuarentena no puede durar más de dos semanas ni el país seguir parado por más tiempo, porque el remedio sería peor que la enfermedad. No obstante, sus índices de aprobación, si bien no llegan al quasi unanimismo argento, son los más altos de todo su mandato y tornan verosímil que obtenga su renovación, siempre y cuando no se produzca un pico italiano de muertes, la inevitable recesión sea transitoria y las elecciones de noviembre tengan lugar como está programado, ya que hasta eso está en duda. Los pronósticos sobre el desplome económico en el segundo trimestre del año no tienen precedentes, como se aprecia en este cuadro con las estimaciones de distintos bancos y consultoras.

Las previsiones de la Unidad de Inteligencia de The Economist son que el PIB global se contraerá un 2,1% en 2020 y el de la región  un 4,8%. El peor desempeño que prevé será el de la Argentina, con un retroceso del 6,7%. Antes de la emergencia sanitaria, The Economist estimaba para la Argentina una caída del 1,4%.


Por supuesto, el estudio asume que esos cálculos tienen un alto grado de incertidumbre y parte del supuesto de que la economía global se recuperará vigorosamente a partir del segundo semestre.


Semejante retracción no puede pasar sin consecuencias sobre ninguna sociedad. Este es uno de los temas sobre los que Alberto debe hacer equilibrios. Su decisión de priorizar la vida implica dejar de lado las restricciones a la monetización del déficit fiscal, de modo de disponer de todos los recursos imprescindibles para socorrer a los más necesitados, ya no con medidas desde el lado de la oferta sino con transferencias directas de dinero. Esto no formó parte de la primera oleada de medidas, pero se fue definiendo con el paso de los días, en especial a partir del regreso de Cuba de la Vicepresidenta CFK, quien ya en la crisis de 2008 puso en práctica muchas de las medidas que ahora profundiza Alberto Fernández, en un contexto que el propio FMI considera mucho peor que aquel. La relación cultivada por Alberto con la directora-gerenta del FMI dejó al país en las mejores condiciones, en un momento en que el default argentino pasa a ser un asunto menor en comparación con el cataclismo mundial y los incumplimientos corporativos. La Argentina también ha dejado de estar sola entre las naciones en dificultades.

Una fuerte luz de alarma la encendió la decisión del holding ítalo-luxemburgués Techint, de despedir a 1.500 trabajadores de la construcción. Si el gobierno permitiera que los grandes ganadores de la economía de las últimas décadas descargaran la crisis sobre los frágiles hombros de los trabajadores, el consenso que hoy lo aúpa se desvanecería. Por ahora el gobierno argentino figura en lo más alto de la evaluación sobre el manejo de la crisis realizada por la Confederación Sindical Internacional, la mayor organización laboral del mundo surgida de la fusión de las preexistentes CIOSL y Confederación Mundial del Trabajo. 

Los deseos imaginarios

La prensa comercial no está a la altura de la actitud general. Mientras gobierno y oposición colaboran, los medios más poderosos insisten en señalar una contradicción entre el Presidente y su Vice. Celebran que se haya cerrado una grieta e intentan cavar otra. No importan los nombres de los autores, porque no se trata de armar un conventillo sino de analizar tendencias profundas:
  • Un columnista de Infobae escribió que “de no ser por el drama que atraviesa al mundo, que la coloca en un lejano segundo plano, la conducta de la Vicepresidenta en estos días merecería un debate muy serio sobre sus privilegios, su insensibilidad y sus obsesiones. Fernández, por ahora, gana por contraste: parece una persona normal, que está preocupada más por el destino de los habitantes de su país que por el suyo propio”.
  • Un colega suyo sostuvo en La Nación que “nadie habla ya de Cristina, Nadie se ocupa de averiguar qué piensa, en qué coincide, en qué disiente”. Salvo él, claro.
  • Un columnista de Clarín sostuvo que “Alberto parece haber contado durante la irrupción de la megacrisis con un toque de fortuna. Que le permitió liberar la escena del poder. Donde ahora se desenvuelve sin incomodidades. Cesa el debate sobre el liderazgo. Aquel toque de fortuna tendría un par de explicaciones. El silencio de Cristina Fernández…”.
  • Otro comentarista del mismo diario opinó que «con la cercanía a la oposición de esta semana, puede tentarse a superar el demonio de la intolerancia que todo lo arruina por acá, y que encarna el peronismo que lo arrincona desde el Instituto Patria”.
Lo que todos ellos tienen en común es la fantasía de revertir las alianzas que hicieron posible el desplazamiento de los cambiemitas del gobierno, desunir una vez más al peronismo y prepararlo para una nueva derrota el año próximo.
Muy lejos de estos deseos que toman por hechos, Cristina contribuye en forma muy cauta a la afirmación de la personalidad pública de Alberto, cuyos méritos conoce mejor que nadie, y en el diálogo habitual entre ambos sugiere medidas y enfoques que mejoran el planteo inicial del gobierno, tanto en cuanto a las transferencias directas de dinero a distintos sectores de la población, como en la relación con las empresas prestadoras de servicios públicos.

El Presidente también consulta con Máximo Kirchner, quien le transmitió la preocupación de quienes realizan trabajo territorial por la situación en los barrios populares. Fernández le pidió que organizara los encuentros en Olivos con los curas villeros, especializados en asistencia social, y con los sacerdotes en opción por los pobres, que ponen el acento en la organización popular. Luego del encuentro, el sacerdote Eduardo de la Serna narró que la reunión fue concertada por la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, a instancias de Máximo. «Lo que más nos alegró fue entender que había sintonía. Nosotros no pretendimos ni pedir nada, ni ofrecer nada, simplemente contar cómo vemos que están las cosas en los barrios y entre los pobres. Y es bueno decir que salvando algunas cosas puntuales en todo lo charlado encontramos recepción, sintonía y la sensación que ‘estamos trabajando en eso’. Señalaría solo cuatro cosas que quizás hayamos aportado: la posibilidad de liberar los teléfonos en las cárceles (ya que los presos no pueden recibir visitas); frenar la fumigación sistemática en campos, por ejemplo, en Santiago del Estero; los comedores que reciben cheques que no pueden cobrar y –por tanto, no reciben dinero– para los alimentos y la ayuda a los presos políticos, como es el caso de Jujuy. El tema quizás central fue el tema del aislamiento. ¿Cómo puede hacerlo una familia que vive en una casilla de 3×4 y tiene 4 hijos? No están en la escuela, no pueden ir a jugar a la pelota. Se habló de la posibilidad de que el aislamiento no sea necesariamente domiciliario sino también barrial.

Lo que aseguró Alberto fue que ‘no van a faltar alimentos’, lo cual nos dejó tranquilos, ciertamente. Un tema que quedó pendiente es, ante las próximas lluvias, la posibilidad de inundaciones. Ciertamente sería un agravante».

Lo que se elogia hoy de Alberto es lo que Cristina hizo hace doce años. Sólo pueden ignorarlo quienes han construido un personaje diabólico a la medida de sus odios y sus miedos, que les impide ver la realidad.


El cumplimiento de la cuarentena requiere perfeccionar la coordinación de agencias y agendas, para que no ocurran aglomeraciones como la que se produjo en La Matanza alrededor de una sucursal del Banco Nación, representativa de las dificultades para implementar la medida en el áspero Conurbano.

Alberto, Trump y Bolsonaro


El discurso de Trump es muy distinto al de Alberto. Mientras el Presidente argentino se somete a las indagaciones obtusas de periodistas militantes del liberalismo, cuyas pantallas frecuenta con paciencia franciscana, Trump maltrata a los cronistas que le formulan preguntas de mero sentido común. A diferencia de su colega argentino, el mandatario estadounidense no pierde ocasión para fustigar al opositor Partido Demócrata y sus principales figuras, ya sean legislativas o de las gobernaciones provinciales. Y no lo hace sólo desde sus tuits a repetición, sino también en la página oficial de la Casa Blanca, que pasa por todos los filtros de la burocracia. Trump ha sido desmentido incluso por Anthony Fauci, “el principal experto en enfermedades infecciosas”, según la calificación del diario opositor The New York Times, y que encabeza el equipo oficial de respuesta a la pandemia. Fauci asesoró a todos los Presidentes del último medio siglo. Ya circulan graciosos comentarios sobre esta contradicción entre el líder y su asesor. Por ejemplo, este montaje sobre “Una máscara que puede salvar millones de vidas”.


En la misma línea, la sofisticada revista The New Yorker ofrece suscripciones con un aviso que se burla del Presidente. Allí, la lucha entre el Poder Ejecutivo y los medios de comunicación tiene una asombrosa acritud, desde que Trump los eligió como antagonistas.


Trump ni siquiera se preocupa por la coherencia interna de su discurso, que muta a la misma velocidad con que el virus se expande, sin jamás disculparse o formular una autocrítica. Si hoy dice verde, se autoproclama un estadista visionario. Cuando mañana diga rojo, explicará que nadie se aproxima siquiera a su percepción profunda de las cosas.


