Martes 14 de abril de 2020
TERRITORIOS
Italo Calvino inventó cincuenta
y cinco ciudades invisibles con nombre de mujer, en los vastos
dominios de Kublai Kan. El emperador de los tártaros escuchó el
relato del viajero Marco Polo sobre los pueblos de la memoria, el
deseo y los signos. Las comarcas sutiles. De los intercambios, los
ojos, los nombres, los muertos y el cielo. Continuas y escondidas.
Reales o imaginarias. Sus propios sueños anclados en la Venecia de
la que partió en busca del camino de la seda.
Platón inventó la Atlántida,
una isla en medio del océano, creada de la unión entre Poseidón y
la mortal Cleito, de la que nacieron cinco pares de gemelos varones
de linaje real. Tan rica y tan grande como Libia y Asia juntas. El
sitio en que los griegos de Atenas y un pueblo desconocido que vivía
más allá de las columnas de Hércules libraron una guerra. Una
civilización no tan lejana y el breve período de un imperio,
transitando el destino final de los hombres.
Miguel de Cervantes Saavedra
inventó hace cuatro siglos un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no
quiso acordarse, a treintaiún kilómetros en verano y veintidós en
invierno, a lomo de burro, en el entorno del Campo de Montiel.
Durante ocho días Alonso Quijano buscó como nombrarse a sí mismo
y, al cabo, el Caballero de la Triste Figura, el Caballero de los
Leones, vino a llamarse Don Quijote de la Mancha, para declarar vivo
su linaje y honrar a su patria.
Tomás Moro inventó Amaurota,
inspirado en el itinerario marítimo de Américo Vespucio alrededor
del planeta. Una pequeña metrópoli en la isla de Utopía, hasta
donde llegó Rafael Hitlodeo en la búsqueda de una sociedad sin
muros, sin propiedad privada, ni ejércitos, muy diferente a las de
la Europa medieval, muy distinta a las de nuestros días.
William Faulkner inventó la
tierra divina de Yoknapatawha, agua que fluye lentamente sobre la
pradera, un condado al noroeste de Mississippi de seis mil doscientos
kilómetros cuadrados, flanqueado al sur por el río del mismo
nombre, y al norte por el Tallahatchie, con la mitad de su territorio
cubierto por bosques de pinos. En el lugar en que Lena Grove dio a la
luz a su hijo, para luego emprender la búsqueda del hombre que la
dejó embazada. Con la luz de agosto brillante en un mundo lleno de
horrores.
Alejo Carpentier inventó Santa
Mónica de los Venados, una ciudad separada del mundo, fundada en
medio de la selva amazónica por El Adelantado, a la que sólo es
posible llegar remontando el río Orinoco atravesando tormentas. Un
viaje a través del tiempo. Un signo grabado en la corteza de un
árbol, en el lugar en que se separan las aguas, una densa vegetación
después de navegar un estrecho corredor, la puerta de entrada a un
universo primitivo donde los días ya no cuentan. Y el cielo es único
como en el Paraíso.
Juan Rulfo inventó Comala, el
origen geográfico de la desgracia de Juan Preciado, un poblado de
murmullos y voces gastadas, de ecos del pasado, de fantasmas y
sombras. Un pueblo muerto en el que sólo habitaban ánimas, las uvas
se negaban muriendo sin fruto, y los naranjos tenían el sabor agrio
de la amargura. Donde murió Pedro Páramo, solo, sentado en el
equipal, desmoronándose como un montón de piedras.
Gabriel
García Márquez inventó Macondo, el poblado que fundó José
Arcadio Buendía a orillas de un torrente, cuando describió el viaje
iniciático que hizo con su madre de vuelta a Aracataca, su pueblo
natal. El lugar donde muchos
años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel
Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su
padre lo llevó a conocer el hielo. Era entonces una aldea de 20
casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de
aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas,
blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan
reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas
había que señalarlas con el dedo.
Y Macondo se convirtió en el universo latinoamericano.
Juan Carlos Onetti inventó Santa
María, a mitad de camino entre Buenos Aires y Montevideo, un paisaje
provinciano recostado sobre un río por el que llegaba la balsa. Una
colonia de labradores suizos, con una hilera de chalets del otro lado
de las vías. Un infinito azul, sobre una iglesia de ladrillos en una
plaza desierta.
Jorge Luis Borges inventó la
fundación mítica de Buenos Aires lejos del Riachuelo, de los
embelecos fraguados en la Boca, en la manzana pareja de Guatemala,
Serrano, Paraguay y Gurruchaga, que aún persiste en Palermo. Así,
como imaginó Tlön, el punto donde generaciones enteras elaboraron
una Enciclopedia que recoge todos los hallazgos sobre un universo
idealista.
En una ciudad portuaria frente al
Mediterráneo, que podría ser otra, de cualquier tiempo y latitud,
oscura y monótona, pero de ritmo frenético, en la que todos sus
habitantes sólo piensan en acumular fortuna, Albert Camus, creyendo
contar la historia de un pueblo fundado hace once siglos por
comerciantes musulmanes, relató un presente eterno:
“…
esta
muchedumbre dichosa ignoraba lo que se puede leer en los libros,
que el
bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, que puede
permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, que
espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas,
los pañuelos y los papeles, y que puede llegar un día en que la
peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus
ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa.”
Esta geografía que habitamos
seres de carne y hueso que deambulamos entre cuerpos fantasmas con el
rostro cubierto por máscaras, como el zapallo de Macedonio
Fernández, nunca termina de crecer. Y se hace cosmos. En el
descubrimiento del territorio que ocupamos, sólo cuentan nuestros
sueños originales. Nuestra patria no es el infierno. Acaso la
revelación de otro suelo y otro cielo.
