Domingo
29 de marzo de 2020
Toda
crisis en tanto impacto abrupto y violento sobre una realidad que
estaba relativamente en calma, produce cambios que modifican la vida
de las personas y las sociedades para siempre. En la relativización
de los tiempos anteriores a la pandemia, se nos invitó a creer y
pensar que vivíamos en crisis permanentes y en inestabilidades e
incertidumbres cotidianas y constantes, cosa que es cierta,
relativamente … la verdadera estructura de poder no se conmovió
demasiado … las crisis reales son aquellas que afectan la realidad
de forma determinante modificando las maneras de pensar y pensarse en
ellas de las personas y colectivos que las producen.
Confundimos
hitos contingentes con crisis. Las primeras son instantes, fotos que
producen ciertos movimientos en aquello que parecía quieto … lo
segundo produce que nada permanezca quieto. Este es un concepto que
nos permite distinguir entre crisis relativas, contingentes con
aquellas que modifican estructuras y sus secuelas se signan
posteriormente modificando el estilo de vida y las formas de
interpretación individual y colectiva de esas, nuestras vidas.
Durante
el siglo pasado hubo solo dos crisis reales que sentaron las bases
para las modificaciones que siguieron:
1.-
La crisis del 30
2.-
La crisis del petroleo a comienzo de los 70.
Durante
este siglo solo una … la de finales del 2007. Su síntesis es esta
crisis global de la globalización provocada entre otras cuestiones,
por la pandemia del Covid-19.
“La
crisis de 1930 lo cambió todo”, dice el último reporte de
Delphos. “El mundo pasó a ser otro luego de la misma. Y creemos
que esta crisis también imprimirá un fuerte cambio en los patrones
de consumo e inversión globales, y el relacionamiento entre los
distintos países del mundo. Creemos que este es el desenlace más
probable suponiendo que en términos generales se mantienen las
reglas actuales del sistema capitalista occidental”, agregaron y
aclaran que dejan de lado “el escenario de un cambio de régimen
total, dado que el mismo tiene una muy baja probabilidad”.
Básicamente,
dicen, vienen tres grandes shocks.
Globalización.
El
proceso de integración y globalización será uno de los grandes
afectados luego de que esta crisis vaya menguando. Las cadenas de
valor globales, el turismo como industria cada vez más relevante, y
el transporte y la logística como eslabones centrales del proceso
productivo global seguramente pasarán a tener una nueva
configuración. Países que habían logrado reconvertirse luego de la
industrialización asiática hacia sectores de servicios podrían
verse afectados en el “nuevo mundo”. Europa parece ser el
principal perjudicado dada su falta de crecimiento y dinamismo del
mercado doméstico, la dependencia de las exportaciones y el fuerte
peso del sector turismo. La presencia “virtual” se impondrá
finalmente, haciendo que viajes de negocios, educación presencial y
visitas familiares reduzcan su intensidad.
Productividad
y eficiencia.
La
maximización de las utilidades empresariales llevaron al mundo a un
nivel de eficiencia y productividad inédito. La concentración de la
producción en pocos países, las economías de escala y
especialización, y la integración de cadenas de valor globales
posibilitaron una expansión formidable de los márgenes de
ganancias.
Para
las empresas todo esto implica menores ganancias, lo cual deberá ser
asimilado por los mercados financieros en inferiores ratios de
valuación. Una mayor diversificación geográfica o la superposición
de cadenas de valor a nivel global podrían incrementar el nivel de
inversiones y reducir el “cash” disponible para los accionistas.
Asia podría dejar de ser el protagonista único en el campo de la
manufactura global, apareciendo una oportunidad única para otras
regiones del mundo. La re-industrialización norteamericana y europea
podrían ser un nuevo elemento a considerar en el “nuevo” mundo.
Monetización
global.
Aprendiendo
las lecciones que dejó la crisis del ‘30, los banqueros centrales
globales y los políticos se lanzaron a la arena de la asistencia
fiscal y monetaria al sector privado afectado por la crisis. En
EE.UU. hablamos de US$ 6,5 billones entre la Fed y el Tesoro, una
dosis inédita de ayuda que seguramente lo cambiará todo. ¿Lograrán
evitar la depresión y delfación de los ‘30? El patrón oro
jugó un rol en aquel entonces limitando el accionar de los bancos
centrales, al igual que una ideología menos intervencionista. Los
tiempos han cambiado y ahora los políticos se disponen a evitar el
quiebre del sistema capitalista occidental asistiendo a consumidores
y empresas por dos frentes: el fiscal, poniéndoles dinero para las
necesidades de corto plazo, y el monetario, para que no se corte el
financiamiento. En los ’30, este último factor fue determinante
para sumergir a la economía en una profunda crisis
depresiva/deflacionaria. Esta vez, al igual que en 2008, todo indica
que las autoridades podrían ganar la batalla. Los precios de los
activos deberían “inflarse” medidos en “fiat currencies”, lo
cual no necesariamente implica que suban cuando se los exprese en
otros activos u oro. Es decir, con los gobiernos “all in” se gana
la batalla contra la depresión/deflación emitiendo lo que sea
necesario para que la cadena financiera no colapse, y con ella el
régimen político/económico actual.
El
precio a pagar es el de monedas que perderán su valor frente a las
“cosas”, entre las cuales deberían estar el oro, la plata y las
acciones de empresas que puedan sobrevivir por el bajo endeudamiento.
Hasta el petróleo debería subir medido en dólares, obvio que luego
de la debacle de demanda actual, estimada en 20 millones de barriles
por día. Las mayores dudas aparecen para el largo plazo, ante un
eventual quiebre del dominio mundial del dólar. Vale la pena repetir
algunas de las dudas que expresa Ray Dalio en relación a un posible
fin de período hegemónico del “imperio” norteamericano. Son
período largos y altamente intensos, asociados a enormes grados de
inestabilidad, pero que implican grandes cambios económicos,
sociales y políticos.
Con
la llegada del otoño y el cumplimiento de los 100 días desde que
asumió la presidencia, marzo ha sido el mes más intenso del
gobierno de Alberto Fernández. Las medidas adoptadas para contener
la expansión del virus gozan de un extendido consenso. Es difícil
precisar si la imagen del Presidente flanqueado por el líder de la
oposición y alcalde porteño y por el gobernador kirchnerista de la
provincia de Buenos Aires es la causa o el efecto de esa aprobación
colectiva. “Ustedes ya saben cómo pensamos, pero todos los días
bendecimos que en esta crisis el Presidente sea Alberto Fernández”,
escribió una conocida vecina de San Isidro en un WhatsApp
comunitario. Hay también mediciones menos impresionistas del mismo
fenómeno: 7 de cada 10 votantes de Maurizio Macrì están de acuerdo
o muy de acuerdo con la forma en que se está manejando el gobierno
nacional. Fernández está haciendo equilibrio sobre una cuerda floja
y por ahora se desplaza con un garbo y una calma que sorprendió a
muchos y satisfizo a casi todos.
También
es difícil medir si este porcentaje, que excede del 90% en el total
de la población, refleja una coincidencia razonada con las medidas
que el gobierno adoptó o la tranquilidad de ver a alguien al mando
en el momento de mayor incertidumbre que se recuerde, y no solo en
escala nacional. Varios medios de Europa y Estados Unidos han puesto
al Presidente argentino como ejemplo por su respuesta a la crisis.
Por último, es inevitable preguntarse si ese apoyo se mantendrá en
el tiempo y si se extenderá a todos los aspectos de la gestión
oficial.
Entre la economía y la vida
La
comparación con otros países es ilustrativa. Mientras el Presidente
argentino reitera que, entre la vida y la economía, elige la vida,
su colega de Estados Unidos plantea que la cuarentena no puede durar
más de dos semanas ni el país seguir parado por más tiempo, porque
el remedio sería peor que la enfermedad. No obstante, sus índices
de aprobación, si bien no llegan al quasi unanimismo argento, son
los más altos de todo su mandato y tornan verosímil que obtenga su
renovación, siempre y cuando no se produzca un pico italiano de
muertes, la inevitable recesión sea transitoria y las elecciones de
noviembre tengan lugar como está programado, ya que hasta eso está
en duda. Los pronósticos sobre el desplome económico en el segundo
trimestre del año no tienen precedentes, como se aprecia en este
cuadro con las estimaciones de distintos bancos y consultoras.
Las
previsiones de la Unidad de Inteligencia de The Economist son que el
PIB global se contraerá un 2,1% en 2020 y el de la región un
4,8%. El peor desempeño que prevé será el de la Argentina, con un
retroceso del 6,7%. Antes de la emergencia sanitaria, The Economist
estimaba para la Argentina una caída del 1,4%.
Por
supuesto, el estudio asume que esos cálculos tienen un alto grado de
incertidumbre y parte del supuesto de que la economía global se
recuperará vigorosamente a partir del segundo semestre.
Semejante
retracción no puede pasar sin consecuencias sobre ninguna sociedad.
Este es uno de los temas sobre los que Alberto debe hacer
equilibrios. Su decisión de priorizar la vida implica dejar de lado
las restricciones a la monetización del déficit fiscal, de modo de
disponer de todos los recursos imprescindibles para socorrer a los
más necesitados, ya no con medidas desde el lado de la oferta sino
con transferencias directas de dinero. Esto no formó parte de la
primera oleada de medidas, pero se fue definiendo con el paso de los
días, en especial a partir del regreso de Cuba de la Vicepresidenta
CFK, quien ya en la crisis de 2008 puso en práctica muchas de las
medidas que ahora profundiza Alberto Fernández, en un contexto que
el propio FMI considera mucho peor que aquel. La relación cultivada
por Alberto con la directora-gerenta del FMI dejó al país en las
mejores condiciones, en un momento en que el default argentino pasa a
ser un asunto menor en comparación con el cataclismo mundial y los
incumplimientos corporativos. La Argentina también ha dejado de
estar sola entre las naciones en dificultades.
Una
fuerte luz de alarma la encendió la decisión del holding
ítalo-luxemburgués Techint, de despedir a 1.500 trabajadores de la
construcción. Si el gobierno permitiera que los grandes ganadores de
la economía de las últimas décadas descargaran la crisis sobre los
frágiles hombros de los trabajadores, el consenso que hoy lo aúpa
se desvanecería. Por ahora el gobierno argentino figura en lo más
alto de la evaluación sobre el manejo de la crisis realizada por la
Confederación Sindical Internacional, la mayor organización laboral
del mundo surgida de la fusión de las preexistentes CIOSL y
Confederación Mundial del Trabajo.
Los
deseos imaginarios
La
prensa comercial no está a la altura de la actitud general. Mientras
gobierno y oposición colaboran, los medios más poderosos insisten
en señalar una contradicción entre el Presidente y su Vice.
