Viernes 5 de Junio de 2020


II
Enajenaciones Cruzadas
Identidades por hacer ...



Desde la creación en 1950 de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) hasta la de la Unión Europea (UE), pasando por el Tratado de Roma y el Mercado Común, el proteccionismo y la soberanía han sido los enemigos declarados de los constructores de Europa. No es por tanto de extrañar que, incluso en un momento en el que la economía internacional anda de capa caída y el desempleo se dispara, la UE, impertérrita, se encuentre gestando un nuevo proceso de ampliación (Albania, Macedonia del Norte) y negociando futuros acuerdos de libre comercio (México, Vietnam). ¿Que el Reino Unido ha dado un portazo? Pues aquí tenemos a los Balcanes. Y mañana, si hace falta, ¡hola, Ucrania!

Nadie puede convencer a una mente enajenada de que actúe contra su naturaleza. Y Europa está obsesionada con la construcción de un gran mercado. Sin fronteras, sin aranceles ni subsidios. Y es que, a falta de nuevas liberalizaciones comerciales, Europa se caería al suelo. Es la llamada “teoría de la bicicleta”: o pedaleas hacia una mayor integración o te caes. Hace ya tiempo que el mundo con el que sueña Bruselas tiene la traza de una enorme balsa de aceite, lisa como un plato, sobre cuya superficie se deslizan cargueros mercantes al son del “Himno a la alegría”.

Pongamos por caso a Phil Hogan, actual comisario europeo de Comercio. En plena crisis por el coronavirus, aún confinada la mayoría de la población de la UE, con crecientes tensiones entre China y Estados Unidos, y Washington infringiendo, como si todo esto fuera broma, la mayoría de las “normas” comerciales aprobadas por Estados Unidos, uno sentía curiosidad por conocer sus reflexiones sobre la globalización. Se pueden resumir así: lo mismo, pero más rápido.

Algunas empresas de productos sanitarios se relocalizarán en el Viejo Continente, no se podrá evitar. “Pero que conste que es una excepción”, advierte Phil Hogan. Y, dirigiéndose a aquellos que hablan de circuitos cortos y decrecimiento, lanza un aviso: “En 2040, el 50% de la población mundial vivirá a menos de cinco horas de Birmania. […] Tengo claro que las empresas europeas no querrán privarse de ese enorme caudal de actividad. Sería una absoluta necedad”. Ya tiene, por cierto, la agenda completa para los próximos meses: “Tenemos que profundizar nuestros acuerdos de libre comercio ya existentes –los tenemos con unos setenta países– e intentar contraer otros”.



Estos días, los intelectuales grafómanos y la Red son un hervidero de proyectos relacionados con el “mundo de después”. Son poéticos, polifónicos, bondadosos, complejos, solidarios y otro montón de cosas muy bonitas. Pero no pasarán de ser una inútil palabrería mientras no carguen contra la misma arquitectura de una Unión Europea convertida, a lo largo de las décadas, en una “globalización en miniatura”. No importa que la UE compruebe, estupefacta, cómo saltan por los aires las normas comerciales que soñaba con imponer a todo el planeta, debido al tamaño de su mercado; sigue aferrada al cumplimiento de “reglas” a la vez obsoletas y nefastas. Vender Audis en Birmania es el único ideal con el que se sostiene, el único proyecto de civilización que habrá sido capaz de asociar a su nombre.


¿Y que de nosotros?


Poseedores de otra mente enajada. La que nos invento en un histórico, incomprensible y monumental síndrome de estocolmo, que de Europa viene lo mejor. El desarrollo Europeo es el modelo ha seguir … Lo hizo EEUU y es potencia mundial. EEUU confronta con China , Rusia, Corea … entonces allí también residen nuestras esperanzas de revolución o los peligros que intentan destruir, “nuestro modo de vida americano”.


La realidad enajenada que vivimos sin embargo, tiene otra historia. América Latina tiene una diversidad que, sin embargo, está unida en el horror y el genocidio perpetrado contra sus habitantes originarios. Buena parte de su población autoctona ha sido masacrada y asesinada. Aún hoy lo siguen siendo. Los hechos en el Chaco o en Chubut así lo demuestran.



