Sáado 6 de Junio de 2020
II
II
Las
nuevas realidades …
Las
disputas filosóficas entorno al fin del Capitalismo o la
preservación de este giran en realidad en esos terrenos embarrados,
poco firmes, como caminando sobre arenas movedizas…
Tiendo
a expresar que la realidad es “algo” cambiante y dinámico. Un
amigo me cuestiona esa apelación constante a lo dinámico
advirtiéndome de su inconsistencia, de que utilizo esa palabra para
enmascarar lo que no se o aquello sobre lo cual no hay mucho que se
pueda decir y en realidad algo de cierto hay, en tanto el dinamismo
es aquello que escapa a nuestro deseo y capacidad de control. La
distinción es allí fundamental en tanto definirá el rumbo de
nuestra interpretación sobre los datos e información que alcanzamos
para describir situaciones y darles sentido y dirección y generar
conocimiento respecto a esta realidad, pasada, presente o lo que
interpretamos que vendrá en el futuro.
Los
cambios se suceden constantemente. La realidad es solo por ello
dinámica. Pero el asunto no esta en lo que cambia sino en la
interpretación que hacemos de eso que cambia precisamente por el
sentido y rumbo que le atribuímos a esos cambios.
Quienes
sostenemos el concepto de neoliberalismo como aquel proceso que se
produce en la economía globalizada a partir de la decisión de la
Federal Reserve System (FED) de emitir dolares sin respaldo en
oro y transformar a su moneda fiduciaria en medida de intercambio
(Patrón) de las transacciones de bienes y servicios en el planeta y
en contrapartida aumentar las tasas de interes encareciendo las
deudas en esa moneda tomada por otros Estados en el mercado de los
acuerdos de creación de las instituciones bancarias transnacionales
generados como Organismos de reconstrucción de la economía global
después de las dos guerras mundiales, y aplicar allí un programa de
reformas del Sistema monetario y financiero en los EEUU que permitió
equilibrar la economía de aquellos Estados miembros de la Unión y
de sus socios de la OTAN frente a los procesos inflacionarios
crecientes productos de la cartelización de los Estados productores
de Petróleo, y la decisión unilateral de decidir el precio del
barril de crudo independientemente de las relaciones demanda/Ofertta,
a principios de la década de los 70, sostenemos de igual forma, que
el neoliberalismo constituyó la última etapa del Capitalismo en
tanto sus formas se habían disociado de sus teorías. El
surgimiento de la teconología digital y los procesos económicos que
posibilitaron la aparición de China como potencia económica
arrastrando a un conjunto de economias emergentes y enfrentando las
nuevas producciones tecnológicas y digitales con la especulación
monetaria y financiera constituyeron el eslabón final del
Capitalismo burgués tal y como fue descrito y criticado por Marx en
sus obras, y defendido por la globalización y el Keynesianismo y
neokeynesianismo en las etapas posteriores a las dos guerras.
Las
ideas que impregnaron las tomas de decisiones en materia de políticas
económicas tanto de la FED como del gobierno de los Estados Unidos
de Ámerica y que dieron sentido y dirección a toda la globalización
posterior de las producciones e intercambios de bienes y servicios no
surgieron allí. Su historia es bastante anterior y esto sugiere las
confusiones de quienes niegan que esto sea efectivamente así y por
tanto no creen en el neoliberalismo y solo hablan de neokeynesianismo
o Capitalismo social.
El
plan de Chicago fue una colección de reformas bancarias
sugeridas por economistas de la Universidad de Chicago a raíz de la
Gran Depresión . El 16 de marzo de 1933, el 16 de marzo de 1933 se
distribuyó de forma limitada y confidencial un memorando de seis
páginas sobre la reforma bancaria. El plan fue respaldado por
economistas notables como Frank H. Knight , Lloyd W. Mints, Henry
Schultz , Henry C. Simons , Garfield V. Cox , Aaron Director , Paul
H. Douglas y Albert G. Hart.
Entre
marzo y noviembre de 1933, los economistas de Chicago recibieron
comentarios de varias personas sobre su propuesta y, en noviembre de
1933, se preparó otro memorando. El memorándum se amplió a trece
páginas; hubo un memorando complementario sobre "Objetivos a
largo plazo de la gestión monetaria" (siete páginas) y un
apéndice titulado "Ciclos bancarios y comerciales" (seis
páginas).
