Jueves 2 de abril de 2020

El Ministerio de Salud confirmó 79 casos de Covid-19 en la Argentina y cinco nuevas víctimas fatales. De esta manera, el total de contagios registrados en el país asciende a 1133, mientras que las muertes ascendieron a 32. 


Las cinco muertes registradas en pacientes con Covid-19 fueron cuatro hombres y una mujer. Los hombres que fallecieron tenían 55, 71 y 66 años y residían en Ciudad de Buenos Aires, y en las provincias de Buenos Aires y Santa Fe, respectivamente. El último caso fue el del cónsul general de Chile en Rosario, Fernando Labra Hidalgo .

Una cuarta víctima masculina fue incorparda tras el cierre del reporte. Tenía 78 años y era residente de Neuquén, pero estaba internado en el Hospital de Ezeiza, al sur del conurbano bonaerense. En tanto, la mujer fallecida tenía 63 años y vivía en la provincia de Buenos Aires.

De acuerdo con el reporte oficial vespertino el total de casos confirmados y el acumulado, según regiones, se distribuye de la siguiente manera:

Buenos Aires 10 (280) ; Ciudad de Buenos Aires 10 (321); Catamarca 0 (cero); Chaco 12 (96); Chubut 0 (cero); Córdoba 6 (101); Corrientes 1 (21); Entre Ríos 1 (14); Formosa 0 (cero); Jujuy 0 (3); La Pampa 0 (3); La Rioja 0 (1); Mendoza 10 (25); Misiones 0 (3); Neuquén 4 (24); Río Negro 0 (9); Salta 2 (3); San Juan 0 (1); San Luis 1 (7); Santa Cruz 10 (19); Santa Fe 11 (144); Santiago del Estero 0 (2); Tierra del Fuego 0 (39) y Tucumán 1 (17).

En las próximas horas, el Gobierno podría firmar un decreto que ponga bajo la dirección del Ministerio de Salud todos los recursos sanitarios públicos y privados del país, en consonancia con decisiones que tomaron países como España e Irlanda. Así lo adelantó el ministro de Salud, Ginés González García, durante la reunión virtual con la Acción Social y Salud Pública de la Cámara de Diputados. 

El titular de la cartera de Salud les adelantó a los legisladores que está "propiciando" la firma de un DNU para declarar de "interés público" a "todo recurso sanitario de la Argentina" para que exista "un tratamiento igualitario para todos los argentinos" durante la pandemia de coronavirus.

Ginés explicó que se trata de una medida extraordinaria que le permitiría al país contar "no sólo con los insumos sino el conocimiento" de todos los centros de salud. De todas formas, precisó que "cotidianamente" se está realizando "un intercambio de opiniones" y "una discusión sobre casuística" entre las autoridades sanitarias de toda la Argentina.

En el caso de España, el gobierno de Pedro Sánchez puso a disposición del área de Salud los hospitales y clínicas privadas tras el decreto de declaración de alarma nacional e inclusive lo extendió a las residencias privadas de ancianos.

En tanto, el gobierno de Irlanda anunció la estatización temporal del todo el sistema de salud para asegurar la gratuidad de atención a todos los habitantes frente a la pandemia. 

En septiembre de 1978 los principales sanitaristas del mundo se reunieron en Alma Ata, Kazajistán, y sus deliberaciones constituyeron el evento internacional de políticas de salud más importante de la década del 70. Su célebre declaración final definió a la Atención Primaria de la Salud (APS) como el más importante paradigma en las políticas de salud pública.

Las ideas centrales de la Declaración de Alma Ata se relacionaron con el enfoque de derecho, la universalidad, la equidad, y un fuerte protagonismo del Estado para garantizarlos.

Pero esta decisiva conferencia internacional, que propuso el desiderátum “salud para todos en el 2000”, no fue un hecho aislado, sino que se inscribió en una determinada producción teórica anterior y en un determinado contexto. Es más, podría decirse que Alma Ata se ubica en el centro de una línea de tiempo que se extiende desde su primer antecedente, durante la Segunda Guerra Mundial, hasta el momento actual, en el que la pandemia del Covid-19 asola a la humanidad.



Aquel primer antecedente fue el Informe Beveridge sobre Seguridad Social, de 1942. En noviembre de 1940, bajo el bombardeo que caía sobre Londres causando miles de víctimas, Winston Churchill le pidió a su ministro de finanzas, William Beveridge, que preparara un informe para paliar la desastrosa situación económica que sobrevendría al fin de la guerra. Dos años más tarde el funcionario le presentó el notable Informe sobre Seguridad Social y servicios conexos.

Sus principales propuestas, como lo describe José Nun en su imprescindible libro sobre el tema, fueron: asignaciones a las personas encargadas de cuidar infantes hasta los 15 años; un servicio de salud que asegure plenamente todos los tratamientos preventivos y curativos de toda clase a todos los ciudadanos sin distinción, sin límite de ingresos y sin barreras económicas; y por último continuidad y seguridad en el trabajo. El Informe Beveridge sobre Seguridad Social fue el origen de lo que más tarde se llamó Estado de Bienestar (welfare), por contraste al término que designaba los horrores de la guerra (warfare).

Lo llamativo y conmovedor del Informe Beveridge fue que la solución para la sociedad toda, aceptada e implementada por un gobierno conservador, comenzara por una ayuda universal a los necesitados.

Las medidas tomadas hoy por el Gobierno argentino para acudir a la emergencia parecen inspiradas en esa tradición teórica y política que fundó el Estado de Bienestar. Tradición que eslabonó la Declaración de los Derechos Humanos en 1948, las conferencias de Thomas Marshall sobre ciudadanía y clase social dictadas en la Universidad de Cambridge un año después, más la expansión generalizada del fordismo y el keynesianismo, un bagaje que produjo por el lapso de tres décadas la merma de la desocupación y el mayor bienestar general hasta entonces conocido en democracias capitalistas. Período de “gloria” que al promediar los años 70 fue relevado por el ciclo neoliberal, que intentó suprimir la mayoría de las conquistas que se habían logrado.

Las metas de Alma Ata fueron evaluadas y reformuladas en cada fecha en la que debieran haberse cumplido: en 2000, 2007 y 2015. En cada una de esas revisiones se daba cuenta de la dificultad para lograr los objetivos propuestos, y se agregaban otros, últimamente denominados Objetivos de Desarrollo Sostenible, denominación cuya pretensión retórica encubre su debilidad, dado que sólo sería posible conseguir esos objetivos redoblando los esfuerzos, en términos de concepciones, tareas cotidianas y recursos. Recuperar los beneficios igualitarios del Estado de Bienestar debía ser una militancia.

