Domingo 5 de abril de 2020

decir que la barbarie no se piensa, equivale de hecho a poner en práctica un procedimiento solapado de absolución” (Badiou, 2005, p. 14). Nos interesa pensar, hablar y buscar estrategias eficaces que permitan modificar la situación de miedo generalizado en que vivimos. Cuando en una situación de crisis social alguien se aísla, se encierra en su propia persona o en su grupo, tiende a paralizarse
y a entrar en pánico. Su conducta se vuelve errática, sus respuestas a la situación son desorganizadas, poco asertivas, y pueden llegar a incrementar los riesgos individuales y colectivos.
Las aristas del miedo
Leticia Cufré Marchetto , Violeta Rodríguez Becerril
Psico-Logos. Revista de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Año 8, No. 15, enero-junio 2014.



Lo paradójico de estos tiempos, entre tantas metáforas vivas a la que nos enfrenta esta experiencia inédita en la conciencia respecto a la fragilidad ya no solo de la vida humana individual o colectiva sino de las formas que la instrumentan y organizan socialmente y globalmente, y que, en la pandemia, encuentra la “excusa” perfecta para que desaparezcan eufemismos y diluciones y el miedo surja allí de modos conscientes y e inconscientes frente a estas fragilidades manifiestas, consiste en confirmar, por si fuere necesario, que el individuo solo no puede y que lo social sin esos espacios de libertad individual, se convierten en ahogo y limitación de la expresión de “lo humano” como experiencia vital.

Las paradojas, decía, se hacen visibles allí dónde se demanda del Estado como expresión de lo colectivo, aquello en lo cual lo individual surge “barbaro”, “inconsciente”, “irracional”, y por supuesto nos expone y sensibiliza…

Las paradojas se exponen fácilmente. Quienes sostienen el imperio de lo colectivo respecto a las libertades individuales no han sido principalmente quienes culparon al Estado por las largas colas y las horas en que estas ocuparon calles a la espera de la apertura bancaria el pasado viernes. Por el contrario, muchas de esas criticas provinieron de los sectores que hacen un culto de la libertad individual y de la libertad de los mercados (En este caso del mercado Bancario ausente en los debates). El orden de las críticas mayoritariamente sostuvo la principal responsabilidad del Estado por su falta de previsión y organización, en segundo lugar le llovieron críticas al gremio, pocos críticamos a los Bancos y a los individuos que en su individualidad, sean de la edad que fuere, privilegiaron su necesidad individual valorada como fuere, por encima del cuidado de la propia vida y de la vida del “otro”.

Las “culpaciones” y “exculpaciones” son tan comunes y salidas fáciles frente a aquello que merece un tiempo mas calmo de reflexión y tomar un poco de distancia respecto a sensibilidad que nos brota cuándo vemos abuelos, en esas fragilidades que son metáforas vivas de la fragilidad misma de la vida de todos y en especial el recuerdo de que todos vamos a morir algún día. Tanto que hoy domingo abrieron los bancos y los noticieros fueron dando ayer y hoy, menos espacios a tal tema.

La Pandemia pone de manifiesto lo peor y lo mejor de la sociedad, de sus organizaciones y de los individuos que la componen, sin excepciones y sin distinciones de algún tipo porque deberíamos comprender que se trata de la fragilidad de la vida humana.

Comienza a agudizarse el debate sobre los distintos relatos sobre la pandemia, la parálisis de la economía, el rol del estado y como recuperar el país. Hace unos días Rita Segato analizaba en Brotes Verdes el choque de visiones, citando a Edward Said decía ¿quien va a tener derecho a narrar lo que esto produjo en la sociedad?, la lucha esta ahí…
Comparto totalmente el concepto. Es un escenario donde no se enfrentan dos relatos: ellos-nosotros, empresarios-trabajadores, frente-pro, clases medias-clases populares, o cualquier variante binaria. Es una realidad compleja con múltiples emisores y dictada por sus cosmovisiones y por sus intereses. La lucha por la narrativa no se construye una vez que termina la pandemia, es vigente hoy, y se hace evidente en los discursos de los actores del drama nacional.
Voy a centrarme en uno de los aspectos de esta lucha. Aquel que promueven grandes corporaciones como Techint , o los empresarios vinculados a la experiencia neoliberal de Macri como Nicolás Caputo. 

