Sábado 13 de junio de 2020

Al instante de iniciarse la intervención de Vicentin, Clarín, Infobae y La Nación -lo cual implica gran parte de la trama gráfica, radial y audiovisual argentina- lanzaron distintos rayos y variadas centellas. Le añadieron, como condimento para indignados, el renacimiento del tema Nisman con un informe reservado sobre Cristina, el viaje secreto de dos fiscales españoles por la causa de las fotocopias llamadas cuadernos, y unas cuantas cosas más que resulta innecesario precisar.


Pensando en estas reacciones lanzamos por distintas vías la idea de acelerar el tranco para quebrar el liberalismo económico y promover un cambio de mentalidad profundo (El dinero que el Estado vuelca sobre la sociedad pertenece a la sociedad y es la garantía del crecimiento nacional). Una campaña en toda la línea desde los medios públicos hubiera entornado adecuadamente la acción oficial sobre Vicentin y todavía puede abrir compuertas aún más interesantes a futuro.

El eje de este breve, empero, es otro: recordar que el contraste entre la realidad y la información suministrada por los monopolios no es un simple equívoco de la línea editorial. Se trata de empresas que, insertas en grupos económicos que incluyen espacios financieros, acreedores del país y sobre todo agroexportadores, necesitan que a la Argentina le vaya mal para que a ellos les vaya bien. Están dispuestas a dar batalla por la primarización y la renta, contra el desarrollo industrial, porque en ello les va la subsistencia.

Esta situación explica varias cosas. En principio, porqué la política de acercamiento del presidente no da resultados y lo deja malparado. Todo semeja un diálogo de bar en el cual apenas el interlocutor se despide y sale del lugar, los comensales comienzan a hablar pestes a sus espaldas. Luego, que esa reacción trasciende la buena o mala relación que algunos directivos puedan tener con Alberto Fernández. Héctor Magnetto, como recuerda CFK en Sinceramente, almorzaba amable y relajadamente con ella y con su esposo. Horas después, editaba tapas destituyentes.

Estos dos puntos –la responsabilidad propia, el interés ajeno- para nada justifican a esas compañías que, con origen en este país, combaten a este país. Pero sirven para comprender que las pautas publicitarias sensacionales, los gestos hacia entrevistadores menores y malintencionados, la orden de neutralidad para los medios públicos y la desatención de los medios populares, no sirven absolutamente para nada pues chocan con naves empresariales de timón fijo. Su rumbo está ligado al declive nacional.

Para nuestra preocupación, una de las Fuentes consultadas habitualmente llegó a expresar, mientras observaba en pantalla la portada web de uno de los medios citados: “pero qué hijo de puta, si la semana pasada estuvo acá, charlando amigablemente y comprometiendo apoyo a la campaña de salud. ¡Hasta elogió al presidente, cara a cara!”. Preocupación por la ingenuidad que denota el comentario y porque su interior desliza que una gran parte de la administración supone que con unos buenos avisos y un trato campechano los difusores de la división y el rencor se comportarán como periodistas.

Están en otro juego. Los medios que llevan adelante no tienen la menor intención de transmitir al público lo que sucede. Son herramientas de presión para sostener y ampliar el poder de las firmas que los contienen. Aunque no logran cautivar a una mayoría social que respalda la acción gubernamental, brindan letra, incentivo y altavoz a segmentos bulliciosos de triste pensar y sucio sentir. Los movilizan. Incentivan sus odios pre existentes. No les importa si una movida callejera origina contagios, en tanto observan con interés esa curva que obliga a seguir la cuarentena y les facilita clamar por “la economía”.