Celebran que se haya cerrado una grieta e intentan cavar otra. No
importan los nombres de los autores, porque no se trata de armar un
conventillo sino de analizar tendencias profundas:
- Un columnista de Infobae escribió que “de no ser por el drama que atraviesa al mundo, que la coloca en un lejano segundo plano, la conducta de la Vicepresidenta en estos días merecería un debate muy serio sobre sus privilegios, su insensibilidad y sus obsesiones. Fernández, por ahora, gana por contraste: parece una persona normal, que está preocupada más por el destino de los habitantes de su país que por el suyo propio”.
- Un colega suyo sostuvo en La Nación que “nadie habla ya de Cristina, Nadie se ocupa de averiguar qué piensa, en qué coincide, en qué disiente”. Salvo él, claro.
- Un columnista de Clarín sostuvo que “Alberto parece haber contado durante la irrupción de la megacrisis con un toque de fortuna. Que le permitió liberar la escena del poder. Donde ahora se desenvuelve sin incomodidades. Cesa el debate sobre el liderazgo. Aquel toque de fortuna tendría un par de explicaciones. El silencio de Cristina Fernández…”.
- Otro comentarista del mismo diario opinó que «con la cercanía a la oposición de esta semana, puede tentarse a superar el demonio de la intolerancia que todo lo arruina por acá, y que encarna el peronismo que lo arrincona desde el Instituto Patria”.
Lo
que todos ellos tienen en común es la fantasía de revertir las
alianzas que hicieron posible el desplazamiento de los cambiemitas
del gobierno, desunir una vez más al peronismo y prepararlo para una
nueva derrota el año próximo.
Muy
lejos de estos deseos que toman por hechos, Cristina contribuye en
forma muy cauta a la afirmación de la personalidad pública de
Alberto, cuyos méritos conoce mejor que nadie, y en el diálogo
habitual entre ambos sugiere medidas y enfoques que mejoran el
planteo inicial del gobierno, tanto en cuanto a las transferencias
directas de dinero a distintos sectores de la población, como en la
relación con las empresas prestadoras de servicios públicos.
El
Presidente también consulta con Máximo Kirchner, quien le
transmitió la preocupación de quienes realizan trabajo territorial
por la situación en los barrios populares. Fernández le pidió que
organizara los encuentros en Olivos con los curas villeros,
especializados en asistencia social, y con los sacerdotes en opción
por los pobres, que ponen el acento en la organización popular.
Luego del encuentro, el sacerdote Eduardo de la Serna narró que la
reunión fue concertada por la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza,
a instancias de Máximo. «Lo que más nos alegró fue entender que
había sintonía. Nosotros no pretendimos ni pedir nada, ni ofrecer
nada, simplemente contar cómo vemos que están las cosas en los
barrios y entre los pobres. Y es bueno decir que salvando algunas
cosas puntuales en todo lo charlado encontramos recepción, sintonía
y la sensación que ‘estamos trabajando en eso’. Señalaría solo
cuatro cosas que quizás hayamos aportado: la posibilidad de liberar
los teléfonos en las cárceles (ya que los presos no pueden recibir
visitas); frenar la fumigación sistemática en campos, por ejemplo,
en Santiago del Estero; los comedores que reciben cheques que no
pueden cobrar y –por tanto, no reciben dinero– para los alimentos
y la ayuda a los presos políticos, como es el caso de Jujuy. El tema
quizás central fue el tema del aislamiento. ¿Cómo puede hacerlo
una familia que vive en una casilla de 3×4 y tiene 4 hijos? No están
en la escuela, no pueden ir a jugar a la pelota. Se habló de la
posibilidad de que el aislamiento no sea necesariamente domiciliario
sino también barrial.
Lo
que aseguró Alberto fue que ‘no van a faltar alimentos’, lo cual
nos dejó tranquilos, ciertamente. Un tema que quedó pendiente es,
ante las próximas lluvias, la posibilidad de inundaciones.
Ciertamente sería un agravante».
Lo
que se elogia hoy de Alberto es lo que Cristina hizo hace doce años.
Sólo pueden ignorarlo quienes han construido un personaje diabólico
a la medida de sus odios y sus miedos, que les impide ver la
realidad.
El
cumplimiento de la cuarentena requiere perfeccionar la coordinación
de agencias y agendas, para que no ocurran aglomeraciones como la que
se produjo en La Matanza alrededor de una sucursal del Banco Nación,
representativa de las dificultades para implementar la medida en el
áspero Conurbano.
Alberto, Trump y Bolsonaro
El
discurso de Trump es muy distinto al de Alberto. Mientras el
Presidente argentino se somete a las indagaciones obtusas de
periodistas militantes del liberalismo, cuyas pantallas frecuenta con
paciencia franciscana, Trump maltrata a los cronistas que le formulan
preguntas de mero sentido común. A diferencia de su colega
argentino, el mandatario estadounidense no pierde ocasión para
fustigar al opositor Partido Demócrata y sus principales figuras, ya
sean legislativas o de las gobernaciones provinciales. Y no lo hace
sólo desde sus tuits a repetición, sino también en la página
oficial de la Casa Blanca, que pasa por todos los filtros de la
burocracia. Trump ha sido desmentido incluso por Anthony Fauci, “el
principal experto en enfermedades infecciosas”, según la
calificación del diario opositor The New York Times, y que encabeza
el equipo oficial de respuesta a la pandemia. Fauci asesoró a todos
los Presidentes del último medio siglo. Ya circulan graciosos
comentarios sobre esta contradicción entre el líder y su asesor.
Por ejemplo, este montaje sobre “Una máscara que puede salvar
millones de vidas”.
En
la misma línea, la sofisticada revista The New Yorker ofrece
suscripciones con un aviso que se burla del Presidente. Allí, la
lucha entre el Poder Ejecutivo y los medios de comunicación tiene
una asombrosa acritud, desde que Trump los eligió como antagonistas.
Trump
ni siquiera se preocupa por la coherencia interna de su discurso, que
muta a la misma velocidad con que el virus se expande, sin jamás
disculparse o formular una autocrítica. Si hoy dice verde, se
autoproclama un estadista visionario. Cuando mañana diga rojo,
explicará que nadie se aproxima siquiera a su percepción profunda
de las cosas.
Lo
único que tiene en común con su colega argentino es la presencia
constante en la televisión y las redes sociales y en conferencias de
prensa diarias en las que hace gala de un aplomo sin otro sustento
que su hiperbólica personalidad. Aquí se lo ha comparado con el ex
Presidente Macrì, porque ambos son hombres de negocios dudosos que
crecieron en relación con la mafia. Pero no se tiene en cuenta su
carácter de famoso de la televisión, donde durante años condujo un
programa tinellino, una especie de Gran Hermano para empresarios. De
ahí deriva la impavidez con que dice cualquier disparate ante
cámaras y micrófonos, con las que se siente como pez en el agua.
El
presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, también zamarrea a la prensa y
minimiza la gravedad de la encrucijada. La confusión de su mensaje
es tal, que se pone un barbijo para sostener que la Covid-19 no es
peor que una gripecita o un resfrío. Pero se lo pone en los ojos,
haciendo real el chiste sobre Trump. Tal como el Presidente de
Estados Unidos, también el de Brasil fue desmentido en vivo y en
directo por su Ministro de Salud. Lo mismo que Trump, se refiere al
“virus chino”. Pero Trump no tiene inconveniente en sostener
luego una amable conversación telefónica con Xi Ji Ping, y así
como viajó a Corea del Norte nadie se sorprendería si apareciera
sonriente en Wuhan.
En
Brasil, Bolsonaro parece esforzarse por serruchar la rama sobre la
que está sentado. Casi como el lelo porteño que lamió un inodoro,
el Presidente brasileño dice que su pueblo resiste porque está
acostumbrado a chapotear en las alcantarillas. En un episodio sin
precedentes en el mundo, 25 de los 27 gobernadores provinciales
realizaron una videoconferencia en la que acordaron ignorar las
propuestas de Bolsonaro de regreso a la actividad normal y guiarse en
cambio por las recomendaciones de la Organización Mundial de la
Salud. Varios de ellos solicitaron ayuda a China en forma directa,
sin pasar por Itamaraty, y hasta el Vicepresidente hizo público su
disenso con Bolsonaro. Un dato no menor es que quien ocupa ese cargo
es un general del Ejército, Hamilton Mourão. Incluso los ex
Presidentes Fernando Henrique y Lula conversaron sobre qué hacer con
el Incapaz en Jefe, cuya destitución parece posible. Pero Bolsonaro,
quien convocó a una movilización para cerrar el Congreso, consiguió
sumar al reclamo de finalización de la cuarentena a los camioneros
(y a sus máquinas imponentes).
De México a Israel y el Reino Unido
Desde
el otro extremo ideológico, también el Presidente de México,
Andrés Manuel López Obrador, se burla de la pandemia, invita a que
todos realicen su vida normal y recomienda una terapia de abrazos.
Cuando le preguntaron cómo se protegía, mostró dos estampitas del
corazón de Jesús. Las últimas encuestas registran una caída
sostenida de sus índices de aprobación, que por primera vez no
llegan al 50% de la población proyectada. Tal vez eso lo indujo a
retractarse y si bien no decretó una cuarentena obligatoria, pasó a
recomendar el aislamiento voluntario.
En
Israel, un país cuya población es cinco veces menor que la
argentina pero que ya tiene el doble de infectados, el primer
ministro Beniamin Netanyahu pactó un gobierno de unidad nacional con
su rival en las últimas tres elecciones, el general del Ejército
retirado Benny Gantz. Ninguno llegaba a la mayoría de 61 votos en el
Parlamento para formar gobierno, y para evitar una cuarta elección
en poco más de un año, Gantz aceptó prorrogar por un año el
mandato de Netanyahu como primer ministro, mientras él aguarda como
presidente de la Legislatura su turno para relevarlo, al estilo de la
coalición argentina FIT. Para el periodista israelí-estadounidense
Gershon Gorenberg, con el pretexto de la enfermedad Netanyahu dio un
golpe palaciego.
En
Gran Bretaña, el primer ministro Boris Johnson modificó el rumbo
sobre la marcha. Su primera decisión fue mantener el funcionamiento
normal de la sociedad, con la apuesta de que al progresar el contagio
también lo haría la inmunización, que de este modo pondría a
salvo al rebaño, aunque hubiera que lamentar víctimas individuales.
