Martes
21 de abril de 2020
El
desarrollo de la industria, en especial la manufacturera, es
vital
para ingresar a un sendero de crecimiento y desarrollo, y
empezar
a transformar la estructura productiva.
La
industria manufacturera emplea a más de un millón de
trabajadores
de manera formal. Es uno de los sectores que más
empleo
de calidad genera sin requerir, en varias ramas, trabajo
altamente
calificado. Es decir, no es de los sectores que
demandan
más tiempo invertido en formación educativa para
poder
acceder, lo que permite el acceso a un mayor porcentaje
de
la población. Además, en comparación con los salarios
medios
del mercado laboral en su conjunto (trabajadores
públicos,
privados, informales, cuentapropistas, etc), es un
sector
que ofrece remuneraciones por encima de la media.
Durante
2015-2019, los bienes industriales más representativos,
por
su peso en volumen físico y en ventas, contrajeron su
producción.
Los que menos redujeron su cantidad producida
fueron
calefones (-25,68%), termotanques a gas (-30,24%) y
cocinas
(-34,37%). Los productos que más cayeron de manera
estrepitosa
(en términos de producción) fueron los freezers,
acondicionadores
de aire y secarropas con un -65,51%, -56,08% y
-52,61%
respectivamente. La producción de automóviles y
utilitarios
se contrajo un 40,23%, igual suerte corrió la
fabricación
de motocicletas que experimentó una baja de
47,27%.
Los teléfonos celulares nunca superaron el número
producido
en el 2015 y redujeron su producción en un 39,51%. Por
último,
los televisores tuvieron una baja de 42,53%., sostiene el último
informe publicado por el Observatorio de Políticas Públicas
a
través del módulo de Politicas Económicas de la Secretaria de
Investigación y Vinculación Tecnológica e Institucional de la
Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV).
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La
crisis por el Covid19 pone en evidencia y/o agrava cuestiones y
problemas que anteceden a la crisis de la pandemia. En una nota
escrita el año pasado por Javier Lindenboim, Director del CEPED –
UBA, bajo el Título “ La disputa por la distribución del
ingreso”, explica que …” Luego de décadas de declinación, la
participación salarial en el ingreso se recuperó tanto en Argentina
como en América Latina al comenzar el siglo actual. Esa mejora
parece estar en serio peligro.
Desde
principios de los años setenta, la participación salarial en la
creación de riqueza tuvo un desempeño desfavorable en Argentina.
Hubo algunos períodos de recuperación: de 1977 a 1980; de 1983 a
1987, luego de la hiperinflación hasta 1993 y entre 1997 y 2001.
Pero la tendencia general fue descendente en extremo al inicio de la
dictadura y en forma de serrucho ascendente hasta 2001. La
participación salarial en 2002 y 2003 fue tan baja como las de 1977,
1982 o 1989 A partir de 2004 se inicia poco más de una década de
intenso incremento con disminuciones en 2010, 2014 y 2016.
En
América Latina, según lo acaba de informar la CEPAL en su Panorama
Social 2018
(https://www.cepal.org/es/publicaciones/44395-panorama-social-america-latina-2018-documento-informativo)
ha habido un comportamiento aproximadamente similar.
Se
deducen dos aspectos relevantes. Por un lado, el comportamiento
socioeconómico de Argentina no tiene grandes diferencias con el
promedio de la región. Por otro lado, se corroboran las estimaciones
sobre Argentina pese a la falta de datos sobre distribución
funcional del ingreso entre 2005 y 2015 inclusive. Para cubrir ese
bache la CEPAL utilizó procedimientos similares a los propuestos por
nuestro Centro de Estudios.
Pero
como la serie regional llega hasta 2017 inclusive también ratifica
que los datos del primer bienio del gobierno macrista se mantienen en
el entorno de los alcanzados hasta 2015. Esto en sí mismo debería
contribuir a una lectura más serena y objetiva de los datos en
cuestión. Una hipótesis que puede presentarse es que tal
mantenimiento de la participación salarial sería la contracara del
“gradualismo” con el que el gobierno afirma haber orientado su
accionar en la primera mitad de su gestión.
