Domingo 5 de abril de 2020
“decir que la barbarie no se
piensa, equivale de hecho a poner en práctica un procedimiento
solapado de absolución” (Badiou, 2005, p. 14). Nos interesa
pensar, hablar y buscar estrategias eficaces que permitan modificar
la situación de miedo generalizado en que vivimos. Cuando en una
situación de crisis social alguien se aísla, se encierra en su
propia persona o en su grupo, tiende a paralizarse
y a entrar en pánico. Su
conducta se vuelve errática, sus respuestas a la situación son
desorganizadas, poco asertivas, y pueden llegar a incrementar los
riesgos individuales y colectivos.
Las aristas del miedo
Leticia Cufré Marchetto ,
Violeta Rodríguez Becerril
Psico-Logos. Revista de la
Universidad Autónoma de Sinaloa, Año 8, No. 15, enero-junio 2014.
Lo paradójico de estos tiempos,
entre tantas metáforas vivas a la que nos enfrenta esta experiencia
inédita en la conciencia respecto a la fragilidad ya no solo de la
vida humana individual o colectiva sino de las formas que la
instrumentan y organizan socialmente y globalmente, y que, en la
pandemia, encuentra la “excusa” perfecta para que desaparezcan
eufemismos y diluciones y el miedo surja allí de modos conscientes y
e inconscientes frente a estas fragilidades manifiestas, consiste en
confirmar, por si fuere necesario, que el individuo solo no puede y
que lo social sin esos espacios de libertad individual, se convierten
en ahogo y limitación de la expresión de “lo humano” como
experiencia vital.
Las paradojas, decía, se hacen
visibles allí dónde se demanda del Estado como expresión de lo
colectivo, aquello en lo cual lo individual surge “barbaro”,
“inconsciente”, “irracional”, y por supuesto nos expone y
sensibiliza…
Las paradojas se exponen
fácilmente. Quienes sostienen el imperio de lo colectivo respecto a
las libertades individuales no han sido principalmente quienes
culparon al Estado por las largas colas y las horas en que estas
ocuparon calles a la espera de la apertura bancaria el pasado
viernes. Por el contrario, muchas de esas criticas provinieron de los
sectores que hacen un culto de la libertad individual y de la
libertad de los mercados (En este caso del mercado Bancario ausente
en los debates). El orden de las críticas mayoritariamente sostuvo
la principal responsabilidad del Estado por su falta de previsión y
organización, en segundo lugar le llovieron críticas al gremio,
pocos críticamos a los Bancos y a los individuos que en su
individualidad, sean de la edad que fuere, privilegiaron su necesidad
individual valorada como fuere, por encima del cuidado de la propia
vida y de la vida del “otro”.
Las “culpaciones” y
“exculpaciones” son tan comunes y salidas fáciles frente a
aquello que merece un tiempo mas calmo de reflexión y tomar un poco
de distancia respecto a sensibilidad que nos brota cuándo vemos
abuelos, en esas fragilidades que son metáforas vivas de la
fragilidad misma de la vida de todos y en especial el recuerdo de que
todos vamos a morir algún día. Tanto que hoy domingo abrieron los
bancos y los noticieros fueron dando ayer y hoy, menos espacios a tal
tema.
La Pandemia pone de manifiesto lo
peor y lo mejor de la sociedad, de sus organizaciones y de los
individuos que la componen, sin excepciones y sin distinciones de
algún tipo porque deberíamos comprender que se trata de la
fragilidad de la vida humana.
Comienza a agudizarse el debate
sobre los distintos relatos sobre la pandemia, la parálisis de la
economía, el rol del estado y como recuperar el país. Hace unos
días Rita Segato analizaba en Brotes Verdes el choque de visiones,
citando a Edward Said decía ¿quien va a tener derecho a narrar lo
que esto produjo en la sociedad?, la lucha esta ahí…
Comparto
totalmente el concepto. Es un escenario donde no se enfrentan dos
relatos: ellos-nosotros, empresarios-trabajadores, frente-pro, clases
medias-clases populares, o cualquier variante binaria. Es una
realidad compleja con múltiples emisores y dictada por sus
cosmovisiones y por sus intereses. La lucha por la narrativa no se
construye una vez que termina la pandemia, es vigente hoy, y se hace
evidente en los discursos de los actores del drama nacional.
Voy
a centrarme en uno de los aspectos de esta lucha. Aquel que promueven
grandes corporaciones como Techint , o los empresarios vinculados a
la experiencia neoliberal de Macri como Nicolás Caputo.
La
primera advertencia es no llamarlos genéricamente “empresarios”
porque eso une a quienes tienen intereses totalmente contrapuestos.
