Domingo
14 de junio de 2020 y Lunes 15 de Junio de 2020
I
Comunicaciones
”El
virus es un pedagogo que nos está intentando decir algo.
El problema es saber si vamos a escucharlo y entender lo que nos está
diciendo. Lo dramático es que tiene que ser por esa vía de muertes
para que nosotros, los europeos, los del Norte, que no estamos tan
acostumbrados a epidemias y somos muy arrogantes, lo entendamos.
Estamos ante una pedagogía nueva y por eso no me gusta la idea de la
guerra, que hace del virus el enemigo al que hay que matar. Los virus
son fundamentales para la vida, para los animales, para la naturaleza
y también para nosotros, pero hemos desregulado los ciclos vitales
de la naturaleza y de los animales y por eso ahora hay cambios,
trastornos, en las transmisiones de virus que pueden llegar a los
humanos.”
La
ignorancia, la indiferencia, la desviación de la mirada, puede
explicar bajo qué velo sigue todavía oculto este misterio. Pero
para cualquiera que sea capaz de dirigir, hacia ese fenómeno, una
valerosa mirada —y, una vez más, poco hay de seguro para no
sucumbir a la fascinación del sacrificio en sí mismo— el
sacrificio significa que, en el objeto de nuestros deseos, intentamos
encontrar el testimonio de la presencia del deseo de ese Otro
que
aquí llamo el Dios oscuro. (Lacan, 1987: 283)
Vicentin
es una de las principales empresas argentinas de alimentos. Produce
tanto cereales y oleaginosas como algodón, vino, carne y frutas.
Tiene alrededor 5.500 empleados y está vinculada con más de 2.500
pequeños y medianos productores. Representa, en materia de
exportaciones de granos y oleaginosas, uno de cada 10 dólares que
ingresa en el país.
Los
chispazos políticos coinciden con los sanitarios.
Tras
haber alcanzado Argentina
un récord de casos de coronavirus, el presidente Fernández señaló
que algunas regiones del país, especialmente el Área
Metropolitana de Buenos Aires,
podrían volver a la fase uno de la cuarentena, extendida hasta el 28
de junio.
Una
de las expertas que lo asesora, Florencia
Cahn,
médica infectóloga, se mostró sorprendida por la cantidad de
personas que salió a correr en la ciudad
de Buenos Aires
tras la venia del gobierno de la ciudad.
En
Europa,
a su vez, se habló en su momento del milagro portugués, comparando
las medidas adoptadas por el gobierno del primer ministro, António
Costa,
con el apoyo incondicional de la oposición, con las de otros países.
Una
gran diferencia con el tira y afloje entre el gobierno y la oposición
de España,
sin ir más lejos.
Ahora
ha habido un repunte de casos en los barrios más pobres y centros
industriales de las afueras de Lisboa,
pero no se reforzaron las medidas de precaución, señala Andrés
Malamud, doctor en ciencias sociales y políticas e investigador de
la Universidad
de Lisboa,
agudo observador de la realidad argentina.
La
fascinación por la edad media.
Enganchados
a la edad oscura. Pues
sí, la llamada edad oscura está durando más de lo previsto. Están
la Alta Edad Media, la Baja Edad Media y el siglo XXI, al que una
pandemia y el repliegue de los clásicos a las bibliotecas de los
monasterios le están dando un toque feudal. Además, las historias
del rey Arturo o el Grial y el imaginario de espadas, batallas y
dragones siguen fascinando al lector y al espectador moderno. En la
portada de nuestra edición impresa de esta semana, la medievalista
Ana Rodríguez (del CSIC) repasa los últimos libros de historia de
la Edad Media -que siguen siendo todo un subgénero editorial- y
discrimina datos y mitos. Así sabremos el reto que ha sido siempre
para la historiografía vérselas con manuscritos que pasan de contar
con tono notarial los bienes de una parroquia a, sin cambiar de tono,
relatar una historia de vampiros y apariciones. También sabremos lo
que la leyenda del Grial debe al dogma de la presencia de la sangre
de Cristo en la Eucaristía -tan tardío como del siglo XIII- o la
(mala) imagen que la Europa de la Contrarreforma tenía del mago
Merlín. Por su parte, la influencia del medievo en el cine y la TV
(de Juego de Tronos a El nombre de la rosa y Vikingos pasando por
Indiana Jones, Star Wars o Dragones y Mazmorras), parece
fascinar las mentes del siglo XXI y como sucede en la historia humana
desde que el humano alcanzó algún medio de comunicación de sus
experiencias y de que tales registros le sobrevivan, pasados,
presentes y futuros se mezclan de modos complejos en la realidad.
II
Elementos
de la comúnicación.
La
palabra cosa, Según la Real Academia Española RAE,
1.
Lo que tiene entidad, ya sea corporal o espiritual, natural,
artificial, concreta, abstracta o virtual.
La
palabra "cosa" viene del latín causa. Sí, la misma que
nos dio la palabra "causa" que indica el principio que
motiva una acción. De ahí pasó a significar asunto o cuestión
(motivo de la conversación). ... Causal - Relativo a la causa o
razón de una cosa, o que la expresa.
Toda
cosa podría definirse como aquello pasible de ser nombrado, en
diferencia a “lo humano” que da nombre, define, describe, separa
y atribuye cualidades que distinguen.
No
es entonces una cosa, aquello que se define por su cualidad o
cantidad, sino sencillamente porque no puede nombrarse “a si mismo”
y definirse fuera de la definición que se le dé en los lenguajes
con el que los humanos nos comunicamos.
… Y
aunque hay lenguajes entre otras especies que son ajenos a nuestras
capacidades por comprender y entender, es “lo humano” el que
atribuye tales condiciones a lo no humano y no a la inversa. Esto es,
si es que hubiere comunicación real entre humanos y delfines, no es
el delfín el que define el sentido y el lenguaje de la comunicación,
sino la “atribución” humana la que confiere tal sentido al
lenguaje que intercambia sentidos en la relación con los delfines.
No
significa que el Delfín sea pasivo en la comunicación con el
humano, sino que es el humano el que le da nombre, sentido, cualidad
y cantidad a esa acción del delfín en la relación con el humano
que le presta atención e intenta descubrir que es lo que esta
diciéndonos los delfines o ese delfín en particular que estamos
estudiando.
La
distinción entre cosa y vida es mas fácil de comprender. En tanto
las cosas no suponen demasiadas variables en sus estados … de modo
que, hay allí si una pasividad manifiesta respecto a la actividad y
el movimiento que supone la vida … pero en definitiva todo es
limitado por la capacidad sensible y emocional del humano y sus
facultades para generar artificios o herramientas que permiten otras
sensibilidades y emociones que serán valoradas según quién logre
imponer sentido y dirección a esos sus inventos y herramientas que
producen otras sensibilidades o emociones.
