El neoliberalismo tardío

Esta asunción de la derecha del Estado registra similitudes, pero también diferencias, con las anteriores experiencias neoliberales. La primera se impuso bajo dictadura militar y terrorismo de estado en los ‘70, la segunda bajo la égida del consenso de Washington en los ‘90, la tercera se produce a mediados de la segunda década del siglo XXI. Si bien las tres coinciden en promover políticas de endeudamiento, privatización de empresas públicas, condonación de deudas a los sectores empresariales y financieros, alineamiento automático en lo internacional y desindustrialización, la actual experiencia neoliberal tiene características propias. 

Probablemente la más significativa sea que irrumpe en un momento en que la globalización neoliberal decae, de allí lo de tardío. Efectivamente, se instala cuando los principales países centrales –que alentaron desde mediados de los ‘70 la apertura de las economías, el libre comercio, los grandes tratados intercontinentales– se vuelven hacía políticas más proyectivas en relación al trabajo, al rechazo de las migraciones, y a la multipolaridad emergente. Por ello, en este aperturismo económico, similar a los de los ‘90, la dificultad que enfrenta ese neoliberalismo tardío es que se mueve a contramano de ciertas modificaciones producidas en el contexto internacional. Como señala el Vicepresidente boliviano, Álvaro García Linera, “el presidente Trump ha firmado el acta de defunción de la globalización neoliberal.”  Ahora bien, el hecho de que el contexto internacional sea diferente al de los ’90, o no acompañe este proyecto aperturista de libre comercio en un mundo que contrae sus mercados y protege sus empleos, no hace que lo de tardío signifique debilidad o rápida obsolescencia. Por el contrario, el mismo se expresa con una dureza y hasta rusticidad en la gestión, tanto que la hace poco republicana, a pesar de su referencia a esta tradición. 

Además, aunque muestre el intento de hegemonía de una élite, excede en mucho la posibilidad de interpretarse como un gobierno
pasajero de acumulación rentística, a la espera de volver a ocupar
posiciones de oposición en 4 años. De allí que sea importante señalar y debatir algunas de las características más notables de la
novedad que introduce el nuevo modelo neoliberal instituido en la
Argentina en el 2015.

El gobierno de los CEO

El neoliberalismo tardío tiene entre sus objetivos modificar el Estado social-activo impulsor del desarrollo heredado del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner –para reemplazarlo por otro, estimulador de los negocios y el libre mercado–. Pero lo hace con una novedad que no reconoce antecedentes históricas, la gestión del Estado es realizada por los CEO (“Chief executive order”) de las compañías multinacionales e intereses más concentrados del país. Es decir, no hay mediación política; la gestión pública es parte de los mismos intereses sectoriales que debería regular. A esto, el neoliberalismo lo denomina modernización. 

Este concepto tiene una extensa tradición en el pensamiento de las Ciencias Sociales (en el pasaje de la sociedad tradicional a la de masas descripto por Gino Germani (1971), en la relación entre modernización y autoritarismo analizada por Guillermo O ́Donnell (2011)). Para América Latina, el concepto viene revestido por de un halo positivo que remite a la idea de una aceptación de lo moderno, del cambio, de la actualización, de un progreso que viene a suplantar lo viejo. Sin embargo, políticamente hablando, los procesos de modernización en los países periféricos, conducidos por gobiernos conservadores o dictatoriales, han tendido a entenderse como copia e imitación acrítica de los países desarrollados, y donde la modernización es pensada como “borrón y cuenta nueva”, con diagnósticos totalmente negativos de lo realizado por los anteriores gobiernos populares-progresistas, sea porque expresaban obstáculos, al libre funcionamiento del mercado, o porque eran considerados resabios del pasado “populista” que se quieren desterrar. Ello, dentro de una visión antipolítica y antiestatal que –como señala Bernazza (2016)– reduce la cuestión estatal a problemas tecnológicos referidos a su administración. Lo que es, en definitiva, rehuir al debate acerca del rol del Estado en materia económica y social. Asimismo, la reducción de la modernización a una cuestión técnica supone un
Estado sin historia, alejado de su pasado y de su identidad propia. 

La racionalidad que sustenta el avance modernizador privilegia la lógica técnica e instrumental por sobre la sustantiva y política, descree del Estado de bienestar, y, en todo caso, busca aumentar la competitividad en base a bajos salarios y la flexibilización laboral. 

En el plano conceptual, algunos elementos son traídos del New Public Management y con referencias tomadas de los paradigmas de “la sociedad red” (Castell, 2000), y “del emprendedorismo”. El desmantelamiento del Ministerio de Industria manifiesta la intencionalidad de avanzar hacia un modelo de especialización agrario semiindustrial, vinculado a una inserción internacional que deja indefenso el mercado interno, el empleo las Pymes, y que se orienta hacia un capitalismo no competitivo sino rentista. Su correlato en política internacional es una inserción aperturista y alineada con las potencias del norte. Este “abrirse al mundo”, implica insertarse en el sistema financiero internacional para volver a endeudarse, asociarse a la Alianza del Pacifico, debilitar el MERCOSUR y expulsar del mismo a Venezuela, y articularse a convenios internacionales de libre comercio –con la UE, Canadá o Japón– de carácter secreto o no abiertos al público ni al debate parlamentario. 