 
La primera advertencia es no llamarlos genéricamente “empresarios” porque eso une a quienes tienen intereses totalmente contrapuestos. No son lo mismo las grandes corporaciones, las cadenas de hipermercados, los bancos, que los empresarios nacionales, grandes, medianos y pequeños. Tratarlos a todos de empresarios y hacerlos responsables de conjunto es similar al error de juntar a todos tras el concepto de “campo”, sin diferenciar en su interior. Además, debilita el bloque nacional que debe sostenerse y profundizarse para salir de la pandemia y de la parálisis económica.
La mayoría, entre ellos el gobierno interpretó los despidos masivos de estos empresarios como una presión para terminar con la cuarentena, aunque eso ponga en riesgo a millones de argentinos. 

En la columna del número anterior hemos señalado que al capitalismo no le interesan los muertos, solo la maximización de la ganancia.
Es cierta la opinión de la mayoría. Pero es solo un aspecto de esta acción insolidaria.
El otro sentido a develar de la acción de las grandes corporaciones es que los despidos, la amenaza de nuevas cesantías y que se expanda ese razonamiento y  practica  a otros segmentos de los empresarios, es básicamente la búsqueda de disciplinamiento de los trabajadores para que acepten que la carga principalísima de los efectos de la pandemia y la parálisis la paguen ellos. Baja de salario nominal vía suspensiones, o paritarias a la baja, soportar super explotación, baja de aportes patronales, modificación de leyes laborales con perdidas de derechos, son parte de la agenda del poder real.
El miedo como política no es nuevo. Es muy utilizado en el mundo actual donde el catastrofismo que se expresa en las redes actúa como aliado de los grandes medios que fijan la agenda publica. No hay que simplificar esto a la acción de trolls macristas porque no permite penetrar en la complejidad del fenómeno.
El miedo a perder el trabajo, a que el estado está exhausto, que la recaudación bajó y que no se puede hacer frente a todo lo que necesita nuestra economía para arrancar son todas realidades en las que se apoyan las políticas del miedo para chantajear a los trabajadores, a las clases subalternas, a la política.
Les piden a las mayores victimas de la pandemia, del legado macrista, de la parálisis económica que sean “racionales”, que no pidan, que no reclamen, que no luchen. “Que la pandemia la sufrimos todos por igual” (mentira brutal) y que si las corporaciones y las grandes empresas se “levantan” con la ayuda del Estado (es decir con el dinero de todos), aunque se desatienda al resto, se favorece toda la sociedad. De nuevo la vieja y falaz teoría del derrame.
En la historia cercana argentina las grandes corporaciones lograron muchos beneficios con estas políticas del miedo. Para recordar solo algunas: Cavallo durante la dictadura en tiempos de palazos y secuestros, logró que se estatizara la deuda privada.  La hiperinflación del 89 significó una transferencia de recursos gigantescos del sector productivo al capital financiero. Durante el menemismo la flexibilización laboral sirvió para demoler los derechos de trabajadores. En esta línea hay que anotar la reclamada baja del salario real medido en dólares que se concretó bajo el gobierno de Macri.


Una parte de la dirigencia sindical aquella que pacta con las grandes corporaciones y los gobiernos neoliberales tiene bastante practica de ser funcional a estas políticas del miedo.
El gobierno enfrenta la presión. El haber sostenido que no hay contradicción entre salud y economía, y que por delante esta la vida de nuestra población puso un eje que logra conformar un consenso superior a los que apoyaron electoralmente al gobierno.
Las corporaciones contestan: utilizan a sus comunicadores, incluso aquellos que se mostraron críticos del último Macri, pero cuando tocan los intereses de los grandes empresarios parece que se activara una orden y salen en su defensa o en operaciones políticas para desgastar al gobierno. Patricia Bullrich convoca a cacerolazos, siempre tan gentil con el poder real.
La lucha por el relato esta planteada. El desafío del pueblo y gobierno es enorme. No es solo un conflicto discursivo, es central para el futuro de millones, del país. Y es hoy, aquí y ahora.


En medio de la lucha internacional contra el COVID-19, país tras país se enfrenta a la necesidad de contener la propagación del virus a expensas de paralizar la sociedad y la economía. 
 
A primera vista, se plantea una disyuntiva: salvar vidas o salvar medios de vida. Se trata de un falso dilema: de hecho, controlar el virus es una condición necesaria para salvar los medios de vida.
Esto es lo que une tan estrechamente a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y al Fondo Monetario Internacional (FMI): la OMS tiene por misión proteger la salud de las personas, y está preparada para asesorar sobre las prioridades sanitarias; el FMI existe para proteger la salud de la economía mundial, asesora sobre las prioridades económicas y también ayuda a proporcionar financiamiento. 
 
Nuestro llamado conjunto a las autoridades, especialmente de mercados emergentes y economías en desarrollo, es que reconozcan que la protección de la salud pública y la reincorporación de la población a la fuerza laboral van de la mano. 
 
