Ruidos, escucha, honestidad y mentira ...

El medio es el mensaje

¿Cuántos de los dispositivos de comunicación que autores, cineastas y guionistas imaginaron son una realidad en nuestro presente? ¿Cómo nos comunicaremos en los próximos años? La ciencia ficción se ha esforzado por predecir el futuro y en sus relatos se pueden vislumbrar algunas respuestas.
Una casa de subastas inglesa encontró una colección de dibujos que muestra cómo las personas en la era victoriana pensaban que sería el futuro. Las ilustraciones, que se realizaron hace 120 años, fueron creadas por artistas franceses e incluyen colectivos acuáticos impulsados por ballenas, autos con alas, obreros submarinos y carteros voladores. En 1910 se creía que en el año 2000 los carteros llevarían la correspondencia a bordo de pequeños aviones individuales. La realidad es que la comunicación por carta fue desplazada por servicios de mensajería instantánea pero empresas de comercio online están experimentando con drones autónomos para realizar el reparto de pedidos, principalmente, en zonas de difícil acceso.

En 1939, la revista estadounidense de ciencia y tecnología Radio Craft imaginó un dispositivo que permitía ver imágenes de forma individual al que llamó “monóculo de televisión'', y resulta muy similar a los actuales visores de realidad virtual. Aunque nos resulte una tecnología reciente porque con los videojuegos se introdujo en las casas, el origen de la realidad virtual se remonta a 1836 cuando Charles Wheatstone inventó el estereoscopio. Y en 1968 aparecieron los primeros visores de realidad aumentada.
En
Fahrenheit 451, la novela distópica de Ray Bradbury publicada en 1953 y llevada al cine por François Truffaut en 1966, el cineasta francés imaginó una sociedad donde la felicidad se obtiene a través de la pantalla de una televisión interactiva. En la actualidad, la interacción también está mediada por la pantalla de un teléfono celular o computadora.

En 1989, la segunda película de la trilogía Volver al Futuro, en la que Marty McFly y el científico Doc Emmet Brown viajan al año 2015, fue capaz de predecir algunos fenómenos que terminaron sucediendo. Por ejemplo, en una escena icónica los miembros de la familia dan órdenes a los electrodomésticos inteligentes, como si se tratasen de una vieja versión de los actuales asistentes virtuales. Al mismo tiempo, Marty mantiene una videollamada con su jefe, una situación muy frecuente en la actualidad.
En
Dick Tracy, una película estadounidense de acción y comedia que se estrenó en 1990 y se basó en una historieta del personaje homónimo, su protagonista usa un reloj que podría equipararse con los actuales smartwatch. El reloj de Dick Tracy se convirtió en un icono, 70 años después de su primera aparición ya cuenta con licencia oficial y se comercializa.
En
El Demoledor, una película producida en 1993 pero que transcurre en 2032, la policía descongela a un ex agente encarcelado para que capture a su antiguo enemigo. La trama incluye autos autónomos como parte del escenario futurista, vehículos sin conductores que son activados por voz y funcionan con una especie de sistema de localización global similar al GPS.

Muchos años antes, en Star Trek, una serie cuyo primer episodio se estrenó en 1966, el Capitán Kirk y la tripulación del USS Enterprise que viaja por el universo para explorar nuevos mundos, ya habían utilizado un dispositivo similar al GPS. Además, muestran otras innovaciones tecnológicas que forman parte de nuestro presente como el teléfono celular, la memoria USB, los auriculares y tecnologías similares al bluetooth.


Finalmente en
2001 Odisea del Espacio, una película de 1968 en la que la supercomputadora HAL 9000, guía a un equipo de tres astronautas para descubrir los orígenes de la humanidad, Bowman y Poole ven un noticiero a través de una pantalla mientras comen. La Newspad se asemeja a las tablets que se utilizan en estos días.
Actualmente, series de ciencia ficción como Years and Years y Black Mirror proyectan un futuro cercano atravesado por la tecnología y proponen novedosos dispositivos de comunicación. Desde personas reales corporizadas en objetos hasta hologramas que modifican radicalmente el concepto de distancia, física y emocional.
La realidad virtual y la tecnología de hologramas aplicadas al ámbito familiar podrían, por ejemplo, hacer que las familias no necesiten estar físicamente juntas, y también volver presentes a seres queridos después de fallecer. Incluso, permitirían componer una mejor versión de ellos y hasta inventar nuevos familiares.
En el terreno de la comunicación, abundan los avances para crear un lenguaje universal. Google implementó un sistema de traducción instantánea en la navegación de Internet. ¿Pero será posible durante una videollamada entender de manera simultánea a los participantes hablando distintas lenguas? Google está desarrollando un proyecto de traducción simultánea, una especie de Torre de Babel de última generación. Y en simultáneo, Amazon avanza en un proyecto que permitiría comunicarnos con otras especies.