A 42 años de la Declaración de Alma Ata su vigencia parece acrecentarse, fundamentalmente en su concepción de la responsabilidad del Estado. Ante la pandemia que hoy devasta a gran parte de la humanidad, muchos líderes mundiales, Emmanuel Macrón lo dijo con todas las letras, y otras voces calificadas, reconocen el valor del Estado para liderar la emergencia en todo el arco de políticas públicas.

Cómo saldremos todos cuando la pandemia se extinga, no parece relevante aventurarlo, máxime cuando no podemos evaluar aún su duración y sus daños. Es sabido que intelectuales de renombre como el esloveno Slavoj Zizek y el sur coreano Byung-Chul Han se internaron en esas especulaciones . Aun partiendo de paradigmas ideológicos opuestos, parecen coincidir en que sobrevendrán cambios profundos. Al respecto solo formulo un deseo, acaso más parecido a un sueño: que muchos dirigentes mundiales asuman de una vez su vacío moral y su egoísmo indigno; que las castas políticas renuncien al fin a sus desmesurados privilegios; que la humanidad toda se replantee su obscena desigualdad y se reconstruya a través de la solidaridad. El mensaje del Presidente Alberto Fernández a los líderes del G-20 acaso sea el reconocimiento de esa imperiosa necesidad.

Todos aplauden y revalorizan a los médicos, auxiliares reclamando el funcionamiento del sistema de salud.

Aquí es bueno pegar una mirada del derrotero y estado actual de la salud pública.


Todos conocen el empeño del Gobierno del Gral. Perón para convertir en prioridad un robusto sistema de salud.  Es ya mitológico aquel tren sanitario que circuló en los primeros tiempos para poder asistir a pacientes que jamas habían sido siquiera relevados por los liberales desde  Mitre en adelante.  Fue el primer impulso de urgencia para ganar el tiempo de comenzar y concluir formidables construcciones de Hospitales suficientes para una prestación sanitaria integral para todos.

Un censo ligero de dirigentes de aquella etapa, dan cuenta de la cantidad de médicos y odontólogos en proporción a militares y abogados,  que siempre predominaron en el sistema político.
Y nadie puede sugerir que se tratara de médicos del montón llegados al quehacer político.

Alberto Taiana, fue diploma de honor de la UBA y un destacadísimo cirujano torácico. Oscar Ivanissevich  un gran cirujano antes de asomarse a la vida política, con todos los cuestionamientos que se le pudieran formular al final de sus días.
De Carrillo no hace falta recordar su copiosa obra como sanitarista, pero si agregar que era un brillante Neurocirujano.
Raul Matera fue símbolo de la mejor medicina, un Messi de los quirófanos, que también hacia política en primera línea.
Y la lista puede seguir con Guardo, notable odontólogo presidente de la Cámara de Diputados, antes de cederle el puesto a su colega Hector J. Cámpora.

Es que la comunidad organizada se propuso cambiar no solo la excelencia de la salud, sino el concepto de enfermedad y salud. El Peronismo venía a curar, no a litigar.

Tales fueron los logros en la materia, que la revancha liberal instaurada en el 55 se ensaño particularmente con algunos  emprendimientos monumentales que no llegaron a ser concluídos y fueron abandonados prontamente ni bien terminaron de  bombardear.
Todos los que tenemos mas de 40 sabemos lo que era el Elefante Blanco o el Albergue Warnes, aunque no todos recuerden el deliberado abandono de estos testimonios edilicios.

Pero el derrumbe comenzaría con los tiempos del falso nacionalista Onganía, solamente tradicionalista y chupacirio y un verdadero artífice del liberalismo azul, con su Adalberto Krieguer Vassena y otros personajes que entre otras iniciativas, crearon el sistema de Obras Sociales, como forma de sustraer del Estado, al sistema de Salud.

Despues todo fue en vano, los ojos del sistema público de salud  se cerraron y se abrieron los de los hombres de negocios.

Nacen y florecen las empresas prepagas, fabulosos paraísos para los ejecutivos. Y como los nombres propios  de la mitad del Siglo XX fueron Taiana, Liota, Matera o Favaloro, los tiempos que corren llevan nombres como el de Julio Fraomeni, opaco galeno y un verdadero Faraón que ocupa el podio de los individuos mas ricos de la Argentina, según la Revista Forbes.

Al compás de las subas de acciones de la medicina en la Bolsa de Comercio, cayeron la de los   médicos como sujetos principales en el concepto sanitario.

El Doctor que otrora, era un vecino prestigioso y  que podía valorarse socialmente a la par que  acceder a posiciones económicas que no era mas que un buen pasar (  El sueño de mi hijo el dotor o el de Guiseppe el Zapatero) hoy  suele galguear para llegar a fin de mes.
Los médicos de hoy, son pauperizados trabajadores, con poca valoración social y mucha  sosobra al tiempo de cubrir necesidades.  En algunos casos inferior al de otras actividades de menor trascendencia comunitaria.

La estabilidad que tanto defienden nuestros jueces, no fue reconocida en tribunales con especial mención a la  Corte Suprema  que en fallos recientes como “Cairone”  con particular voto de  Lorenzetti, avala el cuentapropismo de los médicos afectados a una clara relación de dependencia con los sanatorios privados.

Es que los médicos que atienden en sanatorios, cumplen horario, percibiendo un ingreso impuesto por el dueño del establecimiento,  atendiendo a pacientes que contratan con el nosocomio (jamas con el médico) fueron considerados vulgares monotributistas sin derecho ni a vacaciones, ni aguinaldos ni a la continuidad en su vínculo.  Sencillamente porque son microempresarios según los Cortesanos que no dudaron a la hora de preservar la tangibilidad del negocio de la salud.

Un médico hoy, factura a su empleador. Si se enferma no cobra. Si se cansa no tiene vacaciones. Si tiene un hijo no tiene el menor amparo en la maternidad.



Los prestadores externos de la empresas privadas de salud y también del sistema de Obra Social, sumamente emparentados entre si, tampoco negocian el valor por cada prestación. Se la imponen.
Los laboratorios transformaron el mercado de recetas en un negocio de los mas salvajes.

Retornan con erogaciones,  viajes o congresos la cantidad de recetas que emiten los médicos precarizados . La conciencia Hipocrática no predomina, tanto por voluntad como por pauperización.

Así están las cosas. El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires exhibiendo su decisión de convocar médicos para cubrir la pandemia que asola al mundo, ofrece salarios a médicos que acepten correr riesgos en su salud equivalente a  $ 59000 mensual por 8 horas de trabajo 5 días a la semana.  Un ligero cálculo arroja algo mas de 300 pesos la hora. No es necesario hacer muchas cuentas para ver la asimetría  con otros salarios.  Y encima lo ofrecen como un acto de campaña y generosidad.

