Datos, información, hechos, sucesos, ideas ...
En estos días de la peste, que parece entrar en una especie de “epilogo”, aunque la variante Delta sigue amenazando al mundo, suceden hechos y eventos que, humanos, van reconfigurando la salida de la crisis producida hace algo mas de un año y medio. Sucesos, hechos y eventos que, agravados por la pandemia, no surgieron con ella.
La realidad manifiesta las señales de un sistema global en decadencia y de lideres que no atinan a dar las respuestas adecuadas.
Algunos datos e información nos ayudan a comprender un poco mejor la realidad en la que estamos inmersos.
Coronavirus
El
Ministerio de Salud reportó este jueves 151
decesos y 6.847 casos positivos de coronavirus y,
con estos datos, suman 111.117 los fallecidos y 5.161.926 los
contagiados desde el inicio de la pandemia.
La cartera
sanitaria agregó que son 2.952
los internados en
unidades de terapia intensiva, con un porcentaje de ocupación de
camas de adultos de 47% en el país y del 48,4% en el Área
Metropolitana Buenos Aires (AMBA).
De los 5.161.926
contagiados,
4.838.745 ya recibieron el alta médica, en tanto 212.064 casos
permanecen activos.
El Ministerio agregó que se
realizaron en las últimas 24 horas 104.832
testeos y
desde el inicio del brote ascienden a 21.718.507 las pruebas
diagnósticas para esta enfermedad.
De acuerdo con el
Monitor Público de Vacunación, el total de dosis aplicadas hasta
hoy asciende a 40.855.178, de las cuales 27.585.143 personas
recibieron una dosis y 13.270.035 las dos, mientras que las vacunas
distribuidas a las jurisdicciones llegan a 45.334.374.
El
reporte consignó que fallecieron 81 hombres y 66 mujeres, mientras
que una persona de la provincia de Río Negro y tres de Salta fueron
registradas sin datos de sexo.
El parte precisó que de
los hombres fallecidos corresponden 7 a la provincia de Buenos Aires,
4 a la Ciudad de Buenos Aires, 3 a Chaco, 2 a Chubut, 12 a
Corrientes, 10 a Córdoba, 3 a Entre Ríos, 2 a Formosa, 1 a Jujuy, 5
a Mendoza, 3 a Neuquén, 2 a Río Negro, 12 a Salta, 3 a San Luis, 4
a Santa Fe, 1 a Santiago del Estero y 7 a Tucumán.
También
fallecieron 7 mujeres en la provincia de Buenos Aires, 3 en la Ciudad
de Buenos Aires, 3 en Chubut, 3 en Corrientes, 4 en Córdoba, 1 en
Formosa, 1 en La Pampa, 7 en Mendoza, 3 en Misiones, 2 en Neuquén, 1
en Río Negro, 4 en Salta, 2 en San Juan, 1 en Santa Cruz, 9 en Santa
Fe, 1 en Santiago del Estero, 1 en Tierra del Fuego y 13 en
Tucumán.
Hoy se registraron en la provincia de Buenos
Aires 1.694 casos, en la Ciudad de Buenos Aires 333, en Catamarca
196, en Chaco 134, en Chubut 174, en Corrientes 15, en Córdoba 934,
en Entre Ríos 176, en Formosa 98, en Jujuy 91, en La Pampa 112, en
La Rioja 102, en Mendoza 218, en Misiones 150, en Neuquén 105, en
Río Negro 169, en Salta 189, en San Juan 920, en San Luis 108, en
Santa Cruz 29, en Santa Fe 371, en Santiago del Estero 167, en Tierra
del Fuego 21 y en Tucumán 341.
El total de acumulados por
distrito indica que la provincia de Buenos Aires suma 2.031.783, la
Ciudad de Buenos Aires 505.672, Catamarca 47.613, Chaco 98.433,
Chubut 80.747, Corrientes 88.691, Córdoba 504.052, Entre Ríos
134.038, Formosa 60.477, Jujuy 46.690, La Pampa 66.317, La Rioja
32.152, Mendoza 161.530, Misiones 35.129, Neuquén 111.782, Río
Negro 97.975, Salta 81.468, San Juan 67.694, San Luis 79.405, Santa
Cruz 59.068, Santa Fe 464.563, Santiago del Estero 79.290, Tierra del
Fuego 32.058 y Tucumán 195.299.
Se incluyen casos
existentes en las Islas Malvinas según información de prensa,
debido a la ocupación ilegal del Reino Unido, Gran Bretaña e
Irlanda del Norte no es posible contar con información propia sobre
el impacto de la Covid-19 en esa parte del territorio argentino.
Se superaron las 50 millones de vacunas recibidas en el país. En Rosario vuelve el público al Turismo Nacional y en Rafaela al TC. Córdoba habilitó la ampliación de la jornada escolar. Un estudio demostró que los anticuerpos aumentan tras 6 meses de aplicada la Sputnik V. El Gobierno reducirá a 90 centímetros el distanciamiento en las aulas para avanzar hacia la presencialidad plena.
El Consejo Federal de Educación aprobó este jueves una propuesta para regresar a la "presencialidad plena" en las escuelas a partir del próximo 1 de septiembre, en un esquema con protocolos que incluye una distancia de 0,90 metros en las aulas, la utilización obligatoria de barbijos, ventilación cruzada y otras medidas de cuidado.
Así lo informó el ministro de Educación, Nicolás Trotta, después de la reunión del organismo en la que se analizaron y validaron los cambios en el protocolo de asistencia a clases en los niveles primario y secundario en todo el país.
El funcionario anunció que podrá establecerse una distancia mínima entre alumnos de 0,50 metros en aquellas escuelas en las que resulte imposible aplicar el rango de 0,90 metros para sostener la asistencia total de los estudiantes.
Además, en diálogo con la prensa, aclaró que, en esos casos de aulas poco espaciosas, las escuelas deberán aplicar medidas preventivas adicionales, como los testeos a los estudiantes y el uso de medidores de dióxido de carbono, entre otras.
También
ratificó el "compromiso"
del Gobierno nacional en "acompañar" a las provincias en
la "adquisición" de diferentes insumos para poner en
marcha la presencialidad, tales como "medidores de carbono, kit
de testeos y barbijos",
entre otros.
Trotta señaló que "cada
una de las jurisdicciones va a poder determinar la progresividad"
de las medidas aprobadas por el Consejo Federal de Educación.
