Los males mentales son sociales.

Mas que decir es hacer

Alfredo Grande es psicoanalista y médico psiquiatra, fundador y presidente de la cooperativa de salud Ático y un consecuente colaborador de la Agencia Pelota de trapo (portal periodístico del Movimiento Chicos del Pueblo), en cuyos artículos desentraña los cruces entre política y psicoanálisis, y los efectos concretos en lo real de lo que denomina “el alucinatorio social”.

Activista de las luchas por los derechos humanos, docente universitario y conductor del programa de radio Sueños posibles, Alfredo Grande es autor de diversos libros y de numerosos artículos de divulgación científica, es Profesor Titular de Teoría Psicoanalítica en la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados. Profesor Adjunto de Psicoanálisis Implicado en la Faculta de Psicología de La Plata. Profesor Titular de Dinámica de Grupos en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Lomas de Zamora y miembro de Honor de la Sociedad Cubana de Psiquiatría.

ÁTICO es una cooperativa de trabajo en salud mental fundada el 1 de mayo de 1986. “Crear un dispositivo de autogestión en la primavera alfonsinista estaba condenado a destruirse. Pero con el tiempo se sumaron colegas, jóvenes, muchas personas comprometidas”, recordó Grande. El cooperativismo tiene su fundante en la lógica de la cooperación. "En la cultura represora, la lógica hegemónica es la rivalidad encubierta como sana competencia. En el ámbito estatal la rivalidad son los concursos más o menos digitados; la designaciones a dedo, habitualmente dedos de los pies. En la medicina y psicología privada es más de lo mismo y a veces, peor. La cooperativa de trabajo es una decisión teórica, política e ideológica de la que no daremos ni un paso atrás. La idea de un colectivo social, tiene que ver no sólo con un número de personas y una continuidad, sino con una estrategia de poder que pueda romper la fuente”, definió. 

"La relación entre salud mental y aprendizaje encubre la  misma potencialidad con diferentes dispositivos. El aprendizaje cura y cuando nos curamos, aprendemos. Yo hace años que incluyo la explicitación de conceptos que permitan pensar. Enfermedad es la incapacidad subjetiva de dialectizar el conflicto. El conflicto es inmanente. La enfermedad no. Desde ya, el abordaje represor del conflicto lo transforma en enfermedad. Por eso dije alguna vez que la psicosis es la captura psiquiátrica de la locura.  La cultura represora es como una piedra filosofal al revés. Transforma el oro en basura. El delirio de patologizar tiene su correlato en el lucro de la medicalización de la vida.

Por otro lado, si la sociedad no nos enfermara ¿Por qué habríamos de trabajar por la salud? La sociedad  a la que denominamos cultura represora nos enferma desde “afuera” y desde “adentro”. El afuera de las masas artificiales y el adentro superyoico. Perforando los determinantes tanáticos de nuestra subjetividad es que podremos liberar nuestros deseos, nuestros placeres, nuestras creatividades. No hay mejor antídoto que ese. Y lo tenemos aunque no sepamos todavía usarlo en su amplitud y potencialidad.

Creo que una buena manera es el desafío de construir colectivos. Los colectivos son grupos con una estrategia de poder. El estado de sitio, que es la forma universal en la cual la cultura represora se saca la piel de cordero, impide agruparse. Y cuando no hay encuentro, tampoco habrá vínculo. Ni grupo. Y desde ya, ningún colectivo. El hombre y la mujer aislado enloquecen siempre y se psicotizan a veces. Un aforismo implicado dice: “hay miedo a la libertad pero no hay pánico a la esclavitud. Sonamos”. Hay que cultivar en forma colectiva el amor a la libertad.

Escribe en “pelota de Trapo”

Cara de derecha

Hablamos con palabras, pero pensamos con conceptos. La lucha por el sentido, o sea, la batalla cultural, es también la lucha entre conceptos descubridores y conceptos encubridores. Solamente si nos ubicamos en el registro descubridor, nos asomamos a lo fundante. Y el combate por la hegemonía de fundantes incompatibles ilumina la historia de la humanidad.

¿No será mucho? Es posible, pero no toda reducción es reduccionismo. Pongo ejemplos, que espero sean buenos, o al menos, no sean tan malos. Un fundante es la propiedad privada. Otro fundante es la propiedad comunitaria. Un fundante es la lucha de clases. Otro fundante es la comunidad organizada. Un fundante es la armonía entre capital y trabajo. Otro fundante es el antagonismo entre capital y trabajo. Un fundante es la novedad radical. Otro fundante es el mito del eterno retorno de lo mismo. Un fundante es la soberanía del rey. Otro fundante es la soberanía del pueblo.