Lo único que tiene en común con su colega argentino es la presencia constante en la televisión y las redes sociales y en conferencias de prensa diarias en las que hace gala de un aplomo sin otro sustento que su hiperbólica personalidad. Aquí se lo ha comparado con el ex Presidente Macrì, porque ambos son hombres de negocios dudosos que crecieron en relación con la mafia. Pero no se tiene en cuenta su carácter de famoso de la televisión, donde durante años condujo un programa tinellino, una especie de Gran Hermano para empresarios. De ahí deriva la impavidez con que dice cualquier disparate ante cámaras y micrófonos, con las que se siente como pez en el agua.


El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, también zamarrea a la prensa y minimiza la gravedad de la encrucijada. La confusión de su mensaje es tal, que se pone un barbijo para sostener que la Covid-19 no es peor que una gripecita o un resfrío. Pero se lo pone en los ojos, haciendo real el chiste sobre Trump. Tal como el Presidente de Estados Unidos, también el de Brasil fue desmentido en vivo y en directo por su Ministro de Salud. Lo mismo que Trump, se refiere al “virus chino”. Pero Trump no tiene inconveniente en sostener luego una amable conversación telefónica con Xi Ji Ping, y así como viajó a Corea del Norte nadie se sorprendería si apareciera sonriente en Wuhan.


En Brasil, Bolsonaro parece esforzarse por serruchar la rama sobre la que está sentado. Casi como el lelo porteño que lamió un inodoro, el Presidente brasileño dice que su pueblo resiste porque está acostumbrado a chapotear en las alcantarillas. En un episodio sin precedentes en el mundo, 25 de los 27 gobernadores provinciales realizaron una videoconferencia en la que acordaron ignorar las propuestas de Bolsonaro de regreso a la actividad normal y guiarse en cambio por las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. Varios de ellos solicitaron ayuda a China en forma directa, sin pasar por Itamaraty, y hasta el Vicepresidente hizo público su disenso con Bolsonaro. Un dato no menor es que quien ocupa ese cargo es un general del Ejército, Hamilton Mourão. Incluso los ex Presidentes Fernando Henrique y Lula conversaron sobre qué hacer con el Incapaz en Jefe, cuya destitución parece posible. Pero Bolsonaro, quien convocó a una movilización para cerrar el Congreso, consiguió sumar al reclamo de finalización de la cuarentena a los camioneros (y a sus máquinas imponentes).

De México a Israel y el Reino Unido


Desde el otro extremo ideológico, también el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, se burla de la pandemia, invita a que todos realicen su vida normal y recomienda una terapia de abrazos. Cuando le preguntaron cómo se protegía, mostró dos estampitas del corazón de Jesús. Las últimas encuestas registran una caída sostenida de sus índices de aprobación, que por primera vez no llegan al 50% de la población proyectada. Tal vez eso lo indujo a retractarse y si bien no decretó una cuarentena obligatoria, pasó a recomendar el aislamiento voluntario.


En Israel, un país cuya población es cinco veces menor que la argentina pero que ya tiene el doble de infectados, el primer ministro Beniamin Netanyahu pactó un gobierno de unidad nacional con su rival en las últimas tres elecciones, el general del Ejército retirado Benny Gantz. Ninguno llegaba a la mayoría de 61 votos en el Parlamento para formar gobierno, y para evitar una cuarta elección en poco más de un año, Gantz aceptó prorrogar por un año el mandato de Netanyahu como primer ministro, mientras él aguarda como presidente de la Legislatura su turno para relevarlo, al estilo de la coalición argentina FIT. Para el periodista israelí-estadounidense Gershon Gorenberg, con el pretexto de la enfermedad Netanyahu dio un golpe palaciego.


En Gran Bretaña, el primer ministro Boris Johnson modificó el rumbo sobre la marcha. Su primera decisión fue mantener el funcionamiento normal de la sociedad, con la apuesta de que al progresar el contagio también lo haría la inmunización, que de este modo pondría a salvo al rebaño, aunque hubiera que lamentar víctimas individuales. Pero un estudio del Imperial College que cifró esa tasa en medio millón de personas (que luego corrigió a 250.000), indujo al gobierno a adoptar medidas de separación social. Entre quienes se anunció que habían contraído la enfermedad están el propio Johnson y el príncipe heredero Carlos, quien desde hace décadas esperaba otra corona. Pero esta semana, otro estudio del laboratorio de  Ecología Evolutiva de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Oxford contradijo al anterior: la mitad de la población ya se habría infectado pero con síntomas muy leves o incluso sin síntomas y que requirieron un bajísimo número de internaciones y de víctimas fatales. Hasta el lunes 23, sólo habían muerto 87 personas.


Sólo el tiempo, y lo que el tiempo traiga sobre el desarrollo y las consecuencias de la Covid-19, permitirá apreciar la valoración de largo plazo de los respectivos liderazgos por cada pueblo.


Una larga incubación

 



Así como en las calles desiertas de Buenos Aires se destacan los chicos en moto o en bicicleta con las mochilas rojas o amarillas del reparto, en esta crisis restalla con la luz de la evidencia que la crisis tuvo una larga incubación, tanto en cuestiones sanitarias como políticas y económicas. Los lectores del Cohete tienen constancia de ello, sobre todo a través de los artículos de Mónica Peralta Ramos. La irresuelta crisis de 2008 y la multiplicación de deuda contraída mediante ingeniosos derivados financieros que triplican el valor de la economía real conforman una burbuja que en algún momento debía estallar. Los ejemplos habituales hablaban de mariposas o cisnes negros, pero lo mismo sirve un organismo microscópico. Dos artículos de esta edición, el de Roberto Bissio y el de Medardo Ávila Vázquez, se refieren al documento Un Mundo en Peligro, publicado en septiembre de 2019 por la Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación ante Crisis Sanitarias, que anunciaba la inminencia de una pandemia para la que el mundo no estaba preparado, que en forma inminente podía cobrarse 50 millones de vida en todo el mundo. Esta es una pesadilla recurrente de la humanidad desde la mal llamada gripe española de 1918, cuyos efectos Mónica Müller rastreó en la literatura y la plástica, en su apasionante libro Pandemia. A estas dos paralelas destinadas a cortarse se sumó la abrupta caída de los precios del petróleo, que también podían prever nuestros lectores. Mis notas y las de Marcos Rebasa y Félix Herrero vienen advirtiendo sobre la inviabilidad de emprendimientos como el de Vaca Muerta, tema sobre el que también se pronunció el Presidente Fernández en el reportaje que publicamos cuando su gobierno cumplió un mes.


Se repite que esta es una crisis de la globalización, que ya nada será igual. Pero no es una paradoja menor que al mismo tiempo sea la primera crisis global, que se desenvuelve en forma simultánea en todo el mundo. Sabemos, y nos interesa, lo que ocurre en lugares remotos, con un alto grado de detalle, porque ha quedado más claro que nunca lo que el presidente argentino le dijo a sus colegas del G-20, que nadie puede salvarse solo y les propuso crear un fondo mundial de emergencia humanitaria.


Palabra de almirantes



Si se atiende a las incoherencias que profiere Trump desde el atril presidencial, podría creerse que el simultáneo estallido de estas tres calamidades tomó a Estados Unidos por sorpresa. Pero hay otros indicios que apuntan en la dirección contraria. Tan temprano como el 10 de febrero el almirante James Stavridis (el más articulado de los ex jefes del Comando Sur, autor de varios best sellers y decano de una facultad de derecho y relaciones internacionales) escribió que “enfrentar una pandemia es una tarea para las Fuerzas Armadas».

Stavridis  recuerda su intervención como jefe del Comando Sur en respuesta a los brotes de cólera en Haití que siguieron al terremoto de 2010, y señala que los militares de su país y sus aliados de Brasil y Chile fueron decisivos para detener la diseminación de la enfermedad, purificar el agua, generar electricidad y establecer cierto orden, cosa que “ninguna organización civil hubiera podido hacer dada la escala de la emergencia”. También destacó el despliegue de quirófanos y hospitales y el puente aéreo para transportar elementos vitales en África durante el brote de ébola. Los ejércitos, dice Stavridis, tienen enormes capacidades para enfrentar pandemias, porque se entrenan en un mundo de armas biológicas y poseen el equipamiento pesado y de protección necesario en un medio infectado, y pueden investigar sobre vacunas y drogas curativas. En 2008, cuando Estados Unidos anunció que recrearía la disuelta IV Flota, enfocada sobre América Latina y el Caribe, Stavridis fue el encargado de explicar en Buenos Aires que hubo un error comunicacional (sic) y que la Cuarta Flota se limitaría a cooperar en caso de desastres naturales, necesidades humanitarias, operaciones médicas, lucha contra el narcotráfico y defensa del medio ambiente, la ciencia y la tecnología. Luego de la evaporación de la URSS, estos fueron algunos de los justificativos para mantener el dispositivo de control social montado durante la Guerra Fría.


