El malestar en la cultura neoliberal

 

Delitos de lesa humanidad y Justicia

La Unidad Fiscal Federal para causas por violaciones a los derechos humanos durante la época del terrorismo de Estado de La Plata pidió este lunes la pena de prisión perpetua para los represores Miguel Etchecolatz y Julio César Garachico por los secuestros y torturas sufridas por siete personas en el excentro clandestino de Arana, entre ellas el albañil Jorge Julio López y el estudiante secuestrado en el episodio conocido como La Noche de los Lápices, Francisco López Muntaner; y el asesinato de dos de esos secuestrados.

Así lo requirió este lunes el fiscal auxiliar Juan Martín Nogueira al alegar en el juicio que desde el 30 de agosto de 2021 sigue el Tribunal Oral Federal (TOF) n° 1 de La Plata, integrado por Andrés Fabián Basso, José Michelini y Alejandro Esmoris, para determinar la responsabilidad de Etchecolatz y el exjefe de calle de la Unidad Regional La Plata, Julio César Garachico, por los delitos que tuvieron como víctimas en 1976 al dos veces desaparecido Jorge Julio López y a seis de sus compañeros y compañeras de militancia de una unidad básica del barrio de Los Hornos.

"Está absolutamente acreditada la participación de (Miguel) Etchecolatz en los delitos investigados. Su participación es omnicomprensiva, omnipresente sobre cada acontecimiento del circuito Camps. No fue sólo 'el hombre atrás del escritorio', de ideación y transmisión de órdenes, sino que participó en todos los escenarios: atrás, en el medio, adelante", aseveró Nogueira.

Para el fiscal, Etchecolatz fue un participante "activo en el aparato represivo, tuvo iniciativa propia, participó en numerosos procedimientos" y consideró que "el circuito represivo Camps debería llamarse circuito represivo Camps y Etchecolatz haciendo honor a la verdad histórica".

"A Garachico, en carácter de oficial principal jefe del servicio externo, se le imputa formar parte del aparato represivo. Aplicó tormentos a Patricia Dell Orto, Ambrosio de Marco, Norberto Rodas, Alejandro Sánchez, Francisco López Muntaner, Guillermo Cano y Jorge Julio López y de los homicidios calificados de Dell Orto, de Marco y Rodas", agregó.

En relación a Garachico, el representante del Ministerio Público subrayó que "estaba plenamente involucrado en el mecanismo de represión ilegal".

"Los hechos aquí juzgados pueden ser vistos como parte del plan de exterminio contra población y del plan sistemático contra la población civil y, en este sentido, se subsumen en crímenes contra derechos de gente. Son actos de genocidio y crímenes de lesa humanidad", profundizó el fiscal.

Y destacó que la persecución de un grupo nacional se tradujo en "actos genocidas que buscaban disciplinar a la sociedad para reorganizarla".

"Fue un genocidio reorganizado y graves violaciones a los derechos humanos contra la población civil. Toda la sociedad se vio amenazada".

Nogueira expresó que "en función de los delitos y agravantes las penas no dejan margen más que para penas perpetuas", determinó.

En el caso de Etchecolatz, el fiscal reclamó la aplicación de la pena de "prisión perpetua como coautor mediato a través del uso del aparato de poder por los homicidios calificados por alevosía en concurso de dos o más personas en perjuicio de Norberto Rodas y Alejandro Sánchez, y la privación ilegítima de la libertad agravada por haber sido cometida con violencia en dos oportunidades, con el agravante de ser perseguidos políticos en perjuicio de Rodas y Sánchez, en concurso real con los delitos contra el derecho de gentes, crímenes de genocidio y delitos de lesa humanidad".

Para Garachico, en tanto, demandó "la pena de prisión perpetua como coautor por dominio funcional del homicidio calificado por alevosía y en concurso de dos o más personas en perjuicio de Patricia Dell Orto, Ambrosio De Marco y Norberto Rodas, y la privación ilegítima de la libertad en abuso de funciones, agravada por violencia y amenazas en siete oportunidades".

Nogueira también pidió que al momento de dictar sentencia se ordene "la exploración de la zona donde funcionó la estancia La Armonía y hoy funciona el Regimiento 7", con el objetivo de que se indague la posibilidad de la existencia de fosas comunes de cadáveres en dicho predio.


"También pedimos se remita al Colegio de Bellas Artes, donde estudiaron Patricia Dell Orto y Francisco López Muntaner, copia de esta sentencia; que se coloque en la zona de la unidad básica (donde militaban las víctimas) una placa o monumento donde conste que su instalación obedece a la reparación de este Tribunal", añadió Nogueira.

El juicio continuará el próximo 25 de abril cuando llegará el turno de los alegatos de la defensa de los imputados.

Los alegatos comenzaron el 14 de febrero último, con los de la Unión por los Derechos Humanos, la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y la Subsecretaría de Derechos Humanos bonaerense, en los que coincidieron en reclamar perpetua para los dos represores.

La abogada Guadalupe Godoy, en representación de la Unión por los DDHH, realizó un alegato particularmente emotivo, en el que destacó el tiempo que se tardó en iniciar este juicio y nombró a sobrevivientes que ya han fallecido pero cuyo testimonio fue valioso para identificar a los represores: Adriana Calvo, Cristina Gioglio y Nilda Eloy.

