Viernes 3 de abril de 2020
La Solidaridad al Poder
La globalización teje redes solidarias y comunitarias con un sentido que hace algunos años denomine como "glocal", lo local y lo mundial, lo virtual y lo real, lo cognitivo y lo sensible, acercando experiencias vitales, humanas, vivas, transformando la realidad de muchos grupos humanos de maneras diversas y hasta ahora no del todo articuladas ... quizá estos tiempos de pandemia produzca la globalización de la comunidad humanizada ...
Nicolás Sguiglia nació en
Rosario hace 43 años. Criado en el exilio mexicano, transitó su
adolescencia en la Ciudad de Buenos Aires. Ahora lleva dos décadas
viviendo en Málaga, España, donde se recibió de Licenciado en
Sociología y tras una militancia activa en los movimientos sociales
y de defensa de los derechos de los inmigrantes, accedió a una banca
como Concejal por Podemos, el partido de Pablo Iglesias.
En
una entrevista virtual cuenta que por una leve febrícula por una
insolación fue internado y aislado en el Hospital de Rosario durante
tres días a principios de marzo: “Soy un de los primeros
argentinos que hizo el hisopado por Covid en el país. Por suerte me
dio negativo”, se ríe.
De cualquier forma se lamenta de
su situación que lo dejó junto con su compañera y su hija de cinco
años en su casa materna del barrio porteño de Coghlan, bien lejos
del epicentro de su actividad política.
-¿Qué
te trajo a la Argentina?
-Vine por circunstancias
familiares y, fundamentalmente, para visitar proyectos sociales y
conocer de cerca iniciativas y políticas públicas implementadas acá
como alternativa al fracaso del neoliberalismo y que puedan servir
como ejemplos para su aplicación en Málaga y España. Estamos a su
vez trabajando en un proyecto de cooperación y hermanamiento entre
Rosario y Málaga que esperamos pueda ir dando sus frutos.
-¿Qué
tipo de iniciativas te llamaron la atención?
-América Latina en general y
Argentina en particular son una fuente de inspiración para Podemos y
otras organizaciones políticas progresistas en Europa. En primer
lugar, para analizar en detalle la devastación social y los
altísimos niveles de desigualdad que ha provocado la implementación
de la doctrina neoliberal. En el caso argentino, el gobierno de Macri
ha sido claramente desastroso. Es importante tomar nota de sus
efectos porque sus políticas son similares a las que proponen las
derechas europeas. En segundo lugar, el arraigo y la fuerza de los
movimientos sociales y populares en Argentina son un laboratorio
inagotable de prácticas que tenemos que estudiar, analizar, e
intentar replicar en España y Europa. Finalmente, se ha desarrollado
un amplísimo abanico de políticas públicas ‘posneoliberales’ a
nivel nacional, provincial y municipal que indican la posibilidad de
otras formas de gobernar y de poner las instituciones al servicio del
pueblo.
-Podemos
cuenta con cinco ministerios en el llamado ‘gobierno de coalición
progresista’ junto con el PSOE en España, ¿Cuáles son los
principales objetivos que se proponen?
-Asumimos con un objetivo
central: revertir los efectos de las políticas neoliberales e
implementar medidas orientadas a blindar y proteger los servicios
públicos, extender la presencia del Estado en la garantía de
derechos sociales básicos, combatir la precarización y mejorar la
calidad del empleo e impulsar políticas que nos permitan avanzar
hacia un país más justo e igualitario. Se trata de un desafío
grande ya que la implementación incluso de políticas que se
enmarcan en la tradición socialdemócrata se encuentran con
muchísimas presiones, bloqueos e intentos de desestabilización por
parte de los poderes económicos, políticos y mediáticos
consolidados tras décadas de hegemonía neoliberal. Es por eso que
hará falta contar con el apoyo de importantes sectores sociales.
Necesitamos poner a la sociedad en movimiento, acompañando y
presionando para orientar las políticas públicas hacia los sectores
populares, que son los que históricamente más necesitan del Estado.
La crisis provocada por el coronavirus en España, donde está
golpeando de forma muy virulenta, hace que, ahora mismo, todos los
esfuerzos del gobierno se centren en salir de esta situación cuanto
antes y sin dejar a nadie atrás.
-¿Pensás
que ese objetivo puede darse dentro de un gobierno de coalición con
el PSOE? ¿Se siguen considerando una fuerza anticapitalista
identificada con el movimiento de los indignados?
-Las últimas elecciones
generales dejaron unos resultados y un mandato: Pedro Sánchez
presidente como candidato de la fuerza más votada y una mayoría
parlamentaria progresista conformada por el PSOE, Podemos y otras
fuerzas. En Podemos se dio un debate sobre entrar o no en el gobierno
que culminó con una consulta a las bases, y el 97% votó a favor.
Las bases entendieron que era importante nuestra presencia para
garantizar una orientación de las políticas públicas hacia la
gente trabajadora. El acuerdo de gobierno con el PSOE recoge sólo
parte de nuestro programa, pero ya se está demostrando la
importancia que, en el Ministerio de Trabajo, en la Vicepresidencia
de Derechos Sociales o en el Ministerio de Igualdad, haya gente de
Podemos trabajando para conseguir las mejores medidas posibles para
el pueblo español. Seguimos trabajando con un horizonte
anticapitalista, pero un análisis de la situación y la correlación
de fuerzas existentes en España y en Europa nos invita a cerrarle el
paso al bloque de las derechas neoliberales y reaccionarias, impulsar
medidas que nos permitan avanzar en el marco de una ‘transición
posneoliberal’ hacia una sociedad más justa y democrática. Pero
sabemos que no bastará con tener cinco ministros en el gobierno,
necesitaremos de una amplia movilización social que acompañe y
empuje en esa dirección.
¿Cómo
se explica la fractura entre los dos líderes históricos de Podemos,
Iglesias e Iñigo Errejón?
