Domingo 28 de Junio de 2020

El crecimiento global se proyecta en –4.9 por ciento en 2020, 1.9 puntos porcentuales por debajo del pronóstico de Perspectivas de la economía mundial (WEO) de abril de 2020. La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto más negativo en la actividad en la primera mitad de 2020 de lo previsto, y se prevé que la recuperación sea más gradual de lo previsto. En 2021, el crecimiento global se proyecta en 5.4 por ciento. En general, esto dejaría el PIB de 2021 unos 6½ puntos porcentuales menos que en las proyecciones anteriores a COVID-19 de enero de 2020. El impacto adverso en los hogares de bajos ingresos es particularmente agudo, poniendo en peligro el progreso significativo logrado en la reducción de la pobreza extrema en el mundo desde los años noventa.



Al igual que con las proyecciones WEO de abril de 2020, existe un grado de incertidumbre más alto de lo normal en torno a este pronóstico. La proyección de referencia se basa en supuestos clave sobre las consecuencias de la pandemia. En economías con tasas de infección decrecientes, el camino de recuperación más lento en el pronóstico actualizado refleja el distanciamiento social persistente en la segunda mitad de 2020; mayor cicatrización (daño al potencial de suministro) del golpe a la actividad más grande de lo esperado durante el cierre en el primer y segundo trimestres de 2020; y un golpe a la productividad a medida que las empresas sobrevivientes aumentan las prácticas necesarias de seguridad e higiene en el lugar de trabajo. Para las economías que luchan por controlar las tasas de infección, un bloqueo más prolongado infligirá un costo adicional en la actividad. Además,El pronóstico supone que las condiciones financieras, que se han aliviado tras el lanzamiento del WEO de abril de 2020, se mantendrán en general en los niveles actuales. Los resultados alternativos a los de la línea de base son claramente posibles, y no solo por la evolución de la pandemia. El alcance del reciente repunte en el sentimiento del mercado financiero parece desconectado de los cambios en las perspectivas económicas subyacentes, como lo analiza la Actualización del Informe de Estabilidad Financiera Global (GFSR) de junio de 2020, lo que aumenta la posibilidad de que las condiciones financieras se endurezcan más de lo que se supone en la línea de base.El alcance del reciente repunte en el sentimiento del mercado financiero parece desconectado de los cambios en las perspectivas económicas subyacentes, como lo analiza la Actualización del Informe de Estabilidad Financiera Global (GFSR) de junio de 2020, lo que aumenta la posibilidad de que las condiciones financieras se endurezcan más de lo que se supone en la línea de base.El alcance del reciente repunte en el sentimiento del mercado financiero parece desconectado de los cambios en las perspectivas económicas subyacentes, como lo analiza la Actualización del Informe de Estabilidad Financiera Global (GFSR) de junio de 2020, lo que aumenta la posibilidad de que las condiciones financieras se endurezcan más de lo que se supone en la línea de base.

Todos los países, incluidos aquellos que aparentemente han superado los picos de infecciones, deben asegurarse de que sus sistemas de atención de salud cuenten con los recursos adecuados. La comunidad internacional debe intensificar enormemente su apoyo a las iniciativas nacionales, incluso a través de asistencia financiera a países con capacidad limitada de atención médica y canalización de fondos para la producción de vacunas a medida que avanzan los ensayos, para que las dosis adecuadas y asequibles estén rápidamente disponibles para todos los países. Cuando se requieren bloqueos, la política económica debe continuar amortiguando las pérdidas de ingresos de los hogares con medidas considerables y bien focalizadas, así como proporcionar apoyo a las empresas que sufren las consecuencias de las restricciones obligatorias sobre la actividad. En los casos en que las economías se vuelvan a abrir, el apoyo específico se irá desenrollando gradualmente a medida que avance la recuperación.y las políticas deberían proporcionar un estímulo para elevar la demanda y aliviar e incentivar la reasignación de recursos fuera de los sectores que probablemente emerjan de manera persistente después de la pandemia.

Una fuerte cooperación multilateral sigue siendo esencial en múltiples frentes. Se necesita con urgencia asistencia de liquidez para los países que enfrentan crisis de salud y déficit de financiación externa, incluso mediante el alivio de la deuda y la financiación a través de la red de seguridad financiera mundial. Más allá de la pandemia, los formuladores de políticas deben cooperar para resolver las tensiones comerciales y tecnológicas que ponen en peligro una eventual recuperación de la crisis de COVID-19. Además, sobre la base de la caída récord de las emisiones de gases de efecto invernadero durante la pandemia, los formuladores de políticas deben implementar sus compromisos de mitigación del cambio climático y trabajar juntos para ampliar los impuestos al carbono diseñados de manera equitativa o esquemas equivalentes. La comunidad global debe actuar ahora para evitar que se repita esta catástrofe mediante la construcción de reservas mundiales de suministros esenciales y equipos de protección,Financiar la investigación y apoyar los sistemas de salud pública, y establecer modalidades efectivas para brindar ayuda a los más necesitados.

