Martes 18 de febrero de 2020
“Es
tiempo de ciudadanizar la democracia. Tenemos una democracia con
cuentas pendientes y siento que expreso a una generación que llega
en ésta hora al poder para tomar la decisión de saldarlas”.
Alberto Fernández, 10 de diciembre 2019.
Una
de las expresiones con las que el presidente Alberto Fernandez
iniciaba su mandato constitucional hace tan solo dos meses y algún
puñado mas de días.
Ciudadanizar
es antes que nada un asunto de autocomprensión. Esto es de como cada
quién se ve, se piensa, se siente, se sitúa racionalmente,
emocionalmente y sensiblemente en relación a otros, a las cosas y a
las propias creaciones humanas, especialmente al territorio que
cohabita y a las decisiones que importan a su administración.
Entre los juegos de Tronos y los juegos del hambre
Ciudadanizar implica crear consciencia de participación política y pública. Producir pensamientos sociales que aglutinen participaciones en las tomas de decisiones y democratice las instituciones, para no quedar a merced de lo que simbólicamente nos imponen como realidad ... jugar al poder o jugar a la supervivencia para salvar una vida de hambre ...
Esas
relaciones emergen en una red ya estructurada, diseñada
históricamente y sostenida en la actualidad por las generaciones que
nos preceden y en la que emergen las que nos siguen. Esto no debe ser
comprendido de manera lineal sino mas bien como espacios que se
imbuyen unos en otros en tanto relaciones de hasta 4 generaciones
(Bisabuelos y bisnietos en esto de que se prolonga la vida y la
calidad de vida).
Esta
dimensión individual , en estos tiempos neoliberales, son parte de
la política … de la biopolítica. Biopolítica es un concepto que
alude a la relación entre la política y la vida.
El concepto cobró notoriedad a
partir de su desarrollo en la obra de Michel Foucault, a quién se le
suele considerar como el responsable de la introducción del
neologismo.
Foucault hizo uso del término
por primera vez durante una de las conferencias que dictó en el
curso de medicina social de la Universidad del Estado de Río de
Janeiro (Brasil) en octubre de 1974. Allí plantea que el control de
la sociedad no solo se realiza a través de la ideología, sino que
requiere del control del cuerpo de los individuos.
El control de la sociedad sobre
los individuos no solo se efectúa mediante la conciencia o por la
ideología, sino también en el cuerpo y con el cuerpo. Para la
sociedad capitalista es lo bio-político lo que importa ante todo, lo
biológico, lo somático, lo corporal. El cuerpo es una entidad
biopolítica, la medicina es una estrategia biopolítica.
(
Michel Foucault: Fragmentos sobre biopolítica. En: Ramon Alcoberro i
Pericay. Filosofia
i pensament)
Al
estatuto de lo corporal, lo físico, lo biológico en tanto necesidad
social … en la inclusión de los temas devenidos en políticos en
los últimos tiempos, incluye la cuestión subjetiva y de los
comportamientos inconscientes. La neurociencia con sus vertientes
neuromarquetianas “cosficadoras” de los sujetos, plantean al
individuo como cliente o”sujeto de consumo”. Las nuevas teórias
del trabajo como “recurso humano” y las nuevas economías como
“empresarios de si mismos” . La dimensión subjetiva entra así
de forma consciente y explicita en la política como instrumento de
control y dominación de mentalidades y formas de pensar la relación
individuo/sociedad y la política como espacio público donde se
resuelven las tensiones y conflictos que esa compleja
relacionabilidad produce.
Los
diseñadores de políticas sociales transforman a la ciudadanía en
“actores de reparto” de un escenario dominado por grupos y elites
que juegan el juego del poder dejando a la inmensa mayorías fuera de
las decisiones principales que definen en mucho como vivirán sus
vidas.
De
allí que las nuevas generaciones y los colectivos minoritarios,
reclamen mayores espacios de participación y decisión y demandan
inclusiones y otros modelos de desarrollo que les permita participar
y ser incluidos en esos diseños sociales.
Este
nuevo tiempo político supone la necesidad de desarrollar una
propuesta política pedagógica acorde a la formación en ciudadanía.
Elaborar una pedagogía política, una pedagogía de las
políticas públicas. Una pedagogía de la reflexión y la acción
conjunta.
¿Por qué hablar de una
pedagogía política? ¿Por qué subrayar el componente
pedagógico de la praxis política?