En
ese sentido, tras la reunión, quedó confirmado que Mendoza se
sumará a este esquema mientras que la Ciudad de Buenos Aires
definirá sus propias medidas.
Estas pautas para el
regreso a la presencialidad total habían sido definidas este
miércoles por la cartera educativa y sus asesores.
Japón intensifica y extiende a 13 regiones las restricciones. India busca acelerar la vacunación de los maestros mientras se reanudan algunas clases presenciales. Autoridades de Salud de Guatemala advierten un sombrío panorama por Covid-19. Costa Rica adelantará segundas dosis para reducir muertes y hospitalizaciones. Israel fija en 30 años la edad para recibir la tercera vacuna. Brasil agregará una tercera vacuna de refuerzo a mayores de 80 años y vulnerables. Taiwán no registra casos por primera vez desde mayo. La nueva gobernadora de Nueva York revela 12.000 fallecidos más de los registrados. México registra 986 fallecidos, el pico más alto de la tercera ola. Río de Janeiro suspendió el plan de reapertura de la ciudad para septiembre y mantiene medidas de restricción. EEUU registra el número de hospitalizados más alto en siete meses.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, expuso ante del Congreso el cuadro de situación de la deuda soberana. El funcionario aseguró que hasta 2015 la Argentina tenía un nivel de endeudamiento sostenible que “no hipotecaba las capacidades de crecimiento del país”. Pero aseguró que los más de 100 mil millones de dólares de endeudamiento generados en el macrismo provocaron una situación inviable para la economía local.
“Teníamos un endeudamiento insostenible en moneda extranjera. La carga de la deuda estrangulaba toda posibilidad de crecimiento económico y desarrollo“, dijo el titular del Palacio de Hacienda ante la Bicameral de Seguimiento de la Deuda Externa en el Congreso.
El ancla de la deuda
Guzmán aseguró que “lo importante para la Argentina es terminar de resolver este problema gravísimo del endeudamiento que afecta a las oportunidades de conseguir empleo, bajar la inflación y recuperar el poder adquisitivo del salario”. Consideró que los acreedores también son responsables de un deudor que entra en situación insostenible.
En su presentación planteó que “la deuda en moneda extranjera es un ataque a la capacidad de implementar políticas públicas”. Al mismo tiempo mencionó que “cuando se toma una deuda con el Fondo, el problema es mayor”.
Las falacias de la oposición
El ministro se mostró crítico con la oposición por las falacias que hace circular sobre temas vinculados con el endeudamiento. “Hay un expresidente y una exgobernadora que han marcado que el endeudamiento es un problema de nuestra administración, y que nos estamos endeudando más que la administración precedente. Sus números son incorrectos”.
Guzmán explicó que el Gobierno actual no se está endeudando en dólares. “Lo que ha hecho nuestro Gobierno es financiar déficits fiscales de la magnitud que eran necesarios en el contexto de la pandemia y en nuestra propia moneda”, clarificó.
Un pedido de ajuste encubierto
Sobre este último punto agregó que “la reconstrucción del mercado de capitales en pesos es un pilar de la política económica. Esto fortalece nuestra moneda y también nos da posibilidad de ahorro y financiamiento para la inversión que necesitamos”. “Cuando piden que no nos financiemos en nuestra moneda, lo que se están pidiendo es un ajuste fiscal para Argentina, que destruye las capacidades productivas de nuestra economía”.
El Ministro puso un ejemplo claro: “¿Qué hubiera sucedido en la Argentina si no hubiese habido ATP, IFE, REPRO; si no se hubiese protegido al trabajo y la producción? Es muy obvio el daño que se le hubiera hecho a la Argentina”.
Guzmán no obstante dijo que resolver el endeudamiento es un punto importante pero no el único en que deben enfocarse. “Resolver las deudas no es una condición suficiente para resolver todos los problemas de la economía; es sólo una condición necesaria y fundamental. Pero no es sólo ese el plan, es parte de una programación integral”.
Detalló que “lo que hoy vivimos no es un rebote. La recuperación que se está experimentando es el resultado de las políticas”. Aclaró que en el Presupuesto educación, ciencia y tecnología, salud pública, son rubros en los que ha aumentado la participación de la inversión del Estado. Y el rubro que más ha caído es el de intereses del pago de la deuda.
La diferencia entre pesos y dólares
En la presentación del funcionario una de las lógicas fue distinguir el daño que produce el endeudamiento en moneda extranjera respecto del financiamiento del país en su propia moneda. “Cuando se critica el tema del endeudamiento, es muy importante distinguir lo que fue un endeudamiento récord en la moneda que no emitimos versus endeudamiento en la moneda que sí emitimos, para financiar políticas públicas que protegen a nuestra gente”.
Guzmán agregó que “no reconstruir el mercado de deuda pública en pesos hubiese significado generar más daño a las niñas y niños que crecen en Argentina, dañar sus oportunidades de educación, de salud, de que sus padres y madres tengan trabajo”.
“A la Argentina le dejaron un problema de enorme magnitud. Nuestro gobierno debe resolverlo de la mano del Congreso”, mencionó. Sobre el rol de los legisladores dijo que jugaron un papel importante en la estrategia de reestructuración.
El papel del Congreso
Por ejemplo precisó que “la ley que el Congreso aprobó (sobre el pago de comisiones), estableció un tope en el monto que se puede pagar de comisión. Eso fue virtuoso porque generó una competencia entre quienes brindan esos servicios y le ahorró dólares a la Nación. Esta fue una sugerencia de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner”
“Cuando llegamos debimos abordar estos tres problemas: reestructurar las deudas insostenibles en dólares, reconstruir el mercado de deuda pública en pesos y encontrar una solución al problema de los capitales especulativos de corto plazo”, resumió el ministro.
Fue crítico con el mega préstamo del FMI que negoció el macrismo. “Ese programa planteaba una política fiscal contractiva, una reducción del déficit fiscal abrupta y una política monetaria contractiva, suponiendo que la causa única de la inflación era la expansión de la base monetaria. Nada de eso sucedió, no bajó, la inflación subió más, no mejoraron las expectativas, no mejoró la economía sino que empeoró más y además esos dólares que no se iban a utilizar se empezaron a utilizar para pagar a acreedores extranjeros”, cerró.
Congreso de la Producción y el Trabajo
El Gobierno se reunió ayer con empresarios y gremialistas en el Museo del Bicentenario, en el primer Congreso de la Producción y el Trabajo. Se espusieron los resultados de una veintena de mesas de trabajo sectoriales que coordinó el Ministerio de Desarrollo Productivo desde hace más de un año.
