Estados en disputa


Las tensiones de la macroeconomía

 

Seguimos con el tema de la macroeconomía y sus impactos en la economía nacional

Gargee Ghosh , Presidente, Política Global y Defensa, Fundación Bill y Melinda Gates escribe

Mientras el Banco Mundial se reúne para sus reuniones anuales en Washington , DC, es el momento oportuno para instar nuevamente a acelerar los esfuerzos para apoyar una recuperación económica equitativa en el mundo en desarrollo. En junio, sostuve en este mismo espacio que la comunidad internacional debe hacer un gran esfuerzo para apoyar la recuperación económica o arriesgarse a perder una generación de progreso en el desarrollo.

La evidencia surgida desde entonces solo refuerza ese caso, incluidos los datos publicados como parte del de Informe anual de porteros nuestra fundación , que encontró que 31 millones de personas adicionales en todo el mundo se vieron empujadas a la pobreza extrema en 2020 en comparación con 2019.

Estamos viendo una inquietante divergencia en la forma en que la pandemia está afectando a las personas según el lugar donde vivan. Según el informe Global Economic Prospects más reciente del Banco Mundial, si bien se espera que alrededor del 90% de las economías avanzadas recuperen su nivel de ingreso per cápita anterior a la pandemia para 2022, se espera que solo un tercio de las economías de ingresos bajos y medianos lo hagan. . La brecha de género también está empeorando. La Organización Internacional del Trabajo informa que este año, se espera que el empleo de las mujeres a nivel mundial permanezca en 13 millones menos que en 2019, mientras que se espera que el empleo de los hombres se recupere en gran medida a niveles prepandémicos.

Por eso nos preocupa especialmente el impacto a largo plazo en las poblaciones vulnerables, dado que han sido las primeras, las más duras y las más afectadas por la pandemia y la crisis económica que la acompaña. Estas "cicatrices" a menudo se manifiestan durante más de una década en términos de ingresos más bajos, menos oportunidades de trabajo, aumento de la mortalidad, disminución de las oportunidades educativas y mayor endeudamiento a medida que las familias canibalizan sus activos productivos para mantenerse a flote.

Pero las noticias no son del todo malas. Tenemos algunas vías prometedoras que seguir tanto para financiar una recuperación económica más equitativa en el mundo en desarrollo como para ayudar a garantizar que la financiación genere un crecimiento real y, al mismo tiempo, ayude a quienes más lo necesitan.

Dado que las economías en desarrollo no han podido permitirse los paquetes de estímulo sin precedentes que se han implementado en las economías avanzadas, hemos defendido abiertamente el despliegue de derechos especiales de giro o DEG. Los DEG son un activo de reserva internacional creado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 1969.

La primavera pasada, la comunidad internacional se unió en torno a la necesidad de brindar un apoyo sustancial a los países para amortiguar el impacto económico de la pandemia de COVID-19. La asignación de US $ 650 mil millones en DEG de liquidez por parte del FMI a sus estados miembros en agosto pasado representa una oportunidad significativa para dar forma a una recuperación económica global equitativa de la crisis del COVID-19. Pero con solo US $ 21 mil millones asignados a países de bajos ingresos y solo US $ 33,6 mil millones a África, donde las necesidades son más altas y donde el acceso a las vacunas COVID-19 es más bajo, la asignación de DEG podría terminar acelerando aún más la divergencia económica mundial.

Instamos a los accionistas del FMI a tomar dos acciones específicas:

  • Apoyar una recuperación mundial compartida reasignando al menos 100.000 millones de dólares estadounidenses de los DEG asignados a países de ingresos más bajos a corto plazo. El tiempo no está de nuestro lado y los mecanismos de reasignación deberían permitir desembolsos rápidos a los países más necesitados.

  • Asegúrese de que esta reasignación de DEG no se realice a expensas de la asistencia oficial para el desarrollo (AOD). La AOD se necesita ahora más que nunca, no solo para proteger a los más vulnerables de los peores efectos de la pandemia, sino también para continuar el importante trabajo de desarrollo que estaba logrando un progreso tan fuerte antes del impacto del COVID-19. Existe el riesgo de que algunos países cuenten su reasignación de DEG como AOD.

No solo tenemos que analizar todas las posibles fuentes de financiación para las economías en desarrollo en este momento, también tenemos que ayudar a los gobiernos a garantizar que estas finanzas se utilicen de forma inteligente y a proteger las inversiones vitales en capital humano y activos productivos en un momento en el que están disponibles. más necesario.

Otras voces, las mismas voces

Mark Suzman. Director ejecutivo de la Fundación Bill y Melinda Gates, agrega su mirada al respecto de la nota anterior

Mientras leía el artículo , instando a la comunidad internacional a montar una respuesta extraordinaria a las consecuencias económicas catastróficas de la pandemia, me llamaron la atención dos palabras: divergencia inquietante.
Así es como Gargee Ghosh, presidente de Global Policy & Advocacy de la fundación, describe el panorama económico global actual, en el que los efectos de la pandemia difieren enormemente entre los diferentes grupos. 


 

 A medida que las personas de las economías avanzadas se encaminan hacia la recuperación total de sus niveles de ingresos anteriores a la pandemia, otras 31 millones de personas de países de ingresos bajos y medianos han caído en la pobreza extrema. Y dado que se espera que los hombres vuelvan al pleno empleo, se espera que el empleo de las mujeres en todo el mundo continúe rezagado con respecto a los niveles anteriores a la pandemia. Oxfam International dice que el mundo puede estar enfrentando "el mayor aumento de la desigualdad desde que comenzaron los registros". Las cifras son realmente alarmantes y las cicatrices económicas podrían durar años y dañar tanto el bienestar individual como la economía mundial.
Hay formas de evitar este nivel de devastación, como señala Gargee. En la fundación, somos optimistas de que el Banco Mundial actuará deliberadamente en sus reuniones de otoño esta semana y apoyará el tipo de financiamiento necesario para responder a esta crisis. Los gobiernos también deben realizar el tipo de inversiones inteligentes en capital humano que puedan conducir a una recuperación más equitativa. Ésta es la mejor manera de evitar daños económicos extraordinarios y continuos, y divergencias aún más inquietantes, en los próximos años.