Al referirnos a estos medios, poco tiempo atrás, recordamos que de nada sirve hacerles caras lindas. Bien, hoy podemos complementar la expresión con otra que puede aplicarse a la necesidad de potenciar una comunicación propia:
De nada sirve, escaparse de uno mismo.
( http://laseñalmedios.com.ar/2020/06/12/de-nada-sirve-escaparse-de-uno-mismo/ )

La Argentina no tiene en la actualidad una empresa testigo en el comercio exterior de granos y en la producción de alimentos. Tenerla, como es fácil advertir, mejoraría la capacidad del Estado de intervenir en dos áreas muy sensibles de la economía, como lo son el acceso a las divisas y el abastecimiento de comida. En el mercado de trigo, por ejemplo, un comprador de último recurso, como proyecta el Gobierno a la nueva YPF Agro Vicentin, podría terminar con distorsiones del sector privado, regular la provisión interna y los movimientos de precios.

Esa empresa testigo bajo control estatal compraría el trigo a los productores y administraría las ventas a la molinería a lo largo del año, facilitando al mismo tiempo las operaciones de exportación. Sería en amplio beneficio de los pequeños y medianos productores, con mejoras en las condiciones de comercialización y financiación en relación a las que imponen las cerealeras y las grandes industrias. También funcionaría como una herramienta de control de la inflación, al transparentar actividades y bajar costos. 
 

Algunas de estas ideas forman parte de la propuesta que Alberto Fernández puso sobre la mesa esta semana. El objetivo es rescatar a Vicentin de la quiebra, desguace y probable extranjerización, y transformarla en un instrumento de gestión potente en los mercados de granos, aceites, alimentos y el dólar. Ese plan tiene como beneficiarios principales a los segmentos más desprotegidos del campo y a los consumidores. También es una forma de que la banca pública y el fisco recuperen la monumental deuda que dejó Vicentin, por la cual deberán rendir cuentas Javier González Fraga, ex presidente del Banco Nación, y el gobierno de Cambiemos. 

 
La reacción en bloque de las cámaras empresarias que representan a los grandes capitales nacionales y extranjeros, como AEA, el Foro de Convergencia Empresarial y la Sociedad Rural, expone la trascendencia que le asignan a la transformación en marcha. Lo mismo hay que decir de la respuesta de las entidades pymes vinculadas a la producción para el mercado interno, que también salieron con fuerza, pero a respaldar la iniciativa.

El Gobierno tendrá que ser efectivo en la explicación de su proyecto a los chacareros, que por razones económicas y de interés sectorial deberían ponerse al frente de los apoyos, pero que en términos ideológicos en su mayoría son refractarios a cualquier intervención del Estado. La lucidez de la dirigencia agropecuaria que los nuclea y los caminos que encuentre el Gobierno para acercar al movimiento cooperativo y a los trabajadores serán factores decisivos para la implementación de la nueva Vicentin.

En cuanto a la Unión Industrial Argentina, en su reunión de junta de esta semana hubo gritos y peleas por la posición a asumir, ya que la movida del Gobierno proyecta un modelo de desarrollo con base en la agroindustria y derrame sobre distintas producciones fabriles, pero a los dirigentes de las empresas más grandes les gana su corazón liberal, el antiperonismo y el rechazo a la presencia del Estado en negocios y prácticas del sector privado, que opera bajo la ley del más fuerte. Esos grupos son al mismo tiempo propietarios de grandes explotaciones agropecuarias y sacan provecho de la desregulación del sector.

Desde el punto de vista del Estado, el Gobierno analiza que YPF Agro Vicentin determine valores de referencia para las exportaciones de cereales y oleaginosas. Ello pondría en evidencia maniobras de elusión y evasión impositiva por parte de las grandes exportadoras, la mayoría multinacionales, que generan un drenaje de divisas al exterior mediante la subfacturación de exportaciones y la sobrefacturación de importaciones. Se sospecha que lo hacen de manera reiterada en operaciones de comercio intrafirma, algunas con sede en paraísos fiscales. Esa es una razón central de por qué el proyecto genera tanto rechazo entre los grandes exportadores del campo y sectores empresarios asociados.

