Viernes 10 de Julio de 2020
Religión, Política, Economía, Ciencia ...
La fragmentación de la realidad cotidiana.
El mundo se encuentra en una
encrucijada existencial que involucra una pandemia, una profunda
recesión económica, un cambio climático devastador, una
desigualdad extrema y un levantamiento contra las políticas
racistas. Recorriendo todos esos desafíos subyace la larga
negligencia de la lucha contra la extrema pobreza de muchos
gobiernos, economistas y defensores de los derechos humanos”,
asegura un informe de un experto de la ONU presentado al Consejo de
Derechos Humanos.
Philip Alston, hasta hace una
semanas relator especial de la ONU sobre la pobreza extrema y
los derechos humanos, señala que frente a esa negligencia muchos
líderes mundiales, economistas y expertos han promovido con
entusiasmo un mensaje de autocomplacencia, proclamando que el avance
contra la pobreza es uno de los mayores logros humanos de nuestro
tiempo.
El mundo mide erróneamente el
avance en la eliminación de la pobreza haciendo referencia a un
nivel de subsistencia miserable en lugar de a un nivel de vida
incluso mínimamente adecuado.
Sin embargo, "la realidad es
que miles de millones de personas se enfrentan a pocas oportunidades,
innumerables indignidades, hambre innecesaria y muertes que podrían
evitarse", concluye este profesor, titular de la cátedra John
Norton Pomeroy de derecho en la Facultad de Derecho de la Universidad
de Nueva York.
Una línea del Banco Mundial
demasiado baja
La
desconexión entre la realidad y el discurso se basa en que el Banco
Mundial ha establecido una
línea de umbral de la pobreza demasiado baja.
Alston explica que “casi todas
esos mensajes de satisfacción (por los avances contra la pobreza)
dependen de una forma u otra de la línea internacional de pobreza
establecida por el Banco Mundial”, que permite afirmar que el
número de personas que viven en la pobreza extrema cayó de 1895
millones en 1990 a 736 millones en 2015, aproximadamente del 36 al
10% de la población mundial.
“Esa caída se debe en gran
medida al aumento de ingresos en un solo país, China. Y oscurece la
pobreza entre las mujeres y los que quedan excluidos de encuestas
oficiales, como los trabajadores migrantes y los refugiados”,
revela Alston.
La
actual línea internacional de extrema pobreza del Banco Mundial se
estable en un
ingreso de 1,90 dólares estadounidenses diarios por persona y
se obtuvo de un promedio de líneas de pobreza nacionales adoptadas
por algunos de los países más pobres del mundo, principalmente en
África subsahariana.
Esta
línea del Banco Mundial “está
explícitamente diseñada para reflejar un nivel de vida
asombrosamente bajo,
muy por debajo de cualquier concepción razonable de una vida digna”,
declara el experto.
Según la medida, uno puede
"escapar" de la pobreza sin tener un ingreso cercano al
requerido para lograr un nivel de vida adecuado, incluido el acceso a
la atención médica y la educación.
“Se
trata de un estándar
que nada tiene que ver con el establecido por el derecho de los
derechos humanos y
plasmado en la Carta de las Naciones Unidas”, subraya el relator.
Alston
señala que “al centrarse decididamente en la línea de pobreza
defectuosa del Banco Mundial, la comunidad internacional mide
erróneamente el progreso en la eliminación de la pobreza haciendo
referencia a un nivel de subsistencia miserable en lugar de a un
nivel de vida incluso mínimamente adecuado. Esto a su vez
facilita las afirmaciones muy exageradas sobre la inminente
erradicación de la pobreza extrema y
minimiza el estado de empobrecimiento en el que aún subsisten miles
de millones de personas”.
“El
resultado es una victoria pírrica, un sentimiento indebido de
inmensa satisfacción y una complacencia peligrosa. Usando
medidas más realistas, el grado de pobreza global es mucho mayor y
las tendencias extremadamente desalentadoras”, dijo Alston.
“Incluso antes de la pandemia,
3400 millones de personas, casi la mitad del mundo, vivían con menos
de 5,50 dólares por día. Ese número apenas ha disminuido desde
1990".
En
la actualidad, la principal medida de privación global no monetaria,
el Índice de Pobreza Multidimensional, que abarca 101 países en
desarrollo, arroja una
tasa de pobreza del 23%.
Pero, según el catedrático, ni
incluso con esa línea de pobreza tan baja se va a conseguir el
objetivo número 1 de la Agenda de Desarrollo Sostenible de la ONU
que establecía el fin la pobreza en todas sus formas en todo el
mundo para el 2030.
