Viernes
5 de Junio de 2020
Decolonizar las maneras de pensar la realidad.
De Castas y Odios importados ...
“ La
pluralidad étnica y cultural es una realidad reconocida de todas las
naciones americanas. No hay un solo país de nuestro continente en el
que no existan grupos sociales que se diferencien de otros por su
origen geográfico, su color de piel, su cultura, su lengua, su
religión o su identidad étnica. En cada sociedad se distingue a
grupos y sectores por ser indios, negros o blancos, y también
mulatos y mestizos; se les clasifica como nativos o inmigrantes; se
distingue entre católicos, protestantes, judíos, hindúes y
musulmanes, o también entre hablantes de español, inglés, francés
o alguna lengua indígena o “creole”. Estas categorías son una
parte esencial de la vida política y económica de cada nación,
pues muchas veces determinan el acceso a derechos básicos y a
oportunidades económicas, así como la participación en la vida
pública. Igualmente forman parte de la convivencia cotidiana, en la
que las distinciones entre los diferentes grupos de la población
guían decisiones tan íntimas como la elección de amigos y de
parejas y tan públicos como la visibilidad en los medios de
comunicación y la participación en los procesos políticos.
Ideológicamente las diferencias, reales y supuestas entre los
grupos, justifican los privilegios de unos y cimentan la
discriminación y la exclusión de otros. Socialmente, los lugares de
residencia y reunión de los diferentes grupos construyen una
compleja geografía de la diversidad en las ciudades, que se dividen
en barrios y sectores con claras identidades culturales o étnicas, y
en el campo, donde los territorios tradicionales de grupos indígenas
frecuentemente son objetos de acaloradas disputas. A nivel
ideológico, las fronteras que se establecen entre los diferentes
grupos culturales, étnicos o lingüísticos son esenciales para
definir cuál es la identidad nacional dominante o mayoritaria y
cuáles son las identidades consideradas marginales, minoritarias o
incluso extranjeras.”
Federico
Navarrete Linares “Hacia otra historia de América. Nuevas miradas
sobre el cambio cultural y las relaciones interétnicas”
Universidad
Nacional Autónoma de México,Instituto de Investigaciones
Históricas2015178p.(Serie Antropológica, 22)ISBN978-607-02-6542-6(http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/otrahistoria/hoha003_cambio.pdf. )
La
división se llamó sistema de castas y funcionó en los virreinatos
y territorios de la corona española.
"Es
el orden con el que se gobiernan las Indias. Los españoles
conquistadores no vienen a trabajar, vienen a que los indios y los
negros trabajen para ellos", explica a BBC Mundo Federico
Navarrete, doctor en Estudios Mesoamericanos de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM).
Con
el descubrimiento de América en 1492 y en las décadas siguientes de
colonización, comenzaron a marcarse tres grupos sociales básicos:
• Blancos:
españoles peninsulares o nacidos en América.
• Indios:
habitantes originarios de América.
• Negros:
esclavos traídos de África.
La
mezcla entre esos grupos dio lugar a las castas, una clasificación
de las personas dado su linaje, quiénes eran sus progenitores y qué
lugar ocupaban en la sociedad medieval de aquello siglos.
Y
de esa mezcla surgió una curiosa lista de 16 combinaciones básicas,
aunque las mezclas posibles son innumerables.
El
uso de todas estas distinciones en realidad tiene que ver con un fin
práctico, más allá de la concepción moderna de la raza que surgió
hasta principios del siglo XIX.
"Antes
que nada es un sistema de dominación política y económica. No son
prejuicios raciales, porque las castas no son razas, no hay que
confundir eso", explica Navarrete.
"Si
recibían el apellido del padre blanco y los incorporaba a su
familia, esos hijos contaban como blancos, independientemente de la
'raza'", añade el experto de la UNAM.
Los
indígenas eran la gran base poblacional de América y por lo tanto
eran la base del sistema económico, principalmente en el Virreinato
de la Nueva España y el del Perú.