III
Tiempos,
espacios, Lenguajes …
No
toda cosa existe en tanto solo adquiere esa condición en el momento
que la conciencia humana se percata de que eso está allí. Ha
impactado sensible o emocionalmente y la conciencia le dá
existencia.
La
palabra existencia viene del latín exsistentia . Está compuesta de
un prefijo y dos sufijos: El prefijo ex- (hacia fuera), como en
extraer y explicar. Se asocia con una raíz indoeuropea *eghs- (fuera
de) que dio el prefijo griego ek-/ex-y de ahí las palabras éxodo,
exogamia, exorcismo, exótico.
el
término latino existentia, derivado tardío del verbo existere,
compuesto de ex- («fuera») y sistere («detenerse») o stare
(«estar derecho»), y que significa «salir, aparecer, mostrarse»;
o bien «ser, estar». Así, atendiendo a su etimología, la
palabra existencia significa «lo que está ahí» o «lo que está
afuera».
Existir,
como concepto, reclama para si una disputa filosófica que ha
definido buena parte de las epistemologias conocidas en la Europa
pre-colonial y colonial, que invadieron y dominaron estas tierras.
Los sajones o areos, tienen un solo verbo para signar las existencias
… estar y ser son una sola acción. En cambio, para los latinos, la
herencia grecoromana y las filosofias que de allí derivan, sostienen
una ontología (Ser), separada de su manifestación temporal y
material (Estar). Hecho que alimenta el teologícismo trinitario
(Cuerpo, Alma, Espíritu), y sus manifestaciones temporales,
Universales y mas allá de las manifestaciones en la historia …
(Que trascienden, tiempos y ubicaciones).
Pero
coinciden en que, dueños o no de cualidades esenciales, lo de fuera
se separa de lo que distingo propio y en esa distinción posibilita
el lenguaje que nombra que soy y es eso … de lo que me separo y al
que atribuyo condiciones diferenciales.
IV
El
ser y la nada …
Ahora
nos es dado concluir. Desde nuestra introducción, habíamos
descubierto la conciencia como una llamada al ser, y habíamos
mostrado que el cogito remitía inmediatamente a un ser-en-sí objeto
de la conciencia. Pero, después de descubrir el En-sí y el Para-si,
nos había parecido difícil establecer un nexo entre ambos, y
habíamos temido caer en un dualismo insuperable. Este dualismo nos
amenaza, además, de otra manera: en efecto, en la medida en que
puede decirse que el Para-si es, nos encontrábamos frente a dos
modos de ser radicalmente distintos: el del Para-sí que tiene de ser
lo que es, es decir, que es lo que no es y que no es lo que es, y el
del En-sí, que es lo que es. Nos preguntábamos entonces si el
descubrimiento de estos dos tipos de ser no terminaba en el
establecimiento de un hiato que escindiera al Ser, como categoría
general perteneciente a todos los existentes, en dos regiones
incomunicables, en cada una de las cuales la noción de Ser debía
ser tomada en una acepcón originaria y singular.
Nuestras
investigaciones nos han permitido responder a la primera de esas
preguntas: el Para-sí y el En-si están reunidos por una conexión
sintética que no es otra que el propio Para-sí. El Para-sí, en
efecto, no es sino la pura nihilización del En-si: es como un
agujero de ser en el seno del Ser. Conocida es la amena ficción con
que ciertos divulgadores acostumbran ilustrar el principio de
conservación de la energía: si ocurriera, dicen, que uno solo de
los átomos constituyentes del universo se aniquilara, resultaría
una catástrofe que se extendería al universo entero, y sería, en
particular, el fin de la Tierra y del sistema estelar. Esta imagen
puede servirnos: el Para-sí aparece como una leve nihilización que
tiene origen en el seno del Ser; y basta esta nihilización para que
una catástrofe total ocurra al En-sí. Esa catástrofe es el mundo.
El Para-sí no tiene otra realidad que la de ser la nihilización del
ser.
Su
única cualificación le viene de ser nihilización del En-si
individual y singular, y no de un ser en general. El Para-sí no es
la nada en general, sino una privación singular; se constituye en
privación de este ser. No cabe, pues, que nos interroguemos sobre la
manera en que el para-sí puede unirse al en-sí, ya que el para-sí
no es en modo alguno una sustancia autónoma. En tanto que
nihilización, es sido por el en-sí: en tanto que negación interna,
se hace anunciar por el en-sí lo que él no es, y, por consiguiente,
lo que tiene-de-ser. Si el cogito conduce necesariamente fuera de sí,
si la conciencia es una cuesta resbaladiza en que no es posible
instalarse sin encontrarse al punto precipitado afuera, sobre el
ser-en-sí, ello se debe a que la conciencia no tiene de por sí
ninguna suficiencia de ser como subjetividad absoluta, y remite ante
todo a la cosa. No hay ser para la conciencia fuera de esa obligación
precisa de ser intuición revelante de algo. ¿Y esto qué significa,
sino que la conciencia es lo Otro de Platón? Recuérdense las bellas
descripciones que el Extranjero del "Sofista" da de eso
otro, que no puede ser captado sino "como en sueños": que
no tiene otro ser que su ser-otro, es decir, no goza sino de un ser
prestado; que, considerado en sí mismo, se desvanece y sólo recobra
una existencia marginal si se fija la mirada en el ser; que se agota
en su ser otro que sí mismo y otro que el ser. Hasta parece que
Platón haya visto el carácter dinámico que presentaba la alteridad
de lo otro con respecto a sí mismo, pues en ciertos textos ve en
ello el origen del movimiento. Pero podía haber llevado las cosas
aún más lejos: hubiera visto entonces que lo otro o no-ser relativo
no podía tener una apariencia de existencia sino a titulo de
conciencia. Ser otro que el ser es ser conciencia (de) sí en la
unidad de los ékstasis temporalizadores. ¿Y qué puede ser la
alteridad, en efecto, sino el cruce de reflejo y reflejante que hemos
descrito en el seno del para-sí, ya que la única manera en que lo
otro puede existir como otro es la de ser conciencia (de) ser otro?
La alteridad, en efecto, es negación interna, y sólo una conciencia
puede constituirse como negación interna. Cualquier otra concepción
de la alteridad equivaldría a ponerla como un en-sí, es decir, a
establecer entre ella y el ser una relación externa, que requeriría
la presencia de un testigo para comprobar que el otro es otro que el
En-sí. Por lo demás, lo otro no puede ser otro sin emanar del ser;
en ello, es relativo al en-sí: pero tampoco podría, ser otro sin
hacerse otro: de lo contrario, su alteridad se convertiría en algo
dado, o sea en un ser capaz de ser considerado en-sí. En tanto que
es relativo al en-si, lo otro está afectado de facticidad; en tanto
que se hace a sí mismo, es un absoluto. Es lo que señalábamos al
decir que el para-sí no es fundamento de su ser-como-nada-de-ser,
sino que funda perpetuamente su nada-de-ser. Así, el para-sí es un
absoluto unselbststanding, lo que hemos llamado un absoluto no
sustancial.
