Reflexiones sobre la actualidad ...

 

 


"En el contexto de la cuarta revolución industrial, la llamada sociedad de la información y del conocimiento se caracteriza por la inteligencia de negocios, la automatización y la robótica, la tecnología, los procesos y el hecho de que las personas pasan a desempeñar un papel clave en lo que tiene que ver con la implementación de las políticas públicas. Varias generaciones, con diferentes niveles de adopción de la tecnología, forman parte de esta cuarta revolución industrial, en la que tanto los gobiernos como la ciudadanía afrontan grandes retos. En general, el manejo global de estos factores —personas con necesidades variadas, procesos que conviven en el mundo físico y en el digital, y tecnologías que surgen y desaparecen a velocidades nunca vistas— constituye un desafío para los países de la región. De allí que casi todas las políticas públicas se concentren en ellos (BID, 2019).

Es frecuente que cuando se habla de “digital” la idea se asocie directamente a tecnología y se aborde como una disciplina a cargo de las unidades tecnológicas a las que se asigna la responsabilidad de “lo digital”. Por otra parte, los países que han avanzado y apostado al desarrollo digital tienen en común el hecho de haber abordado el desafío como una política pública integral que se instala como una estrategia del país y que cubre tanto los aspectos legales y normativos, como los organizacionales, políticos, institucionales y, por supuesto, tecnológicos. Esta mirada integral se condice con la disponibilidad de instituciones, atribuciones y recursos que aseguren la sostenibilidad de la estrategia más allá de los períodos presidenciales, los programas de gobierno o las iniciativas personales. Esto se constituye como base de una gobernanza digital que contribuye a un mejor Estado para el ciudadano y aporta a la competitividad de las empresas y del país en su conjunto.

En el contexto del gobierno digital, la buena gobernanza pública es la base sobre la cual el avance de la digitalización puede tener lugar en la dirección correcta y al ritmo adecuado. Este es el desafío para los gobiernos en términos de dar gobernanza a estos aspectos, lo que lleva a preguntarse qué se entiende por gobernanza y qué se entiende por gobernanza digital.

(A. Naser (coord.), “Gobernanza digital e interoperabilidad gubernamental: una guía para su implementación”, Documentos de Proyectos (LC/TS.2021/80), Santiago, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 2021.)

En general, los organismos de la integración supragubernamental como instancias de gobernanza y cooperación global, suponen una serie de categorías conceptuales que entienden la realidad como una y las expresiones de estas en su diversidad situada. Una realidad global, múltiples realidades regionales, locales, nacionales e interregionales que son su manifestación. De otra forma sería muy dificil encuadrar actividades desde un marco supra-regional que no implique “forzamientos” de las realidades nacionales o injerencias en los asuntos de los Estados Nacionales en sus especificidades.

Se acuñan, entonces, frases, que parecen ser comprendidas por todos. ¿Es esto efectivamente así?

Un ejemplo se puede reflexionar a partir de la frase compartida del texto editado en el marco de los trabajos que realiza la Comisión Económica para America Latina (CEPAL), como órgano de Naciones Unidas para la investigación, propuestas y vinculación de programas económicos y sociales para la región.

Para la CEPAL, el contexto de la globalización está caracterizado por “cuarta revolución industrial, la llamada sociedad de la información y del conocimiento se caracteriza por la inteligencia de negocios, la automatización y la robótica, la tecnología, los procesos y el hecho de que las personas pasan a desempeñar un papel clave en lo que tiene que ver con la implementación de las políticas públicas.”

Resulta interesante y necesario pensar estas conceptualizaciones:

1.- Cuarta Revolución Industrial

2.- Sociedad de la información y del conocimiento

3.- Inteligencia de negocios

4.- Automatización y Robótica

5.- Tecnología y procesos

6.- Personas que implementan políticas públicas.

En esa secuencia está expresada con mediana claridad que los hechos que transforman las formas de producir generan cambios sociales que se expresan en lo político por medio de personas que las implementan. No hay lugar, al parecer, para alguna alternativa que se niegue a tales dimensiones de los cambios que el sistema global de producción impone y genera.

Al hablar de colonización, pensamos en un hecho lejano en el tiempo y que ya nada tiene que ver con nosotros. Los colegios y algunos materiales de historia que se alimentan de promover mitos nos muestran esas carabelas de Colón llegando a las Antillas, recreando un encuentro como un grandilocuente cuadro renacentista, exhibido, cual pieza de museo, desde una narrativa lineal, pacífica y casi inevitable.

Al menos algunos pocos se atreven a mencionar la palabra conquista, dando cuenta de que dicho encuentro fue de todo, menos armonioso.

La realidad es que el evento de la llegada de las fuerzas europeas a nuestras tierras fue parte de un proceso histórico que nos alcanza hasta hoy. Significó el comienzo de un “nuevo mundo”, pero no necesariamente desde un marco inexistente. La colonización conllevó la imposición de un proceso histórico, social, cultural y político que venía gestándose hace tiempo, a fuerza de sangre derramada y violencia sin límite.”

