La Economía le gana por goleada a la salud en el mundo ...



El BCRA sumó a sus reservas US$ 758 millones durante diciembre, en un mes en que las tasas de plazo fijo a los grandes depósitos se mantuvieron en torno al 44% efectiva anual.

Así lo anunció hoy la entidad en su Informe Monetario Mensual. También indicó que el agregado monetario amplio (M3) privado registró “una disminución mensual de 2,7%, que estuvo explicada por el comportamiento de los medios de pago” en términos reales y ajustado por estacionalidad. “Si bien se observó un aumento de la demanda de dinero “la misma estuvo vinculada a factores estacionales, tales como el pago del salario anual complementario (SAC), los mayores gastos de las familias en ocasión de las fiestas y el inicio del receso estival”, agregó.
Además, el BCRA fue comprador neto de divisas durante diciembre, tras reducir progresivamente su posición vendedora a partir de septiembre. Esto permitió que el saldo de Reservas Internacionales acumulara un aumento de US$ 758 millones respecto al cierre del mes previo, finalizando el año en US$ 39.410 millones. Junto con esto, las tasas de interés pasivas se mantuvieron sin cambios significativos, en torno a las mínimas garantizadas desde mediados de noviembre, en 37% (44% e.a.) para las colocaciones a plazo fijo de personas por hasta $1 millón y en 34,2% (40% e.a.) para el resto de los depósitos.

“De acuerdo a los objetivos y planes para el año 2021, el BCRA procurará propiciar instrumentos de ahorro e inversión que permitan obtener rendimientos acordes con relación a los niveles de inflación y a la evolución del tipo de cambio”, destacó la entidad.

En términos reales y sin estacionalidad, los préstamos en pesos al sector privado habrían registrado en diciembre una caída de 1,7%. Así, el financiamiento en pesos acumuló en el 2020 un crecimiento nominal del 49% desestacionalizado, o del 7,4% en términos reales.
(El Economista)

Si el eje de la guerra es quebrar la voluntad de resistir del adversario, la pandemia ya ganó media batalla. Mientras la población de riesgo permanece a la defensiva, la mayoría de la gente abandonó las políticas sanitarias de precaución y sólo quedó la heroica resistencia del personal de salud que se sostiene con la esperanza de la llegada pronta de la vacuna.
 
Tras ver las escenas de apiñamiento en las playas de Pinamar o en balnearios de las sierras cordobesas, el anuncio del Gobierno para reinstalar medidas preventivas sonó a tibio. La contundencia de esas imágenes arrasa con las medidas que se proponen. Incluso los intendentes de esas localidades se niegan a imponer restricciones que eviten esos centros masivos de infección.

La población de riesgo es así abandonada a su suerte por la mayoría de la sociedad. Es una actitud antisocial que se puede explicar por distintas causas: el cansancio, la penuria económica o la irresponsabilidad. Pero el hecho definitivo, --la imagen de los argentinos que quedará plasmada de esta época-- será la de un acto sacrificial reflejado en las frases “la vida es corta y hay que vivir la libertad” y “que se mueran los que tengan que morir”.

El acto de mayor hipocresía quedó plasmado en el documento de Juntos por el Cambio, al decir que no están dispuestos a permitir “que se restrinjan las libertades”. Un semáforo rojo restringe la libertad. Obliga a frenar contra los deseos, la libertad del conductor que quiere seguir su marcha. Pero sabe que si no frena corre el riesgo de matar a otras personas y de ir preso. Todos los ciudadanos serios y “decentes” --como le gusta decir al macrismo-- respetan la luz roja del semáforo y nadie piensa la estupidez de que restringe su libertad. 

Esa imagen también es la pandemia. Con la diferencia que la mayoría de la población que pasa con luz roja, maneja un camión mastodonte y se cargará al colectivo más frágil de la población de riesgo.

