II De Pandemias y memorias

Algunos factores bien propios de la humanidad han quedado evidenciados en los días recientes. Los argentinos podemos reconocerlos con rapidez: la solidaridad y el egoísmo, por ejemplo, así como la inteligencia y la estupidez. El resultado de tales contiendas no está claro; como dice la canción, el bien y el mal definen por penal.


DATOS O GRITOS. Los mapas activos que pretenden describir la expansión del coronavirus en el mundo son engañosos, pues tiñen de rojo grandes zonas ante el emerger de un par de casos. Vale entonces guiarse por las cifras. Pero durante cuatro días la Organización Mundial de la Salud no informó sobre el número de infectados, de muertos ni de curados. La escasez de estadísticas nítidas de la entidad permite su enjuiciamiento y también, la desconfianza.


Hace pocas horas, mientras se realizaba la última edición de este artículo, dio cuenta de sus números: nos indica que hay unos 250 mil casos y 11.184 muertos en 182 países. Cerca de 88 mil personas, han sido sanadas.


Es imposible analizar la cuestión sin señalar el registro que indigna a quienes piensan, orientados por espacios periodísticos italianos y españoles con clara reverberancia local, que el dilema se resuelve sin información y a los gritos. La idea de estos amplios sectores es vociferar que la situación es muy grave, acusar a diestra y siniestra por responsabilidades incomprobables y fomentar la paranoia como eje del cuidado de la salud.


¿Cuál es el registro indicado? Básicamente, y sin negar la trascendencia de combatir el coronavirus, el simple conteo de los casos de otras enfermedades que, año tras año, se cobran millones de víctimas en el seno de nuestros pueblos sin que nadie atine a evaluar que semejante realidad merece especial atención. Qué curioso: las voces que aturden han llevado a que los escasos medios que recuerdan las gripes, la neumonía, el dengue, la tuberculosis, sean sospechados de no precaverse ante el coronavirus.


Si se piensa con lucidez, no hay razón para contraponer una enfermedad con otra. En todo caso, puede observarse como un éxito presente que la Argentina, ante la necesidad de afrontar esta epidemia, contará con ocho nuevos hospitales. Si a estos se les suma una mejor inversión en atención primaria, un fortalecimiento en el sistema hospitalario existente y el fomento de la fabricación local de medicamentos, es posible anticipar un eficaz combate contra el coronavirus … y todo lo demás, también.


Ya existen conclusiones relativas que pueden sostener las distintas posturas. En principio, vale considerar que los muy precavidos pueden mostrar que el contagio del Covid 19 es más acelerado que el de otras enfermedades. Sólo eso ya amerita consideración, pues al no existir una vacuna para sanar a quienes lo contraen, el drama debe caracterizarse como realmente existente. Todo el esquema planteado por el gobierno argentino al respecto parte de este elemento.


ALGÚN TRASPIÉ. Ese esquema necesita de la colaboración popular para concretarse. A nivel masivo, lo va logrando, asentado en la perspicacia y el espíritu de cuerpo de las capas sociales mayoritarias. Pero, más allá de la declamación, no lo obtiene del empresariado y los sectores empinados, que por un lado sostienen precios inaccesibles para productos esenciales –entre ellos los ligados a la salud-, aprovechan la situación para suspender, despedir y cesar cadenas de pagos; por otro, acumulan sin necesidad los elementos recomendados para la prevención.


El estado de alerta oficial, atinado en general, tiene un talón de Aquiles que sólo hemos señalado los medios ligados al movimiento obrero organizado y contactados con las organizaciones sociales: si se pretende sostener el aparato productivo, especialmente el vinculado a la alimentación, la salud y los productos de la canasta básica, atemperar los servicios de transporte implica un error propio de quienes suponen que “ahora, todo se resuelve por computadora”.


Lejos de la ciencia ficción, para fabricar las cosas hay que trasladarse a los establecimientos que las fabrican. No existen replicadores ni teletransportación. Las vendas y los barbijos, la ropa y los muebles, la yerba y las bebidas. Los medicamentos. Por supuesto la producción de legumbres y hortalizas. La muerte, desmembramiento y presentación de los animales para el consumo. Todo eso y tanto más, no se puede realizar desde una laptop o un teléfono celular. Si sus hacedores –los trabajadores, valga la precisión- permanecen en casa, se derrumba el aparato productivo con todas sus implicancias.


