Lunes 8 de Junio de 2020
Para ser “yo” necesito de
“otro” que signifique lo opuesto, caso contrario me invento una
esencia que condiga con “la voluntad de dios” o con “Así me
hicieron” … en todos los casos, es necesario otro a quien temer
por antagonista o posibilidad de disolución sin diferencia …
Las paradojas y las
contradicciones son ostensibles, sin embargo se definen
orgullosamente en ellas. La libertad individual les agrupa como
independientes en esos colectivos que reivindican el “yo hago lo
que quiero” … ¿independientes de que? ... si necesitan
autoconvocarse para ser un puñado de rebeldes sin causa en defensa
al privilegio de elegir y en contra de quienes no eligen porque les
dicen que elegir. Son manada que se niegan en la manada porque se
reconocen diferentes … una manada de diferentes … de yoes
distintos que creen en reptilianos, iluminatis, tierras planas y
poderes celestiales que les imbuyen de psiquis extraordinarias que
les dan la capacidad de distinguirse de la manada aunque integren una
de distinguidos distintos …
Una cosa es que Macri como
presidente o jefe de gobierno instituya mecanismos de seguimiento y
escuchas clandestinas e ilegales para saber en que andan los de su
tropa o los de la ajena … y otra es creer en extraterrestres de
otra forma que asuman la imagen de humanos porque están conquistando
el planeta tierra …
Si en una hay materiales
grabados, videos y fotos que confirman las maniobras, en otra solo se
trata de “yo creo” , y advierten como evidencia y dato, el
lawfare planeado para que sea mas creíble la teoría terraplanista
que la persecución a gobiernos populares en el continente como si
nunca hubiese existido un plan cóndor que unifico las dictaduras en
la región para imponer el neoliberalismo emanado de Washington y
tomado de las teorías monetaristas de la escuela de Chicago.
La grieta no es entre dos relatos
como pretenden instalar. La grieta es entre un relato político e
interpretación política fundada en elecciones y datos y la otra en
solo hacer creíble el delirio para que la realidad no importe en
tanto tal y el conocimiento sea sometido a la sensible posverdad que
apela a los odios disfrazados de otra cosa cualquiera. La que venga
funcional en le momento.
La grieta es entre pensar y
buscar el conocimiento y entre creer que ya se tiene en el delirio.
Delirio que creé en aquello que jamas se busco y que no interesa en
tanto solo importa lo que sea conveniente a mi “yo mismo”.
Pensar que es delirio y que
realidad es lo nos hace humanos.
Sin embargo, las encuestas y el
yo creo a veces coinciden y otras no tanto … que cada quien piense
en sus delirios y sus realidades a ver hasta donde coincide
pensamiento y realidad...
Dos
encuestas le toman el pulso a la cuarentena. Una, del Centro de
Opinión Pública de la Universidad de Belgrano, que dirige Orlando
D’Adamo, dice que el 68 por ciento de los argentinos evalúa como
buena o muy buena la gestión del gobierno nacional en la materia. La
otra, de la Fundación
Bunge y Born,
dice que aún aquellos que tienen dificultades económicas ven con
buenos ojos las restricciones. Ocho de cada 10 creen que es riesgoso
salir de casa, aceptan el aislamiento social y adoptan cuidados
preventivos.
Esas
percepciones chocan con el debate sobre la “infectadura”, término
con el cual unos 300 intelectuales definieron en un documento
titulado La
democracia está en peligro
su firme rechazo a las medidas adoptadas. Uno de los firmantes,
Gabriel
Palumbo,
sociólogo, analista político y crítico de arte, señala que tanto
el oficialismo como la oposición se enamoraron la cuarentena
mientras el Congreso
sesiona en forma intermitente y los tribunales prolongan su feria.
Dos
posturas, acaso fruto de la incertidumbre que recorre de punta a
punta el país y el mundo. Desde Salta,
José
Urtubey,
vocal de la Unión
Industrial Argentina (UIA),
sostiene que esta crisis es peor que la de 2001. Aquella era
nacional. La actual no respeta fronteras y, en cierto modo, depende
de las decisiones adoptadas por cada gobierno. Como el de Donald
Trump, obsesionado en no frenar la actividad económica.