A nadie se le ocurre decir que el semáforo restringe sus libertades, pero es lo que dice Juntos por el Cambio cuando el semáforo de la salud pública se pone rojo. Es oportunismo político que se monta sobre una situación de vida o muerte. Acusan al Gobierno de ser confuso al comunicar sobre la pandemia, y puede ser que tengan razón, pero en vez de intervenir para aclarar, lo hacen aprovechándose de la confusión.
Como desde el principio de la epidemia, el gobierno quedó aprisionado entre las medidas de prevención y la necesidad de mantener encendido el motor de la economía. Desde marzo del año pasado, la epidemia se ha cobrado casi 45 mil vidas. Pero si además la economía se derrumba, la cantidad de víctimas sería aún mayor y el costo y el tiempo de recuperación también aumentarían.

La encrucijada es la misma, pero la extensión de la enfermedad en el tiempo redujo los márgenes al máximo. El Gobierno no podría declarar la cuarentena estricta de aquellos primeros días que salvó numerosas vidas. En este momento, con picos de contagios que llegan a los 13 mil por día, semejantes a los peores de la primera oleada, el Gobierno está presionado por gobernadores e intendentes, presionados a su vez por la necesidad de la industria y el comercio y de los mismos trabajadores.
El médico sanitarista José Carlos Escudero sigue las estadísticas que publica el Washington Post sobre la pandemia y las publica en su muro de FB. El 6 de enero indicaba que la tasa de mortalidad en Argentina a lo largo de toda la pandemia había pasado del puesto número 11 al 22.
Con el relajamiento de la cuarentena, las convocatorias de la oposición a las calles, las fiestas clandestinas y demás transgresiones sanitarias, en octubre el país ocupó el puesto número 11 en cuanto al índice de mortalidad. El 9 octubre se verificó el pico más alto con 515 víctimas de Covid y en la semana previa se había producido un promedio de 370 decesos diarios.

Escudero comentó también los índices que publicó The New York Times pero correspondientes a la última semana, en los que Argentina figura en el puesto número 52.

Los índices demuestran que, de números muy bajos durante los meses que se cumplió la cuarentena, se pasó a picos muy altos a medida que ésta se fue relajando. En este momento, los contagios son tan altos como en aquellos meses, pero disminuyó el índice de mortalidad. Esta diferencia puede obedecer a múltiples razones, pero la lógica indicaría que mientras el grueso de la población dejó de cuidarse en forma sistemática y aumentan los contagios, en contrapartida la población de riesgo mantuvo y profundizó los cuidados, lo cual bajó el índice de mortalidad.

La mayoría de los países ha impuesto toque de queda, algunos más estrictos que otros. En Europa empezó la tercera ola de contagios. Todo el mundo pensó que la epidemia duraría tres o cuatro meses, pero a partir de su velocidad y facilidad de contagio, el virus logró mantenerse infeccioso a lo largo de todo el año pasado.
Nueva York y Londres reconocieron que el virus está fuera de control y que los servicios de salud están al borde del colapso. En las dos ciudades comenzó la campaña de vacunación. Es una carrera entre la vacuna y la tercera ola. En Argentina ya se vacunaron 107.542 personas con lo que es el país que más ha vacunado en América Latina. Pero la vacuna es preventiva, no cura la enfermedad, sino que evita el contagio. Y además llega en forma espaciada, o sea que hasta que se termine de vacunar al personal de salud y a los esenciales, es difícil que la población de riesgo empiece a vacunarse antes de fines de febrero y a partir de allí el resto de la población.