Pero un estudio del Imperial College que cifró esa tasa en medio
millón de personas (que luego corrigió a 250.000), indujo al
gobierno a adoptar medidas de separación social. Entre quienes se
anunció que habían contraído la enfermedad están el propio
Johnson y el príncipe heredero Carlos, quien desde hace décadas
esperaba otra corona. Pero esta semana, otro estudio del
laboratorio de Ecología Evolutiva de Enfermedades Infecciosas
de la Universidad de Oxford contradijo al anterior: la mitad de la
población ya se habría infectado pero con síntomas muy leves o
incluso sin síntomas y que requirieron un bajísimo número de
internaciones y de víctimas fatales. Hasta el lunes 23, sólo habían
muerto 87 personas.
Sólo
el tiempo, y lo que el tiempo traiga sobre el desarrollo y las
consecuencias de la Covid-19, permitirá apreciar la valoración de
largo plazo de los respectivos liderazgos por cada pueblo.
Una larga incubación
Así
como en las calles desiertas de Buenos Aires se destacan los chicos
en moto o en bicicleta con las mochilas rojas o amarillas del
reparto, en esta crisis restalla con la luz de la evidencia que la
crisis tuvo una larga incubación, tanto en cuestiones sanitarias
como políticas y económicas. Los lectores del Cohete
tienen
constancia de ello, sobre todo a través de los artículos de Mónica
Peralta Ramos. La irresuelta crisis de 2008 y la multiplicación de
deuda contraída mediante ingeniosos derivados financieros que
triplican el valor de la economía real conforman una burbuja que en
algún momento debía estallar. Los ejemplos habituales hablaban de
mariposas o cisnes negros, pero lo mismo sirve un organismo
microscópico. Dos artículos de esta edición, el de Roberto Bissio
y el de Medardo Ávila Vázquez, se refieren al documento Un
Mundo en Peligro, publicado
en septiembre de 2019 por la Junta de Vigilancia Mundial de la
Preparación ante Crisis Sanitarias, que anunciaba la inminencia de
una pandemia para la que el mundo no estaba preparado, que en forma
inminente podía cobrarse 50 millones de vida en todo el mundo. Esta
es una pesadilla recurrente de la humanidad desde la mal llamada
gripe española de 1918, cuyos efectos Mónica Müller rastreó en la
literatura y la plástica, en su apasionante libro Pandemia.
A
estas dos paralelas destinadas a cortarse se sumó la abrupta caída
de los precios del petróleo, que también podían prever nuestros
lectores. Mis notas y las de Marcos Rebasa y Félix Herrero vienen
advirtiendo sobre la inviabilidad de emprendimientos como el de Vaca
Muerta, tema sobre el que también se pronunció el Presidente
Fernández en el reportaje que publicamos cuando su gobierno cumplió
un mes.
Se
repite que esta es una crisis de la globalización, que ya nada será
igual. Pero no es una paradoja menor que al mismo tiempo sea la
primera crisis global, que se desenvuelve en forma simultánea en
todo el mundo. Sabemos, y nos interesa, lo que ocurre en lugares
remotos, con un alto grado de detalle, porque ha quedado más claro
que nunca lo que el presidente argentino le dijo a sus colegas del
G-20, que nadie puede salvarse solo y les propuso crear un fondo
mundial de emergencia humanitaria.
Palabra de almirantes
Si
se atiende a las incoherencias que profiere Trump desde el atril
presidencial, podría creerse que el simultáneo estallido de estas
tres calamidades tomó a Estados Unidos por sorpresa. Pero hay otros
indicios que apuntan en la dirección contraria. Tan temprano como el
10 de febrero el almirante James Stavridis (el más articulado de los
ex jefes del Comando Sur, autor de varios best sellers y decano de
una facultad de derecho y relaciones internacionales) escribió que
“enfrentar una pandemia es una tarea para las Fuerzas Armadas».
Stavridis
recuerda su intervención como jefe del Comando Sur en
respuesta a los brotes de cólera en Haití que siguieron al
terremoto de 2010, y señala que los militares de su país y sus
aliados de Brasil y Chile fueron decisivos para detener la
diseminación de la enfermedad, purificar el agua, generar
electricidad y establecer cierto orden, cosa que “ninguna
organización civil hubiera podido hacer dada la escala de la
emergencia”. También destacó el despliegue de quirófanos y
hospitales y el puente aéreo para transportar elementos vitales en
África durante el brote de ébola. Los ejércitos, dice Stavridis,
tienen enormes capacidades para enfrentar pandemias, porque se
entrenan en un mundo de armas biológicas y poseen el equipamiento
pesado y de protección necesario en un medio infectado, y pueden
investigar sobre vacunas y drogas curativas. En 2008, cuando Estados
Unidos anunció que recrearía la disuelta IV Flota, enfocada sobre
América Latina y el Caribe, Stavridis fue el encargado de explicar
en Buenos Aires que hubo un error comunicacional (sic) y que la
Cuarta Flota se limitaría a cooperar en caso de desastres naturales,
necesidades humanitarias, operaciones médicas, lucha contra el
narcotráfico y defensa del medio ambiente, la ciencia y la
tecnología. Luego de la evaporación de la URSS, estos fueron
algunos de los justificativos para mantener el dispositivo de control
social montado durante la Guerra Fría.
El
actual jefe del Comando Sur, el también almirante Craig Faller,
anunció hace hoy dos semanas ante la Comisión de Fuerzas Armadas de
la Cámara de Diputados de su país, que Estados Unidos incrementaría
su presencia militar en América Latina. Explicó que esto incluiría
“una mayor presencia de barcos, aviones y fuerzas de seguridad para
tranquilizar a nuestros socios y contrarrestar una serie de amenazas
que incluyen al narcoterrorismo”. Y no dio más detalles, porque
como él mismo explicó al asumir, “los militares nunca decimos lo
que estamos haciendo”.
Escenarios de desastre
En
su edición del 18 de marzo, el semanario Newsweek publicó un
artículo de William Arkin titulado “El plan ultrasecreto de las
Fuerzas Armadas si el coronavirus deja fuera de juego al gobierno”,
que en caso de que Trump, un número considerable de miembros del
Congreso y la Corte Suprema se contagiaran aplicarían un plan de
“continuidad del gobierno”, que incluiría la evacuación de
Washington y la transferencia de la conducción a funcionarios de
segunda línea, en lugares remotos y bajo cuarentena. También
contempla “escenarios de desastre, incluyendo la posibilidad de
extendida violencia doméstica como resultado de la escasez de
alimentos”, que se resolvería con el dictado de la ley marcial.
Los planes se denominan Octagon, Freejack (es decir corsario) y
Zodíaco, comprenden leyes secretas para asegurar la continuidad del
gobierno bajo la conducción de comandantes militares. Desde la
presidencia de Eisenhower, la autoridad militar de emergencia se
pensó para el caso de un ataque nuclear contra Estados Unidos. “Pero
ahora los planificadores están pensando en la respuesta militar a la
violencia urbana si la población busca protegerse y pelea por la
comida”, escribe Arkin. Pero no fue en Estados Unidos ni en otros
países occidentales donde la pandemia dio lugar a episodios de
violencia urbana, sino en China. Y no durante el pico de las
infecciones, sino una vez que hubo pasado. Cuando los residentes de
la provincia de Hubei intentaron cruzar a la vecina provincia de
Jiangxi, donde muchos de ellos trabajan, la policía de Jiangxi les
cerró el pasó. Los indignados trabajadores atacaron a paraguazos a
los policías, les arrebataron algunos de sus escudos que usaron como
armas contra ellos y volcaron un par de vehículos.
Tan
temprano como en 2009, el profesor australiano de relaciones
internacionales Christian Enemark, quien investiga en la universidad
inglesa de Southampton acerca de la ética de la guerra y políticas
globales de salud, advirtió sobre el riesgo de tratar una pandemia
como un asunto de seguridad, dirección hacia la que ya se estaban
moviendo Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia. Enemark
comprendía la posibilidad de que este enfoque pudiera reunir apoyo
político para mejorar y movilizar recursos de salud pública. Pero
también veía el riesgo de respuestas de emergencia ineficaces,
contraproducentes o injustas, “que probablemente tendrían poco
efecto en controlar la enfermedad pero podrían socavar los derechos
humanos y exacerbar las pérdidas económicas”.
El
portal Politico reveló que el ministerio de Justicia a cargo de
William Barr solicitó al Congreso la suspension de ciertos derechos
constitucionales durante la emergencia del coronavirus, como la
detención de personas por tiempo indeterminado sin juicio y la
suspensión del hábeas corpus.
Estos
antecedentes definen otro de los difíciles equilibrios que debe
hacer Alberto. Aprovechar todas las capacidades del Estado, lo cual
incluye a las Fuerzas Armadas y de Seguridad, pero dentro del marco
de la democracia. Por eso se ha negado a la declaración del Estado
de Sitio, que reclamaban algunos gobernadores como Gustavo Sáenz y
Gerardo Morales, y no muestra ningún entusiasmo por la deriva
punitivista que le reclaman algunos de sus neosimpatizantes. El
Ejército participa con su logística en la distribución de
alimentos, pero no interviene en el control del cumplimiento de la
cuarentena u otras funciones de seguridad (como sí lo hace en otros
países, como Bolivia, Chile, El Salvador, México y Ecuador), porque
las leyes de defensa nacional y de seguridad interior le vedan
cumplir tareas policiales.
No
es menos difícil el tránsito presidencial entre la firmeza para
exigir el cumplimiento de la cuarentena y la vigilancia para que las
fuerzas de seguridad no confundan coronavirus con Chocovirus, y
abusen de quienes deben cuidar, como ha ocurrido en varios casos
documentados por vecinos. La persuasión es fundamental, porque la
faz represiva es de compleja práctica: ¿dónde recluir a quienes
escapan a la norma sin que eso propague la enfermedad, cuántas grúas
serían necesarias para acarrear todos los vehículos secuestrados,
dónde se estacionarían?
El
equilibrista no se detiene ni siquiera para agradecer los aplausos,
porque tiene clara conciencia del riesgo y hará todo lo posible para
no dar un paso en falso.
El
presidente Alberto Fernández pidió evitar la propagación
de noticias falsas por medio de las redes sociales y la red de
mensajería WhatsApp que compliquen aún más la situación por la
cuarentena del coronavirus.
“En
Whatsapp y en las redes circula muchísima información falsa sobre
el coronavirus, que solo te perjudica y nos perjudica a todos. Evitar
la infodemia también es una forma de cuidarte y cuidarnos”, afirmó
Alberto Fernández. El presidente argentino utilizó el término
infodemia, que es usado por la Organización Mundial de la Salud
y que define una práctica que consiste en difundir noticias
falsas o maliciosas sobre la pandemia que aumenta el pánico o
la angustia en las sociedades.