El COVID-19, una pandemia de
pobreza
La pandemia mundial del
coronavirus ha llevado a más de 250 millones de personas al borde de
la inanición y empujará a 176 millones por debajo de esa línea de
pobreza, frustrando así la Agenda.
El relator señala que hay que
llamarse a engaño porque el pésimo historial de la comunidad
internacional en lo que respecta a la lucha contra la pobreza, la
desigualdad y el desprecio por la vida humana precede en gran medida
a esta pandemia. Y denuncia que esa lucha se centra en las promesas
de un el crecimiento económico que no se cumplen.
"En demasiados casos, los
beneficios prometidos del crecimiento no se materializan o no se
comparten", dice el informe. "La economía mundial se ha
duplicado desde el final de la Guerra Fría, y sin embargo la mitad
del mundo vive con menos de 5,50 dólares al día, principalmente
porque los beneficios del crecimiento han ido en gran medida a los
más ricos".
Por ese motivo, el mundo necesita
nuevas estrategias, una auténtica movilización, potenciación y
responsabilidad "para evitar el sonambulismo hacia el fracaso
asegurado mientras se producen interminables informes insípidos".
Acabar con la pobreza es una
decisión política
También aseguró que la pobreza
mundial continua a gran escala es incompatible con el derecho humano
a un nivel de vida adecuado y el derecho a la vida junto con el
derecho a vivir con dignidad.
“El
hecho de no tomar las medidas necesarias para eliminarla es
una elección política que,
además, deja firmemente instauradas prácticas discriminatorias
basadas en género, estatus, raza y religión, diseñadas para
privilegiar a ciertos grupos sobre otros”.
Al presentar el informe, el
sucesor de Alston, Oliver De Schutter dijo que la justicia fiscal es
clave para garantizar que los gobiernos dispongan del dinero
necesario para la protección social tras señalar que en 2015, las
multinacionales trasladaron aproximadamente el 40% de sus beneficios
a paraísos fiscales, mientras que los tipos del impuesto de
sociedades a nivel mundial han caído de una media del 40,38% en 1980
al 24,18% en 2019.
De Schutter también pidió que
se estableciera un fondo de protección social para ayudar a los
países a dar a los más pobres garantías básicas de seguridad
social.
"El crecimiento por sí
solo, sin una redistribución mucho más robusta de la riqueza, no
conseguiría combatir eficazmente la pobreza", agregó el nuevo
relator especial sobre pobreza extrema y derechos humanos.
Sobre la base de las tasas de
crecimiento histórico, se necesitarían 200 años para erradicar la
pobreza por debajo de la línea de los cinco dólares diarios y se
requeriría un aumento del producto interior bruto mundial de 173
veces.
"Esto es una perspectiva
totalmente irreal, sobre todo porque no tiene en cuenta la
degradación ambiental asociada al crecimiento económico, ni los
efectos del cambio climático en la propia pobreza", explicó De
Schutter.
El experto mostró su
satisfacción por el informe de su colega porque “ilustra que la
pobreza no es sólo una cuestión de bajos ingresos. Es una cuestión
de exclusión, de abuso institucional y social, y de discriminación.
Es el precio que pagamos por las sociedades que excluyen a las
personas cuyas contribuciones no son reconocidas. Erradicar la
pobreza significa construir sociedades inclusivas que pasen de un
enfoque caritativo a un enfoque de empoderamiento basado en los
derechos".
*Los
Relatores Especiales forman parte de los Procedimientos
Especiales del Consejo de Derechos Humanos. Los
Procedimientos Especiales, el mayor órgano de expertos
independientes en el sistema de la ONU para los Derechos Humanos, es
el nombre general de los mecanismos independientes de investigación
y monitoreo establecidos por el Consejo para hacer frente a
situaciones concretas en países o a cuestiones temáticas en todo el
mundo. Los expertos de los Procedimientos Especiales trabajan de
manera voluntaria; no son personal de la ONU y no perciben un salario
por su trabajo. Son independientes de cualquier gobierno u
organización y actúan a título individual.
Tenemos
que rechazar todo lo que nos limite.
Richard Bach
Creo
cada vez más que no hay que juzgar a Dios por este mundo, es un
estudio suyo que le salió mal.