El Ministerio de Modernización es uno de los actores principales encargados de llevar a cabo esta estrategia. En sus alianzas
desconoce los convenios previos realizados por el Estado con las
Universidades Públicas y desplaza estas hacia otros actores, principalmente de carácter trasnacional, sea tanto para “comprar recetas” de fundaciones y organismos multilaterales, como para
reclutar los cuadros directivos de los CEO empresarios y de las
universidades privadas de élite. Esta perspectiva culmina con la
idea de una capacitación del empleado público a la medida de este
proyecto. Ya Carlos Matus (1987) había alertado que en América
Latina, aun habiéndose producido teorías educativas y de capacitación en administración pública, primarían los gobiernos de los gerentes y que, finalmente, la “escuela McDonald” terminaría siendo la elegida. En esta lógica, la capacitación es apenas un engranaje que, como señalan sus mismos creadores, busca que el personal se identifique con los objetivos de la organización.

Al imponerse esta orientación se desarticulan –en distintos
ministerios– una cantidad significativa de programas y de proyectos por subejecución presupuestaria, centralización de una burocracia que desconfía del Estado y del cuerpo de empleados previo. 

La discusión sobre el empleo público estatal, a partir de los despidos masivos de trabajadores, fue parte de esta estrategia basada en un argumento que recaía en las típicas críticas de lo público como clientelar y prebendario. Los nuevos CEO de la conducción pública se comportan como si el sector público fuera una empresa privada, un marco propicio para hacer negocios e incorporar una nueva elite en puestos de comando de cuadros juveniles del PRO. El nuevo homo corporativo requiere de empleados con márgenes y derechos acotados y no percibe que en el Estado hay que rendir cuentas, que existen presupuestos y normativas laborales que deben respetarse, o que el sentido último de la gestión pública no son los negocios, sino el bien público. 

El concepto de emprendedorismo es complementario con esta
perspectiva negativa del sector público y de la revalorización de
lo privado. El mismo aparece como el espacio de lo privado, libre
de oportunidades y pletórico de posibilidades y así engendra parte
de los mitos liberales, dado que en los países centrales la investigación de base y de ruptura la realiza el Estado directamente o se ejecuta con créditos de este (Mazzucato, 2013). 

Lo cierto es que  la tercerización de las grandes empresas, la sociedad de servicios posfordista, le resta base a la acción colectiva y de clase, a su vez que otorga credibilidad a una sociedad más individualista, a leyendas sobres emprendedores esclarecidos, héroes industriales o almítico self-made man que tiene su meca en el Silicon Valley. Así el trabajador aislado, devenido en emprendedor, es el pilar básico del orden moral neoliberal (Roy, 2006). La iniciativa individual para pequeños emprendedores, que revisten también la calidad de informales, serían la clave en esta promesa, mientras que, al mismo
tiempo, se desmantelan las agencias públicas de ciencia y tecnología. De este modo, la reducción de los conflictos con los científicos, docentes, universitarios, artistas, trabajadores en general y empleados públicos en particular, tanto nacionales, provinciales  como municipales (debido específicamente a su “alto costo laboral” y propensión al consumo “por encima de sus posibilidades”), se vuelve objetivo principal. La modernización del neoliberalismo tardío requiere un Estado chico, amigable a los mercados y con bajo poder de control sobre el mismo. 

Finalmente la lógica profunda en que descansa el estado de los
CEO es reiniciar el proceso de endeudamiento y de concentración
comunicacional. La promesa oficial era que el pago a los fondos
buitres resultara en una reducción del costo de finamiento externo. Desde entonces Argentina se convirtió en el país emergente que más deuda emitió en los mercados a lo largo de los últimos 18 meses. El profundo proceso de liberalización de los movimientos de capitales y la desregulación cambiaria tampoco alcanzaron para que el nuevo gobierno lograra, con todas estas concesiones, su sueño de pasar de la categoría de economía “fronteriza” a la de “emergente”. 

En síntesis, la modernización encarada por los CEO no es sólo una discontinuidad con el pasado inmediato del Estado Social Bienestar, sino también herramienta útil para la justificación de los pobres resultados logrados por la actual orientación económica debido a la consabida “pesada herencia recibida”. El sentido profundo del cambio promovido es que la direccionalidad de esa modernización es hacia atrás, es involutiva. El cambio generado no va hacia el siglo XXI, sino hacia la etapa previa del Estado de Bienestar. Se trata de una modernización que busca pasar de un Estado promotor de derechos sociales e impulsor del desarrollo a otro tipo de Estado, promotor de negocios, con flexibilidad laboral y naturalización de una sociedad más desigualitaria.