No son lo mismo las grandes corporaciones, las cadenas de
hipermercados, los bancos, que los empresarios nacionales, grandes,
medianos y pequeños. Tratarlos a todos de empresarios y hacerlos
responsables de conjunto es similar al error de juntar a todos tras
el concepto de “campo”, sin diferenciar en su interior. Además,
debilita el bloque nacional que debe sostenerse y profundizarse para
salir de la pandemia y de la parálisis económica.
La
mayoría, entre ellos el gobierno interpretó los despidos masivos de
estos empresarios como una presión para terminar con la cuarentena,
aunque eso ponga en riesgo a millones de argentinos.
En la columna del número anterior hemos señalado que al capitalismo no le interesan los muertos, solo la maximización de la ganancia.
En la columna del número anterior hemos señalado que al capitalismo no le interesan los muertos, solo la maximización de la ganancia.
Es
cierta la opinión de la mayoría. Pero es solo un aspecto de esta
acción insolidaria.
El
otro sentido a develar de la acción de las grandes corporaciones es
que los despidos, la amenaza de nuevas cesantías y que se expanda
ese razonamiento y practica a otros segmentos de los
empresarios, es básicamente la búsqueda de disciplinamiento de los
trabajadores para que acepten que la carga principalísima de los
efectos de la pandemia y la parálisis la paguen ellos. Baja de
salario nominal vía suspensiones, o paritarias a la baja, soportar
super explotación, baja de aportes patronales, modificación de
leyes laborales con perdidas de derechos, son parte de la agenda del
poder real.
El
miedo como política no es nuevo. Es muy utilizado en el mundo actual
donde el catastrofismo que se expresa en las redes actúa como aliado
de los grandes medios que fijan la agenda publica. No hay que
simplificar esto a la acción de trolls macristas porque no permite
penetrar en la complejidad del fenómeno.
El
miedo a perder el trabajo, a que el estado está exhausto, que la
recaudación bajó y que no se puede hacer frente a todo lo que
necesita nuestra economía para arrancar son todas realidades en las
que se apoyan las políticas del miedo para chantajear a los
trabajadores, a las clases subalternas, a la política.
Les
piden a las mayores victimas de la pandemia, del legado macrista, de
la parálisis económica que sean “racionales”, que no pidan, que
no reclamen, que no luchen. “Que la pandemia la sufrimos todos por
igual” (mentira brutal) y que si las corporaciones y las grandes
empresas se “levantan” con la ayuda del Estado (es decir con el
dinero de todos), aunque se desatienda al resto, se favorece toda la
sociedad. De nuevo la vieja y falaz teoría del derrame.
En
la historia cercana argentina las grandes corporaciones lograron
muchos beneficios con estas políticas del miedo. Para recordar solo
algunas: Cavallo durante la dictadura en tiempos de palazos y
secuestros, logró que se estatizara la deuda privada. La
hiperinflación del 89 significó una transferencia de recursos
gigantescos del sector productivo al capital financiero. Durante el
menemismo la flexibilización laboral sirvió para demoler los
derechos de trabajadores. En esta línea hay que anotar la reclamada
baja del salario real medido en dólares que se concretó bajo el
gobierno de Macri.
Una
parte de la dirigencia sindical aquella que pacta con las grandes
corporaciones y los gobiernos neoliberales tiene bastante practica de
ser funcional a estas políticas del miedo.
El
gobierno enfrenta la presión. El haber sostenido que no hay
contradicción entre salud y economía, y que por delante esta la
vida de nuestra población puso un eje que logra conformar un
consenso superior a los que apoyaron electoralmente al gobierno.
Las
corporaciones contestan: utilizan a sus comunicadores, incluso
aquellos que se mostraron críticos del último Macri, pero cuando
tocan los intereses de los grandes empresarios parece que se activara
una orden y salen en su defensa o en operaciones políticas para
desgastar al gobierno. Patricia Bullrich convoca a cacerolazos,
siempre tan gentil con el poder real.
La
lucha por el relato esta planteada. El desafío del pueblo y gobierno
es enorme. No es solo un conflicto discursivo, es central para el
futuro de millones, del país. Y es hoy, aquí y ahora.
En
medio de la lucha internacional contra el COVID-19, país tras país
se enfrenta a la necesidad de contener la propagación del virus a
expensas de paralizar la sociedad y la economía.
A
primera vista, se plantea una disyuntiva: salvar vidas o salvar
medios de vida. Se trata de un falso dilema: de hecho, controlar el
virus es una condición necesaria para salvar los medios de vida.
Esto
es lo que une tan estrechamente a la Organización Mundial de la
Salud (OMS) y al Fondo Monetario Internacional (FMI): la OMS tiene
por misión proteger la salud de las personas, y está preparada para
asesorar sobre las prioridades sanitarias; el FMI existe para
proteger la salud de la economía mundial, asesora sobre las
prioridades económicas y también ayuda a proporcionar
financiamiento.