Estos
memorandos generaron mucho interés y discusión entre los
legisladores. Sin embargo, las reformas sugeridas, como la abolición
del sistema de reservas fraccionales y la imposición de reservas del
100% sobre los depósitos a la vista , fueron archivadas y
reemplazadas por medidas menos drásticas. La Ley de Banca de 1935
institucionalizó el seguro federal de depósitos y la separación de
la banca comercial y de inversión. Restableció con éxito la
confianza del público en el sistema bancario y terminó la discusión
sobre la reforma bancaria.
La
Escuela de Chicago siempre se opuso a la Reserva Federal pero esta
tomó sus ideas monetaristas en la crisis inflacionaria producida por
el precio cartelizado del petroleo, y logro así transferir su crisis
a los Estados endeudados en dólares.
La
industria de la guerra y la desestabilización de otros Estados para
dinamizar sus negocios y sostener el desmadre de un monetarismo solo
sustentado en la voracidad del Imperio y sus empresas que comenzaron
así a acentuar su transnacionalización , fueron consecuencia
lógica, geopolítica e Imperial del Estado que sentó asi su
hegemonia planetaria.
En
nuestro país, la imposición de una ideología “contra el enemigo
Marxista” y la “doctrina de la seguridad Nacional” ejecutada
en los acuerdos bilaterales y en la misma organización de Estados
Americanos (OEA), plasmaban estas intenciones imperiales y
propiciaron, alimentaron y financiaron el plan Cóndor y las
dictaduras militares que impusieron esas mismas políticas
monetaristas primero en Chile con el derrocamiento del presidente
electo Salvador Allende de manos del dictados Augusto Pinochet
Ugarte, trasladadas luego a todo el continente.
Las
salidas de la dictadura fueron siempre bajo el marco del dominio de
los endeudamientos externos en dólares que ponía limites a todo
intento de política económica con algún viso de defensa soberana
Nacional o de protección de sus propios pueblos.
La
segunda etapa se consumo con las privatizaciones de todo lo publico
de modo de debilitar aún mas las capacidades de decisión de los
gobiernos en la adminsitración de sus Estados. El crecimiento del
mercado financiero globalizado, anarquizado y transnacionalilzado
hizo el resto. La irrupción de la digitalización y la informática,
permitió sin embargo, la irrupción de nuevos actores.
Tales
dinámicas, aunque a mi amigo no le guste el término, volvió a
producir un cambio sustancial en el sistema de intercambios y
comenzaron a aparecer los gigantes tecnológicos asiáticos y los
emprendedores privados que se hacían rico en los garages de su casa
porque inventaban alguna innovación que rapidamente inundaría de
novedad el mercado global. El crecimiento de la economía China
arrastra a otras … pero produce el desenclaje entre ese desmadre
financiero alimentado por el imperio, el crecimiento de economias
emergentes que comenzaban a desprenderse del lastre de la deuda, en
un mundo donde el Imperio había perdido de vista sus componentes.
Existía un mundo por fuera de las capacidades del Estado. El de las
corporaciones transnacionales ya productivas, ya de servicios y en
especial los servicios de base tecnológica, ya financieras que
deambulaban por carriles que poco tenían que ver unos con otros.
La
transnacionalización de los flujos de dinero, la translocalización
de empresas o partes o sectores de los procesos de producción en
otros o varios territorios, la mayor circulación de bienes y
servicios a escala mundial y la aparición de China con su
espectacular crecimiento, constituyen una base para asentar la idea
de que ya no se trata de Capitalismo … las relaciones
internacionales y los profundos cambios operados en el sistema de
relaciones de los intercambios de bienes y servicios comenzaban a
presentar otras lógicas, otros rumbos, otras formas.
Lo
que se acentuó bajo esas otras formas, son las concentraciones y las
brechas entre quienes mas acumulan y los que quedan condenados al
reparto de miserias del sistema o ayuda estatal.
La
tecnificación automatización y robotización producen una
reconversión en el mundo del trabajo que genera mucho desplazamiento
y fuertes caídas en los procesos de empleo y generación de
actividades rentables. Las tendencias en pugna entre quienes
sostienen el imperio del financierismo inciado en los 70 y quienes
expresan estos cambios y estas dinámicas nuevas (Ya no es
Capitalismo, en tanto promovido por un Estado centralista que
programa políticas a 50 años vista como el Chino), se enfrentan sin
embargo a una pandemia mundial que precisamente se origina en China y
cuyos efectos estamos transitando.
