Viernes 24 de abril de 2020
Lo que llamamos caos no son más que patrones que no sabemos reconocer. Lo aleatorio no es más que un patrón que no sabemos descifrar. Si no entendemos algo, lo llamamos sinsentido.
Si no sabemos leer algo, lo llamamos galimatías.
No existe el libre albedrío.
No existen variables.
Chuck
Palahniuk – Superviviente
La
incertidumbre define nuestra comprensión del universo. Aunque las
reglas de las interacciones fundamentales de la naturaleza nos son
más o menos bien conocidas, sus combinaciones y ocurrencias, como
las infinitas canciones que pueden imaginarse con unas pocas notas
musicales, generan la infinita diversidad en infinitas combinaciones
de eventos que vemos en la naturaleza. La ciencia, con sus cuidadosas
y meticulosas observaciones y corroboraciones experimentales, ha sido
la guía para comprender y controlar la incertidumbre de esas
infinitas combinaciones.
Esa
misma herramienta que nos permite aprovechar las reglas de la
naturaleza para mejorar nuestras vidas también nos recuerda nuestras
limitaciones y debilidades, esto es, la ciencia también nos da idea
sobre qué tanto podemos dominar y controlar la incertidumbre en el
mundo que nos rodea: hemos aprendido que por mucho que avancemos en
el andar científico, nunca podremos hacer predicciones perfectas del
futuro, nunca podremos eliminar del todo la incertidumbre.
Esa
incapacidad de predicción perfecta hace que nuestras vidas estén
permanentemente marcadas por lo desconocido, desde el miedo que nos
genera un ruido inesperado en un arbusto en las estepas africanas que
nos vieron nacer, hasta la fantásticamente remota posibilidad de que
nuestro universo sea una simulación que pueda ser apagada en
cualquier momento. Así cada uno de nosotros busca una manera de
navegar el miedo primigenio que nos genera la incertidumbre sobre lo
que nos depara el futuro: buscamos un asidero, algo que nos permita
sentir algo de control, incluso si esa sensación de control es
ilusoria. Encontrar un atisbo de orden en el caos, un acorde
reconocible entre el ensordecedor ruido, nos brinda calma; la
detección de patrones en la naturaleza ha sido la herramienta que la
evolución le ha brindado a los seres vivos para sobrevivir.
Sin
embargo, estos mecanismos no son perfectos, la evolución no es un
impoluto ingeniero sino que como diría el famoso biólogo Richard
Dawkins, se asemeja más a un relojero ciego, dando tumbos,
explorando todo su espacio de posibilidades y, quedándose con lo que
funciona más o menos bien, sin preocuparse mucho sobre elegancia o
perfección. Así, en muchas ocasiones los mecanismos de detección
de patrones de los seres vivos pueden cometer errores: a veces no
detectando un patrón de extrema importancia (por ejemplo, un
depredador oculto al acecho) pero en otras detectando un patrón
inexistente y, a falta de uno mejor, aferrándose a él incluso
cuando vemos que no funciona (pensemos en el apostador empedernido
que está convencido de que los dados “están calientes” y que no
puede perder a pesar de encontrarse ya en la ruina). Es en esta
segunda falla donde nacen las teorías de conspiración, en el dibujo
de patrones que no están allí, en detectar depredadores donde
realmente habían sombras de ramas movidas por el viento.
Estos
tiempos de pandemia, cuando el miedo y la incertidumbre nos vapulean
con tanta fuerza y sacuden la confianza en nuestro dominio de la
naturaleza, activan los más antiguos y atávicos lugares de nuestro
cerebro, llevándonos a buscar el cobijo de explicaciones rápidas y
sencillas que nos devuelvan la relativa calma que da la pretendida
comprensión del mundo. Pero como bien afirmó H. L. Mencken: “para
todo problema humano hay una solución simple, plausible y
equivocada.” Veamos una de las teorías de conspiración que se han
hecho más populares a raíz de la actual pandemia asociada al virus
SARS-CoV-2, la que afirma que el virus es generado o su impacto
multiplicado por la radiación emitida por las antenas de telefonía
celular de quinta generación, mejor conocida como 5G.
Al
hablar de estas teorías de conspiración es imposible desmontar
todas las versiones y sabores distintos en que se manifiestan: la
mente humana es asombrosa a la hora de diseñar patrones y urdir con
ellos historias que, aunque suenan plausibles en primera instancia,
se vienen abajo rápidamente con la más ligera brisa de evidencia.
