Vida, muerte, resurrección en la consciencia.


Lo Humano es relatar.

Las narrativas recorren formas que describen y comunican las vidas vividas y legadas a quienes vivirán después de que quién escribe, deje su cuerpo mortal y sea este, su texto, la comunicación de su experiencia, el legado para aquellos que vendrán y quienes estando aún con nosotros, dejarán esta vida después.

No soy la excepción, y creo profundamente que la resurrección reside en esta posibilidad, de que de los modos que sean, quede constancia en la memoria de quienes compartieron mi tiempo y quienes pudieren acceder a estos textos luego de haber culminado el paso mortal por esta vida, pudieren encontrar algo que de mi experiencia por esta vida, pudiere significarles reflexiones positivas.

La muerte no es el fin de la vida. Es la posibilidad de la vida en los que siguen. La consciencia se nutre en la vida como continuidad, en la memoria como historias, en el devenir de un tiempo que, según se cuente, genere aprendizajes y no repeticiones de errores o soberbias posiciones que desdeñan lo vivido y creen, equivocadamente, que cada experiencia es “algo” en si mismo, sin ese devenir que nos hace humanos en la conciencia de la propia finitud y la continuidad en aquello que habremos de legar para nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.

La muerte es parte de la vida. Matar No. El humano en su conciencia aporta esa diferencia. En otras especies competencia o solidaridad son parte de sus experiencias intuitivas para preservarse como especies. Ese instinto está en lo humano, pero no es lo humano en tanto la diferencia es que, en la consciencia, elegimos. Como individuos y como sociedad. El único poder legítimo y real es sobre nuestra propia vida (No sobre la muerte en tanto morir o que nos maten no es elección. El suicidio es entonces no soportar la carga. No asumir la vida que nos han legado. No aceptar el regalo y truncar la experiencia para los que vienen después.)

Matar es morir en tanto privar a “lo humano” de esa consciencia que solo el “otro” como “otro” puede aportar a lo propio. Si no hubiese quien lea y no hubiese respuesta respecto a esto que escribo, el sentido se perdería, y la vida no habrá tenido significado, ni para “mi”, ni para quienes conviven conmigo, ni para los que vendrán después de “mi”.

La muerte es común a todos los mortales. Las formas de vivir y morir marcan las diferencias. En estos tiempos de “pascuas de resurrección”, se crea o no se crea … resucita aquel que marca, de algún modo, su presencia en la memoria de los pueblos, ya como asesino de la vida, ya como ejemplo y experiencia de lo que vale y debe ser sostenido por otros, para humanizar la vida, que es nuestra tarea humana y no, alimentar la inconsciencia y la brutalidad o generar muerte en lugar de vivir.

La muerte como mercancía y la sangre insurgente

Lucas Aguilera, Analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE), escribe en Nodal.

Hemos sido construidos históricamente para repeler, horrorizados y horrorizadas, el fenómeno de la guerra burguesa desde la óptica de su moral universal. Lo curioso es que la guerra precede a la paz y nos obligan por la fuerza -aunque parezca contradictorio-, a reconocer el fetiche de la paz como único mediador posible. Nos repiten constantemente que la razón debe primar sobre la fuerza, el consenso sobre el conflicto, como única salida posible para el entendimiento general, obviando que esa moral universal, ese espíritu del mundo, fue forjado por una sociedad específica a base de victorias militares.

En palabras de Hegel: «Ahí viene el Espíritu Universal montado en un caballo blanco», como exclamación ante la entrada de Napoleón en la Jena de 1806.

Proponemos un ejercicio dialéctico de ascenso y descenso por algunos conceptos y realidades que hoy están en boca de todos los analistas vulgares, en función de la coyuntura mundial. Como sostenía Lenin en 1917, “hay guerras y guerras”, por lo que se hace “necesario comprender de qué condiciones históricas ha surgido una guerra concreta, qué clases la sostienen y con qué fines”. Sin comprender esto, la lectura posible queda encerrada en la óptica de la burguesía, en disquisiciones “verbales y estériles”, obturando la posibilidad de entender los conflictos desde el campo del pueblo.

La guerra burguesa, utilizando el célebre aforismo de Clausewitz, “es la continuación de la política por otros medios”, y en el sistema capitalista, la política es conducida por la iniciativa de la burguesía, al igual que su continuación, la guerra. Ésta puede tomar diferentes formas y carácter: cuando la crisis golpea sobre el sistema y los capitales que lo sostienen, las viejas sociedades recurren a los conflictos bélicos para dirimir sus diferencias ocultando sus intereses bajo cualquier fachada, incluso la de los pabellones nacionales.

Para dejar de mirar la superficie, primero debiéramos distinguir a la guerra por fuera de la concepción militarista, e intentar comprenderla como el primer catalizador del proceso social, como motor primero del proceso productivo de las condiciones materiales de existencia. La llamada “acumulación originaria”, como prehistoria de la sociedad capitalista, fue el relato idílico que intentó ocultar el papel de la violencia como potencia económica en sí misma, “esa comadrona” de nuevas relaciones sociales, contenidas ya en el seno de la vieja sociedad.

Trazos de sangre y fuego” escindieron al productor de sus medios de producción a través de “la conquista, el sojuzgamiento, el homicidio motivado por el robo: en una palabra, la violencia”. Así, la  nueva sociedad se esmera en su desarrollo, por desplazar una clase dominante por otra: las guerras feudales parieron una nueva aristocracia comercial, que asentada en el dinero como “potencia de las potencias”, no dudó en transformar las tierras de labor en terrenos de pastos para ovejas (Marx, 1867).

Las tierras se transforman en alimentos para las ovejas y vacas, los caminos dejan de transportar seda y pasan a transportar información; los oleoductos y gasoductos pasan a ser estratégicos para mover una nueva industria y hacia un nuevo territorio. Esos elementos se han ido transformando, lo que permanece constante es la competencia, esencial en el capitalismo, de la cual se desprenden todas las guerras, tanto las comerciales, geopolíticas, sociales, estratégicas; sin competencia-guerra, no existiría el capitalismo. De nuevo, la guerra precede a la paz y el capital ya ha venido al mundo «derramando sangre y lodo».

La muerte como mercancía. El “espectáculo” de la guerra.

Concebir la historia de la humanidad como la historia de la lucha de clases, nos permite develar que dicha competencia no es más que por la apropiación de la riqueza social, basada en el mecanismo fundamental de expropiación de la sangre y sudor de las clases subalternas derramadas en los campos de cultivo, las fábricas y también, en los campos de batalla.

La sangre de las clases subalternas se derrama y se consume porque es la esencia misma del sistema. Por lo general, en los conflictos de orden intercapitalista, dicha sangre circula a través de la propaganda y el periodismo de guerra y, en función de la conducción del conflicto, la sangre derramada, cual mercancía, aparece por las pantallas de los medios masivos de comunicación.

Hoy, dichos “vasos comunicantes” han logrado aún mayor capilaridad social con el desarrollo de las redes sociales, acelerando los tiempos de circulación en la disputa ideológica, con el objetivo de poder posicionar a la ciudadanía de un lado o del otro, a favor o en contra de intereses que no le son propios. Este mecanismo de manipulación forma parte de una estrategia de conducción de las mentes de los espectadores, que, en el marco de la guerra multidimensional propia del siglo XXI, ha llegado a grados máximos de perfeccionamiento.

Una guerra híbrida (Hoffman, 2007), guerra en red (Arquilla y Rondfelt, RAND, 2000), Guerra de Quinta Generación (concepto estratégico operacional de la OTAN, 2009), donde la sangre “coagulada” en imágenes, es puesta a jugar en el mercado del territorio virtual, como verdaderos misiles disparados para impactar en el corazón de la propia subjetividad humana, en relación directa con sus consumidores a través de sus dispositivos.

Esa sangre subsumida al interés del capital que indigna e interpela, se presenta repetida por múltiples canales con el objetivo claro de apelar a una falsa humanidad. Cientos de miles de veces nos venden el desastre humanitario como gran maniobra. La sangre del obrero, del soldado o del civil muerto como daño colateral, es consumida por el capital y vendida como mercancía para los espectadores.

Algunos espectáculos de la guerra “sí serán televisados”, y en tiempo real. Este proceso no solo tiene como objetivo la conducción del sentido común de la sociedad, si no que busca la construcción del soldado-ciudadano, un activista que sea realmente soldado en el campo de batalla pero también en el campo virtual, en el campo social, que accione con las herramientas que tenga a su alcance pero que siempre intervenga; un activista con todas las letras.


Es necesario entender a la “ciudadanización” como un operador de poder, como un proceso que supone un complejo paquete tecnológico, mediante el cual las clases dominantes imponen relaciones sociales bajo su iniciativa, 

rompiendo, mediante enfrentamientos permanentes, las relaciones de clase en el seno de las clases subalternas. El capital debe cotidianamente afianzar ciertasrelaciones y negar otras (Marín, 2009), en un proceso de violencia que supone la expropiación del poder de los cuerpos mediante el disciplinamiento y la obediencia.

De esta manera, nos vemos forzados a juzgar y tomar posición moral sobre los horrores de la guerra, a formular juicios de valor desde una óptica fenoménica y superficial. Lo que nos es ocultado realmente, es que la moral con la que juzgamos y tomamos posición sobre todo, tiene un carácter de clase. Una construcción de un lenguaje con sus normas, reglas y códigos que regulan las condiciones de existencia y de no existencia, que corresponden a la conveniencia de una clase dominante, a un momento de la historia y una fase específica de su desarrollo.

Como sabemos, en la superficie nunca se encuentra la verdad.

Podríamos tomar como ejemplo ilustrativo de la construcción del discurso dominante que aparece ante los observadores, el concepto de Guerra Fría, que signó gran parte del siglo XX. Puede considerarse “fría” desde la óptica de los productores de armas que realizaron sus mercancías, y las grandes potencias que no tuvieron algún enfrentamiento directo; habría entonces que preguntarse cuán fría fue esa Guerra para al pueblo de Vietnam, donde se estima que murieron entre 3,8 y 5,7 millones de personas; deberíamos poder preguntarle al niño soldado de Mozambique y a sus 5.000.000 de desplazados y su millón de Muertos; investigar un poco más en la Afganistán de Rambo con un millón de muertos, siete millones de refugiados y desplazados y sus tres millones de heridos.

Trasladarnos a la Nicaragua de los Contra con 100 mil víctimas producto de la injerencia reaccionaria. Habría que preguntarle a “las Mariposas”, cuyas alas fueron arrancadas por el dictador Trujillo en la República Dominicana de la década del 60, por oponerse al patriarcado y la opresión.

Poder hacer una crítica ética de la violencia y sus consecuencias por fuera de los valores burgueses, es entender el movimiento dialéctico de una moral universal que en realidad no existe, que está condicionada socialmente. Una abstracción peligrosa y repulsiva que nos dice que el trabajo dignifica y que existen unas muertes más dignas que otras.

La sangre insurgente “no será televisada”

Pero en algunas heroicas situaciones, la sangre derramada asume otro carácter, se dignifica y se libera, y es justamente ésta la que nos es negada, ocultada y borrada de la historia. Nos referimos a la sangre derramada en las insurrecciones populares.

Existen momentos de la historia donde se rompe la legalidad del régimen y se pasa al enfrentamiento público con cierta medida física de las fuerzas sociales en pugna, donde la guerra civil se constituye en una etapa determinada de la lucha de clases (Trotsky, 1924). Momentos de “insurrecciones espontáneas determinadas por causas locales”, “intervenciones sanguinarias de las hordas contrarrevolucionarias”, “huelga general revolucionaria”, “insurrección por la conquista del poder” marcadas por el uso de la fuerza, donde los revolucionarios pagan con sangre la osadía de rebelarse. Y son justamente estos momentos de la historia donde la sangre de las víctimas o la muerte en combate, no sirven para ser comercializadas como mercancía.

Los números que arrojan los conflictos sirven como indicadores de los enfrentamientos pero las cifras por sí mismas no son suficientes para explicar la complejidad de lo que está sucediendo. Es importante poder visualizar que en dichos encuentros lo que se trastocan son relaciones sociales, es decir, se produce una modificación en el orden de los cuerpos y de las cosas.

Estos últimos días hemos sido bombardeados con los horrores de la guerra; por el globo circulan imágenes y videos que muestran las atrocidades de los conflictos armados. Ahora bien, la pregunta sería por qué no circulan, con la misma vehemencia e indignación, las atrocidades cometidas por las fuerzas del orden contra los y las insurgentes del mundo. Sangre que fluye en combate, que se resiste a coagular, pero también sangre de los millones de nadies que mueren en la miseria, en el disciplinamiento por hambre, en los márgenes silenciosos del sistema.

El ocultamiento de ese proceso de desobediencia tiene un objetivo estratégico para las clases dominantes, ya que dichos levantamientos golpean en lo más profundo del sistema, y es por ello que la reacción del régimen se vuelve implacable: cuando se rompe el disciplinamiento de los cuerpos, lo que se rompe es la fuerza moral de la burguesía.