En el nivel fundante hay un hiato. Un corte. Pero ese nivel fundante está clavado en el inconsciente histórico político social que nos construye como sujetos políticos. A veces también está clavado en la memoria, pero no siempre. Diría que casi nunca.

En los momentos denominados “analizadores históricos”, el fundante aparece en la superficie. La última vez en la Argentina fueron las jornadas de diciembre 2001.

En el nivel encubridor, ese analizador histórico fue demolido desde la reconstrucción de un modelo democrático de raigambre constitucional. O sea: donde la representación es más importante que la presentación. Donde no hay ningún indicador de democracia directa. Ni plebiscito vinculante ni revocación de mandatos.

Las PASO, supuestamente obligatorias, evidenciaron que, en el fundante, el sufragio como adhesión a la democracia republicana, representativa y federal, había colapsado. Desde ya: la meritocracia partidaria y frentista pretende emparcharlo omitiendo que no se puede emparchar el parche. Más allá y más acá de la aparición de chirolitas de ocasión, peligrosas porque algunos muñecos toman vida propia, como Golem o como Chuky, lo preocupante es que vuelve a quedar claro lo que no se quiere, aunque lo que se quiere todavía está en un espeso manto de neblina.

Yo diferencio a la izquierda de la derecha de una manera simple. Y con algún matiz de verdad. La izquierda sostiene lo legítimo y combate para que sea legal. La derecha considera que todo lo legal es legítimo y combate para sostener el statu quo. O sea: el estado de cosas como está. Obvio: como está, aunque esté mal.

La legalidad del acto eleccionario se mantiene, aunque la legitimidad del acto eleccionario se ha perdido. Uno de nuestros profetas dijo: “si decía lo que iba a hacer no me votaban” A confesión de parte, no hagamos relevo de prueba.

Una forma dolosa de sostener la ilegitimidad es armar contra frentes. O sea: frentes unidos por el espanto y con muy poco amor. En el momento del triunfo, difícil si no imposible, es hacer la diferencia. Pero en el devenir se observa cómo todos los caminos no llevan a Roma, y tampoco todos los caminos llevan al Fondo.

En el espanto hay dos operaciones simultáneas: el repudio y el sometimiento. O sea: dime qué blasonas y te diré de qué careces. La denominada falta de voluntad es una forma elegante y mentirosa de ocultar la complicidad flagrante. Ante tanta estafa planificada y sistematizada, y recordando los versos del tango “Pan”, puedo afirmar que “si Jesús no ayuda, que ayude Satán”.

O sea: las necesidades cuando están cruelmente insatisfechas siempre tendrán cara de derecha. Porque como los préstamos bancarios, ofrecen lo inmediato maravilloso para luego derrapar hacia lo mediato siniestro. Como le sucedió al Dr. Fausto, cuando vendió su alma al diablo, nunca más pudo rescatarla. Los alemanes de la posguerra pudieron comprobarlo. Pero cuando es tarde, es tarde.

¿Es tarde para la Argentina? La Argentina no existe. Es una abstracción que encubre un país unitario cuya identidad autopercibida es federal. La exclusión social y económica de por lo menos tres generaciones, no tiene perdón de Dios. Y tampoco del Diablo, que hace las cosas de otra manera.

Los que siguen repudiando a las derechas, solamente les abren las puertas.

Décadas haciendo el juego a las derechas, mientras proclaman que las combaten. Niños y niñas hambreadxs hasta el hartazgo, valga la paradoja, son los testigos condenados. Es posible que algún cínico a sueldo pueda preguntarse porque los esclavos votan a sus amos. Porque las necesidades básicas insatisfechas siempre tendrán cara de derecha.

De “enfermedades” y “pseudociencia”

Héctor Gambini, Prosecretario de Redacción en Diario Clarín intentó explicar en una nota publicada ayer en Clarín, Porque los titulares dramáticos respecto de los asesinatos en ocasión de robo, no modificaron los sufragios y el oficialismo obtuvo mas votos que en las PASO.
 

En otra de sus notas, el diario mas leído de la Argentina tomó la alocución del pseudocientífico Facundo Manes hablando de algo que debería saber pero da muestras claras que desconoce: La anasognosia.

Dos botones de muestra de lo que se viene. Lejos de informar seguirán militando para las formas de derecha posibles, que les aseguren el negocio financiero y el negocio de sus publicistas … son parte del problema y para colmo, se venden como periodismo independiente de información. Lamentablemente siguen teniendo predicamento, pero no tanto como el que creen tener o solían tener … Por esto se extrañan de que los titulares catástrofes no hayan resultado en estas elecciones.