Otro motivo es que esas empresas apetecen los activos y mercados que manejaba Vicentin. De pasar a incrementar su posición dominante en el sector, a las grandes compañías como Cargill, Dreyfus, Cofco, Bunge, Noble, Aceitera General Deheza, entre otras, les está por surgir un competidor bajo dominio estatal que vendría a regular sus operaciones, controlar la liquidación de impuestos y el manejo de las divisas.


Otra idea en estudio para la nueva Vicentin es reconocer con mejores precios la materia prima de mayor calidad. El hecho de que los exportadores no trasladen un diferencial de precio por calidad al productor generó un deterioro constante de los granos argentinos, tanto en soja como en trigo, provocando un perjuicio en sus cotizaciones en los mercados mundiales.

Con una empresa testigo en manos del Estado se podrá facilitar la compra de insumos como semillas, agroquímicos y fertilizantes, disminuyendo los costos de producción y atenuando los perjuicios de prácticas oligopólicas de los proveedores de esos insumos. El objetivo de fondo es favorecer la exportación de manufacturas agroalimentarias con mayor valor agregado.

El Gobierno deberá trabajar intensamente para asegurarse los votos en el Congreso que le permitan aprobar la ley de expropiación. Tanto de legisladores propios como aliados. Es un proyecto bisagra como lo fueron en su momento las estatizaciones de las AFJP e YPF. Igual que entonces, se le oponen los aliados del PRO y la UCR, las grandes corporaciones empresarias y los medios de comunicación del establishment.

Las iniciativas del campo popular requieren la construcción de mayorías consolidadas para imponerse. Esta semana hubo una prueba de que ello es posible con esfuerzo, paciencia y perseverancia, como se vio con la aprobación de la nueva Ley de Alquileres. El desafío de la nueva Vicentin va por la misma senda.

La Unidad de Información Financiera (UIF) acusó a la empresa Vicentin de haber simulado su situación de cesación de pagos para fugar y lavado de dinero en el exterior e involucró en las supuestas maniobras al ex mandatario Mauricio Macri, al ex presidente del Banco Central, Guido Sandleris; al ex titular del Banco Nación, Javier González Fraga; y a los dueños de la cerealera.


El organismo antilavado formuló la acusación en un escrito que presentó ante la Justicia Federal con el que solicitó ser tenido por querellante en el marco de la causa en la que se investigan supuestas irregularidades en el otorgamiento créditos por 18.500 millones de pesos por parte del Banco Nación a Vicentin durante el gobierno de Cambiemos.

"Existen indicios que nos permiten sostener que Vicentin no solo habría simulado su estado de cesación de pagos sino que, a su vez, habría utilizado su estructura en el exterior y/o la de Glencore para remitir sus ganancias al extranjero", sostuvo la UIF, que conduce Carlos Cruz, en la presentación realizada ante la fiscalía a cargo de Gerardo Pollicita.

En el mismo texto se agregó que "Vicentin Saic no es una isla, sino que forma parte de una red corporativa que incluye 16 firmas en el país y otras tantas en Uruguay, Paraguay, Brasil y España".
"Es de destacar el rol de Renova, firma que canaliza parte del negocio de granos del grupo y en la cual se materializa el acuerdo estratégico que Vicentin tiene con el Grupo Glencore, uno de los mayores traders de granos del mundo", indicó.

Para la UIF, "tanto estas maniobras fraudulentas como sus instigadores, autores, participes y encubridores surgen también claramente dado que las gerencias operativas habrían sido instruidas personalmente por González Fraga para beneficiar a la firma, y éste, a su vez, habría sido instruido al respecto por el entonces Presidente de la Nación".

El organismo destacó, además, que "el control de esa actividad estaba en cabeza del Banco Central de la República Argentina, por entonces presidido por el señor Guido Sandleris.


En ese contexto, la UIF le reclamó al fiscal Pollicita y al juez Julián Ercolini que se "ordene la inhibición general de bienes respecto de Macri, González Fraga, Sandleris y los empresarios Alberto Padoan y Gustavo Nardelli, y se "proceda a efectuar un estudio de su patrimonio y el de las empresas señaladas a los efectos de reemplazar estas medidas por embargos preventivos suficientes".
Días atrás, fiscalía a cargo de la investigación por supuesta defraudación de la empresa Vicentin recibió al menos 70 archivos con información y documentos enviados desde el Banco Nación que ahora están siendo analizados.

