Lunes 13 de abril de 2020
Saber cómo impactará el
coronavirus se volvió un ejercicio de adivinación. Ni los mejores
expertos detectan a tiempo un nuevo estallido, y la estrella de
algunos países tomados como modelos, con estrategias novedosas y
pocas muertes que lamentar, se desvanece bajo un diluvio de casos.
Pero sí se puede saber quién está haciendo mejor los deberes. Y en
América Latina las posturas negacionistas de Brasil y México, o
confusas e indecisas como en Ecuador, contrastaron con la estrategia
de otros gobiernos con mejores reflejos como esta sucediendo en
nuestro país.
Brasil, la gran negación
El presidente brasileño, Jair
Bolsonaro, de derecha, y el mexicano, Andrés López Obrador, de
izquierda, coincidieron en una nueva ideología: negar el riesgo
explosivo del Covid-19 y alentar a la población a seguir como si
nada.¿Qué tiene de malo jugar al fútbol en Copacabana? ¿Y por qué
no salir a pasear los domingos por la Alameda? Con 19.600 casos y
cerca de mil muertos en Brasil y 3500 casos y casi 200 muertos en
México, el Covid-19 demostró que no lo detiene la arena ni se toma
los domingos.
Bolsonaro sigue enfrentado con
gobernadores, legisladores y hasta el ministro de Salud de su
gabinete, Luiz Henrique Mandetta. Ante la falta de reacción desde
Brasilia, estos actores decretaron sus propias suspensiones y
cuarentenas. Hasta las favelas encontraron la manera de organizarse y
nombrar sus líderes para manejar la pandemia.
§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§
“El ideal europeo de humanidad
se ha manifestado como un ideal más entre otros muchos, no
necesariamente peor, pero que no puede pretender, sin violencia, el
derecho de ser la esencia verdadera del hombre, de todo hombre” (
Vattimo, Gianni: “Posmodernidad: ¿una sociedad transparente?” en
Entorno a la posmodernidad. Por Gianni Vattimo y otros. Barcelona:
Anthropos, 1990. 9-19, p. 12) . Ir más allá supone el abandono del
discurso eurocéntrico y de su racionalidad. Ya para la filosofía
griega la razón era la facultad cognoscitiva para distinguir entre
lo verdadero y lo falso, fronteras, las de verdad y falsedad, que
separaban aquello que realmente era de lo que parecía ser. Esto
último “no es simplemente la nada; es una potencialidad y una
amenaza al ser: la destrucción. (...) Es el proyecto esencialmente
humano” ( Marcuse, Herbert: El hombre unidimensional. Trad. Antonio
Elorza. Barcelona: Austral, 2016 [Edición original: 1964], p. 144.)
La(s) Modernidad(es) y su Razón
excluyente. Jairo Marcos - Doctorando en Filosofía y periodista
freelance para medios españoles y extranjeros. Autor
de tres libros y varios artículos premiados, sus publicaciones y
perfil profesional pueden leerse en
www.desplazados.org. Este ensayo forma parte de la tesis en la que
está sumergido: ‘nos-Otras, las
víctimas. Pensar desde las periferias: transformaciones de la
Filosofía’, codirigida por Juan José Sánchez
(UNED, España) y Horacio Cerutti Guldberg (UNAM, México).
En: Araucaria. Revista
Iberoamericana de Filosofía, Política, Humanidades y Relaciones
Internacionales, año 21, no 42.
Segundo semestre de 2019. Pp.
45-64. ISSN 1575-6823 e-ISSN 2340-2199 doi:
10.12795/araucaria.2019.i42.03
§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§
Dice Joseph
E. Stiglitz (Indiana,
1943) que algunas de las medidas económicas de EE UU contra el
coronavirus son importadas. Como la iniciativa de algunos países
europeos de mantener a los asalariados vinculados formalmente a la
empresa durante las suspensiones temporales de trabajo, “algo
especialmente relevante en EE UU, donde la mayoría de los
trabajadores tiene seguro médico a través del empleador”.