La gestión de la subjetividad

Otra novedad que introduce el neoliberalismo tardío se produce en la gestión de las políticas públicas. Ellas pueden basarse en logros, datos objetivos, en una racionalidad compartida, pero también en un esquema mediático que impela a que una política regresiva en contenidos sustantivos pueda ser interpretada como progresista, o vista como plausible por los mismos sectores afectados (Duran Barba y Nieto, 2017). En este mundo del marketing todo se puede explicar por el pasado reciente; interpelar la subjetividad para justificar por qué se quitan subsidios de los sectores más vulnerables: es porque no se lo merecen, porque con este déficit fiscal no es posible gobernar, porque si se cierran fábricas y la industria declina sería hasta bueno porque mejoraría el clima.
Todo puede justificarse, demostrarse y naturalizarse a partir de la
posverdad y de la pospolítica, que opta por una visión puramente instrumental del poder. El nuevo gobierno no solo utiliza las herramientas comunicacionales e informáticas modernas, como el
Big Data, los trolls, las redes sociales, los ‘timbreos’ a vecinos, los
mensajes personalizados, sino que también se apoya fuertemente
en una campaña sobre las emociones y la subjetividad de las personas, contraponiendo y antagonizando sobre ejes dilemáticos a optar por la ciudadanía: entre el cambio, o volver al pasado; entre la transparencia o la corrupción.

Asimismo, la existencia de una sociedad de servicios más individualizada y subjetiva (es decir, que no se siente vinculada a
intereses colectivos), que percibe que sus logros son sólo producto del esfuerzo propio y que siente la presión impositiva sobre sí como abusiva, es presa fácil de un discurso como el neoliberal. De esta forma, el nuevo gobierno vuelve a poner una pauta de mayor
mercantilización de la sociedad. Privatizaciones, flexibilización, y
lucha contra la corrupción y “las mafias” son ejes que forman parte de su ideología dominante. La distribución del ingreso a realizar por el Estado son fantasías populistas en tanto que la economía se debe orientar en un esquema primarizador de la matriz productiva y tomar como punto de partida la lucha contra la inflación, supuestamente sustentada en la emisión y el gasto público.

Se apunta a una gestión de la subjetividad para que muchos
sectores les parezcan plausibles los objetivos y las políticas del
gobierno, a pesar de que sus propios intereses se vean afectados.
Se trata de un tipo de democracia que, como señala Colin Crouch
(2004), se caracteriza por la preeminencia de la influencia de los
medios masivos de comunicación en la conformación de la opinión
pública, en el modo de percibir las noticias políticas y a los líderes
políticos. En la posdemocracia hay un constante uso de las técnicas de sondeos y encuestas para obtener información en masa (que es lo que la gente quiere escuchar), que luego se devuelven a la sociedad a través de los medios de comunicación (Ruiz del Ferrier, 2017). 

Dado que el neoliberalismo tardío no ofrece nada en lo económico ni en lo social, se requiere resaltar los antagonismos, o desviar la atención mediática sobre otros asuntos, tales como los piquetes, o la falta de mayor efectividad de la justicia en procesar a políticos corruptos. Esto resalta el fuerte énfasis en la ‘batalla cultural’ emprendida por el gobierno que apunta a borrar una memoria. Y si el New Public Management privilegió la racionalidad, el cálculo y la argumentación, el gobierno de Cambiemos trabaja más sobre los sentimientos, emociones y la opinión pública desde la pospolítica. Esta sería la realizada por hombres que vienen “del mundo de la vida’”, una élite no comprometida con un pasado de corrupción; hombres exitosos y eficientes en el sector privado, que trasladarían automáticamente estos atributos a la gestión pública.
De allí que la principal preocupación de la gestión de las distintas
áreas de gobierno no sólo esté puesta en los negocios a realizar,
sino en las estrategias de comunicación y de marketing a promover. 

La clave del relato Macrista es la configuración de este nuevo sentido común sobre el pasado.
Desde un approach psicosocial se puede mostrar cómo la
subjetividad y las identificaciones colectivas son reconfiguradas
y manipuladas en las sociedades de gestión de deuda, particularmente por los medios, a través de periodistas orgánicos al establishment como de figuras populares. Esto puede iluminar el conocimiento sobre las tecnologías de dominación en el manejo de la crisis y en el desaliento de la resistencia y el ejercicio del control. 

Esta deriva subjetiva de la gestión significa una profundización en
la mutación post democrática de nuestras instituciones.

Modernización y reforma del Estado en el Neoliberalismo tardío: Argentina en el cambio de ciclo Daniel García Delgado en “Los progresismos en La encrucijada Universidad de la República
Facultad de Ciencias Sociales - Departamento de Sociología - Gerónimo de Sierra 1ª edición, 2017.

Ese oro que sangra en vez de brillar

Sergio Ferrari escribe desde Ginebra (Suiza) para Prensa Ecuménica

Objeto de deseo para algunos, refugio especulativo para otros, parámetro de las reservas en la mayoría de los bancos del planeta. El oro, sin embargo, sigue siendo un metal de dos caras: la que deslumbra y la del dolor.

Cada año se extraen 3.300 toneladas de oro a nivel mundial. El 49% del mismo se utiliza para fabricar relojes y joyas, un 29% como inversión, 15% lo compran los bancos centrales y el 7% restante se destina para dispositivos técnicos.


Su precio explota. La segunda semana de noviembre alcanzó el récord de los últimos seis meses. Los últimos días su precio oscilaba en los 1.875 dólares estadounidenses por onza.