El evento fue convocado por la Cgera en conjunto con la Confederación de Gremios Industriales (Csira) y cuenta con el apoyo de los ministerios de Desarrollo Productivo, de Trabajo y de Economía. Durante su desarrollo se firmó un documento que recoge las principales conclusiones de los debates en mesas sectoriales y comisiones que se fueron llevando adelante a lo largo de los últimos meses.
En su intervención de apertura del evento, el Jefe de Gabinete Santiago Cafiero afirmó que Argentina “está en un camino de recuperación que ya se ve” y que avanza hacia “un modelo de desarrollo con justicia social y equidad territorial”. En ese sentido, remarcó que la industria “es la nave insignia de la recuperación argentina” y consideró que el sector “ya salió” de la crisis pandémica, alcanzando “niveles de actividad de prepandemia, superiores al 2020”, con una tasa de inversión “creció el 14% en el primer trimestre de este año”.
Según el funcionario, esos datos van en sintonía con las prioridades que debe tener el país “para avanzar, que son la producción y el empleo, para ir reduciendo la pobreza”. Y agregó: “Ese modelo debe crear riqueza y oportunidades y debe distribuirse en el país a fin de acentuar el desarrollo y resolver asignaturas pendientes, con oportunidades y empleo, trabajo genuino, en blanco, bien remunerado, recuperar consumo y el salario”.
Valorando las “políticas de contención” que aplicó el Gobierno para asistir a los distintos sectores durante la crisis epidémica, afirmó que “ya se recuperó prácticamente el 94% del empleo que la pandemia destruyó”, aunque aún quedan “actividades que no están funcionando a pleno y están rezagadas” (como el turismo, espectáculos y gastronomía). En el mismo sentido, destacó que “en el presupuesto nacional de este año se duplicó el monto para la obra pública e infraestructura”, con partidas provenientes de la “restructuración de los servicios de la deuda, lo que permitió la asignación de esos fondos”. Al respecto, enfatizó que “arrancamos el gobierno con 270 obras públicas y hoy están en marcha 2.814 en todo el país”.
A su turno, Béliz planteó: “No es el momento del diálogo en la mesa de café para describir los problemas, no podemos conformarnos simplemente con eso, sin atender a quienes quedan afuera de esa mesa”. Luego destacó la importancia de “empezar a hablar ya de una economía 4.1, que multiplica”, basada en cuatro sectores (Estado, empresarios, movimiento obrero organizado y economía popular).
Según el secretario de Asuntos Estratégicos, este Congreso constituye “una muestra de lo que puede el diálogo social”, destacándolo como herramienta que conduce “al triunfo de una sociedad organizada que no piensa sólo en el conflicto, ni en la confrontación estéril, sino de lo que somos capaces de hacer los argentinos cuando trabajamos juntos”.
Irán
Argentina condenó enérgicamente la designación como ministro en Irán de otro acusado por el atentado terrorista contra la AMIA. En este caso se trata de la designación de Mohsen Rezai como vicepresidente de Asuntos Económicos de Irán.
Cancillería argentina expresó en un comunicado su más enérgica condena.
Días atrás se produjo la misma situación con la designación por parte del presidente iraní Ebrahim Raisi de Ahmad Vahidi como ministro del Interior.
Ambos funcionarios están acusados de haber sido partícipes del atentado terrorista contra la AMIA. Sobre ambos pesa un alerta roja de INTERPOL para su captura internacional.
Hidrovía
El gobierno creó por decreto el Ente Nacional de Control y Gestión de la Vía Navegable, con el objetivo de velar por la adecuada prestación de los servicios de la hidrovía Paraguay-Paraná.
El organismo estatal tendrá sede en Rosario y estará integrado por las provincias de Buenos Aires, Chaco, Corrientes, Entre Ríos, Formosa, Misiones y Santa Fe. Contará con un consejo cuyo presidente/a será designado por el presidente de la Nación, el vicepresidente 1° y dos vocales por Transporte, el vicepresidente 2° y un vocal por el Ministerio del Interior, el vicepresidente 3° y un vocal por Desarrollo Productivo y siete vocales a propuesta de las provincias.
OEA
Bolivia acusó ante los países miembro de la OEA al secretario general, Luis Almagro, por injerencia luego de que este ratificara que “hubo fraude” en las elecciones presidenciales de Bolivia en 2019.
El canciller boliviano, Rogelio Mayta, dijo en la reunión del Consejo Permanente de la OEA de ayer que “las posiciones de Almagro son actos de injerencia en asuntos internos, que no aceptamos y denunciamos”. Bolivia asegura que no solo es injerencia sino también “desinstitucionalización de la OEA”.
El 9 de agosto pasado, la OEA a través de Almagro publicó un comunicado que insiste en el cuestionamiento a la integridad de los datos y la certeza sobre los resultados de las elecciones presidenciales de 2019.
La postura de Bolivia fue respaldada por Argentina, México y Nicaragua, quienes denunciaron que además de la injerencia de la OEA en el proceso electoral se prestó apoyo a la organización del Ejecutivo de facto que encabezó Jeanine Añez.
Florencia Benson
Es licenciada en Sociología por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Es consultora en comunicación política y colaboradora en diversos medios. Escribió en Nueva Sociedad “Cambio de «Zeitgeist»: trabajo, ingreso y placer en la nueva normalidad “
Un fantasma recorre los países centrales: la epidemia de la «gran renuncia». En Estados Unidos, cuatro millones de trabajadores –oficinistas, empleados de comercio, gastronomía y supermercados, trabajadores de transporte y cargas y «esenciales» (médicos, enfermeros, docentes, cuidadores)– presentaron su renuncia en abril de este año. En Reino Unido, hay más de un millón de empleos vacantes que los reclutadores o empleadores no pueden llenar, a pesar de que existen más de dos millones de personas buscando empleo. Además, según el «índice de tendencia laboral» de Microsoft relevado por el Foro Económico Mundial, al menos 40% de la fuerza de trabajo juvenil está considerando abandonar su empleo o revisar las condiciones para pasar de modo estable al modo híbrido (entre presencial y remoto). Según la misma investigación, los jefes declaran que durante la pandemia han prosperado significativamente, y la brecha con los empleados se ha hecho palpable, evidente, dolorosamente indisimulada.