Por eso, a la hora de evaluar los aplausos balconeados, lo mejor es pensar que no hay medicina sin médicos. Y no hay médicos que resistan el medievalismos al que lo sometieron los empresarios de la salud, los funcionarios de la Anssal y los jueces que, como los de la Corte Suprema, han priorizado la estabilidad y ganancias de empresarios.
( http://laseñalmedios.com.ar/2020/03/26/al-gran-pueblo-argentino-salud/ )

Desencanutar” para pagar las cuentas. La necesidad imperiosa de muchos ahorristas dolarizados de tener que hacerse de pesos por estos días para afrontar erogaciones varias, que van desde el alquiler, pasando el pago de la tarjeta o impuestos, hasta la compra incluso de productos básicos, choca con algunos desafíos, tanto del mercado oficial, como de los alternativos, que le impone la actual coyuntura económica y sanitaria.

Con la hiperdolarización de los argentinos ocurrida en los últimos dos años, alentada por la inestabilidad macroeconómica constante, que devino en megadevaluaciones del peso, y consecuentes saltos inflacionarios, los ahorros para la gran mayoría de los que pueden acumular excedentes se tiñeron de “verde” a más no poder, ante lo cual el gobierno anterior debió restaurar el cepo cambiario, que mantuvo la actual administración del presidente Alberto Fernández. Ya con la pandemia del coronavirus entre nosotros, y la incertidumbre que conlleva este brote en distintos frentes, llegó la hora para muchos de comenzar a pesificar una parte de aquellos dólares para “pasar el invierno” económico, que paradójicamente se adelantó en casi tres meses a la estación propiamente dicha. Para hacerlo, sin embargo, se deben sortear ciertos obstáculos.

Por un lado, aquellos habitués de la plaza paralela de cambios se ven impedidos de vender sus tenencias ante el cierre generalizado de las cuevas, por efecto del aislamiento total y obligatorio dispuesto por el Gobierno. Pero, además, tampoco resulta ser un buen negocio cambiar las divisas por pesos a través de los homebaking ya que, desde que se implementó el impuesto PAÍS del 30% en diciembre pasado, la brecha entre los precios de compra y de venta del tipo de cambio quedó extremadamente amplia: en promedio llega a casi $25 ($61,61 / $86,59, según valores del miércoles). Una tercera alternativa es vender los dólares en la Bolsa, a través de la compra de un bono en moneda dura, y la posterior venta del mismo título pero en moneda local, transacción de la que surge el llamado dólar MEP (Mercado Electrónico de Pagos), o dólar Bolsa. Aquí, sin embargo, y en particular para las personas físicas (las jurídicas están exceptuadas) aparece una traba más: el parking, o la obligación de mantener cinco días hábiles en las cuentas comitentes (en las que se depositan títulos valores) aquellos bonos adquiridos en la Bolsa para luego una vez transcurrido ese período -el cual trae aparejado un fuerte riesgo en el actual escenario de gran volatilidad-, poder venderlos y hacerse de pesos.

Cuevas out



Por la cuarentena obligatoria, las cuevas que hoy funcionan se redujo a un grupo muy minúsculo, más allá de su eventual supervivencia en la clandestinidad. “Algunas bajaron sus persianas porque se redujo a cero la fluidez de turistas, en una city porteña que quedó en ‘modo desierto’, otras cerraron porque sus dueños son personas mayores, y algunas más porque no funcionan los bancos, a donde suelen acudir al final del día a depositar las divisas en cajas fuertes”, describió un operador que conoce de cerca el negocio informal. Lo cierto es que tal situación excepcional hizo que algunas cuevas se reconfiguraran, utilizando el canal del delivery como una salida momentánea a la crisis. Claro que por el riesgo que conlleva dicha modalidad, los spreads que ofrecen los ahora denominados en la jerga “divisas ya” son muy amplios, y en algunos casos llegan a los $10. Desde hace un par de semanas, no existe en este segmento una clara referencia de precios, más allá que han tendido a la baja en los últimos días ($83,50, según el precio del miércoles) tras haber tocado los $90, el pasado 18 de marzo, previo al anuncio oficial de la cuarentena obligatoria. Con los límites que trae aparejada la pandemia en este mercado, y dependiendo del monto del que se trate, “hoy muchos tratan de vender los dólares a familiares y amigos, a un precio levemente inferior de referencia”, acota un operador.

Parking

En momentos de alta fluctuación cambiaria, y cuando aún se podían comprar u$s10.000 por mes y por persona, las autoridades reguladoras del mercado durante la administración de Cambiemos decidieron imponer el parking, con el fin de cortar de cuajo cierta operación financiera (denominada rulo vip) que dejaba fuertes ganancias en cuestión de minutos. Básicamente, la transacción se iniciaba a partir de la compra de dólares en el mercado cambiario, con los cuales se adquirían bonos en moneda dura, para luego venderlos en su versión en pesos, lo que generaba un tipo de cambio mucho alto que el que se conseguía en bancos y casas de cambio (debido a que la brecha cambiaria se había despegado por el cepo). En otras palabras, se compraban dólares baratos en los bancos, y se vendían más caros en la bolsa, para después volver a efectuar la misma transacción (de ahí el nombre de rulo).

Ya con el cepo hard, cuyo límite de compra de dólares se redujo a u$s200 por mes y por persona, y con la entrada en vigencia del recargo del 30%, comenzaron a emerger en el mercado voces discordantes con la medida, por carecer de sentido en un contexto diferente al cual donde se había instrumentado (cepo light), por alentar los negocios en el mercado paralelo, y, en consecuencia, por limitar la circulación de divisas en el circuito financiero oficial. También objetan el hecho de que la disposición desalienta a invertir a fondos del exterior en activos argentinos, porque implica un riesgo implícito de mantener los bonos en cartera durante cinco días hábiles, en momentos de alta volatilidad bursátil. Pero las críticas se acentuaron con la actual coyuntura, donde se profundizó la necesidad de liquidar los dólares para hacer frente a obligaciones en pesos (algo que se evidenció en los precios del dólar MEP y del “contado con liqui”, que incluso llegaron operar por debajo del dólar turista la semana pasada).

Frente a este panorama, hace menos de un mes la Cámara de Agentes de Bolsa hizo un reclamo formal ante la Comisión Nacional de Valores (CNV) y el Gobierno para eliminar el parking. Desde allí, y tomando nota del rechazo que genera entre operadores e inversores, sumado al contexto económico apremiante, la CNV evalúa por estas horas eliminar la norma, de la cual también el Banco Central tiene injerencia, por tratarse de operaciones cambiarias. “Es un tema que está en análisis”, pero por el momento “no hay nada para comunicar”, reconoció a Ámbito una fuente del organismo que comanda Adrián Cosentino.

