Viernes 10 de Julio de 2020

Religión, Política, Economía, Ciencia ...
La fragmentación de la realidad cotidiana.

El mundo se encuentra en una encrucijada existencial que involucra una pandemia, una profunda recesión económica, un cambio climático devastador, una desigualdad extrema y un levantamiento contra las políticas racistas. Recorriendo todos esos desafíos subyace la larga negligencia de la lucha contra la extrema pobreza de muchos gobiernos, economistas y defensores de los derechos humanos”, asegura un informe de un experto de la ONU presentado al Consejo de Derechos Humanos.



Philip Alston, hasta hace una semanas relator especial de la ONU sobre la  pobreza extrema y los derechos humanos, señala que frente a esa negligencia muchos líderes mundiales, economistas y expertos han promovido con entusiasmo un mensaje de autocomplacencia, proclamando que el avance contra la pobreza es uno de los mayores logros humanos de nuestro tiempo.

El mundo mide erróneamente el avance en la eliminación de la pobreza haciendo referencia a un nivel de subsistencia miserable en lugar de a un nivel de vida incluso mínimamente adecuado.
Sin embargo, "la realidad es que miles de millones de personas se enfrentan a pocas oportunidades, innumerables indignidades, hambre innecesaria y muertes que podrían evitarse", concluye este profesor, titular de la cátedra John Norton Pomeroy de derecho en la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York.

Una línea del Banco Mundial demasiado baja

La desconexión entre la realidad y el discurso se basa en que el Banco Mundial ha establecido una línea de umbral de la pobreza demasiado baja.

Alston explica que “casi todas esos mensajes de satisfacción (por los avances contra la pobreza) dependen de una forma u otra de la línea internacional de pobreza establecida por el Banco Mundial”, que permite afirmar que el número de personas que viven en la pobreza extrema cayó de 1895 millones en 1990 a 736 millones en 2015, aproximadamente del 36 al 10% de la población mundial.
Esa caída se debe en gran medida al aumento de ingresos en un solo país, China. Y oscurece la pobreza entre las mujeres y los que quedan excluidos de encuestas oficiales, como los trabajadores migrantes y los refugiados”, revela Alston.


La actual línea internacional de extrema pobreza del Banco Mundial se estable en un ingreso de 1,90 dólares estadounidenses diarios por persona y se obtuvo de un promedio de líneas de pobreza nacionales adoptadas por algunos de los países más pobres del mundo, principalmente en África subsahariana.

Esta línea del Banco Mundial “está explícitamente diseñada para reflejar un nivel de vida asombrosamente bajo, muy por debajo de cualquier concepción razonable de una vida digna”, declara el experto.

Según la medida, uno puede "escapar" de la pobreza sin tener un ingreso cercano al requerido para lograr un nivel de vida adecuado, incluido el acceso a la atención médica y la educación.
Se trata de un estándar que nada tiene que ver con el establecido por el derecho de los derechos humanos y plasmado en la Carta de las Naciones Unidas”, subraya el relator.

Alston señala que “al centrarse decididamente en la línea de pobreza defectuosa del Banco Mundial, la comunidad internacional mide erróneamente el progreso en la eliminación de la pobreza haciendo referencia a un nivel de subsistencia miserable en lugar de a un nivel de vida incluso mínimamente adecuado. Esto a su vez facilita las afirmaciones muy exageradas sobre la inminente erradicación de la pobreza extrema y minimiza el estado de empobrecimiento en el que aún subsisten miles de millones de personas”.

El resultado es una victoria pírrica, un sentimiento indebido de inmensa satisfacción y una complacencia peligrosa. Usando medidas más realistas, el grado de pobreza global es mucho mayor y las tendencias extremadamente desalentadoras”, dijo Alston.

Incluso antes de la pandemia, 3400 millones de personas, casi la mitad del mundo, vivían con menos de 5,50 dólares por día. Ese número apenas ha disminuido desde 1990".

En la actualidad, la principal medida de privación global no monetaria, el Índice de Pobreza Multidimensional, que abarca 101 países en desarrollo, arroja una tasa de pobreza del 23%.
Pero, según el catedrático, ni incluso con esa línea de pobreza tan baja se va a conseguir el objetivo número 1 de la Agenda de Desarrollo Sostenible de la ONU que establecía el fin la pobreza en todas sus formas en todo el mundo para el 2030.

