Sábado 1 de Febrero de 2020
El
papa
Francisco y el presidente Alberto Fernández
se reunieron durante 44 minutos en la Biblioteca
del Palacio Apostólico del Vaticano,
hasta donde el jefe del Estado argentino llegó acompañado por la
primera dama,
Fabiola Yáñez y
el canciller
Felipe Solá.
El
mandatario argentino narró que en su encuentro a solas con Jorge
Bergoglio, le pidió «ayuda en el tema de la deuda», y sostuvo que
el Sumo Pontífice le dijo que siempre lo «ayuda» y que «siempre
lo va a ayudar».
Más adelante, en esta nota,
informamos brevemente sobre la intención vaticana y el objetivo
argentino.
Calidez
«Santo Padre, qué gusto verlo»,
dijo Alberto al saludar al titular del Estado Vaticano, a quien vio
por primera vez desde que fue electo Presidente.»Bienvenido»,
respondió el Pontífice. Ambos incluyeron sonrisas en sus saludos.
Esas sonrisas y la duración de la entrevista, marcaron fuerte
diferencia con las reuniones realizadas con el anterior presidente,
Mauricio Macri.
En una instancia previa al
encuentro, Fernández participó de una misa «por la reconciliación»
en la Basílica de San Pedro junto a su pareja frente a la tumba del
santo, en las catacumbas de la Basílica vaticana, misa que fue
celebrada por el obispo argentino Marcelo Sánchez Sorondo.
Antes de la reunión, Alberto
afirmó que el Papa significa «mucho» para él, porque «es un
líder moral». «También significa para mí un reencuentro con la
Iglesia, a la cual pertenezco, se lo he dicho muchas veces», planteó
al llegar a la residencia de la embajada ante la Santa Sede, donde se
hospedará hasta el domingo.
Deuda
Tras el encuentro, el presidente
argentino dialogó con los medios e indicó que pidió a Francisco
«ayuda en el tema de la deuda», y sostuvo que el Sumo Pontífice le
dijo que siempre lo «ayuda» y que «siempre lo va a ayudar».
«Le pedí que todo lo que pueda
hacer para ayudarnos lo haga y lo va a hacer», consignó el
mandatario en la conferencia de prensa que ofreció en el mediodía
romano, en la residencia de la embajada argentina ante la Santa Sede.
Fernández aseguró que la
reunión fue «muy grata, más que grata» y reafirmó que para él,
el Sumo Pontífice es «muy importante».
El Presidente consideró «muy
reconfortante» haber visto al Papa.»Verlo al Santo Padre es algo
muy reconfortante para todos nosotros y para mí en particular”,
declaró el Presidente.
Disputas
Fernández aseguró que con
Francisco comparte «una suerte de obsesión, que es terminar con la
disputa entre los argentinos», y sostuvo que los dos están de
acuerdo con que «la Argentina tiene que terminar sus tiempos de
disputa».
«Los argentinos tenemos que
respetarnos y terminar con la locura de no hacerlo. Es un país en el
que hace mucho tiempo todo es blanco o negro, y donde el de la vereda
de enfrente no merece respeto, pero no hay nadie en la vereda de
enfrente, sino simplemente alguien que piensa distinto», aseveró el
mandatario en la rueda de prensa.
Gira
La
gira europea del presidente argentino se realiza con una comitiva
reducida. Está integrada por Fabiola Yáñez, el canciller Felipe
Solá, la ministra de Justicia,
Marcela Losardo;
el secretario de Asuntos Estratégicos,
Gustavo Béliz;
el secretario de Culto, Guillermo
Oliveri;
el jefe de Gabinete de Cancilleria, Guillermo
Chávez,
y el vocero presidencial
Juan Pablo Biondi.
Este
viernes, Fernández también tiene previsto un encuentro con el
primer ministro de Italia, Giuseppe
Conte.
Luego se reunirá con el presidente de ese país, Sergio
Mattarella.
La agenda incluye un diálogo con referentes de derechos humanos en
la Casa Argentina en Roma, donde se proyectará el documental Vera
mai piu silenzio,
un film sobre
Vera Jarach,
integrante de Madres
de Plaza de Mayo.
El
sábado, el Presidente se verá con el titular de la FAO, Qu
Dongyu.