Luego, cuando Godoy nombró a Jorge Julio López, un silencio tenso recorrió la sala del Tribunal.
El albañil, quien fue dos veces desaparecido, la última de ellas el 16 de septiembre de 2006, fue secuestrado y torturado en el Pozo de Arana, y las torturas que recibió allí forman parte de los delitos que se juzgan en este proceso oral.

En su intervención, la abogada remarcó que la persecución a los trabajadores por parte de la última dictadura cívico militar ocasionó "algo que suele pasar en las guerras y es la extensión del daño" ya que, enumeró, "los barrios ya no volvieron a ser lo que eran", "la militancia pasó a ser una mala palabra" y "las redes sociales se desintegraron".

Ese daño "se agravó por la impunidad posterior e implicó cosechar más impunidad buscando Justicia", añadió.

El 14 de marzo también presentaron su alegato los querellantes del colectivo Justicia Ya, desde donde solicitaron similar pena para los imputados.

"Decimos con orgullo militante que vamos a volver a acusar a Miguel Etchecolatz. Vamos a solicitar la prisión perpetua, que se sumará a su currículum genocida", dijo entonces la abogada Pía Garralda, de Justicia Ya.

La letrada lamentó la fragmentación de causas de lesa humanidad en lo que denominó "la administración de Justicia a cuentagotas", un proceso que, cuestionó, "es una nueva forma de impunidad".

Garralda, para completar sus críticas, graficó que hasta junio de 2021 estaban siendo juzgados 1030 genocidas "pero si tenemos en cuenta que en el país funcionaron 700 centros clandestinos de detención, nos daría un promedio casi de dos genocidas por centro y es ilógico pensar que un centro funcionó con dos personas", repasó.

El negacionismo es un crimen


Alejandro Kaufman es profesor universitario, crítico cultural y ensayista. Es profesor titular regular en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Nacional de Quilmes e investigador del Instituto de Investigaciones Gino Germani, dependiente de la Facultad de Ciencias Sociales. Participó del panel de presentación de "Negacionismo", primer número de la colección Repertorios. Perspectivas y debates en clave de Derechos Humanos realizado por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Escribe en Telam

La Secretaría de Derechos Humanos de la Nación presentó "Negacionismo", el primer número de la colección Repertorios. Perspectivas y debates en clave de Derechos Humanos, publicaciones destinada a reflejar y difundir los aportes y debates en el campo académico y de divulgación acerca de diversas temáticas vinculadas a la agenda de los Derechos Humanos en Argentina y a nivel internacional. Sobre qué es el negacionismo y la gravedad de este este comportamiento opinó para Télam Alejandro Kaufman, profesor de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Nacional de Quilmes, e investigador del Instituto de Investigaciones Gino Germani (UBA-Sociales), quien participó del panel de presentación.

Para designar al negacionismo hay que delimitar el término, antes para exterminios y genocidios -o fenómenos afines- que para la negación de la realidad fáctica. Sin esta distinción caeríamos en su trampa, consistente en admitir un debate sobre el reconocimiento de hechos cuando poco tiene que ver con ello.

El primer paso por el que se cae en la trampa tendida por los negacionistas es aceptarles la separación entre a) el hecho que se niega y b) la negación. No son dos cosas diferentes sino una y misma cuestión, precedente al genocidio o exterminio.

A diferencia del exterminio, las guerras están sustentadas por antiquísimas tradiciones, doctrinas, bibliotecas, armas diseñadas según estrategias, ejércitos innúmeros entrenados y preparados: todo a la luz del día, consentido, deliberado, legal, vinculado con moralidades o hasta religiones.

El exterminio, en cambio, no viene anunciado ni precedido por nada parecido. Se prepara en el orden de la lengua, a través de segregaciones, inculpaciones y eufemismos. Mientras suceden tales preparativos, como quien no quiere la cosa, al que dé aviso de incendio, como sabemos, se le ignorará o se le opondrán enunciados negacionistas; dirán que los eufemismos, las segregaciones y las inculpaciones son opiniones, y que toda interdicción es censura.

Una vez en curso el exterminio, su acontecer es clandestino, aludido con nuevos eufemismos y segregaciones, todos ellos siempre desmentidos por afirmaciones: lo que está ocurriendo no está ocurriendo, las denuncias y testimonios son falsos, y además tal cosa no podría suceder.

Una vez que el genocidio o exterminio queda inconcluso, si no logra todo lo que se propuso, se lo da por finalizado, aunque la sentencia liquidadora, la solución final, es irrevocable porque nunca fue pronunciada como tal. O sea: se trata de una sentencia denegada como tal, que cuando se lleva a cabo no es explícita. Una vez finalizado se dice nunca más, se llevan a cabo diversas medidas como desnazificaciones y juicios a Juntas, y se establece la institucionalidad democrática y la libertad de expresión.