Su
realidad es puramente interrogativa. Si puede preguntar y cuestionar,
se debe a que él mismo está siempre en cuestión; su ser nunca es
dado, sino interrogado, ya que está siempre separado de sí mismo
por la nada de la alteridad: el para-sí está siempre en suspenso
porque su ser es un perpetuo aplazamiento. Si pudiera alcanzarlo
alguna vez, la alteridad desaparecería al mismo tiempo, y, con ella,
desaparecerían los posibles, el conocimiento, el mundo.
Así,
el problema ontológico del conocimiento se resuelve por la
afirmación de la primacía ontológica del en-sí sobre el para-sí.
Pero ello para hacer nacer inmediatamente una interrogación
metafísica. El surgimiento del para-sí a partir del en-sí no es,
en efecto, comparable en modo alguno a la génesis dialéctica de lo
Otro de Platón a partir del ser. Ser y otro, en efecto, para Platón
son géneros. Pero hemos visto que, al contrario, el ser es una
aventura individual. Y, análogamente, la aparición del para-sí es
el acaecimiento absoluto que viene al ser. Cabe aquí, pues, un
problema metafísico, que podría formularse de este modo: ¿Por qué
el para-sí surge a partir del ser? Llamamos metafísico, en efecto,
el estudio de los procesos individuales que han dado nacimiento a
este mundo como totalidad concreta y singular. En este sentido, la
metafísica es a la ontología lo que a la sociología la historia.
Hemos visto que sería absurdo preguntarse por qué el ser es otro;
que la pregunta sólo tendría sentido en los límites de un para-sí,
y que inclusive supone la prioridad ontológica de la nada sobre el
ser, cuando, al contrario, hemos demostrado la prioridad del ser
sobre la nada; tal pregunta no podría ,plantearse sino a
consecuencia de una contaminación con una pregunta exteriormente
análoga y, sin embargo, muy diversa: ¿por qué hay ser? Pero
sabemos ahora que ha de distinguirse cuidadosamente entre ambas
preguntas.
La
primera carece de sentido: todos los "porqués", en efecto,
son posteriores al ser, y lo suponen. El ser es, sin razón, sin
causa y sin necesidad; la definición misma del ser nos presenta su
contingencia originaria. A la segunda hemos respondido ya, pues no se
plantea en el terreno metafísico sino en el ontológico: "hay"
ser porque el para-sí es tal que haya ser. El carácter de fenómeno
viene al ser por medio del para-sí. Pero, si las preguntas sobre el
origen del ser o sobre el origen del mundo carecen de sentido o
reciben una respuesta en el propio sector de la ontología, no ocurre
lo mismo con el origen del para-sí. El para-sí, en efecto, es tal
que tiene el derecho de revertirse sobre su propio origen. El ser por
el cual el porqué llega al ser tiene derecho de plantearse su propio
porqué, puesto que él mismo es una interrogación, un porqué. A
esta pregunta, la ontología no podría responder, pues se trata de
explicar un acaecimiento y no de describir las estructuras de un ser.
Cuando mucho, la ontología puede hacer notar que la nada que es sida
por el en-sí no es un simple vacío desprovisto de significación.
El sentido de la nada de la nihilización consiste en ser sida para
fundar el ser. La ontología nos provee de dos informaciones que
pueden servir de base para la metafísica: la primera es que todo
proceso de fundamento de sí es ruptura del ser-idéntico del en-sí,
toma de distancia del ser con respecto a sí mismo y aparición de la
presencia de sí o conciencia.
Sólo
haciéndose para-sí el ser podría aspirar a ser causa de sí. La
conciencia como nihilización del ser aparece, pues, como un estadio
de una progresión hacia la inmanencia de la causalidad, es decir,
hacia el ser causa de sí. Sólo que la progresión se para ahí, a
consecuencia de la insuficiencia de ser del para-sí. La
temporalización de la conciencia no es un progreso ascendente hacia
la dignidad de causa sui, sino un flujo de superficie cuyo origen es,
al contrario, la imposibilidad de ser causa de sí. De este modo, el
ens causa sui queda como lo fallido, como la indicación de un
trascender imposible en altura, que condiciona por su misma
no-existencia el movimiento horizontal de la conciencia; así, la
atracción vertical que la luna ejerce sobre el océano tiene por
efecto el desplazamiento horizontal que es la marea.
La
otra indicación que la metafísica puede extraer de la ontología es
que el para-sí es efectivamente perpetuo proyecto de fundarse a sí
mismo en tanto que ser y perpetuo fracaso de ese proyecto. La
presencia a sí con las diversas direcciones de nihilización
(nihilización ek-stática de las tres dimensiones temporales,
nihilización geminada de la pareja reflejo-reflejante) representa el
primer surgimiento de ese proyecto; la reflexión representa la
reduplicación del proyecto, que se revierte sobre sí mismo para
fundarse por lo menos en tanto que proyecto, y la agravación del
hiato nihilizador por el fracaso de ese proyecto mismo; el "hacer"
y el "tener" categorías cardinales de la realidad humana,
se reducen de modo inmediato o mediato al proyecto de ser; por
último, la pluralidad de los unos y los otros puede interpretarse
como una última tentativa de fundarse, tentativa que termina en la
separación radical entre el ser y la conciencia de ser.
Jean
Paul Sartre El
ser y la nada, 1943, conclusión.
Para
Sartre, el meollo de la disputa conceptual es entre el “Ser humano”
y “El ser particular” en el cual esa humanidad se expresa en la
persona, y que ambos seres, no son sino respuestas fallidas a
reconocer esa separación fundante de la identidad entre lo que
“humano” expresa lo que se es e individuo, expresa lo particular
de eso que se es, y que en tanto no puede negar su humanidad, pero
tampoco puede igualarse en esa humanidad a todos los humanos o a un
“otro” en particular, constituye la ilusión de Sujeto para si.
Lacan
propone otro modelo diferente para contener las preguntas que en
estos desarrollos se suscitan.
“Voy
a decir −es mi función− voy a decir una vez más [...] algo que
es de mi decir, y que se enuncia: no hay metalenguaje. Cuando digo
eso, quiere decir, aparentemente, no hay lenguaje del ser. ¿Pero hay
ser? Como señalé la última vez, digo lo que no hay. Ese ser, no se
hace más que suponerlo a ciertas palabras [...]. Para mí, no es más
que un hecho de dicho” (Lacan,
2008d, p. 143).
El
seminario de Jacques Lacan, libro 20: Aún. Buenos Aires: Paidós.