“Todo hecho educativo es
un acto político”, nos plantea Paulo Freire, por tanto podemos
afirmar que todo acto político es un hecho educativo. Dicha idea
ubica las acciones políticas como terreno fértil, propicio para el
aprendizaje político.
¿Qué marcó la imagen de
Alberto Fernández apenas asumió junto a Brian, el joven de Moreno?
¿Qué selló la campaña que Axel Kicillof desplegó a bordo de un
Clío, mate en mano recorriendo toda la provincia de Buenos Aires?
¿Qué significa la creación del Ministerio de las Mujeres, Géneros
y Diversidad?
En las respuestas a estos eventos
políticos se encuentra el hecho pedagógico, el aprendizaje que
propició cada uno. La actividad política promueve valores,
simbologías, modos de entender y vivir la relación entre las
personas, contiene en sí misma una práctica pedagógica.
El neoliberalismo confronta con
todo el capital simbólico a su alcance, la posibilidad de dotar a lo
público de un sentido democrático, participativo, solidario; como
afirma Pablo Gentilli "la derrota de lo público, de lo común,
ante la efervescencia supuestamente creativa del individualismo
egoísta, se ha gestado en el plano de las ideas y se ha consolidado
en el plano político al imbricarse estrechamente en la vida
cotidiana de nuestras sociedades". Por tanto, resulta
indispensable para un proyecto político que se opone a esto generar
los ámbitos necesarios que permitan desencadenar hechos políticos –
educativos.
La participación no se decreta
“desde arriba hacia abajo”. Implica un largo proceso de
aprendizaje. Por tanto una lenta transformación cultural. Persisten
en nuestras subjetividades la “pesada herencia” neoliberal que
nos dejo y legó prácticas inmovilizantes e individualistas, la
meritocracia, las estigmatizaciones políticas, cierta apatía
social, el escepticismo en relación a lo político.
La etapa actual exige
repreguntarnos qué supone la participación política aquí y ahora.
¿Cómo visibilizar que la participación y la práctica de decidir
se presentan cotidianamente? ¿Qué toda mirada y palabras acerca del
país, sobre la sociedad, el tomar partido en los conflictos, los
propios proyectos, anhelos de bienestar y esperanza, nos coloca
dentro de la política, nos constituye como sujetos políticos? ¿Que
“la participación política” no se presenta únicamente al
momento de emitir el voto de acuerdo a lo establecido en el
calendario electoral? ¿Cómo develar que “lo político” siempre
está presente, aunque por momentos una parte importante de la
ciudadanía lo percibe lejana a su realidad cotidiana?
Es a partir de ello que debemos
emprender la tarea pedagógica, pensar dispositivos tales como las
mesas de gestión compartida, el presupuesto participativo, consejos
consultivos ciudadanos, entre otros. Su función es promover y
provocar el deseo de ser parte de los debates relacionados a “la
cosa pública”.
El aprendizaje se genera en un
proceso de interacción, en el marco de una variedad de voces,
experiencias, condiciones e historias que sugieren que “el hecho
político” concierne mucho más que el mero ejercicio de rechazar o
acatar algo.
Dicha tarea debe ser planificada
en toda su intencionalidad política, marcar objetivos, rutas
acciones a llevar a cabo. Incluir la organización de métodos de
sistematización del aprendizaje político que se da en la sociedad.
Debe preguntarse y responderse
¿Qué? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Con quién/es? se va a llevar a
cabo cada propuesta de participación ciudadana.
Una planificación sujeta a la
constante revisión y en todo caso a la reformulación. Es decir, una
planificación abierta flexible como consecuencia lógica del
encuentro, del diálogo que democratiza las relaciones sociales. Allí
donde aparece el diálogo acontece el aprendizaje.
En definitiva de lo que se trata
es que, más allá de las formas, lo que debe interpelarnos es el
sentido y los procesos que se desencadenan en la construcción de la
cultura política.
Ciudadanizar
la democracia, democratizar las instituciones
Resulta paradójico plantear la
ciudadanización democrática sin abordar la cuestión de la
democratización de las instituciones.
Esta apuesta no puede ser
simplemente una intención política expuesta a través de ciertos
pronunciamientos públicos. Debe abrirse a la imaginación política,
confiar en los procesos de organización y luchas que se fueron
profundizando y desarrollando en los últimos años por amplios
sectores de la sociedad. Favorecer otras formas de habitar las
instituciones de gobierno, de establecer el vínculo entre quienes
cumplen funciones gubernamentales y la población.
