Domingo 21 de junio de 2020

Sujetos y poderes en los tiempos del Covid19


Para algunos, preguntar sobre el "cómo" del poder nos limitaría a describir sus efectos sin siquiera relacionar estos efectos tanto a sus causas como a su naturaleza básica. Haría del poder una sustancia misteriosa sobre la cual ellos deberían dudar en preguntar, seguramente porque preferirían no traerla a consideración. Proceder de esta forma, la cual nunca está explícitamente justificada, parece suponer la presencia de una forma de fatalismo. ¿Pero acaso su descreimiento no está indicando la presuposición de que el poder es algo que existe con tres cualidades distintivas: su origen, su naturaleza básica y sus manifestaciones?.


Si un tiempo a esta parte he otorgado una cierta posición privilegiada a la cuestión del "cómo" no es porque haya decidido eliminar las cuestiones referidas al "que" y al "por qué". En todo caso pretendo presentar estas cuestiones de forma diferente, mejor aún, saber si es legítimo imaginar un poder que unifique en él, un qué, un por qué y un cómo. Para decirlo de forma sencilla, diría que plantear el análisis del "cómo" es sugerir que este poder como tal no existe. Al menos es preguntarse a uno mismo que contenido tiene en mente cuando usa ese término abarcador y reificante, es sospechar que una configuración extremadamente compleja de realidades se diluye cuando caemos reiteradamente en una doble cuestión: ¿Qué es el poder? y ¿De dónde viene el poder?.

Por otra parte, la simple interrogante, ¿Qué sucede? aunque llana y empírica, una vez planteada evita la acusación de ser una metafísica u ontología fraudulenta del poder; por lo tanto es plantear el "cómo", no en el sentido de "cómo se manifiesta, sino de por qué medios es ejercido?" y "¿Qué sucede cuando los individuos ejercen (como ellos dicen) el poder sobre otros?".

En lo que concierne a este poder, en primera instancia es necesario distinguir aquel que se ejerce sobre las cosas y da a su vez la habilidad de modificar, usar, consumir y destruirlas -un poder que procede de aptitudes directamente inherentes al cuerpo o "apoyadas" en instrumentos externos. Diría que aquí hay una cuestión de "capacidad" . Por otro lado lo que caracteriza al poder que estamos analizando es que este pone en juego las relaciones entre los indivi-duos (o entre grupos). Para no engañarnos a nosotros mismos, si hablamos de las estructuras o los mecanismos del poder, es sólo en tanto suponemos que ciertas personas ejercen el poder sobre otros. El término "poder" designa los relacionamientos entre "compañeros" (y con esto no estoy pensando en juego de suma-cero, sino simplemente y por el momento permaneciendo en términos generales, en un entramado de acciones que inducen a otras acciones y que se concatenan entre sí).

Es también necesario distinguir las relaciones de poder de los relacionamientos comunicacionales que transmiten información por medio del lenguaje de un sistema de signos o cualquier otro sistema simbólico. Sin duda, comunicar es siempre una cierta forma de actuar sobre otra persona o personas. Pero la producción y circulación de los elementos de significado pueden tener como objetivo o como su consecuencia ciertos resultados en el "reino" terreno del poder, los últimos no son simplemente un aspecto de los primeros. Más allá de que pasen o no a través de sistemas de comunicación, las relaciones de poder tienen una naturaleza específica. Las relaciones de poder, los relacionamientos de comunicación y las capacidades objetivas no deberían ser confundidas. Esto no equivale a decir que existen tres dominios separados: por un lado un campo de cosas, de técnicas perfeccionadas, de trabajo y transformación de lo real; por otro lado uno de los signos, de la comunicación, de la reciprocidad, de la producción del significado; y finalmente un campo de la dominación, de los medios de sujeción, de la desigualdad y la acción de los hombres sobre otros hombres. Es más bien en todo caso, una cuestión de tres tipos de relacionamientos, los cuales de hecho, siempre se superponen uno sobre otro, se mantienen recíprocamente y se usan mutuamente como medios para un fin. La aplicación de capacidades objetivas en sus formas más elementales, implica relacionamientos de comunicación (tanto en forma de información previamente adquirida como de trabajo compartido), está también unida a las relaciones de poder (tanto si consisten en tareas obligatorias, de gestos impuestos por la tradición o el aprendizaje, como de subdivisiones y de una distribución más o menos obligatoria del trabajo).

