Sábado 11 de Julio de 2020

Geopolítica, Biopolítica y globalización en tiempos de pandemia ... (1era parte)

Escuchamos de modos reiterados y en especial en estos tiempos de pandemia global, la descripción respecto a que “vivimos tiempos de profunda incertidumbre (Falta de seguridad, de confianza o de certeza sobre algo, especialmente cuando crea inquietud.
Este termino en su etimología esta compuesto del prefijo «in» negación y del sustantivo «certidumbre» con ella del latín tardío «certitūdo».  La terminación  umbre define “cualidad de”, por tanto la incertidumbre es la falta de cualidad de certeza respecto de algo.)”





Hemos visto como, a partir de los primeros casos en la provincia de Hubei, en la ciudad China de Wuhan, el coronavirus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad COVID-19, ha escalado progresivamente, siendo declarado una pandemia a principios del marzo pasado. Las noticias que en un principio reportaban la situación en espacios lejanos ahora espejean las de nuestra realidad, y pone en evidencia las debilidades de la globalización.

Las grandes epidemias en general estuvieron asociadas a los fenómenos de migración.

“La crisis provocada por la COVID-19 nos lleva necesariamente a la reflexión del orden material. Las nociones de “dentro” y “fuera” en un orden discursivo o una representación no se manifiestan sólo en la palabra, se marcan en el espacio. No es casualidad que ambas ideas se construyan, de hecho, como una formulación de “lugar” respecto de sí. Se debe dotar de un orden físico a la idea o discurso para que se reproduzca a futuro. Neil Smith (2008) propuso la tesis de que el capitalismo da forma a su propia naturaleza para sobrevivir. ¿No es el orden estratégico que sus actores dan al espacio un factor vital para la formación de dicha naturaleza?

¿No es construir una naturaleza propia, la manera de hacer empatar la representación y la materialidad de forma artificial en el proceso de producción del espacio?

¿No es este el acto ideológico definitivo? Desde esta perspectiva, el espacio del capitalismo es fundamentalmente perverso. Esta lógica es central para entender la pandemia. La crisis económica que le acompaña es provocada por la desaceleración del movimiento de la cotidianidad, de la stasis de la forma “natural” del mundo del capital.

Pero la crisis fue provocada, a su vez, por dicho movimiento, como mencionamos anteriormente, ampliado a todas sus escalas. El contagio se genera de cuerpo a cuerpo, pero para llegar al momento en que vivimos, para que pasara de Wuhan a Roma, a Teherán, a Seúl, y así sucesivamente, se requiere el movimiento de varios cuerpos en cotidianidades que impliquen desplazamientos espacio/tiempos más agudos. La “pandemia” es una condición cuya lógica se construye a escala global, pero que para su concreción en realidad se movió de manera simultánea en todas las demás escalas. De Roma se extiende tanto a Milán como a Sinaloa (México).

La pandemia es global, porque la globalidad se construye también dentro de lo cotidiano. La escala es espacio producido, no como forma vertical, sino como mosaicos a “ras de suelo” (Brenner, 2001). Las relaciones de poder se encuentran territorializadas en el espacio y éste no se construye en una sola escala. La geopolítica crítica cae en el error de intentar construir su lógica desde la escala global, salvo en algunas excepciones (Dalby, 2003; Slater, 2004). Sin embargo, este ir y venir entre las diferentes escalas nos ayuda a entender las estrategias de manera radicalmente diferente, así como las contradicciones o resistencias dentro de él.

Espacialidad y pandemia: la crisis del coronavirus vista desde la
geopolítica negativa
Federico José Saracho López
Geopolítica(s) Revista de estudios sobre espacio y poder
Geopolítica(s) 11(Especial) 2020



Los que hemos vivido esta pandemia causada por el virus bautizado como SARS-CoV-2 —causante de la enfermedad que la comunidad científica ha acordado denominar COVID-19 por razones geopolíticas entre otras, ya que de este modo no se alude a ningún lugar o grupo humano particular 2 — y sus efectos creo que nunca la olvidaremos. Es uno de esos hechos biológicos, pero también sociales, económicos y políticos que va a marcar diferencias: un “hecho social total”, como señala Ramonet (2020). Pero los que de una u otra manera nos dedicamos, de una u otra forma, a la geopolítica —o al estudio de las relaciones entre espacio y poder en un sentido más amplio—lo recordaremos también por la explosión de explicaciones “geopolíticas” de la pandemia.

