Martes 14 de abril de 2020

TERRITORIOS



Italo Calvino inventó cincuenta y cinco ciudades invisibles con nombre de mujer, en los vastos dominios de Kublai Kan. El emperador de los tártaros escuchó el relato del viajero Marco Polo sobre los pueblos de la memoria, el deseo y los signos. Las comarcas sutiles. De los intercambios, los ojos, los nombres, los muertos y el cielo. Continuas y escondidas. Reales o imaginarias. Sus propios sueños anclados en la Venecia de la que partió en busca del camino de la seda.

Platón inventó la Atlántida, una isla en medio del océano, creada de la unión entre Poseidón y la mortal Cleito, de la que nacieron cinco pares de gemelos varones de linaje real. Tan rica y tan grande como Libia y Asia juntas. El sitio en que los griegos de Atenas y un pueblo desconocido que vivía más allá de las columnas de Hércules libraron una guerra. Una civilización no tan lejana y el breve período de un imperio, transitando el destino final de los hombres.

Miguel de Cervantes Saavedra inventó hace cuatro siglos un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiso acordarse, a treintaiún kilómetros en verano y veintidós en invierno, a lomo de burro, en el entorno del Campo de Montiel. Durante ocho días Alonso Quijano buscó como nombrarse a sí mismo y, al cabo, el Caballero de la Triste Figura, el Caballero de los Leones, vino a llamarse Don Quijote de la Mancha, para declarar vivo su linaje y honrar a su patria.

Tomás Moro inventó Amaurota, inspirado en el itinerario marítimo de Américo Vespucio alrededor del planeta. Una pequeña metrópoli en la isla de Utopía, hasta donde llegó Rafael Hitlodeo en la búsqueda de una sociedad sin muros, sin propiedad privada, ni ejércitos, muy diferente a las de la Europa medieval, muy distinta a las de nuestros días.

William Faulkner inventó la tierra divina de Yoknapatawha, agua que fluye lentamente sobre la pradera, un condado al noroeste de Mississippi de seis mil doscientos kilómetros cuadrados, flanqueado al sur por el río del mismo nombre, y al norte por el Tallahatchie, con la mitad de su territorio cubierto por bosques de pinos. En el lugar en que Lena Grove dio a la luz a su hijo, para luego emprender la búsqueda del hombre que la dejó embazada. Con la luz de agosto brillante en un mundo lleno de horrores.

Alejo Carpentier inventó Santa Mónica de los Venados, una ciudad separada del mundo, fundada en medio de la selva amazónica por El Adelantado, a la que sólo es posible llegar remontando el río Orinoco atravesando tormentas. Un viaje a través del tiempo. Un signo grabado en la corteza de un árbol, en el lugar en que se separan las aguas, una densa vegetación después de navegar un estrecho corredor, la puerta de entrada a un universo primitivo donde los días ya no cuentan. Y el cielo es único como en el Paraíso.

Juan Rulfo inventó Comala, el origen geográfico de la desgracia de Juan Preciado, un poblado de murmullos y voces gastadas, de ecos del pasado, de fantasmas y sombras. Un pueblo muerto en el que sólo habitaban ánimas, las uvas se negaban muriendo sin fruto, y los naranjos tenían el sabor agrio de la amargura. Donde murió Pedro Páramo, solo, sentado en el equipal, desmoronándose como un montón de piedras.

Gabriel García Márquez inventó Macondo, el poblado que fundó José Arcadio Buendía a orillas de un torrente, cuando describió el viaje iniciático que hizo con su madre de vuelta a Aracataca, su pueblo natal.  El lugar donde muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo. Y Macondo se convirtió en el universo latinoamericano.

Juan Carlos Onetti inventó Santa María, a mitad de camino entre Buenos Aires y Montevideo, un paisaje provinciano recostado sobre un río por el que llegaba la balsa. Una colonia de labradores suizos, con una hilera de chalets del otro lado de las vías. Un infinito azul, sobre una iglesia de ladrillos en una plaza desierta.

Jorge Luis Borges inventó la fundación mítica de Buenos Aires lejos del Riachuelo, de los embelecos fraguados en la Boca, en la manzana pareja de Guatemala, Serrano, Paraguay y Gurruchaga, que aún persiste en Palermo. Así, como imaginó Tlön, el punto donde generaciones enteras elaboraron una Enciclopedia que recoge todos los hallazgos sobre un universo idealista.

En una ciudad portuaria frente al Mediterráneo, que podría ser otra, de cualquier tiempo y latitud, oscura y monótona, pero de ritmo frenético, en la que todos sus habitantes sólo piensan en acumular fortuna, Albert Camus, creyendo contar la historia de un pueblo fundado hace once siglos por comerciantes musulmanes, relató un presente eterno:
“… esta muchedumbre dichosa ignoraba lo que se puede leer en los libros, que el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, que puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, que espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los papeles, y que puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa.”