(
http://laseñalmedios.com.ar/2020/04/12/territorios/ )
Miguel
Núñez es periodista. Fue Vocero Presidencial de Néstor Kircher
(2003-2007) y de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2009)
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No todo es lo mismo. La necesidad
de racionalizar y explicar nos lleva, a veces, a identificar niveles
y actividades. Hay quien piensa que una buena gestión en una
institución deportiva conlleva, necesariamente, al éxito. Es
saludable creerlo, es probable que las posibilidades se incrementen,
pero a veces el balón ingresa en el arco y otras no, más allá de
los aciertos directivos. Esto es sólo una aproximación para
calentar motores. Para definir algunos criterios. Vamos más lejos.
ARRANQUE. CALENTANDO LOS MOTORES.
Los recientes textos sobre
Pensamiento Nacional, con las consideraciones referidas a Educación
y Medios han tenido buena repercusión. Desde diversas vías y
opciones se admite que ayudaron a reflexionar sobre temas que
perviven y son admitidos cual naturales pero necesitan y deben ser
modificados. Sin embargo la circulación de los mismos ha originado
en algunas personas bienintencionadas aunque generalizadoras,
interpretaciones que involucran a la totalidad del mundo cultural
argentino. Y eso puede ser bien injusto.
En algún momento, alguna vez,
superaremos este presente de casas trinchera contra el coronavirus.
El mundo se abrirá, aún con modificaciones, y muchos argentinos
podrán disfrutar de los espectáculos y las creaciones variadas que
surgirán por aquí y por allá. Actores y actrices se dirigirán
normalmente a los estudios de grabación y a los teatros, se
anunciarán recitales y se presentarán nuevas realizaciones
cinematográficas; para las salas, para las pantallas chicas, para
los soportes web. Pol ka ¿abonará lo adeudado? –más o menos- y
los distintos sindicatos la emprenderán sobre las productoras para
resarcir lo perdido. Las productoras seguirán exigiendo dinero al
Estado. Los creadores desempleados volverán a amontonarse para
requerir conchabo; las plazas y los subtes, las esquinas y los
pequeños locales verán llegar a los artistas. Nacerán más
cooperativas.
Entonces, el debate se relanzará.
Cuál debate dirá usted, lector. Los que nos acompañan desde hace
rato sentirán, a partir de ahora, un deja vú, un ambiente de
familia en los conceptos vertidos.
LAS REALIZACIONES NO SON IDENTIFICABLES CON EL PERIODISMO.
El
contraste agudo con los grandes espacios empresariales que dominan la
comunicación puede llevar a un gran equívoco: suponer que la
producción nacional de contenidos está aplastada conceptual y
técnicamente tras la oscuridad macrista; creer que las realizaciones
que desde hace un buen tiempo se presentan, sobre todo en la pantalla
chica abierta, cable y web, contienen una cultura ajena y son meras
reproductoras del esquema tradicional identificado en trazo grueso
bajo el apelativo hollywoodense (ahora netflixense o algo así). La
identificación del periodismo de guerra con la totalidad de los
productos generados por esas mismas empresas reimprimirá en el
futuro tal vez cercano, el error. Y de una valuación adecuada de las
diferencias depende el decurso de nuestro mundo del
espectáculo.
El blanco negro extremo –aunque
justificado por el devenir de los acontecimientos y el accionar de
algunos empresarios y protagonistas del rubro- no debería llevarnos
a ignorar la persistencia, con saltos de calidad, de una creatividad
bullente y dinámica que al menos en las últimas tres décadas se ha
plasmado en una zona espectacular del mundo comunicacional y tiene su
origen en el talento de escritores, guionistas, directores, actores,
técnicos y productores argentinos. Nuestro país sigue siendo
generador de capacidades únicas que no han podido ser opacadas por
los intereses reinantes.
Las novelas, las ficciones
unitarias, las películas, las obras teatrales y los entretenimientos
han mostrado un desarrollo singular, pero la apreciación de los
mismos está condicionada al posicionamiento directo frente a la vida
política nacional. Esta situación inarmónica conduce a
evaluaciones forzadas y a negaciones injustificadas. Por decirlo así
nomás: una parte del país considera reaccionarias las realizaciones
presentadas desde hace años en los canales 13 – Clarín y 11 –
Telefé, mientras otra porción estima propagandísticas las
construcciones mostradas en lo que fuera Incaa TV, Encuentro, y Canal
7 – CDA, que antes de la pandemia parecían estar en vías de
recuperación.
Nada más equivocado.
El primer bloque está
íntimamente ligado al segundo y en muchas ocasiones la argamasa
conceptual que facilita las elaboraciones está situada en el mismo
caldo de cultivo social, barrial, provincial. En el grueso de las
producciones presentadas entre el último lustro de los años 90 y el
presente, se visualiza con tono creciente y adecuación tecnológica
el talento literario y operativo de nuestro pueblo. La sensibilidad
potente de los actores está en línea con la precisión y celeridad
de los técnicos; pero no todos ellos quedan entrampados por
productores panfletarios o vulgares mercahifles sino que sus
esfuerzos suelen ser canalizados con justeza. Hubo excepciones que
fueron detectadas y denunciadas; básicamente, un puñado de
realizaciones directamente hostiles al movimiento obrero.