Para José Echagüe, estratega Consultatio Investments, “mantener el parking de los bonos es una invitación gigantesca a vender divisas a través del mercado paralelo, para que la actividad económica se vuelva todavía más informal. No tiene sentido. Hay que revisar esta decisión que quedó obsoleta”.

Por su parte, Rafael Di Giorno, director de Proficio Investment, recordó que “el parking es una medida que se tomó en una coyuntura específica, pero quedó totalmente desfasado. Hoy es una traba que impide que la gente use sus ahorros en dólares para pagar sus cuentas en pesos. Así se opta por ir al mercado informal o se sigue posponiendo pagos”. Y remató: “Lo lógico sería que lo quiten. Es una medida que incluso la implementó el gobierno anterior, por lo que tampoco debería haber un costo político de sacarlo”.
Dada la situación actual, Argentina podría necesitar más que nunca captar dólares y que estos circulen por el sistema financiero formal, en vez del mercado paralelo. En este sentido, una de las mejores medidas que podría adoptar la CNV es la eliminación del parking, para no motivar a los ahorristas a ir en busca del dólar blue”, remarcó Sergio Morales, director de Morales Inversiones.

Por último, para Diego Martínez Burzaco, economista de Inversor Global,se trata de “una medida que no tiene razón de ser en el actual contexto, con un cepo feroz y un estrés financiero muy grande en el mercado de pesos”. Subrayó que “la sobre dolarización que hubo en su momento sería una fuente de financiamiento muy relevante en estos momentos”. A la vez, consignó que “si hay inversores que están dispuestos a invertir en activos argentinos también el parking desalienta todo ese tipo de operatoria porque implica un riesgo implícito de quedarte en bonos cinco días hábiles cuando sabemos la volatilidad que está teniendo hoy el mercado”.

(https://www.ambito.com/economia/dolar/cuevas-cerradas-parking-y-brechas-complican-ahorristas-dolarizados-que-urgen-pesos-n5092919)na de las consecuencias que ha traído la pandemia del coronavirus, sobre todo después de la disposición de la cuarentena obligatoria, es el desarrollo de un sentimiento de unidad nacional, de patriotismo que posterga las diferencias y los conflictos y fortalece los vínculos comunitarios. Es una experiencia muy interesante para un país que vive envuelto en un clima de agudos enfrentamientos desde hace ya varios años.


Quienes portamos ya “edad de riesgo” recordamos un episodio con muchos parecidos formales en cuanto al clima colectivo: la guerra de Malvinas. La confluencia de entonces tenía un signo patriótico y antimperialista, aun cuando el conflicto fuera irresponsablemente iniciado y aviesamente manipulado por la dictadura cívico-militar de entonces. En aquel momento, resurgieron voces largamente ocultadas en los años duros del terror: recitales de rock, canciones “de protesta”, encuentros de solidaridad regional, habitaron de modo impensado las mismas calles que poco tiempo antes habían sido recorridas por secuestros y asesinatos de luchadores políticos y sociales en escala nunca vista ni antes ni después. Mal que les pese a los desmalvinizadores de entonces y de ahora, aquello fue un momento importante del proceso que desembocó en la recuperación de la democracia. Claro que la defección militar y la derrota fueron la desembocadura de aquellos episodios y fueron fundamentales en la creación de un clima de frustración y resignación que condicionó mucho los acontecimientos inmediatamente posteriores.

Hoy, como entonces, proliferan las voces de alerta contra lo que se percibe como la amenaza del “unanimismo”, es decir la proliferación de acuerdos tan intensos y generalizados que tienden a silenciar voces disidentes y a permitir abusos por parte de los portadores simbólicos de esa unidad nacional. Así, por ejemplo, la decisión de la oposición de acompañar las medidas impulsadas por el gobierno de Alberto Fernández constituiría una amenaza al “pluralismo” y sería una circunstancia favorable a la emergencia de liderazgos autoritarios.

Lo que, en realidad, está detrás de esas voces de alerta es la agenda política que ha nacido en el país a partir de la pandemia. Es una agenda que no ha nacido como producto del cálculo de un grupo de audaces, sino el reconocimiento bastante extendido de que la crisis señala un antes y un después. Y no solo para el país sino para el mundo entero. Abandonemos el registro de las presunciones conspirativas, que ven la plaga como un producto de acciones propias de la “tercera guerra mundial por partes” de la que habla el papa Francisco. No es que desde aquí se descarte la existencia de tales acciones y de tales causalidades: son completamente probables. Pero será difícil probarlas. Lo que sí está completamente a la vista es que, aún de modo aleatorio y suponiendo la inexistencia de acciones que la provocaran, la crisis es un rayo en el cielo aparentemente sereno del mundo del capitalismo global.

Estamos ante el interesante, aunque un poco penoso fenómeno de un conjunto de líderes nacionales –empezando por el de la que es todavía la principal potencia mundial- que han desplegado una especie de catecismo neoliberal neo-apocalíptico, que podría tener por título “la vida por los mercados autorregulados”. Junto a Trump, forman en primera fila, Boris Johnson, del Reino Unido y el inefable presidente del Brasil, Jair Bolsonaro. “Que funcionen los mercados aunque el mundo perezca” es la consigna de presidentes que podrían ser pintorescos, si las consecuencias de sus actos no fueran tan nefastas. Los países gobernados por esos líderes van avanzando a pasos agigantados hacia una crisis política de incalculables proyecciones; simplificando un poco se podría decir que en Brasil, con un presidente en estado de delirio y gobernadores que procuran ordenar un poco la escena, no aparece un destino intermedio entre la dictadura cívico-evangélico-militar y una estrepitosa caída del régimen impuesto a base de mentiras, corrupción judicial y proscripción.

La gran discusión tiene el nombre de la cuarentena: sí o no retirar a las poblaciones a sus casas para salvar vidas. No parece una gran discusión teórico-política. Pero lo es. Lo es porque se discute el rol fundamental del Estado como organizador de la comunidad. Lo es porque, en consecuencia, desplaza a los automatismos del mercado y del capital como asignadores exclusivos de poder material y simbólico. Establece prohibiciones, moviliza e intenta centralizar la administración de recursos de salud, de alimentos y otros soportes esenciales. Ayuda activamente a los sectores socialmente más vulnerables, afectando, en muchos casos, los más sacrosantos “principios”, los de la propiedad privada, los del capital. Vivimos una suerte de agonía histérica de un mundo en el que las ganancias y las pérdidas monetarias son la única brújula que orienta las conductas de un mundo habitado por guerras de expansión, hambrunas gigantescas, concentración impúdica de riqueza en pocas manos y destrucción sistemática del medio ambiente.