Los relacionamientos de comunicación implican actividades teleológicas (incluso en la correcta puesta en funcionamiento de los elementos de significado) y por efecto de la modificación del campo de la información entre "jugadores" producen efectos de poder. Difícilmente puedan ser disociados de las actividades teleológicas, las cuales también permiten el ejercicio de ese poder (tales como técnicas de entrenamiento, procesos de dominación; aquellos medios por los cuales se consigue obediencia) y que con el propósito de desarrollar su potencial sugieren las relaciones de poder (la división del trabajo y la jerarquía de tareas)
Michel Foucault: ¿Cómo es ejercido el poder?
En EL SUJETO Y EL PODER

No por tratarse de un inconsciente colectivo que se presenta de maneras inequivocamente alienantes, deja de llamar la atención que en plena era de las comunicaciones y donde se supone que la ciencia y la evidencia ocupan un lugar central en la toma de decisiones y en los relatos que intentan signar los sentidos de la vida individual y colectiva, Argentina, en sentido contrario al resto de las revueltas, exprese ese, su lado inconsciente e irracional en las manifestaciones colectivas que, lejos de representar derechos avasallados o reclamos que llevan mucho tiempo sin resolución, hagan relucir esa enajenación mental que ponen a los esclavos a gritar en favor de sus opresores y en contra de los gobiernos que intentan equilibrar las desigualdades producidas por ellos … los dueños y patrones.


El Grito de Alcorta tal como se conoce el levantamiento iniciado en Bigand el 15 de junio de 1912, y que estalló en la localidad homónima el 25 de junio del mismo año, es uno de los hechos más citados, menos investigados y tal vez  de los más tergiversados de la historia argentina. Allí la derecha hizo un trabajo impecable en cuanto a falsificación y olvido de la gesta se refiere. El primer libro sobre el tema fue escrito recién  en el año 1956, habían pasado ya  44 años,  cuando  a instancias del Partido Comunista Argentino se escribe la primera historia del acontecimiento. Su autor Plácido Grela no estuvo a la altura de la circunstancia. Su texto fue un verdadero compendio de inexactitudes, citas imposibles de verificar, hechos totalmente tergiversados e inventados, con  olvidos y recuerdos a todas luces interesados, lo que lo hacen más un ensayo literario de ficción que una obra de investigación histórica. Pero las desidias e intereses personales del autor no son imputables ni al  Partido que tuvo la loable  iniciativa de rescatar del olvido un hecho fundacional de la política agraria del país ni al materialismo historio al que adhiere expresamente el autor.

Este opúsculo con el correr del tiempo se convirtió en una verdadera biblia a la hora de escribir u opinar  sobre el hecho, pero casi nadie se tomó el mínimo trabajo de corroborar o chequear las fuentes en que se basó Grela, a pesar de los abundantes y accesibles archivos existentes.

Debemos partir de la verdadera historia de aquellevantamiento, que tuvo a socialistas y anarquistas como auténticos protagonistas de los sucesos, y no a dos curas, cuyo hermano Francisco Netri fue llamado como asesor jurídico de los huelguistas no solo por su profesión de abogado sino también, por un detalle poco conocido y analizado como lo  fue su  ateísmo público y militante. Una historia sin evocaciones interesadas, ni falsificaciones u olvidos es clave para poder analizar  correctamente lo que sucede hoy y entender los porqué de los muchos los problemas agrarios que siguen intactos a pesar de los  107 años transcurridos.

Hay cosas que han cambiado-sin duda- pero hay otras que persisten casi intactas. Obviamente cambió la técnica del laboreo agrícola y del trabajo humano aplicado ael. Ya no se trabaja con tracción a sangre, ni se controla la maleza en forma manual, ni se embolsa la cosecha, ni se recolecta el maíz a manos (concuñada) ni se transporta en carros tirado a caballo hasta el tren. Eso se transformó, está más que claro. También cambió el sujeto agrario. La agricultura de 1912 era una actividad ejecutada por inmigrantes cuasi indigentes, desprovistos de todo derecho, que trabajaban a destajo en tierra ajena por un mísero mendrugo de pan. Sera el peronismo de 1945 a 1955 quien gracias a la reforma agraria -sin llamarla como tal- pero la hizo… y vaya si la hizo, que transformó a 50.000 colonos arrendatarios en  nuevos propietarios agrícolas.