Es entonces cuando cómplices y adherentes al genocidio o exterminio, deslegitimados, marginados y prohibidos, encuentran en lo que llamamos negacionismo la forma de dar cauce a la continuidad de sus propósitos. El asunto no es que nieguen lo sucedido: no lo niegan, o niegan que niegan pero...; y emplean fórmulas pertenecientes al orden retórico y veritativo que confirieron a la lengua desde el huevo de la serpiente. De nuevo acechan la fibra incauta de una sociedad que no pudo prevenir primero, ni evitar luego, ni erradicar definitivamente el horror. Y caemos de nuevo en la trampa.

Frente al negacionismo, la estatalidad no puede sino ser responsable y caracterizarlo jurídicamente. Por lo demás, efectos adversos, dudas e incertidumbres ocurren como con todo lo judiciable; solo de todo ello no se infiere despenalizar.

El negacionismo es un crimen inseparable del exterminio y debe ser reconocido como tal por el Estado y por la sociedad.

INCAA


Actores y trabajadores de la industria del cine se manifestaron hoy frente a la puerta del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) para pedir la renuncia de su titular, Luis Puenzo. El Colectivo de Cineastas Argentinos, en una carta abierta dirigida al ministro de Cultura Tristán Bauer, reclamó por el desfinanciamiento de proyectos del organismo, la falta de políticas que impulsen la producción de cine en las provincias y la falta de medidas para revertir desigualdades de género. Los manifestantes denunciaron represión de parte de la Policía. Dos personas fueron detenidas.

El Ministro de Cultura de la Nación anunció este lunes que habrá cambios en el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), frente a cuya sede se desarrolló, en la tarde del lunes, una protesta contraria a la gestión de su titular, Luis Puenzo, que derivó en detenciones y enfrentamientos entre manifestantes y agentes de la Policía de la Ciudad.

“Con respecto a Puenzo, me voy a reunir con él,
pero va a haber cambios en el Incaa porque la intención es darle solución a una situación tensa”, expresó Bauer en una breve e improvisada conferencia de prensa y mientras manifestantes que permanecían en el lugar gritaban “¡Fuera Puenzo!”.

El funcionario subrayó que “para este gobierno la producción de contenidos nacionales es fundamental”, pero aclaró que las leyes de fomento tendientes a favorecer esa política “dependen del ámbito legislativo”.

Dando muestras de conocer la delicada situación del Incaa, Bauer reconoció que “también hay una situación conflictiva en la Enerc (Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica que depende de la entidad) y se va a llamar a concurso para el cargo de rector”.

La presencia de Bauer fue decidida para atender el contexto del enfrentamiento entre manifestantes y la Policía de la Ciudad de Buenos Aires debido al corte total de la calle Lima, que bordea la Nueve de Julio.

"
Vine a parar la represión y a liberar a los detenidos. En este momento empezamos a trabajar en esto, ya hablé por teléfono con Enrique Avogadro (ministro de Cultura porteño)", expresó el ministro en esos momentos de tensión.

Más tarde, desde la cartera a su cargo, se emitió un comunicado donde se expresó “el más enérgico repudio ante el accionar de la Policía de la Ciudad, que generó los incidentes y la detención de tres trabajadores y estudiantes, que estaban manifestándose pacíficamente en las puertas del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa)”.

"Creemos que todos los trabajadores y trabajadoras tienen el pleno derecho a expresar sus reclamos libremente sin que eso implique enfrentamientos de ningún tipo con las fuerzas de seguridad”, abundó el texto.

Entre los detenidos durante la movilización y debido al alegado propósito policial de liberar un carril de la calle en la que funciona el Incaa, la Asociación Trabajadores del Estado citó a Agustín Ríos, Manuel Alam y Andrés Martiervich, los tres estudiantes de la Enerc, mientras que desde Documentalistas Argentinos (DOCA) añadieron al cineasta Juan Mascaró, quien preside esa organización.

Como fruto de los enfrentamientos, el cronista de Télam Carlos Marrero cayó en el lugar y sufrió una fuerte contusión en su rodilla derecha.

El cineasta Alejandro Rath, presente en el reclamo, dijo a Télam que
"hubo un operativo policial desmesurado" para una manifestación pacífica y que el corte de calles sucedió porque la cantidad de gente presente superaba al espacio de la vereda y los dos carriles de Lima.

"Ellos (la policía) trajeron a la Infanteria para liberar el carril y se liberó. Después hubo una provocacion, que terminó en la detención de un estudiante de la Enerc", señaló el director de "¿Quién mató a Mariano Ferreyra?".

Diferentes actores del sector audiovisual convocaron a una concentración que se desarrolló desde las 15 para exigir la renuncia de Puenzo.


El principal descontento con la gestión del cineasta es con la no modificación del Plan de Fomento, "impuesto en el gobierno de (Mauricio) Macri que concentra la producción cinematográfica en las productoras más grandes radicadas en AMBA".

Los organizadores de la manifestación añadieron que Puenzo "no llevó adelante políticas que impulsen la producción de cine en las Provincias", según aseguró el Colectivo de Cineastas a través de una carta abierta que envió al ministro de Cultura, Tristán Bauer.

"El cine está atravesando un momento realmente crítico y preocupante, por un lado en diciembre de este año caducan los impuestos asignados a Cultura y esto impacta directamente en el cine, el teatro y la música", explica la productora Paula Orlando, miembro del Colectivo, en comunicación con Télam.