"De colonialismos, colonialidades y descolonizaciones" - Dr. Nicolás Panotto, Argentino. Teólogo y doctor en Ciencias Sociales. Director de la Fundación Otros Cruces (Chile). Profesor de la Comunidad Teológica de Chile.

Los procesos de producción que se imponen como formas de hacer y que terminan organizando la vida de las comunidades humanas en el planeta, se debaten entre las formas y realidades locales o de pequeñas asociaciones territoriales próximas, respecto de aquellas que se imponen por violencia y se legitiman con formas de represión y castigo. Los Estados/Nación han surgido como formas mixtas para re-organizar los territorios feudales en función de la emergencia de las producciones en las nuevas monarquías parlamentarias que comenzaban a instituir formas mercantilistas y ha desarrollar la creación de productos por medio de los incipientes procesos de creación primero artesanales y manufactureros y luego en la explosión producida por la industrialización y la producción en serie. Surgen así los Estados como “monopolios” de una violencia legitimada en la instalación de esos procesos nuevos que reemplazaron a los anteriores. 

Todos los conceptos de las ciencias sociales pueden considerarse en disputa entre tradiciones, paradigmas y teorías, pero pocos como el populismo han despertado tanta polémica. Hoy es casi un lugar común referir a la polisemia del término, a las distorsiones que provoca tanto por los discursos de izquierda como de derecha y al desacuerdo suscitado entre las perspectivas sobre su estatus teórico.

En la agenda política y en los medios de comunicación de Estados Unidos, Europa y Latinoamérica, a diario se advierte sobre alguna amenaza populista en algún lado, de Venezuela a Grecia, de España a Argentina. Y es que las luchas por el poder consisten en construir y disputar las palabras

con las que se nombra y se piensa el mundo. El populismo es una de ellas.

Los discursos construyen, mantienen, refuerzan interpretaciones acerca de la realidad, de las prácticas, de los actores y de las relaciones sociales (Martín Rojo, 1997). Se podría incluir como acepción del concepto de discurso a toda acción portadora de sentido. Este enfoque incluiría a las palabras y su articulación con las acciones. El discurso es un fenómeno multifacético de interacción (enunciativo/interpretativo) que remite a los participantes del circuito comunicativo y a los múltiples lazos que se establecen entre ellos (Arfuch, 1987).

La noción de populismo se toma como algo evidente, se da por supuesto que todos saben sobre qué se habla. La verdad es que los científicos sociales llevan al menos cincuenta años frente al debate acerca de su significado. En un célebre congreso sobre este tema realizado en la London School of Economics en 1967, la intervención del historiador Richard Hofstadter sobre el caso de Estados Unidos ya se titulaba “Todo el mundo habla de populismo, pero nadie sabe definirlo”. Mientras Margaret Canovan enumeraba siete formas de populismo, Peter Wiles citaba no menos de veinticuatro características definitorias, sólo para pasar en la segunda mitad de su presentación a tratar de las excepciones (es decir, aquellos movimientos populistas a los que no se aplicaban dichos rasgos). Después del congreso se acuerda que el populismo debe ser catalogado como una suerte de actitud mental; un movimiento sin un carácter ideológico delimitado que aparece en diferentes contextos históricos y geográficos, como resultado de una situación especial (de modernidad deteriorada) y que, en términos de psicología colectiva, se puede explicar como una suerte de manía colectiva de tipo conspirativo caracterizada por un negativismo peculiar (anticapitalista, antiurbano, antisemita) cuasi xenófobo y en el que se idolatra al pueblo (Ionescu y Gellner, 1979).

En resumen, a medida que la etiqueta se aplica a los movimientos más diversos, el fenómeno se ha vuelto cada vez más inasible, hasta el punto en que sería más fácil enumerar lo que no ha sido definido como populista.

"Populismo, la vigencia de un concepto" - Carreras Doallo – Mateo en Entre viejos y nuevos populismos / Daniel Carceglia ... [et al.] ; compilado por Ximena Carreras Doallo ; Graciela Mateo. - 1a ed.-

Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Fundación CICCUS, 2019. Libro digital, PDF

Se infiere entonces, en general, que las actuales formas de producción, herencia de las formas Coloniales que produjeron las diferencias entre Estados/nación industrializados y Estados/nación dependientes de aquellos (La dependencia como concepto, extrañamente surgió de la labor de la CEPAL en los años 60), entabla en la Cuarta Revolución Industrial, las mismas tensiones heredadas de la primera(Automatización a Carbón) Segunda (La revolución de la energía petrolera) La tercera (Nuevas tecnologías de la información y la comunicación, así como en las innovaciones que permiten el desarrollo de energías renovables.) y la Actual en los procesos de automatización digitalizada y el paso de los procesos analógicos a los digitales. Las formas son impuestas por los procesos al interior de los Estados industriales. Por lo tanto conllevan en su matriz, el sostenimiento del orden anterior fundado en la colonización. Que implica no solo en un ejercicio de sometimiento forzado, sino en mecanismos que lo legitiman en la construcción de subjetividades, mensajes y metamensajes que integran las formaciones individuales y comunes a las organizaciones sociales de una globalización cada vez menos permisiva a formas locales y territoriales diferentes.

