Domingo 14 de junio de 2020 y Lunes 15 de Junio de 2020

I Comunicaciones



El virus es un pedagogo que nos está intentando decir algo. El problema es saber si vamos a escucharlo y entender lo que nos está diciendo. Lo dramático es que tiene que ser por esa vía de muertes para que nosotros, los europeos, los del Norte, que no estamos tan acostumbrados a epidemias y somos muy arrogantes, lo entendamos. Estamos ante una pedagogía nueva y por eso no me gusta la idea de la guerra, que hace del virus el enemigo al que hay que matar. Los virus son fundamentales para la vida, para los animales, para la naturaleza y también para nosotros, pero hemos desregulado los ciclos vitales de la naturaleza y de los animales y por eso ahora hay cambios, trastornos, en las transmisiones de virus que pueden llegar a los humanos.”

La ignorancia, la indiferencia, la desviación de la mirada, puede explicar bajo qué velo sigue todavía oculto este misterio. Pero para cualquiera que sea capaz de dirigir, hacia ese fenómeno, una valerosa mirada —y, una vez más, poco hay de seguro para no sucumbir a la fascinación del sacrificio en sí mismo— el sacrificio significa que, en el objeto de nuestros deseos, intentamos encontrar el testimonio de la presencia del deseo de ese Otro
que aquí llamo el Dios oscuro. (Lacan, 1987: 283)

Vicentin es una de las principales empresas argentinas de alimentos. Produce tanto cereales y oleaginosas como algodón, vino, carne y frutas. Tiene alrededor 5.500 empleados y está vinculada con más de 2.500 pequeños y medianos productores. Representa, en materia de exportaciones de granos y oleaginosas, uno de cada 10 dólares que ingresa en el país.

Los chispazos políticos coinciden con los sanitarios.


Tras haber alcanzado Argentina un récord de casos de coronavirus, el presidente Fernández señaló que algunas regiones del país, especialmente el Área Metropolitana de Buenos Aires, podrían volver a la fase uno de la cuarentena, extendida hasta el 28 de junio.

Una de las expertas que lo asesora, Florencia Cahn, médica infectóloga, se mostró sorprendida por la cantidad de personas que salió a correr en la ciudad de Buenos Aires tras la venia del gobierno de la ciudad.

En Europa, a su vez, se habló en su momento del milagro portugués, comparando las medidas adoptadas por el gobierno del primer ministro, António Costa, con el apoyo incondicional de la oposición, con las de otros países.

Una gran diferencia con el tira y afloje entre el gobierno y la oposición de España, sin ir más lejos.

Ahora ha habido un repunte de casos en los barrios más pobres y centros industriales de las afueras de Lisboa, pero no se reforzaron las medidas de precaución, señala Andrés Malamud, doctor en ciencias sociales y políticas e investigador de la Universidad de Lisboa, agudo observador de la realidad argentina.

La fascinación por la edad media.

Enganchados a la edad oscura. Pues sí, la llamada edad oscura está durando más de lo previsto. Están la Alta Edad Media, la Baja Edad Media y el siglo XXI, al que una pandemia y el repliegue de los clásicos a las bibliotecas de los monasterios le están dando un toque feudal. Además, las historias del rey Arturo o el Grial y el imaginario de espadas, batallas y dragones siguen fascinando al lector y al espectador moderno. En la portada de nuestra edición impresa de esta semana, la medievalista Ana Rodríguez (del CSIC) repasa los últimos libros de historia de la Edad Media -que siguen siendo todo un subgénero editorial- y discrimina datos y mitos. Así sabremos el reto que ha sido siempre para la historiografía vérselas con manuscritos que pasan de contar con tono notarial los bienes de una parroquia a, sin cambiar de tono, relatar una historia de vampiros y apariciones. También sabremos lo que la leyenda del Grial debe al dogma de la presencia de la sangre de Cristo en la Eucaristía -tan tardío como del siglo XIII- o la (mala) imagen que la Europa de la Contrarreforma tenía del mago Merlín. Por su parte, la influencia del medievo en el cine y la TV (de Juego de Tronos a El nombre de la rosa y Vikingos pasando por Indiana Jones, Star Wars o Dragones y Mazmorras), parece fascinar las mentes del siglo XXI y como sucede en la historia humana desde que el humano alcanzó algún medio de comunicación de sus experiencias y de que tales registros le sobrevivan, pasados, presentes y futuros se mezclan de modos complejos en la realidad.



II
Elementos de la comúnicación.

La palabra cosa, Según la Real Academia Española RAE,
1. Lo que tiene entidad, ya sea corporal o espiritual, natural, artificial, concreta, abstracta o virtual.
2. Objeto inanimado por oposición a “ser” viviente
3. Asunto, tema o negocio
4. En contraposición a Sujeto, Objeto de las relaciones jurídicas
5. Objeto material en oposición a los derechos creados sobre él y a las prestaciones personales.
6. bien.
La palabra "cosa" viene del latín causa. Sí, la misma que nos dio la palabra "causa" que indica el principio que motiva una acción. De ahí pasó a significar asunto o cuestión (motivo de la conversación). ... Causal - Relativo a la causa o razón de una cosa, o que la expresa.

Toda cosa podría definirse como aquello pasible de ser nombrado, en diferencia a “lo humano” que da nombre, define, describe, separa y atribuye cualidades que distinguen.

No es entonces una cosa, aquello que se define por su cualidad o cantidad, sino sencillamente porque no puede nombrarse “a si mismo” y definirse fuera de la definición que se le dé en los lenguajes con el que los humanos nos comunicamos.

Y aunque hay lenguajes entre otras especies que son ajenos a nuestras capacidades por comprender y entender, es “lo humano” el que atribuye tales condiciones a lo no humano y no a la inversa. Esto es, si es que hubiere comunicación real entre humanos y delfines, no es el delfín el que define el sentido y el lenguaje de la comunicación, sino la “atribución” humana la que confiere tal sentido al lenguaje que intercambia sentidos en la relación con los delfines.

No significa que el Delfín sea pasivo en la comunicación con el humano, sino que es el humano el que le da nombre, sentido, cualidad y cantidad a esa acción del delfín en la relación con el humano que le presta atención e intenta descubrir que es lo que esta diciéndonos los delfines o ese delfín en particular que estamos
estudiando.

La distinción entre cosa y vida es mas fácil de comprender. En tanto las cosas no suponen demasiadas variables en sus estados … de modo que, hay allí si una pasividad manifiesta respecto a la actividad y el movimiento que supone la vida … pero en definitiva todo es limitado por la capacidad sensible y emocional del humano y sus facultades para generar artificios o herramientas que permiten otras sensibilidades y emociones que serán valoradas según quién logre imponer sentido y dirección a esos sus inventos y herramientas que producen otras sensibilidades o emociones.