Por esto discutiremos sólo algunos detalles comunes a todas las
conspiraciones que corren como incendio descontrolado por las redes
sociales y cadenas de correo, teniendo siempre en mente que quienes
las comparten y popularizan en su gran mayoría no son estúpidos o
malintencionados, sino que en una situación donde se unen una mala
formación científica popular, un panorama de cambios rápidos e
inciertos y un liderazgo político y comunicacional deficiente o
genuinamente desbordado, el miedo los lleva a buscar el primer
salvavidas que se encuentra… incluso si está hecho del más débil
papel.
La naturaleza de la Bestia ¿Qué diablos es el coronavirus?
En
términos sencillos un virus biológico (esta distinción será
importante en breve) es un agente infeccioso que solamente puede
replicarse dentro de las células de otro organismo. Comúnmente
consisten de una cadena de ADN o ARN (que contiene la información
genética del virus y es lo que busca reproducirse) recubierta de una
capa protectora de proteína o grasas. Como su estructura es
muchísimo más simple que la de una célula, determinar si los virus
son una forma de vida o no es un debate abierto actualmente en
biología.
Aquí
tenemos la primera pista acerca del por qué relacionar un virus
biológico con una tecnología de telecomunicaciones. Desde que hemos
desarrollado la tecnología de computadores personales, hemos creado
programas informáticos cuya misión es reproducirse y “secuestrar”
una computadora para hacer algo indeseado por su usuario. Los
programadores de esos tempranos programas, viendo una analogía con
“programas biológicos” que secuestran “computadoras orgánicas”
para reproducirse llamaron a sus creaciones virus informáticos. La
confusión en una sociedad con un pobre dominio tanto del
conocimiento técnico informático como del conocimiento científico
biológico es tristemente comprensible.
Los
coronavirus, por su parte, son una familia de virus que causan
enfermedades en algunos animales, entre ellos los humanos, donde
usualmente generan enfermedades respiratorias. Reciben su nombre
porque tienen unas pequeñas espinas de proteína en su superficie,
llamadas peplómeros, que hacen que se vean como una imagen de la
corona solar. En humanos, las enfermedades asociadas a los
Coronavirus recorren la gama de letalidad, desde síntomas similares
a los de un resfriado común (normalmente causados por otros virus,
los rinovirus) hasta enfermedades mucho más graves y letales como el
Síndrome Respiratorio Agudo Grave (SARS, por sus siglas en inglés)
o el Síndrome Respiratorio del Medio Oriente (MERS), con mortandades
de cerca de 13% y 36% respectivamente. La cepa de virus causante de
la pandemia actual recibe el nombre de SARS-CoV-2 y su enfermedad
asociada COVID-19 (COronaVIrus Disease 2019, en inglés).
Tenemos
entonces ya la primera herramienta para cuestionar las teorías de
conspiración que conectan al SARS-CoV-2 con la telefonía 5G ¿cómo
podría una tecnología celular causar o influir en un virus
biológico? Podemos ya descartar las teorías que afirman que 5G
“causa” COVID-19, pero aún nos queda por comprender si sería
posible que la telefonía celular de quinta generación agrave o
coadyuve a los síntomas del COVID-19. Para esto necesitamos entender
el espectro electromagnético y la telefonía celular moderna.
El Arcoíris Tecnicolor: el espectro electromagnético
Una
de las dificultades que nos hemos creado los físicos a la hora de
explicarle al público lo que hacemos es que, dicho simplemente,
somos pésimos con el marketing: tendemos a llamar con el mismo
nombre a cosas cuya relación es débil o incluso inexistente. Tal es
el caso de una palabra que resuena muchísimo cuando la decimos pero
cuyo significado tiene implicaciones muy distintas dependiendo del
contexto en que se enuncia, hablamos aquí de la radiación.
Cuando
se habla de radiación, la mente usualmente tiende a crear la imagen
de la infame nube con forma de hongo tras una explosión nuclear o a
imaginar ominosas barras de un color verde brillante. Para
simplificar, baste decir que cuando un físico emplea la palabra
radiación normalmente está hablando de alguna de las siguientes:
partículas emitidas por reacciones atómicas o nucleares o, por otro
lado, las distintas manifestaciones del espectro electromagnético.
Aunque la separación que mencionamos no es en lo absoluto apropiada,
es adecuada para comprender el por qué de la posible confusión del
público en general cuando se menciona la palabra radiación que les
llevaría a cometer errores al interpretar lo que puede o no hacer
una señal de microondas.