Esta geografía que habitamos seres de carne y hueso que deambulamos entre cuerpos fantasmas con el rostro cubierto por máscaras, como el zapallo de Macedonio Fernández, nunca termina de crecer. Y se hace cosmos. En el descubrimiento del territorio que ocupamos, sólo cuentan nuestros sueños originales. Nuestra patria no es el infierno. Acaso la revelación de otro suelo y otro cielo.
( http://laseñalmedios.com.ar/2020/04/12/territorios/ )
Miguel Núñez es periodista. Fue Vocero Presidencial de Néstor Kircher (2003-2007) y de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2009)

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No todo es lo mismo. La necesidad de racionalizar y explicar nos lleva, a veces, a identificar niveles y actividades. Hay quien piensa que una buena gestión en una institución deportiva conlleva, necesariamente, al éxito. Es saludable creerlo, es probable que las posibilidades se incrementen, pero a veces el balón ingresa en el arco y otras no, más allá de los aciertos directivos. Esto es sólo una aproximación para calentar motores. Para definir algunos criterios. Vamos más lejos.

ARRANQUE. CALENTANDO LOS MOTORES. 



Los recientes textos sobre Pensamiento Nacional, con las consideraciones referidas a Educación y Medios han tenido buena repercusión. Desde diversas vías y opciones se admite que ayudaron a reflexionar sobre temas que perviven y son admitidos cual naturales pero necesitan y deben ser modificados. Sin embargo la circulación de los mismos ha originado en algunas personas bienintencionadas aunque generalizadoras, interpretaciones que involucran a la totalidad del mundo cultural argentino. Y eso puede ser bien injusto.

En algún momento, alguna vez, superaremos este presente de casas trinchera contra el coronavirus. El mundo se abrirá, aún con modificaciones, y muchos argentinos podrán disfrutar de los espectáculos y las creaciones variadas que surgirán por aquí y por allá. Actores y actrices se dirigirán normalmente a los estudios de grabación y a los teatros, se anunciarán recitales y se presentarán nuevas realizaciones cinematográficas; para las salas, para las pantallas chicas, para los soportes web. Pol ka ¿abonará lo adeudado? –más o menos- y los distintos sindicatos la emprenderán sobre las productoras para resarcir lo perdido. Las productoras seguirán exigiendo dinero al Estado. Los creadores desempleados volverán a amontonarse para requerir conchabo; las plazas y los subtes, las esquinas y los pequeños locales verán llegar a los artistas. Nacerán más cooperativas.

Entonces, el debate se relanzará. Cuál debate dirá usted, lector. Los que nos acompañan desde hace rato sentirán, a partir de ahora, un deja vú, un ambiente de familia en los conceptos vertidos.

LAS REALIZACIONES NO SON IDENTIFICABLES CON EL PERIODISMO.


El contraste agudo con los grandes espacios empresariales que dominan la comunicación puede llevar a un gran equívoco: suponer que la producción nacional de contenidos está aplastada conceptual y técnicamente tras la oscuridad macrista; creer que las realizaciones que desde hace un buen tiempo se presentan, sobre todo en la pantalla chica abierta, cable y web, contienen una cultura ajena y son meras reproductoras del esquema tradicional identificado en trazo grueso bajo el apelativo hollywoodense (ahora netflixense o algo así). La identificación del periodismo de guerra con la totalidad de los productos generados por esas mismas empresas reimprimirá en el futuro tal vez cercano, el error. Y de una valuación adecuada de las diferencias depende el decurso  de nuestro mundo del espectáculo.

El blanco negro extremo –aunque justificado por el devenir de los acontecimientos y el accionar de algunos empresarios y protagonistas del rubro- no debería llevarnos a ignorar la persistencia, con saltos de calidad, de una creatividad  bullente y dinámica que al menos en las últimas tres décadas se ha plasmado en una zona espectacular del mundo comunicacional y tiene su origen en el talento de escritores, guionistas, directores, actores, técnicos y productores argentinos. Nuestro país sigue siendo generador de capacidades únicas que no han podido ser opacadas por los intereses reinantes.

Las novelas, las ficciones unitarias, las películas, las obras teatrales y los entretenimientos han mostrado un desarrollo singular, pero la apreciación de los mismos está condicionada al posicionamiento directo frente a la vida política nacional. Esta situación inarmónica conduce a evaluaciones forzadas y a negaciones injustificadas. Por decirlo así nomás: una parte del país considera reaccionarias las realizaciones presentadas desde hace años en los canales 13 – Clarín y 11 – Telefé, mientras otra porción estima propagandísticas las construcciones mostradas en lo que fuera Incaa TV, Encuentro, y Canal 7 – CDA, que antes de la pandemia parecían estar en vías de recuperación.

Nada más equivocado.


El primer bloque está íntimamente ligado al segundo y en muchas ocasiones la argamasa conceptual que facilita las elaboraciones está situada en el mismo caldo de cultivo social, barrial, provincial. En el grueso de las producciones presentadas entre el último lustro de los años 90 y el presente, se visualiza con tono creciente y adecuación tecnológica el talento literario y operativo de nuestro pueblo. La sensibilidad potente de los actores está en línea con la precisión y celeridad de los técnicos; pero no todos ellos quedan entrampados por productores panfletarios o vulgares mercahifles sino que sus esfuerzos suelen ser canalizados con justeza. Hubo excepciones que fueron detectadas y denunciadas; básicamente, un puñado de realizaciones directamente hostiles al movimiento obrero.