Lacán
propone una “esencia” del lenguaje en una anti-filosofía (del
ser) y una anti -ontología (De la esencia del ser), para
posicionarlo en el espacio de la comunicación humana … con “otro”
(humano, cosa natural o artificial).
Así
la metafísica y la ontología por un lado y la escencia en el
lenguaje por otro, conciben sus modelos, que de igual modo, refieren
a lo innombrable …
V
Lo
que si se puede nombrar.
Aquello
que se puede nombrar, es la cosa. La cosa entonces aparece como algo
diferente a aquello que se imagina o simboliza y entonces, no solo en
referencias materiales, concretas, demostrables, pragmaticas,
diferencian un “ser de las cosas” en el lenguaje y permite
distinguir
el decir de uno respecto al decir de “otro” … transformando a
las cosas existentes y dichas en objetos de lucha de poder … ¿quién
nombra? ¿Porque un nombre se impone como verdad frente a otros
múltiples posibles?
Lo
que si se puede nombrar es aquellas existencias a las que convenimos
darle el mismo nombre, sentido y dirección. Por lo tanto es lo
común que distingue a un grupo, comunidad, sociedad, civilización y
la diferencia respecto de otras, en un mismo tiempo o en la historia
pasada o idealizada como futuro o por venir.
Lo
que se puede
distinguir en los lenguajes, son esos relatos que construyen
comun-unidad, que dan marco a las expresiones individuales de los
sujetos en ella y a quienes quedan excluidos o navegan en sus
márgenes. Todo modelo social tiene excluidos y márgenes que el
poder del relato, ya no de sujetos sino de la mentalidad construida
histórica y colectivamente, asigne como limite de la identidad
gregaria, social … el ser … (Nacional, etario, genérico,
cultural, jerarquico, etc.etc.etc.), y que disputan el poder de
nombrarse, dentro, fuera o en esos márgenes …
VI
De
donde venimos
Esos
relatos que disputan poder pueden recorrer diferentes modelos
conceptuales. Esas diferencias, en ocasiones, no son propias de esas
distinciones que los humanos hacemos en el lenguaje respecto de las
cosas que, al atribuirles existencias, separamos de quienes nombran,
y describimos, medimos, cuántificamos y establecemos relaciones con
“otros” (Personas, naturaleza (Vida), cosas naturales o
inventadas).
La
pandemia ha tenido el atributo de colocar a toda cosa en el borde
mismo de su concepto en cada uno de los relatos que le confieren
singularidad …
La
pandemia había sido, paradójicamente, un bálsamo en los conflictos
que atraviesan a la sociedad argentina. Por un momento permitió
olvidar que la gestión macrista dejó una economía en una pendiente
peligrosa, un situación de precariedad social alarmante, un Estado
sin recursos y sometido a la presión de acreedores externos y
locales. Todo fue asordinado por la nueva preocupación por
sobrevivir, tanto física como económicamente, por las nuevas
polémicas en torno a las buenas prácticas infectológicas, y sobre
las proporciones adecuadas de vida/economía. Habían pasado al
freezer las cuestiones centrales que van a permitir que la Argentina
salga adelante, o que siga en el sendero de decadencia que el
neoliberalismo periférico le ha impuesto en las últimas décadas.
Pero
la vida sigue, y las decisiones tarde o temprano hay que tomarlas.
La
negociación de la deuda continúa en un tenso clima. El gobierno
argentino no se ha dejado acorralar por los bonistas que le están
exigiendo condiciones que han provocado la intervención del propio
FMI para reafirmar que no se le puede pedir más a la Argentina, y
que llevaron a Joseph Stiglitz, premio Nobel muy ligado al ministro
Guzmán, a señalar que “los acreedores no tienen vergüenza”,
acusándolos de insensibilidad humana y de incomprensión de la
inviabilidad económica de sus demandas al país. Argentina podrá
pagar su deuda si, entre otras cosas, consigue las divisas
suficientes a través del comercio exterior.
En
este contexto, la decisión oficial de intervenir y expropiar al
grupo Vicentin nos ha devuelto a las discusiones estructurales
pendientes del mundo pre-pandemia.
Runners
Si
algo no puede decir la vociferante derecha local, es que la situación
de Vicentin la provocó el Frente de Todos. Su auge y caída se
produjeron durante la gestión de Cambiemos, así como buena parte de
las maniobras fraudulentas que se vienen denunciando en relación al
accionar comercial, financiero y crediticio del grupo.
Mientras
en la ciudad de la pandemia la gestión de Rodríguez Larreta decidió
permitir la alegre difusión masiva del Covid-19 mediante la
realización de corridas nocturnas sin adecuadas medidas de
protección, la decisión oficial de tomar al grupo Vicentin como una
relevante herramienta de política pública disparó otra carrera,
que cuenta con dos grandes runners.
Por
una parte el Estado nacional, encabezado por un frente de sectores
populares que necesita contar con instrumentos regulatorios para
garantizar la gobernabilidad económica en los próximos años, y por
otra parte el establishment
argentino (al cual reportan los principales medios de comunicación,
Juntos por el Cambio y responde el público cacerolero en general),
dispuesto a evitar que ningún gobierno argentino cuente con
herramientas para conducir el proceso económico.
En
el caso Vicentin, en ese sentido, convergen dos elementos
importantes: la capacidad económica con la que se va a dotar el
Estado en materia de producción, comercialización, exportación y
generación de divisas, además del control más estricto sobre el
sector externo, y en un sentido más estratégico, la capacidad
política del sector público para incidir en variables
macroeconómicas que hoy están en manos exclusivas del sector
privado.
El
episodio Vicentin encarna, por lo tanto, una puja de poder porque
abre un sendero estratégico de mejora de las capacidades públicas
para conducir la economía.
El
gobierno debe saber que la correcta decisión de hacerse cargo de ese
grupo fallido no será leído con lentes normales, de país
civilizado, sino por un sector acostumbrado a dictar las reglas del
juego democrático, y que interpreta cosas que en otras partes del
mundo se consideran facultades normales de los Estados, en claves
muchísimo más ideologizadas, que rozan la paranoia.
Cada
runner
tendrá una meta: el gobierno argentino lograr la gobernabilidad
necesaria para promover el crecimiento y una mayor equidad social. La
derecha sacará todo a la cancha para defender su dominio sobre la
sociedad, en función de continuar preservando y acrecentando sus
negocios particulares.
Vicentin no es el socialismo
La
hiperideologización de los sectores más concentrados es alarmante.
Su hostilidad a todo lo público y lo estatal no se observa en el
Primer Mundo.