La denuncia que dio origen a las actuaciones se presentó a raíz de un informe de las actuales autoridades del banco que dio cuenta de supuestos créditos irregulares otorgados a la empresa cerealera por más de 18.000 millones de pesos.

En el informe presentado por el director del Nación, Claudio Lozano, se advirtió que la deuda acumulada violó normativa del banco en relación a préstamos a grandes empresas.

Esta semana, el Gobierno nacional dispuso a través de un decreto de necesidad y urgencia la intervención por 60 días de Vicentin para, según argumentó, asegurar la continuidad de la empresa, la preservación de sus activos y de su patrimonio, la protección de los puestos de trabajo en peligro y evitar daños sobre el mercado agroexportador y la economía en general.

Esta edición de Tiempo dedica ocho páginas a reflexionar sobre dos resortes centrales del periodismo argentino. Uno es el sesgo porteñocéntrico de la información que circula en todo el país. El otro, el profundo desequilibrio del sistema de medios, con actores muy poderosos que imponen sus reglas al resto. Fuera de agenda, la dinámica noticiosa tiñó este Día del Periodista de un color aciago: la revelación de que el espionaje ilegal desplegado por la AFI macrista apuntó, entre cientos de trabajadores de prensa, políticos y referentes sociales, a otros tres integrantes de la cooperativa que edita el diario.

Hay, a partir de la página 18, dos bloques de contenidos que buscan enfatizar el debate sobre los medios en la Argentina. El primero es una cobertura nacional de la cuarentena, escrita por colegas de cuatro medios cooperativos, integrantes, como Tiempo, del Encuentro Nacional de Diarios Recuperados, y realizada con el apoyo de la Fundación Friedrich Ebert. En contraste con la realidad única vociferada desde la Ciudad de Buenos Aires, construida desde los medios corporativos porteños, la pandemia se vive en Resistencia, Rosario, Córdoba y Esquel de maneras muy diferentes.

El mismo pluralismo que ilustra esas crónicas se pone en discusión en las páginas siguientes, donde reconocidos expertos en comunicación, como Martín Becerra y Damián Loreti, señalan los dobleces de la política de medios del actual gobierno, que lejos está de resolver los abusos que legitimó el gobierno anterior. La direccionalidad de los programas de asistencia para el pago de sueldos, destinados a los medios comerciales, particularmente a los hegemónicos, como Clarín y La Nación, deja de lado a los medios cooperativos y sin fines de lucro, reproduciendo la disparidad en un sistema fuertemente concentrado.


Hasta ahí llegaba en esta edición el aporte al debate a propósito del Día del Periodista, pero hubo algo más en relación a nuestro oficio. Ya sabíamos que la AFI había hackeado la casilla de correo electrónico de Gerardo Aranguren, periodista de Tiempo. Ahora se suman Randy Stagnaro, Claudio Mardones y Nicolás Eisler a la lista de espiados ilegalmente por los servicios de inteligencia durante el gobierno de Cambiemos.

El Juzgado Federal Nº 11, a cargo de Marcelo Martínez de Giorgi, ya aceptó la solicitud de Tiempo, acompañada por el CELS y el SiPreBA, para conocer la causa iniciada una semana atrás por la denuncia de la interventora de la AFI, Cristina Caamaño. La cooperativa procederá del mismo modo en relación a estas nuevas revelaciones que, en una jornada que deberíamos celebrar, proyecta más y más sombras sobre los oscuros sótanos de la democracia.

En estos tiempos pandemicos, la desigualdad nos devuelve su cara mas patética, la de los intereses que se sostienen a como de lugar y aquellos que los ponen en …

Daniel Roberto Tàvora Mac Cormack

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