Sábado 1 de Febrero de 2020

El papa Francisco y el presidente Alberto Fernández se reunieron durante 44 minutos en la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano, hasta donde el jefe del Estado argentino llegó acompañado por la primera dama, Fabiola Yáñez y el canciller Felipe Solá.
El mandatario argentino narró que en su encuentro a solas con Jorge Bergoglio, le pidió «ayuda en el tema de la deuda», y sostuvo que el Sumo Pontífice le dijo que siempre lo «ayuda» y que «siempre lo va a ayudar».

Más adelante, en esta nota, informamos brevemente sobre la intención vaticana y el objetivo argentino.

Calidez

«Santo Padre, qué gusto verlo», dijo Alberto al saludar al titular del Estado Vaticano, a quien vio por primera vez desde que fue electo Presidente.»Bienvenido», respondió el Pontífice. Ambos incluyeron sonrisas en sus saludos. Esas sonrisas y la duración de la entrevista, marcaron fuerte diferencia con las reuniones realizadas con el anterior presidente, Mauricio Macri.

En una instancia previa al encuentro, Fernández participó de una misa «por la reconciliación» en la Basílica de San Pedro junto a su pareja frente a la tumba del santo, en las catacumbas de la Basílica vaticana, misa que fue celebrada por el obispo argentino Marcelo Sánchez Sorondo.

Antes de la reunión, Alberto afirmó que el Papa significa «mucho» para él, porque «es un líder moral». «También significa para mí un reencuentro con la Iglesia, a la cual pertenezco, se lo he dicho muchas veces», planteó al llegar a la residencia de la embajada ante la Santa Sede, donde se hospedará hasta el domingo.

Deuda

Tras el encuentro, el presidente argentino dialogó con los medios e indicó que pidió a Francisco «ayuda en el tema de la deuda», y sostuvo que el Sumo Pontífice le dijo que siempre lo «ayuda» y que «siempre lo va a ayudar».

«Le pedí que todo lo que pueda hacer para ayudarnos lo haga y lo va a hacer», consignó el mandatario en la conferencia de prensa que ofreció en el mediodía romano, en la residencia de la embajada argentina ante la Santa Sede.

Fernández aseguró que la reunión fue «muy grata, más que grata» y reafirmó que para él, el Sumo Pontífice es «muy importante».
El Presidente consideró «muy reconfortante» haber visto al Papa.»Verlo al Santo Padre es algo muy reconfortante para todos nosotros y para mí en particular”, declaró el Presidente.

Disputas

Fernández aseguró que con Francisco comparte «una suerte de obsesión, que es terminar con la disputa entre los argentinos», y sostuvo que los dos están de acuerdo con que «la Argentina tiene que terminar sus tiempos de disputa».

«Los argentinos tenemos que respetarnos y terminar con la locura de no hacerlo. Es un país en el que hace mucho tiempo todo es blanco o negro, y donde el de la vereda de enfrente no merece respeto, pero no hay nadie en la vereda de enfrente, sino simplemente alguien que piensa distinto», aseveró el mandatario en la rueda de prensa.

Gira

La gira europea del presidente argentino se realiza con una comitiva reducida. Está integrada por Fabiola Yáñez, el canciller Felipe Solá, la ministra de Justicia, Marcela Losardo; el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz; el secretario de Culto, Guillermo Oliveri; el jefe de Gabinete de Cancilleria, Guillermo Chávez, y el vocero presidencial Juan Pablo Biondi.

Este viernes, Fernández también tiene previsto un encuentro con el primer ministro de Italia, Giuseppe Conte. Luego se reunirá con el presidente de ese país, Sergio Mattarella. La agenda incluye un diálogo con referentes de derechos humanos en la Casa Argentina en Roma, donde se proyectará el documental Vera mai piu silenzio, un film sobre Vera Jarach, integrante de Madres de Plaza de Mayo.
El sábado, el Presidente se verá con el titular de la FAO, Qu Dongyu. Un día después la cita es en Berlín, donde el lunes tiene previsto un encuentro con una de las personalidades más poderosas de Europa, Angela Merkel. La delegación nacional evalúa este encuentro como “crucial”.