FACEBOOK, El Nuevo Paradigma

Jimena Valdez economista (UBA) y Doctora en Ciencia Política (Cornell University), escribe en CENITAL

Una ex empleada de Facebook, fuertemente desilusionada con el funcionamiento de la empresa, filtró materiales comprometedores y brindó testimonio a un periodista del Wall Street Journal (WSJ). Cuando escuché las primeras cosas al respecto, pensé “no hay nada nuevo”, pero después indagué más y ahora creo que hay cosas interesantes ahí.

En lo que sigue te cuento quién es Frances Haugen, y cuáles son las principales revelaciones. Si bien hay mucho y diverso material, las filtraciones muestran dos cosas en común: por un lado, Facebook sabe todo lo que su empresa hace y genera, y, por el otro, de ver esa evidencia se desprende que Facebook tiene un discurso público que es engañoso, sino directamente mentiroso. De este nuevo escándalo, quiero sacar tres puntos: 1. Facebook va por todo y ese todo es mucho más de lo que vos o yo podemos imaginarnos; 2. la estructura se come a las personas (o el camino al infierno está lleno de buenas intenciones); 3. Facebook ya perdió.   

Frances tenía un sueño

Frances Haugen tiene una historia para contar. Hace algunos años, ella perdió a un amigue a manos de la desinformación. Esto es, esta persona que era cercana a ella, comenzó a creer en fake news y fue hundiéndose cada vez más en ese internet conspiranoico. La relación básicamente se terminó, e incluso este amigue se mudó. A partir de esto, Frances comenzó a tener un compromiso particular con la causa de la seguridad y el cuidado de los usuarios, de modo que cuando entró a Facebook (después de pasar por otras tech como Hinge, una app de citas, y Google, que no necesita presentación) tenía una fuerte motivación por trabajar en eso. 

Sin embargo, no tardó mucho en darse cuenta de que Facebook no se tomaba esa enorme responsabilidad en serio. Poco personal, pocos recursos y poco tiempo para trabajar en uno de los temas más relevantes y urgentes que enfrentan las plataformas: la desinformación y polarización. Al ver que sus esfuerzos eran más bien individuales, y que la empresa no solo no acompañaba, sino que pateaba en contra, tuvo un agotamiento progresivo hasta llegar a lo que ella llama una “crisis de fe”. Lo conversó con su madre, académica y religiosa, y decidió irse de Facebook haciendo público lo que había visto y vivido. Contactó a un periodista del WSJ y fue pasándole documentos en secreto, hasta que finalmente divulgó su nombre y brindó testimonio no solo al diario, sino también al Congreso de Estados Unidos. 

El relato es profundamente estadounidense. La fe y el compromiso, por un lado, y la desilusión, por el otro. Es fácil burlarse y espetarle a Frances un superado “qué esperabas”, pero no me parece tan simple. Por un lado, creo que es difícil prever ese nivel de desdén por la protección de los seres humanos y esas ganas de jugar con fuego. Por el otro, lo que hizo Frances requiere valentía -al menos yo temería que no me volviesen a contratar en ningún lado, además de que tener de enemigo a Zuckerberg no me parece el mejor plan-. 

Entonces, presentada y defendida Frances, pasemos a lo que contó. 

¡¿Que Facebook hizo que?!

El WSJ dividió las revelaciones en cinco partes -y yo no voy a ser menos-. Las revelaciones muestran problemas diferentes pero dos cosas en común a todos esos problemas. Facebook, cuál régimen sovietico, sabe todo lo que hace, lo tiene documentado y perfectamente analizado. Además, la empresa sabe una cosa, pero públicamente dice otra -en muchos casos, exactamente la opuesta-. 

En primer lugar, Facebook no trata a todos los usuarios por igual. Usuarios con muchos seguidores, o con alguna importancia específica, están “whitelisted”, lo cual significa que van por otro carril. La empresa implementó un sistema de “cross-check” para verificar el contenido que publican estos usuarios (que pueden ser famosos, periodistas o políticos), pero ese sistema funciona para lo bueno y para lo malo. Digo bueno porque tiene sentido que algunos usuarios sean tratados distinto. Digo malo porque esos usuarios hacen cosas que van contra lo permitido por la plataforma, y la plataforma los deja hacer. El caso que cuenta el WSJ es el de Neymar. Ante la acusación de una mujer por violacion (tiene varias acusaciones de violacion/acoso y Nike de hecho canceló un contrato millonario con él) el futbolista brasileño publicó fotos de esa mujer desnuda -es decir, Neymar hizo “revenge porn”-. Facebook tardó mucho en bajarle el posteo -lo cual significa que las fotos fueron vistas por mucha gente- y además aprovechó para estudiar qué pasa con contenidos de ese tipo. ¿Se entiende? Como Facebook en general no permite este tipo de contenido, no sabe qué pasa con ese contenido. Al permitírselo a Neymar, aparece la oportunidad de entender qué pasa ahí. Donde hay humanes, hay oportunidades para experimentar con elles. 