La conformación e incorporación
al gabinete nacional y en las distintas esferas de gobierno de
compañeros y compañeras que provienen de vastas y reconocidas
trayectorias militantes de diferentes ámbitos: sindical,
derechos humanos, feminismos, académicas, culturales, de los
movimientos sociales, estudiantiles entre otras riquísima
experiencias expresan apertura en tal sentido.
Esto es más complejo que el
armado de una estrategia electoral. Es una tarea continua, con
avances y retrocesos de mediano y largo plazo.
Si entendemos esta etapa política
“post macrista" como escenario de oportunidades para el
fortalecimiento de nuestra democracia, para provocar instancias de
democratización de las instituciones de gobierno, se presenta el
desafío de pensar ¿cómo consolidar una democracia de alta
intensidad?
La adhesión a determinados
proyectos políticos es expresión de emociones, recuerdos, afectos,
deseos, sueños, aspiraciones que atraviesan a una sociedad
En este aspecto parece pertinente
recuperar aquellas ideas manifestadas por Boaventura de Sousa Santos
en relación a la contingencia de armonizar la complementariedad
existente entre democracia representativa y democracia participativa
en el marco de una relación dialéctica, no como formas antagónicas.
Sino para forjar escenarios proclives al desarrollo de procesos de
“democratización institucional”.
El protagonismo de la ciudadanía
debe estar presente en todo lo referido a la toma de decisiones en
los asuntos de interés público y de construcción y ampliación de
derechos. Debe coexistir una complementariedad entre la
representación política en la toma de decisiones y el ejercicio de
las funciones de gobierno y la incidencia ciudadana en esos
actos. Aquí habita la posibilidad de reconfigurar un nuevo
imaginario social que incluya a todos volviéndonos a integrar en un
horizonte común desde nuestras singularidades y diferencias. Que
conforme una voluntad política colectiva que se traduzca en acciones
concretas, cuyos resultados sean tangibles para la vida social
Si el deseo que nos motiva en el
quehacer político es democrático y fraterno, implica que la acción
resultante debe tender a acercar y superar la asimetría de poder que
otorga la democracia representativa y que se hace presente en la
relación “gobernantes-gobernados”. La misma resulta en variadas
oportunidades, un obstáculo para construir canales de debate de
deliberación que favorezcan consensos
Hay nuevos conocimientos frutos
de las experiencias históricas, nuevos protagonismos populares de
los movimientos sociales, de los feminismos, de los trabajadores y
trabajadoras de la economía popular que se hicieron visibles como
una de las caras más fuertes en la resistencia a la gestión de
Cambiemos y sus políticas de gobierno.
Hay experticia en la construcción
de propuestas alternativas que den respuesta y modifiquen las
realidades apremiantes en las que se encuentra sumergido un amplio
sector de nuestra sociedad.
Por eso resulta fundamental dotar
de sentido y contenido las instancias de participación instituidas,
y dar lugar a que irrumpan otras formas de “hacer
institucionalidad”. Apoyarse en las propias fuerzas colectivas y en
la praxis política acumulada contribuye a elevar la conciencia
ciudadana.
Del
vamos a volver al Volvimos para ser mujeres…
La concepción que los procesos
de transformación cultural, enlazan momentos de avances y
retrocesos. Que no se desencadenan a posterior de ganar las
elecciones y acceder al gobierno; sino que son mucho más profundos.
Es decir, que suceden antes, durante y continúan después de
aquello que marca en un contexto determinado la coyuntura electoral,
circula constantemente como saber indispensable para la militancia.
El fervor de este nuevo tiempo
político que empezó a asomar obliga y requiere un debate profundo
entorno a nuestros propios espacios de militancia. ¿Por qué? Parece
una contradicción plantear y reivindicar esta idea fuerza de
“ciudadanizar la democracia”, si no se acompaña con el
propio ejercicio de repensar los lugares que habitamos
cotidianamente.
Partir del ejercicio individual y
colectivo de reconocer ¿cuánto hay en nosotros y nosotras, que
(nos) tensiona, de la subjetivad neoliberal? ¿Qué espacios de
participación construimos? ¿Cuáles se habilitan para el debate?
¿Cómo se traduce en acciones políticas territoriales dichos
debates? ¿Cómo circula y se construye el conocimiento en los
mismos? ¿Cómo circula la palabra? ¿Cómo se toman las decisiones?
¿Quien/es habla/n? ¿En nombre de quien/es? ¿Cómo dialoga la
individualidad con la construcción colectiva? ¿Cuánto de lo
establecido como praxis política al interior de nuestras
organizaciones reproduce lógicas conservadoras? ¿Cuánto debemos
des-aprender?