Entre el 50% y el 70% del total global se refina en Suiza. De las siete mayores procesadoras a escala internacional, cuatro residen en ese país alpino, no sólo el segundo importador mundial, sino también el mayor exportador de este metal precioso, aunque no cuente ni con un solo yacimiento dentro de sus fronteras.

Es síntesis, la mayor parte del oro que circula por el mundo, pasa por Suiza. Llega sin refinarse y parte con deslumbrante “pureza”. Un negocio que le representa entre 70.000 y 90.000 millones de francos anuales (1 franco = 1,09 dólares estadounidenses). Si bien se extrae oro al menos en 90 países, prácticamente la mitad de todas las importaciones del metal procesado y refinado en Suiza provienen de Gran Bretaña, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Hong Kong. Paradójicamente, ninguna de esas naciones cuenta con extracción nacional. Por otra parte, una cantidad significativa llega de países productores cuyas economías dependen, en gran medida, de su exportación, como Burkina Faso, Ghana, Mali y Perú, entre otros.

Según un informe oficial de la Oficina Federal de Aduanas de Suiza, en 2017 este país importó 2.404 toneladas métricas de oro, con un valor aproximado de 70.000 millones de francos suizos. Ese mismo año exportó oro por un valor de 67.000 millones de francos suizos. Es otras palabras, en 2017 el tráfico de oro representó el nada despreciable 24% de las exportaciones y el 31% de las importaciones helvéticas. Para contextualizar estas cifras, en ese mismo periodo, la industria relojera helvética exportó por 20.000 millones de francos, lo que equivaldría a unos 24 millones de relojes.

Las ventajas fiscales también influyen en la importación del metal precioso, debido a que en este país no se aplican impuestos al oro adquirido como inversión ni a las monedas de oro importadas ni al oro procesado. Las aleaciones con otros metales también pueden declararse como oro y, en consecuencia, eximirse de impuestos. Tal es el caso de la plata, que, aunque sólo contiene un 2% del metal precioso, puede importarse libre de tasas.

Sangra la tierra

Aunque todas estas cifras son públicas, el informe The Impact of Gold, (El Impacto del Oro) que publicó la segunda semana de noviembre la organización WWF Suiza (World Wide Fund for Nature – Fondo Mundial para la Naturaleza) les da nueva relevancia.

El camino del oro desde la mina hasta nuestro país — sostiene dicho informe– “es especialmente problemático. Suele ser opaco y difícil de rastrear porque los intermediarios mezclan ese mineral proveniente de diferentes fuentes”. Sin trazabilidad — concluye el informe– “no se puede descartar que el metal utilizado fue producido en condiciones sociales y ecológicas inaceptables”. https://www.wwf.ch/sites/default/files/doc-2021-11/2021_11_WWF_The%20Impact%20of%20Gold.pdf

La publicación de WWF Suiza sistematiza conceptos y constataciones.

El oro se extrae a menudo en condiciones sociales y ecológicas deplorables, con consecuencias nefastas para el medio ambiente y las poblaciones locales.

Abrir nuevas minas y construir las infraestructuras necesarias requiere grandes superficies. Ahí donde se descubren vetas se talan enormes extensiones de bosque, muchas veces de forma ilegal. Sólo en Brasil, su extracción supone la destrucción anual de una superficie natural del tamaño de 14.000 campos de fútbol.

Por otra parte, su extracción requiere casi sistemáticamente productos químicos altamente tóxicos, como el mercurio y el cianuro. Estas sustancias se expanden en el aire, el suelo y el agua. En consecuencia, la biodiversidad se resiente, así como la salud de la población local. Entre otras enfermedades, dichos venenos pueden causar ceguera, daños cerebrales, tumores y malformaciones fetales.

La recuperación del oro tiene, además, un impacto directo en la calidad y la disponibilidad del agua en las regiones afectadas.  Finalmente, son evidentes los efectos nocivos sobre el clima, debido al alto consumo de energía ya que la producción de un kilo de oro genera unas 12 toneladas de emisiones de CO2.

La organización ambientalista WWF Suiza subraya que, junto con el enorme impacto medioambiental, la extracción suele asociarse con condiciones laborales deplorables, esclavitud, tráfico de personas, trabajo infantil y prostitución forzada. Muchas veces los pueblos indígenas o las comunidades autóctonas son expulsadas de sus tierras, ahora convertidas en yacimientos a cielo abierto.

La dramática Amazonia peruana

Hacia mediados del 2019, Perú exportaba unas 60 toneladas de oro producido ilegalmente en su suelo, gran parte del cual iba directamente a las refinerías suizas. La región de Madre de Dios (con Puerto Maldonado como capital), en la Amazonia peruana, es históricamente uno de los principales centros de extracción aurífera del país sudamericano.
Un reciente reportaje de la agencia española de noticias EFE señala que “desde el aire, el paisaje es desolador: allí donde antes hubo bosque amazónico, ahora rebosan cráteres de fango, árboles talados y arenales yermos tapizados en mercurio y morralla. Un páramo depredado por la *fiebre del oro* aluvial, que a ras de suelo creó un infierno clandestino y sin ley en la selva peruana. Se trata de La Pampa –entre los kilómetros 98 y 115 de la carretera interoceánica–, un territorio dentro del escudo protector de la reserva nacional de Tambopata que durante años ha sido el epicentro de la minería ilegal en la región peruana de Madre de Dios, y en donde este suculento negocio, más rentable que la cocaína, arrebató en las últimas décadas 25.000 hectáreas de una de las selvas con más biodiversidad del planeta”.

