Jueves 11 de junio de 2020

Asistimos al más grande colapso sanitario en toda la historia de la humanidad, a escala global. Una crisis sanitaria no es otra cosa que una crisis de sistemas de cuidado, de sistemas de comprensión de la vida, de sistemas de sensibilidad y compasión por la gente. Y es el resultado, sin duda, de la imposición del interés privado sobre el interés común, el egoísmo y la codicia sobre la solidaridad, el compañerismo, la camaradería o la amistad, distintas formas históricas de construcción de convivencia y armonía.


La crisis del coronavirus evidencia una cosa: que los países más ricos –por ejemplo, Estados Unidos, Francia, Italia, Alemania, Inglaterra, España, Bélgica– son ricos sólo en la superficie: en consumo y apariencias. Eso es el capitalismo. Y la crisis puso de manifiesto que la verdadera riqueza está en el cuidado de la vida y del medioambiente.

Los países más ricos son, todo parece indicarlo, los más pobres.
Es en este marco que los Estados Unidos decide la mayor intervención de la economía desde la Segunda Guerra Mundial. Francia ha decidido, por su parte, invertir a largo plazo en investigación básica la mayor cantidad desde igual suceso histórico. España ha nacionalizado todos los hospitales y clínicas privadas. China ya ha comenzado a enviar personal médico a países como Italia y a asesorar a otros con sus experiencias. Brasil ha vuelto a invitar a los médicos cubanos para enfrentar la crisis. Se están tomando medidas que antes fueron jamás inimaginadas. Unos, tratando de salvar lo que se tiene o lo que queda; otros, tratando de buscar salidas a la crisis.

Seguramente veremos nuevas acciones, planes y propuestas. La crisis del Covid-19 proyecta claramente sobre la mesa, a plena luz del día, un tema inocultable: debemos aprender a vivir; a vivir bien, a saber vivir. Ali-mentarse, asearse, saber qué consumir y por qué, saber qué dejar de consumir, y que la productividad, la competitividad y el crecimiento económico no son, en absoluto lo más importante. Sorpresivamente, la crisis del Covid-19 le aporta todos los argumentos necesarios a las tesis del decrecimiento. Las sociedades complejas deben poder decrecer: la ecología política y la economía ecológica reciben, de contrapelo, toda la razón; en toda la línea de la palabra. Los seres humanos no son necesarios. Un escándalo para cualquier comprensión humanista. Es un hecho biológico. Ya existen serios experimentos mentales acerca de lo que podría suceder si los seres humanos desaparecieran de la faz de la Tierra (Weisman, 2007). En fin, la crisis del Covid-19 es simple y llanamente una expresión de la crisis, más amplia, civilizatoria. Y sí: a un problema no-lineal no se puede responder con medidas, actitudes y estructuras lineales. Eso agrava el problema. La crisis del coronavirus pone al día la importancia de una economía de lo inmaterial: salud, alegría, liberación del consumo, redimensionamiento total de la productividad, calor humano, amor. No en vano, los vecinos en cuarentena cantan desde sus ventanas y balcones. Y toda la gente aplaude al personal sanitario, al unísono, a una misma hora, alrededor del mundo. No cabe la menor duda, mientras una civilización se hunde con pesadumbre, miedo y preocupación, una nueva emerge, con alegría, con ganas de vivir y de superar los obstáculos. En las crisis como en tiempos de transformación, las cosas no son nunca o blancas o negras. 
 

Pensar la complejidad de la vida equivale a ganar todos los cromatismos posibles en los que existe la luz y la riqueza de la vida.

No en última instancia, la crisis de este virus ha obligado a todos, a muchos, a entrar, por primera vez en el siglo XXI: es lo que significa el teletrabajo, la educación virtual, las ventas virtuales, el aprovechamiento de internet, la apropiación de las nuevas tecnologías, por ejemplo. El tránsito de la web 3.0 (la web semántica) a la 4.0 (soluciones concretas a las necesidades del navegante) se acelerará, sin la menor duda. Y en su horizonte se vislumbra ya, clara-mente, la web 5.0 (la web emocional). Sin ambages, pasamos de un mundo eminentemente analógico a gran escala, a un mundo en el que la dimensión digital pasa al mismo nivel que la analógica. El coronavirus es una enfermedad, pero que llama a la salud y al cuidado de la vida.

El Ministerio de Salud de la Nación confirmó esta noche 1.226 nuevos casos de coronavirus en el país por lo que la cifra total de contagios se eleva a 25.987. Además, se registraron 18 nuevas muertes y el número de fallecidos se eleva a 735.