Los empleadores han realizado tímidos esfuerzos, hasta el momento, para tentar a la demanda a reingresar al empleo formal: se ofrecen bonos de ingreso, aumento de salarios y esquemas híbridos de trabajo (remoto-presencial), pero sin éxito. Asimismo, algunas empresas como LinkedIn y Twitter han brindado beneficios ostentosos a sus empleados, como vacaciones con todo pago o bonos sorpresa, con el objetivo de retener sus talentos. ¿Cómo se llegó hasta aquí?
Los analistas coinciden en señalar que, al irrumpir la pandemia, los sectores medios-bajos se encontraron en la disyuntiva entre pagar personal de cuidado para sus hijos o renunciar al empleo para cuidarlos ellos mismos, lo cual financieramente tuvo mucho más sentido, al tiempo que evitaron la exposición de sí mismos y la familia al virus. Los oficinistas y profesionales, cubriendo largas horas en soledad frente a la computadora, pronto se encontraron cuestionando la relevancia, significatividad y propósito de sus empleos. En gran medida, fueron estos bullshit jobs o «empleos redundantes» los que fueron abandonados por los propios empleados.
Según un estudio de la Universidad de Stanford, uno de los principales factores causales de la gran renuncia fue el maltrato en el lugar de trabajo. Los trabajadores y trabajadoras tomaron la decisión de irse o quedarse según cómo la empresa los trató (o destrató) durante la pandemia. Quienes ya se encontraban al borde de la renuncia fueron empujados al punto de ruptura. Muchas de las empresas reforzaron sus políticas restrictivas y despidieron personal o redujeron salarios, lo que hizo que quienes no fueron afectados por esas medidas renunciaran de todas maneras, al comprobar la hostilidad de la empresa hacia su fuerza de trabajo. Asimismo, muchos de estos empleados –ya acostumbrados a las inversiones en criptomonedas, bonos o acciones– utilizaron su dinero para pasar el tiempo de confinamiento sin trabajar. Impulsados por el boom de las redes sociales y por el tiempo disponible para consumirlas, otros tantos se lanzaron al emprendedorismo, el e-commerce o su pasatiempo como fuente de ingresos.
Esta «economía YOLO» (you only live once, o solo se vive una vez), mezcla de carpe diem con burnout digital, maltrato y culturas empresariales tóxicas, sumada al descreimiento respecto de las instituciones políticas y económicas para responder adecuadamente a la necesidad de seguridad, protección y contención de los individuos, decantaron en lo que el Washington Post denominó «una revisión profunda del trabajo en Estados Unidos» (aunque el fenómeno se evidencia también en otros países centrales). Jack Kelly, periodista de la revista Forbes, fue más allá y lo identificó como un cambio de Zeitgeist [espíritu de la época]. «Ha habido un cambio de humor y un cambio en el Zeitgeist. Hemos aprendido de primera mano lo frágil que es la vida. Muchas personas han reexaminado sus vidas. Se dan cuenta de que tienen un tiempo limitado en este mundo. Esto ha causado una suerte de momento existencial. La gente ha comenzado a reflexionar acerca de qué ha estado haciendo y si desea continuar en el mismo empleo o carrera por los próximos cinco a 25 años. Los resultados de esta introspección claramente muestran que desean hacer un cambio”, asegura.
El trabajo no solo constituye un eje de la economía. Es, también, un ordenador sociopolítico, un mecanismo de control social y una institución que jerarquiza, incluye y expulsa identidades y cuerpos. El trabajo organiza la vida familiar y comunitaria, impacta en las creencias o cosmovisiones y tiene un rol ineludible en la dinámica de la disputa ideológica dentro de la sociedad.
En la nueva normalidad, la ética protestante parece entrar en conflicto con el principio del placer. El constreñimiento al trabajo deja lugar a un inconsciente colectivo que busca el hedonismo para superar un tiempo crítico y de muerte. La lógica del deseo y su satisfacción está vinculada a la pulsión erótica, es decir, a la continuidad de la vida y de la especie: el placer es indisociable de la fecundidad, aun en los casos en que esté mediado por técnicas artificiales. Eso indica, precisamente, la fuerza con que la vitalidad irrumpe y busca los caminos para materializarse, con el esfuerzo y los recursos que sean necesarios. La pulsión erótica, en este sentido, se relaciona con la natalidad, como quería Hannah Arendt. Cada acción humana conlleva el germen de la disrupción, de la introducción de lo inesperado, de lo improbable sucediendo. La natalidad, para Arendt, equivale a la libertad, y esta, a la capacidad creativa y creadora de la especie humana.
Esta gran ola de renuncias, esta Great Resignation, ¿no es acaso una disrupción en las relaciones entre el trabajador y la patronal, la introducción de un repertorio de acción social por fuera de los mecanismos tradicionales de protesta, movilización y sindicalización? ¿No se trata acaso de una innovación en las relaciones sociales, que evade por completo el camino de la lucha y del conflicto y se apropia de los instrumentos que el mismo opresor dispone y de sus propias reglas para aliviar el yugo, mejorar sus condiciones de existencia y compartir (a través de las redes sociales, ni más ni menos) estas historias de éxito, es decir, épicas, con quien quiera oírlas?
Si se corrobora la tesis de que que nos encontramos ante un nuevo escenario de estancamiento secular, como señala Paula Bach, en el que el capitalismo se muestra débil para resurgir de su crisis (como es su modus operandi) y, asimismo, los principales actores económicos y políticos reconocen esta falencia –un dato no menor–, la puesta en crisis de la relación entre el trabajo, el ingreso y el uso del tiempo es ineludible. Por un lado, están quienes sostienen que, en el futuro cercano, simplemente no habrá empleo para todos: la automatización reemplazará más empleos de los que se crearán («algunos empleos no volverán», advierten los asesores de Joe Biden). Pero hay corrientes teóricas de la automatización que aseguran lo contrario. Es decir, que este escenario no se verificará y que la fuerza laboral humana seguirá siendo esencial para que el capital pueda reproducirse.
Como sea, la idealización de la tecnología, junto con demandas como la renta básica universal, el Green New Deal [Nuevo Pacto Verde] global o la semana laboral de cuatro días, apunta a un horizonte reformista de la institución del trabajo. Las relaciones de producción quedarían intactas, desde luego, pero sería un escenario optimista –progresista– para la fuerza de trabajo. Asimismo, el boom de las inversiones financieras durante la pandemia llevó a muchos trabajadores a incrementar sus ahorros, haciendo su vida cada vez más holgada e independiente del «de 9 a 5». Esto presenta para muchos una arista excitante y estimula la especulación con las criptomonedas y los mercados.