(Telam)

La imagen lo es todo … Aunque los ruidos molestan

Una de las principales dificultades que debe atravesar cualquier intento de comunicación, es que el mensaje no se transforme en ruido. Es decir en sonidos o estímulos incapaces de ser decodificados e interpretados de parte del receptor, o que otros ruidos, ajenos a la comunicación que se pretende, impida esa decodificación o recepción.

Fernando Bercovich nos escribe en torno de esto en su Newsletter de hoy en Cenital (“Trama Urbana” - Cenital)

Escuchame entre el ruido

Hace casi un año, en pleno pico de casos de 2020, me mudé de barrio a uno bastante más residencial. Lo que buscaba era más luz. Las horas que antes pasaba en una oficina ahora transcurrían en mi casa y vivir en una planta baja me estaba empezando a costar. Pero algo que no me había dado cuenta que valoraba mucho era otra cosa: el silencio. O, mejor dicho, la ausencia de ruidos molestos. En mi nuevo barrio, menos céntrico, los bocinazos y las frenadas de colectivos están más lejos y eso me produce mucho placer.  

También recordarás que durante los momentos de cuarentena más estricta la ciudad estaba mucho más silenciosa. No sé si te pasa lo mismo pero ahora que la circulación volvió casi a niveles pre pandémicos siento que tengo mucha menos tolerancia a los ruidos. Feargus O’Sullivan habla de eso. Nos cuenta que en Londres -y también en otras ciudades del mundo- los niveles sonoros bajaron considerablemente durante la pandemia pero que, sorpresivamente, las quejas sobre ruidos molestos aumentaron mucho, un 47% según un estudio de la UCL (University College London).

Si lo pensamos un rato tiene sentido. Quienes pudimos, nos quedamos más en nuestras casas y le prestamos mucha más atención (y nos molestaron mucho más) los sonidos del barrio, de los vecinos, de las construcciones y de las industrias, cuando se empezaron a reactivar. Mientras los centros financieros de las ciudades se silenciaban al ritmo de la caída de la circulación, los barrios residenciales se ponían más ruidosos.  

El estudio también destaca que en las áreas más ricas de Londres hubo más quejas que en las de menores ingresos. Claramente esto no quiere decir que los pobres vivan en lugares menos ruidosos, pero sí que tal vez tienen menos acceso a los canales de quejas o que los ruidos molestos no son su prioridad porque tienen problemas percibidos como más graves. También, que tuvieron menos oportunidades de aislarse y que, a pesar de las recomendaciones, salieron de su hogar para trabajar.

¿Qué queremos escuchar?

Para la OMS el ruido es cualquier sonido arriba de los 65 dB. Y la exposición constante a volúmenes incluso más bajos que esa cifra, además de a la pérdida de audición, está asociada a enfermedades cardiovasculares, mentales, dificultades para dormir, y a un menor desempeño en la lectocomprensión de textos en niños y niñas. La mayoría de los sonidos urbanos superan ese volumen, sobre todo los del tráfico. Te pido por favor que pienses en esto antes de tocar la bocina de tu auto.

Según el Índice Mundial de Audición (IMA), que mide la contaminación auditiva en 50 ciudades, la más ruidosa del mundo es Guangzhou, la tercera metrópolis más grande de China y el aglomerado urbano más extenso del mundo. El podio lo completan Nueva Delhi y El Cairo. Según este mismo ranking, Buenos Aires es la décima ciudad más ruidosa del mundo. 

El Mapa Interactivo de Ruido de la ciudad de Buenos Aires, donde se puede distinguir entre los decibeles diurnos y los nocturnos, pero solamente cuenta las emisiones de fuentes móviles (autos, trenes, colectivos), mide el ruido a partir de cinco estaciones instaladas en distintos puntos de la ciudad y ratifica el ranking del IMA: la mayoría de las calles están pintadas de colores que representan un ruido por encima de los 60 dB.