En
el primer caso, estamos hablando de reacciones atómicas o nucleares,
emisión de partículas alfa, beta y gamma, de neutrones, de rayos
cósmicos y de otras partículas que se explican empleando las reglas
del Modelo Estándar de las partículas elementales. Es el
terreno de la electrodinámica cuántica y la cromodinámica
cuántica. En el segundo, dejamos el mundo de lo cuántico para
regresar al mundo clásico de la física del día a día, donde se
puede hablar simplemente de electromagnetismo. En el caso de las
tecnologías de telefonía 5G, estamos firmemente en el terreno de la
electrodinámica clásica, es decir, imanes y circuitos eléctricos,
no el reactor nuclear de Springfield.
Como
el caso que nos interesa es el de la radiación electromagnética
debemos entrar un poco más al detalle en el tema. Podemos imaginar
una onda electromagnética interactuando con una molécula de ADN
como una ola que se acerca a una flota de botes pesqueros que están
distanciados entre sí por cuerdas. Aquí el mar sería el campo
electromagnético, los botes los átomos de la molécula de ADN y las
cuerdas serían los enlaces electroquímicos que los unen.
Cuando
el mar está calmo, hay una gran distancia entre los picos de las
olas, es decir, las olas son de baja frecuencia, y aunque tengan gran
amplitud no son particularmente peligrosas para nuestra flota. Pero,
cuando el mar está muy picado, la frecuencia de las olas aumenta y
no hace falta demasiada amplitud para causarle problemas a nuestra
flotilla de pescadores. Las olas los ponen en peligro enredando o
peor, rompiendo las cuerdas que los mantienen en formación. Cuando
hay una cuerda rota o enredada, nuestros pobres navegantes tratan de
reparar la formación como pueden, pero de vez en cuando la
reparación pierde algún barco o cambia la forma de la flotilla.
Cuando esto ocurre en una molécula de ADN, el resultado es una
mutación.
Una
mutación ocurre cuando el genoma de una célula es reescrito, bien
sea perdiendo una “letra” del código genético o cambiando su
posición relativa al resto; esto puede ocurrir por varias razones,
entre ellas la interacción con una onda electromagnética. La
mayoría de las mutaciones en un organismo son dañinas y, cuando
superan los mecanismos de reparación de un ser vivo, pueden generar
cáncer y otras terribles condiciones. Para romper los enlaces
moleculares la energía que debe tener una onda electromagnética
debe ser mayor de los 12 eV (aproximadamente 2×10^-18 Jouls), que
corresponde a una frecuencia de 3 PHz (Peta Hertz, 3×10^15 Hertz)
esto es una longitud de onda de 100 nanometros, o luz ultravioleta
(UV). Es por esto que la luz UV es empleada para desinfección de
objetos y el por qué debemos usar protector solar al exponernos al
sol.
Entonces
vemos que para generar mutaciones con radiación electromagnética es
necesaria luz con una frecuencia en el ultravioleta o más allá,
pero las señales de telefonía celular están en el orden de las
microondas, que tienen frecuencias entre los 300 Mega Hertz y los 300
Giga Hertz (abreviado como MHz y GHz), esto es, diez mil veces menor
que el ultravioleta. En el caso específico de las antenas 5G, las
frecuencias van desde la banda más baja en los 2,4 Giga Hertz
hasta la más alta en los 72 Giga Hertz. Esto significa que la
energía de las ondas electromagnéticas involucradas en la telefonía
celular son entre diez mil y diez millones de veces más bajas que la
necesaria para romper los enlaces de la molécula de ADN y generar
mutaciones. Es por eso que no hay evidencia alguna de un mecanismo
que conecte el uso de teléfonos celulares y un aumento en la
incidencia de cáncer.
Antenitas de vinil y sombreros de aluminio: hablemos de microondas
Pero
seamos generosos con quienes cuestionan lo anterior y confían en una
conspiración. Puede que el problema no sea que las señales rompan
enlaces moleculares y generen mutaciones (en el virus o en nuestras
células) sino que las microondas generan un aumento de la
temperatura corporal de manera similar a una fiebre y eso multiplica
el daño que causan los síntomas del COVID-19. Después de todo,
cualquiera que haya usado un horno de microondas sabe cuán efectivos
son a la hora de calentar una taza de café o unas deliciosas
cotufas, así que tener uno pegado al oído no debe ser muy bueno, es
más todos hemos sentido cuánto se calientan nuestros teléfonos
tras una llamada larga o una agresiva partida de Fortnite.