III
Tiempos, espacios, Lenguajes …

No toda cosa existe en tanto solo adquiere esa condición en el momento que la conciencia humana se percata de que eso está allí. Ha impactado sensible o emocionalmente y la conciencia le dá existencia. 

 

La palabra existencia viene del latín exsistentia . Está compuesta de un prefijo y dos sufijos: El prefijo ex- (hacia fuera), como en extraer y explicar. Se asocia con una raíz indoeuropea *eghs- (fuera de) que dio el prefijo griego ek-/ex-y de ahí las palabras éxodo, exogamia, exorcismo, exótico.

el término latino existentia, derivado tardío del verbo existere, compuesto de ex- («fuera») y sistere («detenerse») o stare («estar derecho»), y que significa «salir, aparecer, mostrarse»; o bien «ser, estar».​ Así, atendiendo a su etimología, la palabra existencia significa «lo que está ahí» o «lo que está afuera».

Existir, como concepto, reclama para si una disputa filosófica que ha definido buena parte de las epistemologias conocidas en la Europa pre-colonial y colonial, que invadieron y dominaron estas tierras. Los sajones o areos, tienen un solo verbo para signar las existencias … estar y ser son una sola acción. En cambio, para los latinos, la herencia grecoromana y las filosofias que de allí derivan, sostienen una ontología (Ser), separada de su manifestación temporal y material (Estar). Hecho que alimenta el teologícismo trinitario (Cuerpo, Alma, Espíritu), y sus manifestaciones temporales, Universales y mas allá de las manifestaciones en la historia … (Que trascienden, tiempos y ubicaciones).

Pero coinciden en que, dueños o no de cualidades esenciales, lo de fuera se separa de lo que distingo propio y en esa distinción posibilita el lenguaje que nombra que soy y es eso … de lo que me separo y al que atribuyo condiciones diferenciales.


IV
El ser y la nada …

Ahora nos es dado concluir. Desde nuestra introducción, habíamos descubierto la conciencia como una llamada al ser, y habíamos mostrado que el cogito remitía inmediatamente a un ser-en-sí objeto de la conciencia. Pero, después de descubrir el En-sí y el Para-si, nos había parecido difícil establecer un nexo entre ambos, y habíamos temido caer en un dualismo insuperable. Este dualismo nos amenaza, además, de otra manera: en efecto, en la medida en que puede decirse que el Para-si es, nos encontrábamos frente a dos modos de ser radicalmente distintos: el del Para-sí que tiene de ser lo que es, es decir, que es lo que no es y que no es lo que es, y el del En-sí, que es lo que es. Nos preguntábamos entonces si el descubrimiento de estos dos tipos de ser no terminaba en el establecimiento de un hiato que escindiera al Ser, como categoría general perteneciente a todos los existentes, en dos regiones incomunicables, en cada una de las cuales la noción de Ser debía ser tomada en una acepcón originaria y singular.



Nuestras investigaciones nos han permitido responder a la primera de esas preguntas: el Para-sí y el En-si están reunidos por una conexión sintética que no es otra que el propio Para-sí. El Para-sí, en efecto, no es sino la pura nihilización del En-si: es como un agujero de ser en el seno del Ser. Conocida es la amena ficción con que ciertos divulgadores acostumbran ilustrar el principio de conservación de la energía: si ocurriera, dicen, que uno solo de los átomos constituyentes del universo se aniquilara, resultaría una catástrofe que se extendería al universo entero, y sería, en particular, el fin de la Tierra y del sistema estelar. Esta imagen puede servirnos: el Para-sí aparece como una leve nihilización que tiene origen en el seno del Ser; y basta esta nihilización para que una catástrofe total ocurra al En-sí. Esa catástrofe es el mundo. El Para-sí no tiene otra realidad que la de ser la nihilización del ser.

Su única cualificación le viene de ser nihilización del En-si individual y singular, y no de un ser en general. El Para-sí no es la nada en general, sino una privación singular; se constituye en privación de este ser. No cabe, pues, que nos interroguemos sobre la manera en que el para-sí puede unirse al en-sí, ya que el para-sí no es en modo alguno una sustancia autónoma. En tanto que nihilización, es sido por el en-sí: en tanto que negación interna, se hace anunciar por el en-sí lo que él no es, y, por consiguiente, lo que tiene-de-ser. Si el cogito conduce necesariamente fuera de sí, si la conciencia es una cuesta resbaladiza en que no es posible instalarse sin encontrarse al punto precipitado afuera, sobre el ser-en-sí, ello se debe a que la conciencia no tiene de por sí ninguna suficiencia de ser como subjetividad absoluta, y remite ante todo a la cosa. No hay ser para la conciencia fuera de esa obligación precisa de ser intuición revelante de algo. ¿Y esto qué significa, sino que la conciencia es lo Otro de Platón? Recuérdense las bellas descripciones que el Extranjero del "Sofista" da de eso otro, que no puede ser captado sino "como en sueños": que no tiene otro ser que su ser-otro, es decir, no goza sino de un ser prestado; que, considerado en sí mismo, se desvanece y sólo recobra una existencia marginal si se fija la mirada en el ser; que se agota en su ser otro que sí mismo y otro que el ser. Hasta parece que Platón haya visto el carácter dinámico que presentaba la alteridad de lo otro con respecto a sí mismo, pues en ciertos textos ve en ello el origen del movimiento. Pero podía haber llevado las cosas aún más lejos: hubiera visto entonces que lo otro o no-ser relativo no podía tener una apariencia de existencia sino a titulo de conciencia. Ser otro que el ser es ser conciencia (de) sí en la unidad de los ékstasis temporalizadores. ¿Y qué puede ser la alteridad, en efecto, sino el cruce de reflejo y reflejante que hemos descrito en el seno del para-sí, ya que la única manera en que lo otro puede existir como otro es la de ser conciencia (de) ser otro? La alteridad, en efecto, es negación interna, y sólo una conciencia puede constituirse como negación interna. Cualquier otra concepción de la alteridad equivaldría a ponerla como un en-sí, es decir, a establecer entre ella y el ser una relación externa, que requeriría la presencia de un testigo para comprobar que el otro es otro que el En-sí. Por lo demás, lo otro no puede ser otro sin emanar del ser; en ello, es relativo al en-sí: pero tampoco podría, ser otro sin hacerse otro: de lo contrario, su alteridad se convertiría en algo dado, o sea en un ser capaz de ser considerado en-sí. En tanto que es relativo al en-si, lo otro está afectado de facticidad; en tanto que se hace a sí mismo, es un absoluto. Es lo que señalábamos al decir que el para-sí no es fundamento de su ser-como-nada-de-ser, sino que funda perpetuamente su nada-de-ser. Así, el para-sí es un absoluto unselbststanding, lo que hemos llamado un absoluto no sustancial.