En esta crisis, la OMS está al frente de la lucha en virtud de su mandato, y el FMI también lo está. En el breve tiempo transcurrido desde que el COVID-19 comenzó a propagarse por el mundo, la demanda de financiamiento del FMI se ha disparado. 
 
En los 75 años de historia de la institución, jamás se han encontrado tantos países —85 por el momento— necesitados de nuestro financiamiento de emergencia. Estamos suministrándoselo con una celeridad sin precedentes: ya se han aprobado los primeros proyectos y se han desembolsado los fondos para proporcionar la asistencia tan necesaria que permite a los países protegerse frente al drástico aumento de las necesidades financieras, en medio de la repentina caída de la actividad económica y del ingreso fiscal. 
 
A medida que este financiamiento de apoyo a presupuestos públicos sumamente restringidos llega a los países necesitados, apelamos a conceder máxima prioridad al gasto sanitario. El pago de los salarios de médicos y enfermeras, el respaldo a hospitales y salas de emergencia, el establecimiento de clínicas de campaña improvisadas, la compra de equipamiento de protección y equipos médicos esenciales, la organización de campañas de sensibilización pública sobre medidas sencillas como el lavado de manos: todas estas son inversiones críticas para proteger a las personas contra la pandemia. 
 
En un sinfín de lugares, los sistemas sanitarios no están preparados para una avalancha de pacientes de COVID-19 y es primordial darles refuerzos. 

 
Y esto puede y debe ir acompañado de un apoyo a las prioridades de toda la economía necesarias para reducir el desempleo, minimizar las quiebras y, a medida que pase el tiempo, lograr la recuperación.
Ese respaldo se suma al gasto sanitario —no lo sustituye— y está focalizado en los hogares y las empresas más afectados, en particular mediante transferencias de efectivo, subvenciones salariales y trabajo a jornada reducida, el afianzamiento de las prestaciones por desempleo y las redes de protección social, y la limitación del aumento del costo del crédito. 
 
Somos conscientes de lo difícil que es encontrar el equilibrio justo. La actividad económica se está desplomando a medida que los contagios y la lucha contra la pandemia afectan a trabajadores, empresas y cadenas de suministro, la pérdida de puestos de trabajo y la incertidumbre lastran el gasto, las condiciones financieras se endurecen bruscamente, y el colapso del precio del petróleo golpea a los exportadores de productos básicos, a todo lo cual se suman los efectos de derrame transfronterizos. 
 
En los países con grandes economías informales, las familias dependen de los salarios diarios para sobrevivir. En los barrios marginales sumamente congestionados, el distanciamiento social es imposible. 
 
Sin embargo, estamos convencidos de que el financiamiento de emergencia puede ayudar únicamente si los países encuentran ese equilibrio. La OMS puede ayudar en ámbitos vitales para la coordinación, como el de asegurar la producción y entrega de suministros médicos a los necesitados de manera eficaz, eficiente y equitativa, facilitando, por ejemplo, acuerdos de compra anticipada.
Asimismo, la OMS está colaborando con los proveedores de equipo de protección personal para los trabajadores de la salud a fin de garantizar el funcionamiento de las cadenas de suministro. Se trata de un ámbito en el cual la colaboración con otros organismos internacionales puede ser tan eficaz: por ejemplo, la capacidad del Banco Mundial de agregar la demanda para adquirir suministros médicos al por mayor. 
 
El FMI, por su parte, busca ayudar duplicando la capacidad de respuesta de emergencia, de USD 50.000 millones a hasta USD 100.000 millones, de modo que los países dispongan del doble de los fondos que disponían en el pasado para emergencias. Su capacidad total de préstamo, de USD 1 billón, ha quedado asegurada gracias a las medidas decisivas adoptadas por los países miembros. 
 
Asimismo, el FMI está incrementando la capacidad de alivio de las obligaciones de la deuda de los países más pobres a través del Fondo Fiduciario para Alivio y Contención de Catástrofes, al cual generosos miembros están suministrando recursos en forma de donaciones. Y, junto con el Banco Mundial, ha recomendado una moratoria del servicio de la deuda de los países más pobres ante los acreedores bilaterales oficiales mientras la economía mundial continúe paralizada por la pandemia. 
 
El curso de la crisis sanitaria mundial y el destino de la economía mundial están inseparablemente entrelazados. Es necesario luchar contra la pandemia para que la economía se recupere. Por eso, la OMS y el FMI están colaborando estrechamente, entre sí y con otros organismos internacionales, para contribuir a la atención de las necesidades prioritarias de los países. 