Tras la primera ola de contagios, cuando empezó a bajar la intensidad de la epidemia, las escenas en las playas europeas fueron similares a las que se ven hoy en Argentina. Pero la furia de la segunda ola de contagios que desataron con esos amontonamientos disciplinó a las sociedades europeas que, ahora, en la tercera ola de contagios, acepta sin protestar las rígidas medidas sanitarias que están adoptando los gobiernos.
Los anuncios que hizo el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, quedaron bastante relativizados con la aclaración de que se trataba de sugerencias a gobernadores e intendentes y que cada uno aplicará esas medidas según los requerimientos de cada localidad. Dicho así, daría la impresión de que el Gobierno apuesta a mantener los índices como los que se muestran en estos días: mantener la tasa de mortalidad lo más baja posible con la población de riesgo encuarentenada de hecho, aunque aumenten los contagios en el resto de la población. Se trataría de sostener esa ecuación hasta que se lance de lleno la campaña de vacunación. Es una carrera contra el tiempo, porque en algún momento, el aumento de los contagios puede llegar también a la población de riesgo.

Una hipótesis de la biología dice que cuanto más se reproduce y se extiende una especie, se hace también más vulnerable a sufrir por catástrofes climáticas o sanitarias. En 1947, el científico W.M. Stanley publicó en la Chemical and Engineering News que “Si hoy apareciera por mutación un nuevo virus mortal... nuestros rápidos transportes podrían llevarlo a los más alejados rincones de la tierra y morirían millones de seres humanos”. Es evidente que el mundo estaba prevenido, pero no preparado. “Los hombres van y vienen, pero la Tierra permanece”, dice la Biblia.
(Página 12

Después del anuncio que realizó el jefe de Gabinete Santiago Cafiero, el Gobierno publicó en el Boletín oficial un Decreto de Necesidad de Urgencia (DNU) que detalla las nuevas medidas para detener el avance del coronavirus. Determina que cada provincia podrá evaluar cómo aplicarlas dentro de su jurisdicción.

 
 
El documento explica que estas medidas fueron tomadas por que “existe alto riesgo sanitario y condiciones epidemiológicas” que ameritan la limitación de circulación, tomando en cuenta el aumento de casos en las últimas dos semanas.

“Deberán priorizar la limitación de la circulación en el horario nocturno, dado que, a partir de la experiencia nacional e internacional, se ha podido establecer que las actividades que conllevan alto riesgo de transmisión son las que implican contacto estrecho prolongado en espacios cerrados con escasa ventilación o abiertos que involucran la concentración de personas, dificultan el uso de tapabocas/ nariz y el mantenimiento de la distancia física”, establece la normativa, con el objetivo de “evitar situaciones que puedan favorecer su propagación”.
Para eso, habrá un trabajo en conjunto entre el Ministerio de Salud y las autoridades sanitarias provinciales. Sin embargo, los gobernadores tendrán la última palabra sobre el alcance de las restricciones. 

Por otro lado, los mandatarios podrán contar con la colaboración del Ministerio de Seguridad para hacer cumplir las medidas que crean necesarias. Esto contempla los “controles en rutas, vías de acceso, espacios públicos y demás lugares estratégicos que determinen”.
El Poder Ejecutivo define dos parámetros de riesgo que deberán tener en cuenta las autoridades provinciales para restringir la circulación. Estos son la “razón”, cuando el cociente entre el número de casos confirmados acumulados en los últimos 14 días y el número en los 14 días previos sea superior a 1,20; y la “incidencia”, cuando el número de casos confirmados acumulados de los últimos 14 días por 100 mil habitantes, sea superior a 150
(El Economista)

¿La pandemia de COVID-19 marca el nacimiento de una nueva forma de biopolítica? El caso latinoamericano muestra importantes desviaciones de Europa y Estados Unidos, tanto en la adopción de tecnologías de vigilancia como en los tipos de control biopolítico que se llevan a cabo a través de ellas. 

Como la primera pandemia en la sociedad datafied, la pandemia COVID-19 ofrece una oportunidad para reevaluar los debates sobre la comunicación digital y la gobernabilidad. En el centro de estos debates está el interés por comprender aspectos particulares de la biopolítica digital: los ambiciosos esfuerzos de los gobiernos y las corporaciones para maximizar el conocimiento y el control de las poblaciones para el poder político y económico, así como la vulnerabilidad de los derechos democráticos como la privacidad y la derecho a saber. En un artículo reciente, Stefan Ecks (2020) concluye que “nunca habíamos visto una biopolítica a tal escala. 2020 es el año del nacimiento de la biopolítica radical ”. 