Dicho reportaje, elaborado in situ, señala que “hoy a pesar de los esfuerzos millonarios destinados a echar a los mineros ilegales de la zona, el flagelo sigue en brasas, el desastre ambiental intacto, y la trata de personas, el sicariato y la explotación laboral y sexual continúan proliferando como efectos colaterales de esta tragedia. Allí se extiende una suerte de poblado sin nombre, en donde hoy viven unas 40.000 personas dedicadas a actividades vinculadas a la minería ilegal. En esta ciudad improvisada escasean los lujos, pero sobran hoteles, restaurantes, bares y, sobre todo, prostitución, al más puro estilo del ‘salón’ de las películas de vaqueros”.

En Madre Dios se produce el 70% del oro artesanal de Perú, que es el primer productor de oro de Latinoamérica y el 5to a nivel mundial. En Madre de Dios, el 70% de la economía tiene que ver con la minería, pero solo el 10% es legal.

A comienzos del 2019, el Gobierno peruano puso en marcha la Operación Mercurio en la región de La Pampa, un mega operativo para tratar de erradicar las actividades no legales. Según la publicación digital peruana Actualidad Ambiental, si bien se ha logrado reducir la minería ilegal en un 98%, existe evidencia de que la misma ha migrado a áreas circundantes.

A pesar de más de 700 operativos policiales en menos de dos años y de la expulsión de 25.000 mineros ilegales, un informe de Monitoreo de Deforestación en la Amazonía indica que, tras el inicio de la Operación Mercurio, 1.100 nuevas hectáreas quedaron deforestadas debido a la actividad aurífera, y se constató la aparición de seis nuevos puntos de extracción no autorizada: Pariamanu, La Pampa (en dos zonas ubicadas al norte de dicha región), Camanti, Chaspa (Puno) y Apaylon. En síntesis, toda política represiva de estas actividades cuando no van acompañadas de propuestas productivas y de reinserción laboral parecen estar condenadas al fracaso.

Autocrítica helvética

El Consejo Federal suizo (poder ejecutivo colegiado) “es consciente de que existe el riesgo de que se importe en Suiza oro extraído ilegalmente, con las posibles violaciones de los derechos humanos que esto representa”.
Así lo afirman las autoridades federales en el informe “Comercio de oro producido en violación de derechos humanos”, presentado ante el parlamento a fines de 2019, como respuesta a una interpelación que cuatro años antes presentó el senador nacional ecologista Luc Recordon. https://www.newsd.admin.ch/newsd/message/attachments/54475.pdf

El Gobierno le encargó a un grupo independiente que realizara un análisis del sector del oro en Suiza, sus principales actores y los posibles riesgos y desafíos. Como parte de este proceso, el grupo se puso en contacto con representantes del sector privado y de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) activas en derechos humanos, medio ambiente y cooperación al desarrollo.

El informe acepta como probable que las actividades de las empresas en toda la actividad aurífera tengan repercusiones negativas en una amplia gama de derechos humanos, como: maltrato de los trabajadores y violaciones de la legislación laboral, en particular en lo que se refiere a condiciones de trabajo seguras y saludables y a una remuneración que proporcione una vida digna. También reconoce posibles violaciones del modo de vida tradicional de los pueblos indígenas, su autodeterminación y sus tierras. Así como impactos negativos en las comunidades locales: reasentamiento y desplazamiento forzado, violación de los derechos de propiedad, de la libertad de asociación y de opinión y expresión.


 

El informe habla de los eventuales daños al medio ambiente y no excluye la posibilidad que las empresas auríferas cometan violaciones contra el estado de derecho. Finalmente, el Gobierno recomienda asegurar mayor transparencia en todas las actividades relacionadas con el oro que llega a Suiza. Recomienda, además, estimular a las asociaciones involucradas en la industria y el comercio del metal (por ejemplo, la Asociación Suiza de Fabricantes y Comerciantes de Metales Preciosos y la Swiss Better Gold) a que mejoren la manera como operan y a entablar un diálogo con las ONG interesadas en los desafíos pendientes en este sensible sector de la economía helvética.

Entre las recomendaciones de su informe de noviembre, WWF reclama leyes que obliguen a las empresas con sede en Suiza que compran y procesan oro a cumplir normas sociales y ecológicas mínimas y hacer público su comportamiento. Y llama a los consumidores a que asuman actitudes más responsables al adquirir productos que contienen oro. Ciertos sellos de calidad existentes como FairTrade y FairMined contribuyen a promover una extracción más responsable y transparente y a minimizar la potencial destrucción futura del medio ambiente.
500 años después, las carabelas repletas de metales preciosos provenientes del Nuevo Mundo se ven reemplazadas por buques o aviones de carga que llegan a destinos europeos. Se les agregan otros, provenientes de África y de Asia. Una gran parte del oro importado por Viejo Mundo desemboca en las sofisticadas refinerías de Suiza, principal plataforma giratoria del comercio mundial.  Casi todo legal, aunque no siempre justo y, por eso mismo, tampoco ético.