 
Porque trabajamos de la mano, con poco tiempo y recursos finitos, es esencial que nos centremos en lo que es realmente prioritario para salvar vidas y medios de vida. Nuestro llamado conjunto es que, en una de las horas más oscuras de la humanidad, los dirigentes no tarden en dar un paso adelante para ayudar a los habitantes de los mercados emergentes.
Kristalina Georgieva es Directora Gerente del FMI, y el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus es Director General de la OMS.

Naomi Klein: «Se habla de la vuelta a la normalidad, pero la normalidad era la crisis»


Desde su casa en Nueva Jersey, la periodista canadiensa autora de libros como La Doctrina del Shock o No logo invita a pensar cómo será el post pandemia. La ecología, la economía del cuidado, y el lugar que tenemos que construir juntxs. Por qué estamos en la distopía de Silicon Valley, y las estrategias digitales que creamos para enfrentar el aislamiento: “Necesitamos desarrollar nuevas herramientas de desobediencia civil que nos permitan actuar a distancia”.
Artículo original publicado en El Salto, España.
Por Diana Moreno
En situaciones de crisis como desastres o pandemias, la ciudadanía puede perder mucho: las élites aprovechan esos momentos para aprobar reformas impopulares que agravan las divisiones económicas y sociales. Pero también suponen una oportunidad de cambio. Es lo que la periodista Naomi Klein denomina la “doctrina del shock” o “capitalismo de la catástrofe”. La canadiense ofreció un encuentro virtual el pasado 26 de marzo desde su casa en New Jersey, en el que compartió su visión de la crisis del coronavirus y la situación de aislamiento que vive gran parte del planeta: “Esta es una crisis global que no respeta fronteras. Por desgracia, los líderes en todo el mundo están buscando la forma de explotarla. Así que nosotros también debemos intercambiar estrategias”, señaló. 
Creo en el distanciamiento social, necesitamos quedarnos en casa. Y una de las razones es que nuestros líderes no prestaron atención a las señales de advertencia e impusieron una brutal austeridad económica en el sistema público de salud, dejándolo en los huesos y sin la capacidad de lidiar con este tipo de situación que estaban viendo”, opina Klein. Recuerda que el sur de Europa fue la “zona cero de las políticas de austeridad más sádicas” después de la crisis financiera de 2008. “¿Sorprende que sus hospitales, a pesar de tener atención médica pública, se encuentren tan mal equipados para enfrentar esta crisis?”, se pregunta. 


Mike Pence, al que Naomi Klein considera artífice del saqueo de Nueva Orleans tras el Huracán Katrina, es ahora la persona designada por Trump para dar respuesta a la crisis del coronavirus
Para recordar en qué malas manos está la gestión de esta crisis sociosanitaria, Klein pone el ejemplo estadounidense: el vicepresidente Mike Pence, al que Klein considera artífice del saqueo de Nueva Orleans tras el Huracán Katrina, es ahora la persona designada por Trump para dar respuesta a la crisis del coronavirus. Y el banquero y actual secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, encargado del plan de rescate para hacer frente a la pandemia, estuvo entre quienes más se enriquecieron durante la crisis de 2008. “Hay una tendencia a poner el foco solo en Donald Trump, pero es importante comprender que está rodeado de este gabinete de ex directores ejecutivos y políticos con un largo historial de servicio a los intereses de las corporaciones”, señala Klein. 

Capitalismo de sacrificio

El sistema capitalista “siempre ha estado dispuesto a sacrificar la vida a gran escala en aras de la ganancia”, señala. Le dan la razón algunos millonarios estadounidenses que recientemente han pedido que los trabajadores vuelvan a los puestos de trabajo para salvar la economía aunque la pandemia se cobre vidas. “Esa es la historia del colonialismo, de la trata transatlántica de esclavos, de las intervenciones estadounidenses por el mundo… Es un modelo económico empapado en sangre”, denuncia la autora. Y ahora la gente empieza a darse cuenta: “Las personas que antes no lo veían están encendiendo la televisión y viendo a los comentaristas y políticos de Fox News decir que tal vez deberían sacrificar a sus abuelos para que podamos subir los precios de las acciones. Y se pregunta, ¿qué tipo de sistema es este?”. 
Muchas personas que antes no lo veían están viendo a los comentaristas y políticos de Fox News decir que tal vez deberían sacrificar a sus abuelos para que podamos subir los precios de las acciones. Y se preguntan, ¿qué tipo de sistema es este?”
No es algo nuevo, señala Klein, pero lo más radical es la escala del sacrificio: “Ahora, debido a nuestra profunda crisis ecológica, debido al cambio climático, es la habitabilidad del planeta lo que se está sacrificando. Es por eso que debemos pensar qué tipo de respuesta vamos a exigir, y esta tiene que estar basada en los principios de una economía verdaderamente regenerativa, basada en el cuidado y la reparación”, subraya. 