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La
pandemia del coronavirus ha trastocado la vida de todos los
habitantes de la Tierra, como ninguna otra pandemia en la historia.
Aunque han existido y existen otras enfermedades más mortales y
letales, ninguna ha ocasionado un sismo tan grande
Las
redes sociales tienen influencia para cambiar el comportamiento de
las personas para mejorar sus estilos de vida. Actualmente, las redes
han sido testigos de cómo la pandemia por coronavirus ha ocasionado
profundos cambios en el funcionar de la sociedad y el comportamiento
humano no ha sido la excepción. Kouzy,
Abi Jaoude, & Kraitem, 2020
Las
redes sociales pueden promover cambios en los comportamientos de las
personas y a la vez se han convertido en testigos de cómo los seres
humanos nos hemos adaptado a la cuarentena ocasionada por la pandemia
del coronavirus. Se realizó una búsqueda de información a través
de metabuscadores para conocer el papel que han tenido las redes
sociales en esta pandemia; los aspectos positivos, negativos y
aquello en lo que se puede mejorar. Para este análisis se han
utilizado varios artículos científicos y de prensa confiable.
A
raíz del aislamiento y distanciamiento físico, los contenidos en
las redes se han multiplicado, sin embargo, parte de esta información
se trata de noticias falsas, alimentadas por el miedo, que se
difunden con muchísima facilidad. La salud mental de muchas personas
se ha visto afectada por la gran cantidad de información a la que
están expuestos a través de las redes sociales y, episodios de
ansiedad y depresión se han hecho más frecuentes. Las noticias
falsas o que contengan información no verificada también pueden
generar una falsa sensación de seguridad al asegurar que existen
métodos efectivos, distintos a las normas básicas de higiene y
protección personal, de prevención o cura para la enfermedad.
Para
el caso específico del Covid19, las redes deberían utilizarse para
compartir información verificada y certera, además de ofrecer datos
sobre cuándo las personas deben acudir a buscar atención médica;
cuándo, dónde y cómo pueden realizarse una prueba de diagnóstico
y qué deben hacer con el resultado. Agencias gubernamentales,
organismos internacionales de salud, así como también los mismos
administradores de las redes sociales, han intentado luchar contra la
enorme difusión de noticias falsas e información no verificada, sin
embargo, pueden realizar un trabajo más exhaustivo y colaborar con
las agencias estatales de salud para mejorar la comunicación de
datos a la ciudadanía y monitorear el avance de la pandemia.
Introducción
Las
redes sociales digitales han aparecido apenas desde comienzos del
siglo XXI y se han extendido a todos los continentes y regiones del
planeta; se han posicionado como una herramienta usada por miles de
millones de personas. Los adultos jóvenes son importantes usuarios
de estas redes y los investigadores sanitarios han intentado
aprovechar esta situación para implementar estrategias en promoción
de la salud e intervenciones para promover cambios de comportamiento
y adopción de estilos de vida más saludables (Klassen, Douglass, &
Brennan, 2018). Estudios han evidenciado efectos positivos al
usar las redes sociales para incidir en las conductas nutricionales
de adolescentes y adultos jóvenes (Chau, Burgermaster, &
Mamykina, 2018). Las redes sociales ofrecen plataformas eficientes y
fáciles de usar para promover la participación y compromiso para
que las intervenciones de promoción de la salud sean exitosas
(Gabarron, Bradway, & Fernandez-Luque, 2018). Dentro de las
redes sociales se han autoformado líderes de opinión, cuya
incidencia también influye en la adquisición de comportamientos tan
variados como, por ejemplo, prevención de VIH o aumento del consumo
de vegetales (Zhang, y otros, 2020).
La
pandemia del coronavirus ha trastocado la vida de todos los
habitantes de la Tierra, como ninguna otra pandemia en la historia.
Aunque han existido y existen otras enfermedades más mortales y
letales, ninguna ha ocasionado un sismo tan grande. Si bien el
protagonista principal es el SARS-CoV-2, las redes sociales están
jugando un papel crucial en el desarrollo de la emergencia sanitaria;
sucesos positivos y negativos han traído las redes sociales a ésta,
su primer gran pandemia. Si bien Twitter y Facebook habían ya
‘nacido’ para la pandemia de H1N1, hace 10 años no existía la
misma cobertura de internet móvil ni teléfonos inteligentes,
además, el número de usuarios de estas redes se ha quintuplicado en
la última década (Lean Factor, 2020).
