Territorios cognitivos, materiales y psiquícos.

 

Marcos Mentales

Todo pensamiento consciente emerge desde alguna filosofía inconsciente.

Hay razonamientos que no tienen que ver con el bien o el mal, lo correcto y lo incorrecto, sino con el marco teórico que subyace debajo de aquello que afirmamos. Es decir que una misma afirmación puede ser correcta o incorrecta según como concebimos limites y excepciones al objeto al que nos referimos.

Todo tiene que ver con todo”, es la frase popular que suele articular una comprensión de un universo mas amplio de interpretación que aquel que distingue de otros modos … ¿que tiene que ver eso con aquello? Precisamente exige la precisión del marco dentro del cual las afirmaciones tienen algún sentido o carecen de ese sentido.

Pero vivimos en sociedades neoliberales y las matemáticas de las probabilidades dónde 2 + 2 pueden ser 4, pero también pueden ser 5 o tal vez 3, no dejan de afirmar sentidos y distinciones en la medida que no especificamos ese modelo o marco conceptual dentro del cual esa afirmación tiene sentido o no. Se puede considerar cierto y lógico o no, cualquier cosa cuándo se habla de probabilidades en dos escenarios diferentes donde aquello que se matematiza no esta conceptualmente definido en un marco teórico o axiomático que permita que se cumpla con los principios de lógica.

Si hablamos de neoliberalismo, capitalismo, hay cosas que nunca se nombran en esos marcos, pero que atraviesan las contradicciones y suponen distintas lógicas frente a comparaciones o diferencias que se pretenden postular como posibles, pero que en realidad, se sitúan en modelos conceptuales diferentes.

Una afirmación ideológica fundada en planteo matemático dirá que dos manzanas mas dos manzana son cuatro manzanas. Ahora si no se especifica si se habla de árboles de manzanas, de manzanas enteras, o de pedazos de manzanas de igual o diferente peso y consistencia, es probable que alguien tenga dos manzanas y otro tenga solo dos mitades … o que otro tenga una plantación de manzanas y otro tenga tres manzanas y se crea justo e igualado …

Eso es lo que hace la manipulación intencionada o la ignorancia técnica y matemática respecto de los datos estadísticos … así, resultan herramientas fenomenales para instalar realidades o datos falsos y venderlos como ciertos o verdaderos.

Sin la posibilidad del conocimiento y de la comprobación empírica la sola difusión de números, porcentajes, comparaciones porcentuales y gráficos, no son mas que ilusiones vestidas de datos para “convencer” engañosamente de una idea o postura pre-determinada que no necesariamente sea cierta del todo o parcialmente, o incluso decididamente una mentira.

Los Territorios son Marcos mentales

Ya en su materialidad, geográfica, espacial, geo-política; ya en su real/simbólico/Imaginario que sostienen los anudamientos en la definición del sujeto, en el Lenguaje que le constituye como individuo social; Ya en sus constitución identataria del “yo” en sus relaciones e interacciones con el otro y con la sociedad, toda persona que se distingue como sujeto en su realidad individual, grupal, social, se percibe en sus movimiento y en sus distinciones de acuerdo a la “territorialidad” de sus pensamientos y relaciones objetivas, vitales y prácticas. Todo pensamiento y todo decir sobre la realidad se hace siempre desde algún lugar sea este espacial y material o psiíquico y producto de su constitución inconsciente.

Plan de movilidad sustentable

La semana pasada el gobierno nacional presentó un Plan de Movilidad Sustentable en la fábrica de Toyota. Como casi todo en Argentina, la presentación despertó entusiasmo y críticas con la misma intensidad. 

Por el lado del entusiasmo, el plan es descripto como una oportunidad única para colocar al país en un lugar estratégico en la producción de vehículos eléctricos y el camino hacia una movilidad menos contaminante. Por el lado de las críticas, se impugnó fuertemente vincular la palabra “sustentable” a la producción de autos, aunque estos sean alimentados por energía eléctrica y no a través de la quema de combustibles fósiles. De alguna forma, ambas posturas son correctas.

Hace algunos meses te escribí sobre el debate que rodea a la movilidad eléctrica. La conclusión que saqué en ese momento es que la transición hacia este tipo de vehículos es importante porque efectivamente contaminan menos (no solo el aire, sino también a nivel sonoro, un tema que hemos tocado hace poco) pero que lo más importante es que se fortalezca el transporte público. Si, en cambio, se apunta solo al auto individual, sabemos que el efecto en términos ambientales será negativo por un aumento del parque automotor. Y, por el lado de la vida urbana, tendrá impactos en términos de aumento de la congestión y las muertes en contexto de siniestros viales. Si hay algo que aprendimos en este newsletter es que el auto individual es muy poco eficiente, por lo que la política pública debería tender a minimizar su uso. 