Aclarado
este punto resta considerar si la evolución reciente (15 puntos
porcentuales de aumento entre 2003 y 2014) al tiempo que representa
una clara mejoría para los trabajadores se compatibiliza con el
desarrollo, pensado éste como crecimiento económico con menor
desigualdad. El punto es que en este mismo lapso (aunque viene desde
más atrás en el tiempo) la tasa de inversión en términos del PIB
viene descendiendo casi sin interrupciones.
Una
de las cuestiones no debatidas todavía es, precisamente, cuál es la
razón que explica la disminución de la tasa de inversión. Quienes
defienden la perspectiva empresarial pueden sostener que durante el
decenio de incremento de la participación salarial fue su
contrapartida (la disminución de la parte apropiada por el capital)
lo que generó el descenso del ritmo de inversión. Sin embargo, ese
descenso fue la característica de las últimas décadas.
En
lo inmediato, desde el año recién concluido, la situación
seguramente ha cambiado. Los datos de la Cuenta de Generación del
Ingreso elaborados por el INDEC referidos al segundo y al tercer
trimestre de 2018 muestran una sensible disminución de la
participación salarial en cada uno de esos trimestres en relación
con los lapsos respectivos del año previo. Pero en el mismo año
(2018) la inversión habría mostrado una nueva caída. De modo que
ese contraste directo, quizás lineal, no permite ser optimista en
ninguno de los dos aspectos: ni en la equidad distributiva ni en
materia de incremento de la capacidad productiva.
Esa
evidencia pone una vez más en el tapete la imprescindible necesidad
de cambios tanto en la acción política como en los fundamentos
socioculturales sobre los que los ciudadanos asentamos nuestro
comportamiento.”
(
La disputa por la distribución del ingreso Javier Lindenboim
Director
del CEPED – UBA
https://www.cronista.com/columnistas/La-disputa-por-la-distribucion-del-ingreso--20190128-0053.html
)
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Las
grandes crisis económicas necesitaron en el pasado políticas
contundentes. Y esta vez no será distinto.
Aún
queda fresco en la memoria de todos el despliegue de los bancos
centrales y gobiernos para rescatar al mundo de la crisis financiera
que estalló en 2008.
Ahora,
12 años después de la gran recesión, los expertos auguran que la
crisis sanitaria del nuevo coronavirus nos dejará graves problemas
económicos.
El
Fondo Monetario Internacional (FMI) pronostica que la economía
global se contraerá un 3% en 2020.
Muchos
gobiernos ya se han puesto manos a la obra para responder a una
situación sin precedentes que tal vez pueda encontrar valiosas
lecciones en cómo se combatieron otras de las grandes recesiones en
la historia.
¿Sirven
esas lecciones para mitigar la crisis económica del coronavirus?
Una crisis sin precedentes
El
29 de octubre de 1929, el desplome de la bolsa de valores de Nueva
York en el llamado martes negro desató la Gran Depresión.
Derechos
de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionEl presidente Franklin
Delano Roosevelt implementó el New Deal para sacar a EE.UU. de la
grave crisis económica que sufría.
Todos
los indicadores económicos se deterioraron y el desempleo, por
ejemplo, alcanzó a casi el 25% de la población estadounidense en
1933, según datos oficiales.
EE.UU.
se había convertido en la gran potencia mundial tras la Primera
Guerra Mundial y era un actor indispensable en el comercio
internacional y como prestamista de otros países.
Su
crisis, por lo tanto, se replicó de inmediato en el mundo.
En
1933, sin embargo, Franklin Delano Roosevelt llegó a la presidencia
y aplicó un paquete de medidas conocido como el New Deal, para
paliar la crisis.
"El
New Deal fue un gran programa de gasto público para recuperar el
sistema financiero, regular la libre empresa y, sobre todo, asistir
al gran número de desempleados", describe a BBC Mundo Olivier
Accominotti, profesor asociado de historia económica en la Escuela
de Economía y Ciencias Políticas de Londres (LSE).
Roosevelt
canalizó una porción de su plan en la construcción de grandes
obras públicas para dar trabajo a parte de la población
desempleada.