El COVID-19, una pandemia de pobreza

La pandemia mundial del coronavirus ha llevado a más de 250 millones de personas al borde de la inanición y empujará a 176 millones por debajo de esa línea de pobreza, frustrando así la  Agenda.


El relator señala que hay que llamarse a engaño porque el pésimo historial de la comunidad internacional en lo que respecta a la lucha contra la pobreza, la desigualdad y el desprecio por la vida humana precede en gran medida a esta pandemia. Y denuncia que esa lucha se centra en las promesas de un el crecimiento económico que no se cumplen.

"En demasiados casos, los beneficios prometidos del crecimiento no se materializan o no se comparten", dice el informe. "La economía mundial se ha duplicado desde el final de la Guerra Fría, y sin embargo la mitad del mundo vive con menos de 5,50 dólares al día, principalmente porque los beneficios del crecimiento han ido en gran medida a los más ricos".

Por ese motivo, el mundo necesita nuevas estrategias, una auténtica movilización, potenciación y responsabilidad "para evitar el sonambulismo hacia el fracaso asegurado mientras se producen interminables informes insípidos".

Acabar con la pobreza es una decisión política

También aseguró que la pobreza mundial continua a gran escala es incompatible con el derecho humano a un nivel de vida adecuado y el derecho a la vida junto con el derecho a vivir con dignidad.
El hecho de no tomar las medidas necesarias para eliminarla es una elección política que, además, deja firmemente instauradas prácticas discriminatorias basadas en género, estatus, raza y religión, diseñadas para privilegiar a ciertos grupos sobre otros”.
Al presentar el informe, el sucesor de Alston, Oliver De Schutter dijo que la justicia fiscal es clave para garantizar que los gobiernos dispongan del dinero necesario para la protección social tras señalar que en 2015, las multinacionales trasladaron aproximadamente el 40% de sus beneficios a paraísos fiscales, mientras que los tipos del impuesto de sociedades a nivel mundial han caído de una media del 40,38% en 1980 al 24,18% en 2019.
De Schutter también pidió que se estableciera un fondo de protección social para ayudar a los países a dar a los más pobres garantías básicas de seguridad social.

 "El crecimiento por sí solo, sin una redistribución mucho más robusta de la riqueza, no conseguiría combatir eficazmente la pobreza", agregó el nuevo relator especial sobre pobreza extrema y derechos humanos.

Sobre la base de las tasas de crecimiento histórico, se necesitarían 200 años para erradicar la pobreza por debajo de la línea de los cinco dólares diarios y se requeriría un aumento del producto interior bruto mundial de 173 veces.

"Esto es una perspectiva totalmente irreal, sobre todo porque no tiene en cuenta la degradación ambiental asociada al crecimiento económico, ni los efectos del cambio climático en la propia pobreza", explicó De Schutter.


El experto mostró su satisfacción por el informe de su colega porque “ilustra que la pobreza no es sólo una cuestión de bajos ingresos. Es una cuestión de exclusión, de abuso institucional y social, y de discriminación. Es el precio que pagamos por las sociedades que excluyen a las personas cuyas contribuciones no son reconocidas. Erradicar la pobreza significa construir sociedades inclusivas que pasen de un enfoque caritativo a un enfoque de empoderamiento basado en los derechos".

*Los Relatores Especiales forman parte de los Procedimientos Especiales del Consejo de Derechos Humanos. Los Procedimientos Especiales, el mayor órgano de expertos independientes en el sistema de la ONU para los Derechos Humanos, es el nombre general de los mecanismos independientes de investigación y monitoreo establecidos por el Consejo para hacer frente a situaciones concretas en países o a cuestiones temáticas en todo el mundo. Los expertos de los Procedimientos Especiales trabajan de manera voluntaria; no son personal de la ONU y no perciben un salario por su trabajo. Son independientes de cualquier gobierno u organización y actúan a título individual.

Tenemos que rechazar todo lo que nos limite.
Richard Bach

Creo cada vez más que no hay que juzgar a Dios por este mundo, es un estudio suyo que le salió mal.
Vicent van Gogh


Oponerse es una acción que expresa el deseo de desechar del pensamiento y de la vida aquello que resulta intolerable y que produce daño. No siempre resulta sencillo, Es necesaria una carga de decisión y energía. Muchas veces se trata de cosas que han estado muy unidas a la vida de la persona y de su entorno cultural y social. El peso de las tradiciones, aun cuando no parecieran tener una particular trascendencia, juegan un papel significativo en la conducta y el juicio. Eso de que hay cosas que no se discuten, o siempre ha sido así, están más presentes en la vida diaria de lo que pareciera.