 Efectivamente, no hay día que en los periódicos o en los medios académicos no aparezca un artículo, foro o videoconferencia sobre la COVID-19 que no lleve la palabra “geopolítica” en su título. Han surgido tantos expertos en geopolítica como epidemiólogos aficionados. En España dicen sarcásticamente que todas las personas somos entrenadores de fútbol frustrados, y que cuando vemos un partido u opinamos sobre él lo hacemos siempre como si fuéramos entrenadores profesionales. Nos tememos que está pasando algo similar.

Pero bienvenidos sean los nuevos especialistas, porque, en cualquiera de los casos, buena parte de lo que está ocurriendo son temas de los que también se ocupa la geopolítica en sus diferentes escalas: la distinción general entre interior y exterior, los cierres de fronteras, las ciudades vacías, los confinamientos personales... todos estos y muchos más son temas geopolíticos. Por lo tanto, se tienen que analizar desde la geopolítica, y los que llevamos años intentando hacer indagaciones y estudios de carácter geopolítico tenemos algo que decir también.

Las reflexiones que hemos hecho se han tenido que hacer, en términos generales, sobre bases nuevas, porque es sorprendente la ausencia de estudios previos sobre geopolítica y pandemias. Consultada una de las base de datos más importantes, la Web of Science, apenas cuatro trabajos aluden a esta relación (geopolitics y pandemics). Uno de ellos es sobre la promoción de políticas públicas de salud (Labonte, 2011), otro sobre la experiencia histórica de los judíos italianos, marcada entre otras cosas por una epidemia en los años 1980 (Nissan, 2011), uno más sobre el impacto de la epidemia de VIH en la antigua Unión Soviética (Ambrosio, 2006), y sólo uno de una experiencia algo equiparable a la actual, la gripe aviar (Aaltola, 2012), aunque con mucho menos impacto.

Quizás uno de los pocos textos que pueda ser de utilidad para analizar la relación entre pandemia y geopolítica sea el de Summers (2012) sobre la geopolítica de la gran peste de Manchuria en 1910-11. El libro se ocupa de estudiar la forma en que se extendió una epidemia de peste neumónica en esa región entonces en disputa entre Japón, China e incluso Rusia, debido a la interacción entre el ser humano y otras especies animales, en concreto la marmota siberiana que era cazada para alimentarse por los pastores manchúes.





En este sentido, tiene muchas reflexiones valiosas sobre la relación entre naturaleza y humanidad que afectan claramente a una geopolítica del medio ambiente. Las partes que específicamente se ocupan de la geopolítica de las pandemias tienen que ver, en primer lugar, con las diferentes aproximaciones al control de la peste por parte de las autoridades coloniales japonesas en Manchuria meridional, las autoridades rusas de facto en el norte y el gobierno chino, cuya pugna dificultó la supresión de la plaga; y, por otra parte, con la forma en que se produjo la cooperación internacional para suprimir la enfermedad, que se materializó en una International Plague Conference que tuvo lugar en Mukden, en abril de 1911.

Analizando esos hechos desde el siglo XXI, el autor es quizás demasiado optimista respecto a una respuesta mucho más organizada a una pandemia en la actualidad. Considera que no sólo los avances científicos de la medicina en el control de estas epidemias y pandemias han sido espectaculares a lo largo del siglo pasado, sino que también las organizaciones internacionales del ámbito de la salud humana se han consolidado y no están en el nivel embrionario de aquella época. Pero la medicina no es omnipotente, y las organizaciones internacionales sufren los embates de los gobiernos, como muestra la suspensión a la financiación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que el gobierno de Estados Unidos ha dictado el 14 de abril pasado en plena escalada de la pandemia en ese país: “Hoy ordeno a mi Gobierno suspender los fondos a la OMS mientras reviso su conducta para determinar el rol de la OMS y su grave mal manejo y encubrimiento de la expansión del coronavirus”, anunció Trump durante una rueda de prensa en la Casa Blanca (EFE/ eldiario.es, 2020).
( Dirección. (2020). Geopolítica de la pandemia de COVID-19. Geopolítica(s). Revista de estudios sobre espacio y poder, 11(Especial), 11-13.)