Sin embargo, desde el Ministerio de Producción apuntan que la Ley de Promoción de la Movilidad Sustentable es una política productiva, que tiene que ver con generar una industria incipiente y con la ventaja fundamental de que Argentina tiene una de las mayores reservas de la materia prima necesaria (el litio) en el mundo. Y, además, que el Plan contempla también micro-movilidades y transporte público. El otro paso importante, explican desde el Ministerio, es apuntar al transporte de última milla, como las camionetas que transportan mercadería dentro de la ciudad. 

En resumen, lo que podríamos decir es que si bien el plan no va a solucionar el problema de fondo, no es su objetivo. La generación de espacios urbanos más amigables para caminar, usar la bicicleta o utilizar el transporte público quizás no haya que buscarlos -solamente- en el Ministerio de Producción.

El buque

Hace poco un amigo que tuvo la suerte de irse de vacaciones a Nueva York me mandó una foto de una estructura rarísima en pleno Manhattan. No me sorprendió. La ciudad está llena de edificaciones con diseños particulares. The Vessel -El buque, en inglés- es una estructura de 16 pisos llena de escaleras, bastante fea en mi humilde opinión. Le pedí a mi amigo que subiera hasta el último piso y me mandara una foto pero me dijo que estaba clausurado temporalmente porque varias personas se habían suicidado tirándose al vacío desde la edificación diseñada por Thomas Heatherwick. En menos de dos años, cuatro jóvenes habían decidido terminar con su vida en ese hito urbano.

Casualmente, o no, el domingo 10 de octubre había sido el Día Mundial de la Salud Mental. Unos días después me crucé con unos comentarios de Alejandro Csome sobre cómo la arquitectura busca adaptarse a lo que ya es, según la OMS, una pandemia: la depresión. En The Vessel no se modificó la estructura pero desde hace tres meses no pueden entrar personas no acompañadas y la entrada tiene impreso el número de atención al suicida.

 

Pero Alejandro recoge otros ejemplos muy interesantes donde la arquitectura viene a hacer lo que podríamos llamar “reducción de daños”. El Golden Gate en San Francisco tiene una cabina telefónica para llamar a la línea de contención y también se instaló una red para evitar que quienes se arrojan impacten directo contra el agua. En los edificios de alta densidad de Japón instalaron rejas, no por seguridad sino por este mismo motivo. Algo muy similar ocurrió en la biblioteca de la Universidad de Nueva York, de donde saltaron muchos estudiantes.

En Estados Unidos la tasa de suicidios viene en aumento sostenido desde 2001. En Argentina, si bien las cifras se mantienen más o menos estables (una tasa de 7 cada 100.000 personas), es de las más altas de la región. En nuestro país, los suicidios representan el 18% de las causas externas de muerte, mientras que los homicidios el 9%. Siempre me pareció un dato llamativo, máxime teniendo en cuenta qué lugar ocupa en los medios de comunicación cada una de esas problemáticas. 

Los suicidios son un problema de salud pública ya que la salud mental tiene claros determinantes sociales. Y, como sabemos, casi toda problemática social tiene su correlato en el territorio y en el tipo de ciudades en las que vivimos y que reproducimos. En uno de los primeros correos que te escribí, en julio de 2019 (!), te conté cómo el diseño urbano afecta la salud mental de las personas.  

A propósito de eso, me gustó este informe que armó la organización villera La Garganta Poderosa en el que se pregunta: “¿Es posible gozar de salud mental en un contexto de precariedad?”. Quizás no es imposible, pero es mucho más difícil, y los datos lo demuestran. “En nuestras barriadas, la atención psicológica es casi inaccesible: en el barrio Yapeyú, en Córdoba, tenemos una sola psicóloga para 10 mil habitantes. El panorama está jodido también en CABA, aunque sea la ciudad con más profesionales de salud mental en el mundo, con un promedio de 1 cada 60; en la Villa 21-24 sólo contamos con 12 profesionales de la salud mental, ¡para más de 70 mil personas!”.

(Fernando Bercovich , Trama Urbana, Cenital)

Ante la desterritorialización feroz, la reterritorialización estratégica

Erik Navarro y Lic. Juan Silva escriben en “Topía”

1 - Lo único que se reproduce es el capital.

Las identidades son formas de detener la desterritorialización feroz que propone el capital. El capital no para de desterritorializar-se. En cada instante en que se reterritorializa, se producen nuevas subjetividades que escapan a la normativa.

Uranistas que devienen gays. Consumidores que devienen adictos. Cuerpos que devienen trans. Gays que devienen marikas. Personas que devienen locos. Es en el mismo proceso de descodificación-recodificación donde las subjetividades se producen incesantemente en tanto situaciones.

La reivindicación de las identidades abyectas como acto político. Decirse “puto, torta, trava… adicto”. Un acto de resistencia ante los dispositivos de poder (Foucault) -aunque luego sean recapturados por el capital and so on, and so on…- Recodificación-Descodificación.