La solución estaba al alcance de la mano, pues al bajar el tránsito de personas de mayor edad y de pibes en el tramo escolar, sólo con mantener el mismo ritmo del autotransporte y los ferrocarriles, se podía garantizar que los activos viajen bien, sentados y con espacios aireados. Para comprender esto falta un tono barrial (que sólo el conurbano ofrece) en las determinaciones de los especialistas que diseñaron la planificación.


PENSAMIENTO E HIPÓTESIS. Hecha esta aclaración, volvemos al panorama. Si hemos señalado que, tomando en cuenta la precaria información numérica conocida, el contagio del coronavirus es acelerado, debemos también decir que la mortandad que implica es baja. Entre ambos factores resulta pertinente extremar el ingenio y salir al terreno de la comprensión con las preguntas esenciales que el Pensamiento Nacional sabe hacerse en circunstancias complejas.



Resulta importante que, en lo inmediato, los equipos científicos de Cuba, China y quizás los Estados Unidos, sin descartar las universidades argentinas, busquen una vacuna preventiva y al mismo tiempo un tratamiento exitoso. La potencia asiática ha demostrado que la segunda acción es posible, pero el decisivo acto preventivo sigue en veremos. Y también que esos mismos investigadores puedan descubrir y comunicar el origen de la epidemia. Un tema nada sencillo.


Los analistas que desconfían –no sin antecedentes- de los poderes mundiales han lanzado una hipótesis intensa y razonable acerca de la elaboración del virus en laboratorios destinados a promover una guerra bacteriológica. Se trata de planteos que advienen en serias acusaciones. Sin embargo, una mirada sobre las zonas damnificadas –tanto zonas sociales como regionales- no permite inferir claramente una respuesta.


Si los Estados Unidos o alguna potencia del Norte resolvió un ataque de esta naturaleza, cabe indicar que lo hizo sin la precisión adecuada –esa que lo llevó a barrer Hiroshina, a impactar Corea o a destruir Irak- o con parámetros difíciles de develar y basados en un mientras peor mejor que hasta ahora carece de evidencia. Si fue China la que intentó una acción semejante desde Wuhan, la opacidad de sus razones impulsa un descarte, pues su población, sus ingresos y su imagen mundial resultaron damnificados. En este caso, la idea sugerida por algunos analistas sobre “creamos el problema y demostramos que podemos acotarlo y resolverlo”, es endeble.

Otra opción muy razonable destaca que el capital financiero, con sus ramas armamentística y narcoproductora, carece de nacionalidad y sólo busca quebrar los esquemas productivos y acabar con una parte de la población humana. El planteo se asienta en que un modelo mundial asentado en la especulación no necesita del trabajo ni de la inversión y mucho menos de sistemas previsionales que custodien los años finales en la vida de las personas. Pero esta visión, que podría ser grata a tantos amigos, también hace agua. ¿Por qué?


Nobleza obliga, sin desdeñar las sólidas condenas que lanzamos desde nuestros espacios hacia ese suprapoder, es justo precisar que ni China ni Rusia, ni ningún emergente, han modificado sus estructuras ni desconfían de su porvenir. La máxima referencia conceptual del modelo industrial con rasgos terceristas, el Papa Francisco, sólo suspendió su gran campaña La Economía de Francisco debido a la problemática situación italiana, pero no viró un ápice en diagnóstico ni en propuestas. Asimismo, que la eliminación de 10 o 15 mil personas del planeta no alcanza siquiera a raspar una población mundial que ya alcanza los 7 mil 700 millones.


Entonces, determinar responsables y afectados es en verdad complicado. Así, cobran cuerpo las interpretaciones más directas, de trazo “ingenuo” para el razonar político, según las cuales las cosas son lo que parecen y por lo tanto el virus surgió de una interacción entre animales y luego personas en base al rasgo azaroso de la vida y a la ostensible concentración poblacional que facilita la difusión de enfermedades, conceptos, odios y afectos.


Lo cierto es que develar qué ocurrió pasará a configurar uno de los interrogantes más preciados de la humanidad de ahora en más.


SABER COLECTIVO. Finalmente. Los gobiernos que logren zanjar exitosamente esta epidemia saldrán fortalecidos aún cuando las dificultades económicas ralenticen sus proyectos. Algunas dirigencias, como la italiana, deberán brindar explicaciones muy detalladas para evitar la picota. No lo conseguirán. Otras, como la que orienta Donald Trump, necesitarán politizar su opinión pública para ratificar su búsqueda industrializadora en medio de la ignorancia. No es un dato menor que mientras la humanidad salió a munirse de alimentos y elementos sanitarios, los norteamericanos batieron récords de ¡compra de armas!