La comunicación como política pública

Washington Uranga, Periodista, docente e investigador de la comunicación, escribe en Página12

Comunicación y ciudadanía tienen una relación esencial. El acceso a la información por parte de los ciudadanos es una condición para el discernimiento, para la construcción de opiniones fundadas y, de esta manera, para el ejercicio pleno de la ciudadanía. La calidad de la participación aumenta en relación directa con la calidad de la información que se posee. El derecho de acceso a la información no es una cuestión de los periodistas, de los profesionales o los técnicos. Tampoco es una prerrogativa de las empresas y las corporaciones. Es un asunto ciudadano, un derecho que nos asiste a todas y a todos en tanto y en cuanto ciudadanos y ciudadanas que incluye la posibilidad de expresar el punto de vista propio, de dar a conocer el modo de comprender y discernir sobre los asuntos públicos.

Por todo esto el derecho a la comunicación debe ser comprendido como un derecho habilitante de otros derechos porque solo teniendo conciencia de los derechos se puede demandar su vigencia.

Desde otra perspectiva habrá que decir que el derecho a la comunicación sólo se puede comprender y ejercer efectivamente en el marco de cada cultura, partiendo de sus valores y de sus modos de entender y de entenderse, de la manera cómo las personas se constituyen en ese espacio. Mantenerlo en vigencia es una tarea cultural pero inevitablemente política y asociada a la idea de cambio, motorizada por los sueños y las utopías de los sujetos que la llevan adelante y cuyos éxitos no se miden exclusivamente por las metas alcanzadas sino por los procesos a través de los cuales las personas, los ciudadanos y ciudadanas, adquieren mayores capacidades y posibilidades para comunicar y comunicarse. En otras palabras. Los medios de comunicación y las redes digitales, para mencionar lo que más aparece, no son los únicos escenarios de la comunicación. También lo son las calles, los espacios de encuentro, las expresiones artísticas, la cultura en general. 

La práctica de la comunicación requiere responsabilidad. Por parte de las y los profesionales de los medios para hacerlo con la veracidad que incluye la necesidad de contextualizar, evitando dar la parte como si fuera el todo y dejando de lado los golpes de efecto producidos mediante el sensacionalismo. Del lado de quienes gobiernan para asegurar que el derecho a la comunicación y la libertad de expresión se cimienten en la igualdad de oportunidades. Por parte de los actores y las protagonistas sociales en asumir que ejercer el derecho a la comunicación supone tomar la iniciativa, involucrarse y poner en juego la palabra para hacer diciendo.

Así planteada la comunicación puede ayudar a la gobernabilidad pero también a la convivencia social y la democracia misma. Porque cualquier desbalance puede ser nefasto para la democracia. Y desde este punto de vista, siendo importantes las normas serán siempre insuficientes, porque la responsabilidad de los actores se ubica incluso por encima del cumplimiento estricto de las normas.

Es cada día más necesario construir también un capítulo de responsabilidad social de la comunicación con base ética y cimentada en una perspectiva de derechos. Sin perder de vista que todo forma parte de un entramado de servicio público indispensable en el marco de la democracia, con escollos inevitables y en medio de la complejidad.

En el marco de las sociedades democráticas es imprescindible pensar integralmente la comunicación como una política pública. No alcanza con normas e iniciativas aisladas, algunas de las cuales pueden ser buenas en sí mismas, pero que estarán muy lejos de garantizar el derecho a la comunicación y de aportar a la política en democracia.

Se trata de pensar una comunicación que cree y recree lo público en relación con sus públicos ciudadanos. Una comunicación que incorpore al sujeto popular a la comunicación pública en el espacio público, que interpele al poder, ayude al surgimiento de nuevas relaciones y otros equilibrios que favorezcan y empoderen al ciudadano como protagonista de la vida política.

Resultados definitivos

La justicia federal con competencia electoral en la provincia de Buenos Aires finalizó este miércoles el escrutinio definitivo de las elecciones a diputados nacionales en ese distrito, que ratificó que la alianza Juntos se impuso por alrededor de 105 mil votos al Frente de Todos (FdT) y que esas fuerzas lograron 15 legisladores cada una para la Cámara baja.
Según los datos del escrutinio a los que tuvo acceso Télam,
se escrutaron 37.045 mesas y el porcentaje de votantes fue del 72,25% sobre el total del padrón.
La Alianza Juntos totalizó 3.550.321 votos contra el FdT, que llegó a 3.444.446, por lo que la diferencia de la lista que encabezó Diego Santilli fue de 105.875 votos.
Pese a imponerse en el resultado final, se ratificó que tanto Juntos como el Frente de Todos obtuvieron cada uno 15 de las 35 bancas que como distrito único se ponen en juego en la provincia de Buenos Aires en cada una de las elecciones legislativas.