El
Estado intervino en numerosos sectores de la economía, entre ellos
la banca, el comercio exterior, pólizas de seguro, sistemas de
pensiones y fondos de ahorro.
"En
el New Deal se fijó la idea de que el Estado debía ser más
interventor y velar no solo por la seguridad social sino también por
la economía", le dijo a BBC Mundo Nadiezhda Escatel, profesora
de economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Poco
a poco, el plan público de Roosevelt resultó, los índices
económicos mejoraron y la empresa privada volvió a fortalecerse.
Programas
de gasto público similares se reprodujeron en Reino Unido, Francia y
Alemania, también con buenos resultados.
Pero
la bonanza duraría poco y Europa se metió de lleno en una guerra
catastrófica.
La reconstrucción de un continente devastado
La
Segunda Guerra Mundial tuvo consecuencias físicas y económicas
desoladoras para el corazón de Europa.
En
1947, el entonces secretario de Estado de EE.UU., George C. Marshall,
pronunció un discurso ante la Universidad de Harvard en el que pedía
un plan integral de reconstrucción de Europa, cuya economía estaba
muy deteriorada.
Un
año más tarde, el Congreso estadounidense aprobó un plan de
cooperación en el que se destinó una ayuda económica de US$12.000
millones para la reconstrucción del continente.
"La
Unión Soviética, además, estaba emergiendo como gran potencia
comunista y esto empujó a EE.UU. a mover ficha para asegurar su
influencia en Europa Occidental", contextualiza Escatel.
Derechos
de autor de la imagenGETTY IMAGESImage captionTras la implementación
del Plan Marshall, la relación comercial entre EE.UU. y Europa se
fortaleció.
"El
paquete de ayudas estaba dedicado a la producción de materias
primas, alimentos, fertilizantes, vehículos y, en definitiva, al
desarrollo de la industria", amplía la académica.
El
Plan Marshall reflotó la economía europea, especialmente la de las
grandes potencias: Reino Unido, Francia y Alemania Occidental, y
fortaleció la relación comercial y política con EE.UU.
El
éxito del Plan Marshall hizo que su ideólogo, George Marshall,
recibiera el Premio Nobel de la Paz en 1953.
Una región ahogada por la deuda
En
los 80 se produjo una crisis económica que hasta hoy deja efectos en
América Latina, la crisis de la deuda externa.
Debido
al alza de los precios del petróleo y a las bajas tasas de interés,
varios gobiernos latinoamericanos se endeudaron con el propósito de
industrializar sus economías en los años previos a los 80.
Sin
embargo, cuando cayeron los precios de las materias primas, subieron
las tasas de intereses y aumentó la inflación, la deuda de los
principales países de América Latina se hizo impagable.
"La
crisis de la deuda impide que los países latinoamericanos, cuyos
gobiernos aún se debatían entre una economía de Estado o de
mercado, den el paso hacia la gran industrialización neoliberal que
se desarrollaba en el mundo occidental", apunta Escatel.
Muchos
gobiernos, como el de Venezuela, México o Argentina, solicitaron
auxilio financiero del FMI.
Este
organismo inyectó capital para tratar de estabilizar sus economías
al tiempo que puso en marcha políticas de reestructuración de
deuda.
A
cambio, los gobiernos que recibieron estos apoyos debían cumplir
ciertas condiciones que incluían, por ejemplo, disminuir las
importaciones, aumentar las exportaciones y reducir el gasto público.
"En
el caso de México, cuyo ministro de Hacienda, Jesús Silva-Herzog
Flores, declaró insolvente al país en 1982, las negociaciones para
acceder a los créditos del FMI fueron muy duras. Este organismo
pidió reajustar la economía; liberalizar el mercado y recortar el
gasto público con el fin de utilizar ese dinero para pagar la
deuda", explica la profesora de la UNAM.
Debido
al enorme impacto de los ajustes económicos para hacer frente a la
deuda, a los años siguientes se les conoce como una "década
perdida" en el desarrollo social y económico de la región.