La sorpresa que puede surgir en muchos lectores ante estas líneas evidencia la necesidad de repasar el concepto de cultura y mirar en la interioridad con franqueza para hallar una relación entre los anhelos, los deseos, los gustos y los prejuicios propios. Vamos bien lejos: estamos hablando de tiras como Los Simuladores, Gasoleros, Primicias, Campeones, El puntero, Las Estrellas, y de los unitarios y series  concretados al amparo de Contenidos Digitales Abiertos emergentes de los Polos de Comunicación Audiovisual (Signos, La Casa, La Misión, Babylon, Fronteras, Cromo, entre tantas); de Suar y de Tinelli, de Cris Morena y de Carlos Rottemberg, de las búquedas del off y de las carteleras de Avenida Corrientes, de lo que se hizo ayer y de lo que se hace en la actualidad, con la admisión del freno sanitario.

LA MASIVIDAD DE LOS PRODUCTOS NACIONALES


Hasta días antes que Hernán Lombardi asumiera como titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos de la Jefatura de Gabinete de ministros de la oscuridad liberal y barriera con todo, las realizaciones generadas por Contenidos Digitales Abiertos (CDA) habían obtenido seis millones de espectadores –debidamente medidos y registrados-. Aquí sí sucede lo mismo que en materia de espacios periodísticos: los consumidores de CDA, como los de los medios nacional populares, no visualizan su propia masividad porque la guía matriz de lo que “se ve y no se ve” aparece gobernada por los espacios concentrados a través de las medidoras privadas y los programas de espectáculos que ofrecen rebote sólo a los productos indicados por las empresas que controlan sus radios y canales.

La formación liberal de tantos dirigentes y funcionarios “propios” marca la dimensión del dilema: si hoy hablamos con ellos, una gran porción dirá que a nadie interesaban esos contenidos y creerá la versión concentrada de las preferencias de lectores, oyentes y televidentes. Sin embargo, las verificaciones genuinas están a disposición. Así como los medios nacional populares compiten en los primeros lugares de la zona a la cual llegan, las creaciones ligadas al Estado nacional y a los emprendimientos social cooperativos cautivan audiencias multitudinarias … que sólo las mediciones de las Universidades, objetivas, sin direccionamiento previo, están en condiciones de registrar.

Vale, aunque brinda tela para cortar en detalle artístico, involucrar en la observación a la música nacional. Si se dejara la comodidad –también asentada en dualidad tajante- podría admitirse el emerger de autores y músicos extraordinarios en el tango, el rock, el folklore, la cumbia, el hip hop y varias fusiones derivadas. (Acá no se trata de “me gusta esto, no me gusta lo otro”). No vamos a desarrollar el punto, porque amerita análisis específico. (¿Y el fútbol? ¿Qué hacer con él? Pero este rubro, al igual que el musical, merecen consideración aparte)

En secuencia, es preciso realzar además la capacidad organizativa de nuestra gente, pues la redefinición de la Asociación Argentina de Actores, del Satsaid, de Sica, el surgimiento de la Unión de Músicos Independientes y su gran derivación en el Instituto Nacional de la Música, la continuidad de Directores Argentinos Cinematográficos, entre muchas instituciones, contribuye a sostener este argumento.

LOS UNOS Y LOS OTROS, CON MATRICES EQUIVALENTES.


Volvamos a la pelea. El primer bloque, por denominar de algún modo al tándem Clarín – Telefé en materia de realizaciones culturales para el público masivo, suele ser objetado sin mayor hondura por una academia socioloide que caracteriza como triviales las realizaciones y “descubre” en su seno los mensajes del poder: discriminación, machismo, violencia, mercantilismo. Esto no es así. Siempre hay excepciones, pero tales disvalores no han sido introyectados en las obras ni nuestros talentos han cooperado con la difusión de miasmas antipopulares como sí lo han hecho colegas en los espacios periodísticos de esos mismos canales.



Es preciso indicarlo, mucho más allá de los gustos personales (a quien escribe puede interesarle más ver las películas sobre Manzi, Arlt, Walsh, Oesterheld, de CDA y Canal 7 que un espectáculo de baile, pero eso no implica que cada género no deba ser considerado en su rubro): la reiterada condena descargada sobre el show televisivo de Marcelo Tinelli corre el riesgo de anular toda la tradición humorística, comediante y danzarina de nuestro país. Pues los ataques que recibe podrían ser aplicables sin más al Circo Criollo, a Florencio Parravicini, a la vertiente irónica del tango, a la Revista Porteña, a Catita, a La Tuerca, a ciertos tramos de Tato Bores, a Alberto Olmedo, a Francella y al mismísimo Diego Capusotto. Esto lo ha marcado con inteligencia Martín García: el clima generado por Tinelli se basa en el humor de la barra de la esquina, en la calidad de nuestros cantantes y en la destreza de nuestros bailarines.

Existe una equivocación sencilla, trivial, pero extendida y vigorosa. La idea de si tal o cual actor, que en algún momento realizó manifestaciones torpes o antipopulares en entrevistas o redes sociales, trabaja en una obra, la misma amerita rechazo automático.