Desgraciadamente, a Europa no le está resultando tan sencillo
replicar la gran ventaja de EE UU para enfrentar esta crisis: emitir
deuda con la que financiar las medidas de salvamento. “Hay que
emitir los
eurobonos,
de verdad lo creo, pero por ahora no hay suficiente solidaridad en
Europa para apoyar una medida así”, explica el Nobel de Economía.
Confinado en su casa de Nueva
York, Stiglitz alerta de que la indecisión europea puede provocar
una caída económica más profunda si implica una reacción
“demasiado tardía y demasiado pequeña”: “Hay mucha
preocupación por la viabilidad del proyecto común si, en esta
crisis, Europa se demuestra incapaz de demostrar la solidaridad
necesaria”.
Pregunta. ¿Está en juego el
proyecto europeo?
Respuesta.
Este es un momento de crear o romper. La unión se solidificará si
se percibe que, en el momento de necesidad de una nación, los
ciudadanos europeos ayudaron. Pero también puede ocurrir todo lo
contrario si unos siguen siendo tan egoístas como siempre y solo hay
palabras de consuelo pero no lo que de verdad hace falta, que es
dinero. Este es un momento crítico para el futuro de Europa.
P. En
Alemania existe el temor de darle votos a la extrema derecha si el
Gobierno comparte el coste financiero de la crisis con los países
del sur…
R. Esto es algo que remite al
gran error de Angela Merkel en 2010 y 2011. En aquel entonces no dijo
que los griegos trabajaban incluso más horas que los alemanes ni que
había que ayudar a un socio europeo en una etapa muy difícil, no
sólo por solidaridad sino por ayudar a los bancos alemanes… Lo que
hicieron fue salvar a los bancos, dejar la cuenta sobre los hombros
del pueblo griego y tildar a los griegos de vagos. Lo que estamos
viendo una década después es la consecuencia de ese discurso
maniqueo para pasar a los griegos la culpa de un dinero prestado por
bancos franceses y alemanes. Pero una vez dicho eso, la pregunta
fundamental es cuál va a ser el futuro de Europa. Si no hay una
respuesta adecuada de Europa, el sentimiento anti UE en países como
Italia va a crecer.
P. ¿Estamos en un momento de
ruptura con la doctrina del liberalismo económico?
R. Eso espero. Se está
demostrando el error fundamental del liberalismo y es que los
mercados por sí solos no pueden manejar esta crisis, por eso estamos
acudiendo al Gobierno. Los mercados tampoco nos prepararon porque
siempre tienen una visión incompleta de los riesgos. En 2008 se
vio que habían tomado demasiados riesgos financieros y esta
crisis es otra demostración del exceso de riesgo. En EE UU, los
hospitales no tenían camas extra y las empresas funcionaban con
sistemas de inventario just in time. Todo bien hasta que tienes un
problema. Entonces es un desastre. Es como llevar el coche sin rueda
de repuesto. Si pinchas, los costes son enormes. Donald Trump ha
propuesto cada año recortes de un tercio en investigación
científica y ha reducido los fondos de los Centros para el Control
de Enfermedades… Este recorte descerebrado del sector público nos
ha dejado sin protección y sin preparación. Creo que la gente se ha
dado cuenta de que el motivo por el que EE UU no tenía capacidad de
hacer test es el desmantelamiento del sector público. Corea del Sur
estaba en una posición mucho mejor que EE UU. Aquí, en Nueva York,
estamos sintiendo el coste de una manera dramática.
P. En la crisis de 2008 también
se hablaba de agotamiento del modelo neoliberal y, sin embargo, aquí
estamos…
R. Ese va a ser el gran desafío
de la política. En medio de esta crisis, los republicanos
propusieron increíblemente un fondo de 500.000 millones de dólares
para las empresas y muy pocas ayudas para la gente que va a sufrirla
más. Hizo falta la acción decidida del Partido Demócrata para
sacar una ley que en los hechos será la probable salvación de la
economía. Así que uno de los dos partidos claramente no ha
aprendido nada, pero mi esperanza es que una mayoría de los votantes
estadounidenses sí haya aprendido la lección y las consecuencias de
tener un sector público insuficientemente financiado. Pero va a ser
una batalla política tan polarizada como cualquier otro debate de
los que hemos tenido en los últimos tres años.