Podríamos remontarnos a la conquista de América, el mayor genocidio del mundo y momento fundamental del capitalismo, que, con el saqueo sistemático del oro y la plata expropiadas de las entrañas de esta tierra habitada, le fue posible dar el salto al equivalente general, en su metamorfosis al Dios-Dinero. Pero no es necesario remontarse hasta allí: basta revisar la historia reciente de América Latina para observar el curso que el capital define para nuestra sangre insurgente.

La revuelta chilena, iniciada en octubre de 2019, apenas transcurridos los primeros dos meses de conflicto, registró, en situaciones de represión por parte de las fuerzas de seguridad, 26 muertos, 11.562 heridos, 15 mil personas detenidas, 442 torturas y abusos. Se denunciaron además 1.383 vulneraciones cometidas, siendo la más recurrente el uso excesivo de la fuerza en detención con 787 casos, las torturas y otros tratos crueles en 405 ocasiones, y violencia sexual en 192. Se estima que para marzo del 2020, más de 445 víctimas habían sufrido daño ocular.

Vicente Muñoz, 18 años, estudiante de teatro, cuyo cuerpo fue el blanco de seis proyectiles que impactaron en sus hombros, brazos, pecho y ojo izquierdo expresó:“Es curioso, de repente pienso que gracias a la pérdida del ojo estoy viendo más claro que nunca. No es algo que agradezca ni que lo veo como una bendición. El dolor, tanto sentimental como físico, el dolor concreto cuando te disparan, no se lo deseo a nadie. Es tremendo que como pensamos lo que todo el mundo piensa y nos dedicamos a marchar por ello nos hagan lo que nos hacen. Es responsabilidad del Estado, que le está sacando los ojos a su gente.” Un cuerpo insurgente herido en combate que, sin embargo, no contó con la indignación ni la cobertura de la prensa burguesa.

Otro conflicto de larga data es el que se libra en territorio colombiano, entre las fuerzas de la guerrilla revolucionaria y el aparato represivo del estado. Según el Registro Único de Víctimas (RUV), el total supera los nueve millones en conflictos armados, teniendo en cuenta que el estado reconoce dicho conflicto desde 1985, 20 años después del inicio de la insurgencia. Entre 1958 y 2020, la guerra en Colombia ha registrado 357.108 hechos violentos, con un saldo de 265.505 víctimas fatales; 4.513 desde la firma del Acuerdo de Paz con las FARC en 2016.

La modalidad que más víctimas ha dejado hasta la actualidad es el asesinato selectivo, con 179.551 muertos. En segundo lugar se encuentra la desaparición forzada, con 67.850 hechos de violencia registrados. Además, los registros oficiales contabilizan 2.169.8741 personas que se han desplazado forzosamente, cifra que equivale al 5% de la población colombiana. Las intervenciones sanguinarias de las hordas contrarrevolucionarias no tuvieron descanso: 168 activistas y 48 excombatientes fueron asesinados durante 2021 en suelo colombiano. Además, otras 326 personas, en su mayoría campesinos e indígenas, resultaron víctimas en una de las 92 masacres que se presentaron durante dicho año en el país.

Un conflicto que, contrariamente al relato oficial, es llevado adelante por el partido del orden y sus fuerzas “de la guerra” contra las fuerzas populares “de la paz”, que sostienen el proyecto de la vida para las mayorías; que se profundizó desde el año 2021, donde estallaron los enfrentamientos en los centros urbanos colombianos, combinados con la resistencia histórica de sus organizaciones guerrilleras y campesinas.


Podríamos mencionar también las masacres de Senkata y Sacaba en Bolivia, acontecidas días después del golpe de estado perpetrado contra el presidente Evo Morales. Dos protestas que fueron brutalmente reprimidas por el gobierno de facto encabezado por Jeanine Áñez y apoyado por grupos políticos y religiosos conservadores, bajo conducción de las oligarquías regionales. La primera se desató en Sacaba, Cochabamba; la segunda, en la ciudad de El Alto, La Paz. En ambos casos, integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad dispararon indiscriminadamente contra manifestantes y terceros, dejando un total de 27 muertos y cientos de personas heridas.

Un saldo total en los primeros 6 meses del gobierno de facto de 35 muertos, 800 heridos, más de 1.500 detenidos y cientos de exiliados. La sangre de un pueblo en lucha regó las tierras bolivianas, conectada por sus vasos comunicantes de la historia reciente con la Guerra del Agua en el año 2000 y la Guerra del Gas o “Masacre de Octubre” en 2003, donde más de 80 manifestantes fueron asesinados por las fuerzas de seguridad.

Estos procesos marcan la irrupción de otro orden de las personas y las cosas; situaciones donde la desobediencia civil rompe la legalidad impuesta de la burguesía y constituye en los enfrentamientos, nuevas relaciones sociales y con ellas, una moral de nuevo tipo. Es importante partir de una premisa: las revoluciones triunfan incluso cuando sufren una derrota, si concebimos como derrota a las pérdidas sufridas en el campo del pueblo durante las miles de insurrecciones a lo largo de la lucha por la liberación.

Debemos comprender que dichas derrotas suponen una victoria si sirvieron de enseñanza para los procesos revolucionarios que le sucedieron: así como la derrota de la comuna de París sentó las bases para el triunfo de la revolución bolchevique de 1917. A su vez, la comuna se paró en la insurrección de junio de 1848, que constituyó, en palabras de Marx, “la primera gran guerra civil de la historia entre la burguesía y el proletariado”, aprendiendo de los errores y los aciertos y, sobre todo, de la audacia necesaria para accionar, sin tener miedo a las consecuencias.

La revolución “hermosa” de febrero y su contraparte “fea y repelente” de junio. Las comuneras de París dando la alarma cuando el gobierno de Thiers pretendía desarmar la ciudad, evitando con sus cuerpos que los cañones fueran retirados. El “error” de los comuneros y comuneras de no haber avanzado sobre Versalles y sobre el Banco de París. La rebelión del acorazado Potemkin y la masacre del domingo sangriento en 1905. La lucha solitaria de Liebknecht frente a la socialdemocracia alemana y en contra de los créditos de guerra. El levantamiento espartaquista del 19, su aplastamiento y el cruel asesinato de nuestra Rosa Roja. Todos elementos determinantes y codeterminados de un proceso revolucionario aún mayor.

En la órbita de la estrategia, es importante considerar otro elemento: la distribución espacio temporal de los enfrentamientos y su resolución no tienen relación con el calendario. Podemos hacer referencia al proceso de lucha por la emancipación de Nuestra América que llevó adelante Artigas-Bolívar-San Martin y que pudo empezar a realizarse recién 200 años después, con el comandante Chávez. Sin olvidarnos de Haití, lugar donde se dio el primer movimiento revolucionario de América Latina que tanta influencia ejerció en Bolívar, y que las consecuencias de su osadía siguen pagando hasta el día de hoy.

En el Río de la Plata, más precisamente en lo que se denomina Argentina, el 17 de octubre de 1945 constituyó el hecho maldito del país burgués, “el subsuelo de la Patria sublevado”, donde las inmensas mayorías populares se incorporaron a la economía y política del país. Despertó, 10 años después, la implacabilidad de las hordas reaccionarias ante el despertar del “espíritu conjunto”, como lo describió Scalabrini Ortiz.

En 1955 muestran su verdadera cara y, bajo la bandera de “Cristo Vence”, instrumentando las fuerzas armadas como brazo de maniobra, el partido del orden bombardea su propia población civil, en uno de los pocos casos en la historia mundial: más de 100 bombas fueron lanzadas sobre Casa Rosada, Plaza de Mayo y sus alrededores, en una jornada sangrienta cuyo saldo no se conoce aún con exactitud; las cifras oficiales arrojan el número de más de 300 muertos y centenares de heridos.

Una trayectoria de enfrentamientos que constituyó una situación revolucionaria en ascenso, producto de una crisis económica y crisis de dominación política, que vio su mayor expresión en el año 1969 con los procesos insurreccionales, denominados “azos”: Cordobazo, Rosariazo, Choconazo, Tucumanazo y otra serie de luchas políticas y sociales que se dieron a lo largo y ancho del territorio.

Proceso que luego de cuatro años, culminó con la estrategia contrarrevolucionaria de “reorganización nacional” en 1976, y el escalofriante saldo de 30.000 insurrectos e insurrectas aniquiladas por las fuerzas del orden en 6 años de dictadura. Una estrategia genocida que consumó la ruptura del entramado social que se venía tejiendo desde 1945, la destrucción de los cuerpos con la finalidad última de destruir relaciones sociales para imponer, nuevamente, el disciplinamiento y el carácter burgués del ordenamiento de las cosas y las personas.

Y aquí queremos volver a República Dominicana de los 60, de Minerva, Patria y María Teresa, que fueron masacradas en una emboscada, ahorcadas con pañuelos de seda y molidas a palos mientras aún agonizaban, para luego ser arrojadas a un barranco y simular así, para el relato oficial, un accidente automovilístico. El crimen de Minerva en particular, fue la reacción del orden ante su actividad política en la organización 14 de Junio junto a sus hermanas y compañeros, pero principalmente ante la irreverencia de negarse a las propuestas misóginas de Trujillo.

Su conciencia, queda expresada en la potencia de sus palabras: «Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte» y en su fecha de muerte, el 25 de noviembre de 1960, donde sus brazos, transformados en los brazos de millones de mujeres en todo el mundo, cada año, reivindican y encarnan su sangre insurgente.

La necesidad de una moral de nuevo tipo: sólo las fuerzas del Pueblo garantizarán la paz Juan Domingo Perón interpelaba en su tiempo a la moral occidental: “¿si tuvieran el mundo en su poder después de la tercera guerra mundial, que harían con él?”. El general argentino establecía acertadamente que los ideales que empujan los intereses de la guerra no son los de la “justicia social”, la misma que reclaman en la actualidad más de siete mil millones de seres que “gimen en la miseria y el sufrimiento de su explotación”.

Poder garantizar una paz signada por la “comprensión y el amor” que se anteponga al miedo y a la inmovilidad depende también para Perón de “ideales y soluciones” basados en una alta inspiración y una sabia previsión. Esa paz merecida para los pueblos del mundo no podrá resolverse en manos de “sectarios y mercaderes”, los destinos de los pueblos no pueden estar en manos de la tiranía, el egoísmo y la avaricia. En este sentido, continúa diciendo: “En la próxima guerra perderán todos. Los vencedores, si pretendieran imponer sus actuales sistemas, deberán enfrentar una nueva lucha, esta vez con sus pueblos”.

Nosotros, los revolucionarios y revolucionarias debemos abandonar las explicaciones tautológicas de la prolongación de la política por otros medios y hacer una crítica ontológica de la historia y el presente en este proceso general de desvalorización, donde el capital sacrifica sus elementos menos desarrollados – llámense países o capitales retrasados – para poder sobrevivir. Las guerras mundiales, “las grandes guerras” (llamadas así porque en ellas murieron mayormente europeos, y la moral eurocéntrica les da la categoría de “más grandes”) fueron sustancialmente eso, y es eso mismo lo que hoy está aconteciendo.

Más allá del ordenamiento bajo los pabellones nacionales (hoy más complejo de esquematizar por el control financiero), lo que acontece en la actualidad está signado por el desarrollo de un nuevo régimen de acumulación, que amerita por lo tanto, un nuevo reparto del mundo. Al igual que en 1914, ciertas fracciones de capital utilizan los bloques geopolíticos para dirimir sus diferencias. Diferencias infranqueables, ya que se introduce a la competencia un nuevo método de desarrollo de la producción, una técnica y organización de la misma que no tiene parangón, y que transforma al viejo capitalismo.


 La nueva aristocracia sentada a la mesa para reorganizar la repartija del festín. Pensar una crítica ontológica es situar nuestro análisis en este contexto y desarrollar nuestro programa en la lucha de clases, en la contradicción fundamental del capital y de las clases subalternas. Es aquí donde debemos situar nuestra praxis para poder comprender los momentos particulares de la lucha de clases, no por el fetiche de esquematizar procesos por demás complejos y dialécticos, sino por la imperiosa necesidad de poder intervenir en el transcurso de esos acontecimientos.

Para ello resulta fundamental la mayor preparación política, y no hablamos de estar preparados para una reunión o un mero debate, sino de estar preparados para incidir, como decía Lenin, en la “única guerra legítima y justa guerra sagrada desde el punto de vista de las masas trabajadoras, oprimidas y explotadas”, lucha necesaria para salir del reino de la necesidad y pasar al reino de la libertad.

Las fuerzas de la guerra están encarnadas por el capital y su inagotable “sed de dinero”; solo las fuerzas del pueblo son capaces de garantizar la paz, tal como establece el llamamiento del Congreso Socialista Internacional en 1912, en el preludio de la Primera Guerra Mundial intercapitalista: “Oponed así al mundo capitalista de la explotación y muerte, las masas del mundo proletario de la paz y la unión de los pueblos.” 

https://www.nodal.am/2022/04/la-muerte-como-mercancia-y-la-sangre-insurgente-por-lucas-aguilera/

Violencia en Colombia

El Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), de Colombia, reveló este miércoles que entre 2020 y la fecha fueron asesinadas en ese país un total de 830 personas en 217 masacres.