"Si solo dejamos a grandes plataformas producir contenidos, estamos hablando de la pérdida de miradas, de la pérdida de identidad, de la pérdida de soberanía cultural -y agrega- por otro lado nos enteramos de un decreto impulsado por la actual gestión del Incaa propone limitar los subsidios que recibe el cine volviéndolo más excluyente".

La carta de la entidad también enumera otras razones por las cuales cuestionan el funcionamiento del Incaa: "No estableció ninguna medida tendiente a revertir las enormes desigualdades de género a la hora de dirigir u ocupar roles centrales en los equipos técnicos, no se puso a la cabeza ni acompañó el reclamo del sector por la inminencia de la caducidad que implica el desfinanciamiento del área que conduce y se limitó a pedir en una reunión que crucemos los dedos para que salga el proyecto de ley del diputado Pablo Carro", en referencia a la iniciativa del legislador para extender el fondo de fomento más allá del 2022.

Además agregan que se desfinanciaron los festivales nacionales, no se impulsó la red de Espacios Incaa y tampoco se puso en marcha la Cinemateca y Archivo de la Imagen Nacional (Cineain), entre otros reclamos.

Por su parte, el director Fernando Krichmar, integrante de Documentalistas Argentinos (DOCA), señaló: "Movilizamos al Incaa exigiendo la renuncia de Puenzo porque creemos que ya pasó un tiempo prudencial y ha demostrado realmente una gran insensibilidad hacia el cine independiente".


El documentalista explica que Puenzo, "no nos convoca al Consejo Asesor que es su obligación y ha presentado un proyecto de Plan de Fomento que ahonda la crisis en la que nos metió el macrismo, que tiene que ver con fortalecer el cine como un negocio y entretenimiento y prácticamente eliminarlo como parte de un proyecto cultural".

En ese sentido Krichmar sostuvo: "Creemos que el estado debe garantizar la producción, la distribución y la conservación de un cine que aporte capital cultural, diversidad de miradas y que tenga una producción que no esté ligada a los intereses de las grandes empresas nacionales y extranjeras".

En su comunicado, el Doca agrega otros cuestionamientos a las políticas llevadas adelante por el Incaa, como la "falta de llamado a concursos y convocatorias para operas primas", la ausencia de "políticas de fomento federales, de ficción y animación" y el incumplimiento "de la cuota de pantalla".


El Malestar en la cultura

Cuando Freud escribe “El malestar en la cultura” (1929 -1930), jamás pudo imaginar que a algo mas de 90 años, su texto aún estarían aportando elementos para el análisis de la realidad, insustituibles, en tanto insumos para las producciones que luego se irían dando en las distintas aportaciones que surgieron a partir de sus investigaciones y su aportación teórica, interpretativa y sistematizada de estas. Semillas que fueron produciendo, contemporáneas o bien posteriores, nuevos marcos de referencia y nuevas aportaciones teóricas que nos permitan cierto conocimiento respecto a como el cerebro produce subjetividad y como los aspectos racionales y conscientes muchas veces se manifiestan reducido frente a otras expresiones psíquicas igualmente potentes pero alejada de toda racionalidad. Desde las investigaciones de Jung y sus principios de orientación para la aparición de una “Psicología social”, pasando por Lacan y su extraordinaria oralidad que devela la importancia de la estructura del lenguaje en la conformación de la estructura psíquica de los individuos y en las construcciones identatarias.

Lo religioso como una de las manifestaciones mas relevantes de los rasgos de la cultura humana, es la que ofrece los elementos para comenzar a ordenar experiencias y resultados de su práxis médica y psiquiátrica en el marco de su Psicoanálisis.

Lo religioso como fenómeno cultural produce una subjetividad que incluye y determina muchas de las percepciones, intuiciones, emociones y experiencias sensibles que producen razonamientos en torno a temas abstractos de la vida que impactan directamente en las constituciones de las identidades individuales y colectivas de las personas, en todas sus dimensiones pasibles de ser distinguidas por la conciencia … tanto su psique, como su subjetividad, como los relatos en los que se sintetizan la filosofía de vida que alimenta y define sus rasgos de personalidad y de conducta en la construcción de sus relaciones.

En tiempos de religiosidad individualista y desestructurada como las propiciadas por la cultura neoliberal que imbuye todo en procesos de síntesis que centralizan la necesidad de recursos financieros y dinero, como elemento central estructurante de cualquier logro o alcance de felicidad en la vida, el fetiche, que tomaba formas de religiosidad popular en los tiempos de las investigaciones freudianas, adquieren hoy una fenomenología instrumental y económica que, al tornarla mas materialista y mercantilista, ofrece aspectos menos subjetivos y psiquicos que, sin embargo, subyacen como matriz y surgen visibles en los conflictos y tensiones por la puja en la concentración de dinero y bienes y en las tensiones y conflictos que surgen con la regulación y formas de reparto de tales elementos, en un orden social que siempre producirá malestar en tanto y en cuanto resulta de esa búsqueda imposible de felicidad individual o colectiva que solo funciona, en lo humano, como tensiones vitales. La respuesta o equilibrio quieto y perfecto implica la muerte, ya de sus individuos como de la civilización que produce una Cultura uniforme y sin movimiento que ahogue o bien las expresiones individuales de rebeldía o bien el marco de seguridad imprescindible en los acuerdos colectivos para que las rivalidades y competencias no termine reduciendo a “lo humano” a otra mera forma de expresión vital reducida a su supervivencia.