Las cinco bancas restantes fueron: dos para Avanza Libertad, que obtuvo 669.865 votos; dos para el Frente de Izquierda, con 609.158 y la restante se la adjudicó el Frente Vamos con Vos de Florencio Randazzo que logró superar el piso del 3% del padrón que exige el sistema D'hondt, al totalizar 389.295 votos.
En tanto la Alianza Más Valores no logró superar el piso (logró 263.515 votos) y se registraron 103.730 votos nulos y 291.580 en blanco.
El escrutinio definitivo no reveló grandes cambios en cuanto al provisorio que culminó el mismo 14 de noviembre por la noche, aunque sí determinó que el exministro de Transporte Florencio Randazzo logró el piso que le permite acceder a una banca e integrar el Congreso de la Nación.
Es que el sistema proporcional establece que para acceder una banca la fuerza política debe obtener al menos el 3% de los electores habilitados para votar, que en esta elección en la provincia de Buenos Aires fue un total de 12.888.231 ciudadanos.
El conteo de votos comenzó el miércoles pasado en el pasaje Dardo Rocha de La Plata, ubicado en calle 50 entre 6 y 7, con un total de 100 mesas funcionando en simultáneo.
Con el objetivo de acelerar el proceso, el juez federal con competencia electoral, Alejo Ramos Padilla, dispuso incrementar en un 50 por ciento la cantidad de mesas respecto de las elecciones primarias de septiembre.

¿Quiénes ingresan de Juntos?

Con estos resultados, por Juntos ingresan a la Cámara de Diputados Diego Santilli, Graciela Ocaña, Facundo Manes, Marcela Campagnoli, Juan Manuel López, Danya Tavela, Gerardo Fabian Milman y María Sotolano.
También lo hacen Emilio Monzó, Gabriela Gisel Besana, Hernán Lombardi, Margarita Stolbizer, Alejandro Finocchiaro, María Victoria Borrego y Fabio José Quetglas.

Bancas del Frente de Todos

En tanto, del Frente de Todos los diputados electos son Victoria Tolosa Paz, Daniel Gollan, Marcela Fabiana Passo, Sergio Palazzo, Agustina Propato, Leopoldo Moreau, Vanesa Siley, Hugo Yasky y Constanza María Alonso.
También garantizaron su banca Julio Pereyra, Mónica Edith Litza, Daniel Arroyo, Brenda Magalí Vargas Matyi, Rogelio Iparraguirre y Mónica Fernanda Macha.

Otros

De Avanza Libertad ingresan José Luis Espert y Carolina Píparo y del Frente de Izquierda y los Trabajadores Nicolás del Caño y Romina del Plá.
En tanto, la última banca corresponde a Florencio Randazzo del Frente Vamos con Vos que se la quitó a Avanza Libertad, que en el escrutinio provisorio se había adjudicado un escaño más para Hugo Bontempo.

Malestar

Sigmund Freud escribió su texto “El malestar en la cultura” en 1929 y fue publicado en 1930. El famoso texto comienza con estos sencillos parrafos:

NO podemos eludir la impresión de que el hombre suele aplicar cánones falsos en sus apreciaciones, pues mientras anhela para sí y admira en los demás el poderío, el éxito y la riqueza menosprecia, en cambio, los valores genuinos que la vida le ofrece. No obstante, al formular un juicio general de esta especie, siempre se corre peligro de olvidar la abigarrada variedad del mundo humano y de su vida anímica, ya que existen, en efecto, algunos seres a quienes no se les niega la veneración de sus coetáneos, pese a que su grandeza reposa en cualidades y obras muy ajenas a los objetivos y los ideales de las masas. Se pretenderá aducir que sólo es una minoría selecta la que reconoce en su justo valor a estos grandes hombres, mientras que la gran mayoría nada quiere saber de ellos; pero las discrepancias entre las ideas y las acciones de los hombres son tan amplias y sus deseos tan dispares que dichas reacciones seguramente no son tan simples. 

Uno de estos hombres excepcionales se declara en sus cartas amigo mío. Habiéndole enviado yo mi pequeño trabajo que trata de la religión como una ilusión, me respondió que compartía sin reserva mi juicio sobre la religión, pero lamentaba que yo no hubiera concedido su justo valor a la fuente última de la religiosidad. Esta residiría, según su criterio, en un sentimiento particular que jamás habría dejado de percibir, que muchas personas le habrían confirmado y cuya existencia podría suponer en millones de seres humanos; un sentimiento que le agradaría designar «sensación de eternidad»; un sentimiento como de algo sin límites ni barreras, en cierto modo «oceánico». Se trataría de una experiencia esencialmente subjetiva, no de un artículo del credo; tampoco implicaría seguridad alguna de inmortalidad personal; pero, no obstante, ésta sería la fuente de la energía religiosa, que, captada por las diversas Iglesias y sistemas religiosos, es encauzada hacia determinados canales y seguramente también consumida en ellos. Sólo gracias a éste sentimiento oceánico podría uno considerarse religioso, aunque se rechazara toda fe y toda ilusión.”

A cien años de aquel texto, el razonamiento parece no haber perdido vigencia. Mas por el contrario, una exaltación de las valoraciones y apreciaciones subjetivas de los individuos exacerba la atomización y la disgregación social, reduciendo a la personas a sus conflictos íntimos, en un círculo sobre “si mismo” que pierde toda referencia a lo común, a la otredad, a la constitución comunitaria que, en definitiva, devuelve cierta tranquilidad a la hora de percibirnos en medio de ese océano en el que asientan sus credos, los mitos y las religiones. No por desprecio al pensamiento y a las experiencias individuales sino porque estas solo pueden ser interpretadas y vividas en las relaciones humanas con sus “otredades”, es que “lo cultural” siempre está allí. Lo social y lo común aparecen como oleadas en ese océano, para devolvernos la idea de nuestra propia finitud e insignificancia individual sino es en función de ese océano inabarcable en el que estamos inmersos.