El pueblo argentino, pese a la desinformación mediática, comprendió que el gobierno de Alberto Fernández marcó un camino. Este pueblo sabe, desde hace muchas décadas, dos cosas importantes para el entendimiento político: el peor plan es el que no se aplica, por tanto si escogimos un sendero, aunque no sea perfecto, vamos a transitarlo bien; y las crisis europeas generan oportunidades para el resto del mundo que deben usufructuarse sin culpas, pues ellos hacen lo propio cuando el problema es inverso.

(Esa fue la matriz subyacente del discurso del ministro Martín Guzmán ante los acreedores, durante la reciente teleconferencia en inglés, de gran trascendencia futura y escasa difusión).


Así las cosas, saludamos a los lectores desde la cuarentena. Agradeciendo el interés de quienes llegaron hasta aquí.
( http://laseñalmedios.com.ar/2020/03/22/coronavirus-a-nivel-mundial-y-en-el-orden-local-todas-las-hipotesis-muchos-interrogantes-varias-respuestas/ ) 
 
Las 300 organizaciones que desde 1996 integran el Encuentro Memoria Verdad y Justicia (EMVyJ) y, en aquel vigésimo aniversario del golpe militar, organizaron la primera movilización de repudio al gobierno de facto, por primera vez, y ante el desarrollo de la pandemia del Coronavirus, optaron por no movilizarse a la Plaza de Mayo.

La suspensión de la marcha callejera, sin embargo, no impidió que la organización en la que desde siempre se referencian dirigentes de derechos humanos como Nora Cortiñas y Elia Espen de Madres Línea Fundadora, el fallecido Enrique “Cachito” Fukman de la Asociación Ex Detenidos Desaparecidos y Adolfo Pérez Esquivel, fundador del Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), elaborara su documento que difundieron a través de un video documental.

La declaración tomó estado público a las 11 de la mañana de este martes 24 de marzo, y pone el foco en el reclamo de justicia para los 30 mil detenidos desaparecidos y la cárcel a los genocidas. Pero, como es tradición, también se refiere a la represión estatal ejercida contra militantes populares bajo los gobiernos democráticos y al mismo tiempo, asume como propias las consignas por las que lucharon y fueron asesinados por el terrorismo de Estado los militantes desaparecidos y que, consideran, sigue en plena vigencia.

 El documento se propone “reivindicar a una generación que dio su vida por cambiar el mundo, y lograr una Argentina sin explotación, sin opresión y sin miseria”. Al mismo tiempo ratifican la lucha "para que se reconozca con su verdadero nombre: Genocidio” que “tuvo como objetivo principal aniquilar el amplísimo movimiento obrero y popular que se proponía conseguir transformaciones revolucionarias en la Argentina”.

El texto, está dicho, también denuncia las políticas de los gobiernos que, en democracia, actuaron en favor de una reconcilación con las fuerzas armadas: “somos parte de un movimiento que lucha contra las políticas de  olvido, de perdón, y de reconciliación con los asesinos, con los torturadores, con los violadores, con los apropiadores, con quienes fueron sus cómplices civiles, empresariales, religiosos y políticos”. Por eso, aseguran, “no nos olvidamos de los decretos alfonsinistas que juzgaron a las cúpulas militares y a integrantes de las organizaciones armadas en base a la teoría de los dos demonios; los indultos del menemismo, las leyes de obediencia debida y punto final, la designación de Milani en el kirchnerismo, el negacionismo del macrismo y su intento de implantar el 2x1 para liberar a los genocidas condenados”.


Con todo, destacan que entre 2003 y 2017 “se dictaron 1354 condenas sobre 975 represores y hubo 240 absoluciones” pero, critican, “casi el 70% de los represores detenidos goza del beneficio de la prisión domiciliaria, y unos 1.590 represores imputados están en total y completa libertad”.


Por eso, aseguran, “la lucha no termina siquiera cuando los genocidas son condenados, porque los socios de la impunidad en el poder judicial otorgan el beneficio de la prisión domiciliaria a torturadores, asesinos y apropiadores”. En este punto, el documento insiste en un reclamo que ninguno de los gobierno posteriores a la llegada de la democracia concedió y que es el de la “apertura de los archivos secretos de la dictadura, para conocer el destino de cada uno de nuestras y nuestros compañeras y compañeros y para conocer el paradero de sus bebés que fueron apropiados.”