Selecciono y transcribo aquí algunos parrafos del formidable trabajo de Sigmúnd Freud:

 

" (…) En manera alguna es tarea grata someter los sentimientos al análisis científico: es cierto que se puede intentar la descripción de sus manifestaciones fisiológicas; pero cuando esto no es posible -y me temo que también el sentimiento oceánico1 se sustraerá a semejante caracterización-, no queda sino atenerse al contenido ideacional que más fácilmente se asocie con dicho sentimiento. Mi amigo, si lo he comprendido correctamente, se refiere a lo mismo que cierto poeta original y harto inconvencional hace decir a su protagonista, a manera de consuelo ante el suicidio: «De este mundo no podemos caernos». Trataríase, pues, de un sentimiento de indisoluble comunión, de inseparable pertenencia a la totalidad del mundo exterior. Debo confesar que para mí esto tiene más bien el carácter de una penetración intelectual, acompañada, naturalmente, de sobretonos afectivos, que por lo demás tampoco faltan en otros actos cognoscitivos de análoga envergadura. En mi propia persona no llegaría a convencerme de la índole primaria de semejante sentimiento; pero no por ello tengo derecho a negar su ocurrencia real en los demás. La cuestión se reduce, pues, a establecer si es interpretado correctamente y si debe ser aceptado como fons et origo de toda urgencia religiosa.

Nada puedo aportar que sea susceptible de decidir la solución de este problema. La idea de que el hombre podría intuir su relación con el mundo exterior a través de un sentimiento directo, orientado desde un principio a este fin, parece tan extraña y es tan incongruente con la estructura de nuestra psicología, que será lícito intentar una explicación psicoanalítica -vale decir genética- del mencionado sentimiento.

Al emprender esta tarea se nos ofrece al instante el siguiente razonamiento. En condiciones normales nada nos parece tan seguro y establecido como la sensación de nuestra mismidad, de nuestro propio yo. Este yo se nos presenta como algo independiente unitario, bien demarcado frente a todo lo demás. Sólo la investigación psicoanalítica -que por otra parte, aún tiene mucho que decirnos sobre la relación entre el yo y el ello-nos ha enseñado que esa apariencia es engañosa; que, por el contrario, el yo se continúa hacia dentro, sin límites precisos, con una entidad psíquica inconsciente que denominamos ello y a la cual viene a servir como de fachada. Pero, por lo menos hacia el exterior, el yo parece mantener sus límites claros y precisos. Sólo los pierde en un estado que, si bien extraordinario, no puede ser tachado de patológico: en la culminación del enamoramiento amenaza esfumarse el límite entre el yo y el objeto. Contra todos los testimonios de sus sentidos, el enamorado afirma que yo y tú son uno, y está dispuesto a comportarse como si realmente fuese así. Desde luego, lo que puede ser anulado transitoriamente por una función fisiológica, también podrá ser trastornado por procesos patológicos. La patología nos presenta gran número de estados en los que se torna incierta la demarcación del yo frente al mundo exterior, o donde los límites llegan a ser confundidos: casos en que partes del propio cuerpo, hasta componentes del propio psiquismo, percepciones, pensamientos, sentimientos, aparecen como si fueran extraños y no pertenecieran al yo; otros, en los cuales se atribuye al mundo exterior lo que a todas luces procede del yo y debería ser reconocido por éste. De modo que también el sentimiento yoico está sujeto a trastornos, y los límites del yo con el mundo exterior no son inmutables.

Prosiguiendo nuestra reflexión hemos de decirnos que este sentido yoico del adulto no puede haber sido el mismo desde el principio, sino que debe haber sufrido una evolución, imposible de demostrar, naturalmente, pero susceptible de ser reconstruida con cierto grado de probabilidad. El lactante aún no discierne su yo de un mundo exterior, como fuente de las sensaciones que le llegan. Gradualmente lo aprende por influencia de diversos estímulos. Sin duda, ha de causarle la más profunda impresión el hecho de que algunas de las fuentes de excitación -que más tarde reconocerá como los órganos de su cuerpo- sean susceptibles de provocarle sensaciones en cualquier momento, mientras que otras se le sustraen temporalmente -entre éstas, la que más anhela: el seno materno-, logrando sólo atraérselas al expresar su urgencia en el llanto. Con ello comienza por oponérsele al yo un «objeto», en forma de algo que se encuentra «afuera» y para cuya aparición es menester una acción particular. Un segundo estímulo para que el yo se desprenda de la masa sensorial, esto es, para la aceptación de un «afuera», de un mundo exterior, lo dan las frecuentes, múltiples e inevitables sensaciones de dolor y displacer que el aún omnipotente principio del placer induce a abolir y a evitar. Surge así la tendencia a disociar del yo cuanto pueda convertirse en fuente de displacer, a expulsarlo de sí, a formar un yo puramente hedónico, un yo placiente, enfrentado con un no-yo, con un «afuera» ajeno y amenazante. Los límites de este primitivo yo placiente no pueden escapar a reajustes ulteriores impuestos por la experiencia. Gran parte de lo que no se quisiera abandonar por su carácter placentero no pertenece, sin embargo, al yo, sino a los objetos; recíprocamente, muchos sufrimientos de los que uno pretende desembarazarse resultan ser inseparables del yo, de procedencia interna. Con todo, el hombre aprende a dominar un procedimiento que, mediante la orientación intencionada de los sentidos y la actividad muscular adecuada, le permite discernir lo interior (perteneciente al yo) de lo exterior (originado por el mundo), dando así el primer paso hacia la entronización del principio de realidad, principio que habrá de dominar toda la evolución ulterior. Naturalmente, esa capacidad adquirida de discernimiento sirve al propósito práctico de eludir las sensaciones displacenteras percibidas o amenazantes. La circunstancia de que el yo, al defenderse contra ciertos estímulos displacientes emanados de su interior, aplique los mismos métodos que le sirven contra el displacer de origen externo, habrá de convertirse en origen de importantes trastornos patológicos.