En este quehacer se encuentra la
posibilidad de continuar construyendo y fortaleciendo prácticas
políticas más solidarias, más humanas.
El proceso de democratización de
las relaciones sociales no se adquiere como fruto de una imposición
doctrinaria, ni por la repetición, ni la asignación de metas,
valores, conductas que se asignan “desde afuera”. Por el
contario, se logra mediante la constitución de sujetos políticos
actuantes, decisores de aquello que concierne a la vida en común, a
la cosa pública.
Asimismo, debe ser capaz de
forjar las condiciones materiales y subjetivas ineludibles para
traspasar todos y cada uno de los ámbitos del quehacer político
social: familia, escuela, organizaciones, el sindicato, los partidos
políticos, las cooperativas, entre otros.
Las luchas emprendidas desde los
feminismos y las conquistas alcanzadas son una clara muestra de las
posibilidades ciertas de concreción de este deseo democratizador si
hay voluntad política y organización.
Lo expuesto no es una declamación
política ideal. Es el horizonte de una praxis política
profundamente democrática. El mismo no carece de tensiones y
contradicciones pero resulta indispensable en nuestro anhelo de
hacer perdurables las conquistas y sueños de nuestro pueblo.
Para finalizar, y entendiendo
que este cierre abre nuevas preguntas y debates, quien suscribe
reafirma la idea de elaborar una pedagogía política, propia de
esta etapa que permita comprender los procesos históricos.
Una pedagogía de la acción y
reflexión, que facilite interpretar, significar, decir aquello
relacionado a diversas temáticas que hacen a la cosa pública. A su
vez, que permita proponer, brindar respuestas y llevar al
terreno de la práctica acciones de resolución.
Esta energía democrática,
de participación y encuentro, debe ser el antídoto para que cada
vez sea más hostil y complejo que un proyecto político que
representa los ideales del neoliberalismo, que desprecia y atropella
los valores democráticos vuelva a través de elecciones libres
al ejercicio del poder.
“Cuando
mi mandato concluya, la democracia argentina estará cumpliendo 40
años de vigencia ininterrumpida. Ese día quisiera poder demostrar
que Raúl Alfonsín tenía razón. Espero que entre todos podamos
demostrar que con la democracia se cura, se educa y se come.
Pongámonos de pie y empecemos nuevamente nuestra marcha”.
A esto nos convocó el actual
presidente, fundar este “hito pedagógico ciudadano” del que
todos debemos formar parte.
Esta
pedagogía y estas inclusiones en la política dependen de la
voluntad y grado de organización que el pueblo se de así mismo en
sus asociaciones y organizaciones libres.
Deberíamos
comprender que los diseños sociales pocas veces permiten acciones
relevantes de individuos sin capacidad de convocatoria o sin alguna
organización que colectivice su figura en demandas o participaciones
que colocan allí su representación o liderazgo.
Las
organizaciones sociales, Gremiales, clubes de Barrio, ONG, Organismos
de Derechos Humanos, Organizaciones estudiantiles, Barriales,
culturales, de colectivos que nuclean las demandas de minorias,
Originarios, Mujeres, Jovenes, de barrios márginales, colectivos
religiosos y etnicos etc.etc.etc., conforman una red compleja que,
alejadas de las grandes decisiones de diseño de políticas, dejan a
la actividad política y a las instituciones que la representan sin
alma y sin contenido. Son edificios vacíos que en el neoliberalismo
solo se sostienen por el imperio y el poder del dinero.
De
esta manera debería ser comprendida toda cuestión relacionada a la
corrupción política. Y no a la mera agrupación que gobierna sino a
la política en tanto tal … a la administración de lo público,
donde educación, salud del cuerpo, servicios de justicia y acceso a
la satisfacción de demandas y necesidades propias de la vida
(Alimentación, vestimenta, vivienda, acceso al agua potable y a la
energía y los recursos de comunicación social, información y
participación, accesos a educación de calidad y a servicios de
información de calidad que permitan al ciudadano y sus
organizaciones libres participaciones conscientes y realistas), son
parte esencial, imprescindibles y demandas urgentes que deben ser
satisfechas en una sociedad democrática y solidaria …
Pero
como ya fué dicho, la realidad es una compleja trama ya diseñada.