Su realidad es puramente interrogativa. Si puede preguntar y cuestionar, se debe a que él mismo está siempre en cuestión; su ser nunca es dado, sino interrogado, ya que está siempre separado de sí mismo por la nada de la alteridad: el para-sí está siempre en suspenso porque su ser es un perpetuo aplazamiento. Si pudiera alcanzarlo alguna vez, la alteridad desaparecería al mismo tiempo, y, con ella, desaparecerían los posibles, el conocimiento, el mundo.


Así, el problema ontológico del conocimiento se resuelve por la afirmación de la primacía ontológica del en-sí sobre el para-sí. Pero ello para hacer nacer inmediatamente una interrogación metafísica. El surgimiento del para-sí a partir del en-sí no es, en efecto, comparable en modo alguno a la génesis dialéctica de lo Otro de Platón a partir del ser. Ser y otro, en efecto, para Platón son géneros. Pero hemos visto que, al contrario, el ser es una aventura individual. Y, análogamente, la aparición del para-sí es el acaecimiento absoluto que viene al ser. Cabe aquí, pues, un problema metafísico, que podría formularse de este modo: ¿Por qué el para-sí surge a partir del ser? Llamamos metafísico, en efecto, el estudio de los procesos individuales que han dado nacimiento a este mundo como totalidad concreta y singular. En este sentido, la metafísica es a la ontología lo que a la sociología la historia. Hemos visto que sería absurdo preguntarse por qué el ser es otro; que la pregunta sólo tendría sentido en los límites de un para-sí, y que inclusive supone la prioridad ontológica de la nada sobre el ser, cuando, al contrario, hemos demostrado la prioridad del ser sobre la nada; tal pregunta no podría ,plantearse sino a consecuencia de una contaminación con una pregunta exteriormente análoga y, sin embargo, muy diversa: ¿por qué hay ser? Pero sabemos ahora que ha de distinguirse cuidadosamente entre ambas preguntas.

La primera carece de sentido: todos los "porqués", en efecto, son posteriores al ser, y lo suponen. El ser es, sin razón, sin causa y sin necesidad; la definición misma del ser nos presenta su contingencia originaria. A la segunda hemos respondido ya, pues no se plantea en el terreno metafísico sino en el ontológico: "hay" ser porque el para-sí es tal que haya ser. El carácter de fenómeno viene al ser por medio del para-sí. Pero, si las preguntas sobre el origen del ser o sobre el origen del mundo carecen de sentido o reciben una respuesta en el propio sector de la ontología, no ocurre lo mismo con el origen del para-sí. El para-sí, en efecto, es tal que tiene el derecho de revertirse sobre su propio origen. El ser por el cual el porqué llega al ser tiene derecho de plantearse su propio porqué, puesto que él mismo es una interrogación, un porqué. A esta pregunta, la ontología no podría responder, pues se trata de explicar un acaecimiento y no de describir las estructuras de un ser. Cuando mucho, la ontología puede hacer notar que la nada que es sida por el en-sí no es un simple vacío desprovisto de significación. El sentido de la nada de la nihilización consiste en ser sida para fundar el ser. La ontología nos provee de dos informaciones que pueden servir de base para la metafísica: la primera es que todo proceso de fundamento de sí es ruptura del ser-idéntico del en-sí, toma de distancia del ser con respecto a sí mismo y aparición de la presencia de sí o conciencia.

Sólo haciéndose para-sí el ser podría aspirar a ser causa de sí. La conciencia como nihilización del ser aparece, pues, como un estadio de una progresión hacia la inmanencia de la causalidad, es decir, hacia el ser causa de sí. Sólo que la progresión se para ahí, a consecuencia de la insuficiencia de ser del para-sí. La temporalización de la conciencia no es un progreso ascendente hacia la dignidad de causa sui, sino un flujo de superficie cuyo origen es, al contrario, la imposibilidad de ser causa de sí. De este modo, el ens causa sui queda como lo fallido, como la indicación de un trascender imposible en altura, que condiciona por su misma no-existencia el movimiento horizontal de la conciencia; así, la atracción vertical que la luna ejerce sobre el océano tiene por efecto el desplazamiento horizontal que es la marea.

La otra indicación que la metafísica puede extraer de la ontología es que el para-sí es efectivamente perpetuo proyecto de fundarse a sí mismo en tanto que ser y perpetuo fracaso de ese proyecto. La presencia a sí con las diversas direcciones de nihilización (nihilización ek-stática de las tres dimensiones temporales, nihilización geminada de la pareja reflejo-reflejante) representa el primer surgimiento de ese proyecto; la reflexión representa la reduplicación del proyecto, que se revierte sobre sí mismo para fundarse por lo menos en tanto que proyecto, y la agravación del hiato nihilizador por el fracaso de ese proyecto mismo; el "hacer" y el "tener" categorías cardinales de la realidad humana, se reducen de modo inmediato o mediato al proyecto de ser; por último, la pluralidad de los unos y los otros puede interpretarse como una última tentativa de fundarse, tentativa que termina en la separación radical entre el ser y la conciencia de ser.
Jean Paul Sartre El ser y la nada, 1943, conclusión.


Para Sartre, el meollo de la disputa conceptual es entre el “Ser humano” y “El ser particular” en el cual esa humanidad se expresa en la persona, y que ambos seres, no son sino respuestas fallidas a reconocer esa separación fundante de la identidad entre lo que “humano” expresa lo que se es e individuo, expresa lo particular de eso que se es, y que en tanto no puede negar su humanidad, pero tampoco puede igualarse en esa humanidad a todos los humanos o a un “otro” en particular, constituye la ilusión de Sujeto para si.

Lacan propone otro modelo diferente para contener las preguntas que en estos desarrollos se suscitan.

Voy a decir −es mi función− voy a decir una vez más [...] algo que es de mi decir, y que se enuncia: no hay metalenguaje. Cuando digo eso, quiere decir, aparentemente, no hay lenguaje del ser. ¿Pero hay ser? Como señalé la última vez, digo lo que no hay. Ese ser, no se hace más que suponerlo a ciertas palabras [...]. Para mí, no es más que un hecho de dicho” (Lacan, 2008d, p. 143).
El seminario de Jacques Lacan, libro 20: Aún. Buenos Aires: Paidós.

