Guerra Subjetiva y Guerra entre el saber y el creer ...

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La globalización neoliberal parecería producir una profunda división en las sociedades de los Estados/Nación del planeta, en tanto el modo de producir para el mundo, produce profundos contrastes, injusticias y desequilibrios en los entramados sociales al interior de las ciudadanías que lo integran.

El financierismo globalizador transnacional somete a los Estados y sus gobiernos, en especial los que se precian de democráticos, a tensiones complejas, difíciles de resolver en tanto, sus acciones y decisiones de relativo poder en el ejercicio de la soberanía territorial por la cual existen, comienza a desvanecerse bajo el imperio de una violencia subjetiva que somete a las conciencias a un “reinado de lo universal y lo global”, que impera e impide esfuerzos para distribuir beneficios entre los propios habitantes de los territorios que administran, en aras de compromisos internacionales y abastecer de insumos y productos a otros estados, pero especialmente para recibir lo que no se es capaz de producir en el propio.

Una elite que desconoce su historia y no se siente comprometida con la tierra donde nació y comenzó a desarrollar su acción, trabajo o estudio, y se piensa ciudadano del mundo, pero en realidad solo sostiene los beneficios de un pequeño grupo concentrado en el planeta que se aseguran para si los privilegios de concentrar mas del 60% de la capacidad de producción del planeta, sometiendo a pueblos y naciones a diferentes males y condiciones indignas de vida.

Las disputas entre el poder financiero y los Estados es global y se da especialmente en la construcción de subjetividades. De como se piensa el individuo, la sociedad y el mundo en el que vivimos.

La polarización se revela como un factor de riesgo en la pandemia

La ideología y el partidismo lastran la respuesta a la expansión del coronavirus, señalan muchos estudios. Un nuevo trabajo encuentra correlación entre el frentismo político y las muertes por covid en regiones europeas

El virus se ha convertido en un indicador de identidad tribal”, advertía recientemente el psicólogo social Jonathan Haidt en las páginas del New York Times. Se refería a la sociedad estadounidense, donde se ha observado en muchos estudios cómo el cumplimiento de las restricciones para frenar contagios está íntimamente ligado al voto de los ciudadanos: el partidismo influye más en el comportamiento que la gravedad de los contagios en el entorno. Un nuevo estudio acerca ahora esta realidad tribal al contexto europeo y, por primera vez, muestra una correlación directa entre las muertes por covid y la crispación política en 153 regiones de 19 naciones europeas. “Una mayor polarización social y política puede haber terminado costando vidas durante la primera ola de COVID-19 en Europa”, concluye este trabajo.

Observamos que mayores niveles de polarización predicen [un exceso de] muertes significativamente mayor. Por ejemplo, la diferencia en el exceso de muertes entre dos regiones, una sin polarización de las masas (2,7%) y otra con niveles máximos (14,4%), es más de cinco veces mayor”, señala este estudio, en proceso de publicación en una revista científica. “Queríamos testar esa posibilidad de la que tanto se ha hablado y observamos que hay una asociación bastante clara, correlaciones que van en esa línea. Hay indicadores claros de que perjudica seriamente al desempeño”, afirma Víctor Lapuente, de la Universidad de Gotemburgo, que firma este trabajo junto a su compañero Nicholas Charron y a Andrés Rodríguez-Pose, de la London School of Economics.

Es decir, los destrozos de la pandemia aumentaban en aquellas regiones europeas en las que más división había entre quienes apoyan a sus gobernantes y quienes los rechazan. La polarización entendida como tribalismo identitario y animosidad hacia el otro. Porque, como muestra este estudio, las mayores diferencias en excesos de mortalidad por covid no se dan entre países, sino entre los territorios dentro de los propios países. Los autores proponen tres mecanismos que explicarían este fenómeno. Primero, es más difícil para los gobiernos construir un consenso político sobre las medidas; en segundo lugar, se dan prioridad a las demandas de grupos de presión (por ejemplo, empresarios) frente a la salud pública; y tercero, porque con la polarización las políticas se vuelven más populistas y menos basadas en criterios de expertos.

Subyace el miedo a la reacción de los medios, a que la oposición se les eche encima. En estas condiciones no se pueden tomar las mejores decisiones, porque el contexto atenaza a los gobernantes”, comenta Lapuente, profesor en ESADE. Los líderes se quedan paralizados por el miedo a pasarse o a quedarse cortos, cuando frente a la pandemia la celeridad y la consistencia es esencial. “Sé rápido, sin remordimientos. Si necesitas tener razón antes de moverte, nunca ganarás”, avisó el 13 de marzo de 2020 Michael Ryan, director de Emergencias Sanitarias de la OMS. “España es un caso particularmente serio”, apunta Lapuente, “donde el debate ha sido muy dicotómico y la estrategia de la comunicación domina la política”. En un editorial, la revista médica The Lancet Public Health aseguró que “la polarización política y la gobernanza descentralizada de España también podrían haber obstaculizado la rapidez y la eficiencia de la respuesta de salud pública”.