Según
la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la
pobreza aumentó de forma marcada entre 1980 y 1990, y se produjo un
deterioro en la distribución de ingresos, que aumentaron los índices
de desigualdad, revirtiendo avances logrados en los años previos de
la crisis.
La
inflación en los países deudores se disparó y el poder adquisitivo
de sus ciudadanos disminuyó significativamente, generando graves
problemas políticos y sociales.
Y
es que aceptar las condiciones del FMI supuso un giro radical de
modelo económico para muchos países.
Es
el caso, por ejemplo, de Venezuela. Este país había vivido un boom
económico gracias a las exportaciones de petróleo en los años 70.
El
reajuste del FMI para Venezuela "parecía un programa de shock,
que anunciaba liberación de precios, privatizaciones, control de
gasto público, nuevos impuestos e incremento del precio de la
gasolina", explicó recientemente a BBC Mundo Ronald Balza,
economista de la Universidad Católica Andrés Bello de Venezuela.
Ante
las medidas, muchos ciudadanos se echaron a la calle y el 27 de
febrero de 1989, en una jornada conocida como el "Caracazo",
se inició una serie de protestas, violencia y saqueos donde murieron
centenares de personas.
La
grave crisis económica, unida a la derrota en la Guerra de las
Malvinas, también contribuyó al fin del gobierno militar en
Argentina, en el poder desde 1976.
Aunque
a partir de los 90 se produjo una mejoría en la región con nuevas
reestructuraciones de la deuda y un mayor acceso a los mercados
internacionales, muchos de los índices económicos tardaron en
recuperar sus niveles previos a la crisis.
"A
día de hoy, la deuda externa sigue azotando a la región y sus
efectos aún son vigentes en países como México, Argentina y sobre
todo, Venezuela", dice Escatel.
El
papel del FMI y las condiciones que impuso en América Latina para
inyectar liquidez siguen siendo un tema controvertido en la región.
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Los
distintos sectores definen sus intereses y prioridades determinando
las tensiones que dibujan la realidad en cada Estado y comunidad del
planeta. En Argentina esto hace evidente las diversas posiciones que
las representaciones de los sectores con mayor capacidad de decisión
propician y sostienen en el ejercicio de sus capacidades y poderes
para imponer sus intereses al resto de la población.
Ciencia
y Salud
Una
encuesta entre médicos de América Latina, realizada por la
organización FINE (fine-research.com), brinda elementos muy
sugerentes sobre la mirada que tienen los médicos sobre la pandemia.
Para
el caso de Argentina, la muestra alcanza a 414 médicos de atención
primaria y especialidades que atienden población de riesgo
(oncólogos, reumatólogos, infectólogos, cardiólogos,
endocrinólogos, entre otros). Los datos no necesariamente son
representativos, ya que es un relevamiento on-line que responde el
médico que lo desee y no una muestra aleatorizada. Aun así, dice el
think-tank Idesa, que cita esta encuesta en su último informe,
“aportan indicios muy interesantes”.
Entre
los principales resultados surge que el 87% opina que las
medidas adoptadas por el gobierno nacional son las justas.
El 60% opina que la población está poco o nada preparada
para la toma de consciencia que se requiere para enfrentar la
pandemia. Cuando se les pregunta sobre la efectividad de diferentes
medidas, la que más votos tuvo fue “cuarentena nacional
obligatoria”. Ciertamente que estas impresiones pueden estar
influenciadas por su opinión sobre la situación del sistema de
salud. “Resulta contundente que el 90% considera que la
infraestructura de terapias intensivas, respiradores, equipo de
protección personal, insumos, etcétera, no es adecuada y que
colapsará en el curso de 1 mes”, dice Idesa.
Ante este panorama, se les hace
la siguiente pregunta. “En su opinión experta, ¿en cuántos días
la situación estará bajo control y la población podrá reanudar
sus actividades?”. Las respuestas fueron las siguientes.
- El 28% opinó que en el curso de los 2 meses.
- El 58% más de 2 meses de los cuales casi la mitad aconseja más de 4 meses.
- El 14% opinó que no tiene idea o prefirió no responder.