Un
economista liberal, más culto que los lamentables retoños actuales,
Juan Carlos de Pablo, lo ha escrito con meridiana claridad en esta
semana a raíz de Vicentin: «Prefiero una empresa privada en manos
nacionales que extranjeras; pero prefiero una empresa privada en
manos extranjeras a una empresa pública». Queda claro que el
criterio es “lo privado uber
alles”,
y lo nacional queda en un segundo plano. Este es el criterio
permanente del liberalismo argentino. El diseño de las grandes
privatizaciones en los ’90 generó grandes monopolios privados en
algunas áreas. En esa instancia también el razonamiento fue: entre
un monopolio público y un monopolio privado –y extranjero—,
siempre mejor el monopolio privado. El remanente del ideal liberal,
en el mundo realmente existente, es que lo privado –y lo
multinacional— es lo único que debe ser promovido por el Estado.
Aquí y en el resto del planeta, esa es la lógica profunda de la
globalización.
Frente
a esa lógica que no promete nada a nadie que no participe del
reducido grupo social corporativo, el gobierno nacional toma una
decisión a contrapelo de las preferencias liberales.
Lamentablemente
la discusión pública debe atravesar un mar de ignorancias y
falacias para poder avanzar. Expropiar una empresa no es el
socialismo, sino algo que fue muy frecuente en el capitalismo
productivo de posguerra. Cobrar impuestos no es expropiar. Controlar
monopolios no es el comunismo. Evitar la especulación cambiaria no
es totalitarismo. Frenar el contrabando de cereales no es chavismo.
La derecha local califica como medidas revolucionarias a lo que es el
difícil camino de volver a la legalidad económica, a salir de la
anomia empresarial, a que las leyes del Estado nacional alcancen
también a los poderosos.
El
intento, evidente y grosero, de transformar a la diputada Fernanda
Vallejos en un nuevo cuco de las sectores medios ignorantes es
impedir la discusión racional y derivar al terreno de las pasiones
fascistoides. Es inadmisible, en una sociedad democrática, que el
mero hecho de aludir a una solución económica que se adopta en
países como Francia y Alemania, sea razón para que una persona sea
vandalizada por la prensa reaccionaria. Los límites del debate
público se han corrido tan extraordinariamente en la Argentina, que
la ignorancia prejuiciosa y la estafa ideológica se han transformado
en las nuevas varas para medir qué está permitido y qué no en el
debate público.
Es
claro que no se quiere debatir en serio, con argumentos, ejemplos y
datos, porque hay un designo autoritario en quienes se creen dueños
del país. Su proyecto no se debate con nadie. Y “consenso” es
hacer lo que ellos determinen.
Las venas abiertas de la Argentina
Entre
los problemas de fondo que tenemos, uno de los fundamentales es qué
hacemos con el uso del excedente económico. El excedente es la
porción de la riqueza nacional que queda, luego de satisfacer las
necesidades básicas de la sociedad. En el caso argentino, el
excedente es significativo, y su buen uso, su aplicación con
criterios productivos y sociales, permitiría en un plazo no muy
prolongado cambiarle completamente la cara al país y lograr
standards de vida aceptables para todos sus habitantes.
Pero
el problema, que es económico pero que es sobre todo político, es
cómo hacer que el excedente fluya hacia las actividades que el país
y la sociedad necesitan. Eso es fácil discursivamente para el
liberalismo: denle la plata al mercado y la prosperidad se generará
inmediatamente. No es cierto, no ha pasado aquí ni aquí ni en
ningún país de América Latina. Por cederle el control del
excedente a los grandes capitales, nuestra región está como está.
Para
el Estado, en la medida que esté conducido en función de un
proyecto nacional, es clave encontrar la forma de canalizar el
excedente hacia fines de inversión en producción e infraestructura
social. Pero nada es fácil, porque aún no logramos algo previo: que
el excedente no se escape del circuito productivo nacional. No otra
cosa es el significado de la gigantesca fuga de capitales, que
ocurrió en el macrismo, y antes del macrismo, desde la reforma
financiera de 1977.
La sinfonía pro-fuga de la prensa seria
El
gobierno parece estar moviéndose en el sentido de contener la
hemorragia de dólares/excedente, con algunos pasos imprescindibles.
Pero hasta en eso el ambiente cultural-ideológico está tan
distorsionado, que nos encontramos con que existirían unos derechos
sagrados a la fuga de divisas, y que en cambio el Estado sería
abiertamente un ente opresor si pretende que los recursos se
canalicen hacia la producción.
El
artículo titulado “El sueño del estado omnipresente”, publicado
por La Nación el 23 de mayo, constituye un testimonio de esta
mentalidad hostil al uso productivo del excedente. Se dice en ese
texto: “Hay empresarios arrepentidos de haber aceptado la ayuda del
Estado para pagar sueldos… Ejecutivos de la UIA se lo transmitieron
al ministro Kulfas: no están conformes con los requisitos que la
AFIP exige a cambio de recibirla (a los fondos ATP)”. Y recuerda
las condiciones que establece el Estado para otorgar ese
subsidio, y que mortifican a ciertos empresarios: “No distribuir
utilidades, no comprar dólares mediante operaciones con acciones y
no hacer transferencias a socios relacionados con paraísos
fiscales”.
Estamos
en una situación tan distorsionada, que el Estado les está
regalando una parte de los sueldos a las empresas sin considerar su
tamaño ni capacidades financieras, y sólo les pide que no
distribuyan utilidades (parte de la cuales estarían constituidas por
esas transferencias públicas), que no compren dólares para
enviarlos al exterior mediante la operación CCL —contado con
liquidación— (operación que podría ser hecha, en parte, con esos
fondos recibidos por el Estado, para continuar fugando divisas), y
que no transfieran fondos a guaridas fiscales. Simplemente eso les
pide el Estado, que no delincan (desviando los fondos recibidos a sus
bolsillos particulares) y que no fuguen más dólares… y eso
modestísima demanda de sensatez y prudencia social es tildada como
“el sueño del estado omnipresente”.
La
sinfonía pro-fuga ha sido también ejecutada por Carlos Pagni, en su
artículo “El truco de la fuga de dólares le salió muy mal al
kirchnerismo”.
El
texto es un conjunto de falacias para tapar-justificar una práctica
económica que tiene el efecto de esterilizar el ahorro nacional y
transformarlo en activos externos a nuestra economía. Pero lo que
interesa resaltar es la explicación digna del personaje nazi Miky
Vainilla, cuando dice que “sólo hace pop, pop para divertirse”.
Pagni señala que “lo relevante es lo que se pretendía reprochar”,
“gente que tenía pesos declarados, que había pagado sus
impuestos, decidió comprar un bien, en este caso dólares”.
Podrían ser caramelos, monopatines, pero fueron dólares.
Casualmente
el dólar es “el” bien para transformar ahorros locales en
activos trasladables al exterior. Agrega que esos dólares serían
“para depositarlos en el exterior o comprar una casa en el país.
