Domingo 26 de julio de 2020
I
Salud y Política
Varios son los problemas que
suscita la pandemia global que padecemos. Además del evidente
colapso económico al que contribuyó, se le suma el específico
respecto a la carrera por la obtención de una cura y/o una vacuna
(Tratamiento e inmunidad adquirida), que evite mayores muertes por
efecto de la infección producida por el covid19 en el mundo.
Es sabido que el problema mayor,
en tanto la letalidad baja pero el alto grado de contagiosidad del
virus en cuestión, es la situación de los sistemas de salud,
públicos, mixtos y privados, respecto a las disponibilidades de
espacios de Terapía intensiva y equipos adecuados para la atención
de un numero mayor de padecientes que demanden estos servicios y
equipos de urgencia para superar con éxito la enfermedad.
La Organización Mundial de la
Salud (OMS) consideró “una buena noticia” los avances en la
vacuna que desarrolla la británica Universidad de Oxford contra el
virus que causa la enfermedad covid-19, pero advirtió que no se
puede esperar por ese logro porque la prioridad es “salvar vidas
ahora”.
Para el director de la OMS,
Tedros Adhanon Gebreyesus, “no hay que esperar a que haya una
vacuna efectiva, porque hay que salvar vidas ahora” y, más aún,
sin esa herramienta de inmunidad se puede derrotar al virus y detener
la pandemia.
“Con un fuerte liderazgo, la
participación de la sociedad y una estrategia para suprimir la
transmisión y salvar vidas, la covid-19 puede detenerse”, según
Tedros.
La revista médica británica The
Lancet publicó, el lunes 20, estudios según los cuales Oxford,
asociada a la firma farmacéutica AstraZeneca, aplicó prototipos de
vacuna a 1077 voluntarios y obtuvo resultados prometedores en esas
primeras fases.
También en fases iniciales
consiguió muy buenos resultados el consorcio chino CanSino
Biologics, tras aplicar centenares de pruebas en el ejército de su
país.
Una tercera vacuna con buenos
logros en la primera fase experimental la desarrollan la corporación
farmacéutica estadounidense Pfizer y la biotecnológica alemana
BioNTech. En todo el mundo distintos laboratorios y empresas intentan
desarrollar un centenar de “candidatas” a vacunas.
En la OMS, su director de
emergencias, Michael Ryan, observó que se trata de “resultados
positivos, aunque son estudios de fase uno y aún queda un largo
camino” para que se pueda disponer de una vacuna masiva efectiva y
masiva.
Una vez que se logre que una
vacuna sea efectiva, “el reto será poder fabricarla a escala y que
esté disponible para todo el mundo. Tendremos que diseñar políticas
y prioridades para su mejor uso”, comentó Ryan.
Tedros sostuvo que “para que
haya una distribución justa lo más importante es el compromiso
político, pero algunos países se mueven en otra dirección” a la
requerida por la OMS y organizaciones civiles que piden atención
prioritaria a los grupos de población más vulnerables y a los
países y comunidades más pobres.
“Si no hay consenso para que
esta vacuna sea un bien público global, los que no puedan
permitírsela se quedarán sin ella”, alertó el director de la
OMS.
Entretanto, según Tedros, los
países pueden aplicar con diligencia y rigor las estrategias de
salud pública capaces de detener al coronavirus.
Tedros dijo que una de las
herramientas clave para suprimir la transmisión es el rastreo de
contactos, pues “ningún país puede controlar su epidemia si no
sabe dónde está el virus”.
Expuso que “las medidas de
confinamiento pueden ayudar a reducir la transmisión, pero no pueden
detenerla por completo. El rastreo de contactos es esencial para
encontrar casos, identificarlos, aislarlos y poner en cuarentena a
sus contactos”.
Insistió en que el rastreo
“puede evitar que los casos individuales se conviertan en grupos de
casos, y los grupos se conviertan en transmisión comunitaria”, y
en que la situación puede ser más crítica “a medida que los
países reabren sus economías, pues necesitan tener la facultad de
reaccionar rápidamente ante los nuevos casos”.
Finalmente, la OMS reiteró su
preocupación por el impacto de la covid entre los pueblos indígenas
de América, que sigue siendo el epicentro de la pandemia. Hasta el 6
de julio se reportaron más de 70 000 contagios y 2000 muertes entre
indígenas.