A veces alguno cuestiona el origen de las tradiciones que siguen gobernando las acciones personales y sociales. Nadie parece cuestionar su validez pero allí aparecen en el momento en que una decisión familiar, social y aun política se va a tomar. El peso de muchas tradiciones. Algunas de las cuales son ancestrales, y de las cuales no siempre es posible conocer su origen. Ha evolucionado con el tiempo por razones no siempre discernible.


De todas maneras, la raíz de muchas tradiciones que forman parte de la sociedad, están siempre presente y ejerciendo su influencia en la sociedad. Afirmaba J.R.R.Tolkien, el autor del “Señor de los anillos”: “No desprecies las tradiciones que nos llegan de antaño; ocurre a menudo que las viejas guardan en la memoria cosas que los sabios de otro tiempo necesitaban saber.” ¿Lo necesitan en estos tiempos? Es difícil saberlo, será cuestión de indagar en aquellas tradiciones que, de una manera u otra, tienen relevancia en el presente.

Hay muchas tradiciones que están presentes, son reconocidas y valoradas en la comunidad. Se podría hablar de las comunidades indígenas de distintas partes del mundo, muchas de las cuales tienen que luchar para poder mantenerse vivas. Las sociedades modernas tienden creer que muchas antiguas tradiciones son un impedimento para el desarrollo. Tampoco debe anular lo que decía René Descartes que: “Conviene tener en cuenta que muchas creencias se apoyan en el prejuicio y en la tradición.” Cuando un grupo indígena reclama por la tierra que habitaron sus ancestros, no solo lo hacen por el valor histórico sino porque, están convencidos que le pertenece el suelo que los cobija o los tiene que cobijar.  A la vez, el encuentro de la comunidad con la madre tierra ha forjado una estrecha relación que requiere un cierto cuidado y preservación. Es evidente que eso está muy presente en su vida y sus relaciones sociales. 

No parece que podría decirse lo mismo de muchas sociedades modernas. Muchas de ellas se forjaron alrededor de un plan de inmigración que buscaba integrar a los que se iban incorporando a una nueva forma de vida y comunidad. Los que llegaban no solo traían su interés por trabajar y hacer uso de sus conocimientos sino venían acompañados de su propia tradición y cultura. También debe considerarse el hecho que muchos de ellos no tenían a su tradición como un bien que exhibían en su proceder, salvo en el contacto con los propios que muchas veces se expresaba en los gustos por la cocina. El recuerdo de la comida gozada en el pueblo de origen solía emergen en el recuerdo del perfume de lo que  valoraban a la distancia.  

 Por cierto, debían enfrentar un proceso de adaptación a las costumbres locales, desde el trato diario con el entorno físico hasta las menores relaciones como el funcionamiento del mercado o el correo.  Muchos de ellos desconocían la lengua de país al que se integraban, esa desconocida lengua era también la realidad de una cultura diferente. Esa mezcla de culturas, de tradiciones y de la misma capacitación que ostentaban producía variadas reacciones. Por un lado, puede considerarse la inevitable desconfianza de los locales que llegaban a entender a la inmigración como un peligro, una invasión de la intimidad. Estas menciones sobre la inmigración pueden resultar parte de un proceso normal de transferencia y recepción.

Cuando las UN hablan de la inmigración hoy en el mundo, las cifras pintan un panorama muy complejo y preocupante. Unos pocos a modo de ilustración. En el año 2017 las personas que se han movido a un país distinto al de su nacimiento habían llegado a 258 millones contra los 244 millones registrados en 2015. Las mujeres ya era el 50% de los emigrados, cifra que ha ido en aumento. Es alarmante que hay más 36 millones de niños migrantes. Así, es Asia que recibe al 31% y Europa30%.