Un día después la cita es en Berlín, donde el lunes tiene previsto
un encuentro con una de las personalidades más poderosas de Europa,
Angela Merkel. La delegación nacional evalúa este encuentro como
“crucial”.
El
martes 4, Alberto viajará a España, donde se reunirá con el
socialista Pedro
Sánchez,
actual presidente. Ambos compartirán después un almuerzo junto a la
comitiva. También en la misma jornada visitará al
Rey Felipe VI.
El miércoles Alberto concretará un almuerzo de trabajo con su par
francés,
Emmanuel Macron,
en el Palacio del Eliseo.
Respaldo
Como
lo anunciamos en el aire de Radio
Gráfica,
el encuentro con Francisco constituye un fuerte impulso para el
gobierno nacional. De hecho, El Vaticano –en este presente
internacional-, es el Estado más cercano a las posturas de la
gestión que Alberto lidera junto a Cristina Fernández de Kirchner.
Ambos jefes de Estado tienen
sintonía conceptual sobre temas clave: deuda externa, situación
latinoamericana, crisis económica del país, enfoque económico
internacional y medio ambiente. La reunión no tuvo un temario
prefijado, pero el económico y la exhortación al cese de la
“grieta”- resultaron centrales.
Cuando
preguntamos sobre eventuales rispideces asentadas en la visión
religiosa vaticana, fuentes consultadas por La
Señal Medios
adelantaron que “la voluntad papal de cooperar es firme y no se
verá afectada por algún desacuerdo. Los dos representantes están
resueltos a mostrar públicamente posiciones coincidentes”. Así se
corroboró.
Objetivo
Entre otras cosas el viaje de
Alberto tiene el objetivo de lograr apoyo a su negociación de la
deuda externa con el Fondo Monetario Internacional (FMI): en todos
los encuentros explicará que la Argentina desea evitar el default y
que para eso necesita la reducción de intereses y el diferimiento de
los pagos.
Los mismos sólo podrán
concretarse cuando haya crecido el Producto Bruto Interno (PIB) de la
Argentina. Las primeras medidas económicas, fundamenta el jefe de
Estado, están dirigidas a poner de pie el mercado interno; por eso
pide respaldo para que el país no sea atorado con exigencias de
ajuste por parte del organismo de crédito multilateral.
(http://laseñalmedios.com.ar/2020/01/31/vaticano-la-reunion-la-gira-y-el-objetivo/
)
El pecado original:
endeudarse en verdes
El
primer punto que es importante destacar es que el endeudamiento en
moneda extranjera es una decisión del gobierno de turno. (..)
es
una de las tres formas que tiene para financiar el déficit fiscal.
Allí también dijimos que era la más riesgosa. ¿Y entonces por qué
se utiliza? Hay varios motivos. El más "justificable"
sería si las gestiones anteriores también se endeudaron en dólares,
y por ende el gobierno actual tiene que conseguir esa moneda para
pagar las amortizaciones.
En
este caso, emitiría deuda por la cantidad a pagar (más los
intereses), y de ese modo haría un "roll over" de la
deuda.
Este no fue el caso de Macri. La
deuda contraída superó ampliamente las necesidades en moneda
extranjera que tenía que enfrentar. Como ejemplo, en 2016 vencían
aproximadamente 20.000 millones de dólares (incluyendo el pago a los
holdouts), mientras que las emisiones de deuda en esa moneda fueron
prácticamente el doble: 39.500 millones de dólares.
¿Por qué hizo eso? La respuesta
oficial (repetida por varios analistas económicos) es que "había
que financiar el alto déficit fiscal heredado". Pero como
vimos, la mayoría de ese déficit estaba en pesos. Otra vez:
endeudarse en dólares es una decisión.
El segundo motivo, menos
justificable -no por incorrecto sino porque sería ya parte de una
política económica- es que eso permite el ingreso de un excedente
de divisas que puede ser utilizado para otros fines. Ahí aparece la
famosa fuga, cuyo nombre técnico es Formación de Activos Externos,
o FAE.
¿Qué hacemos con los
dólares?
Ya sabemos que la economía
argentina necesita dólares para funcionar sin sobresaltos. Los
principales motivos por lo que se demandan esas divisas son,
básicamente, tres: para importar bienes y servicios; pagar deuda
(amortización más intereses); o para atesorarlos. Acá una
aclaración. El concepto de "fuga" tiene varias posibles
definiciones, y eso deriva en distintas maneras de cuantificarla.