Durante la gestión de la pandemia, en algunos países se han ido politizando hasta el extremo medidas sanitarias que en principio no tienen nada de ideológico. La actitud de Donald Trump sobre las mascarillas determinaba su uso en EE UU, así como en el distanciamiento social, mayor entre votantes demócratas en EE UU y menor entre partidarios de Bolsonaro en Brasil. Un estudio publicado en Nature Human Behaviour detecta “una fuerte asociación entre los niveles de animosidad partidista de los ciudadanos y sus actitudes sobre la pandemia, así como las acciones que toman en respuesta a ella”. Otro en Science Advances es más tajante: “Nuestros resultados apuntan a una conclusión inequívoca: el partidismo es un determinante mucho más importante de la respuesta de un individuo a la pandemia que el impacto de la COVID-19 en la comunidad de ese individuo”.

Joaquín Navajas, neuropsicólogo del CONICET, acaba de realizar un estudio analizando la polarización en la respuesta ciudadana en cuatro países con trayectorias pandémicas muy interesantes para comparar: Argentina, Uruguay, EE UU y Brasil. Primero preguntaron a la gente por la cantidad de muertos que habría en su país y no hubo sorpresas: cuanto mayor apoyo hacia el Gobierno, menor número de fallecidos se preveían. “Lo que nos sorprendió muchísimo es que no había absolutamente ninguna relación entre el pronóstico del número de muertes que daban y su grado de acuerdo con las políticas públicas pensadas para combatir la covid”, señala Navajas, director del Laboratorio de Neurociencia de la Universidad Torcuato Di Tella. De manera aparentemente irracional, en Argentina y Uruguay los partidarios de la oposición pronosticaban más muertes, pero mostraban menor apoyo a las restricciones que imponían sus líderes para evitarlas.

En este trabajo, también observaron que la ideología no es determinante, ya que no había diferencias entre Argentina y Uruguay, cuyos gobiernos tienen signos políticos distintos: los partidarios del Gobierno opinaban igual en ambos países, así como los de la oposición, pero en un país gobierna la izquierda y en otro la derecha. “Lo que importa es el tribalismo partidario”, sostiene Navajas. Y añade: “La incertidumbre por la falta de información provoca que busquemos soluciones en el liderazgo. No es extraño que esos tribalismos se hayan acentuado, durante miles de años nos ha funcionado refugiarnos en nuestra tribu para sobrevivir”.

En circunstancias de alta desinformación y falta de información, la gente se fija en los ejemplos. Solo podemos ser racionales si nuestros líderes son racionales”, explicaba hace poco la politóloga Sara Wallace Goodman, de la Universidad de California. Ha publicado un estudio que concluye que “los estadounidenses interpretan la pandemia de una manera fundamentalmente partidista, y que las condiciones objetivas de la pandemia desempeñan como mucho un papel menor en la configuración de las preferencias de las masas”.

Líderes y falsos dilemas

En las crisis cortas no se produce porque todo el mundo sigue al líder y se considera traición”, explica Eloísa del Pino, investigadora de políticas públicas del CSIC, “pero cuando se alargan y aumenta el potencial de culpabilización sí se dan estos fenómenos”. “Y cuando las medidas sanitarias se politizan, pierden eficiencia”, resume Del Pino, que ha estudiado la gestión de las residencias durante la pandemia.

Con cada factor en liza se suscita un falso dilema desde las élites políticas y mediáticas que provoca tensión entre los ciudadanos, que se sienten empujados a elegir con cerrazón identitaria sobre asuntos científicos que desconocen. Hace unos meses se publicó un estudio que explicaba cómo el apoyo político polarizaba de golpe asuntos que hasta ese momento no lo estaban, pudiendo generar una animosidad incluso mayor: “El efecto positivo generado entre los simpatizantes del partido y su líder se compensa por el aumento del rechazo de los detractores”. En estos momentos, el mayor apoyo a la vacuna contra la covid en España se da entre los votantes de los partidos que gobiernan, mientras que el mayor recelo se da entre los votantes de Vox.

Este trabajo [de Lapuente] demuestra que el resultado de la pandemia también tiene mucho que ver con el comportamiento de las instituciones y los representantes políticos”, apunta Arantxa Elizondo, profesora de la Universidad del País Vasco. Según explica, hay dos cuestiones que están constantemente obstaculizando la respuesta: el temor al parón económico “y la búsqueda de rentabilidad electoral sobre el bienestar colectivo”. “Y eso no es solo una falta de humanidad, es que es un error garrafal”, denuncia Elizondo, presidenta de la Asociación Española de Ciencias Políticas y de la Administración. “Si esto es así, la polarización ha costado vidas, es grave que muchísimas personas que han muerto se hubieran salvado con otra actitud”. “Eso muestra también que es más difícil cambiar el comportamiento humano que conseguir la vacuna en menos de un año”, resume Elizondo.

A medida que se desplegaba la pandemia, se fue descubriendo que corrían más riesgo las personas mayores y las personas con patologías previas. Más adelante, se añadieron aquellos con menos recursos y con peores condiciones de vida. Ahora, si las conclusiones de estos estudios se confirman, podemos añadir otro factor de riesgo: vivir en un país polarizado.