-Cómo solemos decir en los
debates internos, cuando se enfrían los procesos de movilización y
se produce un distanciamiento con las dinámicas de lucha y
articulación de los movimientos populares, la forma-partido tiende a
oxidarse y a oler a naftalina, amplificándose dinámicas de
burocratización y disputas de poder a nivel interno. Hemos cometido
muchos errores, muchos forzados por la velocidad de la coyuntura
política y los ataques inéditos de los poderes económicos y
mediáticos y otros, fruto de cierta inexperiencia y descuidos para
diseñar una organización de masas fuerte, plural y democrática a
la vez. Más que desacuerdos de fondo en la línea política (que los
hubo, pero no eran insalvables), los principales motivos de esa
ruptura parecen haber sido lo que Jorge Alemán llamó “los
narcisismos de las pequeñas diferencias”. Pero esa crisis está ya
superada, él optó por conformar un nuevo partido, Más País, que
más allá de sus malos resultados lo consideramos parte del bloque
histórico que tenemos que articular junto a organizaciones
políticas, sindicales y sociales.
-¿Qué
valoración haces de la crisis provocada por el coronavirus y las
medidas adoptadas por los gobiernos en España y Argentina?
-La situación es gravísima y
exige actuar con el máximo de celeridad, responsabilidad y valentía.
Tenemos dos frentes prioritarios. El primero y más urgente es
atender la emergencia sanitaria, frenar la curva de contagio,
reforzar rápidamente los sistemas públicos de salud (muy golpeados
por los recortes y desinversión de la gestión neoliberal) y
destinar recursos para investigar y conseguir medicamentos y vacunas
lo antes posible. El segundo frente es la emergencia económica y
social que, como siempre, golpea especialmente a los sectores más
vulnerables. Es evidente, y lo reconocen hasta sectores de la
ortodoxia neoliberal, que la situación exige dejar atrás el
recetario de austeridad para impulsar una clara expansión del gasto
social que permita atender las enormes necesidades de la población.
Hace unos días un medio inglés advertía que el coronavirus dejará
muchos más pobres que muertos, y ante esto la tarea de todos los
gobiernos es impulsar medidas que garanticen las condiciones
materiales para una vida digna al conjunto de la población.
-El
gobierno español prohibió los despidos en forma temporaria. Lo
mismo ocurrió en Italia y Grecia. ¿Alberto Fernández debería
hacer lo mismo?
-La situación económica de
ambos contextos es claramente distinta y Argentina se encuentra en
una situación mucho más comprometida, pero en términos generales
creo que la gestión de la crisis por parte de Alberto Fernández es
la correcta, señalando un compromiso de poner el Estado al servicio
de quienes más lo necesitan, atendiendo a la emergencia sanitaria
pero también a la emergencia económica y social. La conciliación
obligatoria en Techint va en esa dirección. Hay que evitar todos los
despidos posibles, garantizar ingresos y derechos y apoyar a pymes,
autónomos y a la actividad económica en general. A la gente se le
está pidiendo un esfuerzo extraordinario y deben respetar a
rajatabla las recomendaciones de los expertos y hacer aflorar la
máxima solidaridad vecinal posible. De esta situación nos salvamos
juntos y cooperando. Nos tenemos que preparar para una crisis
económica a escala global sin precedentes que se traducirá también
en una disputa política. De esta crisis se saldrá dejando atrás
las políticas neoliberales y con un Estado social fuerte, pero para
conseguir eso no basta con un virus, necesitamos una sociedad
organizada y en movimiento.
La
pandemia de coronavirus superó este jueves el millón de personas
infectadas en el mundo y también sobrepasó los 50.000 muertos,
según las últimas cifras del centro de monitoreo de la Universidad
Johns Hopkins.
Ese relevamiento muestra que Italia sigue siendo el país con más muertos por el brote, con casi 14.000 fallecidos, seguido por España con 10.096, Estados Unidos con 5.648, Francia con más de 4.400, China con 3.322 e Irán con 3.160.
En relación a los contagios, el país que tiene más casos confirmados es Estados Unidos, con más de 236.000, seguido por Italia, con más de 115.000; España, con más de 110.000; China, donde el número trepa a 82.431; Alemania, con 84.600; Francia, con casi 60.000; e Irán, donde este número llega a casi 50.500.
Ayer,
el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, agravó el tono
respecto a la pandemia, desalentó cualquier perspectiva sobre una
eventual reactivación de la economía a mediados de abril, y
advirtió que el país enfrentará "dos semanas muy
duras".
Trump considera que, con las medidas de contención, podría alcanzarse un rango de entre 100.000 y 240.000 muertos y que sin ellas los fallecidos se hubieran contado por millones .
Trump considera que, con las medidas de contención, podría alcanzarse un rango de entre 100.000 y 240.000 muertos y que sin ellas los fallecidos se hubieran contado por millones .
El
mandatario estadounidense espera que el pico de la curva se alcance
en dos semanas.
La Casa Blanca cree que los quince días de aislamiento acumulados hasta ahora han funcionado, pero pide a los estadounidenses que extremen las medidas de precaución durante un mes más por una cuestión de "vida o muerte".
El foco de la epidemia se encuentra especialmente en Nueva York, con alrededor de la mitad de los afectados.
La Casa Blanca cree que los quince días de aislamiento acumulados hasta ahora han funcionado, pero pide a los estadounidenses que extremen las medidas de precaución durante un mes más por una cuestión de "vida o muerte".
El foco de la epidemia se encuentra especialmente en Nueva York, con alrededor de la mitad de los afectados.
El
Ministro de Desarrollo Productivo de la Nación les reclamó a las
entidades una mayor celeridad para gestionar financiamiento a las
empresas más pequeñas.
Mientras
el Gobierno
nacional
lanzó una batería de medidas que apuntan a amortiguar la caída de
la economía en medio del parate de la actividad por la cuarentena,
los bancos privados se encuentran bajo la lupa. Desde el Poder
Ejecutivo le pidieron que tuvieran un mayor compromiso a la hora de
gestionar créditos para las pymes.
En
declaraciones a TN, el ministro
de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas,
manifestó que "los bancos aún están muy reticentes a otorgar
créditos cuando cuentan con garantías suficientes para atender la
demanda de muchas empresas".
Asimismo, sostuvo que “esta es
una crisis diferente que obliga a ser muy creativos y en nuestro caso
estamos garantizando el financiamiento a tasa accesibles, para poder
hacer frente a la nómina salarial y hemos dispuesto un paquete más
amplio con la cobertura del Repro y con un mecanismo que incluye a
empresas más pequeñas y se plantea el diferimiento de los aportes
patronales. Es un paquete que busca atender realidades diferentes".