Sin
cuarentena, la muerte de George Floyd en Estados Unidos derivó en
disturbios y saqueos
En
Estados
Unidos,
epicentro mundial de la pandemia, estallaron disturbios y saqueos que
trascendieron fronteras a raíz del brutal asesinato de George Floyd,
como cuenta Santiago Canton, exsecretario de Derechos
Humanos
de la provincia
de Buenos Aires,
exsecretario ejecutivo de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de los Estados
Americanos (OEA)
y primer relator de libertad de las Américas, desde Washington.
Pregunta
el embajador argentino en Barbados,
Gustavo
Martínez Pandiani:
“¿Qué tienen en común una científica de la Universidad
de la Matanza,
un bajista de las Sierras
Cordobesas,
un jugador de fútbol de Villa
Celina
y una camarera de cruceros de San
Isidro?”.
Respuesta:
“Todos ellos son argentinos que, como consecuencia del COVID-19,
quedaron varados en el Caribe,
donde desarrollaban sus respectivas profesiones”. La contención y
la asistencia diplomáticas permitieron entre marzo y abril el
retorno de más de 500 argentinos que iban en cruceros.
En el Reino Unido, una parte
menor del financiamiento público a la BBC es derivada desde 2016
como subsidio de medios locales comerciales. La premisa de ese
subsidio público es que los medios locales son casi inviables en el
ecosistema digital resintiendo así el tratamiento de las noticias de
menor escala que son, sin embargo, esenciales para la convivencia de
las comunidades y que forman parte del juego democrático de las
mismas. Si el tema era importante antes de la pandemia Covid-19, en
la actual coyuntura y en los años futuros, con mayor retracción de
ingresos publicitarios y por ventas del sistema de medios, este tipo
de política resulta fundamental.
El subsidio público a empresas
periodísticas locales con lógica de lucro dispuesto en el Reino
Unido tiene exigencias, a modo de externalidades sociales de ese
apoyo: los medios que reciben el socorro económico deben cubrir
temas de interés relevante para las comunidades -asuntos que no
serían cubiertos por la lógica de lucro- realizando una tratamiento
que en la tradición regulatoria británica denominan “imparcial”
(por ejemplo, consultando fuentes diversas, diferenciando la opinión
de la información, evitando el panfleto de carácter faccioso ante
cada cuestión abordada).
A pesar de su volumen, pequeño
en relación al presupuesto anual de la BBC, el programa tiene
impacto a nivel local. Sus recursos ascienden a 8 millones de libras
esterlinas anuales (es decir, unos US$ 10,3 millones) que aporta la
BBC de un presupuesto total de 4 mil millones de libras esterlinas
(es decir, unos US$ 5066 milllones), mayormente, pero no únicamente,
aportado por el canon anual que pagan todos los hogares británicos
para mantener su servicio público.
En su objetivo general, que es
producir contenidos relevantes para la comunidad que la lógica
comercial no provee, contenidos que no deben ser ni publicitarios ni
facciosos, el subsidio público a medios comerciales locales del
Reino Unido funciona bastante bien con esta política instaurada en
2016 tras un par de años de análisis y debate: el número de
noticias hechas y difundidas es alto y los periodistas viven de su
trabajo. Lo que parece una perogrullada, sin embargo no lo es, dada
la crisis terminal del modelo económico de los medios tradicionales
que en este blog viene comentándose hace tiempo (ver Ensayo sobre
medios locales y desertificación, Bad news para Google, Comentario
sobre el duopolio digital o Las cámaras empresariales de medios
piden ayuda estatal).
No obstante, como política que
en principio extenderá su duración hasta 2026, este subsidio
público a medios comerciales tiene problemas también. Es relevante
repasar esos problemas, porque esta respuesta del Reino Unido se
ensaya o ensayará cada vez más en otros países.