Vicent van Gogh
Oponerse es una acción que
expresa el deseo de desechar del pensamiento y de la vida aquello que
resulta intolerable y que produce daño. No siempre resulta sencillo,
Es necesaria una carga de decisión y energía. Muchas veces se trata
de cosas que han estado muy unidas a la vida de la persona y de su
entorno cultural y social. El peso de las tradiciones, aun cuando no
parecieran tener una particular trascendencia, juegan un papel
significativo en la conducta y el juicio. Eso de que hay cosas que no
se discuten, o siempre ha sido así, están más presentes en la vida
diaria de lo que pareciera.
A veces alguno cuestiona el
origen de las tradiciones que siguen gobernando las acciones
personales y sociales. Nadie parece cuestionar su validez pero allí
aparecen en el momento en que una decisión familiar, social y aun
política se va a tomar. El peso de muchas tradiciones. Algunas de
las cuales son ancestrales, y de las cuales no siempre es posible
conocer su origen. Ha evolucionado con el tiempo por razones no
siempre discernible.
De todas maneras, la raíz de
muchas tradiciones que forman parte de la sociedad, están siempre
presente y ejerciendo su influencia en la sociedad. Afirmaba
J.R.R.Tolkien, el autor del “Señor de los anillos”: “No
desprecies las tradiciones que nos llegan de antaño; ocurre a menudo
que las viejas guardan en la memoria cosas que los sabios de otro
tiempo necesitaban saber.” ¿Lo necesitan en estos tiempos? Es
difícil saberlo, será cuestión de indagar en aquellas tradiciones
que, de una manera u otra, tienen relevancia en el presente.
Hay muchas tradiciones que están
presentes, son reconocidas y valoradas en la comunidad. Se podría
hablar de las comunidades indígenas de distintas partes del mundo,
muchas de las cuales tienen que luchar para poder mantenerse vivas.
Las sociedades modernas tienden creer que muchas antiguas tradiciones
son un impedimento para el desarrollo. Tampoco debe anular lo que
decía René Descartes que: “Conviene tener en cuenta que muchas
creencias se apoyan en el prejuicio y en la tradición.” Cuando un
grupo indígena reclama por la tierra que habitaron sus ancestros, no
solo lo hacen por el valor histórico sino porque, están convencidos
que le pertenece el suelo que los cobija o los tiene que cobijar.
A la vez, el encuentro de la comunidad con la madre tierra ha forjado
una estrecha relación que requiere un cierto cuidado y preservación.
Es evidente que eso está muy presente en su vida y sus relaciones
sociales.
No parece que podría decirse lo
mismo de muchas sociedades modernas. Muchas de ellas se forjaron
alrededor de un plan de inmigración que buscaba integrar a los que
se iban incorporando a una nueva forma de vida y comunidad. Los que
llegaban no solo traían su interés por trabajar y hacer uso de sus
conocimientos sino venían acompañados de su propia tradición y
cultura. También debe considerarse el hecho que muchos de ellos no
tenían a su tradición como un bien que exhibían en su proceder,
salvo en el contacto con los propios que muchas veces se expresaba en
los gustos por la cocina. El recuerdo de la comida gozada en el
pueblo de origen solía emergen en el recuerdo del perfume de lo que
valoraban a la distancia.
Por cierto, debían
enfrentar un proceso de adaptación a las costumbres locales, desde
el trato diario con el entorno físico hasta las menores relaciones
como el funcionamiento del mercado o el correo. Muchos de ellos
desconocían la lengua de país al que se integraban, esa desconocida
lengua era también la realidad de una cultura diferente. Esa mezcla
de culturas, de tradiciones y de la misma capacitación que
ostentaban producía variadas reacciones. Por un lado, puede
considerarse la inevitable desconfianza de los locales que llegaban a
entender a la inmigración como un peligro, una invasión de la
intimidad. Estas menciones sobre la inmigración pueden resultar
parte de un proceso normal de transferencia y recepción.
Cuando las UN hablan de la
inmigración hoy en el mundo, las cifras pintan un panorama muy
complejo y preocupante. Unos pocos a modo de ilustración. En el año
2017 las personas que se han movido a un país distinto al de su
nacimiento habían llegado a 258 millones contra los 244 millones
registrados en 2015. Las mujeres ya era el 50% de los emigrados,
cifra que ha ido en aumento. Es alarmante que hay más 36 millones de
niños migrantes. Así, es Asia que recibe al 31% y Europa30%.