En ambos casos demuestran la debilidad de una estrategia que comienza a requebrajarse a la hora de interpelar a la población de cara a los problemas que si existen y a los errores que se hubieren podido cometer ya por acción o por omisión, teniendo en cuenta el inédito escenario pandémico y el condicionante marco económico que dejó la presidencia de Mauricio Macri en 2019.

Posteaba ayer en mi Perfil en Facebook (https://www.facebook.com/profile.php?id=100000872709015)

¡¡¡ay Manes !!!

Al menos te quitaste la careta de científico y mostrás lo "ideologizado" que estás. El concepto clínico que usas lo usas mal. Entonces o sabes y sos un cínico perverso. O no sabes y sos un pseudocientifico como creo que sos.

https://www.clarin.com/.../facundo-manes-diagnostico...

Recuerdo al "doctor en medicina" Nelson Castro, hablando del mal de hubris que padecía Cristina. Son tan poco originales.

Pero vayamos a desmantelar el papelón y mamarracho en el que incurre el pseudocientifico devenido en Diputado Nacional.

Según la RAE, anosognosia es un término de la Psicología que significa “enfermedad que consiste en no tener conciencia del mal notorio que se padece”. Esta definición introduce un término (enfermedad) que la diferencia de otras “no conciencias del mal notorio que se padece”. Además, hace referencia a algo que es principal en el diagnóstico de anosognosia: es la no conciencia del mal propio y no del mal que se pueda estar provocando a otros.

Según Prigatano (2005) “la anosognosia se define como el fenómeno clínico por el cual un paciente con una disfunción cerebral no parece ser consciente del deterioro de la función neurológica o neuropsicológica, que es evidente para el médico y para otras personas. La falta de conciencia parece específica de los déficit propios y no puede ser explicada por hiperarousal o deterioro cognitivo generalizado”.

Pablo Duque San Juan, obtuvo los siguientes títulos:

Licenciado en Psicología; Universidad de Sevilla.

Doctorado; Universidad de Sevilla.

Máster Neurociencia y biología del comportamiento; Universidad Pablo de Olavide; Sevilla

Especialista universitario en Ensayos clínicos; Universidad de Sevilla

Máster en Neuropsicología infantil; Universidad Pablo de Olavide; Sevilla

Máster en Neurospicología clínica; Universidad Pablo de Olavide; Sevilla

Máster oficial en Neurociencia y biología de comportamiento; Universidad Pablo de Olavide; Sevilla

Se desempeño en las siguientes tareas y produjo los siguientes trabajos:

Experiencia profesional

Unidad de deterioro cognitivo, Hospital Universitario Reina Sofía.

Servicio de Neurología, Hospital Universitario Virgen Macarena.

Plan de Deterioro Cognitivo, Servicio extremeño de Salud

Dirección de la división de Neurociencias, Enterprising Solutions for Health

NISA Aguas Vivas

Centro de Daño Cerebral NISA Vinalopó

Fundación Instituto Valenciano de Neurorrehabilitación “FIVAN”

Programa Neuropsicología Clínica, Asociación Sanitaria Virgen Macarena.

Dirección Master Neurorrehabilitación clínica, Universidad Pablo de Olavide.

Coordinación Neurorrehabilitación y Neuropsicología, Centro CPM.

Profesor Máster Neurofisioterapia, Universidad Pablo de Olavide.

Servicio de pediatría, VIAMED.

Dirección Máster Neurospicología Clínica, Universidad Pablo de Olavide.

Cooperativista Fundador Sociedad Cooperativa Andaluza.

Consultor en Plan Nacional de Enfermedades Neurodegenerativas, Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

Dirección científica de Postgrados en Neuropsicología

Investigación Clínica, Hospital Universitario Virgen Macarena.

CEO de INEURO®, KRANIO® y Elia®

El artículo que comparto está publicado en “NeuroWikia” y se títula: “Bases neurobiológicas de la anosognosia”

En la definición de Prigatano ya aparecen algunos datos diferentes:

existe una disfunción cerebral,

es un fenómeno clínico y no una entidad unitaria como es una enfermedad,

se da sólo para las alteraciones propias;

no se explica por otra alteración concomitante.