La distopía de Silicon Valley

La periodista asegura que hay momentos en que cree vivir lo que llama la distopía de Silicon Valley. “El hecho de que estemos distanciados significa que ahora muchos de nosotros estamos pasando nuestras vidas pegados a las pantallas. Nuestras relaciones sociales están mediadas por plataformas corporativas como YouTube [plataforma a través de la que ofreció el encuentro online], Twitter, Facebook, etc.  Nuestra ingesta calórica diaria nos la entrega Amazon Prime. Y las personas que están haciendo ese trabajo son increíblemente vulnerables”. Klein supone que para aquellos que más se benefician con esto, como Jeff Bezos, la única debilidad de este sistema es que sean los humanos los que tienen que entregarnos la comida y los paquetes: “Preferirían que fueran drones o robots que no pudieran enfermar”. 
Así que estamos viendo el mundo que querría Silicon Valley, señala Klein. Y es una visión muy sombría: “Esta no es la forma en que queremos vivir. Deberíamos ver una oportunidad en el rechazo a ese futuro, en la forma en que salimos de esta crisis”. 
Se habla continuamente de la vuelta a la normalidad. «Lo normal es mortal. La ‘normalidad’ es una inmensa crisis. Necesitamos catalizar una transformación masiva hacia una economía basada en la protección de la vida”, dice Klein
Cuando la gente habla sobre cuándo las cosas volverán a la normalidad, debemos recordar que la normalidad era la crisis”, advierte. “¿Es normal que Australia ardiera hace un par de meses? ¿Es normal que el Amazonas ardiera un par de meses antes? ¿Es normal que a millones de personas en California se les haya cortado la electricidad repentinamente porque su proveedor privado cree que esa sería una buena manera de prevenir otro incendio forestal? Lo normal es mortal. La ‘normalidad’ es una inmensa crisis. Necesitamos catalizar una transformación masiva hacia una economía basada en la protección de la vida”.

Estrategias y futuros

Para Klein, por lo tanto, se cumple el dicho de que los momentos de crisis lo son también de oportunidad para avanzar hacia la sociedad que queremos, hacia esa transformación. “La buena noticia es que estamos en una mejor posición que en 2008 y 2009. Hemos trabajado mucho en los movimientos sociales durante estos años para crear plataformas de personas”, señala. 


Ha habido estrategias asombrosas que las personas han ideado para usar la tecnología para ayuda mutua”, dice. Alaba las protestas de enfermeras que se han dado desde que comenzó la crisis sociosanitaria, las reivindicaciones de trabajadores por sus derechos, las huelgas de alquiler o las caceroladas en Brasil contra Bolsonaro.
Necesitamos desarrollar nuevas herramientas de desobediencia civil que nos permitan actuar a distancia”, dice. “Estoy muy esperanzada por las formas que tienen las personas para colaborar en estos momentos, y eso conlleva una ironía, porque es cierto que nunca hemos estado tan distanciados físicamente, pero tal vez es debido a la distancia física que estamos tan decididos a llegar uno hacia el otro”. 
La buena noticia es que estamos en una mejor posición que en 2008 y 2009. Hemos trabajado mucho en los movimientos sociales durante estos años para crear plataformas de personas”
Klein opina que los gobiernos deberían caer por lo que está pasando. “Necesitamos estar indignados, muy indignados. Necesitamos inspirarnos por el tipo de movimientos de masas que han derrocado a los gobiernos en momentos de crisis anteriores”, sugiere, y se muestra convencida de que no vamos a alcanzar la seguridad a menos que peleemos por ello. “No es un lugar al que podamos volver: es un lugar que tenemos que construir juntos y un lugar por el que tenemos que luchar”, concluye. 

Las cifras que muestran sus balances han sido obscenas desde que dejaron atrás la crisis del corralito. Siguieron siendo aún más impúdicas en un contexto económico de recesión, como el de los dos últimos años de la crisis económica macrista. Y son ofensivas cuando la debacle es general y sólo ellos siguen con privilegios. Las ganancias de los bancos se acumulan como si las crisis no sucedieran para ellos. Ni la pandemia coronavirus los alcanza.
El presidente Alberto Fernández dijo, en referencia al Grupo Techint, que había despedido a 1450 trabajadores tercerizados, "bueno, muchachos, les tocó la hora de ganar menos".