Nuestro
llamado conjunto a las autoridades, especialmente de mercados
emergentes y economías en desarrollo, es que reconozcan que la
protección de la salud pública y la reincorporación de la
población a la fuerza laboral van de la mano.
En
esta crisis, la OMS está al frente de la lucha en virtud de su
mandato, y el FMI también lo está. En el breve tiempo transcurrido
desde que el COVID-19 comenzó a propagarse por el mundo, la demanda
de financiamiento del FMI se ha disparado.
En
los 75 años de historia de la institución, jamás se han encontrado
tantos países —85 por el momento— necesitados de nuestro
financiamiento de emergencia. Estamos suministrándoselo con una
celeridad sin precedentes: ya se han aprobado los primeros proyectos
y se han desembolsado los fondos para proporcionar la asistencia tan
necesaria que permite a los países protegerse frente al drástico
aumento de las necesidades financieras, en medio de la repentina
caída de la actividad económica y del ingreso fiscal.
A
medida que este financiamiento de apoyo a presupuestos públicos
sumamente restringidos llega a los países necesitados, apelamos a
conceder máxima prioridad al gasto sanitario. El pago de los
salarios de médicos y enfermeras, el respaldo a hospitales y salas
de emergencia, el establecimiento de clínicas de campaña
improvisadas, la compra de equipamiento de protección y equipos
médicos esenciales, la organización de campañas de sensibilización
pública sobre medidas sencillas como el lavado de manos: todas estas
son inversiones críticas para proteger a las personas contra la
pandemia.
En
un sinfín de lugares, los sistemas sanitarios no están preparados
para una avalancha de pacientes de COVID-19 y es primordial darles
refuerzos.
Y
esto puede y debe ir acompañado de un apoyo a las prioridades de
toda la economía necesarias para reducir el desempleo, minimizar las
quiebras y, a medida que pase el tiempo, lograr la recuperación.
Ese
respaldo se suma al gasto sanitario —no lo sustituye— y está
focalizado en los hogares y las empresas más afectados, en
particular mediante transferencias de efectivo, subvenciones
salariales y trabajo a jornada reducida, el afianzamiento de las
prestaciones por desempleo y las redes de protección social, y la
limitación del aumento del costo del crédito.
Somos
conscientes de lo difícil que es encontrar el equilibrio justo. La
actividad económica se está desplomando a medida que los contagios
y la lucha contra la pandemia afectan a trabajadores, empresas y
cadenas de suministro, la pérdida de puestos de trabajo y la
incertidumbre lastran el gasto, las condiciones financieras se
endurecen bruscamente, y el colapso del precio del petróleo golpea a
los exportadores de productos básicos, a todo lo cual se suman los
efectos de derrame transfronterizos.
En
los países con grandes economías informales, las familias dependen
de los salarios diarios para sobrevivir. En los barrios marginales
sumamente congestionados, el distanciamiento social es imposible.
Sin
embargo, estamos convencidos de que el financiamiento de emergencia
puede ayudar únicamente si los países encuentran ese equilibrio. La
OMS puede ayudar en ámbitos vitales para la coordinación, como el
de asegurar la producción y entrega de suministros médicos a los
necesitados de manera eficaz, eficiente y equitativa, facilitando,
por ejemplo, acuerdos de compra anticipada.
Asimismo,
la OMS está colaborando con los proveedores de equipo de protección
personal para los trabajadores de la salud a fin de garantizar el
funcionamiento de las cadenas de suministro. Se trata de un ámbito
en el cual la colaboración con otros organismos internacionales
puede ser tan eficaz: por ejemplo, la capacidad del Banco Mundial de
agregar la demanda para adquirir suministros médicos al por mayor.
El
FMI, por su parte, busca ayudar duplicando la capacidad de respuesta
de emergencia, de USD 50.000 millones a hasta USD 100.000 millones,
de modo que los países dispongan del doble de los fondos que
disponían en el pasado para emergencias. Su capacidad total de
préstamo, de USD 1 billón, ha quedado asegurada gracias a las
medidas decisivas adoptadas por los países miembros.
Asimismo,
el FMI está incrementando la capacidad de alivio de las obligaciones
de la deuda de los países más pobres a través del Fondo Fiduciario
para Alivio y Contención de Catástrofes, al cual generosos miembros
están suministrando recursos en forma de donaciones. Y, junto con el
Banco Mundial, ha recomendado una moratoria del servicio de la deuda
de los países más pobres ante los acreedores bilaterales oficiales
mientras la economía mundial continúe paralizada por la pandemia.
El
curso de la crisis sanitaria mundial y el destino de la economía
mundial están inseparablemente entrelazados. Es necesario luchar
contra la pandemia para que la economía se recupere. Por eso, la OMS
y el FMI están colaborando estrechamente, entre sí y con otros
organismos internacionales, para contribuir a la atención de las
necesidades prioritarias de los países.