Del mismo modo, insisten en la lucha por la garantía de los derechos humanos y democráticos de los militantes populares en la actualidad: “exigimos la libertad de las presas y presos políticos o por luchar, como Milagro Sala y Luis D’Elía; el fin de las persecuciones, como a Sebastián Romero, y el cierre de las causas contra Daniel Ruiz, César Arakaki y demás activistas”. En la misma línea critican la política oficial de “transparentar” los fondos de la AFI y exigen “disolverla, como a todos los servicios secretos” así como “desmantelar el aparato represivo” y “poner fin al gatillo fácil, que cobra la vida de un joven pobre por día”.


Sobre el final, el documento cita al periodista desparecido Rodolfo Walsh para señalar el vínculo existente entre la represión y la política económica: “en la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes, sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada”, por eso el EMVyJ destaca que la deuda externa "antes del golpe era de 7 mil millones de dólares y al caer la dictadura trepó a 49 mil millones. Después, todos los gobiernos pagaron y pidieron más. Nunca nos “desendeudamos”. Con Macri se dio el mayor endeudamiento, que hoy supera los 310 mil millones de dólares”.

El documento no se priva de opinar sobre el contexto actual signado por la pandemia del coronavirus que, aseguran, “agravó la crisis sanitaria que ya existía”. En ese punto, aseguran que “la cuarentena es necesaria, pero no suficiente” y señalan que “lo que sirve es concientizar y tomar medidas eficaces como el testeo masivo para la detección precoz del virus”. Al mismo tiempo, repudian “la presión militarista” y, se adelantan, “cualquier intento de declaración de estado de sitio”.


Por último, ponen el foco en el actual gobierno de Alberto Fernández a quien le exigen el aumento general de los salarios, planes sociales y jubilaciones, critican la suspensión de la movilidad jubilatoria y reclaman el 82% móvil y el aborto legal así como el no pago de la deuda externa y la ruptura con el FMI.  


En el cierre, y como es tradición, se refieren a la orientación del gobierno con relación a la geopolítica global. Exigen “el fin del alineamiento internacional con los EE.UU. e Israel”, rechazan “las bases extranjeras en el país y los ejercicios militares con el imperialismo” y reclaman que la Argentina salga “del Grupo de Lima y retire sus tropas de Haití y Chipre”.En el cierre, y como es tradición, se refieren a la orientación del gobierno con relación a la geopolítica global. Exigen “el fin del alineamiento internacional con los EE.UU. e Israel”, rechazan “las bases extranjeras en el país y los ejercicios militares con el imperialismo” y reclaman que la Argentina salga “del Grupo de Lima y retire sus tropas de Haití y Chipre”.
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A medida que pasan los días se complejiza más poder hacer el seguimiento de las detenciones realizadas por las fuerzas de seguridad y federales en todo el país.
 
Por una parte, se genera oficialmente la confusión, por ejemplo cuando el mismísimo Ministerio de Seguridad de la Nación dice “hubo 896 personas detenidas por violar la cuarentena en todo el país, mientras que son 9.621 las personas que fueron notificadas y enviadas a sus casas”. Lo que no dicen es que esas 9.621 personas fueron detenidas (“demoradas”, “aprehendidas” o el eufemismo que prefieran), hasta que el órgano judicial interviniente, en la mayoría de los casos horas después, definió que se les debía labrar un acta contravencional o notificarles la formación de una causa penal ordinaria o federal en su contra y dejarlas ir o conducirlas a su domicilio. Por lo tanto, donde dice “896 personas detenidas y 9.621 notificadas” se debe leer “hubo 10.517 personas detenidas, de las cuales 896 permanecieron presas y 9.621 fueron liberadas, con imputación penal o contravencional”.

Por otra parte, hay distritos de los que es prácticamente imposible obtener la cifra total. Un caso puntual es la provincia de Buenos Aires. Si bien hemos encontrado informes de algunas ciudades, como Mar del Plata, cuyo secretario de Seguridad informó 1.000 “notificaciones” y 232 “detenciones”, o La Matanza (145 detenciones según el intendente Espinoza), y sabemos que Bahía Blanca no baja del promedio de 100 detenciones diarias, no hemos logrado acceder a la cantidad total de arrestos en el territorio provincial. Claro que esos datos parciales permiten extrapolar un número impresionante.