La sorpresa que puede surgir en
muchos lectores ante estas líneas evidencia la necesidad de repasar
el concepto de cultura y mirar en la interioridad con franqueza para
hallar una relación entre los anhelos, los deseos, los gustos y los
prejuicios propios. Vamos bien lejos: estamos hablando de tiras como
Los Simuladores, Gasoleros, Primicias, Campeones, El puntero, Las
Estrellas, y de los unitarios y series concretados al amparo de
Contenidos Digitales Abiertos emergentes de los Polos de Comunicación
Audiovisual (Signos, La Casa, La Misión, Babylon, Fronteras, Cromo,
entre tantas); de Suar y de Tinelli, de Cris Morena y de Carlos
Rottemberg, de las búquedas del off y de las carteleras de Avenida
Corrientes, de lo que se hizo ayer y de lo que se hace en la
actualidad, con la admisión del freno sanitario.
LA MASIVIDAD DE LOS PRODUCTOS NACIONALES.
Hasta
días antes que Hernán Lombardi asumiera como titular del Sistema
Federal de Medios y Contenidos Públicos de la Jefatura de Gabinete
de ministros de la oscuridad liberal y barriera con todo, las
realizaciones generadas por Contenidos Digitales Abiertos (CDA)
habían obtenido seis millones de espectadores –debidamente medidos
y registrados-. Aquí sí sucede lo mismo que en materia de espacios
periodísticos: los consumidores de CDA, como los de los medios
nacional populares, no visualizan su propia masividad porque la guía
matriz de lo que “se ve y no se ve” aparece gobernada por los
espacios concentrados a través de las medidoras privadas y los
programas de espectáculos que ofrecen rebote sólo a los productos
indicados por las empresas que controlan sus radios y canales.
La formación liberal de tantos
dirigentes y funcionarios “propios” marca la dimensión del
dilema: si hoy hablamos con ellos, una gran porción dirá que a
nadie interesaban esos contenidos y creerá la versión concentrada
de las preferencias de lectores, oyentes y televidentes. Sin embargo,
las verificaciones genuinas están a disposición. Así como los
medios nacional populares compiten en los primeros lugares de la zona
a la cual llegan, las creaciones ligadas al Estado nacional y a los
emprendimientos social cooperativos cautivan audiencias
multitudinarias … que sólo las mediciones de las Universidades,
objetivas, sin direccionamiento previo, están en condiciones de
registrar.
Vale,
aunque brinda tela para cortar en detalle artístico, involucrar en
la observación a la música nacional. Si se dejara la comodidad
–también asentada en dualidad tajante- podría admitirse el
emerger de autores y músicos extraordinarios en el tango, el rock,
el folklore, la cumbia, el hip hop y varias fusiones derivadas. (Acá
no se trata de “me gusta esto, no me gusta lo otro”). No vamos a
desarrollar el punto, porque amerita análisis específico. (¿Y el
fútbol? ¿Qué hacer con él? Pero este rubro, al igual que el
musical, merecen consideración aparte)
En secuencia, es preciso realzar
además la capacidad organizativa de nuestra gente, pues la
redefinición de la Asociación Argentina de Actores, del Satsaid, de
Sica, el surgimiento de la Unión de Músicos Independientes y su
gran derivación en el Instituto Nacional de la Música, la
continuidad de Directores Argentinos Cinematográficos, entre muchas
instituciones, contribuye a sostener este argumento.
LOS UNOS Y LOS OTROS, CON MATRICES EQUIVALENTES.
Volvamos a la pelea. El primer
bloque, por denominar de algún modo al tándem Clarín – Telefé
en materia de realizaciones culturales para el público masivo, suele
ser objetado sin mayor hondura por una academia socioloide que
caracteriza como triviales las realizaciones y “descubre” en su
seno los mensajes del poder: discriminación, machismo, violencia,
mercantilismo. Esto no es así. Siempre hay excepciones, pero tales
disvalores no han sido introyectados en las obras ni nuestros
talentos han cooperado con la difusión de miasmas antipopulares como
sí lo han hecho colegas en los espacios periodísticos de esos
mismos canales.
Es preciso indicarlo, mucho más
allá de los gustos personales (a quien escribe puede interesarle más
ver las películas sobre Manzi, Arlt, Walsh, Oesterheld, de CDA y
Canal 7 que un espectáculo de baile, pero eso no implica que cada
género no deba ser considerado en su rubro): la reiterada condena
descargada sobre el show televisivo de Marcelo Tinelli corre el
riesgo de anular toda la tradición humorística, comediante y
danzarina de nuestro país. Pues los ataques que recibe podrían ser
aplicables sin más al Circo Criollo, a Florencio Parravicini, a la
vertiente irónica del tango, a la Revista Porteña, a Catita, a La
Tuerca, a ciertos tramos de Tato Bores, a Alberto Olmedo, a Francella
y al mismísimo Diego Capusotto. Esto lo ha marcado con inteligencia
Martín García: el clima generado por Tinelli se basa en el humor de
la barra de la esquina, en la calidad de nuestros cantantes y en la
destreza de nuestros bailarines.
Existe una equivocación
sencilla, trivial, pero extendida y vigorosa. La idea de si tal o
cual actor, que en algún momento realizó manifestaciones torpes o
antipopulares en entrevistas o redes sociales, trabaja en una obra,
la misma amerita rechazo automático.