¿Cómo puede decirse todo esto en un país en el que los gobernadores oficialistas y opositores participan del comando de operaciones contra la crisis y se prodigan mutuas expresiones de reconocimiento y afecto? ¿No es que estamos cerrando la grieta? Efectivamente la grieta, es decir el odio, la mentira, la chicana y el golpe bajo se han corrido de la escena –parcial y provisoriamente- de la política partidaria. Y ese es un activo importante. Ahora bien: eso no quiere decir que desaparezca el conflicto de fondo sobre el futuro de la sociedad argentina. Los neoliberales no se han vuelto democrático-populares ni a la inversa. Razones trascendentes de humanidad han orientado, felizmente, a nuestra clase política a una conducta positiva. Pero también ha influido el cálculo, que en política nunca está ausente. Ese cálculo ha llevado a muchos a pensar que si después de cuatro años de derrumbe económico, hoy se levantara la consigna (que Macri parece que dijo pero después dijo que no dijo) de “no frenar la economía”, entonces sucedería aquello de lo que no se vuelve: el ridículo.

Las lamentaciones por el supuesto peligro del “unanimismo” y la añoranza del “pluralismo” son cantos de sirena de una derecha que se resiste a aceptar el inicio de un tiempo de crisis que va más allá de la pandemia. Porque el hecho es que el virus ha venido a visitar un mundo que ya se estaba acercando a una encrucijada histórica. Nada más que una inocente propuesta, llamada cuarentena, ha abierto una experiencia de vida en la que las viejas certezas han implosionado. Dolorosas como son y serán sus consecuencias, nuestro pueblo y todos los pueblos del mundo no serán iguales después de esta experiencia.

 
Hay un grito unificado de los y las enfermeras del Hospital Ramos Mejia: “este virus vino a evidenciar todas las falencias que tenemos y que venimos trabajando mal hace tiempo”.


Camino tres cuadras hasta la parada del colectivo, veo largas colas en los locales, filas de personas que esperan por comprar provisiones, o un poco de “algo para comer”  y los que tienen el mango justo. La distancia de no mirarse a los ojos, de no saber quién es nuestro vecino hoy se hizo cuerpo y ya no nos podemos ni acercar. Los abrazos son cosa del pasado, dos metros nos separan. En este futuro distópico las pantallas de noticieros nos anuncian varias vece al día cual sorteo del loto, un número de recuperados, un número de enfermos, un número de muertos, un número.

Surgieron varios personajes en esta cuarentena, desde las ventanas y los balcones se asoman ciudadanos que señalan, gritan y denuncian  al #134 en pos de la comunidad, pero el aplaudidor es mi favorito, ponen el himno y aplauden a las 20:30hs, aplauden a las 21:00 hs y ahora también a las 21:30hs. En su discurso cuentan que aplauden a aquellos que cumplen algún “trabajo esencial” para agradecerle y demostrarle su apoyo, también aplauden a las “fuerzas de seguridad”, no voy a ahondar en la larga lista de “trabajos esenciales”,  sino que me voy a detener en los trabajadores de la salud, “la primera linea” contra el Covid-19.

En el colectivo también mantenemos una distancia entre seres,  el chófer, a modo de resguardar su salud, se armó una cortina de plástico pegada con dos pedazos de cinta que impide el contacto con los pasajeros, me hace pensar que MacGyber estaría orgulloso. Bajo en La Rioja y camino unas cuadras, evitando cruzarme con policías porque no tengo ganas de discutir sobre mi permiso de circulación, al llegar a la puerta del Hospital Ramos Mejía me espera Jorge, un enfermero con 35 años de experiencia en ese mismo hospital, nos saludamos con un choque de codos y me dice que en realidad lo conocen como “Gallo López” porque es hincha de Morón, me invita a entrar al Hospital. Me pongo la máscara y entramos.

Con cálida voz y seguridad en la oratoria me cuenta, “la semana pasada hicimos una asamblea pidiendo que venga la delegación gremial para que se haga cargo, pero solo vino un sector, nuestra idea es abrir el paraguas en el sentido de que tenemos el diario de ayer al ver lo que está ocurriendo en España e Italia donde hay mas de 15.000 trabajadores de la salud infectados,  esto es porque no se tomaron las medidas de protección necesarias. Cuando vimos que nos daban un camisolín de color amarillo que es de friselina, una tela muy liviana que uno la pone a tras luz y se trasparenta todo, más los barbijos quirúrgicos que no son los correctos, dijimos, “no podemos ir a una guerra con poncho y facón”.

Hace dos semanas vino el ministro de salud de CABA (Fernán Quirós), e hizo una reunión a puerta cerrada con el director del hospital y algún jefe de departamento, no dejo entrar ni a la gremial medica ni a SUTECBA. En dicha reunión informo que el hospital Ramos Mejía iba a quedar como referente en la zona para la atención e internación de pacientes con Covid-19. El Ramos (lo pronuncia con cariño) no califica como hospital para esta clase de atención, porque es apabellonado, la parte edilicia es muy antigua y nunca se remodeló, las camas no tienen la distancia recomendada por la OMS que es de un metro y medio entre si para evitar los contagios dentro de la sala.

Nos comentaron que van a poner containers en la entrada del hospital para empezar a atender ahí a todos los pacientes que vengan con un caso sospechoso, para luego derivarlos al hospital y hacer el ingreso a las salas, para esto no hay personal, y se suma una orden del Ministerio de Salud que pide a los hospitales tres enfermeros por turno para ir a atender a los pacientes que están cumpliendo la cuarentena en los hoteles de la zona, o sea tras cartón como no hay personal nos quieren sumar esa tarea. Desde ese momento dijimos “sino nos cuidamos nosotros no podemos pretender cuidar a la comunidad”, porque en el caso de que uno se contagie te mandan a tu casa a hacer la cuarentena y con el poco personal que hay esto se agravaría aún más. Pedimos que tomen personal nuevo para poder cumplir y ellos sacaron una solicitada para ingresar enfermeros, pero hay una parte que parece increíble, van a llamar a los jubilados de hace tres años en adelante para cumplir esta tarea y como la mayoría se jubila a los 65 años ya están en el grupo de riesgo, además que junto con su retiro se llevan un pastillero en el bolsillo, nosotros decimos así, porque la mayoría se van con algún tipo de patología, diabetes, coronarias, etc. Dicen que nuevos enfermeros no estarían preparados, pero eso es mentira porque salen muy bien entrenados de la escuela de enfermería, sino mándalos a salas de menor problemática  donde los pacientes ya están recuperados y a la espera del alta.