Claramente parece consolidarse cierta deslegitimación de los sectores capitalistas neoliberales —principalmente en ciertas áreas como en las políticas sanitarias—. Aparecen discursos que reclaman subordinar, al menos parcialmente, a algunos sectores de la economía, a las reglas de un Estado que permita establecer un nuevo ethos centrado en lo público y en la satisfacción de ciertos derechos básicos de toda la humanidad. Recordemos igualmente que dicha deslegitimación no es dialéctica ni estrictamente confrontativa. Solo cuestiona la hegemonía de la producción de renta por sí mismas; en ese marco, desde una economía social realista, nunca “salvar una vida humana” puede ser una idea antieconómica.

Ahora bien, esta deslegitimación del neoliberalismo —que pareciera afectar solo a la producción de renta financiera especulativa— no es óbice para que el sistema conserve todo su poder fáctico, toda su capacidad de incidencia, para forzar decisiones que le resulten favorables a sus intereses. Por lo tanto, es una deslegitimación política —o del ámbito de su filosofía política— pero en ningún caso, implica su derrota.

De cualquier forma, el deterioro progresivo en la vida y la salud de las comunidades y la reducción de la capacidad de la respuesta inmunológica humana ante las diferentes agresiones a la que ha llevado este sistema de producción, consumo y maximización de la renta financiera; es incuestionable. Para el Instituto de Salud Socioambiental, “...Los modos de producción explotan nuestros territorios, con la consecuente contaminación del agua, aire y suelo con agrotóxicos, microplásticos, metales pesados y gases tóxicos, imponen la deforestación con corrimiento de la frontera agrícola, la explotación animal en condiciones deplorables, constituyen un medio de cultivo ideal para la génesis de mutaciones virales (...) Si no nos reconocemos como parte de un todo viviente, dinámico y naturalmente cíclico, será complejo salir fortalecidas de esta crisis...” Instituto de Salud Socioambiental, 2020).

En el mismo sentido, Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA, manifestaba que “... Estamos íntimamente interconectados con la naturaleza, nos guste o no. Si no cuidamos la naturaleza, no podemos cuidar de nosotros mismos...” (Andersen, 2020)

Las tecnologías que organizan ese gobierno de la vida han sido fundamentales para el despliegue del capitalismo. Para Foucault (1974), el gobierno de la vida constituye un ámbito autónomo de actuación y regulación de la vida misma, sus formas y límites, sus amenazas y defensas. La población se constituirá como una categoría que estará en la encrucijada de todo un conjunto de saberes y tecnologías de gobierno a través de la medicina, la sociología, la biología, la psicología, la psiquiatría y, cómo no, la estadística como aproximación transversal a todas ellas.

La escala biopolítica permite, en efecto, conocer y gobernar fenómenos considerados hasta entonces como accidentales o azarosos, a partir de poder determinar su frecuencia, incidencia o patrones de repetición a lo largo del tiempo. Se desplegarán así todo un conjunto de mecanismos destinados a gestionar la seguridad, detectar situaciones de riesgo o “peligrosidad”, que permitan determinar el modo de intervención política necesaria.

Peligrosidad en términos de enfermedad, a través de la higiene pública, el control y gestión de las enfermedades, prevención de las epidemias, políticas de salud tanto en casas y lugares de trabajo como en barrios y ciudades. Peligrosidad también en términos de criminalidad, necesidad de determinar qué riesgos de criminalidad son inherentes a determinados sujetos, lugares o situaciones, el control y vigilancia generalizados de la población como métodos que permitan intervenir en caso necesario.

El mismo Foucault sostiene que el ser humano constituye una materia prima, como la tierra o los recursos naturales, que los agentes con poder se esfuerzan en potenciar para extraer todos los beneficios posibles. Ugarte nos lo presenta así: “...La imagen de un Estado—guardabosques que espera al momento adecuado para hacerse con la mejor madera

es sustituida por la de un Estado—jardinero que todos los días vigila las plantas y abona, poda, injerta, elimina las malas hierbas, riega y cosecha cada fruto en el tiempo adecuado; momento éste que varía de una planta

a otra: pensemos en la capacidad que tienen las vacunas para proteger a los individuos, el empeño en reducir las muertes por accidentes de tráfico a través de medidas como el carné por puntos, el esfuerzo por aumentar la movilidad de los afectados por una enfermedad grave a través de la inversión de enormes recursos en investigación...” (Ugarte Pérez, 2005).