Las razones de la emigración
giran alrededor de causa ecológicas, como catástrofes naturales;
causas económicas, mencionadas como las principales en la búsqueda
de mejoras de vida. Pero, al mismo tiempo, están bien presentes
causas de origen político o de conflictos bélicos, evitando la
persecución o la venganza. En estos últimos años se hizo evidente
el rechazo, especialmente de varios países europeos, a recibir
inmigración. La desesperación de cientos de personas viajando
frágiles embarcaciones, muchas de las cuales han sido sometidas a un
oscuro negocio, para el que debieron entregar sus escasos bienes. La
muerte que sucedió a estos intentos es altamente criminal, por el
que han pagado familias enteras y muchos inocentes niños.
No se puede dejar de señalar que
esta inmigración tan dolorosa y cruel proviene de varios países
europeos que dominaron, esquilaron sus riqueza y dejaron en la
pobreza a grandes mayorías. Que hoy haya quienes directamente o
indirectamente están planteando a sus antiguos colonizadores que
llegó la hora de compensar lo sucedido, aunque sea en parte, por la
riqueza que se llevaron y los dejaron sometidos a la pobreza.
El
miedo a la inmigración
Otro de los temores que se
manifiestan en esta ola de perturbadora migración es el tema
religioso. Muchos de los que quieren ingresar profesan una creencia
que difiere de las tradicionales de aquellos países. No es un tema
menor y su incidencia en la vida personal y comunitaria es más que
significativa En ciertas culturas la religión está tan imbricada en
la sociedad que hasta resulta extraño asumirla como una realidad que
ha sido insuflada en la comunidad, sino que se la asume como
constitutiva desde su gestación. Cuando se llega a considerar que
son, al menos, cientos de religiones presentes en el mundo
identificables por sus variados símbolos de fe y práctica, por los
requerimientos requeridos para sus seguidores, por no hablar de su
propia concepción de la divinidad, sea un dios o varios.
La forma en que la religión ha
encontrado su lugar en la sociedad es muy diversa. No es el interés
de este escrito detenerse en los diversos modos de su presencia,
porque desde los primeros albores de la humanidad una manifestación,
llámese religiosa, describe el asombro, el miedo y la búsqueda de
ese mundo al que estaban despertando. El desarrollo de formas de
incipiente religión a formas más sofisticadas y complejas refleja
los cambios que experimentó la humanidad y que tuvo resultados
enmarañados y, no solo diversos, sino también opuestos y en serio
conflicto. El desarrollo de las religiones, como se ha indicado, al
pasar a ser constitutivas de la sociedad por su propia dinámica
imprimió una particular forma de entender la vida y proveyó
elementos para su organización y conducción.
La intención de ser un
ente de cohesión y servicio al desarrollo de la comunidad, en varios
casos se constituyó en una fuerza demandante que introdujo una
visión de lo propio y lo ajeno dando lugar a los distanciamientos
entre los pueblos. Las enemistades creadas dieron lugar al rechazo
del otro y, al mismo tiempo, procurar su destrucción. Se calcula que
cerca de un 60% de la población profesora algún tipo de religión.
Al mismo tiempo se reconoce que las manifestaciones religiosas son
muy diversas y, la presencia de diversas visiones se entremezcló con
auto comprensiones del lugar que le correspondía a un sector de la
sociedad, que entendió que su creencia le otorgaba una superioridad
en medio de la comunidad toda.
Las luchas indígenas
porque sea reconocido su propio valor y el derecho a ejercer la
conducción de su propio país, Los viles ataques y denostaciones a
los pueblos originarios a quienes, con argumentación religiosa
se les negaba la condición de seres humanos. La esclavitud de
millones de personas se desarrolló bajo el paraguas de una
concepción teológica que era su garantía de que así cumplían con
la voluntad de Dios. Los pueblos fueron cercenados en el uso de su
lengua nativa y han sido invalorables los esfuerzos por mantenerlas,
Problema que se repitió en todos aquellos lugares donde sufrieron el
colonialismo.
Vale
la pena recordar una historieta que menciona Ulrich Beck que describe
el otro lado de la escena en un episodio que se explica por sí
mismo: “Hay una caricatura de los conquistadores españoles
haciendo su entrada, con armas relucientes, en el nuevo mundo: ”Hemos
venido a vosotros”, leemos en el bocadillo, “para hablar de Dios,
de la civilización y de la verdad”. Y un grupo de nativos con aire
perplejo contesta: “Muy bien, y ¿qué quieren saber?” El humor
saca a la luz los preconceptos y el manifiesto racista de los
conquistadores. En su valiosa obra sobre la conquista política y
religiosa de las Américas, “A Violent Evangelism”, Luis N.