En el 2019 hubo una gran baja de enfermeros, algunos fueron jubilados, otros fallecieron y en la actualidad somos entre 400 y 500, que no alcanza, entonces hay horas que se llaman módulo de enfermería, quizás yo estuve toda la mañana y me quedo a la tarde a cubrir el lugar que hace falta, esta metodología se naturalizo y la mayoría de los trabajadores la aplican sin priorizar sus horas de descanso, esto es un peligro porque se genera una baja en el sistema inmunológico y se pueden producir más contagios, no solo de covid-19, nosotros tenemos casos de KPC, dengue, un montón de meningitis, tuberculosis , no solo se trata del covid-19, el problema es que se viene trabajando mal hace tiempo y este virus vino a evidenciar todas las falencias que tenemos.

No lo decimos de sabios ni de soberbios, lo decimos porque estamos en la trinchera y lo vemos día a día. Primero hay que arreglar desde adentro, consultar con nosotros que se necesita y organizarse para poder dar una mejor batalla. Acá hay que ver que hubo cuatro años, mas, doce años, porque viene de la época de Macri cuando era jefe de gobierno que se recortó terriblemente el presupuesto, tanto el nuestro (el Ramos) como los demás hospitales públicos están en deplorable situación.

Nosotros estamos continuamente diciéndole a los delegados que traten este tema, de nuestra seguridad porque tenemos un montón de compañeros que están en situación de riesgo y los hacen venir igual, hay sectores que deberían enviarlos a casa porque, que estén circulando en el hospital no solo es un riesgo para ellos sino también en el caso de ser asintomáticos están llevando el virus por todos lados sin saberlo. Se suspendieron los turnos, se suspendieron las cirugías o sea que hay un montón de gente que hacen venir y están sentados las ocho horas en su lugar haciendo nada, porque no tienen nada para hacer.


Al personal de salud debería ser obligatorio hacerle el test, sino lo quieren hacer masivo es porque es mucha guita. Revisando un poco de historia, como se hizo con la bioseguridad en los pacientes con HIV, en un principio no usábamos protección y luego de obtener los resultados del positivo, recién ahí usábamos guantes y demás cuidados,  hasta que se acordó de manera universal tratar a cada paciente como un posible portador de HIV y si después los resultados son negativos, perfecto.  En el caso del covid-19 hay pacientes que son asintomáticos y hasta que se tiene el resultado estamos exigiendo tratarlos como un posible positivo, atenderlos con escafandra y las protecciones necesarias así de esta manera estamos cubiertos.

Nosotros no decimos que faltan insumos porque realmente hay, lo que decimos y reiteramos es que no están los elementos de protección, exigimos los kit de barbijo N° 95 con camisolín impermeable y antiparras de protección ocular para trabajar en la sala, en el caso de terapia al estar los pacientes entubados y con el respirador, se acumulan secreciones y cada dos horas o según la necesidad hay que aspirar porque no pueden hacerlo solos y en esa aspiración uno tiene que llevar la escafandra porque si no te comes el virus, eso no hay, esos elementos tienen que estar ahí a la mano y deben poder ser descartables. Algunos enfermeros se arman escafandras con placas de rayos, las blanquean y las adaptan para darle ese uso, esto no debería ser así. Los elementos de seguridad no son muy costosos, no estamos pidiendo respiradores que valen $30.000. Es un problema político también porque los tipos (Fernán Quirós y  su equipo) vienen del sector privado, del hospital Italiano, ven otra realidad, el privado es número, entonces te dice acá los números me dan negativos y tengo que hacerlos positivos como sea, esos tipos tienen esa mirada y no ven más allá. Un claro ejemplo fue que en el 2019 se abrió la lista de la ley 6035 (de profesionales de la salud) donde están incluidas las diferentes disciplinas que atañen al sistema de salud, en ese caso agregaron a los psicopedagogos, antropólogos y musicoterapeutas que esta bárbaro porque son anexos que ayudan a la atención médica, pero dejaron excluidos otra vez a enfermeros, instrumentadores quirúrgicos y a licenciados de bioimágenes. También eso estamos reclamando, ya que dicen que somos personal esencial, que estamos en las trincheras, bueno, que nos reconozcan como profesionales de la salud y no como administrativos.

Se trabaja así, se vive así, con lo que hay.”
Actualmente en el hospital Ramos Mejía se están tratando a 6 pacientes con covid-19 en un pabellón apartado pero no apto para esta clase de contingencias.
Y los aplaudidores ya se escuchan, me di cuenta que son las 21hs. ¿Entenderán la lucha de trabajadores precarizados? ¿Apoyaran en el futuro los paros y movilizaciones en las calles o los mandaran a “agarrar la pala” a “laburar”?, “al país se lo saca adelante laburando”, No lo se. No me tilden de Peronista, cierro esta nota porque son 21:03 y quiero ir a gritarles algo desde la terraza.

Las hipótesis conspirativas nunca se pueden probar pero suelen tener el gancho de un relato de Conan Doyle, aquel que fue a Sherlock Holmes lo que Quino a Mafalda. Veamos.

Eliminar a las personas homosexuales con el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida y a las personas antisistémicas con el coronavirus, fingen ser dos etapas en el hermoso viaje de la humanidad hacia el encuentro con su propia historia, cita que se concretará, si no ocurre nada importante antes, cuando haya colapsado el capitalismo. 

Fracasó aquel presunto designio, pues la "peste rosa" se les metió por orificios impensados incluso a los hetero y por obra de conductas no necesariamente vinculadas al sexo; y encima aparecieron los antirretrovirales, que no curan pero cronifican y modulan el déficit de linfocitos CD4, lo que es lo mismo que decir que alguien con HIV puede vivir el mismo o más tiempo que los sanos de cuerpo, pues de la salud espiritual de algunos sanos de cuerpo mejor ni hablar. 


En cuanto al coronavirus, es del caso advertirles a los que quieren pincharle la goma al tren de la historia que ya perdieron, antes de empezar. Han querido, tal vez -esto es una versión conspiracionista de elaboración propia- aplicar una terapéutica preventiva: obligar a la protesta social a abandonar sine die el espacio público, lo cual, se supone, sólo puede perjudicar a los pueblos y favorecer a los enemigos de esos pueblos, pues se desbarataría, de ese modo, la única herramienta eficaz con que cuentan esos pueblos para diseñar políticas de poder alternativas al poder de sus enemigos. Pero no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, no hay tiento que no se corte ni alambre que no se oxide, lo juro por la hidroxicloroquina. Las pestes, como el amor eterno, siempre tienen fecha de vencimiento.