Cuarentena
Pareciera
que.se extenderá la cuarentena a partir del próximo martes. El
nuevo decreto sería hasta el 12 de abril. Se comenta que podría
continuar hasta mediados de mayo, cuando estiman que
después del pico de la pandemia los contagios comenzarán a
decrecer. La obra pública continuará como una de las excepciones a
la cuarentena.
Techint
y otros
Techint
es propiedad del hombre más rico de la Argentina. Su riqueza
asciende a 8000 millones de dólares (solo la declarada). Dejará en
la calle a 1450 personas. Es una artera decisión en medio de la
epidemia.
Puede
ser parte de una operación de apriete al Gobierno ya que hay
empresarios que demoran los acuerdos con el Gobierno. Los bancos
ponen pretextos para no otorgar créditos a empresas. En realidad, no
quieren hacerlo con una tasa del 24%. Quieren tasas más altas. El
apriete del poder económico al gobierno para que afloje la
cuarentena es una extorsión.
Es
un “que mueran los que tengan que morir y nosotros sigamos haciendo
negocios
Cuba
Con
optimismo se ven los resultados preliminares de la vacuna en fase de
ensayo clínico que desarrolla Cuba para enfrentar el nuevo
coronavirus Sars-CoV-2, causante de la Covid-19, aseguró el doctor
Francisco Durán, director nacional de Epidemiología del Ministerio
de Salud Pública (MINSAP).
De
acuerdo con reportes de prensa, es el Centro de Ingeniería Genética
y Biotecnología (CIGB) el que tiene bajo su responsabilidad el
diseño de la vacuna, por contar con gran experiencia en el
desarrollo de partículas para estimular el sistema inmunológico y
la inmunización a través de la vía nasal.
Maduro
rerspondio a Trump
El
Presidente venezolano, Nicolás Maduro, repudió contundentemente las
acusaciones emitidas este jueves por el gobierno de los Estados
Unidos, que presentó cargos formales de «narcoterrorismo, tráfico
de armas y corrupción» contra su persona y otros altos
funcionarios del gobierno bolivariano, ofreciendo recompensas de
varios millones de dólares por su captura. Recordó Maduro que
Venezuela tiene el récord de combate contra el narcotráfico en los
últimos 15 años, y que 120 capos han sido detenidos durante las
gestiones de Tareck El Aissami y Néstor Reverol como ministros de
relaciones interiores
Trump
ofrece 15 millones de dólares, por Maduro; 10 millones por Diosdado
Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, y otros
dirigentes actuales, como Tareck El Aissami, y ex
funcionarios
Francisco
En
la primera comunicación oficial sobre la salud del Papa, desde
iniciada la pandemia, el Vaticano confirmó que ni Francisco ni sus
“estrechos colaboradores” tienen coronavirus, luego de que se
hicieran más de 170 análisis dentro de la Santa Sede para
detectar la presencia de Covid-19. (PE)
Hay
décadas donde el tiempo parece estancado. Los días y las semanas
pasan de largo y nada cambia. La normalidad cotidiana consagra la
eternidad del orden social establecido. En otras raras ocasiones, las
décadas se acumulan en días y en semanas y lo imprevisible irrumpe
brutalmente en el presente. El tiempo, nuestra sombra, se independiza
de todo control e irrumpe en el presente. Su hálito golpea nuestras
nucas y provoca realineamientos inesperados en todos los órdenes de
la vida. Es el tiempo de las crisis. Fenómenos de larga y lenta
gestación salen a la superficie y detonan la realidad que conocemos
en mil fragmentos. Rompiendo la eternidad de lo normal, nos obligan a
actuar sin marcos de referencia. Esto está ocurriendo en tiempos del
coronavirus (Covid-19).
En
estas semanas el mundo que conocemos transita una destrucción de
magnitud, profundidad y rapidez inéditas en la historia de la
humanidad. Hoy no hay una guerra generalizada. Sin embargo, enormes
recursos se evaporan rápidamente y erosionan el poder sacrosanto del
dólar. Por primera vez, una crisis del sistema financiero
internacional coincide en tiempo real con la paralización de la
producción global y la consiguiente desarticulación de la oferta y
la demanda de bienes y servicios en el mundo. Estos fenómenos se
retroalimentan constantemente. Mientras tanto, y en un mismo
movimiento, miles de millones de ciudadanos de a pie han quedado
confinados a la impotencia de su intimidad. Esperan la llegada de un
virus que avanza segando vidas. En esta espera se cuela el
resquebrajamiento de un orden social que parecía eterno.
Los
conflictos que agrietan al centro del capitalismo global monopólico
salen hoy a la superficie e iluminan la naturaleza del orden social
que rige globalmente. La profundidad y rapidez de la crisis arroja a
los cuatro vientos el mito de un mercado que, con su mano invisible,
organiza a la economía, a la sociedad y al orden global. A medida
que se intensifica la crisis, se profundizan los enfrentamientos
entre distintos sectores sociales ávidos por controlar los recursos
y resortes del Estado para concretar sus respectivos intereses de
poder. En la polvareda que esto levanta, la alternativa no es clara,
se profundizan las grietas y fermentan nuevos conflictos sociales. Lo
viejo adopta rápidamente nuevos ropajes y pugna por matar, doblegar
y hasta cooptar a lo nuevo. Lo nuevo, en cambio, atisba un norte
diferente pero no conoce el camino que tiene que seguir.
Hoy
la interpenetración de la producción y las finanzas globales es de
tal magnitud que acontecimientos en zonas remotas del planeta
impactan caóticamente sobre el mundo entero. Por esta vía, las
economías emergentes pueden buscar una mayor independencia del
centro. En tiempos de crisis del endeudamiento global en dólares, la
deuda de la periferia amenaza en forma inédita a la estabilidad
financiera global. Esto abre la posibilidad de acontecimientos nuevos
y preñados de un futuro diferente a todo lo que hemos conocido.
Endeudamiento corporativo norteamericano
Desde
la crisis financiera de 2008, las políticas de facilitación
monetaria y bajas tasas de interés seguidas por la Reserva Federal y
los principales bancos del mundo alimentaron el crecimiento de la
deuda mundial, incluyendo la de las economías emergentes. Así, la
brecha entre el crecimiento del endeudamiento y el crecimiento de la
producción se fue ampliando. Hoy la deuda global es de 257 billones
de dólares (trillions)
y representa más de 3,2 veces la producción económica mundial.
El
banco que nuclea a todos los bancos centrales del mundo, el BIS (Bank
of International Settlements
o de ajustes internacionales) ha advertido que la deuda de las
corporaciones privadas constituye un factor de gran riesgo para el
sistema financiero internacional (zerohedge.com
5 3 2020).
El FMI, a su vez, cree que una crisis de intensidad menor a la de
2008 puede provocar el default de cerca del 40% del endeudamiento
corporativo de los principales países del mundo (fmi.org
octubre 2019).
Por estos días, y gracias al impacto del coronavirus sobre la
economía global, el endeudamiento de las corporaciones
norteamericanas juega un rol crucial en la desarticulación del
sistema financiero internacional. Un cuarto del total de este
endeudamiento de 13,6 billones de dólares (trillions)
es deuda basura (junk)
con altísimo riesgo de default. A esto se suman 3,6 billones de
dólares (trillions)
de deuda corporativa que tiene una calificación (BBB), solo un punto
superior a la deuda basura (zerohedge.com
10 3. 2020).
En los últimos años el aumento del endeudamiento corporativo ha
estado estrechamente relacionado a la recompra de las propias
acciones (buy
backs)
de las corporaciones con el objetivo de impulsar sus precios y
maximizar ganancias en el mercado financiero.
Fondos de inversión y crisis de liquidez
En
este contexto, hacia mediados de febrero el precio de las acciones y
bonos norteamericanos alcanzó récords imbatibles. Este frenesí
ocultaba, sin embargo, un peligro inminente. Desde septiembre de 2019
el fantasma de la iliquidez (falta de dólares) sobrevolaba al
mercado financiero. Desde ese entonces la Reserva Federal inyectó
dosis masivas de liquidez en el mercado de pases interbancarios
(repro)
sin poner fin a una situación en gran parte debida a la creciente
demanda de financiamiento por parte de grandes fondos de inversión
embarcados en operaciones cada vez más riesgosas para maximizar
ganancias en un mundo con tasas de interés cercanas a cero o
negativas (bis.org
december 2019).
En febrero la demanda de financiamiento de estos fondos de inversión
llegó a su punto más alto.
La
paralización económica de China y otras regiones del mundo detonó
ventas masivas de acciones, bonos e instrumentos financieros
complejos. Esto colocó a la deuda corporativa en el centro de la
vorágine. Las ventas afectaron al precio de las acciones, bonos
corporativos y otros activos financieros que, como los ETFs (exchange
traded funds),
abarcan a un conjunto amplio y diverso de activos que, cotizando como
un solo instrumento, son poco transparentes y poco líquidos. Las
ventas masivas de estos instrumentos desacoplaron los precios e
intensificaron los problemas de liquidez. Estos fenómenos fueron
amplificados por las operaciones que, usando algoritmos, multiplican
las ventas en fracciones de segundos (HFT
high frequency trade).
La
escala y la velocidad de las operaciones financieras adquirieron
dimensiones desconocidas. En pocas semanas se esfumaron 25 billones
de dólares (trillions)
de valor en los mercados de acciones y bonos del mundo. Luego de
inyectar dosis masivas de liquidez sin revertir así la situación,
la Reserva Federal acudió al anuncio de un nuevo paquete financiero
de 700.000 millones de dólares y a la elaboración de un plan de
ayuda fiscal y financiera de más de 2 billones de dólares
(trillions)
que sería discutido esta semana en el Congreso para su aprobación
inmediata.
Concentración del poder económico de la Reserva Federal
Hacia
el lunes pasado, el mercado financiero continuaba con su caída
estrepitosa. Se pasó entonces a una nueva fase de flexibilización
monetaria ilimitada (open
ended)
por el tiempo que fuese necesario y destinada a la compra de una
serie de activos financieros entre los cuales se incluyó la compra
de bonos corporativos de calidad (IG,
investment grade)
en los mercados primarios y secundarios, y de otros activos, entre
estos: ETFs,
papeles de deuda comercial y bonos municipales. Se agregaron además
más líneas de financiamiento para bancos y fondos mutuos de
inversión ampliándose además las líneas especiales (swaps)
de financiamiento a los bancos centrales de otros países para paliar
la crisis de liquidez en dólares. Así, reeditando medidas usadas
durante la crisis de 2008 y adoptando nuevas políticas, la Reserva
Federal se transformó en el garante ultimo de buena parte de las
transacciones financieras. Por esta vía, concentró su poder
económico y su capacidad de incidir y discriminar en el salvataje de
las corporaciones y entidades financieras afectadas por la crisis.