Los
blancos ocupaban los puestos privilegiados de la estructura política
y económica, mientras que los indios tenían que trabajar y pagar un
tributo a la corona. Los esclavos solo vivían para trabajar.
La
explotación de esa fuerza de trabajo era el principal objetivo de
los colonizadores. Que una persona fuera de una casta u otra en
realidad no añadía ni quitaba derechos, pues más bien la posición
económica y social era la determinante.
"Los
mestizos estaban en posiciones intermedias: no tenían que pagar el
tributo de los indios, ni eran esclavos como los negros, pero tampoco
tenían los privilegios de los españoles", explica Navarrete.
Los
cuadros de castas
Una
muestra de la división de castas fue elaborada por varios artistas
de la época a través de pinturas conocidas como "cuadros de
castas".
"Fueron
una elaboración de la política racial oficial, cómoda para las
ansiosas, o quizá inconscientes elites patrocinadoras", escribe
el historiador estadounidense William Taylor.
Sin
embargo, Navarrete apunta a que en realidad eran una especie de
suvenir, pues la población novohispana "siempre se estaba
moviendo" entre una casta y otra.
"Se
pintaban en la Nueva España para venderse en Europa y demostrar la
riqueza de la tierra y la riqueza de los tipos humanos que había en
la tierra", apunta el investigador.
En
el día a día, el color de la piel no era tan determinante como sí
el idioma que se hablaba, la ropa que se vestía y la condición
social.
"Un
indio que tenía una piel más clara, que se vestía como español y
hablaba español, podía pasar por mestizo e incluso por blanco",
explica Navarrete, de manera que la tez no era tan determinante.
Para
Navarrete, el sistema de división de clases "era un sistema
brutalmente injusto", pues marcaba una jerarquía muy clara
entre los diferentes grupos, con discriminación y desventajas para
los que no fueran blancos.
La
independencia de las naciones de América dio fin al sistema de
castas, pero el investigador cuestiona si esta división desapareció.
"En
casi todas las repúblicas independientes se mantuvo el sistema de
castas de una manera u otra", dice Navarrete.
"Los
indios y los negros siguen ocupando en toda América posiciones de
desventaja muy claras frente a los blancos. En el fondo sigue siendo
una continuación del sistema de castas colonial".
(
https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-41590774?at_custom2=facebook_page&at_campaign=64&at_custom1=%5Bpost+type%5D&at_custom4=D6DE1B64-A688-11EA-9CEC-34B2FCA12A29&at_custom3=BBC+News+Mundo&at_medium=custom7&fbclid=IwAR3EfonTPXecG6243z_IfXwMv1JmhSnQaiCDYGpMFCVTh_i5-5wC3bBi6Cs
)
En
Estados Unidos la serpiente no se incuba en un huevo. El racismo
tiene sus entrañas a la vista desde el siglo XIX. Está en cada
rincón del país en mayor o menor medida. En las multitudinarias
movilizaciones que hoy lo rechazan, saben que no solo se expresa en
la brutalidad policial. Pervive en el Ku Kux Klan, una caricatura de
lo que fue – en la década del 20 tenía unos cuatro millones de
adherentes -, aunque su músculo vital es el nacionalismo blanco,
mucho más dinámico y amplio que los fantoches con bonete y túnica
que persiguen y asesinan a los negros desde que se rindieron en la
Guerra de Secesión. Las garras de ese fanatismo todavía conservan
una galería de símbolos – escuelas, estatuas, placas con nombres
de políticos o militares esclavistas- en la extensa geografía de
EE.UU y sobre todo en los estados del sureste.