Debería incluir al sistema financiero si el objetivo es tratar de amortiguar costos ineludibles de la debacle global. Con los bancos ya no se trata "de ganar menos", sino que, al menos una vez, no ganen y que no sean una fuente constante de especulación financiera y de maltrato a clientes, en especial a los jubilados.


En el actual escenario de caída vertical de la actividad productiva y comercial se necesita que la banca se convierta en un servicio financiero público esencial para la economía y la convivencia social.
El virus Covid-19 puede llegar a ser catastrófico en el sistema sanitario pero si no aparecen medicinas efectivas para el virus de la banca que se desentiende de la crisis, la pandemia será aún más devastadora en las pymes y el empleo.

Las enseñanzas que dejaron crisis pasadas son que las medidas financieras deben tener una conducción política y no deben ser ordenadas por líneas técnicas del Banco Central, tradicionalmente influenciadas por intereses de la banca.

Cifras

Unos pocos números sirven para exponer la situación preferencial de la banca respecto a la mayoría de otros sectores de la economía. Las siguientes cifras surgen del anexo estadístico del último Informe sobre Bancos del BCRA:
* En 2018, las ganancias acumuladas del sistema financiero (banca pública y privada –nacional y extranjera- y otras entidades) sumaron 144.417 millones de pesos.
* En 2019, las utilidades ascendieron a 302.863 millones de pesos.
* Esto significa que el año pasado, el segundo de la recesión macrista y con una inflación de casi el 55 por ciento anual, la banca más que duplicó sus ganancias. Para ser exactos: las aumentó 109,7 por ciento en doce meses. 
No fueron utilidades nominales que acompañaron la indexación de la tasa de inflación; fueron ganancias en términos reales que contabilizó el sistema.

El nuevo año no modificó esa tendencia:
* En el primer mes de 2020, la ganancia global de la banca fue 27.782 millones de pesos.
* En enero de 2019, había sido 15.070 millones de pesos.
* La utilidad interanual se incrementó en 84,4 por ciento.
Casi ninguna otra actividad, salvo las que funcionan fuera de las normas legales, puede mostrar semejante magnitud de utilidades netas en esos años.

El Banco Central informó que no autorizará la distribución de utilidades hasta el próximo 30 de junio para que esos excedentes permitan sostener la capacidad prestable del sistema.

Equilibrio

El Banco Central dispuso otras medidas para que los bancos comiencen a realizar su tarea básica: la de ser intermediarios entre el cliente que deposita dinero y aquel que demanda un crédito. En esta crisis global inédita, cumplir con esa función sería además para atender una situación de emergencia productiva y comercial.

Para incrementar la disponibilidad de recursos prestables, el Banco Central liberó encajes (el dinero que las entidades deben mantener inmovilizado por política prudencial definida por la entidad monetaria) que devengan una tasa del 0 por ciento.

También fijó topes para mantener Letras de Liquidez (Leliq) en sus carteras, lo que implicó que una porción de esos activos no se renovaran.

En total, entre liberación de encajes y de Leliq, el paquete financiero para atender a las micro, pequeñas y medianas empresas suma 350 mil millones de pesos.

Esos fondos deben ser destinados a financiar a esas firmas con líneas especiales para pagar salarios y capital de trabajo a una tasa de 24 por ciento anual.


Esto significa que parte del dinero que estaba colocada al 0 por ciento ahora la banca puede reorientarla a créditos al 24 por ciento. Y otra parte, las de las Leliq, que estaba devengando una tasa del 38 por ciento puede ser entregada a esa tasa de referencia.

El cálculo que hicieron en el Banco Central es que con la tasa del 24 por ciento los bancos no ganan ni pierden; quedan en equilibrio. El aporte de la banca es de ese modo nulo en términos de rentabilidad sobre esa porción de su negocio.

Es cierto que dejan de ganar, de lo que ya de por sí eran abultadas utilidades como se precisó arriba, pero sin perder cuando casi todos los sectores están registrando quebrantos inmensos. Otra vez, la banca transita una situación de privilegio en una crisis fulminante en la cual la mayoría pierde mucho.

Tasas

En la entidad monetaria estiman que la disminución de tenencia de Leliq en poder de las entidades y la liberación de encajes generan un volumen de crédito adicional para apoyo a las pymes de más del 50 por ciento del actual financiamiento bancario.