De acuerdo con Indepaz, en 2020 se documentaron 381 víctimas mortales producto de la violencia letal que dejaron las 91 masacres de ese año.

En el caso de 2021, se reportó la ejecución de 335 personas en 95 hechos de este tipo, y en lo que va de 2022 se reportan 31 masacres con 114 víctimas.

Masacres en Colombia 2020-2022 pic.twitter.com/ROK79zFUMh

INDEPAZ (@Indepaz) April 13, 2022

El registro en tiempo real de masacres perpetradas en lo que va de este año, elaborado por el Observatorio de Derechos Humanos y Conflictividades de Indepaz, detalla que el mayor número de estos crímenes se han cometido en los departamentos de Antioquia (cinco sucesos y 16 víctimas) y Putumayo (también con cinco y 31 víctimas).

Le siguen Norte de Santander (cuatro y 13, respectivamente), Cauca (cuatro y 14) y Valle del Cauca (tres y diez).

Le pregunto a Colombia si quieren continuar con este sendero de masacres, o cambiamos por la Vida. Les propongo el Cambio hacia la Paz.

Este dato sobre la inseguridad en la nación suramericana, que también hace frente a asesinatos de líderes sociales y exfirmantes de paz, trasciende a escasas horas de que el presidente colombiano Iván Duque se presentó ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y dijera que “Colombia es un país que abraza los principios sustanciales de la paz”.

También se hace público luego de que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) instó al Gobierno de Duque a investigar el asesinato de 11 civiles por el Ejército Nacional, ocurrido el pasado 28 de marzo en la vereda Alto Remanso, municipio Puerto Leguízamo, Putumayo.

Horas atrás, el representante del secretario general de la ONU en Colombia y jefe de la Misión de Observación, Carlos Ruiz Massieu, pidió a las autoridades investigar lo que ocurrió en ese operativo militar.

Según expertos y organizaciones de derechos humanos, la incursión revive el fenómeno de los “falsos positivos”, pues la fuerza pública presentó a esos civiles como integrantes de grupos armados ilegales y se trataba de campesinos, como han subrayado las comunidades.

Telesur

EL MUNDO QUE HABITAMOS

Es engañoso insistir en que la invasión rusa a Ucrania fue totalmente carente de provocación, escribe Mónica Peralta Ramos en “El cohete a la Luna”.

Aunque es obsceno acusar a los Estados Unidos por el ataque inhumano de Putin a Ucrania, es engañoso insistir en que la invasión fue totalmente carente de provocación (…) Las decisiones de Rusia han sido una respuesta a la expansión de la hegemonía norteamericana y de sus aliados en Europa, ocurrida luego del fin de la Guerra Fría (…)”[1] Estas definiciones de Robert Kagan, uno de los principales lideres de los neocon que dominan la política exterior norteamericana, iluminan la veracidad de los reclamos y advertencias que Vladimir Putin hiciera desde 2008 hasta la fecha: el avance de la OTAN hacia las fronteras rusas ha representado una provocación y una violación de acuerdos previos, configurando un peligro existencial que Rusia no puede aceptar. Así, por la vía menos esperada y al margen de las intenciones de Kagan, brota una explicación de la guerra en Ucrania que contradice al relato oficial centrado en las ambiciones salvajes de un Putin endemoniado.

Avanzando en sus definiciones, Kagan deja en claro la esencia de la política exterior de su gobierno: la invasión rusa a Ucrania constituye un desafío inaceptable a la hegemonía norteamericana.

Ocurre en un momento histórico y geopolítico … donde los Estados Unidos todavía juegan un rol principal (…). Los norteamericanos deben asumir este hecho (…) es mejor para los Estados Unidos arriesgar una confrontación con poderes beligerantes cuando estos están en una temprana expansión, que luego de que consoliden su poder (…) Rusia posee un arsenal nuclear peligroso pero el riesgo de que Moscú lo utilice (…) es extremadamente pequeño” [2]. Así, los Estados Unidos deben defender su hegemonía aunque ello implique un enfrentamiento nuclear cuyo riesgo sería, por arte de magia, mínimo. Esto explica el saboteo norteamericano a las negociaciones de paz en Ucrania, el estancamiento de estas últimas y una escalada del conflicto militar que parece conducir a un callejón sin otra salida que la participación directa de los Estados Unidos y de la OTAN en la guerra. Mantener la hegemonía global norteamericana implica pues “desangrar” a Ucrania y a Rusia en un conflicto interminable, con el objetivo de crear las condiciones para un cambio de régimen que terminara con Putin.

Esta concepción de la política exterior norteamericana no es nueva y ha derivado en las últimas décadas en la multiplicación de países inviables, atrocidades y crímenes que nunca fueron juzgados por los organismos internacionales y guerras locales y permanentes en las regiones del mundo con mayores reservas de recursos naturales estratégicos. Allí, la presencia norteamericana ha sido sustituida por la participación “indirecta” (proxy war) a través del accionar de países y grupos controlados por los Estados Unidos. Ahora, sin embargo, no hay condiciones para una guerra de proximidad: el continente europeo, y los países aliados de Estados Unidos, constituyen el teatro de batalla en un contexto geopolítico multipolar y en una economía global amenazada por una crisis financiera de magnitud inédita. Las sanciones contra Rusia han acelerado estos problemas y acortan los tiempos de un posible enfrentamiento entre potencias nucleares.

El significado y el impacto de esta guerra trascienden pues a Rusia y a Ucrania e involucraran al mundo entero, desde el centro hasta la periferia del orden global.

El mundo unipolar que hemos conocido está en crisis. Hoy nos encontramos inmersos en una disputa por el poder mundial que afecta las relaciones internacionales, la economía global y las leyes, regulaciones y organismos internacionales paridos después de la Segunda Guerra. Paradójicamente, estas tensiones y conflictos contribuyen a iluminar los sótanos de una guerra que, por métodos secretos y violatorios de la legalidad nacional e internacional, ha convertido a la mente de la población mundial en el principal campo de batalla.

La guerra: mercenarios fake news y operaciones militares

La primera fase de la “operación especial” de Rusia en Ucrania se centró en la destrucción total del sistema de comando y control, de la logística y del abastecimiento de las fuerzas armadas de Ucrania, buscando aislarlas en bolsones pasibles de ser rodeados y aniquilados. Recientemente el Ministerio de Defensa ruso comunicó el éxito logrado en la primera fase y anuncio el inicio de una nueva etapa basada en la reubicación de tropas rusas en todo el país y el desarrollo de una operación de pinzas que busca la destrucción de los principales bolsones de fuerzas ucranianas mayoritariamente concentrados en el este y sur del país. Un ex oficial de inteligencia norteamericano considera que la estrategia de combate y  las operaciones ya concretadas han logrado configurar un campo de batalla que crea las condiciones para un triunfo militar ruso que por mucho tiempo será estudiado en las escuelas de guerra del mundo [3]. Esta visión es la antítesis de un relato oficial basado hasta ahora en la ineficiencia de las tropas rusas y su derrota ante el heroísmo del pueblo ucraniano.

Esta semana, diversos acontecimientos parecen indicar que se aproximan los tiempos del enfrentamiento masivo anunciado por el Ministerio ruso de Defensa. Las tropas rusas han destruido con misiles supersónicos los nuevos depósitos de armas y equipos sofisticados recientemente enviados a Ucrania y han advertido a los Estados Unidos y a la OTAN que serán considerados enemigos, y por lo tanto pasibles de ser atacados, si continúan armando a Ucrania. El hundimiento del barco insignia de la flota rusa por causas que, según el propio Pentágono, todavía no son claras, y el comienzo de operaciones militares en territorio ruso y muy cerca de la frontera, han llevado a Rusia a acelerar el ritmo de los bombardeos, incluyendo objetivos militares nuevos, muy cercanos a Kiev que hasta ahora se habían respetado. Asimismo el gobierno ruso anuncio el emplazamiento de armas nucleares a lo largo de toda su frontera en respuesta a la inminente incorporación de Suecia y los países bálticos a la OTAN. Otros fenómenos ocurridos por estos días tienden a indicar la participación directa, y secreta, de militares norteamericanos y de la OTAN en las operaciones bélicas dentro de Ucrania.

A la vuelta de un viaje acompañando a voluntarios extranjeros que querían incorporarse a las fuerzas armadas ucranianas, Georges Malbrunot, principal corresponsal extranjero del diario francés Le Figaro, reveló que “los norteamericanos están en control directo” de la guerra en el terreno ucraniano: “Creí que iba a estar en contacto con las brigadas internacionales y me encontré enfrentando al Pentágono”[4]. Estas declaraciones se suman a indicios de presencia de militares de países de la OTAN en el barrio fabril de Mariupol, último reducto de las fuerzas de Ucrania en esta ciudad. Luego de una ardua batalla urbana la ciudad cayó bajo el control ruso, y numerosos componentes de las fuerzas ucranianas se han rendido esta semana. Queda un remanente de fuerzas, entre el que se contarían los jefes de los batallones neonazis, que se ha atrincherado en un sector del barrio fabril, una verdadera fortaleza con intricados túneles. Comunicaciones interceptadas por las tropas rusas indicarían la presencia de varios “extranjeros” pertenecientes a distintos países de la OTAN [5]. Por lo menos dos de ellos serían franceses y un tercero un importante mercenario británico, conocidos por su actuación en otras guerras[6].

Estas revelaciones fluyen en las redes a pesar del estricto control ejercido en Occidente sobre la información que proviene de Rusia y/o transgrede el relato oficial. Este pone ahora énfasis especial en el genocidio supuestamente cometido por el ejército ruso en Bucha. Con ello se busca la aceptación de la participación directa norteamericana en el conflicto, aunque esto implique el riesgo de una guerra nuclear[7]. Así, poco a poco, se profundiza el discurso de odio y miedo que busca sembrar la histeria y el pánico, bloqueando la capacidad de reflexionar y de cuestionar lo que ocurre en Ucrania. A juzgar por los resultados de las últimas encuestas, esta guerra informativa está logrando éxito: si en enero de este año un 41% de la población encuestada visualizaba a Rusia como el enemigo de los Estados Unidos, esta proporción ha crecido ahora al 70 %[8].

El éxito de esta guerra no se limita, sin embargo, al teatro de la opinión pública. También ha desatado una avalancha de financiación para la compra de armamento. Miles de millones de dólares han sido aprobados en los últimos tiempos para comprar distinto tipo de armas cada vez más sofisticadas para que Ucrania y los países de la OTAN se defiendan de Rusia. Esto llevó al Pentágono a convocar esta semana una reunión con directivos de las 8 principales corporaciones que producen material bélico para analizar la capacidad que tienen de proveer armamentos a Ucrania si la guerra dura varios años, y para planificar su producción y agilizar su entrega[9].

La guerra y la economía global

Por estos días Janet Yellen, secretaria del Tesoro norteamericano, salió al ruedo para aclarar el significado de la guerra en Ucrania: “El futuro del orden internacional (…) está en peligro (…) y la coalición de países que ha sancionado a Rusia no permanecerá indiferente ante acciones que minan la eficacia de las mismas”[10]. También aprovechó la ocasión para advertir sobre “el rol pivotal que China cumple” y la necesidad de que esta respete las sanciones y condene a Rusia.

Rusia, mientras tanto, articula alianzas para evadir las sanciones y ha logrado éxito: su balance comercial creció 2,5 veces en lo que va del año en relación a igual periodo del año anterior [11] y el rublo se ha revaluado en relación al dólar, llegando a superar los niveles que tenía antes de la guerra. Europa continúa importando gas y petróleo ruso, y la relación con China se ha vuelto cada vez más estrecha. Entre enero y marzo de este año el superávit comercial de China creció un 27,8% en relación al mismo periodo del año anterior. Este crecimiento se explica en buena parte por una reorientación de sus exportaciones e importaciones centrada en la economía rusa.

El ministro de Finanzas ruso ha advertido, sin embargo, que las sanciones económicas impuestas a Rusia están destruyendo los fundamentos del sistema financiero internacional basado en el dólar, y provocando una crisis global de enorme envergadura. Ante esto, el ministro ha convocado “a los países miembros del BRIC (Rusia, China, India , Sudáfrica y Brasil) a acelerar los procedimientos para usar nuestras monedas nacionales en las exportaciones e importaciones; para integrar un sistema de pagos, de crédito y de mensajería financiera independiente del Swift, y para crear una agencia de evaluación financiera propia al BRIC”. Siguiendo estos consejos por estos días los países del BRIC decidieron realizar el quinto test del mecanismo bancario que les permitirá sumar sus reservas internacionales para proteger sus economías de los shocks externos.