Las razones de la emigración giran alrededor de causa ecológicas, como catástrofes naturales; causas económicas, mencionadas como las principales en la búsqueda de mejoras de vida. Pero, al mismo tiempo, están bien presentes causas de origen político o de conflictos bélicos, evitando la persecución o la venganza. En estos últimos años se hizo evidente el rechazo, especialmente de varios países europeos, a recibir inmigración. La desesperación de cientos de personas viajando frágiles embarcaciones, muchas de las cuales han sido sometidas a un oscuro negocio, para el que debieron entregar sus escasos bienes. La muerte que sucedió a estos intentos es altamente criminal, por el que han pagado familias enteras y muchos inocentes niños. 

No se puede dejar de señalar que esta inmigración tan dolorosa y cruel proviene de varios países europeos que dominaron, esquilaron sus riqueza y dejaron en la pobreza a grandes mayorías. Que hoy haya quienes directamente o indirectamente están planteando a sus antiguos colonizadores que llegó la hora de compensar lo sucedido, aunque sea en parte, por la riqueza que se llevaron y los dejaron sometidos a la pobreza.


El miedo a la inmigración

Otro de los temores que se manifiestan en esta ola de perturbadora migración es el tema religioso. Muchos de los que quieren ingresar profesan una creencia que difiere de las tradicionales de aquellos países. No es un tema menor y su incidencia en la vida personal y comunitaria es más que significativa En ciertas culturas la religión está tan imbricada en la sociedad que hasta resulta extraño asumirla como una realidad que ha sido insuflada en la comunidad, sino que se la asume como constitutiva desde su gestación. Cuando se llega a considerar que son, al menos, cientos de religiones presentes en el mundo identificables por sus variados símbolos de fe y práctica, por los requerimientos requeridos para sus seguidores, por no hablar de su propia concepción de la divinidad, sea un dios o varios.


La forma en que la religión ha encontrado su lugar en la sociedad es muy diversa. No es el interés de este escrito detenerse en los diversos modos de su presencia, porque desde los primeros albores de la humanidad una manifestación, llámese religiosa, describe el asombro, el miedo y la búsqueda de ese mundo al que estaban despertando. El desarrollo de formas de incipiente religión a formas más sofisticadas y complejas refleja los cambios que experimentó la humanidad y que tuvo resultados enmarañados y, no solo diversos, sino también opuestos y en serio conflicto. El desarrollo de las religiones, como se ha indicado, al pasar a ser constitutivas de la sociedad por su propia dinámica imprimió una particular forma de entender la vida y proveyó elementos para su organización y conducción.

 La intención de ser un ente de cohesión y servicio al desarrollo de la comunidad, en varios casos se constituyó en una fuerza demandante que introdujo una visión de lo propio y lo ajeno dando lugar a los distanciamientos entre los pueblos. Las enemistades creadas dieron lugar al rechazo del otro y, al mismo tiempo, procurar su destrucción. Se calcula que cerca de un 60% de la población profesora algún tipo de religión. Al mismo tiempo se reconoce que las manifestaciones religiosas son muy diversas y, la presencia de diversas visiones se entremezcló con auto comprensiones del lugar que le correspondía a un sector de la sociedad, que entendió que su creencia le otorgaba una superioridad en medio de la comunidad toda.

 Las luchas indígenas porque sea reconocido su propio valor y el derecho a ejercer la conducción de su propio país, Los viles ataques y denostaciones a los pueblos originarios a quienes, con  argumentación religiosa se les negaba la condición de seres humanos. La esclavitud  de millones de personas se desarrolló bajo el paraguas de una concepción teológica que era su garantía de que así cumplían con la voluntad de Dios. Los pueblos fueron cercenados en el uso de su lengua nativa y han sido invalorables los esfuerzos por mantenerlas, Problema que se repitió en todos aquellos lugares donde sufrieron el colonialismo.

Vale la pena recordar una historieta que menciona Ulrich Beck que describe el otro lado de la escena en un episodio que se explica por sí mismo: “Hay una caricatura de los conquistadores españoles haciendo su entrada, con armas relucientes, en el nuevo mundo: ”Hemos venido a vosotros”, leemos en el bocadillo, “para hablar de Dios, de la civilización y de la verdad”. Y un grupo de nativos con aire perplejo contesta: “Muy bien, y ¿qué quieren saber?” El humor saca a la luz los preconceptos y el manifiesto racista de los conquistadores. En su valiosa obra sobre la conquista política y religiosa de las Américas, “A Violent Evangelism”, Luis N. Rivera, señala que: “Por cierto los conquistadores españoles de las América fueron guiados por su interés en Dios, el oro y la gloria. Pero fue el  lenguaje relacionado con Dios –teología– que sirvió para racionalizar la avaricia y la ambición y no al revés. Fue la religión que intentó sacralizar la dominación política y la explotación económica”.