La biopolítica va, pues, de la mano de la instauración de la norma como un mecanismo de orden y organización social cuya centralidad pone en crisis el orden social que pivotaba en torno a la ley. En efecto, si la ley era concebida como un mecanismo que prohíbe, impidiendo y limitando determinadas acciones, la norma actuará positivamente prescribiendo o regulando qué es lo que debe suceder, y cómo.

Causas y consecuencias de la Pandemia COVID-19. De la inmovilidad de la humanidad a la circulación desconcentrada de personas - Dino Di Nella Abogado (UNLP), Sub Director del Centro de Investigación en Derecho Crítico de la UNLP. Profesor Ordinario Efectivo Adjunto Categoría II (Programa Incentivos a la Investigación) Grupo Internacional Copolis-Adalquí Sede Atlántica - Universidad Nacional de Río Negro Oficina 5, AV. Don Bosco y Leloir. Viedma (08500). Río Negro. Argentina.

Victoria Ibáñez, Abogada (UNLP), integrante del Centro de Investigación en Derecho Crítico de la UNLP y del Colectivo de Acción Jurídica, Social y Cultural Adalquí.

Crisis del dólar y deuda sin fin 

Caos y oportunidad de la descentralización monetaria - Por Mónica Peralta Ramos en “El Cohete a la Luna”

Hace pocos días, y después de 20 años de guerra y ocupación militar, miles de muertos y 2.3 billones (trillions) de dólares gastados y fugados por la canaleta de la corrupción, una guerrilla de origen étnico, tribal, religioso y campesino tomó rápido control de las principales ciudades de Afganistán, obligando a los militares norteamericanos a una evacuación anticipada, caótica y humillante. Según el general Mark Milley, Jefe del Comando Superior de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, “nadie, ni yo mismo, vio algo que pudiese indicar el colapso… en 11 días” (bloomberg.com, 18/08/2021). El abandono precipitado de armamento altamente sofisticado y la imposibilidad de evacuar a miles de ciudadanos norteamericanos y afganos que colaboraron con la ocupación militar muestran un nuevo fracaso de la estrategia de guerra de los Estados Unidos. Encerrados en el aeropuerto, rodeados por tropas enemigas y a merced de atentados terroristas incontrolables, los militares norteamericanos exhiben la vulnerabilidad de su dominio sobre el mundo.

Curiosamente, a mediados de agosto también se cumplieron 50 años del fin de la convertibilidad del dólar al oro. Por ese entonces, una frase de Henry Kissinger sintetizó los objetivos del poder norteamericano: “Quien controla al dinero, controla al mundo”. En las décadas siguientes, el dominio del dólar se afirmó en una estrategia de guerras localizadas y permanentes que multiplicaron países inviables en distintas regiones del mundo. Hoy, la debacle de Afganistán ocurre en un contexto financiero muy turbulento. Al borde de una crisis financiera de magnitudes inéditas, crece el cuestionamiento al rol del dólar como moneda de reserva internacional y las “monedas privadas” desafían al control ejercido por la Reserva Federal sobre las finanzas.

Así, el dólar y la guerra ocupan hoy el centro de la escena política internacional. La violencia del poder económico deja de ser natural y su dinámica irracional emerge a la luz del día.

Capitalismo de espionaje y conflictos sociales

Un puñado de corporaciones tecnológicas domina esta etapa del capitalismo, digitalizando todas las actividades sociales y acaparando cada vez más control sobre la apropiación, almacenamiento y monetización de enormes bases de datos. Impactan así sobre las formas de producción y apropiación del excedente y de los ingresos, las ganancias y las rentas generadas en distintos sectores económicos y actividades del mundo. Esto intensifica la pugna entre monopolios y oligopolios por aumentar su cuota de poder, al tiempo que las corporaciones tecnológicas profundizan su control sobre los Estados nacionales, cada vez más dependientes de las nuevas tecnologías.

El entramado de conflictos entre los pocos que poseen mucho ha multiplicado a los muchos que poco y nada tienen, dando lugar a la emergencia de nuevas formas de explotación y dominación de la fuerza de trabajo y de la vida íntima de la población. La introducción al proceso productivo de tecnología intensiva en el uso de bienes de capital ha generalizado el desempleo estructural y la precarización de la fuerza de trabajo. La digitalización de la vida social ha intensificado estos procesos y la captura sin permiso de la información relativa a la vida de los individuos la convierte en datos, que monetiza al infinito. El pillaje de pedazos de la vida privada abre horizontes ilimitados para maximizar ganancias y permite manipular comportamientos colectivos, tanto en el ámbito comercial como en el político. La digitalización se vuelve así esencial para la reproducción política del orden global.