Steven Barnett y Roy Greenslade
hacen una evaluación de las zonas erróneas de esta política
pública. Para ellos los principales problemas son que no se está
controlando que los periodistas que cubren los temas alcanzados por
el subsidio no estén desplazando a otrxs redactorxs en los medios
ayudados con fondos públicos, paradójicamente colaborando
indirectamente, de este modo, con despidos; tampoco existe una
política clara, según Barnett y Greenslade, cuando los dueños o
editores de los medios locales subsidiados buscan tergiversar la
misión de servicio público que tiene el subsidio y usarlo en notas
de mayor impacto sin interés comunitario claro (para mejorar el
reach) o con fines comerciales; la falta de auditoría estricta del
programa de subsidios a medios locales es el tercer problema que
plantean los autores, problema que contrasta con la rigurosa
transparencia que le reconocen a la BBC en todas sus políticas…
excepto en esta.
Todo el planteo crítico de
Barnett y Greenslade merece ser ponderado, no porque sea lo único a
considerar en una política de subsidio público a medios locales,
sino porque se le pueden agregar más criterios de evaluación, pero
los que ellos marcan son insoslayables.
La evaluación del esquema de
subsidio público a medios locales en el Reino Unido es una noticia
del futuro cercano porque -salvando las distancias con UK- la
supervivencia del periodismo local en otros países también es
inviable sin socorro público o mecenas privados. En América Latina
esta es una realidad conocida por periodistas, anunciantes, políticos
y públicos de todos los países.
El 7 de junio se conmemora el día
del periodista en la Argentina (recordando la primera edición de La
Gazeta de Buenos Ayres, dirigida por Mariano Moreno en el marco de la
Primera Junta). La fecha es una buena ocasión para reflexionar sobre
estas cuestiones y para diseñar estrategias que salven lo que queda
del periodismo local en el país.
Antes
de morir aplastado contra el piso por la rodilla de un blanco, George
Floyd murmuró:
No puedo respirar. Este
quejido desesperado se multiplicó en miles de gritos contra un
sistema que perpetúa la esclavitud en tiempos modernos. Miles y
miles de ciudadanos norteamericanos rompieron la cuarentena y se
volcaron a las calles para expresar su repudio a un racismo y a una
opresión que, corriendo por las venas institucionales del
capitalismo global monopólico, encuentra en los Estados Unidos una
de sus expresiones más acabadas.
No
es la primera vez que el racismo arranca una vida y precipita una
explosión social, ni será la última. Esta vez, sin embargo, la
protesta social alcanza una capacidad disruptiva y una resonancia
global inédita. Por primera vez ocurre en un mundo asolado por una
pandemia y en circunstancias en que una crisis sistémica de magnitud
e índole inéditas desnuda los pies de barro del capitalismo global
monopólico. Esta crisis de múltiples dimensiones se suma a una
brutal polarización política que, en vísperas de elecciones
presidenciales, atraviesa a todos los sectores de la sociedad
norteamericana y se replica al interior del Estado en las Sombras
dando lugar a luchas y enfrentamientos cada vez más ásperos entre
facciones políticas y entre grandes monopolios. La conjunción de
todos estos elementos sobredetermina al racismo, e impone nuevos
contenidos a la explosión social, transformándola en un fenómeno
que, si bien está en plena gestación, tiene consecuencias tanto a
nivel local como global. La alcaldesa negra de Washinton, Muriel
Bowser, ordenó pintar en gigantescas letras amarillas, como las de
las señales de tránsito, la consigna de las protestas por este y
otros crimenes raciales: Black
Lives Matter, en
la avenida de acceso a la Casa Blanca, que fue rebautizada con ese
mismo nombre.
Desde los orígenes del tiempo
sabemos que sin oxígeno no hay vida humana y que esta solo es
posible en sociedad. Desde un pasado penetrado por la bruma del
olvido hasta un presente cada vez más frágil, la vigencia de un
contrato social ha sido la savia que ha hecho posible la reproducción
de la vida social en este planeta. Cuando ese contrato se ha roto los
conflictos sociales han entrado en ebullición, llevando a las
sociedades a enfrentar cambios y desintegración social. A lo largo
del tiempo, y más allá de las diferencias de forma y contenido
según las épocas y las culturas, la vigencia de los contratos
sociales ha dependido de su capacidad para legitimar un orden social
que reproduce una distribución desigual del poder y de los bienes.