Los tiempos han corrido y, algunos de los protagonistas han cambiado, pero el sedimento de muchos de los pesares e injusticias tiene en la religión un actor responsable. Al menos aparece como un mascarón que ha intentado disimular sus verdaderas intenciones.

Reiteradamente muchos escritores han lanzado sus críticas a la religión y, especialmente, a atacar las instituciones cristianas. En estos últimos años una serie de libros volvieron a tratar el tema del ateísmo y la búsqueda de una nueva espiritualidad, como por ejemplo, la obra de André Comte-Sponville, “El alma del Ateísmo”, que busca ser una “una introducción a una espiritualidad sin Dios”.  
Sería largo enumerar a quienes desde posiciones muy sólidas han rechazado a la religión. Se hará referencia, a modo de ejemplo, a uno de ellos, Fernando Vallejo.  Se trata de un autor colombiano contemporáneo con una larga producción de obras que abarcan novelas, ensayos, una serie libros autobiográficos donde narra su juventud, su adicción a las drogas y el tema de su homosexualidad. Ganó con su obra “El Desbarrancadero”, el Premio Rómulo Gallegos, 2003. Se destaca, además, su libro “La Virgen de los Sicarios” (1994), una descarnada descripción sobre el narcotráfico y la miserable vida de quienes intentan vivir de ese flagelo en la ciudad de Medellín, que fue llevada al cine, con disparar repercusión. El mismo escribió y dirigió dos obras cinematográficas sobre la violencia en Colombia.

Su estilo es áspero y descarnado y se ve bien en su obra “La puta de Babilonia” (2007)

 La sinceridad puede ser demoledora

Con su estilo descarado e impertinente Vallejo, hace un vertiginoso recorrido por la historia de la Iglesia Católica Romana, sin olvidar a los ortodoxos, los protestantes, los judíos y los musulmanes. Ya se conocía esta manera descarnada de escribir, pero nunca antes, sin perder su peculiar estilo, había dedicado una obra a la investigación histórica y teológica.


Como si hubiese tomado aliento descarga de una sola y fuerte bocanada sus más de 300 páginas pletóricas de denuncias, insultos y reclamos, mechados con un particular y ácido sentido del humor, todo lo cual ha de horrorizar a más de uno. El libro carece capítulos y secciones. Va y viene por la historia, vuelve una y otra vez con sus obsesiones repitiendo argumentos e improperios. Su furia y su desengaño no se esconden detrás de una retórica complaciente.  Desde el título define y hace explícito su propósito, porque “la puta de Babilonia” es como llamaban los albigenses a la Iglesia de Roma atribuyéndole la mención que se hace en el libro del Apocalipsis (17:1-5) y que Vallejo retoma.

¿Por qué escuchar a alguien que cuestiona las bases sobre las que se sustentan los sentimientos religiosos de muchos? ¿Por qué prestar atención a una obra que insiste en pujar la invectiva para irritar hasta al más calmo?   Seguramente se podrían mencionar a muchos que a lo largo de la historia cuestionaron los fundamentos religiosos, fueron tildados de herejes y sufrieron persecución y muerte.

Vallejo menciona a varios de ellos, con quienes comparte muchos de sus argumentos. Insiste una y otra vez que Dios no existe y que si existiese sería malo; que “Cristo es un engendro fraguado por Roma…a partir del año 100” (Pág.101) tomando rasgos de figuras mitológicas, y que hasta San Pablo “es un invento burdo” (Pág.76). Los escándalos, la corrupción, la sumisión al poder y a las riquezas, la justificación de la esclavitud, la vida licenciosa, y varias otras vergonzosas páginas registradas en la historia de la Iglesia le dan más de un argumento para una crítica despiadada y carente de toda confianza en quienes la conducen y hasta en lo que sustentan.