Aclaración: pensamos análogamente, a fines prácticos y no tan pedagógicos, las nociones de identidades, subjetividades y territorios. Sabemos que son conceptos distintos y cada uno tiene su especificidad, pero los ponemos en tensión.

Continuando, esos territorios marginados son posibles en tanto producto de la sombra de los dispositivos que operan y forman subjetividades. Líneas de fuga que tienden a salirse de la “personalidad oficial instituida” (Lewkowicz). Lo interesante es pensar qué tipos de subjetividades se forman “a los márgenes” de los dispositivos oficiales. Que estén a los márgenes, no refiere a que estén fuera. Como enseña Preciado, solo las prácticas, algunas prácticas, pueden escapar solo por un instante al poder. Las identidades se construyen en el centro del ejercicio del poder por el poder. No obstante, poder ubicar esas identidades, nos permiten, no solo nombrarlas y, por consiguiente, marcar su potencial político, sino también, poderlas ubicar que lugares ocupan en la trama de intercambios La consideración de lo diverso, por lo menos desde la visión clásica, construye opuestos, antagonismos; son funcionales, uno no se define si no es por oposición al otro: bueno-malo, blanco-negro, heterosexual-homosexual, normal-anormal…

Al decir de Perlongher, se puede articular un movimiento en dos direcciones, no contrapuestas, aunque en un primer momento puedan parecer: “por un lado, una proliferación de significantes que capturan el movimiento pulsional, bajo una multiplicidad de perspectivas, sofisticando las codificaciones (…). Simultáneamente, la proliferación en el nivel de los códigos posibilita, en su indecible superposición, la emergencia de múltiples puntos de fuga libidinales (…). Digamos que el sujeto, en el pasaje -difuso y esfumado- de un criterio de clasificación (…) a otro, en la transición de un aparato de captura más “tradicional” hacia otro más moderno, podría “huir” con más facilidad que si estuviese sometido al imperio de un único sistema significante despótico”. (Perlongher, 2017: 90).

2 - Schreber denuncia las “operaciones de urgencia” que se les realizan a niñes intersex.

Dice D´emilio (1983): “Solo cuando los individuos empezaron a ganarse la vida a través del trabajo asalariado, en vez de en función de una unidad familiar interdependiente, fue posible que el deseo homosexual cuajara en una identidad personal—una identidad basada en la capacidad de permanecer fuera de la familia heterosexual— y construir una vida personal basada en la atracción hacia el propio sexo”

Agregamos a Lewkowicz (1999): “Las prácticas de producción de subjetividad determinan un rasgo como esencial”. El adicto: consume. ¿Es posible articular subjetividades que no tengan un rasgo como esencial, sino múltiples?

Deleuze propone devenir adicto sin la experiencia de la abstinencia. Embriagarse con agua. Homosexualidad sin la fecalidad. ¿Es posible devenir homosexual sin la experiencia del closet? ¿Qué caracteriza una identidad? ¿Salir del closet para reproducir patriarcado?

Foucault (2018) nos da una pista: es “el sexo” en tanto punto fijado por el dispositivo de la sexualidad por lo que cada quien debe pasar para “acceder a su propia inteligibilidad (…), a la totalidad de su cuerpo (…), a su identidad (puesto que une a la fuerza de una pulsión la singularidad de una historia)” (p. 148). Dice Rozichtner (2013): “cada sujeto es también núcleo de verdad histórica”. Fuga: socializar la historia, compartirla, articularla con otras historias, crear redes. En cada quién se juega la historia universal. Cada salida del closet puede devenir 17 de octubre. Cada sobredosis puede devenir Stonewall. A partir de allí, pura potencia. Potencia de vida, o potencia de muerte. Potencia al fin. Crear uno, dos, tres, mil big bangs. ¿Y luego qué?

3 - El jardín de las identidades que se bifurcan

Aquí no importan las individualidades, lo que cada quien haga con lo que hicieron de elle, sino se trata de “figuras emblemáticas establecidas” (Lewkowicz). Conocemos esas figuras, las vemos, las discriminamos, las deseamos, las matamos, nos vinculamos, las corporizamos, las amamos, las incluimos, las miramos, las tocamos, las individualizamos, las patologizamos. Devenimos de izquierda, de derecha, fascistas, revolucionarias, despolitizadas.

¿Cómo se producen? ¿Cómo se subjetivan? Se fugan y se integran. ¿Qué resto queda una vez recapitalizadas?