P. ¿Esta crisis ayuda a la
candidatura de Bernie Sanders o ya está fuera de la carrera?
R. Está prácticamente fuera,
pero ayudará a quien quiera que sea el candidato demócrata que
señale que el del Estado defendido por Trump y el Partido
Republicano nos ha dejado sin recursos para manejar la pandemia,
proteger a los estadounidenses y prepararnos ante riesgos como este.
Esta crisis ilustra la diferencia fundamental en los valores de los
dos partidos.
§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§
Binomios
Esto
dimensiona en una moneda más dura que el dólar o el bitcoin la
frase que tanto irrita a quienes prefieren el otro término de la
ecuación: “Entre la economía y la vida, elijo la vida”. Es una
expresión tan simple como lo fue el anuncio de que su gobierno
distribuiría gratis todos los medicamentos que consumen todxs los
jubiladxs, porque entre lxs jubiladxs y la especulación financiera
estaba con lxs jubiladxs. Esas frases fueron su verdadero despegue
como candidato, un primer atisbo de la capacidad de liderazgo por la
que Cristina lo eligió para encabezar esta etapa y que hoy son
evidentes hasta para Jaime Durán Barba, cuyos esfuerzos por
distanciarse de Maurizio Ya
fue Macrì
lo dicen todo.
En aquel momento Fernández no
sabía cómo hacer realidad su promesa. Desde antes aún de asumir la
presidencia, Luana Volnovich se ajetreó buscando de qué modo
despejar la incógnita y así honrar la palabra empeñada. Otro tanto
ocurre con el segundo binomio, el que reúne y opone dos términos
complementarios. Ni Fernández ni nadie conocen la hoja de ruta
precisa para privilegiar la vida sin al mismo tiempo colapsar la
economía. Este es el mismo dilema que enfrentan todos los jefes de
Estado o de gobierno del mundo, desde los más poderosos hasta
aquellos cuyo horizonte nunca fue más allá de la supervivencia,
pero es difícil saber si esa simultaneidad es un atenuante o un
agravante.
Por un lado, alivia saber que no
se están pagando las consecuencias de errores propios (el único
imperdonable habría sido reelegir en 2019 al desastroso anterior
gobierno) sino de una hecatombe universal que hace el mal sin mirar a
quien.
Por otro, es angustiosa la idea
de que no hay a quien recurrir, porque a nadie le sobra nada. Por
supuesto, hay grados y matices. El gobierno de Alemania protestó por
la política salvaje de Estados Unidos, cuyos agentes llegan al pie
de la bodega de los aviones para apoderarse de insumos críticos a
punto de despegar hacia otro destino. Y mientras rapiña donde puede
respiradores y barbijos, su Presidente Donald Trump despliega una
flota sobre Venezuela y firma un decreto autorizando a empresas de su
país la exploración y explotación de minerales… en la luna.
Trump rechaza el acuerdo internacional de 1979 por el cual 18
naciones declararon a la luna como un bien común de la humanidad.
El problema no es el gasto
No obstante, Alberto reiteró que
el Estado llegaría con la ayuda necesaria a todos quienes la
necesiten. “El problema mío en este momento no es el gasto público
sino la salud de los argentinos”.