La contracara se observa en la
identificación de una realización cuando la misma es protagonizada
por figuras que mediante esas mismas vías manifestaron adhesión a
alguna variante peronista. Hay ejemplos claros: la valoración de los
filmes de Fernando Pino Solanas fue distinta en los 90, en el
kirchnerismo y durante el macrismo. Los mismos trabajos, que
ostensiblemente no resultaban modificados en cada tramo, merecían
repulsa o adhesión según el posicionamiento político estricto de
su autor. Y así desfilaron por los vaivenes de una falsa evaluación
cultural teñida de ultra actualidad Florencia Peña o Pablo Echarri,
Luis Brandoni o Norma Aleandro, Juan José Campanella o Adolfo
Aristarain. Cientos, en realidad. Es claro que (todos) padecimos una
confusión entre obra de ficción y periodismo. Es preciso, entonces,
ver la viga en el ojo propio y revisar ese arraigado desfasaje.
El segundo bloque es objetado con
menor capacidad intelectiva aún. Aunque cueste digerirlo, una parte
de la crítica y de un público adormilado, caracteriza a las enormes
figuras que aparecieron durante el período previo nacional popular
en la pantalla de la Televisión Pública como ñoquis, y ha evaluado
que algunas de las realizaciones más importantes resultaron
simplemente gastos estatales sin sentido. La oscuridad del
pensamiento gorila brilla, paradójicamente, como nunca en estas
apreciaciones. La mediocridad de los funcionarios que asumieron tras
la derrota del 2015 ha llevado a la anulación de páginas web
sencillamente maravillosas en las cuales se narraba buena parte de la
historia, las aventuras, los anhelos y las proyecciones de nuestros
creadores y a su través, de nuestro pueblo.
En ambos casos, la devaluación
de los productos locales determina que los “críticos” se
encaminen a la admiración rastrera de las realizaciones
anglosajonas, cuando está a la vista su declive con sólo recorrer
los canales de películas en el cable. En modo alguno cuestionamos la
grandeza de las creaciones cinematográficas, televisivas, musicales
del Norte; sólo señalamos que el macartismo y la preeminencia
financiera han sumido en la censura varias generaciones de
escritores, directores, intérpretes estadounidenses; hoy, a la hora
de lanzarse a la gestación, tienen un mundo de agentes de
inteligencia investidos como productores en derredor, advirtiendo
sobre lo que se puede hacer o no en un nivel industrial que sigue
originando cantidad sin anverso.
LO QUE PASÓ, LO QUE ESTUVO POR PASAR Y LO QUE VIENE.
Entre
2003 y 2015 la Argentina estuvo por dar el gran salto que la
reposicionaba, con creces y volumen expandido, entre las grandes
potencias elaboradoras de contenidos en materia comunicacional. El
posterior ajuste liberal instalado en todas las áreas perjudicó ese
camino y pretendió anularlo. Se asentó en la opinión del idiota
que encarna Jorge Lanata, al sostener “¿quién ve esas cosas, a
quién le interesa?”, como si esa fuera la premisa con la cual
Ferreyra, Del Carril o Favio se hubieran adentrado en el puntapié
inicial de una obra. Pero la vibración y la capacidad del talento
nacional resultaron tan intensas que no se consiguió ese objetivo
miserable.
Apenas semanas antes de redactar
estas líneas seguían desplegándose magníficos creadores en todos
los espacios. Vino el parate conocido; veremos cómo se desarrollan
las cosas. De hecho, hoy mismo, en las pantallas habituales y en
algunas webs, quedan rastros de esa época en ciernes que se negó a
retirarse. Cuidémonos de encasillar y prejuzgar las realizaciones
culturales nacionales porque de su próximo relanzamiento, en un
nuevo tramo de la Argentina justa libre y soberana, tendrán una
función trascendente que cumplir. Lamentamos indicarlo de este modo,
pero nuestro gremio es el que se encuentra en la picota y ha enlodado
al conjunto del mundo comunicacional argentino. Las empresas se
jugaron a fondo por la mentira y eso tiñe la mirada. Pero la
comunicación es mucho más que el ejercicio de este hermoso oficio,
el periodismo.
El factor que los funcionarios y
dirigentes “propios”, así como numerosos adherentes a la causa
nacional no logran percibir es que salvo excepciones, los
realizadores son los mismos en los terrenos estatal, social y
privado. En el mundo comunicacional nadie cree seriamente que los
iluminadores poseen distintas capacidades si laboran en tal o cual
producción. Y así siguiendo con todos los oficios, incluidos los
actorales. Pero además, la concreción de la obra no puede
prescindir, en ningún caso, de los códigos que cautivan la atención
del público: si se observa la tensión de varias series de CDA no se
extrañará ninguna intensidad habitualmente considerada
característica de los emprendimientos “comerciales”. La
expresión “las obras que hacemos son aburridas” habla más de la
estrechez cerebral de quien formula la frase que de la realidad.
¿Qué
director, qué actor, qué guionista –bajo cualquier contrato-
desea realizar algo que carezca de interés para quienes están
delante de la pantalla?
A partir de reconocer estos
valores, estas creaciones, es posible debatir modos organizativos más
precisos. Cuál será el rol del Estado en el impulso cultural, cómo
se evidenciará el espacio del sector cooperativo, dónde estará el
énfasis del Incaa para ofrecer su respaldo, qué tipo de formación
cultural y general recibirán los nuevos creadores. Qué hacer para
equilibrar la difusión en radios y canales. Cómo pergeñar los
delicados enlaces con webs y redes. Y de qué modo ingresar a un
mercado internacional distinto, en apariencia copado pero con
agujeros ostensibles.
Entre otras cosas, La cultura
argentina es potentísima y atractiva. Multifacética. No volverá a
nacer; sigue viva.