Europa se caracterizó por una historia de tribalidades enfrentadas que sueñan con una unidad imposible. El invento de posguerras que augura futuros promisorios en la ilusión de un Capitalismo que instalará definitivamente la cohesión pacífica y la consolidación de la Unión Europea, contrasta con su tremenda decadencia y su total dependencia a las políticas que surgen de Washington.


En América Latina todo puede ser distinto. La historia común y la historia colonizadora e importada, nos da mas elementos y herramientas como posibilidad para gestar nuestra propia historia. Decolonizar nuestras mentes enajadas y probar la complejidad pluricultural, plurinacional y plurietnica de nuestra historia y de nuestras constituciones de modos de aprovechar lo que somos produciendo identidades propias que sepan navegar las aguas de las diferencias en la conciencia de la historia común enajenada y colonizada a fuerza de vejaciones y asesinatos.


El racismo, la xenofobia, los odios provienen de esas identidades impuestas, patriarcales, coloniales, Capitalistas y neoliberales que ha imbuido nuestras mentalidades colectivas durante algo mas de 6 siglos, pero que ha conservado cierto virus que podría convertirse en una sana pandemia de construcción de identidad común propia y al mismo tiempo consciente de la diversidad que nos constituye.


Es que el pensamiento racional europeo y el pensamiento pragmático y materialista norteamericano y sajón, contrasta con nuestras capacidades para sentipensar de modos propios una realidad compleja y producir allí identidades que trasciendan y decolonicen las causas de las divergencias y los conflictos importados con las que nos dominan e importan sus experiencias.



Los movimientos populares verdaderamente populares y masivos en Ámerica Latina han tenido una impronta propia que no explican ni el marxismo ni el capitalismo neoliberal. Las tradiciones afrodescendientes y las originarias están en nuestros ADN como esos virus propios que nos constituyen y por contrario, no producen enfermedad sino conciencia de que estamos enfermos de otra cosa … estamos enfermos de enajenación. Nos han hecho creer que somos otra cosa de aquello que verdaderamente somos … Crisol de razas … malestar de los desclazados ...fuerza y virtud de la multidiversidad … resistencia a la identidad única y a la negación de la historia y de nuestros muertos.


Tal vez esta crisis globalizada nos devuelva la conciencia de nuestra propia enajenación y la voluntad férrea de resurgir de nuestras propias cenizas, plurinacionales, pluriculturales, multidiversos, en sintonía con una tierra que nos constituye pero nos hace diferentes, no enemigos. Que nos permite alejarnos y no dar lugar a los intereses de unos pocos que nos inventan la ilusión de un mercado planetario y una cultura única que se sostiene a base de privilegios, prebendas y guerras. Que alimentan la ilusión de que la economía es vida, cuándo en realidad propone que nos matemos unos a otros intentando sobrevivir, mientras ellos piensan en las estrellas, en un mundo sin fronteras, en un Capitalismo bueno desde sus islas privadas, sus jets privados y sus riquezas llenas de sangre derramada con sus manos.


No se trata de volver al pasado sino de recobrar el sentido propio del futuro. La pandemia nos devuelve a la conciencia las tensiones que el eurocentrismo y europensamiento redujo a ideologías binarias y antagónicas. Enfrentando lo individual con lo social, lo político con lo cotidiano, lo económico con la salud, lo propio con lo ajeno … estimulando el prevalecer y el dominio de los dueños por encima de la solidaridad y el esfuerzo compartido…


Esta crisis global nos devuelve la conciencia de lo cotidiano y la urgencia de lo necesario. Juntarnos con el próximo (Prójimo) el que esta a nuestro lado para aventar los peligros de un virus que nos enferma y mata pero al mismo tiempo replica la información que nos devuelve la conciencia de nuestra vecindad, de nuestra localidad, de la realidad concreta y dura que se vive en los barrios, en lo pueblos, en los regiones y Estados de Ámerica Latina. Realidades que nos escapan a la virtualidades impuestas de estos tiempos. Realidades glocales donde el mundo está a un cliq de referencias y distancias,  pero no debe eso distraernos de quien camina con nosotros. Podemos ambas cosas y con el celular compartir con el vecino y aprender a decolonizar nuestras mentes construyendo pensamiento genuinamente latinoamericano, diverso y pluricultural, superando racismos, sexismos y odios propios e impuestos que solo ayudan a mantenernos enajenados de nosotros mismos.
 
Daniel Roberto Távora Mac Cormack





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