La necesidad de establecer modelos de desarrollo de largo plazo que permitan superar problemáticas y deficiencias estructurales, que fortalezcan la soberanía y propicien la igualdad y la equidad social, ha estado en el centro del debate político y académico en los últimos años para América Latina. Sin embargo, en tiempos recientes se ha evidenciado un proceso de expansión económica y territorial que ha generado desequilibrios territoriales, grandes problemáticas ambientales y una elevada conflictividad social que han dificultado el alcance de este gran objetivo.



El trabajo realizado propuso evaluar qué elemento y factores representan los mayores obstáculos para consolidar modelos de desarrollo soberanos, y al mismo tiempo discutir el efectivo dominio de los territorios y recursos de los Estados latinoamericanos y la capacidad verdadera de llevar adelante una gestión política territorial. A través de un abordaje teórico y un análisis de casos, los resultados alcanzados han permitido identificar diversas problemáticas comunes a la mayoría de los países, establecer algunas consideraciones respecto a la importancia de mejorar la gestión territorial como estrategia para fortalecer la soberanía de cada Estado; y plantear algunos desafíos a futuro para construir una visión de conjunto para la región frente al contexto internacional.

El escenario actual pone de manifiesto y relevancia asuntos que ya venían siendo motivos de preocupación pero que la crisis sanitaria global han tornado mas urgentes y evidentes.

Entre otras, las cuestiones territoriales asociadas al desarrollo y la reducción y lucha por terminar con la tremenda desigualdad en la distribución de la riqueza y en el juego de poder que se ha constituido en la globalización actual y que provoca las situaciones de crisis humanitaria y tremenda pobreza en bastas zonas del planeta.

El debate acerca de la necesidad de generar modelos de desarrollo soberanos e inclusivos en América Latina es complejo y abarca múltiples aristas que deben ser consideradas. Indudablemente debe centrarse en ciertos fenómenos y problemáticas del contexto presente, pero sin desconocer algunos factores estructurales o formas históricas de concentración de poder que han tenido lugar en la región.

(...) .
El debate debe articularse, también, desde la comprensión de una geopolítica actual que le imprime o le pretende imprimir a la región determinados roles y funciones en el marco de un esquema económico y productivo global. Este contexto geopolítico es importante, no por el hecho de plantear relaciones de poder nuevas o desconocidas; sino por las renovadas visiones de las concepciones de países dominantes y dominados o centrales y periféricos.

En la visión de Leff (2005) hemos atravesado un proceso de cinco siglos de economización del mundo que culmina con su saturación y el límite de su extrema voluntad de globalizar el planeta traduciendo todos sus elementos a los códigos de la racionalidad económica. El gran proceso de expansión territorial impulsado por el incremento poblacional, el desarrollo de los núcleos urbanos y el crecimiento de las actividades económicas y productivas han llevado a una situación de escasez de territorios. Los cambiantes contextos políticos, crisis económicas mundiales y los vaivenes de la economía globalizada han inducido a la conquista de nuevos espacios o a la reconversión y refuncionalización de muchos de ellos.

En este proceso, las riquezas en biodiversidad, en recursos naturales y la disponibilidad de tierras aptas para la producción se convierten en factores estratégicos.



Aunque se asemeja a una racionalidad más propia de la época imperialista, el contexto actual aún exige una situación en donde cada país asume, se le impone, o cumple un rol determinado, necesario para el funcionamiento del sistema global (Leff, 2005; Galafassi, 2012; 2014; Morea, 2017). Una situación que algunos autores han definido como “geopolítica de la biodiversidad” (Leff, 2005; Delgado Ramos, 2008) o “nuevos procesos de cercamientos” (Harvey, 2004; Collective, 2012; De Angelis, 2012; Galafassi, 2012), en donde estos factores estratégicos deben ser funcionales a las necesidades y expectativas globales.

La provisión de estos recursos estratégicos pareciera ser nuevamente el rol de Latinoamérica. Quizás no mediante una ocupación tan explícita y violenta, sin valerse de la esclavitud, o sin la presencia necesaria de gobiernos de facto o regímenes autoritarios. Pero sí mediante una dominación económica que en ocasiones responde a grupos hegemónicos al interior de cada país, y en otros casos es impulsada por fuerzas económicas y corporaciones multinacionales (Delgado Ramos, 2008).