La contracara se observa en la identificación de una realización cuando la misma es protagonizada por figuras que mediante esas mismas vías manifestaron adhesión a alguna variante peronista. Hay ejemplos claros: la valoración de los filmes de Fernando Pino Solanas fue distinta en los 90, en el kirchnerismo y durante el macrismo. Los mismos trabajos, que ostensiblemente no resultaban modificados en cada tramo, merecían repulsa o adhesión según el posicionamiento político estricto de su autor. Y así desfilaron por los vaivenes de una falsa evaluación cultural teñida de ultra actualidad Florencia Peña o Pablo Echarri, Luis Brandoni o Norma Aleandro, Juan José Campanella o Adolfo Aristarain. Cientos, en realidad. Es claro que (todos) padecimos una confusión entre obra de ficción y periodismo. Es preciso, entonces, ver la viga en el ojo propio y revisar ese arraigado desfasaje.

El segundo bloque es objetado con menor capacidad intelectiva aún. Aunque cueste digerirlo, una parte de la crítica y de un público adormilado, caracteriza a las enormes figuras que aparecieron durante el período previo nacional popular en la pantalla de la Televisión Pública como ñoquis, y ha evaluado que algunas de las realizaciones más importantes resultaron simplemente gastos estatales sin sentido. La oscuridad del pensamiento gorila brilla, paradójicamente, como nunca en estas apreciaciones. La mediocridad de los funcionarios que asumieron tras la derrota del 2015 ha llevado a la anulación de páginas web sencillamente maravillosas en las cuales se narraba buena parte de la historia, las aventuras, los anhelos y las proyecciones de nuestros creadores y a su través, de nuestro pueblo.

En ambos casos, la devaluación de los productos locales determina que los “críticos” se encaminen a la admiración rastrera de las realizaciones anglosajonas, cuando está a la vista su declive con sólo recorrer los canales de películas en el cable. En modo alguno cuestionamos la grandeza de las creaciones cinematográficas, televisivas, musicales del Norte; sólo señalamos que el macartismo y la preeminencia financiera han sumido en la censura varias generaciones de escritores, directores, intérpretes estadounidenses; hoy, a la hora de lanzarse a la gestación, tienen un mundo de agentes de inteligencia investidos como productores en derredor, advirtiendo sobre lo que se puede hacer o no en un nivel industrial que sigue originando cantidad sin anverso.



LO QUE PASÓ, LO QUE ESTUVO POR PASAR Y LO QUE VIENE.


Entre 2003 y 2015 la Argentina estuvo por dar el gran salto que la reposicionaba, con creces y volumen expandido, entre las grandes potencias elaboradoras de contenidos en materia comunicacional. El posterior ajuste liberal instalado en todas las áreas perjudicó ese camino y pretendió anularlo. Se asentó en la opinión del idiota que encarna Jorge Lanata, al sostener “¿quién ve esas cosas, a quién le interesa?”, como si esa fuera la premisa con la cual Ferreyra, Del Carril o Favio se hubieran adentrado en el puntapié inicial de una obra. Pero la vibración y la capacidad del talento nacional resultaron tan intensas que no se consiguió ese objetivo miserable.

Apenas semanas antes de redactar estas líneas seguían desplegándose magníficos creadores en todos los espacios. Vino el parate conocido; veremos cómo se desarrollan las cosas. De hecho, hoy mismo, en las pantallas habituales y en algunas webs, quedan rastros de esa época en ciernes que se negó a retirarse. Cuidémonos de encasillar y prejuzgar las realizaciones culturales nacionales porque de su próximo relanzamiento, en un nuevo tramo de la Argentina justa libre y soberana, tendrán una función trascendente que cumplir. Lamentamos indicarlo de este modo, pero nuestro gremio es el que se encuentra en la picota y ha enlodado al conjunto del mundo comunicacional argentino. Las empresas se jugaron a fondo por la mentira y eso tiñe la mirada. Pero la comunicación es mucho más que el ejercicio de este hermoso oficio, el periodismo.

 El factor que los funcionarios y dirigentes “propios”, así como numerosos adherentes a la causa nacional no logran percibir es que salvo excepciones, los realizadores son los mismos en los terrenos estatal, social y privado. En el mundo comunicacional nadie cree seriamente que los  iluminadores poseen distintas capacidades si laboran en tal o cual producción. Y así siguiendo con todos los oficios, incluidos los actorales. Pero además, la concreción de la obra no puede prescindir, en ningún caso, de los códigos que cautivan la atención del público: si se observa la tensión de varias series de CDA no se extrañará ninguna intensidad habitualmente considerada característica de los emprendimientos “comerciales”. La expresión “las obras que hacemos son aburridas” habla más de la estrechez cerebral de quien formula la frase que de la realidad. 

¿Qué director, qué actor, qué guionista –bajo cualquier contrato- desea realizar algo que carezca de interés para quienes están delante de la pantalla?

A partir de reconocer estos valores, estas creaciones, es posible debatir modos organizativos más precisos. Cuál será el rol del Estado en el impulso cultural, cómo se evidenciará el espacio del sector cooperativo, dónde estará el énfasis del Incaa para ofrecer su respaldo, qué tipo de formación cultural y general recibirán los nuevos creadores. Qué hacer para equilibrar la difusión en radios y canales. Cómo pergeñar los delicados enlaces con webs y redes. Y de qué modo ingresar a un mercado internacional distinto, en apariencia copado pero con agujeros ostensibles.