En segundo lugar, Facebook sabe que Instagram es dañino para la salud mental de algunas mujeres. Esto es conocimiento común, scrollear Instagram provoca insatisfacción, dudas, ganas de ser otre. Lo relevante ahora es que la empresa lo tiene bien documentado en base a estudios realizados en los últimos tres años: "El 32% de las adolescentes dijo que cuando se sentían mal con sus cuerpos, Instagram las hizo sentir peor"; “las adolescentes culpan a Instagram por aumentos en las tasas de ansiedad y depresión”; “empeoramos los temas de imagen del cuerpo para una de cada tres chicas”. Algunas mujeres (menos del 10%) incluso señalaron a Instagram como el origen de sus ideas suicidas. Mientras tanto, en otro canal (el de una audiencia pública ante el Congreso en marzo de 2021), Zuckerberg dijo y cito: “La investigación que hemos visto es que el uso de aplicaciones sociales para conectarse con otras personas puede tener beneficios positivos para la salud mental". Un pícaro. 

En tercer lugar, lo que ya sabemos: no sos vos, es el algoritmo. En algún momento Facebook modificó el algoritmo del News Feed con el objetivo de incentivar las interacciones sociales con “contenido”, entre familia y amigues, buscando además disminuir el enojo y la división que genera la plataforma. Sin embargo, el algoritmo tuvo el efecto contrario, cosa que (otra vez) fue documentada por Facebook. El cambio resultó en que el contenido más polémico y más enojoso era compartido más veces y tenía, por tanto, más chances de volverse viral. “Desinformación, toxicidad y contenido violento son excesivamente frecuentes en los contenidos compartidos”, dice un documento de los filtrados. ¿Qué se puede hacer al respecto? Un equipo de Facebook propuso una idea radical: eliminar el botón de compartir. La empresa por supuesto dijo que no. 

En cuarto lugar, en Facebook hay carteles de droga y tráfico de personas. Los empleados lo saben, lo detectan, avisan a sus superiores y la respuesta es débil o nula. 

En quinto lugar, Facebook quiere tenernos en su pantalla desde el año cero de nuestras vidas. Esta me dio miedo de verdad. Básicamente, los documentos filtrados muestran que Facebook sabe que hay una clientela disponible en pre-adolescentes e incluso más jóvenes. Se sabía que la empresa estaba trabajando en Instagram Kids, pero ahora se filtró un gráfico donde dividen a la población por edad, y el primer grupo es de 0 a 4 años. Los responsables salieron a decir que era simplemente un gráfico, pero la sospecha ya está instalada. Lo cierto es que Facebook sabe que les niñes aprenden a usar un teléfono a los 4 años y que los más jóvenes somos más duchos con la tecnología e introducimos a los mayores en ella. Por lo tanto, hay mucho por hacer ahí. Además, otras empresas -TikTok y SnapChat- se mueven mucho entre adolescentes y Facebook no quiere quedarse atrás. 

Tres puntos

Hasta acá las revelaciones. Pasemos ahora a los tres puntos que creo nos llevamos de este nuevo escándalo. 

1. Facebook va por todo y ese todo es mucho más de lo que vos o yo podemos imaginarnos

No me considero una persona muy ingenua, no tengo mucha fe en las empresas tecnológicas y, así y todo, leer los documentos y la información me sorprendió bastante. Lo de Instagram Kids es nivel piel de gallina. Digamos que cuando nosotros fuimos, Zuckerberg fue y vino 10 veces. La imagen de niñes en redes sociales me pareció estremecedora. Y recordé algo: la posibilidad de crecer en privado, que cada vez existe menos. La posibilidad de hacer cosas sin que lo sepan nuestros padres e incluso nuestros amigues. La posibilidad de divertirnos, pero también de pasar vergüenza sin que eso sea televisado. Y también la posibilidad de crecer construyendo un mundo propio, menos expuesto a los otros en todos los sentidos posibles. No me refiero solamente a mostrarnos menos, sino además a ver menos cómo viven los otros. Como siempre, no quiero ser nostálgica de un pasado que nunca existió, pero al mundo propio hay que protegerlo y cultivarlo. 

2. La estructura se come a las personas (o el camino al infierno está lleno de buenas intenciones)

Frances habló de sus ilusiones y de sus ganas de hacer cosas al sumarse a Facebook. También dijo que había un montón de gente no solo muy capaz sino además muy buena trabajando allí. Y, sin embargo, al leer la evidencia y escuchar el testimonio de Haugen da la impresión de que toda esa gente no logra hacer la diferencia en una empresa que tiene un liderazgo sumamente vertical y absolutamente claro en sus objetivos. En ese sentido, creo que la discusión sobre si la gente es buena o mala, e incluso si Zuckerberg es bueno o malo, aporta poco al debate. Recién googleé si es cierto que Zuck cerraba reuniones diciendo: “La compañía por delante del país”. Parece que lo es, lo cual lo pinta de villano. Y, sin embargo, mejor hablar de una empresa muy poderosa que quiere crecer a cualquier precio y no de personas. 

3. Facebook ya perdió  

Hace algunos días escuché el podcast diario del Washington Post en el que cubrían el tema y la conductora le preguntaba a la periodista especializada en tecnología cómo protegerse de Facebook. Y luego decían eso que también dijo Haugen y que ya suena por varios lados: Facebook es el nuevo cigarrillo. En pocas palabras: es adictivo y es nocivo. Lo decían así nomás. Y ahí pensé, Facebook perdió la batalla cultural. No es la única empresa que difunde fake news, no es la única empresa que genera ciudadanos más enojados y divididos, no es la única red que se usa para hacer cosas ilegales y, sin embargo, es la empresa más identificada con eso. De algún modo, las otras grandes -Google, Apple y las mucho más humildes Twitter o Reddit- lograron no caer en la volteada. En el podcast la periodista también decía que Facebook debía cambiar su liderazgo, pues el actual -Zuckerberg y la COO Sheryl Sandberg- ya no era confiable. Predecir es un deporte de riesgo, pero creo que Zuckerberg se arriesgó demasiado.