Dado nuestro interés de larga data en la sociedad dataificada en América Latina, estamos interesados ​​en evaluar la aplicabilidad en la región de los argumentos sobre la biopolítica contemporánea en Europa y Estados Unidos. Si bien es temprano para sacar conclusiones categóricas dado que estamos en medio de la pandemia y su evolución y secuelas son impredecibles, hay indicios de que la situación actual en la región no coincide con las conclusiones recientes sobre la escalada de la biopolítica. 

Al momento de escribir este artículo [3 de junio de 2020], América Latina se ha convertido en el nuevo epicentro de la pandemia con un número creciente de casos notificados de infecciones y muertes. Varios gobiernos de América Latina (Perú, Argentina, Bolivia, Chile, Ecuador, México, Colombia y Brasil) y el Banco Interamericano de Desarrollo han desplegado tecnologías digitales para controlar la transmisión del virus y respaldar las pruebas y el rastreo. Han colaborado con empresas privadas y universidades en la creación de aplicaciones móviles para geolocalizar y rastrear contactos de personas posiblemente infectadas. Como era de esperar, estas acciones han generado preocupaciones sobre el impacto negativo de la vigilancia masiva. 

Obstáculos tecnológicos e institucionales 

Sin embargo, aunque reconocemos la legitimidad de estas preocupaciones, el problema en América Latina adquiere dimensiones diferentes a las de Europa, América del Norte y Asia Oriental. Por el momento, los gobiernos de la región tienen problemas importantes para lanzar y mantener aparatos de vigilancia digital masiva. Lo que se interpone en el camino de la biopolítica impulsada por una pandemia no es un compromiso oficial firme para proteger los datos personales o para equilibrar los objetivos de salud pública y los derechos democráticos. Los obstáculos son más bien tecnológicos e institucionales, a saber, el escaso alcance y la limitada eficacia de las tecnologías digitales y móviles, así como problemas profundamente arraigados en el desempeño del Estado en términos de gobernabilidad y prestación de servicios de salud en la región. 

 
 
Diversos factores configuran la biopolítica: objetivos gubernamentales, sistemas burocráticos adecuados para gestionar operaciones a gran escala, rendición de cuentas y transparencia de los mecanismos y políticas, la confiabilidad de las plataformas digitales y las condiciones actuales de vigilancia epidemiológica en cada país. Ninguno de estos aspectos en América Latina es comparable a la situación en la mayoría de los países del Norte global. 

La mayoría de los sistemas nacionales de salud padecen deficiencias crónicas y graves en la prestación de servicios y el seguimiento de las poblaciones. Los sistemas de salud tradicionalmente carecían de servicios a grandes franjas de la población y han estado crónicamente subfinanciados y desiguales . Además, han carecido de sistemas administrativos gubernamentales efectivos para establecer, realizar y mantener un monitoreo masivo basado en la salud y otros datos personales. Los datos de salud no reportados son comunes; en algunos países como Nicaragua, Perú y Venezuela, las autoridades sanitarias ni siquiera se han molestado en reportar datos epidemiológicos básicos. Se sospecha ampliamente que los casos no se notifican. 

Es difícil imaginar que, de repente, los sistemas de salud, en combinación con otras agencias gubernamentales, podrían crear aparatos bien lubricados. Tomemos, por ejemplo, la decisión del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, de rescindir el acuerdo entre las empresas de telecomunicaciones y el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Innovación y Comunicación para proporcionar información en teléfonos móviles relacionada con la ubicación geográfica y la movilización. La decisión fue impulsada por la imprudente política pandémica de Bolsonaro que por preocupaciones sobre la protección de datos. Su gobierno ha tenido un desempeño espantoso desde el comienzo de la pandemia y ha descartado rotundamente las preocupaciones planteadas por los expertos en salud (incluido su antiguo Ministerio de Salud Nelson Teich) y la Organización Mundial de la Salud. 