Entre otras cosas, La cultura argentina es potentísima y atractiva. Multifacética. No volverá a nacer; sigue viva.
( http://laseñalmedios.com.ar/2020/04/12/masividad-prejuicios-mercado-estado-sobre-la-dinamica-de-la-creacion-nacional/)

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Desde hace más de un siglo, la rigurosidad científica quedó atada a la hiperprecisión. Las Ciencias Sociales han estado fuertemente influenciadas por el paradigma dominante de la Mecánica, asumiendo que casi siempre puede existir una relación precisa y, por tanto, previsible, entre muchas variables que interactúan entre sí. La certidumbre en el comportamiento de todas las aristas posibles en torno al objeto de estudio es premisa fundamental para llevar a cabo cualquier análisis implacable. De hecho, cuando la incertidumbre aparece, el marco teórico hegemónico en Economía, el neoclásico, presupone escenarios ciertos para resolver la ecuación. Una fórmula muy habitual es el uso desmesurado del ceteris paribus, todo lo demás constante, asumiendo así que muchas variables no alteran su comportamiento ante cualquier fenómeno que se produzca. Y no sólo ocurre esto en la Economía. También en otras Ciencias Sociales, como la Teoría política y la Sociología, se acude a métodos similares para eliminar la mínima distorsión que genere lo incierto. Un buen ejemplo de ello es la Teoría de la elección racional.

Sin embargo, estamos en un mientras tanto en el que no tenemos certezas y, en consecuencia, hay pocas posibilidades de ser preciso. Se buscan infinitas maneras de calcular el verdadero número de contagiados, pero son todas aproximaciones y estimaciones en base a múltiples hipótesis. Todas ellas han sido actualizadas constantemente porque el margen de error es demasiado amplio como para ser consideradas como válidas.

Ni siquiera podemos tener certidumbre del número real de fallecidos por Covid-19 (cada país tiene su propio protocolo para contabilizarlo). Tampoco somos capaces de tener certezas sobre la duración de esta pandemia. No se conoce a ciencia cierta el momento en el que llegará la vacuna; y aún no sabemos si los métodos paliativos para tratar este virus son eficaces al 100%. 

 

En el ámbito económico, no conocemos con exactitud el impacto de la pandemia. Son múltiples los organismos internacionales especializados en esta temática que realizan sus cálculos sobre efecto en el PIB, la pobreza, la producción mundial, la actividad comercial o el empleo. Y todos ellos van constantemente actualizando el valor porque es imposible prever el alcance de la pandemia a medida que avanzan los días. Por ejemplo, la OIT hace dos semanas estimaba que el coronavirus pondría en riesgo hasta 25 millones de empleos y, en cambio, su balance a día ya habla de 195 millones de empleos perdidos a tiempo completo.

Algo similar pasa y pasará aún más con todo análisis geopolítico, político y sociológico. Lo que ayer fuera negativo, hoy podría ser considerado positivo. En clave geopolítica, véase la mutante valoración de China, que pasó de ser el “culpable” a hoy ser el “ejemplo”. Así está sucediendo en cada asunto fundamental de nuestras vidas. Germinan infinitas dudas e incertidumbres acerca la evolución de nuestra valoraciones y sentidos comunes resultantes en torno a: (i) el rol de Estado, (ii) lo público y lo colectivo frente a lo privado y lo individual, (iii) los liderazgos vencedores, (iv) las nuevas fórmulas democráticas que podrían aparecer, (v) el autoritarismo presidencialista, (vi) los dilemas éticos basados en la relación intergeneracional, (vii) la globalización resultante, (viii) la exaltación de los nacionalismos, (xix) las relaciones internacionales y el orden geopolítico, (x) la antipolítica y la revalorización de expertos y científicos, (xi) el límite de la comunicación ante la ineficacia en la gestión, (xii) el papel de los organismos internacionales, (xiii) la preferencia por un mayor proteccionismo, (xiv) la moral ciudadana y, (xv) la libertad como derecho ante la necesidad de ser controlados para aminorar los efectos de la pandemia.

Todo es verdaderamente incierto e impreciso. Tanto así que estamos en una situación genuina en la Historia: Sociedad y Estado, por el instinto de la vida, paralizan en parte a las fuerzas económicas del capitalismo. Esto perturba el orden económico global, sin saber absolutamente nada, a ciencia cierta, de cuál será el resultado en los próximos meses. Las especulaciones son continuas por parte de políticos, periodistas, intelectuales y científicos. La mayoría tiene sus propios sustentos teóricos y argumentos muy legítimos para interpretar este complejo presente y realizar predicciones sobre el futuro inmediato. El debate es bienvenido y necesario, pero seguramente sería fructífero si asumiéramos la única variable que podemos contar como cierta: estamos en plena época de incertidumbre, en la que forzar a ser hiperpreciso nos llevaría a un camino contraproducente.