Un
horno de microondas calienta los alimentos aprovechando que las
moléculas de agua son dipolares, esto es, su composición y forma
generan un lado con una ligera carga positiva y otro con una ligera
carga negativa. Esa maravillosa propiedad hace al agua bastante
peculiar, permitiendo la existencia de la vida como la conocemos y
hace que las moléculas de agua roten cuando son expuestas a
microondas con una frecuencia de 2,45 GHz. Esa rotación produce
vibraciones en todo lo que rodea a la molécula de agua y a esas
vibraciones las llamamos calor.
¡AJÁ!
Exclaman nuestros compañeros en redes sociales convencidos de que
han dado con la evidencia de que su teoría sobre el 5G es cierta. La
frecuencia a la que funcionan los hornos de microondas es la misma
del 5G que mencionamos más arriba así que ahí está la conexión
¿cierto? Pues no exactamente. No basta solamente con tener una onda
electromagnética de la frecuencia correcta, también debe tener la
potencia suficiente para causar problemas, esto es, la energía que
deposita la onda en la molécula por unidad de tiempo debe ser lo
suficientemente alta como para elevar la temperatura del cuerpo a
niveles preocupantes. Si volvemos a nuestro ejemplo con la flotilla
de barcos, no basta con hacer que los barcos sientan una ligera
torsión para causarle problemas a nuestros pescadores, la velocidad
con la que den vueltas debe ser lo suficientemente alta como para
poner en riesgo sus embarcaciones. No es lo mismo un suave giro hacia
estribor en un idílico verano mediterráneo que estar en medio de un
huracán caribeño.
Otro
detalle importante es que la capacidad de penetración de las
microondas depende de su frecuencia y del tipo de material que las
absorba. En general, a mayor frecuencia menor profundidad de
penetración y viceversa. Para la frecuencia de funcionamiento de los
hornos de microondas caseros, la profundidad de penetración es de 17
mm y para las redes de telefonía 5G van desde esos mismos 17 mm
hasta los 0.5 mm para las frecuencias más altas. Esto no es muy
profundo (y de hecho es una de las mayores debilidades de la
tecnología 5G), pero si la potencia es lo suficientemente alta
podríamos correr el riesgo de una quemadura por microondas. Este es
precisamente el principio de funcionamiento de nuevos armamentos no
letales empleados por algunas fuerzas de orden público para el
control y dispersión de masas. Estos sistemas emplean grandes
antenas de microondas con una frecuencia alrededor de 90 GHz para
aumentar la temperatura de la piel de un blanco a cerca de 40 ºC a
una profundidad máxima de 0.4 mm (que ni siquiera alcanza la dermis
para la mayoría de las personas en la mayoría del cuerpo). Que, de
ser una temperatura asociada a una fiebre sería extremadamente
peligrosa, pero dada la limitada profundidad del aumento de
temperatura en la piel, no pasaría de ser la temperatura de una
ducha incómodamente caliente.
Los
hornos de microondas usados en los hogares tienen una potencia de
entre 600 y 1200 W, lo que les permite aumentar la temperatura del
agua al punto de ebullición con tremenda facilidad. Si la potencia
emitida por las antenas de telefonía puede llegar a esos valores
nuestros amigos conspiranoicos podrían tener algo de evidencia a su
favor. Sin embargo hay otro inconveniente: la potencia que emite la
antena debe repartirse por un área cada vez mayor a medida que nos
alejamos de la fuente así que mientras más nos alejemos de la
fuente recibiremos una energía menor por unidad de tiempo. Esta es
la intensidad de una fuente de energía y es la razón por la que una
linterna puede cegarnos si la encendemos cerca de nuestro rostro pero
no nos molesta si la vemos desde el otro extremo de un campo de
fútbol.
Si
suponemos que la energía que emite la antena se reparte en una
esfera a su alrededor, podemos hacer algunos cálculos sencillos para
saber cuánta energía puede absorber una persona expuesta a la
radiación de una antena y dilucidar si está en riesgo de una
quemadura. Las celdas transmisoras 5G tienen potencias entre 10 –
20000 Vatios (en inglés Watt, que se abrevia como W), si tomamos el
valor mayor, correspondiente a celdas pensadas para proveer servicio
a zonas metropolitanas, cuyo alcance es de varios cientos de metros,
un cálculo sencillo muestra que la potencia que alcanza a una
persona a distancias entre 10 y 100 metros de la antena estaría
entre los 3 W y 30 mW, es decir entre doscientas y doscientas
cincuenta mil veces menor que la potencia de un horno de microondas
residencial. Muy poca energía para causar problemas ¿y la potencia
de esas armas no letales de control masivo que mencionamos
anteriormente, que calientan apenas al punto de la incomodidad? Del
orden de los 2,5 MW y tienen una distancia efectiva de 250 metros,
que es 2000 veces mayor que la de un horno de microondas casero o que
una antena de telefonía.
