Martes 18 de febrero de 2020

Es tiempo de ciudadanizar la democracia. Tenemos una democracia con cuentas pendientes y siento que expreso a una generación que llega en ésta hora al poder para tomar la decisión de saldarlas”. Alberto Fernández, 10 de diciembre 2019.

Una de las expresiones con las que el presidente Alberto Fernandez iniciaba su mandato constitucional hace tan solo dos meses y algún puñado mas de días.

Ciudadanizar es antes que nada un asunto de autocomprensión. Esto es de como cada quién se ve, se piensa, se siente, se sitúa racionalmente, emocionalmente y sensiblemente en relación a otros, a las cosas y a las propias creaciones humanas, especialmente al territorio que cohabita y a las decisiones que importan a su administración. 

Entre los juegos de Tronos y los juegos del hambre

Ciudadanizar implica crear consciencia de participación política y pública. Producir pensamientos sociales que aglutinen participaciones en las tomas de decisiones y democratice las instituciones, para no quedar a merced de lo que simbólicamente nos imponen como realidad ... jugar al poder o jugar a la supervivencia para salvar una vida de hambre ...


Esas relaciones emergen en una red ya estructurada, diseñada históricamente y sostenida en la actualidad por las generaciones que nos preceden y en la que emergen las que nos siguen. Esto no debe ser comprendido de manera lineal sino mas bien como espacios que se imbuyen unos en otros en tanto relaciones de hasta 4 generaciones (Bisabuelos y bisnietos en esto de que se prolonga la vida y la calidad de vida).

Esta dimensión individual , en estos tiempos neoliberales, son parte de la política … de la biopolítica. Biopolítica es un concepto que alude a la relación entre la política y la vida.
El concepto cobró notoriedad a partir de su desarrollo en la obra de Michel Foucault, a quién se le suele considerar como el responsable de la introducción del neologismo.

Foucault hizo uso del término por primera vez durante una de las conferencias que dictó en el curso de medicina social de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (Brasil) en octubre de 1974. Allí plantea que el control de la sociedad no solo se realiza a través de la ideología, sino que requiere del control del cuerpo de los individuos. 

 


El control de la sociedad sobre los individuos no solo se efectúa mediante la conciencia o por la ideología, sino también en el cuerpo y con el cuerpo. Para la sociedad capitalista es lo bio-político lo que importa ante todo, lo biológico, lo somático, lo corporal. El cuerpo es una entidad biopolítica, la medicina es una estrategia biopolítica.
( Michel Foucault: Fragmentos sobre biopolítica. En: Ramon Alcoberro i Pericay. Filosofia i pensament)

Al estatuto de lo corporal, lo físico, lo biológico en tanto necesidad social … en la inclusión de los temas devenidos en políticos en los últimos tiempos, incluye la cuestión subjetiva y de los comportamientos inconscientes. La neurociencia con sus vertientes neuromarquetianas “cosficadoras” de los sujetos, plantean al individuo como cliente o”sujeto de consumo”. Las nuevas teórias del trabajo como “recurso humano” y las nuevas economías como “empresarios de si mismos” . La dimensión subjetiva entra así de forma consciente y explicita en la política como instrumento de control y dominación de mentalidades y formas de pensar la relación individuo/sociedad y la política como espacio público donde se resuelven las tensiones y conflictos que esa compleja relacionabilidad produce.

Los diseñadores de políticas sociales transforman a la ciudadanía en “actores de reparto” de un escenario dominado por grupos y elites que juegan el juego del poder dejando a la inmensa mayorías fuera de las decisiones principales que definen en mucho como vivirán sus vidas.

De allí que las nuevas generaciones y los colectivos minoritarios, reclamen mayores espacios de participación y decisión y demandan inclusiones y otros modelos de desarrollo que les permita participar y ser incluidos en esos diseños sociales.


Este nuevo tiempo político supone la necesidad de desarrollar una propuesta política pedagógica acorde a la formación en ciudadanía. Elaborar una  pedagogía política, una pedagogía de las políticas públicas. Una pedagogía de la reflexión y la acción conjunta.
¿Por qué hablar de una pedagogía política? ¿Por qué subrayar el componente  pedagógico de la praxis política?