Entonces
lanzó: “Necesitamos que los bancos se comprometan mucho más, hay
muchos bancos que van muy lento con esto. Tal vez se acostumbraron en
el pasado a ganar mucho dinero con las letras del Banco Central y hoy
tiene que ser mucho más activos en el financiamiento de las empresas
más pequeñas".
Luego, contó que el miércoles
“vimos un poco más de movimiento en el financiamiento a las pymes,
pero muchas empresas todavía ven trabas. Necesitamos un apoyo más
amplio de los bancos".
Tras
el reclamo a los bancos, explicó las medidas que tomaron y expresó
que "el BCRA
liberó encajes
para
financiar a las pymes. Después los bancos empezaron a requerir
garantías adicionales y pusieron limitaciones europeas que
entorpecieron el flujo de fondos. Hemos tenido discusiones muy
fuertes con ellos y hemos llegado a un acuerdo que con el Fondo
de Garantías Argentino (FOGAR)
vamos a salir de garantía de las empresas más pequeñas para
agilizar la operatoria".
En
cuanto a las pymes,
Kulfas les solicitó que “vayan al banco donde pagan los sueldos y
que soliciten el financiamiento", y agregó que "si bien el
sistema va poco más lento de lo que pensamos, insisto que esto se
debe a que algunos bancos están más reticentes a otorgar el
financiamiento".
Sobre las que no pueden presentar
los papeles y la carpeta que le exigen los bancos, dijo que "esto
es un crédito sobre nómina salarial, esto significa que una empresa
muestra la nómina salarial puede acceder a ese financiamiento y los
bancos tienen la información, saben cuántos empleados son porque
les viene pagando todos los meses y eso es muy sencillo de
instrumentar".
“Se trata de un crédito a un
año de plazo con tres meses de gracia y luego cuando se recupere la
actividad económica se podrá empezar a cancelar", aseguró.
“Hay
tiempos de luchar, hay tiempos de paz y de guerra, hay tiempos de
epidemias”, explica Dilei en una comunicación por wasap. La
militante del Movimiento Sin Tierra (MST) del estado de Paraíba,
nordeste de Brasil, explica cómo están enfrentado la situación. En
los campamentos y asentamientos decidieron que las personas no salgan
ni entren, que no vayan a las ciudades y que se concentren en la
salud y en la producción de alimentos.
“La
población va a necesitar mucha comida
en los próximos tiempos”, asegura Dilei, por lo que el MST
propondrá a los gobiernos que compren parte de su producción para
abastecer hospitales y otras urgencias. En Pernambuco y en Maranhão,
el MST reparte alimentos a la población que vive en la calle y en
varios estados ofrece sus espacios como hospitales de campaña.
Los movimientos de carácter rural, indígenas y campesinos, optaron por bloquear el ingreso de personas, ya que necesitan aislamiento para frenar los contagios.
Las organizaciones que forman
parte de la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del
Ecuador) decidieron el cierre de las comunidades y la activación de
las guardias indígenas, la suspensión de las ferias y la
elaboración de protocolos para enfrentar la pandemia. El
autoaislamiento es un derecho de las 14 nacionalidades y 18 pueblos
indígenas del Ecuador, como se reconoce en la Constitución y como
están haciendo las comunidades.
En
el sur de Colombia, los cabildos que integran el Consejo Regional
Indígena del Cauca (CRIC), tomaron medidas similares. El 27 de marzo
del 2020, el cabildo indígena del pueblo Totoroez emitió una
resolución por la que se restringe el paso a la población civil que
venga de otros sectores, para “mantener la armonía física, mental
y espiritual, previniendo la llegada y propagación de la pandemia
covid -19”.
En general, los pueblos
originarios no necesitan de la policía para mantener el orden, ya
que cuentan con sus guardias comunitarias.
Se trata de un camino similar al que anunció el EZLN al cerrar los caracoles el 16 de marzo. En un comunicado que declara la “alerta roja”, llama a los cuidados sanitarios colectivos y pide “no perder el contacto humano” sino cambiar sus formas.
En
la zonas rurales
de nuestra América Latina, campesinos y pueblos originarios y negros
que tienen control territorial, pueden tomar la opción de cerrar sus
espacios, sabiendo que tienen las condiciones para vivir durante
cierto tiempo de la producción propia de alimentos, en algunos casos
orgánicos, como están haciendo los zapatistas.
El gran desafío para los
movimientos, es la ciudad, donde se conjugan las diferencias de clase
y el Estado está muy presente. No es lo mismo el encierro para las
clases medias, en viviendas cómodas y acondicionadas para las cuatro
estaciones, que en las casas precarias de los barrios populares,
donde las familias viven hacinadas, con frío o calor extremos, sin
saneamiento y con pocos alimentos. Las clases medias tienen un
computador por persona; entre los más pobres, puede haber uno o
ninguno.
En
Montevideo
se han formado decenas de ollas populares en los barrios, entre 70 y
cien, con aportes de los sindicatos y los vecinos. Algunos sindicatos
llevan bandejas con comida y bolsas a los barrios, mientras otros
buscan la instalación de ollas autogestionadas, de las cuales
existen un puñado.
Pablo Elizalde, del sindicato de
judiciales, ensaya una reflexión lúcida, fruto de su vivencia estos
días en los barrios más pobres: “Las políticas sociales
provocaron la pérdida de los referentes barriales y ahora el único
referente es la institución”. Pero la institución es fría,
distante, sólo entiende de números, no es capaz de cuidar, no puede
fraternizar.
Desde
la favela Maré,
en Rio de Janeiro, Timo explica las dificultades para lavarse las
manos en zonas donde no hay agua; donde no hay costumbre de consumir
productos agroecológicos, que su pequeño grupo (Roça, que procesa
cerveza artesanal y entrega canasta de productos orgánicos) se
empeña en repartir a unas cuantas familias.
“Las
dinámicas de la favela para enfrentar una ocupación militar
violenta o un virus, no son tan diferentes”, dice Timo del otro
lado del teléfono. Ahora se suspendieron las ferias agroecológicas
de los campesinos, con lo que todo se complica. Acordamos que una de
las grandes dificultades son los varones, que se creen inmunes.
Concluimos que cada varón es un pequeño Bolsonaro, autoritario,
violento, que mira al resto desde arriba.
En
la Paz,
la casa de Mujeres de Creando, “Virgen de los Deseos”, decidió
abrir su espacio para 12 mujeres, niños y niñas bolivianas varados
en la frontera para que hagan su cuarentena, señala la carta de
María Galindo.