Rivera, señala que: “Por cierto los conquistadores españoles de
las América fueron guiados por su interés en Dios, el oro y la
gloria. Pero fue el lenguaje relacionado con Dios –teología–
que sirvió para racionalizar la avaricia y la ambición y no al
revés. Fue la religión que intentó sacralizar la dominación
política y la explotación económica”.
Los tiempos han corrido y,
algunos de los protagonistas han cambiado, pero el sedimento de
muchos de los pesares e injusticias tiene en la religión un actor
responsable. Al menos aparece como un mascarón que ha intentado
disimular sus verdaderas intenciones.
Reiteradamente muchos escritores
han lanzado sus críticas a la religión y, especialmente, a atacar
las instituciones cristianas. En estos últimos años una serie de
libros volvieron a tratar el tema del ateísmo y la búsqueda de una
nueva espiritualidad, como por ejemplo, la obra de André
Comte-Sponville, “El alma del Ateísmo”, que busca ser una “una
introducción a una espiritualidad sin Dios”.
Sería largo enumerar a quienes
desde posiciones muy sólidas han rechazado a la religión. Se hará
referencia, a modo de ejemplo, a uno de ellos, Fernando Vallejo.
Se trata de un autor colombiano contemporáneo con una larga
producción de obras que abarcan novelas, ensayos, una serie libros
autobiográficos donde narra su juventud, su adicción a las drogas y
el tema de su homosexualidad. Ganó con su obra “El
Desbarrancadero”, el Premio Rómulo Gallegos, 2003. Se destaca,
además, su libro “La Virgen de los Sicarios” (1994), una
descarnada descripción sobre el narcotráfico y la miserable vida de
quienes intentan vivir de ese flagelo en la ciudad de Medellín, que
fue llevada al cine, con disparar repercusión. El mismo escribió y
dirigió dos obras cinematográficas sobre la violencia en Colombia.
Su estilo es áspero y descarnado
y se ve bien en su obra “La puta de Babilonia” (2007)
La
sinceridad puede ser demoledora
Con su estilo descarado e
impertinente Vallejo, hace un vertiginoso recorrido por la historia
de la Iglesia Católica Romana, sin olvidar a los ortodoxos, los
protestantes, los judíos y los musulmanes. Ya se conocía esta
manera descarnada de escribir, pero nunca antes, sin perder su
peculiar estilo, había dedicado una obra a la investigación
histórica y teológica.
Como si hubiese tomado aliento
descarga de una sola y fuerte bocanada sus más de 300 páginas
pletóricas de denuncias, insultos y reclamos, mechados con un
particular y ácido sentido del humor, todo lo cual ha de horrorizar
a más de uno. El libro carece capítulos y secciones. Va y viene por
la historia, vuelve una y otra vez con sus obsesiones repitiendo
argumentos e improperios. Su furia y su desengaño no se esconden
detrás de una retórica complaciente. Desde el título define
y hace explícito su propósito, porque “la puta de Babilonia” es
como llamaban los albigenses a la Iglesia de Roma atribuyéndole la
mención que se hace en el libro del Apocalipsis (17:1-5) y que
Vallejo retoma.
¿Por qué escuchar a alguien que
cuestiona las bases sobre las que se sustentan los sentimientos
religiosos de muchos? ¿Por qué prestar atención a una obra que
insiste en pujar la invectiva para irritar hasta al más calmo?
Seguramente se podrían mencionar a muchos que a lo largo de la
historia cuestionaron los fundamentos religiosos, fueron tildados de
herejes y sufrieron persecución y muerte.
Vallejo menciona a varios de
ellos, con quienes comparte muchos de sus argumentos. Insiste una y
otra vez que Dios no existe y que si existiese sería malo; que
“Cristo es un engendro fraguado por Roma…a partir del año 100”
(Pág.101) tomando rasgos de figuras mitológicas, y que hasta San
Pablo “es un invento burdo” (Pág.76). Los escándalos, la
corrupción, la sumisión al poder y a las riquezas, la justificación
de la esclavitud, la vida licenciosa, y varias otras vergonzosas
páginas registradas en la historia de la Iglesia le dan más de un
argumento para una crítica despiadada y carente de toda confianza en
quienes la conducen y hasta en lo que sustentan.
Vallejo no hace críticas vacías.
Ha estudiado la historia y la doctrina. Ha sabido subrayar las
contradicciones, poner de manifiesto las incongruencias y los mitos
tejidos alrededor de los fundamentos de la fe religiosa. Así dedica
varias páginas a considerar la validez de los textos bíblicos ya
sea por su antigüedad como por la lengua en que ahora se los conoce.