El actual jefe del Comando Sur, el también almirante Craig Faller, anunció hace hoy dos semanas ante la Comisión de Fuerzas Armadas de la Cámara de Diputados de su país, que Estados Unidos incrementaría su presencia militar en América Latina. Explicó que esto incluiría “una mayor presencia de barcos, aviones y fuerzas de seguridad para tranquilizar a nuestros socios y contrarrestar una serie de amenazas que incluyen al narcoterrorismo”. Y no dio más detalles, porque como él mismo explicó al asumir, “los militares nunca decimos lo que estamos haciendo”.

Escenarios de desastre

En su edición del 18 de marzo, el semanario Newsweek publicó un artículo de William Arkin titulado “El plan ultrasecreto de las Fuerzas Armadas si el coronavirus deja fuera de juego al gobierno”, que en caso de que Trump, un número considerable de miembros del Congreso y la Corte Suprema se contagiaran aplicarían un plan de “continuidad del gobierno”, que incluiría la evacuación de Washington y la transferencia de la conducción a funcionarios de segunda línea, en lugares remotos y bajo cuarentena. También contempla “escenarios de desastre, incluyendo la posibilidad de extendida violencia doméstica como resultado de la escasez de alimentos”, que se resolvería con el dictado de la ley marcial. Los planes se denominan Octagon, Freejack (es decir corsario) y Zodíaco, comprenden leyes secretas para asegurar la continuidad del gobierno bajo la conducción de comandantes militares. Desde la presidencia de Eisenhower, la autoridad militar de emergencia se pensó para el caso de un ataque nuclear contra Estados Unidos. “Pero ahora los planificadores están pensando en la respuesta militar a la violencia urbana si la población busca protegerse y pelea por la comida”, escribe Arkin. Pero no fue en Estados Unidos ni en otros países occidentales donde la pandemia dio lugar a episodios de violencia urbana, sino en China. Y no durante el pico de las infecciones, sino una vez que hubo pasado. Cuando los residentes de la provincia de Hubei intentaron cruzar a la vecina provincia de Jiangxi, donde muchos de ellos trabajan, la policía de Jiangxi les cerró el pasó. Los indignados trabajadores atacaron a paraguazos a los policías, les arrebataron algunos de sus escudos que usaron como armas contra ellos y volcaron un par de vehículos.

Tan temprano como en 2009, el profesor australiano de relaciones internacionales Christian Enemark, quien investiga en la universidad inglesa de Southampton acerca de la ética de la guerra y políticas globales de salud, advirtió sobre el riesgo de tratar una pandemia como un asunto de seguridad, dirección hacia la que ya se estaban moviendo Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia. Enemark comprendía la posibilidad de que este enfoque pudiera reunir apoyo político para mejorar y movilizar recursos de salud pública. Pero también veía el riesgo de respuestas de emergencia ineficaces, contraproducentes o injustas, “que probablemente tendrían poco efecto en controlar la enfermedad pero podrían socavar los derechos humanos y exacerbar las pérdidas económicas”.


El portal Politico reveló que el ministerio de Justicia a cargo de William Barr solicitó al Congreso la suspension de ciertos derechos constitucionales durante la emergencia del coronavirus, como la detención de personas por tiempo indeterminado sin juicio y la suspensión del hábeas corpus.


Estos antecedentes definen otro de los difíciles equilibrios que debe hacer Alberto. Aprovechar todas las capacidades del Estado, lo cual incluye a las Fuerzas Armadas y de Seguridad, pero dentro del marco de la democracia. Por eso se ha negado a la declaración del Estado de Sitio, que reclamaban algunos gobernadores como Gustavo Sáenz y Gerardo Morales, y no muestra ningún entusiasmo por la deriva punitivista que le reclaman algunos de sus neosimpatizantes. El Ejército participa con su logística en la distribución de alimentos, pero no interviene en el control del cumplimiento de la cuarentena u otras funciones de seguridad (como sí lo hace en otros países, como Bolivia, Chile, El Salvador, México y Ecuador), porque las leyes de defensa nacional y de seguridad interior le vedan cumplir tareas policiales.


No es menos difícil el tránsito presidencial entre la firmeza para exigir el cumplimiento de la cuarentena y la vigilancia para que las fuerzas de seguridad no confundan coronavirus con Chocovirus, y abusen de quienes deben cuidar, como ha ocurrido en varios casos documentados por vecinos. La persuasión es fundamental, porque la faz represiva es de compleja práctica: ¿dónde recluir a quienes escapan a la norma sin que eso propague la enfermedad, cuántas grúas serían necesarias para acarrear todos los vehículos secuestrados, dónde se estacionarían?
El equilibrista no se detiene ni siquiera para agradecer los aplausos, porque tiene clara conciencia del riesgo y hará todo lo posible para no dar un paso en falso.

El presidente Alberto Fernández pidió evitar la propagación de noticias falsas por medio de las redes sociales y la red de mensajería WhatsApp que compliquen aún más la situación por la cuarentena del coronavirus.


En Whatsapp y en las redes circula muchísima información falsa sobre el coronavirus, que solo te perjudica y nos perjudica a todos. Evitar la infodemia también es una forma de cuidarte y cuidarnos”, afirmó Alberto Fernández. El presidente argentino utilizó el término infodemia, que es usado por la Organización Mundial de la Salud y que define una práctica que consiste en difundir noticias falsas o maliciosas sobre la pandemia que aumenta el pánico o la angustia en las sociedades.


Cuarentena

Pareciera que.se extenderá la cuarentena a partir del próximo martes. El nuevo decreto sería hasta el 12 de abril. Se comenta que podría continuar   hasta mediados de mayo, cuando estiman que después del pico de la pandemia los contagios comenzarán a decrecer. La obra pública continuará como una de las excepciones a la cuarentena.


Techint y otros


Techint es propiedad del hombre más rico de la Argentina. Su riqueza asciende a 8000 millones de dólares (solo la declarada). Dejará en la calle a 1450 personas. Es una artera decisión en medio de la epidemia.


Puede ser parte de una operación de apriete al Gobierno ya que hay empresarios que demoran los acuerdos con el Gobierno. Los bancos ponen pretextos para no otorgar créditos a empresas. En realidad, no quieren hacerlo con una tasa del 24%. Quieren tasas más altas. El apriete del poder económico al gobierno para que afloje la cuarentena es una extorsión.
Es un “que mueran los que tengan que morir y nosotros sigamos haciendo negocios

Cuba

Con optimismo se ven los resultados preliminares de la vacuna en fase de ensayo clínico que desarrolla Cuba para enfrentar el nuevo coronavirus Sars-CoV-2, causante de la Covid-19, aseguró el doctor Francisco Durán, director nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública (MINSAP).


De acuerdo con reportes de prensa, es el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) el que tiene bajo su responsabilidad el diseño de la vacuna, por contar con gran experiencia en el desarrollo de partículas para estimular el sistema inmunológico y la inmunización a través de la vía nasal.

Maduro rerspondio a Trump

El Presidente venezolano, Nicolás Maduro, repudió contundentemente las acusaciones emitidas este jueves por el gobierno de los Estados Unidos, que presentó cargos formales de «narcoterrorismo, tráfico de armas y corrupción» contra su persona y  otros altos funcionarios del gobierno bolivariano, ofreciendo recompensas de varios millones de dólares por su captura. Recordó  Maduro que Venezuela tiene el récord de combate contra el narcotráfico en los últimos 15 años, y que 120 capos han sido detenidos durante las gestiones de Tareck El Aissami y Néstor Reverol como ministros de relaciones interiores

Trump ofrece 15 millones de dólares, por Maduro; 10 millones por Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, y otros dirigentes actuales, como Tareck El Aissami, y ex funcionarios


Francisco

En la primera comunicación oficial sobre la salud del Papa, desde iniciada la pandemia, el Vaticano confirmó que ni Francisco ni sus “estrechos colaboradores” tienen coronavirus, luego de que se hicieran más de 170 análisis dentro de la Santa Sede para detectar la presencia de Covid-19. (PE)

Hay décadas donde el tiempo parece estancado. Los días y las semanas pasan de largo y nada cambia. La normalidad cotidiana consagra la eternidad del orden social establecido. En otras raras ocasiones, las décadas se acumulan en días y en semanas y lo imprevisible irrumpe brutalmente en el presente. El tiempo, nuestra sombra, se independiza de todo control e irrumpe en el presente. Su hálito golpea nuestras nucas y provoca realineamientos inesperados en todos los órdenes de la vida. Es el tiempo de las crisis. Fenómenos de larga y lenta gestación salen a la superficie y detonan la realidad que conocemos en mil fragmentos. Rompiendo la eternidad de lo normal, nos obligan a actuar sin marcos de referencia. Esto está ocurriendo en tiempos del coronavirus (Covid-19).



En estas semanas el mundo que conocemos transita una destrucción de magnitud, profundidad y rapidez inéditas en la historia de la humanidad. Hoy no hay una guerra generalizada. Sin embargo, enormes recursos se evaporan rápidamente y erosionan el poder sacrosanto del dólar. Por primera vez, una crisis del sistema financiero internacional coincide en tiempo real con la paralización de la producción global y la consiguiente desarticulación de la oferta y la demanda de bienes y servicios en el mundo. Estos fenómenos se retroalimentan constantemente. Mientras tanto, y en un mismo movimiento, miles de millones de ciudadanos de a pie han quedado confinados a la impotencia de su intimidad. Esperan la llegada de un virus que avanza segando vidas. En esta espera se cuela el resquebrajamiento de un orden social que parecía eterno.