En
vista de todo lo anterior es bastante claro que el caso de nuestros
amigos conspiranoicos no queda muy bien sustentado. Más todavía si
tomamos en cuenta que las antenas dentro de los teléfonos celulares
son mucho más pequeñas y menos potentes que los ejemplos que hemos
considerado, con potencias que oscilan entre los 0,1W y 3W. Es
precisamente por esto que todos los estudios realizados sobre las
relaciones entre la radiación de microondas asociada a la telefonía
celular no han logrado mostrar efectos nocivos más allá del
calentamiento de tejidos que mencionamos anteriormente. Nada de
virus, nada de cáncer, la evidencia no lo soporta.
Entonces ¿qué queda?
El
último hilo de la cadena conspiranoica y, que no tocaremos aquí por
no ser estrictamente científico, está asociado a las preocupaciones
de algunas compañías de comunicaciones y de los organismos de
inteligencia de algunos gobiernos porque muchas de las patentes
asociadas a esta nueva tecnología de telecomunicaciones están en
manos de la compañía Huawei. Esta compañía ha sido conectada con
altos funcionarios del ejército de la República Popular China, lo
que ha despertado suspicacias debido a las conocidas
limitaciones que dicho gobierno impone a las comunicaciones de su
población. A pesar de esas preocupaciones, muchos países del mundo
están trabajando en la implementación de redes 5G, usando
infraestructura proveniente no sólo de Huawei sino de otras
compañías de telecomunicaciones como Siemens o Alcatel, lo que
sugiere que realmente los gobiernos y las empresas no están muy
preocupados por virus que vengan de sus desarrollos de
telecomunicaciones.
Sin
embargo, la duda seguramente queda, las sombras siguen siendo
amenazantes, el miedo aún no cede ante la evidencia. Todavía
seguramente quedará alguien que aún no esté convencido, a quien el
llamado a investigar por su cuenta lo lleve más y más profundamente
dentro del camino de la conspiranoia, que piense que todo esto es un
plan para la dominación mundial, para establecer el gobierno
universal, para confiscar sus libertades y controlar a la población.
A todos ellos no les puedo ofrecer respuestas pero sí algunas
preguntas:
Si
Ud. quisiera eliminar a los oponentes a sus planes ¿tiene sentido
ponerlos en una situación donde deban usar máscaras y guantes,
haciendo mucho más difícil identificarlos, localizarlos y
eliminarlos? ¿tiene sentido crear una situación que obliga a las
fuerzas del orden público a evitar el contacto con ellos so riesgo
de contagio y alejamiento de sus propias familias y amigos? ¿no
rompe eso la cohesión de esas fuerzas opresoras y por tanto su
efectividad?
Si
Ud. buscara controlar a la gente y afianzar su poder ¿tiene sentido
crear una situación en la que deben adquirir agua, comida y
medicamentos para mantenerse por semanas o meses sin depender de
alguien más, viéndose obligados a crear redes descentralizadas
independientes cuando esas reservas se ven mermadas? ¿tiene sentido
descalabrar la economía mundial de la que dependen las fortunas y
por tanto el poder de esos hipotéticos amos del mundo? ¿tiene
sentido crear una situación en la que las fuentes usuales de
distracción del público (como conciertos, teatros y centros
comerciales) no solamente no están disponibles sino que son
potenciadores importantes del problema? ¿tiene sentido mantener a la
gente en sus casas usando constantemente sus teléfonos y
computadores creando tantas redes de contacto independientes y
descentralizadas que se vuelven imposibles de rastrear, controlar o
eliminar?
Si
Ud. quisiera convencer a la gente de aceptar un gobierno universal y
así subyugarlos ¿tiene sentido permitir que la respuesta de los
gobiernos del mundo sea tan desigual, torpe y poco informada? ¿sería
razonable crear una enorme desconfianza en las fuentes oficiales de
información, favoreciendo las redes informales tejidas
independientemente por la gente? ¿tiene sentido colocarse en una
situación donde los estallidos sociales y las crisis políticas y
económicas no se hacen menos sino más probables? ¿no es mejor para
sus planes de control y dominio la paz, la tranquilidad y la
prosperidad de todo el mundo?
La
incertidumbre genera miedo, pero el miedo se puede controlar con
raciocinio y la incertidumbre se puede domar con conocimiento
corroborado experimentalmente. Como dice el cliché: La verdad está
afuera, pero no son los “reptilianos iluminati de la comisión
trilateral con su tiempo cúbico”, de eso podemos estar bastante
seguros.