El martes 4, Alberto viajará a España, donde se reunirá con el socialista Pedro Sánchez, actual presidente. Ambos compartirán después un almuerzo junto a la comitiva. También en la misma jornada visitará al Rey Felipe VI. El miércoles Alberto concretará un almuerzo de trabajo con su par francés, Emmanuel Macron, en el Palacio del Eliseo.

Respaldo

Como lo anunciamos en el aire de Radio Gráfica, el encuentro con Francisco constituye un fuerte impulso para el gobierno nacional. De hecho, El Vaticano –en este presente internacional-, es el Estado más cercano a las posturas de la gestión que Alberto lidera junto a Cristina Fernández de Kirchner.

Ambos jefes de Estado tienen sintonía conceptual sobre temas clave: deuda externa, situación latinoamericana, crisis económica del país, enfoque económico internacional y medio ambiente. La reunión no tuvo un temario prefijado, pero el económico y la exhortación al cese de la “grieta”- resultaron centrales.

Cuando preguntamos sobre eventuales rispideces asentadas en la visión religiosa vaticana, fuentes consultadas por La Señal Medios adelantaron que “la voluntad papal de cooperar es firme y no se verá afectada por algún desacuerdo. Los dos representantes están resueltos a mostrar públicamente posiciones coincidentes”. Así se corroboró.

Objetivo

Entre otras cosas el viaje de Alberto tiene el objetivo de lograr apoyo a su negociación de la deuda externa con el Fondo Monetario Internacional (FMI): en todos los encuentros explicará que la Argentina desea evitar el default y que para eso necesita la reducción de intereses y el diferimiento de los pagos.

Los mismos sólo podrán concretarse cuando haya crecido el Producto Bruto Interno (PIB) de la Argentina. Las primeras medidas económicas, fundamenta el jefe de Estado, están dirigidas a poner de pie el mercado interno; por eso pide respaldo para que el país no sea atorado con exigencias de ajuste por parte del organismo de crédito multilateral.
(http://laseñalmedios.com.ar/2020/01/31/vaticano-la-reunion-la-gira-y-el-objetivo/ )

El pecado original: endeudarse en verdes

El primer punto que es importante destacar es que el endeudamiento en moneda extranjera es una decisión del gobierno de turno. (..) es una de las tres formas que tiene para financiar el déficit fiscal. Allí también dijimos que era la más riesgosa. ¿Y entonces por qué se utiliza? Hay varios motivos. El más "justificable" sería si las gestiones anteriores también se endeudaron en dólares, y por ende el gobierno actual tiene que conseguir esa moneda para pagar las amortizaciones.

En este caso, emitiría deuda por la cantidad a pagar (más los intereses), y de ese modo haría un "roll over" de la deuda.

Este no fue el caso de Macri. La deuda contraída superó ampliamente las necesidades en moneda extranjera que tenía que enfrentar. Como ejemplo, en 2016 vencían aproximadamente 20.000 millones de dólares (incluyendo el pago a los holdouts), mientras que las emisiones de deuda en esa moneda fueron prácticamente el doble: 39.500 millones de dólares.

¿Por qué hizo eso? La respuesta oficial (repetida por varios analistas económicos) es que "había que financiar el alto déficit fiscal heredado". Pero como vimos, la mayoría de ese déficit estaba en pesos. Otra vez: endeudarse en dólares es una decisión.

El segundo motivo, menos justificable -no por incorrecto sino porque sería ya parte de una política económica- es que eso permite el ingreso de un excedente de divisas que puede ser utilizado para otros fines. Ahí aparece la famosa fuga, cuyo nombre técnico es Formación de Activos Externos, o FAE.

¿Qué hacemos con los dólares?

Ya sabemos que la economía argentina necesita dólares para funcionar sin sobresaltos. Los principales motivos por lo que se demandan esas divisas son, básicamente, tres: para importar bienes y servicios; pagar deuda (amortización más intereses); o para atesorarlos. Acá una aclaración. El concepto de "fuga" tiene varias posibles definiciones, y eso deriva en distintas maneras de cuantificarla. Aquí utilizaremos el concepto más amplio: cualquier motivo (distinto de los anteriores) que implique retirar dólares del sistema financiero formal argentino.