En esta definición se hace referencia a la “incapacidad para darse cuenta de la incapacidad” (quizá sería mejor decir “el trastorno de no darse cuenta de que se tiene una clara disfunción”) y, bajo mi punto de vista, se aísla un concepto claro: existe un fallo en los sistemas de la conciencia del déficit. Obviamente, esto nos obligaría a entrar en lo que significa conciencia y consciencia, que formaría parte de un capítulo aparte en la neurobiología, refiriendo al lector a textos clásicos avanzados como el de Koch (2004) o el de Edelman y Tononi (2002). Aquí tomaré, para el tema que nos ocupa, los términos de conciencia y consciencia como sinónimos al estilo que lo hace la Real Academia Española de la Lengua.

Para Zarranz (2001) la anosognosia es “la incapacidad del paciente para reconocer su enfermedad y puede referirse a defectos motores, pero también del lenguaje, de la memoria o visuales”.

La diferenciación entre anosognosia y otras formas de “no conciencia del déficit” no es clara. Al menos, no están suficientemente delimitadas. Por las definiciones que encontramos de los autores clásicos y de otros, la anosognosia sería principalmente un no darse cuenta, un no ser consciente de un déficit evidente. ¿Acaso no hay pacientes con enfermedades psiquiátricas que no son conscientes de sus propios déficits? ¿No es un paciente con un brote psicótico no consciente de su déficit? Por otro lado, ¿no son los pacientes con Trastornos de la Personalidad tipo Límite, por ejemplo, no conscientes de sus evidentes impulsividades o mentiras? Verdaderamente, la respuesta sería sí, aunque los déficits no sean tan evidentes como una parálisis o una ceguera, que se pueden objetivar.

Entiendo que entrar en estas particularidades no es sólo ciertamente arriesgado sino que sería propio de un estudio pormenorizado sobre anosognosia, objetivo que escapa a este capítulo. Sin embargo, no puedo dejar de señalar las semejanzas entre la no conciencia del déficit de las personas que padecen ciertos trastornos psiquiátricos. Además, como veremos posteriormente, se ha referido clara anosognosia en cuadros psiquiátricos específicos como la Esquizofrenia o los Trastornos de Personalidad.

Según Orfei MD et al. (2007), “la anosognosia es la falta de conciencia o la subestimación de un déficit específico en el funcionamiento sensorial, perceptivo, motor, afectivo o cognitivo debido a una lesión cerebral”. Obviamente, esta definición es mucho más amplia que las anteriores.

Por ello, tomando como consideración estas y otras definiciones, podría definir la anosognosia como un trastorno de origen cerebral, cuya causa puede ser conocida o no, que puede derivarse de una alteración de la estructura y/o de la función cerebral, y que consiste, principalmente, en la no conciencia de una alteración de alguna función corporal propia (física, neurocognitiva o psicológica) que es muy evidente para personas que conocen al paciente y también para otras personas que puedan cotejar lo que ocurre con la realidad, no siendo explicable por un mecanismo de negación.

Esta definición se intentará concretar en el siguiente apartado.

Criterios diagnósticos y clasificación de la anosognosia

No existen, hasta la actualidad, criterios diagnósticos específicos para el diagnóstico de anosognosia. De hecho, algunos la consideran como una enfermedad, mientras otros la consideran un síntoma y otros un síndrome. Bajo mi punto de vista, la definición más exacta de anosognosia encuadraría en la categoría de signo o síntoma dentro de un cuadro general (así como el dolor articular lo es de la gripe). No obstante, y para intentar diferenciarlo de otras entidades nosológicas vamos a concretar algunos criterios que nos pueden servir para el diagnóstico y para su diferenciación, como digo, de otras entidades.

La anosognosia se clasificó en la CIE-9 con el código 780.99, dentro de el apartado “Síntomas, signos y otras condiciones de enfermedad” (780-799), en el apartado “Síntomas” (780-789) y, ahí, en el de “Síntomas Generales” (780) y, en este grupo, en “Otros síntomas generales”, junto a cuestiones tan variadas como la anhedonia, la autotopoagnosia, la intolerancia al frío o la fuga histérica.

Los únicos criterios diagnósticos propuestos para el diagnóstico de anosognosia -al menos los únicos encontrados- se proponen desde el Consorcio de Neuropsicología Clínica (2010):

A) Alteración de la conciencia de padecer un déficit físico, neurocognitivo y/o psicológico, o del padecimiento de una enfermedad.

Esta alteración es principalmente, en forma de negación de lo que le ocurre, con varios tipos de expresiones diferentes:

A la pregunta “¿qué le pasa?” el enfermo responde “nada” o cualquier cosa que no tiene que ver en absoluto con lo que le trae a consulta y que hacen que, en cierto modo, el paciente no esté situado en el contexto. Por ejemplo, ante la pregunta “¿entonces por qué viene usted a consulta?” el paciente responde “no lo sé; quizá sea por el dolor de rodilla que tengo”.