Lacán propone una “esencia” del lenguaje en una anti-filosofía (del ser) y una anti -ontología (De la esencia del ser), para posicionarlo en el espacio de la comunicación humana … con “otro” (humano, cosa natural o artificial).

Así la metafísica y la ontología por un lado y la escencia en el lenguaje por otro, conciben sus modelos, que de igual modo, refieren a lo innombrable …

V
Lo que si se puede nombrar.

Aquello que se puede nombrar, es la cosa. La cosa entonces aparece como algo diferente a aquello que se imagina o simboliza y entonces, no solo en referencias materiales, concretas, demostrables, pragmaticas, diferencian un “ser de las cosas” en el lenguaje y permite distinguir el decir de uno respecto al decir de “otro” … transformando a las cosas existentes y dichas en objetos de lucha de poder … ¿quién nombra? ¿Porque un nombre se impone como verdad frente a otros múltiples posibles? 
 

Lo que si se puede nombrar es aquellas existencias a las que convenimos darle el mismo nombre, sentido y dirección. Por lo tanto es lo común que distingue a un grupo, comunidad, sociedad, civilización y la diferencia respecto de otras, en un mismo tiempo o en la historia pasada o idealizada como futuro o por venir.

Lo que se puede distinguir en los lenguajes, son esos relatos que construyen comun-unidad, que dan marco a las expresiones individuales de los sujetos en ella y a quienes quedan excluidos o navegan en sus márgenes. Todo modelo social tiene excluidos y márgenes que el poder del relato, ya no de sujetos sino de la mentalidad construida histórica y colectivamente, asigne como limite de la identidad gregaria, social … el ser … (Nacional, etario, genérico, cultural, jerarquico, etc.etc.etc.), y que disputan el poder de nombrarse, dentro, fuera o en esos márgenes …

VI
De donde venimos

Esos relatos que disputan poder pueden recorrer diferentes modelos conceptuales. Esas diferencias, en ocasiones, no son propias de esas distinciones que los humanos hacemos en el lenguaje respecto de las cosas que, al atribuirles existencias, separamos de quienes nombran, y describimos, medimos, cuántificamos y establecemos relaciones con “otros” (Personas, naturaleza (Vida), cosas naturales o inventadas).
La pandemia ha tenido el atributo de colocar a toda cosa en el borde mismo de su concepto en cada uno de los relatos que le confieren singularidad …

La pandemia había sido, paradójicamente, un bálsamo en los conflictos que atraviesan a la sociedad argentina. Por un momento permitió olvidar que la gestión macrista dejó una economía en una pendiente peligrosa, un situación de precariedad social alarmante, un Estado sin recursos y sometido a la presión de acreedores externos y locales. Todo fue asordinado por la nueva preocupación por sobrevivir, tanto física como económicamente, por las nuevas polémicas en torno a las buenas prácticas infectológicas, y sobre las proporciones adecuadas de vida/economía. Habían pasado al freezer las cuestiones centrales que van a permitir que la Argentina salga adelante, o que siga en el sendero de decadencia que el neoliberalismo periférico le ha impuesto en las últimas décadas.


Pero la vida sigue, y las decisiones tarde o temprano hay que tomarlas.


La negociación de la deuda continúa en un tenso clima. El gobierno argentino no se ha dejado acorralar por los bonistas que le están exigiendo condiciones que han provocado la intervención del propio FMI para reafirmar que no se le puede pedir más a la Argentina, y que llevaron a Joseph Stiglitz, premio Nobel muy ligado al ministro Guzmán, a señalar que “los acreedores no tienen vergüenza”, acusándolos de insensibilidad humana y de incomprensión de la inviabilidad económica de sus demandas al país. Argentina podrá pagar su deuda si, entre otras cosas, consigue las divisas suficientes a través del comercio exterior.


En este contexto, la decisión oficial de intervenir y expropiar al grupo Vicentin nos ha devuelto a las discusiones estructurales pendientes del mundo pre-pandemia.


Runners



Si algo no puede decir la vociferante derecha local, es que la situación de Vicentin la provocó el Frente de Todos. Su auge y caída se produjeron durante la gestión de Cambiemos, así como buena parte de las maniobras fraudulentas que se vienen denunciando en relación al accionar comercial, financiero y crediticio del grupo.


Mientras en la ciudad de la pandemia la gestión de Rodríguez Larreta decidió permitir la alegre difusión masiva del Covid-19 mediante la realización de corridas nocturnas sin adecuadas medidas de protección, la decisión oficial de tomar al grupo Vicentin como una relevante herramienta de política pública disparó otra carrera, que cuenta con dos grandes runners.


Por una parte el Estado nacional, encabezado por un frente de sectores populares que necesita contar con instrumentos regulatorios para garantizar la gobernabilidad económica en los próximos años, y por otra parte el establishment argentino (al cual reportan los principales medios de comunicación, Juntos por el Cambio y responde el público cacerolero en general), dispuesto a evitar que ningún gobierno argentino cuente con herramientas para conducir el proceso económico.


En el caso Vicentin, en ese sentido, convergen dos elementos importantes: la capacidad económica con la que se va a dotar el Estado en materia de producción, comercialización, exportación y generación de divisas, además del control más estricto sobre el sector externo, y en un sentido más estratégico, la capacidad política del sector público para incidir en variables macroeconómicas que hoy están en manos exclusivas del sector privado.


El episodio Vicentin encarna, por lo tanto, una puja de poder porque abre un sendero estratégico de mejora de las capacidades públicas para conducir la economía.


El gobierno debe saber que la correcta decisión de hacerse cargo de ese grupo fallido no será leído con lentes normales, de país civilizado, sino por un sector acostumbrado a dictar las reglas del juego democrático, y que interpreta cosas que en otras partes del mundo se consideran facultades normales de los Estados, en claves muchísimo más ideologizadas, que rozan la paranoia.


Cada runner tendrá una meta: el gobierno argentino lograr la gobernabilidad necesaria para promover el crecimiento y una mayor equidad social. La derecha sacará todo a la cancha para defender su dominio sobre la sociedad, en función de continuar preservando y acrecentando sus negocios particulares.



Vicentin no es el socialismo



La hiperideologización de los sectores más concentrados es alarmante. Su hostilidad a todo lo público y lo estatal no se observa en el Primer Mundo.