Los conflictos que agrietan al centro del capitalismo global monopólico salen hoy a la superficie e iluminan la naturaleza del orden social que rige globalmente. La profundidad y rapidez de la crisis arroja a los cuatro vientos el mito de un mercado que, con su mano invisible, organiza a la economía, a la sociedad y al orden global. A medida que se intensifica la crisis, se profundizan los enfrentamientos entre distintos sectores sociales ávidos por controlar los recursos y resortes del Estado para concretar sus respectivos intereses de poder. En la polvareda que esto levanta, la alternativa no es clara, se profundizan las grietas y fermentan nuevos conflictos sociales. Lo viejo adopta rápidamente nuevos ropajes y pugna por matar, doblegar y hasta cooptar a lo nuevo. Lo nuevo, en cambio, atisba un norte diferente pero no conoce el camino que tiene que seguir.


Hoy la interpenetración de la producción y las finanzas globales es de tal magnitud que acontecimientos en zonas remotas del planeta impactan caóticamente sobre el mundo entero. Por esta vía, las economías emergentes pueden buscar una mayor independencia del centro. En tiempos de crisis del endeudamiento global en dólares, la deuda de la periferia amenaza en forma inédita a la estabilidad financiera global. Esto abre la posibilidad de acontecimientos nuevos y preñados de un futuro diferente a todo lo que hemos conocido.


Endeudamiento corporativo norteamericano



Desde la crisis financiera de 2008, las políticas de facilitación monetaria y bajas tasas de interés seguidas por la Reserva Federal y los principales bancos del mundo alimentaron el crecimiento de la deuda mundial, incluyendo la de las economías emergentes. Así, la brecha entre el crecimiento del endeudamiento y el crecimiento de la producción se fue ampliando. Hoy la deuda global es de 257 billones de dólares (trillions) y representa más de 3,2 veces la producción económica mundial.


El banco que nuclea a todos los bancos centrales del mundo, el BIS (Bank of International Settlements o de ajustes internacionales) ha advertido que la deuda de las corporaciones privadas constituye un factor de gran riesgo para el sistema financiero internacional (zerohedge.com 5 3 2020). El FMI, a su vez, cree que una crisis de intensidad menor a la de 2008 puede provocar el default de cerca del 40% del endeudamiento corporativo de los principales países del mundo (fmi.org octubre 2019). Por estos días, y gracias al impacto del coronavirus sobre la economía global, el endeudamiento de las corporaciones norteamericanas juega un rol crucial en la desarticulación del sistema financiero internacional. Un cuarto del total de este endeudamiento de 13,6 billones de dólares (trillions) es deuda basura (junk) con altísimo riesgo de default. A esto se suman 3,6 billones de dólares (trillions) de deuda corporativa que tiene una calificación (BBB), solo un punto superior a la deuda basura (zerohedge.com 10 3. 2020). En los últimos años el aumento del endeudamiento corporativo ha estado estrechamente relacionado a la recompra de las propias acciones (buy backs) de las corporaciones con el objetivo de impulsar sus precios y maximizar ganancias en el mercado financiero.

Fondos de inversión y crisis de liquidez


En este contexto, hacia mediados de febrero el precio de las acciones y bonos norteamericanos alcanzó récords imbatibles. Este frenesí ocultaba, sin embargo, un peligro inminente. Desde septiembre de 2019 el fantasma de la iliquidez (falta de dólares) sobrevolaba al mercado financiero. Desde ese entonces la Reserva Federal inyectó dosis masivas de liquidez en el mercado de pases interbancarios (repro) sin poner fin a una situación en gran parte debida a la creciente demanda de financiamiento por parte de grandes fondos de inversión embarcados en operaciones cada vez más riesgosas para maximizar ganancias en un mundo con tasas de interés cercanas a cero o negativas (bis.org december 2019). En febrero la demanda de financiamiento de estos fondos de inversión llegó a su punto más alto.

La paralización económica de China y otras regiones del mundo detonó ventas masivas de acciones, bonos e instrumentos financieros complejos. Esto colocó a la deuda corporativa en el centro de la vorágine. Las ventas afectaron al precio de las acciones, bonos corporativos y otros activos financieros que, como los ETFs (exchange traded funds), abarcan a un conjunto amplio y diverso de activos que, cotizando como un solo instrumento, son poco transparentes y poco líquidos. Las ventas masivas de estos instrumentos desacoplaron los precios e intensificaron los problemas de liquidez. Estos fenómenos fueron amplificados por las operaciones que, usando algoritmos, multiplican las ventas en fracciones de segundos (HFT high frequency trade).


La escala y la velocidad de las operaciones financieras adquirieron dimensiones desconocidas. En pocas semanas se esfumaron 25 billones de dólares (trillions) de valor en los mercados de acciones y bonos del mundo. Luego de inyectar dosis masivas de liquidez sin revertir así la situación, la Reserva Federal acudió al anuncio de un nuevo paquete financiero de 700.000 millones de dólares y a la elaboración de un plan de ayuda fiscal y financiera de más de 2 billones de dólares (trillions) que sería discutido esta semana en el Congreso para su aprobación inmediata.

Concentración del poder económico de la Reserva Federal

 


Hacia el lunes pasado, el mercado financiero continuaba con su caída estrepitosa. Se pasó entonces a una nueva fase de flexibilización monetaria ilimitada (open ended) por el tiempo que fuese necesario y destinada a la compra de una serie de activos financieros entre los cuales se incluyó la compra de bonos corporativos de calidad (IG, investment grade) en los mercados primarios y secundarios, y de otros activos, entre estos: ETFs, papeles de deuda comercial y bonos municipales. Se agregaron además más líneas de financiamiento para bancos y fondos mutuos de inversión ampliándose además las líneas especiales (swaps) de financiamiento a los bancos centrales de otros países para paliar la crisis de liquidez en dólares. Así, reeditando medidas usadas durante la crisis de 2008 y adoptando nuevas políticas, la Reserva Federal se transformó en el garante ultimo de buena parte de las transacciones financieras. Por esta vía, concentró su poder económico y su capacidad de incidir y discriminar en el salvataje de las corporaciones y entidades financieras afectadas por la crisis. Para ello, contrató esta semana al fondo de inversión más grande del mundo: BlackRock, que deberá asesorarla y gestionar sus programas. Así, este se constituyó en el brazo derecho de la Reserva Federal.
   
Deuda corporativa y puja entre instituciones y sectores 
 
Las medidas adoptadas por la Reserva Federal fueron precedidas por fuertes presiones ejercidas por grandes bancos y sectores financieros. Hacia mediados de marzo el Bank of América (BOFA) anticipaba la inminente caída de la economía en una brutal recesión y sugería la adopción de “medidas extremas,” verdaderas “acciones de guerra” (war actions) con el objeto de garantizar liquidez y salvar a corporaciones y entidades financieras con problemas. A esta voz se sumaron las del JP Morgan y el Deutsche Bank (entre otros: zerohedge.com 18, 22 3 2020).



La compra de bonos corporativos no está incluida dentro del mandato de la Reserva Federal. De ahí que dos de sus recientes ex Presidentes: Janet Yellen y Ben Bernanke, se adelantaron a sugerir que esta debía “pedirle al Congreso autorización para comprar cantidades limitadas de deuda corporativa (IG)” (ft.com 18 3 2020). Es decir, esta debía buscar ampliar su control sobre los recursos financieros a usar en el salvataje independizándose al mismo tiempo de la injerencia del Congreso y del Secretario del Tesoro. Dos días después el Wall Street Journal advertía que este último “todavía insiste en que el Tesoro debe ejercer control sobre el dinero a fin de destinarlo directamente a las corporaciones que él quiere ayudar. Esta es una receta para elegir ganadores y perdedores y por lo tanto augura meses de pelea política y titulares feos denunciando favoritismo. La mejor solución es que el Tesoro utilice dinero del Congreso para proveer de fondos a un organismo de su dependencia (el Exchange Stabilization Fund) que por este medio garantice la creación por parte de la Reserva Federal de un Vehículo Especial de Financiamiento que le permitirá a esta última prestar dinero a todos los que quiera… La crisis de liquidez es inminente y demasiado grande como para que las peleas burocráticas y políticas influyan en la toma de decisiones” (wsj.com 20 3 20 20). Así, en momentos de crisis la Reserva Federal —un organismo conformado por grandes bancos privados, cuyos funcionarios no dependen del sistema electoral— deberá reforzar su capacidad de decidir “autónomamente” hacia dónde ira la ayuda financiera.