A una pregunta directa como “¿no tiene usted mal su memoria?”, el paciente responderá con “se me olvidan cosas como a todo el mundo” o “en absoluto: tengo mejor memoria que mi mujer”.

Ante la evidencia de sus fallos en la exploración el paciente dirá algo así como “nunca he sido bueno para este tipo de cosas” (p. ej., en una exploración de las funciones mnésicas).

Ante la evidencia de sus disfunción de la personalidad (mentiras evidentes, manipulaciones, etc.), siempre existirá la convicción más profunda de que los demás (la sociedad, etc.) son los culpables de lo que está ocurriendo a modo de lo indicado por Bialer (1961) y Rotter (1966) como precursores de las teorías de “locus de control” y, posteriormente, estudiadas por Lazarus o Bandura (1999), entre otros.

C) Evidencia de dichos déficit mediante instrumentos de evaluación (ya sean validados o no) dirigidos a los fundamentos de dicho déficit. Un ejemplo de esto sería la exploración motora de un paciente con hemiplejia o la comprobación mediante pruebas de función ejecutiva de la alteración de dichas funciones.

D) Evidencia para personas conocidas de dicha alteración, comprobada con pruebas de la vida diaria.

E) Influencia negativa en su vida diaria, mermando su independencia y ocasionándole problemas y dificultades.

F)Esta alteración no se da en el contexto de estados confusionales o estados alterados de conciencia, así como tampoco por afasia grave (Global o Wernicke) *La anosognosia podría darse en un cuadro de afasia grave, pero los signos deberían ser tan evidentes para que este punto quedara evitado.

Como dije anteriormente, la no conciencia del déficit forma parte de muchos cuadros clínicos que “no” son neurológicos según la gran mayoría de los tratados. No entraremos en la definición de neurológico y de psiquiátrico, aspectos que evolucionan ya desde antiguo y que actualmente, en la práctica, están superados.

El artículo completo se puede leer en este Link: http://www.neurowikia.es/.../bases-neurobiologicas-de-la…

Obviamente la enfermedad, en tanto tal, solo es posible determinarla en una clínica respecto del padeciente que es tratado por el profesional y no define una conducta “ negacionista” y mucho menos respecto de asuntos que están sometidos a disputas o debates, sino a negar un propio padecimiento evidente. Esta es la verdadera intencionalidad. El no debate. Manes intenta clausurar el debate, en el supuesto de que “el otro” esta incapacitado para reconocer su propia enfermedad. La unidad a la que aspiran, no apela a diálogo alguno sino a someter al otro a una opción vestida de sanidad, verdad, donde solo puede haber unidad de los sanos y que piensan correctamente. Es el germen mas antiguo del autoritarismo y de la medicina represiva y torturadora que ha caracterizado a los modelos de salud mental en el mundo hasta entrado los años 70 y la revolucionaria experiencia de desmanicomializacion iniciada en Trieste, Italia allá por 1973.

Ecos de las elecciones

Iván Schargrodsky escribe “OFF THE RECORD”, uno de los newsletter de la plataforma de noticias CENITAL

La oposición tiene, indudablemente, motivos para festejar. Ganó por nueve puntos a nivel nacional, mantuvo la victoria en la provincia de Buenos Aires y consolidó un rígido en los grandes centros urbanos donde el peronismo deberá trabajar y mucho para volver, al menos, a no espantar. En ese sentido -si uno mira los resultados de las últimas cinco elecciones-, Juntos parece tener un consolidado más compacto que el peronismo para el cual ya es una variable probable perder en territorio bonaerense. Además, la coalición opositora logró uno de sus objetivos principales: sacarle el quórum al peronismo en el Senado después de casi 40 años. Esto transforma a Alejandra Vigo, Maggie Solari y Alberto Weretilneck en los senadores más caros del mundo. Festejan, por lo bajo, Juan Schiaretti y Carlos Rovira a quien el Presidente le había prometido un área aduanera especial en Misiones que luego vetó en la promulgación del Presupuesto. 