Un economista liberal, más culto que los lamentables retoños actuales, Juan Carlos de Pablo, lo ha escrito con meridiana claridad en esta semana a raíz de Vicentin: «Prefiero una empresa privada en manos nacionales que extranjeras; pero prefiero una empresa privada en manos extranjeras a una empresa pública». Queda claro que el criterio es “lo privado uber alles”, y lo nacional queda en un segundo plano. Este es el criterio permanente del liberalismo argentino. El diseño de las grandes privatizaciones en los ’90 generó grandes monopolios privados en algunas áreas. En esa instancia también el razonamiento fue: entre un monopolio público y un monopolio privado –y extranjero—, siempre mejor el monopolio privado. El remanente del ideal liberal, en el mundo realmente existente, es que lo privado –y lo multinacional— es lo único que debe ser promovido por el Estado. Aquí y en el resto del planeta, esa es la lógica profunda de la globalización.


Frente a esa lógica que no promete nada a nadie que no participe del reducido grupo social corporativo, el gobierno nacional toma una decisión a contrapelo de las preferencias liberales.


Lamentablemente la discusión pública debe atravesar un mar de ignorancias y falacias para poder avanzar. Expropiar una empresa no es el socialismo, sino algo que fue muy frecuente en el capitalismo productivo de posguerra. Cobrar impuestos no es expropiar. Controlar monopolios no es el comunismo. Evitar la especulación cambiaria no es totalitarismo. Frenar el contrabando de cereales no es chavismo. La derecha local califica como medidas revolucionarias a lo que es el difícil camino de volver a la legalidad económica, a salir de la anomia empresarial, a que las leyes del Estado nacional alcancen también a los poderosos.


El intento, evidente y grosero, de transformar a la diputada Fernanda Vallejos en un nuevo cuco de las sectores medios ignorantes es  impedir la discusión racional y derivar al terreno de las pasiones fascistoides. Es inadmisible, en una sociedad democrática, que el mero hecho de aludir a una solución económica que se adopta en países como Francia y Alemania, sea razón para que una persona sea vandalizada por la prensa reaccionaria. Los límites del debate público se han corrido tan extraordinariamente en la Argentina, que la ignorancia prejuiciosa y la estafa ideológica se han transformado en las nuevas varas para medir qué está permitido y qué no en el debate público.


Es claro que no se quiere debatir en serio, con argumentos, ejemplos y datos, porque hay un designo autoritario en quienes se creen dueños del país. Su proyecto no se debate con nadie. Y “consenso” es hacer lo que ellos determinen.


Las venas abiertas de la Argentina



Entre los problemas de fondo que tenemos, uno de los fundamentales es qué hacemos con el uso del excedente económico. El excedente es la porción de la riqueza nacional que queda, luego de satisfacer las necesidades básicas de la sociedad. En el caso argentino, el excedente es significativo, y su buen uso, su aplicación con criterios productivos y sociales, permitiría en un plazo no muy prolongado cambiarle completamente la cara al país y lograr standards de vida aceptables para todos sus habitantes.



Pero el problema, que es económico pero que es sobre todo político, es cómo hacer que el excedente fluya hacia las actividades que el país y la sociedad necesitan. Eso es fácil discursivamente para el liberalismo: denle la plata al mercado y la prosperidad se generará inmediatamente. No es cierto, no ha pasado aquí ni aquí ni en ningún país de América Latina. Por cederle el control del excedente a los grandes capitales, nuestra región está como está.


Para el Estado, en la medida que esté conducido en función de un proyecto nacional, es clave encontrar la forma de canalizar el excedente hacia fines de inversión en producción e infraestructura social. Pero nada es fácil, porque aún no logramos algo previo: que el excedente no se escape del circuito productivo nacional. No otra cosa es el significado de la gigantesca fuga de capitales, que ocurrió en el macrismo, y antes del macrismo, desde la reforma financiera de 1977.


La sinfonía pro-fuga de la prensa seria



El gobierno parece estar moviéndose en el sentido de contener la hemorragia de dólares/excedente, con algunos pasos imprescindibles. Pero hasta en eso el ambiente cultural-ideológico está tan distorsionado, que nos encontramos con que existirían unos derechos sagrados a la fuga de divisas, y que en cambio el Estado sería abiertamente un ente opresor si pretende que los recursos se canalicen hacia la producción.


El artículo titulado “El sueño del estado omnipresente”, publicado por La Nación el 23 de mayo, constituye un testimonio de esta mentalidad hostil al uso productivo del excedente. Se dice en ese texto: “Hay empresarios arrepentidos de haber aceptado la ayuda del Estado para pagar sueldos… Ejecutivos de la UIA se lo transmitieron al ministro Kulfas: no están conformes con los requisitos que la AFIP exige a cambio de recibirla (a los fondos ATP)”. Y recuerda las condiciones que  establece el Estado para otorgar ese subsidio, y que mortifican a ciertos empresarios: “No distribuir utilidades, no comprar dólares mediante operaciones con acciones y no hacer transferencias a socios relacionados con paraísos fiscales”.



Estamos en una situación tan distorsionada, que el Estado les está regalando una parte de los sueldos a las empresas sin considerar su tamaño ni capacidades financieras, y sólo les pide que no distribuyan utilidades (parte de la cuales estarían constituidas por esas transferencias públicas), que no compren dólares para enviarlos al exterior mediante la operación CCL —contado con liquidación— (operación que podría ser hecha, en parte, con esos fondos recibidos por el Estado, para continuar fugando divisas), y que no transfieran fondos a guaridas fiscales. Simplemente eso les pide el Estado, que no delincan (desviando los fondos recibidos a sus bolsillos particulares) y que no fuguen más dólares… y eso modestísima demanda de sensatez y prudencia social es tildada como “el sueño del estado omnipresente”.


La sinfonía pro-fuga ha sido también ejecutada por Carlos Pagni, en su artículo “El truco de la fuga de dólares le salió muy mal al kirchnerismo”.


El texto es un conjunto de falacias para tapar-justificar una práctica económica que tiene el efecto de esterilizar el ahorro nacional y transformarlo en activos externos a nuestra economía. Pero lo que interesa resaltar es la explicación digna del personaje nazi Miky Vainilla, cuando dice que “sólo hace pop, pop para divertirse”. Pagni señala que “lo relevante es lo que se pretendía reprochar”, “gente que tenía pesos declarados, que había pagado sus impuestos, decidió comprar un bien, en este caso dólares”. Podrían ser caramelos, monopatines, pero fueron dólares.
Casualmente el dólar es “el” bien para transformar ahorros locales en activos trasladables al exterior. Agrega que esos dólares serían “para depositarlos en el exterior o comprar una casa en el país. Da lo mismo”. No, no da lo mismo. Una casa en el país es empleo, producción y consumo locales que se activan. Una cuenta en el exterior es como si se hubiera quemado esos “bienes que decidió comprar”. Pagni intenta hacer pasar por un derecho individual inalienable, por una “libertad personal”, una práctica colectiva de un sector social muy concentrado, que pretende que la comunidad nacional se quede en silencio e inerte mientras ve que los fondos necesarios para hacer que el país funcione terminan en Panamá.