Otra variante de la conspiración conjetura que la pandemia podría ser el efecto buscado por el poder global en las sombras como "ensayo general" orientado a auscultar reacciones de masas para ir testeando qué hacer cuando la desobediencia civil se generalice a todo el mundo y la gobernabilidad ingrese en estado de turbulencia inmanejable. Sería -creo yo- un proyecto operante dentro del paradigma de la así llamada "Iniciativa de Investigación Minerva", que el departamento de Defensa de los EE.UU. (Pentágono) junto con varias universidades, comenzó a financiar y desarrollar luego de la crisis del 2008. Aquel modelo empírico tomaba como trabajo de campo al mundo bajo el cambio climático; éste estaría auscultando lo que pasa cuando la sociedad global se ve expuesta a otro tipo de amenaza, en este caso, una pandemia.

El efluvio secretista vendrá mejor o peor vestido en función de la imaginación literaria de que disponga quien lo profiere. Como siempre en estos casos, lo que falta son pruebas. Las conspiraciones son muy difíciles de probar, aunque en la historia ha existido más de una. En rigor y si bien se mira, la política siempre es rosca y la rosca es la forma light de la conspiración.

La vida interior de algunos, por no decir de muchos, se limita a tener hambre o sueño. Estos son los que están en problemas a la hora de respetar la cuarentena. La play station -que ha reemplazado al "Estanciero" de antaño pero que aburre igual si se juega mucho tiempo- los pone -al límite- en sinergia con el tedio. Entonces, los encuarentenados a la fuerza salen al balcón y aplauden. Luego bailan, siempre en el balcón; ponen el Himno a todo culo en un equipo de ocasión. Van al súper. Vuelven. Cenan. Se miran, copulan y se duermen. Y así. Todos han devenido, un poco, Antoine Roquentin, aquel personaje de "La Náusea", manifiesto, en clave literaria, de la filosofía existencial de la posguerra. La que conspira, aquí, es la propia pandemia. Conspira contra la salud física y psíquica de sus potenciales víctimas. 

A todo esto, cierto mundillo, en el mundo, sigue andando. Julian Assange, en Londres, y Amado Boudou, en Buenos Aires, deben ser dejados en libertad. No sólo porque son inocentes de los delitos que se les ha imputado sino porque si dos inocentes contraen el coronavirus en ocasión de haber estado purgando prisión por delitos que no cometieron, ello aporta más deslegitimación a los disciplinamientos que intentan en el mundo los que tienen la cola sucia y la conciencia en no mejor estado de higiene.

Julian Assange se anticipó a denunciar la guerra imperial en Afganistán, Irak y Libia. Y es ese mismo sistema imperial -que ha destruido los sistemas de salud en el mundo y que deja a los pueblos indefensos frente a la pandemia- el que pretende dictar si es legal y moral lo hecho por Assange. Y el hecho es que lo hecho por Assange es moral y legítimo y que ni Estados Unidos ni Inglaterra están en el mejor lugar ético para enjuiciarlo. Trump derogó el Obamacare y ahora está desnudo y a los gritos. Boris Johnson dijo, en campaña, que Jeremy Corbyn (el líder laborista que, en sintonía con el estadounidense Bernie Sanders, reclamaba presupuesto para salud y educación) tenía un programa "del pasado". Y ahora el futuro les ha llegado a los dos, a Trump y a Johnson. A sus pueblos, en realidad, que son los que empiezan a sufrir, aun cuando el "corona", democrático como pocos, ha ingresado también, a lo que parece, en el cuerpo del primer ministro inglés.

Por su parte, Amado Boudou siempre dijo que había que citar a comparecer a personas que el juez nunca quiso citar. Agregó que él no tenía facultades ni firma ni en la AFIP, ni en el Banco Central, ni en la Casa de la Moneda. Y abundó en que su acusador, un tal Vandenbroele -a quien él no conocía- era un trucho funcional al designio del juez Bonadío de tenerlo preso como parte de la munición por elevación que tenía como blanco a Cristina. Los hechos, en plena pandemia y aun desde antes de la pandemia, le dan la razón. Por eso, el ex vicepresidente de la Nación debería estar en libertad o, al menos, con prisión domiciliaria, tal como lo han solicitado los doctores Alejandro Rúa y Graciana Peñafort, sus abogados defensores.

Y la conspiración se renueva y se reinventa. En Wuhan, la capital de la provincia de Hubei en el centro de China, empezó la pandemia. Pero, ¿quién la trajo hasta allí? Porque la versión conspirativa (y también el portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores de China, Zhao Lijian)  dizque tropas de los Estados Unidos -que vinieron a participar en unos juegos militares internacionales- son las que luego dieron positivo de Covid, ya de regreso en su casa. Y esos juegos tuvieron lugar allí, en los suburbios de Wuhan. Creer o reventar.


Y otra conspiración en cierne insinúa sus temibles perfiles. Espías cubanos, disfrazados de médicos, ofrecen a la Argentina, vaya uno a saber en pos de qué protervos designios, ese recombinante que usó la propia China para detener la muerte: Interferón Alfa 2B, que así se llama el medicamento. Una oportuna felicidad, en medio de tanta angustia, nos ha deparado Laura Alonso denunciando la conspiración cubana en marcha. Laura Alonso, la que tenía que investigar la corrupción de "Juanjo" Aranguren y Mauricio Macri, aún está en libertad, ciertamente.

Cuando empezó la pandemia, le tuiteamos al presidente Alberto Fernández. Le decíamos, en 280 caracteres, lo siguiente, palabras más o menos: Menos mal que la pandemia nos agarró con un gobierno social-bienestarista y no con uno "inspirado" en la ideología del mercado y el "déficit fiscal". Da escalofríos de sólo pensar qué estaría pasando en el país con Macri al frente asesorado por Dujovne, el Toto Caputo y Mario Negri. ¡Aguante Alberto...!, que aquí estamos, disciplinados y tratando de pensar, que no es para cualquiera esto último, pero sepa el Presidente que somos muchos más los que ponemos el hombro que los imbéciles que van y vienen, que "surfean" o que se fueron porque había ganado AF y ahora, con los fundillos mojados, le lagrimean a AF para que los traiga de vuelta. Eso tuiteamos.