(
http://laseñalmedios.com.ar/2020/04/12/masividad-prejuicios-mercado-estado-sobre-la-dinamica-de-la-creacion-nacional/)
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Desde hace más de un siglo, la
rigurosidad científica quedó atada a la hiperprecisión. Las
Ciencias Sociales han estado fuertemente influenciadas por el
paradigma dominante de la Mecánica, asumiendo que casi siempre puede
existir una relación precisa y, por tanto, previsible, entre muchas
variables que interactúan entre sí. La certidumbre en el
comportamiento de todas las aristas posibles en torno al objeto de
estudio es premisa fundamental para llevar a cabo cualquier análisis
implacable. De hecho, cuando la incertidumbre aparece, el marco
teórico hegemónico en Economía, el neoclásico, presupone
escenarios ciertos para resolver la ecuación. Una fórmula muy
habitual es el uso desmesurado del ceteris paribus, todo lo demás
constante, asumiendo así que muchas variables no alteran su
comportamiento ante cualquier fenómeno que se produzca. Y no sólo
ocurre esto en la Economía. También en otras Ciencias Sociales,
como la Teoría política y la Sociología, se acude a métodos
similares para eliminar la mínima distorsión que genere lo
incierto. Un buen ejemplo de ello es la Teoría de la elección
racional.
Sin embargo, estamos en un
mientras tanto en el que no tenemos certezas y, en consecuencia, hay
pocas posibilidades de ser preciso. Se buscan infinitas maneras de
calcular el verdadero número de contagiados, pero son todas
aproximaciones y estimaciones en base a múltiples hipótesis. Todas
ellas han sido actualizadas constantemente porque el margen de error
es demasiado amplio como para ser consideradas como válidas.
Ni siquiera podemos tener
certidumbre del número real de fallecidos por Covid-19 (cada país
tiene su propio protocolo para contabilizarlo). Tampoco somos capaces
de tener certezas sobre la duración de esta pandemia. No se conoce a
ciencia cierta el momento en el que llegará la vacuna; y aún no
sabemos si los métodos paliativos para tratar este virus son
eficaces al 100%.
En el ámbito económico, no
conocemos con exactitud el impacto de la pandemia. Son múltiples los
organismos internacionales especializados en esta temática que
realizan sus cálculos sobre efecto en el PIB, la pobreza, la
producción mundial, la actividad comercial o el empleo. Y todos
ellos van constantemente actualizando el valor porque es imposible
prever el alcance de la pandemia a medida que avanzan los días. Por
ejemplo, la OIT hace dos semanas estimaba que el coronavirus pondría
en riesgo hasta 25 millones de empleos y, en cambio, su balance a día
ya habla de 195 millones de empleos perdidos a tiempo completo.
Algo similar pasa y pasará aún
más con todo análisis geopolítico, político y sociológico. Lo
que ayer fuera negativo, hoy podría ser considerado positivo. En
clave geopolítica, véase la mutante valoración de China, que pasó
de ser el “culpable” a hoy ser el “ejemplo”. Así está
sucediendo en cada asunto fundamental de nuestras vidas. Germinan
infinitas dudas e incertidumbres acerca la evolución de nuestra
valoraciones y sentidos comunes resultantes en torno a: (i) el rol de
Estado, (ii) lo público y lo colectivo frente a lo privado y lo
individual, (iii) los liderazgos vencedores, (iv) las nuevas fórmulas
democráticas que podrían aparecer, (v) el autoritarismo
presidencialista, (vi) los dilemas éticos basados en la relación
intergeneracional, (vii) la globalización resultante, (viii) la
exaltación de los nacionalismos, (xix) las relaciones
internacionales y el orden geopolítico, (x) la antipolítica y la
revalorización de expertos y científicos, (xi) el límite de la
comunicación ante la ineficacia en la gestión, (xii) el papel de
los organismos internacionales, (xiii) la preferencia por un mayor
proteccionismo, (xiv) la moral ciudadana y, (xv) la libertad como
derecho ante la necesidad de ser controlados para aminorar los
efectos de la pandemia.
Todo es verdaderamente incierto e
impreciso. Tanto así que estamos en una situación genuina en la
Historia: Sociedad y Estado, por el instinto de la vida, paralizan en
parte a las fuerzas económicas del capitalismo. Esto perturba el
orden económico global, sin saber absolutamente nada, a ciencia
cierta, de cuál será el resultado en los próximos meses. Las
especulaciones son continuas por parte de políticos, periodistas,
intelectuales y científicos. La mayoría tiene sus propios sustentos
teóricos y argumentos muy legítimos para interpretar este complejo
presente y realizar predicciones sobre el futuro inmediato. El debate
es bienvenido y necesario, pero seguramente sería fructífero si
asumiéramos la única variable que podemos contar como cierta:
estamos en plena época de incertidumbre, en la que forzar a ser
hiperpreciso nos llevaría a un camino contraproducente.
Es por ello que, quizás, se abra
una nueva época, presente y futura, para introducir un marco
referencial en el que la incertidumbre y la imprecisión estén
presentes en nuestro intento de estudiar lo que nos pasa y pasará
como sociedad. En este sentido, es más que recomendable acudir al
trabajo de Silvio Funtowicz y Jerome Ravetz, Science for the
Post-normal Age, en la revista Futures, en el que realmente explican
la necesidad de trabajar con otro enfoque, de la Ciencia Postnormal,
para lograr analizar y tomar decisiones cuando los factores son
inciertos, hay mútiples valores en disputa y los riesgos son altos.