Se da un fenómeno singular. El oficialismo también tiene argumentos -y fueron explícitos- para celebrar. Y los tres, paradójicamente, se los debe a Mauricio Macri. Fue el ex Presidente quien inauguró en términos políticos la celebración de la derrota en las generales de 2019. Por eso sorprendieron las declaraciones de Hernán Iglesias Illa, el arquitecto del discurso macrista, contra los periodistas del Grupo Clarín. “Muy enfocado TN en su mensaje de que el resultado es un poco decepcionante para Juntos por el Cambio. Disciplinados”, tuiteó el escritor. Además de una torpe demostración de fastidio por el resultado, es una injusticia. Tal vez producto de la decepción. El otro aspecto tiene que ver con algo de lo que habitualmente peca el peronismo y en este caso copió su adversario: sobrevendió un triunfo holgado en la provincia de Buenos Aires. “Eso fue fuego amigo”, se quejaba ayer un hombre de confianza de Horacio Rodríguez Larreta. Fue, entonces, el seteo de expectativas lo que cambió el ánimo en ambas fuerzas políticas y no el resultado en sí. Y, last but not least, parte de la remontada del peronismo en PBA tuvo que ver con la aparición de Macri. El sistema lo indultó, pero la sociedad no: en todas las encuestas confiables, el ex Presidente aparece como uno de los dirigentes con peor imagen del país. 

Así las cosas, en un mes de orden narrativo -articulado por Antoni Gutiérrez Rubí- y de gestión -validado por los cambios pos PASO-, el Frente de Todos descontó una ventaja en territorio bonaerense que parecía improbable, administró una agenda vinculada a su base electoral y a los sectores medios y terminó de convalidar el informe que el politólogo Marcelo Leiras le había acercado el día después de la elección a Eduardo “Wado” de Pedro: de los ausentes, la mayor porción eran votantes oficialistas. El famoso aparato, muchas veces exagerado y sobrevendido por su administradores, apareció en su justa medida y armoniosamente. En este dispositivo se destacó la incorporación de Martín Insaurralde que permitió la llegada a los distritos de recursos y logística más un intangible: sacudir la modorra pre PASO de sus pares en el Conurbano bonaerense.

En ambas fuerzas el resultado postergó las disputas para las presidenciales. Un triunfo determinante en Ciudad y PBA podía envalentonar a Larreta para tomar la conducción de su espacio. No ocurrió. “Si ganabas por 10 en Provincia y CABA con 55 al Pelado no lo balanceabas con nada”, reflexionó un colaborador macrista. Los guiños de Macri a Javier Milei durante toda la campaña quedarán para el estudio de los especialistas en comunicación política. Un hombre muy particular. Larreta, por su parte, se vio obligado a una aclaración: “Nosotros ganamos y ellos perdieron, no hay otra interpretación”. El jefe de Gobierno no debe haber visto Game of Thrones ni escuchado a Tywin Lannister. "Cualquier hombre que tenga que decir 'yo soy el rey' no es el verdadero rey"

En el oficialismo ocurre un fenómeno similar: una derrota indecorosa podía acelerar las tensiones. El camino tomado fue el inverso: el Presidente envió un proyecto de algo parecido a un plan económico con el apoyo de los socios de la coalición. “Sí, eso estaba hablado entre todos”, le confirmó a este medio una persona de estrechísima confianza de Cristina Kirchner. “¿Cómo está CFK?”, “Bien, activa, estuvo llamando a intendentes y gobernadores de todo el país antes, durante y después del domingo”, fue la respuesta.

En un escenario de crisis económica heredada del macrismo, un país sin crédito, una pandemia que fue bien administrada desde el programa de vacunación, pero dejó varios puntos ciegos -la foto del Presidente en Olivos, por caso-, los colegios cerrados que impactaron y mucho en los barrios populares del territorio bonaerense y un predictor electoral casi infalible como la caída abrupta de los ingresos de los trabajadores, jubilados y pensionados, el oficialismo terminó a un margen escaso de una fuerza política que unificó voluntades y consolidó una oferta atractiva. A menos que aparezca un cisne negro, dificilmente el gobierno enfrente en 2023, desde las condiciones objetivas, un escenario más complejo que el de estas elecciones.   

Mientras tanto, la renovación del sistema político podría darse en paralelo a los deseos de la sociedad o sus principales espacios. A nivel nacional, en 2023 habrá 13 gobernadores que no podrán ir por la reelección. Eso implica una reconfiguración de más del 50% de la nómina de mandatarios provinciales. La situación está bien distribuida: cinco del FdT, 4 de JxC y 4 provinciales. En PBA, gracias a la ley que impulsó María Eugenia Vidal y acompañó Sergio Massa con intendentes del peronismo que hoy militan en el Frente de Todos, hay 83 jefes comunales que no podrán aspirar a un nuevo mandato: 32 del peronismo, 47 de Juntos y 4 vecinalistas. Esa situación implica, a priori, un escenario de mayor probabilidad de acuerdos para quien asuma la primera magistratura en 2023.