(
https://revistapersea.com/ciencia-sociedad/desmontando-las-teorias-de-conspiracion-sobre-el-covid19/
)
Lo
que no entra en el campo de las especulaciones paranoicas,
conspiranoícas o míticas, son las que refieren a las construcciones
humanas que someten decisiones de interés social o común a
aquellos sectores que privilegian intereses individuales o
sectoriales por encima de ese bien común.
Muchas
de las medidas tomadas por los Estados privilegian la economía a los
aspectos de salud, perjudicando no solo la vida de sus propios
conciudadanos sino también las del resto de los humanos en el
planeta en la medida que no controlen las salidas y entradas de
“extranjeros” en los territorios donde no se han tomado medidas
de aislamiento social o prevención que intenten limitar y minimizar
los contagios.
La
Grieta de Intereses
“El
Gobierno bien sabe que, así como existe la emergencia sanitaria
causada por el nuevo coronavirus, existe otro mal que afecta al país,
constituido por la parálisis comercial y económica, grave flagelo
que, de no tratarse de la manera adecuada y en el momento oportuno,
puede tener consecuencias devastadoras”. Así comienza la carta que
enviaron Jorge di Fiori y Mario Grinman, presidente y secretario de
la Cámara de Comercio y Servicios (CAC), a Alberto Fernández. “La
CAC representa a un sector que genera el 65% del valor agregado y del
empleo privado registrado de nuestro país”, agregaban.
Más
allá de apoyar las medidas de prevención epidemiológica y
contención económica, la misiva dice: “La CAC considera que
mientras la cuarentena se deba prolongar, las actividades
consideradas esenciales se tendrán que ampliar, a fin de satisfacer
a las necesidades elementales de la población. Sin menoscabo alguno
de la cuestión sanitaria, debe advertirse que la obtención de
ingresos que permitan su manutención es hoy en día una preocupación
de primer orden para la ciudadanía toda y muy especialmente de los
empleadores y los empleados. Los salarios que perciben los
trabajadores surgen de las empresas en las que se desempeñan, y la
facturación de éstas se deriva, a su vez, de los ingresos que
reciben aquellos, en una rueda virtuosa de producción y consumo (…)
Se torna impostergable su reactivación paulatina. Caso contrario,
muy probablemente se produzca el cierre definitivo de múltiples
establecimientos y la desocupación se tornaría masiva, con el
desborde social y el descontrol público que ello implicaría”.
Di
Fiori y Grinamn proponen establecer protocolos estrictos para evitar
que su propuesta tenga riesgos. “Esto permitiría, de forma
paulatina y administrada, ir poniendo en marcha la actividad
comercial y, por su intermedio, la economía en general,
privilegiando en todos los casos la salud de los trabajadores,
empleadores y clientes, y, de esta manera, la de la totalidad de la
población”, agregan. En los próximos días tendrán una
respuesta.
Presión para abrir actividades
De
a poco, en algunos países o regiones dentro de ellos, comienzan a
reabrirse algunas actividades económicas. Hay una suerte de carrera
contra el tiempo, porque en todas partes se espera que el pico de la
pandemia vaya quedando atrás o pase lo suficientemente rápido, y de
esa forma limitar todo lo posible el impacto negativo sobre la
economía que de todas maneras será enorme.
Las
tasas de desempleo están creciendo mucho aunque no hay una
actualización constante de los datos en muchos países. En Estados
Unidos, que tiene un régimen laboral flexible, en las tres semanas
siguientes a que se tomaran las medidas restrictivas de la actividad
económica se presentaron 22 millones de subsidios de desempleo y se
estima que en la semana que concluyó el 25 de abril, y cuyos dato se
conocerán hoy, se habrían sumado otros cuatro millones. Esa cifra
da una pauta de los despidos que está habiendo y que pueden llevar
la tasa de desempleo a un nivel cercano al 20%. Esa circunstancia es
la que lleva a que Donald Trump insista con la necesidad de reabrir
la economía estadounidense en un plazo no muy lejano y hay varios
gobernadores que están yendo en esa dirección. Por supuesto que
todo depende de la situación de cada estado porque el impacto de la
pandemia no fue homogéneo. Nueva York tuvo 76,2 muertes cada 100.000
habitantes, pero en California la relación fue de 3,3, en Florida de
4 y en Texas de 1,9. En líneas generales, la pandemia afectó más
en el noreste y en el medio oeste del país y lo hizo mucho menos en
el oeste y el sur. El gobernador de Georgia que tuvo una tasa de
mortalidad de 7,6 cada 1000 habitantes ya anunció que comenzará a
abrirse la economía a partir de hoy.
