Jueves 4 de Junio de 2020


No es este gobierno ni el anterior, ni el anterior … el racismo no esta exclusivamente en EEUU. El odio de genero (Contra mujeres o contra colectivos de sexualidades alternativas), el odio de razas (comunidades qom en el chaco o Mapuches en la patagonia) el odio de Clases (habitantes de barrios de emergencias o asentamientos precarios u obreros y trabajadores que protestan para conservar sus fuentes de empleo, condiciones de trabajo y salarios), es condición de individuos y de sociedades. Tan individual como colectivo.


Si es el gobierno anterior (Cambiemos) y no el anterior (Cristina) y el actual (Fernandez), que desde el Estado Nacional y los Estados provinciales se defiende a los odiadores y no a las victimas. Se sostienen doctrinas de represión (Chocobar) y alimentan la impunidad policial y de las fuerzas de seguridad …


Lucas Barrios tenía 18 años y el sábado recibió un balazo por cada año que vivió. Los 18 tiros los hizo un policía de la Federal, Osvaldo Nicolás Rendichi.


Lo que se sabe es que el sábado a las cuatro de la tarde Rendichi, de 24 años, fue vestido de civil y acompañado de su hermano hasta la Isla Maciel a venderle a Barrios una Play Station que costaba 17 mil pesos. Entró por un pasillo y ahí, según dijo el policía, apareció otra persona, lo emboscó para robarle y le disparó cuatro tiros. Por eso él disparó a quemarropas, para defenderse. Pero el blanco no fue quien habría intentado robarle, sino Lucas Barrios.

La Isla Maciel es parte de Avellaneda y está pegada al Riachuelo, a pocos minutos de la Ciudad de Buenos Aires. Todavía conserva los conventillos portuarios, pero no es turística: es uno de los sectores con más carencias del conurbano. La muerte de Lucas abre algunas interrogantes: ¿Por qué un policía va a vender una Play Station usada en la Isla Maciel y lleva su arma con el cargador lleno? ¿Por qué – o para qué- acepta entrar de manera voluntaria en un pasillo de una villa con un desconocido?


Después de dispararle a Lucas, Rendichi fue a entregar su pistola y la otra con la que supuestamente lo atacaron. Hoy dio su indagatoria frente al fiscal Elvio Laborde, que está cargo de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 3 en Avellaneda. Según fuentes del Ministerio de Seguridad la carátula es “homicidio agravado por el uso de arma de fuego”. Está aprehendido.


Andrea, una vecina de Lucas, cuenta que hace pocas semanas otro joven fue acribillado en condiciones similares: “Juan tenía 23 años y una policía de civil, sin identificarse, le pegó cinco tiros en una parada de colectivo. La policía ni se gasta en decir que son policías ni que están cumpliendo una función. Acá en el barrio cuando vemos a alguien desconocido no nos sorprende que saque un arma y dispare”.

El beneficio de la duda tiene un color: la portación de cara y de piel se paga. En Argentina decir negro de mierda es un insulto frecuente, ¿pero qué significa? Ser negro es ser pobre, de un pueblo originario, de piel marrón o villero. Ser negro no es precisamente ser un afrodescendiente: es ser alguien catalogado como peligroso o de una clase social baja. “Son negros de alma”: una afirmación ontológica que trasciende lo que se haga o deje de hacer.

El productor rural Luis Espinoza fue detenido por la policía tucumana a mediados de mayo. Estaba en un auto con su hermano, que declaró que los amenazaron por violar la cuarentena y participar de una carrera de caballos en la que, en realidad, no participaron. Eso fue lo último que recuerda. Después recibió un golpe en la cabeza y cuando se despertó no supo más nada de Luis.

A la semana apareció el cuerpo de su hermano. Estaba envuelto en un nylon y lo habían tirado desde un acantilado. El viernes los resultados forenses dejaron evidencia de que la bala que lo mató salió de un arma reglamentaria de la policía tucumana. Una pistola Jericho calibre 9 mm que pertenecería al auxiliar José Morales, uno de los nueve oficiales imputados por el asesinato.

Ser negro es mucho más que un color.

Alex Juan Campo, de 16 años, tenía hambre y salió a buscar liebres que anduvieran sueltas por el campo. Fue el 24 de mayo. Estaba con dos amigos y sus perros. Cuando el dueño del campo, Rodolfo Pablo Sánchez, los vio, apretó el acelerador. Lo pasó por arriba con su camioneta y le reventó un riñón. La hermana de Axel contó que “fue directo a chocarlos” y les dijo “levanten el cuerpo y váyanse”.


Al otro día, frente a la Fiscalía 2 de Cañuelas a cargo de Norma Pippo, Sánchez dijo que no quiso matarlo. Que “llamó al 911 y pidió una ambulancia”. Ahora está preso por “homicidio simple”.

Las imágenes que llegan por la muerte de George Floyd en Estados Unidos pusieron un tema en la agenda: el racismo, el odio de clase y el desprecio por algunas vidas. Acá a la vuelta de la esquina también pasa. Todas las semanas.

Algunos casos no tienen ni visibilización ni nombre, porque la desigualdad estructural los naturaliza. Según el Centro de Estudios Legales y Sociales, en 2019 hubo 95 muertes violentas en manos de fuerzas de seguridad. Pero esto solo cuenta las que la policía reconoce y en el territorio bonaerense.

Aunque pasen acá a la vuelta las muertes de Lucas, Axel y Luis son menos espectaculares que otras: no tienen cámaras ni épica porque se dan en campos, villas o lugares olvidados por la “civilización”. Pareciera que sin cámaras sus muertes no importan. No venden.

Los mismos medios de comunicación que durante el gobierno anterior dieron mas prensa a la contestación de la Ministra de Seguridad de entonces, Patricia Bulrich, respecto del informe elaborado y dado a conocer por la CORREPI

Unos días antes que Mauricio Macri asumiera la presidencia de la Nación, se anunciaron su gabinete, y los de la Ciudad y provincia de Buenos Aires. CORREPI publicó la semblanza de los elegidos para dirigir la política represiva en ese escenario, con el nunca tan oportuno título de “Comando unificado para la represión”. Es que, bajo el mando coordinado de Patricia Bullrich, Martín Ocampo y Cristian Ritondo, secundados por especímenes similares, como Eugenio Burzaco, Diego Santilli y Pablo Nocetti, por primera vez en nuestra historia reciente la policía federal, la policía bonaerense, la metropolitana, la gendarmería, la prefectura y la PSA, con todo su poder de fuego, estarían contenidas en un mismo puño de hierro. A eso había que sumar los aparatos represivos de Jujuy, Mendoza y Corrientes, gobernadas por Cambiemos a través de la UCR, y la obvia coordinación que tendrían con las provincias conducidas por el PJ o por expresiones de historia no menos letal en la materia, como el sapaguismo en Neuquén o el Partido Socialista en Santa Fe.

Lejos estábamos de imaginar entonces que el título de nuestra nota de diciembre de 2015, “Comando Unificado”, sería, desde diciembre de 2017, el nombre oficialmente elegido para denominar uno de los mecanismos represivos novedosos que veríamos desplegarse en todo el país para aplastar la resistencia popular, con las fuerzas federales y provinciales coordinadas bajo mando común.

Es imposible resumir en pocas palabras las iniciativas represivas del gobierno de Cambiemos. Algunas fueron derrotadas con la movilización, como el protocolo antipiquete o el corralito para encerrar a las y los trabajadores de prensa en manifestaciones. Otras, la mayoría, fueron consagradas, como la declaración de emergencia nacional en seguridad ciudadana, la profundización del uso de las herramientas para interceptar y detener personas arbitrariamente, la militarización extrema de las barriadas populares, las reformas represivas de la legislación penal, contravencional y procesal, la creación de la Policía de la Ciudad, el “comando unificado” de fuerzas federales y locales para la intervención en manifestaciones, el incremento de la presencia policial de civil y la infiltración y espionaje sobre organizaciones y militantes.