Otra aclaración: cuando hablamos de retirar, significa que deben salir del mercado financiero formal. Entonces si una persona desde su homebanking cambia pesos por dólares y los mantiene en su cuenta, no hay fuga. Si los saca por ventanilla y los guarda en una caja de seguridad (o debajo del colchón, aunque espero que nadie lo haga), ahí sí los estaría removiendo del sistema. Lo mismo aplica si un inversor extranjero que tenía dólares en una cuenta bancaria local los transfiere hacia una cuenta en el exterior.

Ahora bien, esos dólares tienen que salir de algún lado, ya que ni el Banco Central ni el gobierno tienen la capacidad de crearlos. Las maneras de conseguirlos son, de nuevo, tres: por medio de la exportación de bienes y servicios locales; atrayendo capitales extranjeros que quieran venir a traer dólares para invertir (lo que se conoce como Inversión Extranjera Directa o IED); o por medio de colocaciones de deuda (que pueden ser realizadas tanto por empresas privadas como por el Sector Público).

¿Y si no alcanzan para todes?

Si la demanda de divisas es más elevada que la capacidad que tiene la economía para obtenerlos, eso lleva a una presión al alza sobre el valor del dólar. Eso puede derivar en una devaluación, salvo que el BCRA intervenga; en ese caso lo que hace es utilizar sus divisas (las reservas internacionales) para compensar el faltante, equilibrando el mercado cambiario.


Podría suceder que el BCRA no quiera utilizar sus reservas. Ya sea porque decide adoptar un esquema de "libre" flotación del dólar, como pasó en 2016, o porque directamente no tenga las divisas suficientes. En cualquier caso, hay dos opciones: conseguir los dólares de algún lado, y en este caso la única posibilidad es el endeudamiento (las exportaciones no aumentan de un día para el otro); o reducir la demanda de alguna manera. Respecto de esto último, también es una decisión del gobierno (junto con el BCRA), donde por lo general se pone foco en la demanda para atesoramiento, que es la que menos afecta la economía (las importaciones son necesarias para producir, mientras que la renegociación de la deuda es una tarea bastante compleja, como podemos ver hoy en día).

Los hombres sensibles de la deuda

Los hombres sensibles de la deuda son aquellos que sostienen que los dólares que ingresaron por las emisiones financiaron la fuga. El argumento es bastante simple: durante la gestión de Macri se observó un incremento notable del endeudamiento y, al mismo tiempo, una expansión considerable de todos los componentes asociados a la fuga; ergo, la deuda financió la fuga. Es decir, los dólares que el Gobierno obtuvo por la colocación de títulos (que deberán ser pagados en el futuro, sumado a los intereses), se fueron por la canaleta de la FAE: pequeños, medianos y, sobre todo, grandes ahorristas que compraron dólares todos los meses, sumado a inversores del extranjero que trajeron sus dólares, atraídos por la elevada rentabilidad que pagaban los activos argentinos (Lebac o Letes, por ejemplo), y una vez materializada la ganancia se fueron (con más dólares que antes). Resultado: nos quedamos con la deuda, que tiene que ser pagada de acá en adelante, pero los dólares que ingresaron por esa vía ya no están.

Los refutadores de la deuda

Del otro lado están los refutadores de la deuda, quienes apelan a una palabra mágica: la fungibilidad del dinero. Esto significa que no se puede distinguir de dónde provienen los dólares que se fugaron. Lo que hay, todo el tiempo, es una gran masa de divisas entrando y saliendo de la economía, y por lo tanto no es posible identificar cómo se financia cada componente. Podría ser, por ejemplo, que parte de los dólares que ingresaron a través de la deuda sean utilizados para el pago de importaciones.

El otro argumento, ya mencionado y analizado, es que la deuda se utilizó para financiar el déficit fiscal. Esto claramente no es así, por lo menos para el caso actual donde las colocaciones de deuda superaron ampliamente las amortizaciones que había que pagar.