Discurriendo sobre estos
problemas en el siglo 1 D.C., Plutarco habría llegado a la
conclusión de que el desequilibrio entre ricos y pobres es la
enfermedad más antigua y fatal de las repúblicas. Muchos conflictos
sociales y ríos de sangre han corrido desde ese entonces. Hoy
vivimos en un mundo donde la concentración del poder, en todos los
ámbitos de la vida social, ha llegado a niveles inéditos en la
historia de la humanidad. En este contexto, el murmullo de George
Floyd apela a la ruptura de un contrato social que esclaviza y
fragmenta a los que poco y nada tienen y, encerrándolos en los
confines de identidades rotas y fragmentadas, desactiva su
cuestionamiento social. Hoy asistimos a la búsqueda de una
recomposición de esas identidades fragmentadas y a la posibilidad de
construcción de un nuevo contrato social basado en la solidaridad y
la prevalencia del bien común.
Irrupción
de la protesta social en los Estados Unidos
Luego
del asesinato de George Floyd en Minneapolis, las protestas
callejeras acompañadas de saqueos nocturnos se extendieron de un
modo incontenible a diversas ciudades del país. Trump ignoró las
demandas de justicia enarboladas por los manifestantes y enfrentó al
conflicto social con una amenaza acuñada a lo largo de décadas de
enfrentamiento racial en el país. Twitteando “cuando empieza el
saqueo, llegan las balas” conminó a las autoridades civiles a
reprimir con fuerza e inmediatamente. Advirtió que, de no hacerlo,
haría intervenir a la Guardia Nacional. Hacia el viernes 29 de mayo
las manifestaciones llegaban a Washington DC, sede del gobierno
federal, y Trump debía recluirse en un bunker de la Casa Blanca
mientras su Servicio Secreto trataba de impedir que los manifestantes
volteasen la barrera de seguridad que rodeaba al edificio. Pocas
horas después, un Trump iracundo responsabilizaba a la intendenta de
Washington DC por lo acontecido. Elevando la temperatura política,
aludía a la posibilidad de convocar a sus partidarios y conminaba a
las autoridades civiles de las ciudades en conflicto a desplegar los
18.000 efectivos de la Guardia Nacional para controlar las calles del
país (cnn.com
1 6 2020).
Estas en cambio, respaldaban el derecho a protestar de los
manifestantes y trataban de separarlos de los saqueos. Resistían el
despliegue de fuerzas represivas ajenas a su territorio por
considerar que esto escalaría el conflicto a niveles inéditos.
Ese
fin de semana las manifestaciones multirraciales y los saqueos
nocturnos se multiplicaron en todo el país. Mientras el gobierno de
Trump responsabilizaba a los anarquistas y al movimiento antifascista
(antifa)
al que declaro “organización terrorista”, la oposición
demócrata y las autoridades civiles adjudicaban los violentos
incidentes al racismo blanco y a “extranjeros” infiltrados dentro
de los manifestantes. Hacia el lunes de esta semana, las
manifestaciones se desarrollaban en más de doscientas ciudades,
ciento cuarenta habían sido víctimas de saqueos y destrozos y el
toque de queda regía en cuarenta núcleos urbanos.
Esa
mañana Trump acusó furiosamente a los gobernadores de Nueva York,
Virginia, y Texas y a los intendentes de varias ciudades de ser
“idiotas débiles” e incapaces de dominar las calles y comunicó
la formación de un “Comando Central” para controlar la protesta
en el país constituido por el general mayor Lee M. Ellis, titular de
la Junta de Comandantes en Jefe, por Marl Esper, Secretario de
Defensa y por el Procurador General (Attorney
General)
William Barr. Al mismo tiempo amenazó con hacer intervenir ya no
solo a la Guardia Nacional sino también a las Fuerzas Armadas
para controlar a la protesta social (zerohedge.com
1 6 2020).