Es por ello que, quizás, se abra una nueva época, presente y futura, para introducir un marco referencial en el que la incertidumbre y la imprecisión estén presentes en nuestro intento de estudiar lo que nos pasa y pasará como sociedad. En este sentido, es más que recomendable acudir al trabajo de Silvio Funtowicz y Jerome Ravetz, Science for the Post-normal Age, en la revista Futures, en el que realmente explican la necesidad de trabajar con otro enfoque, de la Ciencia Postnormal, para lograr analizar y tomar decisiones cuando los factores son inciertos, hay mútiples valores en disputa y los riesgos son altos.
Alfredo Serrano Mancilla es doctor en Economía y director CELAG

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El déficit fiscal se profundizará en los próximos meses como consecuencia directa de la menor recaudación por la caída de la actividad, las eximiciones impositivas a diversos sectores y los paliativos otorgados por el gobierno para atravesar la crisis económica desatada por el coronavirus. En ese contexto se instala la posible creación de un nuevo impuesto al patrimonio que está elaborando la bancada oficialista en Diputados para solventar la compra de insumos, equipamiento médico y demás gastos urgentes en el sistema sanitario.
Por ahora, el alcance del tributo es difuso, aunque correría por cuerda separada del ya existente impuesto a los bienes personales. La idea del oficialismo es que sea un aporte por única vez y que lo hagan "los que tienen muchísimo patrimonio o han ganado muchísima plata", según graficó el diputado Carlos Heller, quien está a cargo de la redacción del proyecto. En ese grupo podrían caer grandes fortunas personales y corporaciones, bancos, laboratorios y cadenas de supermercados que se vieron beneficiadas ampliamente durante el macrismo.



Tampoco se sabe el monto a partir del cual se fijará el gravamen. "Estamos armando una base de datos con los patrimonios de las personas jurídicas y físicas, cuáles fueron sus ganancias, y ahí veré dónde hay que poner la raya para definir quién debería pagar y quién no. Va a ser una raya suficientemente alta para que afecte a muy pocas personas físicas y jurídicas, y que la mayoría de la gente no tenga nada que ver con esto", afirmó Heller.

Entre las personas físicas afectadas, de seguro estarán los que entraron en el último ranking anual de la revista Forbes como "billionaires" o poseedores de fortunas superiores a los 1000 millones de dólares. Los cinco argentinos que allí figuran son Paolo Rocca, de Techint (U$S 3300 millones); Alejandro Bulgheroni, de Pan American Energy (U$S 2700 millones); Marcos Galperin, de Mercado Libre (U$S 2400 millones); Alberto Roemmers, de la industria farmacéutica (U$S 2300 millones); y Gregorio Pérez Companc, que dejó en manos de sus hijos el holding alimenticio Molinos Río de la Plata (U$S 1700 millones). Por una u otra razón, todos ellos mantienen diferencias con el gobierno. El episodio más reciente fue el de Rocca, quien desafió el decreto oficial de prohibición de despidos y en plena pandemia echó de su empresa a 1450 trabajadores.

Por supuesto que la eventual norma no estaría dirigida a cada uno de ellos en particular, lo cual sería inconstitucional. Lo que se busca es "una mayor progresividad en lo que es la política tributaria y de recaudación", justificó la titular de la Afip, Mercedes Marcó del Pont, en declaraciones a Radio con Vos.

Arcas fiscales flacas


Lo cierto es que cualquier nuevo ingreso vendría bien para un fisco que está sintiendo de lleno el impacto de las últimas medidas. Durante marzo, mes en el que el confinamiento obligatorio rigió sólo en los últimos 12 días, la Afip recaudó $ 490 mil millones, un 36,2% más que en el mismo mes del año pasado pero unos $ 50 mil millones menos que si los ingresos hubieran crecido al mismo ritmo de la inflación. El IVA impositivo, considerado un parámetro válido de la actividad porque se aplica sobre las ventas de bienes y servicios, cayó un 20% en términos reales. En abril, se estima, la pérdida va a ser todavía superior.


Además de los gastos para mantener la demanda, como el Ingreso Familiar de Emergencia y los Repro para ayudar a que las empresas puedan pagar los salarios, muchos de los recursos con que podría contar el Estado ingresarán más tarde de lo previsto. Por ejemplo, las contribuciones patronales: la Afip permitió diferimientos de dos meses y reducciones de hasta el 95% a las empresas más afectadas por la cuarentena. El banco de inversión JP Morgan estimó que durante 2020 el déficit fiscal podría trepar al 5,2% del PBI. «

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La crisis adquiere una velocidad que no tolera respuestas a medias tintas”, señalaron en un mensaje unitario más de 50 organizaciones gremiales de las distintas centrales. Demandaron “determinación y acciones concretas” contra las empresas que privilegian sus intereses y desconocen los decretos de emergencia y la legislación laboral “transformándolos en letra muerta”.

Entre los firmantes del pronunciamiento se contaron aceiteros de la FTCIODyARA, portuarios de FeMPINRA, estatales de ATE, ceramistas de FOCRA, gráficos de la FGB, judiciales de la FJA, químicos de FESTIQyPRA, universitarios de la CONADU Histórica, trabajadores de la energía de la FeTERA , de la prensa del SIPREBA y CISPREN y profesionales de la salud de la FESPROSA, entre muchos otras organizaciones gremiales. También se sumaron la recientemente formada UTEP de los trabajadores de la economía popular, y en el mismo registro el Movimiento Barrios de Pie y la Federación Nacional Territorial FeNaT.

Compartimos el documento:

Nadie se salva solo




La clase trabajadora y sus organizaciones nos enfrentamos a una doble amenaza: el Covid-19 y sus consecuencias en la economía real, profundizando una crisis mundial que crece al ritmo de la pandemia.