A mediados del año 2017, la desaparición forzada y muerte de Santiago Maldonado y el fusilamiento del joven mapuche Rafael Nahuel marcaron el inicio de una etapa superior de la avanzada represiva del gobierno de Cambiemos. Escuchamos a la ministra Patricia Bullrich, a la vicepresidenta Gabriela Michetti y al presidente Mauricio Macri decir cosas como “No voy a tirar un gendarme por la ventana”, “La versión de las fuerzas es versión de verdad”, “El beneficio de la duda es siempre para las fuerzas” o “Hay que volver a la lógica de que la voz de Alto significa que te entregás”. Estas declaraciones oficiales tuvieron inmediato acatamiento de las fuerzas de seguridad, como se vio el 1º de septiembre en CABA, con 31 detenidos y detenidas; en Córdoba, cuando la Marcha contra el Gatillo Fácil en Córdoba esa misma semana fue seguida por el allanamiento simultáneo a 11 locales de organizaciones populares, y, naturalmente, en la lógica bélica de los operativos conjuntos para reprimir las manifestaciones en la Ciudad de Buenos Aires el 11, 13, 14 y 18 de diciembre.


En el mismo cuadro hay que incluir el “Informe sobre la RAM”, publicado por el Ministerio de Seguridad de la Nación junto a los gobiernos de Chubut, Río Negro y Neuquén, plagado de inexactitudes y mentiras para deslegitimar las luchas en todo el mundo por la liberación de los pueblos y convertir en el “enemigo interno” a quienes las protagonizan o son solidarios y solidarias con ellas.

Así como, frenado por la movilización popular el intento del 2×1, el poder judicial rápidamente se acomodó a la orden de aliviar la situación de los genocidas de la dictadura con los indultos “a goteo” de las domiciliarias, también jueces y fiscales se sumaron a la ofensiva contra el pueblo trabajador. La justicia federal fue la primera encargada de prolongar las detenciones en movilizaciones, y de agravar las imputaciones, con una nueva lógica persecutoria y usando todos los recursos tecnológicos disponibles para invadir la privacidad de las personas y violentar el derecho a la libre expresión. Los fallos de los jueces y la Cámara Federal en las causas contra lxs manifestantes del 1º de septiembre, el 12, 14 y el 18 de diciembre, instalaron la tesis de que personas comunes y corrientes deben permanecer presas aunque estén acusadas por leves delitos excarcelables. Llevó muchos meses de lucha, incluso casi un año, lograr las libertades de compañeros y compañeras que aún hoy siguen sometidos a proceso por movilizarse, como es el caso de César Arakaki (PO) y Daniel Ruiz (PSTU) por el 18/12; Juan Pablo Mourenza y Ezequiel Medone (RNMA) por el 1/9 o Natalia Pérez y Hernán Centeno (CS) por el 12/12, mientras sigue perseguido, también por la movilización del 18/12, Sebastián Romero (PSTU).

La irrupción de la DOCTRINA CHOCOBAR en diciembre de 2017 completó un escenario que sólo pudimos definir como “estado de excepción”. Era evidente la suspensión provisional y extraordinaria del orden jurídico, con la restricción de derechos fundamentales de la población, convertida en paradigma normal de gobierno.

Con el abrazo presidencial al policía bonaerense fusilador y la frase “Ud. es un héroe, necesitamos más policías como usted”, se dio a todos los agentes de las fuerzas de seguridad la orden explícita de disparar y matar en cualquier circunstancia, con la certeza de que contarían con la defensa de sus jefes políticos: “Los jueces que hagan lo que quieran, para nosotros es política pública defender al policía en acción”, confirmó Bullrich.


Enfrentamos, durante estos cuatro años, un gobierno que reivindicó el terrorismo de estado de la dictadura, que nos forzó a salir a las calles a reafirmar “¡Fueron 30.000 y es genocidio!”, que trató como “víctimas” a los represores, los hizo participar de desfiles oficiales, los recibió en sus despachos y, cuando frenamos el intento del 2×1, recurrió al “indulto a cuentagotas” de las domiciliarias.

Enfrentamos un gobierno que decretó la pena de muerte a punta de reglamentaria en los barrios, contra las y los más vulnerables, y criminalizó y persiguió militantes y organizaciones del campo popular, y usó el aparato judicial para encarcelar a sus opositores.

Enfrentamos, en estos cuatro años, un escenario de excepción, con record absoluto de muertes por el gatillo fácil y la tortura en democracia y el mayor índice de la historia en detenciones arbitrarias.

Enfrentamos en las calles operativos con un despliegue bélico cada vez más marcado, con decenas de heridos de arma de fuego en las movilizaciones, con presas y presos políticos, y centenares de nuevas causas con imputaciones gravísimas contra manifestantes.

El gobierno de Macri y Bullrich nos deja un aparato de seguridad recargado, con las picanas Taser y la doctrina Chocobar, consagrada en la resolución 956/2018 e incluida en el proyecto de reforma del código penal; con nuestros pibes y pibas arrojados al “servicio cívico voluntario en valores” de gendarmería; con el sistema de reconocimiento facial y la resolución 845/2019 que masifican la intercepción, identificación y detención de personas en los medios de transporte; con el hostigamiento y persecución constante a migrantes y a quienes sobreviven con tareas precarias en la vía pública.

Cambiemos nos deja un sistema penal especializado en criminalizar pobres, con cárceles con una superpoblación como nunca se vio en Argentina, mientras genocidas y represores de la democracia se van a sus casas.

Una agenda urgente para llevar a las calles


Durante estos cuatro años pusimos todo nuestro esfuerzo en fortalecer la organización de la lucha popular, con la mayor unidad y coordinación posibles, para enfrentar el peor período en materia represiva desde el fin de la dictadura cívico-militar eclesiástica.



A pesar de la complicidad y la entrega de las cúpulas sindicales burocráticas, a pesar de las campañas deslegitimadoras de la protesta en los medios hegemónicos, el pueblo trabajador estuvo en las calles, contra el ajuste y contra la represión. Con dificultades y altibajos, porque nos falta mucho por andar, cada ataque fue respondido con movilizaciones, algunas sectoriales, otras masivas y con capacidad para poner en crisis parte del proyecto macrista, como las de diciembre de 2017, que pusieron un freno parcial a la reforma laboral.


La denuncia y la movilización contra la represión estuvieron a la par de las luchas contra el ajuste, los tarifazos, los despidos y la pobreza. La masividad de algunas movilizaciones, como la que repudió el 2×1 a los genocidas o las posteriores a la desaparición forzada de Santiago Maldonado, mostró que nuestro pueblo tampoco se deja arrebatar sin pelea sus conquistas en materia de DDHH.


Hoy iniciamos una nueva etapa, con cambios pero con continuidades. El Frente de Todos, con su heterogénea amplitud, asume la gestión del gobierno nacional y de la mayoría de las provincias, entre ellas la de Buenos Aires. El macrismo continúa gobernando la ciudad de Buenos Aires y las provincias de Mendoza, San Luis, Santa Fe y Entre Ríos.


Nos queda, como saldo de estos cuatro años de Cambiemos, la más profunda crisis económico-social de las últimas décadas, y también nos queda todo lo que lograron avanzar en la profunda transformación de la política represiva en el país.