Aquí utilizaremos el concepto más amplio: cualquier motivo
(distinto de los anteriores) que implique retirar dólares del
sistema financiero formal argentino.
Otra aclaración: cuando hablamos
de retirar, significa que deben salir del mercado financiero formal.
Entonces si una persona desde su homebanking cambia pesos por dólares
y los mantiene en su cuenta, no hay fuga. Si los saca por ventanilla
y los guarda en una caja de seguridad (o debajo del colchón, aunque
espero que nadie lo haga), ahí sí los estaría removiendo del
sistema. Lo mismo aplica si un inversor extranjero que tenía dólares
en una cuenta bancaria local los transfiere hacia una cuenta en el
exterior.
Ahora bien, esos dólares tienen
que salir de algún lado, ya que ni el Banco Central ni el gobierno
tienen la capacidad de crearlos. Las maneras de conseguirlos son, de
nuevo, tres: por medio de la exportación de bienes y servicios
locales; atrayendo capitales extranjeros que quieran venir a traer
dólares para invertir (lo que se conoce como Inversión Extranjera
Directa o IED); o por medio de colocaciones de deuda (que pueden ser
realizadas tanto por empresas privadas como por el Sector Público).
¿Y si no alcanzan para
todes?
Si la demanda de divisas es más
elevada que la capacidad que tiene la economía para obtenerlos, eso
lleva a una presión al alza sobre el valor del dólar. Eso puede
derivar en una devaluación, salvo que el BCRA intervenga; en ese
caso lo que hace es utilizar sus divisas (las reservas
internacionales) para compensar el faltante, equilibrando el mercado
cambiario.
Podría suceder que el BCRA no
quiera utilizar sus reservas. Ya sea porque decide adoptar un esquema
de "libre" flotación del dólar, como pasó en 2016, o
porque directamente no tenga las divisas suficientes. En cualquier
caso, hay dos opciones: conseguir los dólares de algún lado, y en
este caso la única posibilidad es el endeudamiento (las
exportaciones no aumentan de un día para el otro); o reducir la
demanda de alguna manera. Respecto de esto último, también es una
decisión del gobierno (junto con el BCRA), donde por lo general se
pone foco en la demanda para atesoramiento, que es la que menos
afecta la economía (las importaciones son necesarias para producir,
mientras que la renegociación de la deuda es una tarea bastante
compleja, como podemos ver hoy en día).
Los hombres sensibles de la
deuda
Los hombres sensibles de la deuda
son aquellos que sostienen que los dólares que ingresaron por las
emisiones financiaron la fuga. El argumento es bastante simple:
durante la gestión de Macri se observó un incremento notable del
endeudamiento y, al mismo tiempo, una expansión considerable de
todos los componentes asociados a la fuga; ergo, la deuda financió
la fuga. Es decir, los dólares que el Gobierno obtuvo por la
colocación de títulos (que deberán ser pagados en el futuro,
sumado a los intereses), se fueron por la canaleta de la FAE:
pequeños, medianos y, sobre todo, grandes ahorristas que compraron
dólares todos los meses, sumado a inversores del extranjero que
trajeron sus dólares, atraídos por la elevada rentabilidad que
pagaban los activos argentinos (Lebac o Letes, por ejemplo), y una
vez materializada la ganancia se fueron (con más dólares que
antes). Resultado: nos quedamos con la deuda, que tiene que ser
pagada de acá en adelante, pero los dólares que ingresaron por esa
vía ya no están.
Los refutadores de la deuda
Del otro lado están los
refutadores de la deuda, quienes apelan a una palabra mágica: la
fungibilidad del dinero. Esto significa que no se puede distinguir de
dónde provienen los dólares que se fugaron. Lo que hay, todo el
tiempo, es una gran masa de divisas entrando y saliendo de la
economía, y por lo tanto no es posible identificar cómo se financia
cada componente. Podría ser, por ejemplo, que parte de los dólares
que ingresaron a través de la deuda sean utilizados para el pago de
importaciones.
El otro argumento, ya mencionado
y analizado, es que la deuda se utilizó para financiar el déficit
fiscal. Esto claramente no es así, por lo menos para el caso actual
donde las colocaciones de deuda superaron ampliamente las
amortizaciones que había que pagar.