Pasadas las elecciones, las alternativas para el gobierno son complejas y las definiciones -ya sea con o sin acuerdo de toda la coalición y con o sin acuerdo con la oposición- serán ineludibles. La posición de divisas de Argentina durante el año próximo será difícilmente sostenible sin un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que, por sí solo tampoco las garantiza. La brecha, la tensión cambiaria y la elevada inflación ponen presión a una situación externa que durante el último año se benefició de condiciones excepcionalmente favorables y, aun así, no pudo evitar una grave precarización del balance de reservas del Banco Central. Con los montos exportados cercanos a sus récords históricos y el mayor superávit comercial en una década, los márgenes de mejora son acotados. 

El saldo turístico tras la apertura de fronteras, precios de las materias primas que muy difícilmente mantengan los valores de 2021 y una necesidad de importaciones que aumenta por encima de los niveles de crecimiento redundará en presiones devaluatorias que sólo podrán enfrentarse con el ingreso de dólares de inversiones o de créditos bilaterales o multilaterales, en un año dónde no se repetirá, tampoco, el ingreso de Derechos Especiales de Giro. Si acordar con el Fondo Monetario Internacional no garantiza nada de eso -del mismo modo que el acuerdo con los acreedores internacionales no mejoró la paridad de los bonos-, la falta del mismo se traduciría, casi linealmente, en una pérdida de capacidad para enfrentar una situación mucho más compleja. La suscripción de un acuerdo, por otra parte, facilitaría destrabar el ingreso de divisas correspondientes a los financiamientos chinos para las represas Kirchner y Cepernic y, si fuéramos a creer las promesas por lo bajo de la burocracia de Washington, también podrían ingresar dólares a través de organismos multilaterales de crédito como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, la CAF o el BCIE. En esa clave deberían leerse, también, los llamados de Alberto Fernández a un pacto solidario climático durante su participación en la COP26 en Glasgow. 

En ese desfiladero, Argentina deberá maximizar el pragmatismo. Como los generales vietnamitas -que pasaron de un acuerdo tácito con los Estados Unidos para enfrentar a la potencia colonial francesa en el 54 a una guerra abierta y descarnada en la década siguiente y, apenas unos meses después de la victoria, a perseguir una reaproximación diplomática- Argentina deberá encontrar un entendimiento con el mismo Fondo Monetario Internacional que, en palabras textuales del ex Presidente Macri, proveyó los dólares para la salida del país de los dólares de los bancos internacionales tras el colapso del peso a comienzos de 2018 -apenas unos meses después de su victoria en la elección de medio término-. Junto al intento de encaminar, del modo que fuera, la frágil situación macroeconómica, deberán afinarse también las intervenciones en los márgenes. La administración del comercio exterior deberá poner la lupa sobre las importaciones de bienes finales no esenciales y  maximizar controles para evitar el arbitraje de firmas importadoras, muy por encima de la lupa puesta durante este año, afectando, a su vez, en la menor medida posible, el flujo comercial de las empresa. 

Contrastando con los ruidos generados tras la primaria, cuando el Frente de Todos escenificó, de arriba hacia abajo, sus internas y diferencias a cielo abierto en forma dramática, e incluso antes de la elección, el último mes se ha venido verificando un acercamiento impulsado desde los cuadros técnicos de mayor confianza tanto del seno de la agrupación que conduce Máximo Kirchner como de uno de los sectores más recurrentemente cuestionados del gabinete económico "albertista".

El acercamiento, aún embrionario, aporta una novedad más allá de la obvia posibilidad de modificar los ánimos posteriores a las primarias. Está impulsado por coincidencias de mirada de fondo sobre lo que podemos calificar de grandes temas. El diagnóstico compartido sobre la complejidad que deberá atravesar el país durante los próximos años, marcada por las dificultades en el acceso a divisas, que impondrá maximizar las oportunidades de generar exportaciones y restringir la afectación de los canales de pérdida. En los equipos comparten el entusiasmo sobre la corta ventana de oportunidad que para el país significa el yacimiento de Vaca Muerta, como segunda reserva global de gas no convencional, que está llamado a cumplir un rol relevante en el abandono gradual de la generación de energía basada en el carbón durante las próximas dos décadas, mientras se consolidan, en Argentina y en el mundo, las fuentes limpias. En la mirada común, esta oportunidad debe ser aprovechada de forma urgente y agresiva.

Los ajustados guarismos entre oficialistas y opositores, la larga década de estancamiento -devenido durante la gestión anterior en una profunda recesión y crisis de endeudamiento- y los fantasmas del pasado que sobrevuelan en las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional hacen tentador leer la elección sólo en su clave nacional. Sería un error. Argentina difícilmente esquive el fenómeno de crecimiento y consolidación de ciertas miradas de derecha tras la imperfecta, parcial y casi segura provisoria salida de la pandemia en occidente.