En los lenguajes, la modernidad aporta parte de la subjetividad de la cultura actual impregnando negativamente las razones al tiempo que, como expresan Adorno y Horkheimer "En el camino de la ciencia moderna, los hombres renuncian al sentido" .

Es sin duda gracias a los conceptos de pulsión y libido, a las fluctuaciones de la libido en cuanto a los medios y los objetos que abraza, y a sus relaciones con la sublimación como su destino cultural e histórico por excelencia (Freud, S. Obras completas, tomo XIV. Buenos Aires: Amorrortu Editores. 1976 ), que el psicoanálisis mantiene su vigencia en la interpretación de los hechos sociales. Mediante estos conceptos es posible hacer una lectura psicoanalítica de las creaciones del sujeto, de sus construcciones culturales; de su lugar y malestar en la cultura. Libido, pulsión y sublimación son conceptos que tienden un puente entre lo corporal y lo cultural. En su Seminario “El Otro que no existe” y sus comités de ética, Miller analiza las diferencias entre la pulsión y el instinto, sentando en esta diferencia esencial las posibilidades del psicoanálisis como crítica social: "La pulsión freudiana es (en contraposición al instinto), por el contrario, esencialmente plástica, se transforma, se desplaza, es capaz de sustituciones inesperadas, de conexiones inéditas, está sujeta a metáforas y metonimias, y por eso se la puede descubrir presente, actuante donde desde hace mucho tiempo los instintos y las necesidades están fuera de juego. Se la puede descubrir, precisamente -y es lo que hace Freud-, allí donde hay idealización y sublimación, en el lugar mismo de valores tanto éticos como estéticos. Consiguientemente, con el concepto de pulsión el psicoanálisis entró en el campo reservado a la cultura, lo que justifica la doctrina freudiana sobre la civilización y su diagnóstico de un malestar" (Miller, J. A. El Otro que no existe y sus comités de ética. Buenos Aires: Paidós. 2005).

Ahora bien, el lugar del sujeto en la sociedad ha cambiado en los últimos cien años: ya no es el sujeto freudiano de la religión, sometido a la represión propia de una moral que lo obliga a moderar su goce y a entrar en los canales de los ideales que lo orientan. El sujeto que recoge en su diván actualmente está desamarrado de sus anteriores ideales y es sujeto de la ciencia justamente en el punto en que ésta no atiende a la subjetividad ni al sujeto sino desde una ambición de objetividad. Recoge entonces lo que no es escuchado, lo desatendido por la ciencia. En una de sus últimas afirmaciones, dice Lacan que la ciencia se constituye mediante una exclusión fundante, la del sujeto, cuyos efectos de retorno pueden reconocerse en lo que Freud denomina "El malestar en la cultura" (Dessal, G. Las ciencias inhumanas. Madrid: Editorial Gredos. 2009 ).

La pérdida de sentido esta relacionada con la pérdida en el lenguaje, en tanto proveedora de conceptos que asignan sentidos a los pensamientos y a las mentalidades que definen los relatos que explican el mundo y permiten el sentido de la vida en el contexto cultural en el que esta se manifiesta. Esa pérdida en el lenguaje no puede menos que traducirse y manifestarse en las subjetividades como una pérdida de valoraciones éticas, de rumbos y conductas que entendidas socialmente sitúan a los individuos en relación a otros en esa inmensidad oceánica que le imbuye y le produce malestar. Sujetos así “ahistóricos” “apolíticos” “empresarios de si mismos”, acentúan en la individualidad (indivisibilidad) una contraposición entre sus fragmentos que producen molestía y confusión … La incertidumbre es colocar fuera lo que se produce dentro. El problema no es el no saber lo que puede pasar sino el no saber lo que “me” puede pasar. Es decir como el afuera puede modificarme, afectarme, acelerar mi muerte.

En ese temor, en esa molestia y en su reconocimiento radica el nudo del conflicto: lo imaginario, lo real, lo simbólico, hacen eclosión en la realidad, en los comportamientos y en los fenómenos que hacen visible el malestar en la cultura.

Todo análisis respecto al auge de las derechas, de los odios y sentimientos racistas, de los problemas en las comunicaciones, el acceso desigual a las riquezas y al disfrute de lo que se produce con esfuerzo y con trabajo, de la perdida de valores éticos, comunes, sentidos y vividos en las relaciones, no son mas que los efectos de esos encierros en los oceanos del “si mismo”. De una consciencia que pierde el sentido en la medida que se busca “sentido en si” y la cultura “molesta”. Es que el “otro” siempre devuelve esa certeza que no se quiere aceptar. No hay “yo” sin “otros”.

Lo material y lo subjetivo se funden en lo individual, que sin “otros” pierde todo sentido.

Daniel Roberto Távora Mac Cormack


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