El gesto queer de estallar las categorías, que todo se vuelva identidad, no puede más que pensarse como respuesta a las identidades despóticas que propone un modelo de hetero-cis-sexista-patriarco-colonial. Nombrarse en tanto nombrar al Otre (gesto lacaniano). Sigue D´emilio (1983): “Los peligros de ser gay aumentaron aun cuando aumentaban también las posibilidades de ser gay.  La liberación gay fue una respuesta a esta contradicción”. Nos apropiamos deliberadamente de la negación, sin culpa ni inocencia (Haraway).

Es el devenir minoritario (Guattari) un movimiento que trae calma a la existencia. Devenir en tanto formación de redes, no solo identidades. Calma en la tormenta. La identidad como posibilitador de tejido de redes rizomáticas que sean nudos para un mundo post patriarcal. Post-colonial. Post hetero-cis-sexista. Post capacitista. Post humanista. Las identidades en el borde entre lo personal y lo colectivo (gesto cyborg), que permite ensamblar y desensamblar.

Dice Guattari (2020): “las fuerzas de ocupación capitalista (…) se ensañan en reprimir, excluir y neutralizar todas las prácticas deseantes que no tengan por efecto reproducir las formas de dominación”. Sin embargo, tiene en su núcleo un carácter contradictorio: “a pesar de que ha sido el propio capitalismo el que ha destrozado el fundamento material de la vida familiar, las lesbianas, los gays, las feministas heterosexuales se han convertido en el chivo expiatorio de la inestabilidad social del sistema” (D´emilio, 1983). Agregamos: trans, migrantes, adictos.

Las identidades son contradictorias, parciales, estratégicas. Uno estratégico para la conquista de derechos (Matrimonio Igualitario, Ley de Salud Mental, Ley de Identidad de Género, Ley de Interrupción voluntaria del embarazo), para poder vivir dignamente. Pero siempre infinito (Borges), múltiple, “para dejar surcos en el mundo, así como el mundo ha dejado surcos en nosotrxs” (Haraway, 2020: 55).

4 - Consumirse consumiendo

Así como Guattari llama a “destruir la sexualidad”, podemos hacer un llamado a “destruir el consumo”. Destruir el consumo como forma de subjetivación. Destruir el consumo porque funciona como máquina de exclusión y reproducción de cuerpos consumidores. No se trata de consumir más o menos. Ni de mejor o peor. Ni de ecológico o industrial. Ni de fabril o artesanal. ¿Qué territorios arma el consumo? ¿Cómo los arma? ¿Qué sucede en esos territorios? ¿Qué vínculos arman los flujos del consumo? ¿Qué sucede en las constantes fugas ante la subjetivación del consumo? La subjetivación por parte del consumo se vuelve insoportable, no hay cuerpo que aguante. El estrés de dejar de ser ciudadanos para ser consumidores, el estrés de dejar de estar encerrados para estar endeudados (Deleuze). Cortarle la cabeza a la serpiente que no para de meterse en agujeros; luego, ver cómo nos arreglamos.

Territorios materiales y Territorios psiquicos ... pertenencia e identidad.

Gilberto Giménez del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, escribe: “En esta conferencia me propongo desarrollar la relación simbiótica que, en mi opinión, existe entre cultura e identidad. Así formulado, el tema exige lógicamente definir primero qué entendemos por cultura e identidad, porque sólo así podremos precisar sus relaciones recíprocas.
Ya adelanto desde ahora que, si bien defenderé la indisociabilidad conceptual entre cultura e identidad, también afirmaré que, si se asume una perspectiva histórica o diacrónica, no existe una correlación estable o inmodificable entre las mismas, porque vistas las cosas en el mediano o largo plazo, la identidad se define primariamente por sus límites y no por el contenido cultural que en un momento determinado marca o fija esos límites.
Por último, si tenemos tiempo abordaré, a la luz de las grandes tesis previamente planteadas, un tema más concreto que suele estar muy presente en los debates contemporáneos sobre la cultura y que puede interesar particularmente a los promotores culturales: el multiculturalismo. 

Comenzaré planteando la tesis fundamental que me propongo sustentar: los conceptos de cultura e identidad son conceptos estrechamente interrelacionados e indisociables en sociología y antropología. En efecto, nuestra identidad sólo puede consistir en la apropiación distintiva de ciertos repertorios culturales que se encuentran en nuestro entorno social, en nuestro grupo o en nuestra sociedad. Lo cual resulta más claro todavía si se considera que la primera función de la identidad es marcar fronteras entre un nosotros y los “otros”, y no se ve de qué otra manera podríamos diferenciarnos de los demás si no es a través de una constelación de rasgos culturales distintivos. Por eso suelo repetir siempre que la identidad no es más que el lado subjetivo (o, mejor, intersubjetivo) de la cultura, la cultura interiorizada en forma específica, distintiva y contrastiva por los actores sociales en relación con otros actores. 


Por consiguiente, para entender la identidad se requiere entender primero qué es cultura, y eso es lo que vamos a hacer a continuación.