En otras palabras, el divorcio entre la economía real y el mercado financiero va en aumento. Los comunes, los «plebeyos», han encontrado ahora la forma de volverse masivamente hacia los ingresos pasivos, la «economía de la pasión» (emprendedores, oficios, artesanos, profesionales independientes que trabajan como freelancers o consultores), el autoempleo o una mezcla de ellos. Así, la gig economy o economía de pequeños encargos –de empleados flexibilizados, precarizados y explotados– muestra su contracara en la independencia personal inherente al sueño americano (self-made) y su desafío abierto a los patrones corporativos abusivos, de maltrato y avaros. La trayectoria de la ambición yuppie retratada en la vieja película Secretaria ejecutiva, con la meritocracia y el rascacielos como dispositivos de ascenso social, tiene 40 años después su desenlace en el éxodo de los oficinistas al campo, donde redescubren su amor por las gallinas, las huertas y la comunidad.
En síntesis, el mercado laboral de las economías centrales tiene dos fugas: las renuncias masivas y el mercado financiero. Es en esta lenta sangría del capitalismo donde podemos ubicar una causa poderosa del estancamiento secular.
Junto con la creciente desmaterialización, digitalización y abstracción de la economía (pensemos en las billeteras digitales, las criptomonedas o los vales no fungibles), aumenta, asimismo, la brecha de acceso a la inclusión financiera. Los sectores medios de las economías centrales ya están dando ese salto, gracias a su proximidad a los catalizadores, resortes y explicadores del proceso.
Para las economías periféricas como las de América Latina, este escenario profundiza la disyuntiva en que la región se encuentra actualmente, acelerada por la «nueva normalidad», dado que las inversiones escasean y las economías centrales se encuentran enfocadas en resolver sus propias dificultades, absorbiendo los flujos de capital y los cargamentos de vacunas en la misma medida. Observemos que, mientras Elon Musk y Richard Branson fogonean la nueva carrera espacial, buscando quizás reactivar la economía pero, más importante aún, ensayando la misión de colonizar un nuevo territorio donde exiliar a la especie (o al 1% de ella), Bill Gates decide invertir en activos reales, ni más ni menos que la tierra cultivable de Estados Unidos. Resulta llamativo que el milmillonario decida invertir en aquello que se anuncia que está por extinguirse. En los tres casos, de todas maneras, la inversión permanece en el circuito de la economía central, sin posibilidad de derrame o inclusión alguna.
Frente a este escenario centrípeto de los flujos de riqueza, las periferias tienen al menos dos alternativas claras. Una es asumir un mayor endeudamiento, como proveedores de mano de obra ultrabarata remota (outsourcing) y doméstica (inmigrantes), receptores del dumping medioambiental (cerdos, salmones, minería) y alimento para buitres financieros. La otra es dar un salto análogo al de los tigres asiáticos, invirtiendo en educación financiera, premiando la audacia política y ejercitando la disciplina colectiva.
Estas naciones, sin dudas, deberán pelear por ingresar al Green New Deal global y adquirir todos los derechos sociales, ambientales y políticos del Primer Mundo (que, de otro modo, solo serán privilegios).
El punto en que convergen, tal vez, todos los discursos es el punto final impuesto por el trabajador al explotador, pero no como se lo imaginaban los marxistas. La opción por la salida hacia una fuente de ingresos alternativa, benigna y soberana, cuando es masiva, resulta en una especie de revolución silenciosa, un salto de conciencia más parecido a un despertar místico que a las milicias de Sierra Maestra.
Paradójicamente, este salto fue habilitado por el propio capital en su búsqueda insaciable de incrementar las ganancias mediante instrumentos derivativos y digitales. Con la desmaterialización del dinero llega la desmaterialización del empleo, en formato remoto primero, como ingreso autónomo después, y finalmente pasivo. ¿La meta? Restaurar el placer, aquello que el capitalismo llama «calidad de vida». Pasar más tiempo con los seres queridos, disfrutar del ocio, consumir calidad, compartir experiencias, desarrollar talentos y proyectos creativos.
La revolución, por tanto, también se ha desmaterializado y desterritorializado. La lucha por la independencia, la soberanía nacional o la democracia popular ha dado paso al combate por el placer, entendido como bienestar integral del individuo y su comunidad. El plot twist de la especie que vuelve al origen cuando se siente amenazada. Recupera su instinto y no se disculpa, no se cuestiona, no se resiste; simplemente obedece a un recurso ancestral implantado en su memoria antes que el chip: la supervivencia.
Baltasar Garzón en TELAM
Baltasar Garzón: “El uso de la justicia como moneda de cambio debe desaparecer”
El jurista español adelantó sus deseos de retomar su carrera judicial tras el dictamen de las Naciones Unidas sobre la arbitrariedad de su inhabilitación como juez. El lawfare, el contrabando de armas a Bolivia y el poder de las corporaciones mediáticas.
Por Bernarda Llorente
Una
frase resume el momento que vive. La dice casi al concluir la extensa
entrevista, y en sus palabras desaparecen, al menos por un instante,
las secuelas que el coronavirus, por ahora, impregnó en su voz.
Menciona a María, su madre, que a poco de sus 92 años señaló: “Se
me ha permitido llegar hasta aquí para ver cómo se repara la
injusticia que se cometió contra mi hijo”.
Su
hijo es el reconocido jurista español Baltasar Garzón, que por
estas horas recibió el rotundo respaldo del Comité de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas que mediante un dictamen definió de
“arbitrario” el proceso judicial que lo inhabilitó hace casi una
década para ejercer como juez.
Desde
Madrid, en diálogo con Télam, Garzón adelantó su intención de
retomar la carrera judicial, alertó sobre los avances de la extrema
derecha en el mundo y la profusión de los discursos de odio,
y cuestionó la falta de respuesta ante las desigualdades desde el
progresismo.
Garzón
es una personalidad global. Sus acciones han tenido repercusión
internacional. Así
fue hace dos décadas atrás cuando detuvo al dictador chileno
Augusto Pinochet o el proceso que derivó en la condena a más de
1000 años de prisión en España para el represor argentino, el ex
capitán Adolfo Scilingo, uno de los responsables de los “Vuelos de
la Muerte” durante la dictadura cívico militar en Argentina.