Para ello, contrató esta semana al fondo de inversión más grande
del mundo: BlackRock, que deberá asesorarla y gestionar sus
programas. Así, este se constituyó en el brazo derecho de la
Reserva Federal.
Deuda
corporativa y puja entre instituciones y sectores
Las
medidas adoptadas por la Reserva Federal fueron precedidas por
fuertes presiones ejercidas por grandes bancos y sectores
financieros. Hacia mediados de marzo el Bank of América (BOFA)
anticipaba la inminente caída de la economía en una brutal recesión
y sugería la adopción de “medidas extremas,” verdaderas
“acciones de guerra” (war
actions)
con el objeto de garantizar liquidez y salvar a corporaciones y
entidades financieras con problemas. A esta voz se sumaron las del JP
Morgan y el Deutsche Bank (entre otros: zerohedge.com
18, 22 3 2020).
La
compra de bonos corporativos no está incluida dentro del mandato de
la Reserva Federal. De ahí que dos de sus recientes ex Presidentes:
Janet Yellen y Ben Bernanke, se adelantaron a sugerir que esta debía
“pedirle al Congreso autorización para comprar cantidades
limitadas de deuda corporativa (IG)”
(ft.com
18 3 2020).
Es decir, esta debía buscar ampliar su control sobre los recursos
financieros a usar en el salvataje independizándose al mismo tiempo
de la injerencia del Congreso y del Secretario del Tesoro. Dos días
después el Wall Street Journal advertía que este último “todavía
insiste en que el Tesoro debe ejercer control sobre el dinero a fin
de destinarlo directamente a las corporaciones que él quiere ayudar.
Esta es una receta para elegir ganadores y perdedores y por lo tanto
augura meses de pelea política y titulares feos denunciando
favoritismo. La mejor solución es que el Tesoro utilice dinero del
Congreso para proveer de fondos a un organismo de su dependencia (el
Exchange
Stabilization Fund)
que por este medio garantice la creación por parte de la Reserva
Federal de un Vehículo Especial de Financiamiento que le permitirá
a esta última prestar dinero a todos los que quiera… La crisis de
liquidez es inminente y demasiado grande como para que las peleas
burocráticas y políticas influyan en la toma de decisiones”
(wsj.com
20 3 20 20).
Así, en momentos de crisis la Reserva Federal —un organismo
conformado por grandes bancos privados, cuyos funcionarios no
dependen del sistema electoral— deberá reforzar su capacidad de
decidir “autónomamente” hacia dónde ira la ayuda financiera.
Por
otra parte, la confección del paquete de 2 billones de dólares
(trillions)
de ayuda fiscal, impositiva, crediticia y de compensaciones de
distinto tipo a los asalariados con el objeto de mitigar el impacto
económico y sanitario del coronavirus, dio lugar esta semana a una
nueva batalla entre republicanos y demócratas. Los demócratas
intentaron eliminar definitivamente la posibilidad de recompra de
acciones por parte de las corporaciones. Asimismo, propusieron
aumentar las compensaciones salariales y la ayuda destinada al
desempleo y gastos de salud con motivo de la pandemia. Si bien
tuvieron algún éxito en este último rubro, no lograron impedir que
la recompra de acciones siguiese siendo posible para las
corporaciones que no reciban ayuda financiera.
Las
nuevas medidas cambiaron el humor de los mercados financieros. Así,
entre el martes y el jueves mejoro el comportamiento de los índices
bursátiles. En tres días el Dow subió un 21% un ritmo nunca visto
desde 1933. Sin embargo, las subas y bajas consecutivas y
espectaculares de esta semana guardan preocupante similitud con los
acontecimientos seguidos en la crisis desencadenada en 1929
(zerohedge.com
24.3 2020).
Pandemia y riesgo de desintegración social
Los
Estados Unidos están en vísperas de convertirse en el epicentro de
la expansión del coronavirus. Su capacidad sanitaria para contenerlo
es muy pobre y ya ha sido desbordada en las áreas más afectadas. Al
mismo tiempo, una buena proporción de la población carece de seguro
médico, está altamente endeudada y tiene salarios que no le
permiten ahorrar nada. Ahora enfrenta la pandemia y pérdidas de
empleo por el cierre masivo de comercios minoristas en las zonas más
afligidas por el coronavirus. Asimismo, la inminencia de una recesión
pone en riesgo de desempleo en los próximos dos meses a un 20% de la
población. En la creciente incertidumbre sobre el futuro prolifera
la compra de armas y se multiplica en todo el país el acaparamiento
masivo de mercadería (zerohedge.com
1, 17 y 18 / 3 2020).
Desde
el primer momento el Presidente Trump ha minimizado la necesidad de
cuarentena y ha advertido que la economía volverá a funcionar a
pleno desde mediados de abril. Su entorno, sin embargo, está cada
vez más preocupado ante la posibilidad de desabastecimiento de
artículos de primera necesidad y de estallidos de violencia en todo
el país (nyt.com
13 3 2020, zerohedge.com 19 3 2020).
En
este contexto, documentos secretos de las Fuerzas Armadas detallan
planes de contingencia para mantener el gobierno funcionando a partir
de “segundas líneas operativas” en caso de que la pandemia y/o
el caos obliguen a cerrar la Casa Blanca (newsweek.com
18 3 2020).
Asimismo, y en otro síntoma de peligroso autoritarismo, el
Departamento de Justicia ha pedido al Congreso que le otorgue los
poderes necesarios para detener a norteamericanos sin proceso
judicial y por tiempo indeterminado con el objetivo de aumentar la
eficiencia de la lucha contra la pandemia (politico.com
21 3 2020, zerohedge.com 24.3 2020).
Así,
en un mundo donde el sobre endeudamiento y la falta de liquidez en
dólares desmoronan la ingeniería de las finanzas internacionales,
la Reserva Federal concentra cada vez mayor poder económico y
sectores del Estado en las Sombras se posicionan para reprimir
posibles conflictos desatados por la pandemia y la recesión.
La Argentina en el vértigo de la crisis
El
país está en cuarentena, y a pesar de los avivados que nunca
faltan, el esfuerzo inmenso es aceptado por toda la sociedad que por
primera vez participa, desde el confinamiento domiciliario, en la
gestación de un nuevo sentido de solidaridad social. El gobierno ha
concentrado todo su esfuerzo en enfrentar la emergencia sanitaria y
alimentaria adoptando múltiples medidas destinadas a aprovisionar al
sistema de salud diezmado por el macrismo y a poner dinero en el
bolsillo de las pequeñas empresas y sectores sociales más
vulnerables.
En
su esfuerzo por garantizar la cuarentena, su logística y el control
del tránsito el gobierno ha recurrido al despliegue de las Fuerzas
de Seguridad. Esto puede ser fuente de tensión y ya ha dado origen a
casos de abuso de autoridad, especialmente en los barrios
carenciados. El gobierno ha sancionado a los responsables y ha dejado
en claro los límites del accionar de las fuerzas de seguridad en
esta crisis. Sería importante, sin embargo, que representantes de
movimientos sociales, ONGs e iglesias que trabajan en los barrios
carenciados acompañen a las Fuerzas de Seguridad cuando estas
realizan tareas vinculadas a la emergencia alimentaria y sanitaria.
Esto puede contribuir a prevenir problemas de abuso de autoridad y a
potenciar la labor del conjunto de estos grupos multiplicando al
mismo tiempo el esfuerzo de lograr una mayor participación
organizada de la población en las decisiones que se toman.
El
posible desborde de la capacidad del sistema hospitalario para
enfrentar la pandemia, el descontrol de precios, el desabastecimiento
de alimentos y el corte de la cadena de pagos constituyen las
principales fuentes de turbulencias a corto plazo. De ahí la
importancia crucial de buscar el apoyo organizado de la ciudadanía a
todas las medidas que se toman.
Por
otra parte, la crisis del mercado financiero internacional y las
medidas adoptadas por la Reserva Federal para paliarla auguran una
nueva oleada de endeudamiento generalizado en base a dosis masivas y
sin límites de emisión monetaria, fenómeno que eventualmente
erosionara el valor del dólar como moneda de reserva internacional.
En la periferia, las deudas insostenibles que no se pueden pagar solo
pueden conducir a mayor endeudamiento y miseria. Esta es la situación
de la Argentina altamente endeudada en dólares y en plena crisis
financiera internacional. Los tiempos de crisis obligan a buscar
nuevas soluciones drásticas que impliquen barajar y dar de nuevo.
Brindan la oportunidad de propugnar una nueva ética siguiendo los
pasos de antiguas civilizaciones que, desde 3000 años A.C.,
eliminaron las deudas insostenibles
(
Michael
Hudson,washingtonpost.com
21 3 2020).
La
deuda pública argentina está en virtual default. El gobierno de
Alberto Fernández no quiere que esa herencia de Mauricio Macri se
convierta en default abierto. Pero el estallido de la crisis global
por la expansión del coronavirus que ha derrumbado en forma vertical
la economía mundial convierte en insignificante la situación de la
deuda argentina.
Por
el eventual default de la deuda argentina sólo están ansiosos
voceros locales de los acreedores externos que ni el derrumbe de la
economía mundial los aleja de sus obsesiones bien pagas. Ahora el
riesgo mayúsculo que existe no es el default de un país periférico,
sino el estallido de un default global de deudas soberanas,
corporativas y de hogares.
El
Instituto de Finanzas Internacionales, que agrupa a los principales
bancos del mundo, estima que la deuda mundial suma 253,2 billones
(millones de millones) de dólares en 2019. Ese monto equivale a 322
por ciento del Producto Interno Global, esto es la generación
material de bienes y servicios en el mundo. Nunca antes esa relación
había alcanzado un valor tan elevado. Existe mucha más deuda en
circulación que riqueza material que respalde ese capital, exceso
que se denomina "capital ficticio".
Los
países emergentes acumulan deuda por 72,5 billones de dólares (223
por ciento del PIB de esas economías), mientras que los países
desarrollados registran una deuda de 180,1 billones (383 por ciento
de su PIB).
Esos
indicadores de solvencia deuda/PIB empeorarán aún mucho más con la
crisis: subirán mucho los pasivos y bajarán mucho los Productos.
Desde
hace siglos, esa inconsistencia se resolvió con defaults de deudas,
que destruyen el capital ficticio acumulado por burbujas
especulativas. Es el escenario más probable en estos próximos meses
donde el funcionamiento de la economía se ha paralizado por la
pandemia.