De esta manera, pues, el yo se desliga del mundo exterior, aunque más correcto sería decir: originalmente el yo lo incluye todo; luego, desprende de sí un mundo exterior. Nuestro actual sentido yoico no es, por consiguiente, más que el residuo atrofiado de un sentimiento más amplio, aun de envergadura universal, que correspondía a una comunión más íntima entre el yo y el mundo circundante. Si cabe aceptar que este sentido yoico primario subsiste -en mayor o menor grado- en la vida anímica de muchos seres humanos, debe considerársele como una especie de contraposición del sentimiento yoico del adulto, cuyos límites son más precisos y restringidos. De esta suerte, los contenidos ideativos que le corresponden serían precisamente los de infinitud y de comunión con el Todo, los mismos que mi amigo emplea para ejemplificar el sentimiento «oceánico». Pero, ¿acaso tenemos el derecho de admitir esta supervivencia de lo primitivo junto a lo ulterior que de él se ha desarrollado?

Sin duda alguna, pues los fenómenos de esta índole nada tienen de extraño, ni en la esfera psíquica ni en otra cualquiera. Así, en lo que se refiere a la serie zoológica, sustentamos la hipótesis de que las especies más evolucionadas han surgido de las inferiores; pero aún hoy hallamos, entre las vivientes, todas las formas simples de la vida. Los grandes saurios se han extinguido, cediendo el lugar a los mamíferos; pero aún vive con nosotros un representante genuino de ese orden: el cocodrilo. Esta analogía puede parecer demasiado remota, y, por otra parte, adolece de que las especies inferiores sobrevivientes no suelen ser las verdaderas antecesoras de las actuales, más evolucionadas. Por regla general, han desaparecido los eslabones intermedios que sólo conocemos a través de su reconstrucción. En cambio, en el terreno psíquico la conservación de lo primitivo junto a lo evolucionado a que dio origen es tan frecuente que sería ocioso demostrarla mediante ejemplos. Este fenómeno obedece casi siempre a una bifurcación del curso evolutivo: una parte cuantitativa de determinada actitud o de una tendencia instintiva se ha sustraído a toda modificación, mientras que el resto siguió la vía del desarrollo progresivo.

(…) Volvamos al hombre común y a su religión, la única que había de llevar este nombre. Al punto acuden a nuestra mente las conocidas palabras de uno de nuestros grandes poetas y sabios, que nos hablan de las relaciones que la religión guarda con el arte y la ciencia. Helas aquí:

Quien posee Ciencia y Arte

también tiene Religión;

quien no posee una ni otra,

¡tenga Religión!

Este aforismo enfrenta, por una parte, la religión con las dos máximas creaciones del hombre, y por otra, afirma que pueden representarse o sustituirse mutuamente en cuanto a su valor para la vida. De modo que si también pretendiéramos privar de religión al común de los mortales, no nos respaldaría evidentemente la autoridad del poeta. Ensayemos, pues, otro camino para acercarnos a la comprensión de su pensamiento. Tal como nos ha sido impuesta, la vida nos resulta demasiado pesada, nos depara excesivos sufrimientos, decepciones, empresas imposibles. Para soportarla, no podemos pasarnos sin lenitivos («No se puede prescindir de las muletas», nos ha dicho Theodor Fontane). Los hay quizá de tres especies: distracciones poderosas que nos hacen parecer pequeña nuestra miseria; satisfacciones sustitutivas que la reducen; narcóticos que nos tornan insensibles a ella. Alguno cualquiera de estos remedios nos es indispensable. Voltaire alude a las distracciones cuando en Gandide formula a manera de envío el consejo de cultivar nuestro jardín; también la actividad científica es una diversión semejante. Las satisfacciones sustitutivas como nos la ofrece el arte son, frente a la realidad, ilusiones, pero no por ello menos eficaces psíquicamente, gracias al papel que la imaginación mantiene en la vida anímica. En cuanto a los narcóticos, influyen sobre nuestros órganos y modifican su quimismo. No es fácil indicar el lugar que en esta serie corresponde a la religión. Tendremos que buscar, pues, un acceso más amplio al asunto.