Vallejo no hace críticas vacías. Ha estudiado la historia y la doctrina. Ha sabido subrayar las contradicciones, poner de manifiesto las incongruencias y los mitos tejidos alrededor de los fundamentos de la fe religiosa. Así dedica varias páginas a considerar la validez de los textos bíblicos ya sea por su antigüedad como por la lengua en que ahora se los conoce. Le inquieta que, por ejemplo, San Pablo prácticamente no haga referencia a hechos o dichos de Jesús, siendo él su contemporáneo (Pág.71). Le resulta sospechoso que las copias más antiguas del Nuevo Testamento en su totalidad (códice Sinaiticus y Alexandrinus) sean del siglo IV y V, tan cercano al Tercer Concilio de Cartago que fija el canon ratificado en el Concilio de Trento, desechando una enorme cantidad de los ahora considerados textos apócrifos (Pág. 116). ¿Por qué, se pregunta, se debe confiar en textos que solo se conocen varios siglos después de escritos, en un idioma que no era el de los discípulos de Jesús, y a quienes se les atribuye la autoría?

Sus cuestionamientos sobre la autenticidad de los textos bíblicos esgrimen argumentos que no deberían ser obviados. No olvida los largos años de crítica bíblica, de investigación arqueológica, y de los numerosos investigadores que fueron a la búsqueda del Jesús histórico. Tampoco olvida la reticencia de la Iglesia a tomar en serio la investigación de la ciencia bíblica y más bien a calificarla de “veneno mortífero” como llamó una Encíclica a los resultados de tales búsquedas. A pesar de que esas posiciones extremas se han ido atenuando, no es menos cierto que la afirmación dogmática prima por sobre todo, puesto que se interpreta que la fe adquiere su propia validez aparte de los resultados que provea la crítica bíblica.

¿Hasta dónde es dable aceptar que los presupuestos doctrinales y la carga de la tradición teológica asuman tal preponderancia? ¿Hasta dónde puede tensarse, por ejemplo, la cuerda de los mitos –lo que Borges llama ese eterno hábito de las almas- para reclamar autoridad final y verdad indiscutida? ¿Cuál es el papel que juega el poder y sostén de la institución eclesiástica para no atreverse siquiera a considerar la crítica a sus fundamentos? ¿Cómo se desarrolla una genuina fe que sepa mirar sin anteojeras al espectro amplio de la realidad? ¿Cómo reconocer en el camino de las convicciones aquello que es fantasía, poesía, cultura, que debe ser reconsiderado a la luz de las evidencias de la realidad presente?
Vallejo separa el mundo de los creyentes y del de los no creyentes, que cada uno se ocupe del suyo. Respeta los derechos de los demás, pero quiere tener y preservar su libertad de no creer. Esta actitud es muy propia de estos tiempos de “religiosidad correcta” que evita toda confrontación o crítica. Nada más lejos de la provocación de Vallejo. Dejando de lado cualquier interés narcisista que lo haya motivado ¿es posible esperar una sería reacción ante tal clamor? La tentación a separar los mundos y dejar los cuestionamientos como no vinculantes, bien puede ser la respuesta hoy. Las Iglesias parecen no percatarse, los teólogos están ocupados en otras cosas. Es cierto que siglos atrás libro y autor habrían recibido un trato cruel, hoy probablemente, el silencio y el desdén.

Una nota más. Seguramente habrá muchos que renegando de la religión encontrarán que les resulta muy difícil sumarse al pensamiento de Vallejos. Se trataría de un rechazo a la religión pero tomado con cierta pasividad. Es decir no tomarían ninguna acción a partir de la cual expresar negación de la realidad.

Hay, al menos, dos interpretaciones que podrían hacerse. Una, que en las ideas de Vallejo encuentran la expresión de su pensamiento que no logran articular o que no se atreven a hacerlo. Otra interpretación debería hacer referencia a la actitud generalizada en la sociedad moderna donde las preocupaciones por las cosas trascendentes no forman parte del interés corriente. Otras visiones que se señalan en los próximos capítulos apuntan a comprensiones más complejas.

*Carlos Valle nos brinda su nuevo libro “Voces de la vida” del cual publicamos el capítulo segundo.

El registro de las decisiones y medidas sanitarias que adoptan los gobiernos, y de las formas en que los ciudadanos responden frente a la pandemia del coronavirus, permitirá a las futuras generaciones comprender el alcance y el impacto de la crisis mundial. Ante esta situación, se convierte en fundamental el rol de las instituciones de la memoria, como archivos, bibliotecas y museos, educativas y de investigación.