Esa
noche, mientras la Guardia Nacional se desplazaba por Washington DC,
Trump mandó a desalojar por la fuerza a manifestantes que ocupaban
las inmediaciones de una iglesia cercana a la Casa Blanca. Acto
seguido, y rodeado de su Comando Central, se desplazó a pie hasta la
iglesia donde se sacó una foto con la biblia en la mano. Buscaba
así, enardecer a sectores religiosos de extrema derecha que se
cuentan entre sus seguidores. Al día siguiente el Pentágono mandaba
a la base Andrews en las afueras de Washington DC una tropa de 1.600
militares con el objetivo de participar en la represión
callejer(zerohedge.com
2 5 2020).
Manejos
del establishment
político
La
sumatoria de estos acontecimientos colmó la paciencia de
sectores de un establishment
político al que Trump prometió desplazar durante la campaña
electoral de 2016. Desde ese entonces, estos impulsaron dos juicios
políticos en el Congreso con el objetivo de destituir al Presidente.
Habiendo fracasado en esos intentos, ahora enfrentan la arremetida de
un Trump que, controlando al Departamento de Justicia y con el aval
de los senadores republicanos, ha iniciado una investigación penal
que busca incriminar a dirigentes demócratas y a funcionarios
retirados y activos del gobierno federal y de las agencias de
inteligencia acusándolos de haber fraguado la evidencia presentada
en su contra para destituirlo. Al mismo tiempo que esta batalla
arrecia en los Comités del Senado y en las reparticiones del
Ministerio de Justicia, y se revelan documentos secretos que apuntan
a la supuesta participación del ex Presidente Obama en la
fabricación de evidencia contra Trump, el desborde de la protesta
social parece brindar una nueva oportunidad para intentar desplazar a
Trump del gobierno, esta vez con el apoyo de sectores del partido
republicano.
El
martes el ex Presidente George W. Bush expresó su preocupación por
el descontrol de las manifestaciones y, reconociendo el carácter
sistémico del racismo y su persistencia a lo largo de los gobiernos
que se sucedieron en los últimos tiempos, se diferenció de Trump
apelando a la unidad nacional para poner fin a la violencia y a los
saqueos (cnbc.com
2 6 2020).
Horas antes el ex Presidente Barack Obama convocaba a la juventud
negra a realizar sus sueños de justicia incorporándose al sistema
político y votando masivamente en las próximas elecciones.
Reconocía así implícitamente, el drama de una juventud a la
deriva, frustrada por promesas que su propio gobierno no fue capaz de
cumplir.
Asimismo
Lindsey Graham, senador republicano de gran influencia, introdujo una
cuña dentro del gobierno anunciando sus dudas sobre el rol del
movimiento antifascista en los saqueos y el inicio de una
investigación sobre el asesinato de Floyd, la brutalidad policial y
las manifestaciones callejeras (washingtontimes.com
2 6 2020).
El
miércoles, un general de cuatro estrellas: James Mattis, de activa
participación en la estrategia seguida durante las guerras de
Afganistán e Irak, y ex Secretario de Defensa de Trump hasta
diciembre del 2018, le salió al paso convocando en una carta pública
a las Fuerzas Armadas a desobedecer al Presidente, a rechazar su
concepción de las ciudades como campos de batalla que pueden ser
dominadas por la fuerza, y a recordar que los militares
norteamericanos no adhieren a “la consigna nazi de dividir para
conquistar” sino que su lema es “la unión hace a la fuerza”.
Acusó entonces a Trump de querer dividir a las Fuerzas Armadas y de
ordenarles “violar los derechos constitucionales de los ciudadanos
norteamericanos” y estableció diferencias entre las
reivindicaciones legitimas de miles de ciudadanos protestando en la
calle y las acciones violentas de unos pocos (theatlantic.com
3 6 2020).
Paralelamente, otro importante dirigente de una organización (think
tank)
con mucho peso en la política exterior norteamericana convocaba a
los militares “a desobedecer a un Comandante en Jefe que busca
utilizarlos para provocar el caos” (theatlantic.