Vulnerables
No
debería sorprender los default de deuda. Lo extraño es cuando
existen periodos prolongados sin que suceda alguno. La insolvencia de
deudas soberana o corporativa es un acontecimiento repetido que
recorre la historia del capitalismo. Ocurrieron en diferentes etapas,
desde la formación de los Estados nacionales, el mercantilismo, el
capitalismo moderno hasta la presente globalización financiera.
La
actual vulnerabilidad financiera sistémica es anterior a la pandemia
coronavirus, sólo que ahora queda expuesta en su forma más
fulminante. Las dos últimas grandes burbujas especulativas, la de
las empresas puntocom en 2001 y la de los créditos subprime 2008,
provocaron fuertes recesiones que se atendieron con más y más
deuda.
El
ritmo de emisión fue vertiginoso después de esa última debacle.
Las bancas centrales colocaron paquetes inmensos de deudas por un
total de 11 billones de dólares para salvar bancos y empresas, y, a
la vez, las compañías rescatadas emitieron luego más deuda con
tasas muy bajas, alimentando de ese modo una nueva burbuja
especulativa.
Inestabilidad
En
octubre pasado, el FMI presentó el último reporte de Estabilidad
Financiera Global advirtiendo acerca de la fragilidad del sistema
financiero mundial por el aumento de la carga de la deuda
corporativa, el incremento de las tenencias de activos más riesgosos
y más ilíquidos por parte de inversores institucionales, y por la
creciente dependencia de los préstamos externos de los países
emergentes.
Los
economistas Tobias Adrian y Fabio Natalucci, autores del documento,
definieron un escenario crítico y entregaron una inquietante cifra
de la deuda con probabilidad de default.
Plantearon
que con una desaceleración económica mitad de severa que la de
2008-2009 la deuda corporativa en riesgo, que es la deuda contraída
por empresas que no pueden cubrir el pago de intereses con sus
ganancias, asciende a 19 billones de dólares. Este monto representa
el 40 por ciento del total de la deuda corporativa de las ocho
principales economías del mundo.
Ese
cálculo fue realizado considerando que una eventual recesión fuera
la mitad de intensa de la registrada en la anterior crisis. El
consenso de economistas y organismos internacionales es que la actual
debacle será por lo menos el doble de aguda.
Una
estimación lineal del escenario base presentado por Adrian y
Natalucci, con el presente escenario de colapso de la actividad
económica y crac bursátil, entrega como saldo un default global de
deudas impactante.
La
mayoría de las corporaciones no podrá cumplir con el pago del
capital e intereses porque se frenó el giro comercial de su negocio,
al tiempo que los bancos no estarán motivados a entregar nuevos
créditos.
La
declaración de insolvencia masiva está a un paso de ese abismo,
sólo podrá frenarse en algunos casos con la intervención de los
gobiernos. El Congreso de Estados Unidos está por aprobar un paquete
de rescate de 2,2 billones de dólares, el triple del aplicado en la
crisis 2008. Sólo el 10 por ciento de ese monto será para
salvatajes corporativos. Las bancas centrales (Reserva Federal y
Banco Central Europeo) tienen también preparadas ambulancias
para salir a socorrer a bancos y corporaciones. Se sabe que no podrán
hacerlo con todas. La Fed y el Tesoro disponen de 6,5 millones de
dólares, y el BCE además se comprometió a comprar deuda de países
de la Unión Europea.
Depresión
La
atención mundial se concentra en aplanar la expansión del
coronavirus con el aislamiento social obligatorio. La consecuencia de
esa estrategia médica en el frente económico es una profunda
recesión, que algunos economistas estiman que puede ser peor que la
generada por el crac del '29.
Nouriel
Roubini, economista turco-estadounidense, conocido como “Dr. Doom”
por anticipar la crisis subprime, publicó en Project Syndicate el
artículo "A greater depression". Dice que este crac
bursátil contabilizó una caída en tres semanas lo que en el crac
del '29 sucedió en tres años.
Señala
que los bancos Goldman Sachs, JP Morgan y Morgan Stanley esperan que
el PIB de Estados Unidos baje de 24 a 30 por ciento anualizado en el
segundo trimestre, y que el secretario del Tesoro, Steve Mnuchin
advirtió que el desempleo podría superar el 20 por ciento. Roubini
apunta que “cada componente de la demanda agregada (consumo,
inversión, exportaciones) está en una caída sin precedentes”.
Si
bien hoy la angustia colectiva está en superar la pandemia, cuando
se precipita una recesión con riesgo a que se convierta en una
depresión y que además sea global, los ingresos de los hogares
y de las compañías colapsan y el desempleo aumenta a velocidad
devastadora de la convivencia social.
Se
produce un efecto multiplicador negativo en la economía arrojando a
empresas y bancos hacia la quiebra. Si además los balances de esas
compañías están colmados de pasivos, la caída se acelera.
Catástrofe
El
economista británico Michael Roberts detalló en su blog que en
Estados Unidos, en los últimos diez años de dinero barato por tasas
cercanas a cero, las corporaciones no financieras duplicaron su
endeudamiento, al pasar de 3,2 billones de dólares en 2007 a 6,6
billones de dólares en 2019.
Los
economistas Joseph Baines y Sandy Brian Hager escribieron "Covid-19
y la próxima catástrofe de la deuda corporativa". Indican que
las pequeñas y medianas empresas enfrentan el mayor riesgo de
default. En ese sentido, especulan con que el saldo de esta crisis
será una mayor concentración económica.
Explican
que la administración de las finanzas de las corporaciones en
Estados Unidos tuvo un cambio radical hace 40 años, en coincidencia
con la irrupción de los gobiernos neoliberales y desreguladores de
Ronald Reagan, en ese país, y de Margaret Thatcher, en Gran Bretaña.
En los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial hasta mediados
de los '70, periodo que se conoce como la edad de oro del
capitalismo, las corporaciones acumulaban ganancias para
reinvertirlas en expandir la capacidad de producción.
Desde
comienzos de los '80, esa política fue alterada y pasó a ser
dominante la estrategia de maximizar la retribución a los
accionistas mediante la distribución de dividendos, restando
recursos propios para la reinversión. Para mantener el ritmo de
inversiones apareció el endeudamiento que, en gran parte de
este ciclo largo del capital, fue barato por tasas de interés muy
bajas.
De
ese modo se fue alimentando una inmensa burbuja especulativa de
deudas corporativas que algún evento inesperado y brusco podía
interrumpir esa cadena de la felicidad. Ese evento fue la crisis del
coronavirus y el consiguiente crac global de las bolsas.
Baines
y Hager son contundentes con la siguiente advertencia: "Estamos
en aguas peligrosas; si los acreedores se asustan y la carga de
intereses aumentan, una ola de incumplimientos de pequeñas firmas
podría enviar ondas de choque, a través del ya inestable mercado
financiero, para ampliar el colapso hacia grandes corporaciones".
Tormenta perfecta
El
cisne negro de la pandemia coronavirus es un shock extraordinario por
la coincidencia de factores muy perturbadores:
* La
clausura casi total de actividades productivas y comerciales en más
de la mitad de la economía mundial.
* El
consiguiente derrumbe del precio del petróleo.
* Caída
que se produjo casi en simultáneo con el crac de los mercados de
capitales y bursátiles.
* El
derrape de esos mercados está provocando la parálisis del crédito
y, por lo tanto, también la cancelación de intereses y capital de
deudas.
* El
escenario de fragilidad financiera, aislamiento social obligatorio y
freno a los motores de la producción y el comercio, si se extiende
en el tiempo, derivará en el colapso de las cadenas de
abastecimiento global.
* El
saldo de este cataclismo es un alza abrupta del desempleo y del
malestar social.
Esta
secuencia es la tormenta perfecta del caos económico. Los paquetes
de salvatajes serán insuficientes para detener la ola de quiebras y
defaults de deudas.
Los
países de la periferia están padeciendo además una fuga de
capitales especulativos fulminante de unos 80 mil millones de
dólares, contabilizó el Instituto de Finanzas Internacionales. En
el último mes y medio, esa salida fue más acelerada y pronunciada
que las de las crisis de 2008 o asiática de 1998.
La
huida de esos capitales se le agrega la caída de los precios de
materias primas y de las exportaciones, lo que implicará una merma
en la disponibilidad de divisas, y el derrumbe de la actividad
interna.
En
ese contexto una ola de defaults de deudas sobernas se acerca si no
se frena la salida de capitales y se extiende la parálisis de la
economía mundial.
El
por ahora default virtual de la deuda argentina o el default abierto
del Líbano, que anunció que no puede cumplir con un eurobono de
1200 millones de dólares, son irrelevantes en ese escenario global.
Ola de deudas
La
tormenta perfecta para los países emergentes y en desarrollo
derivará en que cuidarán las reservas disponibles y no las
destinarán a pagar ni intereses ni capital de sus bonos.
Ayhan
Kose, Peter Nagle, Franziska Ohnsorge y Naotaka Sugawara, economistas
del Banco Mundial, publicaron hace dos semanas el texto "Deuda y
crisis financieras: ¿se repetirá la historia?". Señalan que
la mayor parte del aumento de la deuda soberna desde 2010 se produjo
en los mercados emergentes y las economías en desarrollo, que vieron
aumentar su deuda en 54 puntos porcentuales del PIB a un récord de
aproximadamente el 170 por ciento del PIB en 2018.
Precisan
que la ola actual de deuda se destaca por su tamaño, velocidad y
amplitud excepcionales. Dicen que es el aumento más grande, más
rápido y más amplio de la deuda en esos países en los últimos 50
años. Explican que es la cuarta ola desde la década del '70. Las
otras tres son la del '70 y '80 concentrada en América latina, la
del '90 en Asia y la tercera en Europa. Coinciden en que cada una de
esas olas de endeudamiento culminó en una crisis financiera.
Esas
crisis "generalmente se desencadenaron por shocks externos que
resultaron en fuertes aumentos en la aversión al riesgo de los
inversores, picos en los costos de los préstamos y paradas
repentinas de las entradas de capital".
Algunos
de esos atributos se están verificando con la crisis del
coronavirus. Por eso el Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional adelantaron el pedido a los países centrales para que
no exijan la cancelación de deudas bilaterales con países pobres,
la mayoría de África.
El
FMI anunció a la vez que, más allá de sus servicios tradicionales
de préstamos, explorará opciones adicionales para ayudar a los
países miembros que experimentan escasez de divisas. Argentina se
anota en ese grupo.
Inédito
Nunca
antes casi la mitad de la población mundial está en aislamiento
social obligatorio. Poco más de 3100 millones de personas, cantidad
que puede aumentar en estas semanas, están confinadas en sus
hogares. Y la Organización Mundial de la Salud reclama que los
países que todavía no dispusieron la cuarentana, la decidan en
forma urgente para frenar la expansión del virus.