En otros casos, como la provincia de Catamarca, no hemos encontrado noticias sobre la detención de personas por el DNU 297/2020, quizás porque la primicia que ocupa las portadas policiales es la detención en el día de hoy, por orden de un fiscal, del comisario José Soria y del oficial principal Martínez, involucrados en el robo de una moto Honda CG y de autopartes que estaban secuestradas, en depósito en la comisaría de Valle Viejo, Villa Dolores. Se ve que ni el Covid19 frena la criminalidad policial.

Otro problema para la recopilación de datos, que ya mencionábamos ayer, es que cuando se informa la cantidad de detenciones efectuadas por fuerzas federales se discrimina según cuál las efectuó, sin mencionar si fue en CABA, provincia de Buenos Aires u otras provincias.

Sin embargo, el dato más preocupante de la jornada de este lunes es el empeoramiento de la situación en las cárceles. A los hechos represivos ocurridos ayer en las cárceles de Bariloche y Batán, se suman a estas horas una situación similar en la cárcel de Bouwer, Córdoba, empeoró la situación en Batán, y se han desatado motines en las cárceles de Coronda y Las Flores, en la provincia de Santa Fe, así como en la bonaerense de Florencio Varela. En todos los casos, el reclamo de las personas presas es tener acceso a mínimos elementos sanitarios como jabón o lavandina y la denuncia de que el servicio penitenciario no cumple las medidas básicas para evitar la introducción del virus a los penales, lo que devendría en una masacre inmediata e inevitable.


Finamente, como botón de muestra de la forma en que la policía “disuade” a las personas que imprudentemente se reúnen en una esquina o una plaza para que regresen a sus casas, en Goya, provincia de Corrientes, una vecina pudo filmar, desde su puerta entreabierta, el momento en que, desde un patrullero, disparaban contra un grupo de adolescentes. Pueden ver el video en https://www.radiodos.com.ar/46866-video-policia-disparo-con-su-arma-reglamentaria-frente-a-un-grupo-de-jovenes.

Desde Córdoba, nos llegó el relato de lo padecido por un joven de 18 años en situación de calle, hostigado y golpeado por la policía al grito de “no podés estar en la calle”, y naturalmente sin ofrecerle albergue. Lxs vecinos que vieron la escena hicieron una colecta para que pudiera alojarse en un hotel hasta que consiga plaza en un refugio.
 
La solidaridad popular es un problema para los que necesitan reprimir para gobernar, como quedó muy claro hoy en la intervención radial del ministro de Seguridad jujeño, Ekel Meyer: “Quiero pedirle a los vecinos que cuando adviertan vecinos que no estén cumpliendo, ellos mismos también los repriman”.

En la víspera del primer 24 de marzo que no podemos estar en las plazas y las calles contra la represión y la impunidad de ayer y de hoy, reiteramos que no es con represión, ni mucho menos con medidas extremas como la declaración del estado de sitio, como se puede evitar la expansión de la epidemia ni garantizar la vida y salud de todxs.

Cuidémonos colectivamente, del virus y de la represión.
La salida es la organización colectiva y popular.
CORREPI


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Hace siete días, en este espacio, prevenimos lo que ahora reforzamos: uno se siente demasiado pequeño, pudoroso, en su estatura intelectual, para verter opinión en un momento que parece ser de crisis civilizatoria.


Un desconcierto tan gigantesco merece respeto. Pero, así sea apenas en modo de pregunta, vale animarse a unos conceptos. Provoquémonos. Lo que enferma es el virus. Ciertos interrogantes y afirmaciones no contaminan a nadie, aunque la Organización Mundial de la Salud recomienda no sobrecargarse de información y lo bien que hace. Igual que el Ministerio de Salud y la Secretaría de Medios cuando sugieren “evitar titulares e imágenes de alto impacto, musicalización y sonidos de catástrofes”.


Como si no alcanzara con el miedo y pánico desperdigados, siguen metiendo “alerta” y estridencias tétricas, de base narrativa permanente, a cuanta noticia trascendente o estúpida ande dando vueltas. Da lo mismo Italia parando sus fábricas que Oriana Sabatini contando los síntomas que tuvo y lo bárbaro que se siente.