El desinterés oficial en la movilización de tecnologías digitales para controlar la pandemia palidece en comparación con la forma en que la policía, el ejército y los servicios de inteligencia de la región se han acercado históricamente a las tecnologías de la información y la comunicación para la titulización. Desde las primeras décadas del siglo XX hasta las recientes dictaduras militares y las democracias contemporáneas, los gobiernos han desarrollado tecnologías de vigilancia para controlar las poblaciones, a menudo con financiación y apoyo técnico de países extranjeros. 

Recientemente, los gobiernos de varios países, incluidos Colombia, México y Guatemala, han reforzado las tecnologías de vigilancia para espiar a los críticos, incluidos activistas de derechos humanos, políticos y periodistas. En ningún lugar de la región los gobiernos nacionales mostraron un interés comparable en incorporar tecnologías digitales para maximizar la biopolítica. Las diferencias son bastante reveladoras y muestran diferentes prioridades y enfoques para la vigilancia y la gestión de la población. 

Otra diferencia es que las tecnologías digitales no brindan resultados significativos sin una alta tasa de adopción de aplicaciones de rastreo de contactos y geolocalización a través de teléfonos celulares. Su utilidad para contribuir al control de la pandemia sería bastante limitada debido a limitaciones tecnológicas, a saber, la disponibilidad restringida de equipos de telefonía celular de alta gama con Bluetooth y GPS y la desigual infraestructura de cobertura celular en la región. Además, un sistema digital que funcione bien requeriría teléfonos móviles relativamente actualizados, lo que no es el caso entre un gran número de personas, como organizaciones de la sociedad civil como Derechos Digitales y Fundación Sadosky han observado . 

Según datos de 2010, entre el 65% y el 85% de los hogares poseen teléfonos móviles en los países de América Latina, excepto Cuba y Venezuela, donde las cifras son menores . Aunque una más reciente encuesta muestra que el 89% de los latinoamericanos tiene un teléfono celular y el 47% un teléfono inteligente se utiliza con planes prepagos. Además, los servicios de telefonía móvil en muchos países, como México, Argentina, Brasil, Colombia y Venezuela, son objeto de frecuentes quejas por mala calidad, según asociaciones de protección de los derechos del consumidor. 

Además, las aplicaciones de salud actuales usan una cantidad considerable de energía de la batería y espacio de memoria, lo que reduciría la disposición de las personas a usarlas. Es por eso que Apple y Google, los dos mayores proveedores de sistemas operativos para teléfonos celulares, unieron fuerzas para abordar este problema. No obstante, aún no está claro si las corporaciones digitales harán que ciertas aplicaciones estén disponibles en teléfonos móviles más antiguos que son comunes en la región. 

Finalmente, el mal funcionamiento de la aplicación durante el lanzamiento algo caótico de COVID-19 en varios países ha desanimado a la gente a usarlas. Debido al diseño deficiente, las aplicaciones tenían muchas vulnerabilidades. Este fue el caso de Argentina en la provincia de San Luis, donde se filtraron documentos nacionales de identidad (incluyendo el código de tramitación que es un factor de autenticación y la foto), y en Buenos Aires donde se puede acceder a la fecha de nacimiento y domicilio de cualquier ciudadano. 

Predominan los resultados inciertos 

En resumen, la pandemia ha provocado planes dirigidos por el estado para monitorear la prevalencia de COVID-19 en asociaciones con corporaciones digitales y universidades, pero sus resultados son inciertos en este momento. No está claro si lograrán los resultados esperados. El obstáculo no es una cultura sólida de privacidad y protección de datos, sino más bien problemas crónicos en las agencias gubernamentales para garantizar que los sistemas de salud tengan una cobertura amplia y de calidad, junto con un compromiso débil y desigual para abordar la pandemia. 