En los últimos años, su figura una vez más tomó repercusión
planetaria por haber asumido como coordinador de la defensa de Julian
Assange. Sobre la persecución que es víctima desde hace años el
creador de Wikileaks también hizo referencia Garzón durante la
entrevista, en la que, además, condenó el uso que los poderes
fácticos hacen de la Justicia, calificó como “muy grave” el
presunto contrabando de armas a Bolivia, y denunció el creciente
poder de las corporaciones mediáticas.
- ¿Cómo recibió la noticia del dictamen de las Naciones Unidas, que después de once años reivindicó su actuación profesional como magistrado?
-
Me temo que no muy contento, porque evidencia lo que creíamos desde
el principio: que la justicia española no había actuado
correctamente, que la Sala Segunda del Tribunal Supremo había tenido
motivaciones ajenas al derecho, como ahora lo afirma la decisión del
Comité. Mi condena fue arbitraria, con hechos que no están
definidos como tales en el Código Penal. El tribunal no fue
imparcial, había prejuicios contra mí. Eso fue muy grave y, en
definitiva, el mensaje del Comité fue contundente en favor de la
independencia del Poder Judicial. En definitiva, lo único que hice
en los dos casos jurisdiccionales fue interpretar las leyes,
aplicarlas con base a los criterios de razonabilidad que creo que
eran defendibles. Y así lo reconoce el Comité. A un juez nunca se
le puede condenar por prevaricato por interpretar las leyes en un
caso sometido a su jurisdicción. Si no se está de acuerdo o la
resolución no es ajustada, pues se la revoca y se reestablece con el
uso de otros recursos. “Hagan ustedes lo necesario para que esto no
vuelva a ocurrir”, es el potente mensaje del Comité. Es decir, no
vayan por la vía penal o disciplinaria a coaccionar a un juez que
está en el ejercicio de sus funciones. Por otra parte, estoy
satisfecho no solo por la reparación integral, sino por el mensaje a
futuro de proteger el ejercicio de la función judicial, de acuerdo
con la ley.
Creo
en la justicia. Pero también creo que los excesos que se cometen en
el ejercicio del derecho deben de ser corregidos, como ocurrió en
este caso. Mi idea es volver a plantear todas las alternativas, y
entre ellas que se me reconozca lo que nunca se me debió de privar,
que es mi cualidad y calidad de magistrado.
- Hablaba de su caso y es inevitable la vinculación con los recientes casos de lawfare en Latinoamérica, que han estado más centrados en políticos, pero evidentemente es una maniobra que se extiende a cualquier situación. ¿Cómo analiza el proceso, la intervención de la política a través de la justicia?
- Creo que en mi caso hay que tener en cuenta que los dos casos eran paradigmáticos. Uno de ellos era la investigación de los crímenes franquistas, con todo el componente y carga ideológica que eso tiene en España, después de tantos años de dictadura y tantos otros de democracia, y que las víctimas del franquismo aún no hayan sido reparadas. En este contexto, la reacción del Tribunal Supremo fue la de suspender a los jueces y juzgarlos. Y el segundo caso fue el de la lucha contra la corrupción, en particular la que afectaba a determinadas personas vinculadas con el Partido Popular. El propio Comité reflejó el conocimiento sistemático de corrupción que afectaba a su partido político y así lo estableció la sentencia de 2018. Parece que yo podría ser incómodo en uno y en otro ámbito, y se utilizó una vía inadecuada. Desde el principio no tuvo ningún sentido procesal ni jurídico, fue una concatenación de acciones para neutralizar a un servidor público, a un operario, a un operador del derecho como era yo. ¿Las razones? Pues, que cada cual tenga las suyas. Pero evidentemente era una concentración de acciones respecto de una persona, con unos mensajes muy claros. Lo que ocurre es que después no salieron esos mensajes. En el camino quedó una condena a once años de inhabilitación a una persona para la cual su vida era el derecho y la justicia. Once años después se establece que el juicio fue parcial y que la condena fue arbitraria.
- Con todos los cambios que hubo en España y en el mundo desde que fue apartado de su cargo, ¿cambió la forma de hacer política, los mecanismos para operar sobre determinados poderes e instituciones de la democracia? ¿Estamos frente a una situación que ya es global y sistémica?
- Desgraciadamente Bernarda, en la última década hemos visto muchas cosas en varios países, la mayoría bastante perniciosas y peligrosas en los que se supone la utilización de la justicia por parte de los poderes fácticos, ya sean políticos o económicos. El hecho de que determinados jueces y estructuras judiciales se dejen utilizar o se presten a esa utilización, comporta una degradación del nivel democrático de las sociedades. Hay demasiada confusión y una tendencia a un mayor control de la extrema derecha en muchos ámbitos. También hemos visto la incidencia de determinadas potencias sobre otras, actuando entre bambalinas en movimientos autoritarios y organizaciones internacionales, con una presencia que debería ser de pacificación pero que se convierte en impulsora de acciones antidemocráticas, como puede ser el caso de lo que ocurrió en Bolivia. Vemos algunos ejemplos en Argentina y en acciones de persecución en Ecuador y Brasil. Es decir, sucedieron muchas cosas no muy buenas, pero afortunadamente parece que se están empezando a reconducir y hay organismos que van estableciendo nuevas pautas. La decisión del Comité de Derechos Humanos es muy importante. Sobre todo por mi madre, que va a cumplir 92 años y Dios me la ha dejado viva para que vea esto, con toda la emoción que conlleva ello. Pero también es importante porque, por ejemplo, en el caso de un referente como Lula también hubo un contenido de absoluta arbitrariedad por parte del juez instructor y el de la sentencia. Parece que se empiezan a resetear algunos principios que estaban siendo cuestionados en estos últimos años.
- Suena esperanzador escucharlo si uno piensa y apuesta a que algunas cosas puedan cambiar. La resolución sobre su persona es una de ellas. En la Argentina se está imputando al anterior gobierno por un presunto contrabando de armas para el golpe de Bolivia, algo que parecía increíble…
- Sí, es tan dramático este caso. Que eso se haya producido y que haya un cuestionamiento en ese sentido, cuando era evidente la acción violatoria de todos los principios para que la estabilidad democrática desaparezca, para que un presidente legítimo deje de serlo, para que se acusen de terrorismo, para que tenga que transcurrir casi un año para que el pueblo vuelva a restablecer las cosas en su sitio a través de elecciones democráticas que se intentaron manipular, etcétera, etcétera. Es muy grave la acusación a la que hacés referencia. Esa investigación tiene que avanzar con todas las garantías, pero también con toda la contundencia.