Por eso, hoy exigimos al nuevo gobierno algunas medidas urgentes e imprescindibles para terminar con la doctrina Chocobar, para frenar la militarización de los barrios y calles, las detenciones arbitrarias, las torturas y el gatillo fácil:
  1. Derogación de la Resolución 956/2018 que habilita el uso del arma reglamentaria de las FFSS en cualquier circunstancia.
  2. Derogación del Programa Restituir. Vigencia efectiva de las normas que imponen la separación provisoria del servicio activo de los integrantes de las fuerzas sometidos a procesos penales, y la inhabilitación para la reincorporación a cualquier fuerza en caso de condena.
  3. Fin de la provisión por parte del estado de defensa penal gratuita y calificada a policías, gendarmes, prefectos y servicios penitenciarios a través de las direcciones jurídicas de los ministerios de Seguridad, a costa de quienes, en casos similares, debemos optar entre la defensa oficial o pagar un abogado particular.
  4. Cumplimiento de la sentencia de la Corte IDH en el Caso Bulacio vs. Argentina, del 18/09/2003, que ordenó la derogación de todas las facultades normadas y la eliminación de todas las prácticas no normadas de las FFSS para detener personas fuera de las hipótesis constitucionales y de los convenios internacionales de orden judicial previa o delito flagrante.
  5. Fin de los programas de reconocimiento facial que provocan identificaciones erróneas a diario.
  6. Derogación de la Resolución 845/2019 que sistematiza y masifica la intercepción y detención de personas “para identificar” en las estaciones de trenes.
  7. Cese inmediato del permanente y sistemático hostigamiento a las personas que se ven obligadas a sobrevivir con tareas precarias en la vía pública, como la venta ambulante, el arte callejero o servicios como el cuidado de autos, limpieza de parabrisas, etc.
  8. Derogación de las reformas regresivas que se llevaron adelante en estos casi cuatro años en toda la legislación represiva nacional, de las provincias y de la Ciudad, y de las incorporadas al Código Penal por las leyes antiterroristas entre 2004 y 2010.
  9. Retiro inmediato de la agenda del Congreso Nacional del proyecto de reforma del Código Penal, que incrementa la criminalización de la pobreza y la protesta y consagra la impunidad de los represores, y del proyecto de reforma del Régimen Penal Juvenil que contempla la baja de edad de punibilidad de niñas, niños y adolescentes.
  10. Derogación del Decreto 489/2019 que creó el RePet (Registro Público de Personas y Entidades vinculadas a actos de terrorismo y su financiamiento).
  11. Derogación de la Resolución 598/2019 que creó el “servicio cívico voluntario en valores” a cargo de GNA, para adoctrinar y militarizar a la juventud.
  12. Anulación del DNU 70/2017 que habilita la deportación exprés de migrantes.
  13. Prohibición del uso de las picanas Taser.
  14. Eliminación de los protocolos de lógica bélica para la actuación de las fuerzas ante movilizaciones y manifestaciones.
  15. Eliminación de los “Comandos Unificados” para la intervención conjunta de fuerzas federales y provinciales en las provincias y la Ciudad.
  16. Fin de la reestructuración de comisarías y alcaidías de la Policía de la Ciudad, que dilata entre 8 y 10 horas que los organismos de DDHH, las organizaciones antirrepresivas y hasta la Defensoría Oficial de la Justicia de la Ciudad y defensas particulares puedan confirmar una detención y ubicar a la persona arrestada para asistirla.
  17. Cese de la militarización de los barrios populares, con presencia masiva de fuerzas federales y locales, con su correlato de hostigamiento, detenciones arbitrarias y muertes por gatillo fácil.
Después de cuatro años de Cambiemos, nos queda la imperiosa necesidad de exigir respuesta a estas mínimas demandas populares con el método y en el lugar donde mejor nos hacemos oír:
Siempre con la lucha organizada, con protagonismo popular y en las calles, para enfrentar la represión.
Reazaba en su presentación el informe ..


En la actualidad revelan periodicamente el accionar en el marco del decreto de necesidad y urgencia que regula el aislamiento preventivo y oblilgatorio …


A 75 días de vigencia del DNU 297/2020, el gobierno nacional ha informado que más de 10 millones de personas fueron identificadas por personal de las fuerzas de seguridad federales como infractoras al cumplimiento del aislamiento obligatorio, una cifra a la que hay que sumar lo actuado por las fuerzas provinciales. Aun con esos datos parciales, es fácil concluir que, en dos meses y medio, se ha imputado por delito o contravención, en el mejor de los casos, a casi un cuarto del total de habitantes del país, o a la mitad de su población activa.


La misma fuente oficial indica que, además de las 10.113.236 personas notificadas, 93.177 quedaron detenidas. Al 20 de marzo, la cantidad de personas privadas de libertad estimada era de 120.000 en cárceles federales y provinciales y 12.000 en comisarías y otros lugares no penitenciarios. El informe no aclara si esas 93.177 personas siguen presas, en cuyo caso estaríamos ante un incremento inaudito del 75% de la población detenida en 75 días.


A la par de este festival de detenciones, recrudecen los hechos represivos en todo el país. Hemos denunciado en los últimos días la desaparición forzada seguida de muerte de Luis Armando Espinoza en Tucumán; los fusilamientos de gatillo fácil de Alan Maidana en Berazategui y de Lucas Barrios en la Isla Maciel (¡18 tiros a un pibe desarmado!); femicidios de uniforme; represión en barrios y villas sitiadas por FFSS en lugar de enviar asistencia sanitaria y material, entre muchas otras situaciones de gravedad.

Particularmente denunciamos lo ocurrido en Fontana, una localidad a sólo 5 km. de Resistencia, a partir de la difusión del video que muestra el momento en que la policía entró golpes de puño y patadas a la casa de una familia, y se llevó detenidas a dos niñas menores de edad, a quienes abusaron sexualmente, rociaron con alcohol y amenazaron con prenderlas fuego. El hecho tuvo tanta visibilidad que hasta el presidente de la Nación tuvo que pronunciarse vía Twitter, definiendo las imágenes como “inaceptables”. Como ya dijimos, el gobernador de la provincia del Chaco forma parte del partido oficialista, lo que compromete aún más al gobierno nacional y lo obliga a dar respuestas más contundentes que la simple difusión.

La ministra de Seguridad, interpelada por la serie de reiterados hechos de extrema gravedad, también se puso en situación de mera espectadora “preocupada”, alegando, como suele suceder, la estructura federal del país: “No tenemos competencia sobre las fuerzas provinciales que tienen autonomía y son comandadas por los gobernadores. Lo que pasó en Chubut, San Luis, y Tucumán, escapa a nuestras manos, pero elevé notas a las provincias manifestando nuestra gran preocupación por las irregularidades y lo sucedido invitando a tener un control riguroso de su personal”. No sabemos cuál es el control “riguroso” ejercido por el ministerio de Seguridad en los casos los policías federales Osvaldo Nicolás Rendichi y Germán Bentos, asesinos de Lucas Barrios y Alan Maidana, por poner los dos ejemplos más recientes.

Mucho más escandaloso es el comunicado emitido por el PRO, partido que desde febrero pasado tiene a Patricia Bullrich de presidenta, en el que “condenan” las muertes de Florencia Magalí Morales y Franco Maranguello en comisarías de San Luis, la desaparición forzada y asesinato de Luis Armando Espinoza en Tucumán, la muerte, también en una comisaría, de Hugo Coronel en Santiago del estero y la tortura de las niñas Qom en Chaco. En el colmo de la caradurez, a la vez que exhiben su mejor costado oportunista, no sólo responsabilizan a los gobiernos provinciales, sino que reclaman respuestas al gobierno nacional. Estaría muy bien, si no fuera que lo firman quienes son responsables de la peor escalada represiva de los últimos 30 años en Argentina, representantes del único gobierno argentino que explícitamente reivindicó e impulsó el gatillo fácil como política de estado y jamás se hizo cargo, más que para enorgullecerse, de la retahíla de hechos represivos y asesinatos cometidos bajo su dirección.