Y volvemos a diferenciar: uno es el problema genuino del ahorro de lxs argentinxs que necesitan algún mecanismo para guardar y preservar sus excedentes personales, y otro es el de los grandes capitales que fugan el excedente. El Estado debe proveer a los primeros los instrumentos financieros creíbles y sólidos para que no tengan que andar corriendo detrás del dólar. El problema de cómo hacer que los grandes actores se decidan a ocupar el rol que la teoría dice que tienen los capitalistas en la sociedad capitalista, es otro problema mucho más complejo.



Anticomunismo de anticipación



Evidentemente el programa de la derecha no incluye la posibilidad de la recuperación argentina: se va a oponer a todo lo que sirva para que el país se ponga de pie, porque no quiere un Estado con las capacidades de gestión necesarias para liderar el crecimiento. Ya está usando el latiguillo de la libertad versus el autoritarismo, denuesto con el que señalará a todo ejercicio de poder significativo por parte del actual gobierno.


Y usarán el valor supremo de la propiedad, con la particular variante local de haber extendido el concepto para que incluya a todo privilegio económico obtenido de las formas más espurias y corruptas. El derecho de propiedad en su versión argentina sería un “pelito para la vieja” sobre todas las rentas apropiadas en forma inescrupulosa por diversos actores privados. El derecho de propiedad también será esgrimido contra las necesarias regulaciones económicas, acompañadas del latiguillo –ridículo, luego de la experiencia macrista— de “así no van a venir las inversiones”.


Cuando surgió Bolsonaro en Brasil, con su furibundo anticomunismo sin comunistas, pareció delirante y extemporáneo. Nos costó un tiempo comprender la función política de ese anticomunismo agresivo, muy útil en su política de ataque a los derechos de los trabajadores y jubilados, mientras sostenía con mano firme a su ministro ultra liberal y rematador del Brasil, Paulo Guedes.


El anticomunismo de los peleles periféricos latinoamericanos no tiene que ver con el comunismo, sino con un discurso de guerra, violento y agresivo, contra los actores reformistas y moderados que intentan modificar algo del cuadro del subdesarrollo y la desigualdad.



Aquí también ha asomado ese ensayo grotesco, que no tiene base en una realidad política de fuerte radicalización izquierdista, sino precisamente en lo contrario: una fuerte radicalización derechista, que sobre un contexto de atraso y miseria como el latinoamericano, avanza brutalmente sobre los restos de bienestar disponibles en los rincones de nuestra región. Es un anticomunismo de anticipación, que agrede preventivamente a los actores que podrían esbozar un “no” a las demandas de nuevas depredaciones sociales por parte de fracciones minoritarias.


Es evidente que a estas minorías les importa un bledo la democracia en un sentido profundo, sino que recuperan la palabra como defensa del statu quo, y se refugian para eso en el eje pretérito “democracia versus comunismo” que goza todavía de alguna legitimidad residual en las regiones donde perdura la hegemonía norteamericana.


Parecería mucho más cercano a la realidad argentina hablar del par de opuestos “bienestar social versus rapiña particular” que de rezagos ideológicos de la guerra fría.


En todo caso, el autoritarismo real parece impregnar el comportamiento de actores minoritarios que no están dispuestos a someterse a las leyes que pueden afectar sus beneficios, mientras que si las políticas públicas fueran capaces de encarnar las luchas y demandas de las mayorías, podrían representar una forma concreta, social, de la palabra libertad.

VII
El relato decolonial … La identidad del sujeto Latinoamericanos

lvaro García Linera no para. Ni el aislamiento ni el exilio lo corren de la escena intelectual y política de América Latina. Desde su departamento en Buenos Aires, en donde dice haber encontrado el afecto de muchas personas que lo que lo han ayudado a sobrellevar el exilio, da clases de seminario para el Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, conferencias virtuales para la Universidad de San Martín y se mantiene conectado con los movimientos políticos en Bolivia. “Pienso que este momento es un excelente reto para la izquierda”.
Siempre esquivo al pensamiento dogmático, a los 57 años, García Linera es un referente para las izquierdas y los sectores progresistas. Profesor de teoría del Estado, con estudios en Matemáticas, formó parte del indigenista Ejército Guerrillero Tupak Katari a mediados de los ochenta y acompañó como vicepresidente de Bolivia a Evo Morales durante tres mandatos, entre 2005 y 2019. Pero este año no competirá por ningún cargo electoral en las generales del próximo 6 de septiembre. En esta entrevista analiza el escenario político que deja la pandemia, examina el colapso de la economía mundial y propone algunos elementos prácticos para la construcción de una agenda progresista como respuesta a la crisis.


 ¿Crees que hay lugar para una agenda de izquierda?


El espacio de posibilidades está abierto. Por lo general, las sociedades tienen una manera de imaginar el futuro. Lo que prevaleció en el mundo en estos últimos 40 años, a excepción de América Latina, ha sido el porvenir como una repetición de lo que teníamos. La idea de un mundo globalizado, con libre mercado, elecciones cada cinco años, pérdida de los derechos en silencio, creer que uno puede ser rico en base al esfuerzo personal. Eso se ha detenido; esa imagen de futuro comienza a resquebrajarse porque no lo vemos claro. Esa narrativa imaginaria del porvenir comienza a mostrar fallas y debilidades. Entonces las personas entran en un estado de estupor inicial que termina por debilitar la narrativa dominante. Pero luego tienen que comenzar a desarrollar, a imaginar, a creer en nuevos escenarios, porque uno no puede vivir en la incertidumbre permanente. La incertidumbre está bien para los filósofos, pero no para la vida cotidiana de las personas. Entonces ahí se abre un abanico de posibilidades. En este momento, las sociedades están dispuesta a oír otras cosas, aunque no saben bien qué. Esto no significa que se traduzca en tendencias progresistas. También hay predisposición a oír tendencias muy conservadoras y reaccionarias. Entonces el porvenir se presenta como un espacio no solamente de incertidumbre, sino también de disputa. Estamos disputando el porvenir en el presente. Más allá de la tragedia que estamos viviendo producto de esta pandemia, me refiero a las muertes y los efectos económicos, es un momento extraordinario y excepcional para luchar por futuros posibles. La gente abre sus esquemas cognitivos en búsqueda de un lugar dónde aferrarse, en dónde depositar sus esperanzas, en dónde confiar sus expectativas de lo que podría ser el futuro.