A
nivel global, si bien todos los países están pensando en distintas
alternativas para moderar las restricciones, se observan muchas
diferencias entre ellos. Hay un grupo de países en los que la
cantidad de infectados con el coronavirus está creciendo, entre
ellos, Rusia, Canadá, India y Brasil.
Otros
países presentan una situación relativamente estable como Estados
Unidos, el Reino Unido, España y Japón. Los tres primeros tienen
una enorme cantidad de muertos pero la tendencia se estabilizó. En
este grupo está Argentina aunque con la diferencia, con relación a
los demás, de que aún no llegó al pico de contagios.
En
un tercer grupo de países la curva de nuevos infectados está
bajando, algunos de ellos son Italia, Francia y Alemania, lo cual le
permite ir pensando en aliviar las restricciones. En el caso de
Alemania, que padeció muchas menos muertes que los demás, ya se han
dado algunos pasos para abrir la economía y la vida social. La
ventaja de Europa en este contexto recesivos es que los vaivenes
económicos son más moderados que en Estados Unidos y la mayor
rigidez de su mercado laboral hace que la tasa de desempleo suba
menos.
En
Argentina la situación también muestra diferencias entre las
realidades de las provincias y bo todas están en las mismas
condiciones para disponer el retorno de algunas actividades
económicas. Según un informe de la consultora Abeceb, las
provincias de Entre Ríos, Catamarca, Formosa, La Pampa y Jujuy son
las que están en mejores condiciones de comenzar una flexibilización
de la cuarentena. A su vez, los distritos que cumplen con menor
cantidad de requisitos para una apertura de actividades son Buenos
Aires, Córdoba, CABA, Neuquén y Tierra del Fuego. La diferencia de
lo que aportan cada una de esas provincias al PIB nacional es muy
importante por lo cual se ratifica que la recuperación será lenta.
La pobreza extrema
El
nivel de actividad caeré en todo el mundo y se perderán millones de
empleos. Pero más abajo en la escala de ingresos se viven
situaciones aún más dramáticas que generarán una presión
adicional para reabrir la economía. Los funcionarios del Programa
Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, hay en este momento 135
millones de personas que padecen situaciones de hambre extrema y por
la restricciones económicas que impuso la pandemia, podrían sumarse
a esa situación otras 130 millones. Según esas estimaciones 265
millones de personasen el mundo podría estarían al bode de la
inanición antes de fin de año.
Crónica
de la felicidad perdida …
Desear
la felicidad es apostar a lo peor, así comienza Héctor López su
artículo “el goce de nada en un mundo feliz” (Revista Imago,
agosto de 2006).
El
hombre aspira –dice López- a la felicidad, es su mayor anhelo, y
se supone que la política tiene como misión procurársela. En un
mundo feliz, todo el poder del estado global está al servicio de la
construcción de una sociedad mansamente feliz.
Se
trata de una reproducción en serie, los sujetos ya no son dueños de
su experiencia, o mejor dicho, esta experiencia está regulada,
condicionada y fundamentada respecto de las necesidades del sistema.
¿Cómo
interviene en esto la institución, el Estado?. ¿Habrá alguna
receta para la felicidad?, ¿existe ésta?, ¿se alcanza?, ¿cuál es
su finalidad?; son todas preguntas que emergen como consecuencia de
esta imperante necesidad de la tan anhelada “felicidad”. ¿Será
ésta el principio del fin?, ¿se trata de una interpelación urgente
o en gran medida caduca? Como sabemos, para generar -en el mejor de
los sentidos- se tiene que poner al goce en obra, si no, se trata de
un goce de nada. Es pues la interdicción, la dialéctica, la que nos
avisa que no habría ética para obligar al deseo, si la felicidad
fuese posible. La felicidad y la ética encuentran aquí su punto en
común, pero a la vez su tangencial diferencia por la mediatización
del deseo, no hay pues encuentro posible en tanto que se trata de más
de uno, de varios; los cuales constituyen la ética. No hay -por
suerte- convergencia entre felicidad y ética, entre dos o más
deseos, eso es precisamente lo que nos salva o lo que nos hunde, se
trata de la subjetividad. La cual cuestiona la posibilidad tácita
del concepto de felicidad. “Por consiguiente, si queremos liberar
el nombre del romanticismo, el amor está en una relación de
implicación mutua con la ley. Cuando el ideal se deshace, el amor
debería hacer la ley” ( Pommier, 2000, p.123).