Es necesario agregar que, en cuanto a muertes en lugares de detención, debemos sumar un nuevo caso a los 23 ocurridos desde el 20 de marzo de este año. Nuevamente en la ciudad de Villa Mercedes, provincia de San Luis, un adolescente de 16 años que había sido detenido el domingo pasado a partir de un llamado anónimo que lo denunció como “sospechoso de querer cometer un ilícito”, y estaba alojado en la comisaría de Atención a la Niñez, Adolescencia y Familia de esa ciudad, fue encontrado ahorcado con una remera en la celda. Es la misma comisaría en la que, el 24 de abril, murió en idénticas circunstancias otro niño de 16 años, Franco Maranguello.

En la provincia de Buenos Aires, la Comisión Provincial por la Memoria presentó un hábeas corpus colectivo denunciando “las graves condiciones de detención registradas en la Comisaría 5ª del distrito, el riesgo inminente para la integridad física y la vida de las personas detenidas y las condiciones sanitarias desfavorables para el prevenir el contagio de coronavirus”. El escrito, firmado, entre otros, por Adolfo Pérez Esquivel y Nora Cortiñas, señala que en marzo había 22 personas alojadas, y 19 en abril, cuando la capacidad de los calabozos es para cuatro. Por eso exigieron la clausura de la dependencia y el arresto domiciliario a los detenidos, y la provisión, mientras así se resuelva, de los insumos básicos necesarios. Es la misma comisaría con jurisdicción sobre el Frigorífico Penta, donde se han cansado de reprimir trabajadorxs, y tiene un largo historial de denuncias de tormentos y violaciones.

En Pico Truncado, después de la represión que sufrieron lxs trabajadorxs municipales que reclamaban por sus salarios caídos, que culminó con 18 detenidos y varios heridos, y nueva represión con disparos de armas de fuego contra quienes al día siguiente reclamaban la libertad, finalmente se logró la soltura de todas las personas detenidas, aunque naturalmente quedaron imputadas en una causa penal.


En este escenario, algunos parecen haber descubierto la represión policial a partir de la reacción popular, las protestas y las movilizaciones en EEUU luego del asesinato de George Floyd por el policía Derek Chauvin, el 25 de mayo, en Minneapolis.
Por nuestra parte, seguimos diciendo:
Cuidémonos colectivamente, del virus y de la represión.
La salida para la clase trabajadora es la organización popular.

Es interesante que los medios dan prensa a lo que antes no daban con estos lamentables sucesos de violencia policial y de miembros de fuerzas de seguridad pero no dedican los mismos espacios a la causa por la cual se han imputado a miembros del gobierno anterior por espionaje …



José Luis Vila fue funcionario en el Ministerio de Defensa durante las gestiones de Julio Martínez y de Oscar Aguad. Denunció, entre 2018 y 2019, cuatro hechos de amenazas, que terminaron con la colocación de una bomba sin activar en un edificio en el que había vivido un tiempo antes. En todos los casos, el mensaje era que se fuera de donde estaba. Hace unos días se presentó ante la Bicameral Permanente de Fiscalización de los Organismos y Actividades de Inteligencia para denunciar que la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) había estado detrás de esos actos y que se había valido de una banda de delincuentes para realizarlos. Su testimonio provocó un sismo en el lúgubre mundo de la inteligencia local y nadie se atreve a adelantar dónde pueden terminar sus réplicas.


Mi presentación en la Bicameral de Inteligencia se debió a los avances que hubo en una investigación a una banda narco llevada adelante en Lomas de Zamora por el juez (Federico) Villena”, dice Vila, tras ser contactado por El Cohete. “Un integrante de la banda dijo que había sido contratado por una persona un agente de la AFI para poner la bomba en un domicilio que había sido mi casa”.


Vila es militante radical y, como ex liceísta, no es raro que haya integrado las gestiones de Defensa, una cartera que Cambiemos delegó en la Unión Cívica Radical. El director de El Cohete lo definió como un estrecho colaborador de Horacio Jaunarena. Fue parte del grupo de inteligencia que armó Enrique “Coti” Nosiglia para rodear a Raúl Alfonsín en el gobierno, pero se integró formalmente a la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) durante el gobierno de la Alianza. Después, estuvo destinado a Estados Unidos y se retiró al final de la gestión de Oscar Parrilli en la ya llamada AFI.


El episodio del artefacto explosivo tuvo publicidad al momento de producirse. Fue el viernes 6 de julio de 2018, cuando la bomba fue dejada con un panfleto en un edificio de la Avenida Callao al 1200.


¿Cuáles son las amenazas que denuncia?


A lo largo de estos años he sufrido distintos hechos. Cuatro en total que he judicializado en todos los casos sin ningún tipo de exposición en los medios porque no me interesa. Llevo dos años colaborando con la justicia en todas sus instancias para que estas investigaciones avancen.  En el primer caso fueron un panfleteo o volanteada en el Edificio Libertador del Ejército. En el segundo caso amenazas telefónicas en las que me decían que renunciara de donde estaba si quería proteger a mi familia. Luego hubo panfleteadas en el edificio en el que yo ya no residía. Y finalmente la bomba en ese mismo edificio. Yo no vivía allí, pero había sido mi lugar de residencia hasta unos meses atrás. Un domicilio que estaba en el padrón electoral y en mi legajo de AFI y que fue mi dirección cuando entré al ministerio.


¿Y qué pasó con la bomba?


El tema de la bomba es complejo y voy a explicarlo. No estaba conectada para explotar. La bomba tenía medio kilo de trotyl, que se consigue con algún grado de dificultad, pero se consigue en el mercado criminal. Se usa en la actividad minera. Luego tenía el tren de fuego completo, que comprende las demás partes: un teléfono celular como detonador y un estopín como fulminante, que tiene más dificultades para ser conseguido porque es peligroso de manipular. También tenía algo que me llamó la atención, que era una base de aserrín, usado pocas veces y que se acomoda como asiento para orientar la barra de trotyl.


¿Entonces?


Con esto quiero decir que el aparato estaba muy bien armado. Hubo un experto encargado de armar el explosivo, que fue el que lo hizo. Pero, después, hubo otras personas que lo trasladaron desconectado porque se necesita hacerlo así dado que esto es muy inestable. El aparato debe conectarse en la proximidad del blanco. Yo creo que las personas que debían conectarlo en el lugar finalmente no lo hicieron y dejaron sobre el artefacto un cartelito. No se animaron a conectarlo. Pero el que lo encargó lo hizo para explotar. Eso es lo importante. La bomba tiene estopines, que también hoy pueden conseguirse más fácilmente en la Triple Frontera.

¿Y cuáles serían las razones de la AFI para atentar contra usted?

Las razones yo no las conozco, pero tengo alguna hipótesis. Las amenazas decían: “Si te interesa tu familia, andate” (de donde estás). Lo mismo que la intimidación telefónica. ¿Y dónde estaba yo? Ya no estaba en la AFI, me había jubilado en 2015. Sin embargo, estaba en Defensa – en un lugar en el que creo que lo ocurría era que molestaba a la AFI.

¿Cómo molestaba a la AFI?