Incluso teniendo superávit fiscal, si el gobierno quisiera, podría emitir deuda en moneda extranjera. No tiene ningún impedimento real ni económico (a lo sumo, podría haber alguna restricción legal establecida por el Congreso). Es decir, si bien la existencia de un déficit lleva indefectiblemente a que tenga que ser financiado de alguna manera, eso no implica que un superávit fiscal no pueda estar acompañado de emisiones de deuda.

Conclusión: miremos los datos

Es verdad que no se puede identificar a ciencia cierta cómo se financió la fuga, por la cantidad y variedad de motivos por las que ingresan dólares a la economía. Según los datos del Balance Cambiario que publica el BCRA (donde se registran todas las transacciones del mercado formal que implican cambios de moneda), durante 2019 ingresaron alrededor de 80.000 millones de dólares, de los cuales 66.000 fueron por exportaciones, 2.500 por IED (sí, leíste bien, solo representan el 3% del total), unos 6.500 de deuda pública neta y unos 5.000 por otros conceptos (repatriaciones, movimientos impositivos, entre otros).

Por el lado de las salidas, fueron alrededor de 93.000 millones de dólares, de los cuales 48.000 fueron por importaciones, 26.000 por la FAE, 12.000 de intereses de la deuda y remisión de utilidades de las empresas y 7.000 por pagos de deuda de las empresas locales.
El hecho de que las salidas hayan sido significativamente superiores es lo que se materializó en la pérdida de reservas por parte del BCRA y la devaluación del tipo de cambio.

Al analizar los datos anteriores, resulta imposible afirmar que la deuda financió la fuga, por lo menos en su totalidad, ya que esta última es mucho más alta. Pero si miramos la evolución en los últimos cuatro años, el panorama cambia bastante.

Como se puede ver en el gráfico a continuación, entre 2012 y 2015 todos los componentes presentan montos relativamente pequeños, alrededor de 1.000 millones de dólares mensuales. La FAE (neta) fue mínima, pero precisamente porque no se podían adquirir divisas para atesoramiento. Por otro lado, las exportaciones netas ( aquí consideramos el resultado global de la balanza comercial), también se mantuvieron relativamente equilibradas, aunque con una tendencia negativa desde mediados de 2014. Por último, el endeudamiento neto fue negativo entre 2012 y 2014, lo que significa que se pagó más deuda de la que se emitió, y luego pasó a terreno positivo durante 2015.

Honrar la deuda

El mix de altos vencimientos de deuda en pesos, los ruidos acerca de una poco amigable reestructuración de la deuda en dólares y una falta de incentivos a la inversión impulsan la suba del dólar en el mercado doméstico.

El Gobierno ha tomado la decisión de honrar los bonos en pesos, bajar la tasa a niveles negativos contra la inflación y usar al Banco Central como financiador del Tesoro Nacional. Las tres medidas al mismo tiempo no harán más que incrementar la cantidad de dinero en el mercado, y generar un escenario propicio para la suba de precios y consecuentemente un mayor valor para el tipo de cambio.

El Poder Ejecutivo está llevando adelante un exitoso programa de colocación de pesos, con tasas que se ubican por debajo del 40% anual, lo que implicaría que son tasas negativas contra la inflación. Esta absorción de pesos termina siendo neutra, porque se realiza para pagar deuda que está venciendo. Sin embargo, cuando el Banco Central financia al tesoro nadie retira dichos pesos del mercado.

En octubre pasado la base monetaria se ubicaba en torno de $1.400.000 millones, y al día 22 de enero subía a $1.700.000 millones. Esto implica que en la última parte de la gestión de Mauricio Macri y en el inicio del período de Alberto Fernández la emisión monetaria cumplió un rol central para financiar gastos del Estado.

Esta mayor cantidad de dinero en el mercado, sin la atracción de una tasa positiva contra la inflación, invita los inversores a comprar dólares, ya sea en el mercado formal o informal.
La tasa Baldar para plazo fijo por más de $1.000.000 se ubica en el 33% anual. Esta tasa es despreciada por los inversores, porque no alcanza a la inflación esperada por la media de los analistas de mercado para el año 2020, que se ubica en torno del 40% de piso y 45% de techo.