A
junio de 2018 el Southern Poverty Law Center (SPLC), una ONG de
abogados de Alabama, había revelado que 772 monumentos que
reivindican a los Estados Confederados del Sur sobrevivían sobre sus
pedestales. Aunque había más símbolos hasta completar 1.728. Uno
de ellos, casi desconocido y olvidado, rinde homenaje al único
militar condenado y ejecutado en Washington por crímenes de guerra
en 1865. Henry Wirz fue un capitán médico de origen suizo que tuvo
a su cargo el campo de concentración de Andersonville, en Georgia,
donde murieron 13 mil prisioneros. Su estatua – un obelisco con
varias placas que reivindican su memoria – se levanta muy cerca de
donde fueron asesinados o fallecieron de hambre y enfermedades
aquellos soldados blancos y negros cautivos del ejército sureño.
Una inscripción lo recuerda así: “En memoria del Capitán Henry
Wirz, C.S.A. nacido en Zurich, Suiza, 1822, condenado a muerte y
ejecutado en Washington D.C. el 10 de noviembre de 1865”.
Su
sentencia se cumplió en la horca con la Casa Blanca como fondo –
donde se levanta ahora el edificio de la Corte Suprema-, después de
un juicio donde lo encontraron culpable de trece actos de crueldad y
asesinato, como disparar a los prisioneros, ordenar a los guardias
que lo hicieran, torturas y confinamiento insalubre. Casi un tercio
de los 45 mil detenidos a su cargo murieron en Andersonville, hoy un
pequeño pueblo. Ahí se mantienen el obelisco en honor al criminal
de guerra, el campo de concentración y un museo como monumentos
históricos.
La
historia de Wirz se puede vincular con la del general Nathan Bedford
Forrest, un prestigioso oficial de caballería para los confederados.
Este militar tiene su propio monumento de granito en el cementerio de
Selma, Alabama, donde el racismo se respira en cada calle de la
ciudad. Su figura pasaría más inadvertida si no fuera porque se
trató de un fundador del Ku Kux Klan, en el que llegó a su máxima
jerarquía: Grand Wizard o Gran mago. En la película Forrest Gump,
Tom Hanks, el actor que protagoniza al personaje principal, cuenta
que le pusieron su nombre de pila en honor a su antepasado, el
oficial que antes y después de la guerra salía a cazar negros.
Primero a cara descubierta, después encapuchado y vestido con una
túnica blanca.
¿Por
qué lo hacía? Tenía una empresa (Forrest&Maples) en la cual
vendía lo que consideraba su mercancía. La exhibía en lo que se
llamaba el patio de esclavos de Forrest. El aviso que publicó en un
periódico de aquella época decía: “Personas deseosas de comprar
son invitadas a examinar el stock antes de comprar en otra parte.
Ellos tienen a mano en el presente cincuenta Negros presumiblemente
jóvenes, incluyendo Manos de campo, Mecánicos, Sirvientes de Hogar
y Personales, etc” (las mayúsculas son del original).
El
1° de enero de 1863 se abolió la esclavitud en EE.UU durante la
presidencia de Abraham Lincoln. Casi tres años después, el 24 de
diciembre de 1865, se fundó el Klan en Pulaski, Tennessee. En los
años 20 la organización llegaría a su apogeo. Con frecuencia se
veía a miles de sus miembros reunirse al aire libre o desfilar en
las ciudades del sur esclavista. Lo hacían sin que nadie los
molestara. No como a los centenares de miles que hoy marchan contra
las ideas que representan esos grupos supremacistas blancos que
penetraron hasta lo más profundo de las instituciones del Estado.
La
policía que hoy es repudiada por su racismo es la más expuesta. Su
crueldad quedó retratada en el video donde se observa pedir
clemencia a George Floyd antes de morir asfixiado bajo la rodilla de
un efectivo. Pero la discriminación contra los negros tampoco es
ajena a las fuerzas armadas. En 2017 la publicación Military Times
publicó una encuesta sobre el tema. Lo hizo después del asesinato
de una manifestante antiracista atropellada de manera deliberada
con su auto por un supremacista blanco en una concentración en
Charlottesville, Virginia. Los racistas protestaban contra el
desmantelamiento de una estatua del general Robert E. Lee, el militar
que comandó al ejército del Sur en la guerra de Secesión.
