Noticias de principios de agosto en los días de la peste ...

 

La Junta de Gobernadores del Fondo Monetario Internacional (FMI) aprobó ayer una asignación general de derechos especiales de giro (DEG), equivalente a US$ 650.000 millones, con el fin de apuntalar la liquidez mundial.

Esta es una decisión histórica: la mayor asignación de DEG en la historia del FMI y una inyección de ánimo para la economía mundial en medio de una crisis sin precedentes. La asignación de DEG beneficiará a todos los países miembros, abordará la necesidad de reservas a escala mundial y a largo plazo, generará confianza y promoverá la resiliencia y estabilidad de la economía mundial. En particular, ayudará a los países miembros más vulnerables que están luchando contra los estragos de la crisis provocada por el Covid-19”, señaló la Directora Gerente del FMI, Kristalina Georgieva.

La asignación general de DEG entrará en vigor el 23 de agosto de 2021. Los nuevos DEG serán acreditados a los países miembros del FMI en proporción con sus actuales cuotas en la institución. Para Argentina serán US$ 4.400 millones.

Aproximadamente US$ 275.000 millones de la nueva asignación se destinará a países de mercados emergentes y en desarrollo, incluidos países de bajo ingreso.

Asimismo, seguiremos trabajando activamente con los países a fin de identificar opciones viables que permitan canalizar voluntariamente DEG de los países miembros más ricos a los más pobres y vulnerables, para apoyar su recuperación de la pandemia y para que logren un crecimiento resiliente y sostenible”, dijo Georgieva.

Pago de Argentina

El Gobierno giró ayer US$ 345 millones al FMI en concepto de un pago de intereses por el crédito de US$ 45.000 millones que se tomó entre 2018 y 2019 mientras avanzan los intercambios con el organismo para negociar un nuevo programa.

La cifra corresponde a la última cuota de intereses antes de que comiencen los pagos por el capital adeudado que, según el cronograma firmado por la administración del expresidente
Mauricio Macri, incluyen giros por US$ 3.822 millones en dos cuotas de US$ 1.911 millones cada una, previstas para septiembre y diciembre de 2021.

(El Economista)

Reducción de jornada laboral

Ya hay dos proyectos presentados de reducción de jornada laboral en el Congreso argentino. Claudia Ormaechea, dirigente de la Asociación Bancaria y diputada del Frente de Todos presentó una iniciativa que reduce la jornada laboral a 6 horas. 

Según la autora del proyecto, la iniciativa podría convivir con el otro proyecto que fue presentado por Hugo Yasky, también diputado de extracción sindical del FdT, que promueve la semana laboral de 4 días. Ormaechea sostiene que una posibilidad sería que el trabajador pueda optar por una de las dos variantes (6 horas, 36 semanales o 4 días). 

La Unión Industrial Argentina, a través de su presidente, Daniel Funes de Rioja, salió al cruce del proyecto y dijo que la jornada solo se podría reducir si proporcionalmente baja el salario (lo contrario al espíritu de los proyectos de reducción de jornada laboral). Argentina tiene una de las jornadas laborales más largas del mundo, con 48 horas semanales. 

Recaudación de julio

Creció un 66,9% interanual, una suba por encima del aumento de precios, según informó el Ministerio de Economía. Así, la recaudación tributaria se ubicó en los niveles de la pre pandemia. Si bien en términos mensuales hubo una desaceleración en el crecimiento por la irrupción de la segunda ola y la postergación de vencimientos de ciertos tributos, “los indicadores relacionados a la actividad y el empleo mostraron señales de recuperación”, sostuvo el Ministerio.  

El Impuesto a las Ganancias creció en términos reales (68,5%) incluso bajo efectos que incidieron en su recaudación. Los Derechos de Exportación crecieron un 131,9% y la recaudación asociada a la seguridad social un 62,6%, impulsada en parte por la recuperación de los salarios tras la reapertura de las paritarias. 

La UOCRA cerró ayer un nuevo aumento salarial por el cual quedará en 47,8% la paritaria del sector para este año.

(Cenital)

Elda Cantú Senior News Editor, Latin America Escribe hoy en el News de “The New York Times

Se suponía que los oficinistas empezaríamos a regresar al trabajo presencial en septiembre. Pero, ya sabemos, no se pueden hacer muchos planes en una pandemia.