Así, y con rapidez inusitada, emerge un sistema financiero internacional que pretende independizarse del dólar e impedir su utilización por el gobierno norteamericano como un arma de guerra. El gobierno ruso ha tomado dos medidas decisivas que en esencia implican vincular al rublo con el oro, y obligar a los países “hostiles” a usar rublos en las transacciones comerciales y financieras con Rusia. La adhesión de China, la India, Irán y otros países asiáticos a la nueva arquitectura financiera basada en monedas locales respaldadas por commodities, permite no solo dar una vía de escape a Rusia, sino también acelerar el fin de la era del dólar como moneda de reserva internacional. Esta, sin embargo, no es la única consecuencia de la guerra en Ucrania. Las sanciones a Rusia desarticulan las cadenas de suministros e impactan brutalmente sobre la producción industrial europea y especialmente sobre Alemania, la dínamo de Europa. Esto arroja una negra sombra sobre el futuro de Europa en el nuevo orden global.

Argentina: el condicionamiento de la política

El voto argentino para suspender a Rusia en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, definido por el Canciller y el Presidente, fue compartido por dos tercios de los países. Esto, según el Canciller, avalaría la independencia del voto argentino en relación a los intereses norteamericanos[12]. Sin embargo, si el respeto a los Derechos Humanos rige la política exterior argentina, como dice el Canciller, una resolución votada en base a hechos no investigados carece de legitimidad. Más aún, si esta última depende de la cantidad de países que acompañaron a la Argentina en el voto estaríamos embretados en un “comportamiento de manada” que poco tiene que ver con la reflexión y mucho con los intereses del país que promovió la resolución: los Estados Unidos.


Para el Ministro Martín Guzmán, “la economía funciona en un contexto de relaciones de poder”, por lo que “para atacar la inflación se necesita construir credibilidad en un programa sólido y consistente que hemos diseñado” y las tensiones internas deterioran esa credibilidad. De ahí que el Presidente ha resuelto “que gestionaremos con gente que esté alineada con el programa económico que hemos definido”[13]. Esta visión algo napoleónica del ministro está encapsulada en una burbuja abstraída de las relaciones de poder que estructuran a la sociedad. Por eso en su plan tan “sólido y consistente” no hay referencia ni medidas destinadas a controlar el impacto que los monopolios/oligopolios tienen sobre el resto de la sociedad. Si bien existe una serie de medidas tendientes a limitar el poder de los monopolios, utilizarlas implicara enfrentar a algunos actores muy poderosos, entre ellos el FMI. Por estos días el FMI ha reconocido que la inflación paraliza a la economía argentina. Sin embargo, advierte que “deben evitarse los enfoques coercitivos, controles de precios involuntarios, prohibiciones de exportación, e impuestos/cuotas de exportación más altos”[14]. Es decir: el país tiene las manos atadas.

Esta semana la Vicepresidenta irrumpió en el escenario político e iluminó el problema de base: la desigualdad y la miseria son consecuencia de las decisiones políticas que se toman, pero también de las que no se toman. De ahí la importancia de las acciones políticas encaradas recientemente por diversos grupos: desde los movimientos sociales que en la calle plantean la necesidad de un cambio de política en relación a los que menos tienen, a los distintos grupos que se han movilizado presentando ante el Congreso proyectos para que se investigue la legitimidad de la deuda externa, la responsabilidad de los que la contrajeron, etc. La incorporación en estos planteos de la investigación de la deuda interna, y el seguimiento sistemático de las acciones que el gobierno toma para terminar con este flagelo, significan un gran aporte.

Todas estas iniciativas, provenientes de distintos sectores del campo popular, muestran la necesidad de constituir una plataforma amplia con participación de todos los sectores que, sin sectarismos ni rivalidades, inicie un dialogo sistemático y acciones conjuntas en torno a problemas que parecen desconectados, pero no lo están: el control de la inflación, la deuda interna y externa, la dolarización de la economía y el fortalecimiento del peso, la evasión impositiva, el problema del río Paraná y el canal Magdalena etc., etc. Esta plataforma, con actividad continua y sistemática seguramente contribuirá a definir colectivamente el país que queremos, paso inicial para salir de la fragmentación actual y enfrentar al impacto que las turbulencias geopolíticas tienen sobre nuestro país.

En EEUU

Un hombre armado abrió fuego en un metro de Brooklyn, hiriendo a 10 personas el martes e hiriendo a otras. Un tiroteo en un centro comercialen Carolina del Sur ayer hirió a 10 personas. Un tiroteo de pandillas este mes en Sacramento mató a seis e hirió a 12 más. Nueva Orleans reportó su fin de semana más sangriento en 10 años. Los tiroteos de furia en las carreteras parecen haber aumentado en algunos estados.

Estos son ejemplos del reciente giro violento de Estados Unidos. Los asesinatos se han disparado casi un 40 por ciento desde 2019, y los delitos violentos, incluidos tiroteos y otros asaltos, han aumentado en general. Es probable que más tragedias, desde tiroteos masivos hasta actos de violencia más pequeños, aparezcan en los titulares mientras persistan niveles más altos de delitos violentos.

Tres explicaciones ayudan a explicar el aumento de la violencia. La pandemia de Covid-19 y los confinamientos asociados interrumpieron todos los aspectos de la vida, incluidos los servicios sociales que pueden controlar el crimen y la violencia. Los asesinatos policiales de alto perfil de 2020 y las protestas que siguieron tensaron las relaciones entre la policía y la comunidad. Y los estadounidenses compraron un número récord de armas en los últimos años.

(...) un creciente sentido de discordia social y desconfianza. A medida que los estadounidenses pierden la fe en sus instituciones y entre sí, es más probable que arremetan, a veces de manera violenta, me dijo Randolph Roth, historiador del crimen de la Universidad Estatal de Ohio.


Además del Covid y la brutalidad policial, la política cada vez más polarizada del país y las malas condiciones económicas también han alimentado esta discordia. Eso ayuda a explicar el aumento de los asesinatos, así como los recientes aumentos en la adicción a las drogas y las sobredosis, los problemas de salud mental, los accidentes automovilísticos e incluso las confrontaciones por las máscaras en los aviones.

Las principales causas del aumento de asesinatos de 2020-21 aún persisten en diversos grados. Las armas que los estadounidenses compraron permanecen en circulación.

Si bien los casos de Covid se han desplomado y los confinamientos han terminado, las nuevas variantes siguen interrumpiendo los servicios sociales y la vida en general., explica German Lopez, en el Newlwtter “The Morning” para “The New York Times”.

Una explicación obvia es que nadie compra un arma pensando en que no la va a usar o no sabiendo como hacerlo. En tiempos de confusiones en las ideas y tanta “polarización” en las posiciones, cualquier realidad molesta detona la violencia. Las excusas y razones se buscan después.

La decadencia civilizatoria impide contratos sociales que, en confianza, depositen la fuerza y su uso, en quienes deberían sostener los principios democráticos, los derechos individuales y las garantías constitucionales. Cuándo el negocio y el dinero se colocá por encima de cualquier otros valor, no hay posibilidad de civilización.

La imaginación como conocimiento

"La imaginación es un modo de conocimiento, más que un modo de fabricar realidades", dice Carolina Sanín, una de las voces más lúcidas de la literatura colombiana, residente eventual de Buenos Aires que pasará cinco meses en el país, invitada por la REM, la residencia literaria del Malba, donde además de terminar su nuevo libro -el último publicado en Argentina fue "Tu cruz en el cielo desierto"-, dará charlas, talleres y participará de la Feria del Libro de Buenos Aires.

"No tienen las ceibas tropicales esas flores grandes, ustedes les dicen palo de borracho, uno cree que todo en el trópico es más exuberante, pero nunca había visto ceibas con esas flores en el trópico", dice Sanín de la ciudad que le toca, con un otoño primaveral, con barbijos en baja y muchas ganas de reunirse. Dice eso consultada sobre a qué dedicará su tiempo en la REM, sobre qué temas la siguen convocando.

Está terminando un libro de entre ocho y 12 textos que no serán narrativos. "Podrían llamarse ensayos o, eventualmente, relatos, porque así el nombre asusta menos, es algo entre géneros, una cosa lírica, otro libro de varias piezas", cuenta a Télam en la Biblioteca del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, responsable del programa que busca favorecer el intercambio entre sus invitados y los escritores que residen en el país.

Durante la estadía conferenciará en Ampersand y 
dictará el taller de escritura "El día y la noche". Buscará ahí qué cosas surgen para la imaginación en el día, cómo el tiempo se "indistingue" en la noche, "cómo se forman conjuntos para la imaginación para uno y otro momento". El cronograma puede verse en la página del museo.

Nacida en Bogotá en 1973, Sanín es licenciada en Filosofía y Letras, columnista, docente, dirige un programa televisivo de interés general en Colombia y escribió una docena de libros. Las novelas "Los niños" y "Tu cruz en el cielo desierto" y los relatos de "Somos luces abismales" están publicados en Argentina. Todos por Blatt y Ríos.

Entrevista

-Télam: En las columnas que hiciste entre 2008 y la aparición de la pandemia, en medios como El Espectador, Arcadia o Credencial, tocabas temas variadísimos que causaban revuelo en tu país. Feminismo, género, política, medio ambiente, bullying. ¿Qué tema aún te convoca?

-Carolina Sanín: Podemos hablar de que me parece realmente ingenua la actitud que lleva a cancelar a los artistas y las personas en general, como si fueran entidades unidimensionales. Me choca mucho cuando se entra a partir de separar la obra del artista. ¿Qué significa eso? Es malentender el arte, plantear esa pregunta es partir de un lugar desde el que no se puede entender nada, ni del arte ni de las personas.

-T: Cuestiones de género, identidad y activismo son un parteaguas en las lecturas más de avanzada sobre todo eso. La escritora trans Camila Sosa Villada, por ejemplo, cree que la idea de la comunidad LGBT es un fracaso. "Es un enorme fracaso volvernos legibles", dijo.

-C.S: El fracaso estaba desde antes, la identificación es un fracaso, la política de la identidad es un fracaso del Humanismo. Desde sus orígenes, en el siglo XVI, el Humanismo exploraba la capacidad del ser humano para contenerlo todo. Está en Shakespeare y en Cervantes, en todos los barrocos, cualquier cosa que hacías era una posibilidad de ti. Lo que hemos hecho con la política de la identidad es reducir a cada ser humano a un personaje ejemplar, para condenarlo o emularlo.
-T: Esto lo estás diciendo en un país pionero en Ley de Identidad de Género, con mucho trabajo político en torno a la restitución de identidades tras la última dictadura.

-C.S: Hablo de la identidad del individuo, cuando te nombran y reconocen como una unidad, te reconocen también como una unidad irrepetible, pero cuando tu identidad está adscrita a un grupo, tú eres tu identidad sexual, racial, política, se borra el individuo, es casi una doble desaparición, como identidad contra existencia que se corresponde con la virtualidad. En la virtualidad eres un tipo de persona, no un individuo único, cabes en casillas que le sirven solo a quien te quiere vender algo: productos o discursos políticos. La identidad es la cosa más reaccionaria, menos liberadora y menos anticapitalista de todo esto definitivamente.

-T: ¿La escritura de taller es un género literario?

-C.S: Lo que se produce en un taller depende de las personas que están ahí, es una creación colectiva y eso me encanta. No crecí en eso, no tengo formación de taller literario, pero lo que se está haciendo ahí es, más que un género literario, un género artístico. Y los que hacemos talleres literarios buscamos ese nuevo acontecimiento artístico: no tengo ningún interés en que publiquen ni en que terminen nada, sino en la exploración de la imaginación dentro de determinado grupo con determinada influencia. Hacer taller literario es estudiar la influencia mutua, la inspiración mutua, la asociación de conceptos.

En el interés de la industria editorial hacia una producción que escapa de la hegemonía histórica de textos escritos por varones "hay cierta hipocresía", dice Sanín, quien destaca "la conquista de un mercado con muchísima condescendencia donde la escritora joven se ha vuelto un producto".

"En en el auge de la venta de la escritora hay algo de militancia de consumo fácil", remarca.

Algo análogo, o consecuencia de ese cambio de foco aunque fuera superficial, podría estar registrándose en la categoría premios literarios y literatura popular: "La academia, la prensa cultural, las traducciones -enumera Sanín-, hay como una recompensa en Colombia a ciertas autoras que estén bajo el ala de autores mayores, que perpetúa la imposición de la hija, la prohijación, que es la figura patriarcal en mayúsculas, la de un hombre con una hija".

El auge de la publicación de escritoras, entonces, "no es una conquista antipatriarcal, es un nicho que el capitalismo patriarcal encuentra y es tramposo, porque pone a las autoras nuevamente en un lugar que él mismo necesita", consigna la escritora.

-T.: Creés entonces que no hay un avance real, honesto, en esa apertura.

-C. S.: No creo que eso se dé solamente por número de autoras, sino por número de relecturas también. Esquilo es antipatriarcal, pero mientras se siga leyendo todo tan chatamente y con un sentido de superioridad del presente respecto al pasado, no vamos a poder ni entender el camino que hemos recorrido los seres humanos, vamos a estar siempre empezando a hacer algo que ya se entiende desde hace mucho tiempo.