Poco a poco se van borrando los límites que separan a un pequeño grupo de monopolios tecnológicos de los Estados nacionales. Esto es notorio en el caso de China y de los Estados Unidos. A pesar de la existencia de instituciones muy diferentes, un conjunto selecto de enormes corporaciones tecnológicas puja en ambos países por colonizar a la sociedad y al Estado, monopolizando los flujos de información y comunicación. Esta brutal acumulación de poder y de tensiones termina desbordando al ámbito de las finanzas y de la geopolítica.

Controlar al dinero para dominar al mundo, como quería Kissinger, conduce a la imposición de la usura, una relación asimétrica de poder donde un polo aniquila al otro. Este drama, que existe desde los orígenes de la memoria, hoy se expresa en un endeudamiento ilimitado que crece exponencialmente, sustituyendo constantemente deuda vieja por deuda nueva. Este tipo de endeudamiento canibaliza al centro y a la periferia del orden mundial y deriva en conflictos geopolíticos explosivos.

Paradójicamente, los avances de la tecnología permiten desafiar la concentración del poder al habilitar formas de organización que rompen el aislamiento y la disgregación social. En el campo de las finanzas, las nuevas tecnologías facilitan una descentralización monetaria que puede ser aprovechada por los países de la periferia para defender sus monedas y poner fin al endeudamiento ilimitado. Así, si bien las turbulencias de la coyuntura financiera internacional anuncian tiempos caóticos, también brindan una oportunidad para concretar políticas que permitan avanzar en una dirección totalmente nueva. La debacle militar del gobierno norteamericano en Afganistán muestra que, en la era de la digitalización, los gigantes también tienen pies de barro.

El desafío a la Reserva

Las políticas seguidas por la Reserva Federal para superar la crisis financiera de 2008 fueron funcionales al desarrollo de un grupo muy pequeño de monopolios tecnológicos. La facilitación monetaria con tasas de interés cercanas a cero (quantitative easing QE) promovió un endeudamiento con fines especulativos que sustituyó a la inversión productiva por la re-compra de acciones para su valorización financiera. Esto fue aprovechado por los monopolios tecnológicos para aumentar el control de sus mercados y su poder sobre el resto de la economía.

Hacia mediados de 2020, los activos financieros de Apple, Microsoft, Amazon y Alphabet/Google equivalían, en conjunto, al 25% de los activos financieros de las grandes corporaciones que cotizan en el S&P 500, el índice bursátil de las corporaciones más grandes de los Estados Unidos. Cada uno de estos monopolios tenía más de un billón (trillion) de dólares de capitalización de mercado. Este poder de fuego inigualable permite anular en el huevo a la competencia, lo que se corrobora con el crecimiento del valor de sus activos intangibles (propiedad intelectual, marcas, tamaño de su clientela, etc.) en sus respectivos balances contables. Excluyendo a Apple, entre 2010 y 2019, este valor creció un 557%, mientras que el de las grandes corporaciones que cotizan en el S&P 500 creció, en promedio, un 63%. Este poder financiero se tradujo en ganancias inigualables. Medidas por la participación de los ingresos en las ventas netas, las ganancias de estas corporaciones duplicaron al promedio de las ganancias percibidas por las grandes corporaciones que cotizan en el S&P 500. (zerohedge.com, 19/08/2021).

La pandemia aceleró las innovaciones tecnológicas, al tiempo que obligó a la Reserva Federal a nuevas inyecciones semanales de liquidez para impedir una debacle financiera. Ambos fenómenos cristalizaron en una intensa especulación con todo tipo de activos, incluidas las 8.000 criptomonedas. Dos de ellas, Bitcoin y Tether, concentran la mayor emisión y valuación y hoy atraen a grandes fondos de inversión, bancos y grandes corporaciones no financieras. En su conjunto, el universo de criptomonedas es valuado en 2 billones (trillions) de dólares, algo que equivale al conjunto de los dólares en efectivo que circulan por el mundo.

Así, la revolución digital ha abierto las compuertas a un mundo monetario basado en la información y en la emisión de “monedas privadas” que, con tecnología block chain, desafían al control centralizado ejercido por la Reserva Federal (y otros bancos centrales) sobre las transacciones financieras y la emisión de dinero. Las nuevas tecnologías también hacen posible la emisión de una moneda digital por parte de los Bancos Centrales, y la posibilidad de que estos aumenten su control directo y al instante de todas las transacciones realizadas.

En su informe económico anual, el Bank of International Settlements (BIS), máxima autoridad monetaria que reúne a todos los Bancos Centrales del mundo, advierte que las criptomonedas “no son monedas, sino simples activos especulativos utilizados para facilitar el lavado de dinero y otros delitos financieros” y recomienda a los Bancos Centrales acelerar la emisión de monedas digitales para tener mayor control sobre las finanzas (bis.org, 23/06/2021). Sin embargo, la reciente emisión del yuan digital por parte de China ha despertado inquietud no sólo ante la posibilidad de que este país “lidere la moneda del futuro”, sino también ante la apertura de una ruta que permite escapar a las sanciones económicas norteamericanas (bloomberg.com, 04/04/2021; ft.com, 20/07/2021; zerohedge.com, 16/08/2021).