Metodología
Se
ha hecho una revisión de la literatura, artículos científicos,
documentales, artículos de prensa sobre el papel de las redes
sociales durante la pandemia de coronavirus (SARS-CoV-2) de 2020. La
búsqueda se realizó en metabuscadores como Google, Google Scholar y
PubMed. Las palabras usadas para la búsqueda fueron: Redes sociales
AND coronavirus AND pandemia, Social Media AND COVID, Social Media
AND health behaviour.
Desarrollo
El
aislamiento ha ocasionado que personas de todas las edades empiecen o
aumenten el uso de las redes sociales y otras herramientas de
tecnologías de información, sea para informarse, compartir
contenido informal con sus seguidores, comunicarse, trabajar,
estudiar, entre otros. Los comportamientos en general se han visto
obligados a cambiar -y en algunos casos de forma abrupta a
consecuencia de la cuarentena y las redes son testigos de muchos de
estos cambios.
Las
personas se han desinhibido y han empezado a publicar contenido en
sus cuentas, que va desde compartir una fotografía, noticia,
creación de vídeos, tutoriales, hasta retos. Los expertos
consideran que es un comportamiento normal al estar en confinamiento,
ya que nos permite proyectarnos y seguir estando ‘‘ahí’’ con
los demás (Malvesí, 2020).
Al
momento, las redes tienen el poder de marcar la agenda mediática y
amplificar la situación de la pandemia; basta con que un tema se
viralice en redes, para que al siguiente día se convierta en el
titular de los noticieros y en el tema para entrevistar a expertos.
Además, la información amplificada puede ocasionar dos escenarios;
banalización de la realidad (el coronavirus es un simple resfriado)
o histeria colectiva (Lean Factor, 2020).
Al
inicio de la crisis mundial, personas o lugares relacionados a China
fueron víctimas de racismo y discriminación. Las imágenes que el
mundo veía del epicentro del coronavirus y el pánico que esto
generaba, ocasionó que se vaciaran restaurantes y tiendas chinas y
que personas provenientes o descendientes de estas regiones, fueran
víctimas de violencia en calles y vecindarios (Depoux, Martin,
Karafillakis, & Preet, 2020).
En
Wuhan, epicentro de la pandemia, se evidenció un aumento
proporcional de la cantidad de publicaciones en redes sociales de
acuerdo con el aumento en el número de casos de COVID-19; cada 10
casos confirmados, existían 40 nuevas publicaciones. Estos hallazgos
fueron menores en provincias más distantes al epicentro (Li, Xu,
Cuomo, Purushothaman, & Mackey, 2020). Sin embargo, hasta
el 25% del contenido relacionado a la pandemia del coronavirus puede
contener información errónea y dos de cada diez publicaciones
tendrían información no verificada. Este es un fenómeno que se
propaga a un ritmo alarmante y que constituye un peligro para la
seguridad pública (Kouzy, Abi Jaoude, & Kraitem, 2020).
Hasta
el 25% del contenido relacionado a la pandemia del coronavirus puede
contener información errónea y dos de cada diez publicaciones
tendrían información no verificada. Este es un fenómeno que se
propaga a un ritmo alarmante y que constituye un peligro para la
seguridad pública (Kouzy, Abi Jaoude, & Kraitem, 2020).
Los
principales factores asociados a la inmensa divulgación de
información errónea son: la presión de la demanda de información
durante la crisis, la facilidad de difusión de la información a
través de las redes sociales, factores culturales, los incentivos de
comercialización y la escasa supervisión legal de los contenidos en
línea. Los contenidos más buscados en redes tienen que ver con
temas de estadísticas de la pandemia, tratamientos, vacunas, métodos
de prevención, recomendaciones dietéticas y las formas de
transmisión (Bastani & Bahrami, 2020).
La
exposición frecuente a las redes sociales durante la pandemia ha
demostrado estar relacionada con mayor incidencia de ansiedad y
depresión. Un estudio en China reveló que el 80% de los encuestados
estuvo frecuentemente expuesto a información de las redes sociales y
que los episodios de ansiedad aumentaron en un 72% y, episodios
mixtos de ansiedad y depresión, en un 91%(Gao, Zheng, Jia, Chen, &
Mao, 2020). Estos hallazgos hacen imperativo que los gobiernos y las
redes sociales regulen el contenido publicado y promuevan programas
preventivos y curativos enfocados en salud mental.