Porque
trabajamos de la mano, con poco tiempo y recursos finitos, es
esencial que nos centremos en lo que es realmente prioritario para
salvar vidas y medios de vida. Nuestro llamado conjunto es que, en
una de las horas más oscuras de la humanidad, los dirigentes no
tarden en dar un paso adelante para ayudar a los habitantes de los
mercados emergentes.
Kristalina
Georgieva es Directora Gerente del FMI, y el Dr. Tedros Adhanom
Ghebreyesus es Director General de la OMS.
Naomi Klein: «Se habla de la vuelta a la normalidad, pero la normalidad era la crisis»
Desde
su casa en Nueva Jersey, la periodista canadiensa autora de libros
como La
Doctrina del Shock
o No
logo
invita a pensar cómo será el post pandemia. La ecología, la
economía del cuidado, y el lugar que tenemos que construir juntxs.
Por qué estamos en la distopía de Silicon Valley, y las estrategias
digitales que creamos para enfrentar el aislamiento: “Necesitamos
desarrollar nuevas herramientas de desobediencia civil que nos
permitan actuar a distancia”.
Artículo
original publicado en El Salto, España.
Por
Diana Moreno
En
situaciones de crisis como desastres o pandemias, la ciudadanía
puede perder mucho: las élites aprovechan esos momentos para aprobar
reformas impopulares que agravan las divisiones económicas y
sociales. Pero también suponen una oportunidad de cambio. Es lo que
la periodista Naomi Klein denomina la “doctrina del shock” o
“capitalismo de la catástrofe”. La canadiense ofreció un
encuentro virtual el pasado 26 de marzo desde su casa en New Jersey,
en el que compartió su visión de la crisis del coronavirus y la
situación de aislamiento que vive gran parte del planeta: “Esta es
una crisis global que no respeta fronteras. Por desgracia, los
líderes en todo el mundo están buscando la forma de explotarla. Así
que nosotros también debemos intercambiar estrategias”, señaló.
“Creo
en el distanciamiento social, necesitamos quedarnos en casa. Y una de
las razones es que nuestros líderes no prestaron atención a las
señales de advertencia e impusieron una brutal austeridad económica
en el sistema público de salud, dejándolo en los huesos y sin la
capacidad de lidiar con este tipo de situación que estaban viendo”,
opina Klein. Recuerda que el sur de Europa fue la “zona cero de las
políticas de austeridad más sádicas” después de la crisis
financiera de 2008. “¿Sorprende que sus hospitales, a pesar de
tener atención médica pública, se encuentren tan mal equipados
para enfrentar esta crisis?”, se pregunta.
Mike
Pence, al que Naomi Klein considera artífice del saqueo de Nueva
Orleans tras el Huracán Katrina, es ahora la persona designada por
Trump para dar respuesta a la crisis del coronavirus
Para
recordar en qué malas manos está la gestión de esta crisis
sociosanitaria, Klein pone el ejemplo estadounidense: el
vicepresidente Mike Pence, al que Klein considera artífice del
saqueo de Nueva Orleans tras el Huracán Katrina, es ahora la persona
designada por Trump para dar respuesta a la crisis del coronavirus. Y
el banquero y actual secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, encargado
del plan de rescate para hacer frente a la pandemia, estuvo entre
quienes más se enriquecieron durante la crisis de 2008. “Hay una
tendencia a poner el foco solo en Donald Trump, pero es importante
comprender que está rodeado de este gabinete de ex directores
ejecutivos y políticos con un largo historial de servicio a los
intereses de las corporaciones”, señala Klein.
Capitalismo de sacrificio
El
sistema capitalista “siempre ha estado dispuesto a sacrificar la
vida a gran escala en aras de la ganancia”, señala. Le dan la
razón algunos millonarios estadounidenses que recientemente han
pedido que los trabajadores vuelvan a los puestos de trabajo para
salvar la economía aunque la pandemia se cobre vidas. “Esa es la
historia del colonialismo, de la trata transatlántica de esclavos,
de las intervenciones estadounidenses por el mundo… Es un modelo
económico empapado en sangre”, denuncia la autora. Y ahora la
gente empieza a darse cuenta: “Las personas que antes no lo veían
están encendiendo la televisión y viendo a los comentaristas y
políticos de Fox
News decir
que tal vez deberían sacrificar a sus abuelos para que podamos subir
los precios de las acciones. Y se pregunta, ¿qué tipo de sistema es
este?”.
“Muchas
personas que antes no lo veían están viendo a los comentaristas y
políticos de Fox News decir que tal vez deberían
sacrificar a sus abuelos para que podamos subir los precios de las
acciones. Y se preguntan, ¿qué tipo de sistema es este?”