- ¿Cómo cree que están operando los discursos del odio que hoy se observan en Argentina, en España y en el resto del mundo? ¿Logran de alguna manera afectar las representaciones de las instituciones democráticas, en especial los mensajes de la extrema derecha?
-
Sí, existe ese riesgo. Y ese riesgo, afortunadamente, parece que
podría remitir después de la desaparición de la contienda
electoral de la presidencia de Estados Unidos. Después de Donald
Trump y los movimientos que ya creíamos en declive total, como
Bolsonaro y algunas otras iniciativas de la extrema derecha,
pareciera que se está volviendo a una racionalización de la
situación y participación democrática. Pero igual es muy
peligroso. Efectivamente, hay una radicalización de la extrema
derecha, hay una serie de discursos de odio y xenofobia muy
peligrosos, que no podemos dejar de denunciar porque hacerlo sería
como contribuir a ellos. La defensa de los derechos de las mujeres es
algo que está todavía inacabado. La violencia de género, la
violencia contra los más vulnerables… Es decir, hay una falta de
compromiso que muchas veces los discursos políticos de la extrema
derecha hacen realmente peligrar. No podemos quedarnos impasibles,
hay que reconocerlo. Si alguna cosa hice en estos años fue combatir
en esa línea. Bajo ningún concepto podemos permanecer indiferentes,
creyendo que esto no va a ocurrir, porque al final te das cuenta que
puede suceder y que hay cosas que parecen incomprensibles pero
acontecen. De modo que tenemos que estar muy vigilantes y avanzar en
una interpretación protectora del derecho. Y en defensa de los más
vulnerables.
-
Precisamente, en su libro La encrucijada habla de las ideas y valores
que se necesitan frente a la indiferencia. Raúl Zaffaroni lo definió
como “una de las obras que marcan una época”, porque se plantean
las nuevas demandas, agendas, urgencias, además de remarcar que el
discurso progresista anquilosado no estaría encontrando
respuestas…
- Sí, creo firmemente que es así. En todas las cosas está la consigna con la que escribí el libro, como si fuera una varita mágica que me hubiera dicho: “van a acontecer cosas”. Ojalá que no hubieran acontecido. Muchos hemos sufrido y estamos sufriendo hoy en Argentina, en España, en el mundo entero… con la pandemia y con tantas otras cosas. Pero sí, creo que la indiferencia es el mayor cáncer de la democracia. Y cuando los discursos se hacen pesados, cuando quien tiene la obligación de avanzar y de proteger esa sociedad, como ese sector progresista no hace lo propio…Mi reflexión en La encrucijada va por ahí. Hay obligaciones que tenemos todos en una democracia, pero hay obligaciones que constituyen la esencia del sector progresista, de quienes creemos que es esa visión protectora y dinámica del Derecho. Es necesario pensar que van a cambiar aquellos que están en el extremo y que quieren reventar cualquier posibilidad. Pero eso es casi absurdo. Por lo tanto, somos nosotros los que tenemos que dinamizar. Y en ese sentido profundizo esa visión humanista, ese progresismo humanista que es el que reclama más transversalidad e integración, algo que a nivel latinoamericano y a nivel mundial, se está produciendo. El Grupo de Puebla y el propio Comité de Derechos y Democracia Latinoamericana del que yo formo parte, por ejemplo. Quedarnos detenidos es un retroceso.
- ¿Cuáles serían estos nuevos desafíos para los gobiernos progresistas que ahora vuelven a la región, con algunas fórmulas que fueron exitosas durante un tiempo, pero que ahora también se encuentran frente al desafío de aprender de algunos errores, sobre todo en esta nueva etapa de pandemia y pospandemia?
- Creo que la propia definición de estos desafíos está en los retos. La desigualdad sigue siendo un gran desafío, no podemos olvidarnos que una sociedad no va a avanzar si no cubre las brechas que hay entre los que más y menos tienen, ocupándose de la situación los más vulnerables, de la juventud y los mayores, de las mujeres. Antes o después se rompe. Si no se protege proactivamente ese ámbito social, se va a resquebrajar cualquier posibilidad de un Estado próspero. Y en un Estado de derecho no hay que olvidar que la justicia es fundamental. Por lo tanto, el uso de la justicia como moneda de cambio debe desaparecer. La economía debe ser responsable, es decir, debe ponerse al servicio de la ciudadanía. Hay que acotar todas las mesas de coordinación posible para hacer frente a esa posición megalómana de algunas potencias que, a base de sanciones económicas, pretenden someter a pueblos enteros. Hay que limitar el poder de las grandes corporaciones. En definitiva, no hay casi nada que pensar, sino que hay que retomar principios que ya se emplearon, corrigiendo los errores que muchas veces son por un análisis egoísta, desde las propias posiciones que nos llevan a una situación totalmente perjudicial para muchos. Y a eso debemos agregar la defensa de los valores del ecosistema, denunciar el ecocidio y luchar contra el cambio climático.
- ¿En este contexto que hemos mencionado el neoliberalismo ha llegado a sus límites o se va a seguir reproduciendo? También quería preguntarle qué papel juegan los medios, tomando en cuenta que es el coordinador de la defensa de Julian Assange, el creador de Wikileaks, con todo lo que ello implicó…
- El papel de los medios es fundamental en una democracia. Lo que hay que analizar es el poder corporativo que hay detrás de los medios. ¿Qué intereses económicos y corporativos existen? Muchas veces no son para nada democráticos y controlan el poder a través de la información, lo que conlleva un riesgo muy elevado. Porque se convierten en factores de coacción, en los que pueden regir en un momento o en otro. El caso Assange es paradigmático. Hoy estamos viendo la situación de Afganistán… Estaba todo predicho a partir de las publicaciones de Wikileaks, pero fue sometido a una presión intolerable en un país como Estados Unidos. La libertad de expresión, la libertad de acceso a la información, la libertad de prensa se tiene que defender a todos los niveles. Pero también de aquellos que tratan de controlarla por intereses económicos y corporativos. Cada vez es más frecuente que fondos de inversión se conviertan en dueños de grandes rotativos o de grandes medios digitales.