Transnacionales y super-estructuras

Las posibilidades tecnológicas sitúan los conflictos en una dimensión universal, no sin ruidos y obstáculos que nos devuelven a esos lugares tangibles y sensibles en los que habita nuestra cotidianidad. Pero ya es imposible “pensar lo nacional” sin las relaciones o nexos que la actual globalización propone.

Los defensores del sistema (Y por ende aún sin saberlo, de las corporaciones que construyen poder por encima de las leyes y de las autoridades de los gobiernos de los Estados Nacionales, y de los grupos que operan con finanzas de formas especulativas y esquivando las regulaciones estatales y las formas en que los pueblos se han organizado bajo una bandera y una geografía) niegan la existencia del neoliberalismo. Atribuyen el término a intentos fantasioso por atribuir al capitalismo en sus formas actuales, todos los males que ellos atribuyen a los Estados y sus nefastas intervenciones en los mercados económicos. La realidad histórica es que los Estados Nacionales y el Capitalismo constituyeron dos aspectos de una misma transformación que modificó las formas de hacer, pensar , decir en el mundo a partir de la primera revolución industrial y de las fenomenales transformaciones que produjeron las sociedades de entonces, terminando con las monarquías y produciendo las democracias parlamentarias fundadas en una forma de producción distinta: el capitalismo, desde un orden social que lo iba regulando y formateando … por tanto, ¡¿Porque hoy se establece este divorcio entre Estado y Mercado cuándo su origen Capitalista les es historia común?! El tema es complejo y ofrece muchos aspectos a considerar.

Teorías de Estado

Desde la extraterritorialidad, Siegfried Kracauer estudió el surgimiento de tendencias autoritarias con las que lentamente, al ritmo de los tiempos de la política, el pobre entusiasmo democrático que reposaba en el espíritu de los alemanes por la joven República de Weimar quedó reducido al silencio y fue cifrado por una recaída en la barbarie en tiempos de la fe en el progreso.(Véase Siegfried Kracauer, De Caligari a Hitler. Una historia psicológica del cine alemán, Barcelona, Paidós, 1985.) El corazón de Europa central fue abrazado por transformaciones jurídico-políticas y jurídico-constitucionales absolutamente nuevas, las cuales culminaron con el ascenso de Hitler al poder del Reich, en 1933. Para algunos pensadores, tanto a la izquierda como a la derecha de la escena política, la crisis con la que el parlamentarismo liberal había sacudido la historia era una evidencia palpable y no un objeto de especulaciones.

Sin duda, la historia de la República de Weimar es una historia fracturada desde su comienzo. Franz Neumann fecha su nacimiento en 1919, entre el colapso del impulso expansionista de la Alemania moderna y los esfuerzos revolucionarios por modificar la estructura del aparato de Estado, con su burocracia y sus divisiones de clase; se diría que Weimar se ubica en pleno esfuerzo liberal por instaurar una democracia en lugar del absolutismo y el mecanismo burocrático; la democracia, en consecuencia, había de reconstruir un país empobrecido y exhausto en el que los antagonismos de clase habían llegado al extremo; y esta sobredeterminación produjo la quiebra de la colaboración voluntaria, la destrucción de las instituciones parlamentarias, la suspensión de las libertades políticas, y el renacimiento del ejército como factor decisivo, aliado con la presencia cada vez mayor del Estado de excepción, dictado por el carácter irreductible de la contingencia decisionista. Como escribe Neumann: "El mismo día en que estalló la revolución de 1918 comenzó a organizarse el partido contrarrevolucionario. Ensayó muchas formas y artificios, pero aprendió pronto que sólo podía llegar al poder con ayuda de la maquinaria estatal y no contra ella. El Putsch de Kapp, de 1920, y el de Hitler, en 1923, lo habían demostrado." Behemoth. Pensamiento y acción en el nacionalsocialismo, Fondo de Cultura Económica, México, 2005, pp. 37-38. A decir de Walter Benjamin, y, más recientemente, de Jean-Marie Vincent, la ceguera del partido socialdemócrata y su fe ortodoxa en la necesidad histórico-económica de la revolución del proletariado fue un factor determinante en la caída de la República de Weimar y en el ascenso de la extrema derecha alemana. Véase Jean-Marie Vincent, Pensar en tiempos de barbarie. La teoría crítica de la Escuela de Frankfurt, Chile, Universidad Arcis, 2002. En el contexto de estas transformaciones y crisis del parlamentarismo, surgieron los trabajos de nuestro autor. Al respecto, Antonella Attili ha hecho una de las mejores descripciones del trabajo de Schmitt, que recojo en esta cita: "La propuesta teórica de Schmitt es el intento de reivindicar la necesidad de la soberanía verticalista y total del Estado, que se desarrolla en un singular esfuerzo teórico, contrario a los efectos de la modernidad liberal e individualista, por restaurar a nivel de la ciencia jurídica una soberanía plena y monista, adecuada a la nueva época del Estado total y a lo político de su tiempo. La recuperación y restauración de la necesidad de decisión centralizada y autónoma, por encima de las partes y a salvo de las neutralizaciones antipolíticas, le permiten visualizar una vía para redefinir lo político (lo estatal) y el restablecimiento de un ejercicio unitario del poder de mando". Antonella Attilli, "De la ciencia jurídica a la teoría política: la noción de soberanía en Carl Schmitt", en Elisabetta Di Castro (coord.), Estudiosfilosóficos. Platón, Aristóteles, Carl Schmitt, México, UNAM, 2005, p. 63.

Carl Schmitt era uno de esos pensadores ubicados en la reacción, que escribió sobre estos problemas en un tiempo crítico.