En las ciudades argentinas los
comedores (decenas de miles creados desde las parroquias hasta los
movimientos populares) están desbordados. Uno siempre se fija en lo
autónomo, que suele ser pequeño. En el barrio 12 de Julio, en la
periferia de Córdoba, Yaya instaló un comedor “donde comen 33
niños con la colaboración del cura del barrio y los trasumantes
(miembros del colectivo de educación popular Universidad
Trashumante), para dar dos veces por semana unas 50 porciones”.
Se
sumaron carreros,
que recogen cartón con sus carros, además de los que sacan escombro
para revender, y el inmenso mundo del “cirujeo” (hurgadores que
viven de los desperdicios). ¿Quién puede decirles que se queden en
sus casas ante la pandemia?
En las periferias urbanas de
América Latina, la palabra “teletrabajo” no existe en su
vocabulario. El Estado sólo contempla a los de abajo como un
problema de orden público. La solidaridad entre los pobres es lo
único. Por eso los “curas villeros” abrieron sus parroquias para
convertirles en almacenes de alimentos y en comedores populares. El
colectivo Pelota de Trapo, que vive con niños y niñas de la calle,
entrega raciones para 200 chicos cada dos días, con recursos
propios.
Termino
esta brevísima
recorrida con la Organización Popular Francisco Villa de la
Izquierda Independiente, de la Ciudad de México. Son nueve
barrios/asentamientos, el mayor en Iztapalapa, La Polvorilla o
Comunidad Acapatzingo, con 600 familias, y ocho más en varios
distritos de la ciudad, con no menos de 50 familias cada uno.
Cerraron los barrios, trabajan
por comisiones y brigadas, elaboran cubre-bocas y desinfectantes,
utilizan la radio y los periódicos para comunicarse y dar
instrucciones sobre sanidad y autocuidados. Lo más importante, es
que decidieron “seguir organizados”, sabiendo que sin
organización los de abajo no somos nada.
Están
haciendo acopio
de medicamentos y alimentos, montaron comedores comunitarios y
atienden sobre todo a las personas más vulnerables. Mantienen sus
huertos de cultivos (en plena ciudad), crearon espacios de
aislamiento, promocionan comisiones infantiles y se proponen
“trabajar nuestras emociones”. Saben que el agua es un problema
básico, aunque en Acapatzingo tienen pozo propio y recogen agua de
lluvia.
Nada de esto lo leí en la web.
Es fruto de intercambios y escuchas que seguirán en próximas
entregas. Si tuviera que sintetizar, diría: las y los de abajo nos
necesitamos para mantener nuestras comunidades en pie, que es el modo
de sostener la vida. Comunidad y fraternidad son las caricias de los
de abajos.
Estamos
en un cruce de caminos, las posturas políticas serán determinantes:
la crisis sanitaria puede engendrar un impulso humanista, una mayor
preocupación ecológica por el planeta, una inquietud social por
luchar contra las desigualdades y las injusticias
David
Le Breton es Profesor
de Sociología en la Universidad de Estrasburgo. Miembro del
Instituto Universitario de Francia y del Instituto de Estudios
Avanzados de la Universidad de Estrasburgo (USIAS). Autor entre otros
títulos en español de: Desaparecer
de Sí. Una tentación contemporánea (Siruela), El
cuerpo herido. Identidades estalladas
contemporáneas (Topía), Conductas
de riesgo. De los juegos de la muerte a los juegos de
vivir (Topía), El
sabor del mundo. Una antropología de los sentidos (Nueva
Visión), Antropología
del cuerpo y modernidad (Nueva
Visión), Caminar (Waldhuter), La
piel y la marca. Acerca de las autolesiones (Topía).
Todos
los días los medios de comunicación desgranan la cantidad de
personas afectadas y el número de muertes aquí y en el extranjero.
Nuestras sociedades, más que nunca, están bajo la tutela de la
ordalía,( He escrito mucho sobre esta noción de ordalía, en
especial en En
Souffrance. Adolescence et entrée dans la vie (Metailié),
en Conductas
de Riesgo. De los juegos de la muerte a los juegos de vivir
(Topía), o en La
sociología del rischio
(Mimesis).), un juicio de Dios o más bien del azar que alcanza a
unos y a otros, pero más electivamente a aquellos que participan aún
de la trama social con su trabajo, en especial el personal sanitario.
Dentro de este contexto, la letanía de la muerte por accidentes
automovilísticos ha sido suplantada por la del coronavirus. La
ordalía de las rutas está suspendida por el momento, pocos
vehículos están en circulación y la cantidad de accidentes es casi
inexistente. Es cierto, cada automovilista al volante de su vehículo
está convencido que únicamente los demás son malos conductores,
fantasea con ser un experto. Frente al contagio, es más difícil
para cada uno de nosotros afirmar su omnipotencia.
El confinamiento en nuestras
casas manteniendo las relaciones con los demás por medio de las
herramientas de comunicación a distancia transforma a las
poblaciones en un archipiélago innumerable de individuos. Cada uno
está frente a sus pantallas aunque no quiera, transformado en un
hikikomori ordinario, como esos jóvenes japoneses que viven en
reclusión voluntaria mientras continúan un intercambio sin fin con
los otros a través de las redes sociales. Se mantienen encerrados a
veces durante años rechazando al mundo exterior. Con esta
imposibilidad de salir se borra la presencia física con el otro, aún
la conversación desaparece de antemano en beneficio de la única
comunicación sin cuerpo, sin contacto, e incluso sin voz (salvo la
amplificada por el smartphone o la computadora). Ya no hay más
comunicación cara a cara, es decir del rostro al rostro en la
proximidad de la respiración del otro. Y más allá de la pantalla,
en la calle o en otra parte, la mascarilla lo disimula. El
confinamiento acentúa la adicción al smartphone y en principio
destruye también la conversación, o sea el reconocimiento plenario
del otro a través de la atención hacia él.