Asimismo, existe mucha preocupación en el establishment financiero por los peligros del mundo salvaje (wild west) de las criptomonedas, acopladas a monedas fiduciarias y, especialmente, al dólar (stablecoins). Janet Yellen, secretaria del Tesoro norteamericano y el Grupo de Trabajo sobre mercados financieros (Working Group on Financial Markets) que ella lidera tienen en la mira a Tether, investigada por el Departamento de Justicia, y a Diem, la moneda de Facebook. (home.treasury.gov, 19/07/2021). Mientras tanto, la Reserva se preocupa por el impacto que la emisión de un dólar digital tendrá sobre el sistema bancario tradicional y la Securities and Exchange Commission (SEC) ha anunciado regulaciones al minado de criptomonedas con el objetivo de impedir la evasión fiscal y el lavado de dinero (sec.gov, 03/08/2021). Así, si bien la batalla contra la descentralización de las monedas recién empieza, pareciera que este fenómeno ha llegado para quedarse.

La Argentina: deuda y restricción externa

La campaña electoral se calienta al compás de las mentiras y disparates de una oposición que ha colocado nuevamente a Mauricio Macri en el centro de la escena política. Este prestidigitador de todos los tiempos acusa ahora al Frente de Todos (FdT) de batir los récords en materia de endeudamiento en dólares. Apoya este dislate poniendo en su galera una sarta de papelitos incoloros con los que embadurna a los dólares y a los pesos hasta hacer un engrudo de origen desconocido y así, por arte de magia, desaparecen los 100.000 millones de dólares de deuda que dejó su gobierno, al tiempo que el acuerdo que firmó con el FMI se evapora. Sin embargo, este acuerdo es bien concreto y supera todos los registros de esta institución, tanto por la magnitud del endeudamiento contraído como por la alevosía con que fue planeado. Vulnerando regulaciones argentinas y los propios estatutos del FMI, impone un acelerado e inmediato plan de pagos con el objetivo de ahorcar al gobierno lo más rápidamente posible.

Tiene razón el ministro Martín Guzmán cuando dice que Macri nos dejó un problema gravísimo. Sin embargo, no aclara que ese problema consiste en una deuda imposible de pagar, no sólo en 10 años, sino en muchísimo tiempo. Una deuda cuyos vencimientos en tiempos de pandemia han estado fuera de toda discusión. Esto no es casual: aplicando a su pago las escasas reservas que le quedan al Banco Central de la República Argentina (BCRA) y los Derechos Especiales de Giro (DEG) recién recibidos, hacia el mes de marzo el país entrará en default, si no se abraza antes al FMI. Desde el vamos, pues, el gobierno del FdT ha tenido ante sí una horca que no se discute, y cuyo objetivo es concretar de una vez por todas el endeudamiento ilimitado.

En esta campaña tampoco se habla del problema de fondo que condiciona la post-pandemia y la posibilidad de un desarrollo con equidad social: la persistencia de un modelo agroindustrial extractivo que coloca a los exportadores de cereales y a las multinacionales importadoras de bienes de capital incorporadas en tecnología en el centro de la escena, compitiendo por los dólares e impulsando el endeudamiento ilimitado. Este es el origen de la restricción externa que carcome al país desde hace varias décadas y que hoy se afianza a diario de un modo silencioso. Basta un solo ejemplo: la mejora de los términos del intercambio de las exportaciones agrarias dio lugar a un superávit comercial de 6.740 millones de dólares en el primer semestre de este año. Más de la mitad del mismo se destinó al pago de importaciones de autopartes para el sector automotriz, sólo un sub-ítem de una industria dominada por la dependencia tecnológica que imponen las consabidas multinacionales. Esto ha originado una industrialización cuya demanda de dólares para importar satisface la lógica de la expansión de los complejos multinacionales, a lo que se suma la especulación con los tipos de cambio y la sobrefacturación de importaciones. En consecuencia, los dólares que demanda la industria para expandirse siempre superan a la capacidad del sector agroindustrial para generarlos.

Esta semana, el Presidente del BCRA sostuvo que “el desarrollo del sector exportador y del mercado de capitales local” permitirá un desarrollo con equidad que pondrá fin a la pobreza y a la indigencia. La experiencia histórica y actual muestra que los pequeños ahorristas que se refugian en el dólar son la punta de un iceberg constituido por los monopolios que disputan las divisas y las fugan. El BCRA sabe que el mercado de capitales local se dedica a la especulación con el tipo de cambio, haciendo diversos “rulos”, según como venga la mano. Últimamente, ha intentado ponerles algún limite y espera que a los actores de este engendro les caiga la ficha divina “y tengan la capacidad de convertir el ahorro interno en inversión y financiamiento” (Infobae.com, 26/08/2021).