-T: Has hablado de Esquilo hasta en Twitter, a propósito de los femicidios.

-C.S: La tercera parte de "La Orestíada", "Las Euménides", entiende cuál fue la construcción del patriarcado y la denuncia al decirlo. Autores varones o mujeres desde los clásicos han denunciado al patriarcado, si creemos que eso lo descubrimos hace cinco años no vamos a estar entendiendo nada, pero veo en las feministas muy poco interés en releer y profundizar en los textos.

-T: La cuestión del presentismo...



-C.S: Estas mujeres son pioneras de un activismo pero no de una comprensión, las conquistas del feminismo me interesan, pero la lectura que el feminismo hace del pasado se ha quedado muy muy corta. Las denuncias a autores machistas victimarios son sobre todo superficiales, fuimos nosotros y nosotras quienes escribimos la Odisea, no un señor enemigo de nosotras en el siglo VIII o X AC, entonces, ¿qué hay ahí que nos hemos estado diciendo nosotros mismos del sistema injusto, improcedente, patriarcal que creamos?, ¿qué nos hemos estado diciendo siempre, a través del arte?


-T: ¿Cuál es la función de la imaginación en esa exploración?

-C.S: La imaginación es el modo de conocimiento de los humanos, más que el modo de fabricación de realidades, para conocer cualquier cosa, tienes que darte cuenta de que es otra y al vincular unas cosas con otras te vinculas tú con ellas y esa es la única manera que hay, no sólo de conocer, sino de vivir soportablemente: vincularse con lo otro encontrándolo en ti.

-T: La violencia es tema de tus textos -entre autor y lector, autor y sujetos de sus narraciones, entre personajes-, una violencia que arremete o rompe para habilitar posibilidades que no están vinculadas al daño. Para crear goce y no desgracia.

-C:S: La violencia en un texto es torcer la naturaleza percibida de las cosas, encontrarle a los objetos de tu interés el comportamiento que no se ajusta a ellos. Violencia, no como un acto de poder sobre otro, sino como violación de la ley de lo otro o búsqueda de cómo lo otro viola su propia ley. Las mujeres escribimos violentamente en parte porque escribimos contra una ley, que es del género, por eso me interesa siempre estar haciendo violencia a los géneros literarios.

-T: ¿Eso qué significaría?

-C.S: Es una violencia contra el texto textual, que es la ley, y luego contra la literatura, la poética. Violencia es romper el texto inicial, que es la ley y entonces ver los puntos de fuga de esa ley, abrirle huecos, intervenirla. Otra violencia implicada en todo esto es la expresión: poner fuera lo que sólo está adentro, imponer en el espacio público el fuero interno. Eso haces al escribir un texto. Tiene que ver también con conocer la ley y con la ley quiero decir la lengua que hablamos, al conocerla también se la violenta y de esa violencia surge tu trabajo.
La escritora Carolina Sanín, autora de columnas de opinión audiovisuales en la revista Cambio Colombia y también actriz contingente, nunca estudió actuación pero protagonizó en forma muy convincente el filme "Litigantes", habla de cómo, desde la pandemia, han cambiado las cosas, "la manera de escribir, de leer, de fijarse y de pasar" y se ha emprendido un extraño retorno a lo auditivo, ganándole terreno a lo visual.

"Durante las cuarentenas empezamos a oír más podcast y de repente, al tiempo que con el aislamiento y la tecnología de la virtualidad como mediadora se iban el olfato y el gusto, que es muy interesante porque son los sentidos de contacto, los mismos que se perdían con algunas de las cepas del Covid, redescubrimos, o reactivamos, o activamos mucho el oído, más que la vista. Tener la pantalla frente a los ojos no fue estimular la vista, justamente los ojos se deterioraron -marca Sanín-. Con la pandemia nos hemos vuelto muy auditivos de repente, más auditivos de lo que éramos".

-T.: Una vuelta rara a la oralidad, mediada tecnológicamente, ¿algo de eso tuvo que ver con empezar a hacer monólogos audiovisuales?

-C. S.: Puede ser, escribí columnas 12 años, hasta el año de la pandemia, y tantas cosas cambiaron y tantas cosas han cambiado en la manera de escribir, de leer, de fijarse, de pasar, que de repente me di cuenta que escribir columnas en mi vida, no en el contexto cultural general, era obsoleto. Los monólogos no son columnas leídas en video, no quería leer mi columna, quería experimentar con pensar en vivo: paso de una nota a otra y en cada grabación surgen cosas que no estaban planeadas, quiero mirar y explorar eso que no es improvisado pero que tiene puntos de improvisación.

-T: ¿La espontaneidad?

-C.S: Cuando no leés le das lugar al error y al accidente. Quiero estar en situación de pensar en un tema delante de una cámara, porque no es un público en realidad, es delante de un hueco, un ojo que te mira y no de una pantalla cuya luz viene hacia ti, entonces es distinto dirigirse que rebotar. A veces me interesa más eso.

-T: ¿Estás haciendo actuación?

-C.S: Es lindo aprender algo a lo que en realidad no te quieres dedicar -no soy actriz, nunca actué, hice "El litigante" y basta-, la disposición y el aprendizaje es de otra manera cuando no esperas ser "bueno en". Yo no espero ser buena, sino explorar cómo la actuación está en primer lugar detrás de cualquier otro arte. Constituirse en un autor, volverse un autor ya es sacar de sí un personaje, proyectarse de alguna manera. Hay un primer acto de la expresión que es actuación antes que escritura y antes que todo.

-T: ¿Decís que la actuación es el primer acto de cualquier expresión artística?

-C.S: El primer acto de la expresión artística es ponerte el personaje y el personaje escribe. Hay un personaje y una voz que escribe cada texto, pero primero tiene que salir esa voz y el hecho de que salga esa voz es un acto teatral y ocurre antes del acto autoral.

-T: ¿Hay un cruce entre esto y lo otro que vos escribís sobre la escritura, que tiene que ver con salirse de una misma, con ubicarse?

-C.S: Tiene que ver con verte afuera, hacer un texto que sea tú o una suma de textos que constituyan una persona que podrías haber sido o podrías ser: tu futuro es el texto que escribes, de alguna forma. Tu más allá también. Esto lo digo como escritora. ¿Pero cómo escribir con la disposición de actuar? Lo que espero es que de esa experiencia de actuar surja un otro, otro modo de escribir de alguna forma.

-T: ¿La literatura capitaliza la brecha que separa una experiencia del momento en que alguien decide volver sobre ella para entender, testimoniar, redimirse o apenas no olvidar?

-C.S: Es una pregunta importante porque la narrativa estudia el tiempo, busca entender cómo las cosas cambian y punto. Una historia se trata de cómo una cosa se vuelve otra, cómo parece ser otra porque el tiempo pasa a través de ella. Pero la poesía pues no épica, la poesía no narrativa y el ensayo tratan de ver cómo las cosas no cambian, precisamente cómo es la realidad sin el tiempo. Es en esa tensión en la que nace el suceso literario, entre la investigación de cómo pasa el tiempo y la investigación de cómo no pasa.

-T: Por otro lado, hacés entrevistas de interés general en Dominio público, un programa televisivo de Colombia, ¿hay diferencia entre la escritora y la comunicadora?

- Es lo mismo, a mí lo que me interesa es interpelar como intelectual pública, esa figura que tiene tan pocos representantes y muchas menos simpatías en Colombia, porque es detestada como algo elitista. En Colombia no se ha formado una clase amplia intelectual, hay un sector del populismo que parte del desprecio de lo intelectual como lo snob, un poco como pasó en España hace 80 años, muy fascista esa manera de verlo.

-T: ¿Y la lectura qué es?

-C.S
: Lo que hace la lectura en el lector es análogo a lo que hace la palabra en el Génesis, se dice la palabra y se crea la cosa, cuando lees se está repitiendo ese proceso, se está creando en ti una atmósfera y unas imágenes y unas relaciones a partir de un lugar en el que todo eso no está, en el que hay signos. Es completamente distinto de mirar teatro o cine, por ejemplo, lo audiovisual te muestra ese espacio fuera de ti, sería la materialización de otra imaginación.

-T: Con todo lo dicho anteriormente, ¿sigue siendo útil hablar de hibridaje, o los textos son los que son, más aún, son totales, un reflejo de las complejidades y el lenguaje de su tiempo de su tiempo?

-
C.S: Estaría bueno preguntarse qué es un libro, dejar de hablar de géneros y hablar de qué es una obra. Un texto es una representación de ti mismo. Lo interesante de los libros, para mí, es que son personas.

-T: El libro que estás terminando ahora, entonces, no entra en definiciones como literatura del yo.

-C.S: Es que literatura del yo también es Dante, ¿cuál más autoficción que inventarte que con tu nombre y tu apellido bajaste al infierno?

EL RELATO

Horacio Verbitzki en “El Cohete a la Luna”

En el encuentro de funcionarios y académicos convocado el sábado 9 en Rosario por la Corriente de la Militancia que orienta el ex ministro Agustín Rossi, varios expositores señalaron la falta de un relato oficial que enhebrara las cifras positivas de la economía en una historia, con un héroe y un final feliz, porque, como dijo una politóloga esperanzada, el maravilloso rol de los políticos es cambiar la realidad con palabras. Pero, ¿cuál es la palabra mágica que conjure un índice de inflación escalofriante y el consecuente desplome de los ingresos de los trabajadores?

A lo largo de seis horas, se sucedieron en Rosario disertaciones contra las críticas internas al Presidente Alberto Fernández. Aunque la iconografía era la del Frente de Todos, con fotos de Alberto y Cristina, las críticas apuntaban al presidente del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires, el diputado nacional Máximo Carlos Kirchner. La consigna fue fortalecer al Presidente para impedir que el neoliberalismo regrese en 2023 a completar su obra destructora del tejido social.

Hablar claro

Pero no todo fue paja. Un profesor universitario rosarino cuestionó un punto básico del discurso oficial y negó que el salario le esté ganando a la inflación. Los trabajadores informales perdieron 10 puntos contra la inflación, y constituyen un tercio de la base electoral del FdT, dijo el filósofo Juan Giani, cuya conclusión fue que, sin un giro drástico en la política económica, el próximo Presidente será Horacio Rodríguez Larreta. Con lo cual, el foro albertista de Rosario convalidó la lectura que Cristina viene vociferando desde diciembre de 2020. Es una paradoja habitual entre quienes hacen un culto de la aversión a la Vicepresidenta, como los eviteros. Las medidas que dijo estar estudiando el Ministro de Economía Martín Guzmán abrevan en el mismo manantial.

Rossi esquivó la emboscada de reporteros que comparten esa pasión contra la jefa del FdT, y dijo que no le preocupa la intencionalidad de las críticas al Presidente sino la respuesta de quien las recibe y reveló que le había propuesto al Presidente y al Ministro de Economía la creación de un salario básico universal que acabara con la indigencia…

El Chivo se anticipó en 48 horas al porcentaje de inflación de marzo que se difundiría a mediados de la semana y su consiguiente efecto distributivo. El anuncio oficial fue del 6,7%, y para abril no se espera menos del 5%. Rossi dijo que Guzmán no podía permanecer en silencio ante ese dato, que se torna devastador en el caso de los alimentos, con el 7,2% en marzo, y que debía dar explicaciones.


Encontrar al culpable

Guzmán las dio, a su manera. Dijo que ese indicador sería el más alto del año, lo cual es una cauta subestimación: hay que retroceder tres décadas para dar con un primer trimestre con mayor aumento de Precios al Consumidor y dos para encontrar un índice mensual peor. Ambas mediciones preceden y suceden a la convertibilidad, una en los comienzos de la presidencia de Carlos Menem y la otra durante el interinato en el Poder Ejecutivo del senador bonaerense Eduardo Duhalde.

En una entrevista de 40 minutos, Guzmán comenzó por atribuir la inflación a factores externos, como la guerra en Europa que provocó el aumento de cereales, combustibles y bienes de uso difundido, por el cual naciones que habían olvidado la inflación, como Alemania y los Países Bajos, padecían indicadores argentinos. Dos semanas antes, al presentar el programa de desarrollo de proveedores, el Presidente había atribuido a la guerra no más de 10 a 12 puntos de la inflación (que según las estimaciones de los consultores que releva el Banco Central, no bajaría del 60% anual).

A este mal de muchos, Guzmán sumó el componente interno, que describió como la falta de apoyo político, porque genera incertidumbre, despierta expectativas adversas y agrava los problemas. Con un tono más asertivo que el habitual, dijo varias veces que había hablado con el Presidente sobre la necesidad de gestionar con gente que esté alineada con el programa económico que se ha definido.

El gobierno se queja de la interna, pero chapotea en ella sin poder despegarse. Hay un núcleo próximo al Poder Ejecutivo que realmente cree que su problema es Cristina.


Entre la confusión y la confesión

En dos ocasiones que no generaron repreguntas, Guzmán dijo que había un programa económico que fue aprobado por el Congreso y definió el rumbo: acumular reservas, promover la producción de aquello que genera divisas, reducir el déficit fiscal y depender menos de la emisión monetaria.