No
es algo nuevo, señala Klein, pero lo más radical es la escala del
sacrificio: “Ahora, debido a nuestra profunda crisis ecológica,
debido al cambio climático, es la habitabilidad del planeta lo que
se está sacrificando. Es por eso que debemos pensar qué tipo de
respuesta vamos a exigir, y esta tiene que estar basada en los
principios de una economía verdaderamente regenerativa, basada en el
cuidado y la reparación”, subraya.
La distopía de Silicon Valley
La
periodista asegura que hay momentos en que cree vivir lo que llama la
distopía de Silicon Valley. “El hecho de que estemos distanciados
significa que ahora muchos de nosotros estamos pasando nuestras vidas
pegados a las pantallas. Nuestras relaciones sociales están mediadas
por plataformas corporativas como YouTube [plataforma a través de la
que ofreció el encuentro online], Twitter, Facebook, etc.
Nuestra ingesta calórica diaria nos la entrega Amazon Prime. Y las
personas que están haciendo ese trabajo son increíblemente
vulnerables”. Klein supone que para aquellos que más se benefician
con esto, como Jeff Bezos, la única debilidad de este sistema es que
sean los humanos los que tienen que entregarnos la comida y los
paquetes: “Preferirían que fueran drones o robots que no pudieran
enfermar”.
Así
que estamos viendo el mundo que querría Silicon Valley, señala
Klein. Y es una visión muy sombría: “Esta no es la forma en que
queremos vivir. Deberíamos ver una oportunidad en el rechazo a ese
futuro, en la forma en que salimos de esta crisis”.
Se
habla continuamente de la vuelta a la normalidad. «Lo normal es
mortal. La ‘normalidad’ es una inmensa crisis. Necesitamos
catalizar una transformación masiva hacia una economía basada en la
protección de la vida”, dice Klein
“Cuando
la gente habla sobre cuándo las cosas volverán a la normalidad,
debemos recordar que la normalidad era la crisis”, advierte. “¿Es
normal que Australia ardiera hace un par de meses? ¿Es normal que el
Amazonas ardiera un par de meses antes? ¿Es normal que a millones de
personas en California se les haya cortado la electricidad
repentinamente porque su proveedor privado cree que esa sería una
buena manera de prevenir otro incendio forestal? Lo normal es mortal.
La ‘normalidad’ es una inmensa crisis. Necesitamos catalizar una
transformación masiva hacia una economía basada en la protección
de la vida”.
Estrategias y futuros
Para
Klein, por lo tanto, se cumple el dicho de que los momentos de crisis
lo son también de oportunidad para avanzar hacia la sociedad que
queremos, hacia esa transformación. “La buena noticia es que
estamos en una mejor posición que en 2008 y 2009. Hemos trabajado
mucho en los movimientos sociales durante estos años para crear
plataformas de personas”, señala.
“Ha
habido estrategias asombrosas que las personas han ideado para usar
la tecnología para ayuda mutua”, dice. Alaba las protestas de
enfermeras que se han dado desde que comenzó la crisis
sociosanitaria, las reivindicaciones de trabajadores por sus
derechos, las huelgas de alquiler o las caceroladas en Brasil contra
Bolsonaro.
“Necesitamos
desarrollar nuevas herramientas de desobediencia civil que nos
permitan actuar a distancia”, dice. “Estoy muy esperanzada por
las formas que tienen las personas para colaborar en estos momentos,
y eso conlleva una ironía, porque es cierto que nunca hemos estado
tan distanciados físicamente, pero tal vez es debido a la distancia
física que estamos tan decididos a llegar uno hacia el otro”.
“La
buena noticia es que estamos en una mejor posición que en 2008 y
2009. Hemos trabajado mucho en los movimientos sociales durante estos
años para crear plataformas de personas”
Klein
opina que los gobiernos deberían caer por lo que está pasando.
“Necesitamos estar indignados, muy indignados. Necesitamos
inspirarnos por el tipo de movimientos de masas que han derrocado a
los gobiernos en momentos de crisis anteriores”, sugiere, y se
muestra convencida de que no vamos a alcanzar la seguridad a menos
que peleemos por ello. “No es un lugar al que podamos volver: es un
lugar que tenemos que construir juntos y un lugar por el que tenemos
que luchar”, concluye.
Las cifras que muestran sus
balances han sido obscenas desde que dejaron atrás la crisis del
corralito. Siguieron siendo aún más impúdicas en un contexto
económico de recesión, como el de los dos últimos años de la
crisis económica macrista. Y son ofensivas cuando la debacle es
general y sólo ellos siguen con privilegios. Las ganancias de los
bancos se acumulan como si las crisis no sucedieran para ellos. Ni la
pandemia coronavirus los alcanza.
El presidente Alberto Fernández
dijo, en referencia al Grupo Techint, que había despedido a 1450
trabajadores tercerizados, "bueno, muchachos, les tocó la hora
de ganar menos".