Jurista de formación, planteó sus tesis desde la teoría de la Constitución, a la que daba un lugar muy singular dentro de la teoría del Estado. Pero a diferencia de contemporáneos suyos como Walter Benjamin o el propio Kracauer, quienes criticaron activamente los fenómenos de barbarie protagonizados por las masas de Weimar, Carl Schmitt no fue ni un "anunciador del fuego" ni el teórico que pronosticó la creciente transformación de la política en ornamento estetizante. Al igual que ellos, el alemán consideró el advenimiento del Estado total como una línea de ruptura con los principios políticos y constitucionales de la historia moderna, así como un afianzamiento del autoritarismo soberano. Esta ruptura, nos atrevemos a decir, no deja intactos ninguno de sus escritos de los años 20 y 30. Idiosincráticamente, para Schmitt estos años terminaron con la vieja crisis del parlamentarismo que él había diagnosticado tiempo atrás y cedieron paso a un Estado dictatorial hecho para la "decisión", más no para discutir. Estos acontecimientos dejaron una fuerte huella en la cultura alemana, particularmente en la de los "jóvenes conservadores", entre los que se cuenta el propio Schmitt.

El desarrollo de la maquinaria tecnológica y su intervención en los ambientes urbanos, así como en las demás áreas de la vida civil, no fueron indiferentes a la transformación de la guerra y de los conceptos que le son propios. Podríamos hablar, incluso, de una hipertrofia de la guerra en la cultura política alemana posterior a 1914.

En una guerra que estalló en el seno de semejante atmósfera, la relación de los diversos contendientes con el progreso tenía que desempeñar, por fuerza, un papel decisivo. Y, efectivamente, en esa relación es donde hay que buscar el auténtico factor moral de este tiempo, un factor provisto de irradiaciones tan sutiles e imponderables que con ellas no pueden competir ni siquiera los ejércitos más fuertes, pertrechados con las últimas armas de aniquilación de la edad de las máquinas; más aún, un factor capaz de reclutar sus propias tropas en los campamentos del adversario.( Ernst Jünger, Sobre el dolor, seguido de La movilización total y Fuego y movimiento, México, Conaculta/Tusquets, 2008, p. 93.)

Un portavoz reconocido de esta generación escribió aquellas líneas luego de ser testigo directo de sus efectos sobre el campo de batalla. El empobrecimiento de la experiencia, unido al incremento exponencial de las muertes entre los bandos beligerantes de la primera Gran Guerra europea, dieron lugar a una movilización completa de la sociedad y del Estado, lo cual supuso una disolución de los antiguos dualismos que anteriormente mantenían estas esferas de la colectividad alejadas, una de la otra, a lo largo de la historia alemana: el Estado y la sociedad estaban unidos en el furor bélico. La movilización de hombres y mujeres fue, por ello, total, puesto que implicó el incremento de medidas de excepción en las zonas civiles y llevó a una indistinción del enemigo legítimo de los tratados de guerra, los cuales excluían anteriormente a las poblaciones ciudadanas.

Para 1938, esta hipertrofia de la guerra obligaba a interrogar la historia para reencontrarse con lo político. En su estudio sobre la filosofía del siglo XVII, titulado El Leviatán en la doctrina de Thomas Hobbes, Schmitt sostiene que en el Estado lo que importa no es la representación de la totalidad por medio de una persona, sino el servicio factual y actual de la protección efectiva. Como en el caso del filósofo de Malmesbury, el Estado debía velar por la protección de sus súbditos, los cuales eran asediados por el inminente peligro de la guerra civil. A diferencia de los tiempos del filósofo inglés, la stásis comenzaba a adquirir un papel absolutamente nuevo en la situación internacional europea: se trataba de un problema entre Estados y no sólo de una disfunción interna de las políticas nacionales particulares: "el concepto discriminador de guerra transforma la guerra estatal en una guerra civil internacional". Si la nueva trascendencia jurídica instituida por el Estado moderno habría de valer de algo, era porque su función autoritaria y centralizada debía garantizar la vida del pueblo.

El Estado que surgió en el siglo XVII y se afirmó en el Continente Europeo es una obra humana y distinta de todas las anteriores formas de unidad política. Incluso podría ser indicado como el primer producto de la era técnica, el primer mecanismo moderno de gran estilo o, según una pertinente formulación de Hugo Fischer, machina maquinarum. (Carl Schmitt, El Leviatán en la doctrina de Thomas Hobbes, México, UAM/Fontamara, 2008, p. 94.)

El nuevo Dios, al que Hobbes le asignó la autoridad suficiente para crear la paz secular, era un mecanismo gigantesco al servicio de la existencia física terrenal de los hombres que él domina y protege. Su trascendencia es, ahora, solamente jurídica y no metafísica. Pero cuando el gran Leviatán se mostró insuficiente para asegurar la vida de los súbditos, y para desaparecer el miedo a la muerte que instaura el pacto social a partir del cual nace el Estado, este último se presentó de manera muy distinta al ser alumbrado por la luz del desarrollo tecnológico. A los ojos de Schmitt, la machina machinarum, el Estado constituido como un aparato técnico-instrumental, significaba un olvido de lo político. Para él, el Leviatán "ha cumplido un proceso de neutralización, iniciado en el siglo XVII, que culmina consecuentemente en la tecnificación general".

Ello obligaba a hacer una revisión de la tipología de las formas políticas, considerando las nuevas tareas administrativas que el Estado alemán se había atribuido entretanto. El parlamentarismo y el auge democrático que había sido la marca decisiva del proceso civilizatorio europeo en el siglo XIX, fueron concebidos por Schmitt como una progresiva neutralización de lo político, como se puede ver en su conferencia sobre "La era de las neutralizaciones y de las despolitizaciones". De tal forma que el Estado moderno de Derecho fue considerado insuficiente para mantener a raya el peligro constante que trae consigo la posibilidad eventual del enemigo. Pero la crítica, sin duda muy aguda, de Carl Schmitt al liberalismo no era parte de ningún plan reformador de la democracia parlamentarista; ésta fue abandonada por Schmitt en su preferencia por el nacionalsocialismo.