Esta
es una frase que hasta febrero hubiera desatado un vendaval de
críticas al populismo. Hoy es apenas una armonización con lo que
están haciendo las mayores potencias occidentales: Estados Unidos,
Alemania, Inglaterra, el resto de Europa, y también lo que plantean
los organismos internacionales como la CEPAL, el Fondo Monetario y el
Banco Mundial. Nadie pone límites a la magnitud de la impresión de
dinero para mantener en pie lo que se pueda de las respectivas
economías. Estados Unidos aprobó un paquete de 2 billones de
dólares (trillions)
y
ya está considerando otro aún mayor. Por cierto, la pandemia no
suspende las triquiñuelas políticas. Los demócratas pusieron como
condición para votar el paquete que se creara un comité
independiente de supervisión de su uso. Trump lo aceptó y de
inmediato despidió al supervisor para reemplazarlo con uno de sus
abogados. Una de las publicaciones más sofisticadas para inversores,
Zerohedge,
sostiene
que el jueves 9 la Reserva Federal «nacionalizó el mercado de
valores». Hacía dos semanas que estaba comprando bonos corporativos
de empresas calificadas como investment
grade, pero
ahora también bonos basura, fondos de inversión y hasta emisiones
municipales. Sólo le falta adquirir acciones, y comenzará a hacerlo
después del próximo crash.
El Tesoro Británico tenía una
línea de descubiertos por 420 millones de euros en el Banco de
Inglaterra, que en la crisis de 2008 se amplió a 22.000 millones.
Ahora se anunció que no tendrá límite alguno, es decir lisa y
llana emisión sin respaldo.
El Fondo Monetario y el Banco
Mundial están abogando por un perdón de las deudas insostenibles de
muchos países, que hoy parecen cambio chico en comparación con los
temidos defaults corporativos. El virus no ha hecho más que poner en
tensión la burbuja que se infló desde la crisis de 2008 y que hoy
amenaza incluso la posición del dólar como reserva de valor.
El
Fondo reconoce que el mundo ha ingresado en una recesión igual o
peor que la de 2009, cuya recuperación prevista para el año próximo
dependerá tanto de la contención del virus como de las medidas
aplicadas “para ayudar a que hogares y empresas se mantengan a
flote e impedir que un problema de liquidez se convierta en uno de
solvencia”. El FMI ya recibió más de 90 pedidos de financiamiento
de emergencia, de los cuales el 40% provienen de mercados emergentes
(la categoría en que la jerga ubica a nuestro país); calcula que
esos pedidos ascenderán a 100.000 millones de dólares, de los
cuales ya está en trámite la mitad, y declara tener una capacidad
de respuesta de hasta diez veces más, un billón de dólares
(trillions),
para asistir a los países golpeados por la pandemia. En un informe
inusualmente detallado estima que los países más poderosos
implementaron medidas fiscales por 8.000 billones, entre las que
destaca “como una guía útil para otros” transferencias directas
de dinero a hogares y empresas afectadas por interrupciones en el
suministro y caída en la demanda; subsidios salariales y
desgravaciones; extensión y refuerzo de los seguros de desempleo;
licencias pagas por enfermedad. El FMI también encomió el rápido
relajamiento de la política monetaria dispuesto por muchos bancos
centrales, proveyendo de liquidez a los bancos y financieras que
prestan a pymes y sugiere que los gobiernos ofrezcan garantías para
las necesidades crediticias de esas firmas.
Del
mismo modo, los reguladores financieros pueden alentar la prórroga
de vencimiento de los créditos. Todo eso es lo que está haciendo el
gobierno argentino. “El ritmo de la recuperación económica
dependerá de las políticas que se adopten durante la crisis. Si
esas políticas aseguran que los trabajadores no pierdan sus empleos,
que los propietarios e inquilinos no sean desalojados, que las
empresas no quiebren y que se preserven las redes comerciales, la
recuperación ocurrirá antes y con menos daños. El Fondo está
listo para ayudar a los países que no tengan capacidad fiscal para
respaldar esas medidas”, dice el informe. Si bien la Argentina no
está entre “los países más pobres del mundo”, a los que
debería suspenderse el cobro, se mantiene la definición previa de
insustentabilidad de la deuda argentina, lo cual habilita además de
la postergación de los pagos, la recepción de ayuda de emergencia.
El gobierno estima que podría recibir unos 3.500 millones de dólares
en Derechos Especiales de Giro del FMI.