Un
estudio en China reveló que el 80% de los encuestados estuvo
frecuentemente expuesto a información de las redes sociales y que
los episodios de ansiedad aumentaron en un 72% y, episodios mixtos de
ansiedad y depresión, en un 91% (Gao, Zheng, Jia, Chen, & Mao,
2020).
Las
descargas de aplicaciones han aumentado en estas semanas y, las
personas, al actuar con más emoción que razón, dedican menos
tiempo a configurar la privacidad de sus nuevas cuentas y disminuyen
también la conciencia sobre que un vídeo que subimos, en pocos
segundos estará circulando al otro lado del mundo, sin que tengamos
control sobre la difsuión de éste, incluso si lo borramos (Malvesí,
2020).
El
miedo actúa como un caldo de cultivo en el que puede proliferar la
desinformación y noticias falsas. La UNESCO (Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) ha
liderado las políticas en contra de las noticias falsas y promover
información real sobre la pandemia y advierte sobre el peligro de
campañas de desinformación orquestadas, las mismas que conllevan a
un riesgo al abolir la importancia de un conjunto de hechos certeros
(ONU, 2020).
La
falsa sensación de seguridad también puede ser promovida por las
noticias falsas sobre nuevos medicamentos o prácticas que aseguran
prevenir la infección o curar el coronavirus. Estas situaciones
pueden poner en peligro muchas vidas. Los creadores de contenido
falso tienen al miedo como su principal aliado, ya que miles de
personas comparten este contenido sin ningún juicio o investigación
previa (ONU, 2020).
Los
medios más usados para la difusión de noticias falsas son los
audios a través de Whatsapp; desde supuestos médicos con
información clasificada del COVID, pasando a policías que
recomiendan abastecerse, hasta denuncias falsas sobre saturación de
centros hospitalarios. En cualquier caso, esta información genera
más pánico entre la población y no aporta de ninguna forma a
solucionar los problemas (Sánchez J. , 2020).
Varios
expertos buscan otorgarles a las redes ciertas responsabilidades y
que asuman un papel más activo en cuanto a preparación, respuesta y
recuperación de las emergencias sanitarias. Algunas de las acciones
que se pueden realizar en respuesta a la pandemia son: controlar las
noticias falsas y dirigir a los usuarios a fuentes confiables,
funcionar como herramienta de diagnóstico y sistema de referencia
para aquellas personas que necesitan atención médica, brindar apoyo
psicológico a través de chats online, convertirse en plataformas
para la educación en salud (medidas de higiene, uso correcto de
prendas de protección, etc.) y para capacitación del personal
sanitario (Merchant & Lurie, 2020).
Las
cuentas de organizaciones gubernamentales en las redes sociales deben
también jugar un papel protagónico para difundir información veraz
y oportuna. La información relacionada con las últimas noticias
sobre la pandemia y sobre el manejo de la emergencia por parte de los
gobiernos, conducen a una mayor participación de los ciudadanos ya
que les permite reducir sus incertidumbres. Parece ser que, en
momentos de crisis sanitarias, las publicaciones que contienen texto
son más apreciadas por los usuarios, que aquellas con contenido
multimedia (Chen, y otros, 2020).
Twitter
y Facebook han intentado contrarrestar la inmensa cantidad de
información falsa. La primera, por ejemplo, al ingresar la palabra
coronavirus en el buscador, te recomienda páginas oficiales para
informarse. En España te lleva a la cuenta del Ministerio de Sanidad
de ese país. En países latinoamericanos te aparece la cuenta de la
Organización Panamericana de la Salud (Sánchez, 2020).
Se
ha propuesto la creación de mapas en tiempo real que trabajen con
datos de tiempo y espacio (por ejemplo, geocodificación de mensajes
y tweets) para ubicar los lugares y momentos en los que se esté
compartiendo mayor cantidad de noticias falsas/rumores. Una vez
ubicados, se pueden implementar estrategias de comunicación con
datos reales y de fuentes fidedignas, con la finalidad de reducir el
pánico en las comunidades afectadas (Depoux, Martin, Karafillakis, &
Preet, 2020).