Ahora el cuerpo es el lugar de la
vulnerabilidad, donde yacen la enfermedad y la muerte para
precipitarse por la brecha más pequeña. Más que nunca el cuerpo es
el lugar de la amenaza, es importante sellarlo, clausurarlo, por
medio de los “protocolos de barrera”, tan adecuadamente
nominados. La “fobia del contacto”, señalada anteriormente por
Elias Canetti también se radicaliza en nuestras sociedades. El
cuerpo debe ser lavado, fregado, examinado, purificado
constantemente, mantenido fuera de todo contacto con el otro
desconocido, y por ende sospechoso. No más besos, no más apretones
de manos o abrazos en las pocas relaciones todavía físicas que sólo
se sostienen a distancia. El deseo es un peligro porque escapa a todo
control y expone a lo peor a quienes ceden a él. Una forma inédita
de puritanismo acompaña las medidas de confinamiento y las
precauciones a tomar para no ser alcanzado por la enfermedad y no
contaminar a los otros. Asistimos a un endurecimiento sociológico
del individualismo con esta reclusión necesaria. La privatización
de la existencia elimina el espacio público. El individuo hace un
mundo sólo para él “comunicándose” permanentemente pero sin la
incomodidad de la presencia física del otro.
El confinamiento con la pareja o
la familia no siempre se asume con comodidad. Vivir el día completo
unos con otros a veces es fuente de tensión. Más bien se trata de
alegrarse por el reencuentro luego del trabajo o durante las
vacaciones. En ese contexto, la vida en común es una imposición, no
es algo elegido. Además es difícil salir para recuperar el aliento
en vista de las restricciones para desplazarse. Lejos del viento
pleno del mundo, el aburrimiento nos acecha, nos hace andar en
círculos, rumiar nuestras preocupaciones, inquietarnos por nuestra
gente querida y preguntarnos con ansiedad por las próximas semanas,
y por el mundo del después. Podemos temer también brotes de
violencia por parte de los hombres contra sus parejas o sus hijos.
Los matrimonios que no se llevan bien pueden pasar momentos
difíciles, y también los niños de las familias donde son
maltratados.
La llegada de la primavera en el
hemisferio norte suma todavía más dificultades. Los pájaros cantan
por doquier, los brotes explotan, el llamado del afuera es
irresistible, pero debemos mantenernos más o menos enclaustrados o
en la proximidad de nuestras casas y resistir a la tentación del sol
y de la naturaleza en plena metamorfosis. Una experiencia terrible
para los niños que penan por comprender el motivo de tal encierro.
Redescubrimos
con asombro el precio de las cosas que no tienen precio: el simple
hecho de desplazarse a otro barrio, de recorrer los bosques, de
encontrarse con amigos, de tomar un café en la terraza, ir a un cine
o a un teatro, a una librería… Una cierta banalidad envuelve estos
comportamientos cotidianos, y encuentran hoy su dimensión de
sacralidad, su valor infinito. La crisis sanitaria en ese sentido es
un memento
mori,
el recuerdo de nuestra incompletud y de una fragilidad que no dejamos
de olvidar. Restablece una escala de valores banalizada por nuestras
rutinas. La privación vuelve deseable lo que estaba dado sin
siquiera pensarlo. Sólo tiene precio lo que nos puede ser
arrebatado. El hecho de desplazarse era tan obvio que no se percibía
como un privilegio.
Esta crisis sanitaria es una
travesía por la noche, por el duelo, por la angustia, más allá nos
espera una forma de renacimiento. Al término de la crisis sanitaria,
el retorno a la normalidad será un momento de júbilo formidable, de
reencuentro con los otros y con el mundo, de recuperación de la
alegría de vivir y de la sensación de estar vivo. Los primeros días
serán muy fuertes. Nunca deberíamos olvidar esta enseñanza
propicia del sabor del mundo, pero esa es otra historia. Estamos en
un cruce de caminos, las posturas políticas serán determinantes: la
crisis sanitaria puede engendrar un impulso humanista, una mayor
preocupación ecológica por el planeta, una inquietud social por
luchar contra las desigualdades y las injusticias.
Traducción:
Carlos Trosman
Hace
algunas semanas, cuando todavía el impacto de la pandemia no se
había percibido en su verdadera magnitud, voceros empresariales
suizos habían avanzado que no querían “ninguna intervención del
Estado”. Fueron necesarios muy pocos días, ante el agravamiento de
la situación, para que cambiaran drásticamente de posición.
A fines de marzo, esos mismos
sectores, evalúan que el paquete de urgencia de 42 mil millones de
francos – valor similar en dólares estadounidenses- que la
Confederación desbloqueó el viernes 20 de marzo para asistir a los
actores productivos del país es insuficiente.
Ahora apuntan a una inversión
necesaria de la reserva nacional, es decir de fondos públicos, que
oscilaría en los 200 mil millones de francos, es decir 5 veces mayor
que la actual. Para evitar así, según sus argumentos,
que la economía se paralice estructuralmente y exija, luego,
reconstruirla desde muy abajo con el corolario de innumerables
empresas quebradas.
Las autoridades helvéticas
contabilizan ya una retracción del 20 % de la actividad económica
debida al COVID-19 y prevén un crecimiento negativo para 2020, a
pesar que antes de esta coyuntura la economía se encontraba en un
momento floreciente en cuanto a crecimiento con tendencia positiva.
La primera parte del paquete de
salvación de la economía helvética representa el 5% del Producto
Interno Bruto del país. Casi en paralelo, el Gobierno norteamericano
aprobó en la noche del martes 24 de marzo, con el mismo objetivo, un
paquete de 2 billones de dólares, que representa un 9% de su PIB. Y
Alemania, el miércoles 25, abrió la bolsa de sus reservas por algo
más de 1 billón de euros, monto que significa el 27 % de su PIB. El
paquete español representará, según anuncios oficiales, un 20% del
PIB. Francia destinará 45 mil millones de euros para comenzar a
hacer frente a la situación, de un total que podría ser, al menos,
diez veces mayor.
En
general, todas las medidas de emergencia anunciadas en Europa tienen
dos objetivos principales: apoyo a las empresas y contención social
del impacto de la crisis entre los trabajadores y desempleados. Los
porcentajes destinados a uno y otros hacen parte del debate político
ya permanente sobre la redistribución del ingreso nacional. Por el
momento, en Suiza, solo un 30 % del total estará dirigido a
trabajadores-desempleados, al tiempo que una gran movilización
social virtual convoca a incluir en el paquete al amplio sector de
los “independientes”, olvidados en la repartija de las primeras
tajadas de apoyo de emergencia.
El SOS económico-financiero requerido -exigido- por los sectores productivos de las potencias occidentales ante la crisis, recuerda comportamientos ya conocidos. Defienden la no intervención del Estado, en tiempos normales, cuando incluso forcejean continuamente por prebendas fiscales. Y se ponen de rodillas frente al Estado cuando sus negocios se ven amenazados.