Desde el comienzo de la emergencia sanitaria, muchos y muchas nos vimos obligados a trabajar en los puertos, en las industrias agro-exportadoras, en las alimenticias, los hospitales, la comunicación y el transporte, entre otras actividades exceptuadas del aislamiento social obligatorio. Allí nos encontramos con la falta de protocolos oficiales de higiene y seguridad en los procesos productivos, a lo que se suma el debilitamiento de los resortes del Estado que deben velar por el efectivo cumplimiento de la normativa laboral.

Los Ministerios de Trabajo y de Salud, tanto nacional como provincial, no llegan dentro de las fábricas y de los lugares de trabajo, donde los trabajadores y trabajadoras sólo cuentan con la representación sindical, allí donde la hay. Es el sindicato organizado la más efectiva defensa ante los riesgos de la pandemia y ante las empresas que priorizan su rentabilidad a la salud de los trabajadores y de la sociedad. La organización sindical, junto a las comisiones internas y los cuerpos de delegados, actúan hoy como verdaderos controles ante la prepotencia patronal, pese a la limitación de ciertas actividades sindicales que dispuso el Ministerio de Trabajo.

 Distinta es la suerte de aquellos trabajadores y trabajadoras que se encuentran cumpliendo con el aislamiento obligatorio, para los cuales los empresarios conocen y repiten una vieja receta: la reducción salarial o el despido. Las medidas tomadas por el Gobierno Nacional para proteger el empleo y el salario parecieran no aplicarse a un gran sector del empresariado que despide, suspende y rebaja salarios, desconociendo los decretos de emergencia y la legislación laboral, transformándolos en letra muerta.

Esa ha sido la reacción de algunos de los empresarios más poderosos del país ante la decisión del Gobierno Nacional de priorizar la salud sobre la economía. Durante los últimos cuatro años, e inclusive antes, hay sectores que han sido los grandes ganadores del modelo. Compañías eléctricas, gasíferas, agroexportadoras, concesionarias de peaje, bancos, han acumulado grandes ganancias y no han hecho ningún aporte en la emergencia. No desconocemos tampoco los problemas que la crisis y la paralización de la actividad económica generan en pequeñas y medianas empresas, pero eso no puede derivar en la vieja receta de asociar a los trabajadores a las pérdidas.
De seguir así, las medidas que buscan proteger a los trabajadores sólo quedarán como un catálogo de buenas intenciones, y todos los esfuerzos del PEN no podrán evitar una mayor profundización de la crisis.

Los sindicatos, el Estado, la sociedad en su conjunto no podemos permitir que las consecuencias de la crisis recaigan sobre las espaldas de los trabajadores y trabajadoras. Por ello exigimos la intensificación de la intervención del Estado en la protección del trabajo, conforme el mandato constitucional.
Cada trabajador que pierde su empleo, cada salario recortado, es un herida más en el tejido social que produce un daño que puede ser irreparable.

Deben tomarse acciones concretas con quienes despiden, suspenden y rebajan salarios, con aquellos que especulan con las necesidades de la sociedad para sacar una mayor ventaja, deben ser sancionados e intervenidos.

Las empresas deben implementar todas las medidas necesarias para garantizar la salud, siendo impostergable la participación del Estado que posee la capacidad y tiene la obligación de velar por la integridad psicofísica de los trabajadores, reconociéndose el COVID-19 como enfermedad profesional.
Existen sectores de la clase trabajadora que como monotributistas o bajo el régimen de trabajadores autónomos viven de su trabajo, son obreros y empleados que sostienen sus familias con su labor diaria, que necesitan afrontar esta emergencia con un salario garantizado, independientemente de las categorías tributarias que se les han impuesto.

Del mismo modo es necesario atender a aquellos trabajadores y trabajadoras de la economía popular, ampliando la cobertura, no solo aumentando los beneficiarios sino también extendiéndola en el tiempo ya que, superada la parte más aguda de la pandemia, continuarán sufriendo en mayor medida sus consecuencias.

Sabemos que no es tarea fácil romper con un modelo económico mundial que hace más de 40 años descansa sobre las finanzas y el capital ficticio, en una burbuja cada vez más alejada de la realidad económica, pero la crisis adquiere una velocidad que no tolera respuestas a medias tintas. Las acciones que se tomen para combatirla no pueden estar signadas por la ortodoxia y el capital financiero, que empujan a descargar sobre el trabajo todas sus consecuencias.

Somos los trabajadores los que creamos la riqueza del mundo, y muchas de las organizaciones que suscribimos la presente representamos a quienes siguen trabajando todos los días para garantizar la salud, la alimentación, el transporte, la exportación, entre otros servicios importantes no sólo para esta emergencia sanitaria sino para la economía del país, convencidos del lugar histórico que ocupamos. Pretendemos que en este contexto el Estado intervenga con determinación y medidas concretas frente a las empresas que no se expresan con el mismo compromiso, privilegiando sus intereses por sobre los del resto de la sociedad.
12 de abril de 2020

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El Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) de $ 10.000 alcanzará "en una primera etapa" a 7.854.316 beneficiarios, anunció este lunes el titular del ANSES, Alejandro Vanoli, lo que supone un aporte del Estado de casi $80

En una conferencia en Casa de Gobierno, el funcionario precisó que el bono de emergencia ya fue percibido por 2.400.000 personas. "Son un total de 7.854.816 que van a cobrar los 10.000 pesos de ingreso familiar", afirmó, y añadió que desde el organismo están solicitando "los datos de las cuentas bancarias para los que tienen que cobrar este beneficio".