El problema de la estupidez humana

Cuándo el oscurantismo y las percepciones nublan la conciencia y la inteligencia de los hombres en tiempos de por si confusos, se suele optar por “creencias” y posturas conspiranoicas y negacionistas que impiden dimensionar racionalmente la realidad.

Entre las especulaciones respecto al origen (supuestamente fabricado) del virus del covid19, le siguen con matices una serie de afirmaciones que ni bien uno se adentra un poco a indagar, es desmentido de inmediato por quienes se dedican a buscar conocimiento ...

Al inicio del año pasado, muchos pensaron que el Covid-19 iba a ser apenas una “gripecita”. Una preocupación menor. El 5 de febrero Ginés González García, ministro de Salud de la Nación, llegó a decir: “Me preocupa más el dengue que el coronavirus”.

El 7 de marzo ocurrió la primera muerte por Covid-19 en el país: Guillermo Abel Gómez (64 años). Nueve meses después, la pandemia ya se llevó la vida de 43.245 argentinos en todo 2020, según datos del Ministerio de Salud de la Nación al 31 de diciembre de 2020.

De esta forma se convirtió en la primera causa de muerte del año pasado, si lo comparamos con las causas de fallecimiento de 2018. Pero el impacto no sólo fue en los mayores de 60 años. La pandemia habría bajado la esperanza de vida en Argentina de 76,75 años a 75,39 años.

Hasta la mitad de 2020 sólo habían fallecido 2.057 personas por Covid-19, pero la pandemia ya comenzaba a descontrolarse en el Área Metropolitana de Buenos Aires (Amba).

En septiembre el coronavirus se ubicaba sexto en el triste ranking de las primeras causas de muerte. Ya había superado a afecciones conocidas como la diabetes, los cánceres de pulmón, colon, páncreas y mama, la hipertensión y los accidentes de tránsito. Las cifras corresponden a las Estadísticas Vitales de 2018 del Ministerio de Salud de la Nación, último dato oficial disponible.

Pero a fin de año se ubicó primero, por encima de las cinco afecciones más mortales en el país: neumonía e influenza (31.916 fallecidos), insuficiencia cardíaca (22.973), enfermedades isquémicas del corazón (22.070), enfermedades cerebrovasculares (19.210) y enfermedades del sistema urinario, como nefritis y nefrosis (13.305)

https://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/covid-19-fue-primera-causa-de-muerte-en-2020

Efectos indirectos

La buena noticia es que la pandemia y las diferentes fases de la cuarentena redujeron el impacto de otros virus estacionales.

El impacto más notable se dio entre los niños. Con las escuelas cerradas, bajaron todas las enfermedades estacionales, no sólo respiratorias. En el verano ocurre un pico alto de cuadros gastrointestinales. Habrá que ver el efecto de la pandemia y las actividades estivales, como los espacios de recreación en clubes, natatorios y ríos en este 2021.

Sin embargo, aún se desconoce el efecto indirecto que tendrá la pandemia en otras afecciones crónicas. Al inicio, el miedo y las fuertes restricciones provocaron una baja en los controles de enfermedades cardiacas y oncológicas.

En su momento, Ignacio Magaldi, médico en la Clínica Reina Fabiola, indicó que los pacientes comenzaron a asistir a las consultas y observaron un aumento en parámetros de riesgo como colesterol, obesidad, hipertensión, estrés y sedentarismo.

Por otro lado, en 2020 disminuyó en un 30 por ciento la cantidad de fallecidos en rutas y calles de la provincia de Córdoba respecto de 2019.

Esperanza de vida

El 81,4 por ciento de los fallecidos por Covid-19 en el país tenían 65 años o más. El 16,7 por ciento estaban entre los 50 y 64 años. Y el 1,9 por ciento, entre 18 y 49 años. Pero los muertos no reflejan el real impacto de la pandemia en la mortalidad. La esperanza de vida es una medida más reveladora.

Leandro González, demógrafo del Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad (Ciecs) del Conicet y la Universidad Nacional de Córdoba, estimó que el impacto de la pandemia provocó una baja de la esperanza de vida de 1,36 años.

De esta manera, este indicador sería de 75,39 años y no de 76,75 como se esperaba en un 2020 “normal”. La esperanza de vida es la cantidad de años que, en promedio, vive una persona. “Es un indicador indirecto del estado de salud de la gente, pero no dice nada sobre la calidad de vida”, aclara el investigador.

Para un 2020 con pandemia este indicador sería de 72,07 años para los varones y 78,89 años para las mujeres. El investigador proyectó que en un 2020 sin pandemia las cifras deberían haber sido de 73,57 años y 80,10 respectivamente. “Representarían un retroceso a valores cercanos a los años 2015 en las mujeres y 2012 en los varones”, indica.

Y agrega: “La pandemia provocaría la pérdida de buena parte del avance realizado en la década en términos de mortalidad, aunque con menor severidad para el sexo femenino”.

La mayor incidencia de la epidemia en la mortalidad masculina se debe a que el 57 por ciento de las defunciones por Covid-19 corresponden a varones. Por otra parte, las edades con mayor cantidad de fallecidos se encuentra entre los 60 y 89 años para los varones, mientras que para las mujeres se da entre 70 y 94.