2. Breve incursión en el territorio de la cultura Como acabo de señalar, los conceptos de identidad y de cultura son inseparables, por la sencilla razón de que el primero se construye a partir de materiales culturales. No puedo desarrollar aquí, por supuesto, todo el proceso histórico de formación del concepto de cultura en las ciencias sociales. Diré simplemente que hemos pasado de una concepción culturalista que definía la cultura, en los años cincuenta, en términos de “modelos de comportamiento”, a una concepción simbólica que a partir de Clifford Geertz, en los años setenta, define la cultura como “pautas de significados”. Por consiguiente, Geertz restringe el concepto de cultura reduciéndolo al ámbito de los hechos simbólicos. Este autor sigue hablando de “pautas”, pero no ya de pautas de comportamientos sino de pautas de significados, que de todos modos constituyen una dimensión analítica de los comportamientos (porque lo simbólico no constituye un mundo aparte, sino una dimensión inherente a todas las prácticas). Vale la pena recordar el primer capítulo del libro de Clifford Geertz La interpretación de las culturas (1992), donde afirma, citando a Max Weber, que la cultura se presenta como una “telaraña de significados” que nosotros mismos hemos tejido a nuestro alrededor y dentro de la cual quedamos ineluctablemente
atrapados (p. 20). 

Pero demos un paso más: no todos los significados pueden llamarse culturales, sino sólo aquellos que son compartidos y relativamente duraderos, ya sea a nivel individual, ya sea a nivel histórico, es decir, en términos generacionales (Strauss y Quin, 1997: 89 ss.). Así, por ejemplo, hay significados vinculados con mi biografía personal que para mí revisten una enorme importancia desde el punto de vista individual e idiosincrásico, pero que ustedes no comparten y tampoco yo deseo compartir. A éstos no los llamamos significados culturales. Y tampoco son tales los significados efímeros de corta duración, como ciertas modas intelectuales pasajeras y volátiles. 

A esto debe añadirse otra característica: muchos de estos significados compartidos pueden revestir también una gran fuerza motivacional y emotiva (como suele ocurrir en el campo religioso, por ejemplo). Además, frecuentemente tienden a desbordar un contexto particular para difundirse a contextos más amplios. A esto se le llama “tematicidad” de la cultura, por analogía con los temas musicales recurrentes en diferentes piezas o con los “motivos” de los cuentos populares que se repiten como un tema invariable en muchas narraciones. Así, por ejemplo, el símbolo de la maternidad, que nosotros asociamos espontáneamente con la idea de protección, calor y amparo, es un símbolo casi universal que desborda los contextos particulares. Recordemos la metáfora de la “tierra madre” que en los países andinos se traduce como la “Pacha Mama”. 

En resumen: la cultura no debe entenderse nunca como un repertorio homogéneo, estático e inmodificable de significados. Por el contrario, puede tener a la vez “zonas de estabilidad y persistencia” y “zonas de movilidad” y cambio. Algunos de sus sectores pueden estar sometidos a fuerzas centrípetas que le confieran mayor solidez, vigor y vitalidad, mientras que otros sectores pueden obedecer a tendencias centrífugas que los tornan, por ejemplo, más cambiantes y poco estables en las personas, inmotivados, contextualmente limitados y muy poco compartidos por la gente dentro de una sociedad. 

Pero lo importante aquí, como ya señalamos, es tener en cuenta que no todos los repertorios de significados son culturales, sino sólo aquellos que son compartidos y relativamente duraderos.
Las consideraciones precedentes pueden parecer un tanto abstractas, pero basta un breve ejercicio de reflexión y autoanálisis para percatarnos de su carácter concreto y vivencial. En efecto, si miramos con un poco de detenimiento a nuestro alrededor, nos damos cuenta de que estamos sumergidos en un mar de significados, imágenes y símbolos. 

Todo tiene un significado, a veces ampliamente compartido, en torno nuestro: nuestro país, nuestra familia, nuestra casa, nuestro jardín, nuestro automóvil y nuestro perro; nuestro lugar de estudio o de trabajo, nuestra música preferida, nuestras novias, nuestros amigos y nuestros entretenimientos; los espacios públicos de nuestra ciudad, nuestra iglesia, nuestras creencias religiosas, nuestro partido y nuestras ideologías políticas. Y cuando salimos de vacaciones, cuando caminamos por las calles de la ciudad o cuando viajamos en el metro, es como si estuviéramos nadando en un río de significados, imágenes y símbolos. Todo esto, y no otra cosa, son la cultura o, más precisamente, nuestro “entorno cultural”. 