Estos datos sugieren que la
mayoría de los médicos piensa que la población debe estar
confinada más de 2 meses. “Esta opinión médica choca con la
realidad de que la mayoría de la población no puede soportar
semejante extensión del aislamiento. Muchos, porque se quedan sin
ingresos y el resto porque verá afectada su salud mental, por
tristeza, depresión, el agravamiento de adicciones, por violencia
familiar y por el deterioro de la salud debido a mala alimentación y
carencia de actividad física de rutina o recreativa”, dice Idesa.
¿Entonces?
Los posicionamientos extremos se
fundan en el total desconocimiento del avance del virus y la certeza
de que la infraestructura hospitalaria tiene límites. Por eso, los
países que se tomaron más en serio la pandemia apelan a atenuar la
ignorancia haciendo testeos masivos. Sin ir muy lejos, Chile
testea 57 de cada 10.000 habitantes y Uruguay a 34 de
cada 10.000. Argentina, en cambio, testea a 7 de cada
10.000. “Semejante nivel de oscuridad exacerba el pánico y
los extremismos. En este contexto, resulta muy paradójico que
el 43% de los médicos encuestados minimice la importancia
de los test masivos. Si bien la encuesta no es representativa, es
preocupante que entre los médicos que responden prevalezca
el rechazo a la medicina basada en evidencia”, agrega Idesa.
Las
políticas sanitarias tienen que ser interdisciplinarias, sugiere el
reporte. Los expertos en epidemiologia deberían congeniar las
estrategias con los aportes de otras disciplinas, desde la
ingeniería, la economía, la salud mental, la sociología, las
ciencias políticas y la comunicación. “En el corto plazo, las
acciones extremas guiadas exclusivamente por criterios médicos son
tolerables. Pero no aprovechar ese tiempo para enriquecer el
análisis y el diseño de estrategias con más información y el
aporte de otras ciencias va a provocar más daño que la pandemia. El
más evidente es que, sin una flexibilización ordenada, el
desconfinamiento será espontáneo y anárquico con riesgos de mayor
contagio”, señala el reporte.
“Usar argumentos sanitarios
para imponer a los mayores de 70 años la obligación de pedir
permiso para salir o aconsejar dejar de tener contacto físico en el
sexo, no sólo rozan lo ridículo, sino que son un muy peligroso
precedente a las tentaciones de coartar e invadir la libertad y la
intimidad de las personas. Estos planteos solo se pueden
explicar por el pánico que genera la ignorancia. La alternativa
es enfrentar la pandemia con información objetiva y métodos
científicos”, concluye.
Empresas
y Sector Productivo
Con
pocos o nulos ingresos y dificultades para el pago de salarios,
servicios esenciales e impuestos, el 56,9% de las empresas afirma que
tendrán grandes pérdidas de prorrogarse las restricciones actuales
por 30 días más. Incluso, el 13,4% considera que tendrá que cerrar
sus puertas, según dio a conocer la Cámara Argentina de Comercio y
Servicios (CAC).
A
un mes de que el Gobierno decretase el aislamiento social obligatorio
en toda la Argentina, el 52,9% de las empresas consultadas permanecen
sin operaciones, mientras que el 39,1% se encuentra parcialmente
operativa y solo el 8% respondió estar completamente operativa.
Además, desde el 20 de marzo
pasado, el 92% de las pymes aseguró que sus ventas cayeron un
promedio de 64,3%.
Pese a la situación, el 57,2% de
los empleadores aseguró haber realizado el pago íntegro de los
salarios de marzo, el 28,6% contestó haber realizado un pago parcial
y el 14,1% admitió estar en falta de pago.
Sin embargo, el pago de salarios
de abril contempla una situación bastante diferente. El 39,1% de los
empresarios prevé que podrá pagarlos de manera parcial, el 36,2%
sentenció que no los podrá pagar y el 24,6% proyecta que sí podrá
hacerles frente de forma íntegra.
Trabajo,
salud y distribución del Ingreso
El
ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, aseguró hoy que
la ampliación de las medidas de asistencia que el Gobierno dispuso
para las pymes apunta a sostener el empleo. Además, resaltó que
“cerca de la mitad del trabajo privado registrado va a recibir este
beneficio”.