Situación emblemática la del 2008, cuando el Gobierno suizo rescató de la que se perfilaba como quiebra inevitable, a la Unión de Bancos Suizos (UBS), invirtiendo entonces 60 mil millones de francos de un día a otro, sin ninguna consulta parlamentaria.
El SOS económico-financiero requerido -exigido- por los sectores productivos de las potencias occidentales ante la crisis, recuerda comportamientos ya conocidos. Defienden la no intervención del Estado, en tiempos normales, cuando incluso forcejean continuamente por prebendas fiscales. Y se ponen de rodillas frente al Estado cuando sus negocios se ven amenazados.
Situación emblemática la del 2008, cuando el Gobierno suizo rescató de la que se perfilaba como quiebra inevitable, a la Unión de Bancos Suizos (UBS), invirtiendo entonces 60 mil millones de francos de un día a otro, sin ninguna consulta parlamentaria.
Salud:
de repente no es más una “mercancía”
En el plano social, el debate de
las últimas décadas, sobre el significado de la salud pública –
y en cierta forma la educación- ocupa un lugar privilegiado en la
Europa neoliberal, adquiriendo una particular vigencia en la hora
actual.
Potencias mundiales, como Italia,
Francia, España etc. cuentan hoy con estructuras hospitalarias
muchas veces destartaladas y que ya estaban al borde del colapso
antes mismo de la pandemia. Hoy se expresa en carencias de máscaras
para el personal médico o paramédico; insuficientes reactivos para
chequear a la gente; falta de las anestesias esenciales para tratar a
los enfermos graves entubados; incluso déficit de desinfectante para
las manos, esencial para confrontar el avance de la enfermedad. Ni
que hablar de las deficiencias relevantes en cuanto a personal
humano.
Radiografía que, con matices, se
extiende a otros de los países del continente. Aspecto dramático:
la insuficiente cantidad de respiradores mecánicos, esenciales en
las estaciones de cuidados intensivos -de casi toda Europa-, para los
pacientes que como producto de las neumonías graves se debaten entre
la vida y la muerte. Y tras esas falencias, la concepción sistémica
preponderante, que considera a la salud pública como un “gasto”,
y que viene promoviendo desde años la privatización del sector.
Pesadilla particular, por
ejemplo, en Francia, que desde 2010 con Nicolás Sarkozy empezó a
protagonizar una privatización acelerada de la salud, con
consecuencias inimaginables para el sistema sanitario nacional
2019
había sido ya un año de intensas movilizaciones de los trabajadores
del sector. Iniciadas en marzo, fueron aumentando en potencia hasta
que el 15 de noviembre, cuando miles de profesionales del sector
salieron a la calle en todo el país convocados por el Colectivo
Inter-Hospitales.
Personal de 268 establecimientos de salud apoyaron la protesta,
fundamentalmente centrada en las deficientes condiciones de trabajo
en el área, los bajos salarios, y la saturación de las salas de
emergencia, insuficientes para la demanda ya en ese momento, cuando
todavía no se hablaba de pandemia.
Oportunismo
neoliberal
El 14 de marzo pasado el
presidente Emanuel Macron, en un discurso público, rindió homenaje
a “los héroes de delantal blanco”, refiriéndose al personal
médico y paramédico francés. Subrayando la necesidad que un
sistema de salud “fuera de las leyes de mercado”.
Alocución netamente contradictoria con lo que fue la tendencia gubernamental en los últimos años. Un estudio de la misma Dirección de Estudios Estadísticos del Ministerio de Salud (DRES) indicaba que, en base a una investigación realizada con datos a partir de 2013, en 3.036 establecimientos médicos, se habían cerrado 17.500 camas que permitían a los pacientes dormir en los hospitales. En 2017 y 2018 esa tendencia se mantuvo con 4.172 camas desaparecidas. Según distintas fuentes, en 2019, año de gran protesta social en el sector, 40 % de los puestos de médicos estaban vacantes y el 30 % del sector enfermería.
Alocución netamente contradictoria con lo que fue la tendencia gubernamental en los últimos años. Un estudio de la misma Dirección de Estudios Estadísticos del Ministerio de Salud (DRES) indicaba que, en base a una investigación realizada con datos a partir de 2013, en 3.036 establecimientos médicos, se habían cerrado 17.500 camas que permitían a los pacientes dormir en los hospitales. En 2017 y 2018 esa tendencia se mantuvo con 4.172 camas desaparecidas. Según distintas fuentes, en 2019, año de gran protesta social en el sector, 40 % de los puestos de médicos estaban vacantes y el 30 % del sector enfermería.
No
hay presente sin historia. Interesante recordar que el 15
de mayo del 2017 el periódico francés Le
Figaro analizaba
un Informe mundial sobre la situación de la salud entre 1990-2015.
El mismo (que ubicaba a Estados Unidos en el puesto 35 lo que
explica, parcialmente, sus limitaciones actuales para confrontar el
COVID-19), le asignaba a Francia el 15to lugar. Comentando entonces
esa realidad, el Profesor de Salud Pública de la Universidad de
Lorraine, François Alla, coautor del estudio, no ahorraba sus
preocupaciones. Criticaba, particularmente, las deficiencias del
sistema en cuanto a atención. Y decía “se podrían evitar miles
de muertes cada año si mejorara la organización de la atención, la
formación del personal, el cumplimiento/seguimiento de los pacientes
y las recetas médicas”. Este es un verdadero desafío
que debería convertirse en una “prioridad para el Ministerio de
Salud”.
Radiografía premonitoria de los que sucedería casi 3 años más tarde. Vida o muerte. Salud pública entendida como “gasto” o comercializada como una mercancía más. Debate de sociedad que la pandemia del coronavirus hace explotar con crueldad, a la luz de un sistema sanitario colapsado y los decesos -que en parte podrían ser evitados- multiplicados cada hora. + (PE)
Radiografía premonitoria de los que sucedería casi 3 años más tarde. Vida o muerte. Salud pública entendida como “gasto” o comercializada como una mercancía más. Debate de sociedad que la pandemia del coronavirus hace explotar con crueldad, a la luz de un sistema sanitario colapsado y los decesos -que en parte podrían ser evitados- multiplicados cada hora. + (PE)
Hace
unos días el celular despertó sin la antena que anuncia la etérea
presencia del WiFi y, en cambio, mostraba el ominoso 4G. Acontecía
una de las pesadillas posibles: se cortó Internet. Actué con
celeridad. Llamé a la empresa. Por supuesto tenían la grabación:
“Estimado cliente. Hemos detectado un inconveniente en su zona.