Los sectores de poder no tienen intención de ceder poder a otros
sectores y mucho menos a sectores que indefectiblemente dismunuirán
sus privilegios y prebendas para acrecentar los suyos propios y
democratizar y horizontalizar las decisiones y demandas colectivas.
Esta es la realidad. El ejemplo en estos dias lo ponen las medidas de
gobierno respecto a las jubilaciones y en espacial a las jubilaciones
de privilegio. Igualar es visto como ajuste. La propaganda de los
sectores del privilegio es incluir a los que ganan derechos y reducen
brechas, en esa idea de “ajuste”, para que crean que medidas que
reducen las diferencias en los ingresos jubilatorios entre quienes
mas perciben y quienes menos reciben del sistema de Reparto, son
igualmente perjudicadas.
Dentro
del mismo tema, los jueces y ex-juces y fiscales que amenazan ahora
con dejar sus fueros y funciones si se avanzan con medidas similares
en su ámbito, reduciendo o eliminando jubilaciones de privilegio.
Escoba
nueva barre bien. Frase que debería hacerse eco en el gobierno tanto
para aprovechar el momento, como para abocarse a la tarea en el Poder
Judicial.
Es imposible creer que una
República Democrática pueda funcionar condicionada por uno de los
poderes del Estado, en la concepción clásica tripartita de
Montesquieu. Podrá decirse que también condicionan otros poderes
tales como las FFAA y de Seguridad (con especial mención a estas
últimas), la banca privada, los formadores de precio y los de
opinión (medios de comunicación).
Pero resulta que las FF AA y de
seguridad, formalmente se encuentran subordinadas al Poder Ejecutivo,
motivo por el cual, esa purga o reperfilamiento (como está de moda
decir) se puede lograr dentro de la cadena natural de mandos. Las
cuestión financiera de precios y medios es compleja, pero también
es parte de una política dirigida desde el Poder Ejecutivo (y
legislativo) y por lo tanto esta dentro de la órbita de
funcionalidad. Con destreza y no poco sentido ideológico o programa
de acción puede lograrse. El Peronismo tiene ADN suficiente para
eso.
Pero el asunto de “La Justicia”
es más espinoso que los otros, porque es un Poder tan autónomo como
el Legislativo y el Ejecutivo, solamente controlado por las formas y
sistemas de control que establece el sistema liberal adoptado por
nuestro ordenamiento constitucional. Es decir, es un monstruo que
tiene vida propia y que por sus características no depende de la
voluntad popular ni rinde cuentas a ella, sino bajo las fórmulas de
juicio político, de difícil resolución.
Este monstruo no tiene una
cabeza, sino como la Hidra de los trabajos de Hércules, tiene varias
y si se le corta una, salen otras. De manera tal, que una limpieza de
este poder, de formidable alcance dañino, debe ser pensado con una
escoba idónea, y como sostiene el dicho popular, solo una nueva
podría hacerlo bien. No alcanzará con barrer debajo de la alfombra
o limpiar por “donde mira la suegra”. Eso solo garantizaría
mantener la latencia de la amenaza.
El problema no se agota en los
jueces Federales. El Poder Judicial se encuentra viciado en todos sus
fueros, ya sea por la obsecuencia de sus miembros o la abierta
corrupción. Hemos llegado a una instancia donde estos males, que son
longevos, han alcanzado un grado de exposición suficiente como para
conducir el clamor de las masas para que estas instalen el tema en la
agenda de prioridades.
El gobierno puede obtener
potencia para la misión si articula la movilización popular. Querer
ganar tiempo puede alentar las fracturas hacia el interior y ya todo
sería irremontable. Es ahora, en la evidencia de las infames
prisiones políticas, en que debe actuar, recomponiendo cada uno de
los fueros, el Federal inclusive y prioritariamente, y la Corte
Suprema de Justicia, que al estar en el vértice de la pirámide
judicial, sería un vital órgano de tracción para las grandes
transformaciones.
En esto se juega la voluntad
política. El pueblo espera. Y el futuro también. No alcanza con
pensar indultos, porque nadie quiere ser perdonado de lo que no hizo.
(
http://laseñalmedios.com.ar/2020/02/14/poder-judicial-viciado-en-todos-sus-fueros/
)
La
Asociación de Magistrados y Funcionarios del Poder Judicial y la
Asociación de Fiscales advirtieron que el proyecto de reforma del
sistema previsional que impulsa el gobierno para la Justicia viola
normas constitucionales y fallos de la Corte Suprema. “La
función que desempeñamos presenta una naturaleza propia con
características y exigencias específicas muy diferentes de las
restantes responsabilidades estatales, en tanto miembros de órganos
constitucionales independientes”, sostuvieron en un comunicado
conjunto.