Incluso teniendo superávit
fiscal, si el gobierno quisiera, podría emitir deuda en moneda
extranjera. No tiene ningún impedimento real ni económico (a lo
sumo, podría haber alguna restricción legal establecida por el
Congreso). Es decir, si bien la existencia de un déficit lleva
indefectiblemente a que tenga que ser financiado de alguna manera,
eso no implica que un superávit fiscal no pueda estar acompañado de
emisiones de deuda.
Conclusión: miremos los
datos
Es verdad que no se puede
identificar a ciencia cierta cómo se financió la fuga, por la
cantidad y variedad de motivos por las que ingresan dólares a la
economía. Según los datos del Balance Cambiario que publica el BCRA
(donde se registran todas las transacciones del mercado formal que
implican cambios de moneda), durante 2019 ingresaron alrededor de
80.000 millones de dólares, de los cuales 66.000 fueron por
exportaciones, 2.500 por IED (sí, leíste bien, solo representan el
3% del total), unos 6.500 de deuda pública neta y unos 5.000 por
otros conceptos (repatriaciones, movimientos impositivos, entre
otros).
Por el lado de las salidas,
fueron alrededor de 93.000 millones de dólares, de los cuales 48.000
fueron por importaciones, 26.000 por la FAE, 12.000 de intereses de
la deuda y remisión de utilidades de las empresas y 7.000 por pagos
de deuda de las empresas locales.
El hecho de que las salidas hayan
sido significativamente superiores es lo que se materializó en la
pérdida de reservas por parte del BCRA y la devaluación del tipo de
cambio.
Al analizar los datos anteriores,
resulta imposible afirmar que la deuda financió la fuga, por lo
menos en su totalidad, ya que esta última es mucho más alta. Pero
si miramos la evolución en los últimos cuatro años, el panorama
cambia bastante.
Como se puede ver en el gráfico
a continuación, entre 2012 y 2015 todos los componentes presentan
montos relativamente pequeños, alrededor de 1.000 millones de
dólares mensuales. La FAE (neta) fue mínima, pero precisamente
porque no se podían adquirir divisas para atesoramiento. Por otro
lado, las exportaciones netas ( aquí consideramos el resultado
global de la balanza comercial), también se mantuvieron
relativamente equilibradas, aunque con una tendencia negativa desde
mediados de 2014. Por último, el endeudamiento neto fue negativo
entre 2012 y 2014, lo que significa que se pagó más deuda de la que
se emitió, y luego pasó a terreno positivo durante 2015.
Honrar la deuda
El mix de altos vencimientos de
deuda en pesos, los ruidos acerca de una poco amigable
reestructuración de la deuda en dólares y una falta de incentivos a
la inversión impulsan la suba del dólar en el mercado doméstico.
El
Gobierno ha tomado la decisión de honrar los bonos en pesos, bajar
la tasa a niveles negativos contra la inflación y usar al Banco
Central como financiador del Tesoro Nacional. Las
tres medidas al mismo tiempo no harán más que incrementar la
cantidad de dinero en el mercado, y generar un escenario propicio
para la suba de precios y consecuentemente un mayor valor para el
tipo de cambio.
El Poder Ejecutivo está llevando
adelante un exitoso programa de colocación de pesos, con tasas que
se ubican por debajo del 40% anual, lo que implicaría que son tasas
negativas contra la inflación. Esta absorción de pesos termina
siendo neutra, porque se realiza para pagar deuda que está
venciendo. Sin embargo, cuando el Banco Central financia al tesoro
nadie retira dichos pesos del mercado.
En
octubre pasado la base monetaria se ubicaba en torno de $1.400.000
millones,
y al día 22 de enero subía a $1.700.000
millones.
Esto implica que en la última parte de la gestión de
Mauricio Macri
y en el inicio del período de Alberto
Fernández
la emisión monetaria cumplió un rol central para financiar gastos
del Estado.
Esta mayor cantidad de dinero en
el mercado, sin la atracción de una tasa positiva contra la
inflación, invita los inversores a comprar dólares, ya sea en el
mercado formal o informal.
La
tasa Baldar para plazo fijo por más de $1.000.000
se ubica en el 33% anual. Esta
tasa es despreciada por los inversores, porque no alcanza a la
inflación esperada por la media de los analistas de mercado para el
año 2020, que se ubica en torno del 40% de piso y 45% de techo.