Los fallecidos con trece hombres, nueve de 96, 92, 87, 96, 49, 60, 66, 59 y 78, residentes en la Ciudad de Buenos Aires (CABA); cuatro de 42, 67, 85 y 86 años, residentes en la provincia de Buenos Aires; y cinco mujeres, tres de 76, 78 y 7 años, residentes en la provincia de Buenos Aires; y dos de 65 y 62 años, residentes en la ciudad de Buenos Aires (CABA). La niña de siete años padecía fibrosis quística y estaba internada en el hospital Garrahan.

Del total de casos confirmados, 996 (3,8%) son importados, 10.657 (41%) son contactos estrechos de casos confirmados, 9.948 (38,3%) son casos de circulación comunitaria y el resto se encuentra en investigación epidemiológica.


En cuanto a la distribución provincial, los casos se reparten de la siguiente manera: Buenos Aires 621, Ciudad de Buenos Aires 521, Chaco 45, Córdoba 5, Entre Ríos 4, Neuquén 10, Río Negro 12, Salta 3 y San Juan 1, Santa Fe 4.

La Ciudad de Buenos Aires encabeza la lista de contagios con 12487 casos, seguida por la provincia de Buenos Aires con 10211. Catamarca es la única provincia que nunca tuvo infectados. Aunque aún no figura en el reporte diario, Formosa ayer confirmó su primer caso.

Nos metemos con el tema de la semana, la expropiación de Vicentin, pero desde un ángulo diferente. La deuda, en stand by. Los indicadores de la semana y algunas cositas más.

Sin dudas el tema de esta semana es el proyecto de expropiación de la empresa Vicentín, así que vamos a arrancar con esto. Ya hay mucha –y buena– información circulando (sobre lo que hace la empresa, los motivos por los que quebró, las irregularidades del cuantioso préstamo que recibió por parte del Banco Nación durante la gestión de Cambiemos, con el agregado de esta empresa fue la principal aportante de fondos para la campaña presidencial de Macri en 2019, y por último las acerca de la cuestión legal de aplicar la expropiación en lugar de proseguir con el concurso preventivo).


Así que me gustaría detenerme en una cuestión que me parece sumamente importante para incorporar al marco de esta decisión, y que por lo que vi hasta ahora no está tan presente en los medios: la importancia estratégica de la empresa desde el punto de vista macroeconómico, y en particular, como una herramienta adicional para el manejo y la estabilización de la economía argentina.
Según se indica, "en el proceso de endeudamiento que fue acumulando Vicentin con el Banco Nación, se superaron los límites a los que podía acceder en función de la normativa correspondiente fijada por el Ente Regulador para las Grandes Empresas".
"Sin embargo y sin fundamento alguno la empresa obtuvo la refinanciación que requería sin hacer las cancelaciones correspondientes para volver a encuadrar en la normativa. Extrañamente la decisión de violar la normativa del Banco Central para grandes empresas no fue tomada por un acto administrativo del directorio del Banco", remarca.

En el informe, además, se detalla el entramado societario que se utilizó para operar y la relación entre el préstamo impago y la facturación de la empresa, que llega apenas al 20%  cuando otras compañías como Arcor o YPF tienen una relación de 50% y 65% y no han planteado la crisis que alega Vicentin.

Esos conceptos están contenidos en el lapidario informe que el director del Banco Nación y ex diputado nacional Claudio Lozano elevó al directorio de la entidad para que determine los pasos a seguir frente al pedido de renegociación que pidió la compañía de la deuda de más de $1.800 millones, alegando "estrés".
"Ninguno de los números disponibles justifica la repentina crisis financiera de Vicentin. El principal aportantes de “juntos para el cambio” en la última elección comenzó a incumplir con los pagos al Banco Nación casi en simultáneo con la elección de las PASO y la derrota de Mauricio Macri"

El Banco de la Nación Argentina analizó que el financiamiento que se le otorgó a la empresa Vicentin durante la gestión macrista es parte de "una maniobra fraudulenta en complicidad con la anterior conducción del país y de la institución" y determinó que los ingresos de la compañía no justifican "la crisis financiera" que alega.


Lozano sostuvo que el Banco Nación adoptó las previsiones para que el conflicto con Vicentin no afecte la operatoria de la entidad. "Le bajamos la calificación a la empresa que estaba irregular y la llevamos a 4 y eso nos permiteno afectar el resto de las operaciones".

En forma paralela, el BNA puso en marcha el análisis de las opciones internas -las "herramientas legales" par accionar contra Vicentin aunque el diálogo con la empresa no se interrupió. Y se inició un sumario interno para determinar por qué se siguió prestando a la empresa cuando estaba por encima del nivel autorizado.