Debería incluir al sistema
financiero si el objetivo es tratar de amortiguar costos ineludibles
de la debacle global. Con los bancos ya no se trata "de ganar
menos", sino que, al menos una vez, no ganen y que no sean una
fuente constante de especulación financiera y de maltrato a
clientes, en especial a los jubilados.
En el actual escenario de caída
vertical de la actividad productiva y comercial se necesita que la
banca se convierta en un servicio financiero público esencial para
la economía y la convivencia social.
El virus Covid-19 puede llegar a
ser catastrófico en el sistema sanitario pero si no aparecen
medicinas efectivas para el virus de la banca que se desentiende de
la crisis, la pandemia será aún más devastadora en las pymes y el
empleo.
Las enseñanzas que dejaron
crisis pasadas son que las medidas financieras deben tener una
conducción política y no deben ser ordenadas por líneas técnicas
del Banco Central, tradicionalmente influenciadas por intereses
de la banca.
Cifras
Unos pocos números sirven para
exponer la situación preferencial de la banca respecto a la mayoría
de otros sectores de la economía. Las siguientes cifras surgen del
anexo estadístico del último Informe sobre Bancos del BCRA:
* En 2018, las ganancias
acumuladas del sistema financiero (banca pública y privada –nacional
y extranjera- y otras entidades) sumaron 144.417 millones de pesos.
* En 2019, las utilidades
ascendieron a 302.863 millones de pesos.
* Esto significa que el año
pasado, el segundo de la recesión macrista y con una inflación de
casi el 55 por ciento anual, la banca más que duplicó sus
ganancias. Para ser exactos: las aumentó 109,7 por ciento en doce
meses.
No fueron utilidades nominales
que acompañaron la indexación de la tasa de inflación; fueron
ganancias en términos reales que contabilizó el sistema.
El nuevo año no modificó esa
tendencia:
* En el primer mes de 2020,
la ganancia global de la banca fue 27.782 millones de pesos.
* En enero de 2019, había
sido 15.070 millones de pesos.
* La utilidad interanual se
incrementó en 84,4 por ciento.
Casi ninguna otra actividad,
salvo las que funcionan fuera de las normas legales, puede mostrar
semejante magnitud de utilidades netas en esos años.
El Banco Central informó que no
autorizará la distribución de utilidades hasta el próximo 30 de
junio para que esos excedentes permitan sostener la capacidad
prestable del sistema.
Equilibrio
El Banco Central dispuso otras
medidas para que los bancos comiencen a realizar su tarea básica: la
de ser intermediarios entre el cliente que deposita dinero y aquel
que demanda un crédito. En esta crisis global inédita, cumplir con
esa función sería además para atender una situación de emergencia
productiva y comercial.
Para incrementar la
disponibilidad de recursos prestables, el Banco Central liberó
encajes (el dinero que las entidades deben mantener inmovilizado por
política prudencial definida por la entidad monetaria) que devengan
una tasa del 0 por ciento.
También fijó topes para
mantener Letras de Liquidez (Leliq) en sus carteras, lo que implicó
que una porción de esos activos no se renovaran.
En total, entre liberación de
encajes y de Leliq, el paquete financiero para atender a las micro,
pequeñas y medianas empresas suma 350 mil millones de pesos.
Esos fondos deben ser destinados
a financiar a esas firmas con líneas especiales para pagar salarios
y capital de trabajo a una tasa de 24 por ciento anual.
Esto significa que parte del
dinero que estaba colocada al 0 por ciento ahora la banca puede
reorientarla a créditos al 24 por ciento. Y otra parte, las de las
Leliq, que estaba devengando una tasa del 38 por ciento puede ser
entregada a esa tasa de referencia.
El cálculo que hicieron en el
Banco Central es que con la tasa del 24 por ciento los bancos no
ganan ni pierden; quedan en equilibrio. El aporte de la banca es de
ese modo nulo en términos de rentabilidad sobre esa porción de su
negocio.
Es cierto que dejan de ganar, de
lo que ya de por sí eran abultadas utilidades como se precisó
arriba, pero sin perder cuando casi todos los sectores están
registrando quebrantos inmensos. Otra vez, la banca transita una
situación de privilegio en una crisis fulminante en la cual la
mayoría pierde mucho.
Tasas
En la entidad monetaria estiman
que la disminución de tenencia de Leliq en poder de las entidades y
la liberación de encajes generan un volumen de crédito adicional
para apoyo a las pymes de más del 50 por ciento del actual
financiamiento bancario.
Las autoridades explican que la
tasa del 24 por ciento anual es conveniente porque es baja en
relación a la inflación, o sea que es una tasa negativa en términos
reales. Esto sería así si se estima un ritmo de inflación futura
sostenido, escenario que es discutible teniendo en cuenta la muy
fuerte caída de la demanda y, por lo tanto, de la actividad.