Las autoridades explican que la tasa del 24 por ciento anual es conveniente porque es baja en relación a la inflación, o sea que es una tasa negativa en términos reales. Esto sería así si se estima un ritmo de inflación futura sostenido, escenario que es discutible teniendo en cuenta la muy fuerte caída de la demanda y, por lo tanto, de la actividad.

En general, la historia económica muestra que en periodos de fuerte recesión o de depresión no hay inflación elevada, sino que se registra deflación.

La historia particular de la economía argentina enseña además que la inflación no se ha disparado cuando la emisión monetaria es elevada, sino cuando faltan dólares. Esto significa que el problema no es la emisión de pesos, como no se cansan de confundir a la población la inmensa logia de economistas ortodoxos y heterodoxos conservadores, sino el descontrol del mercado cambiario. Hoy no hay riesgos cercanos de inestabilidad cambiaria.

Si se verificara ese comportamiento probable de los precios, la tasa del 24 por ciento pasaría entonces a ser elevada. Incluso si se cumpliese la previsión oficial y la tasa de interés fuera levemente negativa, la incertidumbre económica que atrapó a las pymes convertiría a ese préstamo en un factor adicional de preocupación financiera.

La política monetaria y crediticia del Banco Central tiene que estar pensada para salvar a la economía real, no para cuidar la rentabilidad de los bancos.

Engaños

Pese a que este esquema de financiamiento a pymes no le implica ningún quebranto a los bancos, la operatoria estuvo frenada por las entidades arrojando a la desesperación a las pymes.

Funcionarios del área económica escucharon decenas de justificación de banqueros para no dar esos créditos. Una de las más desopilante fue la expuesta por un importante ejecutivo de una entidad europea, que fundamentó la demora en habilitar la operatoria a que necesitaba adecuarla a normas de regulación de la banca europea, diciendo que en caso contrario la castigarían con un aumento en los requerimientos de capital. Disparate que el funcionario rechazó inmediatamente.

Así se mueven los banqueros, entre engaños, medias verdades y dispersando miedos en dependencias oficiales y a través de gran parte de los medios de comunicación acerca de lo que puede suceder con los depósitos si pagan tasas más bajas.
El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, lo dijo en forma muy clara, en el programa del periodista Marcelo Bonelli, del canal de cable TN: "Los bancos deben comprometerse mucho más; no entienden, van muy lentos".

Como se sabe en base a crisis pasadas, el Banco Central tiene que apurarlos; solos no se moverán.

Garantías

Pese a contar con los recursos liberados por el Banco Central, las entidades siguen resistiendo la apertura de las líneas para las pymes. El argumento insistente de los banqueros es que se trata de un sector con un elevado riesgo de incumplimiento.

Para destrabar la situación porque la urgencia apuraba, el gobierno dictó un amplio decreto de necesidad y urgencia de asistencia a las pymes, incluyendo una partida adicional para el Fondo de Garantía Argentino (Fogar). El monto involucrado suma 30 mil millones de pesos para entregar con el Fogar.

Los créditos a las pymes quedaron entonces con el siguiente esquema: una línea para capital de trabajo al 24 por ciento anual, a doce meses, con tres de gracia, con garantía del Estado a través del Fogar.

La banca igual no está instrumentando los créditos a las pymes. Para que empiecen a prestar no resulta efectiva la apelación a la buena voluntad; sólo lo harán si el costo de no hacerlo es superior a mantener inmovilizado los recursos.

Vacas sagradas

Esta crisis, que exige rapidez en las respuestas, estructuras ágiles para responder a las demandas y compromiso ante clientes y empresas desesperadas, está demostrando que los bancos en el mercado local son ineficientes.


No son rápidos ni ágiles ni muestran voluntad para aportar soluciones a una situación económica y social muy crítica. No sólo no se ocupan de la función básica de su actividad, que es captar recursos para prestar, sino que no saben organizar, junto a las autoridades oficiales, un sistema efectivo de medio de pagos para jubilados y beneficiarios de programas sociales.

Pese a esas y otras deficiencias, que implican un costo social y económico enorme para la sociedad, son vacas sagradas de la estructura económica. No se las puede tocar bajo la amenaza del peor de los cataclismos.

En realidad, por no avanzar en regulaciones y controles firmes sobre la banca es que se precipitan y luego se agudizan las crisis. Los bancos tienen que estar subordinados al interés general; no al revés.

Un gobierno o una fuerza política que pretenda regular su funcionamiento son señalados por una inmensa red de propaganda como promotores de la inestabilidad y de poner en riesgo el ahorro de la población.

Con tantas crisis financieras, locales e internacionales, se sabe que eso no es cierto, aunque el sentido común fue capturado en el imaginario colectivo con que a los bancos no hay que tocarlos.