El mapa es parte de lo que exige la Ley de Control de la Contaminación Acústica sancionada en 2004 que, además, prevé instrumentos de prevención y un manual de buenas prácticas para la salud auditiva que incluye, entre otras, utilizar lo menos posible el auto particular, cuyo uso masivo es uno de los grandes contaminantes sonoros.

En el otro extremo, Zurich (Suiza) y Viena (Austria) son las ciudades cuyos habitantes se ven menos perjudicados por la exposición a los ruidos. En Suiza, la ¿excesiva? escasez de ruido es probablemente en parte consecuencia de una ley nacional que desalienta acciones cotidianas como pasar la aspiradora y lavar la ropa durante las noches, la hora del almuerzo, los domingos y los feriados.

El estudio, que compara edad real con una “edad auditiva”, sostiene que en la ciudad de Buenos Aires escuchamos, en promedio, como si tuviésemos 16,5 años más de los que tenemos. Cualquiera podría decir que la disminución auditiva se debe a otros factores, pero el mismo estudio demostró que hay una correlación del 64% entre la pérdida de audición y los niveles de contaminación acústica de las ciudades. 

Sin embargo, para Francesco Aletta, investigador de la Escuela de Arquitectura de la UCL, juzgar solamente el volumen de un sonido es como juzgar una sopa sólo por su temperatura. La elección de exponerse a un sonido y la previsibilidad de cuándo va a terminar son variables que Aletta sostiene que hay que considerar antes de hacer cualquier análisis. En un recital o en un boliche, si bien la música probablemente esté muy alta, la audiencia eligió activamente exponerse a esos sonidos durante un período de tiempo determinado. Una alarma de auto que suena de forma inesperada y que no sabemos cuando va a parar, aunque suene incluso más bajo que la guitarra eléctrica de nuestro músico preferido, nos pone en una situación bastante menos placentera. 

Pero, ¿qué es un sonido placentero? La respuesta puede variar muchísimo según a quién le preguntemos. Depende probablemente de su edad, su género, su condición socioeconómica. El lugar donde nació y se crió una persona también influye en la percepción de qué es un sonido agradable. Aletta cuenta que, cuando a los residentes de Sheffield, una ciudad intermedia de Inglaterra, les preguntaron qué sonidos les gustaría escuchar más en su entorno urbano, el 71,4% dijo el sonido de los pájaros. Pero, en Pekín, apenas el 17,5% eligió ese sonido y el 60%, en cambio, eligió la música. 

Es que mientras que el canto de pájaros está asociado entre los habitantes de Sheffield a los espacios verdes, en Pekín la música está asociada al baile en comunidad en plazas y parques, una actividad muy popular sobre todo entre las personas de la tercera edad. En fin, ambas poblaciones querían estar disfrutando en un parque, pero los sonidos asociados a ese espacio público eran diferentes.  

Paisaje sonoro

El rechinido del metro al detenerse, la música en los pasillos subterráneos de la estación de la calle 42, los pastores predicando en Harlem, el rumor de voces y murmullos en la bolsa de valores de Wall Street”. Es uno de los primeros párrafos de Desierto sonoro, una novela de Valeria Luiselli que empecé a leer hace poco y te recomiendo mucho. 

Los protagonistas son una pareja de investigadores del paisaje sonoro de la ciudad de Nueva York que graba todos y cada uno de sus sonidos para después analizarlos y clasificarlos. No sólo los sonidos “típicos” sino también esos que pasan más desapercibidos pero que están siempre: “Cajas registradoras abriéndose y cerrándose en los delis de las esquinas, las corrientes submarinas del Río Hudson, (...) los columpios que se balancean en las áreas de juego de Astoria, las manos de una vieja coreana afilando uñas adineradas en el Upper West Side, las flamas de un incendio deshojando un viejo edificio del Bronx, un peatón propinándole un rosario de madafakas a otro”.   

Cuando pienso en los sonidos de Buenos Aires me viene a la mente la musiquita que emite el sikus del afilador de cuchillos un sábado a la mañana, la camioneta que compra y vende electrodomésticos usados y lo anuncia por un altoparlante, una murga ensayando en una plaza, o el menos barrial bombo y redoblante en una manifestación frente a un edificio histórico del centro. También tenemos otros menos acogedores: las frenadas de colectivos, las bocinas, los trenes, el subte, los aviones que aterrizan en plena ciudad y las obras tanto públicas como privadas. 