"Estamos abiertos a todas las conversaciones con la empresa para que regularice la situación y devuelva lo que hay que devolver", remarcó Lozano luego del comunicado en el que Vicentin hizo su descargo y planteó que abrirá opciones para continuar operando.

Vicentin SAIC es prácticamente uno de los emblemas nacionales en el agro local. Fundada en 1929, aún continúa en manos y dirigida por la familia Vicentin. 

Fue testigo y protagonista del desarrollo y vaivenes de la agricultura, la agroindustria, la política y la economía nacional.
Hoy esta compañía está posicionada como uno de los principales jugadores  en el negocio de la molienda de oleaginosas, con una capacidad genuina de 21.650 toneladas diarias, y si se suman las que cuenta gracias a su joint venture con Glencore, denominado Renova, la cifra asciende hasta las 27.650 toneladas diarias.
Debido a esto, Vicentin es la mayor productora de biocombustible de la Argentina.

En líneas generales, Vicentin trabaja en tres ejes: molienda, carnes, algodón y lo que puede denominarse como Otros Negocios, donde incluye la producción de herbicidas (glifosato) en insecticidas.

En cuanto a su infraestructura, para el rubro molienda y producción de harinas y aceites cuenta con tres plantas de producción: Planta Ricardone, localizada en San Lorenzo; Planta y Terminal Embarque San Lorenzo, ubicadas en San Lorenzo, y Planta Renova, en Timbúes, todas en la provincia de Santa Fe.

En el segmento biocombustibles posee dos plantas, la ya mencionada Renova, y otras dos ubicadas en la localidad santafesina de Avellaneda, para biodiésel y etanol.

En cuanto al negocio cárnico tiene bajo su órbita la firma Friar, que cuenta con dos plantas de faena ubicadas en Nelson y en Reconquista, provincia de Santa Fe, con una capacidad agregada de faena de 1.300 cabezas de ganado diarias, así como un feedlot y granjas de cría de pollos con capacidad de 7,5 millones de pollos parrilleros por año.  

Por último, y en lo que respecta al algodón, a través de la subsidiaria Algodonera Avellaneda, cuenta con cuatro desmotadoras ubicadas en las provincias de Chaco, Santiago del Estero y Formosa, con una capacidad instalada de 2.850 t/día, una planta de hilandería con capacidad instalada de 12.000 t/año de fibra procesada y de tejeduría de 4.000 t/año, así como una planta de algodón hidrófilo con capacidad de producción de 320 t/mes, todas ellas ubicadas en el parque industrial de Vicentin de Avellaneda, provincia de Santa Fe.

Así es que la molienda de oleaginosas y biocombustibles representa un 85% de los ingresos de la compañía, mientras que el 15% restante se distribuye en carnes 7,4%, algodón 6,6% y resto, 1%. A su vez, más del 80% de las ventas de Vicentin corresponden a exportaciones.

En la primera semana de Diciembre Vicentín se declaró en Cesasión de pagos, es decir que anunció que no podía cumplir con el pago de sus deudas y costos de producción.

La ofensiva judicial contra la aceitera Vicentin no quedó de lado con la apertura del concurso preventivo. Algunos acreedores insisten en la vía penal para enfrentar el histórico default de una de las empresas más grandes de Argentina. En Rosario un estudio jurídico ultima detalles para la presentación de una denuncia por estafa contra la firma al entender que se hizo de granos a fijar precio a sabiendas de que no iban a poder cumplir con sus obligaciones por ser inminente su quebranto. También por haberse desprendido de activos días antes de la cesación de pagos.

Vicentin es de las pocas agroexportadoras que recurre a la compra de granos con ese mecanismo. Es simple, pero tiene sus riesgos: el productor por intermedio del corredor de granos entrega la mercadería y resuelve toda la operación pero sin cerrar el precio.
La cerealera recibe el grano, lo procesa, lo exporta, incluso lo cobra y recién luego lo paga al productor. La cuestión es que esté aceitado en tiempo y sin contingencias. Incluso eso le da lugar a trabajar el dinero financieramente antes de pagar. El tema es cuando llega el momento de fijar el precio, y hay problemas externos y la empresa no tiene la plata ni la espalda para responder. Eso sucedió en este caso.


Un aluvión de pedidos de cobro para liquidar divisas ante la eventual suba de retenciones que prometía el gobierno de Alberto Fernández antes de asumir. Pero además se arrastraron las consecuencias del derrumbe económico del macrismo, paradójicamente su gran aliado: la devaluación de mediados de 2019, el salto del riesgo país, el default virtual, como también las tasas en dólares que pagaba al 4/5% se le dispararon al 15%.