 “Todo hecho educativo es un acto político”, nos plantea Paulo Freire, por tanto podemos afirmar que todo acto político es un hecho educativo. Dicha idea ubica las acciones políticas como terreno fértil, propicio para el aprendizaje político.

¿Qué marcó la imagen de Alberto Fernández apenas asumió junto a Brian, el joven de Moreno? ¿Qué selló la campaña que Axel Kicillof desplegó a bordo de un Clío, mate en mano recorriendo toda la provincia de Buenos Aires? ¿Qué significa la creación del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad?

En las respuestas a estos eventos políticos se encuentra el hecho pedagógico, el aprendizaje que propició cada uno. La actividad política promueve valores, simbologías, modos de entender y vivir la relación entre las personas, contiene en sí misma una práctica pedagógica.

El neoliberalismo confronta con todo el capital simbólico a su alcance, la posibilidad de dotar a lo público de un sentido democrático, participativo, solidario; como afirma Pablo Gentilli "la derrota de lo público, de lo común, ante la efervescencia supuestamente creativa del individualismo egoísta, se ha gestado en el plano de las ideas y se ha consolidado en el plano político al imbricarse estrechamente en la vida cotidiana de nuestras sociedades". Por tanto, resulta indispensable para un proyecto político que se opone a esto generar los ámbitos necesarios que permitan desencadenar hechos políticos – educativos.


La participación no se decreta “desde arriba hacia abajo”. Implica un largo proceso de aprendizaje. Por tanto una lenta transformación cultural. Persisten en nuestras subjetividades la “pesada herencia” neoliberal que nos dejo y legó prácticas inmovilizantes e individualistas, la meritocracia, las estigmatizaciones políticas, cierta  apatía social, el escepticismo en relación  a lo político.
La etapa actual exige repreguntarnos qué supone la participación política aquí y ahora. ¿Cómo visibilizar que la participación y la práctica de decidir se presentan cotidianamente? ¿Qué toda mirada y palabras acerca del país, sobre la sociedad, el tomar partido en los conflictos, los propios proyectos, anhelos de bienestar y esperanza, nos coloca dentro de la política, nos constituye como sujetos políticos? ¿Que “la participación política” no se presenta únicamente al momento de emitir el voto de acuerdo a lo establecido en el calendario electoral? ¿Cómo develar que “lo político” siempre está presente, aunque por momentos una parte importante de la ciudadanía lo percibe lejana a su realidad cotidiana? 
Es a partir de ello que debemos emprender la tarea pedagógica, pensar dispositivos tales como las mesas de gestión compartida, el presupuesto participativo, consejos consultivos ciudadanos, entre otros. Su función es promover y provocar el deseo de ser parte de los debates relacionados a “la cosa pública”.

El aprendizaje se genera en un proceso de interacción, en el marco de una variedad de voces, experiencias, condiciones e historias que sugieren que “el hecho político” concierne mucho más que el mero ejercicio de rechazar o acatar algo.

Dicha tarea debe ser planificada en toda su intencionalidad política, marcar objetivos, rutas acciones a llevar a cabo. Incluir la organización de métodos de sistematización del aprendizaje político que se da en la sociedad.

Debe preguntarse y responderse ¿Qué? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Con quién/es? se va a llevar a cabo cada propuesta de participación ciudadana.

Una planificación sujeta a la constante revisión y en todo caso a la reformulación. Es decir, una planificación abierta flexible como consecuencia lógica del encuentro, del diálogo que democratiza las relaciones sociales. Allí donde aparece el diálogo acontece el aprendizaje.

En definitiva de lo que se trata es que, más allá de las formas, lo que debe interpelarnos es el sentido y los procesos que se desencadenan en la construcción de la cultura política.
Ciudadanizar la democracia, democratizar las instituciones
Resulta paradójico plantear la ciudadanización democrática sin abordar la cuestión de la democratización de las instituciones.
Esta apuesta no puede ser simplemente una intención política expuesta a través de ciertos pronunciamientos públicos. Debe abrirse a la imaginación política, confiar en los procesos de organización y luchas que se fueron profundizando y desarrollando en los últimos años por amplios sectores de la sociedad. Favorecer otras formas de habitar las instituciones de gobierno, de establecer el vínculo entre quienes cumplen funciones gubernamentales y la población.