En este ensayo no abordaré la anterior crítica, no porque carezca de relevancia para nuestro tema, sino porque es bastante conocida y considero oportuno detenerme en los conceptos de Estado, tal como fueron abordados por el polémico autor alemán a lo largo de su obra. La importancia de las tesis de Schmitt sobre la teoría del Estado, radica en el vínculo que establece entre el Estado y lo político; vínculo que es determinante para una genealogía de lo político.

Para contextualizar al lector en el problema específico del liberalismo y la democracia en el pensamiento de Schmitt, podemos resumir los puntos fundamentales de esta crítica de la siguiente manera: 1) es necesario distinguir y separar los conceptos y las realidades institucionales del liberalismo y la democracia, puesto que el liberalismo es, ante todo, una ideología propia de una clase específica, la burguesa, la cual pretende despolitizar explícitamente el carácter polémico de la democracia; 2) esto es así porque la democracia, a diferencia de su otro, el liberalismo, no es una ideología ni una forma de gobierno en sentido estricto, sino un fenómeno esencialmente político que da lugar a una Constitución, y que puede decidir, mediante plebiscito o semejantes, en los casos excepcionales donde es necesario distinguir entre amigos y enemigos de una forma de vida determinada, en este caso la del pueblo en tanto que unidad determinante. Así las cosas, Schmitt sugiere que sólo en la modernidad fue posible confundir ambas dimensiones esencialmente opuestas, hasta el grado de considerarlas inmediatamente asimilables la una a la otra. Para nuestro autor la tendencia despolitizadora inherente al liberalismo se realiza por medio de la economía y la tecnología, las cuales instauran un escenario donde las decisiones soberanas competen a criterios técnicos, no políticos, y donde los enemigos son reemplazados por los competidores en libertad de hacer frente al mercado. La desaparición del enemigo es un fenómeno fundamental de la despolitización y de la neutralización de lo político, según Schmitt. Como señala correctamente Karl Löwith en su ensayo de 1935 sobre el jurista alemán: "Su enemigo es el Estado liberal del siglo XIX, cuyo carácter apolítico Schmitt comprende en relación con una tendencia general de la época moderna hacia la despolitización. En tanto esta tendencia hacia la despolitización del Estado busca, ante todo por medio de la economía y la tecnología, un terreno políticamente neutro, Schmitt caracteriza tal tendencia hacia la despolitización como una tendencia hacia la neutralización. Desde la emancipación burguesa del tercer estado y la formación de la democracia burguesa y su evolución hacia la democracia industrial de masas, esta neutralización de las diferencias políticas determinantes y la postergación de su decisión se han desarrollado hasta un punto decisivo en el que se transforman en su opuesto: en una politización totalde todas las áreas de la vida, incluso de las más neutrales". Karl Löwith, "El decisionismo ocasional de Carl Schmitt", en Heidegger, pensador de un tiempo indigente. Sobre la posición de la filosofía en el siglo XX, Argentina, Fondo de Cultura Económica, 2006, p. 44. Pero si Schmitt tiene razón, entonces el liberalismo no es necesariamente el destino final de las democracias modernas. El pensamiento de la izquierda contemporánea ha tomado buena nota de esta crítica schmittiana. Gran parte de ella, como veremos más adelante, se dirige originalmente contra de la concepción liberal de la Constitución como garante del Estado de derecho. Estos argumentos están siendo revisados en la actualidad.

Estado es un determinado estatus de la unidad política. Con esta tendencia a la circularidad autorreferencial, Schmitt define uno de los conceptos clave del pensamiento político moderno. Dejemos de lado, por lo pronto, el concepto de "unidad política", ya tendremos ocasión de encontrárnoslo de nuevo a lo largo de este ensayo. Detengámonos, mientras tanto, en este enigmático sintagma. De nuevo, éste dice: el Estado es un determinado estatus de la unidad política. La definición interna de este concepto aparentemente encierra una petición de principio, lo cual, a los ojos de la lógica, la hace ya completamente sospechosa. Es cierto. Si lo propio del acto de definir consiste en subsumir un género a una especie poniendo de manifiesto su diferencia específica, entonces podemos estar seguros de que lo que tenemos ante nosotros no es una definición, y tenemos derecho a preguntarnos ¿por qué Schmitt insiste en respondernos con una noción que regresa eternamente a su comienzo? El jurista alemán fue aficionado al barroco, pero eso no explica la autorreferencialidad de su concepto de Estado, puesto que el concetto del siglo XVII consistía en unir dos representaciones que al menos en apariencia no tuvieran una conexión lógica, natural ni del orden de lo pensable, y en ese sentido constituían un acontecimiento de la lengua —una astucia (Gracián). Pero este acontecimiento no está consignado en el sintagma que nos ocupa. Estado y estatus poseen un importante parentesco lingüístico, y entre ellos no parece haber ninguna heterogeneidad semántica. Luego, no se trata de dos representaciones distintas, ligadas por el mismo significante, sino del mismo sentido reproducido a la manera de un espejo. Es probable que seamos testigos de alguna aporía.