“La preocupación central en el
corto plazo es sostener empleo. Es necesario tener un paquete de
ayuda, si no, en poco tiempo tendríamos un proceso de quiebra de
empresas y ahí el daño es muy grande, porque se destruyen
capacidades productivas que después cuesta mucho tiempo recuperar”,
señaló esta mañana en declaraciones a radio Con Vos.
En ese sentido, el Gobierno
oficializó hoy una serie de medidas de asistencia para empleadores y
trabajadores de pymes, además del sector autónomo, a través del
Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción
(ATP).
El
paquete de medidas,
publicado en el Boletín Oficial bajo el Decreto 376/2020, incluye la
reducción o prórroga de los aportes patronales en hasta el 95%, una
salario complementario para los trabajadores en relación de
dependencia del sector privado, créditos a Tasa Cero y prestaciones
económicas por desempleo.
(https://www.eleconomista.com.ar/2020-04-kulfas-la-preocupacion-en-el-corto-plazo-es-sostener-el-empleo/
)
El
titular de la Unión
Industrial Argentina,
Miguel Acevedo, señaló hoy que no cree “que sea el momento de
discutir” el impuesto a la grandes riquezas que impulsan los
legisladores del oficialismo, ya que “hay otros problemas, como la
deuda”.
“Siempre
me preocupó tener una sociedad más inclusiva, sin tantas
diferencias, menos concentrada. Pero yo no creo que sea el momento
hoy de discutir esto. La Argentina ha perdido como sociedad
credibilidad y, volver a recuperarlo, conlleva mucho tiempo”,
explicó Acevedo en declaraciones a Radio Con Vos.
En ese sentido, destacó que se
tiene que recuperar credibilidad “para el día después”, ya que
luego de la pandemia la caída del PBI “va a ser brutal”, el país
necesitará salir de la pobreza y, para eso, se necesitarán
inversiones. “Y para invertir, se necesitan las reglas del juego
claras”, añadió.
“Como
país vas a tener más gente, con mayor riqueza y con mayor
posibilidad de invertir, en el momento en el que no le hagas este
tipo de cosas cada vez que pasa algo o no se cumplan las palabras
dadas como sociedad”, sentenció.
“Se puede hacer. Creo que el
impuesto no va a volver más pobre al que lo paga, pero por lo menos
que sepa que va a ir realmente al que lo necesita. Que no termine
siendo, como siempre, que en vez de que haya más trabajo formal,
haya más trabajos informales “, remarcó.
Respecto al paquete de ayuda
económica que el Gobierno decidió implementar hoy a través del
Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción,
contestó que le “sorprendió gratamente”.
“Son
parte de las medidas que veníamos reclamando. Esto va a darle una
salida a todas las empresas que no están trabajando y nos está
dando una ayuda fundamental para pagar los salarios”, explicó.
Además,
resaltó que entre el 75% y 80% de las empresas se encuentra sin
actividad y que, incluso si pudiesen trabajar, no tienen demanda, por
lo que consideró que a la industria “en cuarentena la mantenemos
en hibernación”.
“Salvo
los sectores que se consideran esenciales, para los demás es un
golpe muy, muy fuerte porque no pueden producir. Todo ese activo que
se tiene está parado totalmente”, lamentó.
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Consensuar
y generar políticas que equilibren intereses y coloquen a la salud
publica y los intereses colectivos por encima de los particulares
debería ser, en definitiva, lo que resuelva tensiones y disputas,
sin embargo y lamentablemente la pandemia pone en evidencia el
carácter igualmente solidario y colaborativo de muchos,
entremezclados por el temor a perder, la avaricia y el egoísmo de
otros tantos.
Se
escucha por doquier la repetición de la idea de que de esta pandemia
surgirá una nueva economía y una nueva forma de globalización. La
realidad ira definiendo que tanto se transforma o se regresa a las
viejas formas neoliberales que ha quedado sobradamente demostrado que
beneficia a unos pocos en detrimento del bienestar de muchos.
Daniel
Roberto Távora Mac Cormack
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