Da lo mismo”. No, no da lo mismo. Una casa en el país es empleo,
producción y consumo locales que se activan. Una cuenta en el
exterior es como si se hubiera quemado esos “bienes que decidió
comprar”. Pagni intenta hacer pasar por un derecho individual
inalienable, por una “libertad personal”, una práctica colectiva
de un sector social muy concentrado, que pretende que la comunidad
nacional se quede en silencio e inerte mientras ve que los fondos
necesarios para hacer que el país funcione terminan en Panamá.
Y
volvemos a diferenciar: uno es el problema genuino del ahorro de lxs
argentinxs que necesitan algún mecanismo para guardar y preservar
sus excedentes personales, y otro es el de los grandes capitales que
fugan el excedente. El Estado debe proveer a los primeros los
instrumentos financieros creíbles y sólidos para que no tengan que
andar corriendo detrás del dólar. El problema de cómo hacer que
los grandes actores se decidan a ocupar el rol que la teoría dice
que tienen los capitalistas en la sociedad capitalista, es otro
problema mucho más complejo.
Anticomunismo de anticipación
Evidentemente
el programa de la derecha no incluye la posibilidad de la
recuperación argentina: se va a oponer a todo lo que sirva para que
el país se ponga de pie, porque no quiere un Estado con las
capacidades de gestión necesarias para liderar el crecimiento. Ya
está usando el latiguillo de la libertad versus el autoritarismo,
denuesto con el que señalará a todo ejercicio de poder
significativo por parte del actual gobierno.
Y
usarán el valor supremo de la propiedad, con la particular variante
local de haber extendido el concepto para que incluya a todo
privilegio económico obtenido de las formas más espurias y
corruptas. El derecho de propiedad en su versión argentina sería un
“pelito para la vieja” sobre todas las rentas apropiadas en forma
inescrupulosa por diversos actores privados. El derecho de propiedad
también será esgrimido contra las necesarias regulaciones
económicas, acompañadas del latiguillo –ridículo, luego de la
experiencia macrista— de “así no van a venir las inversiones”.
Cuando
surgió Bolsonaro en Brasil, con su furibundo anticomunismo sin
comunistas, pareció delirante y extemporáneo. Nos costó un tiempo
comprender la función política de ese anticomunismo agresivo, muy
útil en su política de ataque a los derechos de los trabajadores y
jubilados, mientras sostenía con mano firme a su ministro ultra
liberal y rematador del Brasil, Paulo Guedes.
El
anticomunismo de los peleles periféricos latinoamericanos no tiene
que ver con el comunismo, sino con un discurso de guerra, violento y
agresivo, contra los actores reformistas y moderados que intentan
modificar algo del cuadro del subdesarrollo y la desigualdad.
Aquí
también ha asomado ese ensayo grotesco, que no tiene base en una
realidad política de fuerte radicalización izquierdista, sino
precisamente en lo contrario: una fuerte radicalización derechista,
que sobre un contexto de atraso y miseria como el latinoamericano,
avanza brutalmente sobre los restos de bienestar disponibles en los
rincones de nuestra región. Es un anticomunismo de anticipación,
que agrede preventivamente a los actores que podrían esbozar un “no”
a las demandas de nuevas depredaciones sociales por parte de
fracciones minoritarias.
Es
evidente que a estas minorías les importa un bledo la democracia en
un sentido profundo, sino que recuperan la palabra como defensa del
statu
quo,
y se refugian para eso en el eje pretérito “democracia versus
comunismo” que goza todavía de alguna legitimidad residual en las
regiones donde perdura la hegemonía norteamericana.
Parecería
mucho más cercano a la realidad argentina hablar del par de opuestos
“bienestar social versus rapiña particular” que de rezagos
ideológicos de la guerra fría.
En
todo caso, el autoritarismo real parece impregnar el comportamiento
de actores minoritarios que no están dispuestos a someterse a las
leyes que pueden afectar sus beneficios, mientras que si las
políticas públicas fueran capaces de encarnar las luchas y demandas
de las mayorías, podrían representar una forma concreta, social, de
la palabra libertad.
VII
El
relato decolonial … La identidad del sujeto Latinoamericanos
lvaro
García Linera no para. Ni el aislamiento ni el exilio lo corren de
la escena intelectual y política de América Latina. Desde su
departamento en Buenos Aires, en donde dice haber encontrado el
afecto de muchas personas que lo que lo han ayudado a sobrellevar el
exilio, da clases de seminario para el Doctorado en Ciencias Sociales
de la Universidad de Buenos Aires, conferencias virtuales para la
Universidad de San Martín y se mantiene conectado con los
movimientos políticos en Bolivia. “Pienso que este momento es un
excelente reto para la izquierda”.
Siempre
esquivo al pensamiento dogmático, a los 57 años, García Linera es
un referente para las izquierdas y los sectores progresistas.
Profesor de teoría del Estado, con estudios en Matemáticas, formó
parte del indigenista Ejército Guerrillero Tupak Katari a mediados
de los ochenta y acompañó como vicepresidente de Bolivia a Evo
Morales durante tres mandatos, entre 2005 y 2019. Pero este año no
competirá por ningún cargo electoral en las generales del próximo
6 de septiembre. En esta entrevista analiza el escenario político
que deja la pandemia, examina el colapso de la economía mundial y
propone algunos elementos prácticos para la construcción de una
agenda progresista como respuesta a la crisis.
¿Crees
que hay lugar para una agenda de izquierda?
El
espacio de posibilidades está abierto. Por lo general, las
sociedades tienen una manera de imaginar el futuro. Lo que prevaleció
en el mundo en estos últimos 40 años, a excepción de América
Latina, ha sido el porvenir como una repetición de lo que teníamos.
La idea de un mundo globalizado, con libre mercado, elecciones cada
cinco años, pérdida de los derechos en silencio, creer que uno
puede ser rico en base al esfuerzo personal. Eso se ha detenido; esa
imagen de futuro comienza a resquebrajarse porque no lo vemos claro.
Esa narrativa imaginaria del porvenir comienza a mostrar fallas y
debilidades. Entonces las personas entran en un estado de estupor
inicial que termina por debilitar la narrativa dominante. Pero luego
tienen que comenzar a desarrollar, a imaginar, a creer en nuevos
escenarios, porque uno no puede vivir en la incertidumbre permanente.
La incertidumbre está bien para los filósofos, pero no para la vida
cotidiana de las personas. Entonces ahí se abre un abanico de
posibilidades. En este momento, las sociedades están dispuesta a oír
otras cosas, aunque no saben bien qué. Esto no significa que se
traduzca en tendencias progresistas. También hay predisposición a
oír tendencias muy conservadoras y reaccionarias. Entonces el
porvenir se presenta como un espacio no solamente de incertidumbre,
sino también de disputa. Estamos disputando el porvenir en el
presente. Más allá de la tragedia que estamos viviendo producto de
esta pandemia, me refiero a las muertes y los efectos económicos, es
un momento extraordinario y excepcional para luchar por futuros
posibles. La gente abre sus esquemas cognitivos en búsqueda de un
lugar dónde aferrarse, en dónde depositar sus esperanzas, en dónde
confiar sus expectativas de lo que podría ser el futuro.