La
actividad económica fue literalmente clausurada en China, Estados
Unidos y Unión Europea, los principales motores de la economía
mundial que representan en conjunto el 62 por ciento del Producto
global.
Ni
en la primera y segunda guerra mundial y ni en la gran depresión de
la década del '30 sucedió algo parecido. El riesgo a un
default masivo de deudas corporativa y soberana irrumpió entonces
con fuerza porque nunca antes hubo una crisis global de estas
características.
Como
veníamos compartiendo en este espacio, la filosofía es parte de la
vida individual y colectiva en tanto y en cuánto formas pensar y
pensarnos en la realidad …
¿Se
viene un capitalismo más feroz o un comunismo renovado?
La
filosofía y el coronavirus, un nuevo fantasma que recorre el
mundo
Slavoj Zizek arrojó la primera piedra cuando escribió que la opción, después de la pandemia, será “barbarie o alguna forma de comunismo reinventado”. Byung-Chul Han le contestó: "El virus no vencerá al capitalismo”. Otros pensadores, como Giorgio Agamben, Franco "Bifo" Berardi, Srećko Horvat, Judith Butler y Alain Badiou, suman al debate miradas que se corren de las noticias del minuto a minuto.
Es
ya evidente que está haciendo temblar los mercados. Pero, a largo
plazo, ¿el coronavirus podría derribar al capitalismo? El siempre
rápido de reflejos Slavoj Zizek acaba de publicar el
que seguramente sea el primer ensayo sobre coronavirus. La tesis
de Pandemic! Covid-19 shakes the world (Pandemia! Covid-19
sacude el mundo) es que la actual crisis sanitaria desnudó las
debilidades de las democracias liberales y que el mundo se encamina,
entonces, hacia un efecto político positivo. “Barbarie o alguna
forma de comunismo reinventado”: tal es la dicotomía que encuentra
el esloveno en este crudo y complejo escenario histórico, también
inédito.
En
un contexto en que la información satura e invade mentes y hogares,
puede resultar saludable o aunque sea rico introducirse en miradas
que se corren de las noticias del minuto a minuto. Son varios los
pensadores contemporáneos que han mirado la pandemia: los italianos
Giorgio Agamben y Franco "Bifo" Berardi, el croata Srećko
Horvat, la estadounidense Judith Butler, el francés Alain
Badiou y el surcoreano Byung-Chul Han son algunos de los que se
expresaron al respecto. La pregunta por el devenir del escenario
económico mundial está en casi todos los enfoques.
El
nuevo material de Zizek es breve, 120 páginas, disponible tanto
en papel como en formato digital a través de la editorial OR
Books. Va en sintonía con teorías explayadas en un artículo previo
para el portal RT , en el que Zizek -marxista, cinéfilo- definía a
la pandemia como "un golpe a lo Kill Bill al sistema
capitalista", en otra de sus habituales conversaciones con la
cultura popular. Fue un artículo que hizo ruido en las redes
sociales -sería lo que muchos querían oír- y que desató una
respuesta de Byung-Chul Han. “Zizek se equivoca. El virus
no vencerá al capitalismo ”, sentenció en una columna para el
diario El País.
Mientras
el nuevo fantasma recorre el mundo dejando cada vez más muertos e
infectados, en Pandemic!... Zizek plantea que un “enfoque
comunista” -renovado, claro- es el modo de salir de la
encrucijada. Estados-Nación puestos al servicio de la defensa de los
más débiles. El virus puso en evidencia que vivíamos con otro
virus dentro, naturalizado: el capitalismo. Es una oportunidad
para liberarse de la "tiranía del mercado". Pero a la vez
el autor no es "utópico": no cree que el conflicto haga
crecer la "solidaridad entre los pueblos". Porque por estos
días la solidaridad es más bien “instinto de supervivencia" y,
como tal, "racional y egoísta".
Resonaron
"especulaciones que apuntan a la caída del comunismo en China,
de la misma forma que Gorbachov dijo que la tragedia de Chernobyl
llevó al fin del comunismo soviético", pero la paradoja
-siempre según Zizek- es ésta: "El coronavirus nos obliga a
reinventar el comunismo basándonos en la confianza en las personas y
la ciencia”. Los roles de la prensa y los gobiernos no escapan
a su análisis. Aunque en su opinión China gestionó mejor el
coronavirus que Italia, critica el ocultamiento de datos negativos de
parte de las autoridades de la República Popular. Por otra parte,
arremete contra el Reino Unido y Estados Unidos por su empeño en
mantener la calma de los ciudadanos y en exhibir control a través de
la mentira. "Los medios nos lanzan repetidamente el mensaje de
'no caigan en el pánico' y, a continuación, disponen una serie de
datos que nos llevan necesariamente al pánico", cuestiona.
El
filósofo que inspeccionó la forma de los inodoros para acercarse a
la ideología de los países también se anticipa al impacto del
coronavirus en la vida cotidiana. No seremos tan alegres en los
parques, no entraremos con confianza a baños públicos, y hasta
tendremos dilemas para tocarnos la cara. "No son sólo el Estado
y sus agentes quienes nos controlarán, también debemos aprender a
controlarnos y disciplinarnos a nosotros mismos”, insta. Quizá la
sensación de seguridad quede reservada para la realidad virtual.
Moverse libremente en espacios abiertos a lo mejor sea, en el futuro,
privilegio de un par de "ultra ricos" que cuenten con
propias islas. Pero no todo será tan malo: avizora la desaparición
de los cruceros -"lujo obsceno"-, así como también
un freno en la producción de automóviles, algo que podría conducir
a vías alternativas de movilización, más sanas para el planeta.
El
ensayo da lugar también al humor y a recuerdos personales. Cualquier
similitud con la actualidad no debe ser mera coincidencia. "En
mi juventud, en la Yugoslavia socialista, empezó a correr un rumor
que decía que no había reservas de papel higiénico. Las
autoridades respondieron: 'hay suficiente'. Sorprendentemente, la
población lo creyó. Sin embargo, un consumidor medio razonaba de
esta manera: 'Sé que el rumor es falso, sé que hay papel higiénico
suficiente, pero, qué pasa si el resto de la gente cree que no hay
reservas y se lanza a por el papel de las tiendas y causa una
carestía... Mejor voy a comprar papel". Un fenómeno pasado
totalmente en sintonía con las recientes imágenes de supermercados
repletos, consumidores al borde de la desesperación y carritos con
pirámides de este producto.
La polémica con Byung-Chul Han
"Zizek
afirma que el virus ha asestado al capitalismo un golpe mortal y
evoca un oscuro comunismo. Cree incluso que el virus podría hacer
caer el régimen chino. Se equivoca. Nada de eso sucederá”,
respondió Byung-Chul Han. "La emergencia viral y el mundo
del mañana" (22 de marzo) se titula la columna del
pensador nacido en Seúl y radicado hace 35 años en Berlín. Está
completo en Lobo
Suelto , con traducción de Alberto Ciria. "Tras
la pandemia, el capitalismo continuará con más pujanza. La
revolución viral no llegará a producirse. Ningún virus es capaz de
hacer la revolución”, apuntó.
El
autor de La sociedad del cansancio -quien también tiene una mirada
crítica de las desigualdades y excesos del sistema económico
capitalista- cree que el virus es apenas la gota que colmó el vaso.
“La globalización suprime todos estos umbrales inmunitarios para
dar vía libre al capital. Somos NOSOTROS, PERSONAS dotadas de RAZÓN,
quienes tenemos que repensar y restringir radicalmente el capitalismo
destructivo, y también nuestra ilimitada y destructiva movilidad,
para salvarnos a nosotros, para salvar el clima y nuestro bello
planeta”, concluye.
Si
bien por momentos los pensamientos de uno y otro filósofo son
diametralmente opuestos, en ciertos puntos no son tan diferentes. En
definitiva, quizá sea rimbombante el polémico Zizek al presentar
los temas, pero su mirada no excluye al sujeto. Respecto de la
solidaridad, esto es lo que piensa Han: “El virus nos aísla e
individualiza. No genera ningún sentimiento colectivo fuerte (…).
La solidaridad consistente en guardar distancias mutuas no es una que
permita soñar con una sociedad distinta, más pacífica, más justa.
No podemos dejar la revolución en manos del virus”, advierte.
Al
comparar las medidas de las naciones asiáticas con las europeas,
llegó a la conclusión de que la "mentalidad autoritaria"
de las primeras genera más obediencia y que Europa "está
fracasando" en la batalla: "Los cierres de fronteras
son evidentemente una expresión desesperada de soberanía. Pero es
una de soberanía en vano". Han cuestionó, además, el modelo
de control policial basado en la vigilancia digital que Pekín
utilizó para encarar exitosamente la pandemia y que permitirá a
China exhibir "la superioridad de su sistema con más orgullo"
e incluso exportarlo.
Zizek
reapareció y contestó con declaraciones a El Mundo: "El
comunismo que debería prevalecer ahora no es un sueño oscuro sino
lo que ya está ocurriendo. El Estado debe asumir un papel mucho más
activo". Y agregó: "Han dice que los países occidentales
están reaccionado de forma exagerada porque se estaban acostumbrando
a vivir sin enemigos abiertos y tolerantes, sin mecanismos de
inmunidad, por lo que cuando surgió una amenaza real entraron en
pánico. ¿De verdad? ¿No está todo nuestro espectro político y
social impregnado de visiones apocalípticas, amenazas de catástrofe
ecológica, miedo a los refugiados musulmanes, defensa del pánico de
nuestra cultura tradicional contra el universo LGBT y la teoría de
género? Intenta hacer una broma y sentirás inmediatamente la fuerza
de la censura de lo políticamente correcto. Nuestra permisividad
hace años que se convirtió en lo opuesto".
Pensamientos desde el foco de la pandemia
Otros filósofos que miraron la pandemia para entenderla son de Italia, cuyas cifras de muertos e infectados aumentan exponencialmente cada día. El artículo "La invención de una epimedia" (26 de febrero), de Giorgio Agamben, no va tanto al hueso del capitalismo pero contiene un halo de lo que a muchos fascina: teoría conspirativa. Toma como punto de partida declaraciones del Consiglio Nazionale delle Ricerche para afirmar que el coronavirus es "una gripe normal". "Pareciera que, habiéndose agotado el terrorismo como motivo de las medidas de excepción, la invención de una epidemia podría ofrecer el pretexto ideal para extenderlas más allá de todos los límites", escribió el autor de la serie Homo Sacer. Esto coincide con "una necesidad real de estados de pánico colectivo", desprendida de un "estado de temor" instalado en las conciencias.
"La
limitación de la libertad impuesta por los gobiernos es aceptada en
nombre de un deseo de seguridad que ha sido inducido por los mismos
gobiernos que ahora intervienen para satisfacerlo", sugiere.