 

La conformación e incorporación al gabinete nacional  y en las distintas esferas de gobierno de compañeros y compañeras que provienen de  vastas y reconocidas trayectorias militantes  de diferentes ámbitos: sindical, derechos humanos, feminismos, académicas, culturales, de los movimientos sociales, estudiantiles entre otras riquísima experiencias expresan apertura en tal sentido.  
Esto es más complejo que el armado de una estrategia electoral. Es una tarea continua, con avances y retrocesos  de mediano y largo plazo.

Si entendemos esta etapa política “post macrista" como escenario de oportunidades para el fortalecimiento de nuestra democracia, para provocar instancias de democratización de las instituciones de gobierno, se presenta el desafío de pensar ¿cómo consolidar una democracia de alta intensidad?

La adhesión a determinados proyectos políticos es expresión de emociones, recuerdos, afectos, deseos, sueños, aspiraciones que atraviesan a una sociedad

En este aspecto parece pertinente recuperar aquellas ideas manifestadas por Boaventura de Sousa Santos en relación a la contingencia de armonizar la complementariedad existente entre democracia representativa y democracia participativa en el marco de una relación dialéctica, no como formas antagónicas. Sino para forjar escenarios proclives al desarrollo de procesos de “democratización institucional”.



El protagonismo de la ciudadanía debe estar presente en todo lo referido a la toma de decisiones en los asuntos de interés público y de construcción y ampliación de derechos. Debe coexistir una complementariedad entre la representación política en la toma de decisiones y el ejercicio de las funciones de gobierno y la incidencia  ciudadana en esos actos. Aquí habita la posibilidad de reconfigurar un nuevo imaginario social que incluya a todos volviéndonos a integrar en un horizonte común desde nuestras singularidades y diferencias. Que conforme una voluntad política colectiva que se traduzca en acciones concretas, cuyos resultados sean tangibles para la vida social

Si el deseo que nos motiva en el quehacer político es democrático y fraterno, implica que la acción resultante debe tender a acercar y superar la asimetría de poder que otorga la democracia representativa y que se hace presente en la relación “gobernantes-gobernados”. La misma resulta en variadas oportunidades, un obstáculo para construir canales de debate de deliberación que favorezcan consensos

Hay nuevos conocimientos frutos de las experiencias históricas, nuevos protagonismos populares de los movimientos sociales, de los feminismos, de los trabajadores y trabajadoras de la economía popular que se hicieron visibles como una de las caras más fuertes en la resistencia a la gestión de Cambiemos y sus políticas de gobierno.
Hay experticia en la construcción de  propuestas alternativas que den respuesta y modifiquen  las realidades apremiantes en las que se encuentra sumergido un amplio sector de nuestra sociedad.

Por eso resulta fundamental dotar de sentido y contenido las instancias de participación instituidas, y dar lugar a que irrumpan otras formas de “hacer institucionalidad”. Apoyarse en las propias fuerzas colectivas y en la praxis política acumulada contribuye a elevar la conciencia ciudadana.
Del vamos a volver al Volvimos para ser mujeres…
La concepción que los procesos de transformación cultural, enlazan momentos de avances y retrocesos. Que no se desencadenan a posterior de ganar las elecciones y acceder al gobierno; sino que son mucho más profundos. Es decir, que suceden antes, durante y  continúan después de aquello que marca en un contexto determinado la coyuntura electoral, circula constantemente como saber indispensable para la militancia.

El fervor de este nuevo tiempo político que empezó a asomar obliga y requiere un debate profundo entorno a nuestros propios espacios de militancia. ¿Por qué? Parece una contradicción plantear y reivindicar esta idea fuerza de “ciudadanizar la  democracia”, si no se acompaña con el propio ejercicio de repensar los lugares que habitamos cotidianamente.


Partir del ejercicio individual y colectivo de reconocer ¿cuánto hay en nosotros y nosotras, que (nos) tensiona, de la subjetivad neoliberal? ¿Qué espacios de participación construimos? ¿Cuáles se habilitan para el debate? ¿Cómo se traduce en acciones políticas territoriales  dichos debates?  ¿Cómo circula y se construye el conocimiento en los mismos? ¿Cómo circula la palabra? ¿Cómo se toman las decisiones? ¿Quien/es habla/n? ¿En nombre de quien/es? ¿Cómo dialoga la individualidad con la construcción colectiva? ¿Cuánto de lo establecido como praxis política al interior de nuestras organizaciones reproduce lógicas conservadoras? ¿Cuánto debemos des-aprender?  
En este quehacer se encuentra la posibilidad de continuar construyendo y fortaleciendo prácticas políticas más solidarias, más humanas.
El proceso de democratización de las relaciones sociales no se adquiere como fruto de una imposición doctrinaria, ni por la repetición, ni la asignación de metas, valores, conductas que se asignan “desde afuera”. Por el contario, se logra mediante la constitución de sujetos políticos actuantes, decisores de aquello que concierne a la vida en común, a la cosa pública.