Este perfil de mortalidad produce un mayor número de fallecimientos entre varones y a edades más bajas que las mujeres, por lo que el impacto en la esperanza de vida resulta mayor en la población masculina”, explica González.

El investigador aclara que se trata de un ejercicio que sólo simuló la influencia de una sola causa de muerte (Covid-19), sin consideración de las restantes causas.

En Córdoba. Fallecieron 2.501 personas por Covid-19. El 90% tenía 60 años o más. Sólo falleció un menor de 18 años (una niña de 3).

En marzo. El primer fallecimiento en Córdoba ocurrió el 29 de marzo: una mujer de 89 años de La Cumbre.

https://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/covid-19-fue-primera-causa-de-muerte-en-2020

 COVID-19: Una mirada desde la virología

La emergencia de un nuevo virus está desafiando a la humanidad en muchos sentidos. Estamos acos-tumbrados a considerar a los virus según los sistemas que comprometen y síndromes que provocan. Tendremos que clasificarlos como se hace en la actualidad, por su estructura: ácido nucleico ADN o ARN, presencia de envoltura (manto) y forma de replicar su ácido nucleico (clasificación de Baltimore), porque su permanencia como especie depende de ello. En efecto, los virus ADN tienen de algún modo la ventaja de ingresar al núcleo de la célula y aprovechar la maquinaria metabólica para replicar su ADN u ocultarse en su genoma. Los virus ARN, deben portar o codificar una ARN polimerasa ARN dependiente para multiplicar su genoma, pues esa función no existe en la naturaleza; afortunadamente para los virus, no para el hospedero humano, esta ARN polimerasa comete errores frecuentemente y permite la generación de mutantes de distintas consecuencias evolutivas. Por otro lado, la presencia de un manto lipoproteico hace al virus inestable en el medio ambiente y obliga al virus a usar mecanismos de transmisión directos para alcanzar nuevos hospederos1,2.Pues bien, el nuevo virus emergente el 2019 que se denomina virus del Síndrome Agudo Respiratorio Severo (SARS-CoV-2), es un virus ARN, con manto, que se transmite por vía respiratoria. De la familia Coronaviridae, contiene 7 especies que afectan al ser humano provocando infecciones respiratorias altas, tipo resfrío común, pero tres de ellas son capaces de producir además infecciones respiratorias bajas graves: SARS CoV (2002-2004), MERS (2013 hasta hoy) y SARS-CoV-2 (2019)2. Esta familia contiene virus patógenos para diversos animales, como aves, peces y mamíferos (murciélagos, ca-mellos, cerdos, bovinos, gatos, perros y otras especies que son exóticas). Si bien existen barreras de especies, suelen ocurrir saltos de especies, pero para establecer la capacidad de transmitirse en el nuevo hospedero se requiere de más mutaciones. Entre las virosis respiratorias el mejor ejemplo comparativo lo representa la influenza A, que ha obligado a la OMS a establecer una red mundial para su vigilancia1,2.Se discute si los virus son entidades vivas o muertas. Fuera de las células son completamente inertes, pero si se dan las condiciones ambientales conservan la capacidad de ingresar a células animales, vegetales, bacterias, hongos o virus e iniciar su replicación.Mirémosles desde el punto de vista ecológico. Ellos son un simple código genético a multiplicarse, alternando entre estados de vida y no vida; se copian a sí mismos como siempre lo han hecho, en su hospedero natural o en otro nuevo: no tienen un plan o deseo. En cantidad son tantos y tan ubicuos que el número de genes virales encontrados en la superficie de un pequeño océano supera ampliamente el número de estrellas que la ciencia astronómica pudiera observar. En la tierra los virus matan más elementos vivos que cualquier otro predador; ellos modulan el balance de especies de ecosistemas tan diversos como el mar abierto y el intestino humano; ellos intervienen en la evolución aportando selección natural y adaptación de genes3,4. Se estima que los virus conocidos que afectan al ser humano son alrededor de 263, de un número potencial de virus que lo podrían afectar de 600.000 a 800.0005.La historia de las pandemias muestra ejemplos de virus y bacterias que han azotado a la humanidad desde la Antigüedad provocando millones de muertes, tal vez la forma más objetiva de estimar su mag-nitud. Actualmente, la pandemia de VIH/SIDA ha provocado desde 1981 a la actualidad entre 25 y 35 millones de muertes, mientras que la pandemia de virus influenza A H2N2 de 1957 habría ocasionado 1,1 millón de muertes. La pandemia por el anterior virus SARS solo produjo 8.098 casos con 9,5% de letalidad, y fue exitosamente eliminada6,7.En este contexto, hasta hoy día la ciencia y la tecnología solo han logrado erradicar al virus de la viruela (1977) y de las poliomielitis 2 (2015) y 3 (2019), usando vacunas vivas atenuadas desarrolladas con tecnología