A partir de febrero los plazos fijos que se ajustan por UVA se seguirán realizando a plazos de 90 o más días, pero podrán ser precancelables a 30 días. Esto implica que habría una posibilidad de que haya una migración de los plazos fijos a tasa nominal hacia los que pagan una tasa ajustada por inflación. Si ello sucede, pasaríamos a un sistema financiero con depósitos ajustado por inflación, y seguramente crecerían los créditos bajo esta misma modalidad.

Tendríamos un sistema financiero indexado y una economía desindexándose, lo que traería aparejado menos consumo, ya que pocos tomarían un crédito ajustado por inflación, cuando en el mercado no se convalida dicha inflación futura en los precios de los productos, honorarios, salarios o pago de jubilaciones.

Un tema fundamental que pasa por los bancos es la morosidad y los casos emblemáticos de empresas con montaña de deuda impagas crecen a pasos agigantados, lo que terminara impactando sobre la capacidad prestable de las entidades financieras. El caso de Garbarino y Molinos Cañuelas, en donde el comité de bancos terminó quedándose con acciones de las empresas, pueden ser casos testigos que se repitan en los próximos meses. Esto afectaría notablemente la capacidad crediticia del mercado, demoraría la llegada del crédito a tasas más bajas y consecuentemente alargaría la caída de actividad económica.

Si a este escenario le sumamos que el Gobierno estaría negociando con los bonistas una reestructuración de deuda poco amigable, se produce un efecto tijera, no llegaría en los próximos años del exterior inversión suficiente para sacar a la argentina de la estanflación que sufre desde el 2011 a la fecha, y el stock de ahorro interno en moneda doméstica no permite tampoco revertir este escenario.

El stock de préstamos al sector privado de los bancos suma u$s40.846 millones, y el PBI se ubica en u$s340.000 millones, lo que implica el 12% del PBI. Este stock de financiamiento no mueve el amperímetro de la actividad económica.
Los negocios vuelven a financiarse exclusivamente con capital propio, sin que el apalancamiento pueda llegar a potenciar al mercado. Hoy tener un crédito no es una bendición, es casi una piedra en el cuello de la pyme que lo utiliza.

El mejor año de Macri fue el 2017. En 2018 y 2019 hemos visto una destrucción en el valor de los activos y los bancos se quedaron con garantías muy bajas frente a financiamiento muy elevados para proyectos, que no tuvieron la posibilidad de ser exitosos en el marco de negocios que le brindó el país.
Al decir de muchos empresarios: “Si Macri se puso al país de sombrero, cómo las empresas que cotidianamente interactúan con el mercado no van a estar en severos problemas”.
Solo las empresas exportadoras, y en contadas excepciones se vieron favorecidas, pero las exportaciones tampoco son relevantes apenas representa el 19% del PBI.

¿Qué pasa en la economía argentina hoy?

  • El precio de los bonos en pesos se ha visto favorecido por la voluntad del Estado nacional y el Banco Central de honrar los mismos en la medida que operen los vencimientos.
  • El precio de los bonos en dólares está afectado por una reestructuración de deuda que podría ser poco amigable.
  • Las acciones no repuntan en este escenario, el índice S&P Merval está muy influenciado por acciones bancarias y petroleras. Los bancos no van a lograr grandes utilidades con la cantidad de previsiones que tendrán que realizar por créditos otorgados en el paso prospero, y con un presente adverso. En el caso de las petroleras, Vaca Muerta sigue de velorio, la mágica ley que atraería inversiones no aparece, y las empresas han dejado de invertir en el sector al ritmo de años atrás.
  • Habrá una migración de plazos fijos a tasas nominales hacia plazos fijos ajustados por UVA, esto podría cambiar la dinámica de todo el mercado financiero.
  • Una economía que busca desindexarse, con un sistema financiero que va a la indexación no habilita a corto plazo una inyección de dinero que posibilite una pronta recuperación económica.
  • En febrero lejos de sacarse dinero de mercado, el Banco Central podría estar inyectando más pesos, el mercado hace sonar la alarma y el dólar bolsa cerró en $82,71 con una diferencia del 38% versus el dólar mayorista. A este ritmo una brecha del 50% para fines de febrero no sería insólita.
  • A mediano plazo, la soja a un precio de u$s233 a cosecha mayo de 2019 no luce atractivo, si a esto le sumamos el efecto pobreza que han generado los últimos eventos de impago a productores, la suba de retenciones y la falta de financiamiento, el humor del campo tampoco suma para una reactivación futura.
Para culminar, el mundo no te ayuda con nada: las perspectivas de crecimiento mundial son pobres, Brasil en el mejor escenario crecería el 2% en el año 2020 y el coronavirus es el infaltable cisne negro que todos los años aparece para aguarte las expectativas futuras.
En resumen, a vivir con lo nuestro, hay poco margen para endeudarse con las tasas actuales, el escenario de estancamiento con inflación sigue vigente, el resguardo de valor pasa por el dólar o propiedades, y la esperanza es que aparezca el plan económico mágico que pueda atraer inversiones. Ojalá que la galera de Martin Guzmán traiga alguna sorpresa.