El colega Eduardo Febbro despachó desde París, una crónica en la que dice que el futuro mutó hacia un territorio abstracto, que la interminable hilera de andenes vacíos es una función permanente de la pornografía consumista e inútil del liberalismo, que al fin vemos su realidad artificial y pueril, que ya no cabe el maquillaje o la tentación. Y que las publicidades gigantes de los afiches venden a la nada un montón de objetos y servicios que (ya) nadie puede comprar.


Al ser tiempo de urgencia en los cuidados personales y colectivos, transita poco pensar en el después. Disparadores como los señalados por Febbro son una de las no tantas invitaciones a imaginar que, cuando se extinga la pandemia, tal vez hayamos aprendido que la (buena) vida está en otra parte. Quizá hayamos digerido que el neoliberalismo, y sus meritócratas, y su estímulo al consumismo desencajado, y la destrucción de las políticas de Estado que regulan los desequilibrios sociales, redujeron las perspectivas de progreso mejor administrado.


Uno, sin embargo, teme --acerca de la salida de esta peste que la humanidad superará como ya lo hizo con otras, cuando el conocimiento científico era infinitamente menor-- la probabilidad de que salgamos de ésta habiendo aprendido poquito.


Eso no quiere decir que deje de ser una oportunidad, magnífica, que los sectores progresistas más significativos de la(s) sociedad(es) deberían usufructuar.


Por lo pronto, están expuestos los límites de un orden económico y tecnológico que profundiza las desigualdades, como Ricardo Forster lo reseñó en forma estupenda, en la nota que también el viernes publicó este diario.
Porque hay algo que igualó. “Igualdad ante la expansión viral que no sabe de diferencias ideológicas ni reconoce aduanas que discriminan entre ciudadanos del primer mundo y miserables indocumentados que se ahogan en el Mediterráneo. Miedo en la Italia opulenta del Norte; miedo en una barriada de migrantes napolitana; miedo en la Alemania de Merkel que comienza a revisar su “ortodoxia fiscal”; miedo en una España demasiado inclinada al consumismo; miedo en la pujante Seúl que a través del cine nos muestra la realidad de la desigualdad; miedo en los aviones abarrotados de turistas que regresan apresurados a sus países de origen antes que se cierren todas las fronteras; miedo en lujosos transatlánticos cuyos pasajeros descubren, azorados aunque conservando sus privilegios de primera clase, lo que significa convertirse en paria y que ningún puerto los acepte. El miedo nos ha vuelto más iguales y, por esas extrañas vicisitudes de la historia, nos abre la posibilidad de repensar nuestro modo de vivir. Una oportunidad en medio de la noche y la incertidumbre”.


Cómo no preguntarse, tal lo hace Ricardo, “¿quién nos protege ahora que el Estado ha sido jibarizado con la anuencia de los mismos que hoy le exigen a los gobernantes que se hagan cargo de subsanar lo que ellos desarticularon? ¿Qué decirle a una sociedad que se creyó la buenaventuranza del mercado y sus oportunidades, la meritocracia y sus pirámides construidas por el `esfuerzo individual y la competencia de los mejores´, un capitalismo que sólo prometía la multiplicación infinita del consumo mientras se dañaba irreversiblemente a la biosfera? ¿Cómo salir de un narcisismo todoterreno que se instaló en nuestras interioridades para descubrir que en soledad no llegamos a ningún lado? ¿Cómo reparar almas devoradas por el cuentapropismo moral que hizo de cada individuo una suerte de mónada autosuficiente? Preguntas que, quizás, iluminen con una luz distinta en medio de la noche viral. Dialéctica de una tragedia que nos recuerda, muy de vez en cuando, que ‘allí donde crece el peligro también nace lo que salva’ (…) Un día cualquiera descubrimos que las máscaras se caen y que las consecuencias de la mentira asumen el rostro del abandono, la intemperie y la incapacidad de enfrentar la llegada de la peste. De Nuevo y sin hacerse cargo de nada, se alzan las voces que antes pedían menos Estado y que ahora demandan que el estado los salve”.


Estamos obligados a pegar un volantazo, advierte Forster.


El tema es si seremos conscientes de que estamos obligados, y eso conlleva tomar nota del tipo de solidaridad que se requiere.


Es decir: no sólo se trata de hacerse grandes planteos ideológicos, sino de una práctica que por fin nos rescate de arrebatos enanofascistas, xenófobos, discriminadores. Que nos rescate del egoísmo social. Porque, ¿qué hacemos ahora con aquello del miedo al otro? ¿Qué otro? ¿Alguien no se dio cuenta, todavía, de que estamos todos en el mismo barco?