A
partir de febrero los plazos fijos que se ajustan por UVA se seguirán
realizando a plazos de 90 o más días, pero podrán ser
precancelables a 30 días. Esto implica que habría una posibilidad
de que haya una migración de los plazos fijos a tasa nominal hacia
los que pagan una tasa ajustada por inflación. Si ello sucede,
pasaríamos a un sistema financiero con depósitos ajustado por
inflación, y seguramente crecerían los créditos bajo esta misma
modalidad.
Tendríamos
un sistema financiero indexado y una economía desindexándose, lo
que traería aparejado menos consumo, ya
que pocos tomarían un crédito ajustado por inflación,
cuando en el mercado no se convalida dicha inflación futura en los
precios de los productos, honorarios, salarios o pago de
jubilaciones.
Un tema fundamental que pasa por
los bancos es la morosidad y los casos emblemáticos de empresas con
montaña de deuda impagas crecen a pasos agigantados, lo que
terminara impactando sobre la capacidad prestable de las entidades
financieras. El caso de Garbarino y Molinos Cañuelas, en donde el
comité de bancos terminó quedándose con acciones de las empresas,
pueden ser casos testigos que se repitan en los próximos meses. Esto
afectaría notablemente la capacidad crediticia del mercado,
demoraría la llegada del crédito a tasas más bajas y
consecuentemente alargaría la caída de actividad económica.
Si a este escenario le sumamos
que el Gobierno estaría negociando con los bonistas una
reestructuración de deuda poco amigable, se produce un efecto
tijera, no llegaría en los próximos años del exterior inversión
suficiente para sacar a la argentina de la estanflación que sufre
desde el 2011 a la fecha, y el stock de ahorro interno en moneda
doméstica no permite tampoco revertir este escenario.
El
stock de préstamos al sector privado de los bancos suma u$s40.846
millones,
y el PBI se ubica en u$s340.000
millones,
lo que implica el 12% del PBI. Este stock de financiamiento no mueve
el amperímetro de la actividad económica.
Los negocios vuelven a
financiarse exclusivamente con capital propio, sin que el
apalancamiento pueda llegar a potenciar al mercado. Hoy tener un
crédito no es una bendición, es casi una piedra en el cuello de la
pyme que lo utiliza.
El
mejor año de Macri fue el 2017. En
2018 y 2019 hemos visto una destrucción en el valor de los activos y
los bancos se quedaron con garantías muy bajas frente a
financiamiento muy elevados para proyectos,
que no tuvieron la posibilidad de ser exitosos en el marco de
negocios que le brindó el país.
Al
decir de muchos empresarios: “Si
Macri se puso al país de sombrero, cómo las empresas que
cotidianamente interactúan con el mercado no van a estar en severos
problemas”.
Solo las empresas exportadoras, y
en contadas excepciones se vieron favorecidas, pero las exportaciones
tampoco son relevantes apenas representa el 19% del PBI.
¿Qué
pasa en la economía argentina hoy?
- El precio de los bonos en pesos se ha visto favorecido por la voluntad del Estado nacional y el Banco Central de honrar los mismos en la medida que operen los vencimientos.
- El precio de los bonos en dólares está afectado por una reestructuración de deuda que podría ser poco amigable.
- Las acciones no repuntan en este escenario, el índice S&P Merval está muy influenciado por acciones bancarias y petroleras. Los bancos no van a lograr grandes utilidades con la cantidad de previsiones que tendrán que realizar por créditos otorgados en el paso prospero, y con un presente adverso. En el caso de las petroleras, Vaca Muerta sigue de velorio, la mágica ley que atraería inversiones no aparece, y las empresas han dejado de invertir en el sector al ritmo de años atrás.
- Habrá una migración de plazos fijos a tasas nominales hacia plazos fijos ajustados por UVA, esto podría cambiar la dinámica de todo el mercado financiero.
- Una economía que busca desindexarse, con un sistema financiero que va a la indexación no habilita a corto plazo una inyección de dinero que posibilite una pronta recuperación económica.
- En febrero lejos de sacarse dinero de mercado, el Banco Central podría estar inyectando más pesos, el mercado hace sonar la alarma y el dólar bolsa cerró en $82,71 con una diferencia del 38% versus el dólar mayorista. A este ritmo una brecha del 50% para fines de febrero no sería insólita.