Si se lo arranca de sus raíces matemáticas, el número tres tiene mucho que decir sobre religión, teatro público, humor físico, hazañas astronómicas, narrativa y distribución de poder. Su literatura se extiende a mares. Los tres mosqueteros de Dumas, el triángulo de vértices masculino compuesto por padre-hijo-espíritu santo, los tres chiflados, los tres lechoncitos de Disney, los falsetes espeluznantes de los tres hermanos Gibb, Los ángeles de Charlie, los triángulos amorosos, los tres astronautas del Apolo XI (y los del XII y los del XIII) y los tres actos de Aristóteles nos llevan a la saturación de ejemplos. Se objetará: ¿y Batman y Robin? Y se contestará: ¿y Alfred? ¿No es él, acaso, el tercero que cuaja la dinámica del dúo?

A diferencia del dos, estructura connivencial que brinda por la memoria de los terceros excluidos, el número tres fractura la voluntad simplista de considerar que los fenómenos son blancos o negros, derechos o izquierdos, buenos o malos. El tercero es la cuña clavada en el maniqueísmo. La del tercero es, en pocas palabras, la existencia que define el principio de variedad y anula la conexión siamesa entre pares.


Esa tradición cultural, la de los tríos, irrumpió en la esfera pública de la Argentina en la conferencia del 15 de marzo de 2020, que reunió al presidente Alberto Fernández con el gobernador de la Provincia de Buenos Aires (32 % del PBI nacional) y con el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta (19% del PBI nacional). Fue un shock de mestizaje. Después de muchos años de insultarse desde una costa a otra a través del río y, sobre todo, de definir en términos radicales la incompatibilidad de sus grupos sanguíneos, los administradores del Estado nacional, el bonaerense y el principado de la CABA diseñaron un discurso político homogéneo, tolerando los desniveles de los matices ideológicos, los estilos personales y las necesidades de orden territorial (que en la Argentina son de orden social).

El hecho se recorta, nítido, sobre el pasado inmediato (2015 – 2019), cuyo encuadre predilecto y vitalicio permitió el ingreso de un solo objeto al campo de la discusión pública: la “lucha contra la corrupción”. Un insumo moral, de un solo hemisferio (¿quién va a luchar contra la corrupción propia?), demasiado anacrónico para funcionar como actualidad constante, desplegado en un sinfín de aventuras jurídicas de narrativa inquisitorial y apocalíptica, imprescindibles para desplazar hasta su ocultamiento el objeto célebre e híper actual de aquellos años: la destrucción de diseño de la economía.

El 15 de marzo de 2020, Fernández, Kicillof y Rodríguez Larreta coincidieron en el objeto común que había que atacar: el virus SARS–CoV–2. Con nombre de misión espacial y atributos de fantasma exterminador, es el no va más de la actualidad, a tal punto que se lo puede describir como “lo que siempre está actuando”. Es ilegible e insobornable, destruye la planificación, los cuerpos y la economía, y puso un obelisco en la rueda que hace girar al mundo.

Ese es el objeto que hoy absorbe gran parte de la actualidad política, los recursos de Estado y la energía y el lenguaje de la sociedad. Fernández, Kicillof y Rodríguez Larreta comprendieron que se trata de un universal. Refrendan esa comprensión la de los gobernadores, intendentes y ciudadanía, que durante las primeras semanas de aislamiento preventivo y obligatorio sostuvieron un pacto de esfuerzos mutuos con muy buenos resultados.
Durante varias semanas posteriores al kilómetro cero del aislamiento hubo un deseo colectivo de contención o, en todo caso, una voluntad colectiva de demostrar disciplina, don social y una inesperada simpatía por el bien común. Todas actividades que generalmente se venían escurriendo del repertorio de argentinismos, orientados más bien hacia la dispersión y el derecho a los brotes anarquistas.


La primera Conferencia de los Tres del 15 de marzo fue compacta y tuvo algo de esa expectativa confiada, tan agradable de ver, de la última rueda de prensa que la Selección Argentina da en Ezeiza antes de los mundiales. Las variaciones líricas de los discursos personales se perdieron en la descripción de la amenaza y en la euforia de poder cavar una trinchera que introdujera suspenso en el contagio supersónico del virus. La consigna fue ganar tiempo. Se cerraron fronteras, estadios, escuelas, parques, teatros, shoppings, oficinas, y la clase media –la Voz de la Pandemia– entró en una fase claustrofílica, en la que tanto runners como walkers comenzaron a amasar su melancolía de nomadismo.