¿Qué hacemos para evitar esos sonidos no tan acogedores? O’Sullivan cuenta que “la idea de utilizar un sonido para enmascarar otro no es nueva. Los diseñadores y constructores han estado agregando sonidos para mejorar los ambientes durante milenios, plantando árboles que atraen pájaros cantores e instalando fuentes en espacios públicos para hacerlos más tranquilos. El uso de fuentes de agua para enmascarar el ruido del tráfico se remonta al menos a la década de 1960, cuando el Paley Park de Manhattan, de tamaño bolsillo, fue diseñado con una cascada para suavizar el ruido proveniente de la calle 53”.

Como vemos, el sonido de una ciudad es un elemento fundamental en la constitución de su identidad. Pese a esto, es bastante reciente la inclusión de la dimensión sonora en la planificación urbana más integral. Sevilla, Berlín y Londres son algunas de las ciudades que están pensando cómo hacer para que sus sonidos inviten a las personas a permanecer en ellas.Además, muchas ciudades empezaron hace poco a intervenir sonoramente áreas puntuales del espacio público. 

El Instituto de Tecnología de Melbourne lo hizo en dos parques rodeados por autopistas superponiendo otros sonidos más agradables artificialmente y el uso de ambos parques subió de forma significativa. Naeuner Platz, en Berlín, es otro de los ejemplos que da O’Sullivan. Se trata de una plaza, en una intersección muy concurrida de la ciudad, también rodeada de tránsito, que en este caso se resolvió al menos parcialmente alineando las autovías con barreras materiales que proporcionan refugio para las áreas de asientos, que se convirtieron en islas tranquilas.

Pero, más allá de las intervenciones puntuales que demostraron funcionar en muchas ciudades, la reducción de la contaminación sonora está vinculada con una idea más general: reducir el uso innecesario del auto particular generando las condiciones necesarias para que eso suceda, pacificar calles siguiendo ejemplos como los de la supermanzanas de Barcelona y difundir la idea de que un bocinazo de más o un silenciador de motor de menos es tan perjudicial para la salud como un nube de smog.

Otros ruidos

Los ruidos e intereferencias, pueden, como métafora o alegoría, asociarse también a los efectos no deseados o rupturas o negatividades que aparecen evitando el buen funcionamiento o el funcionamiento deseado de aquello en lo que trabajamos. La informalidad en el ámbito laboral es un ruido bien molesto.

Informalidad en América Latina 

El 70% de los puestos de trabajo generados durante la pandemia hasta el primer trimestre de 2021 en América Latina fueron informales, según un informe de la OIT.

El director de la OIT para América Latina dijo que las ocupaciones informales lideran la recuperación parcial del empleo. Se trata de ocupaciones inestables, con bajos salarios y sin protección social ni derechos. De acuerdo al informe, es frecuente que al caer el empleo formal el informal tenga un rol contracíclico e incremente su nivel. Sin embargo, aseguran, “en esta crisis tanto el empleo formal como el informal experimentaron contracciones muy pronunciadas, pero el segundo con mayor intensidad que el primero. Por lo tanto, este ‘tradicional mecanismo’ se debilitó fuertemente en esta coyuntura”.

Además, destacan que junto a trabajadores informales, las mujeres, los jóvenes y las personas de menores calificaciones han sido desproporcionadamente afectadas por la contracción del empleo, lo que produce un mayor impacto desigualador y sobre la pobreza de esta crisis en la región. (Cential)

Otro ruido: la desconfianza

Cuando estalló la pandemia de la COVID-19, los empleados del sector público estaban en primera línea, como apoyo clave para las políticas públicas destinadas a limitar el contagio y aliviar sus efectos económicos. La colaboración, —y por tanto la confianza— eran un factor esencial. Independientemente de si trabajan en organismos de salud pública o en el sector de las comunicaciones, los funcionarios públicos tuvieron que colaborar para poner en marcha las decisiones tomadas a nivel político. Tuvieron que intercambiar información y coordinar sus respuestas.

La crisis de la COVID-19, pese a toda la tragedia que conlleva, ha ofrecido la oportunidad de examinar cómo la confianza entre los empleados del sector público puede servir o no para garantizar un sector público que funcione bien y sea muy eficaz.