“Reclamamos la participación
de las Instituciones representativas en la discusión del Proyecto, y
la necesaria intervención de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación y de todos los órganos cabeza de poder involucrados”,
postula el documento, firmado por el fiscal Carlos Rívolo y el juez
Marcelo Gallo Tagle.
El documento es la respuesta
institucional de la corporación judicial al envío del proyecto de
ley que modifica el régimen jubilatorio de jueces, fiscales y
defensores oficiales, que ingresó el viernes a las 19.30 al Congreso
y cayó como una bomba. “Ninguna actividad se encuentra regida
por un sistema de incompatibilidades tan estricto como el de nuestros
magistrados y funcionarios”, aseguran.
“Por todas estas razones,
conscientes de los graves efectos que provocaría para el normal
desempeño del Poder Judicial y de los Ministerios Públicos, y por
ende el perjuicio a la sociedad”, los funcionarios pidieron el
debate del proyecto con su propia participación.
Los funcionarios judiciales
admiten que la reacción no es tanto por el cariz del proyecto
(que, reconocen, “no es tan terrible”), sino por la forma
sorpresiva en que fue presentado. Había un canal de diálogo
fluido y permanente con la ministra de Justicia, Marcela Losardo, con
quien mantienen una fluida relación y confiaban en ella, aseguran.
Pero el proyecto de ley, suponen,
excedió a Losardo. “Ella no hubiera mandado esto, ni de esta
manera”. Intuyen que por allí anduvo la mano del ministro de
Trabajo, Claudio Moroni, y acaso el director del ANSES, Alejandro
Vanoli.
Creen que el régimen jubilatorio
del Poder Judicial, al que se niegan a calificar como “de
privilegio”, terminó siendo una suerte de moneda de cambio ante un
anuncio controversial sobre el aumento a los jubilados en general,
que benefició a los de la mínima pero acható a los que cobran un
poco por encima de ese límite.
Cuando se resolvió que los
jueces pagaran el impuesto a las ganancias, la fórmula de síntesis
que permitió superar las controversias fue que ese nuevo régimen se
aplicara a los funcionarios que ingresaran desde 2017 al Poder
Judicial.
¿Podría ser ese antecedente una
base de negociación también para las jubilaciones? “El
escenario para negociar era hasta el viernes. Una vez que presentaron
el proyecto, las posibilidades de negociación se redujeron
sustancialmente”.
¿Entonces? Entonces comienzan a
escucharse, a lo lejos pero no tanto, tambores de guerra. Hay
sectores talibanizados que plantean declarar la inconstitucionalidad
de la ley una vez que sea sancionada porque vulnera derechos
adquiridos, y otros recomiendan una avalancha de juicios precedidos
de medidas cautelares que frenen por todas las vías judiciales
posibles la aplicación de la nueva normativa.
Un sector más moderado advierte:
“estamos reaccionando como una casta, privilegiando nuestros
intereses en un escenario complicado. ¿Con qué cara vamos a
defender jubilaciones de 400 ‘lucas’ contra un docente que cobra
17 mil?”.
Hay, también, un tercer sector,
juvenil, progresista y que no proviene estrictamente de la familia
judicial, que está dispuesto a aceptar la modificación (y el fin de
los privilegios) ya mismo. No sólo sin chistar, sino adhiriendo
fervorosamente a ese gesto “solidario” desde el Poder Judicial.
Lo único que proponen a cambio
es discutir las restricciones que los funcionarios judiciales tienen
para otros emprendimientos económicos. Hasta ahora, sólo les está
permitido ejercer la docencia como actividad rentada. “No podemos
poner ni un quiosco a nuestro nombre. Si vamos a ser iguales a todos,
pues seámoslo en todos los sentidos”, preconizan.
Este último es un sector
minoritario y con poco peso a la hora de la toma de decisiones
corporativas.
Buena
parte de esa tarea por ciudadanizar la política y la biopolítica (Y
no a la inversa) es imposible de ser pensada sin una justicia
reformada que adquiera una profunda vocación democrática y que no
acepte quedar de rehén de los juegos del poder donde los medios de
comunicación y los factores de poder económico nacionales y
extranjeros juegan su “juego de Tronos” sometiendo al resto a los
“juegos del hambre” …
Daniel
Roberto Távora Mac Cormack
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