tradicional con décadas de anticipación. Por eso, controlar la pandemia actual es un inmenso desafío para la humanidad1.El SARS-CoV-2 se transmite por vía aérea por 3 mecanismos: (i) Por contagio directo de persona a persona, por las gotitas de secreciones respiratorias ≥ 5 μm que se emiten al respirar, hablar, gritar, toser, estornudar, besar, etc., por uno a dos metros de distancia. Es el mecanismo más importante a nivel individual y colectivo comunitario; (ii) También el estornudo y la tos generan aerosoles de gotas ≤ 5 μm que se mantienen en el aire a mayor distancia; (iii) El depósito de las secreciones en el am-biente cercano– manos, ropa, utensilios, paredes, superficies de madera, plástico, metales, etc. –donde el virus sobrevive desde 15 minutos a 4 días, según las condiciones físicas; en ambientes al aire libre, la dilución en el aire y la irradiación UV solar frustran rápidamente la transmisión. Este potencial mecanismo no juega un rol epidemiológico trascendente, aunque pueda ocurrir en casos anecdóticos1,7. Su transmisibilidad, medida por el ‘Número de Reproducción’ (Ro) se ha determinado entre 2,2 y 3,52. Todavía no se dispone de vacuna contra COVID-19, pero hay muchos candidatos en desarrollo. La proteína “S” (spike) del SARS-CoV-2 es la principal inductora de anticuerpos neutralizantes que deberían proteger por al menos un año y es el blanco de las estrategias. Hay básicamente ocho modelos de estrategias en desarrollo: virus inactivado o atenuado, vectores virales replicantes y no replicantes, vacunas de ADN o ARN, y las basadas en proteínas, como subunidades o virus símil. Pero, aunque tengan un desarrollo acelerado, antes de producirlas industrialmente deben pasar por las fases clínicas de seguridad, inmunogenicidad y eficacia, para ser licenciadas, lo que suele demorar varios años2,8. Para tratamiento específico sólo existe un antiviral con eficacia clínica para casos graves y su impacto epidemiológico es limitado.La epidemia se inició en diciembre de 2019 en Wuhan, China. Su fuente fue identificada rápidamente como un nuevo Betacoronavirus, del subgénero Sarbecovirus, por análisis genómico y fue relacionado a coronavirus de murciélagos (Rhinolophus bat). Este virus, posiblemente usando como hospedero trampolín un mamífero exótico –el pangolín (Manis javanica)– logró la capacidad de transmitirse entre humanos gracias a una mutación en la glicoproteína de superficie S (spike)2. La enfermedad caracterizada por fiebre, tos, malestar general y a veces neumonía se denominó COVID-19. Dada su rápida expansión a otros países y continentes la OMS declaró “pandemia” el 11 de marzo de 2020. Gracias a la rápida secuenciación del virus y la difusión de la información científica se implementó en todo el mundo un diagnóstico altamente sensible y específico basado en la reacción de polimerasa en cadena (PCR), que ha permitido por primera vez en la historia, hacer un seguimiento de la pandemia desde su inicio.En estas circunstancias se estima que la única forma de controlar la pandemia, mientras no se dis-ponga de vacunas, consiste en instaurar medidas de contención comunitaria no farmacológicas9. Se ha calculado que para un Ro de 2,3 se requeriría una proporción de contagiados (Pc) de 57% de la población, para lograr una inmunidad de rebaño que detenga la propagación del virus (Pc = 1-1/Ro). No obstante, el aparente rápido avance de la pandemia, su contagiosidad es baja y al 7 de septiembre de 2020, se han confirmado 27.032.617 casos con 881.464 muertes10. Para una población mundial de 7.700 millones, recién se ha contagiado el 0,35% de la población; si lo multiplicamos por 10 para abarcar los casos asintomáticos y los no diagnosticados, se iría recién en 3,5%. Las pandemias de influenza comprometen más del 30% de los habitantes2,6.Las estrategias de contención se conocen y las estamos experimentando personalmente. Se mencio-na en primera línea el uso de mascarillas, el distanciamiento físico y el frecuente lavado de manos; simultáneamente es indispensable diagnosticar los casos clínicos usando PCR y estudiar a sus con-tactos estrechos para proceder al aislamiento o confinamiento, según las circunstancias. Además se recomiendan medidas restrictivas de la movilidad, suspensión de cualquier actividad que aglomere gente (guarderías, salas cuna, colegios, universidades; deporte, espectáculos, comercio, etc.), llegando a decretarse cuarentenas territoriales y cierre de frontera por aire mar y tierra9,10.El curso de la pandemia tiene distinta forma y temporalidad y no sabemos si se debe a su evolución natural o por la efectividad de la contención en curso, lo que hace incierto su futuro, tanto en intensi-dad como en duración11. Al menos en Chile la sorprendente desaparición de los virus respiratorios de invierno muestra que la contención se ha llevado en forma adecuada.