Por otra parte, la confección del paquete de 2 billones de dólares (trillions) de ayuda fiscal, impositiva, crediticia y de compensaciones de distinto tipo a los asalariados con el objeto de mitigar el impacto económico y sanitario del coronavirus, dio lugar esta semana a una nueva batalla entre republicanos y demócratas. Los demócratas intentaron eliminar definitivamente la posibilidad de recompra de acciones por parte de las corporaciones. Asimismo, propusieron aumentar las compensaciones salariales y la ayuda destinada al desempleo y gastos de salud con motivo de la pandemia. Si bien tuvieron algún éxito en este último rubro, no lograron impedir que la recompra de acciones siguiese siendo posible para las corporaciones que no reciban ayuda financiera.

Las nuevas medidas cambiaron el humor de los mercados financieros. Así, entre el martes y el jueves mejoro el comportamiento de los índices bursátiles. En tres días el Dow subió un 21% un ritmo nunca visto desde 1933. Sin embargo, las subas y bajas consecutivas y espectaculares de esta semana guardan preocupante similitud con los acontecimientos seguidos en la crisis desencadenada en 1929 (zerohedge.com 24.3 2020).

Pandemia y riesgo de desintegración social


Los Estados Unidos están en vísperas de convertirse en el epicentro de la expansión del coronavirus. Su capacidad sanitaria para contenerlo es muy pobre y ya ha sido desbordada en las áreas más afectadas. Al mismo tiempo, una buena proporción de la población carece de seguro médico, está altamente endeudada y tiene salarios que no le permiten ahorrar nada. Ahora enfrenta la pandemia y pérdidas de empleo por el cierre masivo de comercios minoristas en las zonas más afligidas por el coronavirus. Asimismo, la inminencia de una recesión pone en riesgo de desempleo en los próximos dos meses a un 20% de la población. En la creciente incertidumbre sobre el futuro prolifera la compra de armas y se multiplica en todo el país el acaparamiento masivo de mercadería (zerohedge.com 1, 17 y 18 / 3 2020).

Desde el primer momento el Presidente Trump ha minimizado la necesidad de cuarentena y ha advertido que la economía volverá a funcionar a pleno desde mediados de abril. Su entorno, sin embargo, está cada vez más preocupado ante la posibilidad de desabastecimiento de artículos de primera necesidad y de estallidos de violencia en todo el país (nyt.com 13 3 2020, zerohedge.com 19 3 2020).

En este contexto, documentos secretos de las Fuerzas Armadas detallan planes de contingencia para mantener el gobierno funcionando a partir de “segundas líneas operativas” en caso de que la pandemia y/o el caos obliguen a cerrar la Casa Blanca (newsweek.com 18 3 2020). Asimismo, y en otro síntoma de peligroso autoritarismo, el Departamento de Justicia ha pedido al Congreso que le otorgue los poderes necesarios para detener a norteamericanos sin proceso judicial y por tiempo indeterminado con el objetivo de aumentar la eficiencia de la lucha contra la pandemia (politico.com 21 3 2020, zerohedge.com 24.3 2020).

Así, en un mundo donde el sobre endeudamiento y la falta de liquidez en dólares desmoronan la ingeniería de las finanzas internacionales, la Reserva Federal concentra cada vez mayor poder económico y sectores del Estado en las Sombras se posicionan para reprimir posibles conflictos desatados por la pandemia y la recesión.


La Argentina en el vértigo de la crisis 

 


El país está en cuarentena, y a pesar de los avivados que nunca faltan, el esfuerzo inmenso es aceptado por toda la sociedad que por primera vez participa, desde el confinamiento domiciliario, en la gestación de un nuevo sentido de solidaridad social. El gobierno ha concentrado todo su esfuerzo en enfrentar la emergencia sanitaria y alimentaria adoptando múltiples medidas destinadas a aprovisionar al sistema de salud diezmado por el macrismo y a poner dinero en el bolsillo de las pequeñas empresas y sectores sociales más vulnerables.

En su esfuerzo por garantizar la cuarentena, su logística y el control del tránsito el gobierno ha recurrido al despliegue de las Fuerzas de Seguridad. Esto puede ser fuente de tensión y ya ha dado origen a casos de abuso de autoridad, especialmente en los barrios carenciados. El gobierno ha sancionado a los responsables y ha dejado en claro los límites del accionar de las fuerzas de seguridad en esta crisis. Sería importante, sin embargo, que representantes de movimientos sociales, ONGs e iglesias que trabajan en los barrios carenciados acompañen a las Fuerzas de Seguridad cuando estas realizan tareas vinculadas a la emergencia alimentaria y sanitaria. Esto puede contribuir a prevenir problemas de abuso de autoridad y a potenciar la labor del conjunto de estos grupos multiplicando al mismo tiempo el esfuerzo de lograr una mayor participación organizada de la población en las decisiones que se toman.

El posible desborde de la capacidad del sistema hospitalario para enfrentar la pandemia, el descontrol de precios, el desabastecimiento de alimentos y el corte de la cadena de pagos constituyen las principales fuentes de turbulencias a corto plazo. De ahí la importancia crucial de buscar el apoyo organizado de la ciudadanía a todas las medidas que se toman.

Por otra parte, la crisis del mercado financiero internacional y las medidas adoptadas por la Reserva Federal para paliarla auguran una nueva oleada de endeudamiento generalizado en base a dosis masivas y sin límites de emisión monetaria, fenómeno que eventualmente erosionara el valor del dólar como moneda de reserva internacional. En la periferia, las deudas insostenibles que no se pueden pagar solo pueden conducir a mayor endeudamiento y miseria. Esta es la situación de la Argentina altamente endeudada en dólares y en plena crisis financiera internacional. Los tiempos de crisis obligan a buscar nuevas soluciones drásticas que impliquen barajar y dar de nuevo. Brindan la oportunidad de propugnar una nueva ética siguiendo los pasos de antiguas civilizaciones que, desde 3000 años A.C., eliminaron las deudas insostenibles
( Michael Hudson,washingtonpost.com 21 3 2020).

La deuda pública argentina está en virtual default. El gobierno de Alberto Fernández no quiere que esa herencia de Mauricio Macri se convierta en default abierto. Pero el estallido de la crisis global por la expansión del coronavirus que ha derrumbado en forma vertical la economía mundial convierte en insignificante la situación de la deuda argentina.

Por el eventual default de la deuda argentina sólo están ansiosos voceros locales de los acreedores externos que ni el derrumbe de la economía mundial los aleja de sus obsesiones bien pagas. Ahora el riesgo mayúsculo que existe no es el default de un país periférico, sino el estallido de un default global de deudas soberanas, corporativas y de hogares.

El Instituto de Finanzas Internacionales, que agrupa a los principales bancos del mundo, estima que la deuda mundial suma 253,2 billones (millones de millones) de dólares en 2019. Ese monto equivale a 322 por ciento del Producto Interno Global, esto es la generación material de bienes y servicios en el mundo. Nunca antes esa relación había alcanzado un valor tan elevado. Existe mucha más deuda en circulación que riqueza material que respalde ese capital, exceso que se denomina "capital ficticio".

Los países emergentes acumulan deuda por 72,5 billones de dólares (223 por ciento del PIB de esas economías), mientras que los países desarrollados registran una deuda de 180,1 billones (383 por ciento de su PIB).

Esos indicadores de solvencia deuda/PIB empeorarán aún mucho más con la crisis: subirán mucho los pasivos y bajarán mucho los Productos.

Desde hace siglos, esa inconsistencia se resolvió con defaults de deudas, que destruyen el capital ficticio acumulado por burbujas especulativas. Es el escenario más probable en estos próximos meses donde el funcionamiento de la economía se ha paralizado por la pandemia.

Vulnerables



No debería sorprender los default de deuda. Lo extraño es cuando existen periodos prolongados sin que suceda alguno. La insolvencia de deudas soberana o corporativa es un acontecimiento repetido que recorre la historia del capitalismo. Ocurrieron en diferentes etapas, desde la formación de los Estados nacionales, el mercantilismo, el capitalismo moderno hasta la presente globalización financiera.


La actual vulnerabilidad financiera sistémica es anterior a la pandemia coronavirus, sólo que ahora queda expuesta en su forma más fulminante. Las dos últimas grandes burbujas especulativas, la de las empresas puntocom en 2001 y la de los créditos subprime 2008, provocaron fuertes recesiones que se atendieron con más y más deuda.


El ritmo de emisión fue vertiginoso después de esa última debacle. Las bancas centrales colocaron paquetes inmensos de deudas por un total de 11 billones de dólares para salvar bancos y empresas, y, a la vez, las compañías rescatadas emitieron luego más deuda con tasas muy bajas, alimentando de ese modo una nueva burbuja especulativa.

Inestabilidad


En octubre pasado, el FMI presentó el último reporte de Estabilidad Financiera Global advirtiendo acerca de la fragilidad del sistema financiero mundial por el aumento de la carga de la deuda corporativa, el incremento de las tenencias de activos más riesgosos y más ilíquidos por parte de inversores institucionales, y por la creciente dependencia de los préstamos externos de los países emergentes.
Los economistas Tobias Adrian y Fabio Natalucci, autores del documento, definieron un escenario crítico y entregaron una inquietante cifra de la deuda con probabilidad de default.
Plantearon que con una desaceleración económica mitad de severa que la de 2008-2009 la deuda corporativa en riesgo, que es la deuda contraída por empresas que no pueden cubrir el pago de intereses con sus ganancias, asciende a 19 billones de dólares. Este monto representa el 40 por ciento del total de la deuda corporativa de las ocho principales economías del mundo.