Conforme la variante delta avanza por Estados Unidos y los contagios vuelven a aumentar, las grandes compañías, entre ellas Uber, Google y Apple, han empezado a postergar los planes de retorno a las actividades en las oficinas.

Por su parte, otras empresas como Walmart y Walt Disney han anunciado estrictas medidas de seguridad para sus trabajadores, entre ellas usar cubrebocas obligatoriamente y presentar prueba de vacunación.

Tal vez deberíamos hacernos a la idea de que, como el resto de nuestras vidas, amplios sectores laborales cambiarán de manera radical.

Los empresarios están acostumbrados a dictar cuándo y dónde trabajan los empleados”, escribió la periodista de economía Bryce Covert en un ensayo de opinión reciente. “Pero ahora hemos descubierto que mucho trabajo se puede hacer a horas extrañas entre clases a distancia y desde las oficinas de casa o incluso desde la comodidad de la cama”.

De hecho, para Covert, el futuro no es el teletrabajo ni los horarios flexibles sino una jornada reducida.

Algunos expertos en temas laborales han indicado que el trabajo remoto no facilita la colaboración y la creatividad, pero no existen pruebas de que el contacto cara a cara sea requisito para la innovación.

De hecho, aunque la mayoría de las reuniones de oficina tienen un noble propósito, la realidad es que muchas de ellas podrían resolverse de manera más expedita con una llamada o un correo electrónico.

Tampoco se trata de reemplazar el tiempo en la oficina con más horas frente a la pantalla: Brian X. Chen, nuestro columnista de tecnología, ofrece una guía para realizar —y limitar— el teletrabajo de manera saludable. Cada vez es más evidente que estamos agotados y que el esfuerzo de conservar el empleo en la pandemia nos ha desgastado.

En China, esa cultura del trabajo incesante tiene una clave: 996. Es el sobrenombre que le dieron los profesionales de tecnología a las jornadas laborales de 9:00 a. m. a 9:00 p. m. seis días a la semana. Aunque durante algún tiempo ese ritmo tenía un aura de productividad y modernidad, los jóvenes chinos han empezado a rebelarse en contra de la explotación laboral sin oportunidades de ascenso social.

(The New York Times)

El domingo, durante una cena de recaudación de fondos, el jefe de la bancada republicana en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Kevin McCarthy, se entusiasmó con la idea de que su partido retome el control de la Cámara en las elecciones del próximo año. Uno de los asistentes le presentó un martillo de gran tamaño. “Quiero que vean a Nancy Pelosi entregándome ese martillo; sería difícil no golpearla con él”, manifestó McCarthy entre risas, en alusión a la líder de los diputados demócratas, Nancy Pelosi. “La violencia contra las mujeres no es una broma. Amenazar con violencia política no es una broma; estos comentarios son misóginos y peligrosos”, le contestó la representante Teresa Leger Fernández, de Nuevo México. Su indignación fue compartida por numerosas legisladoras que instaron a McCarthy a presentar una disculpa o renunciar a su cargo.

(Página 12)

La última semana de julio fue caliente en torno a un tema candente. Mientras que en Roma, las Naciones Unidas convocaron a la Pre-Cumbre de la Alimentación, la protesta se hizo escuchar. Organizaciones y movimientos sociales promovieron una movilización virtual crítica durante cuatro días.

Entre el 26 y el 28 de julio, el gobierno italiano realizó junto con la ONU una reunión preparatoria del evento sobre Sistemas Alimentarios que las Naciones Unidas convoca para septiembre próximo en Nueva York.

Las voces de oposición no se limitaron a sectores importantes de la sociedad civil internacional. Medios de prensa aportaron enfoques analíticos que cuestionan la convocatoria. “Derecho a la alimentación. En Roma, los largos colmillos de las multinacionales”, titulaba el martes 27 el cotidiano francés de izquierda L’Humanité. “La parte del león va a los gigantes de la agroindustria para responder a los retos de la inseguridad alimentaria”, completaba.  E informaba que “500 organizaciones contratacan”.