 Sin embargo, hay factores virales que impiden una mayor eficacia de las medidas adoptadas con distinto grado de cumplimiento en el mundo (Figura 2). En primer lugar el virus se transmite desde tres días antes de presentar síntomas; luego, se estima que 80% de los individuos contagiados no presentan síntomas, pero igualmente son transmisores2.Con este tipo de transmisión respiratoria... ¿cómo se puede evitar el contagio? La trazabilidad de los casos activos y sus contactos cercanos... ¿no llegará siempre tarde? Los casos activos pre-sinto-máticos y los asintomáticos... ¿cómo pueden evitar contagiar en espacios cerrados? Mientras no se alcance una inmunidad de rebaño... habrá rebrotes, ¿serán más suaves o más intensos? La información del momento muestra que los rebrotes provocan mucho menos muertes y los invito a pensar: a) porque ya fallecieron los más débiles; b) porque cambió el virus; c) porque ahora hay mejor manejo de la pan-demia; d) porque ahora se contagia gente más joven; e) lo sabremos en el futuro (Figura 3). Al parecer al virus no le interesa ser más transmisible, pues va cumpliendo su meta de mantenerse como especie.En la patogenia de las infecciones se estima que intervienen factores derivados del agente (coro-navirus), el hospedero (Homo sapiens) y el ambiente, los cuales están en permanente cambio. Ya se conoce que si bien el SARS-CoV-2 varió por mutación en la proteína S y que tiene varios hospederos animales, no es tan frecuente su variabilidad, comparada con los virus influenza A de 1957. En este tiempo el ambiente podría haber influido en la mayor urbanización que tiende a aglomerar gente en edificios, oficinas, medios de transporte y otros; en 1960 el 68% de la población era urbana, versus el 89% en 2017. ¿Pero, en qué ha variado el ser humano, para entender este colapso social y económico de la magnitud que estamos viviendo? 

El historiador Yuval Noath Harari plantea en su libro Homo Deus que el Sapiens –habiendo superado los grandes problemas mundiales de las guerras, el hambre y las pestes– se encuentra hoy abocado a los avances de la biotecnología y la informática y orientado a incrementar su poder y longevidad, dominando al mundo. ¿Estará ahora agotando todos los recursos disponibles para derrotar a un mísero virus?En las condiciones actuales –mientras no se desarrollen vacunas eficientes– tendremos que se-guir individual y colectivamente adaptando nuestro sistema de vida al curso de la pandemia por el SARS-CoV-2. Es decir, seguir usando mascarillas, distanciamiento físico, lavado frecuente de manos, evitando aglomeraciones y maximizando las formas de detección de casos y contactos. Y deberíamossometernos a las restricciones que las autoridades sanitarias y políticas consideren: ¿es un deber éti-co? Porque aparentemente tendremos que seguir cuidando a las personas de mayor riesgo de gravedad por mucho tiempo más.Dr. Luis Fidel Avendaño Carvajal11Profesor Titular. Programa de Virología. ICBM. Facultad de Medicina. Universidad de Chile.Miembro Honorario. Academia Chilena de Medicina. Instituto de Chile. https://scielo.conicyt.cl/pdf/rcher/v36n3/0717-7348-rcher-36-03-0164.pdf 

Curas en la Opción por los Pobres: “Vivimos un carnaval de inmoralidad”

Un severo análisis sobre la situación social y política

Por Washington Uranga

Buenos Aires

Los sacerdotes católicos que trabajan en medios populares dieron a conocer una carta abierta en la que hacen un análisis de la situación social y política, critican a quienes ponen obstáculos en lugar de contribuir a la construcción de salidas solidarias, denuncian intereses en juego y a los medios de comunicación que difunden falsas noticias.  

En modo de “carta abierta” el Grupo de Curas en la Opción por los Pobres (COPP) emitió un documento titulado “Ante el recrudecimiento de la pandemia moral” en el que realizan un severo análisis sobre la situación social y política del país, denuncian a quienes están empeñados en “poner palos en la rueda” y señalan a los que, por intereses de diverso tipo, “tratan de sacar tajada de la desgracia de todas y todos a costa del bien común”.

Reconociendo la gravedad de la situación sanitaria y sus consecuencias sociales y económicas, los curas plantean la necesidad de “poner el hombro” por parte de todas y todos para, con solidaridad, hacerle frente a la situación. Sin embargo, advierten, “en estas semanas en las que la curva de contagios ha aumentado notoriamente, asistimos al recrudecimiento de un carnaval de inmoralidad que se manifiesta en falsas noticias, conspiracionismos varios que pretenden disfrazarse de ciencia, oposición a cualquier medida que tomen las autoridades elegidas por el voto del pueblo, oposición por oposición, en definitiva”.

El texto se detiene en particular sobre el accionar de cierto sector de los medios de comunicación, al que se señala como directo responsable del clima social que se genera en el país. “La inundación de los medios hegemónicos con informaciones falsas respecto de la vacunación, la incitación a la aglomeración, la calificación de cualquier medida que pueda restringir la circulación del virus como restricción de las libertades individuales (¿terminarán diciendo que disparar un arma contra otra persona es un ejercicio de la libertad individual?), parecen la réplica multiplicada por miles de la inveterada costumbre de ciertos sectores de hacer política tirando muertos sobre la mesa”, se dice en el documento.

Y en una descripción de la coyuntura los sacerdotes católicos subrayan que “sectores económicos, que no han dejado de hacer pingües ganancias durante este tiempo en que la gran mayoría de la población ha asumido enormes dificultades económicas en beneficio del cuidado mutuo, manifiestan su insensibilidad social pretendiendo no reducir sus ganancias un mínimo porcentaje en beneficio de toda la sociedad”.