En aquel momento hubo, por decirlo de alguna manera, un cambio de dirección en las políticas de las fuerzas armadas para que comiencen a trabajar en narcotráfico. Nuevas tareas sobre narcotráfico y nuevos fondos para hacerlo. La AFI derivaba el dinero. La inteligencia contra narcotráfico había que hacerla fuera del país, por imposición del marco legal para la Defensa. Yo tuve a mi cargo el despliegue en el exterior, incluida la jurisdicción de la Triple Frontera. Ahí había de todo menos terroristas, saturada como está de agentes de seguridad. Mi posición me facilitaba enterarme de cualquier actividad propia, incluida la que implicara el destino de los fondos reservados en el terreno. O sea que nos acercamos a la posibilidad de control indirecto, al menos, del uso de esos dineros. Y eso sí parece darle sentido a las amenazas e intimidaciones que, de otro modo, por lo desproporcionadas serían mucho más difíciles de explicar. En este contexto, aparecieron las primeras amenazas. Primero calumnias. Una acusación por un supuesto acoso con una foto confusa que terminé de entender que salió o que pasó por la Dirección Nacional de Inteligencia Estratégica Militar, que era el área que tenía coordinación directa con la AFI.

Los fondos reservados son un área clave de la reforma que encara Cristina Caamaño en la AFI. El área que menciona Vila acaba de ser reformada por Agustín Rossi, recortando los fondos reservados y la posibilidad de que operen agentes con alias.

El nexo


Vila no quiere dar los detalles que proporcionó a la Bicameral. Sin embargo, lo que habría anudado el atentado con la AFI fue la detención de un presunto narco, que terminó declarando que lo habían contratado para poner la bomba. Esta detención se produjo por orden de Villena. La causa del artefacto explosivo tramita en Comodoro Py. El juez Sebastián Ramos la delegó en el fiscal Guillermo Marijuán y, por lo que explicaron fuentes tribunalicias, esa causa no tuvo demasiado avance desde 2018.

El detenido habría apuntado al abogado Facundo Melo como quien hizo la “contratación”. Melo declaró semanas atrás en C5N que integró la AFI entre 2016 y 2019 y está involucrado en la causa por el apriete al juez Luis Carzoglio para que detuviera a Pablo y Hugo Moyano. Él mismo se presentó el año pasado denunciando las maniobras de la AFI en ese expediente.

El fiscal Ramiro González, que tiene delegada la investigación, pidió que se le levantara el secreto para declarar. La gestión de Gustavo Arribas y Silvia Majdalani le contestó que Melo no había sido asignado a ese caso. Todavía no resolvió si se le tomará declaración o cómo lo hará. El juez Ariel Lijo habilitó a la Bicameral para tomar vista de la causa. Hasta ahora, Arribas y Majdalani habían quedado fuera de la investigación.


Probablemente después de la detención ordenada por el juez de Lomas, Melo presentó un Habeas Corpus ante la justicia de instrucción de la Capital. En su presentación, Melo repetía lo que había dicho en la carta que dejó en el juzgado de Lijo y en la entrevista televisiva. El recurso fue remitido el 20 de abril por Villena a la Bicameral.


Después de su intervención en C5N, la interventora en la AFI, Cristina Caamaño, denunció a Melo por la violación del secreto, lo que terminó de dejar en evidencia que el abogado reportaba en la agencia de inteligencia. El fiscal Federico Delgado pidió que se lo indague, aunque sea por videoconferencia.




Delgado comparte el turno con Daniel Rafecas, el juez que está a cargo de la investigación por los crímenes del Primer Cuerpo de Ejército. Para el fiscal, la justicia debería mirar los casos de espionaje que están saliendo a la luz como se hizo con las causas de lesa humanidad. “Hay que conectar lo particular para entender lo general”, dice Delgado.

El allanamiento



La Bicameral Permanente de Fiscalización de los Organismos y Actividades de Inteligencia se reunió el miércoles. Ese día se trató la presentación de Vila y se decidió pedirle al juez de Lomas que envíe la declaración del detenido que habría confesado su participación en el atentado. También decidieron citar al periodista Carlos Pagni, quien habría hablado directamente con Arribas sobre la situación de Vila.

Ese día se había conocido la renuncia al Servicio Penitenciario Federal (SPF) de Emiliano Blanco. El Ministerio de Justicia aun no informó si aceptó la dimisión. La presentación de la renuncia se produce tras una violenta represión a una protesta en Devoto – que incluyó dos heridos con balas de plomo – y un fuerte desgaste interno. Blanco había sido propuesto como subsecretario de Asuntos Penitenciarios, pero fue resistido por los organismos de derechos humanos. El funcionario, que ingresó al Ministerio durante el kirchnerismo, había estado a cargo del SPF durante toda la gestión de Macri, cuando se hizo frecuente que los canales entraran a mostrar cómo estaban detenidos quienes estaban ligados al gobierno de Fernández de Kirchner. También en esa época hubo filtraciones de llamadas entre los presos, sus familiares e incluso sus abogados.

Esa misma noche, Villena ordenó una serie de allanamientos a áreas sensibles del SPF, como la Dirección Nacional o el Área 50 – conocida como el bastión de la inteligencia del SPF y donde se supone que reportarían también integrantes de la AFI. El medio periodistico, del cual comparto este artículo, había vinculado al Área 50 del SPF con la transcripción de las escuchas a ex funcionarios que estaban presos en Ezeiza. Las escuchas se habían realizado por orden del juez Villena, que investigaba a Mario Segovia, conocido como el rey de la efedrina, que orquestaba delitos desde adentro de la cárcel e incluso habría pedido que gente de su entorno se comunicara con internos de otros pabellones. La historia es después conocida. En Py, por ejemplo, se usó como contrapeso del D’Alessiogate.


El área de inteligencia que allanó el juez actualmente se llama Dirección Principal de Análisis de la Información y está a cargo del inspector general Cristian Lionel Suriano, un hombre de extrema confianza de Blanco. El 29 de abril, el mismo día que se presentó una denuncia por los baleados en la protesta de Devoto, Suriano había informado ante el juzgado de Villena movimientos que le hacían pensar en una toma de distintas cárceles mientras se mantenía la protesta en el penal de la Ciudad de Buenos Aires. La fiscal Cecilia Incardona no consintió que se diera curso a la denuncia y no hubo intervención judicial.

Ámbito financiero informó el viernes que Villena secuestró importante documentación, que incluso mostraría que jueces fueron blanco de la inteligencia durante los últimos años.  El Cohete pudo establecer que en el allanamiento se hallaron en el escritorio de Suriano informes sobre la composición política del gobierno nacional y sus líneas internas, cosa que además de prohibida por la ley de inteligencia, ni siquiera guarda relación con los objetivos del Servicio Penitenciario, salvo que estuvieran pensando en la conversión de algunos funcionarios en personas privadas de su libertad. Pero sería una excesiva capacidad de anticipación, de la que estos funcionarios no son sospechosos.


En Lomas, siguen el tema con hermetismo.

La imputación


La interventora en la AFI, Caamaño, fue la primera en responsabilizar directamente a Macri por las tareas de inteligencia ilegal durante su gobierno. Lo hizo en una denuncia que presentó el martes y en la que incluyó también a Arribas y a Majdalani. Concretamente la presentación se produjo tras el hallazgo de un disco rígido de la marca Western Digital que no había sido borrado completamente y aun conservaba rastros que daban cuenta de que se habrían espiado los mails de 87 políticos, periodistas y abogados, así como el de la Comisaría III de Avellaneda.


Lo curioso es que la inteligencia se habría hecho también sobre los propios integrantes de la coalición Cambiemos – Juntos por el Cambio, incluyendo a funcionarios como Laura Alonso (ex Oficina Anti-Corrupción) o diputados como Nicolás Massot y Mario Negri, llegando al propio Ernesto Sanz – uno de los tres padres fundadores de la coalición junto con Macri y Elisa Carrió.


La denuncia quedó radicada en el juzgado de Marcelo Martínez de Giorgi con la intervención de la fiscalía de Jorge Di Lello. El fiscal dijo el viernes que la denuncia debe ser investigada y pidió una serie de medidas que van desde peritar el disco rígido a otras que pueden destapar la olla del recontraespionaje cambiemita. Di Lello solicitó la nómina de todo el personal contratado durante la gestión de Arribas y Majdalani. Según información proporcionada por la intervención en la AFI, entre diciembre de 2015 y diciembre de 2019, 803 personas fueron contratadas en la agencia, lo que equivale a más del 60 por ciento de la planta actual.