Alfredo Serrano Mancilla es
doctor en Economía y director CELAG
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El déficit fiscal se
profundizará en los próximos meses como consecuencia directa de la
menor recaudación por la caída de la actividad, las eximiciones
impositivas a diversos sectores y los paliativos otorgados por el
gobierno para atravesar la crisis económica desatada por el
coronavirus. En ese contexto se instala la posible creación de un
nuevo impuesto al patrimonio que está elaborando la bancada
oficialista en Diputados para solventar la compra de insumos,
equipamiento médico y demás gastos urgentes en el sistema
sanitario.
Por ahora, el alcance del tributo
es difuso, aunque correría por cuerda separada del ya existente
impuesto a los bienes personales. La idea del oficialismo es que sea
un aporte por única vez y que lo hagan "los que tienen
muchísimo patrimonio o han ganado muchísima plata", según
graficó el diputado Carlos Heller, quien está a cargo de la
redacción del proyecto. En ese grupo podrían caer grandes fortunas
personales y corporaciones, bancos, laboratorios y cadenas de
supermercados que se vieron beneficiadas ampliamente durante el
macrismo.
Tampoco se sabe el monto a partir
del cual se fijará el gravamen. "Estamos armando una base de
datos con los patrimonios de las personas jurídicas y físicas,
cuáles fueron sus ganancias, y ahí veré dónde hay que poner la
raya para definir quién debería pagar y quién no. Va a ser una
raya suficientemente alta para que afecte a muy pocas personas
físicas y jurídicas, y que la mayoría de la gente no tenga nada
que ver con esto", afirmó Heller.
Entre
las personas físicas afectadas, de seguro estarán los que entraron
en el último ranking anual de la revista Forbes
como "billionaires" o poseedores de fortunas superiores a
los 1000 millones de dólares. Los cinco argentinos que allí figuran
son Paolo Rocca, de Techint (U$S 3300 millones); Alejandro
Bulgheroni, de Pan American Energy (U$S 2700 millones); Marcos
Galperin, de Mercado Libre (U$S 2400 millones); Alberto Roemmers, de
la industria farmacéutica (U$S 2300 millones); y Gregorio Pérez
Companc, que dejó en manos de sus hijos el holding alimenticio
Molinos Río de la Plata (U$S 1700 millones). Por una u otra razón,
todos ellos mantienen diferencias con el gobierno. El episodio más
reciente fue el de Rocca, quien desafió el decreto oficial de
prohibición de despidos y en plena pandemia echó de su empresa a
1450 trabajadores.
Por supuesto que la eventual
norma no estaría dirigida a cada uno de ellos en particular, lo cual
sería inconstitucional. Lo que se busca es "una mayor
progresividad en lo que es la política tributaria y de recaudación",
justificó la titular de la Afip, Mercedes Marcó del Pont, en
declaraciones a Radio con Vos.
Arcas fiscales flacas
Lo cierto es que cualquier nuevo
ingreso vendría bien para un fisco que está sintiendo de lleno el
impacto de las últimas medidas. Durante marzo, mes en el que el
confinamiento obligatorio rigió sólo en los últimos 12 días, la
Afip recaudó $ 490 mil millones, un 36,2% más que en el mismo mes
del año pasado pero unos $ 50 mil millones menos que si los ingresos
hubieran crecido al mismo ritmo de la inflación. El IVA impositivo,
considerado un parámetro válido de la actividad porque se aplica
sobre las ventas de bienes y servicios, cayó un 20% en términos
reales. En abril, se estima, la pérdida va a ser todavía superior.
Además de los gastos para
mantener la demanda, como el Ingreso Familiar de Emergencia y los
Repro para ayudar a que las empresas puedan pagar los salarios,
muchos de los recursos con que podría contar el Estado ingresarán
más tarde de lo previsto. Por ejemplo, las contribuciones
patronales: la Afip permitió diferimientos de dos meses y
reducciones de hasta el 95% a las empresas más afectadas por la
cuarentena. El banco de inversión JP Morgan estimó que durante 2020
el déficit fiscal podría trepar al 5,2% del PBI. «
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“La crisis adquiere una
velocidad que no tolera respuestas a medias tintas”, señalaron en
un mensaje unitario más de 50 organizaciones gremiales de las
distintas centrales. Demandaron “determinación y acciones
concretas” contra las empresas que privilegian sus intereses y
desconocen los decretos de emergencia y la legislación laboral
“transformándolos en letra muerta”.
Entre los firmantes del
pronunciamiento se contaron aceiteros de la FTCIODyARA, portuarios de
FeMPINRA, estatales de ATE, ceramistas de FOCRA, gráficos de la FGB,
judiciales de la FJA, químicos de FESTIQyPRA, universitarios de la
CONADU Histórica, trabajadores de la energía de la FeTERA , de la
prensa del SIPREBA y CISPREN y profesionales de la salud de la
FESPROSA, entre muchos otras organizaciones gremiales. También se
sumaron la recientemente formada UTEP de los trabajadores de la
economía popular, y en el mismo registro el Movimiento Barrios de
Pie y la Federación Nacional Territorial FeNaT.
Compartimos
el documento:
Nadie se salva solo
La clase trabajadora y sus
organizaciones nos enfrentamos a una doble amenaza: el Covid-19 y sus
consecuencias en la economía real, profundizando una crisis mundial
que crece al ritmo de la pandemia.
Desde el comienzo de la
emergencia sanitaria, muchos y muchas nos vimos obligados a trabajar
en los puertos, en las industrias agro-exportadoras, en las
alimenticias, los hospitales, la comunicación y el transporte, entre
otras actividades exceptuadas del aislamiento social obligatorio.