(…) A pesar de su condición fragmentaria, me atrevo a cerrar nuestro estudio con algunas conclusiones. El designio de ser felices que nos impone el principio del placer es irrealizable; mas no por ello se debe -ni se puede- abandonar los esfuerzos por acercarse de cualquier modo a su realización. Al efecto podemos adoptar muy distintos caminos, anteponiendo ya el aspecto positivo de dicho fin -la obtención del placer-, ya su aspecto negativo -la evitación del dolor-. Pero ninguno de estos recursos nos permitirá alcanzar cuanto anhelamos. La felicidad, considerada en el sentido limitado, cuya realización parece posible, es meramente un problema de la economía libidinal de cada individuo. Ninguna regla al respecto vale para todos; cada uno debe buscar por sí mismo la manera en que pueda ser feliz. Su elección del camino a seguir será influida por los más diversos factores. Todo depende de la suma de satisfacción real que pueda esperar del mundo exterior y de la medida en que se incline a independizarse de éste; por fin, también de la fuerza que se atribuya a sí mismo para modificarlo según sus deseos. Ya aquí desempeña un papel determinante la constitución psíquica del individuo, aparte de las circunstancias exteriores. El ser humano predominantemente erótico antepondrá los vínculos afectivos que lo ligan a otras personas; el narcisista, inclinado a bastarse a sí mismo, buscará las satisfacciones esenciales en sus procesos psíquicos íntimos; el hombre de acción nunca abandonará un mundo exterior en el que pueda medir sus fuerzas. En el segundo de estos tipos, la orientación de los intereses será determinada por la índole de su vocación y por la medida de las sublimaciones instintuales que estén a su alcance. Cualquier decisión extrema en la elección se hará sentir, exponiendo al individuo a los peligros que involucra la posible insuficiencia de toda técnica vital elegida, con exclusión de las restantes. Así como el comerciante prudente evita invertir todo su capital en una sola operación, así también la sabiduría quizá nos aconseje no hacer depender toda satisfacción de una única tendencia, pues su éxito jamás es seguro: depende del concurso de numerosos factores, y quizá de ninguno tanto como de la facultad del aparato psíquico para adaptar sus funciones al mundo y para sacar provecho de éste en la realización del placer. Quien llegue al mundo con una constitución instintual particularmente desfavorable, difícilmente hallará la felicidad en su situación ambiental, ante todo cuando se encuentre frente a tareas difíciles, a menos que haya efectuado la profunda transformación y reestructuración de sus componentes libidinales, imprescindible para todo rendimiento futuro. La última técnica de vida que le queda y que le ofrece por lo menos satisfacciones sustitutivas es la fuga a la neurosis, recurso al cual generalmente apela ya en años juveniles. Quien vea fracasar en edad madura sus esfuerzos por alcanzar la felicidad, aun hallará consuelo en el placer de la intoxicación crónica o bien emprenderá esa desesperada tentativa de rebelión que es la psicosis.2


Quedan aquí esbozados los elementos que se distinguen en las conformaciones tanto de las identidades individuales como de aquellas que se asocian a las identidades culturales, religiosas, idiomáticas. (Simbólicas, reales e imaginarias en el modelo que propone Lacan en sus clases discursivas).

Las formas de nombrar la realidad a partir de esos nudos entre lo simbólico, real e imaginario producido en el lenguaje precisamente por ese malestar en la cultura que no es sino el reconocimiento no deseado de esa incompletud de eternidad que nos anida, en las formas prácticas se traduce en el amplio concepto de cultura, que está íntimamente relacionado a las formas y disquisiciones que nuestra razón es capaz de producir frente a toda manifestación de subjetividad que alcance a impactar en la realidad misma o en las formas psíquicas en que las representamos y que expresamos en el lenguaje (mas allá de la racionalidad o no de los argumentos que dentro de la estructura del lenguaje, efectivamente verbalizamos y/o transformamos en grafía)


Poder. Libertad. Justicia

Los narcóticos y sustitutos a los que refiere Freud, no son sino meros artilugios para escapar a ese conocimiento no deseado de la incompletud que subyace tras toda seguridad y certeza que la razón nos provee o que cierto equilibrio vital alcanza, a partir de someter recíprocamente sentimientos y emociones a un modelo razonado de comportamiento y a ese “contrato con la propia palabra” que supone la búsqueda de la coherencia en la imagen proyectada y auto-creida del “yo”. En la cultura construye y se constituyen los elementos vitales que articulan cierta “fenomonología” de la filosofía y religiosidad que subyace en toda civilización y que en estos tiempoe neoliberales se centraliza en el dinero y los bienes materiales como simbolos de una construcción subjetiva enajenada y autodestructiva, que evita ese conocimiento de la imposibilidad como certeza. Evita tanto la resignación, como la posición narcisista o psicótica de autoridad absoluta, de posesión de toda verdad y del lenguaje correcto que la nombra, sino mas bien y por el contrario, de los humildes aportes que cada pensamiento individual en su aportación y desde su constitución tan “yoíca” como “social” pudiere esbozar en el lenguaje a las conciencias y razones de otros.