Nunca antes se había hecho tanto y nunca después se hizo tanto como en esa década. Los descendientes de esos arrendatarios son hoy los que encabezan todas las marchas contra la expropiación de Vicentin y critican a Juan Grabois por su propuesta de reforma agraria, similar a la que benefició a sus abuelos. Convertidos en verdadera fuerza de choque de la derecha neoliberal y base electoral del macrismo, son un  verdadero y complejo problema político a resolver por el gobierno popular.

Ahora veamos  lo que sigue igual: 1-) el tema de la tenencia de la tierra. Estamos de nuevo en el punto de partida. Más concentración con menos productores. 2- ) Seguimos con una  agricultura de tres pisos. En 1912 era: terrateniente-subarrendador-colono arrendatario, hoy  es: terrateniente, contratista rural, pool de siembra o mega-productor. 3- ) Ayer como hoy seguimos sin una ley de arrendamientos. 4- )La invisibilización del latifundio como problema estructural en el desarrollo de nuestras fuerzas productivas continua  intacto. Solo una minoría lo plantea como tal.  Ayer fueron socialistas y anarquistas, hoy el anarquismo es un recuerdo y  los socialistas partidarios se transformaron en “socialistas de mercado”. Gobernaron por 12 años Santa Fe, no solo olvidaron el tema, sino que deben ser el único partido político del mundo que hizo campaña en favor de un monocultivo. “La soja no es un yuyo”: vote Hermes Binner, decían los carteles de publicidad electoral del año 2011. 5- ) La concentración monopólica del comercio exterior de granos está más intacta que nunca. Vicentin puede ser un quiebre en esta tendencia 6- ) La inexistencia de una política tributaria progresiva que pague más quien más tiene fue base del reclamo de Juan B Justo y Antonio Noguera para castigar al Latifundio. Nada se modificó al respecto.7-) El debate sobre las retenciones. Ese tema tan espinoso de la política agraria argentina se empezó a discutir durante la interpelación a que fue sometido el ministro de agricultura  Adolfo Mujica (abuelo del recordado padre Carlos Mujica) el 29 de julio de 1912, a consecuencia de los sucesos de Alcorta. Esa discusión sobre las retenciones empezó allí, pero llega indemne hasta nuestros días. Es cierto que hemos tenido importantes avances en materia de segmentación cuando se discutió la ley de solidaridad fiscal en febrero del 2020.



A partir del golpe cívico-militar-eclesiástico de 1976, se clausuró el  debate agrario en la Argentina. En dictadura – represión mediante- se desarticuló buena parte dela estructura jurídica y de empresas del estado que se habían construido trabajosamente a lo largo de todo el siglo XX, como la Junta Nacional de Granos. Varios de estos instrumentos sobrevivieron a la tarea de demolición de las  conquistas populares que se dio a si misma la Revolución fusiladora  de 1955.Pero a partir de 1983, la oligarquía terrateniente argentina obtuvo un triunfo cultural notable e inesperado, logró invisibilizar el latifundio, y circunscribir el debate  agrario a técnicos y especialistas a su servicio, donde el uso y tenencia de la tierra quedó totalmente de lado. El campo nacional y popular abdicó voluntariamente de discutir la cuestión agropecuaria. Esto es una realidad inobjetable. No fue el imperialismo que nos impuso no discutir lo agrario sino nuestra propia desidia política e intelectual. 