Como 3 6 2020).
Como
consecuencia de este estrépito político, también Mark Esper,
Secretario de Defensa y miembro del Comando Central creado el lunes
por Trump, anunció su desacuerdo con la utilización de tropa
militar para reprimir al conflicto social y sostuvo que la Guardia
Nacional estaba bien equipada para realizar la tarea. Admitió además
su participación con Trump en la foto con la biblia ante la Iglesia,
pero sostuvo desconocer los fines políticos perseguidos por el
Presidente (bloomberg.com
3 6 2020).
Al día siguiente, las tropas militares enviadas a Washington DC por
el Pentágono, volvían a sus bases de origen y la intendenta de
Washington DC levantaba el toque de queda y despedía a las tropas de
la Guardia Nacional llegadas desde distintos estados (zerohedge.com
4 6 2020)
Diez
mil personas permanecían arrestadas esta semana en todo el país
mientras sectores del partido demócrata y representantes de grandes
empresas, muchas de ellas con locales saqueados en días anteriores,
hacían una colecta para pagar por su excarcelación (zerohedge.com
3 6 2020).
Mientras funcionarios de la CIA señalaban la similitud entre la
temperatura política del momento y la degradación democrática en
otros países del mundo (washingtonpost.com
3 6 2020),
las manifestaciones lograban el procesamiento de todos los policías
involucrados en el asesinato de Floyd y no sólo del que lo asfixió,
y la introduccion de recortes del presupuesto y reformas en varios
departamentos policiales del país.
La
Reserva Federal encerrada en una trampa
La
convocatoria de Trump a la represión militar de la protesta social
parece haber actuado como un catalizador sobre el mercado financiero,
cuyos precios volaron impulsados por el conflicto social. El lunes,
después de los saqueos ampliamente documentados ese fin de semana,
el precio de las acciones de los fabricantes de armas y municiones
trepaba rápidamente (zerohedge.com
1 6 2020).
Hacia el jueves el S&P500 registraba la mayor estampida ocurrida
desde 1933 (zerohedge.com
4 6 2020).
En otras notas hemos analizado la desconexión existente entre la
severa recesión económica que ha sumido a más de cuarenta millones
de personas en el desempleo y la rápida recuperación del precio de
las acciones fogoneadas por una fuerte intervención de la Reserva
Federal en los mercados financieros, comprando todo tipo de activos
incluidos los bonos corporativos con alto riesgo de default.
El
estallido de la protesta social desnuda ahora la trampa que encierra
a una Reserva Federal obligada a inyectar dosis masivas de liquidez
en el mercado financiero para mantener a flote los precios de los
activos financieros y evitar el desencadenamiento de los defaults.
Esta inyección de liquidez con tasas de interés cercanas a cero
multiplica el endeudamiento generalizado y, como se ha constatado
desde la crisis del 2008, no reactiva la demanda de consumo
provocando en vez una transferencia masiva de ingresos desde la
mayoría de la población que menos tiene hacia el 1% que concentra
más del 80% de la tenencia de activos financieros. Es decir, si la
Reserva Federal inyecta liquidez en el sistema financiero, multiplica
la desigualdad económica y social y potencia la posibilidad de un
estallido social. Si no hace nada, la falta de liquidez del mercado
financiero detonará los defaults
que amenazan a un sistema corporativo altamente endeudado.
Así,
el asesinato de Floyd, un incidente de neto corte racial, ha
precipitado acontecimientos que lo desbordan haciendo retumbar los
ecos de la advertencia que hace más de doscientos años formulara
Thomas Jefferson a sus conciudadanos: “Los bancos son mas
peligrosos para nuestras libertades que la ocupación del país por
ejércitos profesionales” (monticello.org).