Discusión y conclusiones
Las
redes sociales tienen influencia para cambiar el comportamiento de
las personas para mejorar sus estilos de vida. Actualmente, las redes
han sido testigos de cómo la pandemia por coronavirus ha ocasionado
profundos cambios en el funcionar de la sociedad y el comportamiento
humano no ha sido la excepción. Se pueden evidenciar aspectos
negativos debido a la gran cantidad de información a la que tenemos
acceso, como las noticias falsas, mayor riesgo de ansiedad y
depresión, pérdida de privacidad, entre otros. Sin embargo, también
existen aspectos positivos, como la posibilidad de recrear nuestra
mente con actividades o retos que se promueven en las redes sociales,
estar en contacto con amigos y seres queridos con los que no podemos
estar físicamente, trabajar, estudiar, entre otros.
Las
redes sociales digitales deben funcionar como un espacio de
información y esparcimiento equilibrado que no cause más daño
físico, mental o social del que ya causa la pandemia; tanto usuarios
como administradores de las redes debemos actuar con responsabilidad
al crear y compartir contenido. Por otro lado, las redes sociales
también pueden tener un papel más protagónico al colaborar con la
elaboración de mapas en tiempo real que ayuden a los estados a
monitorear el avance de la pandemia.
Editora:
María
D. Brito-Rhor, PhD. Profesora Comportamiento Social y de Salud de la
Maestría de Salud Pública de la Universidad San Francisco de Quito.
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¿La pandemia vino a confirmar el fin de las utopías?
Epoca póstuma
Un
presente de coronavirus obsesionado por el futuro. Una nueva época
que se desliza entre la agonía de prácticas que ya no pueden
abrazarse para seguir mirando adelante. Y la avanzada neocapitalista,
afirma la filósofa, recrudece los machismos, las xenofobias y las
exclusiones. Todo eso, claro, en una sociedad sexoafectiva remota.
¿Por
qué será que los humanos luchan por su esclavitud como si fuera por
su salvación?, se preguntaba Spinoza en la alborada de la
modernidad. En este estrepitoso crepúsculo pandémico la pregunta es
otra. ¿Por qué será que se anhela una nueva normalidad como si
fuera la libertad?
Ya
no podemos amar sin presentir, hemos ingresado en la postumidad.
Nuestro presente es el fin de las utopías. Nuestra herida
narcisista, comprobar que la historia no disponía ni la
emancipación, ni la igualdad, ni la paz perpetua que los modernos
habían diagnosticado. La antigüedad se había regido por el pasado.
La modernidad apostó al futuro. La posmodernidad a los tiempos
simultáneos. ¿Y los contemporáneos del Covid-19? Con síndrome de
obsesión futurista, como negando el presente.
Desde
comienzos de 2020 habitamos un acontecimiento inédito. Interpela
demasiado, se prefiere pensar el futuro. Pero la filosofía no es
futurología. El buho de Minerva levanta vuelo al caer el día, decía
Hegel. Una vez que suceden los acontecimientos la filosofía
construye conceptos. Carece de capacidad profética. Wittgenstein lo
resumió así: de lo que no se puede hablar, mejor callar.
La
modernidad había sido hipócrita, prometía imposibles. Justicia
universal, conocimiento absoluto, arte como forma de vida total. La
posmodernidad fue cínica, no disimuló oportunismos, pastiches ni
ambigüedad moral. Pero ¿ambas subsisten?, ¿o deambulamos sobre
cadáveres que emiten señales de vida? ¿Somos modernos o
posmodernos? Ni lo uno ni lo otro y a la vez ambos. Nuestra época es
póstuma, se desliza y tropieza entre la agonía de las prácticas
desde las que nos subjetivamos y el fracaso de las promesas de un
mañana mejor. La caída de las Torres Gemelas, símbolo de un cambio
de paradigma geopolítico, empoderó a los represores. Estado de
excepción, terror al terrorismo, estallidos financieros, rescates
para los ricos, niñez migrante enjaulada, muros dividiendo países,
recrudecimiento de machismos, xenofobias y exclusiones.
Tiempos
póstumos.
Asistimos
a la perversión de los ideales modernos. He ahí nuestro nihilismo.
Atravesamos ese medio siglo al que llamamos posmodernidad -mediados
de 1950 hasta 2001- casi sin darnos cuenta. Guerras imperiales la
antecedieron y precedieron. Hasta que apareció un migrante que se
burla en la cara de los hacedores de Brexit y de muros supulcrales.
Covid -el enemigo invisible- atravesó todas las fronteras sin
pasaporte y se aloja donde quiere, hasta en el número 10 de Downing
Street y en el palacio de Buckingham.