La oligarquía logró encapsular el tema gracias al concurso inestimable de los medios monopólicos  de comunicación, abastecidos por una fuente inagotable de recursos publicitarios, proveniente de las transicionales exportadoras de granos y sus colaterales proveedoras de insumos al agro. Encapsuló el tema para sacarlo de la mira legislativa e impositiva de los representantes de  las mayorías populares. Les  fue –para pesar nuestro-excesivamente bien. Pagaron nada de impuestos, se monopolizó la producción de alimentos, se concentró la tierra en pocas manos casi sin oposición, fugaron divisas sin límites y fueron identificados por importantes segmentos poblacionales  con la patria, como si terratenientes y la bandera fueran sinónimo de virtud. Lograron que cientos de argentinos de clase media, sin una maceta de tierra gritaran:“todos somos el campo”. Decía Albert Einstein: “dos cosas son infinitas: la estupidez humana y el universo; y no estoy seguro de los segundo”.Salud y cosechas…

Como elocuente antitesis, ayer a 400 kilómetros del corazón del conflicto, en la ciudad de Buenos Aires, el "Banderazo" trascendió el reclamo en torno a la expropiación de Vicentin y el supuesto avasallamiento de la propiedad privada. En el peor momento hasta la fecha de la expansión de la covid-19 en la Argentina, una multitud se reunió en el Obelisco y sus alrededores con poco respeto al distanciamiento social y con una dos premisa colectiva claras: el rechazo al Gobierno y a la cuarentena. Fue una movilización numerosa y ruidosa. Los bocinazos fueron constantes, hubo cacerolas y silbatos, se entonaron el Himno Nacional y otros temas patrios.

Hubo gritos, muchos gritos. Rabia en palabras y miradas, por lo visto contenida durante todos estos meses de aislamiento. Una rabia que por fin encontraba su cauce. Puteadas. Cánticos de “que se vayan todos”; arengas de “viva la Patria”. Una bandera de “Nunca más” flameaba entre la gente. Otra advertía que “nos gobiernan montoneros”. Cada discurso era muy particular. Unidos conformaban una ensalada. Los había de todos los órdenes. Políticos, médicos, religiosos. Era una suerte dar con algún argumento coherente, como el del trabajador que está cobrando la mitad, el comerciante que debió bajar las persianas o el jubilado al que no le alcanza. También había de estos.

La de la Plaza de la República, fue la cara porteña de una movilización convocada por productores y sectores de la oposición ante el anuncio de la expropiación de Vicentin. Se anunció que se extendería a 60 localidades del país y comenzó este sábado en Sinsacate, en el norte de Córdoba. En Santa Fe, donde la empresa tiene su casa matriz, se produjo la mayor convocatoria. En CABA hubo cacerolazos en algunos barrios, como Núñez, Recoleta y Belgrano, y también bocinazos. Alrededor del Obelisco se agolparon  muchísimos autos con carteles y banderas -aquí sí más claramente en torno a Vicentin- y por momentos quedó cortada parcialmente la calle.
La elite mundial que nos maneja es satánica. Está eliminando a la población. Esto es una guerra del mal contra el bien. Una guerra espiritual. Ocultan la cura del cáncer, la quimioterapia mata, financian el aborto. Crearon esta falsa pandemia y está matando a más gente quedarse en casa que el virus mismo”, contó un parapsicólogo que había hecho anotaciones con tiza en el piso, en torno a masonería y numerología. Sabía, de todas maneras, que el suyo no era el discurso hegemónico de la concentración. Porque la gente, equivocada, “cree que esto es político, pero es espiritual”.
Al lado de las anotaciones de Miguel, un joven artista había hecho un dibujo de un político –“podría ser cualquiera”- sentado en un inodoro, defecando sobre un mundo cubierto con la bandera nacional. Era una intervención participativa. Algún manifestante había escrito la leyenda: “Chavistas hijos de puta, Argentina será su tumba”.

Patria, libertad, república, división de poderes. Contra la inflación, el avance sobre la propiedad privada y la expropiación de Vicentin. Contra el comunismo, una supuesta dictadura, cualquier parecido con Venezuela. Una saña particular con Cristina Fernández: una mujer sostenía un cartel con una foto de la vicepresidenta y de fallecidos "cercanos" a ella, como “su marido que la maltrataba” o el fiscal Alberto Nisman. No eran pocos los que señalaban esto. Que todos los que están cerca de Cristina mueren. No aparecían alternativas en el apocalíptico discurso político. No era mencionado Mauricio Macri, quien por la tarde tuiteó la foto de una bandera.