Estamos trabajando para solucionarlo. Le pedimos disculpas”. Mi
incapacidad de negociar con el corte del servicio --siquiera veinte
minutos-- me llevó a tuitear el reclamo. Dije la verdad: que
necesitaba WiFi para trabajar. No estaba urgida: el trabajo podía
esperar. No se trataba de eso sino del estrés que imaginaba. No ser
capaz de hacer un pedido por internet (y no hago pedidos por internet
pero, ¿si resultaba necesario?). Un poco más seriamente, temía
quedarme sin teléfono, incomunicada, porque es el mismo servicio
(aunque obviamente el celular seguía funcionando y estaba cargado).
No poder escuchar radio, no poder ver televisión, no poder
comunicarme con mis amigas, no poder no poder. Borré los tuits
cuando se restableció el servicio porque apestaban a desesperación
y me daban vergüenza.
Internet no me parece un servicio
sino una necesidad vital: la gente que todavía dice vida virtual vs
vida real me hace acordar a quienes llaman (¡todavía lo hacen!)
caja boba a la televisión. Soy anfibia: conocí el mundo analógico
total, pero ya no lo recuerdo. No me parece un desastre ni decadencia
humana estar muchas horas chequeando el celular o scrolleando o
googleando. Estoy a favor de la etiqueta en la interacción; también
creo que la relación con internet puede ser adictiva. Pero es
nuestra forma de vida.
Sin embargo, pasado el pánico
del corte, me pregunté si este momento inédito global no sería
mejor con menos horas de internet. Hay que desintoxicarse, me dicen.
Nada más faćil de decir y más complicado de hacer. Lo primero por
la mañana, antes de preparar el desayuno, antes incluso de ir a la
cama es chequear redes. Llega un listado de reclamos para darle
argumentos a un cacerolazo. Se comenta con exaltación. 52 mensajes
en un grupo de WhattsApp, 43 en otro. En el primero, alguien debate
con su conciencia sobre si denunciar o no al vecino que rompió la
cuarentena. En el segundo alguien dice que está perdiendo la cabeza,
que tiene miedo, que está en un grupo de riesgo. Le decimos que el
sistema no está colapsado, que puede ir al hospital, pero llora y se
desconecta. El primer hashtag de esta mañana era #caceroleatelachota
por ese fantástico video de la vecina que insulta a los que
cacerolean desde su balcón, dueña de un manejo de la puteada digno
de los grandes actores nacionales. Pero el segundo hashtag era
#Ecuador y no hay palabras para lo que se ve ahí ni capacidad de
describirlo. Tampoco de olvidarlo.
Y la incontinencia. La gente
harta de los aplausos. Los que hacen pan. Los que odian a los que
hacen pan. Los que censuran a los que se quejan porque otros sufren
más. Los que se estufan ante los medidores de sufrimientos. El
sufrimientómetro. Los hiperactivos y serviciales. Los que están
hartos de las actividades. Los que piden recomendaciones. Los que se
enojan con quienes tienen balcón por alardear del balcón y el sol.
Los que detestan a los que tienen patio.
Los que tienen culpa por tener
plantas y entretenerse. Los que se enojan con los que no usan
lenguaje inclusivo. Los que creen que pensar en eso es de una levedad
pasmosa. Los que se desesperan como náugrafos: necesito sacar el
permiso para transitar, la página se cae, saben de un motoquero,
cuándo abren los bancos, tengo que llevarle plata a mi mamá en
provincia, mandale Glovo, no llega hasta su casa, cómo no va a
llegar, acabo de chequear, pueden ir dos personas en un auto, ¿si o
no? Mi amiga de Estados Unidos dice que todo el aire de Nueva York
está contaminado. No, eso es una tontería. Doy una explicación
temblorosa del virus en las gotas de saliva, toser en el codo, la
vida flotante sólo en condiciones de laboratorio.
Silencio. Un minuto después,
manda el link de la nota para demostrar que ella no se tragó un
fake. Se trata de un largo testimonio de una paciente neoyorquina;
cuenta que, cuando fue al médico y le contó que había salido a
andar en bicicleta, el profesional le dijo: “En la ciudad, ¿con la
carga viral que hay? No es seguro”. La declaración del médico no
implica que el virus esté flotando en el aire ni que se lo haya
respirado, pero ella entendió eso y tiene miedo; no sé si los
pacientes deberían contar en detalle todo lo que les pasa porque
todos los pacientes son diferentes y los médicos también.
No sé nada, como desde que
empezó la pandemia. Sí estoy segura de que ya no podemos distinguir
fake de real. O que es cada vez más difícil y que da vergüenza
admitir haberse creído algo o la desmentida pública.
Y los morbos. Querer escuchar el
famoso audio falso de la falsa médica del Malbrán. Preguntar en
grupos: ¿alguien lo tiene? Si, alguien lo tiene. Pero está en modo
Guardián Moral y no quiere enviarlo porque no hay que difundir ese
tipo de canalladas.
Totalmente de acuerdo, pero no es
para difundir: es para satisfacer un ansia perverso de envenenamiento
por infodemia. No, es la respuesta muy enojada. Es el encierro,
dirán, la gente está susceptible y al límite. Muchas personas
sufren el encierro de una manera espantosa por diversas razones:
porque estuvieron obligadas al confinamiento antes, porque sufren
trastornos de ansiedad relacionados con salir o no de la casa, porque
la transitan con personas que preferirían ver menos, porque están
en situaciones de convivencia muy complejas o violentas, porque los
hijos agobian, porque no tienen espacio. (Y aclaro que no hablo de
los más vulnerables sólo porque siento que es necesario aclarar
todo. He visto ejércitos de trolls en la madrugada y es como la
llegada de los Caminantes Blancos --¿alguien se acuerda de Juego de
Tronos?). Creo, sin embargo, que lo más estresante es el miedo a la
inminencia de la explosión sanitaria que, esperamos, confiamos, sea
tenue o manejable. Es que, aunque se hayan tomado las medidas
adecuadas, finalmente no sabemos porque el futuro no está escrito.