Para el director del Archivo General de la Nación (AGN), Marcos Schiavi, este tipo de instituciones no sólo son “un actor central en la gestión documental de la administración pública”, sino también “una herramienta para garantizar el acceso a información pública. Por ende, una pieza clave en la construcción de un Estado fuerte, transparente y eficaz”. En conversación con el Suplemento Universidad, Schiavi aseguró que “los archivos universitarios tienen mucho para aportar”, tanto para “reconstruir” sus historias como para “mejorar y transparentar la gestión universitaria”.

A través del Programa Memoria del Mundo, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) lanzó la iniciativa “Convirtiendo la amenaza del COVID-19 en una oportunidad para un mayor apoyo al patrimonio documental”. La propuesta busca asistir los estados miembros que “deseen preservar los registros oficiales” de la emergencia sanitaria más grave de la historia moderna.


En consonancia con los lineamientos de la Unesco, el AGN comenzó a “resguardar los materiales de comunicación emitidos por la administración nacional”. “Nuestro objetivo es resguardar la ‘campaña COVID-19’ completa”, expresó Schiavi y dijo que ya empezaron a articular con Jefatura de Gabinete. Desde el AGN también convocaron a otras instituciones de memoria, como la Red de Archivos de Universidades Nacionales de Argentina (AUNAR), a sumarse al proyecto.

Acciones concretas

Todo archivo posee una triple función social: es memoria de la institución, insumo para la investigación y garante de derechos. En otras palabras, los documentos de archivos son “el testigo de las acciones y las decisiones de nuestras universidades”, afirmó la directora del Archivo Histórico de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Laura Casareto, en diálogo con este suplemento.
Hasta el momento, el Archivo Histórico reunió “protocolos, resoluciones, disposiciones, normas, recomendaciones, investigaciones, planes de continuidad pedagógica, flyers, fotografías, material de TV universidad, documentos del área de salud y aportes de la Mesa de Trabajo de Personas Mayores”. Casareto indicó que los materiales son “recabados” para “garantizar la existencia de un registro completo” con el fin de “reunir, catalogar y difundir información fiable sobre acciones concretas acerca de la pandemia que realizó nuestra Universidad”.
Estos documentos serán estructurados y descriptos en nuestro cuadro de clasificación documental y podrán ser accesibles a través de una publicación que está en proceso de edición, a la que se irán sumando los documentos en la medida en que sean creados y reunidos”, señaló la directora de la institución y expresó: “La pandemia nos impulsa a seguir pensando en archivos accesibles desde diferentes ópticas”.

También el Archivo Histórico y Documental de la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) se incorporó a la convocatoria de la Unesco. Su directora, Sonia Riveros, consideró que las instituciones de memoria, y en particular aquellas del ámbito universitario, “tienen la enorme responsabilidad de producir conocimiento sobre la pandemia, reunirlo, organizarlo, clasificarlo y, sobre todo, conservarlo”. “Los archivos son espacios de memoria y cumplen la función social de la transmisión para que las generaciones venideras comprendan el alcance que tuvo la pandemia y su impacto en la sociedad y en la región”, remarcó Riveros a este suplemento.

En ese sentido, recordó que distintas áreas de la UNSL encararon “actividades y producciones, como la fabricación de alcohol en gel, pastillas de jabón, máscaras de protección y respiradores”.
Mientras las universidades aportan sus conocimientos y recursos para contrarrestar la crisis sanitaria actual, se abre una oportunidad para visibilizar el papel de los archivos en el resguardo de un tiempo que interpela a la sociedad.

Uno de los grandes defectos de la modernidad y pos modernidad (Como etapa modificada por los cambios tecnológicos y técnicos), surge a partir de la virtud de superar el pensamiento místico y teócratico, dónde los poderes humanes eran atribuidos a Dios y entronizaban monarcas y consortes, e imbuía de Guerra Santa a todo ejercito y toda espada, en las luchas de poder, y reemplazarlo por el pensamiento racional científico, que atribuye a la lógica y al uso de la racionalidad, el atributo humano superior para generar conocimiento y colocar lo humano en el centro de la escena, y es que, el método científico propone la segmentación y fragmentación de la realidad para poder estudiarla y conocerla, tornarla matematizable y dispuesta a formulas de planteos o teorías lógicas.