Asimismo, debe ser capaz de forjar las condiciones materiales y subjetivas ineludibles para  traspasar todos y cada uno de los ámbitos del quehacer político social: familia, escuela, organizaciones, el sindicato, los partidos políticos, las cooperativas, entre otros.
Las luchas emprendidas desde los feminismos y las conquistas alcanzadas son una clara muestra de las posibilidades ciertas de concreción de este deseo democratizador si hay voluntad política y organización.

Lo expuesto no es una declamación política ideal. Es el horizonte de una praxis política profundamente democrática. El mismo no carece de tensiones y contradicciones pero resulta  indispensable en nuestro anhelo de hacer perdurables las conquistas y sueños de nuestro pueblo.
Para finalizar, y entendiendo que este cierre abre nuevas preguntas y debates, quien suscribe reafirma la idea de elaborar una pedagogía política, propia de esta etapa que permita comprender los procesos históricos.

Una pedagogía de la acción y reflexión, que facilite interpretar, significar, decir aquello relacionado a diversas temáticas que hacen a la cosa pública. A su vez, que permita  proponer, brindar respuestas y llevar al terreno de la práctica acciones de resolución.
Esta  energía democrática, de participación y encuentro, debe ser el antídoto para que cada vez sea más hostil y complejo que un proyecto político que representa los ideales del neoliberalismo, que desprecia y atropella los valores democráticos vuelva a través de  elecciones libres  al ejercicio del poder.

Cuando mi mandato concluya, la democracia argentina estará cumpliendo 40 años de vigencia ininterrumpida. Ese día quisiera poder demostrar que Raúl Alfonsín tenía razón. Espero que entre todos podamos demostrar que con la democracia se cura, se educa y se come. Pongámonos de pie y empecemos nuevamente nuestra marcha”.  

A esto nos convocó el actual presidente, fundar este “hito pedagógico ciudadano” del que todos debemos formar parte.

Esta pedagogía y estas inclusiones en la política dependen de la voluntad y grado de organización que el pueblo se de así mismo en sus asociaciones y organizaciones libres.
Deberíamos comprender que los diseños sociales pocas veces permiten acciones relevantes de individuos sin capacidad de convocatoria o sin alguna organización que colectivice su figura en demandas o participaciones que colocan allí su representación o liderazgo.

Las organizaciones sociales, Gremiales, clubes de Barrio, ONG, Organismos de Derechos Humanos, Organizaciones estudiantiles, Barriales, culturales, de colectivos que nuclean las demandas de minorias, Originarios, Mujeres, Jovenes, de barrios márginales, colectivos religiosos y etnicos etc.etc.etc., conforman una red compleja que, alejadas de las grandes decisiones de diseño de políticas, dejan a la actividad política y a las instituciones que la representan sin alma y sin contenido. Son edificios vacíos que en el neoliberalismo solo se sostienen por el imperio y el poder del dinero. 

 
De esta manera debería ser comprendida toda cuestión relacionada a la corrupción política. Y no a la mera agrupación que gobierna sino a la política en tanto tal … a la administración de lo público, donde educación, salud del cuerpo, servicios de justicia y acceso a la satisfacción de demandas y necesidades propias de la vida (Alimentación, vestimenta, vivienda, acceso al agua potable y a la energía y los recursos de comunicación social, información y participación, accesos a educación de calidad y a servicios de información de calidad que permitan al ciudadano y sus organizaciones libres participaciones conscientes y realistas), son parte esencial, imprescindibles y demandas urgentes que deben ser satisfechas en una sociedad democrática y solidaria …