Estos actores han dado sobrados ejemplos de que su objetivo es especular y fugar. De ahí la necesidad de crear una moneda alternativa al peso y respaldada por nuestros recursos naturales como medio para salir de la dolarización y fomentar el ahorro interno. Si esta discusión ocurriera, tal vez la campaña electoral dejaría de estar dominada por las sandeces y mentiras de la oposición y empezaría a impregnarse de algo de la mística que garantizara el éxito electoral: una alternativa concreta para salir del caos en que nos metió el macrismo abrazado al FMI.

Saúl Feldman, Licenciado en Sociología de la Universidad de Buenos Aires y Master en Comunicación de la Hebrew University of Jerusalem, escribe “Un nuevo sentido común y una nueva épica” refiriéndose a Las elecciones en Argentina y la estrategia política.

Hace unos años el filósofo argentino Enrique Dussel, radicado hace muchos años en México, reclamaba vehementemente que no se podía abordar con categorías desarrolladas en el siglo XX los nuevos escenarios y obstáculos político-económicos y de poder que se presentaban en el siglo XXI y que era necesario el desarrollo de nuevos enfoques, nuevas categorías si se pretendía alcanzar un proceso de cambio. Esto se daba en pleno auge del neoliberalismo en Latinoamérica. Recientemente se sucedieron en Bolivia, Chile y Perú acontecimientos significativos de cambio e importantes rebeliones populares en Colombia. Desde México llegan señales fuertes cuestionando el orden económico y político que sostiene al neoliberalismo. Y en Brasil, en un clima enrarecido, se desmorona la popularidad de Bolsonaro y crece la figura política de Lula hacia el 2022. Sin que esto llame a un entusiasmo desmedido habla de un panorama distinto al que se venía dando. En ese marco emergen, con las rebeliones de los jóvenes, los movimientos de mujeres y el desarrollo de movimientos populares, cosmovisiones nuevas, modos nuevos de hacer política en el marco del desarrollo de un sentido común diferente fruto de una batalla cultural compleja y despareja que se está librando. En el centro se lleva a cabo un replanteo de los discursos y apelaciones que intentan generar nuevas hegemonías acercando sectores diversos antes confrontados.

Durante la asunción de Arce en Bolivia, el vicepresidente Choquehuanca hizo un discurso medular en el que se dedicó exclusivamente a recorrer el concepto del “vivir bien” como fundamento y horizonte de todas las políticas futuras del gobierno. Explicitaba en él como esto –“vivir bien”- tenía que ver con el diálogo, la obligación de comunicarnos, reconocernos en el todo, la conexión entre el bien individual y el bien colectivo, el ser rebelde con sabiduría, con la muerte del egocentrismo, con la libertad (“yambay”, la gente que no tiene dueño), el cuidado del ambiente, de la naturaleza, la unidad entre lo que supuestamente es opuesto, etc. Un fundamento filosófico-político omnicomprensivo del próximo gobierno. Luis Arce, el presidente, seguidamente, pronuncia un discurso de carácter político, contra el golpe, haciendo referencia a los principios que regirán sus acciones futuras, colocando en el centro ese concepto como eje de las acciones futuras del gobierno: “…enfocándonos en un solo objetivo: el vivir bien de todas y todos los bolivianos”.

Se utilizó también en la última campaña electoral ecuatoriana, con menos suerte debido, según una autocrítica manifiesta, a errores políticos y de comunicación cometidos, y en Chile la presidenta (mapuche) de la Convención Constituyente recientemente electa Elisa Loncón invocó el contenido pormenorizadamente del buen vivir a la manera boliviana -sin mencionar, es cierto, explícitamente la expresión, como objetivos y modalidades centrales en el trabajo que tenían que encarar, mientras que en el juramento realizado hace sólo unas semanas el nuevo ministro de economía del Perú, Pedro Francke Ballvé, juramentó en su agregado personal además del formal de jurar por Dios y los Santos Evangelios, “por un avance sostenido hacia el buen vivir, con igualdad de oportunidades sin distinción de género, identidad sexual, por la democracia y la concertación nacional...”

En el ámbito del reciente proceso electoral lanzado localmente el Frente de Todos propone una relación con el sentido común y la realidad política que se ubica a tiro del “buen vivir”. “La vida que queremos”, frase que firma la campaña, permite desarrollar una conexión compleja, diversa, con distintos segmentos sociales, intentando apelar a un sector tradicionalmente fluctuante que ronda entre el 15 y el 20% del electorado y que termina definiendo el resultado de una elección. En primer lugar, “La vida que queremos” permite potencialmente pensar de forma abierta para amplios sectores de la población “la vida” en su complejidad, no solo un proyecto político-económico que puede sonar sin mayor conexión con la vida cotidiana. Vida que se puede vislumbrar a partir de la vacunación masiva y la salida cercana de la pandemia. “Vamos a salir” es el mensaje polisémico que promete superar el presente crítico y a renglón seguido abrir a un futuro esperanzado en toda la recuperación de abrazos, encuentros, vuelta al trabajo, vuelta a la producción, vuelta a la práctica de deportes, salidas culturales, etc..