Las nuevas convergencias ideológicas se reflejan en España en el acercamiento hasta la casi mímesis entre Vox y el Partido Popular; en Francia, donde Emmanuel Macron enfrentará no a una sino a tres encarnaciones de la derecha, a cual más extrema, dispuestas a acumularse en una hipotética segunda vuelta; en Chile, donde el pinochetista José Antonio Kast ha absorbido la mayoría de los apoyos correspondientes a la coalición que llevó al poder a Sebastián Piñera, además de los Estados Unidos de Donald Trump, consolidado casi como propietario del Partido Republicano, y el Brasil de Bolsonaro. Excepto por este último, todas las expresiones mencionadas gozan del favor de las encuestas, y crecen a costa del centro y la centroizquierda. 

La posición de Alberto Fernández no es más incómoda que la de Joe Biden, Pedro Sánchez, la candidata chilena Yasna Provoste e, incluso, que la del propio Macron, que aspira a la reelección el próximo año. Tampoco menos, claro. Extrapolando al Brasil del 2018 los distintos elementos de una hipotética coalición "bolsonarista", que aúne a la derecha tradicional con el liberalismo económico talibán, el conservadurismo social de tintes religiosos, los nostálgicos de las últimas dictaduras y los escépticos de las ciencias naturales, obtuvieron el 51% de los votos en la provincia de Buenos Aires y el 65% en la Capital Federal. La política, claro, no es aritmética, pero hay allí un motivo de apuesta para Patricia Bullrich y Mauricio Macri, y de preocupación para cualquier encarnación "moderada" como Larreta o Facundo Manes.

Las tendencias, confusas, desordenadas, a la radicalización hacia la derecha podrían dar como resultado un gobierno cuya mano tendida hacia la oposición encuentre dosis similares de temeridad y rechazo, antagónicas entre sí. Estará condenado, sin embargo, a mantener el rumbo esbozado, porque, como toda Moncloa, la política de fijar rumbos compartibles por la mayor diversidad y amplitud de actores políticos y económicos del país no surge de un capricho político coyuntural sino de la necesidad de enfrentar una extrema vulnerabilidad estructural. Si lo hiciera sin socios opositores, el oficialismo podrá apostar a hegemonizar el progresismo, donde opera contra el vacío, y disputar el centro, donde justificadamente o no, pisan más fuerte el jefe de Gobierno porteño y referencias más recientes como Manes, que deberán decidir entre preservarlo y contentar a sus bases, activamente movilizadas.

No es novedad que el oficialismo es, cuanto menos, muy tolerante a las divergencias discursivas. La elección disipó las dudas sobre el límite de lo posible para esa falta de disciplina discursiva. Fueron varios los militantes, entre ellos una funcionaria de altísimo perfil, que se permitieron expresar su alegría por el ingreso de una diputada rigurosamente opositora, que disputó activamente el núcleo electoral del oficialismo y que caracteriza al gobierno como parte de un dispositivo político que incluiría también al macrismo, y teóricamente sometido a un programa dictado desde Washington. La pregunta por cuál es la coincidencia que orienta las expresiones de satisfacción sigue abierta.

La grieta está en el pensamiento

Si algo logro enquistarse profundamente en el neoliberalismo es esa idea del “uno mismo”. La atomización que produce, paradójicamente, se sintetiza en dos posturas antagónicas irreconciliables, los que se defienden “a si mismos” y proponen el “si mismo” como base de cualquier orden social y quienes postulamos la necesidad de organización, acuerdos, consensos, formas comunes que nos involucren a todos y que nos comprometan y hagan responsables comunes de los resultados que surgen de las acciones individuales en sus efectos sociales en la realidad. El problema de fondo son los miedos que generan hipocresía y violencia. El reconocimiento de los limites de la propia individualidad (No porque lo individual pueda ser dividido sino porque no alcanza para sostener la vida y mucho menos los deseos y seguridades que todo individuo busca para sí), produce temor y el temor se enmascara en la violencia, o en la sumisión, la dependencia y la pérdida de valor propio, (De la palabra, la acción y los pensamientos) en lugar de buscar el equilibrio entre “lo propio” y “lo otro”, entendiendo que se es parte de una relación dentro de un sistema de relaciones, dónde el conocimiento es la base necesaria para transformar el odio en amor, en tanto nos va mejor individualmente cuanto a mas individuos les vaya mejor en un sistema que nos contenga a todos. Nadie se salva solo. Que cada quién haga su parte.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack




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