Daños
colaterales de la pandemia: intelectuales hostigando a quienes
cuidan; investigadores rechazando protocolos validados por la
comunidad científica, divas despectivas del dolor ajeno y huyendo
¿para evadir impuestos? Propietarios de countries a favor de la
economía, porque son sus servidores quienes ponen el cuerpo. La
falange del tercer milenio grita ¡viva la muerte!, de los demás,
¡viva la economía!, propia. Esta avanzada derechista y bizarra tuvo
un preludio profético: se escaparon de sus corrales vetustos y
avanzaron sobre barrio norte los gansos de Buenos Aires.
Para
Judiht Butler, lo más preocupante en esta crisis es que las demandas
neocapitalistas por abrir la economía aceptan que significará la
muerte para las personas más vulnerables de nuestras comunidades.
Pero no les importa. Estos rancios -algunos brillantes en otras
épocas- olvidan que los límites de la libertad de expresión es la
propagación del odio y la violación de la dignidad de otras
personas.
Necrofílicos
trasnochados que recuerdan a los Muselmänner, tal como denominaban a
los muertos vivos en los campos nazis. Apáticos, egoístas, sin
fuerzas se arrodillaban y balanceaban su torso como un islamita
orando (de ahí el apelativo musulmán). La perversión fascista los
descerebró. Primo Levi los llama ineptos, Viktor Frankl,
deshumanizados. En lenguaje coloquial les decían podridos. Eran tan
repelentes que las cámaras testimoniales de los aliados apenas los
muestran unos segundos. Pudor ante humanos devenidos zombis.
La
guerra mundial acabó con los musulmanes, pero el virus los exhumó.
No existen barbijos para protegerse de los anticuarentena. En cada
negacionista de los crímenes de la dictadura o del virus se revela
un Mulsemann que, desde su levedad ontológica y su discutible ética,
reclama con urgencia una nueva normalidad. ¿Normalidad? Vivir en
sociedad -con o sin cuarentena- es cumplir normas. ¿Nueva? No
existen síntomas de cambios estructurales. Solo trasmutan hábitos y
costumbres. Los límites de mi espacialidad son límites de mi
tapaboca. La existencia mediatizada por lo virtual. Es la estrategia
urgente de Silicon Valley. No hay virus que pueda contra el
neocapitalismo.
Las
estructuras disipativas de Ilya Prigogine son marco teórico
apropiado para pensar la pandemia. De situaciones caóticas pueden
surgir nuevos equilibrios. Por ejemplo, existen amebas que sólo
viven en comunidad. Si la colonia es intrusada, se disipan y mueren.
Aunque en circunstancias turbulentas muy alejadas del equilibrio, el
accionar de un elemento del sistema puede atraer a sus pares y formar
un agregado móvil. Buscan una fuente nutricia y forman una nueva
colonia. La pospandemia ya encontró fuentes nutricias. Teletrabajo,
salud, compras, gimnasia, diversión, educación, relaciones sociales
y sexuales, todo virtual. Pero real, produce efectos empíricos.
Hace
unos años, finalizada una clase sobre relaciones sexoafectivas
remotas, una alumna me contó que, con su pareja, se habían conocido
por una llamada equivocada. Meses de telesexo. Finalmente se
encontraron. Ahora conviven, se aman, pero de vez en cuando el
estímulo se agota. Renuevan la pasión cachondeándose virtualmente.
Otra vuelta de tuerca de la evolución biológica, cada vez menos
cuerpo, cada vez más voz e imagen. Marosa di Giorgio previó la
desaparición del cuerpo en las relaciones amorosas: No se tocaban ni
las manos. Conversaban, eso sí. Una conversación cuidada, delicada,
brutal, en voz baja, a ratos bajaba a ratos había cumbres, clímax y
descendía y se erguía pecando en extremo, pero llena de sorpresas y
de escándalos. ¡Lo que se oyó! Al fin hubo un corcovo y un grito.
Siempre de lejos, sin tocarse. Los fabricantes de las otrora camas
“matrimoniales”, ofrecen ahora un biombo separador y dos lechos
individuales munidos, cada uno, de notebook, auriculares, dildos y
pañuelitos descartables. Sexualidades póstumas.