Ese cálculo fue realizado considerando que una eventual recesión fuera la mitad de intensa de la registrada en la anterior crisis. El consenso de economistas y organismos internacionales es que la actual debacle será por lo menos el doble de aguda.

Una estimación lineal del escenario base presentado por Adrian y Natalucci, con el presente escenario de colapso de la actividad económica y crac bursátil, entrega como saldo un default global de deudas impactante.
La mayoría de las corporaciones no podrá cumplir con el pago del capital e intereses porque se frenó el giro comercial de su negocio, al tiempo que los bancos no estarán motivados a entregar nuevos créditos.

La declaración de insolvencia masiva está a un paso de ese abismo, sólo podrá frenarse en algunos casos con la intervención de los gobiernos. El Congreso de Estados Unidos está por aprobar un paquete de rescate de 2,2 billones de dólares, el triple del aplicado en la crisis 2008. Sólo el 10 por ciento de ese monto será para salvatajes corporativos. Las bancas centrales (Reserva Federal y Banco Central Europeo) tienen  también preparadas ambulancias para salir a socorrer a bancos y corporaciones. Se sabe que no podrán hacerlo con todas. La Fed y el Tesoro disponen de 6,5 millones de dólares, y el BCE además se comprometió a comprar deuda de países de la Unión Europea.

Depresión


La atención mundial se concentra en aplanar la expansión del coronavirus con el aislamiento social obligatorio. La consecuencia de esa estrategia médica en el frente económico es una profunda recesión, que algunos economistas estiman que puede ser peor que la generada por el crac del '29.

Nouriel Roubini, economista turco-estadounidense, conocido como “Dr. Doom” por anticipar la crisis subprime, publicó en Project Syndicate el artículo "A greater depression". Dice que este crac bursátil contabilizó una caída en tres semanas lo que en el crac del '29 sucedió en tres años.

Señala que los bancos Goldman Sachs, JP Morgan y Morgan Stanley esperan que el PIB de Estados Unidos baje de 24 a 30 por ciento anualizado en el segundo trimestre, y que el secretario del Tesoro, Steve Mnuchin advirtió que el desempleo podría superar el 20 por ciento. Roubini apunta que “cada componente de la demanda agregada (consumo, inversión, exportaciones) está en una caída sin precedentes”.

Si bien hoy la angustia colectiva está en superar la pandemia, cuando se precipita una recesión con riesgo a que se convierta en una depresión y que además sea global, los ingresos de los hogares y de las compañías colapsan y el desempleo aumenta a velocidad devastadora de la convivencia social.


Se produce un efecto multiplicador negativo en la economía arrojando a empresas y bancos hacia la quiebra. Si además los balances de esas compañías están colmados de pasivos, la caída se acelera.

Catástrofe



El economista británico Michael Roberts detalló en su blog que en Estados Unidos, en los últimos diez años de dinero barato por tasas cercanas a cero, las corporaciones no financieras duplicaron su endeudamiento, al pasar de 3,2 billones de dólares en 2007 a 6,6 billones de dólares en 2019.

Los economistas Joseph Baines y Sandy Brian Hager escribieron "Covid-19 y la próxima catástrofe de la deuda corporativa". Indican que las pequeñas y medianas empresas enfrentan el mayor riesgo de default. En ese sentido, especulan con que el saldo de esta crisis será una mayor concentración económica.

Explican que la administración de las finanzas de las corporaciones en Estados Unidos tuvo un cambio radical hace 40 años, en coincidencia con la irrupción de los gobiernos neoliberales y desreguladores de Ronald Reagan, en ese país, y de Margaret Thatcher, en Gran Bretaña. En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial hasta mediados de los '70, periodo que se conoce como la edad de oro del capitalismo, las corporaciones acumulaban ganancias para reinvertirlas en expandir la capacidad de producción.

Desde comienzos de los '80, esa política fue alterada y pasó a ser dominante la estrategia de maximizar la retribución a los accionistas mediante la distribución de dividendos, restando recursos propios para la reinversión. Para mantener el ritmo de inversiones apareció el endeudamiento que, en gran parte de este ciclo largo del capital, fue barato por tasas de interés muy bajas.

De ese modo se fue alimentando una inmensa burbuja especulativa de deudas corporativas que algún evento inesperado y brusco podía interrumpir esa cadena de la felicidad. Ese evento fue la crisis del coronavirus y el consiguiente crac global de las bolsas.
Baines y Hager son contundentes con la siguiente advertencia: "Estamos en aguas peligrosas; si los acreedores se asustan y la carga de intereses aumentan, una ola de incumplimientos de pequeñas firmas podría enviar ondas de choque, a través del ya inestable mercado financiero, para ampliar el colapso hacia grandes corporaciones".

Tormenta perfecta


El cisne negro de la pandemia coronavirus es un shock extraordinario por la coincidencia de factores muy perturbadores:
* La clausura casi total de actividades productivas y comerciales en más de la mitad de la economía mundial.
* El consiguiente derrumbe del precio del petróleo.
* Caída que se produjo casi en simultáneo con el crac de los mercados de capitales y bursátiles.
* El derrape de esos mercados está provocando la parálisis del crédito y, por lo tanto, también la cancelación de intereses y capital de deudas.
* El escenario de fragilidad financiera, aislamiento social obligatorio y freno a los motores de la producción y el comercio, si se extiende en el tiempo, derivará en el colapso de las cadenas de abastecimiento global.
* El saldo de este cataclismo es un alza abrupta del desempleo y del malestar social.
Esta secuencia es la tormenta perfecta del caos económico. Los paquetes de salvatajes serán insuficientes para detener la ola de quiebras y defaults de deudas.


Los países de la periferia están padeciendo además una fuga de capitales especulativos fulminante de unos 80 mil millones de dólares, contabilizó el Instituto de Finanzas Internacionales. En el último mes y medio, esa salida fue más acelerada y pronunciada que las de las crisis de 2008 o asiática de 1998.
La huida de esos capitales se le agrega la caída de los precios de materias primas y de las exportaciones, lo que implicará una merma en la disponibilidad de divisas, y el derrumbe de la actividad interna.

En ese contexto una ola de defaults de deudas sobernas se acerca si no se frena la salida de capitales y se extiende la parálisis de la economía mundial.

El por ahora default virtual de la deuda argentina o el default abierto del Líbano, que anunció que no puede cumplir con un eurobono de 1200 millones de dólares, son irrelevantes en ese escenario global.

Ola de deudas


La tormenta perfecta para los países emergentes y en desarrollo derivará en que cuidarán las reservas disponibles y no las destinarán a pagar ni intereses ni capital de sus bonos.

Ayhan Kose, Peter Nagle, Franziska Ohnsorge y Naotaka Sugawara, economistas del Banco Mundial, publicaron hace dos semanas el texto "Deuda y crisis financieras: ¿se repetirá la historia?". Señalan que la mayor parte del aumento de la deuda soberna desde 2010 se produjo en los mercados emergentes y las economías en desarrollo, que vieron aumentar su deuda en 54 puntos porcentuales del PIB a un récord de aproximadamente el 170 por ciento del PIB en 2018.


Precisan que la ola actual de deuda se destaca por su tamaño, velocidad y amplitud excepcionales. Dicen que es el aumento más grande, más rápido y más amplio de la deuda en esos países en los últimos 50 años. Explican que es la cuarta ola desde la década del '70. Las otras tres son la del '70 y '80 concentrada en América latina, la del '90 en Asia y la tercera en Europa. Coinciden en que cada una de esas olas de endeudamiento culminó en una crisis financiera.


Esas crisis "generalmente se desencadenaron por shocks externos que resultaron en fuertes aumentos en la aversión al riesgo de los inversores, picos en los costos de los préstamos y paradas repentinas de las entradas de capital".


Algunos de esos atributos se están verificando con la crisis del coronavirus. Por eso el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional adelantaron el pedido a los países centrales para que no exijan la cancelación de deudas bilaterales con países pobres, la mayoría de África.

El FMI anunció a la vez que, más allá de sus servicios tradicionales de préstamos, explorará opciones adicionales para ayudar a los países miembros que experimentan escasez de divisas. Argentina se anota en ese grupo.

Inédito


Nunca antes casi la mitad de la población mundial está en aislamiento social obligatorio. Poco más de 3100 millones de personas, cantidad que puede aumentar en estas semanas, están confinadas en sus hogares. Y la Organización Mundial de la Salud reclama que los países que todavía no dispusieron la cuarentana, la decidan en forma urgente para frenar la expansión del virus.
La actividad económica fue literalmente clausurada en China, Estados Unidos y Unión Europea, los principales motores de la economía mundial que representan en conjunto el 62 por ciento del Producto global.
Ni en la primera y segunda guerra mundial y ni en la gran depresión de la década del '30 sucedió algo parecido. El riesgo a un default masivo de deudas corporativa y soberana irrumpió entonces con fuerza porque nunca antes hubo una crisis global de estas características. 