 
 
En países con serios problemas de infraestructura y fondos insuficientes para los servicios de salud, hubiera sido sorprendente que los gobiernos hubieran promovido activamente el seguimiento de datos para informar la investigación y las políticas de salud y solucionar problemas insolubles. De hecho, el historial irregular de los sistemas de salud en la región en la respuesta al dengue, el zika, el Chagas y otros enfermedades infecciosas brotes de en los últimos años sugiere que la negligencia y el letargo del gobierno no son propicios para implementar un monitoreo e intervenciones digitales masivas. 

Conocer el alcance de la enfermedad implica recopilar cantidades masivas de datos sobre la población, mejorar los sistemas de presentación de informes y desplegar tecnologías de vanguardia, todas tareas que exigen el tipo de compromiso gubernamental que ha faltado notoriamente en los sistemas de salud de la región. . La biopolítica asume la voluntad de los estados de conocer e implementar sistemas para rastrear y controlar las poblaciones. En materia de salud, los estados latinoamericanos han carecido en gran medida de la voluntad política y de los recursos humanos, económicos y técnicos para conocer y actuar.
( Pandemia de COVID-19 y biopolítica en América Latina - Silvio Waisbord and María Soledad Segura

En los EEUU los ecos de una semana tumultuosa y agitada …
Una semana en la que algunos legisladores intentaron anular una elección y el presidente Trump incitó a una turba a asaltar el Capitolio terminó con Twitter permanentemente suspendiendo la cuenta de Trump el viernes por la noche, citando "el riesgo de una mayor incitación a la violencia". Casi al mismo tiempo, Parler, una plataforma de redes sociales con una moderación más permisiva que podría servir como la nueva tribuna digital del presidente, enfrentó prohibiciones de las tiendas de aplicaciones de Apple y Google. 

Hace un año esta semana, los demócratas de la Cámara estaban preparando artículos de juicio político contra el presidente Trump. Están a punto de hacerlo una vez más.
La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, dijo que la Cámara podría tomar medidas para acusar a Trump por su papel en la incitación a un violento ataque de la mafia contra el Capitolio si no renuncia "inmediatamente", y calificó las acciones de Trump como un "asalto horrible a nuestra democracia". 
 
La Cámara podría votar sobre el juicio político la próxima semana, con un puñado de republicanos ofreciendo apoyo potencial. El juicio político podría impedir que Trump vuelva a ocupar un cargo federal. Ningún presidente ha sido acusado dos veces o en sus últimos días en el cargo, y ninguno ha sido condenado. Esto es lo que sabemos sobre cómo podría funcionar el proceso. 

Pelosi también llamó al general Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto, para discutir cómo limitar el acceso de Trump a los códigos nucleares de la nación. 

Durante una aparición en Wilmington, Del., El presidente electo Joe Biden eludió el tema y dijo que "lo que el Congreso decide hacer es que ellos decidan". Pero Biden dijo que era "bueno" que Trump anunciara que no asistiría a la inauguración . 

Como llevamos preguntando toda la semana : ¿Cuál es el papel de las empresas en un momento como este? 

Para reflexionar más sobre esto hoy, hablamos con Lloyd Blankfein, el ex director ejecutivo de Goldman Sachs que tiene un historial de burlarse de Trump en Twitter, sobre las expectativas puestas en los líderes empresariales, su papel para permitir que Trump y, como el Sr. Blankfein lo dijo: "¿Qué beneficio podría sacar de esto?"
Lloyd Blankfein, ex director ejecutivo de Goldman Sachs, es un aficionado a la historia. A menudo cita tomos gruesos sobre personajes históricos en las conversaciones, y cuando lo encontré el viernes por la mañana, estaba considerando el lugar de esta semana en la historia. “Me pregunto, ¿será esto el tipo de cosas que la gente escribirá dentro de 120 años? ¿Será este ese momento en el tiempo? ¿Como vivir las elecciones de 1876 ?
Blankfein nunca fue fanático del presidente Trump y fue uno de los pocos directores ejecutivos importantes que lo dijo desde el principio . En una conversación sincera, ofreció algunos pensamientos provocativos sobre las lecciones aprendidas para el mundo empresarial. 