En junio de 2020, durante la primera ola de la pandemia en América Latina y el Caribe, el BID realizó una encuesta para recopilar datos sobre la confianza y las preferencias de políticas públicas entre los empleados del sector público en 18 países de América Latina. La encuesta, una de las primeras en recoger este tipo de información en la región, preguntaba a los encuestados sobre su nivel de confianza en los empleados del sector público y en los ciudadanos. Para ello, estableció una distinción entre los compañeros de trabajo —aquellos con los que el encuestado se relaciona habitualmente— y los funcionarios públicos en general.

Diferentes niveles de confianza en la región

Los resultados fueron esclarecedores. En las tres regiones principales de América Latina y el Caribe —el cono sur, la Región Andina y América Central— el nivel de confianza en los compañeros de trabajo se sitúa en torno al 60%, más que el nivel de confianza en los ciudadanos, y sustancialmente más que el nivel de confianza en los funcionarios públicos en general, que se registra en torno al 45%. Las tres medidas del nivel de confianza fueron más bajas en la Región Andina y en los países que no cuentan con un sistema de administración pública basado en el mérito.

La encuesta incluyó experimentos aleatorios para examinar los efectos de diferentes escenarios relacionados con la pandemia de la COVID-19 en las actitudes hacia las políticas por parte de los funcionarios públicos. En uno de los experimentos, la encuesta midió las actitudes hacia las políticas públicas de distanciamiento social. Uno de los tratamientos, la contextualización positiva, mostraba a los encuestados un gráfico de barras con el nivel de distanciamiento social del país al comienzo de la pandemia, junto a la media mundial, que en el momento del experimento era menor que en los países de América Latina. Así, el tratamiento positivo presentaba un escenario de distanciamiento social relativamente alto. El otro tratamiento, la contextualización negativa, mostraba un gráfico de barras similar que informaba el nivel de distanciamiento social de cada país junto con la estadística nacional de España, que en su momento tuvo una mayor observancia del distanciamiento social que los países de América Latina. Así, el tratamiento negativo presentaba un escenario de distanciamiento social relativamente bajo.

Confianza y actitudes con respecto a las acciones del Gobierno

(…) Un hallazgo interesante es que la contextualización negativa de los resultados del distanciamiento social nacional (la comparación con España) afectó de manera diferente a los empleados públicos con bajos niveles de confianza y a los empleados públicos con altos niveles de confianza. Los empleados públicos con bajos niveles de confianza reaccionaron, en promedio, asignando más responsabilidad al Gobierno y favoreciendo una aplicación más estricta del distanciamiento social, probablemente porque creen que la respuesta del Gobierno a la pandemia ha sido inadecuada. Los empleados públicos con altos niveles de confianza tuvieron la respuesta opuesta, queriendo que el Gobierno tenga menos responsabilidad y prefiriendo una aplicación más débil del distanciamiento social. La diferencia en los efectos del tratamiento entre los dos grupos es estadísticamente significativa en ambos casos y robusta incluso después de controlar el nivel de confianza en los ciudadanos.


 

El estudio también reveló que los empleados públicos con altos niveles de confianza tienen una visión más positiva de la cooperación con los compañeros de trabajo en proyectos de equipo y otras tareas compartidas y son más propensos a confiar en la información obtenida de sus compañeros. Del mismo modo, los empleados con altos niveles de confianza apoyan más la prestación de servicios públicos por Internet y declaran que durante el año anterior a la pandemia el organismo gubernamental para el que trabajan alcanzó un mayor nivel de eficiencia. Estos patrones de datos indican que la confianza facilita las relaciones de trabajo productivas y fomenta la apertura a la innovación. Los resultados adicionales se presentan en el estudio completo.

El rendimiento del sector público está en riesgo

La aplicación eficaz de las políticas depende de que los empleados del sector público intercambien información, coordinen sus acciones, respondan a las necesidades de los ciudadanos y utilicen su discrecionalidad sobre las políticas públicas de forma que se maximice el bienestar de los ciudadanos.  La desconfianza —en otros empleados públicos y en los propios ciudadanos— obstaculiza cada una de estas medidas. La pandemia COVID-19 ha demostrado el valor de un sector público que funciona bien. Los funcionarios públicos electos deberían reconocer este hecho e invertir en un sector público altamente profesionalizado y bien organizado.