En el mensaje, Vanoli realizó un resumen de la inscripción de este bono de emergencia duplicó la demanda estimada. Al lanzar esta medida para sostener al economía en medio de la pandemia, el gobierno esperaba llegar a entre 3,6 y 4 millones de familias, pero la demanda superó esas expectativas.

Por ello, como adelantó el titular de ANSES, el 22 de abril se abrirá una nueva inscripción para los que quedaron afuera. según los cálculos del organismo unas 9.672.443 personas se registraron para recibir el IFE , sin contar a los beneficiarios de AUH y AUE.

En tanto, confirmó que los pagos del Ingreso Familiar de Emergencia se comenzarán a acreditar a partir del martes 21 de abril y hasta el 5 de mayo inclusive. Las acreditaciones se realizarán todos los días hábiles del período indicado en las cuentas bancarias aportadas por los titulares del beneficio extraordinario.

El orden de acreditaciones se hará por número de DNI: el 21 de abril cobrarán los terminados en 0; el 22, los terminados en 1; el 23, los 2; el 24, los 3; el 27, los terminados en 4; el 28, los 5; el 29, los 6 y el 30, los finalizados en 7.

Tras el fin de semana largo del viernes 1 de mayo, las acreditaciones en las cuentas se retomarán el 4 de mayo, fecha en la que cobrarán los titulares con DNI terminados en 8 y, finalmente, el 5 de mayo los que terminen en 9.

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Está inédita realidad no hace mas que visibilizar las mismas tensiones que nos invaden entre temores o amores en tiempos de pandemia globalizada, lo que de otras formas se manifiesta en la sociedad argentina y en las formas de globalización que impone el neolilberalismo en el planeta, en tiempos de menos urgencia sanitaria …

Es que las tensiones solo demuestran el grado de precariedad con el que concebimos las formas y estructuras sociales que generan la ilusión de alguna seguridad o la conservación de privilegios que rara vez se producen de formas colectivas sino mas bien por la apropiación en el ejercicio de algún poder, de unos sectores minoritarios sobre otros mayoritarios que divididos y fragmentados aceptan el relato del poder como propio y sostienen en el deseo de alcanzar a aquellos, el sistema de opresión que les aliena e impide mejores calidades de vida.

Un ejemplo lo dan por estos dias, lo bancos y el sector financiero en general.

A pesar de las directivas del BCRA que obligan tanto a los bancos estatales como a los privados a asistir a las pymes a través de créditos con tasa subsidiada al 24%, la mayoría de las entidades financieras no han acatado la orden de la entidad monetaria y dilatan la ayuda. Solo algunos bancos privados han salido a brindar ayuda a través de los préstamos a tasa subsidiada.

En la situación actual, con sus líneas de producción estancadas por la pandemia, las pequeñas y medianas empresas han entrado en un cuello de botella del que difícilmente puedan salir sin la ayuda del Estado. A la imposibilidad de producir se las ha sumado el corte en la cadena de pagos lo que provoca una profunda insolvencia en sus cajas. Esta incapacidad de poder cobrar sus deudas en tiempo y forma tiene como contraprestación la imposibilidad en el pago de los haberes de sus empleados. En definitiva, los más perjudicados, el último eslabón en la cadena, el más débil. Por eso el estado salió al rescate con los créditos blandos que absorbería en pago de haberes de 3,5 millones de empleados.

Ante las consultas en los distintos bancos las pymes siguen recibiendo respuestas ambiguas como que “todavía no están implementadas las garantías necesarias para el otorgamiento” de los créditos. Además, en muchos casos se les exige la presentación de documentación para calificar (balances, ventas post balance, posiciones de i.v.a, etc.) cuando según la normativa vigente no es necesario tener avales ya que el respaldo es a través del Estado. Al respecto Guillermo Merediz, secretario de la Pequeña y Mediana empresa de la Nación dio su parece ante la situación: “al sector de la banca privada le ha costado bastante al principio. Estos últimos días empezó a poner en marcha la línea de financiamiento, pero hay que remarcar la responsabilidad para poner el hombro en una situación tan compleja”.


Sin embargo, ya han pasado varios días desde la implementación de la línea de préstamos subsidiados por el BCRA y los bancos aún no exhiben la propuesta en sus páginas web, sitio muy utilizado en estos tiempos para las transacciones por parte de las pymes. Según fuentes consultadas solo podrán acceder a estos créditos “las empresas que paguen la nómina de haberes de sus empleados a través de cajas de ahorros” y los montos a financiar estarán en “relación directa con la masa salarial que la empresa paga por mes más un 40% más por cargas sociales”.

Con la apertura comercial al público puesta en marcha hoy por decisión del presidente, Alberto Fernández, se estima que los bancos tendrán muchas más consultas respecto de los préstamos al 24%.

Entonces se verá si las entidades bancarias acataron el mandato del gobierno para solventar a las pymes o si será el momento de intervenir en el sector financiero para evitar el quiebre de las empresas y la situación angustiante de sus empleados.

Es tiempo de solidaridad aunque muchos insisten en las bondades del libre mercado pese a que esta claro que en tiempos de necesidades, sin un Estado presente y proactivo, cualquier orden social pierde humanidad y capacidad de desarrollo y cualquier libre mercado se derrumba.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack



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