El
estudio arrojó que un 40 por ciento de los militares negros habían
visto ejemplos de racismo entre sus compañeros de armas. Además
definieron al nacionalismo blanco como “una amenaza de seguridad
nacional más grande que Siria, Irak y Afganistán” en su propia
cosmovisión maniquea de las guerras que emprende a menudo Estados
Unidos por el mundo. Eric Ward, referente del SPLC, escribió el
lunes pasado en la página de la organización de abogados que luchan
contra la discriminación desde Alabama: “Estados Unidos está en
un precipicio. Si vamos al límite del abismo de un estado
autoritario como toda regla o encontramos un terreno firme sobre el
cual construir una democracia inclusiva, depende de lo que hagamos
ahora. Necesitamos ser claros: cada palabra y cada acción tiene
consecuencias”.
Obeliscos
o estatuas que recuerdan a criminales de guerra como Wirz o el gran
mago Forrest del KKK siguen en pie en EE.UU porque según el SPLC
“hay estados que cuentan con leyes para evitar que estos monumentos
sean removidos”. A junio de 2018 el recuento de la organización de
abogados de Alabama daba que 1.728 obras rendían pleitesía a
personajes o situaciones del sur esclavista. Su remoción avanza
lenta pero está lejos de poder completarse. En esa perspectiva, el
racismo estructural de Estados Unidos parece una batalla perdida.
(
https://www.pagina12.com.ar/270111-el-legado-esclavista-en-estados-unidos-monumentos-al-racismo
)
En
estos lares también desplegamos nuestras verguenzas …
A
pesar de las profusión de imágenes sobre el ataque, los testimonios
y la denuncia urgente del Comite de Prevención de la Tortura en
Chaco no hay ningún policía imputado por lo sucedido el domingo a
la madrugada en el barrio Bandera Argentina, cerca de Resistencia. La
fiscalía de Derechos Humanos aún está en etapa de "identificación"
de los uniformados que ingresaron a la fuerza a la casa de Elsa
Fernández, golpearon a sus hijos y sobrino, los llevaron a la
comisaría y allí los sometieron a tormentos y abusos, entre ellos
manoseo a una chica menor de edad. "Es una barbaridad, ya
tendrían que estar detenidos, están los nombres de los que aparecen
en el video, el OCI (Organo de Constrol Institucional) y el
Ministerio de Justicia está aportando documentación, pidió oficio
urgente al hospital donde certificaron las lesiones de las víctimas
y a la jefatura policial el libro de la comisaría, y piden que se
acerquen testigos que hayan visto lo sucedido"
"No
hay imputados, la fiscalía dicen que son seis los policías
identificados pero que tiene que terminar de determinar
responsabilidades y recién entonces pedirán las indagatorias",
agregó. De Balze confirmó que a los sospechosos de los delitos
gravísimos que denunciaron Elsa Fernández, Cristian Fernández,
Alejandro Saravia y Rebeca Garay se les quitó la "chapa" y
el arma, y están en sus casas suspendidos en el cargo. En teoría no
pueden salir por el aislamiento social obligatorio, pero algunos de
sus compañeros fueron vistos por el barrio Fontana, amedrentando a
testigos. La familia sería asistida por la Defensoría Pública,
hasta ahora no tienen representación legal oficial.
"El
domingo a la mañana tomamos conocimiento de lo que pasó a través
de la Mesa Multisectorial Feminista, hubo unas familias tirando
piedras contra la comisaría 3ra, y un par de policías salieron a
correrlos. Incluso hubo un forcejeo, pero las personas agredidas
luego no tenían nada que ver con los que perseguía la policía. Y
pasó lo que todos vimos", indicó De Balze al referirse a las
imágenes del ingreso a la fuerza en la casa de estas familias qom, a
las que el presidente Alberto Fernández calificó de "inaceptables"
.