Salvo en el encendido discurso de Graciela, de 65 años, que había llegado desde La Matanza. “Me moviliza cómo nos roban hablando pelotudeces y empiezan a expropiar a la gente. Macri fue lo mejor que tuvimos. No estos chorros sinvergüenzas. Tres meses hace que estamos metidos dentro de la casa. ¿Hasta cuándo piensa seguir el payaso este? Voy a salir todas las veces que tenga que salir. Soy santafecina, sé quién es Vicentin. ¿Vos creés que se suicidó el custodio de Cristina? Qué se va a suicidar… algo les hará está sucia. Todos los que están cerca de ella mueren. Ahora dentro de dos días va a salir este hijo de puta (Fernández) a decir que tiene covid, para hacerse la víctima. Así como se victimizó ella cuando se murió el chorro del marido.”

Encubrimiento, vidas robadas (pedofilia)” (con un retrato del papa Jorge Bergoglio), “Ciberpatrullaje es dictadura”, “Exigimos nuestros derechos, libertad ambulatoria”, “5G arma electromagnética genocida”, “Boludo, quedate en tu casa mientras ellos preparan tu horca; levantate y lucha”, “Falsa pandemia”, “No a la cárcel domiciliaria” eran algunos carteles. Había, aisladas, algunas fotos de Luis Espinoza y Florencia Morales. “Perón o Soros” decía una bandera que se extendía mientras el bloque de agrupaciones nacionalistas tocaba redoblantes y bombos.
Eduardo, un homeópata de 78 años que dice que el dióxido de cloro “destruye el virus”, sostenía uno de los tantos carteles que subrayaban el devenir de un “Nuevo orden mundial”. “Todo lo que está aconteciendo es una agenda del gobierno en las sombras, profundo, que tiene como principales jefes de todo esto a Soros, Bill Gates, los Morgan… una serie de financistas que pretenden disminuir a la población mundial y controlar a través de la nueva tecnología y de vacunas que están enfermando a la población”, sugirió el hombre, y aclaró que estudia el tema hace más de 40 años. "Secuestran gente en las villas, les hacen tests compulsivos, todos truchos, de China. Y les meten el virus. No existe el contagio directo”, planteaba Nicolás, y distinguía cuatro etapas en el "genocidio" de Fernández.

La hipótesis de que el virus no existe no era la que más resonaba en los testimonios; sí la que sugiere que la pandemia es falsa. “Si esto fuera una pandemia la mitad del país debería tener Covid-19. Es un virus más. No llamemos pandemia a lo que no es pandemia. Pandemia es el sida, que desde el ’80 sigue vigente. Dudo de las cifras. Me cansé de la mentira y de no poder trabajar. El permiso no es válido para los argentinos que trabajamos en negro. No uso barbijo ni alcohol. Nada de lo que los medios nos vendieron que usáramos. Y sigo viva a la altura de la fecha”, concluía Alba Luz, vendedora ambulante de 28 años. La mayoría de los manifestantes llevaba barbijo. Pero sobre todo cuando un auto apareció con parlantes para que entonaran el himno, fue difícil el respeto del distanciamiento social.

Seguramente estos textos y alguna interpretación intercalada por allí, no provocarán ni el reconocimiento de los alienados, ni de quienes ejercen el poder, ni los comos de ese poder en esa alienación … Lo verdaderamente llamativo es que la racionalidad no solo se limite a pocos textos y algunos mas discursos que se jactan de moderados, democráticos y respetuosos de tanta deshumanización. Lo verdaderamente increíble que los desposeídos no llenen las calles, que los pobres hambrientos se contenten con los mendrugos, que los laburantes agradezcan conservar sus laburos aún y cuándo les quitaron el 33% de sus ingresos y la mitad se los pague el Estado y no sus patrones y dueños.

¿Dónde habrá quedado aquel espíritu revolucionario de los San Martín y Belgrano? ¿Dónde los anarquistas y socialistas? ¿Dónde los peronistas de perón que llenaba las plazas en contra del capitalismo de Braden y de la oligarquía que bombardeo Plaza de mayo?

Parece que la pandemia no solo hace mas temerosa aún la nefasta clase media que sale a balconear con cacerolas sino que además, se prenden los pelotudos anti-peronistas que no entienden que se trata de patria o dependencia … como casi siempre.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack

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