El cotidiano progresista suizo Le Courrier otorgó la tapa de su edición de ese mismo martes a igual tema: “Alianza contra natura por la alimentación”. En su página 3, titulaba La Cumbre del Hambre y recordaba, críticamente, los acuerdos alcanzados por la ONU con el Foro de Davos para preparar el cónclave de septiembre próximo. “Según las ONG, se trata de un proceso que corre el riesgo de reforzar el actual modelo alimenticio mundial fracasado”, analizaba el periódico helvético.

Visión onusiana

La Pre-Cumbre de la capital italiana, según sus organizadores, buscaba consolidar el proceso de participación pública, consultas y recopilación de datos “preparando el camino para una cumbre ambiciosa y productiva” en septiembre.

El evento, con participación híbrida (virtual-física), pero con un marco presencial suntuoso y con una animación tipo “show”, buscó también movilizar nuevos fondos y propuestas. Según los promotores, los Diálogos de la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios –como metodología de consulta– suponen una oportunidad inmejorable para que personas de todo el mundo ocupen su lugar en esta histórica cita de las Naciones Unidas. “De esta forma, pueden ayudarnos a construir un futuro mejor para los sistemas alimentarios, que sea próspero, seguro y justo para todos” (https://www.un.org/es/food-systems-summit).

Conceptualmente, la ONU define como “sistema alimentario”, la constelación de actividades relacionadas con la producción, el procesamiento, el transporte y el consumo de alimentos. Los sistemas alimentarios afectan todos los aspectos de la existencia humana.

Y aclara que hay muchos sistemas alimentarios en el mundo que son frágiles, vulnerables al colapso, realidad que han experimentado millones de personas en durante la pandemia. “Cuando nuestros sistemas alimentarios fallan, el desorden resultante amenaza nuestra educación, salud y economía, así como los derechos humanos, la paz y la seguridad. Como en tantos casos, los que ya eran pobres o estaban marginados son los más vulnerables”, enfatiza el organismo internacional.

La apuesta de las Naciones Unidas es que la Cumbre de Nueva York de septiembre próximo, analice y encuentre opciones a estos sistemas alimentarios, en particular, a los que no funcionan.

Si bien las estadísticas oficiales reconocen que hubo 811 millones de personas que padecieron hambre durante 2020 — 161 millones más que en 2019—las explicaciones oficiales parecen limitarse al impacto pandémico. Sin embargo, el análisis sistémico, de fondo, no aparece en los comunicados públicos de la organización, que tampoco se pronuncia sobre los compromisos alcanzados con la gran empresa privada para la preparación del cónclave de septiembre.

Solo queda el boicot

Si bien los organizadores tienen como objetivo crear una ilusión de inclusión, no está claro quién tiene el control de la toma de decisiones y mediante qué procedimientos se toman las decisiones”, subraya una declaración común firmada por medio millar de movimientos sociales y ONG del mundo entero (https://www.foodsystems4people.org/655-2/?lang=es), titulada “ Respuesta autónoma de los pueblos a la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios”.

La misma constituye el marco consensual de la contra movilización que se realizó entre los días 25 y 28 de julio en forma virtual. Su tono es tan enfático como crítico y acusador: “A pesar del creciente reconocimiento de que los sistemas alimentarios industriales están fallando en muchos frentes, las empresas agroindustriales y alimentarias tratan de mantener el control”. Están desplegando la digitalización, la inteligencia artificial y otras tecnologías de la información y la comunicación para promover una nueva ola de acaparamiento de recursos, extracción de riqueza y explotación laboral y reestructurar los sistemas alimentarios hacia una mayor concentración de poder y cadenas de valor aún más globalizadas, enfatizan los firmantes.

La próxima Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios es un ejemplo ilustrativo de cómo las plataformas impulsadas por las empresas, en estrecha cooperación con gobiernos afines y funcionarios de la ONU de alto nivel, “tienen la intención de utilizar a las Naciones Unidas para apoyar y legitimar una transformación de los sistemas alimentarios favorable a las empresas”. Promueven, al mismo tiempo, nuevas formas de gobernanza para “consolidar aún más la influencia corporativa en las instituciones públicas a nivel nacional y de la ONU”, agregan los actores sociales que participaron en la “Contra movilización de los Pueblos para Transformar los Sistemas Alimentarios Corporativos”. Y que en su Declaración de Apertura enfatizaban que “pese a que entre el 70 % y el 80 % de los alimentos del mundo son producidos por agricultores en pequeña escala, que tienen una poderosa voz colectiva, este proceso individualizado (de la Cumbre) da un poder desmesurado a unos pocos poderosos que controlan los mercados alimentarios, agrícolas y de capitales”. (https://viacampesina.org/es/ ).