Un
escenario de tanta incertidumbre mundial puede derivar en el avance
de tendencias autoritarias, ¿cómo deberían avanzar las izquierdas
democráticas para hacer frente a este tipo de respuestas
reaccionarias?
Pienso
que este momento es un excelente reto para la izquierda. Primero,
antes no podíamos penetrar en un mundo de expectativas como las que
teníamos. Si bien en América Latina sucedió algo así a
comienzos del 2000 por la crisis que vivió el neoliberalismo, no
pasó lo mismo en el resto del mundo. Primero, la izquierda debe
identificar esta porosidad en el sistema de creencias. Es un buen
momento para nuevas ideas. Pero también, tiene que tiene que
detectar el papel performativo del discurso. No cualquier discurso es
performativo¸debe ser sobre condiciones objetivas. No cualquier
discurso crea realidad, sino aquellos discursos que tienen la
capacidad de ensamblarse con las tendencias materiales de la
sociedad. Esos son los que pueden crear lo que enuncian. La
izquierda, si quiere crear lo que enuncia, tiene que articularse con
las tendencias que están surgiendo.
¿Y
qué está surgiendo?
Primero,
lo que mencionaba, la porosidad de las creencias. Segundo, la gente
reclama presencia de un Estado que los proteja; ha acudido a su
Estado, ha hecho caso a su Estado y asiste a él como lugar último
de protección. Entonces reforzamos esa dimensión comunitaria del
Estado. El Estado es la fusión de comunidad y de monopolio, no
puedes separarlo. El punto es cuál de las tendencias potencias más
debilitando a la otra. Tercero, debemos atender a los mercados
locales. No es posible que un país, para acceder a insumos básicos
en la protección a la salud, tenga que esperar el encadenamiento de
quince países. Hemos visto varios viajes, por todo el mundo, para
conseguir una mascarilla o un respirador. La sociedad reclamará
mayor mercado local. No es un regreso al nacionalismo, sino una
preocupación por crear cadenas de provisión más cortas, más
regionales o nacionales.
¿Y
eso afecta a la globalización?
Diría
que no, porque hay otro flujo de mercancías que no requiere esa
atención. Por ejemplo, producir soja, ¿qué hago con tanta soja? El
mercado nacional ahí no funciona. Hay ámbitos del mercado que van a
requerir mantener las cadenas de suministro integradas a nivel
global. Pero también existen otras enfocadas en el mercado interno.
Entonces habrá una especie de régimen económico anfibio:
proteccionismo en ciertos ámbitos, articulación global en otros.
Una especie de globalización con geometría variable. Y ahí la
izquierda tiene que proponer. No puede ser que la izquierda se
encierre ni que regrese a un nacionalismo. Por mucho que sea un
nacionalismo de países dominados, no va a funcionar porque hay una
parte de la economía que requiere una articulación global. Entonces
debemos reforzar y mirar al mercado interno, pero también avanzar
con una globalización selectiva en determinados ámbitos, de manera
tal que la gente sienta que puede moverse simultáneamente como en
dos carriles, potenciando uno, reforzando el otro, a veces separados
uno del otro para mejorar. Se ha roto una lectura esencialista, ahora
tiene que ser una lectura más práctica.
¿De
dónde saldrá el dinero para hacer frente a esta crisis?
Hasta
el Fondo Monetario Internacional le está proponiendo a los
países pobres que cobren más impuestos. Existen propuestas muy
concretas como no pagar la deuda externa, aplicar impuestos a las
grandes fortunas, repatriar los recursos de los paraísos fiscales,
establecer créditos con tasa de interés de cero a uno por ciento a
las pequeñas actividades productivas, apoyar al sector mediano
empresarial, siempre y cuando respete derechos laborales. La gente
está reclamando una acción económica potente de los Estados. Ahí
la izquierda tiene una enorme oportunidad: ¿cómo se van a pagar los
costos de la reconstrucción económica y de la enfermedad? ¿Se hará
a través de estas opciones o por vía del ajuste de los salarios y
los derechos? Otro de los temas, es el del control de los paraísos
fiscales. En Bolivia se calcula que, entre el 2003 y el 2014, cerca
de una sexta parte del PIB se fugó a paraísos fiscales. Es mucho
dinero. Tienes sanciones y premios. Cada país, según su correlación
de fuerzas, tiene que analizar en qué medida recurre a esas
estrategias para garantizar que ese dinero regrese a su país. El
Estado tiene un conjunto de mecanismos para controlar las fortunas de
la propiedad, como impuestos o algún tipo de retención. El control
de los paraísos fiscales es una demanda que viene de las izquierdas
y que ahora se tiene que operativizar.
Sin
embargo, cuando los gobiernos progresistas de América Latina han
intentado avanzar con este tipo de políticas, aún en tiempos de
fuerte hegemonía de izquierda, han encontrado sus límites.
¿Cuánto
poder real tiene la política en este momento para avanzar en esa
dirección?
Creo
que ahora la gente está más predispuesta por la gravedad de lo que
vivimos. Es un momento de emergencia planetaria. Estamos frente a una
situación que nunca imaginamos que podía suceder. Desde ese
escenario de predisposición debemos avanzar con medidas concretas.
Pienso que quizá nuestro problema ha sido que, cuando la izquierda
proponía algo, en vez de aislar a los afectados, les daba un margen
de solidaridad imaginada con otros sectores. Lo que debemos hacer es
crear fronteras discursivas propositivas que hagan que los afectados
sean minoritarios. Van a protestar, pero no van a encontrar base
social de apoyo que limite una propuesta que es beneficiosa para el
país. Dependerá de la capacidad de los gobiernos en marcar
fronteras.
Suspender
el pago de la deuda ha sido una propuesta sin éxito de los sectores
más radicalizados de la izquierda, ¿crees que ahora es posible?
Antes,
suspender el pago de la deuda externa era una propuesta marginal, y
ahora son temas que se discuten dentro del FMI y el Banco Mundial.
Esos organismos no plantean anular el pago de la deuda, sino que han
propuesto posponer los pagos de las deudas.
Lo
mismo ha pasado con el tema de una renta universal, era una propuesta
marginal de grupos de izquierda que la vienen trabajando desde hace
más de 20 años, y resulta que ahora te lo repite la editorial del
Financial
Times.
Entonces, la perspectiva en función de la propia realidad está
cambiando muy rápidamente, lo que lleva a la posibilidad de
suspender el pago de la deuda externa. Luego hay que avanzar con la
anulación del pago de la deuda, pero eso va a depender de que haya
más consenso en otros países. Dependerá mucho de cómo prospere
esta idea para convertirse en sentido común.