No debemos dejar de interrogarnos sobre los barrios de la pobreza, la miseria, el hacinamiento. No es demagogia, no es sensiblería barata. Es cambiar la cabeza justamente para salvarnos.
Tenemos el mejor liderazgo político y el mejor gobierno nacional que podían tocarnos en circunstancias como éstas. Alberto Fernández transmite seguridad, severidad, protección. Puede que no sea la instancia adecuada para subrayarlo, pero igual repitámoslo porque, en el fárrago del desconcierto y el temor, hay perdidas unas buenas noticias, o registros: ¿se imaginan lo que hubiera sido esto con el gobierno anterior? Punto. Es sólo para anotarlo.


Personalizo directamente: que me disculpen pero yo siento que la responsabilidad y solidaridad a que se convoca, y a la que nos convocamos, tiene preeminencia de una lógica exclusivamente clasemediera. Y eso no es (mal) atributo del Gobierno, que está preocupándose y ocupándose de lo que pueda suceder en las barriadas inmensas del fondo del pozo, que estipuló precios máximos en productos básicos, que avisa que será inflexible con los avivados del tamaño que fueren, que en medio de una economía devastada ha lanzado medidas protectoras para las pymes y para los monotributistas. Siempre podrá hacerse muchísimo más, pero lo que se hace no es lo de menos.


Lo que decimos es que el cambio de cabeza atañe a que responsabilidad y solidaridad no pueden concluir en quedarse en casa, en lavarse las manos a cada rato con agua y jabón, en mantener metro y pico de distancia con “el otro”, en saludarse con el codo, en salir al balcón para putear a los imbéciles que andan por la calle como si nada.


¿Dónde están los medios con recursos suficientes, que no ponen sus cámaras en los conurbanos de las grandes ciudades, en las sedes de las aglomeraciones sin chance de distanciarse físicamente, en las notas a quienes viven del día a día pidiendo una moneda en los semáforos? ¿Quiénes les preguntan a cuáles funcionarios sobre la derivación alimentaria y sanitaria de los que no están en emergencia, sino que viven en ella? ¿Por qué piensan que se insinúa la probabilidad de estado de sitio? ¿Porque los delivery no darían abasto? ¿Por sacar al perro varias cuadras en vez de hasta el árbol inmediato?
Solidaridad, no demos más vueltas, es también entender que se terminó hablar de estos negros de mierda, del cáncer del gasto público, del populismo como el eje de todos los males, de los ciudadanos que pagamos impuestos para mantener vagos.


A ver, ahora, dónde están los que se quejan de las mallas de contención social tejidas desde la crisis del 2001. Dónde están, con qué cara, los que militan en el odio a los piquetes choriplaneros del punterismo barrial. Hay unos pobres en el recibidor, como cantaba el Serrat que nos gustaba a todos. ¿Quién los atiende?


Solidaridad es comprender que si no hay un Estado fuerte se salvarán pocos. No del virus. De la pelotudez de creerse que la salvación es individual, departamentera, de tener alcohol en gel.


Como queda demostrado, no hay ningún virus más jodido que ése.
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El Ejército entregó este domingo más de una tonelada de alimentos y artículos de limpieza en los barrios más carenciados de la localidad bonaerense de Quilmes en un operativo organizado con el municipio como parte de las acciones que se realizan para que se cumpla el aislamiento social obligatorio decretado por el gobierno nacional para combatir la pandemia de coronavirus.
 
“Entregamos más de mil raciones de comida en los principales barrios periféricos de la localidad de Quilmes en un operativo de protección civil enmarcado en la Ley de Defensa Nacional”, aseguró a Télam el capitán Ezequiel Salinas, del Regimiento de Patricios. El Ejercito Nacional, con personal del Regimiento de Patricios, Granaderos de a Caballo y de Artillería 1, fue el encargado de distribuir los alimentos aportados por el gobierno municipal y distintas ONG's. “Son seis las unidades destinadas con 10 soldados cada una. Cada camión lleva un termocontenedor que contiene entre 250 y 300 raciones de comida”, indicó Salinas.

Guillermo es encargado del comedor Pancitas Felices, y fue quien avisó a sus vecinos para que puedan acercarse y conseguir un plato de comida para sus familias. “Con este tema de la cuarentena no podemos hacer venir a los vecinos al comedor, así que ayer tuve que entregar 17 bolsas de mercadería porque la gente tiene miedo de contagiarse”, aseguró.