También escribimos, hace poco, en algún lado, que en las razones del suicida siempre está involucrado el que no se suicida, porque está involucrada la sociedad. Hubo quien no estuvo de acuerdo con ese dictamen. Daniela Trezzi se acaba de suicidar en Italia. Daniela Trezzi, la de unos ojazos que miran de profundis por encima del barbijo, enfermera del hospital San Gerardo de Monza, en la afueras de Milán, se había contagiado y no quería contagiar a nadie más. Tal vez merezca la santidad. Arriesgarse al contagio por ayudar a otros, vaya y pase; pero suicidarse para no contagiar... no hay santos del templo cristiano que puedan emular eso. ¿Está involucrada la sociedad en ese suicidio? ¿Lo está en el dolor que habrá experimentado Daniela? ¿Estamos involucrados nosotros, aquí, en la Argentina? ¿Doblan las campanas de John Donne por esa muerte...?
No sólo en clave de conspiración, entonces, se teje y se desteje la trama de lo que está ocurriendo. Es también el dolor lo que aparece por detrás o por debajo de la trama. Y ojalá ya nunca más seamos los mismos.

Inmóviles parejas, en un parque de México o en un jardín asiático, bajo estrellas distintas, diarias eucaristías, o algo así decía, ayer, Octavio Paz. Hermanado por la amenaza común, el ser humano parece hallarse en proceso de galvanizar la voluntad de vivir galvanizando la solidaridad. Y eso es bueno.


En medio de la pandemia un nuevo aniversario de la “Guerra de Malvinas”. Tema sensible a eso que llamamos “ser nacional” y que, entre otras cosas, tiene que ver con esta condición que el neoliberalismo pone en tela de juicio, respecto a la identidad social, nacional, al valor de lo colectivo como si fuese opuesto a las vidas individuales que constituyen la sociedad Nacional. 

 

A 38 años del inicio de la guerra de Malvinas, el Día del Veterano y de los Caídos en el conflicto se conmemora este jueves en todo el país con banderazos, vigilias y recitales virtuales, y la convocatoria a los ciudadanos para entonar el Himno Nacional desde sus casas, debido al aislamiento social, preventivo y obligatorio establecido por el gobierno de Alberto Fernández para mitigar el avance del coronavirus Covid-19 en el país.


En un 2 de abril atípico por las restricciones impuestas por la cuarentena, sin los habituales actos oficiales y ningún tipo de actividad pública, los centros de ex combatientes, los familiares de los caídos y el gobierno realizarán distintos tipos de homenajes virtuales.


El secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, Daniel Filmus, publicó en sus redes sociales un video en el que ratifica el "compromiso para que la bandera argentina vuelva a flamear para siempre en las islas" y que "esa lucha sea siempre en la paz y en la diplomacia", junto con imágenes de los familiares de los caídos visitando las islas.


Por su parte, el Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur publicó a la medianoche en sus redes un recital virtual de León Gieco, en el que el cantante ofreció desde su casa emblemáticas canciones como "Solo le pido a Dios" y "La Memoria".


Además, junto al Ministerio de Cultura, el Museo Malvinas lanzó la campaña virtual #MalvinasEsSoberanía, abierta a los ciudadanos y de la que también participan artistas, intelectuales y referentes de la cultura que dejarán su mensaje, en 30 segundos.


También distintas agrupaciones de ex combatientes del país convocaron a sumarse a la campaña para homenajear a los soldados caídos en la guerra con el Reino Unido.




l Centro de ex Combatientes Islas Malvinas (Cecim) de la ciudad de Plata se sumó a la iniciativa virtual y propuso a quienes quieran participar subir a las redes un video grabado con el teléfono celular en forma vertical con un mensaje para recordar a los caídos.
En tanto, bajo la consigna "Sumate por nuestro héroes", la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e islas del Atlántico Sur convocó a la ciudadanía a entonar el Himno Nacional en el primer minuto del jueves, desde los ventanas y balcones de sus casas y luego compartirlo por las redes sociales.
Tras el himno, la Comisión puso en sus redes sociales un recital virtual y un mensaje del cantante Alejandro Lerner.
El espacio virtual se convirtió en caja de resonancia de distintas iniciativas por parte de los usuarios, como la que propone reconocer a todos los héroes de Malvinas desde los hogares colgando banderas argentinas al frente de todas las viviendas del país.
"Embanderemos nuestras casas, no necesitamos salir", es la consigna de la convocatoria que circula en Facebook, Twitter e Instagram.
La crisis sanitaria por el coronavirus Covid-19 hizo que la ciudad de Río Grande tenga que suspender la tradicional vigilia masiva que realiza el 1° de abril de cada año, desde 1995, que se realiza en conmemoración y concientización sobre la causa Malvinas y que derivó en una ley nacional que declaró a Río Grande, en 2013, como "Capital Nacional de la Vigilia por Malvinas".


A cambio, los ex combatientes de esa ciudad resolvieron este año convocar a una vigilia virtual con placas alusivas que se publicarán por las redes e invitaron a que hoy a las 21 los vecinos de toda la provincia "salgan a los balcones, ventanas y patios" a cantar el himno, hacer un minuto de silencio en homenaje a los ex combatientes fallecidos y concluir con un aplauso "para los veteranos que regresaron y están con vida".

El ministro de Defensa de la Nación, Agustín Rossi, habló sobre la cuestión Malvinas y el rol de las Fuerzas Armadas en el Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas.
Este 2 de abril encuentra a las Fuerzas Armadas cuidando la salud del pueblo argentino, y eso también es soberanía”, expresó Rossi a 38 años del inicio de la nefasta guerra y pleno aislamiento obligatorio por el coronavirus.


El ministro participó del izamiento de la bandera nacional en el Edificio Libertador, junto al jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, general Juan Martín Paleo; el del Ejército, general Agustín Humberto Cejas; el jefe de la Armada, contralmirante Julio Guardia; y de la Fuerza Aérea, brigadier Xavier Isaac.
En aquel 2 de abril Argentina ejerció el derecho territorial de recuperación de las Islas Malvinas. Pasaron 38 años y este 2 de abril encuentra a las Fuerzas Armadas en otro rol y otro lugar. Hoy, con todas las acciones que estamos desarrollando, estamos protegiendo la salud de nuestro pueblo, lo que también es ejercer un derecho soberano”.
Este Día del Veterano y de los Caídos se conmemora hoy en en toda la extensión nacional con banderazos, vigilias y recitales virtuales, y con la convocatoria a la ciudadanía para entonar el Himno Nacional desde sus casas, dado el contexto del aislamiento social, preventivo y obligatorio decretado por el gobierno nacional.

La importancia de la memoria, el valor de lo colectivo enfrentado al valor de lo individual que no se entiende como parte, el valor de la identidad Nacional y de aquello que nos interpela desde lo particular como parte de una globalización injusta y que demuestra su cara mas perversa en la guerra y los resabios del poder colonial igualmente que en la organización capitalista que distribuye de formas desiguales el acceso a la salud y la posibilidad de prevención y la capacidad de los Estados frente al poder económico que se permite expulsar trabajadores en tiempos de pandemia.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack

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