- A mediano plazo, la soja a un precio de u$s233 a cosecha mayo de 2019 no luce atractivo, si a esto le sumamos el efecto pobreza que han generado los últimos eventos de impago a productores, la suba de retenciones y la falta de financiamiento, el humor del campo tampoco suma para una reactivación futura.
Para culminar, el mundo no te
ayuda con nada: las perspectivas de crecimiento mundial son pobres,
Brasil en el mejor escenario crecería el 2% en el año 2020 y el
coronavirus es el infaltable cisne negro que todos los años aparece
para aguarte las expectativas futuras.
En
resumen, a
vivir con lo nuestro,
hay poco margen para endeudarse con las tasas actuales, el escenario
de estancamiento con inflación sigue vigente, el resguardo de valor
pasa por el dólar o propiedades, y la esperanza es que aparezca el
plan económico mágico que pueda atraer inversiones. Ojalá
que la galera de Martin Guzmán traiga alguna sorpresa.
Se sabe que el desafío del
gobierno para rescatar al país del desastre económico en el que lo
sumergió el macrismo es tremendo. Se sabe, también, de los fuertes
condicionantes que existen para encarar una tarea de reconstrucción,
por ejemplo los compromisos imposibles de cumplir que asumió la
anterior gestión en materia de deuda externa.
Lo que en cambio recién se va
conociendo, y de a poco, es el inconmensurable estado de deterioro y
desmembramiento en el que fue dejada la estructura del Estado por
parte de la gestión de Cambiemos. Abandono, desidia, falta de apego
a la función pública, ausencia de vocación o una combinación de
estos y otros factores, dieron como resultado que el Estado no sólo
abandonara sus funciones básicas sino que además quedara
desmembrado para retomar esas tareas de inmediato. La tarea
"reparadora" que debieron asumir en estas primeras semanas
funcionarios que tomaron a su cargo diferentes áreas,
particularmente en las vinculadas a la política económica, les está
exigiendo un esfuerzo de gestión quizás superior al previsto.
El diagnóstico es compartido por
funcionarios de diversas áreas económicas. Industria, comercio,
agricultura, banca pública, administración de recursos tributarios
y previsionales, entre otras, comparten la preocupación por haberse
encontrado con estructuras administrativas desmanteladas y fuerte
descoordinación entre áreas internas que, naturalmente, deberían
estar conectadas.
No es una novedad que el
neoliberalismo de Cambiemos despreciaba la cosa pública. En cambio,
lo que empieza a ser evidente ahora es que esa desidia y abandono de
políticas y funciones terminaron aislando sectores o destruyendo
herramientas y estructuras de regulación.
El fracaso del gobierno de
Mauricio Macri y sus consecuencias, pusieron en evidencia la
necesidad de una activa intervención reparadora del Estado. Sin
embargo, al mismo tiempo salía a la luz que mientras faltaban
vacunas en el país para cumplir con los planes obligatorios de
prevención, había partidas demoradas de vacunas en Aduana durante
varios meses durante el gobierno anterior.
Un caso emblemático de esta
ausencia de voluntad política para perseguir objetivos públicos
estuvo dado en el Banco Nación. La principal entidad financiera del
país fue abandonando las políticas crediticias de respaldo a la
producción de pequeñas y medianas empresas, tanto del campo como de
la industria. Pero en las últimas dos semanas tomó estado público
que había concentrado el 20 por ciento de su patrimonio computable
en créditos a una sola empresa, exportadora de granos y elaboración
de derivados, que incumplió con la devolución de los préstamos y
finalmente se declaró en default cuando cambió el gobierno
(diciembre de 2019). Se trata de la firma Vicentin, sobre la que no
se tomó ninguna medida de parte de las autoridades del Banco Nación
ni siquiera cuando el Banco Central llamó la atención sobre su
irregular situación.
El Nación, a su vez, es la
entidad que más comprometida quedó con los créditos hipotecarios
UVA, una línea que más que fomentar el acceso a la vivienda se
convirtió, previsiblemente, en una deuda insostenible para los
deudores, que ahora esperan el salvataje oficial. El Banco Nación
otorgó aproximadamente el 40 por ciento del total de préstamos
otorgados por esta vía.