Di Lello piensa que debe hacerse un muestreo de declaraciones y preguntarles a los agentes qué directivas recibieron de los jefes de la AFI para sus tareas, lo que podría llevar a entender cuáles eran los blancos a los que apuntaba la central de inteligencia. Podría levantar la tapa de una olla a presión.


Al promover la investigación, Di Lello explicó que sostenía la línea que había esgrimido en 2016 cuando pidió que se investigara una denuncia que la gestión del escribano Arribas había hecho contra sus antecesores.


Una línea que lleva a Dolores


Caamaño ya anunció que tiene una serie de denuncias para presentar. Es probable que todas incluyan a Macri porque lo considera responsable por los lineamientos estratégicos y los objetivos generales de la política de inteligencia nacional.

En la denuncia están mencionados dos agentes que reportaban a la Dirección de Bases de Datos y Archivos. Uno, ODS, era el agente que usó el disco rígido. Otro, PCC, su jefe y quien estaba logueado.

La denuncia incorpora también a Dario Alberto Biorci, que, además de ser el ex cuñado de Majdalani, era su jefe de gabinete y quien llevaba el ritmo del área operativa de la AFI durante la gestión Macri. Durante esos años, Arribas tuvo a su cargo dos grandes áreas, Jurídicos y Finanzas. Su número dos, la Señora 8 estaba a cargo de las Operaciones y, para eso, su mano derecha era Biorci. De hecho, el área que él manejaba se conocía como Gabinete B – por Biorci.


El ex cuñado de Majdalani apareció mencionado en las declaraciones de dos célebres exponentes de la inteligencia vernácula, Marcelo D’Alessio y su socio Rolando Barreiro. En declaraciones ante el juez Alejo Ramos Padilla, D’Alessio contó que quien le encargaba tareas era el ex comisario Ricardo Bogoliuk, quien había trabajado con el fiscal Carlos Stornelli cuando estuvo en el Ministerio de Seguridad de la provincia. Según el falso abogado, le habían prometido el cargo de director de asuntos complejos de la AFI si sus gestiones con el empresario Pedro Etchebest daban sus frutos.

Barreiro, por su parte, declaró que D’Alessio se reunía habitualmente con Pablo Pinamonti, a quien describe como una especie de enlace dentro de la AFI entre directores y asesores. Uno de los asesores que mencionó el ex agente fue a Biorci. Pinamonti estaba a cargo del proyecto AMBA, en el que revistaban Bogoliuk y Aníbal Degastaldi.

Tanto D’Alessio como Barreiro, Degastaldi y Bogoliuk están procesados en la causa de espionaje, que estaba hasta la semana pasada elevada a juicio. Sin embargo, el juez Ramos Padilla decidió diferir la elevación después de que el fiscal Juan Pablo Curi sostuviera que había que esperar que la Cámara de Mar del Plata revisara los procesamientos de Stornelli y del periodista Daniel Santoro. Ese tribunal también debe definir si coincide con Ramos Padilla al rechazar a D’Alessio como arrepentido.

Curi propuso, por ejemplo, dejar fuera de la elevación algunos tramos significativos de la causa como las maniobras de D’Alessio en la causa Gas Natural Licuado (GNL), que fue la que después permitió que Stornelli y Claudio Bonadio se arrogaran la competencia para investigar la causa cuadernos, o las tareas de espionaje sobre el abogado Gabriel Bouzat, ex socio del presidente de la Corte Suprema, Carlos Rosenkrantz.

Escuchas


El mismo día de la presentación de la denuncia de Caamaño, la Comisión Bicameral Permanente de Trámite Legislativo trató – no sin escándalo con la oposición – el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) con el Macri transfirió la oficina de escuchas a la Corte y el que prorrogó el mandato del camarista Martín Irurzun al frente de esa oficina. El diputado Marcos Cleri, quien preside la Bicameral, figura en el listado de los espiados que denunció Caamaño.



El Frente de Todes firmó los dictámenes declarando la invalidez de los DNU 256/2016 y 102/2017. Si las cámaras votan en consonancia, la oficina de escuchas – actual Dirección de Asistencia Judicial en Delitos Complejos y Crimen Organizado (DAJuDeCO) – debería volver a la Procuración General de la Nación, actualmente a cargo de Eduardo Casal hasta que el Senado de tratamiento a la nominación de Daniel Rafecas. Desde la Procuración dijeron no haber mantenido conversaciones sobre el posible retorno de la oficina.

Las escuchas estuvieron, al menos, desde los años 90 bajo la entonces Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE). La dirección, que funcionaba en un edificio sombrío de Avenida Los Incas, se llamaba de Observaciones Judiciales (OJ), por lo que históricamente se conoció a esa dependencia como la Ojota. En 2015, Cristina Fernández de Kirchner anunció una reforma a la ley de inteligencia y la transferencia de las escuchas a la Procuración, que estaba a cargo de Alejandra Gils Carbó.

La procuradora designó a Caamaño para hacerse cargo de la oficina y desembarcar con un grupo de trabajadores del Ministerio Público en el espacio que todavía estaba ocupado por personal de la ex Secretaría de Inteligencia (SI). El escenario era lúgubre. Las ventanas estaban tapiadas. Había puertas cerradas. Un agente había tenido un accidente cerebrovascular haciendo una escucha y había sido obligado a reintegrarse sin más. Quizá el mensaje más claro lo daba un calendario que colgaba de una pared. Era del año 1985, como si la democracia todavía no hubiera dado más que mínimos pasos en la oficina de escuchas.


Durante la gestión de Caamaño, no hubo filtraciones – como sí ocurrió durante la era Martín Irurzun. A los pocos días de asumir, Macri firmó un DNU para sacarle la oficina a la Procuración en un intento de ir minando el poder de Gils Carbó. El DNU se firmó el 24 de diciembre de 2015. El traspaso fue anunciado en un lunch que el entonces ministro de Justicia Germán Garavano compartió el 28 de diciembre con periodistas. Un día después se publicó en el Boletín Oficial. No hubo nunca necesidad ni urgencia para el traspaso, tanto que la Corte difirió cualquier definición hasta después de la feria de verano de 2016. También trascendió antes del sorteo – en La Nación y Perfil – que la oficina iba a quedar a cargo de la Cámara Federal de la Ciudad de Buenos Aires que preside Irurzun. De hecho, hubo una causa que promovió sin suerte el fiscal Delgado.


Desde febrero, la DAJuDeCO está a cargo de Javier Leal de Ibarra, presidente de la Cámara de Comodoro Rivadavia y hombre con buena llegada al ex presidente supremo Ricardo Lorenzetti, que gestionó la llegada de la oficina de escuchas a la Corte. Según la nómina de personal de la Corte, hasta abril, trabajaban 271 personas en la DAJuDeCO – que amplió sus funciones más allá de las escuchas –. Un día después de la Bicameral, Julio Piumato, de la Unión de Empleados de la Justicia de la Nación (UEJN), le pidió a Rosenkrantz que efectivice a los contratados – de modo que, si las escuchas finalmente vuelven a la Procuración – sean absorbidos por otras áreas del Poder Judicial.

Piumato fue elogioso del trabajo de la oficina a cargo de Irurzun, Leal de Ibarra y, de manera ejecutiva, de Juan Tomás Rodríguez Ponte. “Si hubo algún error, no fue en el ámbito de la DAJuDeCO sino en la actitud de ciertos jueces que mandaron a desgrabar los audios cedidos por DAJuDeCO a la AFI, en una actitud absolutamente incomprensible”, escribió Piumato. En otra tónica, el Sindicato de Trabajadores Judiciales (SITRAJU) celebró el anuncio del traspaso y reclamó que se diluciden las responsabilidades de las autoridades de la DAJuDeCO en las filtraciones de escuchas.
 