Cuando habitualmente la teoría política se interroga acerca del Estado, pregunta, o bien por la naturaleza de esta institución, o bien por los orígenes supuestos en el pacto social. A esto corresponde una definición genética (el Estado es el desarrollo de la unidad básica de la familia, es un organismo complejo) o una definición moderna (el Estado es una maquinaria artificial conformada por el hombre), respectivamente. Estas dos respuestas, como es de suponer, no agotan el problema, pero sí dan un sentido general a la pregunta por el Estado, partiendo de una explicación no tautológica del tipo Estado = Estado. Entonces, cuando Schmitt afirma: Estado es el estatus de la unidad política, ¿nos encontramos con una tautología? Esto ya es muy significativo por cuanto no dice nada referente a su naturaleza (genética o artificial), sino que nombra una determinada situación y, sobre todo, una situación existencial. Es, justamente, la situación moderna la que atañe a nuestra cuestión. Dicho en otros términos: el Estado no supone una definición unívoca porque no se trata de un concepto, sino de una situación existencial asediada por lo político. Sólo de esta manera podemos explicar el hecho de que en múltiples textos, de diversas formas, encontremos siempre, una y otra vez, la misma estrategia desorientadora y elusiva. Así, en El concepto de lo político, Schmitt se niega a dar una definición positiva del Estado, dejando en suspenso la cuestión, y sin que, por otra parte, ésta vuelva a ser retomada nuevamente en el texto; pero ahí se afirma de manera contundente: "El concepto del Estado supone el de lo político. De acuerdo con el uso actual del término, el Estado es el estatus político de un pueblo organizado en el interior de fronteras territoriales".(Carl Schmitt, El concepto de lo político, Madrid, Alianza, 2006, p. 49.) Con lo cual nada sabemos todavía del Estado, excepto que es una situación, un estatus concreto y factual. De nueva cuenta —pero esta vez en Teoría de la Constitución— leemos: "El Estado moderno es una unidad política cerrada y, por su esencia, el Estatus, es decir, un estatus total, que relativiza en su seno todos los otros estatus." Solamente en un momento, a lo largo de toda su obra, Schmitt admite dar una definición positiva de Estado, pero es para rechazarla de inmediato como un factor de la creciente despolitización de la teoría política; y es, precisamente, cuando expone de manera detallada el esquema del Estado burgués de Derecho, del que fue un crítico inclemente. Pero, ¿qué significa esto para la teoría del Estado? O mejor aún, ¿qué hace Schmitt con la idea del Estado? Esta no es cualquier pregunta, en la medida en que se trata de una idea inaugural de la política moderna, a pesar de que hoy se crea que está en vías de desaparición.

Sólo una vez encontramos esta expresión clarificada en su pensamiento, y es al momento de exponer la tradición germana del idealismo en su libro Romanticismo político, de 1924. Al describir el último posicionamiento de Schelling, Schmitt escribe: "El Estado es en la idea, es algo existente, no un ente moral o algo que aún tiene que ser producido, más bien es una obra de arte en la que ciencia, religión y arte se compenetran en un organismo espiritual unitario, un cuerpo universal y espiritual, cuyos atributos son las tres potencias nombradas y en el que filosofía e Iglesia se objetivan en una belleza viviente, rítmica y armónica, esto es, precisamente artística".(Carl Schmitt, Romanticismo político, Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 2001, p. 179.) Esta idea, de inmediato rechazada por el romanticismo contemporáneo por ser pura "sabiduría carente de amor" (Schleiermacher), tampoco es refrendada por Schmitt, quien, antes bien, se muestra un poco receloso de sus antecedentes románticos. A pesar de ello, guarda ciertas similitudes con su propio pensamiento. En primer lugar, porque, como ocurre con Schelling, el Estado no designa una entidad justificada por una trascendencia moral: su esencia, diríamos, consiste en existir. El Estado es, en tanto idea, no porque reciba una fundamentación moral, legal, ni religiosa; el Estado es en tanto que subsista, y para subsistir, ninguna unidad política requiere de derecho, solamente su conato le es indispensable. Si se quiere, la finalidad del Estado radica únicamente en el hecho de que es, y mientras sea. Así, en distintos momentos de la Teoría de la Constitución, leemos: "Toda unidad política existente tiene su valor y su 'razón de existencia', no en la justicia o conveniencia de normas, sino en su existencia misma." Y también: "La voluntad se da de un modo existencial: su fuerza o autoridad reside en su ser".

Idea del Estado en Carl Schmitt aportes para una genealogía de lo político” Donovan Adrián Hernández Castellanos, Maestro en Filosofía por la UNAM. Integrante de los proyectos PAPIIT "Alteridad y exclusiones: diccionario para el debate" y "Reflexiones marginales". En 2009 coordinó el Segundo Coloquio Michel Foucault, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha participado en congresos sobre cuestiones de género y análisis del discurso. Es autor de diversos artículos. Artículo completo Disponible en: <http://www.scielo.org.mx/scielo.phpscript=sci_arttext&pid=S018757952010000300005&lng=es&nrm=iso>. ISSN 0187-5795.>

El efímero presente

La complejidad de las formas en que se piensa hoy la realidad, sin embargo se ve completamente deteriorada por una inundación de relatos, palabras y medios de comunicación que lejos de aclarar y mejorar la calidad de las comunicaciones y la cognición humana respecto de los debates que surgen, de las formas de plantear problemas y solucionarlos, aparecen como meros camuflajes de disputas mas arcaicas, que es obvio que en tiempos de rupturas, donde las formas que antes ofrecían seguridades y hoy no alcanzan para ello, se manifiesta de estas formas, en tanto y en cuanto la confusión es alimentada por todos aquellos que ven mas cerca la posibilidad de perder privilegios de que ascender en alguna supuesta escala social y mejorar sus condiciones de vida. Si el temor a descender es mayor que el deseo y la esperanza de mejorar, obviamente las conductas y pensamientos se encaminarán a intentar sostener y guardar lo que hay.

Sin embargo, no es esto precisamente lo que ocurre con el Estado. Es que precisamente el Estado como institución se ha reservado para si el rol de “síntesis” de todo conflicto para evitar la guerra y la violencia anàrquica. Para intentar que sobreviva algún orden común, algún pacto que incluya mayorías. He aquí uno de los focos centrales del conflicto. Toda transformación humana ha sido motivada por sectores sociales que se consideraban o entendían asi mismos injustamente postergados o relegados en los ordenes sociales vigentes. Ya por ser sectores emergentes como los pequeños burgueses, comerciantes y primeros empresarios industriales, a quienes el poder de los monarcas les eran frenos a sus crecimientos en el orden feudal. Ya como levantamientos de esclavos en otros ordenes anteriores o las guerras religiosas o étnicas o por territorios que aseguraban agua y alimentos.