Un escenario de tanta incertidumbre mundial puede derivar en el avance de tendencias autoritarias, ¿cómo deberían avanzar las izquierdas democráticas para hacer frente a este tipo de respuestas reaccionarias?


Pienso que este momento es un excelente reto para la izquierda. Primero, antes no podíamos penetrar en un mundo de expectativas como las que teníamos. Si bien en América Latina sucedió algo así a comienzos del 2000 por la crisis que vivió el neoliberalismo, no pasó lo mismo en el resto del mundo. Primero, la izquierda debe identificar esta porosidad en el sistema de creencias. Es un buen momento para nuevas ideas. Pero también, tiene que tiene que detectar el papel performativo del discurso. No cualquier discurso es performativo¸debe ser sobre condiciones objetivas. No cualquier discurso crea realidad, sino aquellos discursos que tienen la capacidad de ensamblarse con las tendencias materiales de la sociedad. Esos son los que pueden crear lo que enuncian. La izquierda, si quiere crear lo que enuncia, tiene que articularse con las tendencias que están surgiendo.
¿Y qué está surgiendo?
Primero, lo que mencionaba, la porosidad de las creencias. Segundo, la gente reclama presencia de un Estado que los proteja; ha acudido a su Estado, ha hecho caso a su Estado y asiste a él como lugar último de protección. Entonces reforzamos esa dimensión comunitaria del Estado. El Estado es la fusión de comunidad y de monopolio, no puedes separarlo. El punto es cuál de las tendencias potencias más debilitando a la otra. Tercero, debemos atender a los mercados locales. No es posible que un país, para acceder a insumos básicos en la protección a la salud, tenga que esperar el encadenamiento de quince países. Hemos visto varios viajes, por todo el mundo, para conseguir una mascarilla o un respirador. La sociedad reclamará mayor mercado local. No es un regreso al nacionalismo, sino una preocupación por crear cadenas de provisión más cortas, más regionales o nacionales.



¿Y eso afecta a la globalización?

Diría que no, porque hay otro flujo de mercancías que no requiere esa atención. Por ejemplo, producir soja, ¿qué hago con tanta soja? El mercado nacional ahí no funciona. Hay ámbitos del mercado que van a requerir mantener las cadenas de suministro integradas a nivel global. Pero también existen otras enfocadas en el mercado interno. Entonces habrá una especie de régimen económico anfibio: proteccionismo en ciertos ámbitos, articulación global en otros. Una especie de globalización con geometría variable. Y ahí la izquierda tiene que proponer. No puede ser que la izquierda se encierre ni que regrese a un nacionalismo. Por mucho que sea un nacionalismo de países dominados, no va a funcionar porque hay una parte de la economía que requiere una articulación global. Entonces debemos reforzar y mirar al mercado interno, pero también avanzar con una globalización selectiva en determinados ámbitos, de manera tal que la gente sienta que puede moverse simultáneamente como en dos carriles, potenciando uno, reforzando el otro, a veces separados uno del otro para mejorar. Se ha roto una lectura esencialista, ahora tiene que ser una lectura más práctica.


¿De dónde saldrá el dinero para hacer frente a esta crisis?


Hasta el Fondo Monetario Internacional le está proponiendo a los países pobres que cobren más impuestos. Existen propuestas muy concretas como no pagar la deuda externa, aplicar impuestos a las grandes fortunas, repatriar los recursos de los paraísos fiscales, establecer créditos con tasa de interés de cero a uno por ciento a las pequeñas actividades productivas, apoyar al sector mediano empresarial, siempre y cuando respete derechos laborales. La gente está reclamando una acción económica potente de los Estados. Ahí la izquierda tiene una enorme oportunidad: ¿cómo se van a pagar los costos de la reconstrucción económica y de la enfermedad? ¿Se hará a través de estas opciones o por vía del ajuste de los salarios y los derechos? Otro de los temas, es el del control de los paraísos fiscales. En Bolivia se calcula que, entre el 2003 y el 2014, cerca de una sexta parte del PIB se fugó a paraísos fiscales. Es mucho dinero. Tienes sanciones y premios. Cada país, según su correlación de fuerzas, tiene que analizar en qué medida recurre a esas estrategias para garantizar que ese dinero regrese a su país. El Estado tiene un conjunto de mecanismos para controlar las fortunas de la propiedad, como impuestos o algún tipo de retención. El control de los paraísos fiscales es una demanda que viene de las izquierdas y que ahora se tiene que operativizar.
Sin embargo, cuando los gobiernos progresistas de América Latina han intentado avanzar con este tipo de políticas, aún en tiempos de fuerte hegemonía de izquierda, han encontrado sus límites.
¿Cuánto poder real tiene la política en este momento para avanzar en esa dirección? 


Creo que ahora la gente está más predispuesta por la gravedad de lo que vivimos. Es un momento de emergencia planetaria. Estamos frente a una situación que nunca imaginamos que podía suceder. Desde ese escenario de predisposición debemos avanzar con medidas concretas. Pienso que quizá nuestro problema ha sido que, cuando la izquierda proponía algo, en vez de aislar a los afectados, les daba un margen de solidaridad imaginada con otros sectores. Lo que debemos hacer es crear fronteras discursivas propositivas que hagan que los afectados sean minoritarios. Van a protestar, pero no van a encontrar base social de apoyo que limite una propuesta que es beneficiosa para el país. Dependerá de la capacidad de los gobiernos en marcar fronteras.

Suspender el pago de la deuda ha sido una propuesta sin éxito de los sectores más radicalizados de la izquierda, ¿crees que ahora es posible?

Antes, suspender el pago de la deuda externa era una propuesta marginal, y ahora son temas que se discuten dentro del FMI y el Banco Mundial. Esos organismos no plantean anular el pago de la deuda, sino que han propuesto posponer los pagos de las deudas.

Lo mismo ha pasado con el tema de una renta universal, era una propuesta marginal de grupos de izquierda que la vienen trabajando desde hace más de 20 años, y resulta que ahora te lo repite la editorial del Financial Times. Entonces, la perspectiva en función de la propia realidad está cambiando muy rápidamente, lo que lleva a la posibilidad de suspender el pago de la deuda externa. Luego hay que avanzar con la anulación del pago de la deuda, pero eso va a depender de que haya más consenso en otros países. Dependerá mucho de cómo prospere esta idea para convertirse en sentido común.
La CEPAL calcula para este año al menos 11 millones de nuevos pobres en América Latina ¿qué respuesta inmediata podría darse a este sector?