En el último mes, la cantidad de
casos diagnosticados con Covid en el país casi se triplicó (de 52
mil a 153 mil); el número de camas de terapia intensiva ocupadas por
pacientes contagiados se duplicó (de 472 a 955); y, sin embargo, la
tasa de letalidad del virus se redujo un 15 por ciento. Esos valores
muestran el éxito que tuvo hasta aquí la estrategia sanitaria, que
logró distribuir la demanda sobre el sistema de salud y le permitió
dar una respuesta acorde. Sin embargo, el crecimiento de los casos
nuevos genera más presión sobre la capacidad instalada y pone en
riesgo los logros obtenidos. Por eso, los datos de los últimos días
encienden luces de alerta sobre el futuro si no se logra reducir los
contagios y aumentan las áreas de circulación comunitaria.
“El problema no es la
mortalidad del virus en sí. El problema es si nos enfermamos todos
al mismo tiempo, porque desbordamos el sistema de salud. Si logramos
enlentecer la curva de infección, nuestro sistema va a poder dar
respuestas siempre. Ese es el esfuerzo que estamos haciendo desde
marzo”, explicó el viernes la secretaria de Acceso a la Salud,
Carla Vizzotti, en su habitual informe diario. Las cifras le dan la
razón. Según las estadísticas difundidas por el Ministerio de
Salud de la Nación, hasta hoy han muerto 18 de cada mil personas
contagiadas en el país. Un número que es menos de la mitad del
promedio de América (40 por cada mil) y del promedio global (41 por
cada mil).
Otro dato clave para analizar la
tasa de letalidad es la edad de los contagiados. Los mayores de 60
hoy representan apenas el 14,5% de los casos diagnosticados en el
país, pero aportan el 81,6% de las muertes. Se estima que muere uno
de cada diez adultos mayores de 60 que se contagia.
Ahora estamos en los 6000 casos
diarios con 150 muertos. Hace 14 días eran unos 3000.
Todos conocemos infectados y,
muchos, muertos por Covid19. Pasaron dos semanas.
En esas dos semanas, una fue de
teórica fase 1, es decir aislamiento completo con solo trabajo
esencial y la otra de apertura alegre y progresiva.
Las razones por las que se abre y
cierra y vuelve a abrir y cerrar ya no son sanitarias. Los políticos
se resignaron a que es más importante mantener el consumismo
capitalista globalizado que liderar una sociedad seria, que piensa en
la vida de sus componentes.
Hablo de liderazgo porque soy
especialista en terapia de grupos y terapia familiar. Conozco del rol
grupal que tiene el líder.
El líder obtiene su poder para
organizar las tareas del grupo, o la sociedad en este caso, de los
componentes de la misma. Esos componentes tienen un deseo común muy
vago que es el de estar mejor. El líder es aceptado porque promete
que les dará ese bienestar. Al ir avanzando la relación entre el
líder y los componentes de la sociedad, este líder debe poder ir
acotando y definiendo cuál es el verdadero deseo de los componentes.
Si lo logra, pasa a la siguiente etapa en que propone las tareas para
alcanzar los objetivos deseados.
Hay otros roles en los grupos; el
que apoya al líder, el que apoya las tareas, el que propone otros
objetivos y compite con el líder, el que boicotea las tareas, etc.
Evidentemente nuestro presidente
pudo definir el objetivo (la vida) y la tarea (el ASPO) los primeros
15 días de los 120 que llevamos de "terapia" (cuarentena).
Después de eso, su liderazgo fue desafiado por Larreta que propuso
como objetivo la mejora económica, la distensión picológica y la
alegría de los encuentros. La tarea fue la apertura paulatina.
Bien, aquí estamos, a nadie le
importan los contagios y los muertos y si la economía y la alegría.
Larreta, como representante de las ideas de derecha ha ganado el
liderazgo. Hay un nuevo líder real de derecha dentro de un sistema
formal democrático de centro izquierda o progresista.
El caos sanitario y la montaña
de muertos están a la vuelta de la esquina (un par de semanas).
Un pésimo error de liderazgo se
ha impuesto. Otro líder ha surgido con otras ideas. Yo, que soy
médico, no puedo más que lamentarlo y prepararme para atender a los
afectados por la nueva y mortífera situación.
Daniel Roberto Távora Mac Cormack
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