La
CEPAL calcula para este año al menos 11 millones de nuevos pobres en
América Latina ¿qué respuesta inmediata podría darse a este
sector?
Es
una tragedia. Una tragedia médica que gradualmente se convertirá en
tragedia económica. La izquierda tiene que estar presente para
proteger a esas personas de lo que se viene. La idea de una renta
básica universal es una opción. Esto significa que el Estado
garantice un ingreso básico para no morirte de hambre, para tener
una vida básica digna en los siguientes años. Los Estados lo están
empezando a hacer de manera segmentada y temporal, entonces es
posible. Esto que decían de que va a ser un gasto innecesario, de
que las economías van a quedar aplastadas, no es cierto. Los viejos
prejuicios contra estas ideas de izquierda se han derrumbado. Esto
que antes se habría calificado de populismo derrochador ahora es lo
mínimo que se puede hacer.
¿Qué
otros puntos debe contener una hoja de ruta de izquierda?
Hay
una batería de ideas que las colocaría como iniciales para el
desarrollo de una agenda de izquierda. En el tema de la salud, por
ejemplo, deberíamos poder garantizar una cobertura común para todos
los ciudadanos del mundo. No importa de qué nacionalidad seas, vas
tener un conjunto de derechos básicos en materia de salud. Esto que
vimos con el colapso de los varados en el exterior tiene que ver
también con eso. Hay varias propuestas que están circulando entre
grupos de izquierda acerca de cuál puede ser esta fuente de
financiación para garantizar una cobertura básica universal ya que
corremos el riesgo de que esto vuelva a suceder. Si hay alguna
globalización que vale la pena, es la globalización del sistema de
salud. Otro tema es la modificación de los patrones de consumo.
En estos dos o tres meses, más allá de la tragedia humana, la gente
ha podido quedarse en sus casas consumiendo seguramente la mitad, la
tercera, cuarta parte de lo que normalmente consume. El mundo puede
funcionar así, las personas podemos regular nuestros consumos. La
gente está haciendo una autoevaluación de sus pautas de consumo y
eso hay que apuntalarlo.
¿Hay
lugar para la política ambiental?
Sin
dudas, es un momento en el que el nuevo dinero que será utilizado de
emergencia, me refiero a ese entre 5 y 15% extra del PIB que incluye
endeudamiento, emisión monetaria, compra de bonos, etcétera, será
orientado hacia actividades de carácter social y productivo. Por lo
tanto, puede estar también orientado a ir modificando nuestros modos
de producción. De manera que, si hay dinero para apoyar a una
empresa, esa ayuda se de en el marco de protocolos sociales
obligatorios, pero también de nuevos protocolos ambientales que
vayan modificando la emisión de gases de efecto invernadero. El
paquete de propuestas de las izquierdas es amplio, pero es apenas el
primer paso. Se requiere mejorar, reforzar, ampliar siempre
dialogando con la gente.
¿Qué
capacidad de articulación global de una agenda progresista es
posible? ¿Cómo analizar la creación de la Internacional
Progresista?
Bueno,
es un nuevo intento de articular experiencias y reflexiones a nivel
mundial que es muy sano. La cosa va a depender de cómo esas
reflexiones no queden como reflexiones muy académicas, sino que
ayudaen al debate público, en la televisión, en los periódicos, en
los debates sociales, en los barrios, en los sindicatos. Esa
articulación siempre es clave para hacer de una idea excelente, una
idea fuerza co-organizadora del sentido común. Ese es el gran reto
en los siguientes años. Es un buen momento para crear algo así
porque la gente en la universidad, en la casa, está dispuesta a oír
otras cosas. Si hay inteligencia en estas propuestas regionales o
mundiales para proponer un conjunto de aspectos que emerjan de las
expectativas sociales, y que vuelvan de manera más ordenada sobre
ellas, va a ser muy eficaz.
En
un momento donde los Estados ganan fuerza, ¿cómo analizás la
articulación entre lo nacional y lo internacional para avanzar con
una agenda de este tipo a escala global?
Creo
que siempre se necesitan las dos cosas, lo nacional y lo
internacional. El movimiento de las mujeres es un ejemplo de cómo
una fuerza nacional dispersa inicialmente luego puede irradiarse como
una gran movilización planetaria. Ese es un ejemplo extraordinario,
pero primero existió una fuerza local. Pues eso hay que emular: esa
habilidad, esa capacidad de generar una fuerza nacional para tomar en
cuenta debates, expectativas, necesidades, frustraciones locales, muy
locales, pero luego ir hacia el mundo, porque son temas que nos
afectan a todos. La izquierda tiene que tener la habilidad de caminar
con los dos pies: lo nacional y lo internacional. La economía va a
avanzar así, con lo nacional y lo internacional. Las ideas
progresistas tienen que andar así también, una y otra se necesitan.
El ejemplo de las mujeres creo que es el mejor.
VIII
La
pandemia de coronavirus ha encerrado a las poblaciones dentro de sus
casas y ha puesto a millones bajo el foco de un nuevo panóptico
controlado por el estado, observándonos a nosotros ya nuestros
movimientos en nombre de la seguridad pública.
Nuestros
presentadores de podcast Pocket Dilemma , Jonathan Charles y Kerrie
Law, se unieron en Zoom por:
- Peter Pomerantsev- Senior Fellow, LSE. Autor: Esto no es propaganda, nada es verdad y todo es posible
- Samuel Woolley - Profesor, Universidad de Texas en Austin, Director Fundador, Laboratorio de Inteligencia Digital y autor de "El juego de la realidad: cómo la próxima ola de tecnología romperá la verdad"
Discutieron
los aspectos éticos de la tecnología, incluida la transparencia, el
uso de datos y la confianza. ¿Es efectiva la verificación de
hechos? ¿Qué regulaciones son necesarias para controlar las
empresas tecnológicas del sector privado?
Peter
Pomerantsev enfatizó que la importancia radica en la confianza: “Hay
algo más grande en juego aquí que se relaciona con la confianza y
la transparencia. Todavía vivimos en Internet, es decir, no vemos
realmente cómo se producen y crean los materiales. Lo comparo con
los restaurantes de la vieja escuela donde no se podía ver la cocina
".
Samuel
Woolley expresó una palabra de advertencia sobre el uso de IA: “La
inteligencia artificial y el aprendizaje automático se utilizan para
la escala. Se pueden usar para amplificar masivamente un punto de
vista particular o para suprimir otro punto de vista y eso es algo
aterrador ”.
Como
observó Peter Pomerantsev:
"Vivimos
en esta extraña paradoja donde hay más información que nunca
antes, pero en realidad mucha menos información sobre lo que está
detrás de esta información".
Daniel
Roberto Távora Mac Cormack
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