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Pandemia2020:
el mundo que inventamos
Cuando
se decretó la pandemia lo que más me llamó la atención fue la
premura con la que sanitaristas, comunicadores, políticos,
cientistas sociales y otros especialistas se apuraron en anunciar el
fin de una forma de vida y el surgimiento de una nueva “normalidad”.
Mucha urgencia, pensé, frente a un enemigo del que poco se sabía y
que con el correr de los días iba volviéndose bastante errático, a
veces selectivo y mortal, otras hasta inocuo. La futurología ocupó
un rol central en los análisis; los detallados informes
médicos-científicos también. Y por supuesto, todo tipo de teoría
sobre el origen del mal. Demasiado apuro, decía, en decretar el fin
de una época. El mundo no necesita de un virus para cambiar
repentinamente. Basta con hacer una retrospectiva de las formas
anteriores a las famosas TIC y sus muchos derivados para comprender
que las transformaciones constantes y radicales, abruptas por la
celeridad de la tecnología, son desde hace un rato la “nueva
normalidad” de esta hípermodernidad. Que no es otra cosa que la
antigua modernidad acelerada.
Si los dispositivos tecnológicos ya
retacean la materia y subvierten el tiempo, convirtiendo a la
virtualidad en la nueva presencia “real”, el virus, con sus modos
y efectos algo primitivos, sería casi un ancestro no deseado de
aquellos. Por otro lado, el desmadre económico y social pos pandemia
no será tanto a causa del covid19 sino de las condiciones previas a
él.
Leer entonces a contracorriente: no “apareció” el virus
para desmantelar una supuesta "normalidad" sino que el
mundo lo produjo para desmantelarse y volverse a inventar, en un
mecanismo incesante y generador de formas nuevas. Por otro lado, el
olvido del ser humano en esta destrucción-construcción permanente
no es tampoco exclusivo de sistemas políticos que esencialmente lo
dejan de lado, como el capitalismo y el neoliberalismo, sino también
de las pretendidas progresías y seudorevoluciones que merodeaban el
planeta pre pandemia, que se inventan enemigos para no modificar,
esencialmente, las relaciones de poder existentes. Como el feminismo,
que llenó de ajetreos y ruidos cada ciudad y país en la que se
territorializó con una por demás extraña complicidad mundial,
dilapidando tiempo, energías y recursos detrás de entelequias y
dioses de barro y dejando en claro, pandemia mediante, que jamás se
ocuparon, de mujeres realmente vulnerables.
Por derecha y por
izquierda, el hombre fue objeto de olvido, aunque hoy se rasguen las
vestiduras y la buena consciencia eleve la voz al cielo reclamando
por más justicia social frente al incómodo número de muertos. El
mundo no cambiará por una peste más que por otras acciones,
invenciones y destrucciones. Se reacomodarán las piezas, los centros
de poder, se incorporarán hábitos distintos, como lo haría
cualquier nuevo dispositivo lanzado al mercado por Apple o algún
desplome bursátil, existirá cierto temor al principio y después,
como siempre, sobrevendrá el olvido. Del hombre y de la tragedia de
existir en una atmósfera que a pesar de catástrofes y normativas lo
seguirá dejando de lado o lo borrará del planeta. O gracias a
ellas.
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Que
las elites planetarias estén interesadas en liderar el rumbo de
tanta novedad y tanto cambio, no es una novedad. El grado de
descontento de los pueblos en sus territorios tampoco, aunque si lo
es la escasa definición de ideas respecto a utopías o destinos
comunes que vayan dando forma a las transformaciones, disrumpiendo la
deshumanización y degradación que el sistema ha venido instalando
desde la “Gran Depresión” en 1929, una de las principales causas
de ambas guerras mundiales posteriores. La guerra fría que le siguió
y las políticas comunistas o Keynesianas en las que se dividió el
mundo. Y el neoliberalismo único que comenzó a plasmarse con
aquellas decisiones de la FED y se concreto de modo planetario con la
Caída del muro de Berlín en 1989.
Los
cambios y las incertidumbres han venido para acompañarnos durante un
largo tiempo en estos rumbos en búsqueda de nuevos sentidos
colectivos, mas solidarios y planetarios pero al mismo tiempo mas
respetuosos de las realidades glocales (Virtuales y concretas en los
territorios) que seamos capaces de construir. Será el legado y la
humanidad posible que produzcamos para nosotros, nuestros hijos y los
hijos de nuestros hijos …
Daniel
Roberto Távora Mac Cormack
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