Como veníamos compartiendo en este espacio, la filosofía es parte de la vida individual y colectiva en tanto y en cuánto formas pensar y pensarnos en la realidad …

 
¿Se viene un capitalismo más feroz o un comunismo renovado?

La filosofía y el coronavirus, un nuevo fantasma que recorre el mundo

Slavoj Zizek arrojó la primera piedra cuando escribió que la opción, después de la pandemia, será “barbarie o alguna forma de comunismo reinventado”. Byung-Chul Han le contestó: "El virus no vencerá al capitalismo”. Otros pensadores, como Giorgio Agamben, Franco "Bifo" Berardi, Srećko Horvat, Judith Butler y  Alain Badiou, suman al debate miradas que se corren de las noticias del minuto a minuto.



Es ya evidente que está haciendo temblar los mercados. Pero, a largo plazo, ¿el coronavirus podría derribar al capitalismo? El siempre rápido de reflejos Slavoj Zizek acaba de publicar el que seguramente sea el primer ensayo sobre coronavirus. La tesis de Pandemic! Covid-19 shakes the world (Pandemia! Covid-19 sacude el mundo) es que la actual crisis sanitaria desnudó las debilidades de las democracias liberales y que el mundo se encamina, entonces, hacia un efecto político positivo. “Barbarie o alguna forma de comunismo reinventado”: tal es la dicotomía que encuentra el esloveno en este crudo y complejo escenario histórico, también inédito.

En un contexto en que la información satura e invade mentes y hogares, puede resultar saludable o aunque sea rico introducirse en miradas que se corren de las noticias del minuto a minuto. Son varios los pensadores contemporáneos que han mirado la pandemia: los italianos Giorgio Agamben y Franco "Bifo" Berardi, el croata Srećko Horvat, la estadounidense Judith Butler, el francés Alain Badiou y el surcoreano Byung-Chul Han son algunos de los que se expresaron al respecto. La pregunta por el devenir del escenario económico mundial está en casi todos los enfoques.


El nuevo material de Zizek es breve, 120 páginas, disponible tanto en papel como en formato digital a través de la editorial OR Books. Va en sintonía con teorías explayadas en un artículo previo para el portal RT , en el que Zizek -marxista, cinéfilo- definía a la pandemia como "un golpe a lo Kill Bill al sistema capitalista", en otra de sus habituales conversaciones con la cultura popular. Fue un artículo que hizo ruido en las redes sociales -sería lo que muchos querían oír- y que desató una respuesta de Byung-Chul Han. “Zizek se equivoca. El virus no vencerá al capitalismo ”, sentenció en una columna para el diario El País.


Mientras el nuevo fantasma recorre el mundo dejando cada vez más muertos e infectados, en Pandemic!... Zizek plantea que un “enfoque comunista” -renovado, claro- es el modo de salir de la encrucijada. Estados-Nación puestos al servicio de la defensa de los más débiles. El virus puso en evidencia que vivíamos con otro virus dentro, naturalizado: el capitalismo. Es una oportunidad para liberarse de la "tiranía del mercado". Pero a la vez el autor no es "utópico": no cree que el conflicto haga crecer la "solidaridad entre los pueblos". Porque por estos días la solidaridad es más bien “instinto de supervivencia" y, como tal, "racional y egoísta".


Resonaron "especulaciones que apuntan a la caída del comunismo en China, de la misma forma que Gorbachov dijo que la tragedia de Chernobyl llevó al fin del comunismo soviético", pero la paradoja -siempre según Zizek- es ésta: "El coronavirus nos obliga a reinventar el comunismo basándonos en la confianza en las personas y la ciencia”. Los roles de la prensa y los gobiernos no escapan a su análisis. Aunque en su opinión China gestionó mejor el coronavirus que Italia, critica el ocultamiento de datos negativos de parte de las autoridades de la República Popular. Por otra parte, arremete contra el Reino Unido y Estados Unidos por su empeño en mantener la calma de los ciudadanos y en exhibir control a través de la mentira. "Los medios nos lanzan repetidamente el mensaje de 'no caigan en el pánico' y, a continuación, disponen una serie de datos que nos llevan necesariamente al pánico", cuestiona.


El filósofo que inspeccionó la forma de los inodoros para acercarse a la ideología de los países también se anticipa al impacto del coronavirus en la vida cotidiana. No seremos tan alegres en los parques, no entraremos con confianza a baños públicos, y hasta tendremos dilemas para tocarnos la cara. "No son sólo el Estado y sus agentes quienes nos controlarán, también debemos aprender a controlarnos y disciplinarnos a nosotros mismos”, insta. Quizá la sensación de seguridad quede reservada para la realidad virtual. Moverse libremente en espacios abiertos a lo mejor sea, en el futuro, privilegio de un par de "ultra ricos" que cuenten con propias islas. Pero no todo será tan malo: avizora la desaparición de los cruceros  -"lujo obsceno"-, así como también un freno en la producción de automóviles, algo que podría conducir a vías alternativas de movilización, más sanas para el planeta.


El ensayo da lugar también al humor y a recuerdos personales. Cualquier similitud con la actualidad no debe ser mera coincidencia. "En mi juventud, en la Yugoslavia socialista, empezó a correr un rumor que decía que no había reservas de papel higiénico. Las autoridades respondieron: 'hay suficiente'. Sorprendentemente, la población lo creyó. Sin embargo, un consumidor medio razonaba de esta manera: 'Sé que el rumor es falso, sé que hay papel higiénico suficiente, pero, qué pasa si el resto de la gente cree que no hay reservas y se lanza a por el papel de las tiendas y causa una carestía... Mejor voy a comprar papel". Un fenómeno pasado totalmente en sintonía con las recientes imágenes de supermercados repletos, consumidores al borde de la desesperación y carritos con pirámides de este producto.

La polémica con Byung-Chul Han



"Zizek afirma que el virus ha asestado al capitalismo un golpe mortal y evoca un oscuro comunismo. Cree incluso que el virus podría hacer caer el régimen chino. Se equivoca. Nada de eso sucederá”, respondió Byung-Chul Han. "La emergencia viral y el mundo del mañana" (22 de marzo) se titula la columna del pensador nacido en Seúl y radicado hace 35 años en Berlín. Está completo en Lobo Suelto , con traducción de Alberto Ciria. "Tras la pandemia, el capitalismo continuará con más pujanza. La revolución viral no llegará a producirse. Ningún virus es capaz de hacer la revolución”, apuntó.
El autor de La sociedad del cansancio -quien también tiene una mirada crítica de las desigualdades y excesos del sistema económico capitalista- cree que el virus es apenas la gota que colmó el vaso. “La globalización suprime todos estos umbrales inmunitarios para dar vía libre al capital. Somos NOSOTROS, PERSONAS dotadas de RAZÓN, quienes tenemos que repensar y restringir radicalmente el capitalismo destructivo, y también nuestra ilimitada y destructiva movilidad, para salvarnos a nosotros, para salvar el clima y nuestro bello planeta”, concluye. 
Si bien por momentos los pensamientos de uno y otro filósofo son diametralmente opuestos, en ciertos puntos no son tan diferentes. En definitiva, quizá sea rimbombante el polémico Zizek al presentar los temas, pero su mirada no excluye al sujeto. Respecto de la solidaridad, esto es lo que piensa Han: “El virus nos aísla e individualiza. No genera ningún sentimiento colectivo fuerte (…). La solidaridad consistente en guardar distancias mutuas no es una que permita soñar con una sociedad distinta, más pacífica, más justa. No podemos dejar la revolución en manos del virus”, advierte.


Al comparar las medidas de las naciones asiáticas con las europeas, llegó a la conclusión de que la "mentalidad autoritaria" de las primeras genera más obediencia y que Europa "está fracasando" en la batalla: "Los cierres de fronteras son evidentemente una expresión desesperada de soberanía. Pero es una de soberanía en vano". Han cuestionó, además, el modelo de control policial basado en la vigilancia digital que Pekín utilizó para encarar exitosamente la pandemia y que permitirá a China exhibir "la superioridad de su sistema con más orgullo" e incluso exportarlo.


Zizek reapareció y contestó con declaraciones a El Mundo: "El comunismo que debería prevalecer ahora no es un sueño oscuro sino lo que ya está ocurriendo. El Estado debe asumir un papel mucho más activo". Y agregó: "Han dice que los países occidentales están reaccionado de forma exagerada porque se estaban acostumbrando a vivir sin enemigos abiertos y tolerantes, sin mecanismos de inmunidad, por lo que cuando surgió una amenaza real entraron en pánico. ¿De verdad? ¿No está todo nuestro espectro político y social impregnado de visiones apocalípticas, amenazas de catástrofe ecológica, miedo a los refugiados musulmanes, defensa del pánico de nuestra cultura tradicional contra el universo LGBT y la teoría de género? Intenta hacer una broma y sentirás inmediatamente la fuerza de la censura de lo políticamente correcto. Nuestra permisividad hace años que se convirtió en lo opuesto".