En realidad, el cuidado de la vida se presentó desde el comienzo por parte del gobierno como una prioridad en tiempos de pandemia. Hoy se plantea esa relación con la vida no como conservación de la salud sino, además, como disfrute y desarrollo en toda la variedad de deseos. “Volver a ser felices”, afirma la campaña. Esta propuesta se articularía a la épica que se planteó desde el comienzo del gobierno en el 2019, “Reconstrucción Argentina”, reconstruir todo lo que el neoliberalismo había destruido. ¿Se trata sólo de levantar “el muerto” que dejaron?

En realidad, “La vida que queremos” abre un espacio para marcar un desarrollo estratégico más complejo que busca, como dijimos, atraer a ese 15/20% fluctuante. Axel Kicillof en el lanzamiento de la campaña del FdT afirmó, sin ahorrarse palabras recordando el desastre que dejó el macrismo –cosa que no deja de subrayar en cada intervención suya como una necesario ejercicio de memoria que hay que ejercitar- que más que “reconstrucción”, indicó, habría que hablar de “renacimiento”. Es decir, la invitación a pensar en algo nuevo sin dejar de hacer memoria. Lo volvió a señalar en un programa de TV una par de días después para no dejar dudas de que se trataba de algo pensado sobre lo que habría que reflexionar. ¿De que se trata ese subrayado? De poner el acento sobre dos cosas: por un lado, una mirada hacia delante sin dejar de mirar hacia atrás; por otro lado, la necesidad, porque de eso trata la reconstrucción planteada ahora, de imaginar la construcción para un mundo que es muy distinto al pasado, por ejemplo, con jóvenes “centennials” que tienen demandas distintas en el marco complejo de desafíos novedosos y cambios acelerados de todo tipo que se producen, en el marco de la vida como un todo. Máximo Kirchner (citado por Nicolás Fiorentino en la revista Anfibia: “El arquitecto zen”) lo expresaba a su manera: “No vamos a reconstruir lo que fue, vamos a construir lo que viene”.

Paradojalmente, las fuerzas mayoritarias polarizadas, el “FdT” y “Juntos”, están hoy sorprendidas en el intento de “enamorar” a los electores por un nuevo fenómeno que no estaba en el programa de interpelación: los “libertarios”. Este fenómeno resulta difícil de dimensionar todavía, de asimilar, incluso a veces difícil de comprender. Es amenazante para el sistema democrático en general y amenazante en lo electoral, especialmente para los sectores de derecha. Aunque no solo a ellos, puesto que ha logrado captar a sectores jóvenes, preponderantemente, que antes hubieran sido considerados parte de ese sector flotante captable. A través de un llamado a la “libertad” individual, al odio extremo al Estado en tanto representante de un orden restrictivo, y a la política como fuente supuesta de toda corrupción, han sido captados en un sentido común revulsivo anclado en el odio, que se origina en un caldo revuelto que contiene miedo, frustración desarrollado en un eco-sistema violento que termina expresándose en violencia pura, discriminación y anti-política. “La rebeldía se volvió de derecha” (Stefanoni), pero cargada de un sentido siniestro.

El concepto del “buen vivir” se está convirtiendo en un articulador político-cultural latinoamericano que logra contemplar las demandas de distintos sectores de las poblaciones, para integrar sociedades fuertemente disgregadas por el neoliberalismo. Se necesitan propuestas para la reconstrucción en la que, además de lo planteado más arriba sobre el trabajo y la producción, sean posibles las diversidades y otras subjetividades y se abra un espacio para el cuidado ecológico y las posiciones feministas que ya lograron un gran espacio social (días atrás en Infobae se quiso dar pié a la ridiculización desde una perspectiva recortada y miope a Leandro Santoro por refrendar esta posición). La hiperactividad acelerada, los diversos planes de contención y desarrollo, el esfuerzo que se está desplegando como propuesta de renacimiento, se propone esta estrategia en un contexto de preocupación y cuidado por el otro, para levantar no solo ese muerto que dejó el macrismo sino que pretende hacerlo en un marco que evidentemente quiere ir aún más allá. Un accionar en la que interviene la política como batalla cultural y conquista de un sentido común distinto sin olvidarse que se está frente a un enemigo tremendamente poderoso, organizado y activo que además es consciente que hoy gran parte del futuro se juega en el ámbito de la batalla cultural, aunque no muestra en esta campaña electoral ninguna propuesta concreta creíble que les permita despegarse de la destrucción que dejaron. 

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De cara a lo que viene, como siempre repetimos … Nadie se salva solo. Que cada quién haga su parte.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack



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