Le inquieta que, por ejemplo, San Pablo prácticamente no haga
referencia a hechos o dichos de Jesús, siendo él su contemporáneo
(Pág.71). Le resulta sospechoso que las copias más antiguas del
Nuevo Testamento en su totalidad (códice Sinaiticus y Alexandrinus)
sean del siglo IV y V, tan cercano al Tercer Concilio de Cartago que
fija el canon ratificado en el Concilio de Trento, desechando una
enorme cantidad de los ahora considerados textos apócrifos (Pág.
116). ¿Por qué, se pregunta, se debe confiar en textos que solo se
conocen varios siglos después de escritos, en un idioma que no era
el de los discípulos de Jesús, y a quienes se les atribuye la
autoría?
Sus cuestionamientos sobre la
autenticidad de los textos bíblicos esgrimen argumentos que no
deberían ser obviados. No olvida los largos años de crítica
bíblica, de investigación arqueológica, y de los numerosos
investigadores que fueron a la búsqueda del Jesús histórico.
Tampoco olvida la reticencia de la Iglesia a tomar en serio la
investigación de la ciencia bíblica y más bien a calificarla de
“veneno mortífero” como llamó una Encíclica a los resultados
de tales búsquedas. A pesar de que esas posiciones extremas se han
ido atenuando, no es menos cierto que la afirmación dogmática prima
por sobre todo, puesto que se interpreta que la fe adquiere su propia
validez aparte de los resultados que provea la crítica bíblica.
¿Hasta dónde es dable aceptar
que los presupuestos doctrinales y la carga de la tradición
teológica asuman tal preponderancia? ¿Hasta dónde puede tensarse,
por ejemplo, la cuerda de los mitos –lo que Borges llama ese eterno
hábito de las almas- para reclamar autoridad final y verdad
indiscutida? ¿Cuál es el papel que juega el poder y sostén de la
institución eclesiástica para no atreverse siquiera a considerar la
crítica a sus fundamentos? ¿Cómo se desarrolla una genuina fe que
sepa mirar sin anteojeras al espectro amplio de la realidad? ¿Cómo
reconocer en el camino de las convicciones aquello que es fantasía,
poesía, cultura, que debe ser reconsiderado a la luz de las
evidencias de la realidad presente?
Vallejo separa el mundo de los
creyentes y del de los no creyentes, que cada uno se ocupe del suyo.
Respeta los derechos de los demás, pero quiere tener y preservar su
libertad de no creer. Esta actitud es muy propia de estos tiempos de
“religiosidad correcta” que evita toda confrontación o crítica.
Nada más lejos de la provocación de Vallejo. Dejando de lado
cualquier interés narcisista que lo haya motivado ¿es posible
esperar una sería reacción ante tal clamor? La tentación a separar
los mundos y dejar los cuestionamientos como no vinculantes, bien
puede ser la respuesta hoy. Las Iglesias parecen no percatarse, los
teólogos están ocupados en otras cosas. Es cierto que siglos atrás
libro y autor habrían recibido un trato cruel, hoy probablemente, el
silencio y el desdén.
Una nota más. Seguramente habrá
muchos que renegando de la religión encontrarán que les resulta muy
difícil sumarse al pensamiento de Vallejos. Se trataría de un
rechazo a la religión pero tomado con cierta pasividad. Es decir no
tomarían ninguna acción a partir de la cual expresar negación de
la realidad.
Hay, al menos, dos
interpretaciones que podrían hacerse. Una, que en las ideas de
Vallejo encuentran la expresión de su pensamiento que no logran
articular o que no se atreven a hacerlo. Otra interpretación debería
hacer referencia a la actitud generalizada en la sociedad moderna
donde las preocupaciones por las cosas trascendentes no forman parte
del interés corriente. Otras visiones que se señalan en los
próximos capítulos apuntan a comprensiones más complejas.
*Carlos
Valle nos brinda su nuevo libro “Voces de la vida” del cual
publicamos el capítulo segundo.
El registro de las decisiones y
medidas sanitarias que adoptan los gobiernos, y de las formas en que
los ciudadanos responden frente a la pandemia del coronavirus,
permitirá a las futuras generaciones comprender el alcance y el
impacto de la crisis mundial. Ante esta situación, se convierte en
fundamental el rol de las instituciones de la memoria, como archivos,
bibliotecas y museos, educativas y de investigación.