La onda expansiva de la causa sobre espionaje ilegal que investiga el juez Federico Villena alcanza al Servicio Penitenciario Federal (SPF). Después de que se allanara –entre otras tantas áreas— la Dirección Principal de Análisis de la Información del SPF su titular, Claudio Suriano, presentó la renuncia El motivo formal es su jubilación, pero lo real es que Villena está investigando su presunta vinculación con hombres de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) que habrían desplegado operaciones de espionaje ilegal en cárceles federales, y en particular en el penal de Ezeiza, el de los ex funcionarios y empresarios. 
 
El juez Villena investiga por lo menos a 15 agentes de inteligencia. Se llegó a ellos a través de la confesión de un narco llamado Sergio Rodríguez, alias Verdura o Tomate, que contó haber sido contratado por un abogado que revistaba en la AFI, Facundo Melo (que entre otras tareas le asignó llevar una bomba de trotyl a la entrada de la casa del ex subsecretario de Defensa José Luis Vila). A la vez Melo y otros reportarían a Alan Ruiz, jefe de operaciones. Pero la sospecha es que entre ellos actuaban también al menos dos agentes ligados al SPF, uno retirado y otro en actividad. Como informó este diario, se los llama “candados”. Una de las líneas de investigación del juez es el rol de la llamada unidad 50, que era precisamente la de inteligencia del SPF, dirigida por Suriano. Según fuentes con acceso a la causa, en uno de los tantos teléfonos secuestrados a agentes de la AFI aparece el contacto con Suriano.



El SPF es por estos días escenario de convulsión interna, ya que también presentó la renuncia su titular, Emiliano Blanco, aunque todavía la ministra de Justicia Marcela Losardo, no definió si se la acepta o no. La situación de Blanco era compleja y lo del espionaje agravó el cuadro. Le atribuyen con anterioridad haber perdido las riendas de las cárceles y el manejo de conflictos, como ocurrió en el penal de Devoto en abril. 
Por el material que recolectó hasta ahora el juzgado se sabe que hay unos 1500 dossiers de espionaje, con seguimientos y tareas de inteligencia ilegales (fotos, videos, grabaciones) sobre dirigentes de la política que respondían al propio gobierno de Mauricio Macri que los espiaba y otros de la oposición. Están el jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta, el vice Diego Santilli, la ex gobernadora María Eugenia Vidal, el ex jefe de la bancada macrista Nicolás Massot, el ex titular de seguridad bonaerense Cristian Ritondo, entre otros. También está la hermana de Macri, Florencia. Pero incluso aparecen, por ejemplo, Cristina Kirchner, su hija Florencia, Cristina Caamaño, Luis Barrionuevo, Hugo Moyano y el presidente de la Corte Carlos Rosenkrantz y el obispo Jorge Lugones. 

El presidente Alberto Fernández buscará transformar en ley las reformas al aparato de espionaje estatal que aplicó desde diciembre mediante decretos de necesidad y urgencia. La reforma será más amplia, pero tiene como disparadores dos cambios que, en algunos casos, pasaron prácticamente inadvertidos y conmovieron a la eterna autonomía de los aparatos de inteligencia del Estado desde la recuperación de la democracia.

En diciembre, junto a la intervención de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) y la designación de la fiscal federal Cristina Caamaño como titular, el presidente dispuso el fin de los gastos reservados de ese organismo y revirtió la decisión de su antecesor, Mauricio Macri, de extender el secreto a todas sus multimillonarias erogaciones. El segundo, mucho menos advertido, es el DNU 214/2020 que prohibió "en forma taxativa y sin excepciones" que desarrollen tareas de investigación criminal a pedido de jueces y que "desarrollen tareas represivas, tener facultades compulsivas o realizar funciones policiales".

El decreto impide esas tareas "auxiliares" desde marzo, pero hasta ahora la Corte Suprema de Justicia de la Nación no definió ningún mecanismo para articular sus alcances en los expedientes abiertos en los tribunales federales antes de esa decisión. Esos casos siguen contando con la intervención del aparato de espionaje por requerimiento de distintos magistrados. El máximo tribunal no se pronunció y no hay señales de que lo haga en el futuro inmediato. Además, cuenta con el control total del aparato de escuchas telefónicas desde que Macri decidió quitarle ese control a la Procuración General de la Nación para entregárselo al máximo tribunal con el rimbombante nombre de Dirección de Asistencia Judicial en Delitos Complejos (DAJuDeCo).


El traspaso fue ordenado por el DNU 256/2015 y luego fue sofisticado con el DNU 102/2017 que les dio mayor poder de intervención a los camaristas federales. Esos dos textos fueron analizados esta semana por la Comisión Bicameral de Trámite Legislativo. La sesión terminó a los gritos y con un portazo de los diputados de Juntos por el Cambio, que se negaron a darle tratamiento porque sostienen que ambos tenían dictamen previo. Aun así, ambos decretos no contaron con el aval de la comisión, pero su vigencia sigue en pie gracias a una laguna reglamentaria del Congreso que desde la recuperación democrática nunca anuló un decreto presidencial en ambos recintos. Para hacerlo, ambas Cámaras deberían sesionar para terminar de desactivarlos, un escenario que por ahora aparece remoto.


Para ordenar parte de ese río revuelto, Caamaño firmó esta semana una resolución que creó la Comisión para la Reforma de la Ley de Inteligencia Nacional (25.520). Ese panel deberá "realizar una revisión integral de las bases jurídicas, orgánicas y funcionales del Sistema de Inteligencia Nacional". El punto es parte del mandato que estableció el DNU 52/19, con el que Fernández intervino la AFI y le asignó la misión de elaborar "un proyecto de ley de reforma del sistema". La intervención de Caamaño tiene una duración de seis meses. Su mandato está por culminar, pero, Fernández le ofreció continuar como próxima titular de la AFI.


El consejo para la reforma que fue convocado esta semana es la extensión de otro, de carácter consultivo, que comenzó a funcionar en febrero. Está compuesto a título personal por una serie de investigadores y especialistas que forman parte de la Iniciativa Ciudadana para el Control del Sistema de Inteligencia (ICCSI), un espacio impulsado por el Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels), el Instituto Latinoamericano de Seguridad y Democracia (ILSED), la Fundación Vía Libre y el Núcleo de Estudios de Gobierno y Seguridad (NEGyS) de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET).

Aunque su creación es previa, durante los últimos cinco años la ICCSI ha sido la única voz de la sociedad civil que alertó sin miedo sobre el desarrollo de una nueva y vertiginosa crisis del aparato de inteligencia nacional. Advirtió de la gravedad institucional que implicaba el traspaso del aparato de escuchas a la Corte, también se pronunció sobre la falta de idoneidad del escribano Gustavo Arribas como titular de la AFI durante el mandato de Macri y también reclamó el urgente final de los gastos reservados que reinstauró la administración de Cambiemos.

El diseño de la nueva norma tendrá como eje la serie de planteos que hizo la ICCSI en marzo del año pasado. Además de cortar el nexo pernicioso entre el Poder Judicial y la AFI, también plantearon el fin de los gastos reservados y sugirieron avanzar en una reforma que no sea tan integral, sino que permita construir consensos multipartidarios. Uno de esos ejes buscará regular el control de las escuchas, pero también impulsar una ley de protección de las comunicaciones, para que la AFI se dedique a analizar información de alta calidad estratégica para el país y abandone las tareas de investigación criminal. Ese giro abre otro desafío, porque esas tareas son desarrolladas por las fuerzas de seguridad federales, que siguen utilizando esa calificación para hacer espionaje interior, una sospecha que también apunta a las delegaciones que tiene la AFI en las provincias. "Si ya no tienen misiones de auxilio para la Justicia, su misión se hace aun más vidriosa que antes", confió a este diario una alta fuente vinculada al nuevo diseño.