Más allá de que pudo haber cuestiones externas a la empresa, la responsabilidad de seguir haciendo negocios no se soslaya. Es por eso que muchos productores piensan en poner la lupa en los días previos al default anunciado a comienzos de diciembre. ¿Sabían que no iban a poder cubrir los pagos e igualmente se hicieron de los granos de los productores, que en definitiva es dinero?
El que podría contestar es el propio Alberto Padoán, quien dos semanas antes de anunciarse el default, era despedido con un acto en la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). Una vez más, “Beto”, como le dicen en su Avellaneda natal desde donde forjó el imperio aceitero, era señalado por sus pares. Antes por loa causa conocida como Los cuadernos de las coimas, ahora por dejar enganchado al sector con miles de millones de pesos.

A la par empezó a rodar un complejo régimen concursal que promete un exhaustivo estudio del patrimonio de la gigante de la agroexportación. El juez habilitó a operar con el nombre de Vicentin y ya no con el de una subsidiaria. La pandemia amenaza con alargar los tiempos, pero todos quieren cobrar su parte de los 100.000 millones.

El primer equívoco sucedió el martes a la noche, cuando llegó por WhatsApp un video de la movilización en el pueblo santafecino de Avellaneda. Las banderas argentinas y el Himno Nacional encajaban perfectamente con el acto de reparación soberana que implica la intervención estatal en Vicentin. Hasta que un amigo alertó: "Mirá que es en contra, ¿eh? Escuchá lo que dicen". Fue un cimbronazo. El golpe definitivo a la esperanza de una módica concientización nacional la dio una señora, disfrazada de celeste y blanco, que arengó: "No nos van a sacar la empresa". La reivindicación de intereses ajenos, incompatibles con las necesidades de la gente común, venía acompañada de la apropiación de los símbolos patrios, nunca más disociados del núcleo del asunto. 

Anoche, una nueva sorpresa alteró la paz de esta cuarentena. Un puñado de vecinos porteños salió a los balcones a cacerolear con fiereza. ¿Y ahora qué pasaba? ¿Era para protestar por el tema de los runners? No. Era por Vicentin. Los voceros de los medios en el llano disipaban así las pocas dudas que quedaban después de aquel encolumnamiento detrás de "el campo" en 2008.

Aquella vez, más allá de que fuese difícil entender cómo tanta gente embadurnada de cemento, con un potus como único blasón de pertenencia agraria, se solidarizaba con la furia de los patrones rurales, se podía contemplar cierta empatía urbana con esa idea romántica y anacrónica del "hombre de campo". Pero ahora que las cosas están más claras (gente común que identifica sus intereses con los de una megaempresa que perjudicó al país en complicidad con el gobierno anterior), esa sinergia se inscribe en el crescendo de absurdos que dominan la política argentina de un tiempo a esta parte. 


Esa inclinación a convertir a los poderosos en víctimas y a percibir como victimarios a los rescatistas se traduce aquí en una mirada que invierte todos los parámetros de la lógica. Donde hay una empresa que fuga miles de millones, financia una campaña electoral, consigue un préstamo multimillonario del gobierno al que apoyó e inmediatamente entra en concurso de acreedores, poniendo en peligro miles de puestos de trabajo; y donde hay un nuevo gobierno que interviene para rescatar la compañía y empezar a tallar, aunque sea mínimamente, en el mercado agroexportador, los precios de los alimentos y el valor del dólar, ellos son llevados con placer a imaginar este relato: Una empresa familiar creyó en el país, invirtió y fue apoyada por un presidente que confió en la iniciativa privada; cuando entró en dificultades por la crisis, llegó un gobierno populista, se aprovechó de su debilidad y ahora pretende quedarse con todo para llenar la empresa de ñoquis, en lugar de generar confianza para que capitales privados internacionales la devuelvan a su época de esplendor. 
La cacerola es el último síntoma de una ficción inverosímil con muy buenos guionistas. ( https://www.pagina12.com.ar/271577-clamor-por-vicentin-el-relato-de-las-cacerolas)

Son Ellos los que están dispuestos a convertir a la República Argentina en Venezuela repitiendo el escenario de polarización, irracionalidad, intolerancia y violencia y jugando, buena parte de la clase media, a favor de los sectores económicos mas concentrados del país. Cada quién deberá expresar sus argumentos. Aunque sigue pareciendo bastante irracional y delirante que el sector al que mas “tiran para abajo” estas mismas corporaciones que priorizan dólares y exportaciones al bienestar del habitante del suelo Argentino, se pongan a favor de quienes les sustraen posibilidades de bienestar y en contra del Estado que intenta restablecer algún tipo de equilibrio.
(Fuentes:


Daniel Roberto Távora Mac Cormack


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