Más adelante dijo que ese programa se aprobó el 25 de marzo. Recordó que en octubre del año pasado la brecha cambiaria superaba el 100% pero que con cohesión política se redujo y se controló la inflación. Con esa política macroeconómica clara y sin ruidos que generan incertidumbre, la inflación también ahora irá bajando, dijo.

Es la tercera vez que Guzmán vaticina una reducción de la inflación, que estimó en

  • 29% para 2021 (fue del 50,9%),

  • 33% en el presupuesto 2022 (que el Congreso no aprobó), y

  • entre 43 y 48% seis meses después en el acuerdo con el FMI.

Tampoco se cumple la anhelada acumulación de divisas (más allá de los préstamos del FMI). Ante una consulta para esta nota, acerca de quién aprobó qué el 25 de marzo y dónde, Guzmán no respondió. Alineación o vuelo a ciegas, parece ser la consigna. Pero, ¿cómo alinearse si se ignora de qué se trata? Las tapas de los diarios del 26 de marzo contestan por Guzmán: el 25 no sesionó el Congreso argentino sino el Directorio del Fondo Monetario Internacional, y no aprobó un programa económico del gobierno nacional sino el Acuerdo para refinanciar los 45.000 millones de dólares prestados durante la presidencia anterior. Entre la confusión y la confesión media apenas una letra.

Pero además, el Fondo reclama por la insuficiencia del apoyo político a su programa y la oposición política niega que el Congreso lo haya sancionado. Sólo autorizó el endeudamiento, pregona. Desde el diario La Nación acudió en apoyo de Guzmán el economista jefe de FIEL, Daniel Artana, quien dijo que la responsabilidad de la inflación no era del ministro sino de Cristina, a quien “habría que cortarle la cabeza”, otra manifestación de violencia contra la Vicepresidenta.

Paradójicamente, le atribuyó a ella las medidas de cuidado de la salud y protección de la producción durante la pandemia, de las que Guzmán (y Alberto) se jactan como virtudes de su gestión. “La fiestita que se mandaron el año pasado”, fue la caracterización de Artana. “No pararon de darle a la maquinita”.

Mientras todas las miradas se dirigen hacia el Senado, nadie dijo nada del ministro de Agricultura, Julián Domínguez, y su segundo, Matías Lestani, ex director técnico de las Confederaciones Rurales, que agrupan a los mayores latifundistas. Lestani niega que el incremento de los precios internacionales de granos, minerales y combustibles haya generado las rentas extraordinarias de capital que Guzmán desearía gravar, una vez que se aceptó el veto de Domínguez a una suba de las retenciones. Tampoco tuvo el destaque mediático que hubiera merecido la absolución de Cristina, Julio De Vido y Roberto Baratta en la causa por el Gas Natural Licuado, de la que se valieron el doctor Glock y el fiscal Stornelli para apoderarse sin sorteo del expediente iniciado con las anotaciones del suboficial del Ejército Oscar Centeno en los cuadernos Fénix.

Las palabras y los hechos

Tanto el Presidente como sus ministros (Guzmán, pero no sólo Guzmán) insisten en que el salario debe ganarle a la inflación. Esta es una de las estimables diferencias con el gobierno del ex Presidente Macrì. Pero salvo que la politóloga esperanzada haya tenido in mente esa comparación discursiva con el liberalismo neo, los hechos no confirman esa voluntad.

El crecimiento del salario por sobre la inflación no ha sido sólo una consigna, sino que lo han fundamentado como requisito para que el consumo continúe impulsando la recuperación, que en 2021 mostró un crecimiento del Producto del 10,3%. Guzmán en la entrevista del lunes y el otro MK en diversas presentaciones han destacado que se recuperó en un año todo lo perdido por la economía en 2020, cuando los pronósticos nacionales e internacionales calculaban que llevaría cuatro años. En el encuentro de Rosario se mencionaron otros logros que el gobierno debería difundir con mayor convicción, como la reducción al 7% de la tasa de desocupación, y al 37% la de pobreza.

Algunas cosas son ciertas, otras no tanto, pero el cuadro general no induce a la complacencia. Los trabajadores registrados en empresas privadas perdieron el 2,3% de su salario promedio en 2021, y los no registrados el 7,1%. Esto profundiza la distribución regresiva del ingreso. Como consecuencia de los doce años del kirchnerismo, los asalariados recibieron en 2016 más de la mitad del producto (el 51,8%), porción que se mantuvo en 2017, el año electoral en el que Macrì puso en pausa su política de ajuste. Este porcentaje cayó al 48% en 2020 y al 43,1% en 2021. Obviamente, ocurrió lo contrario con el excedente del que se apropian los patrones, que aumentó del 46,4% en 2017 al 50,5% en 2020 y al 54,3% en 2021.

El descenso de la desocupación es auspicioso, porque al reducirse el ejército de reserva mejoran las condiciones para luchar por una recuperación del ingreso. Pero hasta ahora no ha ocurrido. El 7% del desempleo en el último trimestre de 2021 es el mejor registro desde el 5,9% del tercer trimestre de 2015, cuando concluía el segundo mandato de Cristina, y casi la mitad del que dejó Macrì, como se observa en este gráfico de CIFRA, el centro de investigaciones de la CTA, en un informe de coyuntura de su director, Pablo Manzanelli, y de Cecilia Garriga.

En el cuarto trimestre de 2017, la política electoral del gobierno de Cambiemos permitió que la desocupación fuera de sólo el 7,2%, pero entonces el salario real era el 98% del que dejó Cristina dos años antes. En cambio, ahora, el 7% de desocupación es simultáneo con una caída del salario real al 82% de aquel indicador.

Esa pérdida de peso relativo del salario se refleja en la caída del consumo privado, que el año pasado fue del 61,8%, es decir el menor del siglo, por debajo incluso de la crisis de fin de siglo, con la megadevaluación de 2002. Consecuentemente, aumentaron su participación en el PIB los otros componentes de la demanda agregada, la inversión, que llegó al 17% del PIB en 2021, y las exportaciones, que alcanzaron al 18,3%.

Ni inflación ni productividad

Un debate clásico entre las propuestas populistas y las conservadoras (y las distintas variantes de unas y otras) opone como referencias para la recomposición de los salarios la inflación pasada y la productividad. En las críticas de distintos funcionarios del FMI a los planteos del Frente de Todos, está la indexación salarial por la inflación pasada, mientras la propuesta del organismo pasa por recomponer los ingresos de los trabajadores en la medida en que aumente su productividad, a ejemplo de lo que hizo Israel. Sin ir tan lejos, Perón lo intentó a partir de 1952 y su relación con la clase obrera no volvió a ser lo que era.

El Ministro de Trabajo, Claudio Moroni, se proponía convocar a un nuevo Congreso de la Productividad, desatino del que lo disuadieron los jefes de las centrales de trabajadores, Héctor Daer y Hugo Yasky. Después del acuerdo con el Fondo, la sola mención de esa palabra enciende luces de alarma.

Pero en la Argentina actual el salario no sólo quedó atrás de la inflación, sino también creció menos que los incrementos de la productividad del trabajo. En su famoso estudio posterior a la caída del muro de Berlín, el filósofo italiano Norberto Bobbio refutó la idea del fin de la historia y de las ideologías y suministró las razones y significados de la distinción política aún vigente entre derecha e izquierda. Mientras las políticas de derecha tienden a la desigualdad entre clases y personas, las de izquierda procuran el mayor igualamiento posible, sostuvo.

El Centro de Estudios de Economía Política, CEPA, sostiene en base a datos de INDEC que la productividad laboral se mantiene un 7% por encima de los niveles previos a la pandemia.

Esto tiene un significado político muy claro: un aumento salarial general se pagaría con la productividad del trabajo. No sería dinero arrojado desde un helicóptero, según la penosa metáfora que se escuchó en Rosario.

En la misma línea avanza un estudio de CELAG que, también sobre datos oficiales de INDEC, compara la evolución de los salarios, las ganancias de las empresas y los precios entre 2016 y 2021. Esa carrera la ganó el lucro patronal, que creció un 523%; segundos fueron los precios, con un incremento del 474%, y últimos quedaron los salarios, que sólo aumentaron un 335%.

En el último año, estas diferencias se acentuaron: la masa salarial creció 42%, los precios 52% y la ganancia empresarial 75%. Según CELAG, que cotejó los acuerdos salariales que se negociaron hasta el mes pasado con las proyecciones inflacionarias, este año el salario volvería a perder, entre un 3 y un 14% de su poder adquisitivo.

Mañana Guzmán estará en Washington, para asistir a la asamblea de primavera del FMI y el Banco Mundial. Es posible que allí se encuentre con el responsable del Fondo para Subamérica (que en la jerga estadounidense se denomina Hemisferio Occidental), el banquero israelo-brasileño Ilan Goldfajn. El viernes, Goldfajn y sus colaboradores Maximiliano Appendino y Samuel Pienknagura difundieron un artículo sobre la inflación en Latinoamérica, que no habla de la Argentina sino de Brasil, México, Colombia, Chile y Perú, donde la pandemia primero y la guerra en Europa después produjeron el mayor aumento de precios al consumidor en 15 años, muy superior al de lo que llaman economías avanzadas. Según el jefe de Julie Kozack y Luis Cubeddu, esa aceleración inflacionaria comenzó con el aumento de precios de energía y alimentos, pero se tornó más amplia debido a «la inercia de la política monetaria y la indexación de los salarios (contratos que se ajustan automáticamente por la inflación) así como por una fuerte recuperación de la demanda de bienes primero y servicios después». No hace falta más para delinear un plan de acción: aumento de tasas, retraso salarial respecto de la inflación y contracción del consumo de bienes y servicios.

Diferencias de fondo

Toda la atención política en este santo fin de semana está puesta en

  • los presuntos cambios de funcionarios que definiría el Presidente, en cumplimiento de la bravata de Guzmán, y

  • la hipótesis de un reencuentro con Cristina, quien en la inauguración del encuentro parlamentario europeo-latinoamericano dijo que la banda y el bastón presidencial no aseguran que un gobernante tenga el poder, menos si no hace las cosas que hay que hacer. Enfrentar a los poderes fácticos, ya había dicho (y hecho, cuando fue su turno).

Todo lo anterior debería dejar en claro que hay diferencias de fondo en cuanto a la política económica, que no se zanjan con el juego de la silla en el gabinete, ni mediante la reanudación del diálogo entre un hombre y una mujer.

La Política es la guerra por otros medios

Manuel Rivero Rodríguez Universidad Autónoma de Madrid, escribe y publica el artículo “Diplomacia, dinastía y confesión: La guerra de los Treinta Años y el nacimiento de la política exterior en la Europa moderna”, publicada en “Vínculos de Historia, núm. 7 (2018)”. En su desarrollo sostiene que la edad moderna no inicia en el renacimiento sino que sitúa el nacimiento de la diplomacia moderna y las relaciones internacionales propiamente dichas en las transformaciones operadas en Europa entre 1618 y 1670, durante la larga cadena de guerras conocida como guerra de los Treinta Años, que comenzó en un mundo dominado por la cristiandad como marco normativo y concluyó con la secularización de la política, abriendo las puertas a nuevas concepciones de la soberanía, la diplomacia y las relaciones internacionales.


En su introducción, el texto del catedrático español expresa: “Quienes vivieron los años terribles de la guerra de los Treinta Años dejaron a las generaciones que les sucedieron el testimonio de un tiempo de ruptura en la historia europea, donde el mundo ya no volvió a ser como era antes, empezando por unas pérdidas humanas que se acercaban a un tercio del total de la población de los territorios que la sufrieron, una hecatombe jamás vista. Hasta ya entrado el siglo XX no hubo en la historia otro conflicto asociado de forma tan intensa al sufrimiento, el horror y la destrucción, por eso para los europeos educados bajo ese recuerdo las dos guerras mundiales se explicaron como una cisura muy semejante a aquella. En 1946, Winston Churchill explicaba que lo que había sucedido en el mundo desde 1914 a 1945 fue una nueva guerra de los Treinta Años y no sólo por su carácter destructivo sino porque el mundo concebido en 1648, el sistema internacional, había dejado de existir y se construía ahora bajo nuevos principios. Dos libros más o menos recientes de Benno Teschke y A. G. Grayling lo recuerdan de forma muy oportuna (Teschke, 2003; Grayling, 2017). Las analogías pueden parecer abusivas o simplistas, pero ofrecen la ventaja de ilustrarnos muy rápidamente.

La analogía permitió a Churchill y sus contemporáneos asimilar la comprensión e interpretación de las guerras mundiales pero hoy, cuando la guerra de los Treinta Años ya no se estudia en las escuelas, nos permite hacer un juego inverso, la analogía sirve para proyectar con una sola imagen un mensaje potente, confrontación ideológica, conflictos que encadenan conflictos, destrucciones y devastaciones, retroceso en el desarrollo de la economía y la sociedad, crisis y generación de un mundo nuevo que huye de la repetición de la experiencia, necesidad de superación de un trauma colectivo.