Bicicleta

El mercado local se ha caracterizado por décadas por no tener una fuerte base de crédito bancario. Es lo que se denomina una plaza con un muy bajo apalancamiento. Durante la gestión de Mercedes Marcó del Pont en el Banco Central se había alcanzado un ratio de 17 por ciento de crédito al sector privado comercial y productivo en relación al PIB. Era un indicador que seguía siendo muy bajo en comparación a otros países de la región. En los años del macrismo empeoró al derrumbarse al 8 por ciento, una caída del 50 por ciento en términos reales en los años 2018 y 2019.

La explicación es muy sencilla: gran parte de los fondos que estaban prestados fueron desviados a la bicicleta financiera segura y rentable de las Letras de Liquidez (Leliq) del BCRA. Un negocio especulativo espectacular con el mínimo esfuerzo para la banca.

Las Leliq las emite el Banco Central, a una tasa elevada y con riesgo casi nulo para el colocador de los fondos, que son las entidades financieras.


Las cifras de ese negocio que revelan los balances del sistema financiero son impactantes, según los anexos estadísticos del mencionado Informe de Bancos:
* En 2018, el renglón "resultado por títulos valores" (fundamentalmente, las Leliq) sumó 326.844 millones de pesos.
* En 2019, esa ganancia más que se duplicó: 795.321 millones de pesos.

El último registro del informe es para enero de 2020, mes que muestra que los bancos continuaron acumulando esas utilidades extraordinarias: contabilizaron 59.945 millones de pesos.

Clearing

El caos comercial y financiero que se produjo por la reapertura del clearing sin excepciones por actividad ni red de protección para las pymes es una muestra de la capacidad de los bancos de preservar sus intereses sin importar las consecuencias.

También la efectividad del lobby ejercido por grandes empresas (cadenas de supermercados, proveedoras de alimentos y productoras de bienes de la canasta básica, entre otras) para forzar el funcionamiento del clearing. La mayoría de las pymes quedaron de ese modo desamparadas.

Las pymes no solamente necesitan garantías como las ofrecidas por el Fogar para préstamos, sino que hubiese sido necesario ofrecerles un colateral (aval) del Tesoro para todos los cheques que con la reapertura del clearing están siendo rechazados por falta de fondos. 

Ante la avalancha de cheques sin fondos, el Banco Central ahora entregó un plazo adicional de 30 días para cubrirlos. Pero el riesgo de la ruptura de la cadena de pagos sigue latente si la banca no se involucra en financiar a las pymes.

Oportunidad

Anteriores crisis financieras y mucho más en ésta, que es mundial y de una magnitud impactante, el Gobierno y el Banco Central no deben esperar ni apostar a que el sistema financiero, con sus propias reglas de funcionamiento, ayude a administrar los costos de la debacle, y mucho menos que sea un actor independiente para superar la crisis.

El presidente Alberto Fernández tiene la oportunidad que le brinda esta crisis global para disciplinar a la banca sin importar sus amenazas. 

No se trata de convocar a la banca a ganar menos, como sucede hasta ahora con la actual normativa dispuesta por el Banco Central, sino a que en este año de crisis global registren pérdidas como aporte para salvar cientos de pequeñas y medianas empresas y miles de empleos. 

Créditos a tasa cero para pymes al borde del abismo sería una medida política contundente para mostrar autoridad ante una banca que mira la crisis desde el balcón.

Los bancos pasarían a estar de esa manera en las mismas condiciones de casi todo el resto de las actividades productivas y comerciales y dejarían de ser, por lo menos en esta crisis, la vaca sagrada de la economía.

La vida es frágil y el orden social imprescindible para que la barbarie pueda ser pensada y los miedos no impiden la convivencia lo menos conflictiva que nos sea posible. “Lo humano” tiene en el equilibrio entre lo individual y lo social, aquello que racional y consciente permite a la vida humana desarrollarse de modos mas óptimos. Por tanto esta claro la falacia neoliberal del equilibrio “natural” que se obtiene de las fuerzas del mercado, tanto como la opresión que surge cuándo lo colectivo no juega con las tensiones e impone condiciones a los individuos que se tornan opresivas e insoportables. Pero si somos libertarios, no podemos caerle al Estado cuándo se sale de formas poco racionales a hacer colas en medio de una epidemia para cobrar sus dineros, del mismo modo que quienes sostenemos la importancia del Estado no podemos negar sus errores y falta de previsión frente a cuestiones que son “normales” en tiempos menos temerosos, cuanto mas en tiempos donde las fragilidades son tan evidentes.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack


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