Luego del solo de Alberto Fernández del 10 de abril, el “día de la filminas”, en el que se mostró la utilidad incontrastable del aislamiento, ocurrió la segunda Conferencia de los Tres. Fue el 8 de mayo. A diferencia de la anterior, el presidente ya no habló de un solo asunto, sino de dos. Habló del virus, todavía hibernando, todavía amigable, digamos aplastado junto con la famosa “curva” que presionaba por llevarla al famoso “pico”; y, también, contra un discurso emergente, disidente, que tras un mes de encierro, como otro virus, expresaba en un rango extenso cuestiones vinculadas “al riesgo de vivir”, el derecho inalienable a la libertad (en su versión alienada) y el hundimiento de la economía.


La política la hace el que puede hablar. Desde el 15 de marzo hasta ese momento, Alberto Fernández habló solo. Le hicieron los coros Kicillof y Rodríguez Larreta. Cincuenta días más tarde había trepado a la esfera pública el discurso del liberalismo de hongos que flashea Venezuela. Que no sea competitivo a nivel del sentido y de los protocolos de cuidados y vergüenza mínimos que se exigen para postular una razón, no significa que no tenga su eficacia en unos miles de corazones palpitantes dispuestos a vociferar en el Código Morse de las cacerolas y poblar las pantallas del periodismo industrial que le dan valor a la indignación romántica.
Ya operaban los desgastes. El cansancio social, y el deslizamiento de la economía hacia una zona de sombras, desdeñaron los buenos reflejos del gobierno para entrar temprano al aislamiento. Los detractores consideraron que se estaba saliendo tarde, reacios a observar la dinámica de daño del virus, su legibilidad opaca (a veces nula) y el porvenir inmediato, que se llama invierno, y en el que todos los países del hemisferio norte surfearon la trágica cresta de la ola. Confirmando un comentario que, por lo bajo, deslizó alguien que lo conoce y lo pone en el segundo puesto del ránking de encabronamiento de los últimos años de peronismo (primero, Néstor Kirchner; tercera, Cristina), Alberto Fernández contestó: “No mientan más”.

El eco de ese malhumor persistió en la tercera Conferencia de los Tres, la del 23 de mayo, cuando dijo: “Estamos en una pandemia que mata gente. ¿Lo entendemos?”. La chicana, orientada a  presentarle el SARS–CoV–2 a los dummies que lo subestiman por reflejo opositor, como si el bicho malo de Wuhan no fuera a inocular a los temerarios, tuvo un tono de autoridad y desafío. Sus escuderos de PBI, Kicillof y Larreta, suavizaron el envío con retruécanos sobre asuntos específicos: camas, respiradores, PCRs, espacios de aislamiento. Efectivo Rodríguez Larreta en su minimalismo de cómic; lírico Kicillof, con su barroco de asamblea universitaria en la que las cosas se discuten hasta que se apaga la luz. Ninguno de los dos se animó a imponer lo que le concedieron a Fernández: la manifestación de un carácter, en todo caso del ánimo exhausto del que tiene que liderar una crisis sanitaria montada sobre una crisis económica, sin manuales de uso, con recursos limitados y contra el bullicio de la doxa que, en argentino, llamaremos “la boludez”.

La cuarta Conferencia de los Tres (4 de junio) fue la primera en la que los conferencistas, siempre distribuidos como jueces de cámara con su presidente en el centro, y todos apoyando sus pitucones sobre la misma mesa, estuvieron separados a una distancia de pandemia. Fue el crecimiento de los contagios lo que los hermanó en la separación. Si se juzgan sus rostros comparándolos con los que mostraron el 15 de marzo, estos parecen pertenecer a otras biografías. Se anuncian los testeos rápidos y la crecida de contagios en el AMBA, ese caldo demográfico espeso. No hay dudas de que está subiendo la marea. La alarma suena para el cuidadoso y para el coronavirópata que florea su libertad en la jaula de los leones. Como mini gaffe en la administración de micrófonos, Alberto Fernández se lo cede a Rodríguez Larreta y luego le pide otra vez la palabra. Kicillof sonríe por el incidente. Rodríguez Larreta ya estaba sonriendo. La escena fue una fuga dramática en forma de casting de simpatías con triple empate técnico.
La quinta Conferencia de los Tres es la primera del invierno. Empieza la temporada alta. Regresan la firmeza en las restricciones, el encierro, el enfriamiento del transporte. El pack de gobernantes ya lleva más de 100 días de gira y todavía nadie cruzó el río. Del otro lado los esperan los abolicionistas del aislamiento, cociendo a fuego lento citas trilladas de Orwell y de la Constitución Nacional, sapucáis libertarios, advertencias sobre el regreso inminente de Stalin. Habrá que ver qué tipo de memoria emotiva, y de qué tamaño, le quedará de todo esto a la Argentina cuando salga de las sombras.