§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§§
No
se bajan del Caballo
Por
mas que a muchos la realidad les de cachetadas en la cara, no se
bajan del caballo y el discurso neoliberal insiste en la falsa
dicotomía
entre vida y economía o entre salud y trabajo o Estado y mercado.
La
falacia de sostener que la emisión por si sola produce inflación,
sigue siendo el latiguillo de quienes defienden los intereses
corporativos y empresarios cartelizados que aumentan
indiscriminadamente los precios para beneficiarse extraordinariamente
de las necesidades aumentadas por la cuarentena y la pandemia.
Lo
que se confirma es que, como siempre, en las crisis todos recurren al
Estado, no al mercado … y si no hay Estado fuerte, no hay
posibilidad de un mercado que pueda resistir crisis que traccionan
hacia bajo todo el sistema de relaciones productivas y de consumo…
La pandemia actuó en un doble
nivel: igualó en el encierro y en la reclusión forzada, pero
aún en dicha condición también expuso las múltiples desigualdades
que coexisten en las sociedades, propias de países desarrollados
como de aquellos que procuran serlo.
Se observan los problemas que
tiene Estados Unidos para hacer frente al coronavirus por su
devastado sistema público de salud, con fuertes inequidades y alto
nivel de mercantilización. Sin embargo, los efectos que puedan tener
las políticas públicas tendientes a mejorarlo en un país
desarrollado son muy diferentes a los que podrían lograrse en
Argentina, aun contando aquí con un sistema de salud pública
comparativamente más robusto y equipado.
En nuestro país, la cuarentena
manifiesta fuertemente los padecimientos que tienen los más
desfavorecidos para abastecerse de la alimentación diaria frente al
cierre de comedores escolares, al tiempo que también expone con
mayor angustia la situación habitacional de quienes deben quedarse
en una casa que no existe o es sumamente precaria. Manos que no
pueden ser higienizadas por falta de acceso al agua, mal tratos y
violencias que recrudecen frente al encierro y escolarización
hogareña con suerte dispar, según qué necesidades estén
satisfechas para esa familia, son algunas de las expresiones de estas
desigualdades multidimensionales, que son de ingreso pero también de
género, edad y acceso a la tecnología, entre otras.
Las estrategias e intervenciones
de los países en ese sentido son diferentes, así como los puntos de
partida de la situación social previa al coronavirus.
Medidas
Estados Unidos prevé un plan de
2 billones de dólares para inyectar en su economía y se dispone a
asistir con seguro de desempleo a 3,3 millones de personas, todo un
record histórico. Ese paquete representa una erogación equivalente
a varias veces el PIB de Argentina, aunque se desconoce si será
suficiente para compensar los déficits en su sistema de salud
pública y el drama sanitario que está experimentando.
El Parlamento Europeo debate un
plan de 750 mil millones de euros, al tiempo que Irlanda anuncia que
estatizará de manera temporal los hospitales privados para atender a
los enfermos por coronavirus. De esta manera, se busca que las
personas infectadas sean atendidas de manera gratuita. El Primer
Ministro de ese país, además, anunció la inversión de 4 mil
millones de dólares para garantizar los ingresos de los ciudadanos
afectados por la pandemia.
En China, donde empezó todo, el
Estado construyó en tiempo record hospitales para alojar a los
infectados. El Banco Popular de ese país informó que bajará
gradualmente las tasas y recortará el coeficiente de reserva
bancaria, a fin de permitir a muchas instituciones financieras
otorgar préstamos por 550.000 millones de yuanes adicionales (usd 79
mil millones).
Hong Kong puso en marcha un fondo
de casi 4 mil millones de dólares para distribuir subsidios
financieros a restaurantes, agencias de viajes, comercios minoristas
y otras industrias afectadas al brote. Los adultos mayores, además,
recibirán una asignación especial.
Por su parte, Singapur, ya en
febrero, había desplegado un paquete de 4600 millones de dólares,
principalmente destinado a proteger puestos de trabajo y ayudar a las
empresas a enfrentar costos operativos y disponer de flujos de caja,
pero con una parte destinada también a las familias en forma
directa.