Se sabe que el desafío del gobierno para rescatar al país del desastre económico en el que lo sumergió el macrismo es tremendo. Se sabe, también, de los fuertes condicionantes que existen para encarar una tarea de reconstrucción, por ejemplo los compromisos imposibles de cumplir que asumió la anterior gestión en materia de deuda externa. 

 

Lo que en cambio recién se va conociendo, y de a poco, es el inconmensurable estado de deterioro y desmembramiento en el que fue dejada la estructura del Estado por parte de la gestión de Cambiemos. Abandono, desidia, falta de apego a la función pública, ausencia de vocación o una combinación de estos y otros factores, dieron como resultado que el Estado no sólo abandonara sus funciones básicas sino que además quedara desmembrado para retomar esas tareas de inmediato. La tarea "reparadora" que debieron asumir en estas primeras semanas funcionarios que tomaron a su cargo diferentes áreas, particularmente en las vinculadas a la política económica, les está exigiendo un esfuerzo de gestión quizás superior al previsto.

El diagnóstico es compartido por funcionarios de diversas áreas económicas. Industria, comercio, agricultura, banca pública, administración de recursos tributarios y previsionales, entre otras, comparten la preocupación por haberse encontrado con estructuras administrativas desmanteladas y fuerte descoordinación entre áreas internas que, naturalmente, deberían estar conectadas.

No es una novedad que el neoliberalismo de Cambiemos despreciaba la cosa pública. En cambio, lo que empieza a ser evidente ahora es que esa desidia y abandono de políticas y funciones terminaron aislando sectores o destruyendo herramientas y estructuras de regulación.

El fracaso del gobierno de Mauricio Macri y sus consecuencias, pusieron en evidencia la necesidad de una activa intervención reparadora del Estado. Sin embargo, al mismo tiempo salía a la luz que mientras faltaban vacunas en el país para cumplir con los planes obligatorios de prevención, había partidas demoradas de vacunas en Aduana durante varios meses durante el gobierno anterior. 
Un caso emblemático de esta ausencia de voluntad política para perseguir objetivos públicos estuvo dado en el Banco Nación. La principal entidad financiera del país fue abandonando las políticas crediticias de respaldo a la producción de pequeñas y medianas empresas, tanto del campo como de la industria. Pero en las últimas dos semanas tomó estado público que había concentrado el 20 por ciento de su patrimonio computable en créditos a una sola empresa, exportadora de granos y elaboración de derivados, que incumplió con la devolución de los préstamos y finalmente se declaró en default cuando cambió el gobierno (diciembre de 2019). Se trata de la firma Vicentin, sobre la que no se tomó ninguna medida de parte de las autoridades del Banco Nación ni siquiera cuando el Banco Central llamó la atención sobre su irregular situación.

El Nación, a su vez, es la entidad que más comprometida quedó con los créditos hipotecarios UVA, una línea que más que fomentar el acceso a la vivienda se convirtió, previsiblemente, en una deuda insostenible para los deudores, que ahora esperan el salvataje oficial. El Banco Nación otorgó aproximadamente el 40 por ciento del total de préstamos otorgados por esta vía.