Es una tragedia. Una tragedia médica que gradualmente se convertirá en tragedia económica. La izquierda tiene que estar presente para proteger a esas personas de lo que se viene. La idea de una renta básica universal es una opción. Esto significa que el Estado garantice un ingreso básico para no morirte de hambre, para tener una vida básica digna en los siguientes años. Los Estados lo están empezando a hacer de manera segmentada y temporal, entonces es posible. Esto que decían de que va a ser un gasto innecesario, de que las economías van a quedar aplastadas, no es cierto. Los viejos prejuicios contra estas ideas de izquierda se han derrumbado. Esto que antes se habría calificado de populismo derrochador ahora es lo mínimo que se puede hacer.

¿Qué otros puntos debe contener una hoja de ruta de izquierda?

Hay una batería de ideas que las colocaría como iniciales para el desarrollo de una agenda de izquierda. En el tema de la salud, por ejemplo, deberíamos poder garantizar una cobertura común para todos los ciudadanos del mundo. No importa de qué nacionalidad seas, vas tener un conjunto de derechos básicos en materia de salud. Esto que vimos con el colapso de los varados en el exterior tiene que ver también con eso. Hay varias propuestas que están circulando entre grupos de izquierda acerca de cuál puede ser esta fuente de financiación para garantizar una cobertura básica universal ya que corremos el riesgo de que esto vuelva a suceder. Si hay alguna globalización que vale la pena, es la globalización del sistema de salud. Otro tema es la modificación de los patrones de consumo. En estos dos o tres meses, más allá de la tragedia humana, la gente ha podido quedarse en sus casas consumiendo seguramente la mitad, la tercera, cuarta parte de lo que normalmente consume. El mundo puede funcionar así, las personas podemos regular nuestros consumos. La gente está haciendo una autoevaluación de sus pautas de consumo y eso hay que apuntalarlo.

¿Hay lugar para la política ambiental?


Sin dudas, es un momento en el que el nuevo dinero que será utilizado de emergencia, me refiero a ese entre 5 y 15% extra del PIB que incluye endeudamiento, emisión monetaria, compra de bonos, etcétera, será orientado hacia actividades de carácter social y productivo. Por lo tanto, puede estar también orientado a ir modificando nuestros modos de producción. De manera que, si hay dinero para apoyar a una empresa, esa ayuda se de en el marco de protocolos sociales obligatorios, pero también de nuevos protocolos ambientales que vayan modificando la emisión de gases de efecto invernadero. El paquete de propuestas de las izquierdas es amplio, pero es apenas el primer paso. Se requiere mejorar, reforzar, ampliar siempre dialogando con la gente.

¿Qué capacidad de articulación global de una agenda progresista es posible? ¿Cómo analizar la creación de la Internacional Progresista? 

Bueno, es un nuevo intento de articular experiencias y reflexiones a nivel mundial que es muy sano. La cosa va a depender de cómo esas reflexiones no queden como reflexiones muy académicas, sino que ayudaen al debate público, en la televisión, en los periódicos, en los debates sociales, en los barrios, en los sindicatos. Esa articulación siempre es clave para hacer de una idea excelente, una idea fuerza co-organizadora del sentido común. Ese es el gran reto en los siguientes años. Es un buen momento para crear algo así porque la gente en la universidad, en la casa, está dispuesta a oír otras cosas. Si hay inteligencia en estas propuestas regionales o mundiales para proponer un conjunto de aspectos que emerjan de las expectativas sociales, y que vuelvan de manera más ordenada sobre ellas, va a ser muy eficaz.
En un momento donde los Estados ganan fuerza, ¿cómo analizás la articulación entre lo nacional y lo internacional para avanzar con una agenda de este tipo a escala global?

Creo que siempre se necesitan las dos cosas, lo nacional y lo internacional. El movimiento de las mujeres es un ejemplo de cómo una fuerza nacional dispersa inicialmente luego puede irradiarse como una gran movilización planetaria. Ese es un ejemplo extraordinario, pero primero existió una fuerza local. Pues eso hay que emular: esa habilidad, esa capacidad de generar una fuerza nacional para tomar en cuenta debates, expectativas, necesidades, frustraciones locales, muy locales, pero luego ir hacia el mundo, porque son temas que nos afectan a todos. La izquierda tiene que tener la habilidad de caminar con los dos pies: lo nacional y lo internacional. La economía va a avanzar así, con lo nacional y lo internacional. Las ideas progresistas tienen que andar así también, una y otra se necesitan. El ejemplo de las mujeres creo que es el mejor.

VIII

La pandemia de coronavirus ha encerrado a las poblaciones dentro de sus casas y ha puesto a millones bajo el foco de un nuevo panóptico controlado por el estado, observándonos a nosotros ya nuestros movimientos en nombre de la seguridad pública.

Nuestros presentadores de podcast Pocket Dilemma , Jonathan Charles y Kerrie Law, se unieron en Zoom por:
  • Peter Pomerantsev-  Senior Fellow, LSE. Autor: Esto no es propaganda, nada es verdad y todo es posible
  • Samuel Woolley - Profesor, Universidad de Texas en Austin, Director Fundador, Laboratorio de Inteligencia Digital y autor de "El juego de la realidad: cómo la próxima ola de tecnología romperá la verdad"
Discutieron los aspectos éticos de la tecnología, incluida la transparencia, el uso de datos y la confianza. ¿Es efectiva la verificación de hechos? ¿Qué regulaciones son necesarias para controlar las empresas tecnológicas del sector privado?
Peter Pomerantsev enfatizó que la importancia radica en la confianza: “Hay algo más grande en juego aquí que se relaciona con la confianza y la transparencia. Todavía vivimos en Internet, es decir, no vemos realmente cómo se producen y crean los materiales. Lo comparo con los restaurantes de la vieja escuela donde no se podía ver la cocina ".

Samuel Woolley expresó una palabra de advertencia sobre el uso de IA: “La inteligencia artificial y el aprendizaje automático se utilizan para la escala. Se pueden usar para amplificar masivamente un punto de vista particular o para suprimir otro punto de vista y eso es algo aterrador ”.

Como observó Peter Pomerantsev:
"Vivimos en esta extraña paradoja donde hay más información que nunca antes, pero en realidad mucha menos información sobre lo que está detrás de esta información".

Daniel Roberto Távora Mac Cormack


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