DealBook: Hemos visto a muchos directores ejecutivos esta semana condenar el ataque al Capitolio, pero pocos condenaron directamente a Trump. ¿Crees que Wall Street le permitió? 

Blankfein: Intento ser honesto sobre estas cosas. No apoyé a Trump, le estaba disparando, así que no me siento así personalmente, pero creo que como grupo, esto es lo que estaba sucediendo: para Wall Street, fueron impuestos más bajos, menos regulación. Él estaba entregando lo que “nosotros” queríamos. Nos ponemos una pinza en la nariz. No ignoramos el tipo de riesgos que estábamos tomando. Los reprimimos.
Entonces, ¿cree que se comprendieron bien los riesgos?
Nadie que llegó a la presidencia fue más transparente y mejor entendido que él. En los minutos previos a su elección, salieron esas cintas de NBC. ¿La gente no le creyó a las 20 mujeres que se presentaron? ¿La gente cree que pagó sus impuestos todo ese tiempo? Y ciertamente para la segunda elección, ¿qué quedaba por saber sobre él?
Entonces la gente sabía lo que estaba haciendo. Lo hicieron por su propio interés. Piense en otro ejemplo histórico: ¿qué hay de esos plutócratas en la Alemania de principios de la década de 1930 a quienes les gustó el hecho de que Hitler se estaba rearmando e industrializando, gastando dinero y sacándolos de la recesión e impulsando la economía a través de su gasto de estímulo en material de guerra? No quiero ir demasiado lejos con eso, solo para mostrarte cómo lo estoy pensando.
Entonces, sí, lo apoyaron. Y creo que ese apoyo no se deshace con una confesión en el lecho de muerte de un minuto antes de la medianoche de que "Dios mío, esto fue demasiado para mí". 

¿Qué opinas de las personas que trabajaron en la administración Trump? 
 
Varios de ellos eran ex alumnos de Goldman, incluidos el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, y Gary Cohn, quien fue un importante asesor económico.
No voté por él, pero al principio de la administración tenía esperanzas y expectativas de que se rompería en el lado alto, como hace la mayoría de las personas cuando entran en esa oficina y se sientan detrás de ese escritorio. Así que no culpo a nadie por ir temprano, como mis amigos Goldman.
Y una vez dentro, realmente no culpo a la gente por quedarse, porque una vez que estás dentro, prefiero tenerlos allí que no. No creo que hubiéramos estado mejor si Mnuchin hubiera renunciado.
Las personas que vinieron y reemplazaron a las personas que reemplazaron a las personas; en ese momento, sabían a qué se dirigían y yo tengo una visión diferente de eso. 

Durante sus últimos dos años en Goldman, dio a conocer su opinión sobre Trump en Twitter. ¿Cómo pensaste en hablar? 

Hubo un elemento de riesgo-recompensa en los comentarios que hizo. Estaba en el negocio de la gestión de riesgos. Realmente no quería atraer mucha atención negativa de personas poderosas si podía evitarlo.
Hice algunos comentarios sarcásticos que se interpretarían como críticos con la administración. A través de una especie de red neuronal, me di cuenta de que no era tan apreciado y si seguía funcionando, es posible que tuvieran que rechazarlo. 

¿Te sentiste intimidado? 

No fue eso. La intimidación es un término amplio y tiene una connotación. Si dije cinco cosas sobre ti y estaba llamando la atención, tendrías que retroceder. 

¿Qué opina de que los líderes empresariales pesen cada vez más en los problemas sociales? ¿Cuál fue tu política? 