De acuerdo con la Carta de las Naciones Unidas (1950) las organizaciones no gubernamentales (en adelante ONG) son aquellas entidades que no están relacionadas con los gobiernos ni
son fruto de tratados internacionales, sino que tienen su origen en la sociedad civil. Siguiendo a Fernández Torres (2004, p. 134) son:
asociaciones que manifiestan las inquietudes y pensamientos de los individuos de una sociedad, presentándose como expresión de la comunidad civil a través de agrupaciones que defienden un ideal, un pensamiento común o una serie de personas (...) están imbricadas por una cooperación intersubjetiva que integra a una serie de individuos que participan, en su mayoría con contraprestaciones económicas, en la estructura interna y en las actuaciones de la asociación.”
Andrea Leticia Quintana Pujalte
Revista Prisma Social Núm. 29 (2020): La Cultura de las Organizaciones en la Era de la Digitalización


En América Latina, el neoliberalismo impuesto a fuerza de dictaduras militares y plan Cóndor supuso una transformación forzada de las organizaciones populares sin fines de lucro, altamente politizadas y fuertemente enraizadas en los territorios, en organizaciones idílicas y defensoras de causas universales impuestas por los centros mundiales que financiaban sus actividades y las alejaban de las construcciones y representaciones políticas que desde esas bases territoriales y políticas, entramaban las luchas populares desde la historia y el territorio.

El financiarismo primero a través de las instancias transnacionales que representaron el orden Capitalista de post guerra durante la guerra fria posterior en los Organismos estatales de cooperación, fueron cediendo participaciones hacia el sector privado del capital cada vez mas transnacional y devenido en neoliberal (Monetarismo financiero) a partir de los años 70.

Hoy, mas allá de causas y orientaciones históricas, las ONG responden al universalismo de tales flujos de capital, en su gran mayoría, alejados de demandas territoriales o Nacionales que participan en el entramado creciente de democracias robustas alimentadas desde las bases. Se convierten así, en brazos blandos y “buenos” de los intereses de fondos buitres, Agendas científicas orientadas desde los centros de poder mundial y asociadas a los intereses del desarrollismo tecnocrático neoliberal.

Cada vez mas, los individuos, aislados y sin participaciones colectivas y sociales concretas, devienen en individuos que descreen de aquello que no conocen y les es negado en la experiencia.

Una tenue reinserción de esas prácticas históricas, politizadas y territoriales, comienzan en tiempos de hiperinflación y Menemismo . Ya consolidadas en la crisis del 2001, apuntalan las experiencias de las Asambleas Barriales que, fugaces salvo honrosas exepciones, que culminan ni bien la clase media vuelve a recobrar sus cuentas bancarias.

Solo aquellas instituciones emergentes, que sostuvieron las resistencias a las dictaduras, conservaron aquella historia política y territorial que aún hoy perduran con mayor o menor grado de influencia y significación en la Argentina del siglo XXI

Los doce años de Kirchnerismo supuso el regreso de la política en ese modelo militante, pero al amparo de un Estado que se sostenía a partir de esa militancia y que, en tanto militancia política, sostiene sus positividades y negatividades en los limites de su pertenencia partidaria, ideológica o militante, pero que excluye otras miradas, corrientes políticas o ideas de participación territorial.

Por su parte, las ONG sostenidas por el financierismo transnacional (Fondos Buitres, Soros, Rockefeller, Singer y otros), actúan no solo de contrapeso de aquellas que resistieron a la dictadura (Organismos de Derechos Humanos, Movimientos Piquteros y Agrupaciones de Barrios Marginales, cooperativas agrarias, Fabricas recuperadas., Movimientos originarios y representaciones de colectivos que luchan por la igualdad de genero y la diversidad sexual entre otras), sino que además, convocan a causas universales que diluyen el factor político en tanto disputa de espacios de poder en los territorios donde efectivamente actúan.

De como se resuelvan las participaciones territoriales, dependerá en mucho el futuro de las democracias y los Movimientos populares en América Latina, una vez mengue los efectos excepcionales de la pandemia que el virus Covid19 están produciendo en estos días.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack




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