Los fenómenos que surgen en ese marco cultural amplio determinan los simbólicos, imaginarios y reales que construirán la realidad de época. Como catalizadores, las necesarias definiciones de convivencia en la ley (Tanto la humana como creación de acuerdos en medio de los conflictos en las relaciones, como aquella que se percibe como natural, eterna o parte de ese “océano” con el que racionalizamos el “sentido de eternidad” (O la búsqueda o deseo de trascendencia), que en realidad definen en buena medida todo rasgo cultural relevante, ya que si bien puede distinguirse una cultura efímera de un presente igualmente efímero en tiempos temporales, los rasgos genuinos de una cultura potente que define tanto psiquicamente como racionalmente conductas y ordenes sociales, no pueden ser formas y pensamientos, relatos y justificaciones racionales, conscientes, científicas, sino adquieren cierta continuidad temporal que afecte y ordene a varias generaciones. He aquí uno de los elementos mas distorsivos de la cultura neoliberal actual, los conceptos adquieren relevancias efímeras. Los argumentos del “Vive hoy, vive ya, vive tu momento” son mas un artilugio de “negación” respecto de lo que constituye la identidad del “yo” que de su afirmación en tanto apela a la pérdida de memoria y con ello a la dilución de cualquier intento de coherencia. En la inmediates y la racionalidad efímera del presente y el “vive el momento” es mas probable que afloren los “yoes psicóticos” que sus expresiones neuróticas, tornándonos en mas depredadores los unos de los otros, que en las expresiones insatisfechas de una incompletud no deseada pero sabida cierta.

La religión del dinero precisamente ayuda a tal dinámica de movimiento en tanto el valor circulante de la moneda y de las estructuras sociales y económicas que la sostienen. Lo psicótico se sintetiza en eso de que haz lo que puedas pero hazlo ya y centrado en un “yo” totalizador que diluye las diferencias y diversidades humanas en esa ilusión de “soy lo que quiero ser en el momento en que quiero se eso, y sino seré otra cosa que quiera ser … El contrato con la propia palabra desaparece y el poder lo ejerce la realidad externa, que solo reafirma el poder de quienes ejercen el poder y disfrutan de los privilegios que de ese ejercicio deriva.

Se pierde así toda concepción de relación, todo concepto común de justicia, libertad y comunidad, toda vez que tales conceptos se reducen al interés por acumular financieramente los recursos que el fetichismo del dinero provee a las subjetividades neoliberales que así nos constituyen, consolidando el poder de quienes concentran para si recursos y beneficios y la capacidad de decidir históricamente respecto a las formas que se continúan en el tiempo y que resultan imposibles de percibir quienes solo tienen conciencia del momento y pierden perspectivas de identidad histórica, cultural, común y de que, pese al malestar que la consciencia de pertenecer a lo común produce a la individualidad, la consciencia de que no hay individualidad que pueda producirse independiente de las relaciones que así le dan sentido de continuidad, es decir identidad cultural.

En este marco reflexivo, y pensado de modo complejo, tanto los juicios a los represores por los delitos de lesa humanidad como las protestas de los trabajadores del INCA, represión policial incluída y manifestaciones contrarias a una globalización acrítica de las producciones culturales y a una transnacionalización y deformación de las identidades culturales diversas que pierden así su derecho a ser (manifestarse, producir simbólicos, imaginarios y reales diferentes y alternativos a los hegemónicos, como dinámicas de emancipación), en la dependencia financiera que solo admite una dirección universalista y una identidad planetaria definida por las elites, generan estas percepciones contrarias a la inmediatez y ahistoricidad que se proponen, desde el neoliberalismo cultural del poder, en desmedro de producciones de identidad nacional o territorialmente situada y que generen identidad comunes dónde la universal sea parte y no el intento hegemónico psicótico de la completud, el todo, el relato único y la represión de las alternativas.


Daniel Roberto Távora Mac Cormack

Fuentes:

Telam

Cenital

El malestar en la Cultura” Sigmund Freud, (1929/1930) Edición 2002 – Copyright http://www.librodot.com

Notas

 1  “Sentimiento particular que jamás habría dejado de percibir, que muchas personas le habrían confirmado y cuya existencia podría suponer en millones de seres humanos; un sentimiento que le agradaría designar «sensación de eternidad»; un sentimiento como de algo sin límites ni barreras, en cierto modo «oceánico». Se trataría de una experiencia esencialmente subjetiva, no de un artículo del credo; tampoco implicaría seguridad alguna de inmortalidad personal; pero, no obstante, ésta sería la fuente de la energía religiosa, que, captada por las diversas Iglesias y sistemas religiosos, es encauzada hacia determinados canales y seguramente también consumida en ellos.”, expresa Freud de quién le impulsara a producir estas reflexiones respecto a religión y cultura.

     2 Freud aseguró que la diferencia más importante entre la neurosis y la psicosis es que la neurosis es el resultado entre un conflicto entre el yo y e ello, mientras que la psicosis es un conflicto entre el yo y el mundo exterior.

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