- En pocos días se van a cumplir 20 años del atentado a las Torres Gemelas y nos interesaba una reflexión suya acerca de cómo cambió el mundo, del rol de Estados Unidos en estas dos décadas y de la situación en Afganistán hoy, después de veinte años de intervención…
-
Hace unos días publiqué un artículo en un medio español, en
Infolibre, donde hacía como una especie de balance, tomando por
punto de referencia otro artículo que había publicado en el diario
El País el 2 de octubre de 2001. Fue probablemente el primer
artículo y se titulaba “La respuesta”. Me posicionaba en el
sentido de criticar duramente la decisión de Estados Unidos de
invadir Afganistán. Decía algo así como que aquello sería el
bombardeo de la miseria o de la nada, y que no íbamos a conseguir
absolutamente nada. Porque las razones de combatir el terrorismo
internacional o yihadistas son mucho más profundas que la de invadir
un país, que luego se iba a abandonar. Bueno, el ataque a las Torres
Gemelas demostró que la hidra del terrorismo internacional podía
llegar a cualquier ámbito. Durante mucho tiempo nadie estuvo al
tanto de profundizar en esas causas y en las mecánicas y desarrollos
terroristas, sino más en una actitud de reacción conforme se
producían las acciones por parte de grupos terroristas. Nunca se ha
hecho esa reflexión en profundidad. El terrorismo y la vida civil
siguen debatiéndose entre la vida y la muerte. Una amenaza difusa
como la del terrorismo es siempre inoperante. Lo ha sido en
Afganistán, lo fue en Irak y lo será siempre. Y no lo digo ahora,
lo digo desde hace mucho tiempo. Por tanto, la reflexión que tengo
es recordar, por supuesto, a las víctimas de aquellas masacres como
las de mi propio país. Como así la AMIA en Argentina y en otros
atentados en todas partes del mundo. Pero no se ha conseguido
profundizar en el análisis de esas causas que lleva en sus
componentes la visión de la desigualdad, al análisis de la pobreza,
el análisis de una confrontación, desde los que más tienen contra
los que menos tienen. Y luego, por supuesto, lo atávico, lo
fundamentalista. La reflexión es que alguna vez tendremos que
empezar a analizar en profundidad sus causas, para poder llegar a las
conclusiones. Yo recuerdo a un dirigente español, que fue el
presidente José María Aznar, que decía que todos los terrorismos
son iguales. Yo no creo que sean todos iguales, ni mucho menos. Hay
causas muy distintas en las acciones violentas y por tanto tienen que
ser analizados pormenorizadamente. Eso sí, conseguir consensos,
diálogo, establecimiento de puentes, Desgraciadamente, cuando
interesa acudir a la guerra, se ponen los medios y se hace lo que
hemos visto en estos 20 años, para llegar a una situación
totalmente desastrosa.
-
Sabemos que atravesó una situación extremadamente dura, la del
Covid. ¿Cómo sigue su vida después de esa experiencia tan difícil
y la buena noticia que recibió hoy?
- Bueno, mi vida sigue adelante. Estoy bien y trabajando mucho. Siempre en las mismas batallas. Ahora estoy empezando a escribir un nuevo libro, precisamente analizando los micro fascismos en muchos ámbitos, pero especialmente el judicial. Es un texto en el que tengo mucha esperanza, pero es difícil de avanzar. Pero creo que lo conseguiré porque es necesario esta reflexión sobre las actitudes y cómo en la interpretación y aplicación del derecho hay una gravedad y una responsabilidad fundamental. Mientras tanto, sigo sufriendo algunas secuelas del Covid como son limitaciones en pulmones, algunas neuralgias, cansancio, alguna afección que va al corazón… Pero bueno, dentro de lo que cabe, con buen talante y siguiendo adelante.
-
¿Qué es lo primero que va a hacer al retomar su carrera judicial?
-
Bueno, primero tengo que ver si la puedo retomar, ¿no? Tú sabes que
aunque las resoluciones sean claras, la interpretación de las mismas
puede presentar muchas reticencias. De momento, voy a disfrutar de
esta situación con mi pareja, con mi familia, y esta noche estaré
con mis hijos y sobre todo muy contento por mi madre. Mi madre, una
mujer fuerte e impresionante que va camino de los 92 años y me
decía: “Se me ha permitido llegar hasta aquí para ver cómo se
repara la injusticia que se ha cometido contra mi hijo”.
-
¿Cómo se llama su madre?
-
María. Disfrutaremos de momento. Bueno Bernarda, muchísimas
gracias.
Una receta contra la indiferencia
Autor
de quince libros sobre jurisprudencia y crímenes de lesa humanidad,
el jurista español Baltasar Garzón plantea en su
última obra La
encrucijada la
necesidad de combatir la indiferencia y advierte sobre los peligros
de la creciente judicialización de la política, un tema que cobra
incuestionable actualidad tras el dictamen del Comité de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas.
En La encrucijada, Garzón
propone el inicio de una fase de convivencia internacional para
superar la actual crisis, además de condenar las recetas del
neoliberalismo, advertir sobre el actual ecocidio y señalar los
desafíos que hoy enfrentan los sectores progresistas.
Garzón,
reconocido en el mundo por sus luchas en favor de la víctimas de
crímenes de lesa humanidad y genocidios, propone salir de la crisis
iniciando una nueva fase de convivencia internacional basada en las
ideas y valores de la verdadera democracia: “Estamos perdiendo la
capacidad de pensar sobre lo que somos y lo que queremos ser en este
planeta, en el momento crítico en el que vivimos hoy; un momento que
no es igual a ningún otro y que comporta sus riesgos y peligros para
la propia supervivencia; un momento en el que la movilización
mundial de los ciudadanos sobrepasa todas las previsiones y está
convirtiéndose en ira popular ante la falta de respuestas desde la
política, la economía y la justicia”.
“Ante la evidente
crisis de confianza generalizada en nuestra época, que arrastra a
instituciones como la justicia y la política, resulta muy útil
hacerse las preguntas que surgen como puños de la prosa de Baltasar
Garzón”, sostuvo el expresidente de Uruguay, José Pepe Mujica,
mientras que el expresidente brasilero Ignacio “Lula” da Silva la
consideró “una obra fundamental para el contexto social y político
latinoamericano”.
“Es
uno de esos libros que marcan una época”, consideró, por su
parte, el ex juez de la Corte Suprema de Justicia, Raúl Zaffaroni,
en uno de los epílogos.
Datos, conocimiento e información, insumos necesarios para la toma de decisiones. Nadie se salva solo. Que cada quién haga su parte.
Daniel Roberto Távora Mac Cormack
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