No saber desespera. La vida es incertidumbre, por supuesto. Pero, a
veces, esa incertidumbre se siente más. Y hoy se siente como una
herida reciente, con los nervios cercenados, con la red gritando sin
parar.
“el
capitalismo no caerá si no existen las fuerzas sociales y políticas
que lo hagan caer.” El capitalismo sobrevivió a la pandemia de la
mal llamada “gripe española”, que ahora sabemos vio la luz en la
base militar Fort Riley (Kansas) , y que según los imprecisos
cálculos de su letalidad, exterminó entre 20, 50 y 100 millones de
personas. Resistió también al derrumbe global producido por la Gran
Depresión, demostrando una inusual resiliencia para procesar las
crisis e inclusive salir fortalecido de ellas. Pensar que en ausencia
de aquellas fuerzas sociales y políticas anticapitalistas ahora se
producirá el tan anhelado deceso de un sistema inmoral, injusto y
predatorio, enemigo mortal de la humanidad y la naturaleza, es más
una expresión de deseos que producto de un análisis concreto. Zizek
confía en que para salvarse la humanidad tendrá que recurrir a
“alguna forma de comunismo reinventado”. Es posible y deseable,
sin dudas. Dependerá de si “los de abajo no quieren y los de
arriba no pueden seguir viviendo como antes”, cosa que por ahora no
sabemos. Pero la coyuntura presenta otro posible desenlace: “la
barbarie”. O sea, la reafirmación de la dominación del capital
recurriendo a las formas más brutales de explotación económica,
coerción político-estatal y manipulación de conciencias y
corazones a través de su hasta ahora intacta dictadura mediática y
de la eficacia de su imperio de vigilancia global”, dice
Atilio
A. Boron en
un artículo publicado hoy (
https://www.pagina12.com.ar/257122-la-pandemia-y-el-fin-de-una-era
)
Y uno se pregunta si no es lo que
esta ocurriendo eso de “fuerzas sociales y políticas” que
comienzan a pensar la realidad de maneras diferentes, cuándo por
ejemplo vemos lo suscesos narrados en Bélgica o Italia y la
demostración de que sin Estado popular la alternativa es esa
barbarie sostenida por el neoliberalismo globalizado.
El capitalismo no es el mismo. El
neoliberalismo como etapa esta francamente en decadencia, La
tecnología impone nuevas formas, las mentalidades y conciencias de
la humanidad perciben diferente y modifican posiciones.
Los datos que vertimos a
continuación pueden ser considerados indicativos del futuro mediato;
aunque, quién sabe, de algunos aspectos del ayer. Es preciso señalar
que el rumbo planetario es un proceso que se va segmentando en etapas
relacionadas. Pero si la aseveración es razonable, bueno es añadir
que no resulta sencillo detectar los vectores que operan como
decisivos en el proceso ni en cada tramo.
De los siguientes porcentajes
puede surgir una mirada más clara de los caminos que conviene
seguir. A quienes aproximarse. De dónde zarpar silbando bajo.
También: qué pasó en el período previo. Y una conclusión que se
desprende sin demasiado esfuerzo, por eso la anticipamos: la ausencia
del Unasur y de un Mercosur profundo, con vínculos estrechos y obras
de infraestructura integradoras, ha operado -y opera a futuro- como
una traba para nuestro potencial desarrollo.
Para el primer trimestre del año
en curso se espera una caída del PBI global del 6,6%, y otra del
2,1% el segundo. Los Estados Unidos pueden contraerse 9,6% el
primer semestre, mucho más que en 2008 y la Unión Europea 18,5%.
Como la crisis sanitaria persiste en ambos espacios, el relanzamiento
de sus economías no aparece en el horizonte.
En contraposición, si bien China
se contrajo cerca del 25% este primer trimestre, como detuvo la
infección y está poniendo en marcha su industria (inclusive en
Wuhan) asentada en el mercado interno, puede recuperarse un 21,6% en
el segundo (¡trimestre!). Si logra reactivar algo de su
congelado mercado externo, la creciente puede ser mayor.
De esta manera la segunda parte
del año permite atisbar una recuperación y el PBI global crecer
0,6% en todo el año, 2,1% en mercados emergentes y menos 0,6% en
economías desarrolladas. Las cifras pueden variar a la baja, pero en
cualquier caso, la potencia asiática se ubicaría como la
locomotora.
Nuestros especialistas
completaron los números con una información sustancial. China
adelantó a sus asociados directos o indirectos –casi la mitad del
planeta- que proveerá créditos blandos así como lo hiciera entre
el 2008 y el 2009. Está en condiciones de ofrecer respiradores
físicos … y monetarios.
Asimismo, la llamada guerra de
precios entre Arabia Saudita y Rusia –denominación que podría ser
revisada- está determinando una caída en el precio del barril que
impactará positivamente en la industria china, cuya estructura
demanda cantidades ingentes de ese recurso natural. Es colateral pero
trascendente para la región saber que el vínculo entre la potencia
que lidera Vladimir Putin y Venezuela en materia petrolera se ha
profundizado.
Las
previsiones que hemos volcado en el último lustro, acompañados por
el teórico Henry CK Liu, evidenciaban que el creciente de los PBI
chino y ruso se venía elevando progresivamente hasta, en 2025,
cruzar a sus equivalentes europeos en baja.
Lo que ha ocurrido en los meses recientes no modifica la tendencia sino que acelera su evolución. Aunque no lo parezca debido al retumbar de las voces mediáticas, los cambios son más rápidos que profundos.
Lo que ha ocurrido en los meses recientes no modifica la tendencia sino que acelera su evolución. Aunque no lo parezca debido al retumbar de las voces mediáticas, los cambios son más rápidos que profundos.
Apostar al fortalecimiento del
Estado, a las coaliciones regionales y a la economía productiva,
está resultando un enorme negocio para un espacio del planeta que,
en el momento oportuno –fines del siglo XX y comienzos del
presente- supo mirar lejos; y en el momento indicado –crisis 2008 /
2009- lanzó a correr su diseño. Su proyecto. Por estas tierras lo
conocemos. Si hasta nombre le hemos puesto.
(
http://laseñalmedios.com.ar/2020/04/02/pandemia-y-cambio-economico-mas-rapido-que-profundo/)
Daniel Roberto Távora Mac
Cormack
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