Para el director del Archivo
General de la Nación (AGN), Marcos Schiavi, este tipo de
instituciones no sólo son “un actor central en la gestión
documental de la administración pública”, sino también “una
herramienta para garantizar el acceso a información pública. Por
ende, una pieza clave en la construcción de un Estado fuerte,
transparente y eficaz”. En conversación con el Suplemento
Universidad, Schiavi aseguró que “los archivos universitarios
tienen mucho para aportar”, tanto para “reconstruir” sus
historias como para “mejorar y transparentar la gestión
universitaria”.
A través del Programa Memoria
del Mundo, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación,
la Ciencia y la Cultura (Unesco) lanzó la iniciativa “Convirtiendo
la amenaza del COVID-19 en una oportunidad para un mayor apoyo al
patrimonio documental”. La propuesta busca asistir los estados
miembros que “deseen preservar los registros oficiales” de la
emergencia sanitaria más grave de la historia moderna.
En consonancia con los
lineamientos de la Unesco, el AGN comenzó a “resguardar los
materiales de comunicación emitidos por la administración
nacional”. “Nuestro objetivo es resguardar la ‘campaña
COVID-19’ completa”, expresó Schiavi y dijo que ya empezaron a
articular con Jefatura de Gabinete. Desde el AGN también convocaron
a otras instituciones de memoria, como la Red de Archivos de
Universidades Nacionales de Argentina (AUNAR), a sumarse al proyecto.
Acciones concretas
Todo archivo posee una triple
función social: es memoria de la institución, insumo para la
investigación y garante de derechos. En otras palabras, los
documentos de archivos son “el testigo de las acciones y las
decisiones de nuestras universidades”, afirmó la directora del
Archivo Histórico de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP),
Laura Casareto, en diálogo con este suplemento.
Hasta el momento, el Archivo
Histórico reunió “protocolos, resoluciones, disposiciones,
normas, recomendaciones, investigaciones, planes de continuidad
pedagógica, flyers, fotografías, material de TV universidad,
documentos del área de salud y aportes de la Mesa de Trabajo de
Personas Mayores”. Casareto indicó que los materiales son
“recabados” para “garantizar la existencia de un registro
completo” con el fin de “reunir, catalogar y difundir información
fiable sobre acciones concretas acerca de la pandemia que realizó
nuestra Universidad”.
“Estos documentos serán
estructurados y descriptos en nuestro cuadro de clasificación
documental y podrán ser accesibles a través de una publicación que
está en proceso de edición, a la que se irán sumando los
documentos en la medida en que sean creados y reunidos”, señaló
la directora de la institución y expresó: “La pandemia nos
impulsa a seguir pensando en archivos accesibles desde diferentes
ópticas”.
También el Archivo Histórico y
Documental de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) se incorporó
a la convocatoria de la Unesco. Su directora, Sonia Riveros,
consideró que las instituciones de memoria, y en particular aquellas
del ámbito universitario, “tienen la enorme responsabilidad de
producir conocimiento sobre la pandemia, reunirlo, organizarlo,
clasificarlo y, sobre todo, conservarlo”. “Los archivos son
espacios de memoria y cumplen la función social de la transmisión
para que las generaciones venideras comprendan el alcance que tuvo la
pandemia y su impacto en la sociedad y en la región”, remarcó
Riveros a este suplemento.
En ese sentido, recordó que
distintas áreas de la UNSL encararon “actividades y producciones,
como la fabricación de alcohol en gel, pastillas de jabón, máscaras
de protección y respiradores”.
Mientras las universidades
aportan sus conocimientos y recursos para contrarrestar la crisis
sanitaria actual, se abre una oportunidad para visibilizar el papel
de los archivos en el resguardo de un tiempo que interpela a la
sociedad.
Uno
de los grandes defectos de la modernidad y pos modernidad (Como etapa
modificada por los cambios tecnológicos y técnicos), surge a partir
de la virtud de superar el pensamiento místico y teócratico, dónde
los poderes humanes eran atribuidos a Dios y entronizaban monarcas y
consortes, e imbuía de Guerra Santa a todo ejercito y toda espada,
en
las luchas de poder, y
reemplazarlo por el pensamiento racional científico, que atribuye a
la lógica y al uso de la racionalidad, el atributo humano superior
para generar conocimiento y colocar lo humano en el centro de la
escena, y es que, el método científico propone la segmentación y
fragmentación de la realidad para poder estudiarla y conocerla,
tornarla matematizable y dispuesta a formulas de planteos o teorías
lógicas.