Allí nos encontramos con la falta de protocolos oficiales de higiene
y seguridad en los procesos productivos, a lo que se suma el
debilitamiento de los resortes del Estado que deben velar por el
efectivo cumplimiento de la normativa laboral.
Los Ministerios de Trabajo y de
Salud, tanto nacional como provincial, no llegan dentro de las
fábricas y de los lugares de trabajo, donde los trabajadores y
trabajadoras sólo cuentan con la representación sindical, allí
donde la hay. Es el sindicato organizado la más efectiva defensa
ante los riesgos de la pandemia y ante las empresas que priorizan su
rentabilidad a la salud de los trabajadores y de la sociedad. La
organización sindical, junto a las comisiones internas y los cuerpos
de delegados, actúan hoy como verdaderos controles ante la
prepotencia patronal, pese a la limitación de ciertas actividades
sindicales que dispuso el Ministerio de Trabajo.
Distinta es la suerte de aquellos
trabajadores y trabajadoras que se encuentran cumpliendo con el
aislamiento obligatorio, para los cuales los empresarios conocen y
repiten una vieja receta: la reducción salarial o el despido. Las
medidas tomadas por el Gobierno Nacional para proteger el empleo y el
salario parecieran no aplicarse a un gran sector del empresariado que
despide, suspende y rebaja salarios, desconociendo los decretos de
emergencia y la legislación laboral, transformándolos en letra
muerta.
Esa ha sido la reacción de
algunos de los empresarios más poderosos del país ante la decisión
del Gobierno Nacional de priorizar la salud sobre la economía.
Durante los últimos cuatro años, e inclusive antes, hay sectores
que han sido los grandes ganadores del modelo. Compañías
eléctricas, gasíferas, agroexportadoras, concesionarias de peaje,
bancos, han acumulado grandes ganancias y no han hecho ningún aporte
en la emergencia. No desconocemos tampoco los problemas que la crisis
y la paralización de la actividad económica generan en pequeñas y
medianas empresas, pero eso no puede derivar en la vieja receta de
asociar a los trabajadores a las pérdidas.
De seguir así, las medidas que
buscan proteger a los trabajadores sólo quedarán como un catálogo
de buenas intenciones, y todos los esfuerzos del PEN no podrán
evitar una mayor profundización de la crisis.
Los sindicatos, el Estado, la
sociedad en su conjunto no podemos permitir que las consecuencias de
la crisis recaigan sobre las espaldas de los trabajadores y
trabajadoras. Por ello exigimos la intensificación de la
intervención del Estado en la protección del trabajo, conforme el
mandato constitucional.
Cada trabajador que pierde su
empleo, cada salario recortado, es un herida más en el tejido social
que produce un daño que puede ser irreparable.
Deben tomarse acciones concretas
con quienes despiden, suspenden y rebajan salarios, con aquellos que
especulan con las necesidades de la sociedad para sacar una mayor
ventaja, deben ser sancionados e intervenidos.
Las empresas deben implementar
todas las medidas necesarias para garantizar la salud, siendo
impostergable la participación del Estado que posee la capacidad y
tiene la obligación de velar por la integridad psicofísica de los
trabajadores, reconociéndose el COVID-19 como enfermedad
profesional.
Existen sectores de la clase
trabajadora que como monotributistas o bajo el régimen de
trabajadores autónomos viven de su trabajo, son obreros y empleados
que sostienen sus familias con su labor diaria, que necesitan
afrontar esta emergencia con un salario garantizado,
independientemente de las categorías tributarias que se les han
impuesto.
Del mismo modo es necesario
atender a aquellos trabajadores y trabajadoras de la economía
popular, ampliando la cobertura, no solo aumentando los beneficiarios
sino también extendiéndola en el tiempo ya que, superada la parte
más aguda de la pandemia, continuarán sufriendo en mayor medida sus
consecuencias.
Sabemos que no es tarea fácil
romper con un modelo económico mundial que hace más de 40 años
descansa sobre las finanzas y el capital ficticio, en una burbuja
cada vez más alejada de la realidad económica, pero la crisis
adquiere una velocidad que no tolera respuestas a medias tintas. Las
acciones que se tomen para combatirla no pueden estar signadas por la
ortodoxia y el capital financiero, que empujan a descargar sobre el
trabajo todas sus consecuencias.
Somos los trabajadores los que
creamos la riqueza del mundo, y muchas de las organizaciones que
suscribimos la presente representamos a quienes siguen trabajando
todos los días para garantizar la salud, la alimentación, el
transporte, la exportación, entre otros servicios importantes no
sólo para esta emergencia sanitaria sino para la economía del país,
convencidos del lugar histórico que ocupamos. Pretendemos que en
este contexto el Estado intervenga con determinación y medidas
concretas frente a las empresas que no se expresan con el mismo
compromiso, privilegiando sus intereses por sobre los del resto de la
sociedad.
12
de abril de 2020
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El
Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) de $ 10.000 alcanzará "en
una primera etapa" a 7.854.316 beneficiarios, anunció este
lunes el titular del ANSES, Alejandro
Vanoli,
lo que supone un aporte del Estado de casi $80
En
una conferencia en Casa de Gobierno, el funcionario precisó que el
bono de emergencia ya fue percibido por 2.400.000 personas. "Son
un total de 7.854.816 que van a cobrar los 10.000 pesos de ingreso
familiar",
afirmó, y añadió que desde el organismo están solicitando "los
datos de las cuentas bancarias para los que tienen que cobrar este
beneficio".