Por estos motivos, entender la influencia de estos procesos regionales y globales es indispensable para poder pensar en un desarrollo soberano para América Latina y para cada uno de los países que la integran. Indispensable, por un lado, debido a
la necesidad de integrarse con el mundo; pero, también, por el afán de posicionarse dentro de este esquema global desde un espacio de fortaleza y de conveniencia.

Modelos de desarrollo y soberanía en América Latina: una visión
desde la gestión territorial
Juan Pablo Morea Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina, y Centro de Investigaciones Geográficas Socio-ambientales. Departamento de Geografía, Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina.
Geopolítica(s) Revista de estudios sobre espacio y poder
Geopolítica(s) 11(1) 2020: 71-93

El énfasis que la situación de emergencia sanitaria, le ha consignado al tema del territorio y la localización en función de un retroceso visto como instrumento sanitario, del contacto físico entre las personas para disminuir los efectos del contagio y la transmisión del virus SARS-CoV-2 y por ende de toda actividad relacionada con la acelerada globalización que se potencio con las tecnologías digitales y la llamada Cuarta revolución industrial en referencia al exponencial aumento de las actividades de intercambio entre naciones y de las modificaciónes que supuso esta aceleración y crecimiento a las formas mismas del capitalismo, nos devuelve a la conciencia la cuestión de la soberanía de los Estados Nacionales y la importancia de los gobiernos Nacionales y territorialmente emplazados en el contacto mas directo y concreto con las personas que habitan el territorio.

Si bien, antes de la crisis sanitaria, la globalización proponía su impacto directo en los ámbitos territoriales y municipales, como estrategia de debilitamiento de las capacidades de los Estados Nacionales para resistirse a los embates de los capitales financieros transnacionales por someter todo desarrollo y todo servicio vital y territorialmente productivo y necesario en una mercancía para alimentar al sistema financiero transnacional, la crisis pandémica supone, por contrario, un fortalecimiento de las instancias estatales y de la política para definir concretamente las medidas necesarias y pertinentes que atiendan lo mejor que sea posible la realidad de cada situación concreta.

Esto no solo está teniendo impacto en esas dinámicas frenadas de la globalización, sino y también en los impactos que estos cambios y desaceleraciones están produciendo en la conciencia planetaria, pero expresada en conciencia local o glocal, en tanto las respuestas locales son y al mismo tiempo, replicadas o esparcidas en tiempo casi real hacia el resto del planeta. Sabemos lo que sucede en nuestro barrio al mismo tiempo que recibimos información de cualquier rincón del mundo con una sola búsqueda en google o compartiendo cualquier red social de la que formemos parte.

Toda dimensión humana se ve afectada. Pero en especial la de las representaciones que se manifiestan en los lenguajes que comienzan a expresar estas tensiones de otros modos.




La grieta que en buena parte del planeta reflejaba la tensión entre los poderes transnacionales y aquellos intentos nacionales o regionales que buscaban fuerzas para controlarles o detenerles priorizando realidades territoriales y Nacionales, que en los medios de comunicación se redujeron a esa forma de nombrar dichas tensiones: “La grieta”, muestran hoy el carácter complejo y diverso que tal síntesis impedía comprender.

La falsa dicotomía entre salud y economía que pretenden instalar los intereses de la economía globalizada para mantener el imperio de sus negocios y privilegios, chocan de frente con las diferentes realidades que las personas viven en sus territorios. Nuevamente se retoma la idea de soberanía territorial y del derecho que les asiste a las personas concretas que habitan los territorios a resolver sobre el lugar que ocupan y dónde desarrollan su vida.

La idea de desarrollo global y de “pensar para afuera” en lugar de “administrar lo próximo”, lo que se tiene físicamente cerca, vuelve a ocupar un lugar de relevancia a la hora de pensar como salir de esta crisis de modos que se vean afectadas la menor cantidad de personas posibles, ya no solo en el aspecto sanitario sino en referencia a la calidad de vida que desnude la pos pandemia y a los modelos de desarrollo que cada Estado deberá consensuar al interior de sus territorios soberanos y con el resto de la globalización.

Ni lo territorial podrá sostenerse en términos cerrados y aislados, ni la globalización podrá seguir avanzando en los ritmos e intensidades actuales … de como se equilibren estas cuestiones dependerá el nuevo orden que surja después de esta traumática experiencia globalizada.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack






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