India, en tanto, estableció un
paquete de estímulo de 1,7 billones de rupias, equivalentes a 22 mil
millones de dólares, que incluye entregas mensuales de grano y
lentejas para 800 millones de personas.
Australia, país fetiche para
muchos defensores del libre mercado, presentó tres paquetes de
estímulo económico consecutivos en las últimas semanas, compuestas
por medidas monetarias y fiscales que, en conjunto, representan más
de 100 mil millones de dólares.
“El ahorro sigue siendo una
meta, pero hoy desplegaremos otro tipo de acciones”, sostuvo el
primer mandatario uruguayo Luis Lacalle Pou anunciando, a contramano
quizás de sus prioridades como candidato, la creación de un “Fondo
Coronavirus” con canastas alimentarias para los más vulnerables y
un aumento importante de las asignaciones familiares.
Sebastián Piñera prometió para
Chile un plan de apoyo económico de 11.750 millones de dólares,
equivalente al 4,7 por ciento del PIB del país.
Argentina ya tiene en curso
refuerzos para jubilados que cobran la mínima y beneficiarios de
planes sociales, el más reciente Ingreso Familiar de Emergencia
(IFE) para 3,6 millones de personas, el relanzamiento del Plan
Procrear para reimpulsar el sector de la construcción y un conjunto
de otras medidas pensadas para abastecer a los que menos tienen, como
el reparto programado de alimentos, y también para no dejar caer la
economía, previendo suspensión de cortes de servicios por falta de
pago, créditos a bajas tasas para pymes y suspensión de despidos
por decreto, entre otras medidas.
En suma, países de distintos
continentes, con gobiernos de diferente orientación ideológica,
economías de múltiples escalas y variadas restricciones monetarias
y fiscales, están transitando un recorrido parecido para asistir a
los más damnificados y auxiliar a los sectores más sensibles de su
economía frente a la crisis, “la más difícil desde la Segunda
Guerra Mundial” según el Secretario General de la ONU, António
Guterres.
Estado y Mercado
Entre las múltiples
interpretaciones que pueden hacerse de la pandemia, uno bien
plausible sería revisar el histórico debate sobre el Estado, sus
niveles de intervención en la economía y los desafíos para
adelante en una reconstrucción que se avizora prolongada y compleja.
El debate sobre cuánto Estado o
cuánto mercado es inagotable, pero una coyuntura de emergencia
tensiona el principio de subsidiaridad estatal, al menos de lo que se
esta acostumbrado en Occidente. Dicha discusión se expresa en qué
servicios o bienes debe obligatoriamente proveer el Estado y cuáles
de ellos quedan bajo la órbita del mercado.
En una situación de excepción,
los márgenes se modifican:
- ¿Es posible forzar la
obligatoriedad en la provisión de servicios públicos básicos por
parte de las empresas concesionarias aun cuando éstas no reciban el
pago de la factura a término?
- ¿Debe el Estado acudir en
auxilio de empresas para que puedan pagar sueldos?
- ¿Puede dirimir un acuerdo
entre privados, decretando el congelamiento en el valor de alquileres
y créditos?
- ¿Hasta qué punto resulta
razonable que el Estado arbitre un precio sostén para el barril de
crudo por fuera de las reglas de oferta y demanda y del precio
internacional resultante de estas?
- ¿Qué pasa con el gasto
público?
Todas estos interrogantes, sobre
los cuales el Estado argentino ya ha dado o está dando respuestas,
reactualizan aquélla frase de los '70 de “todo el Estado que sea
necesario y todo el mercado que sea posible”.
Aunque el gran debate hoy sea
definir qué es necesario y hasta dónde el Estado perfora los
límites del mercado y acude a reparar sus inequidades.
En los años '70, el comienzo del
desmantelamiento de los Estados de Bienestar habilitó el consenso
para el desplazamiento del Estado en muchas de sus funciones. Ello,
como se sabe, condujo a la mercantilización creciente de servicios
básicos que en muchos países acentuó los niveles de desigualdad y
condenó a la precariedad a muchos.