No fueron circunstancias ajenas a
la acción de sus autoridades lo que llevó a los malos resultados de
la gestión. El único interrogante a responder es si sólo se trató
de impericia o si hubo, en cambio, una decisión de liberada de
abandonar determinados segmentos del negocio bancario para dejarle el
terreno al sector privado. Banqueros en puestos públicos que en vez
de arbitrar utilizaron su puesto para beneficiar la especulación
financiera y la fuga de divisas. Anularon medidas de regulación que
protegían a deudores de las prácticas usurarias y modificaron el
régimen de incentivo a la construcción de la primera vivienda, por
un sistema de préstamos con cuotas indexadas que, en una economía
inflacionaria como la argentina de 2016 a 2019, era un sendero
derecho al precipicio.
Otro ejemplo de esta
descoordinación entre brazos de un mismo cuerpo se daba en la AFIP,
en la que las áreas de Aduana, DGI y Seguridad Social funcionaban
como compartimentos estancos, en los que cada uno se ocupaba de
recaudar sin establecerse estrategias de fiscalización cruzada o
compartida entre las partes.
Pensar una estructura del Estado
más dinámica, con mecanismos de regulación y control inteligentes,
en función de objetivos políticos, sociales y económicos
definidos, parecería una tarea de mediano plazo. Sin embargo, es la
herramienta que el gobierno necesita para resolver los problemas más
urgentes.
El neoliberalismo en Argentina
buscó deliberadamente debilitar el Estado, ponerlo en el lugar de
"enemigo" de la población acusándolo de practicar
controles "asfixiantes" o de "meterle la pata en el
pecho" al que produce. Fue el argumento de los sectores más
enriquecidos de la sociedad, los más favorecidos por las políticas
de concentración y de distribución regresiva de impuestos. Pero le
hicieron creer a una franja importante de la población que ese era
el problema de todos, el de un Estado gigante y fofo que la hacía
caer el peso de su infeiciencia sobre los bolsilllos de castigados
contribuyentes.
En buena medida, les funcionó.
Hoy a un nuevo gobierno de signo muy distinto al neoliberalismo, le
toca remontar la situación económica con la debilidad de un Estado
destruido. Algunos le aconsejan a los dirigentes gobernantes no
hablar de la "herencia recibida", para no confundir su
relato con el que utilizó hasta el cansancio el gobierno de Macri
(sólo lo cambió cuando ya vio venir su derrota, para pasar a culpar
al gobierno por venir, dados los supuestos "temores" que
causaba su llegada).
No se trata, sin embargo, de
recurrir a fórmulas facilistas y falsas en su contenido, como
ocurrió desde 2016 en adelante. Si no de poner en discusión temas
cruciales para una nueva construcción social, para pelear por la
recuperación de un Estado que atienda la cosa pública en vez de
defender y ser funcional al interés privado. Se trata de volver a
tener un Estdo en función del interés nacional. Se trata de
renacionalizar el Estado.
La realidad que se ofrece al
análisis desde una mirada que se pretende nacional, popular,
democrática, que se sostenga en los pilares de la justicia social,
la soberanía territorial y política y la independencia económica,
ofrece tanta tensión y variables como el hecho de que el 40% del
electorado nacional voto al candidato responsable del mayor peso de
los problemas actuales, por lo tanto hay allí cuestiones que en lo
inmediato y en lo mediato son necesarios revisar. Las urgencias no
deben negar el debate respecto al modelo de país que deseamos como
sociedad y que al parecer produce posiciones antagónicas casi
insalvables a pesar de las arengas al diálogo y la unidad de todos
los Argentinos, toda vez que precisamente lo que se debate esta
alrededor del rol del Estado y las instituciones democráticas … De
allí la necesidad de un nuevo contrato social que nos incluya a
todos.
Tamaña tarea corresponde a todo
ciudadano comprometido con su propio bienestar y el del país como
tal. Es imprescindible ordenar lo urgente donde obviamente la deuda
externa emerge como la primera y crucial situación a solucionar,
También el hambre y el peso del costo del pago de esa deuda en el
mismo sentido en el que se irá definiendo no solo un modelo de
gobierno sino el perfil de un país posible y deseable … A pesar de
los pesares andamos los caminos correctos.
Daniel Roberto Távora Mac
Cormack
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