Pero necesitamos dar un paso más para destacar lo siguiente: por una parte los significados culturales se objetivan en forma de artefactos o comportamientos observables, llamados también “formas culturales” por John B. Thompson (1998: 202 y ss), por ejemplo, obras de arte, ritos, danzas...; y por otra se interiorizan en forma de “habitus”, de esquemas cognitivos o de representaciones sociales. En el primer caso tenemos lo que Bourdieu (1985: 86 ss.) llamaba “simbolismo objetivado” y otros “cultura pública”, mientras que en el último caso tenemos las “formas interiorizadas” o “incorporadas” de la cultura. 

Por supuesto que existe una relación dialéctica e indisociable entre ambas formas de la cultura. Por una parte, las formas interiorizadas provienen de experiencias comunes y compartidas, mediadas por las formas objetivadas de la cultura; y por otra, no se podría interpretar ni leer siguiera las formas culturales exteriorizadas sin los esquemas cognitivos o “habitus” que nos habilitan para ello. Esta distinción es una tesis clásica de Bourdieu (1985: 86 ss.) que para mí desempeña un papel estratégico en los estudios culturales, ya que permite tener una visión integral de la cultura, en la medida en que incluye también su interiorización por los actores sociales. Más aún, nos permite considerar la cultura preferentemente desde el punto de vista de los actores sociales que la interiorizan, la “incorporan” y la convierten en sustancia propia. Desde esta perspectiva podemos decir que no existe cultura sin sujeto ni sujeto sin cultura.

Estas consideraciones revisten considerable importancia para evaluar críticamente ciertas tesis “postmodernas” como la de la “hibridación cultural”, que sólo toma en cuenta la génesis o el origen de los componentes de las “formas culturales” (v.g. en la música, en la arquitectura y en la literatura), sin preocuparse por los sujetos que las producen, las consumen y se las apropian reconfigurándolas o confiriéndoles un nuevo sentido. Bajo este ángulo, la tesis carece de originalidad, ya que sabemos desde Franz Boas que todas las formas culturales son híbridas desde el momento en que se ha generalizado el contacto intercultural. Es una tesis trillada de lo que suele llamarse “difusionismo” en Antropología. 

Pero las formas interiorizadas de la cultura se caracterizan precisamente por la tendencia a recomponer y reconfigurar lo “híbrido”, confiriéndole una relativa unidad y coherencia.
Con otras palabras, no se puede interiorizar lo híbrido en cuanto híbrido, ni mantener por mucho tiempo lo que los psicólogos llaman “disonancias cognitivas” salvo en situaciones psíquicamente patológicas.

(LA CULTURA COMO IDENTIDAD Y LA IDENTIDAD COMO CULTURA, Gilberto Giménez Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM )

Individualidad situada y pensamiento situado

Hoy es casi un lugar común: la explicación causal- objetiva no parece suficiente ni siquiera en ciencias físico-naturales, (lo que genera un desequilibrio en el campo del “conocer”)

Hay quienes han advertido que tales desequilibrios responden más bien a la apreciación diferencial que de ellos puede realizarse en diversos momentos y condiciones histórico-sociales. (Según las épocas se tendería a percibir más bien el orden, o viceversa).

Esta última concepción desplaza el problema desde el objeto a la constitución socio-histórica (en el campo de la significación) del sujeto de conocimiento: no se trata ya tanto de que exista naturalmente en el objeto lo sometido a regularidades y lo que no; sino, más bien, que la predisposición de la subjetividad lleva a advertir mas una cosa que la otra, según las condiciones de la época, las conformaciones culturales, las tendencias que surgen del (relativo) ordenamiento que se imponga en lo social.

Es una gran revolución epistémica considerar como propios de los cambios de la subjetividad, a los que concomitantemente se han ido adscribiendo a los objetos de conocimiento.

Habermas, por ejemplo, aporto un planteo fecundo al sostener que aquello que es observado, no está dado a priori como condición ofrecida por el objeto, sino que depende de cual interés nos lleva a la condición epistémico. Si este es técnico, la visualización que hagamos del objeto será una; si es práctico, la observación será de otro orden.

Sohn Rethel (de la escuela de Frankfurt) planteó una vuelta de tuerca: es verdad que las condiciones materiales determinan el conocimiento. Pero no hay que insistir en un mecanicismo según el cual conocemos de acuerdo a un previo y reconocible dibujo del mundo. El conocimiento no es reproducción sino producción, acto. La constitución de lo perceptible viene ofrecida a partir de las posibilidades de abstracción presentes en virtud del intercambio. Aquello que se conoce está conformado desde el modo en que lo social/objetivo produce a los sujetos cognoscentes. En eso consiste el materialismo: en advertir que el sujeto no es ajeno al mundo, sino que está asentado en condiciones socioculturales específicas, en modos definidos de organización social de la economía y el trabajo.

(SUJETO, LENGUAJE Y REPRESENTACION Autor: Roberto Follari – Publicado en: Revista Estudios.)