La Paz de Westphalia es, siguiendo ese juego, una nueva carta de las naciones y así lo han entendido historiadores y juristas. El sistema westphaliano no sólo es la creación de un principio de orden internacional, es la cuna de nuestro sistema internacional actual que se rige sobre muchos de los principios que se enunciaron en 1648 para alcanzar una paz duradera. Como ocurre con las guerras mundiales del siglo XX, también se interrelacionaron conflictos civiles e internacionales sin que exista una delimitación muy clara entre unos y otros. El conflicto entre naciones, Estados o comunidades políticas se desarrolló sobre un sustrato de guerras civiles (Falk, 2002; Kershaw, 2005; Teschke, 2006). Siguiendo una interesante propuesta de Toulmin, quien señala que la intolerancia de las guerras de religión es el verdadero fundamento de la modernidad, observamos que la Europa posterior a Lutero se caracterizó por la destrucción de las viejas reglas abriendo Europa a la incertidumbre de un espacio sin normas compartidas, las viejas convenciones del derecho medieval que regía en toda la cristiandad dejaron de ser válidas cuando esta se rompió, cuando hubo distintas versiones de la verdad y los cánones que regían la comunidad.

Desapareció el consenso y con él la certidumbre. El mundo se hizo inseguro, los soberanos podían apelar en sus guerras a dos motivos muy diferentes, el derecho o la fe. Podían hacerlo jugando con dos formas distintas de legitimidad, lo cual significaba que el orden había desaparecido. La razón de Estado se enunció como una técnica con la que interpretar la realidad, observarla y deducir de ella el orden existente. A partir de la razón de Estado se configuró el interés de los Estados (precedente de nuestro interés nacional) en un mundo concebido como un universo de Estados de toda suerte y razón. Políticos, ministros y diplomáticos europeos, como Henri de Rohan o Francis Bacon, estaban convencidos de que sólo el interés, libre de toda ética, movía a los príncipes y a las potencias, generando normas de conducta propias, donde religión, derecho y dinastía eran medios, no fines en sí mismos (Toulmin, 2001).”

Como se piensa

La mirada europea es hoy sin duda la que domina los procesos de globalización y las “mentalidades” que la diseñan. Sin embargo, la irrupción de China como potencia en ese escenario esta cambiando esto.

Al mismo tiempo la tensión creciente entre occidente y Rusia, y posiciones cada vez menos binarias respecto de las miradas en torno a esta globalización liderada por EEUU pero pensada desde Europa, dan señales de agotamiento y se pierden en un mar de “sentidos comunes” insuficientes para analizar una realidad cuyas transformaciones están operando sin siquiera encontrar las palabras y los relatos en alguna narrativa que le de sentido.

Los rumbos comunes siguen, entonces, a cierto caós que es lógico si lo pensamos en el resquebrajamiento de formas y modelos que funcionaban hasta no hace mucho tiempo y que ya no funcionan a la hora de explicar las relaciones interpersonales, grupales, institucionales, entre los Estados y en el concierto de esta nueva globalidad. Rumbos que tensa entre dos modelos, uno binario, polarizado y dividido en dos que defiende la concentración económica por encima del desarrollo de los pueblos, y la otra que entiende que el orden global debe sostenerse y sustentarse en acuerdos multipolares entre regiones que consoliden liderazgos fuertes a partir de sus Estados Nacionales y pongan freno a la avaricia de las corporaciones transnacionales que crean “formas de hacer” por fuera de las planificiaciones de los Estados y en beneficio de unos pocos transnacionalizados, que se ven a si mismos como “ciudadanos del mundo”y cuya gendarmería es sostenida desde EEUU/OTAN/Israel.

Parte de las confusiones proviene de las ideas y de la imaginación. La idea edulcorada y ilusa de la Buena, cándida e inocente imaginación del humano es rápidamente desmentida por la historia, solo si atendemos al dato obvio que sus narrativas recorren mas las disrupciones provocadas por las guerras, que aquellas que se sostienen en acuerdos, consensos, diplomacias y pactos políticos.

En febrero de este año, en ocasión de la visita de Alberto Fernandez al país asiático, el presidente de China, Xi Jinping, y su homólogo argentino, Alberto Fernández, anunciaron el lanzamiento del Año de Amistad y Cooperación China-Argentina 2022, para celebrar el 50° aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países, según una declaración conjunta emitida este domingo después de una reunión entre los dos mandatarios.


 

A invitación de China, Fernández realizó una visita al país asiático durante la cual asistió a la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing.

Los dos países se comprometieron a desarrollar un programa de actividades a lo largo de todo el año, con el fin de seguir fortaleciendo el conocimiento mutuo y el afecto entre ambos pueblos, profundizando los vínculos y la cooperación entre regiones, según la declaración.

El encuentro entre Xi y Fernández fue cordial, amistoso y fructífero, y los dos jefes de Estado intercambiaron puntos de vista sobre la agenda bilaterales y los temas de interés común, dijo el documento.

El texto acotó que ambas partes hicieron el balance de los logros alcanzados en el desarrollo de las relaciones bilaterales, desde el establecimiento de las relaciones diplomáticas, y valoraron altamente el desarrollo profundo y sostenido de las relaciones bilaterales.

Los dos jefes de Estado acordaron que en el marco del 50° aniversario del establecimiento de las relaciones diplomáticas, los dos países continuarán fomentando la confianza mutua, reforzando los intercambios y la cooperación para profundizar la Asociación Estratégica Integral China-Argentina, agregó la declaración.

Los dos países ratificaron su compromiso de seguir brindando firme apoyo recíproco a sus respectivos intereses soberanos, detalló el texto.

Argentina reafirma su adhesión al principio de una sola China, mientras que el país asiático reiteró su apoyo a los reclamos de ejercicio pleno de soberanía de Argentina en la cuestión de las Islas Malvinas, así como a la reanudación a la mayor brevedad de las negociaciones encaminadas a la solución pacífica de la disputa, de conformidad con las resoluciones pertinentes de la Organización de las Naciones Unidas.

Xi y Fernández valoraron altamente el trabajo conjunto realizado en materia de cooperación sanitaria en el contexto de la pandemia de COVID-19, que redundó en el fortalecimiento de la relación bilateral, expuso.

Según el documento, China y Argentina convinieron en continuar intensificando la comunicación y la colaboración en los asuntos internacionales, en defensa de los intereses comunes de ambos países y del conjunto de los países en desarrollo.

Argentina apoya la Iniciativa para el Desarrollo Global propuesta por China, resaltó la declaración, y añadió que ambas partes destacan la importancia de la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en medio de la pandemia.

Las dos partes coincidieron en la relevancia del Grupo de los 20 (G-20) como foro destacado para la cooperación económica internacional, y concordaron en continuar trabajando conjuntamente en áreas de interés común, tales como salud, finanzas y comercio, dijo.

China expresó sus felicitaciones a Argentina por asumir la Presidencia Pro-Témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) para el año 2022, y está dispuesta a apoyar activamente a la parte argentina en el cumplimiento de sus funciones, acotó la declaración.

También, según el texto, China aprecia el importante papel de Argentina en los asuntos regionales, así como sus esfuerzos para promover la integración regional y ensanchar la cooperación de los países de la región con el resto del mundo.

Valorando altamente la exitosa celebración de la Tercera Reunión de Ministros del Foro China-CELAC, las dos partes trabajarán conjuntamente para profundizar de manera continua las relaciones sino-latinoamericanas y caribeñas en la nueva era, caracterizadas por la igualdad, el beneficio mutuo, la innovación, la apertura y el bienestar para los pueblos, señaló la declaración.

Señales de Rusia y China ante las represalias de Occidente por la guerra

¿Qué pasos debe dar Argentina en el nuevo escenario monetario?

Marcelo Bruchanski, Investigador del CIS/IDES-CONICET y Centro Cultural de la Cooperación. Docente UNGS, UBA y UNPAZ, escribe en Página 12

En 1964, Bob Dylan lanzó la canción “The times They are a-changin” [Los tiempos están cambiando] como un himno de protesta. El mundo cambió, pero lamentablemente no en el sentido que Dylan pensaba. Una década más tarde, el neoliberalismo comenzaba a expandirse a muchos países. En el caso de la Argentina, las ideas provenientes de lo que más tarde se denominó “Consenso de Washington” llegaron de forma temprana y violenta, y la desregulación financiera promovida por José Alfredo Martínez de Hoz dio lugar al primer episodio de sobreendeudamiento externo.

Más recientemente, aparecieron indicios de que el mundo, una vez más, estaría cambiando. Pero todavía no queda en claro en qué sentido. Algunas novedades en el plano monetario podrían dar indicios de las transformaciones que se avecinan. A nivel internacional, dos noticias llamaron la atención en las últimas semanas. La primera es la decisión de Rusia de exigir que sus exportaciones de gas a Europa se paguen en rublos. La segunda es que Arabia Saudita estaría considerando recibir yuanes por sus exportaciones de petróleo a China.

En ambos casos, se trata de transacciones que usualmente se realizan en dólares a través del sistema de mensajería SWIFT. La moneda estadounidense es relevante a nivel internacional hace 100 años. Su hegemonía, es decir, su preeminencia como unidad de cuenta en la que se denominan las transacciones internacionales tiene 75 años. Además, hace 50 años es fiduciaria, lo que significa que no tiene paridad fija con ningún metal u otra mercancía.

La clave del funcionamiento del sistema monetario internacional reside en que los recursos que los estados, las empresas o las personas ahorran sean depositados, en última instancia, en el sistema financiero estadounidense y en activos denominados en dólares. De esta manera, el déficit externo crónico de los Estados Unidos tiene su contrapartida en un aumento de los activos financieros que acumula el resto del mundo y el consumo estadounidense nutre de liquidez y sostiene la demanda agregada de la economía mundial.

¿El fin de una era?

Ahora bien, las recientes sanciones a Rusia por parte de los países occidentales, que incluyen la inmovilización de los activos del Banco Central de Rusia y la prohibición de utilizar el sistema SWIFT, podrían erosionar la estructura sobre la cual se construyó el funcionamiento del propio sistema. Países como China o la propia Rusia, que ya venían trabajando en sistemas de pagos alternativos hace una década, probablemente profundicen los acuerdos de pagos en monedas locales y cualquier otro mecanismo para que su comercio internacional no dependa de Occidente.

Si China le compra a Arabia Saudita petróleo en dólares, la transferencia se realiza desde una cuenta en dólares de la empresa china que importa hacia la cuenta en dólares de la empresa saudí que exporta. Ambas cuentas suelen ser depósitos en el sistema financiero estadounidense, por lo que los recursos cambian de titularidad, pero no salen del sistema. En cambio, si Arabia Saudita recibiera pagos en yuanes, ese dinero probablemente quedaría depositado en un banco chino, por lo que los recursos no se moverían del sistema financiero dicho país.

Hacia el final de la Primera Guerra Mundial, cuando la libra esterlina perdió peso en el escenario internacional frente al dólar estadounidense, Inglaterra se refugió en la "zona esterlina". Los países que participaban de dicha zona utilizaban la moneda inglesa de forma doméstica o establecían una paridad fija con esta para comerciar con los otros países que formaban parte del área. En el futuro es posible que, si el dólar se deja de utilizar en algunas transacciones internacionales, igualmente siga funcionando como divisa y conforme una “zona dólar”.

Repercusión local

Sin dudas, en un país bimonetario como la Argentina, donde el dólar estadounidense se utiliza internamente como unidad de cuenta, medio de pago y reserva de valor, estas novedades del ámbito internacional parecen ciencia ficción. Mucho más actualmente, cuando la Argentina necesita desesperadamente dólares para pagar su deuda externa que está, valga la redundancia, denominada en dólares. 

 

El dólar estadounidense está completamente instalado en la planificación de las políticas económicas argentinas. Por un lado, el neodesarrollismo considera que la Argentina necesita incrementar sustancialmente sus exportaciones para poder pagar su deuda externa y financiar la fuga de capitales (levantar el “cepo”). Por el otro, desde una perspectiva monetarista, se propone la dolarización de la economía y eliminar definitivamente la moneda nacional. Se presentó un proyecto en este sentido recientemente en el Congreso Nacional.

Vale aclarar que la Argentina tiene superavits crónicos en su balanza comercial de bienes, es decir, exporta más bienes de los que importa. Por lo tanto, si bien parece sano aumentar las exportaciones, siempre que no sea en desmedro del medio ambiente y el bienestar de los argentinos, los problemas externos del país no habría que pensarlos únicamente desde una perspectiva comercial. Por el contrario, las respuestas parecen estar por el lado financiero, algo que recién ahora se empieza a reconocer cuando se cuestiona el destino de los fondos provenientes del endeudamiento externo.