Las
turbulencias en la Argentina
Covid-19 continúa su avance en
la Capital Federal y en el Conurbano bonaerense. Se estima que, a
este ritmo, en un mes podría colapsar la capacidad del sistema de
salud ante la multiplicación de casos que requieren internación A
pesar de ello, el intendente de la Capital Federal flexibilizó la
cuarentena, seguramente presionado por los reclamos del sector mas
duro del macrismo que busca provocar el caos social utilizando
cualquier medio disponible: desde impulsar con sus militantes el
alzamiento de comerciantes del Conurbano y otros distritos de la
provincia de Buenos Aires contra la cuarentena (perfil.com 2 6 2020),
hasta intentar aprovecharse de la incalificable represión ocurrida
por estos días contra una familia Qom en Chaco y contra un campesino
víctima de secuestro y muerte en Tucumán (infobae.com 3 6 2020).
Estos hechos incalificables exponen un racismo insertado en la
estructura institucional que viene de lejos y ha sido especialmente
fomentado en la era Macri, plagada de atropellos de toda índole
contra el Estado de Derecho. La actual abanderada de “la no
violencia institucional” tuvo una destacada actuación durante los
mismos. La investigación sobre la violencia y la discriminación
enquistadas en las instituciones son materia pendiente de la
democracia argentina. Este gobierno tiene el compromiso histórico de
hacer una reforma judicial e investigar a fondo las violaciones del
Estado de Derecho ocurridas durante la era Macri. La reciente
apertura de nuevas causas contra el sistema de espionaje ilegal
montado por el ex Presidente abre la oportunidad de avanzar en
profundidad por este camino.
Otro hecho auspicioso, que sin
embargo ha tenido una difusión mínima, ha sido la presentación de
un plan para reactivar la economía firmado por los movimientos
sociales y 103 organizaciones populares (infobae.com. 3 6 2020). Tal
vez haya sido leído por el “periodismo de guerra”, que ahora se
abre las venas ante las “posibles ideas locas” que puedan
“provenir de los K» en circunstancias en que la reactivación
económica aparece en el horizonte (cronista.com 3 6 2020). La
presentación de un proyecto para convertir a Vicentin en una empresa
pública con participación de capital privado y estatal y gestión
compartida ha creado temor sobre una posible injerencia del Estado
sobre las empresas, especialmente las grandes “que puedan volcar”
como resultado de una crisis que solo en un mes de cuarentena ha
producido una caída del 33% de la producción industrial. En este
contexto, aumenta la preocupación de los grandes empresarios ante la
posibilidad de que el BCRA controle su acceso al mercado de cambios e
interrumpa la fiesta especulativa de los últimos meses. Ante la
disminución de sus reservas, el BCRA parece despertar de su letargo
y ha anunciado nuevas medidas destinadas a controlar la especulación
cambiaria con las divisas de importación. Solo entre abril y mayo se
pagaron importaciones por un 30% mas del volumen efectivamente
importado.
Esta semana, sin embargo, la
presión conjunta de los grandes empresarios e importadores parece
haber logrado que el gobierno flexibilice su postura y revise cada
caso adaptando las medidas a las necesidades específicas. De ocurrir
esto, se oscurecerá la transparencia de un proceso indispensable
para la reactivación económica del país. Esto ocurre en el
contexto de una caída del 40% en la liquidación de divisas del mes
de abril en relación al mismo mes del año anterior. La creciente
falta de liquidez de dólares que afecta al mercado financiero
internacional se suma ahora a una situación de peligrosa disminución
de las reservas del BCRA y augura mayor presión especulativa sobre
el tipo de cambio, independientemente de cual sea el resultado final
de la reestructuración de la deuda externa. En estas circunstancias,
el gobierno tendría que protegerse de las maniobras de poderosos
sectores económicos que desde hace décadas utilizan al Estado para
reproducir con impunidad su control monopólico de las áreas
estratégicas de la economía y fugar al mismo tiempo las riquezas
del país. Esto implica avanzar con políticas económicas
respaldadas por las organizaciones que representan a sus votantes,
sembrando así las bases de un nuevo contrato social.
Cualquier delirio que se parezca
a la realidad no es mas que la realidad inventada de delirio … o
por lo menos esto es lo que nos quieren hacer creer.
Daniel Roberto Távora Mac
Cormack
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