Hubo quienes entendieron que en este texto había un desdén en torno
al alcance de la enfermedad. El francés Jean-Luc Nancy acusó
al italiano de haber intentado una "maniobra de distracción"
más que "una reflexión política". En cambio, llegando al
final de su texto, luego de expresar su deseo de que no llegue a
Europa un régimen policial digital similar al chino, Han dialoga
con Agamben y lo cita, porque de ocurrir aquello "el estado
de excepción pasaría a ser la situación normal" y "el
virus habría logrado lo que ni siquiera el terrorismo islámico
consiguió del todo".
El
día en que Italia superó a China en cantidad de muertes fue
publicada una suerte de crónica diaria mechada con reflexiones de
Franco "Bifo" Berardi, disponible en la página de Caja
Negra Editora . El filósofo y activista comienza con citas de
Burroughs y Jefferson Airplaine y plantea al coronavirus como un
"virus semiótico", como "fijación psicótica".
Un "biovirus que prolifera en el cuerpo estresado de la
humanidad global". Advierte que por primera vez sucede una
crisis que no proviene de factores financieros o económicos, sino
del cuerpo. "Lo que provoca pánico es que escapa a nuestro
saber: no lo conoce la medicina, no lo conoce el sistema inmunitario.
Y lo ignoto de repente detiene la máquina. (...) Bloquea el
funcionamiento abstracto de la economía, porque sustrae de ella los
cuerpos", dice.
"Hace
tiempo que el capitalismo se encontraba en un estado de estancamiento
irremediable. Pero seguía fustigando a los animales de carga que
somos, para obligarnos a seguir corriendo, aunque el crecimiento se
había convertido en un espejismo triste e imposible", escribe
Bifo en el extenso y dinámico texto. Le discute al croata Srećko
Horvat, otro de los que creen que lejos está el Covid-19 de ser
una amenaza para la economía neoliberal, ya que lo entiende como el
"ambiente perfecto" para el desarrollo de esa ideología.
Pero
Bifo, en su Crónica de la psicodeflación, es más precavido que
Zizek. Lo que para Zizek es golpe a lo Kill Bill, para Bifo es
"detención de la máquina". Detención parida del
agotamiento y el estrés de los cuerpos. Es más ambiguo al hablar
sobre un futuro posible, aunque también aquí hay dicotomía.
"Podríamos salir de esta situación imaginando una posibilidad
que hasta ayer parecía impensable: redistribución del ingreso,
reducción del tiempo de trabajo. Igualdad, frugalidad, abandono del
paradigma del crecimiento, inversión de energías sociales en
investigación, en educación, en salud. No podemos saber cómo
saldremos de la pandemia cuyas condiciones fueron creadas por el
neoliberalismo, por los recortes a la salud pública, por la
hiperexplotación nerviosa". Según el post-deleuzeano hay
dos caminos: o salimos de esta más "solos, agresivos o
competitivos" o "con un gran deseo de abrazar, (de)
solidaridad social, contacto, igualdad".
Se suma Alain Badiou
Francia
acaba de extender su cuarentena hasta el 15 de abril. Desde su
aislamiento, Alain Badiou descree tanto del carácter "inaudito",
"nuevo" de la epidemia actual como del "evento
fundador de una revolución increíble". No obstante, la
conclusión a la que llega en su artículo "Sobre la situación
epidémica" -21 de marzo, también en Lobo Suelto- es
ésta: "En cuanto a nosotros, que queremos un cambio real en los
datos políticos en este país, debemos aprovechar el interludio
epidémico e incluso el confinamiento, bastante necesario, para
trabajar en nuevas figuras políticas, en el proyecto de lugares,
nuevas políticas y el progreso transnacional de una tercera etapa
del comunismo, después de eso, brillante, en su invención". De
nuevo el comunismo, pero, eso sí, un comunismo finalmente "derrotado
de su experimentación estatal", a diferencia del que postula
Zizek. El momento exige, para el dramaturgo, filósofo y novelista,
"una crítica cercana de cualquier idea de que fenómenos como
una epidemia se abran por sí mismos a cualquier cosa políticamente
innovadora".
El
texto ofrece una perspectiva sobre cómo "un dato fundamental
del mundo contemporáneo" -el acceso del capitalismo de Estado
chino a un rango imperial- dialogó con el tránsito local entre
especies animales a humanos, que es "el punto de origen de todo
el asunto". La "gran contradicción" es que la
economía es parte del mercado mundial, en tanto que los poderes
políticos "siguen siendo esencialmente nacionales". Así
se sintetiza la "contradicción entre economía y política"
que expone la pandemia. "Los estados nacionales tratan de
enfrentar la situación epidémica respetando al máximo los
mecanismos del Capital, aunque la naturaleza del riesgo los obliga a
modificar el estilo y los actos de poder", postula Badiou.
Más allá de diferencias ideológicas y enfoques diversos, desde la óptica filosófica parece haber una coincidencia: la percepción de que el virus quita el velo a aquello que ya estaba -y estaba mal- o lo acentúa de manera radical. Por fuera de Agamben y Horvat, quienes trazan una perspectiva a lo mejor más distópica, en el resto de los pensamientos se detecta una oportunidad para la humanidad de crear algo nuevo. Puede adquirir el nombre de comunismo renovado, comunismo en tercera etapa o quedar fuera de las coordenadas simbólicas todavía. Volviendo a Bifo, el coronavirus es "la condición de un salto de salud mental que ninguna prédica política habría podido producir. La igualdad ha vuelto al centro de la escena. Imaginémosla como el punto de partida para el tiempo que vendrá".
Más allá de diferencias ideológicas y enfoques diversos, desde la óptica filosófica parece haber una coincidencia: la percepción de que el virus quita el velo a aquello que ya estaba -y estaba mal- o lo acentúa de manera radical. Por fuera de Agamben y Horvat, quienes trazan una perspectiva a lo mejor más distópica, en el resto de los pensamientos se detecta una oportunidad para la humanidad de crear algo nuevo. Puede adquirir el nombre de comunismo renovado, comunismo en tercera etapa o quedar fuera de las coordenadas simbólicas todavía. Volviendo a Bifo, el coronavirus es "la condición de un salto de salud mental que ninguna prédica política habría podido producir. La igualdad ha vuelto al centro de la escena. Imaginémosla como el punto de partida para el tiempo que vendrá".
El virus de la desigualdad
Al
parecer, el mundo de la filosofía es todavía un terreno machista.
Una de las voces femeninas que se escuchó ante la pandemia fue la
de Judith Butler. Para la posestructuralista estadounidense el
fracaso de algunos estados y regiones para prepararse por anticipado,
el refuerzo de políticas nacionales y el cierre de fronteras y la
llegada de empresarios ávidos de capitalizar el sufrimiento global
testimonian la "velocidad" con la cual "la desigualdad
radical y la explotación capitalista encuentran formas de reproducir
y fortalecer su poderes".
La autora de El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad puso el ojo en el desesperado intento de Donald Trump de anotarse "puntos políticos" para asegurar su reelección a través de la compra de los derechos de la vacuna contra el coronavirus desarrollada por una compañía alemana. "¿Imagina que la mayoría de la gente piensa que es el mercado quién debería decidir cómo se desarrolla y distribuye la vacuna? ¿Es incluso posible dentro de su mundo insistir en un problema de salud mundial que debería trascender en este momento la racionalidad del mercado?", se pregunta. Augura un escenario de puja distributiva en torno a la vacuna. Una "distinción espuria" entre vidas a proteger y otras que quedarán a la deriva. "La desigualdad social y económica asegurará que el virus discrimine. El virus por sí solo no discrimina, pero los humanos seguramente lo hacemos, modelados como estamos por los poderes entrelazados del nacionalismo, el racismo, la xenofobia y el capitalismo", escribió en el artículo "El capitalismo tiene sus límites" , con fecha del 19 de marzo, originalmente publicada en Verso.
"La idea de que podríamos convertirnos en personas que desean ver un mundo en el que la política de salud esté igualmente comprometida con todas las vidas, para desmantelar el control del mercado sobre la atención médica que distingue entre los dignos y aquellos que pueden ser fácilmente abandonados a la enfermedad y la muerte, estuvo brevemente vivo. Llegamos a entendernos de manera diferente cuando (Bernie) Sanders y (Elizabeth) Warren ofrecieron esta otra posibilidad. Entendimos que podríamos comenzar a pensar y valorar fuera de los términos que el capitalismo nos impone", dice Butler. La propuesta de una salud pública y universal "revitalizó un imaginario socialista" en Estados Unidos, "ideal" que "debe mantenerse vivo en los movimientos sociales" en la lucha a largo plazo.
La autora de El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad puso el ojo en el desesperado intento de Donald Trump de anotarse "puntos políticos" para asegurar su reelección a través de la compra de los derechos de la vacuna contra el coronavirus desarrollada por una compañía alemana. "¿Imagina que la mayoría de la gente piensa que es el mercado quién debería decidir cómo se desarrolla y distribuye la vacuna? ¿Es incluso posible dentro de su mundo insistir en un problema de salud mundial que debería trascender en este momento la racionalidad del mercado?", se pregunta. Augura un escenario de puja distributiva en torno a la vacuna. Una "distinción espuria" entre vidas a proteger y otras que quedarán a la deriva. "La desigualdad social y económica asegurará que el virus discrimine. El virus por sí solo no discrimina, pero los humanos seguramente lo hacemos, modelados como estamos por los poderes entrelazados del nacionalismo, el racismo, la xenofobia y el capitalismo", escribió en el artículo "El capitalismo tiene sus límites" , con fecha del 19 de marzo, originalmente publicada en Verso.
"La idea de que podríamos convertirnos en personas que desean ver un mundo en el que la política de salud esté igualmente comprometida con todas las vidas, para desmantelar el control del mercado sobre la atención médica que distingue entre los dignos y aquellos que pueden ser fácilmente abandonados a la enfermedad y la muerte, estuvo brevemente vivo. Llegamos a entendernos de manera diferente cuando (Bernie) Sanders y (Elizabeth) Warren ofrecieron esta otra posibilidad. Entendimos que podríamos comenzar a pensar y valorar fuera de los términos que el capitalismo nos impone", dice Butler. La propuesta de una salud pública y universal "revitalizó un imaginario socialista" en Estados Unidos, "ideal" que "debe mantenerse vivo en los movimientos sociales" en la lucha a largo plazo.
La pandemia hace visible los problemas que acuciaban al mundo desde antes de su impacto ... Otro mundo viene y depende de como aprendamos de estas experiencias será si el cambio será para mejor o no.
Daniel Roberto Távora Mac Cormack
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