A modo de ejemplo señalan que “empresas prestadoras de servicios, hoy indispensables, aumentan sus tarifas más allá de lo permitido, por si pasa “. Y que “una pequeñísima pero poderosa minoría cartelizada ―los dueños de la tierra que se autodenominan el campo― se niega a ceder una mínima ganancia (que no pueden llamar pérdida), aún poniendo en peligro el derecho a una alimentación digna de todos y en especial de los más vulnerados por esta crisis, extorsionando a la sociedad entera con la amenaza de un lockout convocado para la semana que entra por el solo hecho de que se les pide que por dos meses contengan su avaricia”.

Por último los sacerdotes católicos que trabajan en medios populares afirman que “como cristianos, nos asusta y nos avergüenza que muchos de los que lo conducen (el por ellos denominado carnaval inmoral) digan profesar nuestra fe” dado que “evidentemente no creemos en el mismo Cristo en quien dicen creer”. Porque habiendo celebrado recientemente “la memoria de Aquél que siendo rico, se hizo pobre por nosotros (…) no podemos dejar de intentar un llamado a la solidaridad, no podemos dejar de creer que pueden convertirse al Evangelio del Nazareno”.

Concluyen pidiendo que quienes así actúan “por lo menos, recuperen la sensatez y la responsabilidad social” y hacen un llamado final “a todos y todas a no dejarse engañar por la maldad”. + (PE/Pàgina 12)


En el siglo XX, la muerte aterroriza a los hombres menos que la ausencia de la vida real. Todas esas acciones inertes, mecanizadas, especializadas, robando mil veces al día un poco de vida hasta que la mente y el cuerpo se agotan, hasta esa muerte que no es el fin de la vida, sino la saturación final de ausencia.

Raou l Vaneigem, The Revolution of Everyday Life ( Traité de savoir-vivre à l’usage des jeunes générations (París: Gallimard, 1967). Existe traducción al español: Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones (Barcelona: Anagrama, 2006). [N. de los T.]

La creatividad y el deseo, que a menudo reducimos en términos de la economía política a la “producción” y el “consumo”, son esencialmente vehículos de la imaginación. Las estructuras de desigualdad y dominación —la violencia estructural, si se quiere— tienden a distorsionar la imaginación. Estas podrían crear situaciones en las que los trabajadores fueran relegados a trabajos mecánicos, aburridos y paralizantes y donde solo a una pequeña élite se le permitiera entregarse a un trabajo imaginativo, lo cual llevaría a los trabajadores a sentirse alienados de su propio trabajo, a experimentar que sus propios actos pertenecen a otra persona. O también podría crear condiciones sociales en las que reyes, políticos, celebridades o gerentes se pavonearan ajenos a casi todo lo que los rodea, mientras sus esposas, personal de servicio, empleados y operarios ocupan todo su tiempo en el trabajo imaginativo de mantenerlos en sus fantasías. Sospecho que la mayoría de las situaciones de desigualdad combinan elementos de ambas.

La experiencia subjetiva de vivir dentro de estructuras asimétricas de la imaginación es a lo que nos referimos cuando hablamos de “alienación”.

Revolución al revés (o sobre el conflicto entre las ontologías políticas de la violencia y las ontologías políticas de la imaginación)

David Graeber David Graeber fue un antropólogo y anarquista estadounidense (1961-2020). Aunque su obra giró en torno a las teorías del valor, sus aportes se extendieron a la comprensión de la precarización de la vida en el capitalismo actual y a las posibilidades para su transformación.

Su trabajo como académico fue siempre de la mano de su activismo en el movimiento de globalización alternativa y, específicamente, en el movimiento Occupy Wall Street. Entre sus libros en español se encuentran: Hacia una teoría antropológica del valor: la moneda falsa de nuestros sueños

(Buenos Aires: FCE, 2018); En deuda: una historia alternativa de la economía (Barcelona: Ariel, 2014); La utopía de las normas: de la tecnología, la estupidez y los secretos placeres de la burocracia (Barcelona: Ariel, 2015) y Trabajos de mierda: una teoría (Barcelona: Ariel, 2018). En inglés se encuentra además Lost People: Magic and the Legacy of Slavery in Madagascar (Bloomington, IN: Indiana University Press, 2007). Gran parte de su producción ensayística se encuentra abierta al público en internet. [N. de los E.]

Revista colombiana de antropología - Vol. 57, N0 1 ENE.-JUN. DEl 2021 https://revistas.icanh.gov.co/index.php/rca/article/view/1773/1456

Un ejemplo de como la globalización penetra en las disputas y fabrica las grietas dentro de los Estados Nacionales es la utilización por parte de fondos de dudosa procedencia (De origen financiero) que alimenta el O.N.G.ismo en el mundo.

En chile nos permite un acercamiento al asunto el siguiente artículo:

A propósito del artículo escrito por Lucía Sepúlveda Ruiz, denominado Desenmascarando a los “Independientes No Neutrales” ; en el cual muestra los vínculos empresariales de las figuras más conocidas de esta agrupación, que busca llevar una lista para la próxima elección de convencionales constituyentes, se hace importante reflexionar sobre el rol que han jugado las grandes ONGs en Chile en estos últimos 30 años.