En general, la historia económica
muestra que en periodos de fuerte recesión o de depresión no hay
inflación elevada, sino que se registra deflación.
La historia particular de la
economía argentina enseña además que la inflación no se ha
disparado cuando la emisión monetaria es elevada, sino cuando faltan
dólares. Esto significa que el problema no es la emisión de pesos,
como no se cansan de confundir a la población la inmensa logia de
economistas ortodoxos y heterodoxos conservadores, sino el descontrol
del mercado cambiario. Hoy no hay riesgos cercanos de inestabilidad
cambiaria.
Si se verificara ese
comportamiento probable de los precios, la tasa del 24 por ciento
pasaría entonces a ser elevada. Incluso si se cumpliese la previsión
oficial y la tasa de interés fuera levemente negativa, la
incertidumbre económica que atrapó a las pymes convertiría a ese
préstamo en un factor adicional de preocupación financiera.
La política monetaria y
crediticia del Banco Central tiene que estar pensada para salvar a la
economía real, no para cuidar la rentabilidad de los bancos.
Engaños
Pese a que este esquema de
financiamiento a pymes no le implica ningún quebranto a los bancos,
la operatoria estuvo frenada por las entidades arrojando a la
desesperación a las pymes.
Funcionarios del área económica
escucharon decenas de justificación de banqueros para no dar esos
créditos. Una de las más desopilante fue la expuesta por un
importante ejecutivo de una entidad europea, que fundamentó la
demora en habilitar la operatoria a que necesitaba adecuarla a normas
de regulación de la banca europea, diciendo que en caso contrario la
castigarían con un aumento en los requerimientos de capital.
Disparate que el funcionario rechazó inmediatamente.
Así se mueven los banqueros,
entre engaños, medias verdades y dispersando miedos en dependencias
oficiales y a través de gran parte de los medios de comunicación
acerca de lo que puede suceder con los depósitos si pagan tasas más
bajas.
El ministro de Desarrollo
Productivo, Matías Kulfas, lo dijo en forma muy clara, en el
programa del periodista Marcelo Bonelli, del canal de cable TN: "Los
bancos deben comprometerse mucho más; no entienden, van muy lentos".
Como se sabe en base a crisis
pasadas, el Banco Central tiene que apurarlos; solos no se moverán.
Garantías
Pese a contar con los recursos
liberados por el Banco Central, las entidades siguen resistiendo la
apertura de las líneas para las pymes. El argumento insistente de
los banqueros es que se trata de un sector con un elevado riesgo de
incumplimiento.
Para destrabar la situación
porque la urgencia apuraba, el gobierno dictó un amplio decreto de
necesidad y urgencia de asistencia a las pymes, incluyendo una
partida adicional para el Fondo de Garantía Argentino (Fogar). El
monto involucrado suma 30 mil millones de pesos para entregar con el
Fogar.
Los créditos a las pymes
quedaron entonces con el siguiente esquema: una línea para capital
de trabajo al 24 por ciento anual, a doce meses, con tres de gracia,
con garantía del Estado a través del Fogar.
La banca igual no está
instrumentando los créditos a las pymes. Para que empiecen a prestar
no resulta efectiva la apelación a la buena voluntad; sólo lo harán
si el costo de no hacerlo es superior a mantener inmovilizado los
recursos.
Vacas sagradas
Esta crisis, que exige rapidez en
las respuestas, estructuras ágiles para responder a las demandas y
compromiso ante clientes y empresas desesperadas, está demostrando
que los bancos en el mercado local son ineficientes.
No son rápidos ni ágiles ni
muestran voluntad para aportar soluciones a una situación económica
y social muy crítica. No sólo no se ocupan de la función básica
de su actividad, que es captar recursos para prestar, sino que no
saben organizar, junto a las autoridades oficiales, un sistema
efectivo de medio de pagos para jubilados y beneficiarios de
programas sociales.
Pese a esas y otras deficiencias,
que implican un costo social y económico enorme para la sociedad,
son vacas sagradas de la estructura económica. No se las puede tocar
bajo la amenaza del peor de los cataclismos.
En realidad, por no avanzar en
regulaciones y controles firmes sobre la banca es que se precipitan y
luego se agudizan las crisis. Los bancos tienen que estar
subordinados al interés general; no al revés.
Un gobierno o una fuerza política
que pretenda regular su funcionamiento son señalados por una inmensa
red de propaganda como promotores de la inestabilidad y de poner en
riesgo el ahorro de la población.
Con tantas crisis financieras,
locales e internacionales, se sabe que eso no es cierto, aunque el
sentido común fue capturado en el imaginario colectivo con que a los
bancos no hay que tocarlos.