Lo que reveló la pandemia acerca del papel de la confianza en el rendimiento del sector público - Razvan Vlaicu, economista de investigación senior en el Departamento de Investigación del Banco Interamericano de Desarrollo. Obtuvo su doctorado en economía por la Northwestern University en 2006. Anteriormente enseñó economía en la Universidad de Maryland, y ocupó puestos de corta duración en el Kellog School of Management y el Banco Mundial. Sus intereses en la investigación se centran en la microeconomía aplicada, la economía política y la economía pública. Sus investigaciones se han divulgado en publicaciones académicas, entre las cuales Review of Economic Studies, American Political Science Review y Journal of Public Economics.

Ideas que cuentan” Blog del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)

Coronavirus

En el mundo: 222.406.582 casos confirmados y 4.592.934 muertes. Ayer se confirmaron 569.073 casos nuevos. Ya se administraron 5.352.927.296 vacunas (OMS)

En Argentina: 5.218.993 casos confirmados y 113.099 muertes. Ayer se confirmaron 3.661 casos nuevos y 138 fallecimientos. Ya hay 46.299.230 vacunas aplicadas(Ministerio de Salud de la Nación y Monitor Público de Vacunación).

La vacuna nacional CoroVaxG.3 superó los ensayos clínicos e ingresó a la Fase 1. Richmond entregó ayer 608.000 segundas dosis de Sputnik V. Santa Fe tiene el 45% de la población con dos dosis. Caen los casos activos por debajo de los 800 en Neuquén por primera vez en un año. Chubut confirma el primer caso de la variante Delta y ya son 10 las provincias que la registraron. Entre Ríos flexibilizó las restricciones a la circulación nocturna ante caída de casos.

EEUU decretó la obligatoriedad de las vacunas para empleados federales. La EMA clasifica a la variante Mu como “potencialmente preocupante”. África lamentó las “promesas vacías” de los países ricos. El mecanismo COVAX redujo su objetivo de entrega de vacunas por problemas logísticos. Japón renunció a organizar el Mundial de Clubes por la pandemia.

CELAC

El 18 de septiembre se reunirá la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) en la VII cumbre de Jefes de Estado en México. Será luego de la junta de cancilleres en el mes de julio.

Será una reunión clave: a partir de allí podría formalizarse la propuesta de los países de América Latina a Estados Unidos para reformar o sustituir el rol de la OEA. El canciller mexicano dijo ayer que se escucharán las posiciones de los distintos países en la cumbre de la CELAC para luego llevar la propuesta a EEUU y Canadá en el primer semestre de 2022.

La CELAC fue creada en 2010 y está integrada por los 33 países de América Latina y el Caribe. 

Nuevas reglas globales fiscales

La Secretaria del Tesoro de EEUU instó al G7 a aprobar rápidamente un paquete de nuevas reglas fiscales globales, entre las que se incluye el impuesto mínimo global a las multinacionales. 

En una reunión virtual del G7, la funcionaria llamó a aprovechar la oportunidad histórica de aprobar una tasa mínima en beneficios internacional de “al menos un 21%”, que serviría para financiar un aumento en inversiones fundamentales como educación, investigación y energías limpias. 

El impuesto mínimo global fue consensuado el pasado 1° de julio por los países del G20, además de unos 130 países y jurisdicciones de la Organización para la Cooperación y la OCDE que están de acuerdo con el tributo. 

(Cenital)


Tras una semana con poco sol, ya iniciada la veda electoral, las noticias y los datos no dejan de signar la importancia de las decisiones que se definirán en este fin de semana, mas por lo que representa en los idearios comunes las cuestiones que tienen que ver con el país y los vecinos, que con cualquier idea del mundo o de la sociedad que podamos modelizar en la cabeza de cada quién. Nadie se salva solo y cada quién debe hacer su parte con honestidad y responsabilidad, atributos cada vez mas difíciles de encontrar en estos días de la peste, Dónde hablar por hablar y llenar de ruidos las comunicaciones humanas, dónde los intereses individuales parecen ser mas importantes que el “nosotros”, impiden debates democráticos sobre el futuro común que deseamos y en el que deberíamos comprometer cada hacer, decir, pensar, imaginar.


Daniel Roberto Távora Mac Cormack



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