Pero como ya fué dicho, la realidad es una compleja trama ya diseñada. Los sectores de poder no tienen intención de ceder poder a otros sectores y mucho menos a sectores que indefectiblemente dismunuirán sus privilegios y prebendas para acrecentar los suyos propios y democratizar y horizontalizar las decisiones y demandas colectivas. Esta es la realidad. El ejemplo en estos dias lo ponen las medidas de gobierno respecto a las jubilaciones y en espacial a las jubilaciones de privilegio. Igualar es visto como ajuste. La propaganda de los sectores del privilegio es incluir a los que ganan derechos y reducen brechas, en esa idea de “ajuste”, para que crean que medidas que reducen las diferencias en los ingresos jubilatorios entre quienes mas perciben y quienes menos reciben del sistema de Reparto, son igualmente perjudicadas.

Dentro del mismo tema, los jueces y ex-juces y fiscales que amenazan ahora con dejar sus fueros y funciones si se avanzan con medidas similares en su ámbito, reduciendo o eliminando jubilaciones de privilegio.

Escoba nueva barre bien. Frase que debería hacerse eco en el gobierno tanto para aprovechar el momento, como para abocarse a la tarea en el Poder Judicial.

Es imposible creer que una República Democrática pueda funcionar condicionada por uno de los poderes del Estado, en la concepción clásica tripartita de Montesquieu. Podrá decirse que también condicionan otros poderes tales como las FFAA y de Seguridad (con especial mención a estas últimas), la banca privada, los formadores de precio y los de opinión (medios de comunicación).

Pero resulta que las FF AA y de seguridad, formalmente se encuentran subordinadas al Poder Ejecutivo, motivo por el cual, esa purga o reperfilamiento (como está de moda decir) se puede lograr dentro de la cadena natural de mandos. Las cuestión financiera de precios y medios es compleja, pero también es parte de una política dirigida desde el Poder Ejecutivo (y legislativo) y por lo tanto esta dentro de la órbita de funcionalidad. Con destreza y no poco sentido ideológico o programa de acción puede lograrse. El Peronismo tiene ADN suficiente para eso.

Pero el asunto de “La Justicia” es más espinoso que los otros, porque es un Poder tan autónomo como el Legislativo y el Ejecutivo, solamente controlado por las formas y sistemas de control que establece el sistema liberal adoptado por nuestro ordenamiento constitucional. Es decir, es un monstruo que tiene vida propia y que por sus características no depende de la voluntad popular ni rinde cuentas a ella, sino bajo las fórmulas de juicio político, de difícil resolución.

Este monstruo no tiene una cabeza, sino como la Hidra de los trabajos de Hércules, tiene varias y si se le corta una, salen otras. De manera tal, que una limpieza de este poder, de formidable alcance dañino, debe ser pensado con una escoba idónea, y como sostiene el dicho popular, solo una nueva podría hacerlo bien. No alcanzará con barrer debajo de la alfombra o limpiar por “donde mira la suegra”. Eso solo garantizaría mantener la latencia de la amenaza.

El problema no se agota en los jueces Federales. El Poder Judicial se encuentra viciado en todos sus fueros, ya sea por la obsecuencia de sus miembros o la abierta corrupción. Hemos llegado a una instancia donde estos males, que son longevos, han alcanzado un grado de exposición suficiente como para conducir el clamor de las masas para que estas instalen el tema en la agenda de prioridades.

El gobierno puede obtener potencia para la misión si articula la movilización popular. Querer ganar tiempo puede alentar las fracturas hacia el interior y ya todo sería irremontable. Es ahora, en la evidencia de las infames prisiones políticas, en que debe actuar, recomponiendo cada uno de los fueros, el Federal inclusive y prioritariamente, y la Corte Suprema de Justicia, que al estar en el vértice de la pirámide judicial, sería un vital órgano de tracción para las grandes transformaciones.

En esto se juega la voluntad política. El pueblo espera. Y el futuro también. No alcanza con pensar indultos, porque nadie quiere ser perdonado de lo que no hizo.
( http://laseñalmedios.com.ar/2020/02/14/poder-judicial-viciado-en-todos-sus-fueros/ )

La Asociación de Magistrados y Funcionarios del Poder Judicial y la Asociación de Fiscales advirtieron que el proyecto de reforma del sistema previsional que impulsa el gobierno para la Justicia viola normas constitucionales y fallos de la Corte Suprema. “La función que desempeñamos presenta una naturaleza propia con características y exigencias específicas muy diferentes de las restantes responsabilidades estatales, en tanto miembros de órganos constitucionales independientes”, sostuvieron en un comunicado conjunto.