Mi punto de vista es que los líderes empresariales deben su plataforma a su empresa y, por lo tanto, no deberían apropiarse de ella para cosas personales, sino que deberían tomar posiciones en aquellos asuntos en los que está en la timonera de la experiencia de la empresa y su experiencia.
En mi caso, me sentí así cuando estaba presionando por el matrimonio igualitario, por ejemplo, porque teníamos personas homosexuales en nuestra firma que no podían desarrollar su potencial, o porque había restricciones sobre cómo podían viajar. 

Entonces, ¿dónde está la línea divisoria entre sus puntos de vista personales y los puntos de vista corporativos? 

Hay una categoría de cosas en las que es tan personal para usted y tan irrelevante para sus intereses comerciales que, de alguna manera, se está apropiando de una plataforma. Como, en mi opinión, sucede cuando los actores de Broadway al final del espectáculo pontifican sobre sus predilecciones personales hacia una audiencia que de otra manera está atrapada y viene a ver un espectáculo. Considero eso como una especie de apropiación. 

Cuando piensas en las noticias de esta semana, tal vez una culminación de los últimos cuatro años, ¿cuáles crees que son las lecciones más importantes? 

El carácter realmente cuenta. Lo aprendí como gerente de comerciantes y banqueros.
Hay personas que ganan mucho dinero en el mundo de hoy, pero juegan con la ética cerca de la línea. Y si fueran muy, muy rentables, podría dejarse seducir y racionalizar diciendo: “¿Sabes algo? Sé que esto no es bueno, pero está cumpliendo lo que quiero ".
Siempre que eso sucedía, lo del personaje a la larga siempre salía en el peor momento posible. En cierto modo, eso es lo que pasó aquí con el presidente. 

¿Qué más aprendiste? 

Aquí es donde puedes asumir alguna responsabilidad. Los medios de comunicación no han luchado con el hecho de que 75 millones de personas apoyaron a Trump y no todos son ignorantes estúpidos.
Tenemos un país donde la mitad del país no se comunica con la otra mitad, no hace un esfuerzo y, francamente, no tiene acceso a la lógica detrás de lo que impulsa a la otra mitad del país. 

¿Qué harías al respecto? 

Necesitamos unirnos como país. La gente ya no habla con nadie. Se conectan digitalmente con personas de ideas afines y obtienen ese tipo de filtro de refuerzo todo el tiempo. Tenemos que hacer cosas que rompan esas barreras y hagan que las personas se involucren entre sí.
¿Sabes lo que creo que sería útil en los Estados Unidos por un millón de razones? Servicio Nacional. La idea de que después de la escuela secundaria, como lo hacen en Israel, pero no necesariamente para ingresar al ejército, ingresen al servicio nacional. Lleve a niños de Arkansas y Nueva York y hágales trabajar en una cocina de comida o en algunas cosas que deben hacerse.
Pero el verdadero logro será hacer que las personas se relacionen entre sí y escuchen cosas diferentes. Creo que es valioso que tengamos un país que pueda unirse. Para no ser trivial, pero ¿qué mejor cita - bíblica y luego repetida por Lincoln - que “Una casa dividida contra sí misma no puede mantenerse”?
DealBook Andrew Ross Sorkin The New York Times 
 
En el mundo, con las características propias de cada comunidad, cada geografía y cada cultura Nacional, las finanzas transnacionales que marcan los ritmos de los flujos de divisas, se imponen holgadamente a cualquier intento por privilegiar la salud y minimizar los riesgos de contagio. En aquella falsa batalla instalada desde el principio en tanto se sabía de antemano el ganador … la economía de mercado y los negocios le ganan por goleado al cuidado de la salud de las mayorías que no tienen acceso a decisiones y posibilidades.

Pero el escenario es decididamente diferente … el virus invisible no distingue entre financistas y pobres … Nadie se salva solo, pero cuándo nos demos cuenta tal vez sea ya demasiado tarde …


Daniel Roberto Távora Mac Cormack

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