Debería ser tachado sin duda de loco y suicida quien quisiera abstenerse de todo alimento hasta consumirse de hambre, por no tener la certeza de que no se les hubiese mezclado algún veneno, y pensara que no es culpable de su consunción porque no sería claro y evidente de que tendría ante sí el sustento de su vida, y de que es mejor esperar la muerte ayunando que matarse comiendo”

Descartes: «Carta a Hyperaspistes de agosto de 1641», pp.393-4 [trad. Olaso] (AT III, p.422)

Transformar los límites y las imposibilidades.

Cualquier diseño de cualquier investigación, pero en especial aquellas orientadas a lo humano o lo social, padecen las mismas tensiones propias de “ilusiones” que la ciencia como intento - Solo eso. Un intento. Una acción interesada -, padece en general al negar sus fundamentos “arbitrarios”. El carácter de construcción mental. La irrefutable certeza de que la verdad es mas el reconocimiento de la imposibilidad de acceder a algo que pueda ser considerado conocimiento de las cosas o las “realidades” en si mismas, esencialmente, prescindiendo de las “herramientas” o “lenguajes” que signan las experiencias empíricas que suponen la aparición de algún conocimiento como descubrimiento “externo”, ajeno a alguna construcción mental, a las “imperfecciones” innatas con las que nuestros sentidos, sensibilidades y emociones humanas perciben y construyen los datos que, la corteza prefrontal, consciente, portadora de la capacidad del lenguaje y la cognición, sostiene como certezas posibles, comprobables, mas allá de pre-juicios, sesgos, falacias, mitos… ¿Significa esto que es imposible el conocimiento? En términos de absolutos, si. La cuestión es comprender que el conocimiento de la realidad, tanto como la realidad misma, son imposibles de “ser” conocidas en tanto, humanos, parte de esa misma existencia y potencialmente pasible de aquello que torna imposible el acceso a la verdad como conocimiento exacto, perfecto, de aquello que fuera se ofrece a la investigación y el discernimiento.

En tanto parte de una realidad que construimos como humanos, mas allá y mas acá de esas existencias que se perciben de diversas maneras y que ordenamos, medimos, cualificamos, describimos, cuantificamos, a través de lenguajes y sistemas de conocimiento.

¿Esto significa que no hay existencia mas allá de lo humano? No. Sencillamente esa existencia es inaccesible. La verdad es el reconocimiento de esa imposibilidad. Los artilugios que creamos para generar la ilusión de que podemos superar esa verdad, nos confunde mas de lo que nos ayuda a comprender, a conocer, a entender de que se trata. (De que se trata el conocimiento y de que se trata “lo humano” ... estando siendo ... supuestos sujetos de un “imaginado” supuesto saber). 

 

Durante muchísimo tiempo la ciencia se enfrentó a la mística, a la metafísica, a los principios teocráticos que se imponían en tiempos anteriores, pero perdió de vista su carácter metodológico. Ni mas ni menos que eso, una forma superadora de anteriores, que permite a “lo humano” acceder a mejores certezas con las cuales generar relaciones nuevas entre personas y con los entornos naturales que nos contiene, ya individuos, ya colectivos.

Como método, perfectible, mejorable ... pero nunca terminado, acabado, absoluto. Por tanto imposible de construir conocimientos perfectos, exactos, de aquello que se investiga o que se sugiere “objeto” para construir relaciones, principios, experiencias que permitan percepciones cognitivas que, en esa realidad de la que formamos parte y ayudamos a construir, genere creaciones humanas que transformen lo existente en novedades, que renueve, que agregue y expanda las posibilidades. En estos sentidos, no hay diferencia con las artes. La ciencia es un “arte” mas de lo humano, solo que, en lugar de jugar en la dimensión del inconsciente y del pre consciente ... de aquello que navega el mundo de lo imaginario, de lo simbólico, de la poiésis, de las sensibilidades y emociones, crea en la dimensión de lo cognitivo, del lenguaje consciente, de las capacidades intelectuales y cognitivas, de aquello que “humano” nos diferencia de lo que no es humano en tanto capacidad de habla, de grafía, de nombrar y construir un real que se asemeje o acerque a aquello que, realidad, nos impacta como de acceso imposible (verdad), desde un “afuera” no humano.

Las ciencias sociales en general siguen atadas a arcaicos debates que deberían ya haber sido superados, en tanto, las posibilidades instrumentales nos posibilitan comprender desde otras cosmovisiones posibles, lo acumulado como conocimiento, desde que el ser humano adquirió la capacidad de dejar algún registro de su “arte” cognitivo.

Los planteos lineales, polares, binarios en tanto atados a experimentaciones “Causa/consecuencia”, ya se sabenobsoletos, en tanto toda la ciencia digitalizada ha abierto la posibilidad de la expansión de las consciencias en otra dimensión, perfeccionando la metodología lineal, en otra multidimensional, compleja ... desandando el camino de la fragmentación para entender que ese “arte”antiguo era útil en consciencias que intentaban superar las limitaciones de la subjetividad y de las imposibilidades que se creían posibles de superar en las creaciones instrumentales o técnicas para alcanzar verdades escencialistas.