Los principales movimientos sociales, indígenas, de pequeños productores, ONG (lista completa: https://www.foodsystems4people.org/firmantes/?lang=es ) a nivel planetario, entre los cuales, Vía Campesina, la Marcha Mundial de Mujeres, la Alianza Mundial de Pueblos Indígenas, Greenpeace internacional, FIAM internacional etc., llamaron a boicotear la próxima cumbre de la ONU. Y dieron siete razones para no asistir a Nueva York en septiembre próximo ( https://www.foodsystems4people.org/655-2/?lang=es ).

Evalúan que la Cumbre no se basa en los Derechos Humanos y de los pueblos. A pesar que el evento oficial promueve una estructura aparentemente inclusiva, desde el principio el proceso fue opaco y desmarcó a las instituciones existentes de la ONU basadas en los Derechos Humanos, así como a las plataformas legítimas de las organizaciones de la sociedad civil organizada y los Pueblos Indígenas.

Entienden que el cónclave en preparación está dominado por intereses corporativos impulsadas por empresas como el Foro Económico Mundial (FEM), la Alianza para una Revolución Verde en África (AGRA), la Red Agroalimentaria Internacional (IAFN), el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WCBSD), la Alianza Global para la Mejora de la Nutrición (GAIN), el Foro EAT, Scaling-Up Nutrition (SUN) Business Network. Así como organizaciones filantrópicas ligadas a multinacionales, como la Fundación Rockefeller y las fundaciones Gates y Stordalen, quienes están desempeñado un papel importante en el proceso de preparación. Critican que Agnes Kalibata, presidenta de AGRA, fuese nombrada Enviada Especial de la ONU para la Cumbre. Lo que constituyó, desde el inicio mismo, una muy mala señal para los actores sociales, señalan los opositores.

Quienes argumentan que la Cumbre promueve modelos de gobernanza altamente problemáticos que debilitan el papel de los propios Estados miembros; facilitan una influencia indebida de los intereses corporativos y promueven una tendencia de captura corporativa de la ONU.

Adicionalmente, desde la mirada de los movimientos sociales, la Cumbre propone un concepto de ciencia muy restringido e impulsa la transformación de los sistemas alimentarios en la dirección equivocada: no hace nada para allanar el camino para el cambio profundo y urgente que se necesita. Con el evento de la ONU, “secuestrado por la industria alimentaria y la agroindustria”, es probable que la narrativa de la Cumbre apoye los sistemas alimentarios industriales que promueven los alimentos ultra procesados, la deforestación, la producción ganadera industrial, el uso intensivo de pesticidas y los monocultivos de productos básicos. Factores todos que provocan el deterioro del suelo, la contaminación del agua y el impacto irreversible sobre la biodiversidad y la salud de las personas. Y concluyen que la Cumbre no brinda soluciones para combatir la desnutrición, el hambre ni la crisis climática. “Ignora lo más necesario y urgente: una profunda transformación agroecológica de los sistemas alimentarios –basada en los Derechos Humanos — hacia la soberanía alimentaria, la justicia de género, la justicia climática, la justicia social, la biodiversidad y la salud de las personas y del planeta, todas condiciones previas para una paz duradera.

Una misma temática esencial –la erradicación del hambre– marca rutas irreconciliables. La próxima Cumbre de las Naciones Unidas sobre sistemas alimentarios devela dos modelos y conceptos productivos de sociedad planetaria. Los movimientos sociales, hartos de no ser escuchados, anticipan el boicot.Si la ONU no logra reconstruir un consenso sobre la base de reducir el actual poder preponderante de las multinacionales, el evento de septiembre será, simplemente, otro show mediático. Insuficiente para un planeta que exige soluciones y donde más de 800 millones de personas no cuentan con un plato de comida diario. Prensa Ecuménica (PE)

En estos días de la peste, lo mejor y lo peor de lo que somos como individuos y sociedades, sale a relucir de modos tan claros como el agua clara … Nadie se salva solo. Que cada quién haga su parte.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack



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