No fueron circunstancias ajenas a la acción de sus autoridades lo que llevó a los malos resultados de la gestión. El único interrogante a responder es si sólo se trató de impericia o si hubo, en cambio, una decisión de liberada de abandonar determinados segmentos del negocio bancario para dejarle el terreno al sector privado. Banqueros en puestos públicos que en vez de arbitrar utilizaron su puesto para beneficiar la especulación financiera y la fuga de divisas. Anularon medidas de regulación que protegían a deudores de las prácticas usurarias y modificaron el régimen de incentivo a la construcción de la primera vivienda, por un sistema de préstamos con cuotas indexadas que, en una economía inflacionaria como la argentina de 2016 a 2019, era un sendero derecho al precipicio.

Otro ejemplo de esta descoordinación entre brazos de un mismo cuerpo se daba en la AFIP, en la que las áreas de Aduana, DGI y Seguridad Social funcionaban como compartimentos estancos, en los que cada uno se ocupaba de recaudar sin establecerse estrategias de fiscalización cruzada o compartida entre las partes.

Pensar una estructura del Estado más dinámica, con mecanismos de regulación y control inteligentes, en función de objetivos políticos, sociales y económicos definidos, parecería una tarea de mediano plazo. Sin embargo, es la herramienta que el gobierno necesita para resolver los problemas más urgentes.


El neoliberalismo en Argentina buscó deliberadamente debilitar el Estado, ponerlo en el lugar de "enemigo" de la población acusándolo de practicar controles "asfixiantes" o de "meterle la pata en el pecho" al que produce. Fue el argumento de los sectores más enriquecidos de la sociedad, los más favorecidos por las políticas de concentración y de distribución regresiva de impuestos. Pero le hicieron creer a una franja importante de la población que ese era el problema de todos, el de un Estado gigante y fofo que la hacía caer el peso de su infeiciencia sobre los bolsilllos de castigados contribuyentes.

En buena medida, les funcionó. Hoy a un nuevo gobierno de signo muy distinto al neoliberalismo, le toca remontar la situación económica con la debilidad de un Estado destruido. Algunos le aconsejan a los dirigentes gobernantes no hablar de la "herencia recibida", para no confundir su relato con el que utilizó hasta el cansancio el gobierno de Macri (sólo lo cambió cuando ya vio venir su derrota, para pasar a culpar al gobierno por venir, dados los supuestos "temores" que causaba su llegada). 
No se trata, sin embargo, de recurrir a fórmulas facilistas y falsas en su contenido, como ocurrió desde 2016 en adelante. Si no de poner en discusión temas cruciales para una nueva construcción social, para pelear por la recuperación de un Estado que atienda la cosa pública en vez de defender y ser funcional al interés privado. Se trata de volver a tener un Estdo en función del interés nacional. Se trata de renacionalizar el Estado.

La realidad que se ofrece al análisis desde una mirada que se pretende nacional, popular, democrática, que se sostenga en los pilares de la justicia social, la soberanía territorial y política y la independencia económica, ofrece tanta tensión y variables como el hecho de que el 40% del electorado nacional voto al candidato responsable del mayor peso de los problemas actuales, por lo tanto hay allí cuestiones que en lo inmediato y en lo mediato son necesarios revisar. Las urgencias no deben negar el debate respecto al modelo de país que deseamos como sociedad y que al parecer produce posiciones antagónicas casi insalvables a pesar de las arengas al diálogo y la unidad de todos los Argentinos, toda vez que precisamente lo que se debate esta alrededor del rol del Estado y las instituciones democráticas … De allí la necesidad de un nuevo contrato social que nos incluya a todos.

Tamaña tarea corresponde a todo ciudadano comprometido con su propio bienestar y el del país como tal. Es imprescindible ordenar lo urgente donde obviamente la deuda externa emerge como la primera y crucial situación a solucionar, También el hambre y el peso del costo del pago de esa deuda en el mismo sentido en el que se irá definiendo no solo un modelo de gobierno sino el perfil de un país posible y deseable … A pesar de los pesares andamos los caminos correctos.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack


Comentarios

Entradas populares de este blog