Reclamamos la participación de las Instituciones representativas en la discusión del Proyecto, y la necesaria intervención de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y de todos los órganos cabeza de poder involucrados”, postula el documento, firmado por el fiscal Carlos Rívolo y el juez Marcelo Gallo Tagle. 



 

El documento es la respuesta institucional de la corporación judicial al envío del proyecto de ley que modifica el régimen jubilatorio de jueces, fiscales y defensores oficiales, que ingresó el viernes a las 19.30 al Congreso y cayó como una bomba. “Ninguna actividad se encuentra regida por un sistema de incompatibilidades tan estricto como el de nuestros magistrados y funcionarios”, aseguran.
Por todas estas razones, conscientes de los graves efectos que provocaría para el normal desempeño del Poder Judicial y de los Ministerios Públicos, y por ende el perjuicio a la sociedad”, los funcionarios pidieron el debate del proyecto con su propia participación. 

Los funcionarios judiciales admiten que la reacción no es tanto por el cariz del proyecto (que, reconocen, “no es tan terrible”), sino por la forma sorpresiva en que fue presentado. Había un canal de diálogo fluido y permanente con la ministra de Justicia, Marcela Losardo, con quien mantienen una fluida relación y confiaban en ella, aseguran.
Pero el proyecto de ley, suponen, excedió a Losardo. “Ella no hubiera mandado esto, ni de esta manera”. Intuyen que por allí anduvo la mano del ministro de Trabajo, Claudio Moroni, y acaso el director del ANSES, Alejandro Vanoli.

Creen que el régimen jubilatorio del Poder Judicial, al que se niegan a calificar como “de privilegio”, terminó siendo una suerte de moneda de cambio ante un anuncio controversial sobre el aumento a los jubilados en general, que benefició a los de la mínima pero acható a los que cobran un poco por encima de ese límite.

Cuando se resolvió que los jueces pagaran el impuesto a las ganancias, la fórmula de síntesis que permitió superar las controversias fue que ese nuevo régimen se aplicara a los funcionarios que ingresaran desde 2017 al Poder Judicial.

¿Podría ser ese antecedente una base de negociación también para las jubilaciones? “El escenario para negociar era hasta el viernes. Una vez que presentaron el proyecto, las posibilidades de negociación se redujeron sustancialmente”.

¿Entonces? Entonces comienzan a escucharse, a lo lejos pero no tanto, tambores de guerra. Hay sectores talibanizados que plantean declarar la inconstitucionalidad de la ley una vez que sea sancionada porque vulnera derechos adquiridos, y otros recomiendan una avalancha de juicios precedidos de medidas cautelares que frenen por todas las vías judiciales posibles la aplicación de la nueva normativa.
Un sector más moderado advierte: “estamos reaccionando como una casta, privilegiando nuestros intereses en un escenario complicado. ¿Con qué cara vamos a defender jubilaciones de 400 ‘lucas’ contra un docente que cobra 17 mil?”.
Hay, también, un tercer sector, juvenil, progresista y que no proviene estrictamente de la familia judicial, que está dispuesto a aceptar la modificación (y el fin de los privilegios) ya mismo. No sólo sin chistar, sino adhiriendo fervorosamente a ese gesto “solidario” desde el Poder Judicial.

Lo único que proponen a cambio es discutir las restricciones que los funcionarios judiciales tienen para otros emprendimientos económicos. Hasta ahora, sólo les está permitido ejercer la docencia como actividad rentada. “No podemos poner ni un quiosco a nuestro nombre. Si vamos a ser iguales a todos, pues seámoslo en todos los sentidos”, preconizan.

Este último es un sector minoritario y con poco peso a la hora de la toma de decisiones corporativas.


Buena parte de esa tarea por ciudadanizar la política y la biopolítica (Y no a la inversa) es imposible de ser pensada sin una justicia reformada que adquiera una profunda vocación democrática y que no acepte quedar de rehén de los juegos del poder donde los medios de comunicación y los factores de poder económico nacionales y extranjeros juegan su “juego de Tronos” sometiendo al resto a los “juegos del hambre” …

Daniel Roberto Távora Mac Cormack


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