Visto de esta forma, se podría afirmar que alentar las defensas de las formas políticas y de los Estados nacionales encarnan hoy las ideas mas conservadoras y que intentan evitar inclusiones o desarrollos de sectores antes marginados o expulsados del orden vigente. Pero resulta que en estos tiempos el asunto es exactamente al revés. Quienes proponen transformaciones e innovaciones lo hacen desde posiciones ya dominantes en el sistema y lo hacen para sostener privilegios y hegemonías que ya sostienen y ejercen. Son los mismos sectores que alimentaron y crearon los estados nacionales, los que, en su evolución histórica, hoy proponen transformaciones contrarias a la política y a la existencia y acción de los Estados Nacionales. Esos mismos instrumentos creados para salir de los márgenes y convertirse de artesanos y comerciantes en poderosos concentradores financieros que hoy manejan el destino de las mayorías. Los dueños del capital que trocaron monarquías en sociedades democráticas hoy pretenden sociedades tecnocráticas, automatizadas en sus formas por Inteligencias artificiales que replican el modelo vigente con una cáscara de novedad e innovación que no hace otra cosa que enmascarar el poder que efectivamente ejercen y atribuirlo a esas mismas formas políticas e institucionales con las que vencieron las monarquías y que ya no les son de utilidad. El poder financiero transnacional ejerce su poder por encima del de los Estados nacionales que les son objeto y freno a sus deseos y desarrollos. El problema es que ya no son expresión de sectores postergados y marginados sino del poder real que ejercen. Lo que proponen es una regresión tecnocrática a un feudalismo que, en lugar de liderados por monarcas, serán liderados por tecnócratas y acopiadores financieros, que constituyen grupos de redes de poder cada vez mas concentrados y menos numerosos que van dejando a mas y mas personas fuera de los beneficios y los repartos de los esfuerzos comunes y de los trabajos individuales.

En nuestro país, son palpables estas tensiones.

Alejandro Mosquera, escribe su editorial en “Revista La Barraca”

Después de las PASO se profundizó la presión de los grupos y corporaciones más poderosos del país para que el gobierno acepte su programa de “gobernabilidad” pos-elecciones de noviembre. Está en disputa el rumbo del país  para los próximos años.

El programa mínimo del poder real que nos trata de imponer a nuestro pueblo tiene los puntos clásicos que siempre empuja la derecha económica y política, solo basta leer los diarios o ver los programas y noticieros de los últimos días para anotarlos:

  • Desregulación de la economía y garantías de maximización de ganancias para las reclamadas inversiones.

  • Reducción aún mayor del gasto público

  • Reducción de impuestos

  • Eliminación de retenciones a las exportaciones de granos y a la minería

  • Reforma laboral sobre la base de reducir el llamado costo laboral que son las obligaciones patronales y la perdida de derechos de los trabajadores llegando hasta la derogación de la indemnización por despido.

  • Reducción aún mayor del salario y las jubilaciones medida en dólares.

  • Acuerdo a toda costa con el FMI y permitir la fuga de capitales.

Con sus diferencias y matices en la forma de actuar el poder concentrado económico y mediático trata de imponer esta “racionalidad”. En los debates en IDEA o en los encuentros de los grandes empresarios y Ceos con el gobierno aparece clara la reivindicación e instalación de estos temas.

Mientras el país real, el de la mayoría inmensa de nuestro pueblo es donde 19,1 millones de personas son pobres y 4,7 millones pasan hambre. Mientras un núcleo muy pequeño de ricos se beneficia con la inflación, el 99% de la población se ve perjudicado porque es también una forma de redistribución regresiva de la riqueza. La inflación en alimentos mayor que la general muestra porque golpea con mas fuerza a medida que se baja en la escala de ingresos. Y el salario en moneda dura esta en el 40% del techo que se fue logrando en la tendencia entre 2002 y 2017.  La recuperación de empleos a medida que se fueron terminando las restricciones por la pandemia si bien es amplia la tasa de desempleo se ubica en el 9,6%.

En esos millones de personas no están los que se beneficiaron con las comisiones por la deuda que se contrajo, tampoco los fugadores de dólares, tampoco los que tienen sus capitales ocultos en los paraísos fiscales, Tampoco los que juegan a ganador en la bicicleta financiera .

Queda claro que la deuda real es con el pueblo. Con su presente y su futuro.

La puja real se expresa por el rumbo ¿Quién paga los costos de la pandemia? ¿Quién paga la mega deuda contraída por Juntos por el Cambio? ¿Cuál es el proyecto de país pos-pandemia, de nuevo el agroexportador o un país con desarrollo industrial, agropecuario, científico-tecnológico con inclusión social, ambientalmente sostenible y con construcción de igualdad? ¿mas soberanía o mayor privatización de los recursos naturales y subordinación a los intereses de EE.UU.?

Solo el protagonismo popular puede destrabar la situación y frenar la agresividad del bloque dominante. Solo la recuperación de la política, del poder de la democracia, puede construir un rumbo que tenga que ver con las grandes necesidades de nuestro pueblo.

Por eso es tiempo de millones de voces. El 17 de octubre hay que ocupar las plazas. Hay que marchar hacia la Plaza de Mayo. Más aún cuando algunos intentaron desmantelarla, o cambiarla de fecha, cuando los gurúes de la comunicación decían que no convenía, cuando algunos solo convocaron cuando fue evidente que nadie pedía permiso para cumplir con el derecho y la obligación de defender a la patria.  Volvamos a abrazar a las Madres en el medio de la Plaza.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack


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