(…)
El Estado técnico-administrativo, las economías y finanzas no sólo
de empresas, sino de naciones enteras, se apoyan sobre el consumidor,
esa es la ideología contemporánea de muchos
de
los gobiernos. Ahora bien, habiendo ya anticipado ciertas analogías
entre el Estado y la institución y entre el consumidor y en miembro
de aquellas, dicha comparación no es menos que
aberrante,
pues el consumidor se rige por la ley de oferta y demanda, muy por el
contrario el ciudadano se rige por el derecho. Diferencia que
aparentemente hoy en día ha perdido peso y validez. “La
estabilidad es consigna absoluta del Estado técnico, que no gestiona
las demandas de todos los hombres sino los encargos de su soporte
subjetivo: los consumidores.”
(Lewkowicz,
2004) Con esta visión el consumidor le antecede al ciudadano, lo
cual parece irrisorio. Del consumidor al ciudadano, como si pudiese
pensarse en tales hechos cronológicos a
partir
del derecho mismo; sin embargo, es sin duda el modo de interacción
en estos días, pues basta tan solo con echar un vistazo a la
sociedad actual, en donde rige cierto valor: tanto tienes,
tanto
vales. “Asistimos a una mutación del estatuto práctico del
concepto de hombre –ahora determinado como consumidor- una mutación
del estatuto práctico del lazo social y del Estado.
Habitamos
también un trastocamiento general del concepto práctico de
representación.”(Lewkowicz, 2004) Considerando desde ya sus
implicaciones a nivel psíquico, de aquello de lo que somos parte
constituyente (como instituido a diferencia de lo instituyente).
De
tal modo que sea imperante la necesidad de asimilar tales hechos y
constituirse, instituirse dentro de la institución.
La
caída –dice Lewkowicz- de los Estados-nación, la universalización
abstracta de los mercados, induce un repliegue de las identidades
sociales en guetos definidos por un rasgo:
lógica
de guerra entre guetos. Los poseedores del rasgo están en guerra
virtual o efectiva con los que no la poseen. 14 Es así como se
diferencian y discriminan la diferencia, es en el sentido político
un negarse a sí mismos, desde la autoridad –como sesgo- de ese
rasgo. Sin embargo no todo ha de estar perdido, mi afán optimista me
guía en cierta medida a elucidar cierto panorama, ya que si el
agotamiento desaloja las certezas colectivas –esas que a su vez
prosperan en la institución-
en las que hasta ahora, mal que mal, habíamos podido descansar, es
entonces de ese momento del cual debemos sacar provecho e ir al
encuentro de ficciones conjeturales, las cuales nos
abrirán camino para su trascendencia. Se responde con una
indeterminación bien verdadera –que pese a su aspecto no es una
evasiva sino un llamado, una provocación. Es entonces del
aprovechamiento
de las condiciones que han venido gestándose, de las cuales debemos
como ciudadanos –como polítes- del mundo, de las cuales no sólo
obtener conjeturas posibles, sino métodos de intervención y
aplicación. Sólo las acciones colectivas desvían, trazan nuevos
recorridos dice Lewkowicz, pero no de un pueblo en dilución masiva,
sino de la gente en su individualidad propositiva, adecuada y de
respuesta ante un entorno que le demanda; es pues la respuesta
nuestra como aquella oferta, la que debemos propiciar, el cambio
empieza en el pensar, pero como sabemos no basta, hay que actuar; y
en algunos casos hay que hacerlo ya.
(
La institución una fuente de ley feliz. Mauricio Santín Iriarte
Psicoanalista
Doctorando en Psicología Universidad de Buenos Aires (UBA) Profesor
Universidad Marista Asociación Regiomontana de psicoanálisis
(ARPAC) Revista Otra escena, volumen 1 número 2, agosto 2008. ISSN:
1659-4134 )
Ninguna felicidad individual se da a expensas de desigualdad, pobreza, hambre, violencia, odio en sus diversas expresiones ... El temor en sus polifacéticas expresiones psíquicas inconscientes y conscientes que imponen sus deseos y pre-juicios a la sincera búsqueda de conocimiento y el adecuado equilibrio entre el "yo" y el "otro" en tanto necesario para que ambos alcancen la felicidad deseada, imposible, pero igualmente imposible evitarla en las pulsiones de su intento o búsqueda.
Solo en lo colectivo los equilibrios alcanzan el menor nivel de conflicto y la mayor posibilidad de desarrollo de la humanidad que incluya y no deje margenes y excluidos ...
Daniel Roberto Távora Mac Cormack
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