El tema de los gastos reservados requerirá una nueva definición del alcance del secreto y del manejo de la información calificada, "porque si no, todo lo que ocurre y está vinculado a la inteligencia se interpreta como secreto, un error que ha propiciado los desmanejos de la actualidad", detalló la fuente.




Los cambios de la nueva ley tienen limitaciones, ya que implicará nuevos mecanismos para ordenar el papel de las fuerzas de seguridad federal y las policías provinciales, porque todas cuentan con áreas de espionaje tan vidriosas como las que funcionan en la AFI o en el Ministerio de Seguridad.




La otra clave tendrá que ver con los organismos de control. Hasta ahora la Comisión Bicameral tuvo poca o nula participación y la idea es impulsar controles cruzados y compartimentados que incluyan al Congreso, pero que también al Poder Judicial y otras instancias ciudadanas para limitar el poder que hasta ahora tiene la AFI y la decena de organismos de espionaje del Estado argentino más dedicados a controlar a políticos, periodistas y organizaciones sociales que a identificar amenazas estratégicas para la Nación.



Distintas corrientes teóricas propias de las ciencias sociales han desarrollado, en las últimas décadas, un análisis lineal de la sociedad y la democracia, en la que el conflicto ha venido a ser presentado como expresión de una enfermedad del “organismo social” o bien, se ha entendido como superado con la desaparición de las oposiciones políticas (democracia de consensos) 1. Esto ha derivado hacia la limitación del debate político, a la tecnocratización de la política y a la subvaloración de cualquier discurso de transformación profunda de la realidad. 
 
No obstante, si realizamos una revisión del análisis sobre conflicto político en perspectiva histórica, es posible observar que los períodos de conflicto social y político han sido esenciales para llevar adelante los procesos de cambio que han dado lugar a esquemas sociales más democráticos (Rifo, 2016; Wagner, 1995, p. 13). 
 
De este modo, la democratización, que desde una perspectiva lineal aparece como natural o bien se presenta como un proceso de buena voluntad y aprendizaje dialogante de los miembros de una comunidad política, ha sido más bien -la mayor parte de las veces-, consecuencia de una serie de enfrentamientos sociales, y principalmente de largas luchas por el reconocimiento (Honneth, 1997).

Democracia y conflicto: la democracia como movimiento histórico

Beatriz Silva Pinochet Universidad de Barcelona, Barcelona, España.
Polis [En línea], 46 | 2017, Publicado el 08 junio 2017, consultado el 03 junio 2020.


En una democracia idealmente constituida, al menos como intención, el Estado se reserva para si las herramientas coercitivas y el monopolio de la violencia. Resuelve de este modo las tensiones y conflictos que surgen entre las libertades de grupos e individuos y las obligaciones que esos mismos grupos se deben entre si, reglados por las leyes que constituyen a ese Estado Nacional como formas y pautas de convivencia y cohesión social.


Pero las tensiones entre orden y libertad, Seguridad y libre albedrío, derechos y obligaciones no siempre se resuelven de las mejores maneras. Lo que el neoliberalismo a logrado instalar como subjetividad es la negación o satanización de toda instancia que medie entre los poderes del Estado. El verdadero logro de las dictaduras en los años 70 fue precisamente despolitizar y desmovilizar el entramado de organizaciones populares intermedias, barriales, vecinales y territoriales, estableciendo esas brechas abismales entre “la gente” y “el poder”, reducido a la instancia política que es precisamente el eslabón mas débil y bajo de las estructuras de poder que sostienen el sistema neoliberal, Capitalista, colonialista, patriarcal.


Con ese logro, les fue fácil instalar la anti-política y el relato único de una realidad en la que solo queda adaptarse o morir, sin ninguna posibilidad de transformación cierta y desterrando a la memoria de los nostálgicos toda utopía revolucionaria. La caída de una referencia concreta, histórica y anclada en una experiencia de Estado como lo fue la URSS, contribuyó a aquello del “fin de la historia” o el “Fin de las ideologías”.
 
En medio de estas instalaciones subjetivas y plasmadas en gobiernos abyectos a una globalización ácritica y servil a los intereses imperiales de los EEUU y de sus socios de la OTAN, todo el entramado de inteligencia y “guerra sucia y fría” que se había orientado contra toda ideología o práctica que le de a las acciones de solidaridad algún contenido político y a la lucha por los derechos humanos algún contenido que se acerque a disputar poder, permaneció prácticamente inmutable y sostuvo prácticas paralelas a las oficiales con el fin de aleccionar a los gobiernos o instancias democráticas dentro de estas construcciones. El neoliberalismo logró así por medio del manejo de las instancias económicas que comenzaban a transnacionalizarse y a perder el contenido de alguna pertenencia o anclaje en sus Estados Nacionales y el carácter corporativo que asumen, en la perdida de sus “dueños” familiares, a un conjunto de Ceos y accionistas que deciden con el único objetivo de crecer en la ganancias a como de lugar. La trama entre el financiamiento y la continuidad de esos Estados Paralelos se asegura mediante una nueva instalación mas “apolítica” en los movimientos de ONG (Organizaciones no gubernamentales) que ya en sus siglas instalan la mentada y falsa independencia de ideologías políticas o posiciones frente a los poderes que no advienen a la democracia y que se instalan por el propio ejercicio de sus privilegios, expresados en las posibilidades de sus fuentes de financiamiento.


Así las cosas, faltaba apropiarse de uno de los mecanismos que, serviles a las dictaduras, podían haber seguido un recorrido histórico mas democratizador: Los medios de comunicación.


Por el contrario, el imperio del dinero les impidió tal cosa. Y el desarrollo de las empresas de comunicación masiva y producción de contenidos audiovisuales y de usinas de la información, se cerraron aún mas entorno a los negocios financieros y a los poderes económicos que definen sus políticas editoriales y que completaron el entramado que hacia fines de los 90 convergen en las prácticas de lawfare.


Se completa asi el doble circulo de presión. Por un lado un entramado internacional y nacional de inteligencia, Jueces y fiscales, Medios de comunicación y ONG que financian las tramas y secuestran para intereses nada democráticos, voluntades políticas y de cualquier otro ámbito para producir esta “guerra por otros medios” contra toda ideología contraria al neoliberalismo. Por otro lado recoger los frutos de la instalación subjetiva y el aprovechamiento de esos odios basados en el racismo, la xenofobia, el desprecio al otro, la instalación de las ideas “yoícas” y “meritocraticas” que impulsan al individualismo y que evitan la participación política organizada y la reconstrucción de redes de participación que pugnen por el poder y busquen transformar la realidad y democratizar genuinamente las instancias del Estado y las subjetividades de sus ciudadanos en otras mas solidarias y constitutivas de una verdadera comunidad Nacional que cuide su territorio y a sus habitantes y se relaciones con el resto del mundo de modos mas pacíficos, solidarios y humanos.


Las fuerzas de seguridad interior y los organismos de inteligencia no han podido ser despojados de esas subjetividades y de esos intereses paralelos que compran sus voluntades y generan esas tramas oscuras y ocultas que espían, extorsionan y matan a la sombra de sus odios y del sostenimiento del poder de sus privilegios.En sus acciones individuales e institucionales y en sus entramados transnacionales y financiarizados, sostienen lo que queda del neoliberalismo en Argentina igual que en el resto del planeta.
Daniel Roberto Távora Mac Cormack


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