Por su parte, Miriam se acercó con un tapper a una de las unidades del Ejército para llevarle comida a su familia, que no puede salir de su vivienda. “Tengo a mi hijo enfermo con asma y yo soy diabética. En mi casa viven, además, mi otra hija con mis cuatro nietos y no podemos salir a trabajar, así que esta comida nos viene bárbaro”, dijo.

Macarena señaló que “es una ayuda muy grande” la que están recibiendo y que la cuarentena la está pasando “como puede” con los suyos. “Somos siete en mi casa, todos trabajamos de vendedores ambulantes y salimos a la calle con un carro para recolectar. Tenemos la plata justa, así que recibir este plato de comida nos ayuda a todos”, aseguró.
 
Después del duro trabajo que mantenían los efectivos del ejército argentino, en el norte de la región, construyendo pozos de agua potable y acueductos, para los pueblos indígenas de la provincia del Chaco Argentina; "los wichis. Ahora poseen una de las misiones más rigurosas: la entrega de alimentos a los barrios más necesitados de la provincia de Buenos Aires y sus alrededores.
Con el apoyo de las distintas organizaciones de los intendentes locales y los clubes de distintos equjipos de fútbol, quienes les abrieron las puertas de sus instalaciones, para llevar a cabo la tarea de recolección, almacenamiento, organización y cocción de los alimentos donados, por partes de entidades políticas y sociales.
Es una de las joyas preciadas de la capital bonaerense. Un lugar emblemático que -como toda la ciudad- quedó vacío. Hasta este lunes que comenzaron a llegar camiones del Ejército y equipos médicos: en La Plata se decidió montar un centro de atención intermedia de salud para los pacientes que requieren estar en aislamiento por el coronavirus en la República de los Niños. 

El intendente de La Plata, Julio Garro​, está articulando un programa para desarrollar el primero de los centros de atención intermedia de la ciudad.

La idea es que allí concentren sólo casos de baja complejidad , ya que la red de mediana y alta complejidad la organiza el gobierno Bonaerense por medio de los hospitales de la región, explicaron en la municipalidad.

El primer centro será en la República de los Niños de Gonnet, donde este lunes por la mañana ya comenzaron las tareas para armar los tres pabellones: uno para niños, otro para mujeres y el último para varones.

No será el único centro en La Plata. También está en estudio armar otros en el parque ecológico y el polideportivo de Los Hornos, por ejemplo. Pero eso dependerá de la necesidad que surja según cada zona.

Como alternativa , también está en análisis usar las instalaciones de clubes e instituciones de cada barrio, ya que muchos cuentan con una infraestructura que podría ser fácilmente adaptada.

Los clubes de Gimnasia y Esgrima de La Plata (GELP) y Estudiantes también ofrecieron sus instalaciones para habilitar centros de tratamiento o de aislamiento ante posibles contagios.




Si la crisis es mas que sanitaria, política/económica, sino que abarca las estructuras mismas de las instituciones históricamente instituidas y nos confrontan con lo mejor y lo peor de lo que somos capaces les humanes sobre la tierra, difícil es asumir con responsabilidad alguna reflexión crítica cuándo nos confrontamos a la precariedad y fragilidad misma de la existencia humana como tal. Si hasta los mas liberales de hace tan solo un mes atrás insisten en que “de esta salimos todos o no sale nadie” y hasta el mas socialista y revolucionario sostiene en su aversión al otro que es el momento de asestar no se que golpe a quién para hacer caer el sistema capitalista cuándo esta visto que está en el Hospital sostenido por respiradores y que esos respiradores ya dejaron de dar “ganancias” que permitan sostener la ilusión de que aún está con vida.

Si el mismo ejercito como institución que ayer (1976) volcó sus armas contra el pueblo hoy sale a repartir comida a los hambrientos, habría que preguntarse porque las armas … y no el reparto equitativo de aquello que producimos entre todos con esfuerzo.

Frente a pandemias y memorias se escucha atronador el silencio neoliberal y el cambio de actitudes y discursos propiciando solidaridad de aquellos que tan solo unas cuantas semanas atrás defendían “meritocracias”, “Posverdades” y Posturas anti-Estado y de defensa de absolutas libertades de mercado …



Daniel Roberto Távora Mac Cormack


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