Bicicleta
El mercado local se ha
caracterizado por décadas por no tener una fuerte base de crédito
bancario. Es lo que se denomina una plaza con un muy bajo
apalancamiento. Durante la gestión de Mercedes Marcó del Pont en el
Banco Central se había alcanzado un ratio de 17 por ciento de
crédito al sector privado comercial y productivo en relación al
PIB. Era un indicador que seguía siendo muy bajo en comparación a
otros países de la región. En los años del macrismo empeoró al
derrumbarse al 8 por ciento, una caída del 50 por ciento en términos
reales en los años 2018 y 2019.
La explicación es muy sencilla:
gran parte de los fondos que estaban prestados fueron desviados a la
bicicleta financiera segura y rentable de las Letras de Liquidez
(Leliq) del BCRA. Un negocio especulativo espectacular con el mínimo
esfuerzo para la banca.
Las Leliq las emite el Banco
Central, a una tasa elevada y con riesgo casi nulo para el colocador
de los fondos, que son las entidades financieras.
Las cifras de ese negocio que
revelan los balances del sistema financiero son impactantes, según
los anexos estadísticos del mencionado Informe de Bancos:
* En 2018, el renglón
"resultado por títulos valores" (fundamentalmente, las
Leliq) sumó 326.844 millones de pesos.
* En 2019, esa ganancia más
que se duplicó: 795.321 millones de pesos.
El último registro del informe
es para enero de 2020, mes que muestra que los bancos
continuaron acumulando esas utilidades extraordinarias:
contabilizaron 59.945 millones de pesos.
Clearing
El caos comercial y financiero
que se produjo por la reapertura del clearing sin excepciones por
actividad ni red de protección para las pymes es una muestra de la
capacidad de los bancos de preservar sus intereses sin importar las
consecuencias.
También la efectividad del lobby
ejercido por grandes empresas (cadenas de supermercados, proveedoras
de alimentos y productoras de bienes de la canasta básica, entre
otras) para forzar el funcionamiento del clearing. La mayoría
de las pymes quedaron de ese modo desamparadas.
Las pymes no solamente necesitan
garantías como las ofrecidas por el Fogar para préstamos, sino que
hubiese sido necesario ofrecerles un colateral (aval) del Tesoro para
todos los cheques que con la reapertura del clearing están siendo
rechazados por falta de fondos.
Ante la avalancha de cheques sin
fondos, el Banco Central ahora entregó un plazo adicional de 30 días
para cubrirlos. Pero el riesgo de la ruptura de la cadena de pagos
sigue latente si la banca no se involucra en financiar a las pymes.
Oportunidad
Anteriores crisis financieras y
mucho más en ésta, que es mundial y de una magnitud impactante, el
Gobierno y el Banco Central no deben esperar ni apostar a que el
sistema financiero, con sus propias reglas de funcionamiento, ayude a
administrar los costos de la debacle, y mucho menos que sea un actor
independiente para superar la crisis.
El presidente Alberto Fernández
tiene la oportunidad que le brinda esta crisis global para
disciplinar a la banca sin importar sus amenazas.
No se trata de convocar a la
banca a ganar menos, como sucede hasta ahora con la actual normativa
dispuesta por el Banco Central, sino a que en este año de crisis
global registren pérdidas como aporte para salvar cientos de
pequeñas y medianas empresas y miles de empleos.
Créditos a tasa cero para pymes
al borde del abismo sería una medida política contundente para
mostrar autoridad ante una banca que mira la crisis desde el balcón.
Los bancos pasarían a estar de
esa manera en las mismas condiciones de casi todo el resto de las
actividades productivas y comerciales y dejarían de ser, por lo
menos en esta crisis, la vaca sagrada de la economía.
La
vida es frágil y el orden social imprescindible para que la barbarie
pueda ser pensada y los miedos no impiden la convivencia lo menos
conflictiva que nos sea posible. “Lo humano” tiene
en el equilibrio entre lo individual y lo social, aquello que
racional y consciente permite a la vida humana desarrollarse de modos
mas óptimos. Por tanto esta claro la falacia neoliberal del
equilibrio “natural” que se obtiene de las fuerzas del mercado,
tanto como la opresión que surge cuándo lo colectivo no juega con
las tensiones e impone condiciones a los individuos que se tornan
opresivas e insoportables. Pero si somos libertarios, no podemos
caerle al Estado cuándo se sale de formas poco racionales a hacer
colas en medio de una epidemia para cobrar sus dineros, del mismo
modo que quienes sostenemos la importancia del Estado no podemos
negar sus errores y falta de previsión frente a cuestiones que son
“normales” en tiempos menos temerosos, cuanto mas en tiempos
donde las fragilidades son tan evidentes.
Daniel
Roberto Távora Mac Cormack
Comentarios
Publicar un comentario