La aceptación de la imposibilidad, la comprobación de que esas modificaciones cambian las percepciones que, sin instrumentos son igualmente “engañosas” pero, y en ambos casos, ya con instrumentos, ya sin ellos, útiles para ese arte cognitivo de construir conocimiento científico, permiten hacer asequible esa realidad imposible que esta fuera y que no posee partes o fragmentos. Esas partes o fragmentos son partes de esa humana creación técnica o instrumental que permite nombrar de algún modo, aquello que se descubre parcialmente, conocer por medio de metáforas, lenguajes, relaciones inventadas, algo de ese todo que nos contiene y que ayudamos a crear, en tanto conscientes de nuestra consciencia y de la humana capacidad creativa frente a esas manifestaciones de esa realidad imposible que descubrimos.

La evolución de las artes en el conocimiento humano surge de la insatisfacción. El hombre insatisfecho por las respuestas actuales a los problemas actuales evoluciona. Del surgimiento de problemas nuevos o la percepción distinta de los viejos, o la percepción nueva de problemas que existían antes pero que no eran percibidos como tales, y ahora sí, surgen las insatisfacciones.

Entre otras tanta definiciones que se pueden elaborar, evolucionar significa buscar y encontrar respuestas nuevas, modificar las existentes, o recuperar respuestas del pasado para hacerlas adaptables al presente, de modos de alcanzar respuestas satisfactorias a los problemas percibidos como tales.

La evolución de las formas de pensamiento humano, del volumen y la calidad de los datos que se conocen y su estructuración sistematizada y racional en cuerpos de conocimientos como “especializaciones” de estos y que posibilitan la creación de herramientas, instrumentos, técnicas y métodos que le permiten dominar y transformar el entorno, para satisfacer necesidades, calmar deseos y asegurar la supervivencia individual y de la especie, han seguido un desarrollo lineal.-

De formas similares cada ser humano desarrolla sus habilidades cognitivas de los mismos modos que lo ha hecho la humanidad, asimilando siglos de experiencias. Precisamente por esto el desarrollo lineal expuesto surge tanto de las teorías de psicología evolutiva como de antropología cognitiva como construcción de un paradigma epistemológico de evolución de las mentalidades.

El Tema del Poder

La cuestión clave radica en una concepción desvirtuada de la posibilidad (poder) del ser humano en el acto creativo cognitivo, en tanto siempre asociado a formas violentas, jerárquicas, desiguales y a construcciones sistémicas que privilegian competencias en lugar de cooperación y el egoísmo y el individualismo en detrimento de las capacidades al servicio de las construcciones colectivas, comunitarias, inclusivas, solidarias y sociales.

El pensamiento sistémico, constituyó una corrección al desvió que las super especializaciones científicas trajeron como fragmentación de la realidad, que tornaban insuficiente las respuestas para un mundo que cada ves se percibía mas complejo, pero completo. Donde los “mundos” de las especialidades no alcanzaban para explicar determinados problemas sino eran completados por conocimientos que provenian de otras ramas de las ciencias generando las transversalidades de donde surgen las TICs.

Hablar de multidimensionalidad y complejidad, es también hablar de filosofía, por aquello de que todo conocimiento racional es al mismo tiempo sensible y sensitivo, ético y valorativo, porque en términos evolutivos siempre busca respuestas a las insatisfacciones humanas y de hecho, las respuestas fundamentales de la filosofía, aún no han sido contestadas ni por estas, ni por las ciencias hasta el presente.

Nuestra existencia transcurre en una constante lucha entre la vida y la muerte. Esa lucha se libra entre la pulsión de vida (Eros) y la de muerte (Tánatos). Y ese enfrentamiento es esencialmente filosófico, pero también científico y sistémico, por cuánto define direcciones y sentidos. Da especificidad a los conocimientos que privilegian la muerte sobre la vida, la esclavitud sobre la libertad, el yo dominando a los otros “yoes”, adoptando formas individuales y sociales diversas vestidas con el ropaje desgastado y andrajoso de ideologías que plasmaron estas luchas esenciales en formas de violencia y ejercicios de poder que consolidan esclavitudes y mentidos estados de bienestar a coste de millones en pobrezas extremas y condiciones degradantes de existencia.

Un pensamiento multidimensional y complejo es capaz, en el presente, y teniendo a nuestra merced el acumulado de siglos de conocimientos, experiencias e interpretaciones humanas que definen precisamente estos estados evolutivos de la mente y el pensamiento, habilitan la posibilidad de mejorarnos, humanos, a través de concepciones que equilibren eros y tánatos de modos que la vida sea mas importante que la muerte.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack

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