Los dólares creados para los créditos que se le otorgaron a la Argentina nunca salieron del sistema financiero estadounidense. Los recursos que eran del Fondo Monetario Internacional (FMI) se transfirieron, previo paso por el Estado nacional, a los depósitos que el sector privado argentino tiene en Estados Unidos. La utilización de guaridas fiscales sirve para que no se conozca quiénes son los verdaderos dueños de los recursos, pero las empresas ficticias creadas en estos países depositan sus recursos en los sistemas financieros de los países centrales.

Además, el Memorando Técnico de Entendimiento, adjunto al flamante acuerdo firmado entre la Argentina y FMI, recuerda la prohibición de armar acuerdos de pagos bilaterales: “[Argentina] evitará: (i) imponer o intensificar restricciones cambiarias, (ii) introducir o modificar Prácticas de Múltiples Monedas (MCPs), (iii) concluir acuerdos de pago bilaterales que sean incompatibles con el Artículo VIII; y (iv) imponer o intensificar restricciones a la importación por razones de balanza de pagos […]”. Desde sus orígenes en 1944, el FMI promovió que los pagos internacionales se realicen a través del dólar estadounidense y que no haya controles cambiarios, al menos en la cuenta corriente de la balanza de pagos.

Por todo esto, la agenda de la Argentina debería orientarse, por un lado, a construir sistemas de pagos alternativos con distintos países y, sobre todo, empezar a utilizar aquellos acuerdos de pagos que ya existen en América Latina, como el Convenio de Pagos y Créditos Recíprocos de la ALADI y el Sistema de Pagos en Monedas Locales del Mercosur.

Como ya se marcó en un artículo anterior, en la medida que haya voluntad política, estos dispositivos están en condiciones de utilizarse y mejorarse. Por otro lado, como parte de la “Zona dólar”, Argentina debería seguir promoviendo que el FMI y Estados Unidos ayuden a identificar los destinatarios finales de los depósitos en los sistemas financieros de los países centrales. En cualquier caso, lo fundamental es tener flexibilidad para adaptarse a los cambios que se avecinan y fortalecer las capacidades estatales para poder llevar adelante políticas no convencionales. Citando una vez más a Dylan, “A Hard Rain's a-Gonna Fall” [Una fuerte lluvia va a caer].

Decolonialidad

Desde finales del siglo XX ciertos pensadores latinos se reunieron en torno a una red intelectual llamada modernidad/colonialidad, uno de los orígenes del debate sobre decolonialidad que denuncia las estructuras de exclusión y jerarquías epistémicas que, marcaron la modernidad tal como la conocemos, perpetuadas hoy día por el capitalismo contemporáneo. En una dirección similar, el antropólogo Eduardo Viveiros de Castro anunció que la antropología estaba lista para asumir su nueva misión: “ser la teoría y la práctica de la descolonización permanente del pensamiento.” A partir de estas dos posibilidades del pensamiento, Juliano Bonamigo Ferreira De Souza, Estudiante de maestría en filosofía del programa Europhilosophie en la universidad Católica de Louvaina, Bélgica, produce su artículo de reflexión “NOTAS SOBRE EL PENSAMIENTO DECOLONIAL”, publicado en “Maestros y Pedagogía, 1 (1) 2019”, colombia.

El grupo de investigadores y el conjunto de conceptos que aquí llamaremos red modernidad - colonialidad forma parte de una larga tradición teórica y crítica de las relaciones asimétricas del poder formadas a lo largo del mundo a partir del siglo XV de tal manera que su genealogía podría extenderse hasta las primeras manifestaciones contra las prácticas coloniales en América o en Africa. Sea como sea, podemos considerarlo como el heredero del pensamiento de postguerra, un momento marcado por un nuevo orden mundial, la hegemonía norteamericana y las dictaduras sudamericanas que llevó a éstos teóricos hacia un pensamiento formulado y practicado desde la periferia. Es así que esta red acompaña, de cierta manera, las contribuciones de la Filosofía de la Liberación y de la Teología de la Liberación, desde los años 1960 y 1970 resultados de las realidades sociales de América Latina. Para señalar su lugar, Santiago Castro Gómez y Ramón Grosfoguel, al inicio del libro El giro decolonial (2007), recuerdan las diferencias teóricas entre el pensamiento decolonial latinoamericano y los Estudios postcoloniales o Estudios subalternos, campos de de trabajo del problema colonial nacidos en el mundo universitario anglosajón a partir de los años 1980 . Todas estas tradiciones comparten de cierta manera un crítica a la ceguera de Marx en relación al periodo de acumulación primitiva, al inicio del Capitalismo tal como este autor lo postulaba, pero a partir del hecho de que la realidad sudamericana comporte problemáticas particulares y puntos de partida radicalmente singulares, el pensamiento latinoamericano decolonial está lejos de ser una sucursal de los estudios ingleses.

No obstante, si consideramos las influencias desde un aspecto discursivo y cultural en la lectura de la modernidad, el libro de Edward Said se revela como un aliado teórico importante en la medida en la que pone en evidencia el rol del discurso en la construcción del Oriente, mostrando un aspecto simbólico en el establecimiento de las relaciones coloniales (Castro Gómez, 2005).

Desde el punto de vista de la red modernidad - colonialidad, los teóricos anglosajones son acusados de “culturizar” en demasía las relaciones coloniales en la historia, llamando la atención sobre el carácter simbólico y superestructural, despreciando al mismo tiempo las condiciones económicas que han sostenido la geopolítica de la modernidad.

Por otro parte, si consideramos la crítica económica de las relaciones coloniales modernas, las influencias teóricas de la red se remontan a la teoría de la dependencia y el trabajo de Immanuel Wallerstein, especialmente a través de la noción de sistema-mundo, concepto importante para comprender el conjunto de relaciones económicas producto de la invasión de las Américas . Pero aún estas herramientas de análisis de la dinámica del capitalismo en relación a su fondo material se limitan a las categorías económicas de la modernidad . Por lo tanto, dos campos importantes de influencia, pero limitados cada uno por su lado. Esta laguna teórica, que por un lado es mal completada por un reduccionismo culturalista y, por otro lado, por un reduccionismo económico, sin poder realmente dar cuenta del contexto latinoamericano, fue finalmente colmada por otros dos nombres importantes del pensamiento decolonial: Enrique Dussel y Anibal Quijano .

Para poder restablecer un terreno a partir del cual es posible pensar su propia condición, la perspectiva decolonial de América Latina inicia con una crítica del eurocentrismo, algo que Enrique Dussel ha llamado el mito de la modernidad. Para él, todo el eurocentrismo que ha acompañado los cambios políticos y sociales de los últimos cinco siglos fue construido sobre la base del mito del racionalismo y la ilustración, frutos mayores de la modernidad.

Su estudio quiere señalar que luego de 1492, año de la invasión de aquello que hoy en día llamamos América, un fenómeno singular ocurrió, fenómeno del cual el capitalismo, el eurocentrismo, el colonialismo y la modernidad no son mas que caras inseparables de un mismo acontecimiento.” (Cristian Hernández Gil/ Maestros y Pedagogía 1 - 2019)

Nosotros: Los Otros de los Otros

Desandar las madejas que ha constituido las formas de pensar y pensarnos en esta parte del mundo, no es mas que el intento por desovillar el enredo creado por la colonización, las invasiones y la violencia de Europa sobre culturas y civilizaciones ancestrales de cuya historia carecemos de elementos fiables toda vez que lo sabido proviene de las ciencias de los “colonizadores”.

Comenzar a pensar un nosotros, como “otros” de los “otros” en tiempo de tanta confusión, egocentrismo y arrogancia, no es mas que un intento a contracorriente de pensar un “nosotros” buscando y desatando los nudos que la miradas y los textos y las palabras y decires de los “otros” sobre los “otros” (que somos nosotros), han venido produciendo como cúmulo de saber y conocimiento desde las investigaciones cientiíficas y las universidades y formas de escolaridad que son modelos europeos y colonizadores transportados a estas tierras y no del todo asimilados como propios en tanto el estado actual de las epistemologías que priman las mentalidades en los centros de estudios y en la cientificidad latinoamericana, caribeña, Mexicana … (También en la de EEUU y Canada). 

Todos los textos que hemos recorrido refieren a ese trasfondo epistémico que signa el pensamiento occidental, enfrenta al Oriental diferente e impide el nosotros en esta parte del mundo. Tanto la teoría marxista como la Capitalista y hoy neoliberal como hegemónica global, no ha sido debidamente pensada desde el lugar propio que ocupamos con la propia historia a cuestas y los conocimientos que nos han borrado de la memoria, repecto a ese “nosotros” (“otros” de “otros” alienados en el patriarcado, colonial, capitalista neoliberal que diseña este presente)

Se trata de ir hacia atrás a contracorriente y descubrir que los hilos de la madeja tienen, en sus nudos y ovillados, imposiciones que nos han impedido el conocimiento de aquello contrario a los intereses de los invasores y/o a sus propias resistencias y reyertas respecto de los poderes que ellos mismos engendraban.

Si hay globalización y hay un mundo diverso, hay formas y mentalidades diferentes a las que debemos estar atentos para recuperar la memoria, e insistir a contracorriente, las deformaciones de la historia hacia delante, el desarrollo forzado, las guerras, una imposición tecnológica que sigue dejando el tendal de excluidos, precarizados, márginados y la violencia y el temor como íconos del camino, cuándo pudieren ser otros mas inclusivos, reflexivos, propios y sostenidos en el crecimiento y el bien vivir y no en las guerras y las justificaciones temerosas de los Guerreros que en las batallas pierden toda “razón” de humanidad y sentido de justicia.


La memoria es una construcción histórica, antropológica. El pasado habla de muchas formas. Escuchar el mensaje no es lo mismo que describir esas formas. Las mentalidades y las razones que llevan a los humanos y sus comunidades a pensar la realidad y actuar en ella, es esa facultad de integrar lo que la razón separa, para actuar con conocimiento, pero con coherencia e integridad. Es separar para volver a unir las partes, no para actuar según lo conocido respecto de uno de los fragmentos.

Romper los esquemas mentales lineales, que se alimentan de causa consecuencia y resuelven los conflictos estudiando los elementos que surgen a la disquisición racional, de manera inversa a como fueron “aparecidos” y “ofrecidos” a nuestras percepciones, obliga a un arduo trabajo de “mental morfosis”, es decir de modificar la geografía de los pensamientos, la geometría de los modelos, el orden de los discursos y de las formas y contenidos (Significados y significantes) que producimos en los lenguajes para generar ese universo común que posibilita la comunicación entre humanos.

La realidad es producida y produce realidad. Una continuidad pero de continuidades y discontinuidades anteriores que se entrelazan, anudan y mezclan. El caos solo advierte de un orden diferente. De entrecruzamientos y analogías desiguales. De percepciones, modulaciones, frecuencias e intensidades que producen conflictos muchas veces irracionales donde la humanidad se pierde en lo común irracional e intuitivo de otras especies, dejando la humanidad que nos anida, y que esta llamada para “racionalizar” las emociones y los sentidos y darle dirección a las conductas y a las motivaciones, emociones, sensaciones, percepciones e ideas que producimos.

Las razones no pueden dejarse sometidas a las justificaciones del ejercicio del poder sustentado en la violencia/miedo, o la aceptación obligada bajo presiones emocionales, psíquicas, sensibles que amparan a los temerosos/violentos en lugar de instituir la razón y el diálogo como mecanismos para solucionar conflictos y acceder a acuerdos.

La genuina y humana valentía, la acción que defiende el valor humano de la vida, no es sino aquella que esta dispuesta a dejarse matar antes que aceptar las formas y las ideas que subyacen a esas formas como obligadas, impuestas, decididas desde el ejercicio de la violencia/temor, en tanto saben que sin ella, nada obtienen de nosotros.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack


Referencias


[1] R. Kagan, The Price of Hegemony, Foreingaffairs.com. may June 2022

[2] op. cit: el subrayado es mío

[3] https://scheerpost.com/2022/04/10/the-duran-and-scott-ritter-the-first-casualty-of-war-is-truth/

[4] ver video en : https://www.zerohedge.com/geopolitical/americans-are-charge-war-says-french-journalist-who-returned-ukraine

[5] https://mobile.twitter.com/_TheRepublic_/status/1513289253609955335

[6] https://twitter.com/cossackgundi/status/1513768135375077379

[7] seattletimes.com 11 4 2022; videos en Michael Tracey mtracey@twitter twitter.com 3 4 2022 https://twitter.com/mtracey/status/1510608636036407306?ref_src=twsrc%5Etfw%7Ctwcamp%5Etweetembed%7Ctwterm%5E1510608636036407306%7Ctwgr%5E%7Ctwcon%5Es1_&ref_url=https%3A%2F%2Fsummit.news%2F2022%2F04%2F04%2Fukrainian-police-said-they-conducted-clearing-op-in-bucha-a-day-before-dead-body-videos-emerged%2F

[8] pewresearch.org 6 4 2022

[9] reuters.com 12 4 2022, zerohedge.com 13 4 2022

[10] treasury.gov 14 4 2022

[11] Bloomberg.com 12 4 2022

[12] lpo.com 14 4 2022

[13] c5n.com 11 4 2022

[14] infobae.com 14 4 2022



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