No es la fragmentación como método, el defecto, sino que con el tiempo se termino creando una subjetividad de que la realidad es y funciona de manera fragmentada, entonces cada quién no necesita entender la realidad como completud sino solamente la parte que le atañe a su “fragmento existencial”.

Lo paradójico, es que en tanto conocedores de una parte, pero imposibilitados de entender que esa parte no es el todo sino precisamente una parte, completamos de modos no cientiíicos todo aquello que la ciencia no puede o no ha podido responder aún, o incluso aquellos conocimientos adquiridos pero presentados como expertises de otros campos del conocimiento ajenos a la propia experiencia, y a la que sustituimos con pre-juicios, metáforas sin mucha racionalidad, pensamiento mágico, pensamiento concreto y pensamiento teocrático del que nunca hemos despegado del todo.

Las religiones en la modernidad y en la posmodernidad asume tantos rostros como fragmentos que no están nutridos de conocimiento surgen a la conciencia como verdad sabida y realidad conocida.

El dinero es el peor Dios del mundo.

El neoliberalismo como devenir de los procesos históricos que fueron dando forma al capitalismo que se nutrió del saqueo colonial y sostuvo el Patriarcado como legado histórico del sistema, en este siglo XXI, a partir de los cambios que supuso la teoría monetarista y la decisión de los EEUU de salir del Patron Oro, como medida de moneda internacional y crear un valor intangible e incomparable de su propia moneda, tan religioso como cualquier figura de Santo en una iglesia cualquiera, produce buena parte de los males de época, incluída esta crisis sanitaria global que produce la pandemia generada por el virus covid19.


Como de Economía hay que saber. Los sacerdotes del culto nos dicen a que Dios debemos servir. ¿Cúal es el Dios verdadero? Aquel que en la figura mística de la “mano invisible del mercado” dicta los mandamientos y preceptos del culto al que el mundo asiste acríticamente. El dinero lo es todo. Sin dinero nada se puede. La salud no se puede sostener sin dinero. Y entonces es inviable un sistema de salud preparado para tener que atender en una excepcionalidad a un número mayor al que el negocio permite en arás de las estadísticas. La oferta y la demanda solo se rige por períodos de “normalildad” que garantizan la rentabilidad de la actividad y la disponibilidad de recursos, solo se sostiene para esa “normalidad”. Cuándo la normalidad es alterada por un virus desconocido, el sistema no cuenta con los recursos poniendo al sistema en la crucial pero evidente situación de tener que elegir quienes viven y quienes mueren. De esto se trata y se trato siempre … la pandemia no hace mas que convertirse en una muestra de esto. La pobreza es otra muestra, pero la propaganda del sistema logro “naturalizarla” o correr el Foco y la mirada de las causas reales y el relato religioso de variada confesión, atribuía a la propia negligencia de los pobres, a la culpa de la política o de los Estados, pero nunca a un sistema global de relaciones que sostiene una estructura piramidal donde muy pocos se benefician mucho mientras muchos padecen mucho mas.

Si este orden de cosas es el resultado de un devenir histórico, no podrá ser modificado de otra forma que como devenir histórico. Pero esa historia nueva que esta por escribirse, no será escrita, si quienes vivimos este tiempo no expresamos estas cuestiones. No las ponemos en debate. No generamos la conciencia necesaria en las grandes mayoríoas de que es fundamental para el futuro de nosotros, de nuestros hijos, de los hijos de nuestros hijos y la tierra que nos cobija y nos permite la experiencia de la vida, constituir poder popular, organización desde abajo. Conciencia en los barrios, en los pueblos, con el vecino y los amigos y compañeros de estudio o de trabajo, que es necesario no quedarnos con nuestras experiencias mínimas y pensar mas y mejor la vida que vivimos.

La realidad es el resultado de las complejas relaciones que tejemos les humanes en nuestra cotidianeidad pero también en los lazos que como conciencia establecemos a niveles y dimensiones mas integrales … el vecino, el barrio, la familia, la escuela, la universidad, el trabajo, cada ámbito en el que han fragmentado nuestra percepción de la vida que vivimos es un todo al que debemos integrar comunitariamente. El humane se distingue de otras especies porque es capaz de comunicarse con otros seres y establecer relaciones conscientes. De esto se trata. Humanizar la humanidad tornando consciente a que Dios estamos rindiendo culto para completar aquello que nos falta o no podemos acceder como conocimiento.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack

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