En el mensaje, Vanoli realizó un
resumen de la inscripción de este bono de emergencia duplicó la
demanda estimada. Al lanzar esta medida para sostener al economía en
medio de la pandemia, el gobierno esperaba llegar a entre 3,6 y 4
millones de familias, pero la demanda superó esas expectativas.
Por ello, como adelantó el
titular de ANSES, el 22 de abril se abrirá una nueva inscripción
para los que quedaron afuera. según los cálculos del organismo unas
9.672.443 personas se registraron para recibir el IFE , sin contar a
los beneficiarios de AUH y AUE.
En tanto, confirmó que los pagos
del Ingreso Familiar de Emergencia se comenzarán a acreditar a
partir del martes 21 de abril y hasta el 5 de mayo inclusive. Las
acreditaciones se realizarán todos los días hábiles del período
indicado en las cuentas bancarias aportadas por los titulares del
beneficio extraordinario.
El orden de acreditaciones se
hará por número de DNI: el 21 de abril cobrarán los terminados en
0; el 22, los terminados en 1; el 23, los 2; el 24, los 3; el 27, los
terminados en 4; el 28, los 5; el 29, los 6 y el 30, los finalizados
en 7.
Tras el fin de semana largo del
viernes 1 de mayo, las acreditaciones en las cuentas se retomarán el
4 de mayo, fecha en la que cobrarán los titulares con DNI terminados
en 8 y, finalmente, el 5 de mayo los que terminen en 9.
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Está inédita realidad no hace
mas que visibilizar las mismas tensiones que nos invaden entre
temores o amores en tiempos de pandemia globalizada, lo que de otras
formas se manifiesta en la sociedad argentina y en las formas de
globalización que impone el neolilberalismo en el planeta, en
tiempos de menos urgencia sanitaria …
Es que las tensiones solo
demuestran el grado de precariedad con el que concebimos las formas y
estructuras sociales que generan la ilusión de alguna seguridad o la
conservación de privilegios que rara vez se producen de formas
colectivas sino mas bien por la apropiación en el ejercicio de algún
poder, de unos sectores minoritarios sobre otros mayoritarios que
divididos y fragmentados aceptan el relato del poder como propio y
sostienen en el deseo de alcanzar a aquellos, el sistema de opresión
que les aliena e impide mejores calidades de vida.
Un ejemplo lo dan por estos dias,
lo bancos y el sector financiero en general.
A pesar de las directivas del
BCRA que obligan tanto a los bancos estatales como a los privados a
asistir a las pymes a través de créditos con tasa subsidiada al
24%, la mayoría de las entidades financieras no han acatado la orden
de la entidad monetaria y dilatan la ayuda. Solo algunos bancos
privados han salido a brindar ayuda a través de los préstamos a
tasa subsidiada.
En la situación actual, con sus
líneas de producción estancadas por la pandemia, las pequeñas y
medianas empresas han entrado en un cuello de botella del que
difícilmente puedan salir sin la ayuda del Estado. A la
imposibilidad de producir se las ha sumado el corte en la cadena de
pagos lo que provoca una profunda insolvencia en sus cajas. Esta
incapacidad de poder cobrar sus deudas en tiempo y forma tiene como
contraprestación la imposibilidad en el pago de los haberes de sus
empleados. En definitiva, los más perjudicados, el último eslabón
en la cadena, el más débil. Por eso el estado salió al rescate con
los créditos blandos que absorbería en pago de haberes de 3,5
millones de empleados.
Ante las consultas en los
distintos bancos las pymes siguen recibiendo respuestas ambiguas como
que “todavía no están implementadas las garantías necesarias
para el otorgamiento” de los créditos. Además, en muchos casos se
les exige la presentación de documentación para calificar
(balances, ventas post balance, posiciones de i.v.a, etc.) cuando
según la normativa vigente no es necesario tener avales ya que el
respaldo es a través del Estado. Al respecto Guillermo Merediz,
secretario de la Pequeña y Mediana empresa de la Nación dio su
parece ante la situación: “al sector de la banca privada le ha
costado bastante al principio. Estos últimos días empezó a poner
en marcha la línea de financiamiento, pero hay que remarcar la
responsabilidad para poner el hombro en una situación tan compleja”.
Sin embargo, ya han pasado varios
días desde la implementación de la línea de préstamos subsidiados
por el BCRA y los bancos aún no exhiben la propuesta en sus páginas
web, sitio muy utilizado en estos tiempos para las transacciones por
parte de las pymes. Según fuentes consultadas solo podrán acceder a
estos créditos “las empresas que paguen la nómina de haberes de
sus empleados a través de cajas de ahorros” y los montos a
financiar estarán en “relación directa con la masa salarial que
la empresa paga por mes más un 40% más por cargas sociales”.
Con la apertura comercial al
público puesta en marcha hoy por decisión del presidente, Alberto
Fernández, se estima que los bancos tendrán muchas más consultas
respecto de los préstamos al 24%.
Entonces se verá si las
entidades bancarias acataron el mandato del gobierno para solventar a
las pymes o si será el momento de intervenir en el sector financiero
para evitar el quiebre de las empresas y la situación angustiante de
sus empleados.
Es tiempo de solidaridad aunque
muchos insisten en las bondades del libre mercado pese a que esta
claro que en tiempos de necesidades, sin un Estado presente y
proactivo, cualquier orden social pierde humanidad y capacidad de
desarrollo y cualquier libre mercado se derrumba.
Daniel Roberto Távora Mac
Cormack
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