Pensamientos desde el foco de la pandemia


Otros filósofos que miraron la pandemia para entenderla son de Italia, cuyas cifras de muertos e infectados aumentan exponencialmente cada día. El artículo "La invención de una epimedia" (26 de febrero), de Giorgio Agamben, no va tanto al hueso del capitalismo pero contiene un halo de lo que a muchos fascina: teoría conspirativa. Toma como punto de partida declaraciones del Consiglio Nazionale delle Ricerche para afirmar que el coronavirus es "una gripe normal". "Pareciera que, habiéndose agotado el terrorismo como motivo de las medidas de excepción, la invención de una epidemia podría ofrecer el pretexto ideal para extenderlas más allá de todos los límites", escribió el autor de la serie Homo Sacer. Esto coincide con "una necesidad real de estados de pánico colectivo", desprendida de un "estado de temor" instalado en las conciencias.


"La limitación de la libertad impuesta por los gobiernos es aceptada en nombre de un deseo de seguridad que ha sido inducido por los mismos gobiernos que ahora intervienen para satisfacerlo", sugiere. Hubo quienes entendieron que en este texto había un desdén en torno al alcance de la enfermedad. El francés Jean-Luc Nancy acusó al italiano de haber intentado una "maniobra de distracción" más que "una reflexión política". En cambio, llegando al final de su texto, luego de expresar su deseo de que no llegue a Europa un régimen policial digital similar al chino, Han dialoga con Agamben y lo cita, porque de ocurrir aquello "el estado de excepción pasaría a ser la situación normal" y "el virus habría logrado lo que ni siquiera el terrorismo islámico consiguió del todo".


El día en que Italia superó a China en cantidad de muertes fue publicada una suerte de crónica diaria mechada con reflexiones de Franco "Bifo" Berardi, disponible en la página de Caja Negra Editora . El filósofo y activista comienza con citas de Burroughs y Jefferson Airplaine y plantea al coronavirus como un "virus semiótico", como "fijación psicótica". Un "biovirus que prolifera en el cuerpo estresado de la humanidad global". Advierte que por primera vez sucede una crisis que no proviene de factores financieros o económicos, sino del cuerpo. "Lo que provoca pánico es que escapa a nuestro saber: no lo conoce la medicina, no lo conoce el sistema inmunitario. Y lo ignoto de repente detiene la máquina. (...) Bloquea el funcionamiento abstracto de la economía, porque sustrae de ella los cuerpos", dice.


"Hace tiempo que el capitalismo se encontraba en un estado de estancamiento irremediable. Pero seguía fustigando a los animales de carga que somos, para obligarnos a seguir corriendo, aunque el crecimiento se había convertido en un espejismo triste e imposible", escribe Bifo en el extenso y dinámico texto. Le discute al croata Srećko Horvat, otro de los que creen que lejos está el Covid-19 de ser una amenaza para la economía neoliberal, ya que lo entiende como el "ambiente perfecto" para el desarrollo de esa ideología.


Pero Bifo, en su Crónica de la psicodeflación, es más precavido que Zizek. Lo que para Zizek es golpe a lo Kill Bill, para Bifo es "detención de la máquina". Detención parida del agotamiento y el estrés de los cuerpos. Es más ambiguo al hablar sobre un futuro posible, aunque también aquí hay dicotomía. "Podríamos salir de esta situación imaginando una posibilidad que hasta ayer parecía impensable: redistribución del ingreso, reducción del tiempo de trabajo. Igualdad, frugalidad, abandono del paradigma del crecimiento, inversión de energías sociales en investigación, en educación, en salud. No podemos saber cómo saldremos de la pandemia cuyas condiciones fueron creadas por el neoliberalismo, por los recortes a la salud pública, por la hiperexplotación nerviosa". Según el post-deleuzeano hay dos caminos: o salimos de esta más "solos, agresivos o competitivos" o "con un gran deseo de abrazar, (de) solidaridad social, contacto, igualdad". 

Se suma Alain Badiou

Francia acaba de extender su cuarentena hasta el 15 de abril. Desde su aislamiento, Alain Badiou descree tanto del carácter "inaudito", "nuevo" de la epidemia actual como del "evento fundador de una revolución increíble". No obstante, la conclusión a la que llega en su artículo "Sobre la situación epidémica"  -21 de marzo, también en Lobo Suelto- es ésta: "En cuanto a nosotros, que queremos un cambio real en los datos políticos en este país, debemos aprovechar el interludio epidémico e incluso el confinamiento, bastante necesario, para trabajar en nuevas figuras políticas, en el proyecto de lugares, nuevas políticas y el progreso transnacional de una tercera etapa del comunismo, después de eso, brillante, en su invención". De nuevo el comunismo, pero, eso sí, un comunismo finalmente "derrotado de su experimentación estatal", a diferencia del que postula Zizek. El momento exige, para el dramaturgo, filósofo y novelista, "una crítica cercana de cualquier idea de que fenómenos como una epidemia se abran por sí mismos a cualquier cosa políticamente innovadora". 
El texto ofrece una perspectiva sobre cómo "un dato fundamental del mundo contemporáneo" -el acceso del capitalismo de Estado chino a un rango imperial- dialogó con el tránsito local entre especies animales a humanos, que es "el punto de origen de todo el asunto". La "gran contradicción" es que la economía es parte del mercado mundial, en tanto que los poderes políticos "siguen siendo esencialmente nacionales". Así se sintetiza la "contradicción entre economía y política" que expone la pandemia. "Los estados nacionales tratan de enfrentar la situación epidémica respetando al máximo los mecanismos del Capital, aunque la naturaleza del riesgo los obliga a modificar el estilo y los actos de poder", postula Badiou.

Más allá de diferencias ideológicas y enfoques diversos, desde la óptica filosófica parece haber una coincidencia: la percepción de que el virus quita el velo a aquello que ya estaba -y estaba mal- o lo acentúa de manera radical. Por fuera de Agamben y Horvat, quienes trazan una perspectiva a lo mejor más distópica, en el resto de los pensamientos se detecta una oportunidad para la humanidad de crear algo nuevo. Puede adquirir el nombre de comunismo renovado, comunismo en tercera etapa o quedar fuera de las coordenadas simbólicas todavía. Volviendo a Bifo, el coronavirus es "la condición de un salto de salud mental que ninguna prédica política habría podido producir. La igualdad ha vuelto al centro de la escena. Imaginémosla como el punto de partida para el tiempo que vendrá".

El virus de la desigualdad

 

Al parecer, el mundo de la filosofía es todavía un terreno machista. Una de las voces femeninas que se escuchó ante la pandemia fue la de Judith Butler. Para la posestructuralista estadounidense el fracaso de algunos estados y regiones para prepararse por anticipado, el refuerzo de políticas nacionales y el cierre de fronteras y la llegada de empresarios ávidos de capitalizar el sufrimiento global testimonian la "velocidad" con la cual "la desigualdad radical y la explotación capitalista encuentran formas de reproducir y fortalecer su poderes".

La autora de El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad puso el ojo en el desesperado intento de Donald Trump de anotarse "puntos políticos" para asegurar su reelección a través de la compra de los derechos de la vacuna contra el coronavirus desarrollada por una compañía alemana. "¿Imagina que la mayoría de la gente piensa que es el mercado quién debería decidir cómo se desarrolla y distribuye la vacuna? ¿Es incluso posible dentro de su mundo insistir en un problema de salud mundial que debería trascender en este momento la racionalidad del mercado?", se pregunta. Augura un escenario de puja distributiva en torno a la vacuna. Una "distinción espuria" entre vidas a proteger y otras que quedarán a la deriva. "La desigualdad social y económica asegurará que el virus discrimine. El virus por sí solo no discrimina, pero los humanos seguramente lo hacemos, modelados como estamos por los poderes entrelazados del nacionalismo, el racismo, la xenofobia y el capitalismo", escribió en el artículo "El capitalismo tiene sus límites" , con fecha del 19 de marzo, originalmente publicada en Verso.

"La idea de que podríamos convertirnos en personas que desean ver un mundo en el que la política de salud esté igualmente comprometida con todas las vidas, para desmantelar el control del mercado sobre la atención médica que distingue entre los dignos y aquellos que pueden ser fácilmente abandonados a la enfermedad y la muerte, estuvo brevemente vivo. Llegamos a entendernos de manera diferente cuando (Bernie) Sanders y (Elizabeth) Warren ofrecieron esta otra posibilidad. Entendimos que podríamos comenzar a pensar y valorar fuera de los términos que el capitalismo nos impone", dice Butler. La propuesta de una salud pública y universal "revitalizó un imaginario socialista" en Estados Unidos, "ideal" que "debe mantenerse vivo en los movimientos sociales" en la lucha a largo plazo.

La pandemia hace visible los problemas que acuciaban al mundo desde antes de su impacto ... Otro mundo viene y depende de como aprendamos de estas experiencias será si el cambio será para mejor o no.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack 

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