Me parece que la crítica planteada por Sepúlveda, en donde denuncia el financiamiento que han recibido grandes ONGs, como lo son el Hogar de Cristo, América Solidaria y TECHO, de parte de grandes empresas, no son casos aislados, sino parte de un proceso mucho más profundo, de convergencia entre distintos actores provenientes de las elites y el mundo privado.

Planteo esto, ya que la irrupción del ongenismo en Chile, desde la década de los 90 en adelante, ha sido completamente funcional a las políticas neoliberales impulsadas por la clase política en las últimas décadas. De ahí que el denominado auge del Tercer Sector, no sea otra cosa que la privatización de las demandas de la sociedad, en donde organismos como el Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo, han sido sus principales promotores todos estos años.

Si bien el caso de la Fundación Teletón, sea quizás el niño símbolo del abandono del Estado, a través de una solidaridad de mercado, difundida por los grandes medios concentrados y sostenida por los grandes grupos económicos del país, su expansión ha ido en aumento gracias a la denominada RSE (Responsabilidad Social Empresarial).

Una Responsabilidad Social Empresarial que ha sido usada por grandes empresas a través de estas ONGs, para fomentar el consumo, reducir impuestos y limpiar su imagen, mientras estas organizaciones de la sociedad civil se han dedicado a crear e implementar programas sociales, en desmedro de un  sector público, particularmente municipal, que se encuentra completamente desfinanciado.

Es así como la RSE ha sido el instrumento perfecto, junto a las AFP (Administradoras de Fondos de Pensiones), para sostener un crecimiento económico a base de venta de recursos naturales, sin medir sus impactos sociales y ambientales. Esto ya que las AFP invierten el dinero de todas y todos los chilenos en esas mismas empresas extractivas, que luego buscan reducir impuestos a través de donaciones a grandes ONGs, lo que es parte estructural del modelo.

La cruzada de erradicación de la pobreza, impulsada por esas mismas ONGs y financiadas por grandes mineras como Barrick, Anglo American, Collahuasi, Minera Los Pelambres, en donde figuras como Benito Baranda y Felipe Berríos se han hecho tan conocidas públicamente, no ha sido otra cosa que una focopolítica minimalista y completamente desconectada de las comunidades y territorios 2 .

De ahí que buscar terminar con la pobreza, a costa de la profundización de una sociedad de consumo, bancarizada y llena de conflictos socioambientales, no solo no es sostenible, sino que no es deseable para las grandes mayorías que se han  levantado desde octubre del año 2019.

Por eso, que la crítica a los partidos políticos tradicionales, también financiados por grandes grupos económicos, no puede confundirse con una idea despolitizada sobre la democracia, que ve lo independiente a los partidos como algo bueno en sí mismo, ya que no lo hace menos neoliberal.

A su vez, también hay que diferenciar esas grandes ONGs, llenas de conflictos de interés, de muchas otras organizaciones pequeñas y críticas de gobiernos y empresas, que han sido un tremendo aporte al país. Los casos de la Fundación Sol y el Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA), entre muchos otros, no solo han sido críticas con la clase política imperante, sino también de los grandes grupos económicos existentes.

Por todo lo señalado anteriormente, y como bien ha planteado el Movimiento por el Agua y los Territorios (MAT), que la próxima elección de convencionales constituyentes en los distintos distritos en Chile sea una oportunidad histórica para elegir candidatos independientes, no solo de partidos políticos tradicionales, sino también del poder empresarial, clerical, mediático y de todos quienes intentaron llevar al país a un camino sin retorno, en donde el negocio de unos pocos terminó secuestrando la democracia del país.(Iberoamérica Social)

El desprecio por el conocimiento y la ciencia, en parte producido por la misma ciencia que se ha divorciado de la sociedad y olvidado su objetivo y fin que es el desarrollo de la vida de los ciudadanos y los pueblos de las comunidades para las cuales genera conocimiento, y que, además, son sometidos a la misma tensión por parte de los capitales financieros que asisten y sostienen las agendas de investigación y muchas veces produce pseudo-conocimiento que solo beneficia el negocio de esas grandes transnacionales de producción, como se ve en estos tiempos con la producción de la ansiada Vacuna y la guerra que se desata cuándo son los Estados los que toman el control de esa investigación y producción (Como los Casos de China y Rusia) y no las dejan librado a la guerra comercial entre grupos que pelean entre si por el negocio.

Nadie se salva solo y en este mundo dividido, nos invitan a elegir un bando …

¿Democracias de Estado o globalización de mercado … ?

Daniel Roberto Távora Mac Cormack

Imágenes:
Mural de Diego Rivera "El hombre en el cruce de caminos"
Aguila Azteca Escudo Nacional Méxicano
Pintura Egipcia dónde los personajes se pintan de perfil
Pintura de Arte abstracto. Movimiento surgido en el siglo XX
Escultura románica S. XI-XIII
CCrismón procedente de la Catedral de Barbastro

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