No
es la fragmentación como método, el defecto, sino que con el tiempo
se termino creando una subjetividad de que la realidad es y funciona
de manera fragmentada, entonces cada quién no necesita entender la
realidad como completud sino solamente la parte que le atañe a su
“fragmento existencial”.
Lo
paradójico, es que en tanto conocedores de una parte, pero
imposibilitados de entender que esa parte no es el todo sino
precisamente una parte, completamos de modos no cientiíicos todo
aquello que la ciencia no puede o no ha podido responder aún, o
incluso aquellos conocimientos adquiridos pero presentados como
expertises de otros campos del conocimiento ajenos a la propia
experiencia, y a la que sustituimos con pre-juicios, metáforas sin
mucha racionalidad, pensamiento mágico, pensamiento concreto y
pensamiento teocrático del que nunca hemos despegado del todo.
Las
religiones en la modernidad y en la posmodernidad asume tantos
rostros como fragmentos que no están nutridos de conocimiento surgen
a la conciencia como verdad sabida y realidad conocida.
El
dinero es el peor Dios del mundo.
El
neoliberalismo como devenir de los procesos históricos que fueron
dando forma al capitalismo que se nutrió del saqueo colonial y
sostuvo el Patriarcado como legado histórico del sistema, en este
siglo XXI, a partir de los cambios que supuso la teoría monetarista
y la decisión de los EEUU de salir del Patron Oro, como medida de
moneda internacional y crear un valor intangible e incomparable de su
propia moneda, tan religioso como cualquier figura de Santo en una
iglesia cualquiera, produce buena parte de los males de época,
incluída esta crisis sanitaria global que produce la pandemia
generada por el virus covid19.
Como de Economía hay que saber.
Los sacerdotes del culto nos dicen a que Dios debemos servir. ¿Cúal
es el Dios verdadero? Aquel que en la figura mística de la “mano
invisible del mercado” dicta los mandamientos y preceptos del culto
al que el mundo asiste acríticamente. El dinero lo es todo. Sin
dinero nada se puede. La salud no se puede sostener sin dinero. Y
entonces es inviable un sistema de salud preparado para tener que
atender en una excepcionalidad a un número mayor al que el negocio
permite en arás de las estadísticas. La oferta y la demanda solo se
rige por períodos de “normalildad” que garantizan la
rentabilidad de la actividad y la disponibilidad de recursos, solo se
sostiene para esa “normalidad”. Cuándo la normalidad es alterada
por un virus desconocido, el sistema no cuenta con los recursos
poniendo al sistema en la crucial pero evidente situación de tener
que elegir quienes viven y quienes mueren. De esto se trata y se
trato siempre … la pandemia no hace mas que convertirse en una
muestra de esto. La pobreza es otra muestra, pero la propaganda del
sistema logro “naturalizarla” o correr el Foco y la mirada de las
causas reales y el relato religioso de variada confesión, atribuía
a la propia negligencia de los pobres, a la culpa de la política o
de los Estados, pero nunca a un sistema global de relaciones que
sostiene una estructura piramidal donde muy pocos se benefician mucho
mientras muchos padecen mucho mas.
Si este orden de cosas es el
resultado de un devenir histórico, no podrá ser modificado de otra
forma que como devenir histórico. Pero esa historia nueva que esta
por escribirse, no será escrita, si quienes vivimos este tiempo no
expresamos estas cuestiones. No las ponemos en debate. No generamos
la conciencia necesaria en las grandes mayoríoas de que es
fundamental para el futuro de nosotros, de nuestros hijos, de los
hijos de nuestros hijos y la tierra que nos cobija y nos permite la
experiencia de la vida, constituir poder popular, organización desde
abajo. Conciencia en los barrios, en los pueblos, con el vecino y los
amigos y compañeros de estudio o de trabajo, que es necesario no
quedarnos con nuestras experiencias mínimas y pensar mas y mejor la
vida que vivimos.
La realidad es el resultado de
las complejas relaciones que tejemos les humanes en nuestra
cotidianeidad pero también en los lazos que como conciencia
establecemos a niveles y dimensiones mas integrales … el vecino, el
barrio, la familia, la escuela, la universidad, el trabajo, cada
ámbito en el que han fragmentado nuestra percepción de la vida que
vivimos es un todo al que debemos integrar comunitariamente. El
humane se distingue de otras especies porque es capaz de comunicarse
con otros seres y establecer relaciones conscientes. De esto se
trata. Humanizar la humanidad tornando consciente a que Dios estamos
rindiendo culto para completar aquello que nos falta o no podemos
acceder como conocimiento.
Daniel Roberto Távora Mac
Cormack
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