La secuencia en nuestro país es
conocida: el plan económico de la última dictadura fue el marco
para que la economía se estancara, acentuara su divergencia con los
países desarrollados y desmantelara buena parte de las capacidades
productivas que había acumulado en décadas pasadas.
El proceso privatizador en
democracia terminó por desmembrar la red de instrumentos públicos
necesarios para apalancar ciertos sectores sensibles al desarrollo.
Todo ese derrotero de desaciertos intentó reconstruirse parcialmente
después, aunque la tarea suele ser mucho más ciclópea cuando toca
restituir capacidades y resulta imposible sostenerla sin consensos
políticos suficientes.
Agenda
En “El Gran nivelador”
(Crítica, 2018), Walter Scheidel sostiene que existen cuatro grandes
situaciones que históricamente han permitido una reducción
significativa de la desigualdad en el largo plazo:
1. Las revoluciones.
2. Las grandes guerras, que
legitiman regulación pública del consumo, control de mercados y
esquemas de prestación de servicios más igualitarios.
3. El desmoronamiento de Estados.
4. Las grandes epidemias que,
como la Peste Negra, pueden ser vectores de mayor igualdad cuando, a
partir de un hecho trágico como son las pérdidas masivas y en muy
poco tiempo de vidas humanas, se modifica la relación entre recursos
y personas, dando lugar a un encarecimiento del valor del trabajo.
Las desigualdades se despliegan
en diferentes niveles, pero donde unas condicionan a las otras y, a
la vez, las retroalimentan. Hay desigualdades que son estructurales y
que determinan buena parte de las posibilidades de los Estados para
avanzar en escenarios de mayor equidad.
En primer término, el lugar en
el mundo. América Latina es de las regiones más desiguales, y esas
brechas transitan todo el marco de iniciativas que los gobiernos
puedan encarar. Dichos condicionantes limitan los efectos de las
políticas públicas y las hacen actuar en los márgenes, porque así
como no es posible pensar un Brasil en Europa Occidental (un país de
los más desiguales en una región de las más igualitarias), tampoco
es imaginable una Noruega en América Latina. Los niveles de
inequidad distributiva que caracterizan a la región condicionan
buena parte de las posibilidades de cada uno de sus integrantes.
El segundo tiene que ver con las
posibilidades acotadas que imperan en una región económicamente muy
limitada. Con matices, es difícil registrar una nación fuertemente
industrial en una región proveedora de materias primas. O pensar una
agenda de desarrollo con cambio estructural para un país que integra
un bloque con inserción subordinada en la división internacional
del trabajo. Mucho menos todavía pensar en terminar con una pandemia
donde el vecino más importante aplica una estrategia basada en la no
estrategia, es decir, sin parar la actividad y que mueran los que
tengan que morir (es decir, aquéllos que más sufren la
desigualdad).
Finalmente, el nivel micro que
impera al interior de cada país. ¿Cuál es la agenda distributiva
predominante en cada caso? Y si la hubiera ¿qué nivel de relativo
éxito podría tener al provenir de un país con desigualdades
múltiples dentro de una región de las más inequitativas del mundo?
Para saber si una catástrofe
como el coronavirus disparará un mundo más igualitario deberemos
esperar un tiempo, pero sí sabemos que, como las políticas actúan
como sistema, es muy difícil lograr desde “un” país y a partir
de “una” política un cambio distributivo que resuelva el nudo
gordiano de un modelo de acumulación que funciona y se fortalece a
partir de las inequidades que genera.
Sin embargo, aun con esas
limitaciones, el consenso político que puede generar una situación
de excepción para fijar un piso de condiciones igualitarias básicas,
fortalecido a partir de la reactualización del debate sobre “cuánto
Estado es deseable” en un contexto donde las intervenciones
públicas se relegitiman, quizás sea una buena oportunidad para
consagrar una agenda que asegure pisos distributivos mínimos y
discuta privilegios.
Daniel
Roberto Távora Mac Cormack
Comentarios
Publicar un comentario