En
las primeras horas trascendió que estaba interviniendo la secretaría
de Derechos Humanos provincial, de modo que el Comité se haría a un
costado porque consideró que sus funcionarios harían la denuncia y
darían asistencia a las víctimas con el órgano dispuesto para esa
tarea. Sin embargo, en el barrio sólo estaban las militantes de la
Mesa Multisectorial Feminista y la APDH (Asamblea Permanente por los
Derechos Humanos). Así, la única denuncia formal presentada hasta
el momento fue la de ese organismo, que depende del Estado pero es
autónomo del mismo.
"El
informe contiene fotos, lo enviamos a la fiscalía de Derechos
Humanos por correo oficial con carácter de urgente, también fuimos
a la comisaría porque estamos autorizados a ingresar por la ley
17.098 que creó este mecanismo de prevención de la tortura a nivel
nacional, es como el equivalente a un Defensor del Pueblo",
explicó De Balzo. Chaco fue el primer lugar en que se creó a raíz
del asesinato de Juan Ángel Greco, un artesano de 24 años que
falleció tras ser detenido ilegalmente y alojado en una celda que
luego fue incendiada, el 4 de julio de 1990 en la Comisaría de
Puerto Vilelas.
Más
allá de la querella de la Secretaría de Derechos Humanos, el Comité
finalmente decidió presentarse también en la causa para pedir la
detención de los policías involucrados, que son muchos más que
seis, incluso porque algunos actuaron vestidos de civil, algo ilegal
pero que, según De Balze, es común en Chaco. "No se están
haciendo bien las cosas, el gobierno provincial debió convocar a
todos los organismos para bajar los decíbeles de la situación, están
saliendo a reclamar otros sectores de la sociedad que dicen que son
'lacras', entonces la familia tiene que saber que se va a hacer
justicia", dijo el presidente del Comité en diálogo con este
diario.
El
gobernador Jorge Capitanich no hizo ningún pronunciamiento público,
a pesar de que sí hubo declaraciones a nivel nacional. "Salió
la ministra de Seguridad, que anunció sobre las acciones de la
secretaría de Derechos Humanos, pero sin la secretaria presente, es
poco serio", se quejó De Balze. A su criterio, la ministra
Gloria Zalazar "no cree en los organismos ni el comité ni en las
defensorías".
De
Balzo destacó que tampoco fue aceptado por la justicia provincial el
hábeas corpus que presentó por las denuncias de abusos policiales
en los procedimientos por el control del cumplimiento de la
cuarentena. "No estamos en contra de los operativos, pero
controlen a la policía porque se les está yendo la mano", fue
el mensaje del Comité porque en Chaco implementaron el operativo
saturación y el toque de queda sanitario por el cual luego de las 20
nadie puede circular.
"La
policía ya está envalentonada, le quisieron poner el lazo y se
rebelaron", interpretó De Balzo. "Convivimos con tres
pueblos originarios, qom, wichí y mocoví. En todos los episodios de
abusos y apremios, siempre hay un sesgo de discriminación por su
condición étnica. Es un choque cultural permanente, y encima ahora
los acusan de haber traído el virus, cuando los primeros casos de
coronavirus fueron por gente que vino del exterior. El policía
asustado monitoreando esto, sumado al racismo, deriva en un desastre.
Muchos testimonios de chicos que sufren hostigamiento refieren que
los policías están ebrios".
(https://www.pagina12.com.ar/270246-ataque-a-familia-qom-el-comite-contra-la-tortura-pedira-la-d
)
El
hilo histórico del patriarcado, colonialista, Capitalista,
neoliberal, se ven patéticamente presentes en las realidades que la
crisis global que ha producido el brote pandémico pone en evidencia
sin ningún tipo de encubrimiento posible en tanto exacerbación de
estos elementos que forman parte de las constituciones y etnicidades
de nuestras ciudadanias y Estados actuales.
Nada
nuevo verdaderamente transformador puede surgir de ideologías que,
lejos de asumir la propia historia, transfieren conflictos y
tensiones de la historia que nos han dominado durante mas de 6
siglos.
Daniel
Roberto Távora Mac Cormack
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